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[Pte Wldate 78 | ALAIN TOURAINE EL REGREISO DEL ACTOR EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES 6 Pxoniemas DEL DESARROLLO ‘Titulo de ta obra original: Le retour de Wacteur Publicado por Librairie Arthéme Fayard (© Fayard, 35-10-722601, Francia, 1984, ‘Traducido por: Enrique Fernindez EUDEEA SEM. Fundada por la Universided de Buenos Alves © W987 EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES Soeiedd de Economia Mix Rivsdaia 1571/73 Hecho el depésto que marca ey 11.723 ISBN: 950.23.0370.9| IMPRESO EN LA ARGENTINA F204 COLECCION PROBLEMAS DE DESARROLLO PRESENTACION Con la publicacién del libro del prestigioso socidlogo francés Alain Touraine, se concretiza la decision de EUDEBA de inaugurar una nueva coleccién destinada al andlisis de los problemas del desarrollo. La idea de reunir en una coleccién importantes trabajos consagra- dos a este tema parece particularmente oportuna en las circunstancias histéricas que viven el pais, América Latina y el conjunto de paises en de- sarrollo. En efecto, es posible considerar que estamos asistiendo a una fase culminante de la crisis de los modelos de desarrollo desatada a principios de la década del 80. Los gravisimos problemas coyunturales —particular- mente aquellos ligados al endeudamiento externo— que afrontan la ma- yor parte de las naciones que la CEPAL calificara de “periféricas”, testi- monian de manera incontrovertible del fracaso de las estrategias elabora- das ¢ implementadas en el curso de los afios 60 y 70. El bloqueo tecnol6- y el estancamiento en India, la desindustrializacién en América Lati- na, la ineficacia total del sector productivo en los paises rentistas petrole- tos, la desarticulacién de la economia y la desagregacién del tejido social en Africa, constituyen algunos de los ejemplos mas notorios de esta cri- sis. Incluso en los lamados “Nuevos Paises Industriales”” del Sudeste Asiatico, el triunfalismo que caracterizaba la actitud de los apologistas de Ja estrategia ‘“‘export-oriented”’ hace apenas algunos pocos afios ha dejado lugar a una inquietud creciente en cuanto al porvenir de este tipo de modelo frente a un proteccionismo generalizado que amenza el co- mercio internacional, Esta crisis se precipita en el mismo momento en que estan operndo- se transformaciones fundamentales en las sociedades de los paises en de- sarrollo y en el contexto econdmico internacional, transformaciones que 7 PREFACIO Durante mucho tiempo la Sociologia intent convencernos de que el progreso nos levaba de una sociedad tradicional, fundada sobre.creen- | Gias y particularismos, hacia una sociedad moderna, fundada sobre el | / “tniveralismode la razén.” Pero ya no creemos en a concepeion del! “prOUresO prOverieNE de 16s siglos xvim y XIX europeos. Principalmente por dos razones. Por un lado, el triunfo de la razén fue tambien el de las armas més destructivas, de la racionalizacién taylonina, la cual redujo a ‘millones de obreros a realizar tareas elementales, repetitivas y agobian- tes, o inclusive cl de la busqueda llamada racional de interés y placer, que concluye por subordinar todo al consumo. Por otro lado, los parti- | cularismos, el afl de identidad Personal Va especificidad nacional se rebelaron cada vez en mayor grado a lo largo de este siglo contra el impe- rialismo de la razén identificado con Ja dominacién del eapitalismo occi- dental. En todas partes, también, el lela auger Frechiaz6 Ia concepeién que identificaba Ia razén con el hombre, no solamente para permitir a las mujeres entrar en el mundo de los amos, sino sobre tocio para afirmar al mismo tiempo la igualdad y la diferencia entre el hombre y la mujer. Durante algunos afios, hasta asistimos a la expansién de formas pe- ligrosas de irracionalismo y.a.la invocacién de diferencias culturales que llevaban a elimiinar totalmente nociones tales como las de modernidad y desarrollo. El péndulo, retomando Ia expresiOn-de Albert Hirschman, ‘pas6 en pocos afios de un racionalismo extremo a un culturalismo no me- hos extremo, de la exaltacién de un universalismo demasiado abstracto a lade un culturalismo demasiado concreto, Muy recientemente el péndulo hha vuelto a inclinarse con igual fuerza en la primera direcci6n: al llamacio 4 las revoluciones o simplemente a las especificidades culturales y a la ropagacién de las religiones suede un nuevo liberalismo. El viento de la libre empresa sopla con fuerza; en todas partes se habla de mercado, de iniciativa y Ia politica trata de desprenderse de las reivindicaciones so- ul ciales para limitarse a ser un sistema de defensa del individuo contra ¢ Estado. Tees Estas posiciones, tan violentamente opuestas, tienen algo en comin, \. aunque se remitan a la globalidad de una cultura o al interés individual, “ati Terencia iciones sociales. El homo oeconomicus ~ GiGn en organizacibn social. Sus orientaciones estin deteiminiadas por el! ivo y el nivel nn) que-las-Colecti dads ejercen sobre ellas mismas. Este iiivel de accién, que denomino n vel de historicidad, sc manifiesta tanto en_el orden del conocimiento co- mo én el €Oni6miICO o ético. Hoy se produce el pasaje de una visidn cos- mocénirica dé Ta vida social a otra antropocéntrica. En vez de buscar fuera del