Professional Documents
Culture Documents
Wednesday - Kendall Ryan
Wednesday - Kendall Ryan
Wednesday - Kendall Ryan
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Epílogo
Sobre la autora
Sexo hard-core.
Estaba de pie en la esquina hablando con una de las tías abuelas de ella,
sosteniendo un vaso vacío que mi hermano había mantenido lleno de whisky
toda la tarde. Quería ayudar, hacer algo, cualquier cosa, quitar esa mirada
oscura y tormentosa de sus ojos, así que le pregunté si quería tomar un poco de
aire.
Él tomó mi mano ofrecida sin decir una palabra, pero en lugar de llevarme
afuera como esperaba, tal vez al porche delantero para respirar el aire fresco de
febrero, me llevó escaleras arriba. Y directo al baño. Sin decir una palabra, me
quitó mi suéter de cachemira negro sobre mi cabeza.
Me quedé allí sorprendida por unos segundos. Este era Shaw, mi antiguo
mejor amigo y del que estaba eternamente enamorada. El hombre que una vez
sostuvo mi corazón en la palma de su mano cuando era joven y tonta. Y
acababa de pasar por el evento más traumático de sus veintiséis años: perder a
su esposa por culpa de un conductor ebrio. Sin embargo, aquí estaba él,
singularmente centrado en desnudarme, y aparentemente lo más rápido
posible.
—¿Qué? —Tiré las toallas lavadas en una canasta y las levanté sobre el
mostrador.
—Nada —mentí.
Todo había cambiado con el pasar de unos pocos meses. Ese día sombrío
podría haber sido cómo todo comenzó con Shaw, pero desde entonces se había
transformado en algo aún más oscuro.
—Bien —gruñí.
La gente de nuestro pueblo isleña sentía una profunda simpatía por él, le
llevaban comidas caseras, dejaban flores en la lápida de Samantha y lo
abrazaban con lágrimas en los ojos en restaurantes y farmacias. Era
prácticamente una celebridad local por los negocios de su familia aquí, pero
también por la tragedia en su vida el año pasado. Estaba segura de que me
pintarían como una puta oportunista que tentó al afligido viudo, aprovechando
su situación para mi propio beneficio, pero eso no podría estar más alejado de
la verdad. Cada vez que se iba, casi me mataba por dentro.
El primer piso del lugar era al estilo de las antiguas plantaciones donde fui
criada, y ahora tenía los cuartos donde vivía Jason y nuestras oficinas. El
segundo piso tenía ocho suites de huéspedes que manteníamos rentadas
durante, junto con un apartamento para mí con una entrada independiente. Y
en el patio cubierto de hierba, en el centro de nuestro paseo circular, había una
fuente donde había dejado caer unos centavos cuando era una niña, pidiendo
deseos infantiles. Lo miré anhelante, silenciosamente esperando un poco de
buena suerte.
El hombre con los ojos color avellana que parecían cambiar de color con su
estado de ánimo, un alma vieja y un trasero perfecto.
Dios, Chloe.
La primera vez que sucedió, pensé que era un golpe de suerte, un error
borracho y lleno de culpa. Estaba segura de que era algo único, y algo que
esperaba que pudiéramos olvidar y seguir adelante. Cuando apareció en la
puerta de mi casa unos días después, en la mitad de la noche, supuse que era
para disculparse. Supuse que me rogaría que lo perdonara, me explicaría que se
había vuelto loco y que todo había sido un gran error.
Por favor.
Fue una súplica rota, una oración en sus labios. Me sorprendió… como si
solo yo tuviera el poder de curarlo. Me estaba dando todo el control en este
intercambio. Podría haber dicho que no y una parte de mí quería hacerlo.
Podría haberlo alejado y haber terminado con todo esto.
Shaw…
Te necesito, Chloe.
Todos los miércoles desde esa noche, era como un reloj. Shaw siempre
encontraba el camino hacia mi puerta y yo siempre respondía que sí, dejándolo
follarme como quisiera. Por lo general era duro, rápido y brutal. Siempre me
venía varias veces antes de que él encontrara su liberación. Pero en vez de
ayudarlo a sanar, como traté de fingir que estaba haciendo al principio, estaba
empeorando.
Como ahora.
Solté profundo suspiro. No quería discutir con él. —Tengo una fiesta y
necesito un bote.
Él gruñó. —¿Cuándo?
—Ven aquí. —Ofrecí mi mano y ella la tomó, dejándome tirar de ella hacia
mi regazo. Su suave aroma floral mezclado con el aire del océano me rodeaba, y
yo inhalé contra el costado de su cuello.
Estaba cruzando nuevos límites: uno, era un domingo y dos, era mediodía,
pero sabía que no me rechazaría. Al menos, apostaba que no lo haría.
Ella se había convertido en una obsesión para mí. ¿Quién sabía que mi
dulce y pequeña amiga con sus grandes e inocentes ojos azules y sus altos
pómulos rosas era una follada épica? Un coño perfectamente rosa con su
apertura húmeda, rogándome que lo llene… el latido de su corazón solo para
mí... los sonidos necesitados que murmuró cuando entré en ella.
Ella gimió mi nombre con dientes apretados. Podía sentir el calor húmedo
entre sus piernas y sabía que ya se estaba mojando para mí.
La idea de que ella se fuera no era placentera, pero sabía que no podía
hacer que se quedara. No tenía nada que ofrecerle, nada real para darle.
Ella tomó su bolso y se fue antes de que siquiera pudiera regresar mi polla
a mis pantalones.
Me quité la ropa de ayer mientras iba hacia el pequeño baño con una de
ducha de cristal. Sin molestarme en permitir que el agua se calentara, entré bajo
el rocío y siseé a través de mis dientes.
Una ducha fría, para ponerme sobrio y para bajar mi ardiente libido.
Samantha había sido asesinada un miércoles. Cuatro días más tarde, fue
su funeral, no estaba ni un poco más cerca de entender qué había pasado. Me
sentía perdido y vacío, nada tenía sentido. Entonces, Chloe tomó mi mano y me
miró con preocupación en sus ojos azul mar, y reaccioné. Rompí la única regla
que juré nunca rompería. Chloe prácticamente era una hermana para mí. Una
amiga. Mi mejor amiga. Nunca mi amante. Eso no me había detenido de usarla
para escapar de la pena que me atormentaba día y noche.
