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Etnohistoria de Tepojaco: Identidad y apropiación sociocultural del espacio por

parte de mujeres nahuas, purépechas y totonacas

Resumen: Este artículo analiza la organización socioculturoespacial y la expulsión


demográfica desde la Ciudad de México hacia San Francisco Tepojaco. Se
destaca que Tepojaco ha experimentado un crecimiento poblacional debido a
cambios ambientales, desarrollo tecnológico, infraestructura, reproducción de
residentes y migración. La atracción del pueblo se debe a la explosión
demográfica y la expulsión de la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del
Valle de México. Además, se señala que Cuautitlán Izcalli ha experimentado un
crecimiento demográfico concentrado en la década de 1980 a 1990 debido a
políticas de desincorporación industrial y los efectos de los sismos de 1985 en la
Ciudad de México. El artículo también aborda la apropiación y resignificación del
espacio por parte de las comunidades indígenas que migran a San Francisco
Tepojaco, así como la coexistencia cultural. Se destaca la importancia de los
espacios receptores para su supervivencia, identidad social y actividades
culturales. Sin embargo, se menciona que esta apropiación puede tener un
impacto ambiental negativo y cambios socioculturales relevantes. Además, se
examina la forma en que diferentes etnias, como los nahuas, purépechas y
totonacos, se adaptan al nuevo entorno y encuentran oportunidades económicas
en San Francisco Tepojaco. El artículo concluye destacando la ubicación
geográfica estratégica de San Francisco Tepojaco y las condiciones favorables
que ofrece para la coexistencia de estas comunidades indígenas.

Palabras clave: organización socioculturoespacial, expulsión demográfica, San


Francisco Tepojaco, crecimiento poblacional, migración, apropiación del espacio,
resignificación del espacio, comunidades indígenas.

Abstract: This article examines the socio-cultural-spatial organization and


demographic expulsion from Mexico City to San Francisco Tepojaco. It highlights
that Tepojaco has experienced population growth due to environmental changes,
technological development, infrastructure, resident reproduction, and migration.
The attractiveness of the town is attributed to the demographic explosion and the
expulsion from Mexico City and the Metropolitan Area of the Valley of Mexico.
Furthermore, it is noted that Cuautitlán Izcalli experienced demographic growth
concentrated in the 1980s to 1990s due to industrial disincorporation policies and
the effects of the 1985 earthquakes in Mexico City. The article also addresses the
appropriation and resignification of space by indigenous communities migrating to
San Francisco Tepojaco as much as relevant sociocultural changes. It emphasizes
the significance of receiving spaces for their survival, social identity, and cultural
activities. However, it mentions that this appropriation may have a negative
environmental impact and relevant sociocultural changes. Additionally, it examines
how different ethnic groups, such as the Nahuas, Purépechas, and Totonacos,
adapt to the new environment and find economic opportunities in San Francisco
Tepojaco. The article concludes by highlighting the strategic geographic location of
San Francisco Tepojaco and the favorable conditions it offers for the coexistence
of these indigenous communities.

Keywords: sociocultural-spatial organization, demographic expulsion, San


Francisco Tepojaco, population growth, migration, space appropriation, space
resignification, indigenous communities.

Introducción
El pueblo de San Francisco Tepojaco, ubicado en Cuautitlán Izcalli, Estado de
México, ha experimentado importantes cambios políticos, sociales y culturales en
las últimas tres décadas. Estos aspectos son fundamentales para comprender por
qué muchas personas eligen esta zona en transición rural-urbana como un lugar
para vivir y mejorar sus condiciones de vida. San Francisco Tepojaco forma parte
del municipio de Cuautitlán Izcalli, que fue cuidadosamente seleccionado para su
establecimiento debido a sus características geográficas, físicas y, sobre todo,
hidrológicas. Se buscaba construir una ciudad capaz de absorber el crecimiento
de la población del área metropolitana sin afectar el desarrollo de la capital y el
centro del país. El Organismo Descentralizado del Estado de México (ODEM) fue
creado para coordinar y promover el desarrollo de esta nueva zona habitacional.
Sin embargo, debido a diversos problemas surgidos, como el pago de impuestos y
licencias comerciales, las autoridades estatales optaron por convertirlo en el
municipio 121 de la entidad (Perfil Histórico de Cuautitlán Izcalli, 1999).
Al pensar en San Francisco Tepojaco como un espacio atractivo para las
migrantes indígenas, es interesante analizar las propicio como espacio receptor. El
municipio, aunque existe como territorio histórico desde la época prehispánica, se
consolidó como una entidad política del Estado de México en el siglo XX. La
planificación de Cuautitlán Izcalli como la primera Ciudad Autosuficiente de la
Zona Metropolitana de la capital implicó la incorporación de una gran parte del
territorio de los municipios preexistentes de Cuautitlán, Tepotzotlán, Tultitlán y
Atizapán de Zaragoza. El objetivo era regular el crecimiento poblacional y reducir
la congestión en el Área Metropolitana. Se utilizaron planos de ciudades europeas
y estadounidenses para diseñar la nueva ciudad, con áreas destinadas a centros
de trabajo, servicios, viviendas, espacios deportivos, industriales y amplias áreas
verdes (ISSSC, 1999).
Desde su inicio, se ha reconocido la existencia y procedencia de los
pueblos originarios como parte integral de la identidad de Cuautitlán Izcalli. En
1973, se seleccionaron 13 pueblos como los pilares fundacionales del municipio,
los cuales aún conservan su historia, iglesias coloniales, festividades y tradiciones
(Mi Izcalli, 2012). En cuanto a la ubicación temporal y espacial de San Francisco
Tepojaco, actualmente se compone de varios barrios y colonias, como Benito
Juárez, Izcalli Chiquito, La Cruz, El Cerrito, Los Arcos, La Trampa, Los Pinos, San
Juan, Las Manzanas, Ejido de Tepojaco, Lomas, El Panteón, Las Minas, La
Conasupo, El Vertedor y Barrio La Lupita.

