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Bifea 1870
Bifea 1870
Bifea 1870
39 (2) | 2010
Varia
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/bifea/1870
DOI: 10.4000/bifea.1870
ISSN: 2076-5827
Editor
Institut Français d'Études Andines
Edición impresa
Fecha de publicación: 1 agosto 2010
ISSN: 0303-7495
Referencia electrónica
Bulletin de l'Institut français d'études andines, 39 (2) | 2010 [En línea], Publicado el 01 febrero 2011,
consultado el 10 diciembre 2020. URL : http://journals.openedition.org/bifea/1870 ; DOI : https://
doi.org/10.4000/bifea.1870
Les contenus du Bulletin de l’Institut français d’études andines sont mis à disposition selon les termes
de la licence Creative Commons Attribution - Pas d'Utilisation Commerciale - Pas de Modification 4.0
International.
ISSN 0303 - 7495 BULLETIN
Hecho el Depósito Legal n.° 2006-7434 DE L’INSTITUT FRANÇAIS
Ley 26905-Biblioteca Nacional del Perú D’ÉTUDES ANDINES
Comité Éditorial :
Jean-François BOUCHARD (archéologue) Jean-Pierre LAVAUD (sociologue)
Steve BOURGET (archéologue) Faviola LEÓN-VELARDE (biologiste)
Richard BURGER (archéologue) Clara LÓPEZ BELTRÁN (historienne)
Chantal CAILLAVET (ethnohistorienne) Évelyne MESCLIER (géographe)
Víctor CARLOTTO (géologue) Christian de MUIZON (paléontologue)
Jean-Pierre CHAUMEIL (ethnologue) Frank SALOMON (ethnologue)
Philippe DESCOLA (ethnologue) Gonzalo SÁNCHEZ (sociologue)
Juan Carlos ESTENSSORO (historien) Michel SÉBRIER (géologue)
Pilar GARCÍA JORDÁN (historienne) Jorge SILVA (archéologue)
Efraín GONZÁLES DE OLARTE (économiste) C.-E. de SUREMAIN (ethnologue)
Javier HERRERA (économiste) Alexandre SURRALLÈS (ethnologue)
Volga IÑIQUEZ (biologiste) Gerald TAYLOR (ethnolinguiste)
Luis Carlos JIMÉNEZ (géographe) Pierre USSELMANN (géomorphologue)
Francis KAHN (biologiste) Jean Joinville VACHER (climatologue,
Bernard LAVALLÉ (historien) spécialiste en écologie)
Composition :
Anne-Marie BROUGÈRE, Vanessa PONCE de LEÓN
Impression :
TAREA Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña
Lima - Pérou
Photo de la couverture :
Cape, décorée de feuilles en cuivre et cuivre doré, représentant un félin. Parure cérémonielle
mis au jour dans un panier en laîche qui constituait l’offrande 4 de la Plate-forme I de la
Huaca de la Luna. Détail de la gueule du félin modelé dans une résine végétale de zapote.
67 x 11 x 31 cm, 786 g. Projet archéologique Huaca de la Luna y Huaca del Sol. Trujillo.
/ Manto, decorado con láminas de cobre y cobre dorado, representando un felino. Adorno
ceremonial descubierto en una cesta de carrizo que constituía el testigo 4 (u ofrenda) de la
Plataforma I de la huaca de la Luna. Detalle de la cara del felino modelado en una resina
de zapote. 67 x 11 x 31 cm, 786 g. Proyecto arqueológico Huaca de la Luna y Huaca del
Sol, Trujillo.
Foto: Carole Fraresso
© Institut Français d’Études Andines, UMIFRE 17, CNRS-MAEE
BULLETIN
de l’Institut Français
d’Études Andines
2010
Tome 39
Nº 2
COLOMBIE
ÉQUATEUR
PÉROU
BOLIVIE
Sommaire
Contextos, materiales e identidades en la arqueología
Mochica 219
Carole Fraresso
Presentación 221
Jeffrey Quilter
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity 225
Santiago Uceda Castillo
Los contextos urbanos de producción artesanal en el complejo
arqueológico de las huacas del Sol y de la Luna 243
Véronique Wright
Pigmentos y tecnología artística mochicas: una nueva aproximación
en la comprensión de la organización social 299
Michel Pernot
Técnicas del metal, artesanos y talleres en las sociedades antiguas:
de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental 331
Carole Fraresso
Estudio arqueometalúrgico de un taller de transformación de cobre
y de aleaciones tumbaga en el sitio de huacas de Moche 351
Agnès Rohfritsch
Contribución arqueométrica al estudio de las técnicas y de la
organización de la producción de cerámica ritual en la sociedad
Mochica (150-850 d.C., costa norte del Perú) 389
Gerald Taylor
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito
de finales del siglo XVII 413
Franck Poupeau
El Alto: una ficción política 427
Comptes rendus d’ouvrages/Reseñas 451
Évènements/Eventos 463
Contents
Contexts, Materials and Identities in Moche Archaeology 219
Carole Fraresso
Presentation 221
Jeffrey Quilter
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity 225
Santiago Uceda Castillo
The urban context of craft production at the Huacas of the Sun and
the Moon Archaeological Project 243
Véronique Wright
Mochica pigments and technology: a new approach for understanding
social organization 299
Michel Pernot
Metal Techniques, craftsmen and workshops: from Late Bronze Age
to the roman period in Western Europe 331
Carole Fraresso
Archaeometallurgical study of a copper and tumbaga alloy
workshop at the site of huacas de Moche 351
Agnès Rohfritsch
Archaeometric contribution to the study of ritual ceramic production
techniques and organization in the Moche society (150-850 A.D.,
north coastal Peru). 389
Gerald Taylor
The Luçerna Yndyca of E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscript
composed towards the end of the 17th century 413
Franck Poupeau
El Alto: a polític fiction 427
Book reviews 451
Events 463
Índice
Gerald Taylor
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito
de finales del siglo XVII 413
Franck Poupeau
El Alto: una ficción política 427
Reseñas 451
Eventos 463
Presentación
Contextos, materiales e
identidades en la arqueología
moChiCa
219
Carole Fraresso
220
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 221-223
IFEA
Presentación
Presentación
221
Carole Fraresso
(150-850 d.C.), con el fin de iniciar el estudio de las características que definen
la «Cultura técnica» de esta gran sociedad «artística» de la costa norte del Perú.
En los últimos 20 años, la arqueología Mochica ha alcanzado mayor visibilidad
gracias a espectaculares hallazgos de tumbas de gobernantes y altos dignatarios,
de monumentales templos decorados con pinturas murales pero también de
ciudades y pueblos donde las personas vivían y producían una amplia gama
de productos. Las investigaciones han revelado que el sistema de organización
política y social de esta sociedad no había formado un estado centralizado, sino
un conjunto de entidades políticas regionales y locales con modelos de desarrollo
político, ideológico y económico —¿y técnicos?— muy diferentes, a partir de los
cuales se habían forjado tradiciones culturales independientes. Estamos entonces
confrontados al estudio de instituciones políticas y sociales múltiples unidas entre
sí por un sistema religioso común y relaciones de intercambios y rivalidades más o
menos intensas, pero no necesariamente lineales durante sus siete siglos de historia.
Con esta ocasión, los organizadores de este evento (Carole Fraresso, Michel Pernot
y Luis Jaime Castillo) invitaron a proponer nuevas aproximaciones metodológicas
para distinguir, en esta sociedad, lo «común» de lo «singular». Esto implicaba
transformar nuestra aproximación al estudio de aspectos muy generales, como
la religión y la organización social, hasta el análisis de elementos más particulares
como las «tecnologías» y los estilos artísticos. Los vestigios materiales de las
actividades humanas, que tienen formas, dimensiones, decoraciones y que son
constituidos por varios materiales, son testigos tangibles que constituyen un
elemento fundamental para el estudio arqueológico de las identidades regionales
y/o locales.
Contextos, materiales e identidades son los temas centrales que han sido discutidos
en este evento. La Arqueología (Luis Jaime Castillo, Santiago Uceda, Christopher
Donnan, Jeffrey Quilter, Anne-Marie Hocquenghem), la zooarqueología (Nicolas
Goepfert), la ceramología (Agnés Rohfritsch), la historia de la técnicas (Anne-
Françoise Garçon), la metalurgia (Michel Pernot, Carole Fraresso) así como las
tecnologías textiles (Sophie Desrosier) y las pictóricas de murales (Véronique
Wright) fueron las disciplinas seguidas para promover una metodología
«transdisciplinaria» apta a la interpretación del desarrollo político y a la formación
de la(s) identidad(es) de la sociedad Mochica.
La presente publicación muestra claramente cúan importantes son los estudios
arqueométricos para responder a las interrogantes actuales de la Arqueología.
Más allá permitirán, en el futuro, definir la(s) «Cultura(s) técnica(s)» de las
sociedades precolombinas, lo que hasta hoy despertó poco interés. Las diferentes
contribuciones presentadas en el Boletín del IFEA aportan por ejemplo referencias,
metodológicas y analíticas, que mejoran la comprensión de la «Cultura técnica»
Mochica. La Mesa redonda de Bordeaux no quiso lucir por su aparato, sino
valorar la amistad y la colaboración transdisciplinaria de varios años. Al romper,
de cierta manera, con la división académica que separa habitualmente las
ciencias humanas y las ciencias duras, hemos logrado abrir un nuevo espacio de
discusiones que entusiasmó tanto a los investigadores como a los estudiantes. Por
222
Presentación
lo tanto, lamentamos que varios artículos no hayan podido ser integrados en esta
publicación; también nos hubiera gustado invitar a un conjunto más amplio de
colegas «mochicologos», pero anhelamos que nuestras reflexiones sean nutridas
por futuras discusiones.
Quisiéramos agradecer, a nuestra colega Luis Jaime Castillo, de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, por haber coorganizado este evento, así como a
Pierre Guibert, director del Institut de Recherche sur les Arqueomatériaux, y todo el
equipo del laboratorio bordelés, por apoyarnos y acogernos en sus instalaciones.
Agradecemos de manera especial a Michel Pernot, por su disponibilidad constante
en la organización de nuestra Mesa redonda.
También quisiéramos agradecer el apoyo brindado por diferentes instituciones
francesas y peruanas: la universidad Michel de Montaigne de Bordeaux-CNRS, la
red «Raúl Porras Barrenechea», la Cooperación Universitaria de la Embajada de
Francia, en Lima, la Pontificia Universidad Católica del Perú de Lima, el Instituto
Francés de Estudios Andinos de Lima (IFEA), el Consejo Regional de Aquitania y
las alcaldías de Bordeaux y Lima.
Finalmente reiteramos nuestro agradecimiento al IFEA, a su ex director, Henri
Godard por haber apoyado la realización de este evento científico y a su director
actual, Georges Lomné, por ofrecernos la oportunidad de publicar los resultados
de nuestros debates en el Bulletin del IFEA. También agradecemos al personal por
su constante apoyo logístico y a Anne-Marie Brougère, encargada de la edición,
por la atenta y eficiente preparación de esta publicación.
Carole FRARESSO*
223
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 225-241
IFEA
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
Jeffrey Quilter*
Abstract
The two different modes of investigation in Art History and Anthropological Archaeology are discussed.
This is followed by a consideration of these issues in relation to the Mochica archaeological culture.
The “Mochica” have come to be considered a political or ethnic group and, in particular, considered
as a prehistoric state. This essay questions these ideas and suggests that Moche is best considered
as primarily a religious system. The ceremonial centers were likely places of pilgrimage with more
complicated roles in politics than previous models have considered although changing roles through
time must be considered.
Resumen
En este artículo se discuten dos métodos diferentes de investigación relativos a las disciplinas de la
Historia del Arte y la Arqueología. Resulta una reflexión sobre estas aproximaciones metodologícas
en cuanto a la cultura arqueológica Mochica. Gracias a los numerosos trabajos realizados sobre esta
cultura, los «Mochica» son, hoy día, reconocidos como un grupo político o étnico, y aun más, se
consideran como un estado prehistórico. Este ensayo cuestiona estos postulados, sugiriendo que
la cultura Mochica hubiera sido más bien un sistema principalmente religioso. Así que los centros
ceremoniales han sido probablemente lugares de peregrinación importantes con funciones políticas
más complejas que lo sugerido por los modelos anteriormente propuestos. De igual manera debemos
considerar la variación de sus funciones en el tiempo.
* Deputy Director for Curatorial Affairs. Peabody Museum of Archaeology and Ethnology. Harvard
University, Cambridge, Massachusetts, U.S.A. E-mail: quilter@fas.harvard.edu
225
Jeffrey Quilter
Résumé
Dans cet article deux méthodes différentes de recherche propres à l’Histoire de l’art et àl’Archéologie
sont remises en cause. Il s’en suit une analyse de ces approches méthodologiques quant à la culture
archéologique Mochica. À la suite des nombreux travaux qu’ils ont suscités, les « Mochica » sont
aujourd’hui perçus comme un groupe politique ou ethnique, et même comme un état préhistorique.
Cet essai remet en question ces postulats et suggère que la culture Mochica a plutôt consisté en
un système religieux. Ainsi, les centres cérémoniaux ont probablement été des lieux de pèlerinage
importants avec des fonctions politiques plus complexes que ceux que suggèrent les modèles
précédents. De même, il faudra considérer la variation de leurs fonctions au fil du temps.
INTRODUCTION
What was Moche? This is what I want to discuss here. Studies of this archaeological
culture have been among the most dynamic in the prehistory of the Americas in
the last two decades with an exponential growth in data that includes portable
artifacts, murals, architecture, and elaborate burials. This increase in data has been
met with various reactions in terms of how models of Moche politics and society
have been modified. I wish to suggest, here, however, the preponderance of the
evidence is such that it may be worthwhile to reconsider on a fundamental level
what “Moche” was.
In reconsidering Moche, I will quickly review the history of studies, current theories
of Moche, an alternate model for it, and some cautionary issues relating to that
model and in general that may be useful in future studies.
Although Max Uhle is credited as the first archaeologist to seriously engage with
the Moche, through his excavations at the Huaca del Sol in the Moche Valley, it is
Rafael Larco Hoyle who generally is considered to be the founder of contemporary
Moche Studies. Larco not only collected and excavated but also wrote extensively
on his interpretations of what Moche was. Larco conceived the Mochica as a
centralized state, with a capital in the Moche Valley at the Huaca del Sol and
the Huaca de la Luna (Larco Hoyle, 1938; 1939). He believed that the Moche
populace was ruled by religious and military authorities, whose power derived
226
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
from both ritual performance and physical coercion through military might and
who spread their empire up and down the north coast.1
Larco’s model was unquestioned by the members of the Viru Valley Project
(Strong, 1947; Strong & Evans, 1952; Willey, 1953), in the 1940s, and it was built
upon by Harvard’s Chan Chan-Moche Valley project in the 1970s. Specifically,
Teresa Lange Topic (1982) interpreted the Huaca del Sol as the chief administrative
center of the expansionist state and the Huaca de la Luna as the temple complex
where, as Michael Moseley (1992) later phrased it, the “national pantheon was
attended to”. There were many other scholars working on Moche topics in the
1950s through the 1970s, of course (e.g. Benson, 1972; Donnan, 1973; 1975;
Kutscher, 1950; 1967), but the issue of political organization usually was not of
primary concern to them.
Moche studies dramatically changed in the last half of the 1980s, gaining
momentum into the 1990s. The discovery of elite burials at Sipán (Alva, 1988;
1994; Alva & Donnan, 1993) drew renewed interest in the Moche, in general,
and underscored the wealth and power of a relatively small ceremonial center far
from the Moche Valley. Equally or more importantly, a number of separate studies
started to unravel the single ceramic sequence, developed by Larco, which had
underpinned both the idea of a uniform Moche polity and of the spread of that
polity from a single center in the Moche Valley. Such studies included work by
Makowski (1994) in Vicús where Mochica-style metallurgy was associated with a
ceramic style at variance with the Mochica ceramics from farther south.
Larco’s five-phase sequence was done even more serious damage by the work
of Castillo & Donnan (1994) at San José de Moro, in the Jequetepeque Valley.
In brief, they argued that the ceramic sequence of the northern North Coast
(from the Jequetepeque Valley, northwards) was significantly different than that
of the southern North Coast (from the Chicama Valley, southwards). This led
to the proposition that political systems in each region differed as well and this
perspective appears to have been generally accepted by most Moche scholars.
The view of a single Moche conquest state spreading from the Moche Valley
underwent considerable modification. This work has mostly been carried out
through the noting of different ceramic styles and is in evidence in two of the
papers presented at the conference (Castillo Butters N.D.; Donnan, N.D.) and
similarly is being pursued through an examination of variability in metal work
(Fraresso, 2007). Since views of Moche rapidly outpace the publication of them,
my view of current views of Moche variability is a sense I have gained from
other colleagues rather than on specific publications. There are now, however,
several different such views. They are 1.) A single, expansionist Moche state. 2.) A
southern Moche state with valley-based polities in the north. And 3.) Valley-based
or smaller polities throughout the north coast.
1 For a more extended discussion of the history of Moche studies, especially in relation to political
organization, see Quilter & Castillo, 2010.
227
Jeffrey Quilter
Few active Moche scholars seem to maintain the view of a single Moche state with
an empire that spread from the Moche valley to the north and south, so it will not
be discussed at length here. That view seems mostly to be held in the secondary
literature. The idea of an expansive Moche in the south still is maintained by a
number of scholars, however (Bourget, 2003; Chapdelaine, 2010; Millaire, 2010)
although even they sometimes question the nature of Moche expansion, no longer
necessarily assuming that it was a military enterprise. As for the north, increasingly,
the region is being broken into smaller units from an original conception of a
larger, “North Coast Moche” entity (Castillo & Donnan, 1994). Finally, there are
those who see Moche political organization as locally based, probably mostly
focused on a single valley with the possibility of more than one polity within a
valley. I have proposed this model (Quilter, 2002), with caveats, and the argument
is implicit in Donnan’s (2010) work.
It should be noted that there is a body of Moche literature in which political
organization is not mentioned at all because authors’ interests lie elsewhere.
Commonly, this is found when Moche art and iconography are discussed (e.g.
Pasztory, 1998) and implicit or explicit references to the concept of a Moche
“corporate style”, following Moseley (1992: 179) are often expressed within this
perspective. Thus, while political issues are not addressed directly there is an
assumption of relative uniformity in art and a concurrent uniformity in political
organization, either as a wide spread state system or as a wide spread art and
cultural system relatively independent of politics.
Recent research offers opportunities to evaluate these models of Moche political
organization. Before doing so, however, I wish to consider the fundamentals of
the materials by which we study Moche and then also examine so fundamental
political concepts which may be in operation in considering the organization of
Moche society.
All prehistoric archaeology is faced with the task of interpreting past human
behavior through material remains. Moche is, first and foremost, a concept and
that concept is in the form of an “archaeological culture”. The “archaeological
culture” has been one of the most fundamental analytical tools of archaeology for
many years. It perhaps was most clearly defined by V. Gordon Childe in the 1920s:
“We find certain types of remains —pots, implements, burial rites and
house forms— constantly recurring together. Such a complex of associated
traits we shall call a ‘cultural group’ or just a ‘culture’. We assume that such
a complex is the material expression of what today we would call ’a people’
(Childe, 1925).
By the late 1960s and 1970s, the one-to-one correspondence of an archaeological
assemblage with an ethnic or cultural group was already being undermined,
most notably in the Binford-Bordes debate over the interpretation of Mousterian
assemblages in southern France (e.g. Binford & Binford, 1966; 1969; Bordes, 1969;
228
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
Bordes & de Sonneville-Bordes, 1970). Ironically, this trend, started by the New
Archaeologists, accelerated to the point of undermining the Processualist project
altogether. Anthropologists have increasingly rejected the concept of “culture” (see
Nielsen, 2007) in favor of “society” and many Post-Processualist archaeologists,
following suit, are more comfortable with considering how “identities” may shift
and change through time rather than seeing static “archaeological cultures” closely
linked to artifact assemblages.
I believe that many Moche scholars are still following programs of investigation in
which we see “pots as people”. Variability in ceramic styles is taken as representing
different kinds of Moche. Both Donnan’s and Castillo’s reconsiderations of the
northern Moche are based on ceramic studies. These studies as well as many
others suggest that the distinctive and powerful iconography expressed on
ceramics as well as aspects of their fabrics and forms are direct expressions of
Moche social and political units. Although I will touch upon this question later in
this chapter, the topic is too large to address here. It seems reasonable to propose,
however, that the distinct sub-styles that have been and are being distinguished in
both spatial and temporal dimensions on the North Coast reference some kind of
socio-political behaviors and beliefs although what those are, exactly, may require
careful considerations.
If we proceed with the assumption that changes in Moche ceramic (and other
material) styles are proxies of varying of socio-political phenomenon then we may
consider what current trends suggest. If the northern Moche realm is increasingly
being balkanized into relatively independent, valley based political units, then we
might propose that it is only a question of time before the same process will occur
in the southern Moche realm as well.
The break-up of northern Moche is due to scholars identifying distinctions within
what was previously viewed as a more general, uniform phenomenon. In large part,
this is the result of an increasingly greater data set of archaeologically excavated
materials with good chronological and temporal controls. Prior to the early 1990s,
the century of study of Moche ceramics and other artifacts was mostly based on
unprovenienced collections and so scholars were forced to talk in generalities, for
the most part.
The deconstruction of a uniform Mochilandia appears to be already underway
in the southern zone. In the Viru Valley, Steve Bourget’s (2003) work at the
ceremonial center of Huancaco revealed a “non-Moche” occupation in the
“heartland” of Moche culture. The “non-Mocheness” of the site is seen primarily
in ceramics which do not appear to follow the standards by with Moche is
identified and by some variations in murals. Bourget (2003) maintains that the
Huancaco phenomenon was ended by the sever El Niño events of A.D. 550-600
with a subsequent conquest by the Moche from the adjacent valley. Published
radiocarbon dates leave this as one possible explanation among many.2
2 Bourget (2003: 266) presents three dates. Two are associated with the last occupation of a temple
structure. Calibrated at the 2-sigma standard deviation they date to 635-865 and 530-680 A.D. The
229
Jeffrey Quilter
third date, associated with a metal workshop, is interpreted as contemporary with the last period
of use of the temple before abandonment and, at the calibrated, 2-sigma range, date to 370-640
A.D. The dates for the Moche Huacas (Chapdelaine, 2003: 280, Fig. 22.19) cover this range and go
beyond it, to later dates but whether this can be used as a basis for the interpretation of a Moche
conquest of Huancaco is a topic too long and involved to discuss here.
3 The dates (calibrated, 2-sigma) are as follows for El Castillo: 375-565, 525-655, and 540-685 A.D.
For Guadalupito: 320-595, 425-660, 555-720, 595-775, 605-775, and 635-775 A.D. (Chapdelaine,
2010: Table 2).
230
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
systems were equally widespread and stable. There are plenty of examples of
relatively uniform religious systems that were shared by politically separate, often
conflicting societies. Classical Greece with its shared Olympian pantheon and
Medieval Western Europe with its common Christianity are two cases in point.
We will return to the issues of the Moche religious system shortly. But let us first
consider politics, in general.
Nulle terre sans seigneur, Nul seigneur sans terre (No land without a lord, no
lord without land) (Boissonnade, 1927: 120): this elegant, powerful phrase
was a fundamental principle of feudal law in Medieval Europe. The aphorism
simultaneously expresses two points: political office exists in relation to the
ownership of land and land is to be incorporated within political boundaries.4 So
too, today, we measure political power on the basis of the possession of land. It
is no accident that in English the term “real estate” refers to properties for sale or
purchase: land is real wealth. Whether interpreted through Marxist, capitalist, or
other models, much of the politics of the modern world has involved disputing
territories carried out within the context of state societies. Modern state societies
define themselves externally by territorial boundaries and, internally, by defining
the nature of property rights, particularly that of land.
Given these considerations it is no wonder that much of archaeology since the end
of World War II has been focused on questions of the nature and origins of the
earliest state societies. This intellectual project was carried out by historians, such as
Toynbee (1934-1961) and certain sectors of practicing archaeologists, particularly
those with evolutionary and neo-evolutionary theoretical agendas, in the 1960s
and 1970s. Now, in our Post-Processualist age, many are calling into question the
project they subscribed to in their youth, such as Norman Yoffee (2005) in his recent
book, Myths of the Archaic State. Such efforts rarely call for the abandonment of
the paradigm of the notion of the evolution of social complexity, however, and
many reevaluations of the origins of the state result in modified interpretations,
such as recent works by Bruce Trigger (2003) and Adam T. Smith (2003).
Almost all of the arguments about the nature of Moche politics include discussions
about the nature of the territorial units in question. Bruce Trigger, for example,
distinguishes between City-States and Territorial States and in each case, territory
is a critical aspect of the definition:
“The distinction between these two types of states…rests not only on the
size of territories but also on differences in the nature of their urban centres
and in their economic and political organization” (Trigger, 2003: 92)
4 Even this feudal law ultimately is more about social relations that the primacy of property, per se
because the saying was used to remind vassal and lord of their mutual obligations, based in the
providing of lands and their maintenance —their buen gobierno—.
