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184 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

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Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia en el Arte


Belén León-Río1

1) Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas, Facultad de


Bellas Artes, Universidad de Sevilla.

Date of publication: June 3rd, 2021


Edition period: June 2021 - October 2021

To cite this article: León-Río, B. (2021). Los Qualia y la Experiencia de la


Consciencia en el Arte. Barcelona, Research, Art, Creation, 9(2), pp. 185-
213. doi: 10.17583/brac.2021.4332

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BRAC - Barcelona Research Art Creation. Vol. 9 No. 2, June 2021, pp.
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 185
185-213

The Qualia and the Experience


of Consciousness in Art
Belén León-Río
Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas, Facultad de
Bellas Artes. Universidad de Sevilla.

(Received: 25 March 2019; Accepted: 13 April 2021; Published: 3 June 2021)

Abstract

Our life would be surrounded by a universal property called qualia that would
constitute the everyday qualities of existence that would encompass among
other things our sensations, perceptions, feelings and intuitions so that we
would experience the world in the form of qualia such as light, sound, color,
the shape or texture. These qualities would give cohesion to our senses and
would have an important role in the art world to be closely linked to our
subjective world.
In this article we will see how our consciousness would create reality
manifesting itself in art through various perceptual experiences related to a
qualia network where introspection, intuition, imagination, and creativity
would also enter into a more subtle plane. The qualia would help the artist to
project himself into everything he would experience, not only in the act of
observing but also in the same artistic processes where emotions would be
translated into symbols that would enhance our evolution, as the next leap we
would make would have to do with our consciousness.
Keywords: Qualia, consciousness, reason, intuition, subjectivity,
unconscious

2021 Hipatia Press


ISSN: 2014-8992
DOI: 10.17583/brac.2021.4332
BRACBelén
186 - Barcelona Research
León-Río– Art Creation.
Los Qualia Vol. 9 No.
y la Experiencia de la2,Consciencia.
June 2021,
pp. 185-213

Los Qualia y la Experiencia de la


Consciencia en el Arte
Belén León-Río
Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas, Facultad de
Bellas Artes. Universidad de Sevilla.

(Recibido: 25 marzo 2019; Aceptado: 13 abril 2021; Publicado: 3 junio 2021)

Resumen

Nuestra vida estaría rodeada por una propiedad universal llamada qualia que
constituiría las cualidades cotidianas de la existencia que abarcaría entre otras
cosas nuestras sensaciones, percepciones, sentimientos e intuiciones de
manera que experimentaríamos el mundo en forma de qualia como la luz, el
sonido, el color, la forma o la textura. Estas cualidades darían cohesión a
nuestros sentidos y tendrían un importante papel en el mundo del arte al estar
estrechamente unidas a nuestro mundo subjetivo.
En este artículo veremos cómo nuestra consciencia crearía la realidad
manifestándose en el arte mediante diversas experiencias perceptivas
relacionadas con una red de qualia donde también entrarían en un plano más
sutil la introspección, la intuición, la imaginación, y la creatividad. Los qualia
ayudarían al artista a proyectarse en todo lo que experimentaría, no sólo en el
acto de observar sino también en los mismos procesos artísticos donde las
emociones se traducirían en símbolos que potenciarían nuestra evolución pues
el siguiente salto que demos tendría que ver con nuestra consciencia.
Palabras clave: Qualia, consciencia, razón, intuición, subjetividad,
inconsciente

2021 Hipatia Press


ISSN: 2014-8992
DOI: 10.17583/brac.2021.4332
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 187

C
D. Chopra y M. C. Kafatos afirman como viviríamos en un mundo
cuántico multidimensional donde nos proyectaríamos en todo lo
que experimentamos no sólo en el acto de observar, sino que
también participaríamos en la realidad que surge, de manera que
nuestra percepción sería “un acto de participación en la realidad” (Chopra y
Kafatos, 2017, p. 285). El ser humano experimentaría el mundo en forma de
“qualia” que constituirían las cualidades cotidianas de la existencia, siendo
“el aglutinante que da cohesión a los cinco sentidos” (Chopra y Kafatos, 2017,
p. 287), como la luz, el sonido, el color, la forma o la textura, considerando
estos autores como la realidad constaría de “estados variables e
intercambiables” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 299) que emanarían de una
misma fuente: la consciencia” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 299). Para D.
Chopra y M. C. Kafatos el universo se basaría en la consciencia obedeciendo
al mismo tiempo tanto a las leyes naturales como a nuestros pensamientos,
llamando la atención de como la física cuántica habría demostrado como “el
universo no tendría una base sólida, fija ni tangible” (Chopra y Kafatos, 2017,
p. 328), por lo que estos autores han concluido basándose en estas premisas
que todo esto nos llevaría a la “ciencia cuálica” introduciendo un término
nuevo al que llaman “los qualia”:

Los qualia se refieren al modo en que experimentamos la vida, más qué


a cómo la medimos. La palabra qualia, que en latín significa
“cualidades”, designa un mundo tan extenso como el de la física
cuántica, pero apunta en sentido opuesto: no a los objetos físicos, sino
a la experiencia subjetiva. (Chopra y Kafatos, 2017, p. 286)

D. Chopra y M. C. Kafatos afirman como la subjetividad tendría gran


importancia en el mundo de los qualia, llamando la atención de cómo en su
terreno de juego disfrutaríamos “de una libertad creativa infinita” (Chopra y
Kafatos, 2017, p. 289). Todo esto es aplicable igualmente al mundo del arte
pues como decía C. G. Jung, cada creador tendría una imagen particular y
distinta de reproducir la realidad debido a la influencia del factor subjetivo,
como vemos en las obras de arte en las que se reproducirían objetos externos,
de forma que si un mismo paisaje fuera pintado por diversos pintores que
intentaran reproducirlo fielmente, comprobaríamos que las obras resultantes
no serían iguales, no por la capacidad más o menos desarrollada de los
distintos pintores, sino porque sus sensaciones se basarían
188 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

preponderantemente en el componente subjetivo de la percepción, donde cada


uno vería el paisaje distinto e incluso en alguna obra se puede manifestar “una
pronunciada diversidad psíquica en la atmosfera y en el movimiento del color
y de las figuras. Esas propiedades delatan una intervención más o menos
fuerte del factor subjetivo” (Jung, 1994, p. 465). Miró decía sobre su forma de
representar las cosas:

Pronto me di cuenta, que era necesario ir más allá del espíritu de


miniatura; mucho más allá. Que era necesario permitir que el detalle se
expandiera, para que se confundiese con el todo; para que la gente
tuviera la sensación de que estaba allí, aun cuando no lo hubiera podido
ver antes. (como se citó en Erben, 1998, p. 175)

E. R. Kandel señala como existiría “una gama universal de emociones que


todas las personas pueden sentir, recordar y comunicar” (Kandel, 2014, p.
353), como ocurre con el arte moderno del siglo XX donde los artistas
plásticos investigaron la manera de comunicar con el espectador a través de
nuevas claves como exagerar sus realizaciones formales, distorsionar el color
o el uso de nuevas iconografías, además de recurrir “al recuerdo de vivencias
emocionales similares por parte del observador y a su capacidad de reconocer
referentes históricos claros y de entender el significado de los símbolos”
(Kandel, 2014, pp. 353-254). Los qualia estarían íntimamente relacionados
con el arte al ser experiencias subjetivas donde entrarían no sólo nuestras
percepciones, cogniciones, o efectos mentales, “como los sentimientos de
amor, compasión, sufrimiento, hostilidad, placer sexual y éxtasis religioso”
(Chopra y Kafatos, 2017, p. 289), sino que también entrarían en un plano más
sutil la “introspección, intuición, imaginación, creatividad” (Chopra y
Kafatos, 2017, p. 289).
Según D. Chopra y M. C. Kafatos la materia estaría “abarcada por la misma
matriz que contiene los pensamientos y los sueños” (Chopra y Kafatos, 2017,
p. 151), de manera que los qualia variarían en función del estado de nuestra
consciencia, este hecho podemos constatarlo en las reflexiones de Paul klee
sobre el color en su obra Teoría del arte moderno donde señala como el artista
presentiría la creación, haciendo entrar las cosas en el movimiento de nuestra
realidad haciéndolas visibles: “El iniciado presiente el punto original de vida.
Posee algunos átomos vivientes, posee cinco pigmentos vivos: los elementos
de la forma, y conoce un pequeño sitio gris de donde puede lograr el salto del
caos al orden” (Klee, 2007, p. 54).
Sri Aurobindo relaciona la consciencia con la intuición, a la que define
como “una consciencia-de-sí” que sentiría, percibiría y captaría su propia
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verdad, naturaleza, y poder directamente en su sustancia y en sus aspectos, en


