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EL SANTUARIO DE CHALMA ‘ ADA aust Genin, HI pueblecitlo de Chalma, ' hoy Chalmita, por haberlo empequefiecido agnitud del santuario que se eleva en su término y le debi su nom- prehispanica al cacicazgo de Ocvilan, Cugar lan br de gusanos) Sahagtin nos dice qne los ocniltecas habitantes de la regién ‘‘son de la misma vida y costumbres que los Toluca (matlazincas), aunque st lenguaje es diferente’’, + cuya opinién conviene con Ia de Fray Juan de Grijalva, Prior del Convento de Malinaleo y Cronista de su Orden, gran autoridad, por tanto, en la materia, quien asienta que el ocuilteca “es lengua singular de aquel pueblo y de solo ocho visi entre las que figura Chalma) quie tenia snjetos asi y asi somos solos (los agustinos de los Conventos de Malinaleo y Qcuila) los que la sabemos'’.° Sin enibar- Ko, la mayoria de Jos filélogos modernos, con fundamento en razones de in- dole histérica y geogrifica, lo han supuesto dialecto de la lengua mati zinca, sin que haya posibilidad de comprobarlo al presente, pues lengua y dialecto han cedido el campo al azteca, al otomi y al espafiol. © pertenecid a la épocs (es decir, poblacione: 1 EI Santuario de Chalma y el pueblo deChalmita distantes de México al rededor de 28 leguas. se hallan situados en la ladera de la profunda barranea de Ocuila, que corre de NO, a 80, limitando el cerro de Cemposla, dltima estribacién de las montahas de Huitailae, del sistema del \juseo. 2 “Relacién Histérica y Moral de Ia portentosa Imagen de N. St, Jesueristo Crucif endo, Aparecido en una de las cuevas de San Miguel de Chaim, ete. por Fr. Joaquin Sarilo-1810" Nota primera. 3 “Papeles de Nueva Espatia—Suma de visitas de pueblos—roncoso, Tomo | Pag. 166, 4 Histori III, Pag. 130, 6 Cronica de la Orden deW. P. $. Agustin en las Provincias dela Nueva Ks H. Uap. VII, Pol. 75. 6 Itinerario Parroquial del Arzobispado de México y Rexeia Histérien, Geogrdtica xy Paxtadistica de Ins Parroquiasdel mismo Arzobispado—Furtino Hipolito Vera, bmeca imeca ISN0—P4g. 35, General de las Cosas dela Nueva Espana -Edicién Bustamiante~Tomo pata. Bead 97 Los matlazineas, segdin opina Orozco y Berra, ! ‘“Vinieron del Norte en compaiia de algunas tribus de la familia nahéa (con anterioridad, sin duda, st los aztecas, como podemos inferir de la situacién de los aztecas de Malinaleo) y se axentaron en el Valle de To/ocar—Toluca—extendiéndose al Oeste hasta 7Zavimavovan—Tajimaroa—frontera con el Reyno de Mi- choacdn: Zo/ocan fué su ciudad principal y en el Valle vivian confundides con los otomies.” Por lo que hace a los ocuiltecas, que colindaban desde su extablecimiento en 1a regién, tal vez, con los tlahuicas, hubieron de ceder terreno a los aztecas firndadores de Malinalco, grupo disgregado del nticleo principal que peregrinaba hacia el Valle de México, * quedando en conse- cuencia, comprendidos entre pueblos de filiacién néhoa; en tal virtud y aun considerdndolos una rama de los matlazineas, nada tiene de remoto que sus, lenguajes se separaran tanto, que dejaran de presentar a Sahagdn y a Gri- jalva vestigios de parentesco, por haber recibido de una manera poderosa y constante, influencias del otomi y del nahuatl respectivamente; cosa bien ficil, puesto que el P. Guevara, en el prologo de su gramiética, nos dice que el matlazinca se “habla en unas partes diferente que en otras y las mujeres en lo mas’ (principalmente) + La primera ver. que el sefiorio de Ocwilan figura en la historia de las na- clones indigenas, escomo lugar derefugio, buscando sin duda por lo abrup- to de su territorio, de Maxtlaton y de los tepanecas y colhuas derrotados por el ejéreito de /xredat/.