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RELIGIÓN

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II CICLO

Oficina Diocesana de Educación Católica

1
LICENCIA ECLESIÁSTICA

2
PRESENTACIÓN
La Oficina de Educación Católica de la Prelatura de Yauyos
presenta el nuevo texto de Religión para primer año de Educación
Secundaria.
Los que han escrito este texto han tratado que se conozca mejor la
doctrina cristiana y que, de esta manera, se pueda vivir con
coherencia nuestra fe. San Agustín decía: “Dios que te creó sin ti, no
salvará sin ti”. Esto significa que el hombre se salva siguiendo a
Cristo, en uso de su libertad responsable y movido por el Espíritu del
Señor.
Al redactar este libro han pensado en los que van a estudiarlo y en
los que van a explicarlo. Para la mayoría de las lecciones es comple-
mento indispensable la Sagrada Escritura. Se ha procurado conservar
los contenidos esenciales del Evangelio, siempre antiguo y siempre
nuevo. Asimismo se ha tenido muy presente el rico contenido doc-
trinal del Catecismo Universal de la Iglesia Católica y el provechoso
Magisterio de los últimos papas.
En la Exhortación Apostólica Postsinodal La Iglesia en América se
expone con claridad la necesidad de evangelizar los centros educati-
vos: “El mundo de la educación es un campo privilegiado para
promo- ver la inculturación del Evangelio. Sin embargo, los centros
educativos católicos y aquellos que aun no siendo confesionales
tienen una clara inspiración católica, sólo podrán desarrollar una
acción de verdade- ra evangelización si en todos sus niveles, incluido
el universitario, se mantiene con nitidez su orientación católica. Los
contenidos del pro- yecto educativo deben hacer referencia constante
a Jesucristo y a su mensaje, tal como lo presenta la Iglesia en su
enseñanza dogmática y moral. Sólo asi se podrán formar dirigentes
auténticamente cristianos en los diversos campos de la actividad
humana y de la sociedad, espe- cialmente en la política, la economía,
la ciencia, el arte y la reflexión filosófica” (Juan Pablo II, La Iglesia en
América, n. 71).
Creemos brindar a los profesores un valioso elemento de trabajo
en la noble y difícil misión educadora que le han sido encomendada.

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Padre Víctor Huapaya Quispe

DIRECTOR DE LA ODEC

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ÍNDICE

1. La Revelación divina ......................................................................................


2. La Sagrada Escritura: su inspiración divina e interpretación .........................
3. El Antiguo Testamento ...................................................................................
4. El Nuevo Testamento .....................................................................................
5. El misterio de la creación ...............................................................................
6. Creación del hombre......................................................................................
7. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza .............................................
8. La providencia divina .....................................................................................
9. El pecado del hombre. El escándalo del mal .................................................
10. La alianza de Dios Padre con los hombres ....................................................
11. Jesús nacido en medio de un pueblo .............................................................
12. Jesús el mesías prometido.............................................................................
13. La venida del Espíritu Santo...........................................................................
14. El Espíritu Santo Santificador ........................................................................
15. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento ..................................................
16. La Iglesia en el designio de Dios....................................................................
17. La llamada universal a la santidad .................................................................
18. Adviento: Espera de la venida de Jesús.........................................................
19. Presencia de María en la historia y en la vida de la Iglesia............................
20. La fe de Iglesia en María. Los privilegios de María ........................................

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Tema 1
LA REVELACIÓN DIVINA
A. MOTIVACIÓN
La historia de San Agustín con el niño es por muchos conocida. La misma surge del
mucho tiempo que dedicó este gran santo y teólogo a reflexionar sobre el misterio
de la Santísima Trinidad, de cómo tres personas diferentes podían constituir un
único Dios. Cuenta la historia que mientras Agustín paseaba un día por la playa,
pensando en el misterio de la Trinidad, se encontró a un niño que había hecho un
hoyo en la arena y con una concha llenaba el agujero con agua de mar. El niño
corría hasta la orilla, llenaba la concha con agua de mar y depositaba el agua en el
hoyo que había hecho en la arena. Viendo esto, San Agustín se detuvo y preguntó
al niño por qué lo hacía, a lo que el pequeño le dijo que intentaba vaciar toda el
agua del mar en el agujero en la arena. Al escucharlo, San Agustín le dijo al niño
que eso era imposible, a lo que el niño respondió que si aquello era imposible
hacer, más imposible aún era el tratar de descifrar el misterio de la Santísima
Trinidad.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. LA REVELACIÓN DE DIOS
a. Dios se da a conocer
La revelación es la manifestación que
hace Dios a los hombres de sí mismo y
de su plan de salvación. Dios se revela
sobre todo en su Hijo Jesucristo. La
revelación divina, de la que forman parte
las Sagradas Escri- turas y la Sagrada
Tradición, es transmitida por la Iglesia,
que vela por su integridad. Con la
Revelación Dios se da a conocer a Si
mismo directamente. Dios se revela, es
decir, permite que se le conozca a El Van Gogh, La Biblia.
mismo, manifestando a la humanidad «el
misterio de su voluntad» (Ef 1, 9). La voluntad de Dios es que los hombres, por
me- dio de Cristo, Verbo hecho hombre, tengan acceso en el Espíritu Santo al Padre
y se hagan partícipes de la naturaleza divina. Dios, pues, se revela al hombre a Sí
mismo, revelando a la vez su plan salvífico respecto al hombre. Este misterioso
proyecto sal- vífico de Dios no es accesible a la sola fuerza razonadora del hombre.
La Revelación “supera” al hombre, porque abre ante él las perspectivas
sobrenaturales. Pero en estas perspectivas está puesto el más profundo
cumplimiento de las aspira- ciones y de los deseos enraizados en la naturaleza
espiritual del hombre: la verdad, el bien, el amor, la alegría, la paz. San Agustín
5
expresó esta realidad con la famosa frase: “Nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en Ti” (Confesiones, 1, 1).

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b. Las etapas de la Revelación
Dios «se comunica» gradualmente al hombre, introduciéndolo sucesivamente en su
«auto–Revelación» sobrenatural, hasta el culmen, que es Jesucristo.
Toda la economía de la Revelación se realiza como historia de la salvación, cuyo
pro- ceso impregna la historia de la humanidad desde el principio.
Desde el comienzo se reveló a nuestros primeros padres y les invita a una íntima
comunión con Él. Esta revelación no se interrumpió por el pecado de los primeros
hombres. Efectivamente, Dios «después de su caída, no interrumpe su revelación, y
les promete la salvación para toda su descendencia. Después del diluvio, establecie-
ron con Noé una alianza que abraza a todos los seres vivientes. Al llegar el
momento, llamó a Abrahán para hacerlo padre de un gran pueblo (cf Gn 12,2-3).
Después de la edad de los patriarcas, instruyó a dicho pueblo por medio de Moisés
y los profetas, para que lo reconociese a El como Dios único y verdadero, como
Padre providente y justo juez; y para que esperara al Salvador prometido. De este
modo fue preparando a través de los siglos el camino del Evangelio» (DV 3).
La plena y definitiva revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo mediante su
Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. Esta revelación
ya se ha cumplido plenamente, con la venida del Hijo y el Don del Espíritu, aunque
la fe de la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su alcance a lo largo de
los siglos.

2. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA


a. El depósito de la Palabra de Dios
El depósito de la fe ha sido confiado por los Apóstoles a toda la Iglesia. Todo el
Pueblo de Dios, con el sentido sobrenatural de la fe, sostenido por el Espíritu Santo
y guiado por el Magisterio de la Iglesia, acoge la Revelación divina, la comprende
cada vez mejor, y la aplica a la vida.
¿Dónde podemos encontrar lo que Dios ha revelado para adherirnos a ello con nues-

7
tra fe convencida y libre? Hay un «sagrado depósito», del que la Iglesia toma
comu- nicándonos sus contenidos.
Como dice cl Concilio Vaticano II: «Esta Sagrada Tradición con la Sagrada Escritura
de ambos Testamentos, son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a
Dios, de quien todo lo recibe, hasta el día en que llegue a verlo cara a cara, como
El es (cf 1 Jn 3, 2) » (DV 7).
b. La transmisión de la divina Revelación en los cristianos
Jesús les dijo a sus apóstoles: “Id y Pre-
dicad”; esta enseñanza oral de los
Após- toles ha sido transmitida de
generación en generación por medio
de los Papas y Obispos de la Iglesia
Católica hasta nuestros días.
Más adelante, algunos apóstoles y dis-
cípulos de Jesús, pusieron por escrito lo
escuchado. Pero al inicio, la transmisión
de la doctrina, era oral. No todo el men-
saje de Jesús se encuentra escrito, nos
lo deja claro el evangelio de San Juan: Proclamación del Evangelio.
“Je-
sús hizo muchas cosas, si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en
el mundo para tantos libros” (Jn 21,25)
Las enseñanzas de la Tradición están contenidas en los Símbolos o Profesiones de
la fe (por ej., el Credo), en los documentos de los Concilios, en los escritos de los
Santos Padres de la Iglesia y en los ritos de la Sagrada Liturgia.
Con la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura las nuevas generaciones de los dis-
cípulos y de los testigos de Jesucristo alimenta su fe, porque «lo que los Apóstoles
transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe
crecien- te del Pueblo de Dios» (DV 8).
c. Comprensión de la Sagrada Tradición
La Sagrada Tradición es la Palabra de Dios no escrita en la Sagrada Biblia, sino
transmitida oralmente por Jesús a los
Apóstoles y por éstos a la Iglesia.
«Esta Tradición apostólica va crecien-
do en la Iglesia con la ayuda del
Espí- ritu Santo; es decir, crece la
compren- sión de las palabras e
instituciones transmitidas cuando los
fieles las con- templan y estudian
repasándolas en su corazón (cf Le 2,
19.51), cuando comprenden
internamente los miste- rios que
viven, cuando las proclaman

8
Caravaggio, San Jerónimo. los Obispos, sucesores de los Apósto-

9
les en el carisma de la verdad. La Iglesia camina a través
de los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se
cum- plan en ella plenamente las palabras de Dios» (DV
8).
El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios,
oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al
Magiste- rio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en
comunión con él.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la revelación?
2. ¿Cuáles son las etapas de la Revelación?
3. ¿Quién llevó a cabo la plena y definitiva revelación de
Dios?
Beato Francisco,
4. ¿A quiénes ha sido confiado el depósito de la fe?
vidente de Fátima.
5. ¿Qué es la Sagrada Tradición?
6. ¿Qué dice el Concilio Vaticano II sobre la Sagrada
Tracición?
7. ¿A quién corresponde el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Averiguar el significado de milagro y profecía.
2. Enumerar algunos milagros realizados por Jesucristo (curaciones y
resurreccio- nes) y señalar en qué libros y capítulos se encuentran.
3. Leer la vida de un santo contemporáneo e indagar qué milagro fue examinado
rigurosamente para su canonización.
4. Señalar seis advocaciones y santuarios de la Santísima Virgen.
5. Investigar y narrar uno de los milagros eucarísticos.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Magisterio de la Iglesia Verbo Encarnado San Agustín
Depósito de la Fe Profesión de la fe Economía de la revelación

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• La viva transmisión de la divina Revelación, contenida en la Tradición y en la
Sagrada Escritura, perdura íntegra en la Iglesia, gracias al servicio especial del
Magisterio, en armonía con el sentido sobrenatural de la fe del Pueblo de Dios.
• Creer de modo cristiano significa: aceptar la verdad revelada Por Dios, tal como
la enseña la Iglesia.
• Ni Dios puede engañarse ni engañarnos ni la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo.
• El sentido común dicta a los hombres que la religión que tenga a su favor mila-
gros y profecías es de Dios.
• No todas las verdades reveladas fueron recogidas en la Sagrada Escritura, sino

1
que algunas se conservan y trasmiten oralmente con la asistencia del Espíritu
Santo y mediante la Iglesia: es la Tradición.

1
Tema 2
LOS LIBROS SAGRADOS
A. MOTIVACIÓN
En la carta que san Jerónimo escribe a Leta para que aconseje a su nieta la lectura
de la Biblia, le dice lo siguiente: “cercioraos de que cada día estudie algún pasaje
de las Escrituras… Que en lugar de las joyas y las sedas se aficione a los libros
divinos. Deberá aprender primero el salterio, distraerse con sus cantos y buscar
una regla de vida en los Proverbios de Salomón. El Eclesiastés le enseñará a
despreciar los bienes del mundo. Job le proporcionará un modelo de fuerza y de
paciencia. Pasará en seguida a los evangelios, que deberá tener siempre entre sus
manos. Se asimilará ávidamente los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas.
Después de haber recogido esos tesoros en el místico cofrecito de su alma,
aprenderá los profetas, el Pentateu- co, Josué y los Jueces, los libros de los Reyes y
los Paralipómenos, para terminar sin riesgo por el Cantar de los cantares

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. ¿Qué es la Biblia?
La Sagrada Biblia o Sagrada Escritura es la colección de libros que, escritos bajo la
inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales libros divinos e
inspirados han sido entregados a la Iglesia.
Biblia es una palabra griega, plural de biblión, que significa “los libros”, porque más
que un libro es una colección. Por hallarse ahora todos juntos en un solo volumen,
se dice en singular: la Biblia.
El autor principal de la Biblia es el mismo Dios, porque Él ha inspirado a los
hombres que la escribieron. Dios los escogió, los impulsó y los iluminó para que
escribieran. Dios los asistió para que escribieran fielmente lo que Él quería decir a
los hombres. Por eso decimos que la Biblia es la Palabra de Dios, algo así como una
carta que Dios ha escrito a los hombres por medio de otros hombres.
La Biblia no puede equivocarse, porque Dios sabe todas las cosas y no puede enga-
ñar a los hombres.
La Biblia recibe varios nombres. Entre otros: Sagrada Escritura, Libros Santos, las
Divinas Escrituras, las Sagradas Escrituras o simplemente la Escritura.
2. Partes de la Biblia
La Biblia está dividida en dos grandes partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo
Tes- tamento. Tiene en total 73 libros.
a) El Antiguo Testamento: Comprende los 46 primeros libros.
Fueron escritos por diversos autores, a lo largo de muchos siglos, en tres lenguas
diferentes: en hebreo, en arameo y, unos pocos, en griego.
b) EL Nuevo Testamento: Comprende los 27 últimos libros.
Fueron escritos por algunos discípulos de Jesús después de haber subido Él al cielo.

1
Los protestantes no aceptan algunos libros de la Sagrada Escritura: cuatro libros
históricos ( Tobías, Judit y los dos Libros de los Macabeos); dos libros llamados sa-
pienciales: Sabiduría y Eclesiástico; y uno profético: Baruc. Asimismo, algunas
partes de otros libros.

REVELACION O DOCTRINA

SAGRADA TRADICION
ANTIGUO
TESTAMENTO 46

JESUCRISTO SAGRADA
CENTRO ESCRITURA 27
de la Revelación NUEVO
TESTAMENTO

3. ¿Qué nos cuenta la Biblia?


La Biblia no es un tratado de ciencias humanas
(historia, geografía, ciencias naturales, etc.) sino un
libro históri- co-religioso, aunque escrito con las
formas de escribir usados en la época en que se
escribió, con las maneras de sentir, de hablar y de
narrar en aquel tiempo.
En la Biblia encontramos, entre otras muchas cosas:
* La narración del origen del mundo y del hombre.
* La narración del primer pecado que cometieron los
hombres, la casa y raíz de todos los males que
existen en el mundo.
* La promesa que Dios hizo al primer hombre de
enviar un Redentor que salvará a los hombres de su
pecado.
* La historia de Israel, el pueblo que Dios escogió para
Leonardo da Vinci, San
Jerónimo. transmitir su doctrina a todos los hombres y para pre-
parar la venida del Redentor.
* La vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, el Redentor de los hombres.
* La venida del Espíritu Santo, que santifica y guía a los cristianos.
* La fundación de la Iglesia.
* Los primeros pasos de la Iglesia Católica, continuadora de la misión salvadora de
Jesús.
4. Libros de la Biblia

1
Algunos libros narran lo que Dios ha hecho para salvar a los hombres. Son los
llama- dos libros históricos.

1
Otros, contienen los avisos, amonestaciones o
castigos anunciados por los profetas en
nombre de Dios. Son los llamados libros
proféticos.
Otros, finalmente, contienen enseñanzas o nor-
mas de vida valederas para todos los hombres.
Son llamados libros sapienciales o doctrinales.
5. Inspiración y verdad de la Sagrada
Escritura
La Sagrada Escritura es el conjunto de libros
que, escritos bajo la inspiración del Espíritu
San- to, tienen a Dios como autor principal y
han sido entregados como tales a la Iglesia.
Se llama inspiración aquella gracia o carisma
que da Dios a ciertos hombres para que con-
signen por escrito todo y sólo lo que Dios que-
ría comunicar a los hombres. Todo lo escrito es
verdaderamente revelación divina o Palabra de
Dios
Dios al dejarnos su Palabra escrita, siendo el autor principal, ha querido que los
escritores humanos nos transmitieran solo lo que él nos quiso decir. Los escritores
no fueron coaccionados ni privados de su libertad al narrar un libro sagrado. Cada
escritor narraba el texto con las condiciones de su tiempo, cultura. Por ello
podemos apreciar en los libros de la Sagrada escritura que existen libros proféticos,
libros históricos, … etc.
Dice el Concilio Vaticano II: «La santa madre Iglesia, fiel a la fe los Apóstoles, re-
conoce que todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes,
Son sagrados y canónicos, en cuanto escritos por inspiración del Espíritu Santo (cf
Jn 20,31; 2 Tm 3,16; 2 P 1,19-21; 3, 15-16), tienen a Dios como autor, y como
tales han sido confiados a la Iglesia» (DV 11).
Dios –como Autor invisible y trascendente– «se valió de hombres elegidos, que usa-
ban de todas sus facultades y talentos; de este modo. como verdaderos autores,
pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería» (DV 11). Con este fin el Espíritu
Santo actuaba en ellos y por medio de ellos.
Dios es el Autor principal de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores
huma- nos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos
enseñan sin error la verdad salvífica.
Estos libros sagrados escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios
como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redac-
ción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias
facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron,
como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería. A estos autores inspirados

1
se les llama hagiógrafos o escritores santos.

1
Los redactores más importantes de la Sagrada Biblia fueron
• En el Antiguo Testamento: Moisés, el rey David, los profetas Isaías, Jeremías,
Ezequiel y Daniel;
• En el Nuevo Testamento: los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, y el apóstol san Pablo.
Dios respetó a los escritores sagrados, influidos por las costumbres y cultura de los
países en los que vivían, dejando huella de su estilo, temperamento, personalidad
e incluso de la clase social a la que pertenecían o el oficio que desempeñaban; así,
por ejemplo, San Pablo muestra su temperamento impetuoso, San Juan, místico y
sereno; San Marcos, detallista; San Lucas, como buen médico, nos revela a un
Jesús lleno de misericordia, etc. La mayor parte de los autores del Antiguo
Testamento son desconocidos para nosotros; cosa comprensible ya que la literatura
antigua era anó- nima, pues las composiciones, tanto orales como escritas. Muchos
escritores además se basaron en la tradición oral, que ampliaban, por lo que
algunas obras se atribuyen a aquel autor que más haya influido en ella.

UTILIZA SUS FACULTADES

INSPIRACION O CARISMA

AUTOR PRINCIPAL

HAGIOGRAFO O
AUTOR SECUNDARIO

ENTREGADA A LA IGLESIA

6. Disposiciones para leer la Biblia


Para leer con gran fruto las Sagrada Escrituras podemos mencionar algunos aspectos:
• Antes de comenzar la lectura de la Biblia, debemos dirigirnos a Dios por medio de
una oración a Jesucristo, pues es el único digno de abrirnos el divino libro.
• No debemos leer las Sagradas Escrituras de corrido, sino meditando lo que se lee.
• Es necesario leer la Escritura con grande humildad y con entera sumisión a la Igle-
sia, la cual recibió de Jesucristo este sagrado depósito.
• Jesucristo es el gran objetivo que hemos de tener presente en la lectura de la
santa Biblia, si queremos alcanzar su recto sentido.
• El fin y cumplimiento al que nos debe llevar la lectura de la Biblia es el de vivir la
doble caridad, es decir para con Dios y para con el prójimo.

1
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la Sagrada Escritura o Biblia?
2. ¿Quién es el autor de la Sagrada Escritura?
3. ¿Por qué la Biblia no puede equivocarse?
4. ¿Cómo se divide la Biblia?
5. ¿Qué nos cuenta la Biblia?
6. ¿Qué clases de libros tiene la Biblia?
7. ¿A qué se llama divina inspiración?
8. ¿Quiénes son los escritores más importantes de la Biblia?
9. ¿Cuáles son las disposiciones para leer la Biblia?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Dialogar por grupos sobre la importancia de la Biblia.
2. Aprender a citar los textos bíblicos.
3. Señalar las diferencias de una Biblia católica con una protestante.
4. Averiguar por qué el 30 d septiembre celebramos el Día Nacional de la Biblia.
5. Señalar a qué Testamento pertenecen estos libros: el Éxodo, los Salmos, el
Apocalipsis, Epístola a los Romanos. ¿Cuál es su abreviatura?
6. Una prueba muy clara para decir que la Biblia es un libro divino, es porque
existen en ella profecías escritas que anuncian el porvenir y como sólo Dios lo
conoce, al ver que se cumplen con toda exactitud, resulta que esta escritura es
Escritura Divina. Comparar las siguientes profecías hechas en el Antiguo Testa-
mento con las del Nuevo Testamento:
Miqueas 5, 2 (escrita 7 siglos antes) con Mateo 2, 5-6
Isaías 61, 1-2 (escrita 8 siglos antes) con Lucas 4, 16-21
Zacarías 9, 9 (escrita 5 siglos antes) con Mateo 21, 1-5

E. VOCABULARIO BÁSICO
Carisma Biblia Antiguo Testamento
Nuevo Testamento Hagiógrafo San Jerónimo

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y
guiar en el bien” (2 Tm 3, 16).
• “No creería en la Biblia, si no me dijera la Iglesia que hay que creer en ella”
(San Agustín).
• “Es preciso que meditemos continuamente la Palabra de Dios […]; esta medi-
tación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado” (Santo Tomás de
Aquino, sobre el Credo).
• San Carlos Borromeo y otros santos se ponían de rodillas para leer la Sagrada
Escritura.

1
Tema 3
EL ANTIGUO TESTAMENTO
A. MOTIVACIÓN
Un experto asesor en gestión del tiempo quiso sorprender a los asistentes a su con-
ferencia. Sacó un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a
una bandeja con piedras del tamaño de un puño, y preguntó: “¿Cuantas piedras
piensan ustedes que alcanzan en este frasco?”. Después de que los asistentes
respondieran, empezó a meter piedras hasta que lleno el frasco. Luego preguntó:
“¿Está lleno?”. Todo el mundo le miró y dijeron ¡Si!. Entonces sacó un vaso con
chinches. Metió los chinches en el frasco y lo agitó. Los chinches penetraron por los
espacios que deja- ban las piedras grandes. El experto sonrío con ironía y repitió:
“¿Está lleno?”. Esta vez los oyentes dudaron. La mayoría dijeron que Si. Entonces
puso sobre la mesa un vaso con arena que comenzó a echar en el frasco. La arena
se filtraba en los pequeños espacios que dejaban las piedras y los chinches.
Preguntó de nuevo: “¿Está lleno?”. Ahora todos dijeron unánimemente que Si. Por
último, tomó una jarra con un litro de agua y comenzó a echarla en el frasco. El
frasco aún no se llenaba. Entonces pre- guntó: “¿Qué conclusión podemos sacar?”.
Un alumno respondió: “Que no importa lo llena que esté tu agenda; si sabes
organizarte, siempre puedes hacer que quepan más cosas”. “¡No!, -repuso el
experto-, lo que nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero,
nunca podrás colocarlas después. ¿Cuáles son las grandes piedras en tu vida?
Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su lugar.” Dios tiene que ocupar el
Primer lugar y todo lo demás “vendrá por añadidura”. Darle un lugar a Dios durante
el día para leer su Palabra “nadie ama lo que no conoce”, si leemos mas la Sagrada
Escritura nuestro amor a Dios crecerá.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. ¿Qué es el Antiguo Testamento?
La Sagrada Escritura se compone de dos grandes colecciones de libros: el Antiguo y
el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, redactado todo él antes de la venida
de Cristo, es una colección de 46 libros de carácter diverso.
El Antiguo Testamento es una colección de libros que contienen, el plan de
salvación anunciado, contado y explicado por los autores sagrados (DV 14). En
estos libros, los profetas, en nombre de Dios, nos anuncian a grandes rasgos la vida
del Mesías. Así, nos dicen que nacerá en Belén (cfr. Miq 5, 2) y de una Virgen (cfr. Is
7,14), que vendría a evangelizar a los pobres (cfr. Is 60, 1), que padecería mucho y
cargaría con nuestros pecados (cfr. Is 53; Sal 22), etc, y como todas estas profecías
las vemos luego cumpli- das en Cristo, el Antiguo Testamento, nos demuestra que
Cristo es el Mesías.
2. Los libros del Antiguo Testamento
Los libros del Antiguo Testamento se clasifican de la siguiente manera:
a) Pentateuco. El primer grupo que encontramos es el llamado “Pentateuco”, que

1
significa “cinco libros”, formado por:

2
Génesis, que describe la creación del mundo y del hombre y de la mujer, y relata
los inicios del pueblo de Israel.
Éxodo, narra la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto bajo la guía de
Moisés, iniciando su peregrinación durante 40 años por el desierto camino a la tierra
prometida. En el Sinaí tiene lugar la Alianza con Dios y la recepción de los diez
mandamientos.
Levítico, hace referencia a las normas sobre el culto del pueblo judío.
Números y Deuteronomio tratan, respectivamente, del censo del pueblo y de otras
leyes por las que debe regirse el pueblo de Israel; quedando, además, éste, a las
puertas de la Tierra Prometida.
b) Libros históricos. Son dieciséis libros que narran la historia del pueblo de
Israel, pero no con el rigor que hoy se entiende la historia. Estos libros muestran
los diversos momentos de la vida del pueblo de Israel en la tierra prometida y en el
exilio: sus gran- dezas y sus luchas y las consecuencias prácticas de su fidelidad o
infidelidad al Dios de la alianza. En primer lugar se encuentra el Libro de Josué y,
luego, el de los Jueces.
El conciso Libro de Rut constituye, en cierto modo, la introducción al grupo
compuesto por los dos Libros de Samuel y por los dos Libros de los Reyes. Entre
estos libros deben incluirse también los dos de las Crónicas, el Libro de Esdras y el
de Nehemías, que se refieren al período de la historia de Israel posterior a la
cautividad de Babilonia.
El Libro de Tobías, el de Judit y el de Ester, aunque se refieren a la historia de la
nación elegida, tienen carácter de narración alegórica y moral, más bien que de his-
toria verdadera y propia. En cambio, los dos Libros de los Macabeos tienen carácter
histórico (de crónica).
c) Libros poéticos y sapienciales. Llamados también didácticos, forman un
pro- pio grupo, en el cual se incluyen obras de diverso carácter. Estos libros
presentan la reflexión de Israel a partir de las experiencias concretas de la vida.
Tales libros tratan de los problemas que surgen en la vida de cada uno y que
exigen un discernimiento par que se pueda encontrar sentido y realización en la
vida.
Pertenecen a éstos: el Libro de Job, los Salmos, y el Cantar de los Cantares, e
igualmente algunas obras de carácter sapien-
cial-educativo: el Libro de los Proverbios, el de
Qohelet (es decir, el Eclesiastés), el Libro de la
Sabiduría y la Sabiduría de Sirácida (esto es,
el Eclesiástico).
d) Libros proféticos. El último grupo de es-
critos del Antiguo Testamento está formado
por los “Libros Proféticos”. Estos libros son
una crí- tica profunda del presente, para abrir
caminos hacia el futuro. Antes del exilio, los
profetas critican las estructuras políticas,

2
económicas, sociales y religiosas injustas y
opresoras, exi- giendo cambios radicales para
que se instau- re una sociedad según la
justicia y el derecho.
Después del exilio de Babilonia, son anuncia- Miguel Ángel, el Profeta Ezequiel

2
dores de consolación y esperanza en el Señor, para que el pueblo de Israel pueda
reconstruir su historia conforme al proyecto de la alianza con Dios.
Se distinguen los cuatro llamados Profetas “mayores”: Isaías, Jeremías, Ezequiel y
Daniel. Al Libro de Jeremías se añaden las Lamentaciones y el Libro de Baruc.
Luego vienen los llamados Profetas “menores”: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Naún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
3. Una nación elegida por Dios
A excepción de los primeros capítulos
del Génesis, que tratan del origen del
mundo y de la humanidad, los libros
del Antiguo Testamento, comenzando
por la llamada de Abraham, se refie-
ren a una nación que ha sido elegida
por Dios.
He aquí lo que leemos en la Consti-
tución Dei Verbum del Concilio Vati-
cano II: “Deseando Dios con su gran
amor preparar la salvación de toda la
humanidad, escogió a un pueblo en
particular a quien confiar sus promesas. Hizo primero una alianza con Abraham (cf.
Gen 15, 18); después, por medio de Moisés (cf. Ex 24, 8), la hizo con el pueblo de
Israel, y así se fue revelando a su pueblo, con obras y palabras, como el único Dios
vivo y verdadero. De este modo Israel fue experimentando la manera de obrar de
Dios con los hombres, la fue comprendiendo cada vez mejor al hablar Dios por
medio de los Profetas, y fue difundiendo este conocimiento entre las naciones (cf.
Sal 21, 28-29; 95, 1-3; Is 2, 1-4; Jer 3, 17). La economía de la salvación, es decir,
el plan de salvación del hombre por parte de Dios, anunciada, contada y explicada
por los escritores sagrados, se encuentra, hecha palabra de Dios, en los libros del
Antiguo Testamento; por eso dichos libros, divinamente inspirados, conservan para
siempre su valor...” (DV, 14).
4. Preparación de la venida de Cristo redentor
La Constitución conciliar indica luego lo que ha sido la finalidad principal de la eco-
nomía de la salvación en el Antiguo Testamento: “preparar”, anunciar
proféticamente (cf. Lc 24, 44; Jn 5, 39; 1 Pe 1, 10) y significar con diversas figuras
(cf. 1 Cor 10, 11) la venida de Cristo redentor del universo y del reino mesiánico
(cf. DV, 15).
Al mismo tiempo, los libros del Antiguo Testamento, según la condición del género
humano antes de Cristo, “muestran a todos el conocimiento de Dios y del hombre
y de que el modo como Dios, justo y misericordioso, trata con los hombres. Estos
libros, aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la peda-
gogía divina” (DV, 15). En ellos se expresa “un vivo sentido de Dios”, “una sabiduría
salvadora acerca del hombre” y, finalmente, “encierran tesoros de oración y
esconden el misterio de nuestra salvación” (DV, 15). Y por esto, también los libros

2
del Antiguo Testamento deben ser recibidos por los cristianos con devoción.

