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Tema 15
Tema 15
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Introducción
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renunciaba a la República Catalana a cambio del compromiso del Gobierno Provisional de que
aprobaría en las futuras Cortes Constituyentes un Estatuto de Autonomía para Cataluña.
- El anticlericalismo. En el mes de mayo se produjo la quema de iglesias y conventos (una decena en
Madrid y un centenar en todo el país) por incontrolados de la izquierda revolucionaria, que veía en los
privilegios de que gozaban el clero una causa más de su miseria; la derecha conservadora y católica se
sentía ofendida por estos actos y veía peligrar su buena posición ante la creciente influencia de los
grupos de la izquierda revolucionaria.
Todas estas promesas de cambio contaron con un amplio apoyo popular, pero también con la
animadversión de la oligarquía agrícola y financiera, parte del ejército y de la Iglesia.
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En Cataluña los grupos conservadores estaban representados por la Lliga Regionalista, y en el País
Vasco por el Partido Nacionalista Vasco (PNV).
- En la extrema derecha antirrepublicana:
Pequeños grupos de corte fascista que en 1931 crearon las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista
(JONS), unidas más adelante a Falange Española (partido fundado en 1933 por José Antonio Primo
de Rivera, el hijo del dictador). Con una ideología antidemocrática y una defensa a ultranza del
nacionalismo español, se organizaron en grupos paramilitares de acción directa, dispuestos a
enfrentarse con los militantes de izquierda.
Con una alta participación (70,14%), las elecciones del 28 de junio dieron el triunfo a todos los
partidos que integraban el Gobierno Provisional, que coparon cerca del 90% de los escaños en disputa.
Pero en realidad fue una aplastante victoria de la coalición republicana-socialista (PSOE 116
escaños, Izquierda Republicana 30), por sólo 50 de los partidos de la derecha monárquica y católica.
Constitución de 1931:
Los diputados electos formaron las nuevas Cortes Constituyentes, que elaboraron una nueva
Constitución. Se trató de un texto corto, de 125 artículos, con un marcado carácter democrático-
progresista fruto de la mayoría republicano-socialista que había en las Cortes:
a) En su preámbulo establece la soberanía popular y define al Estado español como una “República
de trabajadores de toda clase que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia y donde los
poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”.
b) El Estado se configuraba de forma “integral”, pero se aceptaba la posibilidad de constituir
gobiernos autónomos en algunas regiones, al tiempo que reconocía las lenguas nacionales.
c) Establecía la división de poderes de la siguiente manera:
- El poder legislativo residía plenamente en las Cortes, unicamerales (Congreso de los Diputados). Sus
miembros eran elegidos cada 4 años por sufragio universal para mayores de 23 años, incluyendo por
primera vez en la historia de España a las mujeres.
- El poder ejecutivo recaía en el Consejo de Ministros, presidido por el Presidente o “jefe del
gobierno”, y en el Presidente de la República o “Jefe de Estado”, elegido por el Congreso de los
Diputados por 6 años. Entre las competencias de éste, restringidas y siempre bajo el control de la
Cámara, se encontraba la de nombrar al jefe del gobierno.
- El poder judicial se confiaba a unos jueces independientes, y se establecía el jurado popular.
d) Amplia declaración de derechos y libertades: libertad de expresión, de reunión, de asociación, de
circulación, de libre residencia, de correspondencia, de inviolabilidad del domicilio; obligatoriedad (y
gratuidad) de la enseñanza primaria; derecho a la propiedad individual; igualdad de ambos sexos en la
admisión de cargos públicos y ante el derecho a la educación y el trabajo.
e) Preveía la posibilidad de expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedades por causa de
utilidad pública, mediante indemnización, así como la opción de nacionalizar los servicios públicos.
f) Establecía nuevos símbolos: bandera tricolor (morada, roja y amarilla), escudo e himno.
g) El Estado español declara que no tiene religión oficial (laico), estableciendo la separación entre la
Iglesia y el Estado. Los artículos referidos a este tema fueron los más debatidos. Al considerar a
España un Estado laico, la Constitución estableció, con la oposición de las fuerzas conservadoras y
católicas, la libertad de conciencia y culto, la desaparición del presupuesto de culto y clero, el
matrimonio civil, el divorcio, los cementerios civiles, la prohibición a las órdenes religiosas de
impartir enseñanza y la disolución de las que imponen un voto especial de obediencia distinta al
Estado (por ejemplo los jesuitas).
