Download as pdf
Download as pdf
You are on page 1of 159
OOIX9] OP BUSPId90 Jap So19}eW0} Boa Reith y ne RCE Cg cle CA 7A: Cece al LA FUERZA DE LA IRONIA ‘Un estudio del poder en la vida cotidiana de los trabajadores tomateros del occidente de México Premio Casa Chata, 1994 Gabriel Torres gq ‘Asociados Numerarios de El Colegio de Jalisco Consejo Nacional de el Ciencia y Tecnologia Gobierno del Estado de Jaliseo Universidad de Guadalajara Instituto Nacional de Antropologia ¢ Historia EI Colegio de México, A.C. Ayuntamiento de Guadalajara ‘Ayuntamiento de Zapopan E] Colegio de Michoacéin, A.C. ma S202 COLEGIO wa BAN LUIS, ac. BIBLIOTECA ‘DR El Colegio de Jalisco Ciesa-Méxioo $ de Mayo 321 Juérez 87 45100 Zapopan, Jalisco Delegacién Tlalpan 14000 México, D-F. Primera edicién, 1997 Cuidado de la edicién: Isabel Orendain y Ma. Amparo Ramirez. Disefio de cubierta: José Luis Alcalé Serur Pintura: Ana Magdalena Torres Villareal ISBN 968-6142-80-0 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico INDICE AGRADECIMIENTOS INTRODUCCION capiruLor REPENSAR LA VIDA COTIDIANA DE LOS ‘TRABAJADORES AGRICOLAS El problema a investigar Un parteaguas en los estudios de trabajadores El juego etnocéntrico La construccién de una teoria local. El enfoque centrado en las diferentes précticas de ironia : Los escenarios de la interaccién social y los procedimientos de investigacién caviruLom LA AUTORIDAD DEL INVESTIGADOR EX LA. CONSTRUCCION SOCIAL. DEL CONOCIMIENTO El problema de la autoridad del “Metiéndose al ajo”: El conocimiento so ‘como inteligibiidad compartida La cuestién del acceso metodolégico El cardcter reflexivo-transformativo del proceso de investigacién Lo transformativo del diseurso politico La relevancia del andlisis etnografico restigador social Wl 13 28 a 28 30 - 36 40 48 38 34 56 6 68 3 capiTuLo mt EL TRABAIO EN LA INDUSTRIA TOMATERA Y LA FORMACION DE IDENTIDADES LABORALES - Los efectos de la globalizacién-localizacién ‘en el proceso de trabajo La temporada de tomate Los estls insttucionales de las compaaias y la heterogeneidad de los trabajadores Hacia una sistematizacién del proceso de trabajo en Ia industria tomatera fegional Conelusiones i capiTuLoTv LAPOLITICA DEL TOMATE: AGROINDUSTRIA ¥ ‘CAMBIO SOCIAL EN EL VALLE DE AUTLAN La politica del tomate La politic y la industria tomatera de Autlin Cémo los trabajadores recrean la vida social de las compaitias tomateras Un comentario: muchas historias y una sola regién ‘A manera de conclusién carirutov EL PODER Y LAS DESTREZAS DE LOS TRABAJADORES La relatividad del poder y la dominacién Construccién etnogrifica del poder de los trabajadores| : Cambios de context de fa compat. yel poder de los trabajadores ... . « in donde quedé el poder de los tabajadores? Las destrezas de los trabajadores y los efectos locales de la transferencia teenoldgica Conclusiones 25 ; COLEGIO SAN LUIS,sc BIBLIOTECA 85 87 2 9 106 123 138 141 M43 168 180 183 187 189 189 193 202 206 208 221 caphTULo vt LA FUERZA DE LA IRONIA Y LA IRONIA DEL PODER La fabrica social dela ironia y las apariencias de (in)subordinacién Implicaciones tedrico-metodoligicas del ‘enfoque centrado en las pricticas de ironia Las utopias en un mundo sdominado por la contingencia . En qué consste el poder de los subordinados - Conclusiones . ‘CAPETULO Vit "TEORIAS DEL CAMBIO SOCIAL, YLOS TRABAJADORES AGRICOLAS . . « . La problemitica del cambio agrario y social Aportes de la teoria del proceso del trabajo Potencial del enfoque micro-macro social Conclusiones finales PILOGO: {QUIENES SON BLLOS? : Centralismo de la nocién de la agencia humana ‘Ambigtiedades en el concepto de agentes pasivos ‘Naturaleza emergente de las capacidades transformativas de los actores sociales Hiacia una agenda furura de investigacion . . ANEXOS BIBLIOGRAFIA 225 226 242 -. M7 = sR 1 254 Agradecimientos ‘Muchas personas han contribuido a la realizacién de este libro. Debo recordar primero mi madre, quien fallecié cuando estaba organizando mi material de campo en Wageningen. Aunque ya no puede acompaiiarme, estoy seguro de que su presencia espiritual permea todos mis esfuerzos; sé que ella se encuentra dentro ‘de mi en algin punto ilocalizable de mis huesos. Hay muchos trabajadores tomateros a los que quisiera referirme directa- ‘mente: las hermanas Mily y Lety Lépez; los hermanos Juan y Raiil Niifiez y su padre don Manuel, asi como a otros miembros de la familia extendida de los Niiiez; Alejandro Hernandez, Chimino Moya, Vicente Morén y Sandra Mata. Todos ellos confiaron en mi y me compartieron sus conocimientos. Por cierto, quisiera aclarar que no son responsables de todo lo que digo acerca de los trabaja- dores; pero, ciertamente, lo que este libro refleja acerea de lo que les interesa ¥¥ los hace soflar, surgié de las pliticas con ellos. A Eusebio Jiménez y Alfonso ‘Aréchiga, empresarios tomateros, agradezco el haber tolerado mis preguntas y presencia en sus ranchos tomateros. Asimismo, hago un reconocimiento al ingeniero quimico Vietor Quintero, al grupo de estudiantes trabajadores y a la ‘cuadrilla de Teuttin. Pedro Silva, Mili Figueroa, Gregorio Rivera, Nacho y Andrés Gémez Zepeda, Rosi Franco, dofia Chayo y el doctor Andrés Gémez, las abejeras de Ayuquila, los maestros Miguel Delgado, Augusto Suérez y Ofelia Pefia, tos anos Miguel y Pedro Le6n, el trabajador del ingenio azucarero Roberto fargas, don Emesto Medina Lima, don Jestis Ochoa Ruiz y otros amigos de la n, me hicieron sentirme como si estuviera en casa, Asimismo, deseo expresar mi gratitud por el respaldo recibido de parte de los miembros del equipo de investigadores de El Colegio de Jalisco-Universi- ide Wageningen, Entre otros, a Dorien Brunt, Eisa Guzman, Monique ten, Magda Villarreal, Humberto Gonzalez, Pieter van der Zaag y Marlow, id Verschoor y Margreet y, especialmente, a Alberto Arce, quien me lujo al grupo de investigacidn. También me sirvieron mucho las discusio- u nes con Horacia Fajardo, Joel Cuevas y Gabriel Lépez. Agradezco a la Funda- én Ford y a la Universidad de Wageningen el apoyo financiero que me brindaron. De la Universidad de Wageningen, estay especialmente agradecido con el seifor Van Heijst, el sefior de Renitz y Jan den Ouden del Departamento, de Sociologia de Desarrollo Rural. No puedo omitr a otras personas a quienes siempre recordaré: Jan Douwe van der Ploeg, Jos Michel, Nannie Brink, Pieter de Vries, Cees Leuwis, Doortje Wartena, el equipo preparatorio del Proyecto de Zimbabwe, la familia Oosterkamp, Mara Miele, Peter Gerritsen, Paul y Maria Engel, Andre Boon, Maria y Dolores Feméndez y Rafael Cabrera. Jan Hindley y Paul Wheeler, como buenos samaritanos, me offecieron una excelente hospitalidad en mi primera estancia en Londres. Ellos me contactaron con David y Ana Marfa Wheeler, quienes me mostraron el modo de vida y la lengua inglesa, Elizabeth van Aller cumplié con entusiasmo la dable tarea de ensefiarme su humanismo y amabilidad, aparte de escribir en inglés. Mi mds especial reconacimiento para Norman Long, mi supervisor, y para su esposa, Ann Long. Admiro la capacidad de Norman para enfrentar retos y, sobre todo, su tenacidad para buscar nuevas formas de pensar. Ann fue mucho mais lejos de la labor de una editora, pues discutié parte por parte de este libro conmigo ¢ hizo mi peculiar “spanglish” inteligible. Agradezco a mi padre, mis hermanos y hermanas sus diversas formas de ‘apoyo a mi regreso a México. También merecen mi reconocimiento mis colegas del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Social (CIESAS), en especial Guillermo de fa Peta, Luisa Gabayet y Jorge Alonso. Muchas gracias a Isabel Orendain y a Mercedes Gonzalez de El Colegio de Jalisco por su apoyo para este libro. Mis hijas Ana y Sara siguen siendo mis principales razones para estar feliz einspirado. Aprecio muchisimo su carifio y todas las formas de solidaridad que me brindan. Por iltimo, deseo agradecer a mi compafiera Magda su apoyo incondicional de todos los dias y su enorme