Toponimia y geografía
Conocer el significado del nombre del pueblo de San Francisco Tepojaco implica
considerar sus orígenes tanto en términos políticos, mágicos, religiosos, bélicos,
entre otros. En este caso particular, es importante destacar que su nombre se
compone de dos raíces: una de origen cristiano-católico y otra de origen
prehispánico. Esta dualidad proporciona información relevante sobre la identidad
de las personas en el pueblo, ya que, aunque practican principalmente la religión
católica, también reconocen sus raíces prehispánicas. Esto refleja su condición
mestiza, no solo en términos étnico-raciales, sino también socioculturales.
Se observa una clara intención de poner en primer plano el nombre del
santo católico, San Francisco de Asís, fundador de la orden franciscana, lo cual
destaca la predominancia de la religión europea sobre la civilización americana
conquistada. Una prueba contundente de esta afirmación es que la capilla de San
Francisco de Asís está construida sobre las ruinas de un templo prehispánico,
aunque existen registros escritos al respecto, no se han realizado excavaciones
arqueológicas. El nombre católico refiere al santo que nació entre 1181 y 1182 en
una familia de comerciantes en Italia. Francisco, como hijo de una familia
adinerada, participó en actividades propias de su posición social. Sin embargo, su
generosidad como plebeyo afortunado se transformó en caridad cristiana, y su
experiencia en la milicia comunal influyó en su predicación con referencias
caballerescas. San Francisco de Asís sigue siendo el patrono del pueblo y su
festividad se celebra cada 4 de octubre.
Por otro lado, el nombre prehispánico, Tepojaco (antes Tepoxaco), tiene
origen náhuatl. Su glifo se interpreta como una piedra rodeada de puntos que
indican arena, y se le atribuye el significado de "cosa fofa” o “esponjosa". La
combinación de las raíces tepuxactli, que significa "piedra liviana" o "piedra
arenosa", y el sufijo locativo "co" da lugar al significado de "en el lugar de piedras
arenosas o esponjosas". Esta denominación probablemente se refiere a la
presencia de abundante tepetate y piedra pómez en la zona, o posiblemente a las
características montañosas y la sierra principal que se asemeja a jorobas. Los
primeros grupos indígenas que llegaron al valle Anáhuac en el periodo preclásico
o las primeras culturas que se desarrollaron en el municipio le dieron este nombre
debido a la abundancia de lomeríos y montañas (Solo Izcalli, Cuautitlán Izcalli,
2010), (Tepojaco lugar de piedras fofas, 2020), (Plan Municipal Cuautitlán Izcalli,
2019-2021).
El pueblo de Tepojaco es una localidad ubicada en el municipio de
Cuautitlán Izcalli, como se ha mencionado. San Francisco Tepojaco se ubica al
noroeste del Valle de México, en la porción centro-oeste del Estado de México,
con las siguientes coordenadas geográficas extremas latitud máxima 19.63362,
latitud mínima 19.63727, longitud máxima -99.26777, longitud mínima -99.22717,
con una altitud media sobre el nivel del mar de 2,252 metros. Cuenta con una
superficie total de 5,2836 Km2; sus colindancias son: al norte con la Piedad; al sur
Lago de Guadalupe; al este Santiago Cuautlalpan, Tepotzotlán, y al oeste La
Perla; sus principales vías de acceso son Avenida de los Arcos, Avenida José
María Morelos, Avenida Francisco I. Madero y Avenida San Francisco Tepojaco;
desde el Periférico Norte por la Autopista México-Querétaro, México-Cuautitlán-
Teoloyucan, Lechería-Chamapa-Toluca, Prolongaciones, Av. Teotihuacan-Lago de
Guadalupe-Atizapán de Zaragoza, carretera Lechería-Tepojaco-Nicolás Romero y
Calzada de Guadalupe a Cuautitlán. Se encuentra en el municipio de Cuautitlán
Izcalli, que significa “Tu casa entre los árboles”, en uno de los lomeríos que forman
el suelo de este lugar, al igual que otros pueblos el subsuelo es de tepetate, los
lugares bajos son propios para la agricultura y la cría de ganado (en palabras de
Arturo, 2003).
Antecedentes Históricos
Cuautitlán Izcalli formaba parte del Valle de Cuautitlán, y sus primeros pobladores
se establecieron en la región durante el período preclásico tardío. Esto indica que
desde el principio los primeros habitantes reconocieron su idoneidad para la
supervivencia y la sedentarización, con períodos de ocupación casi continua,
interrumpidos únicamente por invasiones, conquistas y sometimientos. Esto
sugiere que no hubo un abandono permanente del territorio, sino periodos sin
población mínimos y la reanudación de la ocupación de forma continua. Además,
esto es relevante porque indica que los cambios climáticos o desastres naturales
no fueron la causa principal de las migraciones masivas, ya que la zona
continuamente tenía habitantes. En cuanto a los primeros pobladores, se
menciona que los otomíes fueron los habitantes más antiguos de la región hasta la
llegada de la cultura teotihuacana. Según el perfil histórico de Cuautitlán Izcalli, en
el capítulo "Los Cuautitlanes que se Anticiparon a Nuestro México: el Chichimeca
y el Colonial", se describe cómo los chichimecas migraron y se establecieron en el
área bajo el dominio tolteca, pasando de ser cazadores a convertirse en un pueblo
sedentario.
La migración chichimeca fue liderada por Chicontonatiuh, quien fue
designado como Tlatoani en el año 687 (1 acatl). Al llegar a su nuevo territorio, el
pueblo de Cuautitlán Izcalli continuó bajo el dominio tolteca, pero la instauración
de su propio gobierno fue evidencia de que los chichimecas aceptaron formar
parte de un imperio descentralizado. Los habitantes de Cuautitlán Izcalli
mantuvieron sus costumbres nómadas dentro de su valle, dedicándose a la caza y
recolección, y no fue hasta los siglos XIV y XV cuando adoptaron una forma de
vida sedentaria.
Posteriormente, se produjo un proceso migratorio de los colhuas, quienes
integraron diferentes formas culturales. Se menciona que en ese momento se
celebró la primera fiesta de Cuautitlán, pero algunas prácticas resultaban
incómodas para los chichimecas, como los sacrificios. Como se puede observar, el
choque cultural ha sido una constante en el territorio que abarca Cuautitlán Izcalli,
incluido San Francisco Tepojaco. Incluso en la actualidad, las prácticas culturales
de migrantes y residentes locales chocan en diversos ámbitos, lo que dificulta la
integración de los recién llegados y genera una falta de deseo de asimilación a la
cultura local. Todo esto ha provocado conflictos constantes que se remontan a la
época prehispánica.
Los encuentros culturales entre los colhuas y los chichimecas en Cuautitlán
Izcalli implicaron un intercambio de ideas y tecnologías. Según el texto "Toltecas y
chichimecas en el valle de México: Los colhuas y La Fundación de cuauhtitlan y
tetzcoco", se menciona: "Ellos dieron forma al pueblo de Cuauhtitlàn y lo
asentaron en la tierra, porque nomás andaban cambiando de lugar los
chichimecas. Ellos introdujeron la idolatría y añadieron muchos de sus dioses; y
cuando ya fueron bien queridos de los chichimecas, empezaron a labrar la tierra"
(Navarrete, 2011, 4). Estos encuentros culturales también establecieron un
sistema social sedentario con una estructura interrelacionada. Se menciona que
Tequixquinahuacan se agregó a Tepoxalco y Tzompanco; Chalmecapan se
agregó a Cuauhtlaapan y Citlaltépec; Nepantla se agregó a Tepotzotlán y
Huehuetocan; y Atempa se agregó a Coyotepec y Otlazpan.
Los códices, como el de Chimalpopoca, proporcionan detalles sobre la
forma de vida y las actividades económicas de los habitantes de Cuautitlán. Según
los anales tetzcocanos, el ser de los chichimecas cuauhtitlaneses comenzó en el
año 13 tochtli con la entronización de Chicontonatiuh en Cuautitlán. Se menciona:
"Comían grandes tunas, biznagas, mazorcas tiernas de tzihuactli (cierta raíz) y
xoconochtli (tunas agrias). Muchos trabajos padecieron durante trescientos
sesenta y cuatro años, hasta que llegaron al pueblo de Cuauhtitlan, en el que
comenzó el señorío de los chichimecas cuauhtitlaneses" (Navarrete, 2011, 4).
Estos registros históricos nos permiten comprender mejor los procesos
migratorios, las interacciones culturales y los cambios que ocurrieron en la región
de Cuautitlán desde la época prehispánica.
Como ingenieros y constructores, tanto los grupos prehispánicos como los
indígenas tributarios durante la colonia mostraron habilidades para resolver
problemas públicos mediante obras civiles. Según el texto "Cuautitlán en la
trayectoria de México", se destaca: "Los primeros, ante problemas de inundación,
legaron en el Río Cuautitlán y sus derivaciones un sistema fluvial perfectamente
arrepresado que hasta la fecha funciona, sólo que se ha confinado a sistema de
desagüe. Por su parte, los profundos valores espirituales fueron el motor para que
las manos indígenas (alfareras de origen) construyeran notables obras de
arquitectura para el uso del culto religioso, edificaciones que hasta la fecha no han
podido ser igualadas en belleza y jerarquía, pese a las tecnologías y recursos
vigentes" (Ruiz, Blancas y Cárdenas, 2010, 28).
La historia de los tlatohque del señorío de Cuautitlán menciona siete
gobernantes de diferentes géneros, incluyendo tres mujeres, siendo el último
Aztatzontzin. Sin embargo, con la llegada de los conquistadores españoles, el
señorío de Cuautitlán se convirtió en una ruta obligada para Cortés, lo que llevó a
la creación de una alianza con los mexicas. No obstante, la población de
Cuautitlán no escapó de las consecuencias negativas de la conquista y se
convirtió en parte de las provincias de la Nueva España. Tras participar en la
alianza contra los españoles, los habitantes de Cuautitlán fueron sometidos a
discriminación, opresión y marginación por parte de los invasores europeos.
Los cuautitlanenses fueron parte del ejército confederado que hostilizó a los
españoles, destacando la 'Batalla de Otumba' durante la retirada y un ataque o
emboscada al regreso. Una vez consumada la conquista, la ciudad de Cuautitlán
decayó y se despobló porque en la reorganización española fueron erigidas como
jurisdicciones separadas Tepotzotlán, Otlazpan, Citlaltépec, Tzompanco y Toltitlán
(Ruiz, Blancas y Cárdenas, 2010, p. 20).
Durante la conquista, los cuautitlanenses formaron parte del ejército
confederado que se enfrentó a los españoles, destacando en la "Batalla de
Otumba" y en ataques posteriores. Sin embargo, una vez consumada la conquista,
la ciudad de Cuautitlán sufrió un declive y despoblación, ya que las autoridades
españolas establecieron jurisdicciones separadas, como Tepotzotlán, Otlazpan,
Citlaltépec, Tzompanco y Toltitlán (Ruiz, Blancas y Cárdenas, 2010, 20). El
cambio administrativo y político impuesto por la conquista española también afectó
el territorio que actualmente comprende Cuautitlán. Los sistemas europeos
impuestos tras la caída del imperio mexica fueron establecidos en todo el territorio
de Cuautitlán. Las masacres y represiones de los conquistadores resultaron en la
expulsión o abandono de las tierras por parte de aquellos que no sucumbieron a la
conquista. El abandono de Cuautitlán por parte de sus habitantes prehispánicos
condujo a la formación de nuevos asentamientos novohispanos.
Según Robles, una antigua leyenda registrada por Fray Bernardino de
Sahagún, Quetzalcóatl pasó por Cuautitlán alrededor del año 1100 de nuestra era.
En el libro "Cuautitlán en la trayectoria de México", se hace referencia a los Anales
de Cuautitlán como un documento de gran significado icónico para el valle de
Cuautitlán. Estos anales fueron escritos y reinterpretados entre los años 1563 y
1570 por los discípulos de Fray Bernardino de Sahagún, Alonso Bejarano y Pedro
de San Buenaventura, quienes eran originarios de Cuautitlán. Durante la época
colonial, estos eventos marcaron un cambio radical en la forma de vida en el
territorio que ahora abarca el municipio, especialmente debido a la inestabilidad de
los sistemas político-económicos (Ruiz, Blancas y Cárdenas, 2010).
El cambio administrativo y político que supuso la conquista española
también afectó al territorio que hoy comprende Cuautitlán, los sistemas impuestos
por los europeos que llegaron con posterioridad a la caída del imperio mexica
fueron instaurados e impuestos a lo largo y ancho del territorio cuautitlanense. Las
masacres y ensañamientos de los conquistadores supusieron que, quienes no
sucumbieron a la conquista, terminaran por abandonar las tierras. Sin embargo,
cabe la posibilidad de que no emigraran por su propia cuenta y, en su lugar, fueran
expulsados por los recién llegados. Ya se ha hecho mención de que, con la
consumación de la conquista, Cuautitlán fue abandonado por sus habitantes
prehispánicos, lo que lo convirtió en un conjunto de asentamientos novohispanos.
En las épocas posteriores a la independencia, el territorio de Cuautitlán fue
principalmente utilizado como territorio de paso, especialmente durante la época
revolucionaria, ya que aquí se encontraban las vías ferroviarias que conectaban
todo el país. Sin embargo, esto no significa que no existieran asentamientos, ya
que algunos, como la hacienda y el convento de las capuchinas, continuaron
funcionando de forma ininterrumpida. Durante los períodos de guerras y guerrillas,
la población de Cuautitlán disminuyó drásticamente, lo que sugiere que los
abandonos o las huidas masivas se debieron principalmente a conflictos armados.
Según el INAFED, en 1973 se creó el municipio 121, Cuautitlán Izcalli, en el
Estado de México" (INAFED, 2017).
La información actual, proporcionada oralmente, reafirma la historia
anterior, confirmando tanto las actividades y eventos desde la época prehispánica
hasta la división de los pueblos que conforman Cuautitlán. Se destaca que existe
una ocupación indígena constante, a pesar de los destierros y desplazamientos
masivos. Además, se observa que actualmente todavía existen pueblos originarios
y que migrantes étnicos de otros estados eligen Cuautitlán y San Francisco
Tepojaco como lugares ideales para mejorar sus condiciones de vida. Según el
INAFED, en 1967 los poblados que conforman Cuautitlán Izcalli contaban con más
de seis mil personas de origen español, mestizo o mulato. Estos pueblos con
raíces nahuatlacas, chichimecas y otomíes incluyen Axotlán, San Juan Atlamica,
La Aurora, Santa Bárbara Tlacatecpan, San José Huilango, San Lorenzo Río
Tenco, San Mateo Ixtacalco, San Martín Tepetlixpan, Santa María Tianguistengo,
San Francisco Tepojaco, Santiago Tepalcapa, El Rosario y San Sebastián Xhala"
(INAFED, 2017).
En cuanto a Tepojaco, se remonta a la época prehispánica y se considera
un lugar de movilidad y asentamientos de las primeras culturas. Según un cronista
local, Tepojaco fue fundado por segunda vez por los españoles en el siglo XVI
(1532) y se le ubica como un sitio de tránsito o paso para grupos humanos que
deseaban llegar al Valle de México desde el norte. En el periodo preclásico, varias
familias se asentaron en el lugar conocido como "minas de Tepojaco", como lo
demuestran los vestigios de alfarería y figuras femeninas que representan la
fecundidad. Además, se menciona que la laguna actualmente llamada La Piedad
fue utilizada por los primeros pobladores de Tepojaco en el periodo preclásico, y
se han encontrado numerosos vestigios prehispánicos en las milpas de la zona.
Aunque Tepojaco se reconoce como una estancia (barrio) de Tepotzotlán, en
realidad perteneció a Cuautitlán, ya que la capital del señorío de Tepotzotlán fue
durante muchos siglos la ciudad prehispánica de Huehuecuauhtitlán. Actualmente,
Tepojaco es un pueblo que forma parte de Cuautitlán Izcalli y está dividido en
barrios, que incluyen Benito Juárez, Izcalli Chiquito, La Cruz, El Cerrito, Los Arcos,
La Trampa, Los Pinos, San Juan, Las Manzanas, Ejido de Tepojaco, Lomas, El
Panteón, Las Minas, La Conasupo, El Vertedor y Barrio la Lupita" (Tepojaco lugar
de piedras fofas, 2020).

