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JOSE LEZAMA,LIMA LA,EXPRESION AMERICANA, a ‘ wie FONDO DE CULTURA ECONOMICA. MEXICO UNIVERSITY UBRARY | oot 12 1994 ISBN nee Impreso en México RECONOCIMIENTOS Esta edicién debe su aliento original a Emir Rodriguez Mone- gal, quien durante mi estancia en la Universidad de Yale en i tesis posdoctoral sobre la obra spiré su concepcién y desarrollo ul- terior. Su vasto saber, su constructiva critica y su amplia ge- nerosidad me acompafiaron, hasta 1985, cuando, inopinada- mente, sobrevino su muerte absurda. En su memoria, pues, dedico este tral Por su asistencia lingiifstica, apoyo y orientacton ficas, estoy en deuda también con varios amigos a Universidad de Sao Paulo: Munira Mutrai lio Garcfa Morején, Antonio Medina Rodri Barbosa, Tuneu y Valquiria Wey. Enrico Mario Sants, profun- do conocedor de Lezama, me facilité importantes materiales bibliograficos cubanos, amén de su colaboracién para aclarar algunas referencias difusas del texto, lo cual consigno en las. notas pertinentes. A mi colega Antonio Gémez Moriana, de la Universidad de Montreal, agradezco las miiltiples sugerenc ara mejorar mis notas al texto lezamiano, relativas a | ratura y la cultura espaftolas. Con Haroldo de Campos, pasién por el barroco me ha privilegiado siempre con un dia- logo permanente, mi deuda es sencillamente impagable. Por otra parte, la cuidadosa lectura de Rodolfo Mata Sandoval, becario de la Universidad Nacional Autonoma de México en la Universidad de Sdo Paulo durante el afio académico de 1992, mejoré apreciablemente la inteligencia de mis comen- tarios, depurdndolos de paso de lu: A su vez, Araceli Garcia Carranza, biblidgrafa, y Marta Gar- cfa Hernandez, ia, me brindaron inestimable ayu- daen las labores realicé con el manus- crito de La expresién americana, en la Biblioteca Nacional José Marti, de La Habana, Cuba. Al director de esta institu- ion, Julio Le Reverend Brusone, le agradezco piiblicamente 7 ’ismos persistentes. Le 8 RECONOCIMIENTOS la gentileza y la prontitud con que atendié favorablemente mi solicitud de acceso al manuscrito. A Cintio Vitier, en fin, gran conocedor de la vida y la obra de Lezama Lima, y extraordi- nario descifrador de sus manuscritos, le quedo muy agrade- ccida por las soluciones aportadas a ciertos enigmas de la es- critura de nuestro admirado “Etrusco”’ L LA HISTORIA TEJIDA POR LA IMAGEN Los conrexros meoLociCos ‘Cuanpo en enero de 1957 José Lezama Lima (1910-1976) pro- nunci6, en el Centro de Altos Estudios del Instituto Nacional de La Habana, las cinco conferencias que luego integrarian su libro La expresin americana, el pensamiento americanista habfa cristalizado ya en una verdadera tradicion. Un siglo de reflexi6n sistemdtica sobre la condici6n de los americanos habia generddo toda suerte de interpretaciones en torno al problema de la identidad cultural. La posicign critica acerca de lo que es América, esto es, qué lugar le reserva la historia, cual su destino y cual su diferencia frente a otros modelos de cultura, determiné la ensayistica de los més destacados es- critores hispanoamericanos, y también su legitimo deseo de ser modernos, desde la generaci6n postindependentista hasta Ja que antecede a la segunda Guerra Mundial De Sarmiento a Mart{, pasando por Bilbao y Lastarria, en el siglo 00x; de Rodé a Martinez Estrada, en un primer arco contemporineo que incluye, entre otros muchos, los nombres de Vasconcelos, Ricardo Rojas, Pedro Henriquez Urefia y Maridtegui, las respuestas a aquellas indagaciones variaron de acuerdo con las crisis histéricas, las presiones politicas y las influencias ideologicas. En sus escritos América habia pasado por el sobresalto de las antinomias romédnticas (geivi- lizacién 0 barbarie?), por los diagnésticos positivistas de sus males endémicos, por la comparacién con Europa y la cul- tura angloamericana: algunas veces habia reivindicado su la~ tinidad, otras, la autoctonia indigena; se vio erigida, poste- riormente, como el espacio césmico de la quinta raza