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JOSE FERNANDEZ ANDRADE:
UN ARTISTA COLOMBIANO FINISECULAR
FRENTE A LA SOCIEDAD BURGUESA
Rafael Gutiérrex Girardot
‘Considerada casi undnimemente como una novela que no eample con las exigen-
‘jan del ganero, Desobremerade José Asuncion Silva ha sido juzgada como el nico
‘empl pleno en las letras de lengua espafiola de una variedad dels pics este
dae ela de artistas». Una enumeracién de este tipo de novela en las letras euro,
poss desde Ardinghelloo as ida fees (1787) de Wilheln Heine, passnde porel
Praceher (1778) Loves de aprendizaje de Wilhelm Meister (1798-8) de Goethe,
dinde{ 1790) de Friedrich Schlegel, Heinrich von Oferdingen (1802) de Novalis
dan oan (1884) de Joris Kar Hoysmans, Efretratode Dorian Gray (1890) de
Gases Wiley ya en este siglo, La ruertede Virgilio 1948) de Hermann Broch, por
ce atlas as eonocidas pone de presente el vacio temitico que impuso 3138 ]e=
cae ac emgua espaola su radicion supuestamente pes6 todavia
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rosé FERNANDEZ ANDRADE 625
burgués a la que fueron sucumbiendo las viejas familias tradicionales, como to
cuenta Luis Orrego Luco en su novela Casa grande (1901), por sblo citar la mis
‘densa entre las muchas que registran esta callada revolucién. A esto se agrega la
fuerte influencia europea, especialmente francesa en todos los érdenes de la vida,
que posibilita la recepcion de la literature francesa decimondnica, especialmente la
del simbolismo y el parnaso. Esta literatura procuré los medios para captar el pro-
bblema del artista en la sociedad burguesa, y por ello no es extrafio que fuera en His-
‘panoamérica yo en Espafia en dondle surgieron las primeras «novelas de artistas»,
Suscitadas en parte por Baudelaire y, en Silva, por Huysmans
‘Entre las «novelas de artistas» hispanoamericanas sobresalientes, esto es, Amis-
dad nesta (1885) de José Marti ¢ Holos rotor (1901) del venezolano Manuel Diaz
Rodrigner (Resurreccitn: cuento de artistas 1901-2, de José Maria Rivas Groot no
trata el problema del artista, sino postula la conjuncién de fe y belleza), sobresale
‘Desobremesa de Jose Asuncion Silva porque, a diferencia de Mart y de Diaz Rodri-
gue, reflexiona abiertamente y sin afin demostrativo, como Rivas Groot, sobre lo
que Friedrich Schlegel en Lucinde y Séren Kierkegaard en O eso o fo otro (1843)
Habian considerado, con contrario acento e intencién, como la sexistencia esté- *
tican, esto es la vida El personaje central de Amicéad finesta de
Marti es un héroc Fomantico que lleva una doble vida, la de abogado y artista. Este
Juan Jérer de Mart es una escala previa del Alberto Soria de /dolos roto, de Diaz
Rodriguez, en el sentido de que el escultor caraqueio fue ingeniero que se decidié
‘o,mas precisamente, se convirtié al arte. José Fernéndez Andrade de De sobremesa
no tiene profesién burguesa alguna. Aunque ostenta un grado militar, lariqueza de
que dispone y que sabe manejar no lo leva a ser un sfinancista»sino quelle propor-
tiona el ocio para ser artista, para querer ser artista absoluto. José Fernindez An-
“rade, cn cuya sangre se enfrentan larudea mascalosa del hombre rural supuesta-
mente hispanoamericano y la finura del alto linaje supuestamente espaiiol, no g0-
bierna diestramente sus haberes porque es conocedor del mundo de las finanzass
es conocedor de ese mundo porque es artista. Ye] artista era para José Fernindez
‘Andrade no solamente el poeta lirico, sino el sediento de todos los saberes y de to-
das las experiencias, esto es, un filésofo in nuce,
Se ha asegurado undnimemente que De sobremesaes, cn touy buena parte, una
novela autobiogrifica. José Femandez Andrade seria una especie del otro Yo de
‘Jere Aauncidn Silva. La afirmacidn es por lo menos aventurada y, sin duda alguna,
‘aventurera si se piensa que no hay ni puede haber obra literaria alguna que no se
nutra de la subjetividad del autor. Para demostrar esa suposicién, seria necesario
comprobar documentalmente que las conquistas eréticas de José Fernindez.en
Paris no son fiecidn, sino experiencias reales de José Asuneidn Silva, Pero geémo
, Fl erealismo socia-
lista, por su parte, produjo obras geniales en el sentido de Max Nordau: las pue-
blan hombres robustos, fisica y psiquicamente musculosos y colectivos, gocthes
obreros y campesinos por obra y gracia de la doctrina del Partido.