231
Jeffrey Quilter
The distinctions Trigger makes may be important but by insisting that territory
is the crucial determinant of political formations —what they are “all about”.
But it may be worth stepping back from this perspective and question whether
territory is at issue, at all, in the case of Moche. In several different works, the
ethnohistorian Susan E. Ramírez (e.g. 1996; 2005) has challenged the notion of
the Inca state as territorial. As the Inca are the best documented Andean political
unit and therefore a potential model to compare and contrast with Moche, a brief
review of Ramírez’s argument is in order, here.
Ramírez (2005) argues that the Spanish interpreted the Inca Empire through
European concepts which assumed that territorial boundaries were essential to
the definition of the state. A salient example of this is the use of the term “Cuzco”.
Ramírez notes that in the earliest chronicles the reference to the urban center
is to the “City of the Cuzco”. The term “Cuzco” referred to the head of state,
he who has come to be known to us as the Sapa Inca. Like many monarchs,
the Inca leader had multiple titles of which Cuzco was one. Fairly quickly in the
Colonial Period, there was a shift in which the Spanish first referred to “the City
of the Cuzco” —the city of the ruler one of whose names was “the Cuzco”. Later,
according to Ramírez, the Spanish shifted usage, calling the city Cuzco as if the
urban center had that name, like a European. But Ramírez’s point is that Cuzco
was first and foremost the title of a ruler.
Ramírez argues further that the political organization of the Inca Empire —the
Tahuantansuyu or “Four Quarters” and the suyus, the divisions of them—, were
not territorial or geographical terms but related to groups of people. Such groups
did map onto terrain but the primary reference in the organization of the empire
was human subjects, not territory. Ramírez makes the same argument for the
organization of the Chicama Valley in the early Colonial Period (1996). Western
concepts of “property” and land “ownership” did not exist. Usufruct rights adhered
to those who worked the land so long as they kept it in production but no rights
of property were attached to such claims. Curacas did not control or own land. In
short, the Andean equivalent to European feudal law was: “No people without a
lord, no lord without a people”. But even this is not fully true, because political
leadership was tenuous, at best.
Curacas only “ruled” by the consent of the governed. They were more like classical
“big men” in the terms of evolutionary theorists. “Good government”, the term used
by Guaman Poma in his letter to the Spanish king, in Andean concepts consisted
of curacas who put their people first by generously providing them with food and
drink and other things and who took their well being into account in dealing with
more powerful authorities. Leaders commonly were self-made by producing many
children. The Sapa Inca’s many wives and the practice of wife-giving by the Inca to
loyal subjects were all part of this process: the more wives, the more children, and
the more children the more the progenitor (father and successively, grandfather,
great-grandfather, etc.) created his own “political” following.
Kin-based politics did not prevent groups (ayllu) of dissatisfied lineage sub-units
from breaking away from a “natal” group to ally with another group since kinship ties
232
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
likely could be found (or created) to link with many different relatively independent
communities in any given area. Such fissioning and joining were common in the
Colonial Period with the collapse of political units due to depopulation resulting
from disease and general destabilization in the wake of war. There is every reason
to assume that such processes occurred in prehistory as well.5
Various critiques of Ramirez’s proposal may be raised, and the Inca’s interest in
territory is in bountiful evidence in the form of ceques, cities shaped as pumas, and
other marking of the sacred landscape. But her point that the primary references
and concerns for ancient people were people, themselves, is worth considering.
There is no evidence for a Moche state based on archaeology. All of our models of
Moche political organization, as is true for most prehistoric cases, are inferences
built upon archaeological data which may be interpreted in a number of ways.
Ceramics portray gods and other mythological creatures, warriors in combat,
scenes of sacrifice and ritual. No conclusive evidence of political systems is in
evidence, in my opinion, although representations of various kinds of office
holders (such as priests of different kinds and, possibly, various ranks of warriors),
among others, are present.
Beyond ceramics and other portable objects, field archaeology does not sustain
the theory of a Moche state, even by the standards of evolutionists. There is no
clear evidence of a four-tier settlement hierarchy and there is no evidence that
large huaca centers had extensive storage capacities for surpluses, among other
lacking evidence.
For many years, the huge sizes of the huacas in the Moche Valley were the
bases by which the idea of a Moche expansionist state was maintained. Also,
Santiago Uceda suggests, in this present volume, that the Huaca del Sol was a late
construction. Whatever the specifics of the growth of the Moche Valley huacas,
the sizes of constructions there or anywhere else cannot necessarily be used to
gauge relative political power. As but one example, Sparta was not impressive
when it was at the height of its power and while its rival, Athens, did construct
the acropolis, other Greek city states, such as Corinth or Thebes, built many large,
beautiful buildings but were minor political powers. The same can be said for the
Maya (A. Herring, personal communication) and many other ancient societies
framed as “states.”
A primary fallacy of the (neo-) evolutionary perspective is that it places agency in
institutions or generalized concepts of ethnic entities in the past: “the state rose
and fell”, “the Moche expanded from one valley to the next”. These are concepts:
“chiefdoms”, “states”, and “ethnic” groups which may or may not have existed
5 The degree to which the Inca were successful in manipulating this system is a subject of much
discussion and is not germane here.
233
Jeffrey Quilter
in the past and which are very hard to identify with confidence when studying
archaeological data. Nevertheless, I think that there is considerable evidence for
general long-term patterns in the Andes in which the most powerful social actors
were not rulers but the majority of people who “voted with their feet” in where
and to whom they allied themselves.
In their work at Initial Period sites in the Lurín Valley, Richard Burger and Lucy
Salazar-Burger (1990; 1991) have suggested that many ceremonial centers
competed for followers there. Elaborate public rituals in spectacular architectural
settings attempted to draw followers from the local region and from afar. In neo-
evolutionary terms we might say that these centers were competing to capture
energy surpluses. The development of Chavín de Huantar continued this pattern
with the highland center achieving a position as an inter-regional center which
eventually collapsed. There is good evidence to indicate that the same pattern of
pilgrimage centers existed in many areas of Peru in the Late Intermediate Period
and that the Inca appropriated these centers, such as Pachacamac, to its own uses.
Given this long-term pattern in the Andes for the Initial Period, the Early Horizon,
the Late Intermediate Period, and the Late Horizon, we might reasonably expect
that something similar held true for the Early Intermediate Period and the Middle
Horizon. In all cases, the agents of change were not the centers, themselves, but
people who chose to develop various cults and even more people who chose
to make pilgrimages to such centers or otherwise participate in activities in them
—to “buy into the system”, at least for the length of a ceremony, perhaps, and
presumably, by identifying their interests with those of one ceremonial center as
opposed to another. States were not opportunistic (c.f. Castillo, 2010), people were.
“Tip” O’Neill, a former Massachusetts Congressman and Speaker of the House of
Representatives of the United States, once said, “All politics is local”. This applies
to the Ancient Andes as much as it does anywhere else. Of course, there are
examples of attempts of the expansion of groups organized as polities from one
region to the other but, ultimately, polities were operating at the local level first and
then, secondarily interacting with larger scale phenomena. The people who used
Moche ceramics and visited Moche temple complexes were enmeshed in such
local politics and it seems reasonable to interpret that the nature of the local-level
system was something like the general system of kin-based organization described
by Ramírez. In its time, Moche was one of those pan-regional systems participated
in by people whose livelihoods and identities were founded on a local basis.
So, what was Moche? It mostly was a religion. It was not an ethnic group nor the
organ of a state (c.f. Donnan, 2010) but a religion unto itself.6 It was a religion-as-
a-cultural-system, in the sense of Clifford Geertz (1965):
6 Donnan uses the term “state religion”, in the title of his chapter in New Perspectives on Moche
Political Organization (Quilter & Castillo, 2010). In the chapter, itself, however, he makes clear that
234
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
he sees independent polities united by an “overall sense of unity within the Moche world” through
a common religion. In a general sense, we are in agreement. I am uncertain to what degree various
communities on the North Coast were practicing religious systems deriving from shared traditions
versus the adoption of specific cult practices which may have originated from a specific source, most
likely the Moche Huacas, as I discuss later in this chapter. Indeed, I think that it is this issue which
will be worth pursuing in future research.
235
Jeffrey Quilter
highly competitive natural and social landscape. These centers, such as well as San
José de Moro —located at a central node in contested agricultural lands (Castillo,
2010)— were not simply in the landscape but created new cultural landscapes,
re-orienting the geo-politics of their valleys towards themselves and away from
the traditional (and “real”) centers of power. It has been noted by many scholars,
for example, that the Moche Valley is one of the smallest on the North Coast. This
opens the door to explain the expansion of Moche in the mode of circumscription
theory (Carneiro, 1970). The same conditions serve to propose that it was not
military might but a religious cult that was generated, however (e.g. Rathje, 1972).
As I have said elsewhere (Quilter, 2002), any interpretation of what Moche was
must confront the fact that the archaeological record appears to indicate duration
of the art style for over seven centuries.7 But while a general suite of gods, myths,
and rites appears to have had longevity on the North Coast of Peru, further study,
with more and better controlled data sets and less reliance on looted collections,
may identify temporal and regional variability.8 And if we start to be able to
document that variability when will we say Mochica started?
At the Huaca Cao Viejo, at the El Brujo Complex in the Chicama Valley,
archaeologists recently discovered the Señora de Cao. This was a high-status
Mochica woman who was buried in the huaca with a sacrificial victim and much
wealth. The wealth included many items of jewelry and 20 spear-throwers,
possibly offerings from regional leaders. The dates for the burial are in the later
400s A.D. The decorations of the chamber in which the Señora were buried could
be called Mochica but could also be called “generalized North Coast” styles. The
same is true for the pottery buried with her. They are “Mochica” so long as the
term is a loosely applied, broad ranging one.
The terraces of Huaca Cao Viejo at the time the Señora was interred were painted
in solid colors with no distinctly “Moche” designs (again, unless one wants to call
everything on the North Coast at this time as “Moche”) and the same is true for
the decorations of interior courtyards (recintos).
We might attempt to find correlations between the costume of the Señora and
the Presentation Theme/Sacrifice Ceremony and therefore say that this is a Moche
señora but I think we could equally argue that she and her temple were not part of
the Moche religious complex. This depends on how we define Moche and as we
refine our view of the Early Intermediate Period and the early Middle Horizon on the
North Coast this problem is going to become increasingly complex until we confront
and perhaps revise our definitions. These problems have already arisen in attempting
to fit the information Steve Bourget has uncovered at Huancaco, in the Viru Valley
—one of the “heartland” areas of Moche culture— as well as our grappling with how
the Castillo ceramic series, formerly thought to be emblematic of the “Gallinazo”
archaeological culture, do or do not fit into our definition of “Moche”.
7 Future research may indicate that the “fully developed” Moche system was of relatively short
duration.
8 I believe the variability is already in evidence but needs to be more fully explicated than at present.
236
Moche: Archaeology, Ethnicity, Identity
In the last major building phase at Huaca Cao Viejo, the front terraces of the huaca
were decorated with motifs (nearly) identical with those at the Huaca de La Luna
where the artistic program had been carried out through many construction phases,
presumably for centuries. There also is evidence that recintos on the summit of
Huaca Cao were built which followed Huaca de la Luna canons. This seems to me
to be the only clear case we have of the direct intervention of the Moche Valley
system beyond its borders. Apparently, whatever the nature of that extension and
its causes were, the two valley unity in art and ritual and, presumably, of political
alliance or dominance, did not last very long because no major building phase
follows at Huaca Cao after the implementation of the Huaca de la Luna program.
As a caveat to all I have said, above, I think that it is important to remember the
importance of water, irrigation systems, and land in the Moche valley systems.
Access to or control over these resources would have been vital to people,
especially if under demographic and other pressures. We might therefore consider
that at some point during the Early Intermediate Period and early Middle Horizon
when the Moche style was common on the North Coast, that such issues played
into how that style was linked to political dynamics. In other words, we should not
discount that Moche identity, politics, and warfare became more tightly intertwined
at some time periods than at others. The system that Ramírez describes may have
been a basal way in which people organized themselves for long periods of time
but it came into being at a particular time and place. Or, alternatively, that kin-
based system may have been over-ridden by attempts, some successful others not,
perhaps, of more institutionalized political systems. Moche may have been one
such system that was co-opted into being a more engaged political entity at some
times and places. The Moche-Chicama connection may have been such a case,
late in the day of the Moche phenomenon and apparently only successful for a
short period of time.
CONCLUDING THOUGHTS
237
Jeffrey Quilter
Acknowledgments
Thanks to Richard L. Burger and Adam Herring for constructive criticisms of an earlier draft
of this article. I am especially grateful for the opportunity to visit the Institut de Recherche
sur les ArchéoMATériaux, Université Michel de Montaigne, Bordeaux and to participate in
the Round Table there, October 23rd – 25th, 2007. Many people made that visit pleasant
and productive particularly Michel Pernot, Director of Research and Carole Fraresso. Luis
Jaime Castillo B., Santiago Uceda C., and Christopher Donnan were very helpful there and
in Peru. I appreciate such fine colleagues.
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241
Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, Tel. 447 60 70 Quilter
Jeffrey
Fax: 445 76 50 - E-mail: postmaster@ifea.org.pe
Web: http://www.ifeanet.org
242
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 243-297
IFEA
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
Resumen
Las excavaciones en los tres últimos pisos de ocupación del Núcleo Urbano de las huacas del Sol y de
la Luna han permitido registrar por lo menos cuatro centros de producción artesanal. Cuatro líneas
de evidencias permiten establecer que se trata de centros de producción especializada, a saber: (1)
estos centros se ubican en espacios definidos dentro de un área residencial multifuncional; (2) las
actividades productivas se repiten en más de dos pisos de ocupación; (3) el volumen de producción
es muy superior a las necesidades de consumo familiar y, otros productos, por su calidad y simbología,
están destinados a los miembros de la elite moche y; (4) se han registrado tanto instrumentos de
producción como productos en diversas fases de producción.
Esta mayor especialización y su control por unidades mayores de residencia en el sitio nos permiten
sostener que los especialistas estuvieron adscritos a grupos corporativos y que este nuevo sistema de
organización social y productiva se produjo como consecuencia del colapso de la estructura teocrática
de la sociedad moche; ello se tradujo en intentos de esta sociedad por la búsqueda de un nuevo
modelo social, más civil, donde los grupos urbanos empezaron a adquirir mayor poder económico.
Palabras clave: Cultura Moche, urbanismo, talleres artesanales, estructura social, especialistas
243
Santiago Uceda Castillo
d’indices permettent d’établir qu’il s’agit de centres de production spécialisés, à savoir: (1) ces centres
se localisent dans des espaces définis à l’intérieur d’une aire résidentielle multifonctionnelle; (2)
les activités productives se répètent au moins dans deux couches d’occupation; (3) le volume de
production excède trés nettement les besoins d’une consommation domestique et, d’autres produits,
de par leur qualité et leur valeur symbolique, sont destinés aux membres de l’élite mochica, enfin;
(4) plusieurs outils ainsi que divers produits, correspondant à diverses étapes de la fabrication, ont été
découverts.
Cet important degré de spécialisation et son contrôle par des unités résidentielles majeures du site nous
permet d’avancer l’hypothèse selon laquelle les spécialistes étaient attachés à des groupes corporatifs
et que ce nouveau système d’organisation sociale et de production fut la conséquence du déclin de
la structure théocratique de la société mochica. Ce phénomène a conduit cette société à chercher un
nouveau modèle social, plus civil, dans lequel les groupes urbains se sont arrogés un plus grand pouvoir
économique.
Mots Clés : Culture Mochica, urbanisme, ateliers artisanaux, structure sociale, spécialistes
The urban context of craft production at the Huacas of the Sun and
the Moon Archaeological Project
Abstract
The excavations of the three last occupational floors of the Urban Nucleus at Huacas of the Sun and
the Moon in the Moche Valley have allowed us to register at least four craft production centers. Four
following lines of evidence allow us to establish that they are centers of specialized production: (1)
these centers are placed in definite spaces within a multifunctional residential area; (2) the productive
activities are repeated on more than two occupational floors; (3) the volume of production is far
greater than the needs of family consumption; other products, given their quality and symbolism, were
produced for members of the Moche elite, and; (4) production instruments and products from several
production steps have been registered.
This greater specialization and its control through residential units at the site allow us to hold that the
specialists were associated with corporate groups and that this new system of social and productive
organization was produced as consequence of the collapse of the theocratic structure of Moche
society; this resulted in attempts by this society to look for a new social model, one that was more
civic, and in which urban groups began to acquire a greater economic power.
Key Words: Moche Culture, Urbanism, Craft Workshops, Social Structure, Specialists
INTRODUCCIÓN
244
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
1. ASPECTOS TEÓRICOS
245
Santiago Uceda Castillo
246
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
Chan Chan es considerada la ciudad capital del reino del Chimor o Chimú. Su
trama urbana no sigue la misma lógica que la descrita para el Cusco. Si bien existe
tres tipos de arquitectura bien diferenciada en términos sociales (la arquitectura
monumental, compuesta de los llamados palacios y los templos; la arquitectura
intermedia, destinada a las residencias de los administradores y comerciantes;
y la arquitectura popular, destinada a la clase baja urbana), estos tres tipos de
arquitectura no se encuentran separados como el caso inca; los llamados barrios
se ubican preferentemente en la parte sur y oeste de la ciudad.
Según John Topic (1990: 152), los especialistas en Chan Chan ocuparon tres áreas
distintas: barrios, áreas de servidores y áreas para alojamiento de comerciantes
(fig. 1).
247
Santiago Uceda Castillo
Existen cuatro barrios separados por cementerios que podrían indicar cuatro
parcialidades asentadas en la ciudad. Dentro de cada barrio el artesano vivió en
una unidad doméstica independiente con una cocina, área de depósitos, espacio
de trabajo y animales domésticos (fig. 2). Mayormente las viviendas contienen
248
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
249
Santiago Uceda Castillo
Figura 4 – Área administrativa ligada a los talleres del complejo 3, Chan Chan
Tomado de Topic (1990: fig. 8)
ambientes (fig. 5). Estas cocinas tienen dos fogones en un cuarto y otro en otro
cuarto adyacente. Estos también fueron espacios para tres zonas de molienda (por
la presencia de batanes) y el área de cocina incluía dos arcones; la ausencia de
evidencia de producción de chicha es un indicador de arreglo social comparado
a la de los barrios. Las áreas de los servidores pueden ser consideradas como
viviendas particulares, al menos en términos de preparación de alimentos.
Las evidencias recuperadas en las excavaciones indican, en términos del proceso
de producción, que el trabajo preliminar (tanto el laminado del metal como el
hilado), fue menos importante en estas áreas, que el del acabado de los objetos.
Todas estas características llevan a Topic (1990: 161) a postular que la gente que
vivió en estas áreas tuvo un más alto estatus que aquellos de los barrios. Del mismo
modo, la cercanía a los palacios, así como las características de las construcciones,
le permite suponer que esta gente estuvo sujeta a los señores chimúes.
El tercer tipo de especialistas son los comerciantes. Las dos áreas registradas
se ubican en la parte central del sitio y al final de la red de caminos. La mejor
estudiada (fig. 6) poseía una cocina comunal, amplios corrales, una plataforma
llena de entierros de llamas y cuartos con múltiples banquetas para dormir (fig. 7).
Según los cálculos efectuados, estos fueron capaces de albergar cerca de 600
personas. La evidencia de artefactos y materiales registrados (madera exótica,
lana de alpaca, lingotes de metal) sugiere el intercambio entre la costa y la sierra
y otros lugares lejanos. Por ello estas áreas corresponderían a estructuras para
acoger temporalmente a estos especialistas.
Los estudios de talleres artesanales para la época Moche con mayor información
de contextos urbanos en conjunto, sin lugar a dudas, son aquellos realizados
250
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
251
Santiago Uceda Castillo
Figura 6 – Área de
mercaderes, Chan
Chan
Tomado de Topic,
1990 (fig. 13)
252
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
253
Santiago Uceda Castillo
254
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
auspician. Nuestro estudio estará centrado en resolver esta pregunta, así como
la escala de la producción artesanal en el sitio de las huacas del Sol y de la Luna.
Por otro lado, la producción artesanal puede ser hecha a diversas escalas, pero
siempre que lo producido esté destinado a consumidores fuera del núcleo de los
productores, es decir que ello involucra un sistema de movilización de los bienes
a través de mecanismos de mercados o mediante el intercambio auspiciado por
las elites gobernantes.
La producción artesanal también involucra el concepto del espacio físico donde
se realiza la producción: los talleres. Un taller no indica un espacio único;
dependiendo de la complejidad del producto y de la escala de la especialización,
los talleres podrían tener tantos espacios o áreas como tipos de artesanos
especialistas existan en la producción, atendiendo al trabajo específico que
realicen dentro de una cadena productiva determinada. El registro arqueológico
nos informa directamente sobre los talleres, en un primer momento, pero esta
visión que nos brinda la arqueología es parcial, en tanto corresponde a la cantidad
de información que ha perdurado en el tiempo y lo que dejaron los ocupantes
antes de abandonar o transformar el taller. En estos espacios, las áreas de actividad
se deducen por los objetos recuperados y ciertos elementos fijos que los talleres
requieren, como fogones, «mesas» de trabajo y herramientas para realizar los
diversos pasos de la cadena operativa, principalmente.
255
256
Santiago Uceda Castillo
Figura 9 – Cuadro de secuencia ocupacional en el sitio de la Huacas del Sol y de la Luna. Resumen de las principales características
Uceda (2007; 2010)
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
257
Santiago Uceda Castillo
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Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
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Santiago Uceda Castillo
260
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
En el periodo que va desde 900 ó 1000 d.C. hasta la época Chimú, hay
evidencia que indica que el sitio fue totalmente abandonado y luego reocupado,
posiblemente en forma continua, pero no como un centro urbano ceremonial.
Ciertos espacios arquitectónicos del Templo Antiguo son reocupados por gente
chimú para construir tumbas, altares o colocar ofrendas; ello nos indica la
clara continuidad cultural entre los moches y chimúes. Estos últimos siguieron
reconociendo este templo como un lugar sagrado, pues las actividades que ellos
realizaron son de este carácter. No ocurre lo mismo con el Núcleo Urbano donde
se destruyen las viviendas, se nivela el terreno y se le transforma en campos de
cultivo y como cementerios de los ocupantes chimúes. La ciudad se abandona y
sus artesanos y su elite van a ocupar Chan Chan u otros centros urbanos chimúes.
261
Santiago Uceda Castillo
La descripción que haremos del sitio huacas del Sol y de la Luna, es aquella
que corresponde a la última ocupación moche (fig. 10). Se trata de un complejo
urbano compuesto de dos grandes edificios públicos, asentados, uno al pie de
las faldas oeste del Cerro Blanco (la huaca de la Luna) y otro a unos 500 metros
al oeste del primero y cerca del río Moche (la huaca del Sol). Entre ellos, y en las
faldas del Cerro Blanco, se desarrolló un conjunto de residencias con carácter
multifuncional que hemos denominado Núcleo Urbano (Uceda, 2005).
Una gran calzada que corre de sur a norte y a unos 100 metros al oeste de la
huaca de la Luna habría dividido el sitio en un área sacra y otra civil donde se
desarrollaban actividades domésticas, productivas y administrativas. Por ahora
desconocemos si otra calzada separaba la huaca del Sol del Núcleo Urbano.
La parte del Núcleo Urbano que se ubica entre las dos huacas presenta un diseño
ortogonal (fig. 11). Un conjunto de callejones casi paralelos, separados entre sí por
una distancia de 30 a 35 metros, parten de la calzada principal que separa este
núcleo del área sacra de la huaca de la Luna, y penetran al interior del Núcleo
Urbano. Estos callejones se conectan con espacios abiertos de unos 400 m2 que
hemos denominado plazas; habrían servido como áreas de articulación entre los
primeros callejones con un segundo grupo que corren de sur a norte y relacionan
plazas con plazas o plazas con callejones (Chapelaine, 2003). De este modo se
conforman bloques arquitectónicos a manera de manzanas urbanas modernas.
Una plaza presenta evidencia de depósitos y bien puede tratarse de un área de
distribución de productos como carne de camélido, pescado, entre los principales
productos (Chiguala, 2004; Uceda, 2005).
El primero de los dos bloques arquitectónicos ya estudiados corresponde a los
conjuntos arquitectónicos 27 y 30 que se ubican cerca de la calzada principal y en
la parte central del complejo; el segundo pertenece a los conjuntos arquitectónicos
17, 21 y 35.
Esta forma de organización del espacio urbano corresponde a los dos últimos
pisos. Según las excavaciones hechas en el conjunto arquitectónico 35, los pisos
inferiores presentan cambios sustanciales, entre los que se destacan: (1) en los
pisos tardíos existe una mayor densidad de espacios, donde hay una fuerte
tendencia a la especialización, esto quiere decir, que ciertos ambientes estaban
destinados a actividades domésticas (cocina), otros para reposo (dormitorios),
otros para recepción, depósitos, etc.; (2) en los pisos tempranos dominan los
ambientes para las recepciones, descanso y actividad doméstica; (3) a esta
diferencia del diseño arquitectónico se debe agregar que, para los pisos tardíos,
existe una mayor variedad de productos consumidos, así como una mayor y más
diversificada presencia de productos artesanales de la época (Tello et al., 2008).