* Afios mas. tarde, en Ios tiltimos del reinado del propio monarea, y en ocastén de la guerra’de-los-watecas, acolhuas y tepa- necas, aliados ya, contra Cuaukndhwac, (Cuernavaca), /tzcéall con los mexi- ca, que habian hecho, sin duda, reconocimientos del terreno segiin su cos- tumbre, en la anterior contingencia, escogieron los dificiles senderos de Ocuilan para atacar por Occidente la ciudad enemiga, cou cuyo ardid consi- guiieron el triunfo, Estos datos nos hacen suponer que el cacicazgo de Ocuilan no era lo suficientemente poderoso para guardar su soberania contra los grandes gue- rreros del Valle de México, y ni aun siquiera contra sus vecinos del Valle Watlazinca, pues més tarde los vemos formar parte del sefiorio de Tenan- zinco, cuya jurisdiccién legé a abarcar a Tenango, Calimaya, Tepenaxaico y Malinaleo, \os principales Ingares de la region. & En Id matricula de los tributos det Hamado Cédice Mendocino * figura cuitan entre las conquistas de Axaydcail y aparece con la obligacién de entregar anualmente al imperio mexicano ochocientas mantas de henequén y cuatrocientas de algodén, labradas, ctiatrocientas de henequén blanco sin 1 Geografia de lag Lenguas de México. Pag. 240, 2 Godice Ramirez. Pag. 24. UrGnica Mexicana Tezozdmoe. Pag. 227—Kdicion Vigil— Historia de las Indias de Nueva Espaiia. urdu ‘Tomo I. Pap. 25. Kd. Ramirez. 8 Durdn. Pag. $6-—Lezorbinoe, PAg. 267. 4 Torquemada. Lib. I. Cap, XLLL Pag. 249, 5 Relacién de Atlatlauea por el Corregidor Gaspar de Solfs—1580—M 8, en poder del sefior Garcia Pimentel, 6 Sahayin, Ldieién Troncoso, Fols. 10 y 34. Anales. T 1, 88 ép.— 38, 98 dibujo, ana armadura con penacho de plumas preciosas y veinte con pla mas comune’, tin escuido adornado con plumas preciosas y veinte con plumas comunes, dos mil panes de finisima sal destinados a los nobles y cuatro tro: jes de maiz, frijol, huautli y chian respectivamente, *Terordmoc * y Duriin ? nos refieren que el tiempo de Axaydcatl, (aflos de 1469 al 1481,) Tezozomoctli, Seftor de Tenantzinco, pidié a los azte- cas ayuda contra los seflores de Tolocan y Matlazinco, Chimaltecuhtli y Chal- chiuhquiank, s0s vecinos. Axayécatl, se 1a otorg6 y con pretexto de que no habian querido contribuir con materiales para uno de los edificios det Templo Mayor, que a la saz6n se construfa, invadié el Valle, asalté Toluca y “'Mega- dos al templo que estaba en el principal lugar, quitaron el Ydolo, que se Hla- maba Coltzin y le pegaron fuego asi como solian’(Durin). Lo propio hicieron con las poblaciones y cacicazgos que habfan tomado partido con los matla- zincas, en cuyo caso pudo estat Ocuilan, seguramente resentida por los atro: pellos que habjan sufrido de los aztecas, y como podrfa inferirse del hecho de que en tiempo de Axayécail comenzd a pagar el tribuito; pero la circuns cin de que en Matrictla aparezca también sidn de los mexicanos, como tributario de ellos desde el mismo reinado, ha ce también posible el hecho de que Ocuilan y Tenantzinco siguieran la suerte de los pueblos que pedian ayuda a los conquistadores del Valle de México, que eran obligados & pagar, como aliacos, el mismo tributo que pagarian como vencidos, segfin acurrié con los pueblos tlahuicas. * Desde entonces, sin duda ninguna, quedé el pequefio y maltrecho sefiorfo bajo la difinitiva so: beranfa de los mexicanos, has que, sometidos éstos al dominio espafiol, lo fueron aquéllos sin dificultad ni resistencia ninguna, tal ver por el mi Martin Dorantes, el célebre mozo de Cortés, que ocupé Teutenango, siendo después encomendado a Pedro Zamorano y a Antonio de la Torre, * el pri- mero de los cuales vino ‘en la armada de Panfilo Narvéez, y se hallé en Ja toma y Conquista de Ia Ciudad de México y de las demés provincias comar- canas, y después en la de Péttuco y Jalisco;’? ° ““Hijodalgo (el segundo) due estuvo mucho tiempo en el reyno de Granada....y después pas6 a la Isla espafiola con Don Diego Colén.... (y més tarde) a esta Nueva Espa . ° Mucho habria decaido Ocuilan, “‘grandisimo pueblo" en'la Era Pre hispanica, sein Grijalva, 7 y como podemos colegir dg la importancia de lox tributos que les impusieron los aztecas, pues a los pocos aflos de la con: auista, Luis dela Torre, hijo de su primer encomendero, declaraba que era de tan “poco provecho que no alcanzaba a sustentarlo,’ Dificil, si no imposible, resulta averiguar ctidl o cudles fueron los nit ‘enantzinco, el aliadoen la oca- smo 1 0b. Cit, Pagina 408 2 Ob! Gie Paging 27. 