y hasta conceptualizé su bastardia fundadora. No existi6 intelectual prominente en su tiempo que permaneciera indiferente a la problematica de la identidad. Ya fuera con pasion vehe- mente 0 con frialdad cientificista, con optimismo o desalien- to, con visiones utépicas o apocalipticas, nacionalistas o his- ° 10 ‘LA HISTORIA TESIDA POR LA IMAGEN panofobicas, progresistas © conservadoras, los ensayistas del americanismo expresaron —como en un texto & gustia ontol6gica ante la necesidad de resolver sus contradic. clones de una manera que certificara su identidad. Pero si la generacién de intelectuales que actué entre 1920 y 1940 hizo de la identidad el tema de sus desvelos, Ia gene- siguiente, del cuarenta al sesenta, encontré el problema s de Fernando Ortiz Jos de Reyes sobre la las influencias, los sobre los procesos de trans apertura de de Mariano Picon Salas sobre la combinacién de las formas europeas con las indigenas, los de Uslar Pietri sobre el proce- so de aluvién de nuestro sistema literario 0 con la propuesta de Carpentier sobre lo real maravilloso americano, se dio el nto del mestizaje como nuestro signo cultural. Con este ideologema, que se fija desde los cuarenta, el discur- 0 americanista parecia haber resuelto el problema crucial del complejo de inferioridad, asumiendo la heterogeneidad de su in renunciar al ambicionado universalismo. Suponia, igualmente, el hallazgo de una diferencia que per- mitia contrastar la complejidad de muestra formacién con la homogeneidad social de los Estados Unidos y los particularis- ‘mos etnocentristas de los europeos. «Qué podia afiadir Lezama Lima, ya a fines de la década de Jos cincuenta, ante esa tradicin del discurso americanista? Qué nueva interpretacién podria modificar las sol esa experiencia reflexiva? Por su configui resin americana se acomoda al cuadro interpretativo gene- tal del americanismo; su esbozo de nuestro hecho cultural tampoco se opone al ideologema vigente de la “América mes- tiza’ y exalta su universalidad como antes lo hicieron Reyes 0 Carpentier. Desde el examen del barroco colonial hasta la oesfa popular del siglo xxx, Lezarma —aunque parezca hacer , tabla rasa de aquella ensayistica— presupone nuestra recep- tividad mestiza a las influencias. La propia “suma critica de lo americano”, que Lezama analiza en el siltimo capitulo y cifra en la nocion de “protoplasma incorporativo’, deriva conceptualmente de la tesis de la transculturacién, Es cierto que si comparamos el ensayo de Lezama con los de Reyes, los de Carpentier o aun los de Uslar Pietri —que LA HISTORIA TERDA POR LA IMAGEN n son ejercicios breves o indicativos, y a veces sélo apuntes— resalta en el acto que su dimensién refleja una voluntad tota- — lizadora que tampoco tuvieron, dentro de sus propésitos es- pecificos, Ortiz con su Contrapunteo cubano del tabaco y el azticar (1940), 0 Picén Salas, con De la Conguista a la Inde- pendencia (1944). De la misma manera la tarea de enfocar a ‘América como una unidad cultural y una continuidad hist6ri- ca ya habia sido emprendida con éxito por Pedro Henriquez — Urefia, tanto en las artes como en la literatura, en dos obras fundamentals: Historia de la cultura en la América Hispdnica iterarias en la América Hispanica (1949). que Lezama no pretendi6 elaborar una historiografia, como en esas obras, y si un auténtico en- ssayo, con lo que supone ese género, fa otro antecedente xicano a lo largo de la historia, sin perder de vista el horizon- teyel alcance hispanoamericanos. i Las innovaciones que presenta La expresién americana en el ccuadro ideolégico del discurso americanista superan, sin em- bargo, los préstamos y las afinidades con aquella tradicion. nocién manejada por Lezama incluye, sorprendentemente, a los Estados Unidos. Esa inclusién puede parecer una herejfa tratandose de un escritor cubano que escribia en visperas de Ja Revolucién y en un periodo de plena vigencia del “latino- americanismo’ en la vida continental. ‘Mas alla de las tensiones en el mito de que los Estados Unidos