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Una de las experiencias marcadas que tuve con el celular pasó hace tres meses, nos invitaron, a

mi mamá y a mí a la fiesta de quince años de mi prima lejana. Llegó ese día y nos alistamos,
salimos al paradero, luego subimos a un auto y nos dirigimos a la casa donde se festejaba el
cumpleaños. Antes de bajar del auto, yo revisé mi bolsillo para asegurar que mis audífonos se
encuentren ahí, igual mi celular; pasados unos minutos, bajé del auto sin preocuparme si esta
mi celular o mis audífonos en mi bolsillo. Luego, mi mamá al querer llamar a mi tía, mamá de la
quinceañera, me pide mi celular, toqué mis bolsillos y no se encontraba en ninguno de ellos,
sólo mis audífonos. Entonces, fui corriendo tras el auto, pero ya se había ido del lugar, luego
llegué al paradero y no encontré el auto. Para ese momento, yo ya estaba angustiada por mi
celular, me encontré con mi mamá en el paradero y regresé a mi casa para ubicar mi celular con
mi cuenta de Google, de lo contrario, bloquear el equipo y el chip. Hasta ese punto, yo había
olvidado completamente el cumpleaños de mi prima, y cuando estaba regresando a mi casa,
recién me acordé de la fiesta, pero no me importó, me sentía muy triste por mi celular. Cuando
llegué a mi casa, traté de ubicar mi celular desde la computadora, pero no pasó, tuve que
bloquearlo y luego estaba llorando, contando a mis amigos todo lo sucedid

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