8 Katiilxéchith Historia Chichimeca, Pagina 196 4 Papetes de Nueva Espana, Suma de veitas de pueblos. Tomo I. Péxiaa 166, 5 Dieeionario Autobiogrdtco de Conguistadorss y Pobladores Tenza- Tomo i. P& ina 21 6 Diccionario Autobiograico, ‘Tomo I, Pagina 193 7 Ob. Cit. Pol. 37. * * 99 menes adorados de preferencia por los ocuiltecas, durante st vida indepen diente; pero es indudable que a rain de su sumisién, pacifica o militar, 2 los aztecas, les impondrian éstos. segtin su costumbre, el culto del panteén nihoa, puesto que la ocupacién o destriccién del principal templo"deTos enemigos era para ellos simbolo dedominacién; posiblemente en aquel tiem- po To habian adoptado ya, dada su intima convivencia con los malinalcas, por lo menos en lo que hace a los dioses genuinamente aztecas como Huitsi- lopochtli, Malinalxochitl, ete El propio P. Francisco de Florencia, que visité el Santuario de Chalma en 1683, y que pudo recoger las tradiciones mas puras de uno de sus funda- dores, Fray Juan de San José, nos dice al respecto: ‘‘En tiempo de'su gen- tilidad tenfan en gran veneracién los naturales de Ocuila y sus contornos un idolo de cuyo nombre, ni atin entre ellos—as{ por el mucho tiempo que ha pasado, como por‘la total mudanza de religion, y costumbres—ha quedado memoria alguna, Hay quien piense, que se llamaba Ostoc~Teotl, que quiere decir Dios de las Cuevas; pero es adivinar.”” * Oztocteotl, de oatec, cueva y seotl, dios, tan puede ser dios de las cuevas, como dios dela cueva, es decir, el dios adorado en una cueva determinada, por lo cual, tal nombre, que es el que ha conservado la tradicién, no nos da ninguna luz, pues pudo ser apli- cado a cualquiera de las divinidades indigenas. Sea de ello lo que fuere, al numen en cuestién se le tributaba un culto ferviente, no exento, tal vez, de supersticiones sangrientas y groseras, atin dentro del concepto religioso aborigen, pues Sahagtin nos refiere que los ocuiltecas usaban ‘muy mucho de los maleficios y hechicerfas””?_y por lo que hace a los malinaleas, que vivfan de Chalma exactamente a la misma dis- tancia de dos leguas que los de Ocuila, su fama en este particular fae bien notoria, puesto que st separacién del nficleo azteca se debié precisamente a las hechicerias de Madinadxochit/, hermana de su caudillo y después su dios principal, Huiteilopochiti tendencias en la que perseveraron, sin duda, hasta después de la Conquista, pues Durin nos dice deellos: ““A la gente de esta parcialidad han tenido y tienen hasta el dia de hoy por brujos y hechiceros, Jo que dicen que heredaron y deprendieron de su sefiora y fundadora de su provineia.’” ® Pero he aqui que en el afio de 1533 legaron a la Nueva Espaiia los monjes agustinos, cuando Ios frailes menores y los dominicos habfan fndado su provincia en las regiones mas importantes del pafs, cabiéndoles en suerte a los recién legados evangelizar de preferencia a las gentes del Sur, (More- los, Guerrero y Estado de México); habian llegado para los ocuiltecas y mali- nalcas la hora de destruir los altares de sus dioses tradicionales y adoptar, de grado por fuerza, la nueva religion, Fin elaio de 1537, la Orden Agustiniana, que habfa desplegado gran actividad evangélica por lo natural emulacién de 1 Descripcién Histérica y Moral del Yermo de San Miguel etepor el Padre Fran- cisco de Florencia 8. G-UAdiz-1600. Pag. 5. 2 Ob, Git. Tomo III. Pag. 180. 