representaban un mun- do materislista y pragmatico, carente de espiritualidad, de verdaderas esencias humanas y, como tal, antagénico a nues- tra América. Las razones de Lezama van, no obstante, al mar- gen de los hechos y de las ideologias vigentes. Si bien hace R LA HISTORIA TERDA POR LA IMAGEN prevalecer los ejemplos de expresién latinoamericana y toma los de América del Norte de modo complementario (y en cier~ to sentido “latinizando” a los Estados Unidos), la articulacion Primero, desde el punto de vista hist6rico, rescata el nombre original del continente, el de su fundacién; segundo, refiere a una geografia tnica, tuna naruraleza que, anterior a la historia, la prefigura como uunidad espiritual indisociable en el Occidente. Hay, todavia, ‘otro criterio filosGfico en esa vision integradora que abordare. mos més tarde. Es imprescindible considerar algunos aspectos del contexto izico cubano de los afios cincuenta, en que Lezama con- cibié su vision americanista. Es sabido que el grupo de poetas ¥ artistas que Lezama lidered durante mas de una década, formado en tomo de la revista Origenes (1944-1956) —entre los cuales se cuentan Cintio Vitier, Eliseo Diego, Angel cia politica directa, manteniéndose discretamente al margen del régimen de Batista. Sin embargo, no dejé de manifestar desprecio por la cultura oficial, como el propio Lezama con- signé en 1954, con motivo de los diez afios de Origenes. Pero el testimonio mas elocuente miento de los origenistas en aquel momento es el de Quien, en el mismo ao en que Lezama pronuncié sus conferencias sobre la ex. presién americana, también present6 otra serie (entre oct bre y diciembre de 1957) para un curso en el Lyceum de La. Habana. En estas conferencias, recogidas en su monumental Lo cubano en la poesia (1958), Vitier repasaba las constantes de la cubanidad y tradicciones a lo largo de casi cua- tro siglos de lirica insular, animado, decfa, por el deseo de su- perar “el estupor ontolégico”, de vacfo, en que habia sucum- bido la nacién una vez perdida la inspiracién politica de los fundadores, como Marti (p. 573). Frente al “siniestro curso central de la Historia” (refiriéndose’a la segunda Guerra Mun- dial y a la Guerra Civil espa Ta amenaza de desus- tanciacién de las esencias por la “corruptora influencia del American way of life” (pp. 582 y 584), Vitier contemplaba, en LA HISTORIA TEJIDA POR LA IMAGEN B las relaciones entre la poesia y la préctica, tanto una especie de refugio cn algo permanente como el rescate de la “dignidad nacional” (cf. “nota” de presentacion de la primera edicién del libro). En el “Prologo” para la reedicién de 1970 Vitier rei- teraba con mayor énfasis aquellos propésites, aludiendo a los tiempos del batistato como “de tinieblas y barbaric”. Lezama, ciertamente, compartié con Vitier esa voluntad de resistencia, que también deberfa reflejar en ambos el término de los afios de Origenes y de aquel “estado de concurrencia poética” que habia producido el mejor vehfculo de entonces ara pensar y divulgar la literatura moderna en el émbito his- Panico. En medio de la desilusion y el escepticismo reinantes Lezama quizé sintié la misma urgencia por formular, retros- pPectivamente, una imagen orientadora, y, en su caso, més abar- cadora que “lo cubano’. Sin aludir a hechos-o situaciones del ‘batistato, el ensayo lezamiano presupone el clima de abati- miento de aquellos afios crepusculares de la dictadura (Batis- ta habia asumido el poder en 1952 mediante un golpe de Es- tado-y haba sido “electo” en 1955), en que Cuba se habia convertido en un territorio de uso y abuso de los Estados Uni- dos y en grotesco simulacro de los ideales republicanos. De modo oblicuo, como era propio de su estilo, Lezama examin6 esos sentimientos en la imagen de su americano ejemplar, ‘cuyo ejercicio de libertad y rebeldia encamé hist6ricamente, cen el siglo xx, en el propio José Marti. No obstante las dife- encias en cuanto al método y los objetivos en el tratamiento de sus respectivos temas Lezama y Vitier adoptaron, en