Vivíamos y moríamos por la regla de “el cliente siempre tiene la razón”. Hoy
en día, cometes un error y un cliente enojado te romperá con una reseña de una
estrella en redes sociales; y cosas como esas permanecen allí por siempre.
Apenas estábamos saliendo adelante como estábamos. No podíamos
permitirnos decir no y dejar a los huéspedes insatisfechos. No si podía evitarlo,
de cualquier forma. Además, con Chloe siendo la que lo pidió, no podía
exactamente decir que no, considerando todas las formas en que ella había
hecho por mí.
—Nah. Lléname el tanque. Yo mismo los llevaré más tarde. —Una vez que
esté sobrio.
No sabía cuánto sabía de mi relación con Chloe. Pero nunca iba a estar allí
de nuevo con una mujer. Comprometida y profunda monogamia. De ninguna
forma. Una vez, antes, cambié quién era y casi pierdo a una amiga de toda la
vida, y mira lo que pasó. Mi mundo entero se fue a la mierda. Mi filosofía ahora
era que un coño era fácil de conseguir y mejor cuando rotaba con regularidad.
Entonces, ¿por qué no has visto a nadie excepto a Chloe?, preguntó una
pequeña voz dentro de mí.
La parte escalofriante era que no tenía idea a donde iba esto y como
posiblemente podría terminar bien, pero sabía una cosa con certeza; no tenía
planes de poner fin a nuestro acuerdo.
—Sí, jefe.
***
Él era una maravilla moderna. Una dieta llena de grasa, sin embargo, flaco
como un riel y saludable como un caballo.
Sacudí la cabeza.
Gruñó.
No dije nada porque no tenía nada que decir. Su situación y la mía eran
muy diferentes. Yo había celebrado solo un aniversario con Samantha y tenía
todo para adaptarme completamente a la vida como marido. Era un papel en el
que creo que no fui muy bueno, eso solo ha añadido más culpa.
Él asintió. —Bótalas.
—Construí este lugar con mis manos. No es mucho, pero es donde amé a
mi Sarah, y donde la perdí también. Quisiera vivir aquí por el resto de mis días,
muchas gracias.
En aquel entonces, las cosas eran muy diferentes. Nunca pensé en Shaw de
esa manera. Pero ahora, mirando atrás, había señales de que en el fondo sentía
algo más por el chico al que llamaba mi mejor amigo.
Parecía tan obvio ahora. Siempre odié a sus novias, nunca pensé que
fueran lo suficientemente buenas para él. Cuando éramos más jóvenes era
porque no sabían cómo armar sus propios anzuelos o atrapar peces pequeños
en la bahía, y cuando éramos mayores era porque siempre parecían ser
demasiado con sus uñas pintadas y brillantes, reflejos en su cabello rubio
platino, y jeans de diseño de temporada.
Una cosa era segura: las chicas siempre acudían en manada a Shaw.
Siempre estuve a su lado en todas las rupturas y aventuras de una noche. Pero
luego conoció a Samantha y todo mi mundo cambió. No podía culparla, ella era
adorable por millón. Y tampoco podría culparlo.
Fue un año después de que llegáramos a casa de la universidad y estuve
ocupada trabajando setenta horas en la posada de mis padres, pero mi hermano
y yo continuamos cuando se jubilaron. Se fueron en una casa rodante con
mapas y un plan para explorar los cuarenta y ocho estados más bajos. Pero en
lugar de eso, estaban estacionados en la entrada de la casa suburbana de Kansas
de mi hermana mayor para poder estar cerca de sus nietos. Suponía que no
regresarían a Florida hasta que tuviera a par de niños para que los consientan, o
mi hermano atrapara a alguna turista pobre e inocente. La mayoría de las
locales sabían que Jason era un jugador y se mantenía alejadas.
Una parte de mí deseaba que Shaw fuera así, un jugador que se movía de
chica a chica, sin asentarse ni ponerse serio. Pero él no fue educado de esa
manera. Era un monógamo de principio a fin, pasando de una relación seria a
otra mientras yo permanecía permanentemente soltera.
Por un lado, los turistas eran la razón por la que muchos de nosotros
podíamos vivir en el paraíso a tiempo completo. Ellos alquilaban nuestras
habitaciones de hotel, autos, y botes, comían en los restaurantes, y compraban
en las boutiques de la calle principal. Pero también llenaban nuestros caminos
con tráfico adicional, ensuciaban nuestra playa con los restos de sus días de
campo, y algunas veces… algunas veces, hacían cosas muy malas. Cosas
imprudentes que nunca podrían ser recuperadas.
Por lo menos, así es como lucía desde fuera. Tal vez ni siquiera era
depresión. Era más como un oscuro ensueño, uno del que parecía no poder
escapar. Y a pesar de lo cerca que estábamos físicamente, yo todavía era lo que
era… una extraña retenida a distancia. Shaw nunca me permitía acercarme lo
suficiente para ver el interior, para entender qué estaba pensando y sintiendo.
Quería que sanara. Quería que estuviera bien. Y durante esas pocas horas
a la semana, si él podía perderse en mí, estaba muy feliz de complacerlo.
***
—¿Con qué? —pregunté, sirviéndome una segunda taza de café. Eran las
dos de la tarde, pero al ser copropietarios, Jason y yo ahora sabíamos qué
horario funcionaba mejor para nosotros. Después de almorzar entrábamos en
calor para el día, y a menudo trabajábamos hasta tarde por la noche.
Shaw había estado enamorado una sola vez, por lo que sé, de su esposa,
Samantha y mira cómo trágicamente terminó para él. Yo no iba a pisotear y
exigir algo que no me puede dar.
Era miércoles. —Nada. Tengo mucho que hacer. Hablaré contigo luego.
Pronto salí de la ducha, mi toalla secando mi piel y apliqué una ligera capa
de crema de sésamo. Luego me pongo un par de bragas blancas de talle alto
hacia y me visto con una camiseta de gran tamaño y mis pantalones de yoga
favoritos.
Buena cosa que insistía. Tenía un cuerpo increíble. Además, follar a la luz
del día a alguien aun usando una camiseta y sus vaqueros hasta sus rodillas
apenas era lo suficientemente íntimo para mí.