Todo ello nos indica que la gente de las dos últimas ocupaciones concentró mayor
poder económico a expensas de la elite religiosa, así como tendió a concentrar los
rituales y ceremoniales, tal como se puede observar en la mayor uniformidad de
262
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
Figura 10 – Plano general del complejo arqueológico Huacas del Sol y de la Luna
263
Santiago Uceda Castillo
264
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
Bloque arquitectónico 1
Se ubica en la parte central del Núcleo Urbano y adjunta a la avenida 1. Está
compuesto por los conjuntos arquitectónicos 27 y 30 (fig. 12). Está delimitado
al este por la avenida 1, al sur por el callejón 27-sur, al norte por el callejón
30-norte y, al oeste, por una plaza con depósitos. Fue el primer caso de bloque
arquitectónico definido (Gamarra et al., 2004; Uceda, 2005), y se pudo
constatar que se comportan como unidades complementarias, denominadas
«áreas de actividad»: residencia principal, residencia secundaria, servicios, área
administrativa y taller de orfebrería.
Área residencial y ceremonial. Se la considera así por presentar un patio con
banquetas y ambientes para descanso y depósitos. Se accede a través de un
corredor que parte de la avenida 1 y delimita con el subconjunto 27-2. El
acceso de esta área daba a un patio amplio rodeado de banquetas a distintos
niveles. Al oeste de este patio, existe un vano que comunica con la parte
más amplia de esta área que permite acceder a dos ambientes que presentan
fogones, lo que indica que se trata de posibles cocinas. La segunda área,
ubicada en el extremo oeste, se comunica con un pequeño vestíbulo que
permite comunicarse con un ambiente para descanso y a un segundo patio,
rodeado de depósitos y un segundo ambiente para descanso.
265
Santiago Uceda Castillo
El estudio de los restos cerámicos nos indica que en esta área predomina
la actividad de almacenaje de enseres o de chicha, así como la actividad
doméstica y ritual (fig. 13). Dentro de los recursos alimenticios registrados
para esta área dominan los restos de mamíferos, en particular, los camélidos,
seguidos de los moluscos (fig. 14). Si bien no se ha realizado un cálculo del
volumen de carne que representan estas especies, el número de individuos
camélidos representados es muy importante en la dieta. El consumo de
carne (cuy y camélidos) está muy bien documentado en los festines que los
señores realizaban como parte de las actividades de reciprocidad necesarias
para el mantenimiento de la estructura social vigente. Estas actividades tienen
íntima relación con la presencia de las banquetas en los patios, pues en ellas
se debieron realizar banquetes dentro de un marco ritual de relaciones de
intercambio.
Área de residencia y servicios. Se la define de este modo por la presencia
de ambientes para descanso. Es un área mucho menor en extensión y está
compuesta de un vestíbulo que se comunica con el corredor sur y que sirve
266
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
DISTRIBUCION DE ACTIVIDADES NUCLEO 1
25%
1 Domestica
2 Ritual
3 Prod. Chicha: Almacén
4 Prod. Metales
20%
5 Prod. Cerámica
6 Prod. Tejidos
7 Administrativos
8 Emblemas
15%
10%
5%
0%
1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8
ADMINISTRATIVA SERVICIOS TALLER RESIDENCIA RESIDENCIA
SERVICIOS
1 Moluscos
2 Peces
25%
3 Aves
4 Mamíferos
20%
15%
10%
5%
0%
1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4
ADMINISTRATIVA SERVICIOS TALLER RESIDENCIA RESIDENCIA
SERVICIOS
267
Santiago Uceda Castillo
para comunicar con un ambiente con una banqueta frontal ubicado al lado
este de este vestíbulo, que puede ser considerado como un ambiente para
descanso. Desde el vestíbulo, hacia el norte se comunica con un patio sin
banquetas. De este patio se accede a una cocina ubicada al norte donde
hay dos fogones amplios; de la cocina se comunica a un ambiente con un
depósito. Al lado este del patio, un vano comunica con un pequeño vestíbulo
que antecede a un ambiente para descanso.
En esta residencia secundaria domina la activad de almacenaje de alimentos
o de chicha, con poca actividad doméstica (fig. 13). Sin embargo, al examinar
los recursos alimenticios recuperados, la presencia de restos de mamíferos es
notoria, aunque no así los moluscos (fig. 14). La disminución de actividad de
almacenaje y doméstica con relación al área residencial y ceremonial bien
puede indicar que esta área residencial sea exclusiva para los residentes que
controlaban todo el bloque arquitectónico 1.
Área de servicios. Se la denomina así por la presencia de un ambiente con un
fogón largo rectangular muy similar a aquellos que se usan en la actualidad
para la cocción del maíz en la preparación de chicha. Está compuesta de cinco
ambientes y un vestíbulo por el que se comunica con el corredor sur. El mal
estado de conservación no permite conocer detalles de algunos de ellos. Hacia
el lado oeste del vestíbulo se encuentra el ambiente con un fogón central amplio
y varias tinajas empotradas en el piso; formando parte de este ambiente, hacia
el sur, existe un pequeño ambiente con banqueta y piso desgastado como
un ambiente de descanso para varios individuos. Hacia el oeste un ambiente
con banqueta frontal puede ser considerado con un espacio para descanso;
no es clara la función de los otros ambientes. El análisis de los fragmentos de
cerámica asociada a la ocupación de esta área nos indica que la actividad de
almacenaje o producción de chicha le sigue en importancia luego de las áreas
residenciales; esto podría estar ligado a su producción antes que a su consumo
(fig. 13). La actividad doméstica es reducida, pero suficiente para alimentar
un grupo de personas trabajando y distribuyendo la producción de chicha. El
consumo de mamíferos sigue dominando, pero en menor proporción que en
las áreas de residencia. Si calculamos el número de ambientes dedicados al
descanso en relación al alimento consumido, éste es más reducido que aquel
volumen consumido en las residencias antes descritas (fig. 14).
Área administrativa. Se la considera así por su cercanía con el área de producción
de chicha y orfebrería, así como por la presencia de un grupo de depósitos. Su
acceso se hacía directamente desde la avenida 1 y frente al acceso se registró
un conjunto de tinajas en fila creando un acceso indirecto. Al final del corredor
existe un vestíbulo o corredor que comunica con un ambiente rectangular y,
al norte, con un conjunto de depósitos. Al oeste del vestíbulo hay un espacio
amplio con fogón central, y dos ambientes al norte que bien pueden ser
considerados como espacios para descanso. Hay un segundo espacio amplio,
en cuyo lado oeste se ubican dos ambientes más con fogones en su interior.
Estos ambientes nos pueden indicar que se trata de espacios destinados a
268
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
gente foránea que es alojada en esta área; puede tratarse de gente que trae
productos o los lleva desde la zona urbana. Esta hipótesis puede ser sustentada
con la presencia de actividad doméstica importante y consumo de chicha y
objetos para almacenaje, ligado al consumo de camélidos, con un consumo
menor de moluscos, peces y aves (figs. 13 y 14).
Área taller de orfebrería. Su denominación se origina en la presencia de un
espacio a manera de patio donde se registran evidencias de actividades ligadas
a la elaboración de objetos de metal. Presenta dos sectores bien diferenciados
y separados. Se accede al primero, ubicado al norte, por un corredor que
lleva a un espacio abierto a manera de patio. Alrededor de él existe hasta
cinco ambientes con banquetas que indican que se trata de ambientes
para descanso, y el patio, como área común, presenta una configuración y
distribución que nos hace recordar las primeras aldeas donde los ambientes
de descanso unifamiliares se comunicaban a un patio central. Este sector bien
puede considerarse el área de residencia de los artesanos. Es interesante notar
que en este sector no se registran áreas de cocinas.
Al segundo sector se accede desde el corredor 27-Sur; el vano nos da acceso a
un patio amplio en cuya esquina noreste existen un ambiente con banqueta y
cuatro depósitos. En el patio se registraron tres quemas circulares alineadas de
norte a sureste sobre el piso; alrededor de ellas muchos fragmentos de carbón
estaban también sobre el piso.
Posteriormente este piso fue remodelado, es decir fue cubierto por un relleno
y se superpuso otro piso. El relleno arrojó mucha frecuencia de fragmentos de
cobre oxidado e instrumentos de piedra, así como toberas.
Esta remodelación presenta sobre el piso, hacia el lado sureste del ambiente, un
yunque de piedra con adherencias de cobre oxidado a su superficie (fig. 15).
269
Santiago Uceda Castillo
270
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
TOTAL 5 1,92 76 29,23 178 68,46 1 0,38 260 100,00 260 100,00
30-norte, por el este con la avenida 1, por el norte con el callejón 17-21 y por
el oeste con la plaza 4 (fig. 18). Este bloque arquitectónico posee seis áreas
complementarias, como se vera más adelante, las cuales no son exactamente
semejantes a aquellas descritas para el bloque arquitectónico 1. En principio
existen dos áreas de taller, un área residencial y administrativa, un área de
residencia principal y un área de servicios.
Área de residencial principal. Corresponde al subconjunto 35-1. Su ingreso se
efectúa por el callejón 30-norte. Desde el callejón un corredor corto permite
271
Santiago Uceda Castillo
272
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
273
Santiago Uceda Castillo
10%
5%
0%
1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8 1 2 3 4 5 6 7 8
TALLER RESIDENCIA ADMINISTRACION TALLER RESIDENCIA SERVICIOS
ABALORIOS ADMINISTRACION CERAMICA
274
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4 1 2 3 4
TALLER RESIDENCIA ADMINISTRACION TALLER RESIDENCIA SERVICIOS
ABALORIOS ADMINISTRACION
actividad doméstica y ritual (fig. 19). Los restos orgánicos animales usados en la
alimentación son los mamíferos y un bajo porcentaje de peces (fig. 20).
Área de residencia o viviendas. Se trata de un conjunto de posibles viviendas en
torno a tres patios. Se ingresa por un corredor desde el callejón 21-17-norte.
Desde el corredor se accede a través de una banqueta a un patio amplio que
presenta, cerca de la banqueta, un fogón hecho con dos hileras de adobes.
En la parte sur del patio existen dos conjuntos de ambientes formando dos
pequeñas viviendas compuestas de dos ambientes cada una. Un segundo
patio ubicado al este del primero articula siete ambientes, cuya circulación y
funcionamiento es difícil definir. Uno de ellos (ambiente 17-8) pudo funcionar
como una antesala al tercer patio. Alrededor de este tercer patio se distribuyen
cinco ambientes en forma de «U»; los ambientes del lado oeste y noroeste
poseen fogones y su uso como cocinas es evidente. Los otros ambientes
pudieron ser espacios para descanso y uno de ellos posee una banqueta.
La forma de distribución de estos ambientes alrededor de patios nos hace
recordar las primeras viviendas aglutinadas en torno a espacios abiertos de
las primeras aldeas. La presencia en esta área de materiales terminados de
cuentas en piedras, son un buen indicio para postular que estas viviendas estén
relacionadas con la gente que trabaja o administra el taller de abalorios en
piedra que se ubica al costado de esta área.
275
Santiago Uceda Castillo
276
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
La segunda etapa estuvo dada con la elaboración de las preformas; estas son
el resultado del desgaste de los núcleos reducidos o de las plaquetas, dándole
la apariencia deseada para obtener las formas aún toscas de las cuentas y
colgantes respectivamente; asimismo se da el pulimento preliminar para darle
la forma inicial a estos adornos.
La siguiente etapa, consistió en la perforación del adorno; esta se realizaba en el
caso de los colgantes, mayormente por un solo lado. En el caso de las cuentas,
la perforación se daba por ambos extremos, lo que podemos evidenciar por
las estrías presentes en los orificios de las cuentas y colgantes registradas en
este conjunto.
Finalmente, la cuarta etapa consistió en el pulimento final del ornamento; este
se realizó luego de que la pieza estuviera perforada completamente y después
de haber seguido los procedimientos antes mencionados. Cabe mencionar
que, en algunos casos, se han registrado cuentas y colgantes que han sido
pulidos completamente, pero no contaban con perforación alguna, por lo que
se puede asumir que, en ocasiones, no se respetaron las últimas dos etapas de
elaboración.
En este taller se han registrado para esta ocupación materiales y objetos
descritos para el proceso productivo de estos materiales de adorno corporal.
En el cuadro 3 se presentan los efectivos y porcentajes de estos materiales
líticos para las tres ocupaciones estudiadas en el conjunto arquitectónico 17.
Las herramientas están conformadas por los percutores, cortadores, soportes
para corte, alisadores y pulidores; estos elementos fueron elaborados en
piedras de forma alargada y de color gris oscuro. Asimismo, algunas de estas
herramientas desempeñaron doble función, ya que en algunos casos los
alisadores funcionaban como cortadores
Los núcleos están conformados por los núcleos y fragmentos de núcleo. Estos
elementos presentan regular tamaño, formas irregulares y colores diversos,
predominando los colores rojo, gris claro, gris oscuro y en menor cantidad los
colores beige y crema (fig. 21).
Los objetos en proceso están conformados por las plaquetas, fragmentos de
plaquetas, así como las preformas de cuentas y colgantes (figs. 22 y 23). En
cuanto a los fragmentos de plaqueta, los colores predominantes son el gris
claro, gris oscuro, rojo y beige. Las preformas de cuenta son más abundantes
que las de colgante; predominan las de tipo cilíndrico, cónico, discoidal y
elipsoidal. Son preferentemente de color gris claro, rojo, gris oscuro y beige y la
mayoría de ellas no presentan perforación; así también tenemos las que tienen
perforación por un solo lado y por ambos lados que no ha sido concluida
porque, al parecer, en ese momento se produjo la fractura. Finalmente las
menos comunes son las que culminaron la perforación pero aún les falta el
pulido final. En lo que respecta a las preformas de colgante, predominan las
de tipo fitomorfos, zoomorfos y geométricos; preferentemente también son
de color gris claro, rojo, gris oscuro y beige. En su mayoría, estas no presentan
277
Cuadro 3 – Artefactos y material lítico en proceso de elaboración, taller abalorios en piedra, CA 17
278
R. SC SC SC SC
CATEGORÍA SUP. S.A C-1 # % SC 1 # % SC 1 # % # %
I. 1 2 2 2
Chopper 1 1 4 4 0,49 2 9 11 0.80 17 0,38
Denticulado 1 2 2 4 0,49 3 3 6 0,44 11 0,24
Muesca 1 1 0,12 1 0,02
Núcleo 8 1 1 24 12 36 4,40 21 19 40 2,90 38 1 39 1,91 125 2,77
Fragmento de
37 1 1 72 17 89 10,9 104 13 117 8,49 146 146 7,16 391 8,67
Núcleo
TALLADOS
Lasca 3 130 15 11 257 203 460 56,2 416 244 660 47,9 1168 1168 57,28 2447 54,23
Lasca con
1 1 0,12 2 1 3 0,22 3 3 0,15 7 0,16
retoque
Utensilio diverso 1 1 0,05 1 0,02
Indeterminado 1 1 0,12 1 0,02
Desecho de talla 3 3 0,22 3 0,07
Percutor 3 1 7 13 20 2,44 3 19 22 1,60 14 14 0,69 60 1,33
BATANES Y Guijarro 3 3 6 0,73 5 5 0,36 4 4 0,20 15 0,33
GUIJARROS Batán 5 3 8 0,98 1 1 0,07 9 0,20
Mano de moler 5 1 6 0,73 2 2 0,15 8 0,18
Peso de red 1 1 1 0,05 2 0,04
PULIDOS
Piruro 1 1 0,12 1 2 3 0,22 1 1 0,05 5 0,11
Incrustación 1 1 1 0,07 2 2 0,10 4 0,09
Cuenta 4 1 3 3 6 0,73 4 8 12 0,87 13 13 0,64 36 0,80
Preforma de
5 13 1 53 7 60 7,33 115 17 132 9,58 153 153 7,50 364 8,07
Cuenta
Colgante 1 1 2 3 0,37 11 4 15 1,09 1 1 0,05 20 0,44
ORNAMENTOS
Preforma de
2 14 28 12 40 4,88 122 17 139 10,1 91 1 92 4,51 287 6,36
Colgante
Plaqueta 1 1 2 0,24 1 1 0,07 4 4 0,20 7 0,16
Fragmento de
7 5 50 12 62 7,57 153 20 173 12,6 347 1 348 17,07 595 13,19
Plaqueta
Santiago Uceda Castillo
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
279
Santiago Uceda Castillo
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Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
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Santiago Uceda Castillo
282
Cuadro 4 – Material cerámico, taller de abalorios en cerámica, CA 21
21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- 21- Calle Calle-
Formas 21-5 # # 21-3 # # %
3 2 3 4 5 6 8 9 11 12 13 15 C jón jón
Elementos Molde 2 1 3 2 47 1 3 1 8 1 3 66 19 1 20 386 16.57
Plato de
para 1 1 5 0.21
alfarero
Disco de
la 1 1 1 1 2 2 8 0.34
alfarero
Producción Matriz 1 1 2 0.09
Esferas 85 7 1 9 102 33 33 168 7.21
Cuentas 2 2 4 2 587 8 3 27 1 2 3 633 447 1 448 1323 56.81
Objetos Colgantes 6 2 1 1 10 5 1 6 29 1.25
Terminados Miniaturas 1 1 5 1 6 5 5 12 0.52
Figurinas 3 3 4 4 386 16.57
Guijarro 1 1 1 0.04
Mano de
1 1 1 0.04
Instrumentos moler
Alisador 2 1 1 4 4 0.17
Pulidor 1 1 3 0.13
Desbastador 1 0.04
Total # 6 3 9 4 738 8 5 37 6 1 3 4 2 18 1 3 830 515 3 518 2329 100
General % 66,67 33,33 100 0,48 88,92 0,96 0,60 4,46 0,72 0,12 0,36 0,48 0,24 2,17 0,12 0,36 100 99,4 0,58 100
Total por # 9 830 518 1357
Ocupaciones % 0,663 61,16433309 38,17 100
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
283
Cuadro 5 – Instrumentos en hueso asociados al taller de cerámica, CA 21
Última
Penúltima ocupación Antepenúltima ocupación TOTAL
ocupación
284
Sed. 21 21 Corre- 21 21 21 21 21 21 21 Corre- Calle- Corre- Calle-
Tipo de Instrumento Sup. # % # % # % # %
Ag. -3 -4 dor -2 -3 -5 -8 -12 -13 -15 dor jón dor jón
Piezas tecnólogicas 3 1 1 1 2 28,57 1 5 2 2 2 1 1 14 33,33 5 5 83.33 25 33.78
Apuntados 1 1 1 3 7,14 1 1 16.67 4 5.41
Romos 1 1 2 28,57 3 1 1 1 6 14,29 8 10.81
Perforados 3 2 1 3 7,14 6 8.11
Ornamentos escultóricos 1 1 2,38 1 1.35
Ornamentos
2 2 2 4 9,52 6 8.11
fragmentados
Macizo 1 1 2,38 1 1.35
Desbastador 1 1 1.35
285
Santiago Uceda Castillo
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Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
4. DISCUSIÓN
287
Santiago Uceda Castillo
288
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
289
Santiago Uceda Castillo
290
Los contextos urbanos de producción artesanal en las huacas del Sol y de la Luna:
CONCLUSIONES
Las investigaciones actuales realizadas en el sitio de las huacas del Sol y de la Luna
nos han permitido hacer algunas modificaciones a nuestro conocimiento que se
tenía de este sitio.
Sabemos que existen dos grandes momentos en su historia social y política en
este sitio de la sociedad moche: un primer momento de desarrollo de estado
teocrático y una final de tránsito a un sistema social político civil.
Creemos que la reorganización de la planificación urbana en el sitio refleja este
momento de cambios y búsqueda de nuevas formas de organización social, donde
el poder del templo se traslada a los residentes de la zona urbana, quienes no solo
asumen roles de producción de bienes de consumo suntuario y cotidiano, sino
roles en ceremoniales y distribución de dichos bienes.
Los artesanos se adscribieron a grupos de linajes de la elite urbana, manteniendo
un rol y estatus social elevado, considerando que ellos tenían acceso a los mismos
productos alimenticios que los señores que vivían en las residencias principales de
cada bloque arquitectónico.
291
Santiago Uceda Castillo
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Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, Tel.Santiago
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298
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 299-330
IFEA
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
Véronique Wright*
Resumen
Para la civilización mochica, el arte mural representaba una expresión artística muy importante que
permitía a la élite transmitir al pueblo una codificación simbólica de su propio poder. Por ende, más allá
de un rol decorativo, desempeñaba una función de vector ideológico, fundamental para esta sociedad
sin escritura textual. La importancia del adorno mural en esta sociedad llevó el autor a estudiar su
proceso de elaboración con una herramienta aún poco utilizada: la arqueometría. Desarrollando
investigaciones físico químicas sobre la policromía de la huaca de la Luna, de la huaca Cao Viejo, del
complejo de Castillo de Huancaco y de la Plataforma funeraria de Sipán, se han podido adquirir datos
inéditos en cuanto a la tecnología pictórica y a la identidad de los artesanos pintores mochicas.
Résumé
Pour la civilisation mochica, l’art mural représentait une expression artistique très importante qui
permettait à l’élite de délivrer au peuple une codification symbolique de son propre pouvoir. Cet art
n’était donc pas seulement décoratif mais exerçait aussi le rôle de vecteur idéologique, fondamental
299
Véronique Wright
pour cette civilisation sans écriture textuelle. L’importance du décor mural au sein de cette société a
donc incité l’auteur à étudier son processus d’élaboration, à l’aide d’un outil peu exploité au Pérou sur
ce type de supports : l’archéométrie. Ainsi, grâce à l’étude physico-chimique de la polychromie de la
Huaca de la Luna, de la Huaca Cao Viejo, du complexe de Castillo de Huancaco et de la plate-forme
funéraire de Sipán, de nouveaux éléments de compréhension ont surgi quant à la technologie picturale
et à l’identité des artisans peintres mochicas.
Abstract
To the Mochica civilization, mural art represented an important form of artistic expression that allowed
the rulers to deliver a symbolic message of established political power to the people. It not only had a
decorative function but also a much more symbolic role: one with an ideological vector, essential for
a civilization without any textual writing. The importance of mural decoration within Mochica society
inspired us to push beyond the previous research, taking an interest in studying the production process
of these murals by using a form of archaeometry, rarely employed in Peru. Through the physicochemical
study of the polychromy of the Huaca de la Luna, of the Huaca Cao Viejo, of the complex of Castillo
de Huancaco, and of the funeral platform of Sipán, we have been able to obtain clues to the Mochica’s
pictorial techniques and the painters’ identity.
INTRODUCCIÓN
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
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Véronique Wright
Los primeros análisis físico químicos sobre murales mochicas permitieron adquirir
información sobre las mezclas pictóricas (fig. 1). El elemento colorante corresponde
a un pigmento, generalmente, de origen mineral. El único pigmento orgánico es
fabricado con carbón de madera de especie indeterminada, caracterizado en los
sitios de La Mina y El Brujo (fig. 2) (Bonavia, 1985; Franco et al., 1994; Kakoulli,
1997; Sabana & Reyna, 1998; Bourgès, 1998; Scott et al., 1998; Wright, 2002;
2005). Sin embargo, estas investigaciones involucran, en cada caso, pocas muestras
lo que no permite comprobar su veracidad y la representatividad de los resultados
obtenidos. Se concentraron sobre la caracterización de las capas pictóricas, aunque
los soportes permanecieron poco estudiados. Además, el protocolo experimental
de laboratorio desarrollado era muy limitado y divergía según las investigaciones. La
procedencia de los materiales permanecia indeterminada aunque sea interesante
constatar que los artesanos ceramistas o tejedores de la huaca de la Luna habrían
explotado fuentes de arcillas locales (Chapdelaine et al., 1995; 2001).
La idea del añadido de productos orgánicos, de tipo aglutinante, es una simple
conjetura, pues ningún análisis pudo caracterizarlo químicamente. Los datos
bibliográficos y etnológicos permiten sin embargo sugerir el uso de sustancias de
origen vegetal y animal (Petersen, 1970; Bonavia, 1985; Uceda & Tufinio, 2003;
comunicaciones personales de Pedro Azabache y Julio Urbina, 2006).
302
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
Figura 1 – Cuadro recapitulativo de todos los datos analíticos adquiridos sobre los murales
mochicas
En itálico son indicados los estudios anteriores y en negrita los sitios analizados en el marco de
nuestra investigación. Permite exponer la composición de las mezclas colorantes, precisando el
elemento colorante, y los coadyuvantes.
303
Véronique Wright
Figura 2 – Mapa de la costa norte del Perú que permite ubicar el territorio mochica, los
sitios mochicas catalogados, los que traen vestigios de policromía mural, cuyos murales
fueron analizados anteriormente, así como los que han sido estudiados en el marco de
nuestra investigación
Wright, 2009 según el modelo de Castillo & Uceda, ms.
Estos primeros estudios aportan pocos datos sobre la cadena operativa seguida
por los artesanos pintores. Sin embargo podemos identificar varias actividades
distintas: la extracción de las materias primas, la preparación de los pigmentos
y de las mezclas colorantes, la preparación de los soportes, la realización de los
diseños, y la aplicación de la pintura sobre las superficies preparadas.
