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Apunte Académico N°1

Clase: Clase 1.
Unidad: Bases conceptuales y epidemiológicas de la salud mental y psiquiatría.
Asignatura: Salud Mental.
Escuela: Escuela de Técnico en Enfermería de Nivel Superior.

Introducción:
La salud mental es un componente integral y esencial de la salud de las personas, la OMS la define como “Un
estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una
contribución a su comunidad.”, por lo tanto, se transforma en un fundamento del bienestar individual y del
funcionamiento eficaz de la comunidad.

Actualmente vemos un crecimiento sostenido en avances tecnológicos, sociales, científicos y que han
permitido mejorar sustancialmente indicadores de salud y el aumento de la esperanza de vida en forma
considerable, sin embargo, no necesariamente permite mejorar los niveles de calidad de vida y de salud
mental en la población.

Según los datos aportados por la OMS, depresión es el principal factor que contribuye a la discapacidad
mundial (más del 7.5% de todos los años vividos con discapacidad en el 2015) y en la sexta posición se
encuentran los trastornos de ansiedad (3.4%). Además, señala que las consecuencias económicas de las
enfermedades mentales como la depresión u otras, son igualmente amplias, en un estudio desarrollado por
el Foro Económico Mundial se calculó que el impacto global acumulado de los trastornos mentales en
términos de pérdidas económicas será de 16.3 billones de dólares entre 2011 y 2030.

El cuidado de la salud mental y el estudio de los trastornos mentales es un campo en crecimiento, el brindar
atención a una variedad de necesidades mentales podría ayudar a aumentar el bienestar de una parte
considerable de la población y los servicios de salud mental se deberían considerar como una parte vital de
las naciones desarrolladas y en vías de desarrollo que permiten mejorar el nivel de vida de las personas y las
comunidades.

Desarrollo:
1. conceptos de salud y enfermedad mental:
Según lo señalado por el MINSAL (2017), la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 1946 el
concepto de salud como “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades”, reemplazando la noción que se tuvo durante mucho tiempo, que
presumía que la salud era simplemente, la ausencia de enfermedades.
Una de las principales críticas a esta definición hace referencia a que la salud se debe entender, más que
como un estado, como un proceso continuo de restablecimiento del equilibrio. Esta concepción implica que
para mantener ese equilibrio se requiere de un “Conjunto de factores personales, sociales, políticos y
ambientales que determinan el estado de salud de los individuos y las poblaciones”. Este conjunto de
factores se denominan determinantes sociales de la salud y son las circunstancias en que las personas
nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, las cuales son el resultado de la distribución del dinero, el poder
y los recursos a nivel mundial, nacional y local.
El enfoque de los determinantes sociales orienta a la importancia fundamental que tienen las influencias
sociales y económicas que enmarcan y determinan las condiciones de vida y, asimismo, las posibilidades que
dentro de éstas se otorgan para que las personas puedan gozar de una vida saludable. Así es como se
entiende que los modos de vida de las personas están mediados por estilos de vida condicionados por las
posibilidades que da el contexto y no sólo por las decisiones y comportamiento de cada ser humano. En este
marco, las conductas relacionadas con la salud o los mal llamados “estilos de vida” no provienen de
elecciones estrictamente personales y libres.
Según la OMS tres cuartas partes de la humanidad (unos 4.500 millones de seres humanos) no disponen de
la opción de elegir libremente factores fundamentales para la salud como seguir una alimentación
adecuada, vivir en un ambiente saludable o tener un trabajo gratificante que no sea nocivo para la salud.
La distribución de la riqueza, la pertenencia a un determinado sexo, el género, la educación, la ocupación, el
grupo racial o étnico, la residencia urbana o rural y las condiciones sociales del lugar en el que se vive o
trabaja tienen impactos desiguales sobre la distribución de la salud y la enfermedad en la población,
generando inequidades en salud, es decir, diferencias injustas en salud que pueden ser evitables o
remediables entre grupos o poblaciones definidas social, económica, demográfica o geográficamente.
El efecto de los determinantes sociales sobre la salud de las personas y comunidades es acumulativo a lo
largo de la vida por lo cual se requiere una mirada longitudinal sobre la vida de las personas y sus etapas
vitales, lo que se denomina enfoque de curso de vida. En el contexto de los determinantes sociales de la
salud, el enfoque de curso de vida se relaciona con la acumulación de factores que a la larga generan riesgo
o determinan la ausencia o presencia de una o varias enfermedades. El curso de vida explica que la
acumulación de factores a largo plazo, genera riesgos y contribuye a determinar la ausencia o presencia de
una enfermedad, entre otros problemas de salud. Según este enfoque, invertir en atenciones oportunas en
cada etapa de la vida repercutirá en las siguientes y el mayor beneficio de un momento vital puede derivarse
de intervenciones hechas en el período anterior.
La OMS define salud mental como “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus
propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y
fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.”
Para el Ministerio de Salud de Chile, Salud Mental es “la capacidad de las personas para interactuar entre sí
y con el medio ambiente, de modo de promover el bienestar subjetivo, el desarrollo y uso óptimo de sus
potencialidades psicológicas, cognitivas, afectivas y relacionales, el logro de sus metas individuales y
colectivas, en concordancia con la justicia y el bien común”.