lugar de analizar sus mecanismos. Señalando como la sobremente o “mundo
de los dioses” sería la cima de nuestra humanidad mental actual, siendo de
allí, donde los artistas, poetas, místicos y grandes profetas sacan su inspiración
o sus revelaciones, como vemos en el siguiente texto de Platón que Sri
Aurobindo interpreta como una expresión mental del filósofo griego sobre la
realización de la Sobremente:

El mundo de los sentidos es la copia del mundo de las Ideas. En nuestro


mundo visible hay una gradación de los seres… Lo mismo es válido
para el reino o esquema inteligible del mundo; las Ideas son unidas
conjuntamente por otras Ideas de un orden superior… Las Ideas crecen
continuamente en generalidad y fuerza hasta que se alcanza la cúspide,
la última, la más alta, la Idea más poderosa: el Bien, que comprende,
contiene o resume el sistema entero. (como se citó en Kiran, 2004, pp.
29-30)

Sri Aurobindo señala como a la sobremente le seguiría la supermente, el


“mundo solar” de los Vedas, que sería el próximo paso de nuestra evolución.
Esta ascensión a los primeros niveles no sería el final ya que nos quedarían
planos todavía más elevados por descubrir en el mundo supramental como
decían los antiguos poetas védicos: “Los sacerdotes de la palabra suben por ti
como por una escalera, oh, tú, el de los cien poderes. A medida que se asciende
de una a otra cima, se ve nítidamente lo mucho que queda por hacer” (como
se citó en Aurobindo, 2002, p. 302). Para Sri Aurobindo el motivo principal
de nuestra evolución sería la emergencia y crecimiento de la consciencia, esta
evolución partiría desde el nivel más bajo en el inconsciente trabajando en el
seno de la materia. La consciencia y no la vida y la forma constituiría el
principio de nuestra evolución, aunque la vida y la mente serían peldaños e
instrumentos de esta evolución donde el pensamiento puede ser utilizado “no
como la mente, sino guiado por algo así como un instinto material inherente
prácticamente infalible en todos sus pasos, todavía no cognitivo, pero
milagrosamente creativo” (Aurobindo, 2004, p. 87). La poesía, el arte la
filosofía y la organización perfecta de nuestra vida terrestre deben ser elevadas
“y las posibilidades ya alcanzadas o cuales quiera perfección ya conseguida
tienen que ser integradas en una perfección nueva y superior con una visión e
inspiración más amplias de una consciencia espiritual y con nuevas formas y
poderes” (Aurobindo, 2004, p. 19).
M. Kaku cree que, a pesar de todos los milagrosos avances en escáneres
cerebrales y alta tecnología, muchos investigadores piensan que nunca
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entenderemos el secreto de nuestra consciencia, ya que estaría fuera del


alcance de nuestros conocimientos científicos actuales a los que califica de
deficientes. Para este autor la consciencia sería más fundamental que los
átomos, las moléculas y las neuronas, siendo la entidad fundamental del
universo, incluso por encima de los átomos: “El mundo material puede
aparecer o desaparecer, pero la consciencia permanece como elemento
definitorio. Eso significa que ésta última, en cierto sentido, crea la realidad.”
(Kaku, 2014, p. 429) M. Kaku llama la atención al respecto de cómo Eugene
Wigner que estableció los cimientos de la mecánica cuántica concluyó como
no se podía “formular las leyes (de la teoría cuántica) de una manera
completamente consistente sin hacer referencia a la consciencia” (como se
citó en Kaku, 2014, p. 429).
D. Chopra y M. C. Kafatos señalan como los qualia nos permitirían
“conectar todo entre sí a través de una propiedad común. Todo es un aspecto
de un campo único de la consciencia” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 331).
Diciendo como el dominio cuántico sería un plano más de los qualia, teniendo
características mentales ya que nuestra mente adoptaría la apariencia de
cuantos” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 203). La física al entrar en el dominio
de lo cuántico se habría introducido en el estado virtual y a pesar de que es
invisible e intangible no por ello sería menos real, nombrando a autores como
Von Neumann que afirma como la realidad tendría un componente
psicológico, o el físico Max Planck que dice como: “Toda materia se origina
y existe únicamente en virtud de una fuerza. Debemos suponer que tras esta
fuerza existe una mente consciente e inteligente, esta mente es la matriz de
toda la materia” (como se citó en Chopra y Kafatos, 2017, p. 151). También
K. Korotkov relaciona nuestra consciencia con la electrodinámica cuántica,
este autor partiría del concepto de la triple manifestación de la naturaleza
humana que posibilitaría el paso de un modelo primitivo que concibe al
individuo como una máquina biológica “a la noción del hombre como la
quintaesencia del Espíritu Divino. De manera curiosa, estas ideas tienen
paralelos directos con los conceptos científicos modernos, en particular, la
teoría del campo cuántico” (Korotkov, 2015, p. 193). En la electrodinámica
cuántica, la consciencia sería un efecto del sistema que no dependería de una
parte particular del cuerpo, ni tan siquiera del cerebro, sino del sistema como
un todo:

Podemos atribuir cierto nivel de conciencia a cada célula del organismo


o a un órgano en particular, pero para lograr un alto nivel de conciencia
necesitamos una actividad coordinada de todas las células, de todos los
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órganos. La electrodinámica cuántica opera con la noción de un sistema


que consta de muchos elementos, por eso se puede aplicar a la
construcción de la teoría de la consciencia. (Korotkov, 2015, p. 158)

El Arte y los Qualia en los Procesos Perceptivos, Relacionados con la


Creación y Recreación del Arte

Nuestra experiencia del cuerpo y de nuestra actividad mental sería una


experiencia qualica que los artistas investigan en sus creaciones. El artista
Stahl Stensilie junto con Kirk Wofford recurrieron en 1994 a las nuevas
tecnologías para experimentar con interfaces de realidad virtual para ello
utilizaron el cuerpo humano como interfaz de dialogo a través del tacto,
llegando Stahl a través de estas experiencias a concluir como el cuerpo sería:

[…] un objeto físico unitario e individual con una esperanza de vida de


unos setenta años, y por otra ha dado un salto espectacular a un yo
múltiple y trascendental de realidades mediatizadas. La cuestión ya no
es qué o quién soy, sino lo que puedo llegar a ser. (como se citó en Warr
y Jones, 2006, p. 188)

Para D. Chopra y M. C. Kafatos la mente humana tendría una aspiración


de conocer la realidad mediante los qualia que abarcarían no sólo los cinco
sentidos, sino también “las sensaciones, las imágenes, los sentimientos y los
pensamientos de la mente” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 300). Estos qualia
serían subjetivos y tendrían que ver entre otras cosas con las sensaciones,
sentimientos o pensamientos: “El aroma de una rosa es un quale (quale es el
singular de qualia), como también son qualia la textura aterciopelada de sus
pétalos, sus colores y matices, sus sombras y sus pliegues” (Chopra y Kafatos,
2017, p. 287). El color sería una manifestación de la consciencia y al ser qualia
puede ser alterado por el estado de consciencia en que nos encontremos. N.
Farouki llama la atención de como los científicos se encontrarían con
numerosos interrogantes que tendrían que ver con nuestra existencia,
preguntándose si esta realidad sería absoluta, en sí, o una mezcla entre una
realidad desconocida y nuestras capacidades sensoriales:

El mundo, tal como lo vemos, no es una simple ilusión; evidentemente,


depende mucho de nuestras percepciones (el color, por ejemplo,
proviene de la luz; en sí misma, la naturaleza no está coloreada). Pero,
globalmente, lo que dicen nuestros sentidos es un aspecto de la realidad
de la que no se puede negar, en el marco de un método científico que
192 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.
confía plenamente en la observación, ni la existencia ni el valor.
(Farouki, 1994, pp. 94-95)

F. Wilczek dice que habría mujeres que podrían “discriminar entre mezclas
de colores espectrales que la mayoría de la gente percibe como
indistinguibles” (Wilczek, 2016, p. 163). Este autor señala como la mayoría
del espectro electromagnético se escaparía a nuestra visión como ocurre con
casi toda la radiación electromagnética que viene del Sol, ésta al penetrar la
atmósfera se concentraría “cerca de la parte más útil a la que se pueden
sintonizar las criaturas terrícolas. Es decir, es donde la señal se enciende”
(Wilczek, 2016, p. 163). Admirándose de como la “entidad que percibiríamos
como espacio vacío es un conductor de muchas capas y multicolor” (Wilczek,
2018, pp. 84-85).
Kandinsky decía que si paseamos los ojos por una paleta llena de colores
podríamos obtener un efecto “puramente físico” y un efecto “psicológico”
producido por la contemplación del color, aquí la impresión superficial del
color se podría convertir en vivencia, la sensación física penetraría más
adentro despertando sensaciones más profundas y provocando toda una serie
de vivencias psicológicas: “Aquí aparece la fuerza psicológica del color, que
provoca una vibración anímica. La fuerza física elemental es la vía por la que
el color llega al alma” (Kandinsky, 2010, p. 52). E. H. Gombrich señala como
el arte del siglo XX en su mayoría, se orientaría hacia la sinestesia ya que
aspiraría a representar el mundo mental, mediante formas y colores que
equivaldrían a emociones, diciendo como la mayoría de las personas
experimentaría imágenes sinestesias con mayor o menor intensidad:

¿No son completamente subjetivas y privadas, inaccesibles e


incomunicables? ¿Pueden darse auténticos descubrimientos objetivos
de concordancias buenas y mejores en tan huidizos dominios, cómo se
daban en el descubrimiento de analogías visuales para la experiencia
visual? (Gombrich, 2002, p. 311)

J. Itten en su obra El arte del color señala como cada color espectral se
puede medir mediante el número de vibraciones o su longitud de onda, pero
el color se generaría en el ojo y en el cerebro, ya que “las ondas luminosas en
sí no tienen color” (Itten, 2020, p. 27). Este hecho sería un misterio, es decir
como seriamos capaces de reconocer estas ondas: “Solo se sabe que cada color
aislado nace de las diferentes cualidades de sensibilidad a la luz” (Itten, 2020,
p. 27). Itten afirma como los efectos que produce el color deberíamos
experimentarlos y comprenderlos no sólo ópticamente sino también de forma
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 193

psíquica y simbólica, llamando la atención de como las formas y los colores


reales de la materia tienen la capacidad de transformarse en vibraciones
irreales lo que permitiría al artista “expresar algo impronunciable” (Itten,
2020, p. 30). El pintor además llamaba la atención de como en la actualidad
se habría producido un gran interés por el color desde un punto de vista
material y óptico como ocurre con la fotografía, la moda o la química del
color, pero solo se trataría de “un juego externo y superficial con fuerzas
metafísicas. Los colores son fuerzas de irradiación, energías que influyen en
nosotros de forma positiva o negativa, seamos conscientes de ello o no” (Itten,
2020, pp. 19-20).
El filósofo australiano de la mente D. Chalmers afirma en su obra titulada
The Conscious Mind: In Search of Fundamental Theory publicado en 1996
como habría una estrecha relación entre la consciencia y la cognición,
diciendo qué si una persona tuviera una sensación de verde, esta sensación no
sólo se individuaría como fenómeno, sino que tendría “una correspondiente
percepción de verde, individuada psicológicamente” (como se citó en
Fontcuberta Llavata, 2016, p. 122) Según este autor la consciencia surgiría del
cerebro, aunque no se encontraría implicada por este sustrato físico diciendo
al respecto: “El mismo hecho de que la mente necesite surgir del cerebro
indica que hay algo adicional que está ocurriendo más allá de los hechos
físicos.” (como se citó en Fontcuberta Llavata, 2016, p. 146) D. Chalmers
considera como nuestras sensaciones y experiencias se relacionarían con la
vida interna de nuestra mente diciendo:

La experiencia consciente incluye desde las sensaciones vívidas de


color hasta las experiencias de los aromas más tenues del ambiente;
desde dolores agudos hasta la experiencia elusiva de tener un
pensamiento en la punta de la lengua; desde sonidos y olores mundanos
hasta la envolvente grandeza de la experiencia musical; desde la
trivialidad de un picor molesto al peso de la profunda angustia
existencial; desde la especificidad del sabor de la menta a la generalidad
de la experiencia que uno tiene del yo. Todas estas cosas tienen una
cualidad experimentada diferente. Todas son partes destacadas de la
vida interna de la mente. (como se citó en Fontcuberta Llavata, 2016,
p. 37)

Para D. Chalmers cuando tratamos con “los misterios filosóficos” que se


asociarían con nuestra “experiencia consciente, una simple sensación de color
plantea los problemas tan profundamente como la experiencia de uno al
escuchar una coral de Bach” (como se citó en Fontcuberta Llavata, 2016, p.
194 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

44). Según Chalmers entre estos estados mentales que abarca la experiencia
consciente se encontrarían las experiencias sensitivas como las visuales
relacionadas con el color, la forma, la profundidad, el brillo, etc. Las
experiencias auditivas, que a diferencia de las anteriores “no parecen
corresponderse con la estructura del mundo” (Fontcuberta Llavata, 2016, p.
43), destacando como estas experiencias, aunque se puedan descomponer en
los sonidos, los tonos, las notas, etc., en conjunto producirían una experiencia
cualitativa única, como ocurre con la música. También las sensaciones táctiles
proporcionarían una gran variedad de experiencias dependiendo de las
distintas texturas existentes, mientras que las sensaciones olfativas carecerían
de estructura siendo por ello difícil de describir. Las sensaciones del gusto se
generarían “a partir de un espacio de cuatro dimensiones: dulce, salado,
amargo y agrio” (Fontcuberta Llavata, 2016, p. 44). Para Chalmers las
imágenes mentales no solo serían las que tendrían que ver con la imaginación,
sino también estarían los “fenómenos como las postimágenes que surgen
después de mirar algo brillante, o los patrones de colores que pueden aparecer
al cerrar los ojos. Chalmers señala que lo específico de este tipo de
experiencias es que son generadas <internamente>” (Fontcuberta Llavata,
2016, p. 44).
D. Chalmers al igual que Blok, Loar y Peacoke defenderían según A. Arias
Domínguez “la autonomía e irreductibilidad del ámbito de lo mental que los
qualia conformarían” (Arias Domínguez, 2012, p. 32). A principios de los
ochenta Frank Jackson en su artículo Epiphenomenal Qualia presentaría el
argumento epistemológico de los qualia donde nos mostraría intuitivamente
como la experiencia de nuestra consciencia no se basaría únicamente en
contenidos proposicionales o conceptuales, dirigiendo acertadamente “nuestra
intuición hacia la propiedad de los qualia según la cual los mismos son
privados y están dotados de perspectiva” (Arias Domínguez, 2012, p. 47).
Frank Jackson en este artículo refuta el fisicalismo “mediante el famoso
experimento mental de Mary, la neurofisióloga del color forzada a una
existencia acromática” (Arias Domínguez, 2012, p. 32), donde define los
qualia como “ciertos rasgos de las sensaciones corporales y también de ciertas
experiencias preceptuales inaprensibles a través del mero acopio de
información física” (Arias Domínguez, 2012, p. 32). Esta idea sería la misma
que expresa Itten cuando dice como los cálculos constructivos previos a la
ejecución de la obra artística no determinarían la forma final ya que la
“sensación intuitiva” estaría por encima de esta construcción previa, siendo
realmente esta sensación analógica la que nos conduciría “al reino de lo
irracional y lo metafísico, que no es posible comprender con ningún número.
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 195