Paisaje dinámico
El ecosistema de Tepojaco se caracteriza por ser parte de un paisaje dinámico. La
localidad tiene un clima C(w1) templado subhúmedo, con lluvias en verano y una
humedad media. Se encuentra ubicada en un lomerío que forma parte de una
serie de elevaciones que anteceden a la Sierra de Monte Alto y Monte Bajo, las
cuales separan el Valle de México del Valle de Toluca. Desde estos lomeríos, se
pueden apreciar las sierras de Guadalupe y Tepotzotlán, así como el cerro
Citlaltepec en Zumpango, El Cincoque en Huehuetoca, La Biznaga en Atizapán y
las montañas del oriente del Valle de México al norte de la sierra de Guadalupe.
Tepojaco se encuentra entre dos subcuencas: la del Lago de Guadalupe y
la del Río Cuautitlán. La primera corresponde a la parte alta del río, donde nace
este y todos sus afluentes hasta llegar a la presa. La segunda subcuenca
comienza desde el desfogue de la cortina de la presa hacia el norte. El río
Cuautitlán es el curso de agua principal que atraviesa la zona de sur a norte. En
cuanto a los arroyos estacionales, aquellos que nacen en las laderas con
exposición sur se encuentran al norte de la presa, son cortos y no tienen nombre
específico. Por otro lado, los arroyos que nacen con dirección al norte son más
largos y también son estacionales. Entre estos, se pueden mencionar el arroyo
San Agustín y el arroyo Tepojaco, que son afluentes del río Cuautitlán y se unen
más al norte. Este último desemboca actualmente en la laguna de La Piedad, la
cual en realidad es una represa.
En el pasado, en relación al canal de Cuamatla-La Aurora, existía una red
de canales de riego por gravedad en las diversas laderas del lomerío donde se
ubica Tepojaco. Sin embargo, en la actualidad, esta red de canales ha
desaparecido en gran medida según menciona el Biólogo Carlos A. Sánchez (20-
04-2021).
El ecosistema de Tepojaco ha experimentado cambios significativos debido
a la urbanización y la introducción de especies no nativas. En términos de
vegetación, la asociación vegetal original consistía en bosques de Quercus
(encino) en las zonas de ladera, dominados por especies como Quercus laeta, Q.
obtusata y Q. mexicana, junto con Prunus serotina (capulines). En las cañadas y
orillas del río Cuautitlán, se encontraba un bosque de galería dominado por
Fraxinus uhdei (fresno), Alnus acuminata (aile) y Taxodium mucronatum
(ahuehuete), así como arbustos como Baccharis salicifolia (jara blanca) y Salvia
mexicana (tlacote).
En algunos lomeríos, se encontraban bosques espinosos y matorrales altos
cubiertos por especies como Vachellia schaffneri (huizache), Crataegus mexicana
(tejocote), Eysenhardtia polystachya (palo dulce) y Rhus standleyi (sumaco).
Dentro del pueblo de Tepojaco, aún se conservan árboles antiguos de Prosopis
laevigata (mezquite) y Casimiroa edulis (zapote blanco), que son especies nativas
anteriores a la introducción de frutales por los españoles.
En cuanto a la fauna, se han observado cambios y pérdidas debido a la
urbanización y otros factores. Algunas de las especies más grandes de mamíferos
presentes anteriormente incluían el conejo serrano (Sylvilagus cunicularius) y el
tlacuache (Didelphis virginiana), los cuales han ido desapareciendo debido a la
urbanización, la presencia de perros domésticos y los atropellamientos. Los
ratones silvestres (Peromyscus sp.) han sido desplazados por ratas y ratones
domésticos.
El grupo de aves es el mejor estudiado en la zona, con alrededor de 150
especies registradas, tanto migratorias como residentes. Las especies acuáticas
más abundantes en el lago de Guadalupe son el pato cuchara (Anas clypeata) y el
pato mexicano (Anas diazi), mientras que los pinzones (Emberizidae), mosqueros
(Tyrannidae) y chipes (Parulidae) son aves comunes en la zona.
Los anfibios están poco representados, con la presencia observada de la
ranita verde (Hyla eximia), mientras que los registros del ajolote de montaña
(Ambystoma velasci) datan de la década de 1970. En el caso de los reptiles, aún
se pueden encontrar la lagartija espinosa (Sceloporus spinosus), el escorpión
(Barisia imbricata), así como la culebra de agua (Thamnophis sp.) y la enterradora
(Conopsis sp.).
En términos de paisaje sociocultural, muchas áreas de traspatio en el
pueblo de San Francisco Tepojaco estaban delimitadas por cercos formados por el
cactus columnar Pachycereus marginatus (órgano). En el área que ahora es el
Fraccionamiento Lomas de San Francisco Tepojaco (Lomas de Cuautitlán), solían
haber pastizales y formaciones de Agave salmiana (maguey pulquero) de donde
se extraía aguamiel para elaborar pulque. Antes de la urbanización, además del
maíz cultivado en la técnica de la milpa (maíz-frijol-calabaza), los cultivos
extendidos incluían Avena sativa (avena) con fines forrajeros y Fragaria vesca
(fresa), que fueron introducidos por los españoles.
El sitio que actualmente es el fraccionamiento solía ser un área de caza,
principalmente de conejo serrano (Sylvilagus cunicularius), para fines alimentarios,
y se reportaba que era muy abundante. Entre los frutales introducidos por los
españoles y que eran comunes en la localidad se encontraban el ciruelo (Prunus
domestica), el higo (Ficus carica) y la pera (Pyrus communis). Aún se pueden
observar olivos (Olea europaea) en el atrio de la iglesia y varias especies de milpa
en la fórmula Zea mays, Phaseolus spp., Cucurbita spp. (maíz-frijol-calabaza).
Estos datos han sido proporcionados por el Biólogo Sánchez y complementados
por la información compartida por la Ingeniera Vázquez.