—Es casi como si me estuvieras esperando. —Me dio una rara sonrisa
diabólica.
Él me dio una sonrisa que derretía bragas, y fue entonces cuando supe que
no habría bromas esta noche. Supongo que no me sorprendió. Había intentado
follarme en su oficina hace un par de días, tomándome por sorpresa. Él debe
estar particularmente agotado.
Tragué saliva y giré para darle la espalda. Luego me incliné hacia adelante
y al mismo tiempo me bajé los pantalones y las bragas hasta los tobillos en un
erótico striptease. Escuché un silbido de aliento detrás de mí.
—Mierda. Mira ese bonito coño todo depilado solo para mí —gruñó.
Una ráfaga de calor corrió mi piel. De seguro nunca conocí este lado de mi
amigo de la infancia, Shaw, nunca supe que tenía una boca absolutamente
sucia. Pero me encantó. Sí, me había duchado y afeitado para él, asegurándome
de que cada centímetro de mi estuviera listo para su evaluación erótica.
¿Que qué? Mi cara se encendió, pero él debe haber sabido para ahora que
nunca rechazaría directamente una solicitud. Puse mis manos en cada mejilla y
le mostré lo que quería ver. Mi pervertido bastardo.
—Sabes que sí. Ese apretado coño y culo están suplicando que los llene
esta noche.
—Pero primero. —Hizo un gesto con el dedo e hizo un gesto para que me
acercara—. Estoy listo para degustar.
Se estiró sobre mi cama y me colocó sobre él. Antes de que pudiera
procesar lo que estaba sucediendo, estaba sentándome sobre su rostro. Y así es
como funcionaban las cosas con Shaw. Sin tiernos besos en la boca. Sin palabras
dulces o miradas de anhelo. Este hombre se zambullía directamente a la acción.
Separó mis muslos y colocó su cara entre mis piernas. Y luego su cálida
lengua lamió mi centro.
Santa mierda, este hombre era talentoso con su boca. Chispas de calor blanco
irradiaban de mi centro, y sabía que no duraría. Mi cuerpo palpitaba de placer,
y extendí la mano para masajear mis pechos descuidadamente.
—Shaw…
—Lo que sea que necesites. Estoy aquí —aseguré, llevando mi mano a su
mejilla y acariciando ligeramente su barba.
—Perfecto —gruñó.
—Siempre has estado allí para mí; toda mi vida. ¿Cómo es que esto es
diferente? —Dios, era un imbécil egoísta. Darle esta pequeña charla
motivacional solo me hacía odiarme más.
—¿Solo que qué? ¿No disfrutas esto? —Mis palabras eran demasiado
rápidas, mi tono demasiado confiado. No estaba seguro de si trataba de
convencerla a ella o a mí.
Cerró sus ojos y tomó una profunda respiración. Aún estaba equilibrada
sobre mi regazo, tan cerca, empapada y reluciente, nuestros cuerpos aún listos a
pesar del cambio de humor.
Cuando acuné sus pechos en mis palmas, mis pulgares acariciando sus
pezones como guijarros, ella liberó un suave gemido. —Entonces tómame,
nena. Tómame como solo tú puedes.
Sostuve sus caderas en su sitio y empujé hacia arriba dentro de ella, una y
otra vez. Sus tetas rebotaban con la fuerza y ambos gemimos. Sabía que ella
estaba cerca y también sabía que eso significaba que debía ralentizar mi ritmo.
Pero no iba a hacer eso.
—Te gusta montar esta gran polla. —Froté su clítoris expuesto en lentos
círculos y ella gimió—. Al igual que montaste mi rostro.
—Buenas noches, Rayito de Sol. —Me incliné hacia abajo donde todavía
estaba sentada desnuda en el centro de su cama y le di un rápido beso en la
frente.
Mierda.
Por eso me permitía complacerme solo una vez a la semana, todos los
miércoles. Parecía un compromiso decente. No quería follar totalmente y
monopolizar todo el tiempo libre de Chloe. No se inscribió para esto. Era una
mujer hermosa, joven y soltera que necesitaba vivir su vida. Así que me trataba
a mí mismo con la poca frecuencia que podía tolerar, que era una vez cada siete
días.
Cerré los ojos y reproduje las imágenes de nuestra noche erótica. La forma
en que su cabello caía sobre un hombro mientras ella me montaba. La forma en
que su cuerpo apretado y ágil se apoderó del mío cuando se corrió. Maldita sea.
No había necesidad de que aclarara eso. Habían pasado ocho meses desde
la muerte de Samantha. Ocho meses desde que todo cambió. Se había
convertido en el nuevo paso del tiempo por el cual todo estaba marcado.
Me obligué a apartar mis ojos. No había tenido noticias suyas desde que
dejó mi casa el miércoles por la noche, no es que esperara hacerlo.
Mi mirada vagó hacia el bar otra vez. Shaw estaba vestido con vaqueros
oscuros y una camiseta blanca, que se las arregló para lucir ridículamente sexy.
El material se tensaba sobre sus hombros esculpidos y su pecho, y los vaqueros
colgaban bajos sobre sus caderas.
—Oh, cállate, Chloe —dijo Courtney—. Si está listo para comenzar a ver a
alguien, ya sabes mi opinión, sobre todo. Ustedes serían perfectos juntos.
Follar era diferente. Eso era solo algo que haces. Abrir tu corazón,
comprometerte con alguien, eso era algo que eliges. Y Shaw parecía muy lejos de
elegir cualquiera cosa que lo atara de nuevo.
—Se está tomando su tiempo. No tiene interés en salir ahora mismo —dije,
esperando terminar esta conversación de una vez por todas.
—Sí, deberíamos arreglar eso —dijo Lynne, sonriendo con una sonrisa
malvada que sabía que significaba que estaba al acecho.
—Si no pasa nada, ¿por qué Shaw parece querer comerte viva? —preguntó
Lynne.
1 Nombre de un trago, pero también de una barra para abrir las piernas a la hora del sexo.
observándome. Me dio la impresión de que él sabía que los tragos eran de un
grupo de chicos, y que estaba mirando para ver qué iba a hacer.