Por eso es importante entender la organización y la repartición de estas tareas
entre los artesanos pintores. ¿Fueron los mismos artesanos quienes extrajeron
los pigmentos, prepararon el muro soporte y aplicaron la pintura? ¿Cuál ha sido
304
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
el estatus social de cada uno y su relación con la élite? Para intentar responder
a estas interrogaciones vamos a proseguir con los análisis preliminares sobre los
sitios de la huaca de la Luna, en el sitio de Moche en el mismo valle de Moche, de
la huaca Cao Viejo en el complejo El Brujo en el valle de Chicama, de Castillo de
Huancaco en el valle de Virú y luego de Sipán en el valle de Lambayeque (fig. 2).
El número de muestras es representativo y corresponde a un área cronológica
bastante amplia. Además, con un protocolo experimental completo podremos
trabajar sobre la caracterización de los materiales minerales y su procedencia,
pero también sobre los productos orgánicos. Cruzar los resultados adquiridos y
los datos bibliográficos nos permitirá seguir la historia de las técnicas artísticas
empleadas en un sitio particular y sobre todo el territorio, y entender la evolución
en el espacio y el tiempo de la tecnología pictórica mochica.
305
Véronique Wright
4. 1. El protocolo experimental
306
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
sección y más bien su estratigrafía. Sobre las muestras de murales, nos permite
obtener informaciones sobre el número de capas pictóricas superpuestas y estudiar
las cualidades de los materiales sobre cada capa de pigmento o capa de soporte.
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Véronique Wright
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
4. 1. 5. Conclusiones
Este protocolo analítico nos permitió estudiar la totalidad del material seleccionado,
que sea de origen mineral u orgánico. Pudimos trabajar sobre los fragmentos de
murales, las muestras de pigmentos naturales, las fibras animales y vegetales, las
muestras de vegetales, y sobre la caracterización de huellas de sangre.
Los análisis sobre los murales de la Huaca de la Luna, nos permitieron obtener
informaciones inéditas sobre los materiales empleados y más generalmente sobre
la tecnología artística desarrollada por los artesanos pintores del sitio.
309
Véronique Wright
propuesta por varios autores (Bonavia, 1985; Franco et al., 1994; Campana &
Morales, 1997).
310
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
4. 2. 3. Las herramientas
Los vestigios de herramientas utilizadas por los artesanos pintores moches son
excepcionales. Sin embargo, gracias al estudio arqueométrico pudimos observar
y analizar fibras animales entrampadas en las capas pictóricas (fig. 3), que luego
hemos comparado con fibras de referencia. Así pudimos mostrar el empleo
de herramientas de tipo pinceles elaborados con pelos de camélidos, muy
probablemente de llama, para aplicar el color sobre el soporte (fig. 4). Aunque
el tamaño y la fisonomía de estos pinceles queden a determinar, estos primeros
resultados son muy importantes porque inéditos.
Figure 4 – Imágenes MEB en electrones retrodifundidos de una fibra arqueológica (1) y de una fibra
referencia de llama (2) a una ampliación x 1000, indicando una correspondencia (© c2rmf, V.
Wright)
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
313
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Por fin, la localización de estas huellas sobre zonas precisas del mural, y su
penetración en el muro (más de 1,5 mm según las observaciones en sección)
indican que fueron asperjados de manera repetitiva. Estas proyecciones de sangre
no corresponden a una acción fortuita sino a un «rito» preciso.
Más allá de las problemáticas de tecnología pictórica, los análisis físico químicos
permitieron entender y demostrar la importancia y el grado sagrado que revestía
el arte mural en la sociedad mochica.
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
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4. 4. Conclusiones
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
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5. CONCLUSIONES E INTERPRETACIONES
Las investigaciones analíticas sobre el arte mural de los sitios de Moche, El Brujo
y Castillo de Huancaco, en la región sur, y de Sipán en la región norte, nos
permitieron adquirir datos inéditos en cuanto a la técnicas pictóricas, pero sobre
todo entender la evolución espacio temporal de la tecnología artística empleada
sobre todo el territorio, así como la organización de este actividad artesanal
singular.
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
una receta de elaboración de las mezclas colorantes idéntica en cada edificio, así
como los pigmentos, las cargas y los aglutinantes que se quedan idénticos durante
tres siglos de ocupación. Estos resultados indican una continuidad temporal de
las técnicas pictóricas en el sitio, y tienden a mostrar que existía en la huaca Cao
Viejo, como en la huaca de la Luna, una transmisión del conocimiento técnico
de una generación a otra de artesanos pintores. Esta observación conforta las
conclusiones de los análisis preliminares realizadas por Kakoulli, que indicaba una
continuidad en el tiempo en la elección de las materias primas (Kakoulli, 1997).
319
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
321
Véronique Wright
Luego, es necesario preparar todos los materiales recolectados. Los pigmentos deben
ser molidos de manera muy fina (del orden del micrómetro según las observaciones),
y los productos orgánicos, carbón de madera y aglutinantes, necesitan también
una preparación específica (combustión de la madera y molienda, confección de
la cola proteínica y extracción de la savia de San Pedro por ejemplo), antes de
mezclar todo. Esta etapa de la «gama» de fabricación exigía una mano de obra
suficiente y una larga duración de trabajo, ya que la cantidad de materia necesaria
para elaborar un mural es muy importante. En efecto, si consideramos el ejemplo
del Frontis Norte del Edificio A de la huaca de la Luna, es posible realizar una
aproximación. La superficie de los murales descubiertos es actualmente estimada
a 2 160 m² (Morales, Asmat, Solórzano, Asmat, Sánchez, Gil, 2006, 2006). Todas
las observaciones efectuadas en el marco de nuestro estudio arqueométrico
permiten, por otra parte, tasar el espesor medio de una capa pictórica no alterada
alrededor de 300 µm. El volumen de mezcla colorante para aplicar una sola capa
de pintura sobre esta fachada equivale aproximadamente a 650 litros. Determinar
la cantidad exacta de pigmentos correspondiente parece difícil, ya que su masa
volúmica diverge según su composición y son a menudo mezclados. Sin embargo,
una estimación general nos permite calcular que la masa de materiales minerales
necesaria para que los artesanos pinten únicamente la parte excavada del Frontis
Norte representa entre 700 kg y 1 tonelada. Si tomamos en cuenta la totalidad de
los murales hoy día descubiertos sobre este edificio, es fácil tomar conciencia que
la cantidad de materiales necesarios a su elaboración era muy importante.
Por otro lado, una vez los ingredientes preparados (molienda de los pigmentos
minerales, preparación del carbón de madera y de los coadyuvantes), tienen que
ser mezclados según una receta precisa (pigmento + carga + aglutinante), y según
proporciones adecuadas en función del color deseado, así como de las zonas que
pintar. Esta operación necesitaba entonces la aplicación de una destreza precisa
que quedó idéntica durante el tiempo y sobre cada sitio estudiado, como lo
indicaron los análisis.
En paralelo a la elaboración de las mezclas colorantes, los artesanos tenían también
que preparar los muros soportes. Sobre la capa de sedimento, puesta sobre el muro
de adobes, debían dibujar los motivos. Podían delimitar el cuadro de la escena
con cuerdecillas de algodón tensadas sobre el muro, mientras que los motivos
más complejos estaban incididos a mano, según un modelo textil (Lecoq, 2006) o
elaborados sobre otros soportes como adobes (Morales, Sólorzano, Asmat, 1998;
Morales, 2003). La realización de estos dibujos preparatorios exigía pues personas
calificadas, obedeciendo a códigos visuales e iconográficos precisos. Si el adorno
consistía en un relieve, era luego necesario modelar las partes prominentes, por
modelaje o escisión de materia (Morales, Sólorzano, Asmat, 1998).
La última etapa de elaboración de un mural correspondía a la aplicación de la
mezcla colorante sobre los muros ya preparados. El artesano debía entonces
respetar un «código de color» preestablecido con una significación precisa.
Una vez acabados, algunos murales fueron el objeto de un mantenimiento regular.
En efecto pudimos observar, gracias a la microscopía, varias capas pictóricas
322
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
323
Véronique Wright
Además, Max Uhle, quien excavó la Plataforma Uhle en Moche entre 1899
y 1900, menciona el descubrimiento de una tumba (Tumba 23) que podría
confortar nuestra hipótesis. En efecto, cataloga una serie de herramientas que
hubieran podido corresponder a pilones para moler los pigmentos, asociadas a un
individuo que ocuparía, en este caso, una función de «maestro pintor» (Morales,
2000b). Ahora bien, esta Plataforma Uhle constituye un espacio funerario
reservado a las clases gobernantes de la sociedad mochica (Pimentel & Álvarez,
2000), demostrando que algunos artesanos pintores estarían ligados a la élite. Sin
embargo, tenemos pocos datos sobre este entierro, y las excavaciones ulteriores
en este sector (Chauchat & Gutiérrez, 2006) no revelaron vestigios similares.
5. 2. 4. ¿Indicios de talleres?
De esta manera, si los artesanos pintores son reunidos en una clase artesanal, y
que estos especialistas son ligados a la élite, podemos proyectar que trabajaban
en talleres especializados, comparables a los de las ceramistas, metalurgistas o
tejedores por ejemplo (Chapdelaine, 2001; Shimada, 2001; Fraresso, 2008;
Rengifo & Rojas, 2008). Arqueológicamente, esta producción especializada
debería traducirse por una concentración importante de vestigios directamente
correlacionados a esta activad, indicadores de la presencia de un taller artesanal
(Bernier, 2008).
Ahora bien, en el centro urbano del sitio de Moche, un conjunto arquitectónico
excavado en 1995 (Chapdelaine et al., 1997), y luego en 1998 y 1999 (Chapdelaine
et al., 2003) entregó varios vestigios cuya interpretación podría confortar nuestra
hipótesis. En efecto, en este complejo arquitectónico, llamado CA5 (fig. 6),
ubicado a 300 m al suroeste de la huaca de la Luna, el material descubierto
tendería a mostrar que pigmentos y mezclas colorantes hubieran sido preparados
en varios espacios específicos.
En efecto, podemos notar artefactos en relación con la molienda de los materiales
colorantes (morteros y pilones) y su almacenaje (jarras domésticas con las paredes
internas cubiertas de sustancia colorada). Ubicado al pie de la huaca de la Luna,
cerca de los otros talleres, podemos suponer que este espacio hubiera sido la sede
de algunas actividades artesanales en relación con la preparación de pigmentos,
quizás asociadas con la elaboración de los murales. En efecto, hemos mostrado
que una de las primeras etapas de la gama de fabricación de un mural consistía en
la molienda de las materias primas minerales. Ahora bien, la cantidad de pigmento
necesaria era muy importante, exigiendo pues una mano de obra suficiente y
estructuras de trabajo adaptadas. El descubrimiento, en este sector de una gran
cantidad de morteros y pilones (algunos cubiertos de pigmentos), tendería a
indicar que esta etapa de fabricación hubiera podido ocurrir en una estructura y
con herramientas similares.
Estos primeros indicios arqueológicos convergen para demostrar que este sector
arquitectónico fue posiblemente en relación con una actividad artesanal, quizás la
artesanía pictórica. Sin embargo, se trata de unas hipótesis. El análisis físico químico
324
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Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
Figure 6 – Plano del centro urbano de Moche, excavado al pie de la huaca de la Luna
Son ubicados los talleres de producción especializados identificados, y el complejo arquitectónico 5 (CA5) (Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna,
2003)
Véronique Wright
CONCLUSIONES
326
Pigmentos y tecnología artística mochicas: nueva aproximación para comprender la organización social
Agradecimientos
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IFEA
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
Michel Pernot*
Resumen
La ciencia de los materiales ayuda hoy en día a caracterizar las aleaciones y los procesos de fabricación
empleados por los artesanos. Además del estudio de objetos acabados, la excavación de talleres permite
descubrir desechos, caídas de trabajo, subproductos y fallas de fabricación, así como estructuras de
construcciones y vestigios relacionados con la organización de los talleres. Se exponen unos resultados
obtenidos con esta metodología, en el área geográfica de Europa occidental, de la edad del Bronce
final al periodo romano.
Palabras clave: objeto metálico, metal, aleación, proceso de fabricación, artesano, taller, ciencia de los
materiales, excavación arqueológica, edad del Bronce, periodo romano, Europa occidental
Résumé
La science des matériaux aide de nos jours à caractériser les alliages et les procédés de mise en forme
employés par les artisans. En plus des objets finis, la fouille de sites de fabrication permet de découvrir
331
Michel Pernot
des déchets, des chutes de travail, des sous-produits et des ratés de fabrication, ainsi que des structures
de bâtiments et des vestiges d’ateliers. Des résultats obtenus par cette méthodologie dans le domaine
géographique de l’Europe occidentale sont présents ici, allant de l’âge du Bronze final à la période
romaine.
Mots clés : objet métallique, métal, alliage, procédé de fabrication, artisan, atelier, science des
matériaux, fouille archéologique, âge du Bronze, période romaine, Europe occidentale
Abstract
Alloys and shaping processes used by ancient craftsmen can be characterized with the help of materials
science. The excavation of workshops allows the discovery, not only of finished objects, but also of
wasters, scraps, under-products and unfinished artifacts, and of remains of the buildings and of the
spatial organization of work. Examples of the results obtained with this methodology are given for the
Late Bronze Age and the Roman period in Western Europe.
Key-words: metallic artifact, metal, alloy, shaping process, craftsman, workshop, materials science,
archaeological excavation, Bronze Age, Roman period, Western Europe
332
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
1. 1. El metal es reciclable
333
Michel Pernot
334
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
2. 1. La fundición
Para las aleaciones que se pueden derretir1, y por lo tanto, vaciar, se pueden
distinguir dos grandes categorías de procesos de fundición: la fundición en molde
permanente y la fundición en molde de utilización única. En esta última clase,
encontramos los procesos de la «cera perdida», de la «fundición en arena» y con
«molde ensamblado en cerámica». La fundición en molde permanente implica un
molde desmontable y re-utilizable, siempre en varias piezas (¡dos por lo menos!),
cuyo material debe resistir a las coacciones, térmicas y mecánicas, del metal en
1 El hierro, que funde a 1535°C, es infusible para las sociedades antiguas; los dispositivos utilizados
en estas culturas no permiten sobrepasar 1200°C de temperatura.
335
Michel Pernot
fusión durante la colada propiamente dicha. Este tipo de proceso permite, siempre
que el molde sea utilizable, producir piezas similares; sin embargo se deben hacer
dos observaciones. En primer lugar, el objeto que se produce sólo existe en negativo.
En segundo lugar, la producción en serie está limitada por el hecho de que, para
cada colada en el molde, se debe esperar que el metal esté solidificado antes de
desmoldarlo y volver a colar otra pieza; por lo tanto, la productividad es baja. En
cambio, los procesos en moldes no permanentes, es decir, utilizados para una sola
operación de vaciado, son procesos de copias, cuya productividad puede abarcar
un rango importante. En efecto, con la «fundición en arena» (molde crudo) o con
un «molde ensamblado en cerámica» (molde cocido) el original del objeto que
debe ser producido —el modelo— es un positivo rígido realizado con cualquier
tipo de material capaz de resistir lo suficiente (madera, tierra secada o cocida,
metal, etc.). El molde se desmonta una vez, para recuperar el modelo; luego, se
reensambla. Después, tras la colada y el enfriamiento del metal, se destruye para
recuperar el producto metálico. En el proceso de la «cera perdida», el modelo
en cera se destruye por fusión —es por eso que decimos que la cera se pierde—
pero el modelo puede también resultar de una operación de fabricación en serie.
Todo depende de los objetivos que persiguen los artesanos. Por ejemplo, se trata
336
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
de una operación singular: se fabricará un modelo en cera una sola vez, luego se
obtendrá la pieza en metal por fundición. O bien se pueden producir «ceras» en
serie a partir de un molde reutilizable. La impronta puede ser creada en negativo.
Sin embargo, el parámetro de la temperatura es menos apremiante para la cera
(cerca de 100°C) que para una aleación de cobre o aleaciones preciosas (cerca
de 1000°C); la consecuencia es que el molde puede ser de madera, por ejemplo.
Si el modelo original fuera en positivo y rígido, puede ser modelado con una
tierra plástica, por ejemplo. A partir de este molde intermedio, se puede producir
«ceras» —es decir, modelos en cera— en grandes series para luego vaciarlas en
«cera perdida». La utilización de la «fundición en grapas», es decir, que un mismo
molde asocia varias piezas que serán vaciadas en una sola operación de colada,
desmultiplica la productividad. Los testigos arqueológicos muestran, sin ninguna
ambigüedad, que culturas europeas del final de la edad del hierro y del periodo
romano han practicado el proceso anteriormente descrito para producir más, con
mayor rapidez y probablemente a menor costo (Pernot 1998; Chardron-Picault &
Pernot, 1999: 159-168).
Uno de los elementos principales de un taller de fundición de aleaciones preciosas
o con base de cobre, es un horno de fusión que debe poder funcionar sin
problema a una temperatura hacia 1000°C. A este nivel de temperatura se forman
naturalmente a partir de las paredes del horno (necesariamente ricas en materias
silíceas), cenizas de combustible (carbón de madera) ricas en óxidos de potasio
que tienen el rol de fundente, y de óxidos metálicos, vitrificaciones, elementos de
materia parcialmente transformados en vidrio. Son testigos arqueológicos de gran
importancia para comprender el funcionamiento del taller.
2. 2. La deformación plástica
337
Michel Pernot
2. 3. Los acabados
338
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
339
Michel Pernot
& Pernot, 1999: 185-187). Se puede realizar una mise en couleur de la superficie
por medio de un ataque químico, que produce una pátina; esta práctica muy
corriente hoy en día (quizás demasiado corriente, porque el metal ya no aparece)
fue utilizada a veces en el mundo romano con cobre patinado en negro para
realizar incrustaciones polícromas sobre piezas de bronce. Es importante notar que
enchapados o pátinas parciales, en oposición a zonas no tratadas químicamente,
permiten obtener efectos decorativos. Finalmente, el pulido es una práctica
recurrente en los talleres que trabajan el metal. Existen razones técnicas; por
ejemplo, durante el proceso de martillado es preferible que el metal no sea
oxidado para evitar que penetren fragmentos de óxidos en el metal. Sin embargo,
en las culturas antiguas, muchas veces se valoró el metal porque brillaba. Los
textos de Homero siempre enfatizaban que el bronce que constituyía las armas
era brillante, relumbrante, centelleante, rutilante…
3. 1. Observaciones diversas
340
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
341
Michel Pernot
diferente para cada objeto. En todos los casos, se trata de un trabajo con un
martillo de boca alargada, tipo martillo de recopado. Para el recipiente n.° 15,
los golpes se han sucedido en círculos concéntricos; para el recipiente n.° 3, los
golpes se han realizado formando líneas pseudo radiales. Finalmente para el vaso
n.° 38, el esquema de trabajo es bidireccional, dos series de golpes se entrecruzan
sobre líneas radiales y circunferenciales. El significado histórico, en términos
cronoculturales de esas observaciones aún no se comprende con claridad; es
necesario generalizar la práctica de la radiografía para lograr avances.
a b
3. 2. Exámenes metalográficos
342
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
3. 3. Un ejemplo conocido
343
Michel Pernot
344
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
incisiones que forman la decoración de lengüetas sobre el hombro del vaso han
sido realizadas sin deformación plástica porque las inclusiones de sulfuro de cobre
son rectilíneas y no curvadas; no se trata de un trabajo de cincelado, sino más
probablemente de un trabajo de abrasión.
Los resultados del estudio metalográfico permiten obtener diversas conclusiones,
de las cuales cabe resaltar dos:
• La parte principal de la crátera, el recipiente de 1 100 litros de capacidad, ha
sido fabricado por medio del martillado. Esta notable fabricación, la cual pone en
juego cerca de 60 kg de metal, revela el alto nivel de conocimiento del artesano
o de los artesanos, ya que no solamente se debe martillar una pieza de grandes
dimensiones, sino también realizar una instalación (un horno) que permite
procesar adecuadamente los recocidos. Así, debe ser comparada con los demás
recipientes más pequeños y no con piezas de grandes estatuas obtenidas por
fundición.
• Al comparar las figuras 6 y 7, se observa, a través de la fracción de superficie
de las inclusiones de sulfuro de cobre, que en estas dos aleaciones de
aproximadamente 10 % de estaño, el contenido de azufre es claramente menor
en la lámina que forma el cuerpo del recipiente que aquello que constituye el
borde. Esta observación está comprobada por los análisis que indican que el
bronce de la cornisa ha sido preparado con un cobre «comúnmente limpio»,
que contiene aproximadamente 0,1 % de azufre, mientras la aleación que
constituye el cuerpo del recipiente es «notablemente limpio», con 10 veces
menos de azufre. Los artesanos muy probablemente han utilizado un cobre
de alta pureza para elaborar el bronce de la pieza más delicada que debían
elaborar, mientras que han empleado un cobre de calidad regular para elaborar
las piezas producidas por vaciado. Esto se puede explicar perfectamente por
el hecho de que la pureza no es un parámetro crítico para las piezas vaciadas,
mientras que sí lo es para el trabajo de deformación plástica. En efecto, durante
la deformación plástica todas las inclusiones son susceptibles de generar
concentraciones de tensiones al nivel de su interfaz con la matriz, creando sitios
potenciales para el inicio de fisuras. Mientras más grande sea el contenido de
azufre, más grande será el riesgo de que las fisuras se propaguen para llegar al
resultado de una ruptura.
Así, en la Europa Occidental del siglo VI antes de Cristo, suelen aparecer diferentes
ofertas de calidad de cobre en el mercado, los cuales debían tener, naturalmente,
precios variados. Entre los conocimientos aplicados en un taller, se encuentra también
aquél que consiste en tener un buen conocimiento de los proveedores de materias
primas y por lo tanto, de la calidad de los materiales propuestos, en un contexto de
circuitos de confianza en paralelo a los controles de propiedades mecánicas.
345
Michel Pernot
estela romana de Aquileia (Italia), pasando por el fresco de los amorini orafi de la
casa de Vettii, en Pompeya, fechado antes del 79, cerámicas de la Grecia del siglo
V a.C., como la copa ática llamada «de la fundición» que se conserva en Berlín
(Rolley, 1983: 26-27), ilustran este tipo de actividad artesanal; sin embargo, estas
raras representaciones son muy convencionales y a veces poco realistas.
La excavación de talleres pertenecientes a culturas antiguas sigue siendo la fuente
documental más rica; existen vestigios —la experiencia arqueológica no deja de
demostrarlo— pero es necesario saber identificarlos porque son a menudo tenues
y/o muy degradados. Como quiera que estén, se han recuperado casi todos los
elementos metálicos para ser reciclados; las herramientas, así como todos los
dispositivos móviles o en estado de funcionamiento, han sido llevados al momento
de abandonar el sitio. Los vestigios no son, en muchos de los casos, espectaculares;
en particular porque las pequeñas unidades de fabricación de objetos pequeños
corresponden solamente a espacios de 20 a 30 m2, y en ocasiones, incluso menos,
donde funcionaban hornos de pequeñas dimensiones. Los restos de hornos de
ceramista son generalmente más grandes y mucho más fáciles de interpretar que
aquellos de metalurgista.
Desde los últimos veinte años, se han podido llevar a cabo y publicar diversas
excavaciones de talleres de metales y aleaciones no ferrosos. En Francia, y por las
aleaciones a base de cobre, se pueden señalar los siguientes sitios arqueológicos:
Les Rochereaux, cerca de Poitiers, para el siglo II a. C. (Toledo I Mur & Pernot,
2008), La porte du Rebout en el monte de Beuvray para el siglo I a. C. (Pernot,
1993; Pernot, 1998), Le lycée militaire, en Autun, para el periodo romano
(Chardron-Picault & Pernot, 1999), así como La rue de Saint-Malo, en Rennes
(Mothes & Pernot, 2008) y Le Grand-Hôtel
de Bordeaux, en Bordeaux (Pernot et al.,
2007). En Italia, se ha estudiado un taller
de trabajo en plomo, en Ercolano, cerca
de Nápoles, del primer siglo de nuestra
era (Monteix et al., 2008).
