En el transcurso de la historia de la humanidad, las diferentes
culturas utilizaron de variadas formas los recursos que proporciona la naturaleza. Al principio, eran nómades y viajaban continuamente. Luego se asentaron y comenzaron a cultivar el suelo y a construir pueblos. Actualmente, el aumento de la población mundial y de la demanda de productos para consumir provoca la modificación de los ambientes naturales. El aire, el suelo, los bosques, las selva, los pantanos, las praderas son recursos naturales usados para atender a las necesidades de los seres humanos. Las diversas especies de plantas y animales originarios de esos lugares tienen características que los hacen apropiados para vivir ahí. Esto quiere decir que están adaptados. Por lo tanto, cuando se modifica su hábitat las poblaciones de seres vivos pueden desaparecer o disminuir. A la variedad de seres vivos adaptados para vivir en cada ambiente se le llama biodiversidad. Veamos algunos ejemplos: ● El hábitat del ñandú es la pradera, el alambrado de los campos hizo disminuir la cantidad de esas aves. ● El chajá, el cisne de cuello negro, la nutria y el lobito de río habitan en los bañados o humedales. Estos han sido drenados para criar ganado y, al perderse el agua desaparecieron los juncos, camalotes, pajas bravas. Se redujo así el hábitat de estos animales. Hay paisajes naturales que se consideran valiosos por no haber sido alterados y por mantener una rica diversidad en especies de plantas y animales. Para protegerlos crearon las llamadas áreas protegidas.1 La pregunta que nos podemos formular es: ¿cómo se hace para decidir cuáles son los lugares que deben protegerse? En nuestro país existe la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) y ella es la encargada de organizar y sostener el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) que incluye lugares ricos en flora y 1 Cabo Polonio fauna, así como paisajes destacados por sus valores estéticos. La creación de áreas naturales protegidas requiere analizar y seleccionar aquellos sitios representativos de la biodiversidad y de los recursos naturales del país. En estas áreas se permiten actividades científicas, recreativas y educativas que respeten la flora y fauna nativa o autóctona (propia u originaria de esa región). También se trata de que los habitantes de esas zonas mantengan sus actividades, sin amenazar a las especies y paisajes.