Eby y Brown (2010) afirmaron que en general hay siete características importantes que están presentes en
las personas mentalmente sanas:
• Interpretan exactamente la realidad: Incluye las capacidades de diferenciar entre lo que es real y lo que
podría ser, predecir razonablemente las consecuencias de su propia conducta.
• Tienen un auto concepto saludable: Incluye una valoración realista de su propio yo, identificando sus
fortalezas, debilidades, motivaciones, sentimientos, etc.
• Se pueden relacionar con los demás: Nuestra naturaleza es conformar grupos, no somos entes aislados,
nacemos en una comunidad y nos desarrollamos junto a otros.
• Alcanzan un sentido de significado en la vida: Describe la necesidad de encontrar sentido a nuestra
propia existencia.
• Demuestran creatividad/productividad: Las personas creativas pueden solucionar problemas, lo que lo
lleva a ser más productivo y favorece la contribución.
• Tienen control sobre sus conductas: Hace referencia al control de nuestras emociones y conductas,
evitando la violencia.
• Se adaptan a los cambios y los conflictos: Es un aspecto fundamental en nuestras vidas, ya que lo único
constante en nuestras vidas es que todo cambia y es necesario saber adecuarse a los cambios.
Además, señala que la salud mental es un estado relativo, no un estado absoluto, ya que nadie está en el
nivel ultimo de salud en todas las áreas y en todo momento.

Para el MINSAL (2017) el concepto de salud mental es más amplio que la medicina y la psiquiatría,
entendiéndose la psiquiatría como la especialidad médica que se relaciona con las enfermedades o
trastornos mentales, desde su detección hasta la recuperación. Así, desde la psiquiatría el trastorno o
enfermedad mental es concebido como una alteración de tipo emocional, cognitivo o del comportamiento,
en que quedan afectados procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la cognición, la
conciencia, etc., y que dificulta la adaptación de la persona al entorno cultural y social donde vive, creando
alguna forma de malestar subjetivo.
Para Eby y Brown (2010) los trastornos mentales son enfermedades con síntomas relacionados con el
pensamiento, los sentimientos o la conducta y que se deben a influencias genéticas, biológicas, sociales,
químicas o psicológicas. Estas enfermedades producen deterioro del desempeño de funciones y otros
síntomas.
Demás, señala que el significado de una enfermedad para una persona está relacionado con su cultura,
incluso la forma en que un paciente describe el trastorno depende de su entorno cultural.

La fuente que utilizan los psiquiatras y otros médicos en relación con los criterios diagnósticos de los
trastornos mentales es el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM, 2014) en su quinta
versión, este documento señala que su objetivo principal consiste en ayudar a profesionales de la salud en el
diagnóstico de los trastornos mentales de los pacientes, como parte de la valoración de un caso que permita
elaborar un plan de tratamiento perfectamente documentado para cada individuo.