e503 aos de crisis nacional e internacional, la misma desconfian- za de la historia —desconfianza que, en el caso de Cuba, esta- ba a punto de romperse un afio después con la accién revohi- cionaria de los guerrilleros de la Sierra Maestra. [EX PROYECTO DEL ENSAYO: HISTORIA Y POESIA La frase emblematica que abre el ensayo —“s6lo lo dificil es estimulante”—, tantas veces tomada, no sin raz6n, como alu- siva al lenguaje oscuro de los textos lezamianos, es en verdad tuna referencia al proyecto del ensayo. Una glosa-comentario puede ayudar a tornarla inteligible en el contexto general del 4 A HISTORIA TESIDA POR LA IMAGEN ensayo. El proyecto del autor es el de abordar americana, esa “t que i dificultad no cor sentido metal cién) de un “paisaje’ ent cultura; especificamen- fritu revelado por la naturale: para establecer un hist6rica. El sentido, entien- de Lezama, adviene de una relacién simple de los elementos (una “interpretaci6n’, una “hermenéutica’), en tanto la vision historica es la “reconstrucci6n” de ficacia si es “una fuerza ordenancista” dificultades que apunta Lezama son de dos 6rdenes: poner de relieve —lo que requiere la causalidad del historicismo (la relacién causa-efecto en el devenir)—; 0, por otro lado, adquirir una visidn historica de ese devenir, me- diante el contrapunto o itregado por la imagen”. Esta segunda dificultad, la de construir la historia por medio de la imagen, entiende Lezama, es la mayor y sera Ia que él mismo intentara en su disefio contrapuntistico de la forma en devenir del hecho americano, aparténdose, por tanto, de la Dbaisqueda del sentido y de la causalidad del historicismo, En su condensada (0 enrevesada) formulacién de lo que se puede llamar hipotesis de reflexion, se puede entrever la posi- ién critica y filoséfica que orientaré la argumentacién del ensayo. Desde luego, esa posicién se aparta de la busqueda de Ja identidad del americanismo precedente. No le interesa, como a éste, el ser o la esencia del hombre americano ni tampoco su origen, en cuanto lugar del no-ser, privado dei imiento de relaci6n, El blanco principal de esta formu- no son Jos americanistas angustiados por su ontolo- 0 la logica y el historicismo de Hegel. Al optar por la, un nitido calco de los térmi- ‘LA HISTORIA TEJIDA POR LA IMAGEN 1 secuencias que de ella extrae Hegel para su concepto de histo- ria universal. El historicismo hegeliano —expuesto en las célebres Vor- lesungen tiber die Philosophie der Geschichte (1822-1831; en la traduccién espafiola, de José Gaos, Lecciones sobre la filosofia de la historia universal, 1928)—concebia la historia como la ‘exposicisn del espiritu (la razén o el logos) en un proceso que conduce al autodesarrollo y al autoconocimiento. Lezama pre- tende oponer a esta concepcién una visién histérica orien- tada no por la razén —que sélo conduce a un deber ser—, sino por otro logos: el logos poético. De ahi la proposicién de un “contrapunto de imagenes” —actividad metaférica por exce- Jencia— que permite seftalar el poder ser (Ia imago) y abarcar, contrariamente al logos hegeliano, las multiples formas de lo real, sin las constricciones de un a priori rigido al cual deben someterse todos los hechos. Obsérvese, ademas, que Lezama propone una visién his- rica de la forma en devenir de un “paisaje”, término que forzosamente incluye a la naturaleza. Mientras Hegel tomaba Ja naturaleza como una entidad inerte, sin evolucién, ahist6- rica, Lezama (contraridndolo otra vez) consideraba que la na- turaleza tiene espiritualidad. Este concepto, tomado de otro - ‘idealista alemén, Schelling —que Hegel repudié por conside- rarlo una fantasia mistica de los roménticos—, provera el basamento filoséfico para considerar que el paisaje (la cul- tura) surge cuando el espiritu es revelado por la naturaleza. Estas nociones, que se esclarecen sélo al final del ensayo, constituyen una verdadera inversibn del concepto de la natu- raleza en Hegel y vienen motivadas por la reduccién de Amé- rica, en las Lecciones, a una geografia, un mundo