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Inteligencia Artificial y Cultura

TRANSCRIPCIÓN DE LA CONFERENCIA BRINDADA POR EL ING. JUAN SHEPUT EN LA RADIO


CULTURAL FILARMONÍA EL 29 DE JULIO DEL 2023

Un afectuoso saludo a toda la audiencia de la prestigiosa radio Cultural Filarmonía. Los saluda
Juan Sheput y en esta oportunidad me gustaría hablarles de un tema que es de gran actualidad,
genera curiosidad y que por su desconocimiento está causando una serie de desinformación y
temor innecesario así como, en algunos casos, un optimismo desmesurado. Me refiero a la
Inteligencia Artificial y su relación con nosotros, la especie humana, en un aspecto tan amplio y
horizontal, como la cultura.

Estamos en plena jornada de celebración de las Fiestas de la Patria una jornada que siendo
conmemorativa también puede ser una brillante oportunidad para reflexionar acerca de los
desafíos que tiene el Perú en estos momentos en loa cuáles aún seguimos en el periodo de
conmemoración de nuestros primeros doscientos años de vida independiente y también
doscientos años de constituirnos en una república. En todo este trayecto más allá de los aspectos
políticos, que son importantes, debemos relevar aquellos que consideramos nuestros logros.
Estos últimos son los que nos dan la identidad. Es obvio que los hemos tenido, en el ámbito
empresarial, social, deportivo y cultural. En esto último no solo somos herederos de una cultura
milenaria, cuna de civilización, sino también gracias al desarrollo intelectual y calidad narrativa
de Mario Vargas Llosa el país ha obtenido un premio Nobel de Literatura, uno de los premios
más reconocidos e influyentes del universo cultural.

Es cierto que aún falta mucho por desarrollar, contamos con una serie de ventajas comparativas.
Una de ellas es que tengamos una población mayoritariamente joven, con cerca de un 40 por
ciento comprendido entre los 18 y 39 años lo cual de hecho va a facilitar la transferencia de
tecnología en la medida que esa población esté lo suficientemente capacitada para poder
absorberla y eso ya es terreno de la educación.

Es importante precisar eso porque hasta el momento vamos muy retrasados en relación con los
avances que se plantean en el mundo. Hemos perdido la batalla en tres de las cuatro
Revoluciones Industriales que ha atravesado la civilización. Estamos ya en la Cuarta Revolución
Industrial y ello ni siquiera es materia de discusión profunda en nuestro país. Como saben, la
primera revolución industrial fue en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando incorporamos la
energía que surgía de las maquinas de vapor o de carbón a los procesos industriales. Luego, cien
años después, surgió la electricidad y se revolucionó la dinámica industrial así como las
comunicaciones. Gracias a la electricidad se separó el mensaje del mensajero y el mundo se hizo
más pequeño. A mitad del siglo XX nos encontramos con la computación, con los avances
informáticos y la velocidad de procesamiento de información gatilló los procesos
administrativos y de servicios y de producción. Luego, en el mismo siglo XX, a finales, pero sobre
todo en este siglo nos encontramos con Internet y con ello el Big Data, la realidad ampliada, el
Internet de las Cosas, la Impresión en tres dimensiones, la minería de datos, la abundancia de
conocimiento, la desmaterialización (desaparecieron las cámaras fotográficas, los almacenes
físicos de memoria, la radio y muchas otras cosas mas) y ahora la Inteligencia Artificial. Sin
embargo, nuestro país sigue siendo analógico en muchos aspectos, seguimos anclados en el
ámbito de la Segunda Revolución Industrial. Esto a pesar de que hoy los paradigmas de gestión
están cambiando y las empresas punto com, aquellas como Amazon, Google, Facebook,
Microsoft, Apple, Tesla, se encuentran entre las empresas más ricas del mundo.
Pero en el terreno de la aprehensión, de la tecnología, también ha surgido un nuevo desafío,
esta vez en forma de instrumento, de herramienta correcta que puede facilitar las cosas. Me
refiero a la inteligencia artificial, cuya irrupción está llamada a ejercer un antes y un después en
lo que se refiere a nuestro sistema de usos y costumbres, es decir a nuestra cultura.

