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Mitos comunes sobre ortografía y sobre los correctores

de las computadoras

Lee los siguientes mitos y determina si son verdaderos o falsos. Puedes


intentar hacer las correcciones en un archivo de Word para llegar a tus
propias conclusiones.

1. El corrector automático me corrige cosas que no debería… «el listillo…» ______

¿El corrector os ha dejado alguna vez en apuros? Para que no ocurra


simplemente hay que configurarlo bien. Esto significa que debemos
asegurarnos de que esté revisando en la lengua del texto (en portugués ¡un
«livro» no es un «libro»!) y de que (si la hubiera) esté desactivada la opción
de «autocorrección». ¡No debemos perder el control de la revisión! Siguiendo
este par de consejos evitaréis que la aplicación os juegue malas pasadas.

2. ¡Me apellido «Jahuira», no «Jauría»! ___________

De acuerdo, es imposible que ningún corrector contenga en su diccionario


¡todos los nombres propios que existan (o puedan existir)! Pero podemos
minimizar las molestas consecuencias de esa carencia teniendo en cuenta
que:

a) Son aplicaciones que suelen incluir un «diccionario personal» editable


donde poder añadir las palabras que a priori no reconozcan.

b) La tarea de editar el diccionario personal será tanto menos tediosa


cuanto más amplia sea la base léxica del propio corrector. Es decir, resulta
rentable perder un poco de tiempo en elegir herramientas con «buena
cobertura léxica».

c) No debemos perder de vista otras funcionalidades que pudieran


ofrecernos para luchar contra los siempre molestos falsos avisos sobre
nombres propios

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3. No saben diferenciar entre «que» y «qué» ______

Seamos honestos, a estas alturas del cuento ya no se pueden hacer


afirmaciones tan tajantes. Incluso el popular corrector de Microsoft Word es
hoy día capaz de detectar con precisión más del 50 % de las faltas debidas
a acentuación diacrítica u ortografía homófona.

Es cierto que «en el siglo pasado» los correctores solo devolvían error sobre
palabras que no estaban en su diccionario. Por la misma regla de tres, si
se encontraban con una palabra que pertenecía a su diccionario, no eran
capaces de determinar si el autor había incurrido en un error al emplear
una forma homófona de la pretendida o sin acento en lugar de su par
diacrítico.

Hoy en día sí existen correctores automáticos capaces de «desambiguar»


en función del contexto sintáctico. Incluso se empiezan a dar los primeros
pasos en desambiguación semántica para complementar así las posibilidades
que ya ofrecía la gramática.

La *vaca del coche estaba mal colocada –> baca

VACA no pertenece a COCHE

BACA sí pertenece a COCHE

4. Vale, aciertan algunas cosas de ortografía, pero de gramática ¡no saben


nada! ___

Si acabamos de demostrar que los correctores de última generación son


capaces de desambiguar en función del contexto sintáctico, ¿cómo no van
a saber de gramática?

5. De revisar la puntuación ni hablemos… _____

Depende de los módulos de corrección que integre. Si bien es cierto que es


absurdo confiar en que un programa informático se convierta en tu «asesor
lingüístico personal» al estilo de un corrector humano, no lo es menos que
muchas de las pautas marcadas en los manuales de estilo y ortotipografía
son perfectamente factibles desde el punto de vista de la programación.

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Vamos, que sí hay correctores automáticos que aconsejan sobre «dónde van
o no van algunas comas».

6. ¿Y la revisión de estilo, qué? _____

La revisión de estilo es más delicada y comprende muchas cuestiones que


difícilmente una máquina puede controlar (pensamos en la verificación de la
coherencia y la cohesión textual, o la detección de ambigüedades
discursivas). Pero no minusvaloremos las capacidades de la lingüística
computacional porque en el ámbito de la revisión estilística ¡nos puede
ayudar más de lo que creemos! Los correctores de hoy son capaces de
detectar:

 ortografías no preferidas
 expresiones incorrectas (solecismos y barbarismos)
 expresiones no recomendables
 impropiedades léxicas
 extranjerismos léxicos, sintácticos o semánticos
 expresiones redundantes
 faltas de rección preposicional
 faltas de régimen verbal (consecutio temporum)
 queísmos y dequeísmos
 repeticiones
 coloquialismos y vulgarismos
 etc.

7. «Eso de los correctores es lo peor que se ha podido inventar, es un


crea asnos…» ________

¿Seguro? Si hablamos de una herramienta de calidad y prescindimos (de


nuevo) de la autocorrección, un corrector automático delega en el usuario
la responsabilidad de hacer efectiva la corrección, lo que redunda en el
«autoaprendizaje significativo». Esto es, si el corrector sugiere y tú decides,
puedes mejorar fácilmente tu competencia escrita.

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8. En conclusión, los correctores automáticos solo molestan ________

¿Conoces todas las prescripciones que contempla un manual de estilo o la


propia Ortografía de la Academia?, ¿realmente molesta a un nativo un falso
aviso de concordancia?, ¿no merece la pena que la máquina realice por ti
ciertas tareas tediosas…? Quizá deberíamos plantearnos todas estas
cuestiones antes de rehuir de la corrección automática. Explotar las
posibilidades que ofrece la tecnología suele ser interesante.

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