8 Ob, Git. Tomo L Pag. 28, 100 las drdenes antiguas, “'tomé casa en Ocuila’’, ' la vispera de la Pascua del Espiritu Santo.? No estan de acuerdo las cronicas en quiénes ftresen los monjes que levaron a cabo la empresa evangélica, atin cuando la tradicién repute como fundadores en Ocuiila, y no sin razén segtin los argumentos del P. Florencia, * a Fray Sebastidn de Tolentino y a Fray Nicolés de Perea, Iniciaron su catequesis Fray Sebastiin y Fray Nicolds con buen éxito, no sin grandes esfuerzos y contrariedades, pues sila mayoria dellos ocuil- tecas se rindié ala nueva fe sin gran resistencia, no faltaron fieles a las viejas creencias que.la rechazaron con tesén, refugidndose en tina gruta escondida y de dificil acceso en la barranca de Chalma, para continwar celebrando sus cultos proscritos, “Tin esta cueva, nos dice Fray Juan deSan José, por me diacién del padre Valencia, habia eregido la suipersticién gentilica de los na turales de la provincia de Ocuila un altar, y él colocado el Idolo que dije, en quien sacrificaban a st barbara tisanza al demonio cultos, ofteci olores, y tributéndole en las copas de sus cajetes —asi Haman sus os corazones y sangre vertida de inocentes niftos, y otros animales de que gustaba la insaciable crueldad del comin enemigo. Fra mucha la devo~ cién —si se debe Hamar devocién la que es supersticién— y grande la estima que su engafiada ceguera hacia de aquel Idolo, y al paso que era el concurso de varias personas, de cerca y de lejos, que venian a adorarlo y ofrecerle tor pes victimas. * El anterior pdrrafo nos permite suponer que la divinidad reverenciada en Ia cueva, seria alguna de las que gozaron de culto universal entre los in- digenas del Centro de México, escondida y honrada enel fondo de un cueva por miedo a los castigos que imponfan los expaftoles a los reacios a Ia cris- tianizacién® y no Oztocteotl, numen, si lo fue, de tan poca importancia o de cardeter tan local, que ninguno de los cronistas, que tan pormenorizada- mente consignaron los detalles de las religiones indigenas, lo cita; pues no ex verosimil que viniese gente ‘‘de lejos’ a adorar a un, diosecillo provin- ciano, HI hecho de que su destruccién mereciera, como adelante veremos, un milagro y un gran santuario, nos confirma en el anterior concepto, pues milagros y santuarios, siempre se realizaron y erigieron en los antiguos cen tros de la piedad verndcula mas ungidos por la veneracién popular. Habfan transcurrido largos meses y atin aflos, sin que la predicacién de Jos agustinos lograra atrancar de las almas ocuiltecas las profundas rafces del antiguo credo, que alimentaban silenciosa, pero tenazmente, los viejos teopizque, respetados atin y temidos por las masas nativas, © cuando supie- ron por boca de los solicitos neéfitos, que el principal impedimento para el logro de sus fines apostélicos, radicaba en el culto fraudulento del idolo de dole ‘As0s— Grijalva, Ob. Cit, Fo. 36, Florencia Ob, Cit, Pag. Ob, Cit. Pag. 9. Ploreneia, Ob. Hit. Pé. 7. Florenein Ob. Cit. Pag. 51 y Publieneiones dela Comisién Reorgnnizadora del Archivo General y Priblieo de In Naciu—Apéndice-Fragmento de un proceso contra losindios de Oeuila~México 1910. oonene 101 Ja cueva de Chalma, Acndieron prestrosos a vencer el peligroso obstéct- lo; agotaron la cilida elocuencia de st palabra fervorosa y los mis, sttiles recursos de la dialéctica, atemorizando « los timidos, sin convencer a los rebeldes, que dahan largas al mandato de destruirla imagen desu dios y stts- ' No cejaron por ello los buenos frailes, prometién- energia: pero era necesario para conseguitlo que acon- teciese algo insélito que hiriera ka imaginacién aborigen, tan propensa a lo pender st adoraciéa dose insistir con nx miaravilloso.... y el milagto se realiz6. Al dia siguiente, Pasena del Espiritu Santo, ocho de mayo 0 veintinue- diciones no estin de acuerdo en lo particular, por Jo cual se ha tomado el disereto partido de celebrar las tres— del alto de 1540, * cuando Fray Nicokis de Perea y Fray