Vertí el licor en mi boca y tragué. Si pensaba que iba a rechazar una bebida
de otro hombre solo porque él y yo estábamos follando, estaba equivocado. De
hecho, la forma en que me estaba mirando, como si fuera mi niñera designada
para la noche, me estaba molestando.
—Vamos. Tenemos que agradecer a esos chicos que nos compraron los
tragos —dijo Lynne, deslizándose de su taburete de la barra unos minutos más
tarde, nada más que metro y medio de ella. Se enderezó la blusa sin mangas.
—Sí, y tal vez comprarles unos tragos a cambio. Algo sucio… como un
Screaming Orgams2. —Courtney rio entre dientes.
—Tengo que orinar. Dos minutos. Estaré allí —prometí. Necesitaba ver
qué demonios estaba pasando con Shaw.
—¿Por qué no estás allí arreglándote frente a esos hombres como tus
amigas? —preguntó, arrinconándome.
—Porque no estoy aquí para conocer hombres. —Eso era cierto. ¿La
razón? El hombre que siempre había deseado estaba exactamente a unos
centímetros delante de mí.
Su boca estaba en la mía otra vez y las palabras murieron en mis labios.
Sus besos eran diferentes a cualquier otra cosa. Calientes. Poderosos. Intensos. Al
igual que su personalidad. Mordió mi garganta, chupó mi labio inferior y me
agarró el trasero con fuerza con ambas manos. Mis bragas ya estaban mojadas,
olvidaba los juegos previos cuando estaba con Shaw. No eran necesarios. Mi
cuerpo estaba preparado y listo más rápido que con cualquier hombre con el
que había estado.
Sus manos presionaron mis hombros, y cuando caí de rodillas ante él,
escuché que bajaba la cremallera. Y entonces estaba tomando su gruesa polla
profundamente en mi garganta, su olor a almizcle me rodeaba, sus gemidos
murmurados me espolearon…
Lo miré, mi boca llena. No hace falta decir que la única razón por la que le
permití que me ensuciara era por la cantidad escandalosa de confianza entre
nosotros.
—Bien.
***
Shaw había aparecido cuando estaba con mis amigas. Y... ¿me hizo chupar
su polla solo para probar un punto? Su punto es que, mientras que otro hombre
podría estar coqueteando e interesado, yo todavía le pertenecía. Excepto que no.
—¿Qué?
Jason asintió. —Es bueno verlo salir y volver al ritmo de las cosas,
supongo, ¿eh?
—Sí —murmuré.
Las lágrimas calientes me picaron los ojos. No podía dejar que Jason me
viese llorar, así que murmuré algo sobre volver al trabajo y me dirigí hacia mi
oficina en la parte de atrás.
Cuando me levanté de la cama, mi mente dio vueltas una y otra vez con
pensamientos sobre lo que ella posiblemente podría pensar de mí. Nunca había
sido algo que me hubiera atormentado, pero después de lo de anoche y mi
verdadero trato unilateral sobre ella… me pregunté si me veía como lo que
realmente era: el villano en nuestra retorcida historia.
Jason había aceptado venir conmigo hoy a recoger una nueva pieza de
maquinaria que iba a comprar para la marina. Y considerando que había
dormido hasta el mediodía, le envié un mensaje informándole que llegaría
tarde, lo que probablemente ya se habría figurado. Entonces de nuevo, nada
sobre mí era confiable estos días. A menos que cuentes los miércoles. Para eso
siempre estaba listo y puntual. Joder, sí, lo estaba.
Para el momento que me duché, vestí, y comí, era más de la una. Detuve
mi camioneta frente a la casa de Jason y Chloe, pero no me atreví a salir. No
sabía qué decirle a Chloe después de anoche.
Él me lanzó una mirada curiosa. —¿No deberías saberlo? Ella dijo que
ustedes chicos se reunieron en Hanks anoche.
—Oh. Cierto. —Mantuve mi mirada en el camino—. Solo quise decir sobre
su estado de ánimo en general. ¿Cómo está hoy?
—Hay algo que tengo que decirte —dijo Jason una vez que estuvimos en
la la camioneta con el sistema de poleas acomodado en la parte trasera, y mi
billetera quinientos dólares más ligera.
—Sé que no lo harías —dijo y su tono se suavizó—. Pero ella te mira como
si caminaras sobre el agua, y si descubro que has estado jodiendo con ella,
tendré que malditamente decir algo al respecto.
—¿No hay nada mejor que hacer que molestar a un anciano? —preguntó
cuando me senté, sin siquiera molestarse en mirarme.
—Eso es un sí.
Por supuesto que lo era. Abe sabía que ella y yo crecimos juntos.
Me encogí de hombros.
Mentira. La posada hoy estuvo tranquila. Le escribí seis veces y borré los
mensajes antes de enviarlos. Intentaba ser fuerte, y ahora parecía que tal vez la
estrategia había funcionado.
—¿Relacionado a mí y a ti?
—Solo quiero escuchar cómo te sientes, cómo estás lidiando con todo…
Recordé las seis semanas después del funeral. Me había pedido que fuera
a su casa, y cuando fui, me preguntó si podía tomar las cosas de Samantha y
ponerlas en una caja. Sus padres vendrían ese fin de semana para recogerlas.
Pensé que habría sido demasiado doloroso para él, así que por supuesto
dije que sí. Esa fue la última vez que hablamos sobre ella.
Ese día, hace casi siete meses, Shaw zarpó en su bote mientras yo me abría
paso en su pequeña casa con solo media docena de cajas como compañía.
Guardé ropa, maquillaje y artículos de tocador, pequeñas chucherías en la sala
que sabía que no eran de él. Incluso su cepillo de dientes todavía estaba en su
lugar junto al lavamanos, su rasuradora rosa en la ducha. No podía imaginar
por qué había esperado seis semanas para quitar algunas de las cosas.
Solo podía imaginar lo difícil que era vivir con esos constantes
recordatorios. Supongo que la amó tanto que no soportaba la idea de guardar
incluso los recuerdos más insignificantes, cosas que ella sostuvo por última vez.
—Por… por supuesto que no. —Encontré mi voz—. Solo quiero que sepas
que estoy aquí para escuchar si alguna vez quieres hablar.