contribucién a mi carrera acadé- mica, Introduccién Este libro es un estudio del poder y sus efectos en Ia vida cotidiana de los trabajadores tomateros. El estudio comprende tanto las jomadas de trabajo como las domésticas y pretende relacionar ambos universos. La mayor parte de sus paginas analizan detalladamente el proceso histérico que ha seguido la industria tomatera del valle Autlén-E] Grullo, localizado en el estado de Jalisco (regién occidental de México). El objetivo es acceder alos miltiples significados de Ia vida diaria que, por su carécter aneedético, frecuentemente se han considerado como poco intere- santes para ciertos enfoques socioantropol6gicos. Lo anterior leva a cuestionar la hipétesis central de muchos estudios de trabajadores que dan por supuesto que las relaciones o juegos de poder/eono- cimiento entre patrones y trabajadores son siempre y simplemente desfavora bles a estos titimos En efecto, los estudios sobre el trabajo agricola se han concentrado en investigar cémo se explota a los trabajadores. Esta orientacin teérica ha subrayado la deshumanizacién de sus condiciones de vida y la subordinacién a un ‘égimen patronal o de compaitia que opera con formas de regulacién formales ¢ informales, pero casi siempre lejos del control de los trabajadores. De esta ‘manera, se reproducen itremediablemente imagenes conceptuales que presen {an alos jomaleros agricolas como seres inmersos en un medio social alienante ‘que determina el constante deterioro de sus estindares de vida familiares, En otras palabras, uno de los objetivos centrales de este estudio es revisar Inidea de la hegemonia patronal a la que hay que considerar como una realidad siempre problemética, Esto implica entender el proceso de dominacién/subor- dinacién como algo inconcluso y como resultado de circunstancias de la vida que estén por definirse, en las cuales los trabajadores saben que pueden desarrollar conductas diversas alas subordinadas, aunque también, por diversas Fazones, pueden llegar a consentir su propia subordinacién. 13 EI lector podri corroborar cémo se esboza un enfoque teérico con la idea de la “fuerza de la ironia”. Lo anterior emerge como producto de un esfuerzo reflexivo constante del investigador que trata de entender, hasta sus tiltimas consecuencias, el problema crucial dela “agencia humana” de los trabajadores, Lo crucial de Ia agencia humana consiste en definir las capacidades transfor ‘mativas y ver e6mo éstas operan, lo que significa conocer la manera en que los trabajadores logran cambiar las condiciones sociales en las que viven. El libro esti ditigido, en primer lugar, a los promotores y estudiosos del desarrollo social, bien sea que trabajen para instituciones gubernamentales o para organizaciones no gubemnamentales. En segundo término, a los académi- os interesados en revisar teérica y metodolégicamente los procesos de inves- tigacién etnogrificos. Este estudio forma parte de un proyecto multidisciplinario desarrollado conjuntamente entre la Universidad Agricola de Wageningen y El Colegio de Jalisco intitulado: “Patrones contrastantes de organizacién para la agricultura de riego: estrategias campesinas ¢ intervencién planeada, Estudios comparativos en el occidente de México”. Durante el desarrollo de la investigacién, dos cuestiones me inquietaron: Por una parte, saber interpretar la heterogencidad que earaeteriza alos trabaja- dores y sus ambientes sociales, atravesados por diferencias de género, edad, clase social, jerarquia y amistad, Esto significa explicar una conducta social muy diferenciada que abarca desde la pasividad hasta Ia rebelién abierta, pasando por varias formas de apatia. Por otra parte, se trata de conocer Ia diversidad de condiciones de vida a que estan sujetos, las solidaridades que se prestan entre si, con los patrones, los compromisos que se reflejan en las rutinas de trabajo, la internalizacién o extemalizacién de los estilos de compaftia que se pueden identificar tanto en lo laboral como en su vida doméstica, Dos hechos me afectaron al escribir esta introduccién: la rebelién indigena cde Chiapas y el agitado debate que acarres sobre la crisis social y politica de México asi como el colapso dela inclstria tomatera de Autkin a mediados de 1994. Lo extraordinario y ordinario en Ia rebelién chiapaneca EI “alzamiento chiapaneco”, por una u otra razén, se entreveraba con mis reflexiones acerca de la suerte de los trabajadores tomateros de Authin-El 14 Grullo, La rebelién indigena me remita a lo que en el capitulo vit discutie como génesis de los cambios extraordinario. Lo atipico de este conflicto me Provocé mucha ansiedad y me Ilevé a cuestionarme sobre latransicién demos critica y las posibilidades de eambio radical como pats. Ademés, me sorprendi {o imprevisible y decisivo de la situacin, que de pronto se torné en extraordi, naria, y me llev6 a indagar acerca de las capacidades transformativas de los subordinados, ya sean indigenas o no indigenas. Esto significa que lo extraor, dinario s6lo puede ser comprendido si se analiza y experimenta en el contexto de las circunstancias de la vida cotidiana. Desde esta perspectiva, lo extraordi nario ¢s el reclamo de cambio expresado en tono de urgencia por los diferentes ‘actores involucrados. Asi, interpretaciones sobre eventos politicos—alzamien. {0 armado, crisis politica—, que se antojaban como fuera de la realidad en un pasado reciente, se convierten de pronto en expresiones de lo cotidiano, En sintonfa con Carlos Monsivais—ese excéntrico y controvertido autor — ddefino a la rebelién chiapaneca como posmoderna, pues profana al sistema politico mexicano. Lo anterior coincide con el perfil posmoderno que propone Bauman (1992:187), basado en la combinacién de efectos globales y locales Producides por una mezcla de diversas circunstancias. Més especificamente, dado que la retérica del régimen salinista habia exagerado sus logros en cuanto 4 lamodernizacién del aparato administrativo y sus capacidades para satisfacer las demands sociales de la poblacién, el levantamiento se constituyé en un Punto de eritica dificil de sortear. El argumento de Monsivais sobre el conflicto chiapaneco puede resumirse en una frase: “Los mexicanos no pueden enfrentar {as situaciones draméticas sin sarcasmo e ironia” (Siglo 2/, Guadalajara, 13 de febrero de 1994, p. 2) Desde esa perspectiva, Monsivéis congratula a los caricaturistas por su asierto en presentar Ia rebelién con imégenes incisivamente critcas, que Ssubvierten las seria y oficiales versiones propaladas por el gobiemo mexicano Por los comentaristas de la televisién, prensa y radio. Si bien es cierto que 40s caricaturistas con sus monos nunca van a tumbar al gobierno, sf logran Convertirse en las puntas de lanza que hieren la santidad de los politicos, Para Monsivéis, partir de un enfoque desmitificante es crucial para entender la guerra de la retérica y la retérica sobre la guerra. Considera que el estilo hhumoristico del “Subcomandante Marcos” se constituye en un factor que Is facilita la comunicacién con una mayor audiencia, méxime que la selva Lacan- dona es una de las zonas més pobres y apartadas de México. El amanecer del aio nuevo de 1994 deparé a los mexicanos una situacién completamente inesperada. En efecto, lo significativo del movimiento chiapa- rneco fue su oportunismo politico, dado que se expresé abiertamente el dia en que entraba en operacién oficialmente el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Estados Unidos y Canada. En realidad, ése ha sido el mas irénico comentario acerca de la promesa salinista de convertir a todos los mexicanos cn ciudadanos del primer mundo a partir de 1994. La ironia la encarnaban precisamente grupos de indigenas y no indigenas ignorados por el TLC que, de esa manera, adquirieron una voz. beligerante que pudo escucharse a lo largo y ancho de México y en el extranjero. De hecho, las diez demandas zapatistas: trabajo, tiera, vivienda, comida, salud, electricidad, educacién, autonomia, libertad, democracia