Población tepojoteca y sus cambios a través del tiempo


Lamentablemente, la falta de información precisa y consistente dificulta determinar
con exactitud la población y diversidad cultural de San Francisco Tepojaco. Las
fuentes existentes presentan discrepancias en cuanto a la cantidad numérica de
habitantes, lo que genera confusión en la clasificación del lugar como pueblo o
ciudad. Según el INEGI, una población superior a 2,500 habitantes se considera
un entorno urbano, pero los datos disponibles varían entre 2,020 y más de 3,000
habitantes. Existe un déficit de información pública y accesible por parte de las
autoridades y los medios oficiales, incluyendo las plataformas de transparencia
que limita aún más el conocimiento sobre la población de San Francisco Tepojaco.
Las instancias actuales se declaran incompetentes o carecen de la información
necesaria para proporcionar datos detallados sobre la población, como desgloses
por sexo, género, edad, procedencia étnica, adscripción religiosa, actividades
económicas, entre otros aspectos relevantes. Dado que las instituciones
gubernamentales son responsables de recopilar, almacenar y transparentar
información con el apoyo de recursos públicos, el hecho de que afirmen no tenerla
genera contratiempos. Esto implica que se debe recurrir a otros medios para
obtener datos, los cuales pueden ser menos precisos que un censo oficial, que ya
de por sí presenta ciertas limitaciones en términos de precisión. En resumen,
debido a la falta de información precisa y consistente, no es posible determinar
con certeza la población y diversidad cultural de San Francisco Tepojaco. La falta
de transparencia por parte de las autoridades dificulta aún más la obtención de
datos confiables sobre la población y sus características demográficas y
culturales.
Durante la época prehispánica (3,000 a. d. a 1521 d. n.), la población de
Tepojaco se formó en el principio de los tiempos de asentamientos humanos que
fueron el resultado del encuentro entre culturas. Los primeros residentes del lugar,
según el Códice Chimalpopoca, fueron cuauhtlitlaneses y chichimecas, siendo
estos últimos los que se asentaron permanentemente en este el lugar. Al poco
tiempo de su estancia los chichimecas recibieron a la cultura acolhua y es posible
que habitaran ahí por un tiempo indefinido pactando con ellos intercambio de
conocimientos y generación de alianzas (Códice Chimalpopoca).
En la época colonial en Tepojaco (1521-1821), los indígenas oriundos del
lugar, al verse sometidos por los conquistadores españoles, fueron obligados a
aceptar trabajo a cambio de comida, bebida y la vida misma en el lugar. Es posible
que en el trabajo de la encomienda trasladaran a indígenas de otros lugares para
radicar ahí y estar al servicio de los españoles. También es posible que otras
culturas que corrieran el mismo destino fueran la otomí o mazahua, según
documentos históricos y lo dicho en Los Anales de Cuautitlán (Documentos
históricos y Los Anales de Cuautitlán).
Para la época revolucionaria en 1910, se llevó a cabo la petición de tierras
en Tepojaco para trabajarlas de forma individual y familiar por parte de la gente
originaria, lo cual fue un factor relevante que incidió en el incremento de la
población del lugar. Se sabe que debido a que se repartían tierras a un número
determinado de gente, los pobladores invitaban a conocidos de los pueblos
cercanos a vivir ahí, y así hacerse de tierras. Entre los beneficiados se
encontraron diversos residentes de Huilango, el Rosario, la Aurora, por mencionar
algunos (Documentos históricos y Los Anales de Cuautitlán).
Cuando ocurrió la epidemia de influenza porcina en 1918, la enfermedad de
la influenza española, de origen desconocido, pudo haber llegado a Tepojaco. No
se tienen datos estadísticos, análisis genéticos u otros datos que indiquen que
hubo contagio en la región. Sin embargo, se sabe que muchos pobladores
enfermaron y perdieron la vida. Aun cuando no se tiene la certeza de que la
influenza española fuera la causante, se reforzó el desplazamiento de individuos y
masas en aras de evitar el contagio del virus (Documentos históricos y Los Anales
de Cuautitlán).
En cuanto a la reforma agraria de 1953, aunque no existe documentación
específica con respecto a su impacto en Tepojaco, se sabe que esta reforma
buscaba mejores condiciones para los campesinos y el acceso a la posesión y el
derecho de uso de la tierra. Es posible que también haya tenido repercusiones en
Tepojaco, pero no se cuenta con fuentes que lo confirmen (Documentos históricos
y Los Anales de Cuautitlán).
Los años 90 tuvieron especial repercusión, con el cese de apoyos para el
campo en México y el movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional,
ocurrió un desplazamiento a nivel nacional. Esto implicó la movilidad de
campesinos y grupos étnicos hacia los centros económicos redituables, ya sea a
la Ciudad de México o a la Zona del Valle de México. En este tiempo, en Tepojaco
pudieron ocurrir dos situaciones: la primera, que el campesino oriundo del lugar
buscará alternativas de subsistencia en municipios aledaños o la zona industrial
cercana al pueblo; la segunda, la llegada de grupos étnicos que fueron orillados a
buscar otros lugares ajenos a los de origen con intenciones de mejorar sus
calidades de vida, pues en sus pueblos la vida estaba basada en economías
rurales o artesanales (Cartón, 2009). En el caso de Tepojaco, debido a su reciente
proceso de urbanización, la población étnica que empezó a llegar era originaria de
Oaxaca, Veracruz, Toluca e Hidalgo (Cartón, 2009).