Siempre era así. Justo cuando comenzaba a ganar algo de terreno con él, se
cerraba.
Asintió.
—¿Y tu hermano?
—Bien.
Asintió.
—¿Y nosotros?
Suspiré, después tomé una profunda respiración. Había temido que esto
viniera.
Tragué pesadamente.
—Entendido. ¿Acaso esto tiene algo que ver con la otra noche en Hank’s?
—Dije que lamentaba eso, Rayito de Sol. —Su tono era más suave, el brillo
en sus ojos más sincero—. Si pudiera regresarte el favor ahora mismo, lo haría.
Bien… ahora estaba aún más confundida sobre cómo sentirme. Pero por el
momento, mantendría mi postura. Necesitaba un descanso para despejar mi
mente.
Lo descarté.
Él asintió.
Tal vez.
Tenía que hacer la única cosa que sabía que garantizaría que no cedería
ante él. La noche del miércoles después del trabajo, tendría que salir.
8
Shaw
El calor del sol de la tarde golpeaba mi espalda. Había ayudado a mi
equipo a limpiar botes toda la tarde y lamentaba no haber usado protector
solar.
Con la brillante luz del sol, el suave zumbido de las olas, el ocasional
sonido de una gaviota, pensarías que mis pensamientos habían sido serenos y
tranquilos. Mi mente estaba en otras cosas, sin embargo. El profundo y oscuro
vacío dentro de mí que buscaba la compañía de Chloe. Ella era mi santuario. Y
la manera en que me negó la última vez que estuvimos juntos, estaba más que
listo para terminar el trabajo de hoy e ir a nuestro ritual.
Después de una ducha rápida, pasé por el puesto de tacos que le gustaba a
Chloe y busqué unos tacos de pollo y quinua con la salsa verde que le
encantaba, junto con un paquete de seis cervezas, me dirigí a su casa. Eran
pasadas las seis y, aunque era temprano, conocía su rutina lo suficientemente
bien como para saber que había terminado de trabajar y probablemente se
estaba duchando. Eso estaba bien. Podría tomar una cerveza y esperar.
Miré por la ventana. Por dentro estaba quieto y tranquilo. ¿Qué demonios?
Era miércoles, ¿verdad? Revisé mi teléfono de nuevo y vi que todavía no había
respuesta a mi mensaje.
—¿Dónde está?
—¿Quién?
—No realmente. Solo que compré tacos en ese lugar que le gusta, quería
pasar por allí. —Eso era cierto, y parecía lo suficientemente inocente.
***
De mala gana caminé hacia ellos. Estaba sentado al lado de una morena,
con su mano sobre su rodilla. Frente a ellos, una rubia estaba sentada en su silla,
con las piernas cruzadas, parecía aburrida. Ella era aparentemente la razón por
la que yo estaba aquí.
Al parecer, había estado hablando de mí. Yo no era dueño del lugar, mis
padres lo eran, pero no discutí.
—Debe ser tan agradable, trabajar cerca del agua todo el día —comentó
Lindsey, acercándose a mí.
La miré por primera vez. En realidad, parecía tan fuera de lugar como yo.
Tal vez ella no estaba más feliz con esta trampa que yo. Tenía el cabello rubio
hasta los hombros, con ondas sueltas y ojos azules. Ella era linda en una especie
de inocente, como la-chica-al-lado.
Jason pidió una hamburguesa, y cuando su cita pidió una ensalada con
aderezo bajo en grasa, Lindsey y yo intercambiamos una sonrisa cómplice,
sabiendo que estábamos a momentos de compartir la bondad frita. Con salsa
cremosa de mango.
No había nada de follar, no había escapado por completo del dolor, pero
aun así, era una noche mucho mejor que si hubiera ido a casa solo.
9
Chloe
Tenía un mal presentimiento agitándose en la boca de mi estómago y no
podía averiguar por qué.
—En ningún lugar especial. Hice algunos recados. Depilé mis cejas. Nada
emocionante. ¿Por qué?
—Porque aparentemente Shaw vino aquí anoche con tus tacos favoritos y
como no estabas en casa, me llamó.
Se encogió de hombros.
—Le dije que no sabía dónde estabas, pero lo invité a una cita doble
conmigo y Sara. Ella había llevado a su compañera de cuarto Lindsey, así que
funcionó perfectamente.
—¿Y él fue?
—Después de la cena, se fueron a otro bar para tomar otra ronda, solo los
dos.
Se sintió como si todo el aire hubiese salido de mis pulmones, y apreté mis
manos contra el mostrador, tratando de respirar. Mierda. ¿Por qué demonios
había mentido la otra noche, al decirle que estaba con mi período? Y después
tuve el gran plan de salir anoche, para abandonar nuestra tradición de los
miércoles, todo porque había leído en unas de esas estúpidas revistas para
mujeres acerca de cómo la ausencia hace que el corazón se vuelva más cariñoso,
y la idea de que resistiéndote a tu hombre podría de hecho hacerlo caer más
fuerte.
Salí de la cocina, con la taza de café en mano. Dije que necesitaba hacer
algo de trabajo, pero lo que realmente necesitaba era estar sola.
***
Si solo hubiese tenido una aventura de una noche sin sentido, podría
haber dolido menos. Sabía lo frío y distante que Shaw podía ser sobre el sexo.
Probablemente nunca hubiera hablado con ella de nuevo.
¿Pero ir a cenar con una mujer? ¿Una verdadera cita? Eso era algo que ni
siquiera él y yo habíamos hecho. Y su pasado estaba lleno de relaciones
monógamas de largo plazo, lo que realmente me asustaba sobre esta cita.
Señalaba que tal vez estaba en camino de seguir adelante, con otra persona que
no fuera yo.
Había pasado ocho largos meses llena de lujuria hacia él, dándole cada
pieza de mi cuerpo y alma, sin mencionar mi corazón. Me he acercado más a él
de lo que creí posible. Temerosa de admitir la verdad, incluso para mí misma,
sabía que me había enamorado de él. ¿Y ahora esto?
Shaw: Bien.