y paz, se volvieron argumentos catalizadores que refor- mularon reclamos postergados y promesas incumplidas para otros grupos indigenas, trabajadores y campesinos. Mis atin, la discusién sobre Chiapas ha propiciado una cuarta y quinta reformas politicas que rebasaron las expectativas de las anteriores. Cabe preguntarse por los factores que hicieron que las razones de los indios, ignorados por més de 500 afios, de pronto se vieran con simpatia no solo en México sino en muchos otros paises. Ni siquiera las demandas eran tan novedosas puesto que veinte affos antes un congreso de indios habia planteado ‘cuatro puntos que las englobaban. Dicho congreso concluyé con la idea de un indio morelense que expresaba: “el indio [se har] valer cuando se organice, cuando tenga valor para exigir sus derechos” (Mestries 1991:489). La novedad residia en Ia organizacién de los indios, conjugada con otras situaciones de crisis en la politica mexicana. Neil Harvey (1994) menciona una legién de causas estructurales del con- ficto: la cafda de los precios internacionales del café, ganado y maiz, asi como la consccuente descapitalizacién de la mayoria de empresas productivas; la apertura al mercado capitalista que implicaba eliminar el reparto de tierras y mayor competencia con productores de otros paises; el autoritarismo y la inflexibilidad del manejo politico gubernamental, la carencia de recursos para abatir los indices de pobreza, la migracién creciente, el mayor protagonismo de las iglesias y cl achicamiento del Estado, la impunidad de las guardias 16 blancas y el gran poder de los terratenientes. A éstas se podrian agregar otras, pero lo interesante del debate que se ha desarrollado paralelamente entre intelectuales, funcionarios, indios, clérigos y todo tipo de personas interesadas, es que se insiste en que el problema no radica tanto en el monto de los recursos, sino en la manera de distribuirlos. De esa forma, los problemas de Chiapas se vuelven muy nacionales y actuales: se relaciona la quiebra del campo con la cuestién ecol6gica y la recurrente necesidad de mayor democracia, Luis Hernéndez (1994:51) afirma que: “si miles de campesinos se decidie~ ron a optat por la via armada como forma de resolver necesidades y problemas muy sentidos fue porque veian seriamente amenazado su futuro”. Mas que una rebelién por el poder, se trata de una guerra de posiciones que se propone implantar “una democracia con opciones” (Gonzélez Casanova cit. pot Harvey 1994: 36). De ahi que lo mas significativo del mensaje zapatista sea insistir en laconstruccién de una fuerza (nacional e internacional) en pro de la democracia ‘mexicana. Tal es el propésito de las acciones zapatistas més licidas y decisivas: Convencién Nacional Democritica, referéndum, Encuentro contra el Neolibe- ralismo, que se dirigen a lograr que la sociedad civil sirva de puente de unién entre lo local y lo nacional. La contundencia de su argumento consiste en equipararel desarrollo sin exelusiones con lasaltemnativas para el mejoramiento del pats; eso resulta efectivo a pesar de todas las dudas que despierte la inclinacién militarista y las acusaciones vertidas en contra de algunos de sus dirigentes. Mientras no sean derrotados los zapatistas, seguirdn afirmando que para que las armas no prevalezcan Ia politica deberd ser mas efectiva y juusticiera, Desde los inicios, las circunstancias de la revuelta y la negociacién para resolverla han sido por demas complicadas. Esto se prueba al hacer un rectemto de las renuncias y reacomodos del gabinete presidencial (entrante y salien= te) y de la sucesién de gobiernos chiapanecos. Si se toman en consideracién Jos grupos de mediacién directa e indirecta, hasta ahora han sido cuatro los equipos que han intervenido; eso sin contar los cambios de responsables militares y de la Secretaria de Gobernacién que han tratado de buscar salidas al conflicto. Sea que existan o no conexiones con los complots internos al gobierno, sea que se trate de rejuegos de poder intrapriistas, de provocaciones de la oposicién o que sean episodios reeditados de las tensiones Iglesia-Estado, 7 el hecho es que el conflicto sigue latente después de 30 meses aunque todo ‘mundo coincida en que no tiene otra salida mas que la negociacién politica. Enel impasse de las extenuantes negociaciones se ha intensificado la guerra ret6rica salpicada con actividades aisladas de represién, violencia y movimien- tos estratégicos. Conocidos intelectuales, artistas, lepisladores, académicos y sgentes de iglesia de distintos signos ideolgicos y nacionalidades, han partici= ppado en més de eien programas en Chiapas y sobre Chiapas que se han ocupado del tema desde diversos ‘ingulos, a través del internet, libros, prensa, radio y televisién tanto de México como de otros paises extranjeros. Desde la perspee- tiva gubernamental todo deberfa quedarse en problemas tipicos de los cinco ‘municipios chiapanecos en conflieto: Ia lucha por la tierra, la violencia, el conflicto de intereses étnicos y religiosos, la migracién interna y externa, la ‘quiebra de las agroindustrias, la inestabilidad de las explotaciones cafetaleras y el declinamiento de casi todo tipo de produccién rural. Sin embargo, la Situacién local esta estrechamente entrelazada con la cuestién de la transicién ‘0 viabilidad de la democracia mexicana. Esto ha Ilevado a plantear, a pesar de la reticencia del grupo de negociadores del gobierno, los temas claves de la agenda nacional en las seis mesas de dilogo de San Andrés Larrdinzar (dltima sede de la negociaciones de paz): Derechos y Cultura Indigena, Democracia y Justicia, Bienestar y Desarrollo, Derechos de la Mujer, Coneiliacién entre los distintos sectores de la Sociedad Chiapaneca, Participacién Politica y Social del Ejéreito Zapatista para la Liberacién Nacional(EZLN). Es aventurado establecer conclusiones definitivas sobre los efectos de cambio asociados con el conflicto chiapaneco y, mas atin, pensar que son el reflejo de las capacidades transformativas de los indigenas. Lo que si esta claro ces que todo tipo de imagenes simplistas, ya sean de corte roméntico y revolu- cionario y/o justificadoras del statu quo, han caido en un desprestigio casi total. Después de 30 meses ya nadie se cree el cuento de que es un conilicto yobiemo versus indigenas simplificado, porque hay una multtud de intereses entrelaza dos. Y tampoco nadie cree la versién de que como estin de por medi problemas muy complicados —aunque no todos sean responsabilidad del gobiemo actual— no se puedan encontrar soluciones concretas. Vistas las cosas desde Jalisco, se pueden anotar otros puntos interesantes: la intervencién de gente ordinaria en diversas actividades relacionadas con el conflicto y la solidaridad con los indigenas chiapanecos. Por ejemplo, a un 18 grupo de miembros de la Unién de Comunidades Indigenas Huicholas. de Jalisco (UCIH)se le ocurrid equiparar la situacién de injusticia que privaba en la selva Lacandona con la pérdida de su territorio por parte de ganaderos de Nayarit. Para indicar la seriedad de sus demandas, estos huicholes advirtieron que no seria extrafio que se presentaran hechos violentos en Jalisco similares a los de Chiapas (Liffiman 1996:60). En una carta que envi6 un grupo de nifios de una escuela de Guadalajara (apoyados por sus maestros), éstos imploras ban por la paz y cuestionaban a los zapatistas por qué mataban a otros. En su respuesta el “Subeomandante Marcos” evité responder directamente y replied con otra pregunta en la que pedia se explicara por qué habia tantos nifios de Ia selva Lacandona que morian de enfermedades curables por no tener acceso a una adecuada atencién médica y educacién. Las dos misivas recibieron amplia publicidad en la radio y en los periédicos locales y abrieron un debate poco comiin sobre la paz que confronté los puntos de vista de los nifios, los padres y los maestros. Por otra parte, estudiantes y miembros