La Constitución del 31 recogía fundamentalmente las aspiraciones de la conjunción republicano-
socialista ganadora de las elecciones del 31, y sentó las bases para las grandes reformas que
formaban parte de su programa político (tierra, educación, cuestión religiosa etc.), al tiempo que
suponía una democratización de las antiguas estructuras del Estado. Pero no fue aceptada por todos
los grupos políticos, lo que sin duda le hubiese otorgado más estabilidad. El texto, aprobada por
amplia mayoría pero sin un consenso total, puso de manifiesto las profundas discrepancias entre la
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izquierda y la derecha, sobre todo en lo referente a la cuestión religiosa y la autonómica. Los sectores
católicos se opusieron a la no-confesionalidad del Estado, provocando durante la elaboración del
texto la dimisión de los católicos del gobierno Provisional (Miguel Maura y Alcalá Zamora, del
partido Derecha Republicana), por lo que Manuel Azaña sustituyó a Alcalá Zamora en la jefatura del
Gobierno provisional. La derecha no tardaría tiempo en conspirar contra ella al no ver recogido
su ideario católico-conservador. Pero tampoco satisfacía a la extrema izquierda revolucionaria,
que veía en ella una muralla contra la revolución social.
Aprobada la Constitución en diciembre de 1931, se nombra el primer gobierno constitucional: de
manera conciliadora las Cortes nombran a Alcalá Zamora (Derecha republicana) Presidente de
la República, y a Manuel Azaña (Izquierda Republicana) Presidente del Gobierno.
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Objetivo: eliminar los latifundios y repartir a los jornaleros esas tierras que, por no estar cultivadas o
constituir propiedades abusivamente grandes, se consideraban causa principal de la miseria campesina.
Medidas de la Ley de Bases de la Reforma Agraria:
- Se expropiaron con indemnización a sus propietarios las tierras cultivadas deficientemente o las que,
pudiendo ser regadas, no lo eran. Y se expropiaron sin indemnización los latifundios de una parte de la
nobleza (los Grandes de España) por ser excesivamente grandes y por apoyar el golpe de Sanjurjo.
- Estas tierras pasaban a propiedad del Instituto para la Reforma Agraria (IRA), quien a su vez se
las entregaba a unas Juntas provinciales que las repartía en parcelas a los campesinos.
Valoración: el proceso tardó mucho en ponerse en marcha porque el IRA debía elaborar primero una
relación de tierras expropiables, que eran muchas. Además, por la crisis económica el dinero para las
indemnizaciones fue escaso, lo que ralentizó aún más el proceso. A la ley se opusieron los
propietarios. Por todo ello los decepcionados campesinos (en dos años sólo habían sido asentados unos
12.000 campesinos extremeños de los 120.000 previstos) empezaron a ocupar tierras por su cuenta,
enfrentándose con la Guardia Civil, encargada del orden público en las zonas rurales.
d) Las reformas sociales:
Objetivo: mejorar las relaciones laborales, tanto en el campo como en las fábricas.
Medidas:
Largo Caballero aprobó leyes que desarrollaron sus decretos del Gobierno Provisional:
- Ley de laboreo forzoso, que obligaba a los propietarios poner en cultivo sus latifundios.
- Ley de Términos municipales, que obligaba a los patronos a contratar obreros de la localidad.
- Ley de Jurados Mixtos, encargados de resolver los conflictos entre trabajadores y empresarios.
- Se aprobó la semana laboral de 40 horas y el aumento de salarios en las fábricas, mientras que en el
campo se redujo también la jornada laboral a ocho horas y se crearon los seguros sociales.
- Se prohibió poner fin a los contratos de arrendamiento en el campo.
Valoración: estas medidas irritaron a los propietarios de tierras y fábricas, que se negaron a aplicarlas.
e) La reforma educativa y cultural:
Realizada por el ministro de Instrucción Pública, el socialista Fernando de los Ríos.
Objetivo: garantizar el derecho de todas a una educación pública, gratuita, obligatoria y laica, y poner
fin a una de las lacras de la sociedad española, el analfabetismo (en 1931 el 50% de la población).
Medidas:
- Para atender al mas de millón y medio de niños que no iban a la escuela, y para sustituir a los
colegios religiosos, el Estado aprobó la Ley de construcciones escolares. A finales de 1932 se habían
creado unas 10.000 de las 27.000 nuevas escuelas que se necesitaban.