mundo humano garantias y principios de legitimidad de la ac- én humana ejercida en la realidad factica —Ia gracia de Dios, la exigen- cia de la razén o el sentido de la Historia— la sociedad, al aleanzar el mas alto nivel de historicidad, define al actor humano solo en funcién de ac- ciones y relaciones. En el orden dél conocimiento desaparece el recurso de las esencias y la naturaleza de las cosas; en el de la ética la moralidad ya no se define conforme a mandamientos y superacin de intereses y pa- siones sino como la voluntad de afirmarse, de elegir por si mismo y de re~ conocer a los demas como personas con sus diferencias y propia voluntad de ser. Estas orientaciones culturales se reparten entre los actores so- ciales; pues el conflicto central de una comunidad es la division entre aquellos que se hacen agentes y duefios de estos modelos cultarales y ‘quienes participan de ellos solo de manera dependiente y se esfuerzan por desprenderlos del poder social que los orienta. Bastard con un ejemplo: el movimiento obrero es un actor funda- mental de la sociedad industrial, pues afirma que las méquinas y la orga- nizacién del trabajo son buenas pero sélo en la medida en que beneficien al conjunto de los trabajadores y a la poblacién. Los empresarios son igual- mente actor central, pues se expresan en forma parecida: nuestra accién ¥ ganancia son buenas porque desarrollan la industria y elevan el nivel de vida de todos. El conflicto de los industriales y trabajadores se ubica, ues, en el centro de la sociedad industrial: ambos campos creen en la in- ustria pero luchan permanentemente por dar a la cultura industrial for- ‘mas sociales opuestas. Ya no hay razon para oponer Marx a Weber. El-primero aporta ala sociologia de hoy 1a idea de que la vida social se funda en una relacion primordial de dominacién; el segundo, la idea de un actor que.se orienta or valores. Combinemos ambas ideas y obtendremos.la definicién de 29 Si ‘movimiento_social:-actores-opuestos-por-relaciones de dominacion y conflicto tienen las mismas orientaciones culturales y luchan precisamen- te por la gestiom social de esta cultura y de las actividades-quie produce. Claro esté-queesa'combinacién S610 résulta si se'abandona Io que, tanto en Marx como en Weber, depende de una representacién evolucionista de la vida social. Pero semejante separacién entre lo que pertenece a una época ya superada y lo que puede utilizarse en otro contexto histrico es tan valida para los pensadores como para los artistas. Tan importante como esta reconstruccién de relaciones entre cultura y-sociedad es la transformacién de relaciones entre estructura'social y de- sarrollo-histérico. La sociologia clésica, repitimoslo, se definié por la identificacion de estos dos ejes de anélisis: Ia modernizacién representa ba para ella a la vez una fuerza constante de cambio y un principio de or- Ciertamente, era dificil separarlos cuando s6lo existia un tipo de so- ciedad industrial, el de la Gran Bretafia de la reina Victoria. Actualmen- te, resulta més fécil mediante el requisito de renunciar a la ilusién —ampliamente desmentida por los hechos— de una convergencia de to- embargo, no sigi pende de las particularidades nacionales y que no haya nada en comin, por ejemplo, entre la Unién Sovietica y los Estados Unidos. La sociedad industrial, como asociacién de una cultura y un conflicto social central, es igual en todas partes; pero los modos de industrializacién dificren entre si, pues, si bien el agente principal de la industrializacién y en for- ma mas general de cualquier cambio historico es siempre el Estado, éste, segiin los casos, puede asociarse a una burguesia o asumir por si mismo el papel de clase dirigente. En el primer caso hablamos del régimen capita, lista, la representacion de las fuerzas sociales es autnoma con respectd al Estado; en el segundo, el régimen socialista, el Estado no otorga auto- nomia a la representacién de intereses sociales. La sociologia clasica, que estudiaba sociedades de industrializacion capitalista donde el Estado tenia muy poca autonomia —por lo menos en el territorio metropolitano— en relacion con la burguesia nacional, no reflexionaba mucho sobre el tema del Estado e identificaba facilmente clase dirigente con agentes del desarrollo econémico, Hoy, cuando co- existen sociedades cada vez més ‘‘civiles””, donde numerosos agentes so- ciales ejercen influencia sobre las decisiones politicas, junto con regime- nes socialistas donde el Estado es todopoderoso, ya no puede mantenerse esta identidad entre funcionamiento de la sociedad industrial y movie miento de industrializacién. La opinién piblica contrapone, por el contrario, paises que parecen haber perdido la nocién de Estado con 30 otros donde el Estado totalitario se identifica con 1a sociedad. Al crear grandes conjuntos histéricos portadores de significados por si mismos, el aspecto mas importante de la sociologia clésica consistia en analisis de la accién social a Ja tibicacién-deL actor evel sist le la accidn rechaza esta explicacién del actor por el sistema, Vi, (Gusti, situa ‘gatre aciores, definidas por sus orientaciones cultural importancia decisiva-a rque éste no constituye una respuesta a una situacién sino el cuestigna- iento de la relacion dominante