2
5. Relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento
La Constitución conciliar explica así la relación entre el
Antiguo y Nuevo Testamento: “Dios es el autor que
ins- pira los libros de ambos Testamentos, de modo
que el Antiguo encubriera el Nuevo, y el Nuevo
descubriera el Antiguo”. “Pues, aunque Cristo
estableció con su sangre la Nueva Alianza (cf. Lc 22,
20; 1 Cor 11, 25), los libros íntegros del Antiguo
Testamento, incorporados a la pre- dicación
evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de sentido
en el Nuevo Testamento (cf. Mt 5, 17; Lc 24, 27; Rom
16, 25-26; 2 Cor 3, 14-16) y a su vez lo iluminan y lo
explican” (DV, 16), pues el Antiguo testamento puesto
Tiziano, El sacrificio de Isaac.
a la luz del Nuevo testamento nos muestra que el
Mesías prometido es Jesucristo.
Jesucristo mismo nos dirá después cómo el Antiguo Testamento habla de Él, y así
dice:
“Conviene que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los
profetas y en los Salmos de mi” (Lc 24, 44). En otro lugar pide: “Investigad las
Escrituras…, ellas dan testimonio de mi” (Jn 5, 39). Por esta razón San Jerónimo
dice:Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.
6. Dificultades para entender el Antiguo Testamento
Los autores de la Biblia revelan la voluntad de Dios escribiendo como lo hacían sus
contemporáneos, es decir, en una lengua determinada, con las expresiones y las
formas gramaticales y sintácticas de entonces y con la mentalidad de su tiempo. Si
a esto se añade que los libros del Antiguo Testamento se escribieron a lo largo de
varios siglos, puede entenderse mejor la dificultad que supone su interpretación.
Así, para comprender el Antiguo Testamento es necesario estudiarlo y, además, te-
ner en cuenta, entre otros, los puntos siguientes:
a. El mundo del Antiguo Testamento pertenece a una cultura antiquísima, histórica
y geográficamente muy distinta y distante de la nuestra. Exige, pues, un gran es-
fuerzo para acercarse lo más posible a ese mundo, a sus modos de pensar.
b. El Antiguo Testamento se escribió en tres lenguas: hebreo, arameo y griego, muy
diferentes de la nuestra, con giros y expresiones de muy difícil traducción.
c. En la redacción de los diversos libros que componen el Antiguo Testamento se
utilizaron distintos géneros literarios, es decir, diferentes formas para expresar o
narrar, que pueden ser propias de su tiempo y de su cultura.
d. Conviene relacionar unos textos con otros afines, por razón del tema o de sus
datos histórico-doctrinales. Esto supone conocer bien todos los libros.
e. Es muy importante preguntarse siempre: ¿Cuál es la intención del autor? ¿Cuál
es la enseñanza que quiere transmitir acerca de Dios, del ser humano o del
mundo?
f. Siempre hay que leer la Biblia e interpretarla desde la postura del creyente.

2
Los protestantes no aceptan algunos libros de la Sagrada Escritura: Cuatro libros

2
históricos Tobías, Judit y los dos Libros de los Macabeos; dos libros llamados
sapien- ciales: Sabiduría y Eclesiástico; uno profético: Baruc. Asimismo, algunas
partes de otros libros.
7. Importancia del Antiguo Testamento
Nos lo dice el Vaticano II (Const. Dei Verbum, 15): “Los libros del Antiguo
Testamento (...) muestra a todos el conocimiento de Dios y del hombre y el modo
como Dios, justo y misericordioso, trata con los hombres. Estos libros (...)
contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del
hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra Salvación.”.
Además:
Nos ayuda a conocer más a Jesús

Para entender el
“es necesario que se cumpla todo lo escrito de Mi en la Ley de Moises, en los Profetas y en los Salmos (Lc 24,44)
Nuevo
Testamento
El es la figura central de la Biblia. En Él convergen todas las profecías. De Él dan testimonio todos los profetas (Hech 10, 43), todas las profecías

La liturgia nos habla de las fiestas de Pascua, Pentecostés, … y en la Misa nos menciona a Abel, Abraham, Melquisedec.

Para vivir mejor la Liturgia Se emplea términos como Cordero de Dios, Tabernáculo, etc.

El ritual nos habla de exorcismos, bendiciones, … y en la Misa de matrimonio se menciona a Raquel, Sara, Rebeca..

La creación, designio amoroso de Dios


Para convencernos de
El hombre, es libre y responsable de sus actos.
la Providencia de Dios
Dios aparece como un Padre, que a pesar de las faltas de su
pueblo, no los abandona (Heb 13,14)

La biblia es un libro educador. Nos enseña la pedagogía divina.

Para mejorar la vida La conducta del pueblo judío es una lección para nosotros (Heb 3,7).
espiritual

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es el Antiguo Testamento y cuántos libros contiene?
2. ¿Cómo se clasifican los libros del Antiguo Testamento?
3. ¿Qué libros forman el Pentateuco?
4. ¿Qué nos dice la Dei Verbum acerca de la elección del Pueblo elegido por
Dios?
5. ¿Cuál es la finalidad principal del Antiguo Testamento?
6. ¿Que actitud se ha de tener en cuenta para entender sin dificultades el
Antiguo Testamento?
7. ¿Cuáles son los libros de la Sagrada Escritura que no aceptan los protestan-
tes?
8. ¿Cuál es la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento?

2
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Buscar Gn 22, 17-18 y comentar en grupo en qué consistió la promesa hecha
a Abraham.
2. Investigar qué otras promesas fueron hechos por Dios a los Patriarcas (Isaac
y Jacob).
3. Resumir la vocación de Moisés y cómo cumple su misión.
4. Cuando los cristianos hacemos una procesión recordamos que somos peregri-
nos hacia el cielo. Citar algunas procesiones que la Iglesia hace.
5. Hace un mapa e indicar el recorrido del pueblo desde Egipto hasta la Tierra
Prometida.
6. Leer la respuesta del Rey David al Señor en 2 Samuel 7, y explicar los tres
ver- sículos que te parecen más importantes.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Dei Verbum Pentateuco Mesías
Concilio Vaticano II Génesis Éxodo

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• San Juan Crisóstomo llama a las Sagradas Escrituras cartas enviadas por Dios
a los hombres (cf Hom. Sobre el Génesis, 2,2). Y San Jerónimo exhortaba a
un amigo suyo con esta recomendación: “Lee con mucha frecuencia las divinas
Escrituras; es más, nunca abandones la lectura sagrada” (Epístola 52).
• “Se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen,
des- conocen también el poder de Dios” (San Jerónimo).
• Juan Pablo II preguntó a un grupo de Obispos de Perú cuál era para ellos el
prin- cipal problema, el más grave de la Iglesia en Perú. La respuesta fue:
“Santidad, las sectas”. Pero el Papa puso en primer lugar otro: la ausencia de
sacerdotes en muchas localidades, por falta de vocaciones sacerdotales, y, por
ello, falta de difundir la Palabra de Dios y la Sagrada Eucaristía. Vino a decir
que si en Perú, y en general en toda Latinoamérica, hubiera suficientes
sacerdotes y una profunda vida eucarística y a la Palabra de Dios, nada o muy
poco podrían hacer las sectas. (La información procede del Obispo de
Huancavelica, Mons. Demetrio Molloy, y la recoge M. Guerra en Los nuevos
movimientos religiosos. Las sectas).

2
Tema 4
EL NUEVO TESTAMENTO
A. MOTIVACIÓN
Un hombre había pintado un lindo cuadro. El día de la presentación al público, asis-
tieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se
trataba de un famoso pintor, reconocido artista. Llegado el momento, se tiró el
paño que velaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso.
Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa.
Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la
casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso,
encontró una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al
artista: “¡Su puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?“ El pintor tomo
su Biblia, buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:
“He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.”
”Así es”, respondió el pintor. “Esta es la puerta del corazón del hombre.” “Solo
se abre por dentro.”

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. El Nuevo Testamento cumplimiento del Antiguo
Los primeros creyentes no tenían otra Biblia que los Libros
Sagrados del Judaísmo leídos e interpretados a la luz de la
fe en Jesucristo resucitado. Esa fe no se basaba en
testimonios escritos sino en la predicación apostólica cuyo
núcleo central era el Misterio Pascual del Señor. Con todo, la
transmisión oral del mensaje cristiano pronto resultó
insuficiente para satisfa- cer las necesidades de una Iglesia
en rápida expansión. De hecho el Apóstol San Pablo tuvo
que redactar varias Cartas para mantenerse en contacto
con las Comunidades fundadas por él. Y a medida que iban
muriendo los que habían conocido al Señor se hizo más
urgente recoger por escrito su mensaje.
Rembrandt, Cabeza de Es así como fueron apareciendo los primeros textos que con el
Cristo tiempo serían reconocidos como inspirados por Dios.
Los libros que componen el Nuevo Testamento se escribieron entre los años 50 y 100
d.C. aproximadamente. Con la muerte del Apóstol San Juan se cerró la Revelación
pública y no aparece ya ningún otro libro canónico.
2. ¿Qué es el Nuevo Testamento?

2
El Nuevo Testamento o la Nueva Alianza, es la parte de la Biblia donde encontramos

3
el anuncio de la persona de Cristo. Su mensaje central es
el mismo Hijo de Dios que vino para establecer la alianza
de- finitiva entre Dios y los hombres. Siendo Dios y
Hombre, el mismo Jesús es la expresión total de esa
alianza; él muestra que Dios es Padre para todos los
hombres y cómo los hom- bres deben vivir para hacerse
hijos de Dios.
Nuevo Testamento, indica la nueva y definitiva etapa de la
Historia de la Salvación realizada por Jesucristo, en la que
llegan a su plenitud y cumplimiento las promesas salvíficas
y la Antigua Alianza o Antiguo Testamento, hechos por
Dios a través del pueblo hebreo. Desde fines del siglo II se
entiende por N. T. la colección de libros inspirados por Dios Caravaggio, La negación
que la Igle- sia ha recibido en el Canon de las Escrituras de Pedro.
Sagradas.
3. Los libros del Nuevo Testamento
Está compuesto por veintisiete libros, algunos muy breves.
Los escritos del NT están dirigidos en principio a comunidades concretas, y en oca-
siones, con temáticas particulares que responden a necesidades específicas de los
fieles a quienes se dirigen en primer lugar. Por eso, no son conocidos desde el
primer momento todos los libros en todas las iglesias, sino cada uno en las iglesias
a las que se dirigía de modo peculiar. No obstante, también desde el principio hay
noticias de intercambios de estos escritos de unos lugares a otros. Así, por ejemplo,
al final de la Carta a los Colosenses San Pablo les dice que cuando la hayan leído la
pasen a los de Laodicea, y a su vez que ellos lean la que le dejen los de esa ciudad
vecina (cf Co 4, 16). Es de suponer que la veneración que tenían a las cartas del
Apóstol les llevara a guardar el documento original. Y a pasar a los otros una copia.
De este modo, las epístolas paulinas empezarían a copiarse en la propia época
apostólica y a reunirse en colecciones particulares. Cuando San Pedro, entre los
años 66-67, habla de “todas las cartas del hermano Pablo” (cf 2 P 3, 15-16) parece
dar por supuesta la existencia de una colección de Cartas de San Pablo
a. Los Evangelios. En el conjunto del NT en primer lugar tenemos los cuatro Evan-
gelios: según Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los Evangelios son cuatro formas del
anuncio de Cristo, escritas en el ambiente de comunidades diferentes.
Como es sabido Jesús no dejó ningún escrito personal. En cambio el recuerdo de su
palabra y de sus obras permaneció vivo en la memoria de los que lo habían visto y
oído. Y ese recuerdo difundido de boca en boca fue tomando forma
progresivamente dentro de las primeras comunidades sobre todo con ocasión de las
celebraciones cultuales y de la catequesis a los recién bautizados.
Fueron cuatro los discípulos que recopilaron los dichos y hechos del Señor y en
base de ellos redactaron sus respectivos Evangelios. Los tres primeros –el del
Apóstol Ma- teo el de Marcos intérprete de san Pedro y el de Lucas, compañero de
viaje de san Pablo– siguen un esquema más o menos semejante y tienen muchas

3
coincidencias entre sí. El cuarto en cambio –atribuido al Apóstol Juan– difiere
considerablemente de los otros tanto por su forma cuanto por su contenido.

3
Sin embargo los “cuatro” Evangelios no son en el fondo más que “un” solo
Evangelio. Es decir una sola Buena Noticia -este es el significado de la palabra
“Evangelio”- la más “buena” y la más “noticia”. La Buena Noticia de Jesús,
expresada “según” cada uno de los que la escribieron.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “Los evangelios son el corazón de
todas las Escrituras ‘por ser el Testimonio principal de la vida y la doctrina de la
Palabra hecha carne, nuestro Salvador’ (DV 18)” (CEC 125).
b. Los Hechos de los Apóstoles. Luego sigue el libro de los Hechos de los Após-
toles, cuyo autor es también Lucas, es como la segunda parte del Evangelio de
San Lucas. Muestra cómo el anuncio de Jesús y la formación de las comunidades
cristianas se expandió, llegando a Roma, centro del mundo en aquella época. Allí
vemos el sentido de la misión cristiana: llevar la buena nueva del Evangelio a todos
los hombres, para que todos puedan tener conocimiento de Jesús y pertenecer al
pueblo de Dios.
c. Las Cartas o Epístolas. El grupo mayor está constituido por las Cartas
Apostóli- cas, de las cuales las más numerosas son las Cartas de San Pablo: una a
los Roma- nos, dos a los Corintios, una a los Gálatas, una a los Efesios, una a los
Filipenses, una a los Colosenses, dos a los Tesalonicenses, dos a Timoteo, una a
Tito y una a Filemón. El llamado “corpus paulinun” termina con la Carta a los
Hebreos, escrita en el ámbito de influencia de Pablo.
Siguen: la Carta de Santiago, dos Cartas de San Pedro, tres Cartas de San Juan y la
Carta de San Judas.
d. El Apocalipsis. El último libro del Nuevo Testamento es el Apocalipsis de San
Juan.
4. Los Evangelios principales libros del Nuevo Testamento
Con relación a estos libros se expresa así
la Constitución Dei Verbum: “Todos saben
que entre los escritos del Nuevo
Testamen- to sobresalen los Evangelios,
por ser el tes- timonio principal de la vida
y doctrina de la Palabra hecha carne,
nuestro Salvador. La Iglesia siempre y en
todas partes ha man- tenido y mantiene
que los cuatro Evange- lios son de origen
apostólico. Pues lo que los Apóstoles
predicaron por mandato de Jesucristo,
después ellos mismos con otros de su
generación lo escribieron por inspira-
Basílica de San Pedro, Cristo Redentor ción del Espíritu Santo y nos lo entregaron
como fundamento de la fe: el Evangelio
cuádruple, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan” (DV, 18).
5. Historicidad de los cuatro Evangelios

3
La Constitución conciliar pone de relieve de modo especial la historicidad de los cua-

3
tro Evangelios. Dice que la Iglesia “afirma su historicidad sin dudar”, manteniendo
con constancia que “los cuatro... Evangelios... transmiten fielmente lo que Jesús, el
Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la eterna
salvación de los mismos, hasta el día de la Ascensión” (cf. Act 1, 1-2) (DV, 19).
Si se trata del modo como nacieron los cuatro Evangelios, la Constitución conciliar
los vincula ante todo con la enseñanza apostólica, que comenzó con la venida del
Espíritu Santo el día de Pentecostés. Leemos así: “Los Apóstoles, después de la
Ascensión del Señor, comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor
comprensión que les daban los acontecimientos gloriosos de Cristo e iluminados por
la enseñanza del Espíritu de la Verdad” (DV, 19). Estos “acontecimientos gloriosos”
están constituidos principalmente por la resurrección del Señor y la venida del
Espíritu Santo. Se compren- de que, a la luz de la resurrección, los Apóstoles
creyeron definitivamente en Cristo. La resurrección proyectó una luz fundamental
sobre su muerte en la cruz, y también sobre todo lo que había hecho y proclamado
antes de su pasión. Luego, el día de Pentecostés sucedió que los Apóstoles fueron
“iluminados por el Espíritu de verdad”.
6. Formación de los Evangelios
En la formación de los Evangelios se pueden distin-
guir tres etapas:
a) La vida y la enseñanza de Jesús. La Iglesia
mantiene firmemente que los cuatro evangelios,
“cuya his- toricidad afirma sin vacilar, comunican
fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo
entre los hombres hizo y enseñó realmente para
la salvación de ellos, hasta el día en que fue
levantado al cielo” (DV 19).
b) La tradición oral. “Los apóstoles ciertamente des-
pués de la ascensión del Señor predicaron a sus
oyente lo que Él había dicho y obrado, con
aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban,
amaes- trados por los acontecimientos gloriosos
de Cristo y por la luz del Espíritu de Verdad” (DV
19).
c) Los evangelios escritos. “Los autores sagrados es-
cribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas San Pedro de Mala
cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando
otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, conservando por
fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la
verdad sincera acerca de Jesús” (DV 19)
7. Los restantes libros del Nuevo Testamento
En cuanto a los restantes libros del Nuevo Testamento, la Constitución conciliar Dei
Verbum se pronuncia del modo siguiente: “...Estos libros, según el sabio plan de

3
Dios, confirman la realidad de Cristo, van explicando su doctrina auténtica,
proclaman la fuerza salvadora de la obra divina de Cristo, cuentan los comienzos y
la difusión ma- ravillosa de la Iglesia, predicen su consumación gloriosa” (DV, 20).
Se trata de una

3
breve y sintética presentación de contenido de esos libros, escritos probablemente
durante la segunda mitad del siglo I.
Lo que más importa, por tanto, es la presencia del Señor Jesús y de su Espíritu en
los autores del Nuevo Testamento, que son, por lo mismo, medios a través de los
cuales Dios nos introduce en la novedad revelada. “El Señor Jesús asistió a sus
Apóstoles, como lo había prometido (cf Mt 28, 20), y les envió el Espíritu Santo,
que los fuera introduciendo en la plenitud de la verdad” (cf Jn 16, 13) (DV, 20). Los
libros del Nuevo Testamento nos introducen precisamente en el camino que lleva a
la plenitud de la verdad de la divina Revelación.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuándo se escribieron los libros del Nuevo Testamento?
2. ¿Con quién se cerró la revelación pública en la Iglesia?
3. ¿Qué es el Nuevo testamento?
4. ¿Cuántos libros contiene el Nuevo Testamento y cuáles son?
5. ¿Por qué los evangelios son de origen apostólico?
6. ¿Cuáles son los cuatro evangelios?
7. ¿Por qué sobresalen los evangelios entre los escritos del Nuevo Testamento?
8. ¿Qué dice la Iglesia acerca de la historicidad de los evangelios?
9. ¿Cuáles son las etapas de la formación de los evangelios?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Trazar el mapa de Palestina, el país de Jesús, y señalar el lugar del anuncio a
María y a Zacarías.
2. Señalar qué palabras del Ave María fueron dichas por el ángel a María y
cuáles fueron dicha por Isabel.
3. Explicar de qué manera se cumplieron las profecías de Isaías (Is 7, 14) y de
Miqueas (Mi 5, 1, citado por Mt 2, 6) referentes al Mesías.
4. Buscar una frase del Evangelio que corresponda a cada uno de los misterios
gozosos del Rosario.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Libros apócrifos Evangelio Constitución conciliar
Apocalipsi San Pablo Sinópticos

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• El Nuevo Testamento, cuyo centro es Jesucristo, nos transmite la verdad
definiti- va de la Revelación divina. En él, los cuatro Evangelios de Mateo,
Marcos, Lucas y Juan, siendo el principal testimonio de la vida y doctrina de
Jesús, constituyen el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto único
en la Iglesia.
• Al leer el Evangelio en la Misa nos ponemos de pie para mostrar nuestro respeto
y nuestra disposición de cumplir lo que en él se nos enseña.
• Al rezar el Ángelus, acuérdate del amor de Dios para con nosotros. Él cumple

3
su promesa enviándonos a su Hijo por medio de María.