natural, fuera de Ia historia, Si Hegel consideraba que el espiritu s6lo podria manifestarse por el “aprieto” espacial, Lezama, al re- vés, insistira en que la anchura del espacio americano propi- Saliendo del silencio de su orden, en el tinico riquisimo poe- ma que se le conoce, viene Fray Placido de Aguilar a ofrecer. hos un primer plato, una bien refrigerada toronja: -1a amarilla toronja en quien Pomona de la vejez retrata los pesares en pélidas verrugas o junares.25 ‘agradeaco a mi colega Enrico Mario Santt la ubicacign de spon haber sido leda por Lerama en Arcadia, donde Lope ismos versoe LACURIOSIDAD BARROCA 93 Asi, como le dimos entrada en la materialidad de la col y la berenjena, vuelve ahora Lope de Vega, con los vestidos can- ‘grejos, resistentes a la doma del fuego de su blancona ternuira y perfeccién: No los mariscos al pefiasco asides ‘cuyos salados céncavos desagua, Tetrégrados cangrejos parecidos al signo que del sol por signo es fragua.” Y por cortesia, que es al propio tiempo un fortitudo, dé- mosle la bandeja mayor y central a Leopoldo Lugones, que salta del barroco de la edad aurea, para demostramos que en >uestros dias aquel barroco se hace también imprescindible: ‘Mandan llenar de nuevo la garrafa; Y comentando nuestro delectable recato, Alpie de la mesa el gato, ide con melindroso maullido su piltrafa.28 Es hora ya de darle entrada al vino, que viene a demostrar Ja onda larga de la asimilacién del barroco, con un recio y deli- cado vino francés, traido por Alfonso Reyes, elixir de muchos corptsculos sutiles, en una de sus variadas excursiones por las que le guardamos tan perenne agradecimiento: Fai general de airén y charretera Tizén de amores y trueno de slarmas Lancé, estentéreo por la carretera Frente a Chateau Lafite: 2 Véase aqut la nota 23, 4 LACURIOSIDAD BARROCA golosa competencia de frutas entre una y otra mares, viene de nuevo el Andnimo aragonés, de diedros rebajados, de cepilladas cornisas, a Para evi bisagra de del gusto que se tiende en un arco de ejemplar final: ‘También entre las céndidas mantillas de las primeras flores, salen ya madrugando las perilas, de todas Iss primeras, que por ser de la reins y ser tan ninias parecen las meninas de las peras.5° Como preparando la arquetipica levitacién, la penetracién de los linajes del humo en nuestro cuerpo, el enigmatico e im- qué adorable permiso el mundo de la casta hoja ilata y borra con veloz ternura? ra en la noche, salta del olvido, yardiendo con mi came me despoja...2! ¥ para el esperado con timidez, como quien depende de la nobleza de un grano esquivo, regalo de la lejania, el café a la tur- ca, a quien ya no recibimos con poesfa, sino con la forma ad- quirida por los misterios en una cantata de Juan Sebastién Bach, en sus nobles cuanto graciosos compases para acom- pahar el café, en un lento recuento, que bien se puede esta- omponen el poemita nim, XV, “Vino tito", de la eerie Af LA CURIOSIDAD BARROCA 95 blecer en la dimensién oriental de! barroco, en la sala china del Palacio Schoenbrunn, de Maria Teresa de Austria; o en la ‘opuesta dimensién del barroco, en el fumoir de ébano y pi dras preciosas, regalo de una emperatriz china a la mexicana, visible en el Palacio de Chapultepec, tan car fructuosos ocios de cualquier alma americana. Sien torno del banquete del barroco, tenfamos, en asientos alternados, que mezclar una y otra bisagra, i sién que nos corresponde nemine discrepa donde Juana Inés de la Cruz, alcanza su plenitud y la plenitud del idioma poético en sus dias. Es la primera vez que en el idioma, una figura americana ocupa un lugar de primacta. En el reinado de Carlos If, donde ya asoma la reciproca influen- cia americana sobre lo hispanico, es la figura central de la oesfa. Su lucha, tan infusa como cuidada por la voluntad fi- nal, aconseja que sélo se lea un papelillo que llama El suero, por quedarse én el dltimo rincén con la poesia, aparte de los recados cortesanos, de los arcos para los virreyes, de la emi- nencia consagrada llevada como un divertimento a