‘José Asuneidn Silva reaccion6 con su novela Desobremesaa esta diseriminacién
burguesa, seudocientfica, protofascistoide y protocstalinista del artista que fue la
cobra, hoy curiosamente olvidada, de Max Nordau. Antes de que éste hubiera
- Max Nordau.
eson lo trata el
y social que no
elvelo azul de
de la sociedad
artista ylajus-
ada. ¥ Silva se
ordau, para lo
ydevuelve, en.
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Jo ser artista. A
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shaber pasado
zen su diario
ropea y«pans-
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paces consi-
rafacitasy, las
JOSE FERNANDED ANDRADE 629
sutilezas japonesas, la miisica de Wagner, a Dostoiesvsky y a Poe, es decir, una lista
de los «admiradores de lo mediocre y dello ficil, a quienes Max Nordau presentaria
‘como prototipos del perfecto equilibrio..». No cabe dilucidar detalladamente que
Silva divis6 con esta lista un fendmeno latente en lo que muy posteriormente José
Orvegay Casset llamé indiferenciadamente La rebel de fas masas (1929-30), est0
5, el turismo «aristocritico» de los ricos no aristocraticos, el turismo «obeso» de los
cxobreros europcos y norteamericanos del presente. Esta protoforma de un fené-
‘meno presente fue para Silva la cristalizacién social del antiarte, la encarnacion de
Jo que postulaba Max Nordau,
‘Aeesta sociedad sana y pequefioburguesa cot la que Silva caricavuriza las tesis
de Nordau contrapone el poeta ls figura de Maria Bashkirtsef, «la patrona del fin
de siglo» como llama Theodor W. Adorno (en Prismen, Munich, 1963, . 198) esta
‘mujer rusa hoy tan olvidada como Max Nordau. Esta pintora y lectora de Fichte y
Spinoza, tisica y megalomana, prototipo de la femme fragile viajera por Francia, Es
patia e Italia, débil fisicamente y por tanto degenerada en el sentido de Nordau
pero con una gran voluntad de vivir registré en tn Diario todas sus impresiones y
Juchas con el arte y la literatura, sus vacilaciones y sus afanes. Muerta alos 24 afios
de edad, su Diario fascind desde 1884 a la inteligencia europea. En una resefta del
Diario, que en 1893 habia llegado a la octava edicién, escribié Hugo von Hof-
‘mannsthal: «Nunca tuvo una relacién impersonal con ningin hombre y con ningin
perro, con ninguna flor y con ningtin paisaje: no puede pasar al lado de un ser sin
‘confundirlo, sin maltratarlo o sin perderse por él, sin que ella experimente vital-
mente algo» (Prosa I, Frankfurt/M., 1955, p. 109). Pero mientras que para Hof-
‘mannsthal esta capacidad y don de la experiencia vital total de la artista Bashkirt:
seff—cuya tinica obra ue su Journat—llegé a formar parte de los rasgos de La mujer
en la ventana (1897-99), para Silvaadquirié no solamente el caracter de argumemto
contra Max Nordau sino el de modelo parcial de su novela, esto es. el dela forma de
diario, José Fernindea y Andrade es la versién bogotana masculina de Marie Bash
kinseff a quien, siguiendo a Maurice Barrés, lama Nuestra Seftora del Perpetuo
Deseo y cuye fragilidad recuerda ala metifora del ideal que es Helena y alas muje-
res dibujadas poética y pictéricamente por los miembros dela «Cofradia prerrafac-
lita» ingleses. Como Helena, Maria Bashkirtseff puede ser caracterizada con las
lineas ce un poema de uno de los fandadores de la «cofradia» que invocaba como
modelos a Giotto, Chiberti y otros precursores de Rafael (de ahi el nombre de la
comunidad), esto es, Dante Gabriel Rossetti (1828-1882), que Silva cita y traduce
‘ejemplarmente:
Look ay fee, mi name is sight have been.
