El Descalabro Ético en La Masonería Peruana

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EL DESCALABRO ÉTICO EN LA MASONERÍA PERUANA

RR.: y QQ.: HH.:


La hora que vive la masonería peruana la muestra nuevamente desnuda ante la flagrante
desviación de comportamientos que pervierten los principios por el cual se debe proyectar la
ejemplaridad masónica. Cimientos sobre el que se apoyan todas y cada una de las conductas
que merece llamársele actitud masónica.
En estos días que corren, tristemente venimos asistiendo a las delicadas y puntuales
imputaciones del Primer Gran Vigilante y del Contralor de la Gran Logia en torno al mal
proceder del actual Gran Maestro: Mario Eulogio Carrera Vásquez los mismos que se han
encargado de desvelar los turbios manejos de los dineros de todos los hermanos que
mensualmente cotizan ante la Tesorería de la Gran Logia.

Más allá del contenido administrativo o penal que tenga las mañas autócratas del GM Carrera
Vásquez en su desempeño funcional, sus decisiones tortuosas definitivamente no se condicen
con el deber moral al que está sometido.
El Gran Maestro de nuestra Augusta Orden no es una mitológica figura al que hay que tratarlo
como la seda, el popelín o el terciopelo. Es un sujeto moral como todos nosotros y debe ser
valorado y juzgado desde el punto de vista de sus decisiones éticas; y muy mal hacen algunos
cuando pretenden positivizar esa conducta moral a través del Código de Justicia y del Proceso
Masónico para que su enjuiciamiento moral dependa si está o no conforme a la norma y al
procedimiento.

Los principios de la masonería, que es una escuela que a través de la filosofía moral se enseña
la práctica de las virtudes no están suspendidos en el vacío, sino que inspiran y orientan el
recto proceder de todo Masón de bien.
Por eso impresionan ciertos argumentos esgrimidos por algunos hermanos quienes desde la
cómoda irresponsabilidad y con felona complicidad insisten en defender conductas reñidas con
la moral, contra el sentido común y como negación de lo que se enseña en masonería, so
pretexto de fraternidad y lealtad masónica para esconder verdades molestas tapándolas con
una capita de pomada de la “tolerancia” muy mal entendida y peor aplicada.

Ese deseo de exculpación, de impunidad, explica el desvanecimiento general de la ética que


con las piruetas propagandistas en cada proceso electoral se nos exponen al oprobio de elegir a
quien no reúna, aparte de diplomas honoríficos, un mínimo de aptitud, experiencia y de una
intachable limpieza ética.

El cinismo está en el aire que se respira. La desvergüenza ha suplantado a la ética y la callada


generalizada de todos es la respuesta ante tanta impúdica hipocresía y la indignante doble vara
de medir que acompaña a muchos juzgadores de ocasión.

Pese a la dimensión del descalabro ético, es preciso guardar reservas de optimismo y ponerle
límites a este descalabro. Quién, cuándo, cómo revertirá nuestra suerte de desgracia, que no es
algo propio de los últimos años sino que es el resultado de una tendencia progresiva, lenta y
persistente, que sea lo suficientemente capaz de restituir el orden, la decencia de nosotros
mismos, hoy que la historia y el tiempo nos plantea nuevamente la exigencia de salir de este
torbellino que nos agobia, quizás sea óptimo exigirle al GM Mario Eulogio Carrera Vásquez a
que prontamente dimita por su conducta moral incompatible con la dignidad del cargo que
ocupa.
Un TAF Jorge Godenzi

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