- Se crearon 7.000 plazas de maestros, mejorando su sueldo.
- Se prohibió dar clases a las Congregaciones religiosas, además de eliminarse la religión como
asignatura obligatoria.
Valoraciones: no hubo dinero para afrontarla, ya que los ingresos de l Hacienda Pública cayeron por
la depresión económica. El problema se agravó pues el Estado había prohibido a las Congregaciones
religiosas impartir enseñanza, pero la Iglesia se negó a cerrar sus colegios y prohibió a los católicos
que matricularan a sus hijos en las escuelas del Estado. La enseñanza se convirtió en un asunto que
enfrentó a la República con la derecha católica.
Otra medida cultural importante fueron las Misiones Pedagógicas, que se crearon en el verano del 33
para llevar algo de cultura y alfabetización a los adultos en la España rural. Colaboraron profesores
(incluso García Lorca) y estudiantes universitarios, con bibliotecas ambulantes, dando conferencias,
charlas, recitales de poesía, proyectando películas y organizando conciertos, obras de teatro y
exposiciones con reproducciones de obras del Prado. El gobierno de Azaña trata de hacer realidad el
lema regeneracionista de Joaquín Costa “escuela y despensa”, con el objetivo de acabar con el hambre
intelectual y física de la “España profunda”.
e) La reforma regional:
Objetivo: solucionar el tema de la diversidad territorial, que había ido acentuándose durante el reinado
de Alfonso XIII y que era uno de los compromisos del Pacto de San Sebastián.
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Medidas:
- Tras rechazar las Cortes un primer proyecto de estatuto para Cataluña, llamado Estatuto de Nuria,
porque respondía a un modelo federal de Estado y rebasaba lo que se había aprobado en la
Constitución de 1931, en 1932 se aprueba en las Cortes el Estatuto de Cataluña, que creaba un
gobierno (la Generalitat) y un parlamento propios con competencias en materia económica, social,
educativa y cultural, reconociendo la cooficialidad del catalán. Otras competencias como Defensa,
Aduanas y Asuntos Exteriores quedaban reservadas al gobierno de Madrid. Las primeras elecciones
legislativas al Parlamento dieron mayoría a Esquerra Republicana de Catalunya y Maciá fue
elegido presidente de la Generalitat (a su muerte le sucede Companys)
- Por su parte, los vascos y navarros también deseaban un reconocimiento similar, y el PNV y los
carlistas presentaron un proyecto de Estatuto de Estella, que se basaba en el restablecimiento de los
fueros vascos. Pero su concepción federalista y tradicionalista (fijaba un Estado confesional vasco)
chocó con la oposición del republicanismo de izquierda y de los socialistas, que lo consideraban “en
exceso confesional, escasamente democrático e incompatible con la constitución republicana”, con lo
que se rechazó. La aprobación de otro Estatuto se vio frenada por el cambio de gobierno de 1933, y su
aprobación definitiva se retrasó hasta la guerra civil.
- Al proyecto de Estatuto para Galicia le pasó algo similar que al vasco, y nunca llegó a aprobarse.
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2- El Bienio radical-cedista y la revolución de 1934
Las elecciones celebradas en noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos de centro-derecha
(en concreto al Partido Radical de Alejandro Lerroux y a la CEDA de Gil Robles). La abstención
promovida por los anarquistas (que consideraban a la República como burguesa y habían perdido la
confianza en ella) y el voto femenino, por primera vez en la historia y mayoritariamente conservador,
fueron las causas de este triunfo. La CEDA, que consiguió algunos diputados más que el Partido
Radical, necesitaba de éste para llevar adelante su programa “rectificador”, consistente en revisar la
constitución y una “reforma” de las reformas azañistas. Por ello, cuando el presidente de la República,
Alcalá Zamora, nombra presidente de gobierno a Alejandro Lerroux para evitar un mayor
desplazamiento hacia la derecha (en una coyuntura europea de auge de los fascismos, identificados por
muchos con la CEDA), Gil Robles decidió apoyarlo a cambio del compromiso de desactivación de
las grandes reformas del primer bienio y a la “espera de obtener todo el poder” (se dispuso a
llevar a la práctica la táctica de tres fases enunciada dos años antes: primero prestar su apoyo a un
gobierno presidido por Lerroux, luego dar luego un paso adelante exigiendo la entrada en el gobierno
y finalmente recibir el encargo de presidirlo y dar un "giro autoritario" a la República construyendo un
régimen similar a las dictadura corporativistas que acababan de instaurarse en Portugal y en Austria).