de varias comu- nidades eclesiales de base jliscienses fueron hasta Chiapas para llevar comida y otros recursos a los pueblos afectados por el conflicto. Asimismo, un grupo regional de agroproductores reunidos en El Barzén también se trasladaron hasta Chiapas para expresar solidaridad y llevar ayuda y recursos para las commu dades zapatistas. La primera conversacién que tuve con un indigena chiapaneco fue en los iltimos dias del trabajo de campo que desarrollé en Autlin en tiempos de la campafia presidencial de 1988, Sin intentar proponer una caracterizacién, simplemente deseo mencionar una anéedota que quizds ilustre el talante de estos indigenas. Dada la posible derrota del candidato presidencial del Partido Revolucionario. Institucional (PR), Salinas de Gortari, varios politicos locales ‘empresarios tomateros se pusieron de acuerdo para usar a los trabajadores como votantes en favor de dicho partido. Por esa razéin, decidieron registrar en el padrén electoral a todos los trabajadores migratorios, en especial a los de Chiapas y Oaxaca, pues suponian que en esas regiones el PRI ganaba de calle. En realidad, aceptar su capacidad como votantes era una mafiosa manera de reconocerles una parte de sus derechos humanos. Para el propésito se ignord la ley electoral, puesto que registraron a todos Ios trabajadores en el mismo domicilio. De hecho, los partidos de oposicién, Partido de Accién Nacional (PAN) y Partido de la Revolucién Democritica (PRD), protestaron por est anomal 19 El diade las elecciones —6 de julio de 1988—, los jefes de personal de las companias decidieron organizar “carruseles” de trabajadores votantes. Los reunieron para darles instrucciones espeeificas sobre esa jornada extraordinaria, de trabajo, cuya tarea principal consistfa en ir a votar. Si lo hacian por el PRI, recibirian pago doble, aparte del lonche, una fiesta y un dia libre. Los empre- sarios tomateros arreglaron también un sistema para transportar a discrecién y a distintas horas del dia los grupos de trabajadores. Tiempo después conver- saba con uno de los indigenas de Chiapas acerca de las protestas de os partidos de ‘oposicién —que habian resultado indtiles— y de la manera como ciertos politicos habfan manipulado a fos trabajadores y, de paso, se habian burlado de todo el mundo; éste a carcajada abierta repli silos ptrones se ereen el evento de que nos pueden comprar, estin Locos. Yost por certo, que ‘aris tbejadores(y me diols nombres) tod hiiern. Se comieron el Inche, ftaron al dia siguiente, agarazon el dinero del pago extra y hasta se diver en la iesta de os patton. Fl -roblemapara os patrones esque nae puede segura pagar bien porlos vos prifstas, porque el voo es secreto.Entonce lo que pas realmente fu que muchos volaron por quien quisieton ‘ota yes0 no neeesariament signifi puros votos par el PR, Elcolapso de (a industria tomatera regional En enero de 1994, la industria tomatera de Autlin estaba en una situacién precaria. De las 1 367 hectireas cultivadas en 1988, s6lo 150 se habjan cultivado otra vez con tomate. De los 4 735 trabajadores que laboraban en 1988, apenas el 30% seguia conservando algin tipo de relacién laboral con las ‘compafifas. Ademis, la mayoria de los que seguian enrolados eran del mismo valle. La masa de los cortadores de tomate y trabajadores migratorios habian dejado de aparecer desde hace dos afios. Entre los trabajadores locales subsis- tian algunos de los protagonistas de este libro: Chimino, Rogelio, Ricardo y Alejandro, asi como algunas de las mujeres que laboraban en los invernaderos yun reducido nimero de Teutlén. Pero ya no estaban Jeannette (Ia ingeniera), Polo, los albureros, los medios ingenieros y los grupos de estudiantes y nifios. En las circunstancias actuales, les toca a los trabajadores locales organizarse para laborar fuera de Autlin por lo menos tres meses del afo. Irénicamente, a Ja compaiia que le ha ido mejor y sigue produciendo en la regién es la 20 Confederacién de los Aréchiga. A su cargo esti el 60% de lo que ahora se produce de tomate, Este hecho es interesante, pues este grupo ha sido el més conservador y el més lento para experimentar e introducir nuevos paquetes. tecnolégicos. No es ficil explicar a qué se debe el colapso de la industria tomatera de Autlin, Los productores y los trabajadores que logré entrevistar me ofrecieron diversas explicaciones: para algunos las causas radicaban en los problemas técnicos como los virus no controlados y otras enfermedades, el cambio del microclima regional, el abatimiento de los mantos fridticos y lo reducido de las mejores direas para rotar los cultivos. Otros hablaron del rumor de que algunos empresarios tuvieron que enfrentar Ia persecucin legal por andar involucrados en negocios de narcotrifico, Pero la mayoria de ellos se refirié a la pérdida de rentabilidad de la produccién como el factor determinante. Hay indicios de que al menos dos de los empresarios tomateros en situacién de quiebra recibieron tun masivo apoyo financiero por parte del Programa Nacional de Solidaridad —norinalmente dirigido a apoyar a los productores de més bajos recursos y ‘cuyos préstamos son por demés blandos—. El entonces gobernador de Jalisco —quien después seria obligado a renunciar acusado de corrupcién y nepotis- ‘mo—se las ingenié para arreglar este apoyo financiero con el pretexto de salvar empleos que beneficiaban a la regién. Pero, a fin de cuentas, esta maniobra también resulté insuficiente. La situacién de quiebra no es privativa de la regién de Autlin, puesto que tiene tintes de ser generalizada y abarea todas las ramas y negocios del campo y casi todas las regiones de México. Los agroproductores culpan del colapso de la produccién agropecuaria al régimen salinista por haber introducido politicas emriticas, entre las que destacan la eliminacién de subsidios, las diversas modi ccaciones del aparato administrativo, asi como una importacién excesiva de insumos y productos y, sobre todo, la modificacién radical de la politica de crédito, El hecho es que, de una u otra forma, la mayoria de los produetores de tomate habian contraido deudas que se volvieron casi impagables. Algunos estan a punto de perder las casas, los ranchos y toda clase de vehiculos o de enfrentarse 4 sufir persecucién por parte de las agencias legales de los bancos que actin ‘en coordinacién con los organismos hacendarios y de otras instituciones del ‘gobierno federal. Por tal motivo, no resulté extrafio observar que varios toma- {eros en bancarrota se unieran al cartel de deudores que luego se convirtié en. 2 ‘el movimiento El Barzén, que tomé su nombre de batalla de Ia cancién de tiempos de la Revolucién que describia la quiebra de las familias de peones que trabajaban para las haciendas. Resulta interesante analizar los cambios de simpatias y el sentido de la solidaridad que se ha desarrollado en esta naciente organizacién de agropro- ductores. Como lo reconoce uno de los que entrevistérecientemente, la mayor de los barzonistas han militado en el PRLy uno de ellos fue de los empresarios ‘que organizaron los “carruseles” de votantes indigenas en favor de Carlos Salinas, de Gortari. Las protestas de los agroproductores surgieron cuando empezaron a ejecu- tarse los embargos decretados por varios jueces en favor de los bancos; alld por abril de 1993, alrededor de 30 productores organizaron una marcha de tractores que permanecieron parados por un mes en la plaza pablica de Autlin y mis que nada decidieron juntarse ahi para evitar que se los embargaran los bancos. Protestas semejantes brotaron en otras partes de Jalisco, En Autlin, apoyaron este movimiento los grandes propietarios y una minoria de ejidatarios que no gozaban de las simpatias de los trabajadores agricolas; contaban, si, con el apoyo del alcalde prifsta y de los regidores que les faclitaron el plantén en la plaza piiblica. Como no obtuvieron respuestas del gobiemo federal, decidieron mover los tractores hasta Guadalajara, donde finalmente