Sebastién de Tolentino, car xando sobre sts hombros la pesada cruz de madera qne debia substituir al do Or ron nedfitos, con dnimo de acometer la peligrosa empresa ante la aténita mira- da de los idélatras contristados, pesarosos de ver rodar por el suelo el filtimo vineulo que los ania al pasado, encontraron iOh prodigio! que sobre los fragmentos del pétreo numen se erigia magestuosimente Ia imagen del Cru- cificado, en admirable talla de tamaiio natural: * se prosternuron anonadados ante el portento, ve de septiembre las 0 vetéott, News la cueva acompaiados de los entusiastas monjes, fieles e idélatras La diltima resistenci no falté antaio, + ni faltardn seguramente hogaio, quienes en ver del mi- Lagro, ad-airen 1a valentia de los intrépidos frailes;"tine con todo resto, se- uramente protegidos por las sombras de la noche, se aventuraron desde su convento hasta la eneva por ra la cristanizacion estaba vencida y aunque despefiaderos de la hostil barranca, con el pesado crucifijo a cuestas, para inclinar con la inocente ficciGn de, la inter vencién divina el dnimo de los aborigenes al cristianismo.}Pero la hipéte sis de Los escépticos no hizo al parecer prosélitos, pues el Dr. Fray Juan de Magallanes, Prior del Convento de Chalma y autor de una de 1 del Santuario, nos dice: ""EL Padre Fr. Pedro Tenorio que se hallé presente en Ta declaracién que hicieron los indios ante el R. P. Mro. Fr, Joseph To- rres, el P, Fr. Juande Guia, el P. Fr. Pedro Tenorio y el P. Fr. Tomés de Cordova, dice que Don Diego Lucas, indio principal, natural de Chalma, deciaré haber ofdo a sus antepasados, que los indios habfan Hegado antes esto es antes qtie los padres~ a continuar en sus idolatrias y que fue tal el esplendor que salia de la Cueva que temerosos no se atrevieron a entrar en ella." © Y la tradicién, encontrando mas bella y consoladora la leyenda que con la devocién inguebrantable de mas de historias la posible realidad, Ia consagr tres siglos. Mids de sesenta afios habian transcurrido desdeque el ‘Seftor de Chalma”’ 1 Plorenein Ob, Git. Paige. 12. —2 Mlorenein Ob. Cit. Pig. 62. 3 Ploreneia Ob, Cit. Pax, 14 y siguientes-Sardo. Péye, 17 y siguientes £ Florencia Ob, Cit, Pax. 18-Sardo, Péy. 26 y siguientes. in SardoOb Cit. Pay. 43, mieLioreca DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA & HIDTORIA, 102 fue encontrado en Ia cueva de Ia barranca, sin que sus devotos, principal: mente indigenas, ni los monjes de Ocuila quele tributaban wn culto irrenwlar, hubieran puesto la primera piedra del que Hegarfa a ser el famoso santuario * hasta que consagré si vida a la piadosa tarea Bartolomé Herndndez de To: tres y Herndndez, mestizo de Jalapa, en quien el ocasionado vivir y el alegre trdfago de la arrierfa, a la que se dedieé por muchos ajios, no pudieron vencer Ja tenaz. vocacién eremitica que lo Hevé al Yermo de Chatn ala Orden del Dr. de la Tgtesia de San Agustin, dela que fue honra y ejem plo con el nombre de Fr. Bartolomé de Jesiis Mar |. Venciendo dificultades sin cuento, con las peyuefias limosnas de los fie les, por entonces raros y miseros, convirtié Fr. Bartolomé la venerada cueva en una primitiva y modesta capillita, edificando poco a poco, en el transcurso de los treinta afios que moré en el Yermo, un conveticulo, hospederias para Hos pereginos y una escalinata, con esealones y pasamano de piedra, para fa- { cilitar el peligroso acceso a 1a capilla, enclavada como un nido de aguila en {la ladera de la barranca. "fil prestigio creciente del Cristo de la Cueva y de sus nunea igualados milagros (relatados, certificados y agradecidos en las leyendas de los ex-vo tos, ingenuamente ilustrados, muchas de las cuales existen todavia), en par ticular el que hizo posible el formidable salto de mas de cien metros, barranca abajo, quediera, perseguido por la Santa Hermandad a causa de sus espanto 808 delitos, el famosisimo