Los socialistas interpretaron estas palabras de Gil Robles como una amenaza de golpe de Estado y
advirtieron que de entrar algún miembro de la CEDA en el gobierno responderían con una revolución.
Labor del nuevo gobierno del partido Radical:
- Frenó la reforma agraria. Se fijó la devolución de las tierras a la nobleza o se les concedió una
cuantiosa indemnización, se anuló la cesión temporal de tierras mal cultivadas a los campesinos de
Extremadura y se concedió total libertad de contratación. Se suscitó un ambiente de revancha en el que
los propietarios trataron de desquitarse de las reformas anteriores bajando los salarios y contratando a
campesinos de otras localidades, para vengarse de los jornaleros locales (les decían: “¿no queríais
República?, pues comed República”), a lo que los campesinos respondieron con numerosas huelgas.
- Contrarrestó la reforma religiosa mediante la dotación de un presupuesto para culto y clero.
- Amnistía para los sublevados con Sanjurjo y para los colaboradores de la dictadura de Primo.
- Se enfrentó con la Generalitat (gobernada por republicanos de izquierda) a raíz de la promulgación
en Cataluña en 1934 de la “Ley de Contratos de cultivos”, según la cual los campesinos arrendatarios
de las viñas (rabaissaires) podían acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban transcurridos 12
años, pagando a los propietarios unos precios tasados. Estos buscaron apoyo en la conservadora Lliga
Catalana, que consiguió el apoyo de las Cortes españolas y enviaron la ley de la Generalitat al
Tribunal de Garantías Constitucionales, el cual determinó su inconstitucionalidad y anuló sus efectos.
El gobierno de la Generalitat no lo aceptó y aprobó una ley prácticamente idéntica a la anterior.
- Se enfrentó con los nacionalistas vascos al paralizar la aprobación de su Estatuto de autonomía.
Consecuencias de la política Radical-Cedista:
La paralización de las reformas que tantas esperanzas habían creado, provocó la radicalización
en las filas del PSOE y la UGT, cuya ala izquierdista, liderada por Largo Caballero, proponía no
colaborar más con las fuerzas burguesas y propiciaba la revolución social, mientras que el sector más
moderado, liderado por Indalecio Prieto, defendía la necesidad de colaborar con los republicanos de
izquierda para estabilizar la República y profundizar en el proceso reformista. El sector radical del
PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno, que se materializó en
la proliferación de huelgas y conflictos. Ante esta situación, la CEDA endureció su posición y, tras una
concentración celebrada en septiembre en Covadonga, reclamó una acción contundente en materia de
orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo
parlamentario. El presidente Lerroux accedió y en octubre de 1934 otorgó tres carteras ministeriales
(Justicia, Agricultura y Trabajo) a la CEDA, que había mantenido siempre una cierta ambigüedad
respecto de la legalidad republicana y no escondía sus simpatías hacia el fascismo.
La entrada de miembros de la CEDA en el gobierno fue interpretada por la izquierda como un camino
abierto hacia el fascismo, por lo que la reacción no se hizo esperar, produciéndose la Revolución de
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octubre de 1934. El 5 de octubre, por iniciativa de la UGT y con escasa participación de la CNT, se
produjeron huelgas en las grandes ciudades como medio de defender la democracia republicana y el
reformismo social. La insurrección fracasó por la falta de coordinación y por la contundente respuesta
del gobierno, que decretó el estado de guerra. Sólo adquirió cierta gravedad en Asturias y Cataluña:
● En Asturias los mineros protagonizaron una revolución social que duró 2 semanas, fruto del
acuerdo de anarquistas, socialistas y comunistas. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos
de la cuenca, tomaron cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités
revolucionarios que asumieron el abastecimiento de alimentos, transportes, suministro de agua y
electricidad, servicios sanitarios y vigilancia. Sitiaron Oviedo y derrotan al ejército, pero el gobierno
entregó plenos poderes al general Franco, que hizo traer tropas de la Legión. La resistencia minera se
prolongó durante diez días, pero finalmente fueron derrotados con un elevado número de muertos y
heridos. La represión subsiguiente fue brutal, con miles de detenidos, encarcelados y ejecutados.