El taller de artesanos de bronce de La
porte du Rebout en el monte de Beuvray
(Nièvre et Saône-et-Loire, Francia) da
un ejemplo completo de resultados
obtenidos por la metodología que consiste
Figura 8 – Taller de bronce de La porte du Rebout en interpretar simultáneamente los
sur le mont Beuvray (Nièvre et Saône-et-Loire, vestigios muebles e inmuebles. Además
Francia)
de los vestigios tomados en cuenta en los
Estado de excavación final de la capa de ocupación
estudios arqueológicos corrientes (objetos
de funcionamiento, de los años 40-20 antes de
Cristo. La parte dedicada a la fundición aparece, con acabados, más o menos fragmentados),
un suelo negro, en el primer plano y a la derecha. hemos centrado nuestra atención
La parte reservada a las operaciones de moldeado especialmente en los vestigios de la
y de acabados se observa en el segundo plano; la
fabricación de piezas metálicas así como
superficie del espacio visible en la fotografía es
aproximadamente de 25 m 2 también de fragmentos de crisoles, de
346
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
a b
347
Michel Pernot
348
Técnicas del metal y talleres, de la edad del Bronce final al periodo romano en la Europa occidental
romanización —el caso preciso del funcionamiento de este taller se ubica entre
la conquista de César y las grandes reformas de Augusto— es buscar producir
más, más rápidamente y a menor costo, a través de selecciones de aleaciones y
procesos de fabricación conformes a este objetivo. Esto se inscribe en la evolución
general, observable durante la segunda edad del Hierro en Europa, en la cual
los objetos metálicos contribuyen cada vez más, independientemente de su rol
de ostentación social, al desarrollo de una economía de consumo de bienes
producidos en grandes series. Se trata no solamente de monedas, sino también
de herramientas agrícolas de hierro y atuendos de vestir hechos en aleaciones
a base de cobre. Como corolario, los presentes datos sobre esa cultura material
conllevan, a pesar de la ausencia de textos, a proponer que el estatus de los
artesanos, el régimen de tasas de la circulación de las materias primas como de los
productos acabados, evolucionan en paralelo a la construcción de una sociedad
estatal urbanizada. Finalmente, es muy probable que la innovación técnica —el
desarrollo de la utilización del latón, por ejemplo— se vea estimulada en el marco
de una economía de competencia.
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350
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 351-387
IFEA
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Carole Fraresso*
Resumen
La excavación arqueológica del Centro Urbano mochica, localizado entre los templos monumentales
de la huaca de la Luna y la huaca del Sol se inició en 1995 con el fin de mejorar el entendimiento
de la organización sociopolítica y económica del fenómeno cultural Mochica (150-850 d. C), en la
costa norte del Perú. Los resultados, basados en el estudio de vestigios en cerámica, textiles y piedras
semipreciosas registrados en varios talleres, han mostrado que diferentes actividades de producción
especializada, para la fabricación de los objetos suntuarios que se utilizaban en las ceremonias del
sitio, estaban controladas por los miembros de la elite local. En 2003, la excavación de un taller
metalúrgico, localizado en el complejo residencial CA-27, brindó la oportunidad de examinar, desde
un punto de vista arqueológico y tecnológico, los materiales y los procesos que eran empleados por un
grupo de artesanos de la huaca de la Luna.
El estudio de los vestigios materiales consistía, en primer lugar, en identificar por medio de exámenes
visuales los diferentes tipos de «desechos» y las estructuras. Luego, se realizó el estudio tecnológico
de varios tipos de vestigios metálicos (lingotes, caídas de metal, barras planas, fragmentos de varillas,
fallas de fabricación, etc.) y de artefactos no metálicos (fragmentos de crisoles, escorias de fusión,
toberas de arcilla, etc.) por medio de exámenes metalográficos de probetas observadas en sección.
Las composiciones químicas han sido obtenidas con un sistema de análisis en dispersión de energía de
rayos X (EDXS) acoplado al microscopio electrónico de barrido.
Los resultados permiten discutir nuevos datos directamente ligados a la organización local de un taller
metalúrgico. Además permiten caracterizar las aleaciones, procesos, técnicas de dorado y «cadenas
operativas» que empleaban los artesanos de la capital de la región Mochica Sur, entre aproximadamente
600 y 700 d.C.
Palabras clave: metal, tumbaga, Mochica, estudio tecnológico, taller, producción artesanal,
arqueometalurgia
351
Carole Fraresso
La fouille archéologique du Centre Urbain Mochica, qui se trouve entre les temples monumentaux de la
huaca de la Luna et de la huaca del Sol, a été entreprise en 1995 afin de mieux comprendre l’organisation
socio-politique et économique du phénomène culturel Mochica (150-850 ap. J.-C.), sur la côte nord du
Pérou. Les résultats, qui se fondent sur les vestiges de céramiques, de textiles et de pierres semi-précieuses
mis au jour dans plusieurs ateliers, ont montré que différentes activités de production spécialisée étaient
sous le contrôle des membres de l’élite locale pour répondre aux besoins matériels des cérémonies qui
avaient lieu dans ces temples. En 2003, la fouille d’un atelier métallurgique, localisé dans le complexe
résidentiel CA-27, a permis d’examiner, d’un point de vue archéologique et technologique, les matériaux
et les procédés qui étaient utilisés par un groupe d’artisans de la huaca de la Luna.
L’étude des vestiges matériels a d’abord consisté à identifier, par des examens visuels, les différents types
de « déchets » et les structures. S’en suivit l’étude technologique de plusieurs types de vestiges métalliques
(lingots, chutes de métal, barres planes, fragments de tiges, ratés de fabrication, etc.) et d’artefacts
non métalliques (fragments de creusets, scories de fusion, tuyères en argile, etc.) par des examens
métallographiques en section. Les compositions chimiques ont été obtenues avec un système d’analyse
en dispersion d’énergie de rayons X (EDXS) couplé à un microscope électronique à balayage (MEB).
Les résultats obtenus livrent un éclairage nouveau sur l’organisation locale d’un atelier métallurgique.
De plus, ils permettent de caractériser les alliages cuivreux, les procédés, les techniques de dorure et
les « chaînes opératoires » qu’employaient les artisans de la capitale de la région Mochica Sud, vers
600-700 ap. J.-C.
Mots clés: métal, tumbaga, Mochica, étude technologique, atelier, production artisanale,
archéometallurgie
Abstract
The archaeological excavation of the Moche urban centre, located between the monumental temples
called Huaca de la Luna and Huaca del Sol, began in 1995 to get a better understanding of the social,
economic and political Moche Culture phenomena of the northern coast of Peru (150-850 AD.). The
results based on ceramic, textile and semiprecious stones remains, found in craftsmen workshops,
establish that different activities of specialized production were controlled by elite people to provide
the ceremonial services of both temples. In 2003, the archaeological excavation of a metallurgical
workshop, located in the residential complex CA-27, created the opportunity to examine, from the
archaeological and technological point of view, the workshop manufacturing processes used by a
Huaca de la Luna craftsmen group.
The study of the materials remains firstly consists of identifying, by external observation, the different
types of remains and structures. Secondly, we proceed to the technological study of selected metallic
artifacts (ingots, sheets off-cut, flat bars and rods fragments, spoilt objects, etc.) and non-metallic
artifacts (crucibles fragments, smelting slag, clay tuyeres, etc.) by metallographic examinations cross-
section samples. Chemical compositions were obtained with an EDXS analysis system associated to
a Scanning Electron Microscope.Some results obtained make it possible to discuss the new data’s
implications regarding local metallurgical workshop organization. Furthermore, they permit us to
characterize base copper alloys, processes, gilding techniques and “operating chain(s)” that were
employed by the craftsmen of the Moche southern capital, between 600 and 700 A.D.
352
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Key words: Metal, tumbaga, Mochica, technological study, metal workshop, craft production,
archaeometallurgy
INTRODUCCIÓN
Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo durante los veinte últimos años
en los principales sitios mochicas de la costa norte del Perú, y el descubrimiento
de varias tumbas «reales», en Dos Cabezas, El Brujo, Sipán, San José de Moro,
Pacatnamú, huaca del Pueblo y la huaca de la Luna indican claramente el uso
recurrente de numerosos adornos de metal en cobre y aleaciones preciosas de
calidades, estética y técnica muy notorias, entre 150 et 650 a. C. Los estudios
iconográficos y estilísticos han demostrado que los adornos suntuarios y objetos
ceremoniales de metal, principalmente descubiertos en contextos funerarios y
rituales, eran esencialmente fabricados para plasmar la identidad social de los
actores políticos de esta importante sociedad del antiguo Perú. La función de los
adornos de metal no era solamente estética sino más bien un medio de expresión,
para esta sociedad sin escritura, para justificar, comunicar y vehicular los mitos y
los símbolos de los diferentes poderes dominantes.
Sin embargo, hasta la fecha, muy pocos sitios o espacios de producción vinculados a
las actividades del metal son conocidos para los periodos de la cultura Mochica. En
el presente artículo, examinamos un espacio donde se llevaban a cabo actividades
metalúrgicas para la fabricación de objetos singulares que eran probablemente
directamente relacionados con las ceremonias y rituales que se realizaban en los
templos de la capital Mochica.
El objetivo de este trabajo es doble1. En primer lugar, se trata de realizar una
primera caracterización de los materiales, dispositivos y procesos que entran en
la o las «cadena(s) operativa(s)» de fabricación del taller metalúrgico de la huaca
de la Luna para responder a ciertas preguntas específicas: ¿Qué metal(es) y/o
aleación(es) trabajaban los metalurgistas mochicas en este taller? ¿Recurrían a la
fundición? Y si lo fuera, ¿Cómo y con qué tipo de dispositivos (hornos, sistema de
ventilación), de herramientas (moldes, crisoles, etc.) y procesos? ¿Cuáles fueron las
técnicas de fabricación utilizadas? ¿Recurrían a técnicas de deformación? En fin,
¿qué tipo(s) de pieza(s) eran manufacturadas en este taller?
En segundo lugar, pretendemos mejorar nuestra comprensión acerca de la
organización del mundo artesanal de la sociedad Mochica. En efecto, comprender
la organización espacial en barrios artesanales, los fenómenos de concurrencia o
de complementariedad de la producción entre diferentes unidades o acercarse al
rol y la posición social de los artesanos del metal son aspectos determinantes en
1 Este estudio entra en el marco más amplio de un trabajo de tesis doctoral llevado a cabo en
cooperación con el Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna-UNT, el Instituto Francés de Estudios
Andinos-IFEA y la Universidad Michel de Montaigne de Burdeos 3, Francia (Fraresso, 2007).
353
Carole Fraresso
1. 1. Localización y descripción
Los trabajos de investigación llevados a cabo por los arqueólogos, tanto durante
las excavaciones del Núcleo Urbano como en el templo de la huaca de la Luna,
indican que la población residente en este lugar incluía, además de dirigentes de las
esferas religiosas y administrativas, habitantes de clase media, cuyo estatus variaba
seguramente en función de las actividades y de las responsabilidades empeñadas
en cada sector: económico, administrativo y artesanal (Uceda, 2004b).
La organización urbana (canales de abastecimiento de agua, vías de circulación,
plazas públicas, residencias administrativas) y el desarrollo de las actividades
artesanales en la ciudad, durante las fases III y IV del sitio, es decir entre 400 y
900 d. C., parecen corresponder a una evolución neta de la división del trabajo
y una organización corporativa en la cual ciertos especialistas eran directamente
implicados en la producción de bienes de lujo (Canziani, 2003). Estos especialistas
trabajaban en un ámbito necesariamente estructurado en el cual sus tareas eran
controladas por y para la élite.
Durante la excavación arqueológica del complejo arquitectónico 27 (fig. 1), en
2003, los arqueólogos localizaron en el subconjunto 32, dos espacios (27-15 y
27-30), de 67 m2 y 55 m2, donde se registraron evidencias directas de actividades
metalúrgicas del cobre y/o de aleación(es) de cobre. Los diversos vestigios materiales
encontrados en el taller eran asociados a la capa de ocupación 2 (penúltima) que
corresponde a la fase IV de Larco, es decir entre 600 y 700 d. C. (fig. 2).
El ambiente 27-30, que sufrió modificaciones formales y funcionales a manera
de ampliaciones, consta de una pieza principal que está delimitada, al oeste,
por un acceso directo al Callejón Sur 27 y, al este, por una serie de pequeños
depósitos (27-25, 27-27, 27-28 y 27-29) (Chiguala et al., 2003: 112). Varios
vestigios materiales metálicos (fragmentos de láminas, varillas y barras, masas de
metal, gotas y salpicaduras de metal, zona de sales de cobre en el suelo) asociados
a vestigios cerámicos (fragmentos de crisoles con restos de metal adherido en
vitrificaciones, pequeñas toberas) y vestigios líticos (yunque, percutores y
pulidores), fueron registrados directamente sobre el piso y el relleno asociados a la
capa 2 del espacio 27-30 (Chiguala et al., 2003; Rengifo & Rojas, 2004). Notamos
la similitud de ciertos vestigios encontrados en el espacio 27-15, localizado al
norte del taller 27-30. Sin embargo, el mal estado de conservación, resultante
de la huaquería, así como la falta de vestigios en contextos primarios, no nos
permiten determinar la función artesanal exacta de este espacio.
354
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Figura 1 – Localización de los sectores excavados en el centro urbano del sitio arqueológico de huaca de la Luna
355
Plano: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
Carole Fraresso
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
relleno asociado específicamente al espacio 27-30 (fig. 3a). Sin embargo, algunos
objetos directamente asociados al piso 2 del espacio 27-15 fueron también
seleccionados con el fin de realizar comparaciones.
Los primeros exámenes han permitido distinguir que estos vestigios resultaban
de actividades metalúrgicas asociadas a un taller de transformación del metal, es
decir donde se transformaba el metal para fabricar objetos. Recordamos que las
actividades metalúrgicas ligadas a la elaboración del metal, es decir a la obtención
del metal a partir de un mineral, no se llevan a cabo en el mismo sitio y no
son realizadas por los mismos hombres. Generalmente, un taller de elaboración
produce materias primas que serán luego trabajadas en otro sitio, en un taller de
transformación (Shimada, 1994: 202-203; Pernot, 2002: 123).
2. METODOLOGÍA ANALÍTICA
3 Los análisis físico químicos fueron realizados en el laboratorio del Institut de Recherche sur les
Archéomatériaux IRAMAT-CRP2A UMR 5060-CNRS. Université Michel de Montaigne de Bordeos.
4 El muestreo ha sido efectuado con una sierra de orfebre.
5 Percloruro férrico alcohólico: mezcla de 20 ml de cloruro férrico (FeCl3, d=1,26), 2 ml de acido
clorhídrico (HCl, d=1,18) y 96 ml de etanol (C2H5OH, d=0,79).
357
Carole Fraresso
3. RESULTADOS
6 Estos desechos son generalmente reciclados, pero a veces da la casualidad que se encuentran
alguno de ellos.
7 Acción que consiste en romper el molde para retirar la(s) pieza(s) vaciada(s).
358
Figura 3 – a: Taller en proceso de excavación y localización de las zonas de combustión en la pieza principal 27-30; b: Yunque o mesa de
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
trabajo in situ
Fotos: Proyecto Arqueológico Huaca de la Luna
359
Carole Fraresso
difícil determinar con certeza el tipo exacto de operación llevado a cabo en esta
parte del taller.
Del norte al sureste del espacio 27-30, tres zonas circulares de combustión están
también señaladas (Chiguala et al., 2003; Rengifo & Rojas, 2004). La primera se
localiza contra la pared del límite norte del ambiente, las dos otras se ubican, un
poco hacia atrás, en el centro del ambiente. Estas dos últimas, siendo de forma
muy simple, a modo de pequeños fogones, parecen corresponder a hornos de
recocido8. Entre los tres fogones se destaca una estructura circular simple, de
aproximadamente 30 cm de diámetro, con gran cantidad de carbón y ceniza blanca.
En el centro de la estructura era colocado sobre el suelo un adobe fuertemente
rubificado por el fuego (fig. 5). Este dispositivo circular abierto correspondía
muy probablemente a un horno de fusión. Así, el crisol conteniendo el metal a
derretir se acuña sobre el adobe en el centro del fogón; el horno, alimentado con
carbón de madera y ventilado con uno o varios sopletes, permite llegar a la fusión
360
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
la cual se expone el crisol al retirarse del horno para realizar la colada del metal
derretido (Chardron-Picault & Pernot, 1999: 188).
La forma y dimensiones de crisoles enteros utilizados por los metalurgistas
mochicas eran, antes del presente estudio, totalmente desconocidas. Sin embargo,
la observación del fragmento 27-30 B.351 nos ayudó para reconstituir la forma
aproximada de ciertos tipos de crisoles utilizados en este taller (fig. 8). El crisol
tiene forma de pequeña copela, de 5 cm de diámetro y 3 cm de profundidad,
a la cual, por lo menos, un asa ha sido modelada en el borde; su volumen es
aproximadamente 30 ml, o sea 0,03 litros de metal.
Figura 7 – Ejemplos de fragmentos de crisoles registrados Figura 8 – Crisol en forma de copela utilizado en
en el contexto primario y el relleno asociado al piso el taller 27-30 que tiene por lo menos una asa
(penultima) de los espacios 27-15, 27-30 y el depósito moldeada en su borde
27-25 Dibujo realizado a partir del fragmento 27-30 B.351.
El volumen total del recipiente es 30 ml. El volumen
calculado es aproximativo porque este tipo de
recipiente nunca se rellena totalmente (Dibujo: A.
Rohfritsch)
363
Carole Fraresso
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Na2O MgO Al2O3 SiO2 P2O5 K2O CaO TiO2 Fe2O3 CuO
Zona 1 1– 15 - 65 - 7,5 –
1,5 - 2 Nd 2-3 1-2 0,7 Nd
gris 1,5 17 70 8,5
Zona 2 1,5 - 2- 8,5 - 46 - 1,5 17 -
1-2 0,5 3-4 5 - 12
rojo 2,5 3,5 15 52 -3 23
Zona 3 42 - 1- 1, 5
Nd 1-2 5-7 1 2-3 Nd 30 - 42
verde 60 1,5 -2, 5
Figura 11 – Composición elemental de óxidos (wt%) de cada estrato observado en la sección transversal
del fragmento de crisol 27-30 B.351
Teniendo en cuenta la gran heterogeneidad del material, se presentaron los porcentajes mínimos y máximos
de los diferentes elementos constitutivos. Los nódulos metálicos no han sido tomados en cuenta en esta
serie de análisis. Nd= no detectado
Una segunda serie de análisis puntuales se llevó a cabo con el fin de determinar
qué tipo de metal o aleación se fundía(n) en estos crisoles. Se reportaron los
resultados en la figura 12.
Los nódulos metálicos están esencialmente compuestos de cobre aleado con
oro, en porcentajes variables (entre 2 y 11 %). Los bajos porcentajes de plata
detectados (≤ a 2 %) corresponden seguramente a impurezas naturales del oro.
A este paso del estudio, dos hipótesis pueden ser consideradas:
1) aleaciones ya «listas» bajo forma de pequeños lingotes y traídos al taller desde
otro lugar, los cuales eran refundidos en los crisoles del taller para refinarlos;
2) o el mismo metalurgista preparaba aleaciones en este espacio, en cantidades
previamente definidas, dependiendo de los objetivos técnicos y/o estéticos
buscados.
9 Una mezcla de arcilla con ceniza de huesos parece haber sido aplicada sobre la superficie interna
del crisol. Este tipo de enlucido (o cemento) facilitará la separación de las impurezas presentes en
el metal o la aleación a fundir; es decir que una parte de las suciedades serán «chupadas» por el
cemento.
365
Carole Fraresso
Metal o
Código Tipo de objeto Composición (wt%) Nota
Aleación
Cu Ag
Au (%)
(%) (%)
Escoria
Composición de
27-15 B.109 nódulos metálicos 97 - 99 nd nd
presentes en la matriz
vítrea
27-15 B.105 Fragmento de barra 99,8 nd nd S (0,2 %)
27-15 B.109 Gota de metal 100 nd nd
27-15 B.102 Lingote 100 nd nd
Cobre 27-30 B.17 Gota de metal 99,7 nd nd Si (0,3 %)
27-30 B.10 Gota de metal 100 nd nd
27-30 B.17 Cinta doblada 100 nd nd
Masa circular
27-30 B.68 100 nd nd
deformada
Barra con sección
27-30 B.09 100 nd nd
rectangular
Tratamiento
27-25 B.25 Espátula 100 nd nd
electroquimico
Varilla
Aleaciones 27-30 B.62 76 19,5 4,5
Fallo de fabricación
(Cu-Au-Ag)
Varilla
(Cu-Au) 27-15 B.59 98 1,5 0,5
abandonada en proceso
Figura 12 – Composiciones elementales de los nódulos metálicos observados en los cortes
transversales de los fragmentos de crisoles 27-30 B.351 y 27-15 B.355. Los resultados están
normalizados al 100 % (wt%). Los porcentajes del oro son muy variables, entre 2 y 11 %.
Nd= no detectado
366
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
3. 3. 1. Objetos seleccionados
Una selección de 15 piezas metálicas, de las cuales se efectuó tomas de muestras
mínimas, se hizo para realizar la lectura tecnológica de los materiales y procesos
involucrados en el taller mediante las herramientas de laboratorio. En la totalidad
del corpus observado, ninguna pieza presentaba huellas de herramientas visibles
al ojo. Entre los objetos seleccionados, se pueden distinguir cinco categorías de
objetos: desechos resultantes de operaciones de derretido o fusión (dos escorias
y tres gotitas), piezas en curso de fabricación (una media cuenta, dos fragmentos
de barras con espesores respectivas de 2 y 5 mm y una masa metálica circular
deformada), fallos de fabricación y caídas de trabajo (una barra con sección
10 Impurezas que suben a la superficie de metal en fusión. El artesano puede sacar estos residuos con
un palillo o una varilla.
367
Carole Fraresso
rectangular, una cinta doblada tres veces y un fragmento de lámina con evidencias
de restos de dorado), semi productos (una masa metálica y una barra con sección
rectangular de 2 mm de grosor) y, finalmente, un objeto acabado (una espátula). El
conjunto de las muestras presenta un buen estado de conservación. De la muestra
total estudiada e ilustrada en la figura 13, solamente tres muestras (fragmento de
lámina dorada, media perla y una gotita) estaban fuertemente corroídas, es decir
que no quedaba metal susceptible de ser analizado.
Figura 13 – Selección efectuada a partir del corpus de piezas metálicas registradas en los
espacios 27-15 y 27-30 (enmarcados)
El espacio 27-25 corresponde a un pequeño depósito
368
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
369
Carole Fraresso
3. 4. Lectura tecnológica
370
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
la ganga es muy variable, entre 20 y 500 µm (fig. 16a). Los nódulos son de cobre
no aleado (97-99 % en Cu) lo cual, durante el proceso de fusión del metal en el
crisol, puede formar una aleación de tipo eutéctico «Cu-O» que se caracteriza
por la formación de dendritas de Cu2O (Scott, 1991; Lechtman, 1997) (fig. 16b).
371
Carole Fraresso
Las gotitas y salpicaduras de cobre descubiertas en el taller tienen una forma más
o menos esférica, relativamente homogénea, y sus diámetros varían entre 7 y 12
milímetros. La observación de las secciones pulidas de las gotitas 27-15 B.109 y
27-30 B.17 enseñan una matriz de cobre (en amarillo) con poros (en negro) así
como el avance de los productos de corrosión del cobre en periferia. Numerosos
precipitados de óxidos de cobre (Cu2O), con forma globular, están dispersados
en la matriz del cobre (fig. 17). La presencia de
precipitados se relaciona con las condiciones más
o menos oxidantes llevadas durante la fusión del
metal en el crisol.
11 Un lingote es una pieza de metal o aleación bruta de fundición destinada al transporte y/o al
almacenamiento; su geometría no está relacionada con el tipo de pieza que fabricara el orfebre;
antes de ser utilizado será refundido. Los semi productos son piezas con geometría precisa: barras,
varillas, hilos metálicos, placas etc. (Pernot, 1998a: 123).
12 El refinado, también llamado purificación, es la o las refundición(es) de los metales o aleaciones, que
permite separar las inclusiones (el azufre y el plomo en el caso del cobre) o las suciedades presentes
en estos últimos. Durante la fusión en el crisol, las inclusiones forman escorias de fusión (capa
mugrienta) en la superficie del metal líquido, que el metalurgista quita y bota al costado al mismo
tiempo con una varilla de madera dura por ejemplo.
372
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Entre nuestro muestreo, un pequeño lingote con forma ovalada B27-15 B102
fue identificado (fig. 18a). Está compuesto por cobre no aleado remarcablemente
«limpio» (100 % en Cu). La totalidad de la superficie observada en sección pulida
muestra un estado metalúrgico bruto de fundición caracterizado por la presencia
de amplios granos dendríticos delimitados por precipitados de óxidos de cobre; los
cuales indican que el metal en fusión ha estado en contacto con el aire (fig. 18b).
La solidificación del metal se efectuó lentamente en temperatura ambiente.
Figura 18 – a: Pequeño lingote de cobre con forma ovala 27-15 B.102. Localización de la zona
de toma de muestra
b: Observación en sección transversal de la sección pulida al microscopio electrónico de
barrido, en modo electrones retrodispersados (ampliación x450)
Estado metalúrgico bruto de fundición. Los granos dendríticos de cobre (gris claro) están
delimitados por precipitados de óxidos de cobre (Cu2O), en gris oscuro
373
Carole Fraresso
en un estado final recristalizado (fig. 21). La pieza recibió uno o varios ciclos de
martillado y recocidos sucesivos; el estado final es recocido.
Tres varillas observadas en sección pulidas completan nuestro examen (fig. 22). La
primera, 27-30 B.62, es un fragmento de varilla con sección rectangular de 74 mm
de largo y 3 mm de ancho, tiene 1 mm de espesor y su masa es 2 g. El segundo
objeto, 27-30 B.09, es una varilla con sección rectangular que mide 40 x 5 mm y
presenta 2 mm de espesor, su masa es 1 g; está ligeramente doblada. Finalmente,
la varilla 27-15 B59, con sección cuadrangular, es un fragmento deformado. Mide
27 x 4 mm con 3 mm de espesor y su masa es 1 g.