que permite a un-actor —llamado clase rigenté— manéjar los principales recursos culturales disponibles. Es in- y hasta peligroso hablar de déterminismos sociales, pues el ac- tor individual participa en la produccién de esta situacién al mismo tiem- po que esté condicionada por ella. De tal manera es verdad que evolu- cionamos en ciudades construidas antes de nosotros; pero es més cierto atin que los planes de urbanismo traducen las relaciones entre actores s0- ciales y politicos. Esto permite descartar un malentendido. Los sociélogos desconfian con razén de cualquier forma de identificacién de observador con actor, porque reduce el andlisis a la interpretacién de un discurso, rebajéndolo ‘a.una ideologia de segundo grado. La sociologia de los movimientos so- ciales y més abarcativamente de la accién social esta en las anitipodas de semejante interpretacién ideolbgica, puesto que separa los diferentes sig- nificados de la accién y los distintos tipos de relaciones sociales donde se ubica el actor. En cambio, las explicaciones historicistas, que afirman la unidad historica de los fenémenos observables, caen en la enfermedad mortal de la explicacién socioldgica. En cuanto se presupone que en un pais todo depende de su cardcter capitalista, modernidad o cardcter na- ional, salimos de lo demostrable para hundirnos en interpretaciones ar- bitrarias, La sociologia de la accidn y-patticularmente el método de inter- sociol6gica-(que-es.su.aplicacién especifica) se oponen #6 glo- , trabajan para separar distintos si especial-de'T6s conflictos y para_aislar_elementos simples de andlisis dentro de Ta complejidadt del devenir histdrico. La sociologta de Ta accion €s todo lo opuesto a fa filosotfa dé Ta historia. Algunos ven, quiz4, en la primera una nueva vicisitud de una sociologia heroica, eruzada por revo- luciones y enfrentamientos entre pasado y porvenir. (Qué ceguera! Preci- samente, hablar del movimiento obrero, por ejemplo, es liberar la so- ciologia de su sometimiento a las leyes del capitalismo o de la evolucion historica, en tanto quienes hablan de lucha de clases la reducen general- mente ala historia de las contradicciones del capitalismo, Hablar del 31 d vimiento obrero como de un movimiento social es reconocerlo como ac- tor, captar sus orientaciones culturales y conflictos sociales, en contra- posicién al uso mas comin de esta expresién, por lo menos en Francia, donde escribir "movimiento obrero” equivale a pensar ‘partidos de iz- quierda”” * Actualmente se descalifica la vision de la historia y progreso hereda- dda de las Luces y el evolucionismo del siglo xix, Pero su agotamiento, en lugar de desviar la atencién de los movimientos sociales deberia hacer surgir la necesidad de un anélisis que en vez de ubicar al actor en la histo- ria, indague sobre la produccién de situaciones hist6ricas por actores. {En qué consiste, entonces, la unidad del actor, de qué forma éste es [mas que un conjunto de roles? E1 actor tiene unidad, ejerce un control ré- gularizador y organizador sobre sus actividades s6lo en Ia medida en que ‘Viva personalmente la historicidad, es decir la capacidad de desprendersc| de las formas y normas de teproduccién de fos comportamientos y del (consumo, para participar en la produccién de modelos culturales: Lo es “ pecifico de sujeto humano es asegurar la jerarquia de sus conductas, va- Iorizar el conocimiento cientifico en relacién con la opinién y el rumor, Ja innovacién y la invencién con respecto a la rutina, y el bien frente a las convenciones sociales.{Cuanto mas produce la vida social un alto nivel de historicidad, més reafirma el actor la importancia y los derechos de la conciencial La historia de la modernidad es la de la creciente afirmacién de la conciencia contra la ley del principe, la costumbre, el interés, la ig norancia y el miedo.(S6lo existen movimientos sociales y conductas ectivas Comprometidas en el conflicio por la gestién de la historicidad | actor posee Ia capacidad de clevarse por encima de simples reivindica- ‘ciones y hasta de negociaciones politicas, para reconocerse y een: | como productor antes que consumidor dela situacién social, y si es capaz wr esta Gltima, iplemente de ella) igar-de depender eae aa de deen smplement ll y wotFasfosmadora.que eject sabe si misma con su invesiones, dan figrwesia tiltima riocién un significado mia Totalizadior-que et puramente | [econémive-conrsus-conmctoy er a-petion de estas iveriOnens-con la conciencia cada ver més aguda del actor-sujeto, quien toma distancia de Jos productos de su inversién, los reconoce como creaciones suyas, refl | xiona sobre su propia creatividad y se da como valor central el recono rmiento y la experiencia de si mismo como sujeto y de los demas en la me- dida de su capacidad para ser sujetos. All reside la unidad del sistema social: fundado sobre la conciencia del sujeto, exponente de lo que se pone en juego en los conflictos so- ciales, es él campo donde se produce la historicidad. 