3
Tema 5
EL MISTERIO DE LA CREACIÓN
A. MOTIVACIÓN
Algunos al leer las primeras páginas de la Biblia, tal vez se pregunten: ¿Cómo se
formó este mundo? ¿Cómo surgió la vida sobre la tierra? ¿Qué nos dice la ciencia al
respecto? ¿Hay contradicción entre la Biblia y la ciencia?
Como cristianos creemos que el mundo y todo lo que en él se contiene, fue creado
por Dios; pero, ¿cómo hizo Dios el mundo?
Durante siglos, la inmensa mayoría de los creyentes, interpretando literalmente las
palabras de la Biblia, pensó que Dios había creado todas las cosas desde un
comien- zo, tal como las vemos ahora. O sea, que había creado el sol, la luna, las
estrellas y los había puesto cada uno en su lugar para que siguieran dando vueltas
en el firma- mento. Se creía también que Dios había hecho los montes, las semillas,
las plantas, los animales y el mismo hombre, tal como los vemos ahora y que cada
especie había tenido descendientes siempre en todo semejantes a sus progenitores.
Esta era una lectura que hoy llamaríamos «fundamentalista» de la Biblia. Es decir,
una lectura que interpretaba cada frase en sentido literal y sin atender para nada al
estilo literario que utilizaban los orientales en sus narraciones. Era una lectura sin
sentido crítico ni literario. Y de hecho algunas sectas fundamentalistas siguen aún
esta tendencia y la exigen a sus adeptos. ¿Qué pensar?
Entre todas las palabras de la Sagrada Escritura sobre la Creación, los tres primeros
capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Expresan, con un lenguaje solemne y
hecho de imágenes, unos acontecimientos primordiales, que tuvieron lugar al co-
mienzo de todo y sobre todo de la historia del hombre. Expresan las verdades de la
creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la
vocación del hombre, del drama del pecado y de la esperanza en la salvación.
Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la Sagrada Escritura y en la tradición viva
de la Iglesia, estas palabras de los tres primeros capítulos de Génesis son la fuente
principal para la catequesis de los misterios del “comienzo”: creación, caída,
promesa de la salvación” (cf CEC 289.390).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La omnipotencia de Dios
De todos los atributos divinos, sólo la omnipotencia de Dios es nombrada en el
Símbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que esa om-
nipotencia es universal, porque Dios, que ha creado todo (cf Gn 1, 1), rige todo y lo
puede todo; es amor porque Dios es nuestro Padre (cf Mt 6, 9), es misteriosa,
porque solamente la fe puede descubrirla cuando “se manifiesta en la debilidad” (2
Co 12,9; cf 1 Co 1, 18) (CEC 268).
Dios no está obligado a crear, ni por una necesidad o una fuerza exteriores a Él, ni por

3
impulsos irresistibles de su ser íntimo. Dios crea el mundo
y crea al hombre y a la mujer porque quiere. Lo hace por
amor y para comunicar sus bienes a otros seres; lo hace
porque es sumamente dadivoso.
Ha de quedar claro que Dios no se ve implicado en la
Creación, en el sentido de que su ser divino gane o pierda
perfecciones o atributos. La teología cristiana sostiene, en
efecto, que el acto creador de Dios es un acto libre, de
Miguel Ángel, detalle del amor, ocurrido en el tiempo, y productor del mundo a
rostro de Dios. partir de la nada.
2. Qué quiere decir crear
En la necesaria reflexión que el hombre de todo tiempo está inclinado a hacer sobre
la propia vida, dos preguntas emergen con fuerza: ¿De dónde venimos? ¿A dónde
vamos? Si la segunda se refiere al término definitivo, la primera se refiere al origen
del mundo y del hombre y es también fundamental. La pregunta sobre la Creación
aflora en el ánimo de todos, del hombre sencillo y del sabio.
“crear” quiere decir: hacer de la nada, llamar a la existencia, es decir formar un ser
de la nada. El lenguaje bíblico deja entrever este significado ya en la primera
palabra del Génesis: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra”. En el acto de la
Creación, Dios es principio exclusivo y directo del nuevo ser, con exclusión de
cualquier materia preexistente.
Para la revelación judeocristiana, el mundo no ha
existido siempre. Tiene un origen y tendrá un fin,
porque todo lo creado es perecedero. El universo
no es una realidad última, sino una obra de Dios.
La doctrina de la Creación establece así con acen-
tos muy fuertes la distinción entre Dios y el
mundo creado por Él. El mundo no es divino,
como pen- saban los griegos. Sólo Dios es divino,
y el mundo
profano. Flor de manzano
3. Principales verdades de la fe sobre la Creación:
1º Dios creó el mundo por sí solo. El poder creador no es transmitible:
incomunicable. 2º Dios creó el mundo por propia voluntad, sin coacción alguna
exterior ni obligación
interior. Podía crear y no crear; podía crear este mundo u otro.
3º El mundo fue creado por Dios en el tiempo, por lo tanto, no es eterno: tiene un
principio en el tiempo.
4º El mundo, creado por Dios, está constantemente mantenido por el creador en la
existencia. Este “mantener en el ser es, en cierto sentido, un continuo crear.
4. La Creación es obra de la Trinidad
Es verdad de fe que el mundo tiene su comienzo en el creador que es Dios uno y
trino. Aunque la obra de la creación se atribuya sobre todo al Padre –
4
efectivamente, así profesamos en los símbolos de fe (“Creo en Dios Padre
todopoderoso, creador del

4
cielo y de la tierra”)– es también verdad de fe que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son el único e indivisible “principio” de la Creación (cf Jn 1, 1-3).
5. La Creación es revelación de la gloria de Dios
Mediante la obra de la Creación, la gloria “interior” de Dios,
que brota del misterio de la Divinidad, en cierto modo, se tras-
lada “fuera”: a las criaturas del mundo visible y del invisible,
en proporción a su grado de perfección (a partir de los seres
inanimados, subiendo a los animados, hasta llegar al hombre
y las criaturas de naturaleza puramente espiritual).
Con la Creación del mundo (visible e invisible) comienza como
una nueva dimensión la gloria de Dios, llamada “ exterior” Basílica de San Pedro,
para distinguirla de la “interior”. La Sagrada Escritura habla de detalle de la pila de
agua bendita.
ella en muchos pasajes y de modos diversos: “El cielo
proclama la
gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos… Sin que hablen, sin
que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta
los límites del orbe su lenguaje” (Sal 18 [19], 2, 4-5; Si 42, 16; Ba 3, 34).
6. ¿Qué nos dice la Biblia sobre la creación?
En términos de Fe, lo que la Biblia nos quiere decir en los primeros capítulos del
Génesis es que Dios creó la materia y que le comunicó un primer impulso para que
ésta, a través de sucesivas transformaciones acaecidas durante millones de años,
generara la vida, primero la de las plantas, después la de los animales y finalmente
la del ser humano.
O sea que Dios, con su infinito poder, creó la materia de la nada y le dio su impulso
creador para que se fuera transformando hasta llegar a ser lo que vemos que es el
mundo hoy día.
Pero además la creación no fue una cosa del pasado. No fue un hecho que
aconteció hace millones de años y que duró un instante. La creación fue y sigue
siendo. Dios sigue hoy conservando el mundo y con su divina Providencia lo sigue
acompañando hacia su total plenitud.
Esta interpretación surgió en la Iglesia a principios del siglo XX y se debió principal-
mente a un hombre visionario, a un Jesuita llamado Teilhard de Chardin, quien tuvo
la genialidad de hacer la síntesis entre los avances de la ciencia y la Biblia. Según
esta teoría, entonces, entre la fe y la ciencia no sólo no hay contradicción sino que
una mutua complementación.
7. ¿Cómo se habría formado la tierra?
Hoy la ciencia nos dice que el universo cambia a cada momento. Que las galaxias se
alejan unas de otras a velocidades de miles de kilómetros por segundo. Que el
univer- so está en constante mutación. Y que mientras aparecen mejores
telescopios, más el hombre se asombra de la grandeza del universo y de la
pequeñez del planeta Tierra. La ciencia hoy se inclina por creer que hace miles de
millones de años, la materia de la que están hechos los astros, los planetas y la
misma Tierra era como una gran masa amorfa, que en un momento dado

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experimentó una gran explosión –«big

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bang» la denominan los científicos- y de repente se fragmentó en millones de peda-
zos que se esparcieron por todo el firmamento. Y después de un larguísimo proceso
de fragmentación y de descenso de las temperaturas que eran de millones de
grados, empezaron a aparecer los astros, los planetas y las estrellas, tal como los
vemos aho- ra. En un comienzo, entonces, la Tierra formaba parte de aquella gran
masa amorfa de materia y energía que explotó repentinamente y que se disgregó
por el universo. Después aquella masa se fue enfriando y cuando se dieron las
condiciones adecua- das, lentamente a través de millones de años, surgió la vida.
8. ¿Cómo surgió la vida y el ser humano?
Cuando en la Tierra se dieron las condiciones ade-
cuadas de temperatura, agua y aire, empezaron a
aparecer los primeros seres vivientes. Primero fue
una vida muy primaria y molecular, después
apareció la vida vegetal y finalmente la vida animal.
Los seres más primitivos fueron núcleos celulares.
Después de sucesivas transformaciones aparecieron
los nuevos
Wenzel Meter, Adán y Eva en el géneros de vida, tanto vegetal como animal. Y así,
paraíso terrenal.
poco a poco fueron apareciendo las plantas, los pe-
ces y las aves y todos los animales. Así la vida fue desarrollándose lentamente hasta
llegar a ser lo que es hoy.
La vida, primero en el mar y después sobre la tierra, surgió tras millones de años
de mutaciones y transformaciones. Los seres vivientes nacieron, crecieron y fueron
adaptándose al medio. Unos permanecieron en el mar y otros emergieron hacia la
tierra y fueron evolucionando, es decir, se adaptaron al nuevo medio. Y así muchos
seres terrestres, se desarrollaron en el mar durante la primera etapa de su vida y
después, millones de siglos más tarde, emergieron hacia la superficie de la tierra.
Según esta interpretación, Dios habría dado a la creación el impulso inicial, y habría
fijado las leyes a la naturaleza, y ésta, obedeciendo al impulso del Creador en una
cadena ininterrumpida de transformaciones, llegó a generar las diferentes especies
de vida –de plantas, aves, peces y animales– que hoy vemos en nuestro planeta. Y
de una de estas especies, previamente elegida por el Creador, habría salido el
«homo sapiens». Esto es lo que se enseña hoy en cualquier libro de biología sobre
el origen del universo y del hombre. Se enseña que la vida del antepasado del
hombre surgió del mar y que a través de millones de años fue adaptándose a la
tierra, es decir al terreno seco. Se agrega también que primero, el antepasado del
hombre, anduvo en cuatro patas, luego se fue irguiendo de a poco y que
finalmente se irguió y caminó sobre dos pies. También, en colecciones de cráneos
que se han podido recopilar y estudiar, se muestra cómo las formas el cerebro del
hombre fue evolucionando hasta transformarse en el homo sapiens.
Ahora bien, en el plano teológico hay que afirmar que para que el antepasado del
hombre pasara del estado de no –hombre al de hombre-racional hay que creer que
hubo una intervención especial de Dios.
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C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es crear?
2. ¿Qué dice la teología cristiana acerca del acto creador de Dios?
3. ¿Tenía Dios necesidad de Crear?
4. ¿Cuáles son las principales verdades de la fe sobre la creación?
5. ¿A quién se atribuye la obra de la creación?
6. ¿Qué nos dice la Biblia sobre la creación?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Algunos científicos actuales defienden la teoría del Big Bang. Buscar informa-
ción sobre esta hipótesis científica, explica en qué consiste y si es compatible
o no con lo que enseña la Biblia sobre el origen del universo.
2. Averiguar sobre las ideas mitológicas acerca del origen del mundo, que
domina- ban el ambiente religioso y cultural de los pueblos paganos vecinos
de Israel.
3. Explicar la diferencia entre Crear y Fabricar.
4. Investigar por qué Dios creó el mundo.
5. Leer, atentamente, los salmos 117 y 148 y señalar por qué esos salmos son
una invitación para alabar con la creación entera.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Creación Atributos divinos Omnipotencia
Ecologism Perfecciones divinas Providencia

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• El hombre tiene asignada por Dios una tarea a realizar en este mundo material.
Ha recibido la vocación de transformarlo y perfeccionarlo, de modo que ese
trabajo de transformación y perfeccionamiento responde a los planes originales
divinos.
• Un ecologismo radical podría intentar defender la naturaleza a base de procla-
mar la igualdad total del hombre con el resto de los seres creados: sería una
nivelación errónea que no tiene fundamento en el pensamiento bíblico ni en la
tradición cristiana. El otro extremo sería atribuir al ser humano un poder sin
límites ni controles sobre el universo material.
• El ser humano es ‘imagen de Dios’, y esta propiedad le constituye en adminis-
trador, representante del Creador en la creación material. Su dominio sobre
ella no es, por lo tanto, un dominio absoluto, sino derivado: Adán es señor de
la Creación en nombre de Dios.

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Tema 6 CREACIÓN DEL HOMBRE

A. MOTIVACIÓN
Un pequeño en su oración le preguntaba a Dios:
Señor, sé que tú eres mi creador, que me has dado todo a cambio de nada, que
conti- go nada me podrá faltar, pero sabes, tengo una profunda duda y esta noche
quisiera preguntarte, ¿Señor, tú me necesitas? ¿Por qué me creaste? , si tú lo eres
todo y eres infinito me pregunto a mi mismo, siendo un ser tan pequeño e
insignificante
¿podré servirte de algo? ¿Acaso me necesitas? Continúa la metáfora...
-Hijo mío, en tu pequeñez está tu grandeza, tú sintetizas toda la maravilla de la
creación.
Pero Señor, soy solamente uno más entre tantos, soy tan infinitamente
insignificante que no me explico por qué dices que soy importante.
Cada ser que yo he creado es único e irrepetible y he dado a cada uno una
importan- te misión que cumplir, la cual la debes realizar libremente y con amor.
¿Una misión?, no entiendo, ¿acaso no puedes hacer el mundo como tú quieres?, sé
que tu poder es ilimitado.
Le he dado al ser humano un alma libre que posee dos grandes virtudes: la
inteligen- cia y la voluntad, y su mayor facultad es ejercerlas con libertad, es el
único camino para llegar al amor verdadero.
Pero Señor, insisto, ¿tú necesitas al ser humano? ¿qué necesidad tienes de nosotros
si tú lo eres todo?
Hijo mío, te necesito porque sin tus ojos no podría contemplar la grandeza de la
creación, sin tus manos no podría continuar mi obra realizando avances para que
el ser humano se pueda desarrollar plenamente, sin ellas no podría consolar a los
desposeídos, a los abandonados, a los que necesitan una caricia de consuelo, dar
un trozo de pan a un hambriento, sin tus manos no podría acariciar a una criatura,
dar la ternura que tantos necesitan, no podría cerrar tantas heridas y acunar a un
niño al momento de nacer.
Sin tus labios no podría pronunciar palabras de consuelo, sin ellos no se podría pre-
dicar la verdad, defender a los pobres y olvidados, sin tu voz no podría hacer llegar
mis mensajes a toda la humanidad, ¿no te das cuenta que necesito comunicarme
con el hombre a través tuyo?
Sin el cuerpo de los seres humanos no podría continuar la creación, el hombre y la
mujer son mis orfebres y en el vientre de una madre se manifiesta mi grandeza.
El pequeño le interrumpió.
Señor, entonces es cierto, tú me necesitas, hoy me siento más importante que
nunca, te prometo que descubriré mi misión y seré parte digna de tu creación.
Finalmente Dios, con voz suave le dijo:
Pequeño, tú eres mi esperanza, en tu sonrisa se rebela el sentido de la alegría del
amor y en cada una de tus lágrimas la sensibilidad profunda de mi creación, vive con
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la liber-

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tad y nunca lo olvides: sin ti nada podría realizar, te amo infinitamente y deseo que
tú me ames libremente y ambos vivamos intensamente la realización en el amor.
El pequeño, con una sonrisa en sus labios y con una profunda esperanza finalmente
en paz, durmió.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Dios crea al primer hombre
Una vez hechas todas las cosas, Dios crea al pri-
mer hombre: Adán. Con una imagen muy
poética y popular, la Biblia nos presenta a Dios
como un alfarero que coge ens sus manos un
poco de barro y con él forma el cuerpo del
primer hombre; luego le da un soplo y le
infunde el alma (cf Gn 2, 7).
Con ello, la Biblia nos quiere decir que Dios
formó el cuerpo del hombre de algo ya
existente; que su alma la creó de la nada; y que
el hombre es supe- rior a todos los seres visibles
de la Creación.
En el orden natural fue dotado de inteligencia y Wenzel Peter, Adán y Eva en el
de voluntad, distinto de cualquier animal. Libre, paraíso terrenal.
por tanto, en el querer y en el obrar.
Dios lo creó por amor, y todo lo creado era
expre-
sión de este amor de Dios por el hombre. Por ello, hasta antes del pecado, el
hombre vivía en plena armonía, reconciliado con Dios, consigo mismo, con los seres
humanos y con todo lo creado. El hombre vivía, por tanto, en estado de felicidad.
“El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa
distinguiendo netamente la creación del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1,
26)” (CEC n. 343).
2. Imagen y semejanza de Dios
El hombre es la criatura más noble que Dios colocó sobre la tierra. Él mismo dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Gn 1,
26). Y dijo esto en razón del alma del hombre, que es un espíritu dotado de
entendimiento y voluntad divinos.
Es de fe que el alma de Adán es creada, es decir, sacada de la nada por Dios. Y lo
mismo sucede con el alma de cada hombre.
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el hombre tiene la dignidad de persona;
no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas.
3. La primera familia
Luego de crear al primer hombre creó a la primera mujer: Eva. El Génesis dice que
Dios formó “su cuerpo de una de las costillas de Adán” (Gn 2, 22), para indicarnos
4
la igualdad fundamental del hombre y la mujer, y el mutuo respeto que debe existir
entre ellos.

4
Dios bendijo a esta primera pareja humana
diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos; lle-
nad la tierra y dominadla…” (Gn 1, 28).
Y así comenzaron a existir los hombres,
por una intervención especial y amorosa de
Dios.
4. También nosotros hemos sido
creados por Dios
Miguel Ángel, la Creación de Adán. Nosotros, los hombres que ahora vivimos en
el mundo, somos descendientes de aquella
primera pareja humana. Y también hemos sido creados por Dios.
En cuanto a nuestro cuerpo, nuestros padres han sido instrumentos que Dios ha
escogido para transmitirnos la vida, mediante leyes biológicas establecidas por el
mismo Dios. De nuestros padres procede en gran parte el temperamento (el modo
de ser) y algunos rasgos físicos de la nueva persona.
En cuanto a nuestra alma, Dios mismo la ha creado directamente de la nada. “La
Iglesia enseña que cada alma espiritual es creada directamente por Dios –no es
producida por los padres-, y que es inmortal; no perece con la muerte, y se unirá
de nuevo al cuerpo en la resurrección final” (CEC n. 366).
Con cuánta razón podemos decir que, aun en lo natural, somos más hijo de Dios que
de nuestros primeros padres.
5. Cada alma es creada por Dios
Ya el Papa Pío XII en la Encíclica «Humani Generis», en 1950, afirmaba que «no
era contrario a la fe reconocer al cuerpo del hombre un origen que podía ser una
materia viva, con tal de mantener que las almas son creadas directamente por Dios,
lo que es compatible con un cierto evolucionismo».
Cabe notar aquí cómo la Iglesia –Madre y Maestra también en la interpretación de
la Biblia– hace hincapié en que el hombre está formado de cuerpo y alma y que el
alma no puede ser fruto de esta evolución cíclica sino que cada alma por ser única
e irrepetible es creada directamente por Dios. De ahí, entonces, la gran diferencia
que hay entre el ser humano en relación a los otros seres vivos de la creación.
La creación del alma, que en definitiva es lo que le da dignidad al hombre, es una
acción directa e inmediata del Creador. Y cuando un hombre y una mujer se unen
para generar una nueva vida, entonces Dios crea el alma única, inmortal e
irrepetible de cada nuevo ser.
Millones de personas durante siglos han interpretado los primeros libros del Génesis
en forma literal, es decir, pensaron que Dios creó el mundo en seis días como los
nuestros y que todo lo creó tal cual lo vemos hoy día.
Hoy tenemos nuevos elementos para interpretar cómo surgió la vida sobre la tierra.
Como católicos, entonces, podemos aceptar la teoría de la evolución, según la cual
Dios creó la materia y le dio el primer impulso creador. Y llegado el momento
elegido por el mismo Dios, y previa una especial intervención suya, crea el alma, y
de ahí surge el ser humano.

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Y esta teoría en nada disminuye el poder y la grandeza
de Dios Creador sino todo lo contrario, que más y más lo
aumenta ya que así Dios no sólo aparece como autor de la
materia y del cosmos sino también de las leyes que rigen
el universo. Y es en este contexto que recobra todo su
sentido el texto de San Pablo a los Colosenses (Col. 1, 15-
20), en que aparece la figura de Cristo Redentor como
centro de la creación, quien diviniza a los hombres en una
espiral ascen- dente hasta la plenitud de su vocación
divina.
6. Somos los seres más importantes de la creación visible
Los hombres somos los seres más importantes de la creación visible:
a) Porque tenemos un alma espiritual e inmortal.
b) Porque hemos sido creados a imagen y semejanza del mismo Dios.
c) Porque Dios nos ha hecho hijos suyos por la gracia santificante.
d) Porque nuestro último destino es el Cielo, Dios.
7. El señorío del hombre sobre la naturaleza
Ciertamente la visión cristiana de la Creación no se concentra exclusivamente en
el acto creador de Dios y la distinción del Ser divino respecto al mundo creado. Se
ocupa también de la tarea humana de usar adecuadamente el mundo material, pro-
tegerlo y conducirlo a su perfección.
El Génesis nos dice que el hombre y la mujer fueron creados “a imagen de Dios”
(Gn 1, 27), y esta afirmación tan importante está directamente relacionada con el
domi- nio sobre la Creación que se les ha concedido poco antes (cf Gn 1, 26). El ser
humano es “imagen de Dios”; esta propiedad le constituye en administrador,
representante del Creador en la creación material. Su dominio sobre ella no es,
por lo tanto, un dominio absoluto, sino derivado: Adán es señor de la Creación en
nombre de Dios. Así se comprende que el ser humano puede y debe usar la
naturaleza, pero no está autorizado para abusar de ella o para saquearla. Ha de
respetar en todo momento el orden de la Creación, según el cual las cosas
creadas y los animales tienen un aspecto de instrumentos a favor del hombre;
pero estos mismos seres poseen a la vez un valor específico propio por el que
reflejan perfecciones del Creador. Todo ello muestra con claridad por qué no deben
ser usados arbitrariamente o por mero capricho o afán explotador.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cómo creó Dios al hombre?
2. ¿Qué dijo Dios al crear al hombre?
3. ¿Por qué el hombre tiene la dignidad de persona?
4. ¿Cómo creó Dios a Eva?
5. ¿Cómo nos crea Dios a nosotros?
a) en cuanto cuerpo
b) en cuanto alma

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6. ¿Por qué somos los seres más importantes de la creación visible?
7. ¿Quién crea el alma?
8. ¿Cómo debe el hombre usar las cosas creadas?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Exponer en grupos qué facultades tiene el hombre que le distinguen de los
demás seres creados.
2. Hacer un breve comentario sobre el significado de las siguiente palabras de
San Juan: “Ved qué gran amor nos ha dado el Padre: que seamos llamados
hijos de Dios. ¡y lo somos!” (1 Jn 3, 1).
3. Buscar el Salmo 8 y señalar en qué versículos se habla de la creación del hombre.
4. Leer Gn 1, 26-27 e indicar con qué palabras se menciona que el hombre es
semejante a Dios, por su alma espiritual, inmortal y libre.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Alma Inteligencia Voluntad
Persona Familia Gracia santificante

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Da gracias a Dios por haberle creado.
• Da gracias por haberte hecho hijo suyo.
• No afees con el pecado la imagen de Dios que llevas en ti.
• Respeta y ayuda a los demás hombres: todos son hijos de Dios como tú.

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Tema 7
LLAMADO A SER HIJOS DE DIOS
A. MOTIVACIÓN
“A todos los que la recibieron (la Palabra, el Verbo hecho carne), les dio poder de
llegar a ser hijos de Dios” (Jn 1, 12). Al cristiano no se le concede sólo un modo de
hablar, de autodenominarse. La conciencia de la filiación divina responde a la
radica- lidad del don divino, que transforma al hombre verdaderamente desde
dentro, desde su misma raíz, como dice san Juan: “Mirad qué amor nos ha tenido el
Padre, que nos llamemos hijos de Dios: ¡y lo somos! (...). Ya ahora somos hijos de
Dios” (1 Jn 3, 1-2). Por eso, afirmaba san Josemaría: “El que no se sabe hijo de
Dios, desconoce su verdad más íntima”, no ha descubierto aún ni la razón profunda
de su ser, ni el sentido de su existencia sobre la tierra.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Hijos y herederos de Dios
Los hijos son herederos: como los cristianos, por
la vida de la gracia recibida en el bautismo
somos hijos de Dios, somos también herederos
suyos, herederos del premio prometido: el Cielo.
El que muera en gracia tiene derecho, en virtud
de la promesa, a heredar el cielo para siempre.
Allí está nuestro Padre Dios, y como Padre
hemos de invocarle en esta vida, y mirarnos
todos como hermanos.
2. ¿Quiénes son los hijos de Dios?
Son hijos de Dios todos los bautizados, los que viven en gracia de Dios.
Los bautizados mueren al pecado, se alejan de él, y viven la vida de Cristo que es la
vida de santidad y de gracia (cf Rm 6).
San Pablo dice: “Los que están en Cristo Jesús por el bautis-
mo, ya nada hay de condenación en ellos” (Rm 8, 1).
Los hijos de Dios son guiados por el Espíritu de Dios y son
los que reciben el espíritu de adopción de hijos con el que
clamamos: Abbá, Padre (cf Rm 8, 15).
Los hijos de Dios son también herederos de Dios:
herederos de la vida eterna, Dios les dará el cielo como
premio.
Los hijos de Dios son coherederos con Cristo: si padecen
con Él en esta vida, serán también conglorificados con Él.
Los hijos de Dios son los verdaderamente libres.
Lo que se puede sufrir aquí en el tiempo es muy poca
cosa, aunque parezca que sufrimos mucho, comparado con
la gloria del cielo o dicha eterna que nos espera (cf Rm 8).
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3. La filiación divina
La filiación divina es una realidad relativa, es decir, que se desprende o deriva de
otra realidad antecedente, la paternidad divina, ella sí es consistente en sí misma.
Dios es Padre y en su condición de Padre engendra un Hijo en quien se da, por
tanto, una plena y propia filiación –filiación por naturaleza, dirá la revelación–.
También nosotros somos hijos, pero lo somos en un sentido distinto, somos hijos
por adopción, como dirá de nuevo la revelación.
La filiación divina consiste en que el cristiano es un hijo de Dios, en virtud del
Sacra- mento del bautismo. Como consecuencia, esta condición de hijos de Dios
fomenta la confianza en la providencia, la sencillez en el trato con Dios, un
profundo sentido de la dignidad de todo ser humano y de la fraternidad entre los
hombres, un amor cristiano al mundo y a las realidades creadas por Dios, la
serenidad y el optimismo. La salvación se nos empieza a comunicar con la gracia
que recibimos en el Bautismo, que nos hace hijos de Dios y nos da la capacidad de
realizar actos de fe, esperanza y caridad, santificándose así ya nuestras vidas.
Nos dice San Juan: “Ved qué amor nos ha mostrado el Padre que seamos llamados
hijos de Dios y lo seamos realmente”.
La filiación divina nos capacita, igualmente, para obrar de un modo sobrenatural,
de tal manera que nuestras acciones merezcan la vida eterna: la herencia del cielo.
Por la filiación divina se nos comunica la vida sobrenatural, que establece una
comunica- ción real del hijo adoptivo con su Padre Dios: “No habéis recibido el
espíritu de sier- vos para recaer en el temor, antes habéis recibido el espíritu de
adopción, por el que clamamos: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos;
herederos de Dios coherederos de Cristo” (Rm 8, 13-17).
La filiación divina es la raíz de la nueva plenitud de vida que le es dada al hombre
en el plano sobrenatural, y es por esa vía por donde su ser se abre más plenamente
al ser de Dios.
4. Significado del término “Abbá”
El término Abbá significa “papá” en arameo, la
lengua de Jesucristo. Es el mismo termino que
uso Nuestro Señor en su oración personal. Un
termino, por otra parte, que los judíos no
habían utilizado nunca para dirigirse a Dios,
probable- mente porque entraña una gran
confianza y ter- nura, propia de los niños
pequeños al dirigirse a su padre. Jesucristo no
dudó, sin embargo, en usarla y en animar a los
suyos para que la utili- zaran. Así nos invita a
tratar a Dios con la misma
confianza y ternura con que un Hijo pequeño trata a su Padre.
Este término aparece tres veces en el Nuevo Testamento:
• Marcos 14:36”Y (Jesús) decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para Ti; aparta de
mí este cáliz; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»
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• Gálatas 4:6 “La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros cora-
zones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!”
• Romanos 8:15 “Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el
temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace
exclamar: ¡Abbá, Padre!”
5. La adopción de hijos de Dios
Es una verdad fundamental del mensaje de Jesús que Dios es nuestro Padre. Dios
fue quien tomó la iniciativa de hacernos hijos suyos, pues ya antes de crear el
mundo “nos predestino a ser sus hijo adoptivos mediante Jesucristo” (Ef 1, 4) y a
esto vino Dios al mundo para darnos la adopción de hijos.
Las tres condiciones que el hombre debe poner para que Dios le otorgue la filiación
adoptiva son:
* La fe en Nuestro Señor Jesucristo,
* La recepción del sacramento del Bautismo
* Y que quiera parecerse a su Padre Dios e imitándole en el amor al prójimo.
6. La esperanza de los hijos de Dios
Todo lo que se puede sufrir aquí en el tiempo, es muy poco en comparación de la
alegría que nos espera. Lo importante es saber soportar las pruebas de esta vida,
que es “una continua lucha o prueba” (Job 7, 1), pero que es insignificante y corta
con relación a la gloria eterna que Dios nos promete (cf 2 Co 4, 17-18).
La resurrección de Cristo es el fundamento de la esperanza del cristiano, porque
Cristo con su resurrección es principio y fuente de nuestra resurrección.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Quiénes tienen derecho a heredar el Cielo?
2. ¿Quiénes son hijos de Dios?
3. ¿En qué consiste la filiación divina?
4. ¿Para qué nos capacita la filiación divina?
5. ¿Qué fomenta la filiación divina?
6. ¿Qué significa el término abbá?
7. ¿Cuáles son las condiciones que otorgan al hombre la filiación adoptiva?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Buscar y transcribir: Rm 8, 14-30; Ga 4, 1-11; Tt 3, 7; 1 P 3, 22.
2. Señalar cada una de las siete peticiones del Padre Nuestro.
3. Reflexionar sobre el siguiente pasaje: Jn 4, 23.
4. Buscar en los Evangelios algunos textos (no citados en esta lección) en los
que Jesús nos revela que Dios es nuestro padre.