Crecimiento urbano exponencial a partir de los noventas en Tepojaco


Durante los años noventa, el crecimiento urbano exponencial en el Valle de
México tuvo repercusiones tanto en el municipio de Cuautitlán Izcalli como en la
transformación de Tepojaco, pasando de ser un espacio rural a uno urbano. Este
proceso migratorio fue acompañado por un aumento en la construcción de
fraccionamientos y zonas urbanas de interés social en todo el municipio, lo cual
impulsó la economía local. La venta de grandes extensiones de tierra que
anteriormente se utilizaban para cultivos y pastoreo atrajo diversas ofertas
económicas hacia el pueblo. Sin embargo, a partir del año 2010, la venta de
terrenos para fraccionamientos comenzó a cambiar gradualmente el panorama
rural de Tepojaco.
A pesar de la atracción que ha generado el pueblo como espacio de
recepción, gracias a la construcción de fraccionamientos con casas habitacionales
al estilo californiano, existe un déficit significativo de viviendas para gran parte de
la población. De acuerdo con datos oficiales, para el año 2012 el déficit
habitacional ascendía a 15'298,204 viviendas, y en 2010, el 68.3% de las
viviendas en hacinamiento correspondían a poblaciones no atendidas por
programas de financiamiento (Maldonado, 2010, p. 35). Esto implica que la
construcción de casas habitacionales ha tenido lugar en terrenos fértiles que antes
se utilizaban para actividades agrícolas o ganaderas, lo cual plantea la
problemática de habitabilidad en estos espacios. Es importante destacar que esta
tendencia se observa también en otros fraccionamientos en el Estado de México,
incluyendo Cuautitlán Izcalli.
Como consecuencia del hacinamiento y las precarias condiciones de vida,
existe una creciente demanda de bienes y servicios básicos que resulta cada vez
más difícil de cubrir. En este sentido, el pueblo de Tepojaco ha experimentado una
transformación en la que se ha convertido en un espacio generador de
abastecimiento y opciones de consumo cercanas. Aparentemente, la economía
local se ha fortalecido gracias a este desarrollo a nivel local. Para las migrantes de
origen étnico, el pueblo sigue siendo un espacio ideal, ya que comercian con
productos que son más difíciles de conseguir para las habitantes locales, lo que
crea una relación simbiótica en la que el proveedor depende del consumidor, es
decir, la población local.
Para las mujeres migrantes étnicas, Tepojaco representa un atractivo
especial, se trata de un espacio en transición del que, de alguna manera, se
pueden apropiar. Esto también es indicador del crecimiento exponencial ya que las
migraciones se dan de forma escalonada y secuencial, lo que implica que por
cada migrante que llegue y logre establecerse, muchas más intentarán replicar.
Así, el pueblo de Tepojaco será habitat de mujeres indígenas que buscan mejorar
sus condiciones de vida.

Saber mítico-mágico-religioso tepojoteca


La festividad principal de San Francisco Tepojaco, de origen cristiano-católico,
conmemora la muerte de San Francisco de Asís, santo fundador de la orden de
los franciscanos y nombre del pueblo. Esta celebración, conocida como fiesta
patronal, tiene lugar el 4 de octubre de cada año. Los vecinos del pueblo
colaboran cooperativamente hasta reunir los recursos necesarios para llevar a
cabo la festividad. Se inicia con una ceremonia solemne y se realiza un desfile de
la figura del santo. La afluencia a esta festividad suele ser alta, ya que tanto las
habitantes del pueblo como las católicas no practicantes valoran y preservan sus
tradiciones. Durante la festividad se lleva a cabo una misa y diversas actividades
lúdicas como juegos de azar y destreza. Además, se realiza una "coronación de la
reina", en la que varias mujeres se postulan para ser elegidas como la reina de la
fiesta a través de la venta de boletos. Aquella que vende más boletos es coronada
como reina. Otros elementos de la festividad incluyen la tradicional quema de
pirotecnia, como el torito y los castillos, así como la realización de una misa
solemne y la interpretación de Las Mañanitas con mariachi. En cuanto a la comida,
durante estos días se consumen platillos tradicionales como mole, carnitas,
tamales de hoja de maíz y pulque. Asimismo, se celebra la Semana Santa en vivo,
al igual que en la alcaldía de Iztapalapa en la Ciudad de México, y durante las
contingencias sanitarias causadas por el virus SARS-CoV2-Covid19, las
festividades fueron transmitidas en línea (Tepojaco lugar de piedras fofas, 2020).
Una de las prácticas religiosas más comunes durante la festividad del santo
patrono San Francisco de Asís en Tepojaco es llevar animales al pueblo. Las
habitantes llevan mascotas, animales de tiro, animales de corral e incluso
animales exóticos el 4 de octubre, para que sean rociados con agua bendita por el
sacerdote en un horario específico, de 6 a 7 p.m. (Hoy en la noticia, Así se vivió la
bendición de animales en Tepojaco, 2017). En San Francisco Tepojaco, se
encuentra el Convento de las Hermanas Clarisas Capuchinas, ubicado en la Calle
del Recuerdo s/n, Izcalli, México. Esta congregación religiosa es parte importante
de la comunidad y contribuye al ambiente espiritual del pueblo. Además, en la
localidad, se encuentra la iglesia llamada Pan de Vida Tepojaco, la cual es una
iglesia cristiana ubicada en la Calle Emiliano Zapata, San Francisco Tepojaco,
54745 Cuautitlán Izcalli, México. Esta iglesia desempeña un papel significativo en
la vida religiosa y espiritual de la comunidad local.