recibieron una amplia solidaridad motivada por la idea de apoyar al depauperado sector rural, no ‘obstante que en mayor medida éste era representado por los ricos propietarios. cen quiebra. Al menos 3 mil ejidatarios y un considerable némero de trabajadores agricolas se solidarizaron y desarrollaron diversas tareas como tractoristas, choferes de trocas, mecinicos y organizadores de grupos de apoyo. Al tiempo que se radicalizaba el movimiento en la capital tapatia fue recibiendo menos apoyo oficial de las organizaciones corporativas del PRI. Finalmente, el grupo dirigente de los barzonistas sufrié varias represiones cuando intent6 llegar hasta la ciudad de México, hecho que coincidié con el destape de Luis Donaldo Colosio como candidato presidencial del PRI. El movimiento El Barzén representa otra paradoja més de mi proceso de investigacién, Las tinicas personas de Auttin con representatividad social que viajaron a Chiapas para expresar en forma directa su solidaridad con los ~zapatistas fueron dos lideres barzonistas. Si se considera que las condiciones 2 de vida del indigena chiapaneco tiene mais similitud con la del trabajador tomatero de Autlin, seria mas légico esperar solidaridad y simpatia de los trabajadores que de los agroempresarios. Sin embargo, no tiene sentido afirmar que la falta de solidaridad de los trabajadores tomateros hacia los indfgenas en lucha es una prueba de atraso politico y, por tanto, que no se les debe tildar de desinteresados. Esto confirma que no existen légicas lineales y que los arguments deterministas dejan mas problemas de los que resuelven, Situacio- nes de este tipo se encontrarén a lo largo del libro, cuyo propésito es mostrar ccémo debajo de la aparente subordinacién y atraso politico se esconden muchas posibilidades de accién y manifestaciones de las capacidades transformativas. Contenido det libro En los capitulos lV, V y VI Se presentarin las situaciones etnogréficas que cconstituyen Ia base empiric de la investigacién. Contrario a la creencia de que la ctnografia se caracteriza por su debilidad teérica, aqui se plantea que las situacio- nes etnogrificas orientan los esfuerzos tedricos y sirven para aclarat las situa- ciones de vida cotidiana que se analizan en otras secciones. El libro esti estructurado alrededor de dos contenidos teméticos: las reflexiones teérico-me- todolégicas que se incluyen en los capitulas 1,1, Vly el epilogo y el andlisis Politico del trabajo cotidiano de la industria tomatera regional que se incluye. en los capitulos i,1V,V y VI CaPiTULO I Repensar la vida cotidiana de los trabajadores agricolas Las cosas repentinament privadas del senido gue se les supone, de lugar que 4enen asignado en el pretendide orden del mundo (un maristaformado en ‘Mase cree en os haréscopos), provacan nusir rsa. Larisa pertenece pes, originatmente, el diabla“Hay en ella algo de malica (las coses resultan diferentes de lo que pretendian ser), pero iambignalgode alivi blenfcchor (as cosas son mds ligeras de to que parecen, ns permiten vivir més lbremete, dejan de oprimionas con su aster severidad Milan Kundera, £1 libro de a ris.y folio EL problema a investigar En la literatura social posmoderna escasean los génetos proféticos y estadisti= cos; en cambio, abundan los anélisis deconstructives que hacen uso de los “juegos de lenguaje” (Bauman 1992), iitiles para reflejar el misticisino y el telativismo de los brujos, los agoreros, los gurties y los novelistas. Sin embargo, ni los brujos ni tos mate poseen esa bolita mégica que predice cudintas veces y de qué manera un investigador social abandonari las hipétesis que no udo explicar o cambiard el enfoque de su investigacién, orillado por eircuns- tancias imprevistas y fracasos parciales, Aunque el pérrafo anterior parezca una extrafia manera de empezar un libro de ciencias sociales, considero que sirve para familiarizar al lector répidamente on el estilo contemporiineo de investigacién socioantropolégica que se signi fica por ser una bisqueda en medio de incertidumbres. Lo que offece este capitulo es haver més explicitos los dilemas y dificultades ‘que enfrenté al realizar el trabajo de campo entre los trabajadores tomateros del Yalle de Autlén-E! Grullo, Como lo ha demostrado mi colegs holandés Ronnie ‘Vemnooy (1992), los procesos de investigacién estin lenas de sorpresas que 25 ‘ransforman no tinicamente las rutinas programadas, sino también los resultados de la busqueda, Lo que puedo agregar es que el investigador, al moverse dentro de un mundo de indeterminismo, puede aprender a recrear st sentido de la vida, Por eso, si alguien me preguntara i la experiencia de trabajo de campo y el proceso de escribir este libro me hicieron la vida dificil, le responderia que s6lo hasta cierto grado, ya que también se traté del juego mas divertido de mi vida al que prefiero definir como el sano ejercicio de cambiar Ia forma de pensar todos los dias. Se trata, pues, de describir como se formularon tas preguntas de investigacién y .cémo se reartculé la interaccién con los trabajadores dela industria tomatera En un inicio escribi un bosquejo de cuatro paginas sobre mis objetivos de investigacién. El documento, reflejo de mis creencias marxistas, delineaba un ‘marco para el anilisis centrado en Ia conciencia de clase que, por cierto, tomaba Posieién contra el fertmeno de la alienacién o manipulacién de los trabajado- res, también conocido como conciencia falsa. Mi agenda incluia, ademés, la intencién de realizar un esfuerz solidario que concebia combinar teoria y prictica a la vez. Desde esa perspectiva, me proponia examinar las condiciones de vida de varios grupos de trabajadores con base en dos aspectos: las pricticas de explota- ci6n y los estilos de gestién 0 autogestién que se suponia podrian servir para identificar los puntos centrales para el desarrolo de la “conciencia de clase” Eso equivalia a indagar en las condiciones objetivas y subjetivas. Una euestin crucial era entender “el caricter enajenante de la rutinizacién del trabajo”. Para tal propésito, se requeria de dar cuenta de las circunstancias determinantes ¢ influencias que resultaban de los planes, orientaciones gene- rales y recomendaciones puestas en prictica por los patrones y su personal administrative, En resumen, lo que pretendia era resaltar que los trabajadores vivian sometidos a un régimen de explotacién y subordinacién, Entonces mi Pregunta central era: “por qué no se rebelan?” ‘Tres meses después de iniciado el trabajo de campo, en una reunién del equipo de investigadores,' me di cuenta de que la preocupacién central sobre Ja transformacién de Ia conciencia de los trabajadores no funcionaba. Las 1. BI proyecto ica vais estudio compuativor: unkadesdoméstcas y orgniasioncs de mujer roductrs caro, empresario arial, elarceyfncionaosguberamentalcs qu intrvcnon co fre dl dst de eg. F1 equipo fu eooedinao pore! profesor Norman Long dela Universi de Wageningen y eta itcrado po wn grupo imerdseiptiro de sls eudaney de dotorado sro ‘Mexicanos: Magia Vilaea, Fis Gz, HumiertoGosaley yo; dos lands Darien rusty Pct ‘ander Zaxg—, Desarolanos abajo de campo por msde 20 mess a Fnac Ford la Fungo ‘lands rel Desallo de Invesiacn ene Pes Troplaes (WOTRO) final el poyecte 26 criticas que surgieron, principalmente del director del proyecto —quien era también mi supervisor, me animaron a buscar otras aproximaciones tedricas. Se trataba, pues, de tomar los distintos escenarios de trabajo: invernaderos, empacadoras, campos tomateros, etc., como unidades de andlisis en las cuales podria ensayar con otros enfoques. Otro punto de critica era que consideraba al proceso de trabajo como un modelo disciplinario que se reproducia automa- ticamente, Entonces reformulé la pregunta central cuestionando no tinieamente la rebelién, sino los diferentes estilos de resistencia y éstos se combinan con conductas sumisas y de colaboracién, De esa forma, mi biisqueda se enfocd a entender las diferentes légicas