handolero llamado en su época “RI Principe de los Montes,"” con sélo invocar la ayuda del “Seftor de Chalma’’ en el momento de lanzarse al vacio;* y la reconocida santidad de Fr. Bartolomé, que alige- rando el peso corporal del siervo de Dios por virtud del éxtasis piadoso, le per: mitia desprenderse del suelo, manteniéndose en et aire mientras oraba, pro: digio del que fue testigo, entre otras muchas personas, un fraile descalzo de la Orden Serifica, que tuvo la suerte de contemplarlo con gran edificacién de su alma,® y mas aitn, tas divinas prerrogativas que le fueron otorgadas al santo var6n por la pareza de su vida y su indestructible fe, ‘como son, gra- cia para hacer milagros, don de sanidad (cle curara los enfermos), atitoridad con los malos para hacerlos buenos y con los buenos para hacerlos mejores,"*" transformaron en pocos lustros el Yermo ahandonado e inhospitalario, en uno de los santuarios mas famoso del Nuevo Mundo. Muerto Fr. Bartolomé de Jess Maria, ‘‘en olor y fragancia de santi dad," sepultado en “la cueva del Santo Crucifijo donde vivié enterrado” y cuya roca se reblandecié para recibirlo nal y compafiero de auste- ridades Fr. Juan de San José, continué con fervor la obra emprendida. La afluencia de peregtinos, deseosos de gozir de los favores que el cielo con , y, mas tarde sui 1 (Florencia, Pag. 44). 2 Wlorencia. Pégs. 79 y siguientes. 3 Plorowein. Page. 42 y siguientes 4 Snrdo. Pags. 58 y sieuientes, 5 Florencia. Pag 111 6 Mlorencia, Pag. 127, 7 Plorencia. Page. 13 y siguientes 103 cedia por mediacidn del “cuerpo incorrupto™ de st siervo, lo obligaron a convertir en capilla otra de las ctrevas proximas ala del “'Sefior de Chalma,”" adola a la Purisima Concepeidn, ' Otro monje agustino cuyo nombre ho citan los cronistas, hizo lo propio con ka tercera cueva, que fue consagrada ala Virgen deGuadalupe. Fn cada tina de estas capillas se colocaron andando el tiempo, “dos estatuas de buena talla de los dos famosos ermitafios, prime: ros moradores de este santuario, Fr. Bartolomé de Jesits Maria y Fr. Juande S. Josef, puestos de rodillas y con aparato de penitencia, como tan insignes ded que fueron en ella. Con la construccién de ta capilla del Calvario que se yergue aislada, a Io lejos, en la bar frontera a la que sitvié de asiento el santuario, de varius pequefias ermitas o estaciones distribiridas de trecho en trecho para el Via Crucis, y de la Capilla de San José, edificada, aprovechando, también, ama cueva natural, y que ha quedado en Ia actualidad como cripta, debajo del prebisterio del Convento, destinada para enterrar en élla a los religiosos; obras de diferentes épocas y personas, completan por lo que se refiere a los materiales, el primer perfodo de la historia del Santuario. * Fundése definitivamente en el yermo de Chalma el convento agustino, por iniciativa de Fray Diego de Velézquez, Vicario Provincial Interino, por entonces, de Ia Orden, quien trazé personalmente los planos del edificio. Vidse obligado Fr. Diego, por la peculiar configuracién del terreno, a dejar fuera de su recinto la sagrada cueva, bien pequefla ya para contener a los innumerables peregtinos, por lo cual hubo necesidad de trasladar el crucifijo del "Sefior de Chalma’’ al nuevo templo, el dia de su dedicacién, cinco de marzo de 1683 * en cuyo altar mayor se colocé"* en un nicho de plata, a to- dlo costo y de tres vistas —o en ochavo— cuyos claros de alto abajo se ha- Han cubiertos de vidrieras de muy fino cristal y el fondo entapizado de ter- ciopelo morado, guarnecido de galén ancho fino de oro.”” * Sitio en que recibiendo los homenajes de los romeros, hasta que fue destri $ restos la ima- permaneci6, do por tn incendio a fines del siglo XVIII, formandose con s wen que en la actualidad se venera como original. © Lat obra continu paulatinamente hasta fines del antepasado siglo, am- plidndose de tiempo en tiempo, conforme