2. Aspectos epidemiológicos de salud mental.


A nivel internacional:
En la publicación de la OMS (2004) se destacan los siguientes datos epidemiológicos:
• Cerca de 450 millones de personas están afectadas por un trastorno mental o de la conducta.
• De acuerdo con la Carga Global de las Enfermedades 2001 de la OMS, el 33% de los años vividos
con discapacidad son causados por los trastornos neuropsiquiátricos.
• Cuatro de las seis causas más frecuentes de años vividos con discapacidad son la depresión, los
trastornos debidos al uso de alcohol, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.
• Más de 150 millones de personas sufren de depresión en un momento dado.
• Cerca de 1 millón de personas se suicidan cada año a nivel mundial.
• Alrededor de 25 millones de personas sufren de esquizofrenia.
• Más de 90 millones sufren de trastornos causados por el uso de alcohol y las drogas.
• El número de individuos con trastornos probablemente aumentará con el envejecimiento de las
poblaciones, y como resultado de conflictos sociales.

En chile:
Según lo señalado por el MINSAL (2017), en el último Estudio de Carga de Enfermedad y Carga Atribuible
realizado en nuestro país, un 23,2% de los años de vida perdidos por discapacidad o muerte (AVISA) están
determinados por las condiciones neuropsiquiátricas. Para los niños y niñas entre 1 y 9 años un 30,3% de los
AVISA se deben a estas condiciones, proporción que se incrementa a un 38,3% entre los 10 a 19 años.

En las mujeres, los trastornos depresivos unipolares y los trastornos ansiosos se encuentran entre las
primeras cinco causas de AVISA. En los hombres, los trastornos por consumo de alcohol juegan un rol
preponderante, junto a los accidentes y violencia externa. Por otra parte, las mujeres víctimas de violencia
por parte de sus parejas o ex parejas, tienen casi el doble de probabilidades de presentar trastorno
depresivo unipolar o trastornos por consumo de alcohol en comparación con las mujeres no víctimas de
violencia.

Alrededor del 30% de las mujeres embarazadas sufre síntomas de depresión y/o ansiedad. Si se consideran
únicamente los trastornos depresivos, la prevalencia de depresión en este período es cercana al 10%.

El estudio de prevalencia de trastornos psiquiátricos en población infantil chilena, realizado por De la Barra y
Cols., ha encontrado una mayor prevalencia de trastornos afectivos en niños y niñas con historia de abuso
sexual, psicopatología familiar, vivir con un solo progenitor o con otras personas en comparación con el
grupo sin estos antecedentes.

Por otra parte, el 69.1% de niños, niñas y adolescentes bajo sistema de protección de derechos presenta al
menos un trastorno mental (45,3% riesgo de suicidio, 40% dependencia de drogas, 25.7% trastornos de
conducta antisocial y 23.5% trastorno negativista desafiante).
En el caso de las personas adultas privadas de libertad, el año 2007 se realizó un “Estudio de Evaluación de
la Población de Imputados y Condenados con Problemas y Trastornos mentales”, en el cual se indica que la
prevalencia de trastornos mentales en las personas imputadas es de 34.1% y de 23,6% en quienes se
encuentran cumpliendo condena.

Según el Segundo Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle, realizado en el año 2011, el 16.6% de
las personas encuestadas declararon tener una dificultad psiquiátrica, mental o intelectual de carácter
permanente.

La adolescencia es otro momento crítico donde se establecen los cimientos del desarrollo físico, cognitivo,
emocional y social. Es una de las etapas más vulnerables del ciclo vital, donde se produce el riesgo de
adquirir la mayoría de los hábitos no saludables que tienen consecuencias negativas para la salud en las
posteriores etapas de la vida, como el consumo de tabaco, alcohol, drogas, sedentarismo, mala nutrición y
actividad sexual sin protección.