Tam also called no more, Farewell
{Oh, mirame la faz Oye mi nombre!
iMfe llamo Lo que pudo ser! Me llamo.
Es tarde... me llamo... Adios!
Esta suscitacin del Diario de Maria Bashkirseff no excluye otras, Pero ademas
dde quelle sirve para refutar las tess simplificadas de Max Nordau y para coustruir el
personaje central, José Fernindez ~enfermo y hercileo, sediemto de la totalidad630 [RAFAEL CUTIERRE. CIRARDOT
dela experiencia, pero también de Ie gloria, contradictorio~ Ia forma de diario se
impone por su propésito: el de refutarartsticamente—no cientificamente— las tesis
_vulgares y pequefioburguesas de Max Nordan yel de justificarla libertad plona del
“artista; plena porque su pretension es la de legar als esquiva verdad de la realidad
a craves de la experiencia total y absoluta de la vida. Aunque Silva conocia sin duda
flguna de tercera mano a los filésofos modernos que cita como Kant, Spinoza,
Fichte, Nietzsche, su propdsito no podia realizarse filosoficamente, es decir, para
ccamplislo no le hubiera bastado profundizar en su conocimiento. La filosofia 0,
thas exactamente, los fldsofos a que se referia no le deparaban los medios para res-
ponder a las preguntas que lo acosaban, porque eran preguntas rezagadamente
teoldgicas: su sed de totalidad, el «matrimonio de! ciclo y el infiernom,signifieaba
tambien mis que una sed de conocimiento—en To que insiste-, une sed de Divini-
Gad, una sed de encontrar el sustivuto del Dios inexistente para los «poetas ateoss
~ Como artista o «existencia estética» absoluta Silva solo podia refutar2 Max Nordau
ccon el ejemplo de su propia existencia, de lo que él hubiera querido ser, de su otro
Yo, proyectado y secreto, esto es, de la ficcién de José Fernandez, que como toda
bri de ficcién contiene elementos «autoblogrificos». Por esta «existencia este:
tear absoluta, Silva tenia una relacién con la filosofia que ilustra una cita que 1
hace del Diario de la Sefiora del Perpetuo Deseo. Un 20 de junio, escribe José Fer-
nandez en su diario: «Escribe —Marie— después de una lectura de Kant: “No sé por
donde comenzar, nia quién ni cémo preguntirselo,y que quedo asi, estipida, mara
Villada sin saber para dénde coger y viendo portodos lados tesoros de interés hi
torias de pneblos, lenguas, ciencias, toda la tierra, todo lo que no conozco; yo que
{querria verlo, conocerlo y aprenderlo todo junto”. La artista rusa repetia Ia expe
Hencia que menos de un siglo antes habia hecho el frigil Herinrich von Kleist
(1777-1811) conla lectura de Kant: Sin saber para dénde coger.-».Kleits bused el
camino en su propia obra que configuré esa incertidumbre, es decir, convirti esa
jncertidumbre en la realidad que exponen sus obras y acosado por esa incertidum-
bre. un dia se suicidé, Fue un malentendido de su lectura de Kant, pero a ese ma-
lentendido inevitable se debe la obra més individual y artsticamente plena, unto
con la de Hélderlin, de la literatura alemana dela llamada «época de Goethe». Lafi-
Josofia, pues, potendiaba su incertidummbre y su sed de conocimiento, su afin de to-
talidad que, como lo inaleanzable (que simboliza Helena) se convierte en lo infi-
nito.o eo que pudo ser..», para decinlo con el verso de Rossetti. Pero ese infinito no
esti abierto hacia el futuro, no es un infinito que implica esperanza, sino es un infi-
nito en el sentido més rigaroso de la palabra: como eternamente inalcanzable es,
‘per definitionem, un permanente «lo que pudo ser..»