32 Crisis y mutacion En el momento culminante del periodo de expansién resultaba més, facil admitir estas ideas, Hasta creiamos poder pasar, de un envidn, di- rectamente de la sociedad industrial a un nuevo tipo de actividad y orga- nizacién social. Hoy, por el contrario, vivimos en el caos y el significado de las transformaciones es menos aparenté] La desindustrializacion es mas facil de percibir que la formacién de una sociedad posindustrial. La desorganizacién de la sociedad industrial y la crisis de Ia idea de sociedad facilitan el desarrollo de una idea no social de la vida social, a veces deses- perada, tanto cinica como sofiadora, Rechazamos enérgicamente todos los discursos correspondientes a una hegemonia ya perdida, el orgullo impiidico a través del cual nos sentimos identificados durante mucho tiempo con el sentido de la historia y el reino de la Razén. Comprendemos os motivos por los cuales muchos de nosotros vivimos hoy en crisis y rechazamos cualquier pensamiento social. Pero estos sentimientos no pueden reemplazar al andlisis. ,Acaso no estan ya superados al tener que enfrentar nuevos problemas, cuando son necesarias otras indagaciones econémicas, cuando la ciencia se transforma y se reivindican nuevas fo mas de responsabilidad social? Una imagen de la vida social ar | puro cambio, ;no favorece a quienes tengan la mayor posibilidad de apr vechar ese cambio porque son mas ricos, calculadores 0 poderoso! Con el pretexto de desprenderse de imagenes ya envejecidas de la vida so- cial, {no se vuelve a esa historia exclusivamente politica contra la cual nuestros historiadores combatieron tan eficazmente en este iiltimo medio siglo? Este eclipse provisional del pensamiento social debe entenderse histéri camente. Primero, exterioriza el rechazo de la larga y dramatica desnatural zacién del movimiento obrero por un poder totalitatio, 0 por lo menos por distintos corporacionismos, y sobre todo por Ja caracteristica li- beral de nuestro modo de cambio social. Mientras que un cambio volun- tarista moviliza alrededor del Estado (0 de un partido que se apodera del Estado) ciertos valores, ideas y sentimientos, un cambio liberalotorga > Ruioridad_a Jas transformaciones.de_la-cultura yapertura.de mercados. . Solamente después de imera-fase-pueden-reaparecer.actores trans- founados- Asblimos en este momento-a una mutacion cultural a un arranque de la vida social donde hombres, ideas y capitales circulan mas intensamente que antes. Pero soportamos atin el agotamiento de ideas y antiguos programas. Si bien algunos intelectuales anuncian ya las reali- dades y problemas en via de formacién, la mayor parte de elios se trans- 33 forman en conservadores de ideologias perimidas, hasta en ctiticos despre- ciativos de las nuevas ideas, Aquellos que elogian el vacio social tienen et mérito de ayudar a barrer las hojas muertas de la ideologia; quienes bus- can en la ciencia y no en las ‘ideas’? la comprensién de lo que cambia tienen razén en preferir la practica del andlisis antes que lus interpreta- ciones de la historia. Pero ya Ilegé el momento de reconstruir la sociolo- gia para entender las conductas y expectativas sociales, tal como se dan en los hechos, En medio del siglo xix tuvimos que descartar a los adulo- nes y aprovechadores de la Revolucion Francesa, sacralizada y embalsa~ mada, para descubrir la realidad de la industrializacién y condicion obre- ra, Lo que Hevé también a una reflexion mas generalizada sobre la vida social. ,No estamos hoy en una situacién andloga? {No debemos liberar- nos de una perimida filosofia de la historia para descubrir, mas alld de crisis y desilusiones, a los nuevos actores de la vida social y lo que se pone s6lo por nostalgia de un movimiento obrero en decadencia, mostraré aqui las razones por las cuales mi posicién no parece estar condenada por Ja evidencia historica. Hasta el reflujo de las luchas sociales correspon- dientes a las décadas del sesenta y setenta puede ayudarnos a comprender la naturaleza del movimiento social inherente a esas luchas y despren- derlo de la contracultura y antiguas ideologias con las cuales estaba mezclado, El triunfo de los estados autoritarios en escala mundial plante6 du- das sobre la importancia de los nuevos movimientos sociales. Aquellos que se habian solidarizado con movimientos antiimperialistas (liberacién de Argelia 0 del Vietnam) se encontraron, luego de una victoria que pronto se volvié amarga, con poderes autoritarios, burocraticos, ideol6- gicos y represivos. En forma mas general,(sigue siendo posible creer en os movimientos sociales cuando el mas vasto y poderoso de los sistemas en juego dentro de Europa? totalitarios ta 3 9 2 clash pretende fundamentar su legitimidad sobre el movimiento ‘No afirmo aqui que una sociologia renovada haga desaparecer de Ghvero} Sin Gnbargo(Solidaridad> demostr6 particularmente que un régh golpe las formas extremas de la antisociologia; semejante victoria solo puede conseguirse después de una serie de demostraciones. Ademés, en | este periodo de confusién hace falta formular correctamente las pregun- tas antes de aportar respuestas. Enunciemos aqui algunas de esas pregun- \tas, alrededor de las cuales se juegan la existencia y reorientacién de la sociologia. 