Ya en los últimos años hemos venido asistencia a una masiva relación con el mundo tecnológico
sin valorar, de manera adecuada, lo que tenemos. Los adelantos tecnológicos, el
empequeñecimiento de los chips han permitido el procesamiento de mayor cantidad de
información, cada vez más, cada vez en espacios mas pequeños, microscópicos, y eso ha llevado
a que la población tenga hoy en la palma de la mano información en tal magnitud que antes
estaba reservada solo a los más altos funcionarios. A manera de reflexión les podría decir que,
en lo que se refiere al manejo de información y determinadas aplicaciones de localización,
captura de datos, filmación, comunicación instantánea, hoy cualquier ser humano tiene la
misma potencia de captura de datos y aplicaciones que la que tenía el presidente Obama al inicio
de su mandato. Lo que antes estaba reservado al hombre mas poderoso del mundo hoy está a
la mano, en cuanto a instrumentos y herramientas se refiere, de cualquier niño o adolescente.
Lo desconcertante es que esa potencia de información es desaprovechada porque ignoramos lo
que podemos hacer, lo que podemos conseguir, lo que podríamos lograr si utilizáramos
correctamente el potencia que cada uno de nosotros hoy puede tener solo con su smartphone.
Lo ideal sería que lo aprovecháramos al máximo pero para eso se requiere de un buen soporte
educativo. El uso que le damos a nuestro smartphone, según algunas estadísticas, se limita al
acceso a medios de comunicación y redes sociales, mayoritariamente. El resto del tiempo se
dedica a atender llamadas o capturar imágenes es decir tomar fotos.

Convivir con estas aplicaciones tan complejas, pero tan al alcance de las manos, nos llevó a pasar
por alto su importancia. Es así que, de un momento a otro, literalmente llegaron a nuestros
dispositivos la Inteligencia Artificial y de inmediato generó toda una revolución basada en las
experiencias que tenían los usuarios sobre la base de su uso cotidiano. Su acceso fácil a través
de cualquier tipo de móvil y lo amigable del sistema que permitía que cualquier persona con
mínimos niveles de familiaridad con un dispositivo pueda tener acceso a ella permitió que se
transformara en un boom. En muy corto tiempo, en todo el planeta surgieron recomendaciones
sobre su uso y artículos sobre su muy amplia versatilidad. Los jóvenes (ese segmento clave en la
adopción de cualquier tipo de tecnología) de inmediato la hicieron suya sobre todo en el mundo
académico y su difusión se extendió a niveles inimaginables, a tal punto, que los principales
representantes de las empresas digitales o punto com, empezando por Elan Musk y Bill Gates
tuvieron que firmar una carta conjunta pidiendo un alto en el camino para poder diseñar los
protocolos que permitan un uso adecuado de la Inteligencia Artificial. Había señales que podían
apuntar a que su mal uso sea aprovechado por gente de escasa ética o simplemente la
delincuencia organizada. Reproducir la voz de personas, es decir clonaciones de voz a partir de
pequeños diálogos tomados de la red sirvieron para que algunos delincuentes extorsionaran a
sus víctimas. Era tan solo una señal, de todo lo bueno que se podría hacer y también de los
perjuicios que se podían causar.

Es que el tema fundamentalmente es moral. Siempre ha habido una distancia entre el avance
tecnológico y los límites éticos y morales. La regulación siempre ha estado por detrás del avance
tecnológico, este último siempre marcha más rápido. Uno de los ejemplos más usados tiene
que ver con la manipulación genética o la clonación. El ser humano ha logrado clonar una serie
de especies vivas, hacer experimentos con nuestra especie sería el siguiente paso. En la teoría
se podría llegar a clonar un ser humano muy parecido a cada uno de nosotros. Sería utilizado
como donante en el caso de emergencias: un riñón, un corazón, un pulmón. Pero la pregunta es
¿tiene derechos ese clon, tantos derechos como cualquier ser humano? Solo plantearla suena
terrible, de allí que exista en este momento limitaciones al avance de la técnica e ingeniería
genética. Limitaciones de índole moral por supuesto.

La Inteligencia Artificial no es otra cosa que la gran acumulación de datos que responden a
diversas situaciones sobre la base del análisis y el aprendizaje. Se requieren tres elementos
fundamentales: datos, sistemas computacionales y algoritmos. De manera simple ya convivimos
con ellos desde hace un tiempo, en los sistemas de detección de rostro (en Facebook por
ejemplo) o en los asistentes virtuales de voz como Siri en Apple o Alexa en Google. También está
presente en el software de Traducción y de aprendizaje de idiomas. Cada vez se masifica mas.