F. VOCABULARIO BÁSICO
Heredero Cielo Virtud
Filiación divina Esperanza Adopción

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F. PARA TU VIDA CRISTIANA
• Descansad en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito
amor. Llámale Padre muchas veces al día, y dile –a solas, en tu corazón– que
le quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo.
Supone un auténtico programa de vida interior, que hay que canalizar a través
de tus relaciones de piedad con Dios -pocas, pero constantes, que te
permitirán adquirir los sentimientos y las maneras de un buen hijo.
• Decía Santa Teresa del Niño Jesús: “Para mí, la oración es un impulso del
Cora- zón, una sencilla mirada lanzada hacía el cielo, un grito de
reconocimiento y de amor, tanto desde dentro de la prueba como desde
dentro de la alegría”
• Todos los hombres son hijos de Dios. Pero un hijo puede reaccionar, frente a
su padre, de muchas maneras. Hay que esforzarse por ser hijos que procuran
darse cuenta de que el Señor, al querernos como hijos, ha hecho que vivamos
en su casa, en medio de este mundo, que seamos de su familia, que lo suyo
sea nuestro y lo nuestro suyo, que tengamos esa familiaridad y confianza con
El que nos hace pedir, como el niño pequeño, ¡la luna!.

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Tema 8
LA DIVINA PROVIDENCIA
A. MOTIVACIÓN
La madre Teresa de Calcuta decía muchas veces: En lo que atañe a los bienes ma-
teriales, nosotras dependemos por completo de la providencia de Dios. Jamás nos
hemos visto obligadas a rechazar a alguien por falta de medios. Siempre ha habido
una cama más, un plato más. Porque Dios se ocupa de sus hijos pobres… En
Calcuta damos de comer cada día a 10.000 enfermos. Un día vino la hermana
encargada de la comida y me dijo: –Madre, no tenemos nada para dar de comer a
tanta gente. Yo me sentí muy sorprendida, porque era la primera vez que ocurría
algo así. Pero, a las nueve de la mañana, llegó un camión abarrotado de pan.
Todos los días el gobierno daba a los niños de las escuelas pobres un trozo de pan
y un vaso de leche. No sé por qué razón, las escuelas de la ciudad, aquel día,
permanecieron cerradas y todo el pan nos lo enviaron. Como ven, Dios había
cerrado las escuelas, porque no po- día permitir que nuestras gentes se quedasen
sin comida. Y fue la primera vez que pudieron comer pan de buena calidad hasta
saciarse por completo. Otro día no te- níamos absolutamente nada para cenar. Y no
nos faltaba apetito. Inesperadamente, se presentó una señora a la que ninguna de
nosotras conocíamos. Nos dijo: “No sé por qué, pero me he sentido empujada a
traerles estas bolsas de arroz. Espero que les sean útiles”. Al abrirlas, nos dimos
cuenta de que contenían, exactamente, lo que necesitábamos para la cena.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La divina Providencia
La Creación tiene su bondad y su perfección propias,
pero no salió plenamente acabada de las manos del
Creador. Fue creada “en estado de vía”, es decir de
ca- mino hacia una perfección última todavía por
alcanzar, a la que Dios la destinó. Por tanto podemos
decir que la divina Providencia consiste en las
disposiciones con las que Dios conduce a sus
criaturas a la perfección última, a la que Él mismo las
ha llamado.
El testimonio de la Escritura es unánime: la solicitud
de la divina providencia es concreta e inmediata; Basílica de San Pedro, Pila
tiene cuidado de todo, de las cosas más pequeñas baustismal.
hasta los grandes acontecimientos del mundo y de
la historia.
Las Sagradas Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el
curso de los acontecimientos: “Nuestro Dios en los cielos y en la tierra, todo cuanto
le place lo realiza” (Sal 115, 3); y de Cristo se dice: “si él abre, nadie puede cerrar;

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si él cierra, nadie puede abrir” (Ap 3, 7).

5
Así vemos al Espíritu Santo, autor principal de la Sagrada Escritura atribuir con fre-
cuencia a Dios acciones sin mencionar causas segundas, ya que nos recuerda la pri-
macía de Dios y su señorío absoluto sobre la historia y el mundo (cf Is 10, 5-15; 45,
5-7; Dt 32, 39; Si 11, 14) y de educar así para la confianza en El. La oración de los
salmos es la gran escuela de esta confianza (cf Sal 22; 32; 35; 103; 138).
Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las
más pequeñas necesidades de sus hijos: “No andéis, pues, preocupados diciendo:
¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que
tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas
cosas se os darán por añadidura” (Mt 6, 31-33; cf 10, 29-31).
2. La divina Providencia y las causas segundas
Como podemos ver Dios es el Señor so-
berano de su designio. Pero para su rea-
lización se sirve también del concurso
de las criaturas. Esto no es un signo de
debilidad, sino de la grandeza y bondad
de Dios Todopoderoso. Porque Dios no
da solamente a sus criaturas la
existencia, les da también la dignidad de
actuar por sí mismas, de ser causas y
principios unas de otras y de cooperar
así a la realización
Las Totoritas, San Pedro de Mala. de su designio.
Dios concede a los hombres incluso poder
participar libremente en su providencia confiándoles la responsabilidad de
“someter’’ la tierra y dominarla (cf Gn 1, 26-28). Dios da así a los hombres el ser
causas inteli- gentes y libres para completar la obra de la Creación, para
perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos. Dios otorga y pide al
hombre, respetando su li- bertad, que colabore con la Providencia mediante sus
acciones, sus oraciones, pero también sus sufrimientos, suscitando en el hombre “el
querer y el obrar según sus misericordiosos designios.
Es una verdad inseparable de la fe en Dios Creador: Dios actúa en las obras de sus
criaturas. Es la causa primera que opera en y por las causas segundas: “Dios es
quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece” (Flp 2, 13; cf 1 Co
12, 6). Esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la criatura, la realza. Sacada
de la nada por el poder, la sabiduría y la bondad de Dios, no puede nada si está
separada de su origen, porque “sin el Creador la criatura se diluye” (GS 36, 3);
menos aún puede ella alcanzar su fin último sin la ayuda de la gracia (cf Mt 19, 26;
Jn 15, 5; Flp 4, 13).
3. La providencia y el escándalo del mal
Si Dios Padre Todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado
de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? A esta pregunta tan apremiante

5
como inevitable, tan dolorosa como misteriosa no se puede dar una respuesta
simple. El conjunto de la fe cristiana constituye la respuesta a esta pregunta: la
bondad de la

6
creación, el drama del pecado, el amor paciente de Dios que sale al encuentro del
hombre con sus Alianzas, con la Encarnación redentora de su Hijo, con el don del
Espíritu, con la congregación de la Iglesia, con la fuerza de los sacramentos, con la
llamada a una vida bienaventurada que las criaturas son invitadas a aceptar libre-
mente, pero a la cual, también libremente, por un misterio terrible, pueden negarse
o rechazar. No hay un rasgo del mensaje cristiano que no sea en parte una
respuesta a la cuestión del mal.
Pero ¿por qué Dios no creó un mundo tan
perfecto que en él no pudiera existir ningún
mal? En su poder Infinito, Dios podría siem-
pre crear algo mejor (cf S. Tomás de A., s.
th. I, 25, 6). Sin embargo, en su sabiduría y
bondad infinitas, Dios quiso libremente crear
un mundo “en estado de vía” hacia su per-
fección última. Este devenir trae consigo en
el designio de Dios, junto con la aparición de
ciertos seres, la desaparición de otros; junto con lo más perfecto lo menos
perfecto; junto con las construcciones de la naturaleza también las destrucciones.
Por tanto, con el bien físico existe también el mal físico, mientras la creación no
haya alcanzado su perfección (cf S. Tomás de A., s. gent. 3, 71).
Los ángeles y los hombres, criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su
destino último por elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse.
De hecho pecaron. Y fue así como el mal moral entró en el mundo,
incomparablemente más grave que el mal físico. Dios no es de ninguna manera, ni
directa ni indirecta- mente, la causa del mal moral, (cf S. Agustín, lib. 1, 1, 1; S.
Tomás de A., s. th. 1-2, 79, 1). Sin embargo, lo permite, respetando la libertad de
su criatura, y, misteriosa- mente, sabe sacar de él el bien.
Así, con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa,
puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por
sus criaturas: “No fuisteis vosotros, dice José a sus hermanos, los que me
enviasteis acá, sino Dios... aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo
pensó para bien, para hacer sobrevivir... un pueblo numeroso” (Gn 45, 8;50, 20; cf
Tb 2, 12-18 Vg.). Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la
muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por
la superabundancia de su gracia (cf Rm 5, 20), sacó el mayor de los bienes: la
glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se
convierte en un bien.
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿En qué consiste la divina Providencia?
2. ¿Qué afirma la Sagrada Escritura acerca de la divina Providencia?
3. ¿Cómo colabora el hombre con la divina Providencia?
4. ¿Cómo entró el mal en el mundo?
5. ¿Por qué Dios permite el mal?
6. ¿Dios puede sacar del mal algo bueno?

6
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS.
1. Reflexionar sobre la siguiente frase: Dios permite los males en el mundo para
mayores bienes.
2. Leer las historias de José y Daniel y comentar por qué son ejemplo de la
provi- dencia especial de Dios.
3. Ante la siguiente objeción: Por qué prosperan los malos y sufren los buenos.
Señalar cuál de las siguientes respuestas es la más acertada:
• La remuneración definitiva de la virtud y …. del pecado es cosa de la otra
vida.
• También la prosperidad y beneficio de Dios son atractivos y medio de
conver- sión para el pecador, si lo sabe aprovechar.
• Los hombres viciosos hacen algunas cosas buenas. Dios les premia en esta
vida.- El fin de la jornada es lo que importa.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Providencia Libertad Confianza
Elección Perfección Mal moral

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: “Nada
puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que El quiere, por muy malo que
nos parezca, es en realidad lo mejor” (carta).
• Dios se sirve de las causas segundas según las leyes generales; pero interviene a
veces, con providencia especial, y en casos extraordinarios, p.e., en los milagros.

6
Tema 9 EL PECADO

A. MOTIVACIÓN
La vida de Santo Domingo Savio, fallecido a los quince años (1842-1857), la cono-
cemos bien por la biografía que redactó su gran maestro San Juan Bosco. Domingo
hizo la primera comunión a los siete años, en una época en nadie la hacía a tan
corta edad. Domingo lo consiguió por la ilusión que puso en ello, hasta el punto de
que su párroco fue incapaz de negarle un deseo tan vehemente.
Siempre recordó ese día como el más feliz de su vida. Unos años después escribió
los propósitos que se había hecho al comulgar por vez primera: “1º Me confesaré
muy a menudo y recibiré la sagrada comunión siempre que el confesor me lo
permita. 2º Quiero santificar los días de fiesta. 3º Mis amigos serán Jesús y María.
4º Antes morir que pecar”. Estas últimas palabras ya han quedado como una frase
para la historia.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La misericordia y el pecado
El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la mi-
sericordia de Dios con los pecadores (cf Lc 151). El
ángel anuncia a José: «Tú le pondrás por nombres
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus peca-
dos» (Mt 1,21). Y en la institución de la Eucaristía,
sacramento de la redención, Jesús dice: «Esta es mi
sangre de la alianza., que va a ser derramada por
muchos para remisión de los pecados» (Mt 26, 28).
La acogida de la misericordia divina exige de
nosotros la confesión de nuestras faltas. «Si
decimos: no te- nemos pecado, nos engañamos y
la. verdad no está en nosotros. Si reconocemos
nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonamos
los pecados y purificar- nos de toda injusticia» (1 Jn
Caravaggio, María Magdalena
1,8-9).
Penitente.
2. Definición de pecado
El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al
amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso
a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad
humana. Ha sido definido como «una palabra, un acto o un deseo contrarios a la
ley eterna» (San Agustín, Contra Faustum manichoeum, 22, 27; Santo Tomás de
Aquino, Summa theologiae, 1-II,71,6).
El pecado es una ofensa a Dios: «Contra ti, contra ti sólo he pecado, lo malo a tus
ojos cometí» (Sal 51, 6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y

6
aparta de El nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia,
una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo
conocer y determinar

6
el bien y el mal. El pecado es así «amor de si hasta el desprecio de Dios» (San
Agustín, De civitate Dei, 1,14, 28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es
diametral- mente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp
2,6-9).
3. La diversidad de pecados
La variedad de pecados es grande. La Escritura
contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las
obras de la carne al fruto del Espíritu: “Las obras de la
carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras,
rencillas, divisio- nes, disensiones, envidias,
embriagueces, orgías y co- sas semejantes, sobre las
cuales os prevengo como ya os previne, que quienes
hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios” (Ga
5, 19-21; cf Rm 1, 28-32; 1 Co
6,9-10; Ef 5,3-5; Col 3,5-8; 1 Tm 1,9-10; 2 Tm 3,2-5).
Se pueden distinguir los pecados según su objeto,
como en todo acto humano, o según las virtudes a
las que se oponen, por exceso o defecto, o según los
manda- mientos que quebrantan. Se los puede
agrupar también
Juan de Juanes, Martirio de según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí mismos;
San Esteban. se los puede dividir en pecados espirituales y carnales,
o también en pecados de pensamiento, palabra, acción
u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad,
según la enseñanza del Señor: «De dentro del corazón salen las intenciones malas,
asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo
que hace impuro al hombre» (Mt 15,19-20). En el corazón reside también la
caridad, principio de las obras buenas y puras, a la que hiere el pecado.
4. La gravedad del pecado: pecado mortal y venial
Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal
y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1 Jn 5, 16-17) se ha impuesto en la
tradición de la Iglesia.
El pecado mortal es todo pensamiento, deseo, palabra, hecho u omisión grave
contra la ley de Dios o de la Iglesia en materia grave, con pleno consentimiento y
deliberada voluntad. El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre
por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin
último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior. Sin arrepentimiento tal
pecado, nos conduce a la muerte eterna
El pecado venial es pensar, decir, hacer u omitir algo contra la ley de Dios o de la
Igle- sia en materia leve. Cuando se trata de materia grave y falta el conocimiento
pleno o la deliberada voluntad, el pecado mortal se convierte en venial. El pecado

6
venial disminuye el fervor de la caridad, nos dispone al pecado mortal y nos hace
merece- dores de las penas del purgatorio. El pecado venial deliberado y que
permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado
mortal. No obstante,

6
el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la
amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humana-
mente reparable con la gracia de Dios. «No priva de la
gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad,
ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna» ( RP 17).
«El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón
nunca, antes bien será reo de pecado eterno» (Mc 3,29;
cf Mt 12,32; Lc 12, 10). No hay limites a la misericordia de
Dios, pero quien se ni niega deliberadamente a acoger la
misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el
perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el
Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento
puede condu- cir a la condenación final y a la perdición Moreto de Brescia, Jesús
y la Samaritana.
eterna.
5. Los pecados capitales y los pecados que claman al Cielo
Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también
pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distin-
guido siguiendo a San Juan Casiano y a San Gregorio Magno. Son llamados
capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la
envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. Como remedio para estos pecados
podemos men- cionar otras tantas virtudes:
- Contra soberbia, humildad.
- Contra avaricia, generosidad.
- Contra envidia, caridad.
- Contra ira, paciencia.
- Contra lujuria, castidad.
- Contra gula, templanza; y
- Contra pereza, diligencia.
La tradición catequética recuerda también que existen pecados que claman al cielo:
la sangre de Abel (cf Gn 4,10); el pecado de los sodomitas (cf Gn 18, 20; 19, 13); el
clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3,7-10); el lamento del extranjero, de la
viuda y el huérfano (cf Ex 22, 20-22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24, l4-
15; Jc 5,4).
6. El pecado y la cooperación al mal
El pecado es un acto personal. Pero nosotros tene-
mos una responsabilidad en los pecados cometidos
por otros cuando cooperamos a ellos:
- participando directa y voluntariamente;
- ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o
aprobándolos;
- no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tie-
ne obligación de hacerlo;
Murillo, El hijo pródigo abandonado.

6
- protegiendo a los que hacen
el mal.
Así el pecado convierte a los
hombres en cómplices

6
unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia. y la injusticia.
Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad di-
vina. Las “estructuras de pecado” son expresión y efecto de los pecados personales.
Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido, analógico
constitu- yen un “pecado social” (cf RP 16).

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es el pecado?
2. ¿Qué es el pecado mortal y cuáles son sus consecuencias?
3. ¿Qué es el pecado venial y que males nos causa?
4. ¿A qué llamamos pecados capitales y cuáles son?
5. ¿Qué virtudes hay contra los pecados capitales?
6. ¿Cuándo se da la cooperación al mal?
7. Según la tradición catequética, ¿cuáles son los pecados que claman al cielo?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Recordar los cinco requisitos para hacer una buena confesión.
2. Ubicar y descubrir estos cinco requisitos en la parábola del hijo pródigo.
3. Escribir motivos por los cuales no debemos nunca cometer un pecado mortal.
4. Averiguar cuáles son los enemigos del alma.
5. Buscar la historia del Rey Saúl, quien por sus pecados es repudiado por el Señor
y comentar por qué sus hijos no reinaron.
6. Comentar, en grupo, qué es lo que desune a las familias
7. Hacer una lista de las maneras cómo podemos conseguir el perdón de
nuestros pecados veniales.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Misericordia Libertinaje Diligencia
Disensión Orgía Muerte

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• «Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros»
(San Agustín, Sermones, 169, II, 13).
• «Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la
que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene
cau- sa para ser mortal... sea contra el amor de Dios. como la blasfemia, el
perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio,
etc., En cam- bio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa
que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor
de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc., tales
pecados son veniales (Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 1-II, 88,
2).
• Dios siempre nos ayuda contra las tentaciones. Nos concede la gracia
suficiente para superarlas. En los momentos de tentación debemos siempre
dirigirnos a Dios y pedirle su ayuda por medio de una breve oración.
6
Tema 10
LA ALIANZA DE DIOS PADRE CON LOS HOMBRES
A. MOTIVACIÓN
El sentido básico de “alianza” o “pacto”, en la Biblia, queda resumido en aquellas
pa- labras de Jeremías: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”. Dios entra en
relación especial con hombres y mujeres. Él se compromete a proteger a su pueblo,
y a cam- bio espera de ellos obediencia. La mayoría de las “alianzas” mencionadas
en la Biblia son alianzas entre Dios y el hombre, pero hay también en el Antiguo
Testamento alianzas entre un hombre y otro.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Dios bendice a Noé y hace alianza con él
Noé era un hombre bueno en tiempos de
gran maldad y violencia. Los tiempos eran
tan malos, que Dios no pudo aguantar
más y envió un terrible diluvio.
Únicamente Noé y su familia se salvaron.
Noé siguió las ins- trucciones dadas por
Dios y construyó una embarcación
enorme. Las gentes veían lo que Noé
estaba haciendo pero no quisie- ron dar
oídos a sus advertencias. Cuando llegaron Benjamín West, Sacrificio de Noé.
las lluvias, Noé, su mujer, y sus
tres hijos y las mujeres de sus hijos embarcaron en el arca, con una pareja de toda
especie de criatura viviente. El arca estuvo flotando hasta que bajó la inundación.
Luego se posó en lo alto de una montaña. Después del diluvio, Dios prometió para
siempre a Noé que no volvería nunca a enviar una inundación para que destruya a
todos los seres vivos.
El arco iris fue la señal de su promesa. Noé vivió hasta edad muy avanzada. Y sus
hijos fueron los antepasados de numerosos pueblos.
Dios bendijo a Noé y a sus hijos y les dijo: “Procread y multiplicaos y llenad la
tierra. Que os tengan miedo y tiemblen ante vosotros todos los animales de la
tierra. Todo lo que se mueva y tiene vida sobre la tierra os servirá de alimento…”
Todo el que derrame sangre humana, por mano del hombre, será derramada la suya,
porque a imagen de Dios hizo Él al hombre.
Dijo también Dios a Noé y a sus hijos: “he aquí que yo voy a establecer mi alianza
con vuestra descendencia después de vosotros… No será ya exterminada criatura
alguna con aguas del diluvio, ni habrá en adelante diluvio para destruir la tierra.
“Esta es la señal de la alianza que yo establezco entre mí y entre vosotros: pondré
mi arco en las nubes para que él sea señal de alianza entre mí y la tierra” (cf Gn 9,
1-13).

7
2. Renovación de la alianza

ALIANZA DE DIOS EN EL A.T.


Alianza Referencia
Con Noé Gn 9, 8-17
Con Abraham
(abrahámica) Gn 12, 2-3; 15, 9-21;17
En el Sinaí (sinaítica) Ex 19-24
Con Finees, sacerdote Nm 25, 10-13
Con David (davídica) 2 S 7, 4-16
Nueva alianza Jer 31, 31-34

El nombre de Abran (padre excelso) se transformó en


Abraham (padre de multitudes), cuando Dios prometió
convertirlo en el fundador de la nación hebrea. La
patria original de Abraham era la cuidad de Ur, a orillas
del río Éufrates. Vivió en ella muchos años con su
padre Téraj (Taré) y sus tres hermanos. Se casó con
Sara, que era media hermana suya. Téraj y su familia
se trasladaron de Ur a Jarán, varios cientos de Km al
noroeste. Allí mu- rió Téraj, y Dios habló a Abraham
par que se trasladara a Canaán.
Cuando Abraham tenía noventa y nueve años se le
apa- reció el Señor en forma de tres personajes
misteriosos, y le dijo: Yo soy el Dios omnipotente, anda Jan Provost, Abraham, Sara y
en mi presencia y sé perfecto. Yo estableceré mi el Ángel.
alianza entre ti y entre
mí y te multiplicaré grandemente, y ya no te
llama- rás Abram sino Abraham.
La alianza con Abraham es la segunda que se
enu- mera en la Biblia, después de la de Noé. La
des- cendencia del Mesías vendría por Isaac, el
hijo de Abraham.
3. La alianza en el Sinaí
El gran caudillo que liberó a los israelitas de la es-
clavitud de Egipto y los condujo por el desierto
El Veronés, El sacrificio de Isaac. has- ta llegar a los límites mismos de Canaán,
Moisés,
había nacido en Egipto, había sido criado por la hija del faraón y había recibido una
educación egipcia. Al llegar a la edad adulta, se encolerizó tanto por la crueldad con
que trataban a los israelitas, que mató a uno de los capataces egipcios. Cuando se
enteró el faraón, Moisés tuvo que huir de Egipto. Vivió como pastor en el desierto y
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se casó con una de las hijas de Jetró, el hombre que lo había acogido en su casa.

7
La alianza que Dios hizo con Moisés, es
uno de los momentos más solemnes de
la Historia Santa. La alianza del Sinaí
fue un pacto o contrato que Dios hizo
con Israel por medio de Moisés.
La alianza que Dios hizo con Abraham
no fue más que un pacto preparatorio,
pues se trataba en él de una “posteri-
dad” que no había nacido aún, y que
en el tiempo de Moisés ya era un
pueblo conducido por él a través del
mar Rojo hacia la Tierra Prometida.
Esta alianza que durará hasta la Nueva March, El paso del mar Rojo.
Alianza evangélica, tiene este
contenido:
1. Por parte de Dios, como dueño que es de toda la tierra, está la elección de
Israel, pueblo preferido, del que quiere hacer “un reino de sacerdotes, una
nación consagrada”.
2. Por parte de Israel, está la aceptación incondicionada de la voluntad de Dios,
manifestada en los mandamientos o leyes ordenadas por Él, y que les dictará
desde el Monte Sinaí. Ellos prometieron que las cumplirían, pero después
fue- ron infieles a ellas.
La alianza entre Dios y su pueblo fue sellada con la sangre de una víctima (Ex 19,
1-6; 24, 3-8).
Esta Alianza fue una preparación y figura de la Alianza de la Nueva Ley. Esta nueva
y definitiva Alianza la hizo Dios con todos los hombres por medio d Jesucristo, el
cual la selló con su sangre ofrecida en el Calvario por nuestra salvación.
Ahora en la Santa Misa se renueva el sacrifico del Calvario y se ofrece su sangre de
la Nueva y eterna Alianza con la que Él quiso sellarla (cf Mt 26, 27).
Dios llamó a la santidad, mediante la alianza y el Decálogo que les dio; ahora nos
pide Dios que lo cumplamos.
Los israelitas que se comprometieron a guardar los mandamientos de Dios, no
fueron luego fieles a ellos y quebrantaron así la Alianza y llegaron a cometer un
gran pecado de idolatría, adorando a un becerro de oro.
4. El nuevo pueblo de Dios, la Nueva Alianza
El profeta Jeremías insiste sobre el carácter personal e interior de las relaciones del
hombre con Dios. De este pasaje Jesús sacó la expresión “Nueva Alianza”, que Él
utilizó al dar su sangre en comunión a los apóstoles en la Última Cena.
De la misma forma que la primera Alianza ha sido concluida en el momento de la li-
beración del pueblo y de la entrada en la Tierra Prometida, la Nueva Alianza
contiene el rescate o liberación de la humanidad por Cristo y su entrada en el Reino
fundado por Él.
Esta alianza de que nos habla Jeremías tendrá su plenitud cuando se cumpla la pro-
fecía de un solo rebaño bajo un solo pastor (cf Jr 31, 31-34).
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C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué significa “alianza” o “pacto”?
2. ¿Quién fue Noé?
3. ¿En qué consistió la alianza que celebró Dios con Noé?
4. ¿Quién fue Abraham?
5. ¿En qué consistió la alianza que celebró Dios con Abraham?
6. ¿Quién fue Moisés?
7. ¿En qué consistió la Alianza que celebró Dios con Moisés?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Averigua en Is 51, 2; Lc 1, 55; Rm 4; Is 141, 8; y señala como caracteriza la
Biblia a Abraham.
2. Lee Ex 7, 14-11, 10 y señala las diez plagas milagrosas que permitieron a
Moi- sés conducir al pueblo de Dios fuera de Egipto.
3. Lee el capítulo 32 del libro del Éxodo, que relata cómo los israelitas adoraron
a un ídolo con forma de becerro de oro.
4. Dibuja en un mapa el Éxodo de Egipto.
5. Consulta 1 Co 11, 25 e indica por qué Cristo es el final de la Ley antigua, fun-
dando con su sangre una nueva alianza.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Alianza Sacrificio Tierra
Prometida Nueva Alianza Calvario
Egipto

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• En la Biblia aparecen personas a las que Dios ha llamado para encargarles
alguna misión de particular importancia. Especialmente Dios se reveló a
Abraham y a Moisés, a quienes pidió que se pusieran en camino hacia la Tierra
Prometida. De ellos aprendemos cómo hemos de responder a Dios con una fe
inquebrantable.
• Abraham se fió de Dios y, aunque tenía más de noventa años y Sara, su
mujer, no podía tener descendencia, cuando Él le dijo que tendría un hijo, le
creyó y no dudó.