Bienes y servicios comunales y comunitarios


El pueblo de San Francisco Tepojaco cuenta con una amplia gama de servicios
que contribuyen a su desarrollo y comodidad. Estos servicios incluyen suministro
de agua, sistema de drenaje y alcantarillado, telefonía fija, celular y digital, acceso
a internet, energía eléctrica, gas natural, clínicas y dispensarios de salud, módulos
de policía, estación de bomberos, módulo de protección civil, funerarias y un
cementerio local.
La infraestructura de servicios en San Francisco Tepojaco supera los
estándares básicos para la supervivencia, lo que lo distingue como un lugar en
constante crecimiento y que se acerca a las condiciones de las áreas urbanas sin
alcanzar el nivel de las grandes ciudades.Entre las empresas que brindan
servicios en el pueblo, se encuentran la Comisión Federal de Electricidad (CFE)
para el suministro de luz, OPERAGUA para el agua, y varias compañías de
telecomunicaciones como TELCEL, MOVISTAR, ATT, TELMEX, entre otras, que
ofrecen servicios de telefonía móvil, telefonía fija, internet y televisión por cable.
Además, el pueblo cuenta con un panteón llamado "La Soledad", ubicado en
Abasolo s/n, San Francisco Tepojaco, 54745 Cuautitlán Izcalli, México.
Si bien es cierto que muchas migrantes étnicas carecerán de servicios
básicos como luz eléctrica, agua potable, gas natural, telefonía fija, internet, entre
otros. Ellas consideran que el espacio de recepción les es más propicio para tener
comodidades que no existen en sus pueblos de origen. Por lo tanto, consideran a
Tepojaco como una opción viable para la habitación

Economía dual: rural y urbana


La economía de San Francisco Tepojaco se caracteriza principalmente por su
enfoque local, con la presencia de algunas empresas como Wal-Mart, Grupo
Salinas Pliego y Grupo Azteca, entre otras. Sin embargo, la mayoría de los
comercios en el pueblo son de carácter local y el intercambio económico se da
principalmente entre los residentes. Aunque la cantidad de establecimientos
comerciales en el pueblo es relativamente baja, estimada en menos de 200, esta
cifra es menor en comparación con localidades de mayor tamaño y actividad
económica.
En San Francisco Tepojaco, los oficios tradicionales desempeñan un papel
importante debido a la falta de grandes actividades industriales. Actividades como
carpintería, herrería, albañilería, plomería, floristería, cocina, repostería, mecánica,
pintura y panadería son parte esencial de la economía local. Esto es de vital
importancia ya que muchas mujeres étnicas se dedican a la carpintería o la
cocina, lo que hace de Tepojaco un lugar propicio para habitar.
De acuerdo con estimaciones de Market Data México, el producto
económico bruto de San Francisco Tepojaco se estima en aproximadamente 220
millones de pesos mexicanos al año. De esta cantidad, alrededor de 110 millones
de pesos corresponden a los ingresos generados por los hogares y los otros 110
millones de pesos provienen de los 120 establecimientos comerciales en
funcionamiento en el pueblo. Esto indica que existe un equilibrio entre los ingresos
generados por los residentes que trabajan externamente y los comercios que
impulsan la economía interna. Además, se estima que alrededor de 500 personas
trabajan en la colonia, lo que eleva la cifra total de residentes y trabajadores a
3,000.
En San Francisco Tepojaco se encuentran registrados alrededor de 120
establecimientos comerciales, en su mayoría micro, pequeñas y medianas
empresas que generan empleo en la comunidad. Entre las principales empresas
con presencia en la colonia, tanto públicas como privadas, se encuentra el
Gobierno del Estado, junto con otras dos organizaciones que emplean a
aproximadamente 60 personas, lo que representa alrededor del 66% del total de
empleos en la colonia (Market Data México, 2021).

Actividades agropecuarias
La importancia histórica de San Francisco Tepojaco se evidencia a través de la
historia oral de sus residentes y la documentación colonial, que destacan su
ubicación privilegiada. Durante el periodo colonial, estas tierras fueron escenario
de numerosos conflictos entre mestizos y españoles, quienes lograron acaparar
tierras en beneficio propio y de sus descendientes. En cuanto al uso agrícola y
agropecuario, aún existen áreas dedicadas a la agricultura de riego y temporal,
principalmente en la zona nororiental del municipio de San Francisco Tepojaco y
en el pueblo de Santa Bárbara. Sin embargo, en los últimos años se ha observado
una disminución considerable de estas áreas.
Los cultivos predominantes en la región son alfalfa, avena, maíz, frijol y
calabaza, destinados principalmente al autoconsumo. La situación rural en el
pueblo ha ido perdiendo importancia en las últimas tres décadas debido al proceso
de urbanización y al crecimiento del área urbana, que ha provocado la
transformación del uso original del suelo. Los usos agrícolas y pecuarios se han
ido desplazando gradualmente por actividades relacionadas con viviendas,
industrias, comercios, servicios y equipamiento urbano (ISSSC, 2021). En cuanto
a la actividad pecuaria, esta es mínima en el municipio. Las principales especies
de ganado incluyen porcinos, bovinos, ovinos, caprinos y aves de corral, que se
crían principalmente para consumo doméstico.

Industria
En la localidad de San Francisco Tepojaco, no se encuentran industrias
establecidas; sin embargo, se tiene conocimiento de la existencia de minas a cielo
abierto en la zona. Estas actividades mineras de extracción de materiales tienen
un impacto significativo en el relieve y alteran los cursos naturales del agua,
resultando en la degradación del suelo, grandes agujeros y cortes profundos en el
terreno.
En el caso específico de San Francisco Tepojaco, existe una mina en operación
que extrae tepetate y piedra, aunque se dispone de poca información detallada
sobre esta actividad.
En cuanto al sector del transporte, en el pueblo se encuentra la empresa de
camiones "Línea de Tlalnepantla y Puntos Intermedios S.A de C.V." conocida
como "Amarillo". Esta empresa cuenta con una ubicación destinada a la llegada y
salida de camiones de diferentes rutas, aunque no necesariamente todas las rutas
están relacionadas directamente con San Francisco Tepojaco. En estas
instalaciones se almacenan y se brinda mantenimiento a las unidades, además de
llevar a cabo tareas de cobranza, contratación y pago a los choferes. Sin embargo,
no se realiza el ascenso ni descenso de pasajeros, por lo que no se trata
estrictamente de una terminal de transporte. En este sentido, se puede afirmar
que, aunque la empresa está dedicada al transporte, su actividad principal en el
lugar se centra en proporcionar las condiciones necesarias para que esta actividad
económica pueda llevarse a cabo.

Comercio y abasto
En el pueblo de Tepojaco, la actividad de compraventa es una de las principales
formas económicas. Se pueden encontrar diversos establecimientos comerciales,
tanto en locales fijos y formales ubicados en avenidas principales, como
vendedores ambulantes que pueden ser de paso, fijos irregulares o semifijos a pie
(Archivo de la Dirección de Abasto y Comercio, 2018).
Uno de los lugares de venta fija más característicos del pueblo es el
mercado público San Francisco Tepojaco, situado en la Avenida Hidalgo. Este
mercado está abierto de lunes a domingo y ofrece a los pobladores la posibilidad
de abastecer su despensa familiar, así como realizar intercambios económicos o
encontrar oportunidades de autoempleo.
Además, las habitantes también pueden acceder a tianguis sobre ruedas,
como el tianguis de Tepojaco en la calle Camino a Tepojaco, el tianguis de Las
Auroritas los jueves, el tianguis de Los Pinos en San Francisco Tepojaco los lunes
y sábados, el tianguis de Faisán en Tepojaco los jueves, el tianguis de Lomas en
Lomas de San Francisco Tepojaco los domingos y jueves, y el tianguis de calle
Mina en Tepojaco los domingos (Archivo de la Dirección de Abasto y Comercio,
2018). Para las migrantes étnicas, cuya principal actividad económica es el
comercio, el espacio receptor representa un atractivo.
En cuanto a servicios financieros y comerciales, en Tepojaco se encuentran
una tienda Elektra y un Banco Azteca en la Avenida José María Morelos. En
Elektra, se pueden adquirir electrodomésticos, colchones, muebles para el hogar,
motonetas y artículos para motos y autos. Esta tienda ofrece opciones de pago a
crédito preferentemente, así como pago de contado. Dentro de la misma
instalación se encuentra el Banco Azteca, donde es común realizar transacciones
de recepción y envío de dinero a nivel nacional e internacional (ISSSC, Perfil
Histórico de Cuautitlán Izcalli, 2020).