que operaban en la diversidad de situaciones de trabajo en donde coexistia la desobediencia, al Indo de la colaboracién y otras, ‘expresiones mezcladas. ‘Sin embargo, la comprensién que tenia sobre el proceso de trabajo que se daba en el campo estaba marcada por la contundencia de la hegemonia 0 disciplina que finalmente se imponia. En consecuencia, quedaba un hueco explicativo que separaba las razones de los poderosos patrones respecto de los. impotentes trabajadores, cuyas opiniones parecfan no contar al momento de decidir lo que habia que hacer en el trabajo. Esto implicaba una dicotomia entre las imagenes de un control sistemstico del proceso de trabajo impulsado por las compaiias y la incontrolable conducta de algunos trabajadores. Explicar esta contradiceidn se convirtié en un punto importante a investigar. Ya casi para terminar el trabajo de campo, propuse otra reformulacién del problema? Estaba consciente de Ia complejidad de Ia vida cotidiana de los {rabajadores tomateros. Esto me retaba a investigar sobre las diferentes mane~ ras en que los trabajadores se las ingeniaban para sobrevivir y organizarse en ddiversos contextos. Especificamente, me preguntaba cémo intemalizaban cier- tos valores y formas de organizacién y hasta qué grado usaban los recursos que ‘acarreaban del rancho tomatero a las casas y viceversa. Me interesaba también entender en qué consistian las dobles y triples jornadas, asi como lo que ‘epresentaban las diferencias de género, edad, etnicidad y las variadas maneras de apropiarse de la tecnologia en las compaitias tomateras. 2. En realidad lo que suc fa queen el procsn mismo de investi felormuléinttvaente ublema dla eli erect, al cual me velere desde vos agus en as proxi seins oto caps. Pra profuaaren I discus dees puto vase tambien fa vein del io Pauls Krowlede(Langy Lon 19238). 7 Finalmente, he Hegado a la conclusién de que el uso ecléctico de distintos enfoques me sirvié para entender Ia complejidad social en la que estén insertos los trabajadores, tanto en su vida doméstica como laboral. Esto quiere decir que el examen de las transformaciones de Ia coneiencia de! que part, sin abandonarlo completamente, dejé de ser unilateral o determinante. Otros enfo= ques que probé rindieron sus frutos. De esa forma, desarrollé una etnografia teéricamente informada, enfocads a estudiar los efectos y diferencias de po- det/conocimiento presentes en la vida cotidiana de los trabajadores. El lector juzgaré por si mismo qué tan lejos he podido llegar a través de este lineamiento, Un parteaguas en los estulios de trabajadores EI libro de Michel Burawoy, Manufacturing Consent (1979), representa una ruptura tedrica en la tradicidn de los estudios de trabajadores, que por muchos affos habjan girado en tomo al problema de la extraccion de plusvalia obrera, El cambio de enfoque no se debia dinicamente al relativo desuso 0 abandono ‘en que habjan caido los estudios de trabajadores provocado por varios factores combinados —quizis el mas importante era el declinamiento de los movimien= tos obreros a nivel internacional y nacional—. Como quiera que sea, a princi- pios de los aos noventa, los estudios de trabajadores se tormaron poco atractivos en un buen nimero de ambientes académicos. La situacién pareciera ser peor en el caso de los estudios de trabajadores agricolas, que de por si se consideraban como tna subdisciplina en el mejor de los casos y que, por ello, se clasificaban como subtema dentro de la sociologia rural u objeto de las antropologtas monograficas y casuisticas Los studios de corte marxista de las d&cadas de los sesenta ysetenta fracasaron al tratar de demostrar que las situaciones de explotacién provocaban luna mayor conciencia en los trabajadores. Sus enfoques, dirigidos a encontrar las conductas colectivas de clase y los planteamientos altemativos que permi- ‘tieran relacionar teoria y prictica, estaban guiados por el deseo de reforzar las ‘organizaciones politicas de los trabajadores y asi lograr el mejoramicnto de sus condiciones de vida —cuestiones interesantes y por demés justicieras—, pero ue resultaron insuficientes para entender cémo los trabajadores desarrollaban otras formas de solidaridad en lo domeéstico y en el ambiente de su comunidad 28 © barrio, De esa manera, se desconocian las diferentes historias y patrones organizativos que se forjaban en las distintas redes sociales, el significado de los vineulos familiares y amistosos, asi como una diversidad de influencias y costume bres culturales.? El reclamo de nuevas perspectivas de andlisis también puede ligarse a ‘cambios globales, como la cafda del comunismo, que en muchos sentides habia sido prevista por André Gorz (1980) en su famoso libro Adie aux proletariat, que muestra que la apropiacién colectiva de los medios de produccién y la diteccién de la sociedad por los profetarios nunca habian funeionado en reali dad. Bourdieu, por su parte, se manifestaba desencantado con “las enajenantes condiciones de trabajo de los més explotados trabajadores”. Este autor consideraba ‘que estas descripciones eran poco convincentes, porque “fallaban en mostrar cl acuerdo técito que expresaba el consentimiento y/o resistencia entre los hombres que aceptan tales condiciones inhumanas y la diversidad de condicio= nes inhumanas” (1981:314). Para dar cuenta del “acuerdo técito” mencionado por Bourdieu, se incluird en el andlisis, junto con lo alienante de las rutinas de trabajo, lo que Giddens llama “conducta pragmiitica, humorosa e irénica de los trabajadores”. Giddens sugicre también que al momento de estudiar las relaciones de poder inscritas en ‘cualquier situacién de trabajo, tiene que considerarse que toda relacién de poder un camino de doble sentido. Es decir, que toda relacién humana se expresa al mismo tiempo como un proceso de autonomia y de dependencia y, de ese ‘modo, resulta ser menos determinante la desproporcién en el acceso a un determinado tipo de recursos en disputa (1979:148-149). Este tiltimo aspecto coincide con el punto de partida del proyecto de investigacién de Burawoy, quien intenta desarrollar una etnografia que sirva is tebtico —politica de la produccién’—, que hace énfasis en las formas espontineas en que los trabajadores consienten las técticas coercitivas gon que se apuntala el proceso productivo. Hay que dar por supuesto el hecho dde que estos individuos hacen del trabajo no sélo un espacio de sobrevivencia, sino el lugar donde encuentran su sentido de vivir —a pesar las condiciones najenantes— Eso puede servir para profundizar en las interrelaciones entre las situaciones de trabajo y las domésticas. Esta perspectiva de andlisis tiene 3. Una excepsn ton los estos compen en iro de Bulmer (1979), que fies una evalacion 5 Jas vanes tericos de estos nds en linea eon el enoque de Lockwood, Eta poblicaion Subeayt as intetlaciones eis los amply contexts sotales donde vives es abjaores 29 otro implicito: descartar, desde un inicio, un punto de vista que supone que los ‘rabajadores expresan, hasta cierto punto, posturas no muy racionales al con- sentir su propia explotacién. También permite abandonar la idea que insiste en ‘que los trabajadores se movilizan (inicamente por el interés econémico (Bura- woy 1979:4). En otras palabras, para lograr un anélisis refrescante no se pueden resucitar conceptos fosilizados ni tampoco reactivar viejas discusiones. La via es entender de manera diferente las complejidades de la vida cotidiana de los trabajadores. El juego emocéntrico Foucault (1977) decia que los movimientos sociales de 1968 ensefiaron a las ‘masas a hacer a un lado a los intelectuales organicos, porque se dieron cuenta, de que podian conocer y expresarse por si mismas. Tiempo después, Baudri- Hard (1988), desde otro Angulo, sefiald que el casi forzado silencio de las masas, que no suelen expresarse en los medios masivos, produce una imagen falsa y parcial de ignorancia y pasividad, pero que puede encerrar un contenido més positivo