Las varillas 27-30 B.09 y 27-15 B.59 están compuestas de cobre no aleado, otra
vez muy «limpio» (100 % en Cu). Las observaciones microscópicas revelan un
374
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Por otra parte, la observación en sección longitudinal de la varilla precisa los gestos
llevados a cabo por el artesano. En efecto, el examen indica que la pieza recibió
diversas grandes deformaciones por series de martillado alternadas en ambas
caras; los bordes laterales no fueron deformados. La cara superior (fig. 25a) sufrió
deformaciones más fuertes que se caracterizan por el alargamiento importante de
los granos en esta zona específica (fig. 25b). Esta cara, más deformada, presenta
igualmente una superficie muy irregular que se manifiesta al nivel de una fisura
importante (fig. 25a). La cara inferior, menos deformada, estaba posicionada sobre
el yunque. Estas observaciones prueban que estamos probablemente enfrentados
a evidencias de un accidente de trabajo durante el proceso de deformación, es
decir que el artesano no parece haber aplicado un recocido de recristalización
en el momento adecuado. La continuación de la deformación por martillado
377
Carole Fraresso
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
Cu Ag Au
90
80
71.3
80,8
70
60
63,3
% massique
50
49.3
40
38.5 30,3
30
23.3
20 15,7
12.2
10 5.2 6.4
3.5
0
0 4 8 12 16 20 24 28 32 36 40 44 48 52 56 60 64 68 72 76 80
Profondeur (µm)
3. 5. El material lítico
379
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Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
4. CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
Entre 600 y 700 d. C., los artesanos del taller metalúrgico CA-27 de la huaca de la
Luna realizaban operaciones de fusión para refinar el cobre y preparar aleaciones
tumbaga con el fin de obtener metales con propiedades adecuadas a la fabricación
de pequeños objetos de cobre y cobre dorado por martillado. Remodelaciones
indican que hubo dos fases continuas de funcionamiento en cada espacio; los
espacios 27-15 y 27-30 fueron ampliados; sin embargo, es imposible precisar
cuánto tiempo funcionaron.
13 Los conos de alimentación son los positivos del orifico de entrada por donde fue colado el metal en
fusión. Generalmente, tras el desmolde, el cono de alimentación está cortado y reciclado, es decir
refundido.
381
Carole Fraresso
382
Huacas de Moche: estudio arqueométrico de un taller de transformación de cobre
4. 2. Discusión
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IFEA
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
Agnès Rohfritsch*
Resumen
Este artículo presenta los primeros resultados del estudio tecnológico de cerámica ritual mochica
por medio de análisis de laboratorio. Esta investigación subraya la importancia de referirse, en la
interpretación de los datos arqueométricos, a la información disponible sobre los contextos de
producción antiguos (talleres), así como a los datos etnográficos. Por otra parte, tiende a demostrar
que la cerámica ritual mochica, lejos de ser el resultado de una concepción técnica única, pudo ser
producida a partir de varios procesos técnicos, pero con un mismo afán estético.
389
Agnès Rohfritsch
répertoire archéologique (fouilles d’ateliers), ainsi que celles fournies par le répertoire ethnographique.
D’autre part, elle tend à démontrer que la céramique rituelle mochica, loin d’être le fruit d’une
conception technique unique, a pu être produite à partir de procédés techniques variés visant à un
objet identique sur le plan esthétique.
INTRODUCCIÓN
La costa norte del Perú entregó numerosos vestigios cerámicos que testimonian
de la larga y compleja ocupación de esta región durante el periodo Mochica. El
interés provocado por estos objetos se orientó, en primer lugar, hacia aspectos
estilísticos, cronológicos e iconográficos, lo que permitió definir los grandes rasgos
de esta cultura, su secuencia de ocupación1, así como su sistema simbólico.
Actualmente, el estudio de la producción cerámica y de la producción de
objetos artesanales en general, se abre a nuevas perspectivas con la aparición
de nuevos interrogantes sobre la organización de esta sociedad compleja. Desde
los años 1990, se sabe que la sociedad mochica no era organizada alrededor
de un centro político único, sino que hubiera sido compuesta, en realidad, por
varias organizaciones políticas independientes (Castillo & Donnan, 1994; Castillo
& Uceda, 2008). En este marco, el estudio de la producción de ciertos objetos
puede ser una herramienta poderosa para identificar las características técnicas
de los diferentes grupos que formaron esta sociedad, especialmente en el caso
de los objetos ceremoniales, que tienen una implicación directa en el proceso
1 Gracias a los estudios llevados a cabo, dos secuencias cronológicas fueron propuestas: una secuencia
en cinco fases (Mochica I a V) para el territorio Mochica Sur (Larco, 1948), y una secuencia en tres
fases (Mochica Temprano, Medio y Tardío) para el territorio Mochica Norte (Castillo & Donnan, 1994).
390
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
391
Agnès Rohfritsch
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Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
Pampa de los
Incas
- moldes
(Willson, 1988:
211)
- pozo
Cerro Mayal
abierto - algarrobo
(Russel et al., - moldes
- horno - cola de
1994; Russel & - pulidores
de simple caballo
Jackson, 2001)
cámara
Galindo - leña
- pozo
(Bawden, 1982; - moldes - estiércol
abierto
1996: 97-101) de llama
393
Agnès Rohfritsch
evidencia del uso de estos objetos como platos de alfarero, como por ejemplo el
deterioro de la base por la rotación.
En lo que se refiere a la última etapa de fabricación de los objetos, es decir la
cocción, la mayoría de los contextos de producción de cerámica de época
mochica atestiguan del empleo de formas de cocción generalmente calificadas de
«primitivas», como la cocción en pozo abierto. Este tipo de estructura de cocción
fue encontrado en Cerro Mayal, en las huacas de Moche y en Galindo. Sin embargo,
nos parece importante señalar que las excavaciones conducidas por Shimada en
Batán Grande (Shimada et al., 1994) demuestran que la cocción en horno era
conocida y empleada en el periodo Formativo2. No se puede excluir, entonces,
que los alfareros mochicas hayan empleado también este tipo de cocción. Como
lo hemos visto previamente, Russel & Jackson (2001) mencionan la presencia de
un horno de cámara entre las estructuras de cocción descubiertas en Cerro Mayal,
pero sin dar más precisiones sobre el funcionamiento de esta estructura.
Una de las principales ventajas de la cocción en horno, en comparación con la
cocción en área abierta o en pozo, es un mejor control de la atmósfera durante
el proceso de cocción. Con respecto a este tema, la hipótesis de una solución
intermedia entre la cocción en pozo abierto y la cocción en horno que proponen
Anders et al. (1994: 261-262) acerca de la elaboración de cerámicas del
Horizonte Medio en Maymi es particularmente interesante. En este taller, donde
las estructuras de cocción descubiertas corresponden a pozos de combustión que
miden aproximadamente 3 m de diámetro por 40 cm de profundidad, los autores
consideran dos posibles formas de cocción. La primera, que podemos calificar de
«clásica» para este tipo de estructura, consiste en colocar las vasijas directamente
en contacto con el combustible (cocción mixta). La segunda, calificada de cocción
indirecta o por «emuflado» (Anders et al., 1994: 261), consiste en colocar las vasijas
primero y después cubrirlas completamente con grandes tiestos, lo que permite aislar
las vasijas del combustible. La cocción se hace de manera progresiva, aumentando
poco a poco la cantidad de combustible. Como lo subrayan los autores, esta técnica
permite obtener un mejor control de la atmósfera de cocción y conduce a una
oxidación perfecta de las vasijas (Anders et al., 1994: 262).
Por otra parte, los carbones encontrados en estas diversas estructuras de cocción
nos informan sobre la naturaleza de los combustibles empleados. En Batán Grande
y en Cerro Mayal (Shimada et al., 1994: 78; Russel et al., 1994: 211), el examen
de los carbones de madera demostró el uso de algarrobo (Prosopis pallida), árbol
o arbusto espinoso que, en el Perú, se encuentra en los desiertos de la costa norte
394
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
395
Agnès Rohfritsch
3 En Santo Domingo de los Olleros, en la sierra central, la temporada de lluvias (entre noviembre
y abril) está marcada por importantes modificaciones en la organización de la comunidad, con la
interrupción de la actividad alfarera y la partida de los ganaderos que bajan hacia la zona costeña
(Ramón Joffré, 1999: 218).
396
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
Como lo hemos visto más arriba, el estudio de los vestigios arqueológicos relacionados
con la producción de cerámica es esencial para formarse una primera idea de la
tecnología empleada y de la organización de esta producción. En cuanto al estudio
de datos etnográficos en una perspectiva etnoarqueológica, aunque nos proporcione
cierta información que complementa los datos arqueológicos, contribuye más bien
a orientar los interrogantes arqueológicos que a resolverlos. Finalmente, el estudio
tecnológico de los objetos producidos, por medio de métodos de laboratorio, tiene
la ventaja de permitir un estudio más profundo de la naturaleza de los materiales
empleados y de las técnicas que se usaron para transformarlos.
Este estudio técnico de cerámica ritual mochica por medio de métodos de
laboratorio se está realizando actualmente. No pretendemos presentar de manera
exhaustiva los resultados obtenidos, sino más bien señalar ciertos datos que
parecieron particularmente interesantes desde el punto de vista tecnológico y que
contribuyeron a orientar el desarrollo de este estudio.
397
Agnès Rohfritsch
Figura 2 – Fragmentos de cerámica Mochica Tardío tipo Línea Fina procedentes de San José de
Moro (izquierda) y de Pacatnamú (derecha)
398
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
3. 2. Primeros resultados
4 Para describir las diferentes capas de decoración de las vasijas de este estudio, hemos seguido
la terminología propuesta por M. Picon (Picon, 1973) para la distinción entre engobe y pintura.
Este autor propone diferenciar estos dos elementos no por la naturaleza del material empleado
(barbotina/pigmentos), sino por su utilización en la organización del decorado. Entonces, hablaremos
de engobe para designar una capa que cubre la totalidad de la vasija, formando así el fondo de la
decoración. En cambio, hablaremos de pintura para las capas que constituyen el motivo de esta
decoración.
399
Agnès Rohfritsch
Figura 3 – Observaciones en microscopia óptica de las secciones de vasijas de pasta roja, negra y blanca
de Dos Cabezas (arriba) y El Brujo (abajo)
400
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
Desde el punto de vista tecnológico, las cerámicas calcáreas son muy interesantes
porque su cocción solo se puede hacer a baja temperatura o, al contrario, a una
temperatura bastante alta (Picon, 1992: 117). Eso proviene de que las arcillas
calcáreas contienen carbonatos de calcio que, a partir de 650-700° C, empiezan a
descomponerse para dar lugar a la formación de cal (Peters & Iberg, 1978 ; Maggetti,
1982). Si la cocción sigue hasta una temperatura suficiente, la cal se recombina con los
componentes de la arcilla para formar aluminosilicatos de calcio o silicatos de calcio/
magnesio que quedan estables después de la cocción. Si, al contrario, la cocción no
sigue hasta una temperatura suficiente, la cal se retransforma en carbonato de calcio,
un fenómeno que se acompaña de un fuerte aumento de volumen, lo cual puede
ocasionar daños a las vasijas. En el caso de una cocción a muy baja temperatura, no
existe ningún riesgo puesto que la calcita original no se descompone.
Ahora bien, los dos fragmentos de cerámica de pasta blanca de Dos Cabezas
y El Brujo presentan las características de una cocción a alta temperatura. Los
resultados del análisis por difracción de rayos X de la muestra DC-MT-03 indica la
presencia de fases minerales que se forman a alta temperatura como el diópsido,
que empieza a formarse a partir de 800-850° C, y la wollastonita, que aparece
a partir de 850-900° C (Peters & Iberg, 1978). Se nota también la presencia de
feldespatos tipo plagioclasas que podrían corresponder a la anortita, otro mineral
que se forma a alta temperatura en las arcillas calcáreas. La gehlenita, en cambio,
no es detectada, lo que podría indicar una temperatura superior a 950° C,
temperatura a partir de la cual este mineral se descompone (fig. 5). Además, la
observación de la microestructura de estas dos muestras en MEB (fig. 6) muestra
un nivel de vitrificación de las pastas que sugiere una temperatura al menos
superior a 850° C (Maniatis & Tite, 1981).
401
Agnès Rohfritsch
5 Los análisis de este engobe por espectrometría Raman permitirán determinar si se trata o no de
sulfatos de calcio y, en caso afirmativo, de qué naturaleza son.
402
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
En cuanto a las cerámicas Línea Fina de San José de Moro y Pacatnamú, presentan,
en sección, colores de pasta bastante características de este grupo, con un margen
interno de color gris y un margen externo de color rojo a anaranjado (fig. 8). Estos
colores son característicos de una cocción en atmósfera reductora seguida de un
enfriamiento rápido en atmósfera oxidante (Rye, 1981: 115-117). Se trata de vasijas
de forma muy cerrada, lo que favorece un fenómeno de oxidación que se produce
desde la pared externa hacia la pared interna, y no desde las paredes internas y
externas hacia el centro como en el caso de las vasijas de forma abierta (Picon, 1973).
También se nota que este grado de oxidación varía de una muestra a otra. Estas
diferencias son relacionadas con la velocidad de enfriamiento de las vasijas después
de la cocción. Cuanto más rápido es el enfriamiento, más delgada es la zona
oxidada. Según Rye (1981: 118), la presencia de esta zona oxidada adyacente a
la superficie es característica de una cocción en área abierta o en pozo seguida de
un enfriamiento muy rápido al aire libre.
Las observaciones de la microestructura de estas muestras en MEB revelan
diferentes grados de vitrificación, que se extienden de una vitrificación inicial hasta
Figura 8 – Observaciones en microscopia óptica de las secciones de vasijas Línea Fina de San José de Moro
403
Agnès Rohfritsch
una vitrificación continua con la formación de poros finos a medios (fig. 9). Estas
diferentes microestructuras indican temperaturas de cocción que se escalonan
entre 750-800° C (vitrificación inicial) y 900-1000° C (vitrificación continua con
poros medios) (Maniatis & Tite, 1981).
Sobre las técnicas de decoración, las vasijas Línea Fina son sistemáticamente
cubiertas de un engobe blanco, sobre el cual se aplica una pintura de color rojo
a negro (fig. 10). Los primeros datos que tenemos sobre la naturaleza de estos
engobes indican altas concentraciones de silicio (SiO2), aluminio (Al2O3) y calcio
(CaO), lo que sugiere, como en el caso de las muestras más tempranas, el uso
de arcillas calcáreas para su elaboración. En cuanto a las pinturas que forman el
motivo de la decoración, se componen principalmente de silicio (SiO2), aluminio
(Al2O3) y hierro (Fe2O3) (fig. 11). Esta composición evidencia el uso de óxidos de
hierro como pigmento, y su probable mezcla con una arcilla muy diluida (fuerte
proporción de silicio y aluminio). Según los análisis efectuados por Chapdelaine et
al. (1997), el mismo proceso se empleaba en la preparación de engobes blancos y
rojos de cerámicas de la fase IV procedentes del sitio huacas de Moche.
404
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
Figura 10 – Observaciones en sección de las técnicas de decoración de cerámicas Línea Fina de San José
de Moro
Figura 11 – Histograma de composición elemental (% de óxidos) de las decoraciones de cerámicas Línea Fina de San
José de Moro
Los histogramas blancos corresponden a los engobes y los histogramas grises a las pinturas
4. DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS
405
Agnès Rohfritsch
6 El combustible usado durante esta cocción fue leña de algarrobo y de vichayo, estiércol de vaca y
de cabra y horajascas y ramas pequeñas de algarrobo (Salazar et al., 1993 : 689)
406
Cerámica ritual en la sociedad Mochica: contribución arqueométrica
y del origen de las materias primas. Algunos autores se refieren a la materia prima
empleada en la elaboración de estas vasijas y de los engobes blancos y mencionan
el uso de una «arcilla blanca» (Donnan & McClelland, 1999: 28; Donnan, 1992;
Chapdelaine et al., 1995: 197). Esta denominación parece hacer referencia a las
arcillas caoliníticas, cuyos principales yacimientos se localizan en la sierra. Este
alejamiento entre los yacimientos de caolín y el territorio costanero ocupado por
los mochicas ha llevado a ciertos arqueólogos a considerar las cerámicas de pasta
blanca de esta cultura como una prueba de la existencia de redes de intercambios
con culturas andinas (Chapdelaine et al., 1995: 243; Donnan & McClelland, 1999:
305). Pero los análisis que hemos efectuado en este estudio demuestran que las
cerámicas de pasta blanca y los engobes blancos son mayormente elaborados a
partir de arcillas calcáreas y no de arcillas caoliníticas. Es importante mencionar
que las margas (arcillas calcáreas) y las calizas son abundantes en la costa norte
peruana. Se encuentran especialmente en formaciones del Cretácico Medio
(Pariatambo y Chulec) y del Jurásico Superior (Chicama)7. Entonces, las materias
primas empleadas por los mochicas pueden ser de origen local. Si las cerámicas
de pasta blanca son escasas en la producción mochica, no es por la escasez de la
materia prima empleada para su fabricación. En cambio, el hecho de que estas
cerámicas necesiten una cocción a alta temperatura (superiora a 950° C) podría
constituir una cierta dificultad para los alfareros mochicas quienes, aparentemente,
usaban más la cocción en pozo. Sin embargo, la cultura Mochica produjo también
numerosos objetos de cobre, cuya temperatura de fusión es de 1084° C. Esto
demuestra que los artesanos de esta sociedad controlaban perfectamente la
obtención de altas temperaturas. Además, la presencia de un sector agrupando
diferentes artesanías en el sitio de las huacas de Moche y el carácter compuesto
de ciertos objetos producidos por esta sociedad, como las piezas de cerámica
o de metal con incrustaciones de piedra, concha o hueso, parecen indicar que
estas diferentes artesanías no eran compartimentadas según el tipo de material
trabajado. Entonces, es difícil pensar que solamente los artesanos metalurgistas
eran capaces de lograr altas temperaturas, mientras que los alfareros no lo podían.
Otra explicación de esta rareza de las cerámicas de pasta blanca podría ser la
cantidad de combustible que requiere la cocción de estas vasijas. La aplicación de
engobes blancos permite usar temperaturas de cocción más bajas y, requiere, por
lo tanto, menos combustible.
Finalmente, el estudio de las técnicas de decoración señala que varias soluciones
técnicas podían ser empleadas para obtener un resultado similar. Las decoraciones
rojas sobre un fondo blanco, que caracterizan gran parte de la cerámica fina
mochica, podían ser obtenidas por la aplicación de un engobe blanco y luego
de una pintura roja, o por la aplicación de una pintura roja directamente sobre
la superficie de una vasija de pasta blanca. Es interesante constatar que Carole
Fraresso hizo las mismas observaciones acerca de las técnicas de dorado empleadas
en la fabricación de objetos de metal (Fraresso, 2007). Podemos interrogarnos,
407
Agnès Rohfritsch
como lo hace esta autora, sobre los motivos de estas elecciones técnicas. ¿Están
relacionadas con la existencia de prácticas técnicas regionales, o incluso locales?
¿Pueden ser estas prácticas el reflejo de la existencia de diferentes grupos de
artesanos o de diferentes «territorios técnicos»?
Por supuesto, el estado actual de las investigaciones sobre las técnicas artesanales
mochicas no permite responder a estos interrogantes. Sin embargo, estas
investigaciones demuestran la importancia de tomar en cuenta consideraciones
de orden técnico en la definición de la organización de los diferentes grupos
humanos que formaban la sociedad Mochica.
Agradecimientos
Quiero agradecer a las personas que hicieron posible este trabajo de investigación. En
primer lugar, a Luis Jaime Castillo por haberme dado acceso al material cerámico del
Proyecto Arqueológico San José de Moro (PASJM) y por el apoyo que siempre ha brindado
a este trabajo de investigación. También quiero agradecer a toda la gente del PASJM por
su enseñanza y ánimo a lo largo de las temporadas de excavación que tuve suerte de
pasar con ellos. A Christopher Donnan por haberme facilitado el acceso al material de
Dos Cabezas y Pacatnamú. A Régulo Franco por haberme confiado material del Proyecto
Arqueológico Complejo El Brujo y a Carmen Gamarra de la Cruz por haberme asistido en
la selección de muestras.
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 413-425
IFEA
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
Gerald Taylor**
Resumen
Se conoce a Sancho de Melgar por su Arte de la lengua general del Ynga llamada Qquechhua, publicado
en Lima en 1691. Existe en la Biblioteca Nacional de Bogotá un manuscrito inédito del mismo autor
llamado Luçerna Yndyca que contiene un estudio sobre la ortografía de la lengua general, un copioso
léxico castellano-quechua (que es en realidad una sistematización del vocabulario de González
Holguín) y traducciones del evangelio. Su interés principal, sin embargo, es el de ser testimonio de
cómo un catedrático sanmarquino de esa época enseñaba la lengua general; se trata de una obra
redactada en una mezcla barroca de latín y castellano, llena de digresiones eruditas.
Résumé
Sancho de Melgar nous est connu grâce à son Arte de la lengua general del Ynga llamada Qquechhua,
publié à Lima en 1691. À la Bibliothèque Nationale de Bogotá se trouve un manuscrit inédit du même
auteur: La Luçerna Yndyca, qui contient une étude sur l’orthographe de la lengua general, un lexique
* Este artículo, redactado en el año 2007, se basa en una ponencia preparada para el Simposio «Les
littératures didactique et dramatique en langues autochtones dans le Mexique et le Pérou coloniaux»,
organizado por el CELIA en colaboración con el Groupe de Recherche sur l’Amérique Latine y el
Centre d’Anthropologie de la Universidad de Toulouse-Le Mirail y dirigido por Xavier Pello, el 9 y 10
de junio de 2006, en Toulouse-Le Mirail.
** CELIA (CNRS), IFEA. E-mail: gcptaylor@yahoo.fr
413
Gerald Taylor
Abstract
Sancho de Melgar is known to us thanks to his Arte de la Lengua General del Ynga Llamada Qquechhua,
published in Lima in 1691. In the National Library of Bogota is to be found an unpublished manuscript
of the same author, La Luçerna Yndyca, which contains a study of the spelling of the Lengua General,
a copious Castellano-Quechua lexicon (in fact, a systematization of González Holguín’s dictionary) as
well as translations of the Gospels. However its principal interest is that of being a testimony to how a
17th century professor of the University of San Marcos taught the Lengua General. The manuscript is
written in a baroque mixture of Latin and Spanish and is full of erudite digressions.
1 El título exacto, tal como aparece en el primer folio del manuscrito, es: LVÇERNA YNDYCA // Y
Traducçion paraphrastica de / todos los Evangelios, que canta la Yglesia / segun el sentir de Santos
Padres, Sagrados / Expossitores y Versiones Sacras.// Va al fin el Arte del mismo Author locu-/pletado,
copiosso y curiosso Vocabulario. Ora-/ciones, y Cathecismos, Confessionario, / y Ritual// Por el
Doctor D(o)n Estevan Sancho de Melgar y / Santa Cruz, Natural de esta Ciudad de los Reyes, /
Capellan mas antiguo del Hospital Real de Santa Anna, / Doctor en Sagrada Theologia en la real
Universidad de San / Marcos de dicha Ciudad, y Cathedratico en ella de la / lengua General de las
Yndias de este Reyno, Cathedratico / tambien de dicha lengua en la Santa Yglesia Metropoli-/tana
de dicha ciudad, y Examinador Synodal / de su Arzobispado.// Consagrasse, y dedica al Yll(ustrissi)
mo S(eño)r, el Señor / D(octo)r D(o)n Antonio de Solonga, del Consejo de / su Magestad, Dignissimo
Arzobispo de esta Me-/tropoli.
414
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
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Gerald Taylor
1. EL AUTOR
416
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
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Gerald Taylor
3. EL VOCABULARIO
4 Este tratamiento especial dado a la bilabial se debe probablemente al deseo de evitar la confusión
entre p-h [ph] y ph [f].
418
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
El extracto del Evangelio de Mateo que presento aquí fue escogido por su
legibilidad. Sin embargo, no representa idealmente el estilo de Sancho de Melgar,
lleno de erudicón barroca. El inicio de otro texto Et Deus erat Verbum [f64r], que
desafortunadamente en la fotocopia a mi disposición es en gran parte ilegible,
dará una idea más precisa de la extraña mezcla del latín y del castellano, de
citas de los evangelistas y de sus exegetas, que caracteriza su texto. El autor
indica la traducción al quechua de las citas del Evangelio por un asterisco. Los
pasajes en cursivas están subrayados en el original. Se discute del sentido preciso
de cada elemento del texto latino antes de enfrentar su traducción para la cual
frecuentemente se propone una o dos formas alternativas. Así camarccan (/
kamarqan/), empleado con el sentido de «creó» tiene como variante cachirccan
(/kachirqan/) «hizo que existiera» y caccllapas (/kaqllapaÒ/) «todo lo que exite»
alterna con kayñijoccllapas (/kayñiyuqllapaÒ/) «todo lo que tiene existencia». La
justificación para sus traducciones está expuesta en detalle como también la
propiedad gramatical de la estructura escogida. Las barras oblicuas separan los
renglones del original. Pongo entre corchetes la transcripción normalizada de las
traducciones al quechua. Los signos < > encierran enmiendas del autor agregadas
a su texto. Las palabras en negritas son tentativas de interpretar formas ilegibles
de la fotocopia.