saludar a 1a esposa del virrey, ¢s una lucha invisiblemente heroica, sote- rrada, pero situada en el centro mismo de su vida, Aunque declara que Primero suerio lo compuso imitando a Géngora, es una humildad encantadora mas que una verdad literaria.S? La dimensién del poema es muy otra que las fiestas sensuales que rodean los himeneos meridionales, y la calma de zagalas y cabreros en presencia de las cabras sabias y barbadas. Es lo més opuesto a un poema de los sentidos, esta hecho enfren- tandose con la primera retirada de la naturaleza en la noche, ¥.con el viaje secreto de nuestras comunicaciones con el mun. do exterior por las moradas subterréneas. Las alusiones a Proserpina y Ascélafo, el sombrio chismoso, estén dirigidas y ‘encajadas en muy otra direccién que la gongorina.% Parecen » La alusién de Sor Juana a Ascdlafo (el espa de Plutén metamorfoseado 96 LA CURIOSIDAD BARROCA surgidos en el centro de concurrencia de sus ejercicios poéti- cos con sus Jecturas escolasticas. Atin el rodar, el recorrido del poema lleva un tempo lento muy distante del vivace maestoso de las Soledades. Parece como si remedase la lenta corriente de un rio sumergido, mientras la sustancia del suefio va horadando y penetrando aquellos parajes. Es cierto, que en algunos poemas de La Circe, de Lope de Vega, se reve- Jan apresuradas lecturas de los escolésticos, pero eran mas bien escarceos de un espiritu subdividido en su exterior y fun- dido por el Eros. Pero en Sor Juana es la escoléstica del ‘cuerpo la que pasa integra a su poema. Cuando habla del “hi medo radical”, término de la medicina escolastica, parece co- ‘mo si aludiese a nuestros propios bosques animados con la profundidad maternal de la noch ciende a nuestras profundidades, presado, impidiendo que la luz al invitarlo lo ahuyente, y favorecer su desprendimiento por el descenso a las profundi- dades que siempre regala la oscuridad. La manera de El suefio, no difiere de la manera con que se tratan esos temas en la poesfa renacentista, y que llega a los darle sombra de profundid: to lo hacemos tan solo p: ‘comienza con la huida de paso a las sombras y a las nictalopes, comenzando los secre- tos y trabajados procesos del suefio, Termina con la Hegada . Tepartiendo colores y entreabriendo los sentidos. Pero imales diurnos, para darle ‘uno de los humores que pugnan con el calor natural a medicina escoldstica. Sor Juana usa tan sélo “hime- TACURIOSIDAD BARROCA 7 Ja grandeza del poema no esta en la habilidad o extrafieza de llas y las excepciones, sino cautelas distributivas, graduacio- nes del ser, para recibir el conocimiento. Si comparamos ese modo de acercarse a lo onirico, lo primero que lo diferencia del surrealismo contempordneo o del romanticismo aleman de Ja primera mitad delux, consiste en que no se trata de buscar otra realidad, otra magica causalidad, sino con visible remi- niscencia cartesiana, el sueflo aparece como forma de domi- nio por la superconciencia, Hay una sabiduria, parece des- prenderse del poema, en el suefio, pero trabajada sobre la materia de la inmediata realidad. Desde la arribada de la noc- tura hasta la irisacién cenital, se recorre la escala completa de la jerarquia,-mineral, veget y del conocimiento. As{, en el suefio, Sor Juana utiliza el sim- bolo mitolégico de la fuente Aretusa, que trocada en rio su- recorre tanto las moradas infernales de Plutén como Jos placenteros Campos Eliseos, continaa la lucha por apre- hender el milagro del mundo diurno, el afan fi pertenezca por entero al hombre.*” Algin dia cuando los estudios litera- rios superen su etapa de catélogo, y se estudien los poemas ‘como cuerpos vivientes, o como dimensiones alcanzadas, se precisard la cercanfa de la ganancia del suefo en Sor Juana, y 5 Entre los numerosos mitos narrativizados en Primero suefio, Lezamna parece preferr los que se relacionan con los infiernos. Habia reerido antes ‘Lezama se distingue por dos aspect ma (las mliples fuentes e influencias) Ta modernidad:

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