de impredictibilidad: nadie es capaz de predecir cual serd el dtimo vaticinio de las masas. Este autor arguye que no es fécil comprobar si las masas tienen el poder in actu, sino hasta que lo abandonan o lo delegan. Baudrillard considera que seguird siendo un problema conocer el poder que se oculta en las, masis y los grados de compromiso que éstas guardan hacia el poder y sus detentadores. Todo esto lleva a cuestionar Ia idea de presuponer que existe un contexto ‘inico capaz de aprisionar al ser humano en su seno. Entonces, al tomar la pasividad, las ambigtiedades, las contingencias y las trivialidades como pro- blemas caracteristicos de la conducta de las masas, uno tiene que considerar otras perspectivas de acuerdo con las diferentes circunstancias y contextos. En ‘mi caso, la tarea ser examinar la conducta de los trabajadores de carne y hueso para observar esa impredictibilidad y sus posibilidades de deslegitimar en situaciones concretas los planes y técticas politicas de aquellos que se supone detentan el poder. Scott (1990) identificé una serie de practicas y expresiones de los grupos subordinados como “condueta fugitiva”. Tal nocién comprende los rumores, 30 el chisme, los corridos, los dichos, los gestos y las bromas. Para este autor, los subordinados se enmascaran con estos medios para seguir confundidos en la masa y asf expresar la critica al poder sin correrriesgos. Como quiera que sea, Jaimpredictibilidad de las masas emerge como un punto de mayor preocupacién para los poderosos en tiempos de crisis, Ambas cuestiones —impredictibilidad de la masa y un conocimiento de ésta al servicio de los poderosos—remiten al tema del etnocentrismo, entendido como la interpretacién de la conducta de los otros a partir de las propias concepciones, intereses y valores. Turner (1989:15), siguiendo a Derrida, afirma que los etnégrafos —inves- tigndores—, quieran 0 no, actian de manera etnocéntrica y que hay ciertas formas de etnocentrismo que no pueden evitarse. Por supuesto, no todo etno- ccentrismo es negativo y se debe reconocer que existe uno descable, basado en la creencia del investigador de que su esfuerzo por conocer y el ejercicio de su destreza cientifica podrén traer un mejor entendimiento sobre el problema inyestigado 0, al menos, ofrecer un replanteamiento de las cuestiones por analizar. Cuando el etnocentrismo se vuelve problemitico, se disparatan los resultados de la investigacién. Turner describe este fenémeno cuando equipara peyorativamente al investigador etnocéntrico con un fisico social que se dediea ‘crear problemas para inventarles solucién (1989:28). Visto asi, tal erftiea no 5 moral sino politica y se funda en el supuesto de que el experto siempre se ‘ree superior a la gente ordinaria ‘Al estudiar a los trabajadores tomateros no es facil evitar formas indescables de etnocentrismo. Esto lleva a cuestionar el uso de los datos de investigacién ¥ los modelos ideales como sustento del poder. Es decir, resulta servi pretensién de influiren las situaciones politicas y as relaciones de podera partir ddelos datos de investigacién sin tomar en cuenta los intereses diferenciados de los investigados. En ese sentido, también hay que preguntarse hasta qué grado las experiencias son transferibles. La respuesta lleva a identificar muchos Is0S ¥ a tomar con cautela la informacién de la literatura del trabajo y las Soluciones cientificas 0 legales planteadas en Europa o Norteamérica como ‘altemativas viables para mejorar las condiciones de vida en paises mas pobres: 4 posibilidad de construir un leviatén hobbesiano que empate la ética y los vances técnicos para lograr condiciones més justas en el proceso de trabajo, ‘5 muy cuestionable. En 1944, Orwell imaginé el futuro de! mundo en 1984. Por su parte, Rorty 31 (1989) reconoce que el aporte de Orwell fue afirmar que “la igualdad humana siempre seria técnicamente posible pero politicamente irrealizable” y que tal principio caracteriza la ambivalencia de las expectativas de la ciencia moderna. Este lineamiento orwelliano, por ser irénico, es til para eriticar las racionali- dades ciemtificas prevalecientes en muchas comunidades de expertos que se rigen por los criterios de la méxima ganancia y la eficiencia, a cuyos ojos las cuestiones a discutir para una agenda futura de los cientificos incluirén la rentabilidad perfecta, la automatizacién total el control cientifico de la produe- cidn y el crecimiento del manejo experto; ademas, segiin los logros en estos tubros, se plantearian cuestiones como Ia seguridad alimentaria, el desarrollo sustentable, el problema global de la ecologia y la cuestién de los ecosistemas saludables. Frente a esas macrocuestiones, las condiciones de vida de los trabajadores agricolas pueden parecer una mera trivialidad exética, A tono con las propuestas de ciertas corrientes futuristas, el problema del logro de condiciones de trabajo mas favorables se resolveria con el desarrollo artificial de casas de vidrio cada vez ms sofisticadas, donde las computadoras y las méquinas sustituirian las labores que ahora recaen en manos de Ia gente hambrienta, quienes previamente pudieron conceptuarse como los afortunados Pobres a los que se podfa emplear. Dentro de este ambiente idealizado del mundo de Ia automatizacién —cuyo destino manifiesto pareciera ser la supre- si6n de todo tipo de suftimiento en el trabajo—, el rol de los trabajadores se transformarfa en el de aliados felices de los robots encargados de la produccién. Su papel se dirigiria a mover los botones de los centros de produccién mundia- les donde se manejaria la produccién equivalente a miles y miles de hectareas, Aunque la robotizacién agricola es atin un proyecto en ciernes, resulta irénico constatar uno de los principios de la robética futurista, que implicitamente requiere de operadores de perfil amigable que simpaticen con la automatizacion {otal del proceso de trabajo, Esto significa que entre las nuevas generaciones de jomnaleros surgiré muy pronto la idea de que no se tienen que realizar las tareas duras que ahora desarrollarén las méquinas diseitadas ex profeso, Sin necesidad de ir mas lejos, uno puede abservar las casas de vidrio de algunas zonas en México y compararlas luego con las de Holanda o Alemania, que ya han aleanzado un desarrollo tecnolégico impresionante. Lo anterior lleva a afirmar el alto grado de control sobre la naturaleza y las condiciones de produecién que han logrado los productores medios, los empresarios agroin- 32 dustriales y los expertos. Dentro de dichos ambientes, creados artificialmente, las adversidades de Ia produccién como un mal cima, algunas enfermedades y virus, la destruccién fisica por animales y daiio humano, asi como las variacio- nes de los mercados, son cosa del pasado; ya se ha Ilegado a una condicién de planificacién que las mantiene bajo control. Aunque han surgido nuevos problemas, hay que dar por sentado que se parte de otro punto de vista. Ain asi, el trabajo agricola sigue siendo oneroso y, hasta cierto grado, conserva la etiqueta de actividad peligrosa, al menos para los trabajadores de mas bajo nivel.