***
Hice una mueca. Courtney sonaba como si hubiera ensayado este discurso
antes de que nos encontráramos. Estábamos sentadas en nuestra cafetería
favorita. Los pisos eran de concreto y las paredes estaban cubiertas con estantes
de libros polvorientos; no había nada de lujos en eso. Pero tenían un maldito
buen café y los mejores rollos de canela recién horneados del mundo. Eran tan
grandes como un plato y sostenían una montaña de glaseado de queso crema.
Apreciaba una buena relación entre el glaseado y la canela. Sin mencionar que
todo el lugar olía a vainilla y canela.
Estudié sus rasgos: ojos azul claro, cabello rubio que colgaba sobre sus
ojos, una amplia sonrisa que mostraba dientes perfectamente rectos. Dios, ¿por
qué no podía sentir algo mirándolo? Intriga. Hambre. Me conformaría con un
interés leve incluso.
—Te lo pierdes. No se quedará solo por mucho tiempo. Una vez que se
corra la voz de que hay carne fresca en la ciudad, lindo, divertido y con un buen
trabajo, sabes que alguien lo tomará de inmediato.
—Si te gusta tanto, sal con él —respondí, enojada porque una chica no
podía disfrutar de su rollo de canela en paz.
Había querido contarle sobre Shaw y sobre mí tantas veces, y nunca tanto
como ahora. La idea de abrirme y soltar esta carga de mi pecho sonaba
atractiva, al igual que obtener un consejo honesto sobre qué diablos significaba
todo.
Pero el impulso de proteger nuestro secreto ganó, y cambié el tema al
nuevo libro que estaba leyendo en su lugar. Se sentía seguro. Y en este
momento, estar a salvo parecía muchísimo más importante que seguir mis
sueños prohibidos.
10
Chloe
Shaw no me respondió el mensaje, ni ha llamado, o se ha pasado por aquí.
Su silencio era ensordecedor. Y su ausencia en mis días dejó un agujero en mi
corazón. ¿Pero vagar por mis días sabiendo que fui yo quien lo echó? Eso era lo
peor de todo.
Todo estaba aparentemente bien, cada recuerdo tan fresco y crudo que
dolía cuando pensaba en él. Muchos de mis recuerdos lo incluían. La visión de
él en su traje de baño azul marino cuando aprendimos a surfear, sus ojos verdes
sonriendo de alegría cuando montaba una ola. Luego los recuerdos más
oscuros. La mirada vacía en su rostro en el funeral cuando el ataúd fue
enterrado. Quería quitar todo, reemplazarlo con nuevos recuerdos.
En todos los meses que habíamos tenido que estar en secreto, había
fantaseado con que podía ser yo la que se quedara dormida en sus brazos todas
las noches, y fuera la única en deslizar mi mano dentro de sus boxers cuando
despertara inquieto. Y en la noche, calmarlo como solo yo podría. Quería
compartir comidas y risas, y mirar televisión juntos. Quería construir una vida
con él.
En cambio, me estaba preparando para una cita con otro hombre. Bryan
McDuff, el tipo con el que Courtney me había emparejado cuando finalmente
cedí. Dije que sí sobre todo para quitármela de encima, y porque no tenía una
respuesta de por qué no quería ir. Por lo que ella sabía, yo estaba soltera. Y lo
estaba. Por eso me pesaba.
—Traje postre y vino. ¿Espero que esté bien? —dijo Bryan, sentándose a
mi lado.
—Suena genial. —Diez puntos por ser considerado. Diez más por ser aún
más lindo en persona de lo que había imaginado. Tenía un hoyuelo en el lado
izquierdo de la boca cuando sonreía, lo cual era a menudo.
Abrió una pequeña hielera y sacó dos mini botellas de vino blanco helado.
—No, para nada. —La acepté y tomé un pequeño sorbo. Fue fresco y
refrescante.
***
Todos estos meses me había dicho que Shaw simplemente no estaba listo
para una relación. Pero si estaba saliendo de nuevo, ya no podía fingir que esa
era la razón por la que no quería estar conmigo. Tal vez era una simple cuestión
de compatibilidad. Estaba bien para follar, pero no lo suficiente como para salir.
Cuando llegué a casa, las luces del interior estaban apagadas, así que, en
lugar de ir a hablar con mi hermano, subí las escaleras a mi apartamento. Eran
más de las diez, pero aún no estaba cansada. Tal vez llamaría a Courtney y le
daría los detalles por los que seguramente se estaba muriendo.
»Una amiga me hizo una cita con alguien con quien trabaja —dije,
quitándome las sandalias y colocando mi bolso al lado de la puerta. No era
como si hubiese salido a buscar una relación, así que, por lo que a mí respecta,
Shaw no podía enojarse por esto.
—¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no revisé a fondo este imbécil antes de
que salieras con él? —Su voz se elevó un poco, su ira hirviendo a fuego lento
justo debajo de la superficie.
—No sé lo que está pasando entre nosotros, Shaw. ¿Cómo esperas que
sepa cómo manejar esta situación?
Se acercó más hasta que me apretó contra la cama. La parte de atrás de mis
rodillas golpeó el colchón y me senté, Shaw se alzaba sobre mí.
—Estoy aquí para ti. Lo sabes. Es solo que a veces necesito más, Shaw —
supliqué.
—Sí. Pienso en ti cuando te vas. Quiero saber cómo te va y qué pasa por tu
mente cuando estás conmigo.
Asentí.
Quería decirle que él podía. Podía decir las palabras que había deseado
oír, pedirme que fuera suya y nunca más volvería a salir con nadie. Había
estado secretamente esperando que me hiciera suya durante los últimos diez
años.
—Suficiente —gruñó.
Mi chica. ¿No sabía lo mal que me habían matado sus palabras? ¿Me
destripaba de adentro hacia afuera?
—Bésame —murmuré.
Cuando abrí los ojos, Shaw estaba arrodillado en mi cama entre mis
piernas separadas, envolviéndose expertamente en un condón.
—Voy a follarte más duro de lo que nunca te han follado. —Llevó la punta
de su pene a mi abertura y entró un poco.
—No.
¿Por qué estaba aquí? ¿Porque me sentía culpable por mantener en secreto
mi relación con su hermana? Tal vez.
—Por la comida gratis, por supuesto. —Vi a las mujeres en una mesa
cerca de las ventanas y me dirigí hacia ellas.
—Igualmente —dije.