1 La mds urgente es saber si tenemos atin una historia o si salimos del desarrollo para caer en la decadencia, el estancamiento o la regresién; lo que puede, por otro lado, presentar algunas ventajas durante determina- do lapso y resultar de cierta seduccién. + La segunda pregunta, mas sencilla para recortar, es saber si asistimos men totalitario, asociado con una dominacién extranjera, puede reprimir pero no suprimir a actores sociales animados por la tenaz voluntad de e- construir una sociedad civil; demostracién tanto mas convincente en cuanto no se aplica s6lo a Polonia: en la misma época, una parte importante de América Latina, donde los movimientos sociales habian entrado en des- composicién y luego fueron reprimidos por dictaduras militares, vuelve a la democracia y asistimos a la reorganizacién de los actores sociales, es- pecialmente los sindicales. Finalmente, jen nuestra regién del mundo es necesario creer que lat vida privada se opont @ la-accion-colectiva? Al revés, puede sostenerse 4 gamete cao nnieentcunconfnidegroins sh) saan ay etere palt t ne liscontinuidad con cl pt ‘7 Ps en indus iF de opinién-(comorel movimiento de vés de dos expresiones bien contrastadas: “‘sociedad posindustrial” y “ercera revolucién industrial”. Requiere trabajos, todavia poco desa- rrollados, sobre Ja transformacién de tipos de conocimiento, modelos éticos y formas de produccién. La tercera pregunta se refiere a la aparicién de nuevos actores so- ciales. Es la més dificil, pues los acontecimientos parecen imponer una respuesta negativa y cierta desilusién para quienes, yo incluido, desde hace quince afios hablan de nuevos movimientos sociales. Este libro no tiene la ambicién, evidentemente, de contestarla por completo; sélo in- tenta mostrar por qué y cémo debe plantearse la pregunta y sostiene, lo repito, que la respuesta puede ser positiva, Mientras tantas voces reafir- man que hoy ya no hay movimientos sociales y que salimos a buscarlos “sla mujeryyademostré —si el triunfo o fracaso de la organizaciOn no es ¢l criterio determinante— que la ‘‘vida privada’’_es-mas que nunca cosa publica, parte-integrante-del-movimiento-seelal-y-tenta central de los) conflictos sociales en formacién, - Evolucién de las ciencias sociales Hablo de ‘‘regreso”” del actor porque no siempre estuvo ausente de la sociologia, aunque esta tiltima tuviera sobre ello una percepcién mezciada con la filosofia “‘progresista” heredada de la época de las Luces © con la critica de las contradicciones del capitalismo. Se admitia de 35 34 buena gana, en particular, que era mas explicito el crecimiento mismo werias voluntades que por los recursos materiales, Mayo del "68 fue al atmo tiempo el apogeo ya ruina de este enfoque, Ese movimiento, al TBual que ede Ia juventud alemana de hoy, oponis las exigencias del su- ato alos gastados discursos de le politica, al enriquecimiento hipéerita y je explotacin del Tercer Mundo. En el transcurso de la década del sesen- ta yo también escribi libros que pretendian ser etapas hacia la construc Gon de un andlisis de la accién hist6rica. A la decadencia del movimiento Ge Mayo sucedié un largo periodo de congelamiento donde, especialmen- teen Francia, la politica se identificé con la industrializacién, muy lejos de cualquier verdadero proyecto de sociedad, mientras que la vida inte- Icctual pasaba a regirse por un pensamiento que excluia cualquier refe- rencia al actor. En esa era de sospecha, prevalerse del actor social era in- terpretado como la trampa de algin poder absoluto: beneficio econdmi- co, Estado, etc. Dentro de un contexto de cambio acelerado se impuso asi la idea de una sociedad inmévil... La investigacion se resintié mucho. Docentes y trabajadores sociales, convencidos de su impotencia frente a {a desigualdad y segregacién impuestas por el orden social y su ideologia dominante, se encerraron en un extremismo verbal que encubria muy ‘oportunamente su falta de iniciativas y hasta de defensa corporativista. La sociologia entera entrd en descomposicidn, ciega para todas las con- ductas y situaciones efectivas, al transformarse en discurso que interpre- taba discursos e ideologia que criticaba ideologias. El actor, presente en nuestra sociologia durante Ia década del sesen- “ta y luego expulsado, sin embargo no desaparecié de las ciencias sociales. Regresd por intermedio de los historiadores. Estos habian recorrido un camino inverso al de los socidlogos. La historia se encontraba en el siglo 1x en el centro de un pensamiento social identificado simulténeamente con el progreso econémico y la formacién del Estado nacional, de- mostrando asf que la nocién de sociedad era el producto del cruzamiento entre la idea de modernizacién y la de nacién. Este pensamiento relevan- te perdié vigor como consecuencia, especialmente, del economicismo, que se expandié con el apogeo de la Segunda Internacional Socialista. Cierta historia econémica, a menudo limitada al estudio de la coyuntura ¢ incapaz de asociarse con la historia social, consiguié imponerse con al- ‘gunos éxitos técnicos, pero al precio de un empobrecimiento del pensa~ miento hist6rico en conjunto. Por suerte éste se renov6, gracias a la influencia de las ciencias so- ciales, de dos maneras a veces complementarias, otras opuestas. Limitan- dose al caso francés, la influencia dominante fue la antropologia, quizé porque entre las dos guerras mundiales el pensamiento durkheimiano se 36 habia revelado como mas fecundo en este terreno que en sociologia. De ahi el interés de historiadores como Marc Bloch y luego Fernand Braudel