Etapa 1-2

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El Positivismo en México

Entre 1877 y 1900, México alcanzó el progreso gracias a la construcción de más de 15,000 km de
líneas férreas y de la ampliación del telégrafo, tuvo un flujo permanente de inversiones y un gasto
presupuestal creciente en el sector público. La aplicación de las tesis positivistas y evolucionistas
para legitimar la política económica integral como la reforma monetaria de 1905, fue evidente,
por ejemplo, al usar el patrón oro, cuando se estaba depreciando la plata en el mercado
internacional, lo que buscaba darle mayor estabilidad a la circulación monetaria y favorecer la
dilatación del mercado interno.

En México se propuso el conocimiento como base del orden social, el estado laico, la educación
científica y la educación del individuo con saberes prácticos, dispuesto a emplearlos en beneficio
de su país. Estas ideas ya estaban en el nuevo plan de vida del México que se vislumbraba y
hallaron en el positivismo su formulación clara y ordenada. El origen del positivismo ocurre en la
primera mitad del Siglo XIX, pero su impacto en la vida social alcanza su clímax durante la primera
globalización, 1870-1913. Augusto Comte, de quien hablamos al inicio refiriéndonos a su libro
Curso de filosofía positivista, es considerado por ello como padre del positivismo.

El Positivismo

Es una postura filosófica muy extendida en la segunda mitad del Siglo XIX, la cual consiste en
pensar que podemos explicar y entender todo lo que ocurre en la realidad. Por eso se llama
positivismo, porque “positivamente” se puede conocer la realidad.

El positivismo fue la base filosófica de la época, e incluso algunos gobiernos la abrazaron con
gran ánimo. Todavía la bandera de Brasil tiene como lema “Orden y Progreso”, que es uno de los
corolarios del positivismo, y que también fue utilizado por México durante el Porfiriato.
La llegada de la doctrina positivista a México se debe a Gabino Barreda (1818-1881), médico que
conoció dicha filosofía cuando estudiaba en Francia. A su regreso a México popularizó estas ideas
y Benito Juárez lo nombró director de la Escuela Nacional Preparatoria en su fundación (1867). 

Las ideas de Barreda, el positivismo, resultaban de gran utilidad para los liberales en la
construcción de lo que llamamos “República Restaurada”: el rechazo a la Iglesia y el Ejército, el
impulso a la modernidad y las doctrinas liberales, el apoyo a la ciencia y la técnica.

Durante el Porfiriato, el positivismo se convierte en una doctrina casi oficial. Como hemos visto,
era la visión preponderante en todo el mundo y México, en el afán de incorporarse al grupo de
naciones exitosas, también la adoptó. Además, coincidía con lo que los liberales pensaban. En
México, al grupo de personas que compartían esa visión se les llamó “científicos”, precisamente
porque esa idea de que podemos conocer y entender el mundo, era el sustento de la ciencia en
esa época.

En términos educativos, e incluso filosóficos, la persona más relevante en el positivismo mexicano


fue Justo Sierra (1848-1912), quien fue uno de los pensadores más importantes de México
durante el Porfiriato y logró que se fundara la Universidad Nacional, en 1910, después
transformada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sin embargo, el grupo de
los científicos no solo se preocupaba por la filosofía o la educación, sino que se convirtió en un
grupo político. En este rubro, el más importante de ellos fue José Yves Limantour, muchos años
secretario de Hacienda de Porfirio Díaz. Para que puedas imaginar mejor a los científicos, guardan
cierto parecido con lo que ahora llaman “tecnócratas”, con las mismas virtudes y defectos.

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