Un estudio realizado por UNICEF mostró que el 71% de la población adolescente, recibe algún tipo de
violencia de parte de su madre y/o padre. Un 51.5 % sufre algún tipo de violencia física y el 25.9% sufre
violencia física grave.

La última Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales, del Ministerio del
Interior y Seguridad Pública realizada el año 2013, revela que 3 de cada 4 niños, niñas y adolescentes declara
haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su padre, madre o cuidador/a. Asimismo, indica que el
31,9% de las mujeres chilenas entre 15 y 59 años que han tenido alguna relación de convivencia ha sufrido
violencia intrafamiliar; de éstas, 30,7% sufrieron violencia psicológica, 15,7% violencia física y 6,3% violencia
sexual.

La tasa de suicidios en el grupo de adolescentes entre 10 a 14 años, aumentó de 0,96 el año 2000 a 2,15 por
100.000 hab. el año 2008. Del mismo modo, en el grupo de 15 a 19 años, la tasa de suicidio aumentó de 8,6
a 12,9 por 100.000 hab. en el mismo periodo, posteriormente han descendido gradualmente hasta 1,71 y
8,17 al año 2014 en los respectivos grupos etarios.

En relación al consumo de alcohol, en población escolar chilena se observan tasas de consumo del último
mes de 35,6% en hombres y 35,7% en mujeres. El 37% de los escolares ha consumido marihuana alguna vez
en la vida y casi el 19% en el último mes.

En la Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida, los principales síntomas o problemas
de salud declarados por los trabajadores y trabajadoras se refieren al ámbito de la salud mental, destacando
la sensación continua de cansancio con un 30,3% y el haberse sentido melancólico, triste o deprimido por un
periodo de dos semanas los últimos 12 meses con un 21%.

El deterioro cognitivo y las demencias van aumentando su presencia a medida que aumenta la edad. Se
estima que actualmente en Chile el 1,06% de la población total del país presenta algún tipo de demencia. El
7,1% de las personas de 60 años y más presenta deterioro cognitivo, cifra que a partir de los 75 años
muestra un aumento exponencial.

En relación a los trastornos mentales en personas mayores, en ellos predominan los trastornos por uso de
sustancias (7,4%), los trastornos de ansiedad (4,4%) y los trastornos afectivos (3,7%).
En cuanto al suicidio, las personas mayores presentan las más altas tasas de suicidio, las que han fluctuado
en rangos de 15,1% a 18,5% por 100.000 habitantes entre los años 2000 y 2012, descendiendo
posteriormente hasta 15,7% el año 2013. El suicidio consumado es casi 10 veces más frecuente en hombres
que en mujeres.
El Primer Estudio Nacional de la Discapacidad, establece que en Chile hay 348.057 personas en situación de
discapacidad mental, correspondiente a un 2,2% de la población.

3. Evolución histórica del concepto de salud mental y psiquiatría.


Desde el análisis de la perspectiva histórica, Rigol y Ugalde (2001) realizan una exhaustiva revisión de los
antecedentes y mencionan lo siguiente:
Culturas preliterarias:
Esta época se caracteriza por no existir una separación entre lo que sería enfermedad mental y enfermedad
orgánica, los sufrimientos de cualquier índole son atribuidos a fuerzas externas de origen sobrenaturales
que actúan “castigando” por transgresiones realizadas o en función de razones “caprichosas” (violación de
tabúes, posesión por espíritus malignos).
Los métodos de diagnóstico y pronóstico de los enfermos mentales se basan en la astrología, la
interpretación de sueños y la adivinación. Bajo este contexto, se hace necesario la configuración de un
personaje terapéutico, que posea el conocimiento y que este en contacto con las fuerzas extra naturales
(Chamán) y a la vez tenga una influencia sobre los miembros de la comunidad, para poder producir
resultados terapéuticos. En este punto, el curandero adquiere un papel preponderante, investido de poder,
ya que solo él posee ciertos conocimientos y, por tanto, es capaz de curar las enfermedades.
En esta época comienzan a utilizar tratamiento terapéutico que van desde la prevención (Amuletos,
talismanes o fetiches), la realización de cirugías (Trepanaciones que son perforaciones en el cráneo para
liberar los malos espíritus), la “psicoterapia” (Chivos expiatorios a quien se culpaba de la enfermedad) y
farmacología (Drogas vegetales o animales preparados de forma de ritual y secreta).
De esta manera, empieza a configurarse de forma inicial los conceptos de relación entre enfermo y
terapeuta, a través de la relación entre el chamán y los enfermos.