lo demandaban las necesidades, los claustros y las enormes hospederfas que causan en Ia actualidad nuestra ad- miracién. A esta obra contribuyeron numerosos priores cuyos nombres figu- ran en los archivos y libros de ''Fundacién' de Chalma, sefialéndose entre ellos el R. P, Doctor y Mtro. Fr. Juan de Magallanes, quien el aito de 1730, entre otras obras importantes de diversa indole, amplid el presbiterio dan- como muchos maestros de obras (lo dole la extensién que tiene hoy 1 Valencia, Pag, Sardo, Pag. 97. Floreuein. Pag. 97 y siguientes Plorencin. Pag. 67 y wiguienter. Sardo, pag. 105 y siguientes. Sardo, Pag. 1 Fortine Hipélito Vera Pag. 123, F Surdo. Pag. 130, 104 cual salta ata vista al considerar las construcciones yuxtaptestas de esti- Jos y épocas diversas que integraron el edificio), tal ver, monjes del convento en su mayoria, Hasta Tolsa, el genial arquitecto de fines del siglo XVIII, posiblemente colabord a su embellecimiento, por lo menos, pues asi lo ase: gura una tradicién conceptuada como veridiea entre los agustinos, BI pecu liar estilo neoclasico de la portada y algunos detalles decorativos frecuen- Jemente usados por él, hacen muy probablest ineervencién, maxime cuando los planos de la obra fueron enviados de México y ejecutados por el maes- tro José Maria Cordero, segiin los libros de '*Fundacién” de Chalma, quien nds de una ver. trabajé bajo las érdenes del gran artista presencia de los agustinos, que por aquellas décadas gozaban de gran prestigio en la Nueva Espafa, hicieron que la fama del santuario se extendiese ripidamente por todo el pais y que Ia devocién del “'Sefior de Chalma,"" cundiera entre los espaftoles y los mestizos que anteriormente no te hubjan dado gran importancia, como lo prueba el informe del R. P. Pre dicador Jubilado y Misionero apostélico Fr. Manuel Gutiérrez, dirigido al Papa Benedicto XVI, en 1752, por medio del cual se obtuvo para el de Chal ma las indulgencias discernidas a los mas notables santuarios, y, prineipal- mente, la “‘informacién jurada,"” en la que hubieron de declarar 19 testigos de lo mis esclarecido de 1a Colonia, ratificada por el Arzobispo de México Dr, Alonso Nttfiez de Haro y Peralta, que le merecié el titulo de Real Con- vento y Santuario de Nuestro Seftor Jesucristo y San Miguel de las Cuevas de Chalma, otorgado por Carlos III el 6 de septiembre de 1783, cayo honor lo colocd bajo la inmediata proteceién real, confiriéndole todas las prerro- gativas y preeminencias wsuales. ' Sin embargo, la lejanfa de la cindad de México y to difieultoso de tos caminos de herradara que a él conducen Je enajenaron bien pronto la devocién de las clases altas y en general la de los criollos y los mestizos, siendo en In actualidad muy pocos los que saben, siquiers Por el contrario, el Santuario de Chalma desde su fundacién desempe: ia un papel importantisimo en la vida emotiva de nuestros aborigenes, es- pecialmente lox del centro de México. /Una vez al afto, en cualesquiera de las adas, sanos y enfermos (pues para obligar su inalteral a punto fijo, el lugar en qne se halla tres fechas ei vocidn, los solicitos padres cuelgan el cordén umbilical de los recién nacidos, en él célebre alitehuete del camino de Chala a Ocuila}} a pie o en pacien tes burritos, cargando a los nifios y Mevando al santo familiar “que va a visitar al sefior,’’ apretado contra el pecho; con dinero suficiente para un comodo viaje o comiendo tortillas duras para guardar avaramente el dinero indispensable para 1a limosna, la cera el escapulario, la estampita y la ‘'me- lida de 1a cabeza del Seftor de Chalina,’’ nuestros aborigenes: De “México y de Toluca: De Tenancingo y Pachuca, Amequefios y poblanos. .. 