Las reflexiones intelectuales y constructivas son tan solo <el vehículo> que
nos conduce hasta las puertas del nuevo ser” (Itten, 2020, p. 47).
Sri Aurobindo señala como el conocimiento que pueden procurarnos los
sentidos y el razonamiento intelectual por los datos de los sentidos, no sería
verdadero conocimiento, definiéndolo como “ciencia de las apariencias”. Para
este autor ni siquiera las apariencias pueden conocerse apropiadamente a
menos que conozcamos primero la “Realidad” (Aurobindo, 1980a, p. 23) de
la que serían imágenes: “Esta Realidad es su yo y hay un yo de todo; cuando
se le capta, pueden entonces conocerse todas las otras cosas en su verdad y no
ya como ahora, solo en su apariencia.” (Aurobindo, 1980a, p. 23) Afirmando
como en el mundo físico habría siempre dos formas de conocimiento que
divide en la directa y la indirecta:

[…] pratyaksa, de lo que está presente ante los ojos, y paroksa, de lo


que está lejos y más allá de nuestra visión, estamos obligados
necesariamente a arribar a una idea de él por inferencia, imaginación,
analogía, audición de descripciones de otros que lo vieron, estudio
pictórico u otras representaciones de él si están a nuestro alcance.
(Aurobindo, 1980a, p. 25)

Unificando todos estos auxilios podremos llegar a una idea más o menos
adecuada o a una imagen sugestiva del objeto, pero no llegaríamos a captar la
cosa en sí, es decir no lograríamos captar la realidad sino sólo nuestra
representación conceptual de una realidad: “Pero una vez visto con los ojos –
pues ningún otro sentido es adecuado-, poseemos y comprendemos; nos
afirma en nuestra satisfacción esencial, es parte nuestra en el conocimiento”
(Aurobindo, 1980a, p. 25).
Joahannes Itten basándose en el “efecto ético-sensorial” del color de
Goethe afirma como la contemplación de los colores generaría procesos
ópticos, electromagnéticos y químicos en el cerebro y en el ojo que
corresponderían frecuentemente “con procesos paralelos en el ámbito
espiritual. Estas conmociones, originadas por la experiencia de las fuerzas
cromáticas, pueden arraigarse hasta el mismísimo centro y alcanzar con ello
regiones decisivas de la experiencia mental y espiritual” (Itten, 2020, p. 119).
En este sentido el filósofo C. McGinn propone un “naturalismo
transcendental” de los qualia diciendo como el cerebro tendría alguna
propiedad que explicaría la consciencia, pero estaríamos cognitivamente
cerrados a este conocimiento, para este autor la consciencia sería “un
fenómeno natural, mejor conocido que cualquier otro: su existencia es un
dato” (Pérez, 2002, p. 76).
196 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

J. F. Correcher señala como C. McGinn sería conocido por sus reflexiones


sobre filosofía de la mente, siendo su postura una continuación del
misterianismo que defendía Locke, para el filósofo el ser humano no tendría
capacidad para entender que conexiones existentes entre la mente y el cerebro
ya que estaríamos limitados cognitivamente para entender este misterio sobre
el cual girarían cuatro tipos de preguntas que designa como “problemas”,
“misterios”, “ilusiones” y “cuestiones”. Mientras que los problemas tendrían
que ver con las preguntas que el individuo se hace desde un punto de vista de
sus capacidades cognitivas sobre los fenómenos naturales, los misterios
tratarían de preguntas de la misma naturaleza que los problemas, pero con la
diferencia de que las respuestas a estas preguntas estarían fuera de nuestro
alcance debido a nuestras limitaciones cognitivas, de esta manera un misterio
puede serlo para un ser concreto, pero no para otros seres. Las preguntas sobre
las ilusiones “serían pseudocuestiones y las cuestiones solo asuntos de
carácter más bien normativo” (Correcher Valls, 2013, p. 82). Como vemos
para C. McGinn la consciencia sería un fenómeno de carácter natural siendo
un misterio que estaría fuera del alcance de nuestras capacidades como señala
el filósofo: “Las perplejidades filosóficas surgen en nosotros debido a
limitaciones definitivas inherentes a nuestras facultades epistémicas, no
porque las cuestiones filosóficas involucren entidades o hechos que sean
intrínsecamente problemáticos, peculiares o dudosos” (como se citó en
Correcher Valls, 2013, p. 83).

Los Qualia y las Experiencias Subjetivas en el Arte

C. G. Jung afirma como el inconsciente frente a la consciencia tendría mejores


fuentes de información debido a su “espacio-tiempo-relatividad” (Jung, 1996,
p. 321), ya que la consciencia sólo dispondría de las percepciones sensoriales,
existiendo una percepción sensorial correcta que daría la impresión de que los
objetos no penetrarían propiamente en el individuo, sino que éste vería las
cosas de manera completamente diferente e incluso a como las ven otros
individuos: “De hecho el sujeto percibe las mismas cosas que todo el mundo,
pero de ninguna manera se detiene en la pura acción del objeto, sino que se
ocupa de la percepción subjetiva desencadenada por el estímulo objetivo”
(Jung, 1994, p. 466). Alberto Giacometti parece corroborar este tipo de
experiencias confesando como en 1945-46 tuvo una visión, que durante los
años posteriores le produjo un cambio profundo en su manera de ver las
personas y las cosas a su alrededor. En un cine de París, sintió de repente una
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 197

diferencia entre sus propias percepciones y la visión fotográfica en la pantalla,


hablando de esto en una entrevista con Georges Charbonnier en abril de 1957.
T. Nagel parte de la idea de cómo nuestra consciencia se movería entre lo
“subjetivo” o interno y lo “objetivo” o externo, planteándose el problema
sobre los qualia de como “incorporar el punto de vista subjetivo a la
perspectiva objetiva” (Pérez, 2002, p. 76), para este autor “pensar en la
realidad exclusivamente desde la perspectiva objetiva es parcial, se obtiene
una pintura incompleta de la realidad” (Pérez, 2002, p. 76). E. Pérez de
Carrera llama la atención como la ciencia y la tecnología han comprobado que
el ser humano está percibiendo desde sus sentidos una porción pequeña del
arco electromagnético, por lo que su realidad estaría en un contexto realmente
pequeño, afirmando como nuestra definición de la realidad se produciría a
partir de nuestra percepción del mundo mediante nuestros sentidos, pero al no
tener en cuenta que nuestro cerebro percibe al margen de ellos, estaríamos
limitando la apertura de nuestra capacidad sensitiva a todo tipo de
experiencias, lo que estaría generando que utilicemos nuestros sentidos de
manera anacrónica y disociativamente. Señalando como el ser humano ha
intentado generar a lo largo de la historia una asociación intelectual y sensitiva
en la consciencia, pero hasta el momento no se habría conseguido, para
lograrlo tendríamos que poner nuestra consciencia progresiva en marcha
desde la afirmación analítica de la subjetividad:

Y es el pensamiento subjetivo el primer paso hacia el reconocimiento,


y el reconocimiento del mundo sólo puede lograrse utilizando las
herramientas que operan en la consciencia; por eso todavía la realidad
está sitiada por los radares sensitivos y los medios idiomáticos que
facilitan su comprensión, así como los niveles de lectura más
elementales de lo manifestado. (Pérez, 2004, pp. 113-114)