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Tema 11
JESÚS NACIDO EN MEDIO DE UN PUEBLO
A. MOTIVACIÓN
“Se ha promulgado un edicto de César Augusto, y manda empadronar a todo el
mun- do. Cada cual ha de ir, para esto, al pueblo de donde arranca su estirpe. —
Como es José de la casa y familia de David, va con la Virgen María desde Nazareth
a la ciudad llamada Belén, en Judea. (Luc II, 1-5.) Y en Belén nace nuestro Dios:
¡Jesucristo!
—No hay lugar en la posada: en un establo. —Y su Madre le envuelve en pañales y
le recuesta en el pesebre. (Luc II, 7.)
Frío. —Pobreza. —Soy un esclavito de José. —¡Qué bueno es José! —Me trata como
un padre a su hijo. —¡Hasta me perdona, si cojo en mis brazos al Niño y me quedo,
horas y horas, diciéndole cosas dulces y encendidas!...Y le beso —bésale tú—, y le
bailo, y le canto, y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Único, mi Todo!... ¡Qué hermoso
es el Niño…!” (San Josemaría, Santo Rosario).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Jesús, concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de María Virgen
El Evangelio según Lucas precisa que María
concibió al Hijo de Dios por obra del Espíritu
Santo, “sin conocer varón” (cf. Lc 1, 34 y Mt
1,
18. 24-25). María era, pues, virgen antes del
nacimiento de Jesús y permaneció virgen en
el momento del parto y después del parto.
El Evangelio según Mateo completa la narra-
ción de Lucas describiendo algunas circuns-
Gruta de la Natividad. tancias que precedieron al nacimiento de
Jesús. Leemos: “La
concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, co, quiere decir “Dios salva”.
su Madre, con José, antes de que conviviesen se halló Expresa, a la vez, su identidad y
haber concebido María del Espíritu Santo. José, su esposo, su misión, “porque Él salvará al
siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en pueblo de sus pecados” (Mt
secreto. Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se le
apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo
de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa,
pues lo con- cebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús, porque
salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 18-21 ).
2. Jesús, Hijo de Dios y Salvador
El nombre “Jesús”, considerado en su significado etimológi-

7
Juan Bautista Maino, La adoración de los Magos.

7
1,21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación a favor de los
hombres. Pedro afirma que “bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda
salvarnos”. Este nombre estaba bastante difundido, tanto en la antigua como en la
Nueva Alianza. Es el nombre que tenía Josué, que después de la muerte de Moisés
introdujo a los israelitas en la tierra prometida: “El fue, según su nombre, grande
en la salud de los elegidos del Señor... para poner a Israel en posesión de su
heredad” (Eclo 46, 1-2).
El nombre de Jesús está en el corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones
litúr- gicas se acaban con la fórmula “Por Nuestro Señor Jesucristo…”. El “Ave María”
culmina en “y bendito es el fruto de tu vientre Jesús”. Así también numerosos
cristianos mue- ren, como Santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una única
palabra: “Jesús”.
3. Lugar del nacimiento de Jesús
La gente llamó a Jesús “el Nazareno” por el nombre
del lugar en que residió con su familia hasta la edad de
trein- ta años. Sin embargo, sabemos que el lugar de
nacimien- to de Jesús no fue Nazaret, sino Belén cuyo
nombre en hebreo Bet leehem significa casa del pan.
Belén es una localidad de Judea, situada a 8 Km. al
sur de Jerusalén. Su nacimiento en Belén es
atestiguado por los Evangelis- tas Lucas y Mateo. El
primero, especialmente, hace notar que a causa del
censo ordenado por las autoridades ro- manas, “José
subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la
ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la
casa y de la familia de David, para empadronarse con
María, su esposa que estaba encinta. Estando allí se
cumplieron los días de su parto” (Lc 2, 4-6).
El texto del Evangelio de Mateo: “Nacido, pues, Jesús en
Belén de Judá en los días del rey Herodes” (Mt 2, 1),
hace referencia a la profecía de Miqueas, a la que se
refiere también la pregunta que trae el IV Evangelio:
“¿No dice la
Escritura que del linaje de David y de la aldea de Belén ha de venir el Mesías?” (Jn 7, 42).
4. Jesús, hijo de Israel, pueblo elegido de la Antigua
Alianza
Jesús nace en medio de este pueblo, crece en su religión y
en su cultura. Es un verdadero israelita, que piensa y se
expresa en arameo y sigue las costumbres y los usos de su
ambiente. Como israelita es heredero fiel de la Antigua
Alianza.
Sus padres, como cumplidores de la ley de Moisés, poco
des- pués del nacimiento de Jesús le llevaron a circuncidar

7
según el rito, entrando así oficialmente a se r parte del
pueblo de
Ribera, Vuelta de a alianza: “Cuando se hubieron cumplido los ocho días para
Egipto y circuncidar al niño, le dieron el nombre de Jesús” (Lc 2, 21).
establecimiento de la
Por el Evangelio sabemos que Jesús vivió en una
familia en Nazaret.
determina-

7
da familia, en la casa de José, quien hizo las veces de padre del Hijo de María, asis-
tiéndolo, protegiéndolo y adiestrándolo poco a poco en su mismo oficio de
carpintero. A los ojos de los habitantes de Nazaret Jesús aparecía como “el hijo del
carpintero” (cf. Mt 13, 55).
5. Jesús comienza su vida Pública en medio de su pueblo
Después de aquellos 30 años de vida oculta, Jesús co-
mienza a recorrer los pueblos y ciudades anunciando
el Reino de Dios, predicando una doctrina maravillosa,
formando a sus apóstoles, y realizando muchos mila-
gros que mostraban su procedencia divina.
Este periodo de la vida pública de Jesús abarca desde
su bautismo hasta su muerte y resurrección.
Cuando comenzó a enseñar, sus paisanos se
pregunta- ban sorprendidos: “¿No es acaso el
carpintero, hijo de María?...”(cf Mc 6,2-3). Además de
la madre, menciona- ban también a sus “hermanos” y
sus “hermanas”, es de- cir, aquellos miembros de su
parentela (“primos”), que
vivían en Nazaret, aquellos mismos que, como recuerda
Navarrete, Bautismo de Jesús.
el Evangelista Marcos, intentaron disuadir a Jesús de su
actividad de Maestro (cf Mc 3, 21).
La gente le escuchaba con suma atención y le seguían por todas partes,
olvidándose a veces hasta del propio alimento. Jesús les hablaba frecuentemente
con parábolas o comparaciones sacadas de la vida ordinaria. Así la gente sencilla
podía comprender mejor su doctrina. Siempre les hablaba como quien tiene
autoridad para saber lo que dice. Con razón la gente le llamaba maestro.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuáles son las circunstancias por la que Jesús nace en Belén?
2. ¿Qué nos precisa el Evangelio de Mateo sobre la concepción de Jesús?
3. ¿Qué significa el nombre de Jesús?
4. ¿Por qué decimos que Jesús esta en el corazón de la plegaria cristiana?
5. ¿Cuál es el significado de la Palabra Belén?
6. ¿Por qué decimos que Jesús es un verdadero Israelita?
7. ¿Qué tiempo abarca el periodo de la vida pública de Jesús?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Señalar en el mapa de Palestina el lugar dónde nació Jesús, dónde vivió y en
los lugares que predicó.
2. Hacer una lista de ejemplos que demuestren cómo Jesucristo practicaba la
obediencia en Nazaret.
3. Buscar milagros de Jesús que demuestren su poder sobre las cosas, la enfer-
medad, el demonio y la muerte.

7
4. Leer las bienaventuranzas (Mt 5, 1-10) y explicar alguna de ellas.

8
5. Resumir la enseñanza de Jesucristo sobre la Providencia de Dios (Mt 6, 19-34).
6. Buscar la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro y señalar las
aplicaciones personales que encuentras en dicha parábola.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Edicto Censo Circuncisión
Plegaria Prescripción Doctrina

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7);
unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta
pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa
de cantar la gloria de esta noche:
La Virgen da hoy a luz al Eterno
Y la tierra ofrece una gruta al
Inaccesible. Los ángeles y los pastores le
alaban
Y los magos avanzan con la estrella.
Porque Tú has nacido para
nosotros, Niño pequeño, ¡Dios
eterno!
(Kontakion, de Romanos el Melódico)” (CEC n. 525).
• Juan Bautista, el último de los profetas del Antiguo Testamento, cumplió fiel-
mente su misión de hacer conocer a Cristo y de invitar a los hombres a hacer
penitencia.

8
Tema 12
JESÚS EL MESÌAS PROMETIDO
A. MOTIVACIÓN
“—¿No te has detenido a considerar que pasaron siglos y siglos, para que viniera el
Mesías? Los patriarcas y los profetas pidiendo, con todo el pueblo de Israel: ¡que la
tierra tiene sed, Señor, que vengas! —Ojalá sea así tu espera de amor” (San Jose-
maría, Forja).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Jesús, el Mesías
Vocablo derivado del arameo y del hebreo que significa
“el ungido”. En el Nuevo Testamento, a Jesús se le llama
el Cristo, que es el equivalente griego de Mesías, que sig-
nifica el Profeta, Sacerdote Rey y Libertador ungido, cuya
venida esperaban ansiosamente los judíos.
La palabra Mesías, incluyendo la idea de unción, sólo
pue- de comprenderse en conexión con la institución
religiosa de la unción con el aceite, que era usual en
Israel y que pasó de la Antigua alianza a la Nueva. En la
historia de la Antigua Alianza recibieron esta unción
personas llamadas por Dios al cargo y dignidad de rey, o
de sacerdote o de profeta.
Caravaggio, El entierro de
Muchos judíos esperaban solamente un libertador que
Cristo.
los librara del poder romano y que les diera una mayor
pros-
peridad nacional; de manera que cuando vino el Mesías, los líderes y muchos otros
más lo rechazaron. Solamente los humildes y fieles pudieron ver en Jesús de
Nazaret al verdadero Cristo (Isa. 53; Mateo 16:16; Juan 4:25–26).
2. Jesucristo, Mesías “Rey”
Jesucristo es Rey sobre todo porque, hecho obediente hasta la muerte de cruz, fue
exaltado por el Padre y constituido Señor de todo el universo.
Cuando el ángel Gabriel anuncia a la Virgen María que había sido escogida para ser
la Madre del Salvador, le habla de la realeza de su Hijo: “...le dará el Señor Dios el
trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos, y su reino no
tendrá fin” (Lc 1, 32-33).
Cuando Bartimeo, el mendigo ciego, para pedirle ayuda le grita: “¡Hijo de David,
Jesús, ten piedad de mí!” (Mc 10, 47).
Otro hecho significativo es que, al entrar en Jerusalén en vísperas de su pasión,
Jesús cumple, tal como destacan los Evangelistas Mateo (21, 5) y Juan ( 12, 15), la
profecía de Zacarías, en la que se expresa la tradición del “Rey mesiánico”:
“Alégrate sobre- manera, hija de Sión. Grita exultante, hija de Jerusalén. He aquí

8
que viene tu Rey,

8
justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna” (Zac 9,
9). El momento decisivo de esta clarificación se da en el diálogo de Jesús con
Pilato, que trae el Evangelio de Juan. Puesto que Jesús ha sido acusado ante el
gobernador romano de “considerarse rey” de los judíos..
En el Calvario un último episodio ilumina la condición mesiánico-real de Jesús. Uno de
los dos malhechores crucificados junto con Jesús manifiesta esta verdad de forma
pene- trante, cuando dice: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino” (Lc
23, 42).
3. Jesucristo, Mesías “Sacerdote”
El nombre “Cristo” que, como sabemos, es el equivalente
griego de la palabra “Mesías”, es decir “Ungido”, además
del carácter “real”, incluye también, según la tradición del
Anti- guo Testamento, el “sacerdotal”.
Esta unidad tiene su primera expresión, como un prototipo
y una anticipación, en Melquisedec, rey de Salem,
misterioso contemporáneo de Abraham. De él leemos en el
libro del Génesis, que, saliendo al encuentro de Abraham,
“sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios
Altísimo, bendijo a Abraham diciendo: Bendito Abraham
del Dios Altísimo, el
Rafael, La caída en la dueño de cielos y tierra”. (Gen 14, 18-19).
calle El Calvario. Podemos decir por tanto que Jesús es sacerdote porque se
ofreció a Sí mismo como víctima en la cruz y se sigue ofreciendo continuamente en
las celebraciones eucarísticas.
4. Jesucristo, Mesías “Profeta”
Durante el proceso ante Pilato, Jesús, al ser interrogado si era rey, primero niega
que sea rey en sentido terreno y político; después, cuando Pilato se lo pregunta por
segunda vez, responde: “Tú dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto
he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37). Esta respuesta
une la misión real y sacerdotal del Mesías con la característica esencial de la misión
profé- tica. En efecto, el Profeta es llamado y enviado a dar testimonio de la
verdad. Como testigo de la verdad él habla en nombre de Dios. En cierto sentido es
la voz de Dios. Tal fue la misión de los Profetas que Dios envió a lo largo de los
siglos a Israel.
En la figura de David, rey y profeta, es en quien especialmente la característica pro-
fética se une a la vocación real.
5. Jesucristo, El Hijo del hombre
Jesucristo, Hijo del hombre e Hijo de Dios: éste es la verdad fundamental de la
reve- lación cristiana y de la fe: la humanidad y la divinidad de Cristo.
Él se autodefine “Hijo del hombre”, mientras que nadie le daba este título si excep-
tuamos al diácono Esteban antes de la lapidación (Act 7, 56) y al autor del
Apocalipsis en dos textos (Ap 1, 13; 14, 14).

8
El título “Hijo del hombre” procede del Antiguo Testamento, en concreto del libro
del Profeta Daniel, de la visión que tuvo de noche el Profeta: “Seguía yo mirando en
la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre,
que

8
se llegó al anciano de muchos días y fue presentado
ante éste. Le fue dado el señorío, la gloria y el
impe- rio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le
sirvie- ron, y su dominio es dominio eterno que no
acabará, y su imperio, imperio que nunca
desaparecerá” (Dan 7, 13-14).
Cuando Jesús utiliza el título “Hijo del hombre” para
hablar de Sí mismo, recurre a una expresión prove-
niente de la tradición del Antiguo Testamento. Pero
conviene notar, sin embargo, que la expresión “hijo
de hombre” se había convertido en el arameo de la
época de Jesús en una expresión que indicaba sim-
plemente “hombre”. Por eso, al referirse a Sí mismo
Señor de los Milagros.
como “Hijo del hombre”, Jesús logró casi esconder
tras el velo del significado común el significado mesiánico que tenía la palabra en la
enseñanza profética.
6. Jesucristo, Hijo de Dios
Aunque en los Evangelios sinópticos Jesús jamás
se define como Hijo de Dios, sin embargo, de di-
ferentes maneras, afirma y hace comprender
que es el Hijo de Dios en sentido natural.
Subraya incluso la exclusividad de su relación fi-
lial con Dios. Nunca dice de Dios: “nuestro Pa-
dre”, sino sólo “mi Padre”, o distingue: “mi
Padre, vuestro Padre”. No duda en afirmar:
“Todo me ha sido entregado por mi Padre” (Mt
11, 27).
Esta exclusividad de la relación filial con Dios se
manifiesta especialmente en la oración, cuan-
do Jesús se dirige a Dios como Padre usando la
palabra aramea “Abbá”, que indica una singular
cercanía filial y, en boca de Jesús, constituye
una expresión de su total entrega a la voluntad
del Padre: “Abbá, Padre, todo te es posible;
aleja de
mí este cáliz” (Mc 14, 36). Anónimo, s. XVIII, Monasterio de
Otras veces Jesús emplea la expresión “vuestro Santa Rosa de Santa María,
La visión del paraíso.
Padre”; por ejemplo: “como vuestro Padre es mi-
sericordioso” (Lc 6, 36); “vuestro Padre, que está en los cielos” (Mc 11, 25). Subra-
ya de este modo el carácter específico de su propia relación con el Padre, incluso
deseando que esta Paternidad divina se comunique a los otros, como atestigua la
oración del “Padre nuestro”, que Jesús enseñó a sus discípulos y seguidores.
La verdad sobre Cristo como Hijo de Dios es el punto central sobre el que gira todo

8
el Nuevo Testamento (cf Jn 20, 30-31).

8
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuál es el significado de la palabra Mesías?
2. ¿Quiénes recibían esta unción?
3. ¿Qué esperaban los judíos del Mesías?
4. ¿Por qué decimos que Jesús es Mesías Rey?
5. ¿Por qué decimos que Jesús es Mesías Sacerdote?
6. ¿Por qué decimos que Jesús es Mesías Profeta?
7. ¿Cuál es la procedencia del título Hijo del hombre que se da Jesús?
8. ¿Cómo manifiesta Jesús su relación filial con Dios?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Explicar: ¿A qué vino Juan Bautista? ¿Cómo cumplió su misión?
2. Leer en el Evangelio de San Lucas 3, 15-16 y buscar qué diferencia
encuentras entre el bautismo que hacía Juan y el que instituyó Jesús.
3. Explicar cómo obraron los judíos y cómo los apóstoles ante la enseñanza de
Jesús acerca de su padre.
4. Buscar en el Evangelio los pasajes donde Jesús dice a los discípulos de Juan y
a la samaritana que Él era el Mesías.
5. Realizar los siguientes ejercicios bíblicos.
• Santidad de Jesucristo: 1 P 2, 22; Hb 7, 26; Jn 8, 46
• Jesucristo es Dios: Jn 1,1; 10, 30
• Jesucristo se identifica con el Padre: Jn 14, 9
• Si Jesucristo es Dios, ¿por qué el Padre es mayor que Él?

E. VOCABULARIO BÁSICO
Unción Abbá Profeta
Sacerdote Rey Prototipo

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Piensa cómo puedes tú cumplir tu misión de mostrar a Cristo a los demás, como
Juan Bautista.
• Jesucristo ha demostrado con sus obras extraordinarias que es el Hijo de Dios
omnipotente, Señor de todo lo creado, vencedor del demonio y del pecado,
dueño de la vida. Los milagros de Jesús son “señales” o “signos” con que
Jesús nos ha dicho quién es Él.
• Has de estar listo a perder lo que sea necesario, con tal de no perder tu tesoro
de la gracia.
• Los que no son sinceros se hacen enemigos de Jesús. Tú serás amigo leal de
Jesús, obrando y hablando siempre con honradez y verdad.
• Jesús nos enseñó: que Él es el hijo de Dios que vino del Padre y hace siempre
su voluntad: que Él es uno solo Dios con el Padre.

8
Tema 13
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
A. MOTIVACIÓN
El primer prodigio obrado por el Espíritu Santo es el de Pentecostés. San Pedro pre-
dicó en su idioma, le entendieron cuantos le escucharon, a pesar de pertenecer a
diversas lenguas. Este milagro lo repitió San Vicente Ferrer en cuanto que él
predica- ba en la lengua materna y le entendían sus oyentes de diversos países.
También se refieren cosas análogas de San Antonio y de San Francisco Javier.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. El Espíritu Santo
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad, que procede del amor del Padre y del Hijo.
Es Dios, igual que el Padre y el Hijo.
El Espíritu Santo asiste a la Iglesia y santifica nuestras
almas con la gracia, las virtudes y los dones. Cada vez
que recibimos dignamente un Sacramento, el Espíritu
Santo viene a nuestras almas y transforma nuestra
vida espiritual. Lo recibimos especialmente en el
sacramento de la Confirmación.
Sus nombres: Espíritu Santo, pues procede por espi-
ración; Amor, pues es término subsistente del amor
recíproco del Padre y del Hijo; Paráclito, pues es con-
Sebastián Torres, s. XVIII, La
solador. coronación de la
2. La misión del Espíritu Santo Virgen.
La venida del Espíritu Santo puso en marcha la Iglesia. Gracias a su ayuda, ella se
ve continuamente guiada e impulsada en su misión de extender el evangelio por
toda la tierra.
Sin embargo, la obra del Espíritu Santo no consiste sólo en conducir a la Iglesia en
general. El Espíritu Santo actúa también sobre cada alma en particular. Su
influencia en el alma que le ha recibido y le es fiel, produce en ella una profunda
transforma- ción. Una transformación que quizá no se vea con los ojos del cuerpo,
porque es espiritual, pero que tiene un valor incalculable, divino.
El último gran acto fundacional de la Iglesia ya no lo hizo Jesús en su vida terrena,
sino desde el cielo. En la noche de la despedida Jesús promete el Espíritu Santo:
«Yo pediré al Padre que les dé otro Consolador; para que esté con ustedes
eternamente: el Espíritu de la Verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo
ve ni conoce; ustedes lo conocen porque con ustedes vivirá y estará en su interior»
(Jn 14, 16-17; cf Mt 10, 20).
Jesús les anuncia que un fruto de su mediación ante el Padre será la venida del Pará-

8
clito. El Espíritu Santo, en efec-
to, vendrá sobre los discípulos
tras la Ascensión del Señor (cf
Hch 2, 1-13), enviado por el
Pa- dre y el Hijo. Al prometer
Jesús que por medio de El, el
padre les enviará el Espíritu
Santo está revelando el
misterio de la Santísima
Trinidad. Basílica de San Pedro, Cúpula Mayor.
El Espíritu Santo cumple ahora
el oficio de guiar, proteger y vivificar a la Iglesia: “El Espíritu Santo vendrá,
nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre, permanecerá con
nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y
dará testimonio de él; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo”
(CEC 729).
Con la venida del Espíritu Santo, los apóstoles han comprendido la doctrina de
Jesús y sienten una gran fortaleza y valentía para ir a predicarla por todo el mundo
como el Señor les ha mandado.
3. El Espíritu Santo viene a nosotros en el Bautismo
Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha celebrado y
ad- ministrado el santo Bautismo. En efecto, San Pedro
de- clara a la multitud conmovida por su predicación:
«Con- vertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de
vuestros pecados; ¡y recibiréis el don del Espíritu
Santo» (Hch 2,38).
Los Apóstoles y sus colaboradores ofrecen el bautismo
a quien crea en Jesús: judíos, hombres temerosos de
Dios, paganos (cf Hch 2,41; 8, 12-13; 10,48; 16, 15).
El Bautismo aparece siempre ligado a la fe: «Ten fe en
Lázaro Baldi, Glorificación de el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa», declara San
Santa Rosa. Pablo a su carcelero en Filipos. El relato continúa: «el
carcelero inmediatamente recibió el bautismo, él y
los suyos» (Hch 16, 31-
todos
33).
4. El Espíritu Santo nos hace hijos de Dios
Gracias al Espíritu Santo entramos, por el Bautismo, a formar parte de la familia de
Dios No sólo pasamos a ser sus amigos, sino que sucede de algo mucho más
grande. Nos convertimos en hijos de Dios. San Pablo nos lo explica de una forma
clarísima en la Epístola a los Romanos: «Porque los que son movidos por el Espíritu
de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de siervos para

9
caer en el temor sino que habéis recibido el Espíritu de hijos, por el cual clamamos:
¡Padre!» (Rm 8, 14-15).

9
5. Los carismas
Los carismas son gracias especiales que el
Espíritu distribuye libremente entre los fie-
les de todo tipo y con los que los capacita
y dispone para asumir varias obras y
funcio- nes, útiles para la renovación de la
Iglesia y para el desarrollo de su
construcción.
Algunos de estos carismas son extraordina-
rios, otros, por el contrario, sencillos y
Bernard Buffet, Spiritus Sanctus, Museo de mucho más difundidos, pero el juicio sobre
Arte Moderno, Vaticano. su auten- ticidad corresponde, sin ninguna
excepción, a los que presiden en la Iglesia,
a los que com- pete no extinguir los
carismas auténticos.
Aunque el término “carisma” parece ser propiamente paulino, la realidad a que se
refiere está ya claramente operante en el Antiguo Testamento, en numerosos
reyes, jueces, profetas y otros grandes personajes, tanto hombres como mujeres.
Estos no solo recibieron de Dios una misión sino también la efusión del Espíritu
Santo para ejercerla mas allá de las fuerzas meramente naturales.
La palabra carisma aparece 17 veces.16 veces en San Pablo: Rm1,11; 5,15.16;
6,23; 11,29; 12,6; 1 Co 1,7; 7,7; 12,4.9.28.30.31; 2 Co 1,11; 1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6;
y 1 vez
en S. Pedro: 1 P 4, 10.
San Pablo hace cuatro listas de
carismas: 1 Co 12,8-10;
1 Co 12, 28-30
Rm 12, 6-8
Ef 4, 11
Las listas contienen un total de 20 carismas diferentes, pero estas no pretenden ser
exhaustivas. Hay muchos más carismas. Mientras unos son dones que capacitan
para ejercer ciertos oficios, otros son extraordinarios. Pero todos son fruto de la
gracia, es decir de la obra del Espíritu Santo.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Quién es el Espíritu Santo?
2. ¿Qué prometió Jesucristo al subir a los cielos?
3. ¿Qué efectos produjo el Espíritu Santo en los Apóstoles?
4. ¿Qué oficio cumple ahora el Espíritu Santo?
5. ¿Qué son los carismas?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Hacer una lista de los diversos nombres que la Iglesia da al Espíritu Santo en

9
sus oraciones e himnos, y especialmente en la secuencia del domingo de Pen-
tecostés y en el himno “Ven, Espíritu Creador”.
2. Mencionar las ocasiones en que debemos rogar al Espíritu Santo.

9
3. Buscar en el Nuevo Testamento la acción del Espíritu Santo en
nosotros. Por el Espíritu, hijos de Dios Ga 4,4-7 y Rm 8,14-17
El Espíritu ora Rm 8,26-27
Dejarnos conducir por el Espíritu Ga 5,16.26-27 y 6,1-10
Dador de dones espirituales Co 12,2-11
Sus frutos Ga 5,22-23
Renovados por el Espíritu Tt 3,4-7
La vida según el Espíritu Rm 8,5-12
Recuerda todo lo que Cristo enseñó y lo
actualiza constantemente Jn 14,23-26
4. Enumerar los carismas que se encuentran en los escritos paulinos.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Milagro Misión Carisma
San Vicente Ferrer San Antonio San Francisco Javier

F. PARA TU VIDA CRISTIANA

Ven, Espíritu Santo,


Llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu
amor.
Envía, Señor, tu Espíritu.
Que renueve la faz de la Tierra.