‘Esta es la perspectiva desde la que José Fernandez ~el argumento artstico de
José Asuncidn Silva contra Max Nordau y a sociedad burguesa de la época que él
representa contempla y rechaza la época la sociedad en la que le toed vivir. La
texistencia estética» absoluta que busca lo infinito con la conciencia de que esinal-
‘canzable mide con es08 cénones a la sociedad que s6lo conoce lo més inmediato y
slo quiere legar a: el dinero. ¥ la comparacin entre esa aspiracién absolutay el
poder avasallador que ejerce el dinero, entre el cielo noble, complejo, sediendo dena de diario se
ente—Has esis
stad plenadel
‘de la realidad
pocia sin duda
Kant, Spinoza,
es decir. para
La filosofia o,
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4Max Nordau
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ina cita que él
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ant: "No sé por
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epetia a expe-
jch von Kleist
Kleits bused el
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o,sediendo de
JOSE FERVAYDEE ANDRADE 63
totalidad y el centavo mindsculo, elementalmente brutal y satiefecho con fo més in-
‘mediato, conduce a José Femandes a una consideracion satiriea de la sociedad
burgueta de su tiempo, en las dos variantes que Silva conocid: la francess, princi
palmente,y la desvertebrada «sudamericana. Con el supremo satirico de las letras
de lengua espatiola, con Francisco de Quevedo, Silva tiene de comin una actitud
{que cabria lamar conservadora,ex el sentido de que mide el progreso con medidas
‘estético- morales acufiadas por el pasado. Pero a diferencia de Quevedo, cuya satira
cs descarnada, lade Silva es de una sutileza que no desfigura a su objeto, sino que
lo pone al descubierto en cuanto lo lleva al absurdo. José Fernindez y Andrade,
por ejemplo, elabor un plan politico para explotar las riquezas del pais, moderni-
zarlo y «civilizarlo», Cuenta con que se funde an «partido de civilizados que crean
tena cienciay pongen su esfuerzo al servicio de una gran idea», Pero para lograrsus
fines, José Fernindez piensa servirse de Los procedimientos viciosos de la politica
hispdnica, y si eso no tiene éxito, moviliza los resentimientos y los fanatismos para
imponersey crear un Estado dictatorial que detenga las revoluciones o erevueltas»,
‘como dice, ede forma republicans, por supuesto, que son los nombres lo que leim-
porta alos pueblos, con sus periodistas dela oposicidin presos cad quince dias, sus
Gestierros de los jefes contrarios, sus confiscaciones de los bienes y sus sesiones
tempestuosas de las Cimaras, disueltas a bayonetazos,codo el juego» (p: 260). BL
proyecto politico de José Fernandez no es en realidad otra cosa sino un sutil desen-
Inascaramiento de los usos abusivos de la politica hispanica, que al ser evados al
absurdo (como tos tinicos medios de lograr el progreso) revelan su propio eb-
surdo.