Civilizaciones antiguas (Greca y romana):


Es a partir de Hipócrates (460-377 a.C.) que señala el origen natural de la enfermedad y desarrolló un
concepto nuevo basado en la interacción de cuatro humores corporales (sangre, bilis negra, bilis amarilla y
flema) procedentes de la combinación de cuatro elementos fundamentales de la naturaleza (calor, frío,
humedad y sequedad). Esta configuración permite catalogar cuatro temperamentos: coléricos, sanguíneo,
flemático y melancólico.
Hipócrates considera que la interacción adecuada de las fuerzas internas y externas del organismo permite
un funcionamiento óptimo del individuo.
Realiza también una clasificación de algunos trastornos mentales (manía, melancolía y frenitis) y los
tratamientos que se utilizan en esta época consisten en rituales de purificación, catarsis verbal y somáticas.

Período medieval:
Aparece un florecimiento de la magia, el curanderismo y la brujería como forma de acceso de los pobres a la
medicina, paralelamente se da una tolerancia hacia la locura permitiéndose las expresiones desenfrenadas y
pasionales, canalizadas a través de movimientos “herejes” religiosos, carnavales y cruzadas que de alguna
manera permiten la expresión de conductas que podríamos etiquetar de “perturbadas”.
Con el aumento del poder de la Iglesia, se afianzan los criterios demonológicos en la comprensión de la
locura y los “tratamientos” exorcistas, basados en el castigo y en la tortura, como forma de extraer el diablo
del cuerpo del poseído, que por lo general finalizan con el martirio y la muerte en la hoguera.
La concepción eclesiástica en cuanto a la locura, fundamentada en ideas teológicas y morales, incide de
manera importante hasta épocas posteriores, siendo las concepciones más vanguardistas ajenas al
pensamiento popular.
Se mezclan en esta época una actitud misógina, sexofóbica y antiempírica, en que no sólo los locos, sino
también las mujeres, son perseguidos y llevados a la hoguera, por el hecho de ejercer artes curativas.
Los efectos de la Edad Media sobre la persecución y quema de brujas persisten hasta el siglo XVIII.

Renacimiento:
La influencia árabe de siglos anteriores, favorece un entendimiento más apropiado y realista de la
naturaleza humana, destacando la unidad cuerpo-mente y los fundamentos biológicos de la psicología. La
enfermedad mental se considera primariamente una enfermedad somática, atribuida a una utilización
deficiente de la razón.
En esta época se destierra a los enfermos mentales fuera de los núcleos de población y se les enrola en
barcos (la nave de los locos) hacia el Nuevo Mundo o en un viaje sin retorno en busca de la razón perdida.
A J. Weyer (1515-1588) se le ha considerado el primer psiquiatra, por sus estudios de la conducta humana
individual, en mujeres acusadas de brujería. En el libro De praestigiis daemonium denuncia esta situación
describiendo enfermedades mentales en mujeres que habían sido acusadas de brujería. Sus planteamientos
en el área de tratamiento son también innovadores, ya que se plantea la importancia del tratamiento
orientado por principios médicos y humanos. La asistencia a los desvalidos y sin recursos sigue estando en
manos de la Iglesia, existiendo múltiples órdenes que crearon asilos y hospitales importantes.
Otra figura importante en nuestro país es la de San Juan de dios por su contribución en el tratamiento más
humanitario de los enfermos mentales.