* La posibilidad de eliminar de golpe las inconveniencias y riesgos del trabajo agricola no radica tinicamente en Ia escasez 0 dificultad de acceso a los recursos —capital y tecnologia— que permitirian una mayor automatizacién y homogeneizacién de la produccién; se debe, mas que nada, a otro efecto irdnico del progreso social y teenolégico que insiste en ensefiamos que es més ficil esarrollar méquinas controladas que mejorar las condiciones de vida de las masas de trabajadores, problema que se antoja inalcanzable en cualquier literatura de planeacién econémica. Quiza lo que pueda ser mis real —y eso seria mais irdnico atin— es que los ingenieros que planean las sociedades del futuro, estén atrapados en los cuellos de botella de los intereses y dilemas que ellos mismos erean 0 reproducen. En efecto, nadie puede negar que no sea un negocio rentable el ofrecer modelos sociales que prometan mejores condiciones de vida para las mayorias; aunque, claro esti, que en cualquier empresa Promotora del desarrollo social existen fuertes reticencias para canalizar todos ‘es0s recursos a los beneficiarios quienes, por distintas racionalizaciones (occi- dentales 0 nativas), tienen que ceder parte de lo suyo a los gobiernos, institu- siones y funcionarios que “dicen” promover su desarrollo. Si ése fuera el caso, no se pueden abrigar muchas esperanzas en la deologia © inclinaciones tecnicistas y desarrollistas para suprimir I explotacién y lo pesado del trabajo agricola. Quizés uno pueda encontrar esperanza del apren- dizaje de experiencias pasadas y presentes. Al situarnos en el siglo XVII se Puede leer un relato que no es del estilo orwelliano, sino un reporte de hechos historicos referido al caso de los trabajadores agricolas ingleses e interpretar ©6mo éstos, movidos por el temor al desempleo, reaccionaron y decidieron 4. Elrcsgo de uaijaren a industria omatera ain es may lo ye debe, en grin medida. a so de pesca. Bel taboo de campo mete, al menos ev cinco oasines, con raajares Sica, is de los 33 destruir un gran invento de su época: In méiquina cultivadora, ala que veian como enemigo que los queria desplazar del mercado de trabajo (Hobsbawn y Rudé 1969). En su tiempo, los destructores de méquinas se consideraron como tuna especie de aberracién que iba contra la corriente del progreso. No puede predecirse si las nuevas generaciones de jornaleros agricolas de cualquier parte del mundo vayan a rebelarse agresivamente contra las computadoras que les descuenten trabajo o que reaccionen contra las maquinas que se mueven ‘con mis rapidez 0 eficiencia en las casas de vidrio, pero tampoco es muy viable vaticinar que en cualquier regién del mundo éstas se vayan a generalizar por costosas y sofisticadas. Quiero usarun ejemplo que se ha presentado en Holanda dentro de las casas de vidrio para hacer énfasis en las ambigledades de tipo politico que operan en esos espacios productivos. Se trata de reflexionar sobre el marco legal y las ideas de igualdad y justicia humana involucradas. Un boletin semanal (ver anexo 1: Newsletter: NUFFIC Bolen, NL 6/92, 13 de febrero de 1992) del Departa- ‘mento de Edueacién Superior de Holanda revelé que en las éreas cercanas a La Haya habia un nimero estimado de 15 mil a 30 mil trabajadores migrantes ilegales que recibian salatios que representaban 80% menos de los que se pagaban a otros trabajadores holandeses y que, pricticamente, se ignoraban sus derechos humanos. Lo que parecia preocupar mas al redactor del boletin era el hhecho de que “la inmigracién ilegal quitaba las posibilidades de empleo a muchos migrantes legales”. Eneste sentido, la noticia muestra que en la agricultura mis sofisticada del ‘mundo rigen condiciones evonémicas y relaciones asimétricas de poder que afectan a los migrantes legales o ilegales. De hecho, el valor a preservar es el statu quo expresado en la idea de custodiar los empleos legales. La preocupa- ién por las condiciones de vida queda también supeditada alo legal y no tanto a la justcia A pesar de lo breve de la nota y de su lenguaje objetivo, al definir en dénde esti el problema social y, sobre todo, al culpar a los migrantes ilegales y en menor medida a los duefios de las casas de vidrio, hay una toma de posicién que no es neutral; si acaso se esboza una leve critica a la poliefa por compla- ciente. Por otro lado, se exime, sin més, al Estado holandés. También se absuelve a los migrantes legales, cuyos intereses se quieren representar. Es muy interesante observar que la condena ética a los duefios de las casas de vidrio 34 puede ser ret6rica, porque no se menciona algtin castigo para ellos ni tampoco se describen las ganancias 0 procedimientos empleados para enrolar a los migrantes en la horticultura industrial. Asi se evitaba relacionar la discusién sobre el racismo que, para entonces, era muy dlgida en varios paises europeos. Las estrategias de sobrevivencia de los migrantes ilegales en ese pais y sus condiciones de vida son otros aspectos ausentes. En realidad, establecer una ética del trabajo resulta muy complejo y no se puede simplificar con un cédigo de procedimientos universales (en el capitulo Vil volveré sobre este punto). La idea de una igualdad ante la ley es una aabstracci6n muy occidental que vela o pasa por alto diversas formas de explo~ tacién y recurre a posiciones igualitarias més teGricas que prictieas. En ese sentido, es interesante revisar lo que propone Marilyn Strathem (1988:142), aunque vale aclarar que su propuesta contiene realidades que ella observé en. otros contextos. Su opinién es que “la igualdad supone que la gente se aduefia del trabajo que hace” y que la explotacin implica “el despojo o separacién de ta persona de su trabajo”. Me parece convincente el argumento de Strathem de no entender tales nociones como dogmas universales, sino tomarlos como conceptos que hay que reinterpretara partir de diferentes contextos. Cuando se discute sobre la igualdad o desigualdad, realmente no se examinan las posil lidades viables, pues se argumentan principios inamovibles que hay que aplicar a toda costa.S Asi, el problema puede estar en los modelos y las formas de conceptualizar cuestiones relacionadas como la propiedad, el valor del trabajo, las formas de organizacin social y los estindares o condiciones de vida que se usan para discernir y poner las pautas de evaluacién, Enel caso de los trabajadores tomateros es fécil observar grandes diferen- cias en las condiciones de vida de patrones y trabajadores. Considerar ciertos ‘minimos de educacién, vestido o alimentacién u ottos recursos para la repro- duceién social, deberd verse més desde la ptica del reconocimiento a esfuerzo Y menos como puntos de comparacién con condiciones de desarrollo idealiza- das que operan en otras latitudes. Esos paraisos, tarde que temprano, se convierten en botines de todo tipo de mediadores. Por supuesto, no se pueden S. Lasduesonet que planar be rade leva conelisins races. Ai alle ‘mania revolcionari (Qe pins is poslidaes de ogra eas toda cosa en scones {Ge teanj) aes det no co el cin pagmiico (de patene expe que apoyan soluiones {Genea aula) Lon ern exon de nterpetr iv dsipuldadsextenss pode cnr ela een. 35 ignorar las situaciones desventajosas, pero tampoco es creible que existan condiciones sociales totalitarias que sean eternas. Los mismos oprimidos se encargan de crear solidaridad a su alrededor que contribuye a humanizar espacios cerrados como las cérceles. Los campamentos de trabajadores en el valle de Autlin podrian compararse, en cierto modo, a los reclusorios que Goffman (1961) concibe en sus escritos. Esto es més cierto en el caso de los trabajadores migrantes que tienen que dormir, jugar y trabajar précticamente enel mismo lugary condiciones. En consecuencia, aunque no pueden ignorarse los aspectos de crueldad y explotacién, es necesario reconocer que las condi- cciones de trabajo representan también un ambiente flexible y espontneo (véase también Newby 1977:289). Todo esto me lleva a concluir que puede resultar mds itil analizar lo que hacen los trabajadores y ver cémo atribuyen diversos ificados a sus vidas, que plantear modelos abstractos 0 ideales de distribu- cién del ingreso o de las diferencias de status social, cuestiones que con frecuencia dependen de los grados o formas de apropiacién por parte de los trabajadores de sus medios de produccién. De cualquier manera, seré relevante aclarar en diferentes contextos cémo se reproduce socialmente la creencia de que todos los seres humanos somos “i La construccién de una teoria local Tanto en las formas de expresién cotidianas como en la literatura socioantro- pol6gica, los trabajadoresagricolas han sido caricaturizados como grupo social. Esto se debe en parte a su eondicién social de subordinacién y a los estigmas con que se les caractetiza (Newby 1977:11; