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Las enfermedades mentales afectan más a las mujeres trabajadoras que a los hombres.

En concreto, la diferencia es de seis puntos y son casi un 20% de las mujeres las que sufren

algún trastorno de salud mental, mientras que, en el caso de los hombres, el porcentaje no

alcanza el 14%.

Depresión, ansiedad, problemas sociales, hipocondría derivadas del estrés… son

muchos de los síntomas que sufren estas mujeres según recoge el estudio ‘Desigualdades en

la población trabajadora de España’, que se basa en datos de la ‘Encuesta Nacional de Salud’.

(Rivera, 2019, pág. 18)

Los motivos son muchos y diferentes, des de la edad, hasta las condiciones

socioeconómicas de cada mujer. Las cifras más alarmantes advierten de que existe un perfil

que va peligrosamente al alza, el de mujeres de edad media, con hijos emancipados y cuyas

relaciones no van bien que dependen económicamente de sus maridos o parejas.

Esto se puede deber a que sus sueldos son muy bajos, o a que renunciaron al mercado

laboral para cuidar de la familia. “En términos de poder están sometidas, y si también falla el

apoyo de la pareja, se genera el contexto ideal para la eclosión de síntomas depresivos”, avisa

Adrián Montesano, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

El grado de satisfacción respecto a su trabajo es también un variable que incide

directamente. En concreto, el riesgo de sufrir una enfermedad mental si tu trabajo no te gusta


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es de un 34,4%, mientras que el porcentaje baja hasta el 17% en el caso de aquellas que sí

aprecian sus responsabilidades profesionales.

Pero sin duda, los aspectos que más peso tienen esta mayor incidencia de trastornos de

salud mental son la situación de desigualdad en el mercado laboral, la brecha salarial o la falta

políticas de conciliación laboral y familiar.

Gina Aran, profesora del máster de Dirección y Gestión de Recursos Humanos de la

UOC asegura que las mujeres “tienen dos trabajos, el laboral y el del hogar”, lo que genera una

fuerte carga mental que incide, directamente, sobre la salud.

Aplicar políticas de igualdad ayudaría a reducir las afectaciones mentales, según la

experta: “Cuanta más conciliación, más productividad, más buen clima, mas reducción del

absentismo, mejor imagen de la empresa y más atracción de talento”. En resumen, “un

trabajador feliz puede rendir el doble que uno desmotivado”.

En este sentido, Aran añade que incluir mujeres en posiciones de dirección es positivo y

aporta a la empresa “mejores resultados y menos riesgos”. Reconoce que el cambio para

romper el techo de cristal es demasiado lento y apuesta por instaurar “cuotas” como una

solución para lograr la igualdad y acelerar el cambio cultural.


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Referencias
Rivera, B. (2019). La Salud Mental. Vida, 18.

Bibliografía
Rivera, B. (2019). La Salud Mental. Vida, 18.

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