Siglo XVII-XVIII:
Los vagabundos, criminales, prostitutas, esposas repudiadas o enfermos mentales o locos se convierten en
seres invisibles, silenciándolos y neutralizándolos a través de la creación de correccionales y reformatorios
en Inglaterra (1575) y correccionales en Alemania (1620), y el Gran Hospital de Paris (1656), con la función
de educar moralmente a los asistidos.
A los enfermos mentales se les encierra según criterios arbitrarios, y, bajo un concepto constrictivo y
ejemplarizante, se les exhibe en jaulas con la intención de educar y moralizar sobre la naturaleza salvaje de
la irracionalidad y la necesidad de limitar la naturaleza y su expresión libre.
La política restrictiva que rige en estas instituciones las convierte, más que en establecimientos médicos, en
ámbito de poder absoluto a fin de asegurar el cumplimiento de la ley y el orden social, lo que justifica las
condiciones infrahumanas y la utilización del castigo físico. Así pues, la locura se convierte en una realidad
social, alejada de la enfermedad y que precisa control.
En 1736 se crea en Inglaterra una ley que deroga las leyes contra conjuros y encantamientos, y se exige el
encierro de los locos para proteger a los ciudadanos.

Finales del siglo XVIII y siglo XIX:


Phillippe Pinel aparece como figura importante de su tiempo porque se orienta a la liberación de los
enfermos mentales de las cadenas y la reivindicación para ellos del status de enfermos y prohíbe cualquier
constricción de la libertad, excepto en los casos previstos por la ley. Pero la liberación supone un problema
social, ya que la reforma evidencia la falta de lugares adecuados para acoger a estas personas, por lo que la
mayoría son alojados en hospitales o en las cárceles en provincias. P. Pinel se convierte en el fundador de la
psiquiatría.
El descubrimiento de la hacinación, miseria e inactividad en los hospitales, le hace plantearse el hecho de
que estas instituciones produzcan efectos contrarios a los pretendidos.
La aceptación de la locura a nivel social y de su afectación no tan sólo a los pobres, sino también a las clases
privilegiadas, promueven el aumento de instituciones privadas para el tratamiento de las enfermedades
nerviosas, en las que se ponen en práctica tratamientos basados en “la terapia moral”. Así pues, la
hidroterapia, los masajes y las dietas pasan a formar parte de la atención de los internados.

Siglo XX:
Emil Kraepelin (1856-1926) señala que la enfermedad mental tiene una explicación orgánica y
neurofisiológica y clasifica de forma sistemática las enfermedades mentales.
Publica su tratado de psiquiatría, aportando las clasificaciones en función de agrupaciones de síntomas y
delimita dos enfermedades fundamentales: psicosis maniaco-depresiva y demencia precoz.
Bleuler (1857-1939) y Jaspers (1883-1969) publican dos obras de suma importancia para la psiquiatría
contemporánea: Demencia precoz o grupo de esquizofrenias y Psicopatología general.
Pero la contribución principal en la renovación de la psiquiatría y que marca la época contemporánea
procede de Freud y del psicoanálisis y centra su objeto de estudio en las neurosis.
Tendencias contemporáneas:
Se habla de psiquiatría contemporánea a partir de la Segunda Guerra Mundial, debido a los cambios
decisivos que acontecen.
En primer lugar, la aparición de la “psicofarmacología” que modifica concepciones anteriores sobre la
enfermedad mental, al existir mayores posibilidades de “curación” y tratamiento.
A principios del siglo XXI, la psiquiatría sigue trabajando en el estudio etiológico de la enfermedad mental,
en el desarrollo de medidas de diagnóstico y de tratamiento más precisas para “los viejos” y nuevos
problemas de salud mental, ya que a pesar de los grandes avances que se han producido en la psiquiatría, la
enfermedad mental sigue estando estigmatizada.