A pesar de que estaba pasando un buen rato y se sentía bien reír, faltaba
algo. La paz que sentía profundamente en mi alma cuando estaba con Chloe no
estaba. Era como si supiera que me estaba asentando. Nada comparado con la
forma en que las cosas se sentían con Chloe.
Posicioné mi camioneta para poder ver y luego apagar los faros. Dejé que
mis ojos se ajustaran, escudriñé la multitud. Coloridas mantas de picnic y sillas
de jardín estaban esparcidas por la hierba. El sol se había puesto hace una hora,
pero la iluminación a lo largo del lugar daba suficiente luz para ver.
Mierda. Odiaba esto. Odiaba no saber de qué estaban hablando, qué dijo él
para hacerla reír, qué estaba pensando.
Ella estaba en una jodida cita porque no la reclamaba. Pero eso era porque
ella merecía algo mejor que yo. Entonces, ¿qué estaba haciendo sentado en mi
camioneta, mirándola en su cita? Espiándola. La sensación en mi pecho era real.
Una firmeza que nunca había sentido. Perdí a mi esposa y no sentí lo que sentía
ahora, ver a Chloe con otro hombre. Su sonrisa, su risa, sus toques, deberían
haber sido míos.
—Sí. Bryan, conoce a Shaw. Shaw, este es Bryan. —Su voz era plana, sin
diversión.
—Encantado. —Sonreí al bastardo.
—¿Qué es lo que parece? ⎯Mi voz estaba en carne viva, pero no podría
haber enmascarado mis emociones en este momento, incluso si quisiera.
Ay. ¿Por qué esta picadura? Era la verdad, incluso la respuesta que
esperaba, ¿entonces por qué no me gustaba oír esas palabras?
—Me gustaría hablar contigo cuando hayas terminado —le dije a Chloe.
Cuando llegamos a su lugar, salí y la seguí por las escaleras. Pensé que
podría tratar de detenerme, pero no lo hizo. Me dejó entrar sin decir una
palabra y cerró la puerta detrás de mí. Simplemente no estaba listo para dejarla
ir, aunque sabía que estaba rompiendo mis propias reglas.
Me lanzó una mirada curiosa, pero sacó el pijama del cajón de una
cómoda y se desnudó —con la cara lejos de mí— y luego se puso una camiseta
de gran tamaño y unos pantalones cortos de algodón sueltos. Se metió en la
cama sin decir una palabra.
—Eso es bueno.
—Mañana es miércoles.
—Bien.
Respiré hondo, sabiendo que no saldría viva de allí sin por lo menos
divulgar algo ligeramente intrigante. Así que dejé escapar lo más interesante de
salir con Bryan.
—Y… —dijo.
—Cuando nos acercamos, él salió y trató de intimidar a Bryan. —Al
menos, así fue como lució.
No se sintió así. Sentí que el hombre con el que estaba follando se volvió
territorial y protector conmigo. Pero no podía decir nada de eso, así que asentí.
—Sí, hace ocho, casi nueve meses —dije. Pero ¿quién los cuenta?
¿Me buscaría para qué? ¿Comodidad? ¿Una aventura? Dolía pensar que
su suposición era que sería algo sin sentido para su reintroducción a las citas.
Implicaba que no era lo suficientemente buena para él. Por otra parte, tal vez
ella tenía razón. Había estado para Shaw gran parte del año de todas las
maneras que podía pensar. Y, sin embargo, salía en citas con otra mujer.
Courtney asintió.
—Mitad de semana.
Ya veríamos.
***
Para cuando llegué a casa tarde esa tarde, estaba lloviendo a cántaros.
Sacudió la cabeza. —No mucho. Pero recordé que se suponía que Shaw
saldría en bote hoy. Solo quiero asegurarme de que haya escuchado las noticias.
Jason negó.
—No luzcas tan asustada. Estoy seguro de que está bien, Chloe.
***
Jason había regresado del puerto con una expresión sombría en su rostro,
y lo supe antes de que siquiera hablara. Me había hundido en una silla de la
cocina cuando sacudió la cabeza, y sentí con mi corazón en la garganta cuando
dijo que el bote de Shaw no estaba y que nadie había tenido noticias suyas
durante todo el día.
Ahora, dos horas más tarde, nos habíamos quedado sin energía y yo
estaba sentada en el centro de mi cama, mirando el sándwich de mantequilla de
maní que no había comido, mientras las velas que adornaban mi tocador
parpadeaban en la habitación. Jason me había instado a quedarme abajo con él
en caso de que necesitáramos refugiarnos en la sala segura en el centro de la
casa. Iría si la tormenta empeoraba, pero por ahora solo necesitaba estar sola.
Tenía tiempo de sobra para que mi mente vagara por todos los qué si. El
más grande de todos… ¿Qué si Shaw no regresaba, y nunca le decía todo lo que
significaba para mí?
Su rostro era una máscara dura y sus ojos estaban entrecerrados por la
lluvia. Estaba congelada en el lugar y cuando llegó a la puerta, esta se sacudió
en su marco.
—Lo sé. Shhh. —Acarició mi cabeza y silenció mi llanto con besos—. Estoy
aquí ahora.
Estaba siendo tan dulce, tan tierno, pero no pude evitar la sensación de
que todo estaba a punto de cambiar.
13
Shaw
El océano era una despiadada perra tumultuosa. Pasar una noche
navegando hacia una luz en un puerto que ya no podía ser visto a través del
viento y la lluvia le hace cosas a un hombre. Mi mente comenzó a enfocarse,
poco a poco, en las únicas cosas que sabía que eran ciertas.
Un trueno resonó afuera, y eso pareció sacar a Chloe del trance en el que
se encontraba desde que atravesé la entrada.
—Cuando salí esta tarde, estaba despejado. Sabía sobre la tormenta, pero
nunca esperé que se pusiese tan mala tan rápido.
Ella asintió.
—Esa tormenta fue una llamada de atención. Tuve mucho tiempo para
pensar —dije.
Tragué un duro nudo que se había formado en mi garganta. ¿Por qué esas
palabras fueron tan difíciles de decir?
—No estoy segura de lo que quiero. Además, Bryan solo está en la ciudad
por negocios.