1 Sardo, Pag. 114 y siguientes, 105, De Cuernavaca y de Teuala De Zactalpan y Angangtteo. . Y los de Tasco y Tetecala, De Ixmiquilpan y Quetzala De Yantepee y Amathin’’, (Tierno Despedimiento del sefior de Chalma), crtzan las veredas ordina- riamente frecnentadas por las fieras, acelerando la marcha, con el animo li- Kero, aguijoneados por el deseo de Hegar al Santuario, sin atreverse siquie- ra a mirar para atras, por miedo de convertirse, como la mujer de Loth, en estatuas de sal. Mojados en inocente promiscuidad en las hospederias, en los corredo- adizos, en el claustro y atin en las caballerize pues en el Santuario positivamente son amos y sefiores; 0 acampados al aire libre, en tiendas a la manera de los beduinos, hechas de sarapes y de rebo- zos, en las laderas de las barraneas, en el pueblecito de Chalma, en todas partes, en fin, cinenenta o sesenta mil indigenas, renovados de tiempo en tiempo durante los tradicionales mueve dfas de la fiesta, dan color, anima- cin y movimiento verdaderamente extraordinarios, al encantador paraje, or dinariamente desierto. Ante el Seor de Chalma bailan constantemente, incansablemente, dan- yas que nos hacen pensar en las ceremonias rituales y en los ‘‘areitos”” de las religiones prehispanicas; ante el sefior de Chalma tocan en instrumentos indigenas, guitarras de concha de armadillo, flautas de carrizo parecidas a as chirimias y burdos tambores, indefinidamente, con una melodia suave, por lo general lograda con la combinacién de cuatro notas tan s6lo, 0 con una portentosa ¢ inusitada armonfa, sones mondtonos y primitives de enor- me fuerza sugestiva; ante el sefior de Chalma cantan alabanzas sencillas, ciindidas y fervientes, en las que la promunciacién y el acento indigenas cat tivan extrafiamente, moduladas por las vocecitas de nifios y nifias que tienen uma encantadora terneza. nite el sefior de Chalma se representan, todavia, "los autos y las fars de “Moros y Cristianos”, introducidas a rafz de la Conquista por los misio~ heros, en las que el Apéstol Santiago y sus legiones benéficas vencen al es- piritu del mal y de la idalatrfa; ya con sutiles razonamientos teoldgicos; ya con espantables combates a machetazos que duran horas enteras, haciéndo- nos pensar en posibles hecatombes, sin embargo de que, por la extrafia ha- bilidad de los indigenas en esta esgrima empfrica, rara vex Iega a ocurrir accidente de importancia. } Al sefior de Chalma le cuentan todas las congojas recénditas, todas tas ; dificultades del hogar, todas las penas de la dura existencia de parias y le piden todas esas pequefias cosas que constituyen, de conseguirse, la felici- dad de un aborigen: la luvia a tiempo para la ‘'milpa’? (sementera de maiz) de temporal, el retorno al hogar del hijo que se Hevaron de “‘juan’” tos del | Gobierno, 1a salud de la burra que enflaguece cada dia a fuerza de trabajo, y después de haber visitado el ‘Ara Santa’, después de haberse bafiado en Anates,T. 1,58 69.—14, res del con’ nto, en los 106 el rfo de Chalma, Ganges mexicano, y bebido gran cantidad de agua de los manantiales benditos, para disfrutar de salud durante el aio; después de vi- sitar las sagradas cuevas y de comprar el mayor ntimero posible de reliquias, salen los peregrinos caminando ritualmente hacia atrds, despidiéndose del sefior de Chalma y de su querido Santuario, el alma lena de tristeza y los ojos de agrimas, cantando los incomparables versos de el 'ierno Despedi miento”’, por los caminos abruptos y solitarios de la serrania olvidando el cansancio presente y el agobiador trabajo que les espera en la pobre aldea o en la hacienda hostil y haciendo resonar el eco de los montes con la dulce plegari IAdi6s Claustro y torrecitas Y también hospederfa! iAdids, hermosa agua fria Y sonoras campanitas! iAdids lindas crucecitas hechas de madera fina! iAdiés fuente cristalina, Otra vez venir espero! iAdiés imagen divina, hasta el afio venidero! iAdiés Chalma, dulce imdn, hasta el afio venidero! México, marzo de 1925. Micurt O, pe MENDIZABAL,

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