Hay dos tipos de Inteligencia Artificial. Según el filósofo Karim Jebari hay una Inteligencia
Artificial débil o especializada con la que nos hemos acostumbrado a convivir. Es la que nos
recomienda, según nuestros gustos series o películas en Netflix, Prime o HBO; es la que
autocompleta nuestras búsquedas de información en Google; es la que nos orienta en las
traducciones en línea; la que reconoce nuestro rostro en el iPhone o la que conversa con
nosotros sobre los problemas del Perú o la existencia de Dios en ChatGPT. Por otro lado tenemos
la Inteligencia Artificial Fuerte o General, una mente tan inteligente como la humana con las
inmensas ventajas de ser digital, es decir con una capacidad incalculable de aprender y replicarse
a una velocidad vertiginosa. Esta Inteligencia Artificial Fuerte puede hacer infinidad de cosas lo
que ha llevado a que el problema que el futuro de nosotros, nuestro destino, esté en sus manos,
sea materia de discusión en estos días.

Si definimos a la cultura contra aquel sistema que tiene que ver con nuestros usos y costumbres
y la forma como se manifiestan en las artes, llámese música, escultura, pintura, literatura, teatro,
danza, la arquitectura y en la actualidad el cine podemos asegurar que en todas ellas sin
excepción ya hay presencia de la Inteligencia Artificial. Desde el diseño de un nuevo edificio
hasta esculturas o pinturas que se muestran en exhibición (ya es usual verlas en los Museos de
Artes Modernos) la Inteligencia Artificial ya tiene participación en el proceso creativo. Surge allí
una primera pregunta. Si la inteligencia artificial es creada por el hombre acaso lo que haga la
Inteligencia Artificial no seguirá siendo creatura del hombre. Allí ya existe una distinción.
Pongamos como ejemplo a los pinceles que utiliza un pintor. Estos también son instrumentos
creados por el hombre pero están bajo el dominio de un ser humano. La obra pictórica, de
calidad, obra maestra o no, es producto del movimiento que un ser humano da a los pinceles.
En la Inteligencia Artificial no es así. Es una herramienta tecnológica, es también diseñada por el
hombre pero tiene libertad de acción, por llamarla de alguna manera. Es por eso que nos
sorprende cuando le pedimos al ChatGPT que nos haga una poesía con algunas palabras o temas
que le decimos, o que escriba un ensayo sobre un tópico determinado. La Inteligencia Artificial
tiene libertad de acción de allí que su irrupción en el mundo académico haya sido espeluznante.
Un alumno podría tomar como propio un ensayo hecho en chat GPT y presentarlo. Este pasará
por los controles informáticos que detectan plagios y podrá obtener una nota que no sabemos
si se merece o no. Es lo que viene sucediendo ya en algunas redacciones de la prensa donde
algunas notas son preparadas por ChatGPT e inclusive algunos discursos parlamentarios o de
políticos tienen una primera versión hecha por Inteligencia Artificial.