‘Gon todo, el proyecto politico de José Fernandez no tiene sélo wna intencion
satiric. Entre lineas se percibe un impulso sinceramente «patridtico» o, mas preci-
samente, utépico, esto es, el de convertir @ su pais en una sociedad de paz y ar-
monis, prospera y ejemplar: la que imagin6 y postulé Andrés Bello en su «oda di-
Vina» (Silva se reiereala “Alocucién ala poesia” de 1823) en a que el poetay cons
‘ructor dela América hispanica independiente invita a la Poesia a que (tiempo es
que...)
dejos ya la culta Europa
que eu nativa rustiques desama,
Y dirijas el vuclo a donde te abre
‘el mundo de Colén su grande escena
Esta «grande escens» es paradisiaca, es una realidad que encierra y iene a flor
de piel ala vez una Utopia. A ese pais, a Colombia, que Bello canta junto con todo el
Nuevo Mundo, deberian emigrar los europeos y los asiiticos «ansiosos de una pa~
‘ria nueva, para no sentir en las espaldas el ltigo inglés que los flagela» (p. 262). Con
tl elatigo inglés» insinta Silva el imperio britinico en Asia, pero el contexto per-
mite suponer que el poeta piensa en la libertad y en la dignidad humana. Esta
‘Utopia, suscitada evidentemente por Bello, tiene su equivalente en la simbélica He-
Tena, es decir, es la transposicién de su nocidn de infinito ala politica, ¥ asi como lo
infinito es un permanente slo que pudo ser», Ia Utopia no despierta esperanzas,632 [RAFAEL GUTIERREZ GIRARDOT
sino se hunde en la corrupeién de Ios hibitos politicos hispanieos. Por eso, José
Fernandez comenta tras Ja Iectura de esta parte de su Diario: «Yo estaba loco
cuando escribi esto..» (P. 265)
Bn esta embigiiedad de sa Utopia se revela la actitud del poeta construido por
Silva ante la sociedad burguesa de su tiempo: el rastacuero Fernéndex y Andrade
‘s6lo es posible gracias a la sociedad burguesa que nacié de la Revolucién Francesa
y que, bajo la expansién del capitalismo, se impuso paulatinamente en clmundo o¢-
tal; pero este rastacuero desprecia, en nombre de una aristocracia intelectual
que se apropia rasgos de la aristocracia dela sangre y del dinero, ala sociedad bur-
fguesa que lo hizo posible. Con ello, Silva plantea el problema politico y sociolégico
de la wexistencia estética» absolata. Lo plantea simplemente, sin intencidn de resol-
verlo, En comparacidn con Kierkegaard, quien soluciona este problema ética y teo-
sgicamente, Silva da un paso adelante en el eentido de que la soluci6n kierkegaar-
diana es una soluci6n individual no generalizable socialmente, en tanto que Silva
teshoza la cuestién de la eeristencia estética> absoluta en el marco de la sociedad:
individualmente, como rastacuero que asume est designacién social; politica-
‘mente, como el poeta que por serlo proyecta una transformacién dela sociedad que
se funda en valores burgueses (la riqueza, el progreso) y en la superioridad anti-
burguess a la vez del Poeta, de la pretensién absoluta de la cexistencia estéticar.