419
Gerald Taylor
Praepositio per (dize Cornelio) cum dicitur per ipsum hîc non significat / causam
instrumentalem, aut ministrum, quasi verbum fuerit, instrumentum, vel / minister
Dei per quod creavit omnia. Y assi no se ha de traduzir con raycu, [ni] con /
genitivo que corresponde a nuestra a .l. ab. Oygan a Cornelio: quaeres (dize)
cur ergo / S. Ioannes potius dicat per Verbum omnia facta esse, quam à Verbo?
Rs. Primo, / vt significet Verbum esse ideam rerum creatarum, iuxta quam Pater
cum Filio cre-/avit omnia: secundo, proprie dicit per Verbum omnia esse facta;
quia Verbum / â Patre accipit cum essentia divina omnipotentiam, et actionem
eamdem nu-/mero, qua simul cum Patre omnia creat. Con cuyo fundamento
se hara este pe-/rifrasi: In Juntamento con el crio el Padre todas las cosas: y sin
el nada de / lo que tiene ser fue hecho. *Dios yayacca payvvan vvaquilla ima
hayccactapas ca/marccan .l. cachirccan: mana payvvancca ima caccllapas .l.
caynijoccllapas ma-/nam rurasccachu .l. camasccachu carccan. [Dios yayaqa
paywan wakilla ima hayk’aktapaÒ kamarqan (o kachirqan); mana paywanqa ima
kaqllapaÒ (o kayniyuqllapaÒ) manam ruraÒqachu (o kamaÒqachu karqan.] Y para
comprobacion de que arriba de-/be dezirse cum ipso, atiende a Sylverio hîc
num. 48. Ioannes id quod dixi-/rat, per affirmationem, repetit per negationem. La
n<e>gacion es sine ipso, preci-/samente sera cum ipso la afirmacion. Notando
que ima caccllapas .l. cay nijocclla-/pas equivale gallardamente a quod factum est
q. d. Nihil quod est, aut / habet esse sine ipso factum est».
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SANCHO DE MELGAR, E., 1691 – Arte de la lengua general del ynga llamada Qquechhua;
Lima.
420
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
Anexo 1
421
Gerald Taylor
422
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
18. Debese obseruar que ay muchas dicciones, que se componen de ad con dos,
tres y mas / particulas como churijquicunactavvampas, donde se halla churi el hijo,
iqui possessiuo. que / corresponde a tuus. cuna que lo pluraliza, cta que lo haze
acusatiuo, y vvan con pas que son / conjunciones. Si esta o semejantes dicciones
se huuiesen de diuidir en fin de renglon, se / partiran con raya, porque juntas
gerunt vide vnius: y aunque de la diccion de arriba / churi, seorsum sumpta,
significa filius, pero como las particulas que restan, vna le constitu-/ye possesso,
otra plural, otra acusatiuo, y otras le conjuntan con diccion o clausula antece-/
dente, en fin de linea se le pondra a churi (o a qualquiera de las otras) raya
para que se-/pa el que lee, no ha de parar alli, sino passar a la linea siguiente
a buscar las sylabas restan-/tes, que le constituyen vn solo vocablo: a la manera
que en Latin partimos en fin de linea / (quando se ofrece) a quam-obrem, sic-ut;
quominus et alia quo-minus et alia.
19. Vltimamente note que el Indio confunde la o <con> la v, y la e con la i: y
assi, o ya en / impressiones, o ya oyendo al Indio notarân la variedad en vn mismo
vocablo, porque v-/nos dizen oncconi y otros vnccuni: vnos reccini, y otros riccini.
Lo cierto es que en el / Cuzco la pronuncian tan indiferente al sonido, que no
se puede percebir si es vna, v otra. / Esto ha mouido a los que han escrito Artes
de este idioma a enseñar que quando la raiz del / verbo fuere i como en puri-ni,
con el participio de presente se mude en e, vt purecc: y / y [sic] si la raiz es v, se
conuierta de o, vt en puñu-ni, puñocc. En este particular fijan al / vso del pais, o no
le fijan, que tambien entenderan al que dize vvañucc, como al qu pro-/nunciare
vvañocc. Y no es entre solos Indios esta confusion de letras, pues vemos en nues-/
tro Romano Castellano, que auiendo tenido su origen en la lengua Latina, de
porta / dixeron puerta, de curta, corta, de timor temor: y aun en nuestro siglo
oymos Sujetos / Castellanos, no Sayagueces, sino bien eruditos y rethoricos que
dizen tiniendo y puniendo, / pro teniendo y poniendo.. Y en nuestro idioma vimos
variar la raiz y de dezir sale / dijo, digo, &. y de poner; salen puse, pusiera &. y
otros innumerables.
Anexo 2
423
Gerald Taylor
[182v]
V. 36. Magister, quod est mandatum magnum in lege?
* Yachachicamayocc, mayccanmi camachicuscca simipi collananñin
camachicusccacca?
V. 37. Ait illi Iesus: Diliges D(omi)num Deum tuum ex toto corde tuo, et in tota
anima tua, et / in tota mente tua.
* Iesus payman ñirccan: Apu Diosñijquiman soncco canqui tucuy
sonccoyquivvan, tu-/cuy animayquivvan tucuy yuyayñijquivvampas.
V. 38. Hoc est maximum, et primum mandatum.
* Caymi collananñin camachicusccacca, ñaupaccñintaccmi.
V. 39. Secundum autem simile est huic: Diliges proximum tuum sicut te ipsum.
* Isccayñeqquenxri cayman<mi> ricchaccmi<cca>: Runamacijquicta .l.
ccamhina runacta / quiquijquictahina munanqui.
V. 40. In his duobus mandatis vniversa lex pendet, et Prophetae.
* Tucuyñin camachicuscca simicca, Prophetocunap qquellccasccampas cay
isccay cama-/chicuscca simipi vvisccacun.
V. 41. Congregatis autem Pharisaeis, interrogavit eos Iesus,
* Phariseocuna ña huñunacuptin, Iesus paycunacta tapuspa,
V. 42. dicens: quid vobis videtur de Christo cuius filius est? Dicunt ei: David.
*Ñirccan: Messias Christomanta imañinquichicc? Pip churinmi? Payman
ñirccan-/cu: Davidpa.
V. 43. Ait illis quomodo ergo David in spiritu vocat cum Dominum , dicens:
* Paycunaman ñirccan: Imahinatacc ari Davidcca Espiritu Santop çamaycusccan
/ yachachisccan payta Apu, vvac-yaspa, ñirccan.
V. 44. Dixit Dominus Domino meo: Sede à dextris meis, donec ponam inimicos
tuos scabe-/llum pedum tuorum?
* Apu Dioscca Apu Christosman ñirccan: Pañañeqquijpi tijaycuy,
checneqqueyquicu-/nacta chaquijquip çaruchacunampacc churaycunaycama.
Vt eos (dize Corn[elio]) quasi manci/pijs dominijs, imo eos calces quasi
scabellum pedum tuorum.
V. 45. Si ergo David vocat eum Dominum, quomodo filius eius est?
* David ari payta, Apu, vvac-y-an chaycca, imahinam paypa churinmi?
V. 46. Et nemo poterat ei respondere verbum: Neque ausus fuit quisquam ex illa
die / eum amplius interrogare. //
[183r]
ñiptinsi manam huc simillactapas cutipanancu yachacupurccanchu: manatacc pipas
/ chay ppunchaumantapacha payta astavvan x tapuyta checcancharccurccanchu.
424
La Luçerna Yndyca de E. Sancho de Melgar y Santa Cruz. Manuscrito de finales del siglo XVII
425
Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, Tel. 447 60Gerald
70 Taylor
Fax: 445 76 50 - E-mail: postmaster@ifea.org.pe
Web: http://www.ifeanet.org
426
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 427-449
IFEA
El Alto: una ficción política
Franck Poupeau*
Résumé
Desde inicios de los años 2000, la ciudad de El Alto se ha vuelto el símbolo de una Bolivia rebelde,
popular y autoorganizada, donde se manifestaría más que en cualquier otro lugar, el renacer de
las luchas indígenas. Si esta visión tiene que ser considerada como parte del objeto estudiado, no
puede ser aceptada tal cual. Desde su fundación y crecimiento a principios del siglo XX, esta ciudad
periférica, que obtuvo su independencia administrativa en los años 1980, siempre ha cumplido una
función económica en relación con la sede del gobierno boliviano, la ciudad de La Paz: transportes,
artesanía y comercio han hecho de El Alto la segunda ciudad del país, y uno de sus ejes de desarrollo.
Se acompaña de la creación de identidades específicas, que no remiten a una «indigenización de la
modernidad» (Sahlins) sino a una relación «moderna» (y bastante nueva) con la tradición, en la cual se
mezclan elementos heredados de los pueblos «originarios» y creaciones culturales y políticas locales.
427
Franck Poupeau
Mots clés : inégalités sociologiques et spaciales, espaces urbains, identités sociales, indigénisme
Key words: Social and Spatial Inequalities, Social movements, Indigenization of modernity, Urban
identities
1 Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la población de Santa Cruz superaría 1,5 millones
de habitantes en 2010, mientras que La Paz se quedaría con 850 000 habitantes.
428
El Alto: una ficción política
429
Franck Poupeau
4 El eslogan «El Alto de pie, nunca de rodillas» fue el símbolo de la «guerra del gas» de octubre de
2003.
430
El Alto: una ficción política
431
Franck Poupeau
432
El Alto: una ficción política
433
Franck Poupeau
verdaderamente en los años 1940, impulsada por las haciendas que vendieron
los espacios en los que se ubicarían los diferentes barrios, transfiriendo 134 000
títulos de propiedad (Demoraes, 1998): en 1942, se fundó Villa Dolores (que se
convertirá en Ciudad Satélite) y hasta la Revolución Nacional de 1952 nacieron los
barrios de Bolívar y 12 de octubre en el sur, 16 de Julio, Ballivián y Alto Lima en el
norte. La expropiación de la hacienda El Tejar, en el momento de la Revolución,
liberó toda la zona de La Ceja y permitió la fundación de Ciudad Satélite:
«sus principales pobladores fueron personas que se dedicaron al pequeño
comercio (venta de frutas y comida en la inmediaciones de La Ceja). Las
otras áreas, como Villa Dolores, sólo contaban con algunas pequeñas
edificaciones muy precarias; fueron ocupadas por los flujos migratorios
provenientes de provincias y por pobladores urbanos, que por motivos
económicos no pudieron asentarse en la ciudad de La Paz y aprovecharon
del precio muy bajo de la tierra (Garfias & Mazurek, 2005: 11)».
En una primera fase, El Alto se desarrolló en torno a los ejes camineros, a lo largo de
los cuales se implantaron las viviendas. Las carreteras que unían El Alto con otros
centros urbanos del altiplano (Oruro, Copacabana, Laja, Viacha) convergían en el
cruce de La Ceja. Los barrios más antiguos contaron con servicios urbanos (agua y
electricidad) desde los años 1950. A partir de aquel entonces, el crecimiento de la
población fue espectacular: 11 000 habitantes en 1950, 30 000 en 1960, cerca de
100 000 en 1976, 405 500 en 1992 y 647 000 en 2001. Semejante crecimiento
(superior al 9 % anual entre 1976 y 1992) se explica en primer lugar por las
primeras olas de migración rural que, a partir de los años 1970, resultaron de la
crisis del sistema rural de economía familiar (puesto que las parcelas delimitadas
por la reforma agraria de 1953 eran demasiado pequeñas para ser distribuidas
entre todos los herederos de la generación siguiente). La sequía, debida al
fenómeno de El Niño provocó un segundo éxodo a principios de los años 1980.
Por último, a partir de 1985, la crisis en los mercados de materias primas, así
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El Alto: una ficción política
6 Se había dotado a El Alto de una alcaldía anexa a principios de los años 1980.
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Franck Poupeau
7 El hecho que se hable de las juntas vecinales de los barrios no debe ocultar ni la multiplicidad ni la
diversidad de las organizaciones sociales, sindicales y culturales de El Alto: federación de los comités
de padre de familia, clubs de mujeres, asociaciones de mineros relocalizados, centros culturales
para los jóvenes o los residentes de un barrio, la Central Obrera Departamental, etc. Todos estos
grupos tejen las relaciones sociales entre los habitantes de una misma zona, conectándolas a nivel
municipal. Constituyen a la vez redes de ayuda mutua y de control social de los dirigentes destinadas
a paliar la ausencia del Estado, ilustrada por el siguiente dato: solo hay 2 000 policías en todo El Alto
y esto siempre que no se los traslade al centro de la ciudad para vigilar partidos de fútbol.
436
El Alto: una ficción política
del departamento es de verdadera dependencia, ya que entre 100 000 y 200 000
personas bajan diariamente a La Paz para trabajar.
Al final, no se debe caer en una visión homogénea e indiferenciada de la ciudad,
pues «El Alto no es un suburbio miserable», como lo demuestran Marie-Danièle
Demélas y Jean-Pierre Lavaud, basándose en los datos siguientes: El Alto es la
segunda ciudad industrial del país, con más de 5 000 establecimientos8, los
cuales habrían generado 270 millones de dólares en productos manufacturados,
exportados principalmente a Estados Unidos —en primer lugar, la industria de
la confección, seguida por las fábricas de muebles, la industria mecánica, la
producción de alimentos y la producción textil y, en segundo lugar, las industrias
de la madera, de los plásticos, la industria gráfica, etc.—. Aunque «los conflictos
sociales acompañados de bloqueos de caminos y frecuentes manifestaciones han
desanimado a algunos empresarios», el hecho de que se creen anualmente más
de 1 000 empresas es una «prueba del dinamismo de la ciudad» (Demélas &
Lavaud, s.f.) Dinamismo que los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
confirman en 2008: ese año, la población activa llegó a las 500 000 personas,
aproximadamente, es decir prácticamente el doble de lo que era en los años
2000; 19 098 empresas están registradas como contribuyentes en el Servicio
Nacional de Impuestos, pero con los regímenes especiales, las recaudaciones
fiscales apenas sobrepasan los 60 millones de Bolivianos. Si bien El Alto no es
una villa miseria, es una ciudad segregada en la que impera la desigualdad y la
informalidad vinculadas con una estructura corporatista (ver recuadro 1).
8 De los cuales el 90,6 % son microempresas que emplean de una a cuatro personas, lo cual representa
el 45 % de los empleos: ver Cámara Departamental de Industrias de La Paz, 2004.
9 El autor se presenta como «sociólogo alteño» y fue director del CIPCA-La Paz (Centro de Investigación
y Promoción del Campesinado). http://www.iglesiaviva.net/content/view/2998/80
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Franck Poupeau
10 Los autores se basan sobre todo en el estudio del geógrafo alemán G. Koester, 1976.
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El Alto: una ficción política
El análisis cartográfico de los datos del censo de 2001 por Garfias & Mazurek (2005)
muestra que El Alto está ahora compuesto por tres círculos espaciales distintos,
correspondientes a la antigüedad de la implantación de los diferentes barrios y a la
centrífuga dinámica urbana. Se elaboraron varios indicadores, teniendo en cuenta la
calidad de las viviendas (paredes de ladrillo o de adobe, suelo de cemento o tierra,
número de habitaciones, etc.), su acceso a los servicios urbanos, las características
sociodemográficas de los jefes de familia (profesión, sector en el que trabajan),
la dependencia de la familia de la persona activa, el acceso a los servicios de salud
(con el número de partos a domicilio). El primer círculo está constituido por La Ceja
y los primeros barrios construidos en los años 1950 (Villa Dolores, Ciudad Satélite, 16
de Julio, Ballivián). Se caracteriza por una elevada densidad demográfica, viviendas
construidas con materiales modernos y con buen acceso a los servicios básicos, un
elevado porcentaje de la población activa empleada principalmente en el sector del
comercio y los servicios, que coexiste con pequeños empresarios independientes y
personas que trabajan en su casa: todas estas características del empleo explican la baja
tasa de analfabetismo y la gran proporción de mujeres.
El segundo anillo se caracteriza por situaciones de lo más variadas, pues corresponde al
asentamiento en los años 1970-1990: migración rural debida al clima (fenómeno de El
Niño) y la crisis de reproducción del pequeño campesinado del altiplano, enfrentada a
parcelas demasiado estrechas, heredadas de la distribución de la revolución de 1952,
cierre de las minas debido a la crisis en los mercados mundiales y a las reestructuraciones
liberales de 1985 y crecimiento endógeno de la población alteña. Se puede distinguir
al norte del aeropuerto una población que trabaja por cuenta propia o empleada a
domicilio y al sur una población de obreros y empleados a la vez más estable y más
calificada, pero al parecer con viviendas todavía relativamente precarias. El tercer anillo
está compuesto por las urbanizaciones más recientes, que datan de la segunda mitad
de los años 1990, agrupadas en los distritos 7 y 8, así como en el norte de los distritos
5 y 6 y al oeste de los distritos 3 y 4. Este círculo presenta las superficies más grandes
y también los niveles de densidad de viviendas más bajos, lo cual dificulta su acceso a
los servicios básicos. Al norte del aeropuerto se encuentra, al igual que en el segundo
anillo, una población poco calificada y más joven que en el resto de la ciudad11. La
estructuración socio espacial a la que obedecen la mayoría de las variables y que
lleva a interpretar el espacio urbano alteño en términos de segregación, presenta un
interés científico particular: los indicadores de ubicación espacial son, al menos, igual
de predictivos que los indicadores sociales tradicionales. El análisis cartográfico resulta
ser pues un complemento indispensable de la encuesta sociológica, cuando los datos
sobre la profesión o la clase social, en un contexto muy segregado, no aportan suficiente
información sobre los individuos o los grupos encuestados (Poupeau, 2008).
11 En la ciudad en su conjunto, la edad media es de 22,6 años, según el censo de 2001. Los menores de
15 años representan el 39,5 % de la población, pero se concentran sobre todo en el segundo anillo,
mientras que la mayor parte de los centros educativos y culturales se sitúan en el primer anillo.
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Franck Poupeau
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Figuras 7 y 8 – En la fiesta de Alasitas, en enero de cada año, se venden miniaturas de los objetos más
necesitados y más deseados
Fotos: Sara Botton
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El Alto: una ficción política
Lima y Arequipa revela que los migrantes procedentes de las regiones andinas
se diferencian de los de otras regiones del país al mantener un sentimiento de
pertenencia a su lugar de origen que les permite reinventar, en otro contexto,
las tradiciones culturales de las comunidades rurales (Paerregaard, 2003): por
ejemplo, los campeonatos de fútbol constituyen una oportunidad para reproducir
las fiestas rurales, con sus rituales de enfrentamientos y libaciones, dándoles a la
vez una forma nueva. Como muestra una encuesta realizada a principios de los
años 2000 por jóvenes investigadores bolivianos (Guaygua et al., 2003), en El
Alto se observan procesos del mismo tipo, sin duda con una tendencia aún más
fuerte de las nuevas generaciones a diferenciarse de las primeras generaciones
de migrantes aymaras de los años 1960 y 1970. Estos últimos se veían obligados
a emigrar por razones principalmente económicas y reproducían por tanto,
adaptándolas, las prácticas culturales y los códigos de sus pueblos de origen. Se
observa aún esa influencia en el sistema de padrinazgo y la preparación colectiva
de las fiestas de barrio, según el modelo algo idealizado de la reciprocidad andina
(ayni), que permite redistribuir las riquezas entre los residentes. (Desde ese punto
de vista, se debería estudiar el surgimiento, a partir de los años 1970, de una
burguesía chola que, decepcionada por el proyecto de integración ciudadana de
la Revolución de 1952 que no consiguió que los indios accedieran a la igualdad
política, económica y social, creó para sí un ámbito próspero de negocios y un
nuevo universo de referencia entre lo rural y lo urbano, al margen de la política
nacional, en la invisibilidad de la muchedumbre de las calles Buenos Aires de La
Paz y 16 de julio de El Alto.)
En general, «nuevos espacios llevan a la invención de nuevas ceremonias.[...] El
estreno de bienes recién adquiridos, como una casa o un auto, se celebra con un
amplio grupo de amigos en una nueva forma de ch’alla» (Guaygua et al., 2003:
291). Cierto es que las generaciones jóvenes utilizan mucho las nuevas técnicas
de comunicación e importan modas
extranjeras, pero el elemento
determinante sigue siendo la
influencia del grupo de pares. Así,
la importación de música latina
(tecnomerengue, cumbia, rock,
etc.) pasa menos por la compra de
discos que por conciertos de grupos
locales, en discotecas («chojcheríos»)
destinadas a atraer una clientela
joven, pero cuya disposición
reproduce también la de las fiestas
rurales (en particular con sillas
alrededor de la pista de baile para ver
bailar a unos y otros). El surgimiento
Figura 9 – Un desfile escolar en El Alto, donde se mezclan de prácticas culturales propias de los
elementos «nacionales» e «importados» jóvenes aymaras en un medio urbano
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Franck Poupeau
13 Mientras que los marxistas y los neoliberales, más allá de sus divergencias políticas, comparten la idea
de que la introducción del mercado destruye a las sociedades tradicionales y a sus culturas, tanto
los teóricos del comunitarismo indigenista como los poscoloniales de todos los países, consideran
que las culturas tradicionales persisten bajo las degradaciones externas: después de algunos siglos
de olvido y de ocultamiento, dichas culturas renacerían de las cenizas de la hegemonía occidental
debido a la presión de la resistencia de los pueblos llamados «originarios». Todas esas teorías, se
trate de destrucción o de resurgimiento, tienen la misma visión congelada de una cultura tradicional
propia a los pueblos autóctonos. Este postulado está cuestionado por la teoría de la indigenización
de la modernidad, formulada por Marshall Sahlins desde los años 1990: afirma que los esquemas
culturales indígenas tienen la capacidad de apropiarse de la «modernidad capitalista» y que su
continuidad se instala en el cambio. Para un análisis de estos temas, consultar el articulo de Alain
Babadzan, 2009.
444
El Alto: una ficción política
14 La etimología aymara de la palabra Pachamama no está ligada, por lo demás, a la noción de Madre-
Tierra: pacha cubre un amplio campo semántico que incluye el ciclo del tiempo, del espacio y de la
tierra mientras que mama tiene menos que ver con la noción de madre que con la de la autoridad
que no es específicamente femenina. Para este tema, ver Harris, 2000.
445
Franck Poupeau
política de una ciudad construida por sus mismos habitantes para ver en ella el
producto de la interacción entre varias series de factores: las transformaciones
históricas del espacio urbano, en el que los procesos de segregación se ven
redoblados por la ausencia de políticas urbanas y el entramado de esquemas
culturales en el cual la producción de identidades depende menos de una
continuidad con el pasado que de una relación con las formas de vida colectivas
capaces de integrar diferentes influencias y donde las reivindicaciones de cara al
Estado son una exigencia de reconocimiento por el Estado.
♦♦♦
La ficción política de El Alto, funciona como una «reversión del estigma» destinada
a erradicar los prejuicios contra una ciudad periférica, pobre y violenta. No es
infundada en el sentido de que la acción de sus habitantes se debe a la vez a la
ausencia relativa del Estado y a la ineficiencia de una gestión municipal que sufre
de una falta de profesionales formados y de un clientelismo crónico. Constituye
sin duda el orgullo de una población afligida por la precariedad, la pobreza y las
formas de segregación social, espacial o cultural. Alto markaxa wali puq’antata
jiwa jich’axa: El Alto se ha vuelto bien grande ahora, pueden decir los alteños (en
aymara), refiriéndose no tanto al tamaño que a la nueva importancia política de
la ciudad. Constituye tal vez el surgimiento de una ciudad de la cual se habla más
de lo que ella misma habla: por esta razón, hay que superar la gloriosa historia
de las insurrecciones recientes para que aparezcan las estructuras invisibles que
producen, menos que una «politización de la etnicidad», una territorializacion de
las identidades, y una transformación de la relación de los alteños a las culturas
«tradicionales» e «indígenas». La ficción política de El Alto como ciudad aymara
y rebelde corre el riesgo de que siga siendo el doble simbólico que impida ver
la situación real de la población alteña, una referencia identitaria susceptible
de ocultar las desigualdades no solo entre la ciudad y el resto de la sociedad,
sino entre los residentes mismos de El Alto lo que podría confirmar lo dicho por
Bourdieu, a saber, que las ficciones políticas cumplen también funciones sociales.
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El Alto: una ficción política
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Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, Tel. 447 60 70Poupeau
Franck
Fax: 445 76 50 - E-mail: postmaster@ifea.org.pe
Web: http://www.ifeanet.org
450
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 451-462
IFEA
Comptes rendus d’ouvrages
Reseñas*
* El Bulletin de l’Institut Français d’Études andines no se responsabiliza por las opiniones vertidas en
esta sección.