● En Cataluña la revuelta tuvo un carácter más político, en un momento en que la autonomía se
veía en peligro por la paralización sufrida en el traspaso de las competencias autonómicas y por la
llegada de ministros de la CEDA, contrarios al autonomismo. Contó con el apoyo del presidente de la
Generalitat, Lluis Companys, quien proclamó el 6 de octubre la República Catalana dentro de la
República Federal Española. Al mismo tiempo, una alianza de fuerzas (PSOE, UGT, Unión de
Rabassaires y comunistas) organizaba una huelga general. Pero la negativa de la mayoritaria CNT a
apoyar la huelga y la escasa participación ciudadana, hicieron fracasar la insurrección. El gobierno
declaró el estado de guerra y el ejército, al mando del general Batet, ocupó el palacio de la
Generalitat. Como represalia hubo más de 3500 detenidos, entre ellos todos los miembros del gobierno
catalán y del Ayuntamiento, se suspendió el Estatuto de autonomía y se anuló la Ley de Contratos de
Cultivos (Azaña, que en ese momento se encontraba en Barcelona, fue encarcelado, y en Madrid
fueron detenidos muchos líderes del Comité de huelga, entre ellos Largo Caballero).
Las consecuencias inmediatas de la revolución de octubre no se dejaron esperar, y durante 1935:
- La derrota obrera envalentonó a la patronal, que ejerció la represión económica: rebajaron salarios,
aumentaron las horas de trabajo, se despidió a obreros sindicados y se controlaron los sindicatos.
- La influencia de la CEDA en el gobierno aumentó al conseguir 5 carteras (Gil Robles fue nombrado
ministro de la Guerra y Franco Jefe de Estado Mayor). La CEDA se mostró partidaria de aplicar las
condenas con rigor y de acelerar las medidas contrarreformistas, al tiempo que se presentaba a las
Cortes un anteproyecto para modificar la Constitución, la gran aspiración de Gil Robles.
Este proyecto no llegó a ser votado, como consecuencia de la crisis de gobierno iniciada en otoño
de 1935. El Partido Radical se vio afectado por una serie de escándalos de corrupción, como el
caso del estraperlo (nombre derivado de David Strauss y su socio Perl, quienes intentaron implantar
en varios casinos españoles un tipo de ruleta eléctrica que rozaba los límites del fraude, sobornando
con fuertes sumas de dinero a algunos hombres importantes del Partido) y por casos de malversación
de fondos, lo que agravó las diferencias en el interior de la coalición gubernamental. Los radicales de
Lerroux estaban completamente deslegitimados para gobernar y se hacía imprescindible un relevo en
el poder. Gil Robles intentó que le nombraran presidente del gobierno, pero Alcalá Zamora, temiendo
que eso significase la aparición de una dictadura de derechas, se negó y decidió convocar nuevas
elecciones para febrero de 1936, las últimas elecciones democráticas hasta 1977.
Para la nueva convocatoria electoral la izquierda decidió unir sus fuerzas, por lo que en estas
elecciones desaparece el multipartidismo anterior y se forman dos bloques antagónicos:
♦ Los partidos de izquierda (republicanos, socialistas y comunistas) y algunos grupos de la burguesía
se agruparon en el Frente Popular, para el que incluso los anarquistas pidieron el voto. La idea de una
coalición electoral semejante no era española, había surgido en Europa para parar el avance fascista en
las urnas y que no se repitiera un triunfo como el nazi en Alemania en 1933, que llevó a Hitler al poder
y al desmantelamiento de la democracia alemana. Un Frente Popular triunfará en Francia.
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♦ La mayor parte de los partidos de derecha se coaligaron en el llamado Bloque Nacional (CEDA,
monárquicos y tradicionalistas), llegando a acuerdos parciales con la Lliga Regionista de Catalunya,
los radicales y los centristas, pero fracasando en su intento con la Falange Española de José Antonio
Primo de Rivera. No lograron confeccionar una candidatura única para toda España ni redactar un
programa electoral consensuado. Mientras tanto, la UME (Unión Militar Española) se mostró
dispuesta a derribar la República mediante un pronunciamiento.
El resultado de las elecciones dio el triunfo al Frente Popular, que se alzó con la victoria debido en
parte a dos razones: a que los anarquistas no hicieron campaña a favor de la abstención, ante la
promesa de una amnistía para los presos de 1934; y a que las masas moderadas, que antes habían
votado al Partido Radical, ahora le habían vuelto la espalda y votado a la izquierda. La CEDA
prácticamente conservaba los mismos votos. Los partidos de centro sufrieron una gran derrota.