Medicina tradicional y moderna


En San Francisco Tepojaco, la tradición y el conocimiento ancestral en el uso de
plantas medicinales para tratar diversas dolencias aún se mantienen vigentes. Las
prácticas de herbolaria forman parte integral del sistema de salud y enfermedad de
la comunidad. Se conserva el uso y manejo de hierbas medicinales como una
alternativa complementaria a la medicina convencional. Además, se realizan
tratamientos curativos, limpias y sobadas por parte de curanderas y hueseros
locales, como parte de las opciones terapéuticas disponibles.
En el pueblo, es posible encontrar establecimientos especializados en la
venta de hierbas y brebajes medicinales. Por ejemplo, Herbolaria Mixtica, ubicada
en la Av. Francisco I. Madero 24, San Francisco Tepojaco, ofrece una variedad de
productos herbales para el cuidado de la salud. Además de estas prácticas
tradicionales, en el lugar también se encuentran clínicas particulares,
establecimientos de medicamentos similares y farmacias como Farmacias GI.
Asimismo, existen dos clínicas de salud que ofrecen tratamientos médicos
convencionales con asistencia estatal. En el Centro de Salud y Dispensario de
San Francisco Tepojaco, ubicado en la Av. Hidalgo s/n, se brindan servicios
médicos generales, odontológicos, psicológicos, entre otros. También se
organizan talleres de manualidades dirigidos a niños, jóvenes y personas de la
tercera edad, en un enfoque integral de atención a la salud y el bienestar.
El laboratorio MAYA, ubicado en la Calle Vicente Guerrero 7-Local A1, San
Francisco Tepojaco, es uno de ellos. Ofrece una variedad de servicios de
laboratorio para el análisis de muestras biológicas y diagnósticos médicos. Por
otro lado, el Laboratorio del Lago, situado en Francisco I. Madero 3, San Francisco
Tepojaco, 54807 Cuautitlán, Méx., también proporciona servicios de análisis
clínicos y pruebas de laboratorio. Este laboratorio particular está equipado con
tecnología y personal capacitado para realizar diversas pruebas médicas y brindar
información precisa y confiable sobre la salud de los pacientes. La presencia de
estos laboratorios particulares en San Francisco Tepojaco permite a los residentes
acceder a servicios de diagnóstico médico sin tener que desplazarse a otras
localidades. Esto contribuye a la comodidad y la accesibilidad de atención médica
en la comunidad, proporcionando una opción adicional para la realización de
análisis y pruebas necesarias para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades.
Se debe mencionar que las migrantes étnicas tienen mejor acceso a la
salud en los espacios receptores. No obstante, con frecuencia prefieren hacer
gastos mayores en servicios privados que utilizar los que proporciona el estado o
aquellos de bajo costo. Esto es un privilegio del que no podrían disponer en sus
espacios de origen.

De la educación campesina a la citadina


Don Guillermo, un residente oriundo de Tepojaco con una rica historia familiar,
menciona que la educación en el pueblo comenzó con enseñanzas rurales de
agricultura. En los años 40, se estableció la escuela primaria "José María Morelos
y Pavón" durante el mandato de Manuel Ávila Camacho. En 1978, se fundó la
secundaria No. 275 "Tepochcalli". La educación en el pueblo es monolingüe en
español y no incluye educación pluricultural. También hay una biblioteca pública
llamada "Tepojaco" ubicada en el centro del pueblo, cerca del parque principal.

Organización política, social y sistema de justicia duales


En el pueblo de Tepojaco, la organización se basa en estructuras jerárquicas que
representan la responsabilidad de representar al pueblo. Se reconocen dos formas
de representación: la mayordomía, que tiene un carácter político-religioso, y el
Consejo de Participación Ciudadana (COPACI), que es de naturaleza socio-
política.
La mayordomía consiste en la elección de un habitante del pueblo por decisión
unánime de los pobladores. Esta persona es nombrada mayordomo y tiene la
responsabilidad de organizar y coordinar las festividades y celebraciones en honor
a San Francisco de Asís. Además, se designan cargos de secretario y tesorero
para ayudar en la organización de la cooperación, comida y fiesta durante la
celebración.
El COPACI es una instancia de participación y gestión de las necesidades
de los pobladores. En Tepojaco existen cuatro COPACI, que representan
diferentes áreas geográficas del pueblo: La Trampa, Los Pinos, Centro y La
Conasupo. Estas instancias se encargan de canalizar las demandas y
necesidades de la comunidad y contribuir a su resolución.
Además, en Tepojaco también se destaca la figura del Ejido como forma de
organización sociopolítica, especialmente en lo que respecta a las tierras y ejidos
que aún existen en el pueblo. El Comisariado Ejidal, junto con su presidente,
secretario y tesorero, es responsable de representar al ejido y velar por sus
intereses. También hay un Consejo de Vigilancia que cumple una función de
supervisión y control.
En cuanto a la justicia, se menciona que en el pueblo los propios
pobladores castigan a aquellos que cometen actos de robo o violencia. En
términos de seguridad, hay un módulo de vigilancia cerca de la entrada del pueblo
y se realizan rondines de patrullas de la policía municipal de manera ocasional.
Adicionalmente, en Tepojaco se implementan programas sociales como el
programa de leche Liconsa y se promueve la protección civil para los tianguistas.
También se realizan mejoras constantes en las avenidas principales, como la
ampliación de la avenida Morelos, se busca aumentar la seguridad y se entregan
boilers solares. Asimismo, se lleva a cabo un programa de Banco de Alimentos
para apoyar a la comunidad.
La cantidad y calidad de apoyos que se dan para las personas en
situaciones de cierta vulnerabilidad suelen ser también atractivo para las
migrantes étnicas ya que con frecuencia se les proporcionan apoyos para la mujer,
por pertenencia étnica, por vulnerabilidad económica. Por supuesto que aún a
pesar de esto la mayoría carece de acceso a bienes y servicios básicos. No
obstante, para las migrantes étnicas esto representa una mejoría con respecto a
sus condiciones preliminares.

Organización socioculturoespacial y expulsión demográfica desde la Ciudad de


México a Tepojaco
San Francisco Tepojaco ha experimentado un aumento poblacional debido a
cambios ambientales, desarrollo tecnológico, infraestructura, reproducción de
residentes y migración. El atractivo del pueblo se debe a la explosión demográfica
y la expulsión de la Ciudad de México y la Zona Metropolitana del Valle de México.
Cuautitlán Izcalli ha experimentado un crecimiento demográfico concentrado en la
década de 1980 a 1990 debido a políticas de desincorporación industrial y los
efectos de los sismos de 1985 en la Ciudad de México.
El desarrollo de las localidades en el área metropolitana implica la
expansión urbana y el costo de vivienda influye en la migración hacia estas
ciudades más pequeñas. El crecimiento descontrolado en las grandes ciudades
genera falta de vivienda, altos costos y dificultades en caso de desastres. La
Ciudad de México ha experimentado un crecimiento demográfico acelerado y
expansión urbana en los últimos 40 años. El crecimiento en la periferia de la
Ciudad de México afecta la riqueza forestal, producción agropecuaria y la
sustentabilidad futura. Hay un aumento en el oeste y noroeste del Valle de México,
principalmente de estratos socioeconómicos medios y altos.
Las clases privilegiadas tienen mejor acceso a bienes y servicios, mientras
que las poblaciones marginadas se desplazan y buscan las mismas condiciones.
Cuautitlán Izcalli ahora sirve como almacén de mano de obra para otros
municipios y la Ciudad de México. El crecimiento poblacional en la ZMVM y el
Estado de México continúa siendo alto, sin señales de reducción o estabilización.
Cuautitlán Izcalli ha experimentado un impacto ambiental con la desaparición de la
agricultura y ocupación irregular de asentamientos.