Sin embargo, contra lo que piensan muchas personas este tema vinculado al uso masivo de
datos y a la propia Inteligencia Artificial no es nuevo. De hecho en la exposición Hyperhuman del
Museo de Tecnología de Estocolmo en el ingreso hay una serie de preguntas que dejan atónitos
a los visitantes y ya les plantean interrogantes sobre lo que se va a venir en el mundo ¿te
implantarías un chip en el cerebro para ser más listo? ¿Dejarías a tu madre anciana o a tu bebé
recién nacido al cuidado de un robot? ¿Dejarías que un Juez Robot programado con Inteligencia
Artificial para ser imparcial determine tu destino en un juzgado? ¿Ese mismo juez, ese mismo
robot debería tener algún tipo de derecho? ¿Podría un robot programado con miles de casos
ser profesor de un determinado curso en una universidad? ¿Transferirías tus gustos o tu propia
alma a la nube para guardarla para el futuro? La ciudadanía debía colocar su mano sobre un Sí
o un NO pero lo más llamativo es el nivel de desconcierto que se muestra en los asistentes. Pero
hay otro antecedente que también es necesario mencionar por la carga dramática que contiene.
Es la frase que Claude Shanon, padre del bit y de la teoría de la información soltase en el año
2001 “Visualizo un momento en el que seremos para los robots lo que los perros son para los
humanos. Y yo apuesto por las máquinas”. Aún no estamos allí pero cualquier cosa puede pasar
en el mundo de lo posible. Es que vivimos un momento en que un conjunto de personalidades
de primer nivel como Elon Musk, Yuval Noah Harari, firman una carta abierta solicitando una
regulación ante modelos impredecibles. Es que una de las preocupaciones mas difundidas en
relación a la Inteligencia Artificial tiene que ver con que esta se disemine de manera
incontrolable y tome el control de nuestros destinos. Sobre el particular los principales
científicos señalan que eso va a ser muy difícil que suceda y que la humanidad va a seguir
teniendo el comando y que en realidad el haber hecho una carta y el plantear una serie de
regulaciones tiene que ver fundamentalmente con seguir teniendo la sensación de que todo va
estar bajo control. Para tranquilidad de nuestra especie sería bueno recordar que hay una serie
de tecnologías que han sido reguladas en su uso y que muchos avances tecnológicos han sido
detenidos cuando la humanidad ha querido. Tenemos el caso de los alimentos transgénicos, la
clonación, la energía nuclear. Cuando ha surgido la duda o se ha comprobado que algún tipo de
tecnología hace daño ha llegado la regulación, de mano de la política, para poner límites o
prohibiciones al asunto. Es la política la que tiene que hacer el trabajo. Ha sucedido antes. Tiene
que suceder después.

La Inteligencia Artificial se ha presentado ya en plataformas como Spotify en la cual se han


exigido derechos por producciones creadas bajo Inteligencia Artificial. La música, que es uno de
los campos por excelencia de la sensibilidad humana puede llegar a niveles inimaginables con
las creaciones. Es válido hacerse preguntas como esta ¿Qué se puede crear a partir de
Inteligencia Artificial alimentada solo de composiciones de Beethoven, Haydn, Mozart por
hablar de clásicos? ¿Podría surgir algo catalogado como monumental? En un mundo donde las
partituras falsas abundan, también las pinturas apócrifas, ¿algún estafador podría hacer pasar
como la composición inédita de un genio algo que ha nacido en un laboratorio? Podría ser
posible. Lo lamentable es que, lo hecho por Inteligencia Artificial va a ser difícil de detectar. En
un mundo como el musical en el que, repetimos, la sensibilidad, la sensación, la emoción que
nos despierta escuchar una Novena Sinfonía de Beethoven tiene que ver con la admiración a la
vida, la trayectoria, la gestualidad, la forma de expresarse de su autor ¿Cómo reaccionaríamos
ante una bella pieza musical que sabemos ha sido creada por Inteligencia Artificial?

En una sala del Instituto de Estudios del Futuro, en Suecia, Estocolmo, Robin Jonsson conecta a
una bailarina de élite a un entorno de realidad virtual donde ella da la pauta para un
desenvolvimiento dancístico en dos mundos. Es parte de un proyecto en el que se involucran
danza y tecnología en el que bailarines y público interactúan en una pista digital a través de una
máquina. También interactúa con un robot danzante admitiendo que respecto a él se encuentra
bastante frustrado: Los humanos obedecen a la primera. En el caso del robot debo buscar el
prompt adecuado (la instrucción, la orden) que no siempre se entiende. Es lo que a veces nos
sucede cuando hacemos una búsqueda en Google: si colocamos las palabras equivocadas
obtendremos información equivocada. Lo mismo pasa en CHatGPT, si no colocamos las órdenes
precisas no ayudaremos a la respuesta en el ambiente de la Inteligencia Artificial.

Todo es cuestión de tiempo para que los sentimientos se uniformicen. De hecho en un chat del
MIT se menciona que llegará el día en que habrá millones de parejas de humanos con robots
hechos a la medida de nuestro gusto y que se verá como algo normal.

Ante estas preguntas que son complejas y validas es importante plantearnos qué estamos
haciendo hoy para prepararnos para ese futuro que se viene.

Lima, 29 de Julio del 2023

Ing. Juan Sheput

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