E. Pérez de Carrera define la disociación en nuestra sociedad como una


falta de pensamiento complejo, si no hay pensamiento complejo, habrá
pensamiento lineal que sería un pensamiento dual, afirmando como la
Biología moderna ya sabe que nuestra consciencia y lo que configuraría el
pensamiento no sería cronológico:

[…] sin embargo todo lo que nos está influyendo en la vida desde la
literatura hasta el cine, hasta la forma de contar, hasta la narrativa, hasta
el uso de la configuración del idioma, hasta las estructuras holográficas
que se van decantando hacía la morfología de las palabras, nos lleva a
la disociación, nos conduce a una estructura de la razón basada en toda
198 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.
una serie de conocimientos que tienen frontera entre sí. (Pérez, 2009)

D. Chopra y M. C. Kafatos afirman que todo cuanto existe se encuentra


encerrado en nuestra subjetividad, el universo visible se interpretaría “como
una ínfima parte de la creación original” (Chopra, 2014, p. 218). Así los físicos
consideran en la actualidad como “nuestros sentidos seleccionan menos de
1/1.000.000.000 de las ondas y partículas de energía que nos rodean. Vivimos
en un magma de energía increíblemente más extenso que el mundo visible”
(Chopra, 2014, p. 218).
Según C. G. Jung el individuo sensorial sería en todos los aspectos el
reverso de la persona intuitiva, ya que se basaría exclusivamente, en el
elemento de la sensación sensorial, su psicología se orientaría hacía el impulso
y la sensación, dependiendo por lo tanto totalmente del estímulo real. Mientras
que la persona intuitiva tendría sensaciones que no se dirigirían a las
sensaciones mismas, sino que éstas serían para el individuo meros puntos de
apoyo para la visión, siendo el inconsciente el que realizaría la selección:

No es la sensación fisiológicamente más fuerte la que adquiere el valor


principal, sino una sensación cualquiera, que es considerablemente
realzada en su valor por la actitud inconsciente del individuo intuitivo.
Con ello esa sensación adquiere eventualmente el valor principal y a la
consciencia del intuitivo le parece que es una sensación pura. Pero de
hecho no lo es. (Jung, 1994, pp. 437-438)

Los artistas del siglo XX y XXI han comenzado a investigar nuevas


sensaciones relacionadas con el espacio-tiempo, donde el público jugaría un
importante papel, E. Heartney dice como en la obra de estos artistas el
espectador dejaría de ser un extraño que se asomaría a otro mundo para
sumergirse en la obra artística e incluso a veces interpretar un papel: “Así
experimentan la noción de <duración> de Bergson, según la cual el tiempo
cesa de sentirse como un flujo lineal y se convierte en un presente
omnicomprensivo” (Heartney, 2008, p. 153).
Doug Aitken en su obra en Electric Earth de 1999 (Imagen. 1),
descompone la estructura lineal del video y el cine dando un valor
preponderante a la percepción del tiempo, utiliza varias pantallas y salas que
introducen al espectador en diferentes sensaciones, con el fin de romper con
el binomio espacio-tiempo. E. Heartney señala como este artista crearía en el
espectador una experiencia fragmentada, acelerada y con múltiples capas.
Doug Aitken afirma como esta obra estaría concebida para evocar el aspecto
de escenas múltiples de la vida real, diciendo:
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 199

Pasear puede ser una experiencia asombrosa, impulsados por nuestras


piernas, encontramos ritmos y tempos. Nuestros cuerpos se mueven en
ciclos repetitivos y mecánicos. Perdemos el hilo de nuestras
divagaciones. El tiempo se nos escapa; se estira y se condensa. A veces
la velocidad de nuestro entorno no está sincronizada con la percepción
que tenemos de él. Cuando eso sucede, se crea una especie de zona gris,
un estado de flujo que me fascina. (como se citó en Heartney, 2008, p.
158)

Imagen 1. Aitken, D. (1999). Electric Earth [en línea, Instalación de video de


ocho canales y entorno arquitectónico, medidas variables.]

D. Chopra se pregunta si la realidad cuántica no estará situada en nuestros


pensamientos, emociones y deseos, diciendo como “Necesitamos de la
Naturaleza para liberar nuestra naturaleza. Estamos rodeados por la mejor de
las sustancias, es decir, el aire, el sol y la belleza” (Chopra, 2014, p. 136). Pues
como decía Mondrian: “Hoy no sólo la belleza pura nos es necesaria, sino que
es el único medio que nos manifiesta puramente la fuerza universal que
contienen todas las cosas.” (como se citó en Vicens, 1973, p. 87) Esta
búsqueda de Mondrian estará presente en Andy Goldsworthy que afirma como
la naturaleza adquiere una nueva dimensión mediante su interrelación con los
fenómenos naturales como el hielo, nieve, tallos de hierba, arena, piedras,
zarzas, cañas, hojas, flores, bayas, plumas o el viento, diciendo como en sus
procesos creativos tuvo que olvidar su idea de la naturaleza y empezar a
aprender “que la piedra es dura y al hacerlo descubrí que es también blanda.
200 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

Arranqué hojas, partí piedras, rasgué plumas […] para transcender las
apariencias y tocar parte de su esencia” (como se citó en Lailach, 2007, p. 48).
Para D. Chopra y M. C. Kafatos el azar y el diseño colaborarían entre sí no
sólo en la naturaleza, sino también en nuestros cuerpos y pensamientos,
diciendo que si damos al azar su justo valor como ocurre en la teoría cuántica
“el cosmos se aproxima a comportarse como una mente… y no sólo eso: como
una mente humana” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 166). En este sentido W.
Rambla señala como todo lo que nos rodea estaría compuesto por materiales
que se encontrarían en la naturaleza poseyendo “unas dimensiones
estructurales y/o genéticas que permiten el paso de la potencia al acto, de las
posibilidades in nuce de lo real a su realidad efectiva” (Rambla, 2008, p. 301).
Por lo que este autor deduce que todo se regiría por unas pautas parecidas,
nombrando a Christopher Williams que decía en su obra Los orígenes de las
formas, como las cosas que construimos “la forma de estas cosas, los
materiales utilizados, las leyes que controlan sus dimensiones y las
estructuras, no son muy diferentes de aquellas que operan en el mundo
natural” (como se citó en Rambla, 2008, p. 301).

La Organización de Nuestra Experiencia por Medio de los Símbolos y


los Qualia

C. G. Jung desde el punto de vista psicológico distingue dos funciones que


formarían parte de la aprehensión real del objeto y del crear artístico que serían
la “abstracción” y la “empatía”. En la primera el objeto estaría a priori dotado
de vida y de una actividad autónoma que llevaría a la creación de formas
artísticas y al conocimiento del objeto diciendo como el ser humano crearía
una imagen abstracta con la que se identifica convirtiéndose “para él en cierto
modo en una fórmula liberadora. De esa manera el hombre se enajena de sí
mismo y transfiere su vida a su abstracción, en la que en cierto modo se
cristaliza” (Jung, 1994, p. 353). Para C. G. Jung la abstracción se separaría del
objeto para suprimir el encadenamiento a éste, llevando al sujeto a la creación
de formas artísticas y por otro lado al conocimiento del objeto. Mientras que
la empatía sería igualmente un órgano de creación artística y de conocimiento,
pero esta última tendría lugar sobre una base completamente distinta de la
abstracción. La abstracción sería para este autor, por ejemplo, una imagen de
la naturaleza concreta mostrando una semejanza asombrosa con la estructura
molecular de elementos orgánicos e inorgánicos de la materia. Aquí la
intención del artista no participa en el proceso artístico, ya que, éste no es tan
libre en su labor creadora como él puede creer, sino que su obra la realiza de
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 201