Oración:
Oh Dios,
que llenaste los corazones de tus
fieles con la luz del Espíritu
Santo; concédenos que,
guiados por el mismo Espíritu,
sintamos con rectitud y
gocemos siempre de tu consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

9
Tema 14
El ESPÍRITU SANTO SANTIFICADOR
A. MOTIVACIÓN
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De
repen- te vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que
llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como
de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos
llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu
les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían,
venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la
gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia
lengua. Estupefactos y admirados decían: ¿Es que no son galileos todos estos que
están hablando? Pues
¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos,
medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,
Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,
judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las
maravillas de Dios” (Hch, 2, 1-11).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. El nombre y los apelativos del Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el nombre propio de la Tercera
Persona de la Santísima Trinidad, a quién también
adoramos y glorificamos, junto con el Padre y el
Hijo. En la Sagrada Escritura encontramos otros
apelativos:
a. Paráclito:
Palabra del griego “Parakletos”, significa aquel
que es invocado, es por tanto el abogado, el
mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos
presenta el
Espíritu Santo diciendo: “El Padre os dará otro Paráclito” (Jn 14,16). Con estas pa-
labras se pone de relieve que el propio Cristo es el primer Paráclito y que la acción
del Espíritu Santo será semejante a la que Él ha realizado, constituyendo su prolon-
gación.
b. El Espíritu de la Verdad
Jesús afirma de sí mismo: “Yo soy el Camino la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Y al
pro- meter al Espíritu Santo en aquel discurso de despedida con sus apóstoles en la
Ultima Cena, dice: “Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con
vosotros siempre, el Espíritu de la verdad” (Jn 14, 16-17). El Espíritu Santo es quien
después de la partida de Cristo, mantendrá entre los discípulos la misma verdad

9
que Él ha anunciado y revelado. El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo.

9
c. Señor y dador de vida
El término hebreo utilizado por el Antiguo Testamento para designar al Espíritu
Santo es “ruah”, este término se utiliza también para hablar de “soplo”, “aliento”,
“respira- ción”. La existencia de las criaturas depende de la acción del soplo -
Espíritu de Dios, que no solo crea, sino que también conserva y renueva
continuamente la faz de la tierra.
Es Señor y Dador de Vida porque será autor también de la resurrección de nuestros
cuerpos (cf. Rm 8,11).
d. Santificador
Es Espíritu Santo es fuerza que santifica porque Él mismo es “Espíritu de Santidad”
( Is 63,10-11). En el Bautismo se nos da el Espíritu Santo como don, con su
presencia santificadora. Desde ese momento el corazón del bautizado se convierte
en Templo del Espíritu Santo, y si Dios Santo habita en el hombre, éste queda
consagrado y santificado.
2. Dones y frutos del Espíritu Santo
a. Para que el cristiano pueda luchar, el Es-
píritu Santo le regala sus siete dones, que
son disposiciones permanentes que hacen
al hombre dócil para seguir los impulsos del
Espíritu, estos dones son:
• Sabiduría: gusto para lo espiritual, capaci-
dad de juzgar según la medida de Dios.
• Ciencia: Nos da a conocer el verdadero
valor de las criaturas en su relación con el
Creador.
• Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, su-
giriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma.
• Entendimiento: Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de
Dios y profundizar las verdades reveladas.
• Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de
dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos.
• Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo
el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa por no ofender a su
Padre Dios.
• Fortaleza: El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al
alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer
coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques
injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y
hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.
b. Los frutos del Espíritu son perfecciones plasmadas en nosotros el Espíritu Santo
como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: “ca-
ridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre,
fidelidad, modestia, continencia, castidad” (Ga 5,22-23).

9
3. Los símbolos del Espíritu Santo
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
a. El Agua: El simbolismo del agua es significativo de la
acción del Espíritu Santo en el Bautismo ya que el agua
se convierte en el signo sacramental del nuevo
nacimiento.
b. La Unción: En su intervención en la sinagoga de
Naza- ret, Jesús se aplica a sí mismo el texto de Isaías
que dice: “El Espíritu del Señor Yahvé, está sobre mí,
por cuanto que me ha ungido Yahvé” (Is 61,1). Esa
participación tie- ne lugar a nivel sacramental en las
unciones con aceite, cuyo rito forma parte de la Iglesia,
en el Bautismo, la con- firmación, Unción de los
Enfermos y el Orden Sacerdotal.
c. El Fuego: simboliza la energía transformadora de las
actos del Espíritu. Sabemos que Juan Bautista anunciaba Bernardo Bitti, Coronación
de la Virgen.
en el Jordán; “El ( Cristo) os bautizará en Espíritu Santo
y fuego” (Mt 3,11) el bautismo en Espíritu y fuego indica
el poder purificador del fuego: De un fuego misterioso
que
expresa la exigencia de santidad y de pureza que trae el Espíritu de Dios.
d. La Nube y la Luz: Así desciende sobre la Virgen María para “cubrirla con su
som- bra”. Así mismo se manifiesta En el Monte Tabor, en la Transfiguración. El día
de la Ascensión, aparece una sombra y una nube.
e. El viento: símbolo central en Pentecostés, acontecimiento fundamental en la re-
velación del Espíritu Santo: “De repente vino del cielo un ruido como el de una
ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban los
discípulos con María (Hch 2,2) .
f. La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de palo-
ma y se posa sobre Él.
g. La Mano: mediante la imposición de manos, los Apóstoles y ahora los Obispos,
transmiten el “Don del Espíritu”
4. Faltas contra el Espíritu Santo:
Desesperación de salvarse.
La presunción de salvarse sin ningún mérito.
La impugnación de la verdad conocida.
La envidia de los bienes espirituales del prójimo.
La obstinación en el pecado.
La impenitencia final.
5. La blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable
Juan Pablo II en su Encíclica sobre el Espíritu Santo, Dominum et vivificantem 46-
48, explica este pecado contra el Espíritu: “Esta blasfemia no consiste en el hecho
de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, más bien, en el rechazo de

9
aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo.”
Mas adelante dice: “...consiste en el rechazo radical de aceptar esa remisión, de la

9
que el mismo Espíritu Santo es el íntimo dispensador, y que presupone la verdadera
conversión obrada por El en la conciencia” Si Jesús declara imperdonable este
pecado es “porque esta no-remisión está unida, como a su causa, a la no-
penitencia, es decir, al rechazo radical a convertirse.”
Como nos lo explica el Papa, el pecado contra el Espíritu Santo consiste en la re-
sistencia y el rechazo a la conversión. Es el Espíritu Santo el que nos convence del
pecado ( Jn 16:8-9). Rechazar en nuestro corazón esta realidad y obstinarnos en el
mal nos lleva a este pecado. Esta era la actitud de los fariseos, que se cerraron a la
aceptación del plan divino para reconciliarse con los hombres.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué otros apelativos se usan en la Sagrada Escritura para nombrar al Espíritu
Santo?
2. ¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo?
3. ¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?
4. ¿En que consiste cada uno de los dones del Espíritu Santo?
5. ¿Con que símbolos se representa al Espíritu Santo?
6. ¿Cuáles son las faltas contra el Espíritu Santo?
7. ¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Buscar los lugares del Antiguo Testamento: Sal 51 (50), 13; Is 63, 10.11 y se-
ñalar con que palabras se hace referencia al Espíritu Santo.
2. Investigar en qué consiste cada uno de las faltas contra el Espíritu Santo.
3. Poner un ejemplo concreto de cada una de las faltas cometidas contra el Espí-
ritu Santo.
4. Leer el n. 1864 del Catecismo de la Iglesia Católica e indagar que dice sobre
el límite de la misericordia de Dios y sobre quien rechaza el perdón de sus
peca- dos y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Paráclito Obstinación Presunción
Impenitencia Envidia Misericordia

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• La blasfemia contra el Espíritu Santo es presumir y reivindicar el “derecho” de
perseverar en el mal. Es un rechazo al perdón y a la redención que Cristo
ofre- ce. La blasfemia contra el Espíritu Santo es la obstinación contra Dios
llevada hasta el final. Es negarse deliberadamente a recibir la misericordia
divina.
• Cuando el corazón de una persona se obstina de tal manera que no acepta
que necesita arrepentirse de sus pecados y se resiste a esta gracia, comete el
pecado contra el Espíritu Santo el cual puede llevarlo al infierno.

1
Tema 15
El PUEBLO DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
A. MOTIVACIÓN
“Porque tú eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras
su pueblo y su propiedad exclusiva entre todos los pueblos de la tierra. El Señor se
prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los pue-
blos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les
tiene, y para cumplir el juramento que hizo a tus padres, el Señor los hizo salir de
Egipto con mano poderosa, y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey
de Egipto” (Dt. 7, 6-8).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Dios quiere salvar a los hombres
El Concilio declara, que «fue voluntad de Dios el santifi-
car y salvar a los hombres, no aisladamente, sin
conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo
un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera
santamente» (L G, 9). Este plan de Dios comenzó a
manifestarse desde la historia de Abraham, con las
primeras palabras que Dios le dirigió: «El Señor dijo a
Abraham: Vete de tu tierra, de tu parentela, de la casa
de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré un
gran pueblo y te bendeciré» (Gn 12, 1-2).
Esta promesa fue confirmada posteriormente con una
alianza (Gn 15, 18; 17, 1-14) y proclamada solemnemen-
te después del sacrificio de Isaac. Abraham, siguiendo el
mandato de Dios, estaba dispuesto a sacrificarle su hijo
único, que el Señor le había dado a él y a su esposa Sara
en su vejez. Pero lo que Dios quería era sólo probar su
A. de Pereda, El profeta
fe. Isaac, por tanto, en este sacrificio, no sufrió la muer-
Elías y los falsos profetas
te, sino que permaneció vivo. Ahora bien, Abraham había de Baal.
aceptado el sacrificio en su corazón, y este sacrificio del corazón, prueba de una fe
magnifica, le obtuvo la promesa de una descendencia innumerable: «Por mí mismo
juro, oráculo de Yahveh, que por haber hecho esto, por no haberme negado tu hijo,
tu único, yo te colmaré de bendiciones y acrecentaré muchísimo tu descendencia
como las estrellas del cielo y como las arenas de la playa» (Gn 22, 16-17).
2. Diversidad de etapas en la promesa
La realización de esta promesa debía comprender diversas etapas. En efecto, Abra-
ham estaba destinado a convertirse en «padre de todos los creyentes» (cf. Gn 15,
6; Ga 3, 6-7; Rm 4, 16-17). La primera etapa se realizó en Egipto, donde «los
israelitas;

1
llegaron a ser muy numerosos y fuertes y lle-
naron el país» (Ex 1, 7). El linaje de Abraham
ya se había convertido en «el pueblo de los
israelitas» (Ex 1, 9), pero se encontraba en
una situación de esclavitud. Fiel a su alianza
con Abraham, Dios llamó a Moisés y le dijo:
«Bien vista tengo la aflicción de mí pueblo en
Egipto y he escuchado su clamor (...). He
bajado para librarle (...). Ahora, pues, ve: yo
te envío a Fa- raón para que saques a mi
pueblo, los israeli- tas, de Egipto» (Ex 3, 7-
10).
Así fue llamado Moisés para sacar a ese
pueblo de Egipto, pero Moisés era sólo el
ejecutor del plan de Dios, el instrumento de su
poder, por- que, según la Biblia, es Dios
Tiziano, San Jerónimo en penitencia. mismo quien saca a Israel de la esclavitud de
Egipto. «Cuando Is- rael era niño, yo le amé,
y de Egipto llamé a mi hijo», leemos en el
libro del profeta Oseas (11,
1). Israel es, por tanto, el pueblo de la predilección divina: «No porque seáis el más
numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido,
pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene y
por guardar el juramento hecho a vuestros padres» (Dt 7, 7-8). Israel es el pueblo
de Dios no por sus cualidades humanas, sino sólo por la iniciativa de Dios.
3. La iniciativa divina en la Alianza
La iniciativa divina, esa elección soberana del Señor, toma forma de alianza. Así su-
cedió con respecto a Abraham. Y así acontece también después de la liberación de
Israel de la esclavitud egipcia. El mediador de esa alianza establecida a los pies del
monte Sinaí es Moisés: «Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras del
Señor y todas sus normas. Y todo el pueblo respondió a una voz: “cumpliremos
todas las palabras que ha dicho el Señor”. Entonces escribió Moisés todas las
palabras del Señor y, levantándose de mañana, alzó al pie del monte un altar y
doce estelas por las doce tribus de Israel». Luego, se ofrecieron sacrificios y Moisés
derramó sobre el altar una parte de la sangre de las víctimas. «Tomó después el
libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo», tras lo cual recibió una vez más de los
presentes la promesa de obediencia a las palabras de Dios. Y al fin, roció con la
sangre al pueblo (cf. Ex 24, 3-8).
En el libro del Deuteronomio se explica el significado de ese acontecimiento: «Has
hecho decir al Señor que él será tu Dios ―tú seguirás sus caminos, observarás sus
preceptos, sus mandamientos y sus normas, y escucharás su voz―. Y el Señor te
ha hecho decir hoy que serás su pueblo propio» (Dt 26, 17-18). La alianza con Dios
es para Israel una «elevación» particular. De este modo, Israel se convierte en «un

1
pueblo consagrado al Señor su Dios» (cf. Dt 26, 19), y eso significa una particular

1
pertenencia a Dios. Más aún: se trata de una pertenencia recíproca: «Yo seré
vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo» (Jr 7, 23). Ésta es la disposición divina.
Dios se compromete a sí mismo en la Alianza. Todas las infidelidades del pueblo, en
las diver- sas etapas de su historia, no alteran la fidelidad de Dios a esa alianza.
4. Un pueblo consagrado a Dios
En virtud de la iniciativa divina en la alianza, un pueblo se transforma en el pueblo
de Dios y, como tal, es santo, es decir, consagrado a Dios-Señor: «Tú eres un
pueblo consagrado al Señor tu Dios, el Señor tu Dios te ha elegido para ser el
pueblo de tu porción entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra» (Dt
7, 6; cf. Dt 26, 19). En el sentido de esta consagración se aclaran también las
palabras del Éxodo:
«Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa» (Ex 19, 6). A pesar de
que, en el curso de su historia, aquel pueblo comete muchos pecados, no deja de
ser pueblo de Dios. Por eso, remitiéndose a la fidelidad del Señor a la alianza
establecida por él mismo, Moisés se dirige a él con la súplica conmovedora: «No
destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto
con tu mano poderosa», como leemos en el Deuteronomio (9, 26).
5. La presencia de Dios en medio de su pueblo
Dios al establecer su alianza con Israel quiere estar
presente de un modo particular en medio de su
pueblo. Esa presencia, durante la peregrinación a
través del desierto, se expresa mediante la tien-
da del encuentro. Más adelante, se expresará me-
diante el templo, que el rey Salomón construirá en
Jerusalén.
Con respecto a la tienda del encuentro, leemos en
el Éxodo: «Cuando salía Moisés hacia la tienda,
todo el pueblo se levantaba y se quedaba de pie
a la puerta de su tienda, siguiendo con la vista a
Moisés hasta que entraba en la tienda. Y una vez
entrado Moisés en la tienda, bajada la columna de
nube y se detenía a la puerta de la tienda,
mientras el Señor hablaba con Moisés. Todo el
pueblo veía la columna de nube detenida en la
puerta de la tienda
y se levantaba el pueblo, y cada cual se postraba Miguel Ángel, El profeta Isaías.
junto a la puerta de su tienda. El Señor hablaba
con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo» (Ex 33, 8-11). El don
de esa presencia era un signo particular de elección divina, que se manifestaba en
formas simbólicas y casi en presagios de la realidad futura: la Alianza de Dios con
su nuevo pueblo en la Iglesia.

1
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué dice el Concilio Vaticano II sobre la salvación del hombre?
2. ¿Qué papel cumplió Moisés al sacar a su pueblo de Egipto?
3. ¿Cuáles son las etapas en la promesa hecha a Abraham?
4. ¿Quién fue el mediador de la Alianza?
5. ¿Por esta Alianza Israel en qué se convierte?
6. ¿Con que palabras el A. T. se refiere a la santidad del pueblo elegido?
7. ¿Cómo se manifiesta la presencia de Dios en medio de su pueblo?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Lee y medita el pasaje del Génesis 15, sobre la Alianza de Dios con Abraham.
2. Averigua quién fue el hijo que Dios tuvo con su sierva Agar.
3. Realiza un pequeño relato de quien fue Moisés.
4. Averigua y da un pequeño resumen de las 7 plagas que Dios envió sobre
Egipto para liberar a su pueblo de la Esclavitud del faraón.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Pueblo Sacrificio Promesa
Precepto Fidelidad Alianza

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Abraham tuvo un hijo que se llamaba Isaac. Isaac tuvo dos hijos: Esáu y
Jacob. (Gén 25,21-34) Cambió el nombre por Israel (Gén 32,29) Israel tuvo
doce hijos, que dieron origen a doce grandes familias o tribus del Pueblo de
Dios.

• Moisés era un hombre perteneciente al pueblo de Israel. Dios lo salvó de las


aguas del río, y cuando era ya grande, le ordenó que hablara con el Faraón de
Egipto para que dejara libre al pueblo de Israel.

1
Tema 16
LA IGLESIA EN EK DESIGNIO DE DIOS
A. MOTIVACIÓN
Dicen, con razón, que no vamos a la iglesia por nuestro propio pie, sino que “nos
traen”: en brazos, cuando nos bautizan; del brazo, cuando nos casamos; y a
hombros, cuando nos entierran. Hubo un tiempo en que no íbamos a la iglesia, y
alguien nos trajo. Nadie nace cristiano, ni nadie pertenece a la Iglesia sólo porque
le haya dado la real gana. Hace falta que alguien nos haya anunciado a Cristo y nos
haya “empujado” a incorporarnos a la comunidad cristiana. Como ninguno de
nosotros ha elegido su nom- bre, o qué idioma hablamos. Todo esto nos lo han
transmitido, sobre todo en casa.
Ésta ha sido la forma de “hacer cristianos”; no hay otra. La labor de “llevar a la igle-
sia” a los demás, es propia de la familia cristiana. No es exclusiva de ella, porque
también lo hace la parroquia, la escuela católica, o los movimientos y asociaciones
cristianos. Pero principalmente es de ella. Un matrimonio cristiano toma el
compromi- so de “recibir los hijos y educarlos según la ley de Cristo y de su
Iglesia”. Y al bautizar a un hijo, se comprometen a “educarlo en la fe cristiana”. La
Iglesia es la “segunda familia” del niño, debe conocerla, y debe participar en su
vida.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La palabra Iglesia
Con el término “Iglesia” se designa
al pueblo que Dios convoca y
reúne desde todos los confines de
la tie- rra, para constituir la
asamblea de todos aquellos que,
por la fe y el Bautismo, han sido
hechos hijos y miembros de Cristo
y templo del Espíritu Santo.
La Iglesia de Dios existe en las co-
munidades locales y se realiza
como asamblea litúrgica, sobre
todo eu-
carística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera
viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo.
2. Los símbolos de la Iglesia
En la Sagrada Escritura encontramos muchas imágenes que ponen de relieve
aspectos complementarios de la Iglesia. El Antiguo Testamento prefiere imágenes
ligadas al “Pueblo de Dios”. El Nuevo Testamento aquellas vinculadas a Cristo
Cabeza que es su Cuerpo. En torno a este centro se agrupan imágenes “tomadas de
la vida de los pasto- res, de la agricultura, de la construcción, incluso de la familia y
1
del matrimonio”.
a) La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (Jn 10, 1-
10). Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-
31).

1
b) ”La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es decir,
a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no
podemos hacer nada” (Jn 15, 1-5).
c) También se le denomina como construcción de Dios (1 Co 3, 9). Jesús mismo se
comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero que se convirtió en la
piedra angular (Mt 21, 42 par.; cf. Hch 4, 11; 1 P 2, 7; Sal 118, 22).
d) La Iglesia es llamada también “la Jerusalén de arriba” y “madre nuestra” (Ga 4,
26; cf. Ap 12, 17), y se la describe como la esposa inmaculada del Cordero inmacu-
lado (Ap 19, 7; 21, 2. 9; 22, 17).
3. La Iglesia, instituida por Cristo Jesús
Corresponde al Hijo realizar el plan de
Salva- ción de su Padre, en la plenitud de
los tiem- pos; ése es el motivo de su misión
(LG 3, AG 3) “El Señor Jesús comenzó su
Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia,
es decir, de la lle- gada del Reino de Dios
prometido desde hacía siglos en las
Escrituras” (LG 5). Para cumplir la voluntad
de su Padre, Cristo inauguró el Reino de los
cielos en la tierra: la Iglesia.
“Este Reino se manifiesta a los hombres en
las palabras, en las obras y en la presencia
de Cristo” (LG 5). Acoger la palabra de
Jesús es acoger “el Reino”. El germen y el
comien-
Basílica de San Pedro. zo del Reino son el “pequeño rebaño” (Lc 12,
32), de los que Jesús ha venido a convocar
en torno suyo y de los que él mismo es el pastor (cf. Mt 10, 16; 26, 31; Jn 10, 1-
21). Constituyen la verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49). A los que reunió así
en tor- no suyo, les enseñó no sólo una nueva “manera de obrar”, sino también una
oración propia (cf. Mt 5-6).
El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la
plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los apóstoles con Pedro
como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros discípulos (cf.
Lc 10,1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte
(cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.
Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra
salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía y realizado en la Cruz. “El
agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de
este comienzo y crecimiento” (LG 3)
4. La Iglesia, a la vez visible y espiritual
“Cristo estableció en este mundo su Iglesia santa como un organismo visible. La
mantiene aún sin cesar para comunicar por medio de ella a todos la verdad y la

1
gra- cia”. La Iglesia es a la vez:

1
– sociedad dotada de órganos jerárquicos y el
Cuerpo Místico de Cristo;
– el grupo visible y la comunidad espiritual;
– la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de
bie- nes del cielo.
Estas dimensiones juntas constituyen “una
rea- lidad compleja, en la que están unidos el
ele- mento divino y el humano” (LG 8):
Es propio de la Iglesia “ser a la vez humana y
divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la
contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en
ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la
acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos” (SC 2).
5. La Iglesia, sacramento universal de salvación
El concilio Vaticano II definió a la Iglesia «como un sacramento» (SC 5). Con ello
no quería afirmar el Concilio que, además de los siete sacramentos, hubiera un sa-
cramento más. Sino que, así como los sacramentos son verdaderos instrumentos de
Cristo para distribuir la gracia de Dios y la vida de hijos de Dios entre los hombres,
de un modo parecido es la Iglesia entera una institución visible que sirve a Cristo de
instrumento para realizar su obra de salvación universal.
Es claro, como afirma el mismo Concilio, que en todo tiempo y lugar son aceptos a
Dios los que le temen y practican la justicia (Act 10,35); pero no es menos cierto
que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (cf. 1 Tim 2,5) y que él
insti- tuyó a su Iglesia como instrumento necesario de salvación. Por lo cual, «no
podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por
Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar en ella o no quisieran permanecer en
ella» (LG 7).
Ahora bien, Cristo no dio tan sólo los sacramentos a su Iglesia para que fueran los
medios de gracia que perpetuaran en el mundo su obra salvifica, sino que, ante
todo y sobre todo, le dio su Palabra, es decir, el conjunto de su mensaje para que
lo trans- mitiera fielmente a todos los hombres de todas las generaciones: Predicad
el Evan- gelio a todos los hombres (Mc 16,15),
enseñándoles a observar todo cuanto
yo os he mandado (Mt 28,20).
Esto quiere decir que la palabra de
Dios lo mismo que la gracia
sacramental del bautismo y de los
demás sacramentos, nos llega
canalizada por el conducto de
instrumentos humanos. Y esto no tiene
nada de extraño desde el momento en
que Dios mismo buscó el encuentro
con los hombres sirviéndose de la

1
humani-
dad de Jesús como instrumento de re- Juan Pablo II y el Cardenal Juan Luis
dención universal. Cipriani Thorne.

1
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué se designa con el término Iglesia?
2. ¿Cuáles son los símbolos e imágenes de la Iglesia?
3. ¿Qué quiere decir anuncio de la Buena Noticia?
4. ¿Cómo se manifiesta el Reino de Dios en nosotros?
5. ¿Por qué la Iglesia es a la vez visible y espiritual?
6. ¿Por qué el Concilio Vaticano II definió a la Iglesia como sacramento?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Analizar cómo asumimos la misión de cristianos en la Iglesia.
2. Averiguar como se estructura la Iglesia.
3. Entonar el canto “Iglesia peregrina”.
4. Leer los números 543 y 547 del Catecismo de la Iglesia Católica.
5. Indagar qué día se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro y que se
destaca con esta fiesta.
6. Mencionar las formas cómo ayudar a la misiones en la Iglesia.
7. Hacer una lista de los modos como puedes ser útil a tu parroquia.
8. Recoger fotografías que demuestren las actividades de la Iglesia en diversos
países. Recoger también ilustraciones de diversos santos de diferentes países
y de épocas distintas. Forma con todo este material un álbum de clase, y ese
álbum te servirá para demostrar la catolicidad y la unidad de la Iglesia.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Asamblea Templo Sarmiento
Consumación Misión Estructura

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• “Cristo no excluyó a los pecadores de la sociedad por Él fundada. Si, por tanto,
algunos miembros están aquejados de enfermedades espirituales, no por eso
debe disminuir nuestro amor a la Iglesia; al contrario, ha de aumentar nuestra
compasión hacia sus miembros” (Pío XII, Enc. Mystici Corporis Christi).
• Ama, venera, reza, mortifícate –cada día con más cariño– por el Romano Pon-
tífice, piedra basilar de la Iglesia, que prolonga entre todos los hombres, a lo
largo de los siglos y hasta el fin de los tiempos, aquella labor de santificación y
gobierno que Jesús confió a Pedro. (Forja, 134).
• Has de ser, como hijo de Dios y con su gracia, varón o mujer fuerte, de deseos
y de realidades. –No somos plantas de invernadero. Vivimos en medio del
mundo, y hemos de estar a todos los vientos, al calor y al frío, a la lluvia y a
los ciclo- nes..., pero fieles a Dios y a su Iglesia. (Forja, 792).