Este planteamiento del problema de la «existencia estética» absoluta y de su re-
lacién ambigiia con la sociedad abre el campo para comprender los fenémenos
politicos que surgieron en el fin de siglo. El mis permanente ain y el més complejo
es el de la emergencia de los diversos «fascismos», Uno de los motores esenciales
de esa emergencia lo describié Walter Benjamin en el epilogo asu ensayo sobre La
obra de arteen la Gpoca de su reproductibilidad téenica (1936): «La creciente proletari-
zacién del hombre de hoy y la creciente formacién de masas son dos aspectos de
uno y el mismo acontecer. El fascismo intenta organizar las masas recientemente
proletarizadas sin tocar las relaciones de produccidn, a cuya supresién ellas empu-
Jan. El ve u salvacién en hacer que las masas lleguen a su expresi6n (pero no cierta~
‘mente a su derecho). Las masas tiencn derecho a la transformacién de las relacio~
res de propiedad; el fascismo busca darles expresién dentro de su conservacién
(de las relaciones de propiedad R.G.G.). El fascismo conflaye consecuentemente
en aestetizacién de la vida politica» (en la antologia de sus escrtos titulada Mum
rnationen ed. por, Unseld, Frankfurt/M, 1961, p, 174 ss; nose citaseginlatraduc-
id castellana de esta seleccién publicada en la editorial madrilena Taurus, por-
aque su traductor, Jesiis Aguirre y Ortiz de Zarate, Neoduque de Alba, conoce pom-
posamente a medias el alemin). De sobremesa de Silva, lo mismo que Idolos rover de
Manuel Diaz Rodriguez, describe muy preeisamente los motives y los caminos ini-
ales de esa cestetizacién» de la politica,
Pero seria una necedad antihistérica acusar de modo farisaicamente revolucio
nario (alo marxismo-leninismo) a Silva de protofascista. Como Ernst Jinger, Silva
fue un sensible sismégrafo de su tiempo, que puso a prucba «a cuerpo perdido» la
«existencia estética» absoluta, es decir, con sinceridad intelectual absoluta, como
realidad historico-social del artista finisecular. Lo que vino después no es su culpa,or ex0, José
estaba loco
struido por
ry Andrade
én Francesa
{mundo oe-
s intelectual
ciedad bur-
sociolégico
én de resol-
sética yteo-
kierkegaar-
co que Silva
a sociedad:
al: politica-
ociedad que
pridad anti-
ja estétican,
ay de sure-
fenémenos
és complejo
s esenciales,
yo sobre La
fe proleteri-
aspectos de
jentemente
ellas empu-
ono cierta-
las relacio:
nservacion
lentemente
lada Homi
ala traduc-
aminos ini-
revolucio-
anger, Silva
perdido» le
uta, como
essu culpa,
JOSP BRANDED ANDIADE 633
pero quien quiera comprender lo que vino después de él, no podra pasar por alto
‘esta novela que, ademis constituye el sumo ejemplar de un género significativa-
‘mente raro en los paises de lengua espaiole. Significativamente porque ademés de
la renovacién formal, es decir, la liberacién del esquems novelistico «realist2-cos
tumbristay,sienta las bases para una wintelectualizaciOns dela literatura narrativay
para una sinteriorizacién» que tan sélo varios decenios después se configura plens-
‘mente en la obra novelistica de Eduardo Mallea. Esta sintelectualizacion* e cinte~
riorizacién» permiten que De sobremesa trascienda la reflexién del poeta sobre su
situacién en la sociedad burguesa y divise en esa reflexién, aunque sea intuitiva-
‘mente, fendmenos politicos posteriores, como el de la xestetizacién de la politica»,
que se hallaban letentes precisamente en la ambigua relacién de la sociedad bur-
suesa con el arte, La marginalizacion del artista, alegorizada por Rubén Dario en
“El rey burgués”, provoca un reaceién de los marginados el dandy el bohemio—
‘que se difunde por toda la sociedad hasta el punto de que la «lucha de clases» se
profundiza y ante la etomizacién que impone a la sociedad su tabla de valores bur-
gueses, el artista marginado responde con la reinvindicacién ideolbgica de su
«existencia estética» absoluta, Maurice Borrés, D'Annunzio y Marinetti, pero tam-
bitn alsa Generalon de 98 en Espa Leopoldo Lagoncs y ol Cireulo de
Stefan George, son ejemplos de esa reivindicacion que no es el origen, pero sil ali-
‘mento concomitante de los diversos «fascismos», La absolutizacion de la «existen-
cia estéticar en una época en la que el artista no representa los emés altos intereses
del espiritu> (de Ia historia), como dice Hegel, encuentra su equivalente, involun-
tariamente, en la absolutizacion de quien, como el artista, posee dotes «retoricas»
—aprendidas oimitadas en y al artista esto es el politico con «carisma>. Elque este
carisma> y Ia eretériea» que lo pone de presente se desvirtie y se vulgare, el que
lnexigencia «retdrica» del artista se convierta en demagogia, no invalida esta trans-
posicin de la absolutizacién de ls wexistencia artista» ala politica.