por el estudio de vastos conjuntos histéricos,.con fundamentos esencial- ‘mente culturales antes que econémicos. La influencia de la antropologia estructuralista de Claude Lévi-Strauss reforz6 esta tendencia, particular- mente en el estudio de la Antigiiedad y la Edad Media. Jacques Le Goff introdujo la nocién de antropologia histérica y Georges Duby paso del estudio de sistemas econdmicos al de estructuras culturales ¢ ideoldgicas.. La segunda de estas corrientes, mas influida por la sociologia, se de- sarroll6 ampliamente en continuidad, mas que en oposicién, con la pri- mera. Emmanuel Le Roy-Ladurie, al estudiar la penetracién del capita- lismo en Ia economia agraria del Languedoc, descubrié que lo importante era la permanencia de estructuras sociales y no tanto su transforma~ cién econdmica, enfoque caracteristico de ia ‘‘época’” estructuralista, Pero, en una segunda fase, reintrodujo a los actores en el seno de las, estructuras y pasé del mundo casi inmévil de Montaillou® al estudio del ‘movimiento social que se exteriorizaba en el carnaval de Romans.* De tal manera, el estudio de las culturas se transformé rapidamente en “histo ria de mentalidades” y se alej6 de la corriente estructuralista para ree contrarse con la inspiracién fundamental de Lucien Febvre, Robert Mandrou y sobre todo Philippe Aries fueron los iniciadores de esta evo- Iucién que los acereaba a los trabajos decisivos de Miche Foucault, de indole mas filos6fica. Por su lado, Jean Delumeau reorienté también el estudio de los sentimientos religiosos. La crisis de la sociologti ‘encuentro con'esa nueva historia, a la inversa de los Estados Unidos don- de hasta la historia de Francia se enriquecid con nuevos trabajos so- ciohist6ricos, como los de Charles Tilly. Transformada de esta forma, la historia pudo romper abiertamente con el modelo historicista tradicional, denunciar su naturalismo ingenuo ¢ interrogarse sobre la construccién del objeto histérico. Asi lo hicieron Georges Duby a propésito de la batalla de Bouvines o Frangois Furet en relacién con la Revolucion Francesa, referente mayor de la ideologia del rogreso. Hoy la sociologia qued6 rezagada con respecto a otras disciplinas; en esta vasta transformacién del conocimiento de la vida social. Es ur- gente ayudarla a salir de su triste aislamiento para hacerla participar de esta evolucién. Recordemos que la descomposicidn de la sociologia clisi a se inicié en pleno periodo de expansién econdmica, De igual manera * Montallow y Romans, pueblos del Languedoc, regin del Mediodia de Francia (N. det TD. 37 hoy ya es hora de no confundir sociologia de la crisis con crisis de la so- ciologia y enfrentar los problemas que plantean un nuevo tipo de vida so- cial y un nuevo campo de historicidad cuya emergencia es cada vez mas indiscutible. La razén de ser de este libro Este “regreso del actor”? puede no ser tan obvio en el momento en que escribo, Para muchos una sociologia que habla de acci6n, historici- dad, movimientos sociales y representacién politica de demandas sociales ‘va contra Ja corriente. Este libro no pretende ser polémico, pero Torescri- ‘bo con pléna-coriciencia de encontrarme atrapado entre un nuevo idealis- mo desilusionado y formas degeneradas y burocratizadas de antiguas representaciones de la vida social. Su razén de ser consiste en sortear este callején sin salida del pensamiento social para contribuir a la reconstruc i del conocimiento sociolégico. El actor soc no es el reflejo del funcionamiento (0 ‘‘contradic- ciones”) de la sociedad ni la suma de los intereses y deseos individuales. Aun cuando aumenta la capacidad de actuar sobre nosotros mismos es- pecialmente gracias a la ciencia y la tecnologia, un mayor mimero de no- sotros yuna mayor parte de nuestro ser estan comprometidos con la vida puiblica| Cuaitlo’ se nacionalizan las empresas, incluso cuando se ‘amplian los derechos sindicales la opinién queda indiferente; pero ape- nas se modifica el estatuto de la television, se discute los derechos de la mujer (por ejemplo las ¥entajas ¢ inconvenientes de la anticoncepcidn), se evocan los problemas de la eutanasia o las perspectivas abiertas por las manipulaciones genéticas, todos se conmueven y se sienten interesados personal y colectivamente. ‘Vuelve el tiempo de las emociones, tanto en sentido psicolégico co- mo histérico, con el antiguo significado de esta palabra, Estan presentes en nuestra conciencia semejantes problemas culturales y politicos que implican alternativas colectivas, aunque todavia no tengan expresion po- litica, de la misma manera que, a fines del siglo pasado, cl movimiento obrero parecia quedar marginado de una vida politica empantanada en debates correspondientes a épocas anteriores, Actualmente esta vida po- litica sigue debatiendo Ia cuestién obrera aunque las verdaderas cues- { tiones y las innovaciones corren por otro carril, Existe un fenémeno mas reciente. Durante siglos Francia encaré sus problemas sociales protegida por una situacién internacional donde incluso dominaba ciertas regiones del mundo. Esta hegemonia parcial le 38 ( permitié prestar atencién a sus propios problemas sociales y culturales iternos sin interferencias de amenazas cxteriores, contrariamente a las limitaciones de las regiones dominadas de