Psiquiatría en Chile:
La primera institución de salud mental inaugurada en Chile fue la Casa de Orates el 2 de agosto de 1852 en
el barrio Yungay de la ciudad de Santiago, se inicia con 30 camas que rápidamente subieron a 100 lo que
motivó su traslado a la Avenida La Paz en el barrio de Recoleta.
Al principio, la Casa de Orates tenía 30 camas que luego fueron aumentadas a 100, he ahí el motivo de su
traslado a Recoleta. En el año 1890 había algunos centenares de pacientes hacinados de tal forma que en
habitaciones de 3 por 4 metros dormían 17 personas sobre montones de paja en el piso. El encierro era
entre las 19 horas y las 7 de la mañana siguiente, debido a la falta de cuidadores; en estas 12 horas podía
suceder cualquier cosa.
En 1929 pasa a llamarse Manicomio Nacional y había expandido su gama de servicios, incorporando
atención de pacientes agudos y de observación, y a fines de los años 1930 contaba con atención de urgencia
y tres servicios de pacientes agudos.
La denominación de Hospital Psiquiátrico es utilizada en vez de Manicomio Nacional en 1956, cuando las
antiguas dependencias de pacientes agudos son reemplazadas por las modernas, esto mejora el entorno
hospitalario y la atención, la cual se tornará más profesional.
En 1983, el Instituto tomó el nombre del Dr. José Horwitz Barak quien fue su director y jefe de servicio,
médico que se especializó en el tratamiento de pacientes con alcoholismo (Medina, 2001).

La segunda institución psiquiátrica más importante en Chile es el Hospital Sanatorio "El Peral", su objetivo
inicial fue convertirlo en una granja de laborterapia para cuyo efecto se adquiere el Fundo El Peral y se le
denomina "Open-Door" para reafirmar que en su interior "no había cerrojos" y los enfermos circulaban
libremente en su interior. El Hospital Psiquiátrico El Peral, fue creado en 1928 como una Colonia Open Door
destinada a recibir los pacientes considerados irrecuperables del entonces Manicomio Nacional.

En la actualidad el Hospital Psiquiátrico El Peral es un establecimiento de nivel terciario y dispone de un


laboratorio y talleres de laborterapia (mimbres, mueblería, alfombras, escobas, agropecuaria, maceteros,
costuras, etc.) (MINSAL, 2009).

Conclusiones:
Es importante señalar que, a lo largo de la historia, el análisis de la enfermedad mental ha transitado desde
un origen mágico-religioso, en la época pre lingüística, hasta un análisis más integral de la enfermedad
mental en el siglo XX. Aun cuando se sigue trabajando en el estudio etiológico de los trastornos mentales y
los avances en el campo del diagnóstico y tratamiento, es preciso considerar que los datos epidemiológicos
nos orientan a un aumento considerable de estas patologías y crea la necesidad de un mejor el diagnóstico,
control y seguimiento.
Siendo la salud mental un aspecto tan esencial de las personas y comunidades, es necesario entender la
obligación que tenemos, como futuros profesionales de la salud, en tener los conocimientos y las
competencias suficientes para generar un aporte significativo, transformándonos en sujetos activos en el
desarrollo de una mejor salud mental para nuestros futuros pacientes.
Referencias bibliográficas:
1. Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales: DSM-V. Buenos Aires: Panamericana.

2. Eby, L., Brown, N. (2010). Cuidados de Enfermería en salud mental. Madrid: Prentice Hall.

3. Medina, Eduardo. (2001). De Manicomio Nacional a Hospital Psiquiátrico. Recuperado de:


https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272001000100021

4. Ministerio de Salud. (2017). Programa de salud mental 2017-2025. Recuperado de:


https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2017/12/PDF-PLAN-NACIONAL-SALUD-MENTAL-2017-
A-2025.-7-dic-2017.pdf

5. Ministerio de salud (2009). Historia Hospital psiquiátrico El Peral. Recuperado de:


http://www.bibliotecaminsal.cl/wp/wp-content/uploads/2011/09/Historia-Hospital-Psiquiatrico-El-
Peral.pdf

6. Organización Mundial de la Salud (2004). Salud Mental. Recuperado de:


https://www.who.int/mental_health/advocacy/en/spanish_final.pdf

7. Rigol, A., Ugalde, M. (2001). Enfermería de salud mental y psiquiátrica. Barcelona: Masson.

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