una forma más o menos inconsciente. La empatía en cambio se basaría en el


significado y poder mágico del objeto, ya que, ésta se sustentaría en el
significado mágico del sujeto, el cual se apodera del objeto por medio de la
“identificación mística. Así como, de un lado, el primitivo está mágicamente
influido por la fuerza del fetiche, así de otro, él mismo es también el mago y
el acumulador de la fuerza mágica que confiere <carga> al fetiche” (Jung,
1994, pp. 351-352). Kandinsky sigue la misma línea de pensamiento cuando
dice que un objeto sería “un ente con vida propia, de la que brotan
inevitablemente efectos. El ser humano está constantemente expuesto a estas
<irradiaciones psicológicas>, cuyos efectos permanecen en el
<subconsciente> o pasan a la conciencia” (Kandinsky, 2010, p. 62).
S. Langer dice como los símbolos que más se acercan al arte serían los del
mito, el rito y la metáfora definiendo la obra de arte “como <símbolo de un
sentimiento>” (Dorfles, 1967, p. 181). Para esta autora el pensamiento
humano tendría la capacidad de crear el símbolo, es decir “sacar de todo dato
sensorial una <forma> particular que lo impersonalice” (Dorfles, 1967, p.
181). Esta función simbólica derivaría “de un espontáneo proceso de
abstracción que tiende a reconocer el concepto de toda configuración
abastecida por nuestra experiencia, a racionalizar después de toda sensación”
(Dorfles, 1967, p. 181). Al igual que S. Langer, D. Chopra y M. C. Kafatos
señalan como nuestra experiencia del mundo se organizaría por medio de
símbolos:

Nosotros humanizamos la realidad, y los qualia que se registran en el


cerebro (el dolor, la luz, el hambre, las emociones, etcétera) hacen, a su
vez, que el cerebro y el cuerpo evolucionen como representaciones
simbólicas. Este bucle retroalimentado no tiene su origen en la biología
del cerebro; se origina en la consciencia. La consciencia humana es un
canal concreto de salida expresiva para el campo de la consciencia no
diferenciado: lo uno crea lo múltiple. (Chopra y Kafatos, 2017, p. 332)

D. Chopra y M. C. Kafatos señalan como los genes, los epigenes y nuestras


redes neuronales conservarían y nos recordarían todos los pasos de nuestra
evolución, siendo sistemas de registro a las que definen como “firmas
simbólicas de redes cuálicas dinámicas. Cada red es autoorganizada, pues no
hay dos especies ni dos individuos que funcionen a partir de dos programas
cuálicos idénticos. Cada escenario es único; cada uno funciona a través de sus
propias posibilidades” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 338). En este sentido
Dretske y Tye proponen respecto a los qualia la teoría representacional de la
mente fenoménica que dice como nuestros estados mentales serían
202 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

representacionales sean estados intencionales o cualitativos, así Dretske haría


una distinción entre dos tipos de representaciones mentales entre las que se
encuentran las conceptuales o intencionales y las no-conceptuales o
fenoménicas que serían las que tendrían que ver con la experiencia sensible,
esta tesis representacional identificaría a “los qualia con las propiedades de
los objetos que se representan naturalmente, esto es, con aquellas propiedades
que la mente está diseñada (biológicamente) para representar sin mediación
conceptual” (Pérez, 2002, p. 74).
E. R. Kandel señala como David Hubel y Torsten Wiesel basándose en los
trabajos realizados por Kuffler sobre las primeras etapas de la visión,
abarcaron otras regiones del cerebro, mejorando “de una manera espectacular
nuestra comprensión del procesamiento de la información visual gracias a los
diversos relés de esas regiones” (Kandel, 2014, p. 285). Según E. R. Kandel,
este trabajo junto con el de Semir Zeki, del University College de Londres,
nos ayudan a ver cómo el cerebro construiría las líneas y los contornos
necesarios para reconocer los objetos. Según Zeki la línea habría tenido una
gran importancia en artistas como Paul Cèzanne, Kazimir Malevich y los
cubistas que habrían captado intuitivamente que “en el cerebro del
observador, las líneas se someten a un procesamiento muy complejo para
generar la impresión de un borde” (Kandel, 2014, p. 285). David Hubel y
Torsten Wiesel descubrieron además que las neuronas de la corteza visual
primaria reaccionarían de manera ordenada a líneas con una orientación
vertical, horizontal u oblicua concreta:

[…] cuando una línea o un borde de color negro giran sobre un eje ante
nuestros ojos cambiando lentamente el ángulo de los bordes, se activan
neuronas diferentes como repuesta a los distintos ángulos. Algunas
neuronas responden cuando el borde está vertical, otras cuando está
horizontal y otros cuando está inclinado. Además, al igual que las
neuronas de la retina (y del núcleo geniculado lateral), las células
nerviosas de la corteza visual primaria responden mejor a las
discontinuidades entre oscuridad y claridad. (Kandel, 2014, pp. 289-
290)

E. R. Kandel afirma que nuestro sistema visual podría elegir y descartar


información, algo que no podrían hacer ni las cámaras, ni los ordenadores,
llegando a la conclusión de que nuestro ojo no se comportaría como una
cámara porque no registraría la imagen de una escena o de un objeto píxel a
píxel, ni captaría con exactitud los colores de la imagen:
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 203

[…] cuando una línea o un borde de color negro giran sobre un eje ante
nuestros ojos cambiando lentamente el ángulo de los bordes, se activan
neuronas diferentes como respuesta a los distintos ángulos. Algunas
neuronas responden cuando el borde está vertical, otras cuando está
horizontal y otras cuando está inclinado. Además, al igual que las
neuronas de la retina (y del núcleo geniculado lateral), las células
nerviosas de la corteza visual primaria responden mejor a las
discontinuidades entre oscuridad y claridad. (Kandel, 2014, pp. 289-
290)

Vera Molnar fue la primera artista que en 1968 experimentó un nuevo


lenguaje de imágenes a través de un ordenador, creando dibujos basados en el
cuadrado y la línea mediante una estricta sistematización abstracta dominada
por la probabilidad como vemos en su obra de 1969 titulada Disturbances
through overlappings (Imagen. 2), explicando así su proceso de trabajo:

Me imaginaba que tenía un ordenador. Inventaba un programa y


entonces, paso a paso, realizaba series sencillas, finitas, pero que
concluían en sí mismas, es decir, que no omitían ninguna combinación
de formas. Cuando me fue posible, sustituí el ordenador imaginario por
uno de verdad. (como se citó en Lieser, 2010, p. 49)

Imagen 2. Molnar, V. (1969). Disturbances through overlappings [en línea, tinta


sobre papel, impresión gráfica de computadora; edición 2 de 2; 29 x 77 cm.].

La línea recta sería el componente básico de formas más complejas como


el cuadrado que Molnar representa de manera bidimensional en primer plano,
los fisiólogos Hubel y Wiesel descubrieron en sus estudios del cerebro visual
204 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

que estas células serían los componentes fisiológicos básicos de la generación


neuronal de las formas, descubriendo que las neuronas de la corteza visual
primaria no reaccionarían a “cualquier” línea, sino a líneas con una
orientación concreta, siendo estas, vertical, horizontal u oblicua. Las células
del cerebro sabrían traducir de manera excelente las líneas y los contornos a
bordes:

El cerebro integra las líneas simples para formar los bordes que
diferencian una figura de su fondo. Siempre que tenemos los ojos
abiertos, las células de orientación de la corteza visual primaria
construyen los elementos lineales de la escena que tenemos delante.
Además, la corteza visual primaria utiliza las regiones inhibidoras de
los campos receptoras de esas neuronas para intensificar las líneas de
contorno de una imagen. (Kandel, 2014, p. 302)

El Campo de Consciencia Pura y los Qualia

D. Chopra y M. C. Kafatos afirman como crearíamos nuestra propia realidad


perceptual mediante la interacción con la “consciencia pura” que sería el
campo básico fundamental de la existencia que no puede ser concebida por
nuestro cerebro ya que éste sólo puede conocer la realidad a través de los
qualia: “El seno de la creación está más allá del espacio, del tiempo, de la
materia y de la energía” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 333). Estos autores
identifican el estado de pre-creación del universo material con el vacío
cuántico, diciendo como la teoría cuántica y las teorías que derivan de ésta,
considerarían el vacío como “lleno de ‘cosas cuánticas’” (Chopra y Kafatos,
2017, p. 63), frente a la física clásica donde este vacío no contendría nada. El
vacío cuántico estaría lleno de grandes cantidades de energía que no se
manifestaría en el universo mediante la observación con nuestros medios
actuales:

[…] el universo sale del vacío cuántico, al menos en cuanto a la


disponibilidad de las energías potenciales suficientes. Y tampoco cabe
dudar que, si nos remontamos en la historia del universo hasta su fase
más temprana, debe intervenir en esta la física del vacío (cuántico).
(Chopra y Kafatos, 2017, p. 63)

Para Sri Aurobindo existiría una “consciencia cósmica” (Aurobindo,


1980b, p. 235) o supermental a la que sitúa en el yo de la consciencia universal,
donde el “conocedor individual” viviría y estaría “más o menos íntimamente
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 205

unido” (Aurobindo, 1980b, p. 235) y sostendría ante él, el objeto de


conocimiento:

El conocedor es un testigo en su observación y esta relación parecería


implicar una inigualdad y diferencia, pero la cuestión es que no se trata
de una diferencia enteramente separativa y no procura una idea
exclusiva de la cosa observada como completamente no-yo, como en la
visión mental de un objeto externo. Siempre existe un sentimiento
básico de unidad con la cosa conocida, pues si esa unidad no puede
haber conocimiento supramental. El conocedor, al llevar el objeto en su
universalizado yo de la consciencia como una cosa mantenida frente a
su ubicación de visión testimonial, lo incluye en su propio ser más
amplio. (Aurobindo, 1980b, pp. 235-236)

Jorge Oteiza dedicará toda su vida a una búsqueda de perfeccionamiento


espiritual a través de su obra, diciendo: “El arte está entrando en una zona de
silencio (yo terminé en un espacio negativo, en un espacio solo y vacío). En
esta Nada el hombre se afirma en su ser (como se citó en Vega, 2005, p. 65).
Para Sri Aurobindo el silencio, la entrada en un vacío inmenso e infinito, sería
una parte de la experiencia interior espiritual, a la que describe como el
“silencio del Espíritu” que no sería el paso a la no-existencia, sino a una
existencia más grande. El pensamiento de Jorge Oteiza en su concepción de
la materia no difiere mucho de estas ideas, ya que el escultor decía como el
vacío sería “la respuesta más difícil y última en el tratamiento y
transformación del espacio. El vacío se obtiene, es el resultado de una
desocupación espacial, ésta es su energía creada por el escultor, es la presencia
de una ausencia formal (como se citó en Rowell, 2005, p. 25).
Sri Aurobindo define el vacío como si el universo fuera sentido en uno
mismo o como uno mismo, siendo “una extensión de una consciencia de sí
esencial, libre y pura, o es una identificación con el Todo, la extensión o la
identificación que constituye un ser cósmico, un individuo universal”
(Aurobindo, 2008. p. 164). M. L. von Franz afirma como el “sí-mismo” sería
el Hombre Cósmico considerado en Oriente y en algunos círculos gnósticos
de Occidente, como una imagen psíquica interior. En la tradición hindú, sería
el Purusha que viviría dentro del corazón de todo ser humano y al mismo
tiempo llenaría todo el cosmos: “Este Gran Hombre interior redime al
individuo conduciéndole, fuera de la creación y sus sufrimientos, otra vez a
su esfera originaria. Pero sólo puede hacer esto si el hombre le reconoce y se
despierta de su sueño para dejarse conducir” (Franz, 1997, p. 199).
206 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

Y. Michaud señala como el individuo moderno sería un ser frágil que


poseería un malestar con su propia identidad, el individuo moderno encauzaría
su subjetividad mediante la búsqueda de nuevas sensaciones ligadas al lujo, el
placer y la ostentación encontrando a través de estas experiencias su propia
identidad a la que define como “la identidad del que tiene esa experiencia”
(Michaud, 2015, p. 187), en vez de reconocerse a sí mismo “en la experiencia
<de verdad> descubriendo en ella como en un espejo su esencia o su
naturaleza” (Michaud, 2015, p. 187), de esta manera la subjetividad se llenaría
“de una experiencia buscada como excepción, originalidad y nostalgia. Y así
cobra vida, se anima, existe” (Michaud, 2015, p. 187). Para Sri Aurobindo
nuestra existencia sería un proceso de autocreación, crecimiento y desarrollo,
siendo al principio subconsciente, después semiconsciente y, finalmente, cada
vez más y más plenamente consciente de lo que potencialmente somos y
llevamos en nuestro interior, definiendo al hobre como un ser mental en la
Naturaleza que se distinguiría de las demás criaturas menos desarrolladas por
un mayor poder de individualidad, y por haber liberado la consciencia mental.
Según este autor la materia no habría podido llegar a ser una cosa animada, si
el principio de vida no hubiese estado allí formando parte constitutiva de la
materia y emergiendo bajo la forma de “vida-en-la-materia”. Ésta última
tampoco hubiera podido comenzar a sentir, a percibir, a pensar y a razonar, si
de alguna manera el principio mental no hubiera estado detrás de la vida y de
la sustancia material. Este principio mental se serviría y se constituiría de la
vida y de la sustancia material, usándolas como de base operativa, emergiendo
posteriormente a través del fenómeno de una vida y un cuerpo dotados de
pensamiento. A esto habría que añadir como también la espiritualidad que
emergería en nuestra mente, “es el signo de un poder que es el fundamento y
la base constitutiva de la mente, la vida y el cuerpo, y que surge ahora bajo la
forma de un ser espiritual encarnado en un cuerpo material viviente y
pensante” (Aurobindo, 2002, p. 16). El Espíritu sería algo distinto y más
grande que la mente, habiendo emergido en la última fase del proceso
evolutivo “porque es el elemento y el factor original de la involución”
(Aurobindo, 1999, p. 82). Afirmando como la consciencia y la alegría de ser
serían los primeros padres:

Y también los últimos descendientes. La inconsciencia es solamente un


intervalo de desvanecimiento de la consciencia o de su oscuro sueño; el
dolor y la propia extinción no son más que la alegría de ser huyéndose
a ella misma con el fin de encontrarse en otro sitio y de otro modo.
(Aurobindo, 1976, p. 31)
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 207

R. Lawlow señala como artistas abstractos como Kandinsky estuvieron


influidos por la cosmología geométrica que formaría parte de una doctrina
mística de la creación conocida como antropocósmica, una doctrina
fundamental en la tradición esotérica de la filosofía desde la antigüedad y que
fue actualizada en el siglo XX por Rudolf Steiner, R. A. Schwaller de Lubiez
y otros: “El principio primero de esta teoría es que el hombre no es un simple
componente de este universo, sino que es más bien a la vez el producto final
recapitulador de la evolución y la potencial semilla original a partir de la cual
germinó el universo” (Lawlor, 1993, p. 90).
La filosofía antropocósmica representaría la evolución como un
intercambio, una inversión continúa entre el eterno hombre cósmico y la
humanidad que se encontraría en vías de evolución. Para Rudolf Steiner el ser
humano no estaría en realidad separado del mundo, sino que formaría parte de
éste, y su conexión con la totalidad del cosmos se encontraría interrumpida no
en la realidad, sino para nuestra percepción:

El monismo tal como nosotros lo entendemos, muestra que podemos


creer en esa independencia sólo en tanto que el pensamiento se abstiene
de ajustar lo percibido a la red del mundo conceptual. Tan pronto como
esto tiene lugar, la existencia parcial se revela como mera apariencia
debida a la percepción. Su existencia total, contenida en sí dentro del
universo, puede hallarla el hombre sólo por medio de la experiencia del
pensamiento intuitivo. El pensamiento destruye la apariencia debida a
la percepción, e incorpora nuestra existencia individual a la vida del
cosmos. La unidad del mundo conceptual, que contiene las
percepciones objetivas, comprende también el contenido de nuestra
personalidad subjetiva. (Steiner, 1990, pp. 195-196)