1
Tema 17
LOS LLAMADOS A SER SANTOS
A. MOTIVACIÓN
Debió ser por el mes de marzo o el de abril de 1855, cuando Domingo Savio tenía
trece años. San Juan Bosco habló a los muchachos de santidad con una fuerza que
conmovió a más de uno. En el caso de Domingo fue como una chispita que le hizo
arder por dentro en amor de Dios, con un fuego que no se apagó nunca a lo largo
de su breve vida en la tierra.
A los pocos días fue a ver a su maestro y le expuso con claridad su pensamiento:
-Siento como un deseo y una necesidad de hacerme santo.
Un día San Juan Bosco le habló de que pensaba obsequiarle con un regalo que
fuese de su agrado, y que le manifestara su preferencia por si podía acertar, pero el
mucha- cho volvió a la carga con lo que realmente ocupaba su mente y su corazón:
-El regalo que le pido es que me ayude a ser santo. Quiero darme todo al Señor,
para siempre; siento verdadera necesidad de hacerme santo; y si no me hago
santo, no hago nada.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La santidad
“¿Qué es la santidad? Es la alegría de
hacer la Voluntad de Dios.
El hombre experimenta esta alegría por
medio de una constante acción
profunda sobre sí mismo, por medio de
la fideli- dad a la ley divina, a los
mandamientos del Evangelio. E incluso
con renuncias” (Juan Pablo II, Homilía,
18.1.1981).
La esencia de la santidad está en la
cari- dad o amor a Dios y al prójimo por
Dios.
A estos dos amores redujo Jesús la Ley y los Profetas, y los inculcó como máximos
mandamientos (cf Lc, 25-28).
La santidad es llevar una vida de gracia, opuesta al pecado.
2. Jesús, nuestro modelo de santidad
El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: “Tomad sobre vosotros
mi yugo, y aprended de mí…” (Mt 11, 29). “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la
Transfiguración, ordena: “escuchadle” (Mc 9, 7). Él es, en efecto, el modelo de las
bienventuranzas y la norma de la ley nueva: “Amaos os unos a los otros como yo
os he amado” (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva

1
de sí mismo (cf Mc 8, 34).

1
3. Todos somos llamados a la santidad
La doctrina del llamamiento univer-
sal a la santidad parecía olvidada a
lo largo de los siglos, de tal manera
que daba la impresión de que para
buscar la santidad se tenía que ir al
claustro o ser sacerdotes. Pero ve-
mos que por el mero hecho de ser
hijos de Dios por medio del
bautismo todos estamos llamados a
la santi- dad: “Sed perfectos como
vuestro Padre celestial es perfecto”
(Mt 5, 48). Y San Pablo dice a los
tesaloni-
censes: “Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Ts 4, 3).
La “llamada universal a la santidad” no es una sugerencia, sino un mandato de
Jesu- cristo: “Fíjate bien: hay muchos hombres y mujeres en el mundo, y ni a uno
solo de ellos deja de llamar el Maestro. Les llama a una vida cristiana, a una vida de
santidad, a una vida de elección, a una vida eterna” (Forja, n. 13).
El concilio Vaticano II pronunció palabras altamente luminosas sobre la vocación
universal a la santidad “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son
llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40).
Por lo tanto podemos decir que el objetivo principal de todo hombre en esta vida es
la búsqueda de la santidad “Busquen, pues, antes que nada el Reino de Dios y su
justicia que todo lo demás se le dará por añadidura” (Mt 6, 33).
4. Medios para llegar a la santidad
Piensa en lo que dice el Espíritu Santo,
y llénate de admiración y de agradeci-
miento, pues nos ha elegido para que
seamos santos en su presencia. Ser
san- tos no es fácil, pero tampoco es
difícil. Ser santos es ser buen cristiano:
pare- cerse a Cristo.
Y ¿qué medios tenemos?:
• Los sacramentos, especialmente la re-
cepción de la Eucaristía y la penitencia.
• La oración y la mortificación.
• La devoción a la Virgen María.
• Nuestro trabajo de cada día, bien hecho y en gracia santificante.
5. El camino de la Cruz
Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que
han empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la
vida, y no saben llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural.
¡Hasta quitan las cruces que plantaron nuestros abuelos en los caminos...!

1
El camino de la perfección pasa por la cruz, pues no hay santidad sin renuncia y sin
combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis (el esfuerzo,
el combate espiritual) y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la
paz y el gozo de las bienaventuranzas: el que asciende no cesa nunca de ir de
comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. Jamás el que
asciende deja de desear lo que ya conoce.
6. El culto a los santos
Nosotros solamente adoramos a Dios por-
que le reconocemos como Creador y
Supre- mo Señor de todas las cosas; y
veneramos a los santos y especialmente a
la Santísima Virgen por ser Madre de Dios.
Venerar es lo mismo que rendir honor,
reco- nocerles amigos de Dios y
glorificados por Él en el cielo, ya qe aquí
fueron fieles y ge- nerosos servidores de
Jesucristo.
Tanto el culto a la Virgen como el de los
santos “es justo y saludable” y “el honor
que tributamos a sus imágenes va dirigido
a los santos que ellas representan”
(Concilio de Trento).
Veneramos a los santos celebrando su me-
moria y pidiendo su intercesión. Con ello
damos gracias a Dios por los dones que Él
les ha otorgado y le rogamos que, por in-
tercesión de los mismos, nos sea propicio y San Josemaría Escrivá.
nos ayude a hacernos semejantes a ellos. La festividad de un santo suele
celebrarse en el aniversario de su nacimiento al cielo.
Los santos son nuestros modelos en la imitación a Cristo. Si leemos su vida ,
conoce- remos su heroísmo y nos sentiremos impulsados a seguir su ejemplo “Por
defender su pureza San Francisco de Asís se revolcó en la nieve, San Benito se
arrojó a un zarzal, San bernardo se zambulló e un estanque helado… -Tú, ¿qué has
hecho?” (Camino, n. 143).

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la santidad?
2. ¿Cómo experimenta el hombre la alegría de la santidad?
3. ¿Quién es nuestro primer modelo de santidad?
4. ¿Qué nos dice el concilio Vaticano II acerca de la santidad?
5. ¿Cuál es el objetivo principal del hombre?
6. ¿Cuáles son los medios para adquirir la santidad?
7. ¿Por donde ha de pasar el camino de la perfección?
8. ¿De que modo veneramos a los santos?
1
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Hacer la biografía de un santo laico y exponerla en el aula.
2. Averiguar la fecha en que se celebra la fiesta de los santos peruanos.
3. Escribir una pequeña redacción explicando lo que nuestra vida debiera ser
como preparación para el cielo.
4. Meditar y sacar algún propósito sobre la siguiente frase de san Agustín:
“Conó- cete, acéptate, supérate.”
5. Buscar la biografía de dos de los santos que a continuación se mencionan:
Nombre del Santo Lugar de nacimiento Fecha de nacimiento
Ana de los Ángeles (B) Arequipa (Perú) 26.VII.1602
Francisco Solano Montilla (España) 10.III.1549
Héctor Valdivielso Sáez Buenos Aires (Argentina) 31.X.1910
Juan Diego Cuauhtitlán (México) 1474
Juan Macías Rivera de Fresco (España) 2.III.1585
Laura Vicuña Pino Santiago de Chile (Chile) 5.IV.1891
Luis Alberto Hurtado Viña del Mar (Chile) 22.I.1901
Luis Tezza Conegliano (Italia) 1.XI.1841
Mariana de Jesús Quito (Ecuador) 31.X.1618
Martín de Porres Lima (Perú) 1579
Miguel Febres Cordero Cuenca (Ecuador) 7.XI.1854
Nacisa de Jesús Martillo Nobol (Ecuador) 29.X.1932
Rosa de Lima Lima (Perú) 30.IV.1586
Teresa de Los Andes Santiago de Chile (Chile) 13.VI.1900
Toribio de Mogrovejo Mayorga (España) 1538

E. VOCABULARIO BÁSICO
Santidad Santo Ascesis
Mandamientos Mortificación Veneración

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• “La santidad grande está en cumplir los deberes pequeños de cada instante”
(Camino, n. 817).
• “Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita
a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”
(San Agustín).

1
Tema 18
ADVIENTO. ESPERA DE LA VENIDA DE JESÚS
A. MOTIVACIÓN
“Estamos ya habituados al término «adviento»; sabemos qué significa; pero preci-
samente por el hecho de estar tan familiarizados con él, quizá no llegamos a captar
toda la riqueza que encierra dicho concepto.
Adviento quiere decir ‘venida’. Por lo tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el
que viene?, y ¿para quién viene? En seguida encontramos la respuesta a esta
pregunta. Hasta los niños saben que es Jesús quien viene para ellos y para todos
los hombres. Viene una noche en Belén, nace en una gruta que se utilizaba como
establo para el ganado.
Esto lo saben los niños, lo saben también los adultos que participan de la alegría de
los niños y parece que se hacen niños ellos también la noche de Navidad. Sin em-
bargo, muchos son los interrogantes que se plantean. E1 hombre tiene el derecho,
e incluso el deber, de preguntar para saber. Hay asimismo quienes dudan y
parecen ajenos a la verdad que encierra la Navidad, aunque participen de su
alegría.
Precisamente para esto disponemos del tiempo de Adviento, para que podamos pe-
netrar en esta verdad esencial del cristianismo cada año de nuevo” (Juan Pablo II,
Catequesis 29 de noviembre de 1978).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Significado del Adviento
Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la ve-
nida del Señor. . Esta venida se nos presenta en tres dimen-
siones:
• Adviento Histórico. Es la espera en que vivieron los pueblos
que ansiaban la venida del Salvador.
• Adviento Místico. Es la preparación moral del hombre de hoy
a la venida del Señor. Es un Adviento actual. Es tiempo
propicio para la evangelización y la oración que dispone al
hombre, a aceptar la salvación que viene del Señor.
• Adviento Escatológico. Es la preparación a la llegada definitiva
del Señor, al final de los tiempos, cuando vendrá para coronar definitivamente su
obra redentora, dando a cada uno según sus obras.
2. Esquema del adviento
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de noviembre y termina
antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°,
3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad)
tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual
que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia.
1
3. Temas que se presentan durante el Adviento
a. I Domingo, la vigilancia en espera de la ve-
nida del Señor.
Durante esta primer semana las lecturas
bíblicas y la predicación son una invitación con
las pala- bras del Evangelio: “Velen y estén
preparados, que no saben cuándo llegará el
momento”.Esta semana, en familia al igual que
en cada comu- nidad parroquial, encenderemos
la primer vela de la Corona de Adviento, color
morada, como signo de vigilancia y deseos de
conversión.
b. II Domingo, la conversión, nota predomi-
nante de la predicación de Juan Bautista.
Durante la segunda semana, la liturgia nos
invita a reflexionar con la exhortación del
profeta Juan Bautista: “Preparen el camino,
Jesús llega” y,
¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios?
Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del
proceso de conversión que estamos viviendo.
c. III Domingo, el testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y
ayu- dando al prójimo.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que
nos disponemos a vivir esta tercera semana de Adviento, meditando acerca del
papel que la Virgen María desempeñó. Encendemos como signo de espera gozosa,
la ter- cera vela, color rosa, de la Corona de Adviento.
d. IV Domingo, el anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María.
Las lecturas bíblicas, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el
anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a “Aprender de María y aceptar a
Cristo que es la Luz del Mundo”. Como ya está tan próxima la Navidad, ahora nos
queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la
fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Encendemos la
cuarta vela color morada, de la Corona de Adviento.
4. Nuestra preparación por la espera de Jesús
El tiempo de Adviento no es un tiempo de penitencia al estilo de la cuaresma, que
busca la conversión por el hecho de conocer el sacrificio de Jesús por nosotros en
la cruz. El Adviento es el tiempo favorable para emprender un cambio del corazón y
para dar un nuevo y decisivo paso en nuestro caminar espiritual, es conversión
como preparación por la espera de Jesús.
La figura de San Juan Bautista destaca de manera especial en adviento. Es un com-
pañero ideal, austero y gozoso a la vez. Su vida fue penitente en grado sumo, pero
no resuena en ella nota alguna de tristeza. Como heraldo y precursor del Señor, se
regocijo al escuchar la voz de Jesús. Este es el único capaz de sacarnos de nuestra
1
propia complacencia. “¡Arrepentíos, el reino de los cielos está cerca!”, gritaba.

1
En Cristo, el Hijo eterno, Dios ha aparecido entre nosotros en forma humana. E
inten- ta entrar en lo más íntimo de nuestras vidas, a fin de compartir su vida con
nosotros. Él está a la puerta y llama, pero jamás forzará la entrada. La puerta que
da acceso a nuestros corazones sólo puede ser abierta desde dentro.
Fue San Bernardo quien conectó esta venida espiritual de Cristo con el Adviento. En
sus sermones para este tiempo habla de tres venidas de Nuestro Señor: su venida
que tuvo lugar ya en el nacimiento, su futura venida en la gloria y su venida espiri-
tual, que pertenece al presente. De esta última dice: “Esta venida intermedia es
como la senda por la que pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue
nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta es nuestro
descanso y nuestro consuelo”.
5. Tiempo de esperanza
La Iglesia es más consciente de que su esperanza descansa en el futuro. Ella mira
hacia delante, hacia la restauración de todas las cosas en Cristo. Sólo entonces al-
canzará ella su perfección plena.
Ciertamente, es muy difícil practicar la es-
peranza en los tiempos que vivimos. Mu-
chísimas son las cosas que militan en su
contra: las críticas y ataques a la fe, los
valores morales en declive, el materialis-
mo, la secularización se vienen a la alza.
Hablando humanamente, hay poquísimos
motivos para la esperanza; pero la espe-
ranza cristiana no se basa en simples con-
sideraciones humanas, sino en la bondad
y el poder de Dios.
Como pueblo de Dios, tenemos que poner
lo que está de nuestra parte para la cons-
trucción de un mundo mejor y para prepa-
rar un camino al Señor. Ambas tareas son Basílica de San Pedro, La entrega de las
inseparables. llaves.

6. “Vigilar y orar”
La vigilancia es una virtud importante, pero bastante descuidada. Vigilar significa
vivir en el pensamiento de la segunda venida de Cristo. Debería ser una actitud de
mente constante, que gobernará toda nuestra conducta. Una virtud para todo
momento, pero especialmente apropiada durante el Adviento.
Si estamos dispuestos y preparados en todo momento para servir a nuestros
prójimos y a Dios, entonces estamos practicando la vigilancia; estamos al acecho de
Cristo. Esta actitud de vigilancia no es algo ansiosa, sino paciente y pacífica; pero
es, al mismo tiempo, una postura de alerta.
7. Símbolos de Adviento: La Corona de Adviento
a. Origen: La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea

1
que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del
dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros
misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de
sus costum- bres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una
gran variedad de símbolos:
b. La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios
que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo
que nunca debe de terminar.
c. Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que
esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras
vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más
estrecha con Dios, nuestro Padre.
d. Las cuatro velas: Nos hace pensar en la oscuridad provocada por el pecado
que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre,
Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el
universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela
que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana
llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona
y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la
oración en familia.
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del
Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la
promesa del Salvador Universal.
e. El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos
envuel- ve. Los domingos de adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a
la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se
puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué significa adviento?
2. ¿Cuáles son las tres dimensiones en que podemos dividir el Adviento?
3. ¿Qué tiempo abarca aproximadamente el tiempo de Adviento?
4. ¿Qué significa el color litúrgico morado en el tiempo de Adviento
5. ¿Cuáles son los temas que se contemplan durante estos 4 domingos de Adviento?
6. ¿En qué consiste este tiempo de Adviento?
7. ¿En qué se basa la esperanza cristiana?
8. ¿Qué significa en adviento el término “vigilar”?

D. ACTIVIDADES SUEGERIDAS
1. Aprender y entonar la siguiente
canción: Ven Señor, no tardes
Ven, ven Señor, no tardes;
ven, ven que te esperamos;

1
Ven, ven Señor, no tardes;
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frió, el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.
2. Señalar, en un calendario grande, la época de adviento. En el espacio previsto
para los cuatro domingos de adviento, escribe las frases más importantes de
sus evangelios.
3. Leer las epístolas y evangelios de los cuatro domingos de adviento. Todo eso
te servirá para ir introduciéndote gradualmente en el misterio de navidad y
tam- bién de la segunda venida de nuestro Señor en el día del juicio final.
4. Anotar cuatro frases seleccionadas de las misas de los cuatro domingos de
adviento. Estas frases deben expresar nuestro ferviente deseo de la llegada de
nuestro Señor.
5. Hacer una lista de todas las cosas que puedes hacer durante el adviento para
pre- pararte para navidad. Por ejemplo, una oración bien rezada, no comer un
dulce, compartir con otros las cosas buenas que tengas, ser bondadoso,
obediente, etc. E intenta hacer una cosa de éstas cada uno de los días del
adviento.
6. Escribir tres profecías de Isaías anunciando la llegada de Cristo (consulta las
misas de los cuatro domingos de adviento).

E. VOCABULARIO BÁSICO
Escatología Vigilancia Ornamento
Precursor Heraldo Esperanza

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• “El adviento de cada año nos recuerda que la gracia, es decir, la voluntad de
Dios para salvar al .hombre, es más poderosa que el pecado”(Juan Pablo II,
Catequesis 20 de diciembre de 1978).
• ¿Por qué hablamos hoy de todo esto? Para comprender mejor el Adviento. Ad-
viento quiere decir Dios que viene, porque quiere que «todos los hombres
sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2, 4). Viene
porque ha creado al mundo y al hombre por amor, y con él ha establecido el
orden de la gracia. Pero viene «por causa del pecado», viene «a pesar del
pecado», viene para quitar el pecado”(Juan Pablo II, Catequesis 20 de
diciembre de 1978).

1
Tema 19
LA VIRGEN MARÍA
A. MOTIVACIÓN
Un guerrero fue herido por una flecha en una batalla. Quisieron arrancarle la flecha
y curarlo, pero él exigió saber primero quién era el arquero, a qué clase de hombre
pertenecía y dónde se había colocado para disparar. También quiso saber la forma
exacta del arco de éste y qué clase de cuerda utilizaba. Mientras se esforzaba por
conocer todos estos datos, falleció.
Si María hubiera hecho tantas preguntas al ángel como el guerrero herido,
probable- mente no hubiera nacido Jesús. María fue una mujer de fe y de amor.
María acepta el plan de Dios en fe. María acogió el anuncio y la promesa que le
traía el ángel Gabriel, creyendo que “nada es imposible para Dios” (Lc 1,37). y
dando su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra” . Durante toda su vida y sobre todo, cuando Jesús, su hijo, murió en la
cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el “cumplimiento” de la palabra de
Dios. María, porque creyó fue feliz y nos ganó la felicidad para todos. “Bendita tú
eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. Isabel es la
primera que llaman bienaventurada a María (Lc 1,48): “Bienaventurada la que ha
creído...” (Lc 1,45): María es “bendita entre todas las mujeres” porque ha creído en
el cumplimiento de la palabra del Señor.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La Virgen María
La Santísima Virgen María es la Nueva Eva, la
Mu- jer perfecta, llena de gracia y virtudes,
concebida sin pecado original, que es Madre de
Dios y madre nuestra, y que está en el cielo en
cuerpo y alma; y que nos acompaña
permanentemente en nuestros esfuerzos por ser
cristianos con gran solicitud y amor maternal.
La Virgen María es verdaderamente Madre de
Dios porque es la madre del Hijo eterno de Dios
hecho hombre, que es Dios mismo y es madre
nuestra porque, por su obediencia, se convirtió
Miguel Ángel, La Piedad. en la nue- va Eva, madre de los vivientes;
además, porque
es Madre de Jesucristo, con quien estamos unidos por la gracia, formando un solo
Cuerpo Místico.
2. Privilegios Marianos
Dado que la Virgen María es, por designio divino, una criatura del todo singular y
única, ha recibido del Señor unas gracias y privilegios que están fuera de la ley

1
común y que a ninguna otra criatura pueden convenir.

1
En efecto, era del todo conveniente que en razón de ser es-
cogida para ser Madre de Dios esté adornada de todos los
privilegios, los cuales son: su Concepción Inmaculada, su
perpetua Virginidad, su Maternidad divina y su Asunción en
cuerpo y alma a los cielos.
a) Inmaculada Concepción
El Dogma de la Inmaculada Concepción establece que María
fue concebida sin mancha de pecado original. El dogma fue
proclamado por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854,
en la Bula Ineffabilis Deus.
“Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que
sostiene que la Santísima Virgen María, en el primer instante Murillo, La Inmaculada.
de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previ-
sión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del genero humano, preservada
inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios, por tanto,
debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles.”
b) Virginidad perpetua
La fe de la Iglesia, se condensa en una antiquísima fórmula: “María fue virgen
antes, durante y después del parto”.
1.- Antes del parto, en la misma concepción, puesto que, según leemos en el
Evange- lio de San Lucas, concibió a Jesús, no de varón, sino fuera de todo
concurso humano: “el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc l, 35)
2.- En el parto, porque dio a luz a su Hijo sin desgarrar el sello de la virginidad, sin
dolor, por especial y portentoso milagro del poder divino “Como el rayo del sol pasa
a través de un cristal sin romperlo ni mancharlo”.
3.- Después del parto, es decir, que después del nacimiento de Cristo tampoco
hubo consorcio alguno con varón, y por consiguiente no tuvo otros hijos, y ni
siquiera per- dió la integridad de su cuerpo de manera puramente accidental.
La virginidad perpetua de la Virgen fue proclamado en el Concilio Lateranense bajo
el Papa Martín I, en el año 649, y también en el Concilio III de Constantinopla en el
año 68O.
c) La Maternidad Divina de María
El dogma de la Maternidad Divina se refiere a que la Virgen María es verdadera Madre
de Dios. Fue solemnemente definido por el Concilio de Efeso (año 431). Tiempo
después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de
Constantinopla.
El Concilio de Efeso, del año 431, siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:
“Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que
por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al
Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.”
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
“Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título
de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus
peligros y necesidades” (L G 66).

1
d) Asunción a los cielos
“Ser llevada” se dice en latín “assumi”, de donde procede el término “Asunción”, de
significado pasivo, para distinguirla de “Ascensión” que tiene significado activo, y es
el misterio de Jesucristo, quien “subió” a los cielos por su propia virtud, mientras
que María “fue llevada”.
La Asunción de María tiene dos significados: El uno es, NEGATIVO, en cuanto
supone que su cuerpo santísimo no sufrió la corrupción del sepulcro, y otro
POSITIVO, que significa la glorificación del mismo cuerpo, la cual a su vez supone
la resurrección anticipada.
El privilegio de la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es una verdad de fe
católica, definida por el Papa Pío XII el l de noviembre de l95O por la bula
“Munificen- tissimus Deus”, con estas palabras.
3. El Culto a la Virgen María
La Virgen no puede ser objeto de culto de adoración o latría (la adoración sólo
corres- ponde a Dios). Pero sí se venera a la Virgen de una manera especial, con un
culto que la Iglesia llama “hiperdulía” que es una veneración mayor a la que se da a
los santos del cielo, ellos son objeto de culto de “dulía” o veneración.
El culto a la Virgen tiene raíces profundas en la Palabra revelada y sólidos
fundamen- tos en las verdades de la doctrina católica, tales como:
- la singular dignidad de María por ser Madre del Hijo de Dios;
- su cooperación incondicional en la obra de la salvación llevada a cabo por su Hijo;
- su santidad, plena en el momento de su concepción inmaculada;
- su misión y el puesto que ocupa;
- su incesante y eficaz intercesión a favor de los hombres;
- su gloria, en fin, que ennoblece a todo el género humano; en efecto, María perte-
nece a nuestra estirpe.
4. Las Advocaciones de la Virgen María
Se conoce como advocaciones, a las distintas formas de
nombrar o referirnos a la Santísima Virgen. Es común que
muchos cristianos, por falta de información o mejor dicho
“formación”, confundan esos distintos nombres con distintas
santas o “virgencitas”, como suelen llamarle. La Madre de
Jesús es la Virgen María. Y los católicos solemos “apodarla”
de distintas maneras, según el lugar dónde se halla
instalada la devoción, o según la circunstancia, si es una
aparición o se la nombra Patrona, etc.
De esta manera, encontraremos que llamamos a María como
Nuestra Señora de la “Nuestra Señora del Rosario”, Virgen de Lourdes, Virgen de
Evangelización.
Fá- tima, Nuestra Señora de la Paz, La Virgen del Carmen y
cientos de formas más. Pero siempre nos referimos a
nuestra Santa
Mamá del Cielo. ¿Que niño no ha llamado a su madre de cientos de maneras

1
cariñosas? Es por eso que no debemos confundirla, como si se tratara de distintas
personas.

1
C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Quién es la Virgen María?
2. ¿Por qué es Madre de Dios y madre nuestra?
3. ¿La virgen en razón de que fue dotada de privilegios?
4. ¿Cuáles son los privilegios con que fue adornada la Virgen?
5. ¿Cómo se venera a la Virgen?
6. ¿Qué son las advocaciones?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Hacer una relación de los principales santuarios marianos del Perú y del mundo.
2. Investigar en qué advocación mariana es la patrona de la circunscripción ecle-
siástica (arquidiócesis, diócesis, prelatura, vicariato apostólico) donde vives.
3. La Santísima Virgen dijo a Bernardita: “Soy la Inmaculada Concepción”.
Inves- tigar sobres las apariciones de la Virgen María en Lourdes.
4. Nuestra Madre Santísima se apareció a los tres niños en Fátima. Indagar
sobre las diversas apariciones de la Virgen Santísima a los tres pastorcitos.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Gracias Privilegio Concepción
Dogma Intercesión Culto

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• Ricardo de San Víctor escribe: “María fue hecha Madre de Dios para un fin de
misericordia”.
• María es Hija predilecta del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo.
• Es célebre la aparición de María a Santo Domingo diciéndole: “Yo soy la Reina
de la Misericordia”, y añadió que escuchaba complacida: “Es, pues, abogada
nuestra”, de la salve.

1
Tema 20
PRESENCIA DE MARÍA EN LA HISTORIA Y EN LA
VIDA DE LA IGLESIA
A. MOTIVACIÓN
Cierta noche, cuenta Fulton Sheen, vino a verme una joven, y me dijo: No quisiera
por nada del mundo hacerme católica. Siempre repetís lo mismo cuando rezáis el
Rosario. Cuando uno repite lo mismo es prueba de que no es sincero. Yo no daría
fe a una persona que me repitiese las mismas palabras. Y creo que Dios tampoco.
Entonces le pregunté quién era aquel joven que la acompañaba. Es mi novio
contestó ella. ¿La quiere a usted? Ciertamente que sí. ¿Cómo lo sabe usted?
¿Cuántas veces se lo ha dicho, una, dos ...? Me lo repite todos los días y hasta con
cierta frecuencia... Corté el diálogo y le dije: Si se repite, no le crea usted, prueba
evidente de que no es sincero, tal como usted me ha comentado hace un
momento. No existe repetición cada vez que uno dice «Yo te quiero». Y esto se
explica porque cada vez coincide con un momento distinto en el tiempo y con un
lugar diferente en el espacio. Aunque la madre repita mil veces a su hijo: «Te
quiero con toda mi alma, rey mío», cada vez significa algo distinto, pues su espíritu
y su corazón actúan de manera diferente, y cada hecho nuevo revela una nueva
señal de afecto.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Presencia de María en el origen de la Iglesia
La presencia de María en los primeros momentos de
vida de la Iglesia contrasta de modo singular con la
partici- pación bastante discreta que tuvo antes,
durante la vida pública de Jesús. Cuando el Hijo
comienza su misión, María permanece en Nazaret,
aunque esa separación no excluye algunos contactos
significativos, como en Caná, y, sobre todo, no le
impide participar en el sacrificio del Calvario. Sin
embargo, San Juan, en su evangelio, “en- cuadra” la
vida pública de nuestro señor Jesucristo con la
presencia de la Virgen (Caná – Calvario), lo cual esta-
ría significando la presencia constante de la Virgen en
la obra redentora de Jesucristo.
Por el contrario, en la primera comunidad el papel de
María cobra notable importancia. Después de la ascen-
sión, y en espera de Pentecostés, la Madre de Jesús
Rafael Sanzio, La coronación está presente personalmente en los primeros pasos de
de la Virgen. la obra comenzada por el Hijo, de tal manera que los

1
apóstoles “perseveraban unánimes en la oración, junto
con algunas mujeres y con María, la madre de Jesús, y sus hermanos” (Hch 1,14).