ayer y de hoy. Esta hegemonia ya desaparecid; por primera vez, desde hace mucho tiempo, Europa ya no es el motor de las transformaciones del mundo, lo cual provoca acti- tudes de abandono o, por el contrario, de movilizacién que interfieren con la toma de conciencia de nuestros problemas sociales internos, y esta situacién, quiz, nos trabe para engendrar movimientos culturales tan puros y auténomos como en el pasado. Desde tal punto de vista, hablar del ‘“‘regreso del actor’ o de su de- saparicién es responder en forma opuesta a la nueva situacién, Pues, por) cierto, vuelve el actor sacial, pero atin desprovisto de exprasion.politicae ‘deolégica Los antisocidlogos, sucesores de los socidlogos criticos, estan fasci- © nados por la explosion de individualismo y tnicamente se representan la realidad social como un conjunto de limitaciones y amenazas externas. Segiin ellos, nada debe interponerse entre el Estado y el individuo, entre los derechos humanos y el totalitarismo, como si ya no existiera ningin compromiso especificamente social y sélo quedara de aqui en adelante el combate de la vida contra la muerte. Esta coyuntura nos permite, por lo menos, separar los problemas de Ja vida social de aquellos del devenir histérico y romper los iiltimos vincu- los que atin nos unen con los modelos clisicos de la sociologia, El mom vimiento obrero y socialista anterior a 1914 hablaba en nombre del por- venir, de la Historia y del progreso. Actualmente zquién puede sentirse tan fuerte y seguro de si mismo para hablar con ese tono profético? El ac- > tor-sacial ya.no.puede hablar en nombre de Ja Historia, sina solamente or si mismo_coma sujeto determinado. » Nuestra época ya no es cientificista sino otra vez moralista, No exi- 4) simos mas diniir el curso de los acontecimientos, reclamamos simple: mente nuestra libertad, el derecho de ser nosotros mismios sin vernos aplastados por los aparatos de poder, violencia y propaganda. El regreso. GLactor no se realiza de mado conquistador sino defensivo; no convoca ids a cada individuo para fusionarse en un vasto impulso colectiva, sing or el contrario en uno de signo anticolectivista, Se niega a endiosar a la Sociedad y mas ain al Estado, Cree ns en fas ibsrtades personales que £n1la liberacion colectiva, al afirmar que la vida social no se rige por leyes hhaturales o historicas sino por la accién de los que luchan y negocian pa- a brindar cierta forma social a las orientaciones culturales que aprecia,| El actor social de antafto protestaba contra las tradiciones, conven= ciones, formas de represin y privilegios que le impedian ser reconocido. 39 Sprotesta hoy con la misma fuerza, pero esta vez contra los aparatos, di ‘areas y evocaciones de peligros externos que no le permiten hacer e saenes Yas proyectos, definir sus propios objetivos y comprometerse di Fectamente con 10s conflictos, debates y negociaciones que desea. El ac- tor no vuelve como Angel, sino mas bien como viejo topo. El trabajo de Ia sociologia consiste en descartar la pantalla de ideologias muertas o pervertidas y al mismo.tiempo, las ilusiones del idealism puro 0 la fasci- ~nacién de la decadencia; para que se-haga-presente el actor y se escuche Le El andlisis del soci6logo se mantendré alejado de los discursos que la ‘sociedad se ofrece oficialmente a si misma; estaré mas cerca de las emo- ciones, suefios y heridas de aquellos que se viven como actores pero no son-reconocicios como tales, porquellas formas de organizacién politica y Jas ideologias estan-notoriamente atrasadas con respecto a las ideas.y sen- sibilidades realmente contemporaneas} “Este libro, que pretende ser etapa y no punto de Hegada, antes esti- (moto que demostracion, aspira sin embargo a desarrollar una idea tan simple como exigente: existe una unidad del andlisis sociolégico, mas alla de la diversidad de campos de estudio o de escuelas, que le confiere su significado. Es imitil, a partir de ahora, buscar esa unidad en el evolu- cionismo de la sociologia clasica: Gnicamente puede encontrérsela en una sociologia del sujeto. Seria equivocado creer que defiendo aqui el estudio de los movimientos sociales, de la misma manera que otros insisten en el peso de las instancias de control social o en la complejidad de los meca- nismos de cambio; o peor todavia, que trato de diferenciar sociologia “de izquierda’” y “de derecha”, es decir entre dos ideologias Los socidlogos franceses, conscientes de 1a descomposicién de su disciplina, tienden a atribuirla a querellas individuales, de capillas 0 de ideologias. Nada més falso y peligroso que semejantes seudoexplica- ciones. La distancia y la incompatibilidad son mucho menores entre los pensamientos realmente dedicados a la elaboracién, en apariencia tan opuestos, frente a la masa de trabajos sin ninguna orientacién, a no ser una referencia cada vez mas artificial a ideas difuntas. No pretendo de ninguna manera ofrecer aqui principios de andlisis inmediatamente aceptables para todos. La presente obra esta desprovista de todo contenido polémico, aun cuando presente una interpretacién evi- dentemente discutible de la evolucién de pensamiento social (Si subraya la referencia central a la historicidad, los movimientos sociales, la con- encia del sujeto y los modos de desarrollo