Resonancia Mórfica y los Qualia Compartidos

Para D. Chopra y M. C. Kafatos es importante empezar a concebir una


realidad nueva que tendría que ver con un universo nuevo, para ello
tendríamos que abordar la realidad como un todo, aunque nuestra “mente
limitada no es capaz de hacerlo” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 300). La
solución de un nuevo renacer del ser humano estaría en el “monismo” que
significa “uno, solo o único” que sería la alternativa al dualismo, diciendo que
el “rasgo básico de la realidad es la unicidad, no la separación” (Chopra y
Kafatos, 2017, p. 301). Nuestras oposiciones estarían construidas por nuestra
mente, construiríamos nuestro mundo a base de opuestos que no serían reales,
llamando la atención de como nuestra experiencia subjetiva o la empatía que
208 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

sentimos con los demás se produciría por “la resonancia de los qualia
compartidos” (Chopra y Kafatos, 2017, p. 333). Para D. Chopra y M. C.
Kafatos el universo sería cíclico, un Bing Bang conduciría a otro en un ciclo
que no tendría fin, por lo que el estado de precreación, sería en realidad el
final del universo que habría existido con anterioridad donde la “sucesión de
creaciones conserva una cierta memoria de un ciclo a otro” (Chopra y Kafatos,
2017, p. 68). Estos autores basan estas teorías en nuestra pervivencia de la
información:

Si un universo anterior engendró el nuestro, es posible que las


constantes y las leyes de la naturaleza se pudieran transmitir de uno a
otro en forma de información, sobre todo matemática, pues deben
intervenir ciertos aspectos de matemáticas fundamentales, sin que esta
manera de pensar llegue a afirmar que las matemáticas son una
propiedad física. (Chopra y Kafatos, 2017, p. 72)

R. Sheldrake concibe el universo en evolución, explicando cómo los


principios organizativos de “todos los sistemas a todos los niveles de
complejidad” habrían evolucionado, originándose con el paso del tiempo, de
forma que ninguno de ellos habría existido al principio, es decir cuando se
produjo el Bing Bang. De esta forma los cambios sociales y culturales,
tendrían que ver con los “campos mórficos”, donde se produciría en general
un efecto estabilizante y conservador, es decir, no podrían explicar por sí
mismos la iniciación del cambio, aunque dichos cambios pueden depender de
diversos factores:

El origen de los campos nuevos depende de las circunstancias y de los


procesos creativos que no pueden explicarse en términos de repetición.
Pero una vez aparecidos los nuevos patrones de actividad, la difusión y
la adopción de estas innovaciones pueden facilitarse perfectamente por
resonancia mórfica. (Sheldrake, 2006, pp. 380-381)

K. Korotkov llama la atención de como en el siglo XXI se habría


introducido la teoría que considera como los cambios epigenéticos de un
organismo tendrían que ver con el medio ambiente, demostrándose como el
ADN cambiaría por la influencia de las condiciones externar del entorno y
como estos cambios se pueden heredar, esta teoría demostraría que “la base
molecular del lamarckismo es imposible de negar, particularmente porque
estos datos se obtuvieron en el marco del paradigma genético actual”
(Korotkov, 2019, p. 177) Para este autor lo más importante de esta cuestión
BRAC - Barcelona Research Art Creation, 9(2) 209

es que estos cambios se heredan por las generaciones posteriores además de


descubrirse “le existencia de numerosos mecanismos genéticos moleculares,
que aseguran la herencia de las características adquiridas… Algunos de estos
elementos son sorprendentemente consistentes con la hipótesis visionaria de
Darwin sobre Pangénesis y gemmules” (Korotkov, 2019, p. 177).
M. Bautista Pérez señala como la Tierra estaría plenamente interconectada
con todo lo que sucedería en el universo, en el cual habría un aumento de la
complejidad, siendo una tendencia dominante en su formación, explicando
como la consciencia humana debió surgir como consecuencia de ciertas leyes
naturales: “Así como los átomos se unen, los cuerpos caen o los imanes se
atraen y se repelen, podría suceder que tanto la vida como la consciencia
fueran resultados lógicos de ciertas leyes de la naturaleza” (Bautista Pérez,
2015, p. 404). Todo esto se habría ayudado del entorno para activar esta
consciencia, además de una reconfiguración de “la estructura neuronal
cerebral de modo que pudiese vehicular el nuevo funcionamiento de la
consciencia” (Bautista Pérez, 2015, p. 405).
Sri Aurobindo señala como la mente colectiva de la humanidad debe
comenzar a admitir las ideas propias de un orden superior, donde los artistas
pueden ser los precursores de una nueva etapa. Para que se produzca su
llegada, se debe dar un primer signo esencial del inicio de este proceso como
el surgimiento y la expansión de la concepción subjetiva de la vida:

La idea del alma, el ser interior, sus poderes, sus posibilidades, su


crecimiento, su expresión, y la creación de un medio verdadero,
hermoso y favorable para el alma, como la única cosa que tiene una
importancia primordial y definitiva. Es preciso que aparezcan los
signos precursores de una edad subjetiva en el pensamiento de la
humanidad y en su esfuerzo social. (Aurobindo, 2002, pp. 280-281)

La vida en la Tierra sería una red de qualia que nos ayudaría en nuestra
evolución donde el siguiente salto que demos tendría que ver con nuestra
consciencia pues como dicen D. Chopra y M. C. Kafatos: “El universo
consciente abarca el cambio, el no cambio y el estado de cambio en potencia.”
(Chopra y Kafatos, 2017, p. 291) Estos autores creen que hoy más que nunca
la sociedad quiere mejorar y transformarse, por esta razón cada vez más el ser
humano estaría aceptando el concepto de universo consciente, el universo
estaría creado “para fomentar la expansión de la consciencia en el individuo.
Sólo sobre esta base podemos hablar de cambio y de cómo alcanzarlo”
(Chopra y Kafatos, 2017, p. 294).
210 Belén León-Río– Los Qualia y la Experiencia de la Consciencia.

Conclusiones

La mente del artista tendría una aspiración de conocer la naturaleza de las


cosas mediante los qualia que variarían en función del estado de nuestra
consciencia, donde la materia abarcaría también nuestros pensamientos y
sueños, ya que viviríamos en un mundo cuántico multidimensional donde nos
proyectaríamos en todo lo que experimentamos.
Los qualia que constituirían las cualidades cotidianas de la existencia
emanarían de la consciencia, donde el arte puede jugar un importante papel
mediante la aplicación de nuestras capacidades perceptivas e intuitivas,
generando emociones sensitivas y experiencias de carácter subjetivo tanto en
el creador como el receptor de la obra de arte.
Nuestra percepción actual del mundo mediante los sentidos sería
anacrónica y disociativa ya que no tendríamos en cuenta que nuestro cerebro
percibe al margen de los sentidos, esta situación estaría limitando la apertura
de nuestra capacidad sensitiva a todo tipo de experiencias, no obstante a través
de la subjetividad y los procesos artísticos se puede romper con la razón, aquí
los qualia tienen un importante papel ya que esta experiencia del mundo se
organizaría por medio de símbolos que se representarían en el arte, elevando
así nuestra consciencia.
La sociedad actual puede cambiar y transformarse gracias a la red de qualia
donde la inteligencia artística estaría mejor dispuesta para organizar nuestra
vida interior y exterior, abordando la realidad como un todo único en su
diversidad, acercándonos así a una consciencia más grande donde los qualia
nos ayudarían en esta aventura evolutiva.

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Belén León-Río: Profesora Titular del Departamento de Escultura e Historia


de las Artes Plásticas. Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla.

Email address: belenleon@us.es

Contact Address: Facultad de Bellas Artes, Departamento de Escultura e


Historia de las Artes Plásticas. Calle Laraña nº3. CP. 41003. Sevilla. (España)

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