Apropiación y resignificación del espacio


Durante la estancia en los espacios receptores, se generan relaciones de apego
que estrechan los vínculos entre individuos y lugares, lo que les brinda una
identidad social en el nuevo entorno. Prefieren espacios amplios para habitar y
almacenar sus pertenencias, y afianzar sus puestos de venta en tianguis, esquinas
y campamentos es vital para su subsistencia y prestigio económico y cultural.
A pesar de que inicialmente los espacios receptores pueden parecer poco
propicios, en realidad son funcionales para su movilidad y les permiten asegurar
su supervivencia. La apropiación simbólica del espacio se expande a través de las
redes sociales, lo que les otorga presencia en diferentes lugares y dimensiones de
su comunidad. Realizan prácticas culturales similares a las de sus pueblos de
origen, como comidas familiares y festividades. Sin embargo, esta apropiación
puede tener un impacto ambiental negativo debido a la falta de conciencia sobre el
bienestar animal y la reproducción descontrolada de mascotas.
Los espacios que habitan son considerados como propios y experimentan
nostalgia cuando regresan a sus lugares de origen. La apropiación de los espacios
adquiere significados positivos y su respeto continúa creciendo. Para adaptarse al
nuevo entorno, las nahuas identifican, construyen y definen los espacios que
utilizarán en su vida cotidiana, incluyendo los puntos de venta de aguacate y
guacamole. Buscan lugares que les brinden oportunidades de participación
familiar y comunitaria, así como beneficios económicos para su crecimiento y
formación de una nueva familia.
Las nahuas de Tepojaco recrean en el lugar de recepción el espacio de
creación que encuentran en su pueblo de origen. Durante su movilidad, eligen
cuidadosamente los puntos de venta y ocupan esquinas concurridas en las zonas
de transición rural-urbana. Buscan terrenos grandes que se asemejen a los
espacios en su pueblo de origen. La relación entre su vivienda y los puntos de
venta es planificada para facilitar sus actividades comerciales y explorar nuevas
oportunidades. Se establecen en los lugares sin solicitar permisos y pueden
realizar sus actividades diarias, como dormir, comer y cuidar a sus hijos, en los
puntos de venta.
Los campamentos de las purépechas se forman mediante acuerdos entre
los recién llegados y los residentes existentes. Los recién llegados deben hablar
con el primero en asentarse para definir los términos de su acceso, que van desde
una relación indirecta hasta la ausencia de conflictos latentes, siempre y cuando
pertenezcan al mismo pueblo. No se aceptará a nadie, incluso si es purépecha, si
proviene de un lugar diferente y todos deben pagar su parte de la renta. La
distribución de los negocios debe ser justa, excepto el negocio principal, que
puede ser más grande que los demás.
El espacio trasero de los negocios se utiliza comúnmente como lavadero y
baño, lo que ha causado problemas ecológicos como la proliferación de ratas y
cucarachas. En el municipio hay más de un campamento, incluyendo otros cerca,
a unos 800 metros de distancia, habitados por purépechas del mismo pueblo,
como Capácuaro o cualquier otra parte de Michoacán. No se establecen
relaciones con campamentos de otros orígenes, pero se privilegia a los paisanos
que se acercan.
La combinación de su vestimenta y la forma en que interactúan con sus
hijos generan conciencia sobre su presencia, permitiendo inferir hacia dónde se
dirigen y de dónde vienen dentro de San Francisco Tepojaco. Sus camionetas y
lavaderos son visibles desde fuera de los campamentos. Es común ver a los
jóvenes realizando labores de limpieza de la ropa. Los fogones encendidos entre
las siete y las diez de la noche son distintivos y pueden identificar fácilmente los
campamentos, visibles desde la carretera en varios asentamientos. Buscan ser
visibles debido a la importancia de la carpintería en su economía.
Si la gente no supiera dónde se encuentran los negocios purépechas, estos
no tendrían clientela que solicite su trabajo en madera y no podrían sobrevivir ni
sustentarse. Su necesidad de ser visibles implica una apropiación simbólica del
espacio para no pasar desapercibidos. Las purépechas son la etnia a la que se les
solicitan con mayor frecuencia ropajes y accesorios "étnicos" o "tradicionales", así
como clases de su lengua. Además, reciben apoyo tanto del gobierno como de los
transeúntes que los encuentran fácilmente. Las migrantes de esta etnia han
sabido aprovechar los lugares donde se establecen para mantener sus tradiciones
y actividades socioculturales, así como para el comercio.
Las totonacos exploran diferentes lugares en la Ciudad de México y el
Estado de México para encontrar oportunidades de empleo no especializado o
venta de churros. Recorren los espacios solos o con su familia, caminando de uno
a cinco kilómetros para identificar lugares de "buena venta", "baja venta" y "venta
aceptable" que les permitan subsistir. Se han mudado varias veces dentro del
pueblo de San Francisco Tepojaco, alquilando lugares cerca de puntos de venta
exitosos y donde se sienten cómodos. La apropiación simbólica del espacio para
las totonacos no se da en sus propias casas, sino que buscan la mejor opción de
ubicación.
Al no tener guías que les indiquen cómo comportarse, las totonacos utilizan
el método de ensayo y error para adaptarse al nuevo entorno. Es común que se
muden varias veces antes de establecerse en un terreno para construir o habitar.
Compran terrenos que les permitan vivir de manera similar a como lo hacían en
Veracruz, con construcciones de lámina de asbesto, puertas de cartón y muros de
cartón y madera. Tienen cultivos en el patio trasero, como maíz, calabaza, frijoles,
jitomates y chiles. Eligen lugares cercanos a escuelas, iglesias, centros
comerciales, paradas de transporte público, centros de salud y áreas concurridas
para vender sus churros. Sus recorridos comienzan temprano por la mañana y
terminan alrededor del mediodía.
Las totonacas se apropian de diferentes espacios y les encuentran una
función, incluso transforman zonas de tránsito en lugares de oportunidad donde
pueden encontrar más clientes y obtener mayores ingresos en menos tiempo. Han
resignificado simbólicamente espacios en transición rural-urbana. Aunque tienen
identificados los lugares de mayor venta, no compiten por ellos y, si alguien más
está vendiendo allí, simplemente buscarán otro espacio y regresarán al día
siguiente. Para ellos, tanto los lugares de residencia como de comercio tienen un
significado especial.

Conclusiones
San Francisco Tepojaco, debido a su ubicación geográfica estratégica y las
condiciones favorables que ofrece, se ha convertido en un lugar propicio para la
coexistencia de las etnias nahuas, purépechas y totonacas. En primer lugar, la
ubicación de San Francisco Tepojaco en las cercanías de la Ciudad de México y el
Estado de México ha facilitado el acceso a oportunidades económicas y laborales
para estas comunidades indígenas. La proximidad con zonas urbanas y centros de
comercio les brinda la posibilidad de encontrar empleo tanto en la mano de obra
no especializada como en actividades comerciales, como la venta de productos
tradicionales.
Además, el municipio ofrece espacios adecuados para el asentamiento de
estas comunidades. La disponibilidad de terrenos y viviendas accesibles les ha
permitido establecerse y crear sus propias comunidades en San Francisco
Tepojaco. A través de la renta de diferentes lugares, ya sea en campamentos o en
viviendas improvisadas, han encontrado un espacio para vivir y desarrollar sus
actividades diarias. Otro factor relevante es la presencia de recursos naturales en
la zona. La disponibilidad de tierras cultivables les ha permitido realizar prácticas
agrícolas, como el cultivo de maíz, calabaza, frijol y otros productos alimentarios.
Además, la cercanía de San Francisco Tepojaco a espacios naturales y rurales
brinda oportunidades para la recolección de recursos forestales y la cría de
animales, lo cual contribuye a su sustento.

Bibliografía

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