1 Anderson (1997), Hobsbawm (1991), Hosbsbawm & Ranger (2002): estas referencias se aplican a las
451
Reseñas
452
Comptes rendus d’ouvrages
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454
Comptes rendus d’ouvrages
455
Reseñas
En el tercer estudio, Juan José Sánchez Baena nos ofrece un recuento detallado de
la prensa cubana y su relación con la libertad de ideas entre 1810 y 1823. Resulta
central el análisis de estos periódicos, pues en ellos participan muchos de los
personajes generadores de opinión e inmersos en la política como fue el caso del
mismo Arango. Sánchez Baena subraya dos etapas en el desarrollo de la prensa
cubana: el primer período de la libertad de imprenta (1810-1814) y el segundo
período constitucional (1820-1823). En el primero, la prensa hace eco de las voces
de denuncia por los abusos de la administración colonial y celebra la ansiada
libertad de publicar las ideas políticas en Cuba. Ante esta libertad de la prensa se
percibe la tendencia de los diversos grupos sociales por expresar sus opiniones y la
inconformidad con la política española, los debates para generar las reformas que
necesitaba la isla y los propios problemas acaecidos en la metrópoli. En la segunda
etapa, la restauración de la Constitución de 1812 y la vuelta a los debates de la
libertad de prensa ocasionaron la proliferación de múltiples periódicos, muchos
de ellos de vida efímera que se insertaron en la arena de la lucha ideológica y
política del trienio liberal. El análisis sistemático de estas publicaciones podría
arrojar argumentos sugerentes para la comprensión del pensamiento de las élites
criollas cubanas y la imagen que éstas tuvieron de los problemas de las clases
populares, especialmente en relación a la esclavitud. Entonces, la investigación
de Sánchez Baena más que un trabajo acabado representa un aporte inicial para
replantear la importancia de la prensa cubana en la coyuntura de crisis hispana.
El cuarto estudio del libro se inserta en forma directa en los debates sobre la
esclavitud, la ciudadanía y la ideología proesclavista desarrollados tanto en las
cortes de Lisboa y la asamblea constituyente de Río de Janeiro entre 1821 y 1824.
Marcia Berbel y Rafael Marquese destacan el argumento de que en las cortes de
Lisboa los criterios no racionales definieron la concepción liberal de la ciudadanía.
Así, el ciudadano connotaba características incluyentes que buscó soldar las fisuras
de la identidad que venía siendo cuestionada en aquellos años de las guerras de
la independencia. Por lo tanto, la identidad debía asegurarse por el derecho a la
ciudadanía, la igualdad de los habitantes de ambos hemisferios y, por ende, la
admisión de una «posible igualdad de portugueses de muchos colores». Por su
parte, en la asamblea de Río de Janeiro si bien se mantuvo esa inclusión esta vez
de los brasileños a la ciudadanía, se realizó una distinción entre los originarios de
África y los del Brasil. Esta distinción, al advertir la diferencia en ser extranjero y
no tanto por ser negro o no, permitió que se mantuviera aún la esclavitud y la
continuidad del tráfico negrero transatlántico hacia el Brasil. En ese sentido, como
señalan los autores, «el comercio de carne humana serviría, entre otras cosas, para
producir más libertad. Y, también, más desigualdad».
Las dos siguientes investigaciones están centradas en Nueva España y en la
participación de los sectores indígenas en las guerras de independencia y en la
formación de los nuevos Estados nacionales. Eric Van Young, después de indagar
por décadas la realidad mexicana se interesa por determinar el significado que tuvo
el movimiento independentista para la gente común en el campo y si esta expresó
de alguna manera un tipo de sentimiento nacionalista que podría configurar la vida
456
Comptes rendus d’ouvrages
política del siglo XIX mexicano. En forma específica, en este trabajo Van Young
prueba que «la cultura política y la práctica política cotidiana en la mayoría de
las miles de comunidades indígenas de Nueva España demostraron una notable
continuidad […] entre el último período colonial y el final de la década de la
insurgencia». Sin embargo, esta comprobación no señala que la continuidad tenga
que ver exclusivamente con el papel pasivo de las clases populares. El propio autor
advierte que la historiografía reciente ha revalorado mejor el comportamiento
político de los sectores subalternos en las guerras de independencia siendo en la
actualidad insostenible una posición de indiferencia de estos grupos populares ante
los acontecimientos políticos de los años de la revolución. Lo que el estudio de
Van Young muestra claramente es que la apertura que representaron las Cortes
de Cádiz y la Constitución de 1812 no fue la de una comunidad imaginada en
donde los sectores populares pudieran encontrar el camino para su integración
política, sino «un medio para llevar a cabo la defensa de sus comunidades». Por
ello, las sublevaciones fueron de carácter localizadas, de corta duración pero
potencialmente violentas, pues estaban defendiendo su localismo obstinado antes
que la emergencia de una visión más amplia o algún tipo de proyecto nacional
incipiente.
El trabajo de Izaskun Álvarez sobre la región del Yucatán deja también muy en
claro las relaciones conflictivas existentes entre los grupos populares indígenas
y los sectores criollos. Resulta oportuno entender la participación de población
india en un marco más amplio que incluya los años de la independencia hasta la
finalización de la guerra de castas. En ese proceso queda latente la diversidad de
intereses y opiniones entre los pueblos y las pretensiones de las autoridades criollas
por diseñar «un Yucatán independiente, sin contar con la población indígena, a
la que intentaron anular, vender y exterminar por todos los medios». En otras
palabras, corroboramos al argumento central de los criollos de «hacer patria
sin indios», a pesar de que estos sectores populares representaban el elemento
diferencial de la sociedad mexicana.
Oscar Almario se ha preocupado en desarrollar precisamente la búsqueda de una
nueva identidad que los criollos neogranadinos intentaron conseguir a partir de las
luchas por la independencia. A su vez el autor señala «las distintas representaciones
acerca de las llamadas castas y el reto de su inclusión en el proyecto nacional»
y de cómo las élites criollas pretendían construir la nación negando lo indio, lo
negro y lo mestizo. Almario muestra cómo la cuestión de las castas y el problema
indígena estuvo en la agenda de las discusiones de las Cortes de Cádiz, porque
el debate siempre giró en la inclusión política de estos sectores populares tan
importantes en la configuración social y política de las naciones iberoamericanas.
Era evidente la idea de Restrepo de que «la esclavitud debe destruirse, sin destruir
al propietario» y que «no conceder la libertad es una barbarie; darla de repente
es una precipitación», incluso, las palabras de Bolívar de que únicamente las leyes
y la educación podían permitir que las desigualdades adherentes a la naturaleza
de los hombres se convirtieran en igualdades propiamente políticas y sociales. En
esencia, las élites criollas volvían a excluir a través de diversas estrategias retóricas
y discursivas a los grupos populares de la arena política nacional.
457
Reseñas
Finalmente, Nuria Sala I Vila cierra el libro editado por Chust y Frasquet
reflexionando sobre la región como un espacio de representación política en el
Perú decimonónico. La autora señala que no solamente la ciudadanía había sido
uno de los ejes que permitió la construcción del proyecto liberal en América
Latina, sino que fueron los espacios políticos desde donde se pudo materializar
aquel objetivo. En los estudios de casos Sala I Vila ha podido manejar la hipótesis
de que la región se convirtió en el siglo XIX en un espacio de poder político. Así, los
diversos proyectos liberales de representación política tuvieron relacionados tanto
a la ciudadanía como a las organizaciones políticas administrativas que formaron
parte del nuevo Estado nacional desde los años de las guerras de independencia.
A partir de esas vinculaciones se podría entender las repercusiones de los poderes
locales y regionales en la configuración social de los sectores populares y en la
esfera política del Perú del siglo XIX.
Indudablemente Los colores de las independencias iberoamericanas editado por
Chust & Frasquet muestra una multiplicidad de posibilidades para abordar el
estudio de las clases populares en Iberoamérica. Aprehender en su esencia «los
colores» y los intereses de los diversos grupos sociales, relacionar sus motivaciones
con sus horizontes de desarrollo, situar su papel social y político en el proceso
revolucionario y advertir las diferentes propuestas y alternativas políticas que
tuvieron en la convulsionada coyuntura de las guerras de independencia.
Entonces, en la actualidad es una verdad irrefutable que las celebraciones de
los bicentenarios representan más que una estupenda oportunidad para repensar
la historia de estas clases subalternas y sus íntimas implicancias políticas en la
configuración de las sociedades iberoamericanas.
Daniel MORÁN
458
Comptes rendus d’ouvrages
459
Reseñas
En la segunda parte del libro, la autora centra su análisis en los debates en torno a la
antigüedad del hombre en la Argentina. El cuarto capítulo describe el surgimiento
del interés científico en la segunda mitad del siglo XIX en la antigüedad del hombre
en las pampas. Según la autora, para la Argentina y la América del Sur el interés por
la arqueología prehistórica no puede separarse de la formación de las colecciones
paleontológicas y del debate acerca de la antigüedad de la formación Pampeana.
Las primeras colecciones prehistóricas argentinas datan de fines de 1850: a partir
de la aceptación de los hallazgos de Boucher de Perthes, diversos buscadores de
fósiles siguieron encontrando vestigios. Si bien el problema de la antigüedad del
hombre sudamericano tuvo un momento de esplendor en la década de 1870 y
la primera mitad de la de 1880, la paleontología de los mamíferos concentró la
atención de la mayoría de los naturalistas locales hasta 1910, cuando la posibilidad
de encontrar evidencia del hombre terciario en la Argentina empezó a ser agitada.
En el capítulo que sigue, la autora analiza los centros de recopilación de datos y
de formación de colecciones en Córdoba, Tucumán, Buenos Aires y Entre Ríos.
Desde allí se enviaban comisiones a los lugares donde se pretendía haber dado
con la prehistoria en su manifestación americana. Podgorny delinea las redes de
individuos interrelacionados a través de las sociedades científicas y los museos.
La autora se centra particularmente en las actividades de tres individuos que
escribían y publicaban sobre el problema de la antigüedad del hombre: Estanislao
Zeballos, Francisco P. Moreno y Florentino Ameghino. A lo largo del libro, la figura
más estudiada es la de Ameghino. Habiendo empezado como proveedor local de
los museos europeos con fósiles, Ameghino descubrió grandes yacimientos que
asociaba con el «hombre fósil» sudamericano, perteneciente a una supuesta raza
dolicocéfala en la América. Podgorny entreteje los debates en torno a los hallazgos
de Ameghino con una discusión en el mundo científico de la época: enfatiza la
dimensión social de los procesos en los cuales se estableció la «autenticidad» de los
hallazgos, y cómo, poco a poco, fue privilegiándose cada vez más la experiencia
de campo por encima de la del gabinete o la universidad.
La autora narra en el siguiente capítulo la participación argentina en la Exposición
Internacional de Antropología y Paleontología de 1878 celebrada en París,
simultánea a la Exposición Universal. La exposición ratificó la existencia del
hombre terciario en Europa y aceptaba el hallazgo de restos humanos en el
Terciario de California. Despertó también expectativas entre los argentinos, porque
los científicos franceses estuvieron dispuestos a reconocer en base a la exposición
argentina la posibilidad de que «el origen» de la humanidad se encontrara en
la Argentina. La estadía en Francia influyó profundamente en Ameghino en
particular, quien permaneció tres años en París, interviniendo y aprendiendo en
el campo paleontológico local. En su libro La antigüedad del hombre en La Plata
en 1880, Ameghino arguyó que el hombre americano era tan antiguo como el de
otros continentes, afianzando sus vínculos con autores franceses como Topinard,
de Quatrefages y Broca, y su cercanía a G. De Mortillet.
El séptimo capítulo gira alrededor de los debates en la Argentina durante la década
de 1880. Analiza, en una primera sección, el estudio de los restos arqueológicos
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Comptes rendus d’ouvrages
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Reseñas
Stefanie GÄNGER
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (2): 463-474
IFEA
Évènements
Eventos
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Eventos
académicas de sus países. Los trabajos presentados abarcaron buena parte del
espectro de las disciplinas de las ciencias sociales, pues, si bien muchas de ellas
rebasaron los marcos disciplinarios tradicionales, claramente todas se insertaron
en los debates más actuales de la ciencia política, la economía, la sociología, la
antropología, la historia, la geografía y el urbanismo.
Se trató, por lo tanto, de un evento interdisciplinario, que propició el diálogo crítico
entre especialistas de diversas vertientes metodológicas y teóricas, en el cual se
generó un espacio favorable para el análisis comparativo de aspectos centrales de
las sociedades andinas. Los trabajos presentados fueron usualmente el resultado
de investigaciones de largo aliento, por lo que su discusión entre intelectuales
provenientes de diferentes orígenes nacionales y disciplinares sirvió para poner a
prueba sus principales hipótesis y hallazgos, reforzar el carácter regional andino o
latinoamericano de sus trabajos y, de modo más general, compartir con el público
ideas relacionadas con la desigualdad, el desarrollo y los conflictos sociales a escala
regional. Para ello, el programa combinó las ponencias monográficas acerca de casos
y temas específicos, que en ciertas ocasiones incluyeron perspectivas comparativas,
transregionales e interdisciplinarias, con ponencias centrales que esbozaron visiones
de conjunto y perspectivas teóricas acerca de la temática planteada.
Luego de las palabras inaugurales de los directores de la Cooperación Regional
para los Países Andinos de la Embajada de Francia, Jean Vacher y del Instituto
de Estudios Peruanos, Marcos Cueto, el evento se inició con la mesa central
«La desigualdad en América Latina: viejos y nuevos enfoques». Esta primera
mesa estuvo a cargo del historiador norteamericano Paul Gootenberg y del
antropólogo social mexicano Luis Reygadas, quienes tras hacer un recuento de
la literatura existente, propusieron sobre la base de una importante investigación
conjunta, una serie de perspectivas teóricas acerca de la desigualdad en América
Latina, sus causas históricas, las implicancias de su persistencia y de sus nuevos
rasgos, y sus consecuencias políticas, en particular en relación con el reciente
«giro a la izquierda» en la región. Los ponentes prestaron especial atención
al carácter relacional de las desigualdades y a la urgencia de estudiarla en
función de diversos paradigmas de las ciencias sociales, que tengan en cuenta
tanto las estructuras como las coyunturas y que recurran tanto a metodologías
cuantitativas como cualitativas.
La segunda jornada se inició con la mesa «La subordinación de la política a la
economía», que se centró en la economía política de los países andinos. En ella, se
analizaron algunos factores que en años recientes se han convertido en medulares
en el debate regional, tales como la importancia económica y las consecuencias
políticas de la explotación de los recursos naturales, la emergencia en altos cargos
gubernamentales de tecnócratas formados en los departamentos de economía
de las universidades norteamericanas y su influencia en los modelos económicos
asumidos en las naciones andinas. El modo en que estos fenómenos se relacionan
entre sí y generan tensiones en cuanto a la redistribución y las asignaciones
presupuestales, a la vez que afectan las grandes tendencias económicas y políticas,
fue el elemento común de las tres presentaciones.
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Évènements
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Eventos
en las políticas públicas de los países andinos. Aunque todas las investigaciones
presentadas hicieron hincapié en el peso que estos factores tienen en las políticas
de seguridad y coerción, los temas de la imaginación geográfica, tanto a escala
nacional como urbana, también fueron destacados: lo que constituye una
aproximación original a estos temas clásicos.
El evento concluyó con la ponencia central de Eric Hershberg. El destacado
politólogo norteamericano presentó un balance, parte de una investigación de
largo alcance, acerca de la desigualdad y de las políticas para enfrentarla en la
América Latina, así como una serie de perspectivas del desarrollo de la región en el
mediano plazo. La ponencia fue complementada con la participación, a modo de
moderador y comentarista, de Julio Cotler. En ella, Cotler, uno de los fundadores del
Instituto de Estudios Peruanos y de los más respetados analistas políticos del Perú,
aportó con sugerentes críticas y posibles líneas de investigación para el estudio de
las desigualdades, el desarrollo y los conflictos sociales en los países andinos.
A lo largo del evento, los expositores llamaron la atención acerca de la importancia
de mejorar la comprensión del fenómeno de la desigualdad en América Latina,
pues es bien sabido que la región es la más desigual del mundo. La centralidad del
fenómeno explica su importancia dentro del marco institucional del Instituto de
Estudios Peruanos. Por ello, el evento permitió que diversos investigadores del IEP
pudieran presentar aquellos trabajos que en los últimos años se han articulado, en
algunas de sus facetas, con el tema de la desigualdad.
El seminario contó también con la moderación y los comentarios de académicos
peruanos y extranjeros afiliados a otras importantes instituciones de investigación
locales como Cynthia Sanborn, directora del Centro de Investigación de la
Universidad del Pacífico (CIUP), y Javier Torres, director de la Asociación de
Servicios Educativos Rurales (SER), además de los directores de las dos instituciones
organizadoras: Georges Lomné del Instituto Francés de Estudios Andinos y Marcos
Cueto del Instituto de Estudios Peruanos. Un público de alrededor de ochenta
personas asistió presencialmente al evento en el auditorio del Instituto de Estudios
Peruanos y participó de las ponencias con preguntas y comentarios, y más de cien
personas lo siguieron cada día en vivo a través de la transmisión en la página web
del instituto.
Además de permitir la discusión de la realidad latinoamericana en un ámbito
especializado, la intención de los organizadores del seminario es que éste sirva
también para la divulgación del conocimiento científico a un público amplio
acerca de temas cruciales para la comprensión de las sociedades andinas. Para
lograrlo, en vista de la calidad de las ponencias, de su cohesión temática y del
entusiasmo de los participantes, el Instituto de Estudios Peruanos planea editar una
compilación de los trabajos expuestos en la forma de un libro, cuya publicación en
el corto plazo espera contar con la participación del Instituto Francés de Estudios
Andinos y la Cooperación Regional para los Países Andinos de la Embajada de
Francia. Se espera, además, que el evento promueva la formación de redes de
investigadores especializados en la importante temática de las desigualdades. En
vista de todo lo anterior, es posible afirmar que el seminario cumplió con las
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Évènements
expectativas trazadas por los organizadores y que fue, por ello, una experiencia
exitosa que el Instituto de Estudios Peruanos y la Cooperación Regional para los
Países Andinos de la Embajada de Francia esperan repetir.
Marcos CUETO
Este simposio internacional fue convocado por la directora del Museo de Arte
de Lima (MALI), Natalia Majluf, y co-organizado por Jean-Joinville Vacher
— responsable de la Cooperación regional para los países andinos en la Embajada
de Francia—, la Embajada de Chile en el Perú y la Fundación Getty. También
recibió el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo (AECID), del Programa de Maestría en Historia del Arte de la Pontificia
Universidad Católica del Perú (PUCP) y del Instituto Francés de Estudios Andinos
(IFEA, UMIFRE 17, CNRS-MAEE). Después de una sesión inaugural en el MALI,
el lunes 30 de agosto en la noche, el simposio se desarrolló durante los dos días
siguientes en el auditorio de Ciencias Sociales de la PUCP. La sesión de «Relatoría
y balance» tuvo lugar el 2 de septiembre en el auditorio de Humanidades de esta
misma universidad. En suma este evento permitió reunir a 17 conferencistas y 8
comentaristas de diversos países hispanoamericanos, de España y Francia. Los
oyentes eran, en su mayor parte,
integrantes de la Maestría en
Historia del Arte de la PUCP.
Conviene recalcar que, por
la calidad y originalidad de
sus aportes científicos, este
simposio descolló entre
los muchos encuentros
académicos que ya tuvieron
lugar en los países andinos con
ocasión del Bicentenario de
las Independencias. Quizás
por la verdadera «revolución
historiográfica» a la cual apeló
Natalia Majluf durante la sesión
inaugural y que podría resumirse
Apertura del Simposio por Natalia Majluf en este interrogante: ¿cómo
MALI, Lima, 31 de agosto de 2010. pensar de otra manera el vínculo
Foto del autor. entre imagen e independencia?
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1 Director científico del INHA (Institut National de l’Histoire de l’Art, París). Autor de Le Serment Du
Jeu De Paume de Jacques-Louis David: Le peintre, son milieu et son temps, de 1789 a 1792, 1983;
La Révolution par la gravure : Les tableaux historiques de la Révolution française, une entreprise
éditoriale d’information et sa diffusion en Europe (1791-1817), 2002; Portraiture in Paris Around
1800: Cooper Penrose by Jacques-Louis David, 2004; Jacques-Louis David: Empire to exile, 1995;
Catálogo de la muestra del J. P. Getty Museum y del Sterling y Francine Clark Institute, 2007.
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Évènements
que varios héroes chilenos y argentinos fueron pintados por Gil de Castro según un
gusto chileno distinto, por su libertad de expresión, del gusto imperante en Lima.
En este mismo registro, Víctor Mínguez Cornelles, de la Universidad Jaume I de
Castellón, España, recalcó cómo José Bonaparte se hizo retratar como un tranquilo
hacendado durante su estadía final en Filadelfia. Beatriz González Aranda, pintora
y asesora del Banco de la República de Colombia, mostró cómo el abanderado
Espinosa retrató a Bolívar, en sus últimos cuadros, como un héroe devuelto a su
condición civil enfatizando, incluso, el pesar de sus enfermedades. Para cerrar este
primer rubro, es interesante destacar la demostración de Laura Malosetti Costa,
investigadora uruguaya del Conicet y profesora en el Universidad de Buenos Aires
(UBA), con respecto a la posteridad de Gil de Castro. A finales del siglo XIX, se
llegó a considerarle como «un inculto pintor atrasado». Los argentinos lo repudiaron
arguyendo el carácter estereotipado de sus cuadros y los chilenos por ser mal pintor.
El criterio actual de su rescate se atiene precisamente a valorar la autenticidad de
sus cuadros, ajena a los padrones heroicos del siglo XIX. Luis Eduardo Wuffarden
hizo notar al respecto que la fama de Gil de Castro en el Perú evolucionó en función
de los usos del pasado. Por ende, se le valoró en 1892, en 1921 y después de 1944.
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La relatoría general del simposio estuvo a cargo de Jaime Cuadriello, Juan Carlos
Estenssoro, de la Universidad de Lille-III, y Georges Lomné. De entrada, Jaime
Cuadriello destacó la virtud interdisciplinaria del proyecto Gil de Castro —un
«nuevo paradigma del conocimiento en la América Latina»— y expresó su ansia
hacia la futura exposición y su catálogo razonado. Disertó luego sobre la eficacia
del modus operandi de Gil de Castro. Aquello que nos ofreció este pintor no
sería sino una biografía colectiva que yace todavía en su galería de retratos. En
fin, la guerra de las imágenes fue reemplazada por Gil de Castro por una perfecta
«gestión de las imágenes». Juan Carlos Estenssoro destacó primero el peso de las
mutaciones en la cultura visual. Recalcó que Santiago de Chile por no ser «ciudad
de corte» pudo inventar una radicalidad nueva del retrato, nutrida de intimidad.
Gil de Castro, al extraerse del academismo limeño, pudo beber de la fuente
de esta revolución visual. Luego, planteó el problema del retrato del Rey y se
interrogó sobre el matiz que existe entre borrar y sustituir la imagen del monarca
por la de un héroe republicano. Terminó su relatoría pidiendo que se hiciera
una antropología del retrato y destacó el innegable valor testimonial de la obra
de Gil de Castro ya que a diferencia de muchos retratos del Antiguo Régimen,
conocemos la identidad de quienes han sido pintados. Georges Lomné destacó
luego el interés de conectar las reflexiones del simposio a la dinámica identificada
hace años por Tzvetan Todorov del paso de la metáfora al símbolo (1993). El
registro de las pasiones, encarecido por las revoluciones, se acomoda mejor del
símbolo que de la alegoría. Por ende, el mundo cifrado se desvaneció a favor de
otro, lleno de energía y habitado por la inquietud de corte lockeano que había
destacado Jean Starobinski como crisol de la «invención de la libertad» (1964). El
cuadro de David, Bonaparte cruzando los Alpes por el San Bernardo (Museo del
Castillo de Versalles, 1800-1801), ¿no sirvió acaso de modelo a la representación
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Referencias citadas
BORDES, P., 1983 – Le Serment Du Jeu De Paume de Jacques-Louis David : Le peintre, son
milieu et son temps, de 1789 a 1792, 265 pp.; París: Éditions de la Réunion des
musées nationaux.
BORDES, P., 1995 – Jacques-Louis David: Empire to exile; New Haven, Londres et
Williamstown.
BORDES, P., 2002 – La Révolution par la gravure : Les tableaux historiques de la Révolution
française, une entreprise éditoriale d’information et sa diffusion en Europe (1791-
1817), 318 pp.; parís: Musée de la Révolution française.
BORDES, P., 2004 – Portraiture in Paris Around 1800: Cooper Penrose by Jacques-Louis
David, 80 pp.; San Diego: Putnam Foundation.
BORDES, P., 2007 – Catálogo de la muestra del J. P. Getty Museum y del Sterling y Francine
Clark Institute, 379 pp.; Yale University Press.
STAROBINSKI, J., 1964 – La invención de la libertad, 222 pp.; Barcelona: Skira. Trad. de F.
Olmos García Carroggio.
STAROBINSKI, J., 1988 – Los emblemas de la razón, 195 pp.; Madrid: Taurus. Trad. De José
Luís Checa Cremades.
TODOROV, T., 1993 – Teorías del símbolo; Caracas: Monte Ávila.
Georges LOMNÉ
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