Tras el triunfo del Frente Popular, el 19 de febrero de 1936 el nuevo Parlamento vota la destitución
de Alcalá Zamora y su sustitución por Manuel Azaña como Presidente de la República, con la
oposición de la derecha y de buena parte de los militares. Casares Quiroga es nombrado presidente
de gobierno. El nuevo ejecutivo, compuesto por republicanos de izquierda y apoyado por los
socialistas, puso rápidamente en marcha el programa pactado en la coalición electoral. Así:
- Se decretó una amnistía para los presos de 1934 (fueron excarcelados unos 30.000 presos políticos.
- Se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de las huelgas del 34.
- Se restableció el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y Companys es reelegido presidente,
iniciándose las negociaciones para la aprobación de los estatutos para el País Vasco y Galicia.
- Se reanudó el proceso reformista interrumpido por el bienio anterior: reforma agraria
(reanudándose los asentamientos de campesinos), educativa etc.
- Se trasladó lejos de Madrid a generales proclives al golpismo contra la Repúblicas (Franco a
Canarias, Mola a Navarra, Goded a Baleares etc.).
En los meses siguientes la tensión aumentó mucho en España:
- Por una parte, los sectores más conservadores de la sociedad reaccionaron negativamente a los
proyectos reformistas: muchos propietarios de tierras se opusieron a las nuevas medidas, algunos
empresarios industriales cerraron sus fábricas y expatriaron capitales, la Iglesia temía el retorno a una
política educativa que consideraba anticlerical (rechazaba el cierre de los colegios religiosos, el
aumento de maestros en la enseñanza pública y la enseñanza de niños y niñas juntos en el aula).
- Por otra parte, esperanzados ante unas expectativas de cambio, los partidos de izquierda y los
sindicatos se lanzaron a una movilización popular. En las ciudades se convocaron huelgas; en el
campo la impaciencia de los jornaleros les llevó a ocupar las tierras sin esperar los trámites de la
expropiación prometida por el gobierno, a lo que los propietarios respondían con las armas y la
Guardia Civil intervenía, casi siempre apoyando a los patrones (con una actitud revanchista éstos se
negaban a contratar jornaleros, prefiriendo perder la cosecha).
En poco tiempo el Gobierno del Frente Popular se vio cogido entre dos fuegos:
- Una derecha que pasó abiertamente a la conspiración, la provocación y el enfrentamiento.
- Una extrema izquierda obrera que, en vez de apoyar al Gobierno, se dejó arrastrar a la radicalización
y a responder a las provocaciones. En las ciudades ardieron de nuevo algunas iglesias.
En las ciudades creció la tensión y la violencia callejera se agravó con el choque entre las
organizaciones paramilitares sindicalistas y los grupos falangistas y cedistas. Los carlistas también
organizaron su milicia armada, el requeté. Esta alteración del orden público fue el problema más
grave que tuvo el gobierno republicano, y es la excusa que pusieron los sectores más conservadores
para empezar a preparar un golpe de estado militar contra la República. El 8 de marzo de 1936, en
una reunión mantenida en Madrid, generales como Mola, Varela y Franco acordaron derribar
mediante un pronunciamiento al gobierno del Frente Popular con la colaboración de Falange y los
requetés, que estarían subordinadas a su mando. El general Mola diseñaría los planes militares
adecuados para garantizar el levantamiento, y se establecieron unos claros objetivos: suspender la
Constitución, disolver las Cortes y encarcelar o fusilar a políticos y sindicalistas considerados
peligrosos; e instaurar un Directorio Militar presidido por Sanjurjo, exiliado en Portugal.
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El asesinato de Calvo Sotelo el día 14 de julio, como represalia por el del teniente Castillo, miembro
de la Guardia de Asalto e instructor de las milicias socialistas, es el detonante que acelera los
preparativos para la insurrección. En la mañana del 17 de julio cada uno había recibido la consigna, a
través de un telegrama enviado por Mola, pero algo falló. Muchos mandos militares no se sumaron a la
rebelión y las masas populares se lanzaron a las armas para defender los logros de la República.
Fracasado el golpe se iniciaba una guerra civil que se prolongaría durante tres largos años.
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