‘También en sentido politico tiene De sobremesa de Silva una creciente actuali-
dad. La sestetizacién dela politica» degenero, en virtud de las demagogias populis-
tas de izquierdas y derechas, en lo que Hannah Arendt llamé, a propésito del pro-
eso contra Eichmann, la cbanalided de! malo, Hermann Broch varié el concepto de
«ebanalidad» cuando considerd, en un ensayo de 1933 («El mal enel sistema valora-
tivo de las artes»), lo ecursis como uno de los motores del fascismo alemin. Lo
« para poder
obremesa, el
su regreso la
azados de la
jad humana,
ron la vida y
a casticismo
nos la hispa-
blico con la
pciera a este
is desearna-
jan. La sétira
yurla contri-
odo, a impe-
es que con-
jormas de la
ala libertad
del mal) a
descripcién
Fernindez
orla muerte
el Misterio
Jose Fer:
namente de
ra buscarla,
<0 5u expe:
nada que lo
JOSE FERVANDEZ ANDRADE, 635
aproxima alas famosas ineas de laeleyia “Pan y vino” (1801-2) de Hérdertin: «..y
para qué los poetas en tiempos menesterosos. / Pero ellos son, segiin dices, como
los sagrados sacerdotes del dios del vino / que van de pats a pais en la noche sa-
{grada»? El silencio con el que termina la novela de Silva anuncia el silencio de la
poesia madera o si se quiere lo presiente. Si se dejan de lado las especulaciones,
fandamentadas mas o menos en la biografia, y si se tiene en cuenta la pretensién de
Silva de evar una eexistencia estética» absolura en medio de las exigencias apre-
‘miantes de su situaci6n econdmica, entonces cabra interpretar su suicidio literaria-
mente, es decir, hacer justicia a su pretensidn y concebirlo como un acto simblico
de esa afirmacién del silencio, que para él es el Misteri, y que le impuso los limites
su sed de totalidad
José Asuncién Silva no fue, como Mallarmé, «poeta para poetas». ¥ aunque
‘compartié con Mallarmé el propésito de una poesia absoluta, no tuvo la fuerza del
francés al enfrentarse al Misterio o a a Nada, como designaba Mallarmé esa region
suprema que, con un nombre insaficiente y hasta banalmente patético, suele ila-
arse Ia creacidn poética». En cambio, Silva dejé en De sobremesa el testimonio de
lafragilidad del poeta que, teniendo como condicin del acercamiento poétice alo
absoluto esa fragilidad, sueumbe en el momento en que lo divi
‘Nada de esto importa a la sociedad burguesay a sv sucesora, la sociedad tecno-
critica, ¥ consecuentemente, nada de esto puede siquiera comprender. Pero ello
‘no implica el que el empobrecimiento éticoy estético, simplemente humano, que la
mediocridad burocratizada recomienda ¢ impone como felicidad, deba ser la
norma del er recional. Desobrereesa de Silva Silva mismo, su fragilidad y su sed de
totalidad, los riesgos que corre e implica su ambigiiedad politica, irénicamente vo-
Inntaria, son el desafio que hace la Poesia —no solo Musa, sino fragilidad— a la ro:
bustez vacia y al embrutecimiento ecientificon que, fasificando la razén, difunde
aburridamente y con descarada inhumanidad, la mesidnica tecnocracia de las so-
ciedades nacidas de la barbarie de la supuesta «civilizacién».
Pero Desobremesa contiene, como todas las grandes obras de la liceratura his-
panoamericana del siglo pasado, otro desafio, Ede leerlas sin complejos y sin vani-
dades, sino histéricemente, es decir, como asimilacién, recreacion y enriqueci-
imiento de los inevitables modelos europeos: en suma, como literatura del Nuevo
Mundo, como momento de un lergo proceso al que se debe, y sin el cual es impen-
sable, una obra maestra de la literatura de lengua espaiiola como Cien aft de sole
dad de Gabriel Garcia Marquez.
‘