es para mejor ubicar las dis- timtas “areas” del andlisis socioldgico en sus respectivas relaciones) Al hablar de movimientos sociales y sus conflictos abiertos, sé en- 40 tiende mejor cémo se constituye el cierre de las instituciones y el orden que mantienen, y como las relaciones de produccién se transforman en relaciones de reproduccién. El mismo punto de partida ilumina tambien las formas de descomposicibn de ta accién y relaciones sociales, como en otros tiempos cierta sociologia de la sociedad podia aclarar el estudio de To que Hlamaba marginalidad, desviacién o anomia, Finalmente, una so- ciologia del cambio, lo mismo que una sociologia del orden, debe fin- darse sobre el conocimiento de los sistemas de relaciones so objetivos culturales. Reconozco, sin embargo, que el marco general de una sociologia de la accién, tal como se elabora en este libro, esté demasiado impregnado atin por mi profundo deseo de destacar la importancia central de la histo- ticidad y los movimientos sociales. Pero sirve, justamente, para originar distintas criticas provenientes de diferentes dreas y enfoques de investiga- cién, Lo esencial es afirmar la necesidad —y la posibilidad— de recons- truir un conocimiento sociolégico provisto de tanta coherencia y divers dad como el de la sociologfa cldsica, La distancia considerable que separaba a Durkheim de Weber no les impidié a ambos destacar las ideas de modernidad, sociedad e institu- Cidn, {Por qué tendria que ser distinto, al reemplazar esas ideas por las, de historicidad, movimiento social y modo de desarrollo?(Fl pensamien- to sociolégico no exige la unificacién; pero debe cuidarse sobremanera de la incoherenci@. Por lo tanto, importa definir claramente los debates ‘que constituyen su riqueza y a través de los cuales progtesa, Estos debates son de dos tipos diferentes. Ante todo, el campo social ya no abarca el conjunto de la experiencia. Por un lado, lo desborda la accién especifica del Estado (agente de guerra, de paz o transformacién historica) y por el otro dcttan en él los individualismos, las relaciones in- terpersonales y las estrategias de mercado. zPor dénde pasan, entonces, las fronteras del'sistema social, definido como conjunto que ejerce sobre si mismo una accién de autoorganizacién y regulacién?) Por otra parte, en el interior mismo del sistema social, geémo com- binar su lado claro, el de la accién y del cambio, con su lado sombrio, el del orden y Ia crisis? Volvemos a encontrar aqui, con una formulacién mas radical, un problema central de la sociologia clasica. ~COmo)} comprender @ la ver. el orden y el movimiento? ~ Alintentar asi definir los grandes problemas de la sociologia, se per- cibe pronto que las pretendidas querellas de escuelas se relacionan més, bien con esfuerzos paralelos pero mal coordinados, para aprehender los, miltiples aspectos de la vida social. La condicién decisiva para que se constituya un saber coherente de 41 Ja vida social es que cada uno, de la mejor manera posible, defina sus ob- jetivos, formule sus hip6tesis y explicite sus argumentos. En Io que me concierne, ésta es la raz6n de ser de este libro. 42 MUTACION DE LA SOCIOLOGIA La crisis de la sociologia se relaciona con su propia definicién. Pro- viene de la creciente dificultad para ubicar en el centro de los estudios sobre la vida social la idea misma de sociedad. Por cierto, empleamos a ‘menudo esta palabra con un sentido neutro; hablar de la “sociedad fran- ccesa’” significa muchas veces hablar de Francia. Sin embargo, la sociolo- gia se formé y desarrollé a partir de la idea segin la cual un conjunto so- cial se organiza alrededor de un centro o de una logica central, de tal suerte que los distintos dominios de la vida colectiva aparezcan desempe- fiando funciones institucionalizadas, mantenidas por mecanismos de control social y de socializacién, Estos conjuntos poseen un equilibrio que no excluye las tensiones ni las crisis internas, pero que transforma los mecanismos institucionales en tun conjunto conereto, cuya forma habitual es el Estado nacional. En efecto, no puede separarse la idea de sociedad de la realidad predominan- te en los estados nacionales; el centro o légica central de la sociedad se_ ence casi siempre como segiin la tradicién inglesa y francesa, En realidad, esta imagen de la sociedad es anterior a la sociologia y proviene en parte de los siglos XV1, XVII y XVIII. En aquellos tiempos se impuso la idea de institucidn: Locke y Montesquieu brindaron su forma clasica a esa imagen institucional de la sociedad. Pero, precisamente, la sociologia se constituye recién cuando esa concepcién juridica de la uni- dad social es cuestionada por el evolucionismo{En el transcurso del siglo XIX, particularmente con Comte, Durkheim, Weber y Ténnies, se de sarrolla la idea de un irresistible ascenso de la modernidad, racionaliza- ci6n y secularizacién, que destruye todo lo referente a esencias, pertenen- cias y creencias, Et mundo occidental —y probablemente con é1 todo el planeta— se adentra en la lucha histérica de las Luces contra la tradicion y del raciona- lismo instrumental contra la expresividad comunitaria, {Esa concepcidn, Ilevada a su extremo limite, destruye la idea misma 43

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