***
Fui a casa, hice las reservas en un restaurante local y luego tomé una
ducha. Le envié un mensaje a Chloe hace un rato, haciéndole saber que la
recogería a las cinco.
Una vez que estuve listo, completo con gel para el cabello, una loción para
después del afeitado en mi mandíbula y la ropa nueva que había comprado
antes, me miré en el espejo. Me sentí como un hombre nuevo.
Dios, ¿por qué había esperado tanto para hacer esto? Chloe era la persona
más importante en mi vida. Ella fue en quien me apoyé después de la muerte de
Samantha, literal y figurativamente. El solo hecho de saber que ella estaba allí,
que podía conducir hasta su casa y estar allí en tres minutos si la mierda
realmente se ponía difícil, fue suficiente para hacerme superar la mayoría de los
días.
Y ella había hecho mucho por mí: empacó todas las cosas de Samantha y
se ocupó de sus padres. Eso era algo que no podría haber hecho solo. O tal vez
podría haberlo hecho, pero habría tomado un par de botellas de whisky en el
proceso, y no hubiera sido bonito.
Él asintió.
—¿Lista? —pregunté.
—Suena bien.
Esto era agradable, esta sensación de paz que sentía cerca de ella. Las
cosas habían estado muy tensas últimamente, pero sabía que cuando le dijera lo
que realmente pensaba, esa dulce sonrisa se desvanecería de su rostro
rápidamente.
—Las cosas eran muy diferentes en ese momento —dijo tristemente Chloe.
Ella asintió y me dejó tomar su mano, guiándola hacia la playa, donde nos
sentamos en la arena.
—Lo entiendo, Shaw. Has pasado por mucho este año. Casarte y luego
perder a Samantha así. Solo quería saber que estás bien. Y sí, a veces he querido
entender lo que tú y yo estábamos haciendo.
Asentí.
—Lo sé. Y he sido egoísta. Pero esta noche quiero sacar algunas cosas de
mi pecho.
Sentí la mirada de Chloe sobre mí, podía ver su boca abierta por el rabillo
del ojo. Pero mantuve mi concentración en el agua, incapaz de enfrentar la
compasión que estaba segura de que se reflejaría en sus rasgos.
Asentí.
Asentí de nuevo.
Chloe asintió.
—Pero luego descubrí que me estaba engañando. No sabía quién era él. Al
principio no me importó porque estaba diez mil por ciento jodido con todo eso.
Pero luego tuve curiosidad y comencé a juntar todo. El nuevo corte, su nueva
obsesión con el gimnasio, su preocupación por su teléfono. Una noche se fue a
bañar y dejó su teléfono en el mostrador. Leí mensajes de alguien que ella había
guardado como el Sr. Medianoche. Se encontraban en la posada Coral Reef los
miércoles por la noche.
Su mandíbula cayó.
—¿Miércoles?
Asentí sombríamente.
Negué con la cabeza. —No fue necesario. He estado aquí porque quería.
Tú eres mi mejor amigo.
El camarero eligió ese momento para entregar nuestra cuenta, que Shaw
recogió y pagó enseguida.
Asentí, a pesar de que no estaba lista para que nuestra noche terminara.
—Y antes de que pase cualquier otra cosa, necesito que sepas lo que
significas para mí.
Él asintió, llevando mi mano a sus labios una vez más y besándola. —Lo
sé. Yo también te extraño. Tenerte los miércoles para enmascarar el dolor no es
suficiente. Y me cansé de joder todo. Eres mía ahora. Cada parte de ti. Mientras
quieras eso también…
Las lágrimas rodaban por mis mejillas y murmuré su nombre otra vez.
—¿Es un sí?
Todo sobre esta noche había sido perfecto, pero tenía el presentimiento de
que nuestro más grande obstáculo como pareja se aproximaba.
***
Mi hermano nos miró y sacudió su cabeza. —Ya era la jodida hora de que
lo notaran. —Entonces, fijó sus ojos en Shaw—. Sé bueno con mi hermana.
—Lo sé. Eso es lo más extraño sobre todo esto... confío en ti —añadió
Jason.
Shaw rio entre dientes y agarró el balde blanco para reunirse con Colin, de
ocho años, en la costa.
Colin asintió con entusiasmo, prometiendo que cuidaría bien del cangrejo
ermitaño. No estaba tan segura de lo que diría la madre de Colin sobre todo
esto, pero mantuve mi boca cerrada. Shaw en un papel de figura paterna era
demasiado lindo. Puse mi mano en el pequeño bulto que apenas se notaba, y los
observé interactuar.
Las olas lamieron sus pies descalzos cuando Shaw lo ayudó a poner a su
nuevo mejor amigo en el cubo.
Colin bajó el cubo para mirar dentro, con los ojos muy abiertos. Algunos
otros niños también se reunieron alrededor de la conmoción.
Shaw volvió a mi lado, su cara tan tranquila como el agua azul que se
extendía ante nosotros. Él brevemente puso su mano sobre mi estómago,
acariciándome antes de dejarla caer. Se había convertido en su nuevo saludo, y
ni siquiera pensé que se había dado cuenta.
—¿A quién te recuerdan? —Sus ojos todavía estaban en Colin y Claire, que
habían abandonado la limpieza, optando por hacerle compañía a su nueva
mascota.
Él sonrió. —El hecho de que estemos haciendo esta caridad los miércoles
no significa que no voy a llevarte a casa y follarte hasta quedar sin sentido. Lo
sabes, ¿verdad?
Sabía que, a partir de ahora, pasaríamos por todas las tormentas juntos. Y
nada podría ser más dulce.
Kendall Ryan es un novelista estadounidense de New York Times, Wall
Street Journal y USA Today. Ha dos docenas de títulos de USA Today, vendido
más de 2 millones de libros y ellos han sido traducidos a varios idiomas en
países de todo el mundo. Sus libros también han aparecido en las listas de best
sellers del New York Times y USA Today más de tres docenas de veces. Ryan
ha aparecido en publicaciones como USA Today, Newsweek y la revista
InTouch. Ella vive en Texas con su esposo y dos hijos.
“Wicked Game” de Chris Isaak
Traductoras
Annette-Marie Candy20
Ling07 LittleCatNorth
Mariela Nix
Correctoras
Candy20
flochi
Mariela
Nix