1
Ya desde el principio María desempeña su papel de Madre de la Iglesia: su acción
favorece la comprensión entre los Apóstoles, a quienes Lucas presenta con un
mismo espíritu y muy lejanos de las disputas que a veces habían surgido entre
ellos.
Por último, María ejerce su maternidad con respecto a la comunidad de creyentes
no sólo orando para obtener a la Iglesia los dones del Espíritu Santo, necesarios
para su formación y su futuro, sino también educando a los discípulos del Señor en
la comu- nión constante con Dios.
Así, se convierte en educadora del pueblo cristiano en la oración y en el encuentro
con Dios, elemento central e indispensable para que la obra de los pastores y los
fieles tenga siempre en el Señor su comienzo y su motivación profunda.
2. El rostro materno de María en los primeros siglos
Para quienes creen en Jesús y lo siguen, Madre
de Jesús es un titulo de honor y veneración, y lo
seguirá siendo siempre en la vida y en la fe de la
Iglesia. De modo particular, con este titulo los
cris- tianos quieren afirmar que nadie puede
referirse al origen de Jesús, sin reconocer el
papel de la mujer que lo engendró en el Espíritu
según la naturale- za humana. Su función
materna afecta también al nacimiento y al
desarrollo de la Iglesia. Los fieles, recordando el
lugar que ocupa María en la vida de Jesús,
descubren todos los días su presencia eficaz
también en su propio itinerario espiritual. Miguel Ángel, La Piedad, detalle del
Ya desde el comienzo, la Iglesia reconoció la ma- rostro de María
ternidad virginal de María. Como permiten intuir
los evangelios de la infancia, ya las primeras comunidades cristianas recogieron los
recuerdos de María sobre las circunstancias misteriosas de la concepción y del naci-
miento del Salvador. En particular, el relato de la Anunciación responde al deseo de
los discípulos de conocer de modo más profundo los acontecimientos relacionados
con los comienzos de la vida terrena de Cristo resucitado. En última instancia, María
está en el origen de la revelación sobre el misterio de la concepción virginal por
obra del Espíritu Santo.
3. María en la experiencia espiritual de la Iglesia
Hoy la plegaria más común es el Ave María, cuya primera parte consta de palabras
to- madas del Evangelio (cf. Lc 1, 28, 42). Los cristianos aprenden a rezarla en el
hogar, ya desde su infancia, recibiéndola como un don precioso que es preciso
conservar durante toda la vida. Esta misma plegaria, repetida decenas de veces en
el rosario, ayuda a muchos fieles a entrar en la contemplación orante de los
misterios evangéli- cos y a permanecer a veces durante mucho tiempo en contacto
íntimo con la Madre de Jesús. Ya desde la Edad Media, el Ave María es la oración
más común de todos los creyentes, que piden a la santa Madre del Señor que los

1
acompañe y los proteja en el camino de su existencia diaria.

1
El pueblo cristiano, además, ha manifestado su
amor a María multiplicando las expresiones de su
devoción: himnos, plegarias y composiciones
poé- ticas sencillas, o a veces de gran valor,
impregna- das del mismo amor a Aquella que el
Crucificado entregó a los hombres como Madre.
Entre éstas, algunas, como el himno Akáthistos y
la Salve Re- gina, han marcado profundamente
la vida de fe del pueblo creyente.
La piedad mariana ha dado origen, también, a
una riquísima producción artística, tanto en
Orien- te como en Occidente, que ha hecho
apreciar a enteras generaciones la belleza
espiritual de Ma- ría. Pintores, escultores,
músicos y poetas han dejado obras maestras
Virgen del Rosario. que, poniendo de relieve los diversos aspectos
de la grandeza de la Virgen,
ayudan a comprender mejor el sentido y el valor de su elevada contribución a la
obra de la redención.
Los santuarios marianos, que atraen, durante todo el año, a numerosas multitudes
de fieles son baluartes de la piedad mariana y algunos son muy conocidos, como
Lourdes, Fátima, Loreto, Pompeya, Guadalupe o Czestochowa. Otros son conocidos
sólo a nivel nacional o local.
Esos lugares de oración mariana son testimonio magnífico de la misericordia de
Dios, que llega al hombre por intercesión de María. A menudo los santuarios
marianos se transforman en centros de evangelización.
4. Influencia de María en la vida de la Iglesia
Después de haber reflexionado sobre la dimensión mariana de la vida eclesial, nos
disponemos ahora a poner de relieve la inmensa riqueza espiritual que María comu-
nica a la Iglesia con su ejemplo y su intercesión.
Ante todo, deseamos considerar brevemente algunos aspectos significativos de la
personalidad de María, que a cada uno de los fieles brindan indicaciones valiosas
para acoger y realizar plenamente su propia vocación.
María nos ha precedido en el camino de la fe: al creer en el mensaje del ángel, es
la primera en acoger, y de modo perfecto, el misterio de la encarnación.
María educa a los cristianos para que vivan la fe como un camino que compromete
e implica, y que en todas las edades y situaciones de la vida requiere audacia y per-
severancia constante.
A la fe de María está unida su docilidad a la voluntad divina. Creyendo en la palabra
de Dios, pudo acogerla plenamente en su existencia, y, mostrándose disponible al
soberano designio divino, aceptó todo lo que se le pedía de lo alto.
Así, la presencia de la Virgen en la Iglesia anima a los cristianos a ponerse cada día
a la escucha de la palabra del Señor, para comprender su designio de amor en las
diversas situaciones diarias, colaborando fielmente en su realización.

1
El ejemplo de María permite que la Iglesia
aprecie mejor el valor del silencio. El
silencio de María no es sólo sobriedad al
hablar, sino sobre todo capacidad sapiencial
de recordar y abarcar con una mirada de fe
el misterio del Verbo hecho hombre y los
acontecimien- tos de su existencia terrenal.
María testimonia el valor de una existencia
humilde y escondida. Todos exigen normal-
mente, y a veces incluso pretenden, poder
valorizar de modo pleno la propia persona y Nuestra Señora del Carmen.
las propias cualidades. Todos son sensibles ante la estima y el honor. Los
evangelios refieren muchas veces que los Apóstoles ambicionaban los primeros
puestos en el Reino, que discutían entre ellos sobre quién era el mayor y que, a
este respecto, Jesús debió darles lecciones sobre la necesidad de la humildad y del
servicio (cf. Mt 18, 1-5; 20, 20-28; Mc 9, 33-37; 10, 35-45; Lc 9, 46-48; 22, 24-
27). María por el
contrario no deseó nunca los honores ni las ventajas de una posición privilegiada,
sino que trató siempre de cumplir la voluntad divina llevando una vida según el plan
salvífico del Padre.
Además, María testimonia el valor de una vida pura y llena de ternura hacia todos
los hombres. La belleza de su alma, entregada totalmente al Señor, es objeto de
admi- ración para el pueblo cristiano.
El afecto y la devoción de los hombres a la Madre de Jesús supera los confines vi-
sibles de la Iglesia y mueve a los corazones a tener sentimientos de reconciliación.
Como una madre, María quiere la unión de todos sus hijos. Su presencia en la
Iglesia constituye una invitación a conservar la unidad de corazón que reinaba en la
primera comunidad (cf. Hch 1, 14), y, en consecuencia, a buscar también los
caminos de la unidad y de la paz entre todos los hombres y mujeres de buena
voluntad.
La sonrisa materna de la Virgen reproducida en tantas imágenes de la iconografía
mariana manifiesta una plenitud de gracia y paz que quiere comunicarse. Esta
mani- festación de serenidad del espíritu contribuye eficazmente a conferir un
rostro alegre a la Iglesia.
El pueblo cristiano, que la invoca como causa nostrae laetitiae, descubre en ella la
capacidad de comunicar la alegría, incluso en medio de las pruebas de la vida y de
guiar a quien se encomiendo a ella hacia la alegría que no tendrá fin.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cómo ejerce su maternidad con respecto a la comunidad de creyentes?
2. ¿Cuál ha sido la presencia de María en el origen de la Iglesia?
3. ¿Qué quieren afirmar los cristianos al decir Madre de Jesús?
4. ¿A qué responde el relato de la Anunciación?

1
5. ¿Desde cuándo el Ave María es la oración más común?
6. ¿Cómo ha manifestado su amor a María el pueblo cristiano?

1
7. ¿Qué son los santuarios marianos?
8. El ejemplo de María, ¿qué permite a la Iglesia?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Narrar las apariciones de la Virgen María a Juan Diego.
2. Relatar brevemente la historia del Santo Rosario y de las letanías lauretanas.
3. Investigar los orígenes de la oración Salve Regina.
4. Escribir en qué consiste la promesa de la Virgen María a los que llevan el
esca- pulario.
5. Buscar en los Evangelios el lugar que corresponde a cada uno de los misterios
luminosos.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Iconografía Calvario Salve
Santuario Edad media Akathistos

F. PARA TU VIDA CRISTIANA

1
VOCABULARIO BÁSICO
Dios. Calvario. Nombre del monte en el que fue cru-
Abbá. Es “Papá” en Arameo, lengua
materna de Jesucristo. Es una forma íntima
y amorosa de referirse al papá.
Adopción. Es un acto jurídico dirigido a crear
entre sus sujetos (el adoptante o los
adoptan- tes, por un lado, y el adoptado,
por otro) un vínculo de filiación análogo al
que media entre padres e hijos legítimos.
Akathistos. Término griego que significa no
sentado; de pie. Título de cierto himno –o,
me- jor, un Oficio de la Liturgia Griega– en
honor de la Madre de Dios. El título es uno de
eminencia; dado que, mientras en otros
himnos similares se permite a la gente
sentarse durante parte del tiempo, este
himno parcialmente se lee, parcialmente se
canta, todo de pie.
Alianza. Pacto que Dios hizo con Noé u Abra-
ham, que luego se renovó solemnemente
con Moisés en el Monte Sinaí.
Alma. Sustancia espiritual e inmortal del hom-
bre que anima a su cuerpo.
Antiguo Testamento. Es la parte de la Biblia
que cuenta los hechos sucedidos antes de la
venida de Jesús al mundo.
Apocalipsis. El Apocalipsis, del verbo “apo-
kalypto”, revelar, es el nombre dado al
último libro de la Biblia.
Asamblea. Comunidad de creyentes reunidos
para una celebración religiosa.
Ascesis. Es la palabra clásica en el lenguaje
espiritual. Es de origen griego, y significa es-
fuerzo metódico para conseguir algo. Ambas
cosas, esfuerzo y método, son constitutivos
de la ascesis. Otras palabras afines son: la
lu- cha, combate disciplina, mortificación. No
son idénticas, pero pertenecen a la misma
dimen- sión cristiana.
Atributos divinos. Los atributos o propieda-
des divinas son perfecciones que, según
nuestro modo analógico de pensar, brotan
de la esencia metafísica de Dios y se
añaden a ella. En efecto, nosotros solamente
podemos conocer «de forma fragmentaria»
(1 Cor 13, 9) la infinita riqueza del ser de
Dios mediante una multitud de conceptos
inadecuados, por los cuales vamos
comprendiendo una por una diversas
perfecciones divinas.
Biblia. Conjunto de libros que forman la
Sagra- da Escritura, y cuyo autor principal es

1
y a los santos. No todo culto es adoración. La
cificado Jesús. Lugar donde se Iglesia siempre ha enseñado que solo a
realiza la cena o la comida. Por Dios debe adorarse. El culto a los ángeles,
antonomasia, el lugar donde santos y a la Virgen no es adoración sino
Jesús tuvo la última Cena con veneración.
sus discípulos. Dei Verbum. Constitución Dogmática sobre
Carisma. Don gratuito dado por la Divina Revelación, promulgada por el Papa
Dios como ser- vicio a los demás, Pablo VI el día 18 de noviembre de 1965, en
en función del progreso de la la octava sesión del Concilio Vaticano II.
sociedad y la Iglesia. Depósito de la Fe. El término «depósito de
Censo. Padrón o lista que los la fe» representa el máximo grado de certeza
censores roma- nos hacían de teológica anterior a la declaración oficial de
las personas y haciendas. dogma. Este grado asegura la infalibilidad de
Cielo. Es el encuentro definitivo una doctrina, y garantiza que no pueda ser
del hombre con Dios, la anulada por ningún otro Pontífice.
comunión y plenitud de vida
dichosa con el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo.
Circuncisión. Operación por la
que se corta el prepucio como
signo de la alianza entre Dios y
Abraham y el pueblo de Israel.
Dios ordenó que todo varón sea
circuncidado a los ocho días de
nacido (Gen. 17,12). Esta
obligación cesa con la Nueva
Alianza (Hechos 15, 28).
Concepción. El hecho de que
un nuevo ser humano comienza
a formarse en el seno de su
madre.
Concilio Vaticano II. Vigésimo
primero de los Concilios
ecuménicos, convocado por el
papa Juan XXIII y celebrado en
la Ciudad del Vati- cano. Se
inauguró el 11 oct. 1962 y fue
clau- surado el 8 dic. 1965 por
Pablo VI.
Confianza. Virtud por la cual se
vive tranqui- lo, apoyado en la
seguridad de que Dios nos
ama, nos ayuda y nos salva.
Constitución conciliar.
Documento aprobado en un
concilio.
Consumación. Culminación,
conclusión, reali- zación,
cumplimiento.
Creación. Acto de llamar los seres
a la existen- cia desde la nada.
Culto. Homenaje externo de
respeto y amor que le tributamos
a Dios, a la Virgen, a los ángeles

1
Diligencia. Es la virtud que vence al pecado Éxodo. Es el segundo libro de la Biblia y del Pen- tateuco, y
capital de pereza. Es prontitud, cuidado y efi- del Antiguo Testamento cristiano.
ciencia en el cumplimiento del deber.
Disensión. Oposición o contrariedad de varias
personas en los pareceres o en los
propósitos. Contienda, riña, altercación.
Doctrina. Es toda verdad enseñada por la
Igle- sia como necesaria de creer.
Dogma. Es un punto de doctrina que la
Iglesia ha definido de manera muy precisa y
solemne, generalmente para subrayar su
importancia y destacarla ante los fieles. Los
católicos tienen obligación de aceptar los
dogmas.
Ecologismo. Movimiento sociopolítico que,
con matices muy diversos, propugna la
defensa de la naturaleza.
Economía de la salvación. El conjunto de
las disposiciones divinas que tienen como
finali- dad salvar al hombre, así como la
realización concreta de ese plan.
Edad media. Es el período histórico de la Civi-
lización Occidental comprendido entre el
siglo V y el XV.
Edicto. Escrito que se fija en los lugares
públicos de las ciudades y poblados, y en el
cual se da noticia de algo para que sea
notorio a todos.
Egipto. País situado en el noreste de África,
cuna de antiquísima cultura en la cuenca del
Nilo. El hecho central del Antiguo
Testamento es, precisamente, la Pascua o
salida de Egipto en el siglo XIII a. C.
Elección. En la Biblia, la asignación que
Dios, por propia iniciativa, hace de una
misión a de- terminada persona.
Envidia. Rencor o tristeza por la buena
fortuna de alguien, junto con el deseo
desordenado de poseerla. Es uno de los
siete pecados capi- tales. Se opone al décimo
mandamiento.
Escatología. Es la rama de la teología que
trata sobre las verdades eternas: a muerte,
juicio, cielo, infierno y purgatorio.
Esperanza. Es la virtud que nos lleva a
confiar en que Dios nos ayudará siempre en
el cami- no de la salvación.
Estructura. Es la disposición y orden de las
partes dentro de un todo.
Evangelio. La Buena Nueva de Nuestro Señor
Jesucristo recogida en los libros de San
Ma- teo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

1
Familia. Sociedad natural que mentales, desde la sensación hasta el
tiene su origen en el matrimonio razonamiento.
y que está formada princi- Intercesión. Pedir un favor a beneficio de otra
palmente por los padres y sus persona.
descendientes. Fidelidad. Libertad. Facultad o capacidad del hombre
Lealtad que uno debe a otro. Se para obrar en uno u otro sentido como dueño
puede referir a cualquier relación. de sus decisiones y asumiendo la responsabi-
Por ejemplo la lealtad hacia Dios, lidad correspondiente.
guardando los manda- Libertinaje. Desenfreno en las obras y en las
mientos de corazón. palabras.
Filiación Divina. Es la que tiene Libros apócrifos. Son un conjunto de escritos
el cristiano desde el Bautismo, judíos o cristianos que, a pesar de su
en el que es hecho hijo conte- nido religioso, nunca fueron
adoptivo de Dios. aceptados como fuente de revelación
Génesis. Palabra griega que divina.
significa “origen”, “comienzo”. Se Magisterio. Función de la Iglesia por la cual
usa como título del primer libro de
la Biblia, cuyos capítulos iniciales
presentan los orígenes del
mundo y de la humanidad.
Gracia Santificante. Don
sobrenatural infun- dido por
Dios en el alma por el cual ésta
se encuentra en amistad con Él
y es templo del Espíritu Santo.
Gracia. Podemos decir que la
gracia es la ac- ción de Dios
que El nos da para que seamos
sus Hijos.
Hagiógrafo. En griego, “Escritores
sagrados”. Se aplica a los autores
de los libros de la Biblia.
Heraldo. Mensajero, pregonero.
Heredero. Dicho de una persona:
Que por tes- tamento o por ley
sucede en una herencia.
Iconografía. Es la ciencia de la
descripción,
historia, y la interpretación de las
representa- ciones tradicionales
de Dios, los santos y otros
objetos sagrados en el arte a
través de pintu- ras, mosaicos,
o esculturas.
Impenitencia. Obstinación en el
pecado, du- reza de corazón para
arrepentirse de él.
Inteligencia. Es una facultad del
alma huma- na por la que se
conoce las cosas. Es una ca-
pacidad, una potencia, que
comprende todas las operaciones

1
interpreta rectamente y mantiene vivas e ín- Orgía. Festín en que se come y bebe inmode-
tegras no sólo las enseñanzas de Jesús, sino
toda la Revelación. Esta tarea la desempeñan
el Papa y los obispos.
Mal moral. Entiende la desviación de la volun-
tad humana de las reglas del orden moral y
la acción que resulta de esa desviación.
Mandamientos. Son los preceptos revelados
a Moisés en el Monte Sinaí. Fueron escritos
por Dios en dos tablas de piedra.
Mesías. Término hebreo que significa
“ungido”. Título aplicado a Jesucristo como
Salvador del mundo.
Milagro. Hecho sobrenatural, debido a la
inter- vención divina.
Misericordia. Virtud que inclina el ánimo a la
compasión y al perdón.
Misión. Se emplea para expresar el encargo
que Dios hace a alguno en orden al bien
de los demás. Lugar donde el Cristianismo
se está predicando por primera vez,
usualmente en un país en desarrollo donde
hay poco clero del propio país.
Mortificación. Negarse a sí mismo. La mor-
tificación es un intento de ganar dominio
de uno mismo y de librarse de pequeñeces o
de cosas dañinas para así poner nuestra
atención y energía en las cosas que de
verdad son im- portantes en la vida.
Muerte. Fenómeno bio-fisiológico que consiste
en la cesación de la vida y se manifiesta por la
extinción de las actividades vitales y la poste-
rior descomposición del organismo. Se debe a
que el alma se ha separado del cuerpo debido
a la edad, la enfermedad o las lesiones por la
cual ya nos es capaz de ser sujeto de la vida.
Nueva Alianza. Es la alianza de Dios con
su nuevo pueblo (la Iglesia), que sustituye a
la antigua alianza que hizo Dios con el
pueblo
de Israel.
Nuevo Testamento. Es la parte de la Biblia
que contiene los libros escritos después de la
venida de Jesús al mundo.
Obstinación. En la perspectiva religiosa es la
resistencia habitual o constante a la acción
divina.
Omnipotencia. Atributo (cualidad) exclusivo
de Dios, que significa “todo poder”. Dios
pue- de realizar todo, salvo lo que implique
contra- dicción, porque eso sería
imperfección.

1
radamente y se cometen otros (esperando obtener perdón sin conversión y
excesos. Sa- tisfacción viciosa la gloria de Dios sin mérito).
de apetitos o pasiones des- Privilegio. Gracia, prerrogativa, ventaja o
enfrenadas. exención especial que se concede a uno.
Ornamento. Vestiduras sagradas Profesión de la fe. El hecho de proferir pú-
que usan los sacerdotes cuando blicamente los contenidos substanciales de la
celebran. Adornos del al- tar, que propia fe.
son de lino o seda. Profeta. Persona elegida por Dios para revelar
Paráclito. Nombre dado al sus deseos con relación al pueblo de
Espíritu Santo, que ha sido Israel. Algunas veces predecían
enviado para consolador de los acontecimientos fu- turos.
cre- yentes. Promesa. Es un compromiso de hacer o
Pentateuco. Los primeros cinco abs- tenerse de hacer algo. La verdad
libros de la Bi- blia tomados requiere conformidad entre las palabras y
como grupo. Los judíos le llaman los hechos.
tradicionalmente el Torá:
Génesis, Éxodo, Le- vítico,
Números y Deuteronomio
Perfección. Aquello que ha
alcanzado todo lo que, de
acuerdo a su naturaleza,
debiera de poseer. Únicamente
Dios es absolutamente perfecto.
Perfecciones divinas. Aquellas
que solo co- rresponden a
Dios.
Persona. Según una definición
clásica, es “el individuo de
naturaleza racional”.
Plegaria eucarística. Es la
oración central de la misa y de
todas las de la Iglesia. Es una
ora- ción de acción de gracias y
de santificación. En algún caso
también se le llama canon.
Precepto. Mandato u orden que
el superior intima o hace
observar al inferior. Por anto-
nomasia, cada uno de los
mandamientos de la ley de
Dios.
Precursor. Que precede o va
delante. Por an- tonomasia, san
Juan Bautista.
Prescripción. Acción y efecto de prescribir.
Presunción. “Hay dos clases de
presunción. O bien el hombre
presume de sus capacidades
(esperando poder salvarse sin la
ayuda de lo alto), o bien
presume de la omnipotencia o de
la misericordia de divinas,

1
Romper una promesa es mentir, un pecado San Pablo. Originalmente Saulo, también lla- mado San
contra el Octavo Mandamiento. Pablo Apóstol, el Apóstol de los
Prototipo. Persona o cosa en la que destacan
ciertas cualidades, por las que se toma como
modelo.
Providencia. Indica la soberanía, la supervi-
sión, la intervención o el conjunto de acciones
activas de Dios en el socorro de los hombres.
Pueblo de Dios. Expresión para referirse a
to- dos los cristianos. Con ella el Concilio
Vaticano II quiso recalcar que todos los
creyentes so-
mos la Iglesia.
Rey. Monarca o príncipe soberano de un reino.
Sacerdote. La persona que, por su configura-
ción con Cristo, posee el sacerdocio.
Sacrificio. Ofrenda a Dios de una víctima o de
algo costoso como un acto de culto o como
re- paración por los pecados. El máximo
sacrificio es el que ofreció Jesús en la Cruz
entregando su vida por la salvación de los
hombres.
Salve. Oración a la Virgen María.
San Agustín. (354-430) Obispo de Hipona y
doctor de la iglesia. Uno de los cuatro doc-
tores mas reconocidos de la Iglesia Latina.
Llamado “Doctor de la Gracia”. Su fiesta se
celebra el 28 de agosto.
San Antonio de Padua. (1195-1231) San
Antonio nació en Portugal, pero adquirió el
apellido por el que lo conoce el mundo, de la
ciudad italiana de Padua, donde murió y don-
de todavía se veneran sus reliquias. Su fiesta
se celebra el 13 de junio.
San Francisco Javier. (1506-1552) Nació en
el castillo de Javier (Navarra) el año 1506.
Cuando estudiaba en París, se unió al
grupo de san Ignacio. Fue ordenado
sacerdote en Roma el año 1537, y se dedicó
a obras de cari- dad. El año 1541 marchó al
Oriente. Evangeli- zó incansablemente la
India y el Japón duran- te diez años, y
convirtió muchos a la fe. Murió el año 1552
en la isla de Sanchón Sancián, a las puertas
de China. Su fiesta se celebra el 3 de
diciembre.
San Jerónimo. (347-420) Uno de los cuatro
Doctores originales de la Iglesia Latina. Padre
de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia
al latín. Presbítero, hombre de vida
ascética, eminente literato. Su fiesta se
celebra el 30 Septiembre.

1
Gentiles y San Pablo de Tarso con el fin de separarlas del uso profano y
(nacimiento entre año 6 y año lograr que queden penetradas de la fuerza
10 DC, Tarso (actual Tur- divina.
quía)- murió el año 67 en Veneración. Honor que se da a los santos.
Roma), uno de los apóstoles Verbo Encarnado. La segunda persona de la
más activos de Jesucristo. Santísima Trinidad que se hizo carne.
San Vicente Ferrer. (1350- Vigilancia. Se trata, de una cualidad de la
1419) Nació en Valencia el año pru- dencia, cuyo acto principal es decidir y
1350. Miembro de la Orden de man- dar, después de deliberar y tomar
Predicadores, enseñó teología. consejo. Y como conviene obrar
Como pre- dicador recorrió rápidamente una vez tomada la
muchas comarcas con gran fruto, determinación, aunque ésta se ha de tomar
tanto en la defensa de la con calma.
verdadera fe como en la reforma Virtud. Es un hábito operativo bueno que se
de las costumbres. Murió en consigue con la repetición de actos.
Vannes (Francia), el año 1419. Voluntad. Es la facultad del alma humana que
Su fiesta se celebra el 5 de le lleva a querer el bien.
abril.
Santidad. Estado en el que viven
los cristianos que están unidos a
Cristo por la gracia y las
buenas obras.
Santo. La Iglesia Católica
denomina “Santos” a aquellos
que han practicado las virtudes
cris- tianas de un modo heroico y
cuya santidad de vida ha sido
proclamada solemnemente por la
Iglesia.
Santuario. Con el nombre de
santuario se de- signa una iglesia
u otro lugar sagrado al que, por
un motivo peculiar de piedad,
acuden en peregrinación
numerosos fieles.
Sarmiento. Un vástago nudoso de
la vid, que crece en forma de rizo,
denominado sarmiento. Sinópticos.
Indica que los contenidos de estos
tres evangelios (Mateo, Marcos y
Lucas) tie-
nen gran afinidad entre sí.
Templo. Término procedente del
latín tem- plum, que designa un
edificio sagrado.
Tierra Prometida. Es la que Dios
prometió a Abraham y a su
descendencia. En ella nació
Jesús, el Salvador.
Unción. Es una acción ritual
religiosa, que con- siste en ungir
con aceite a personas o cosas,

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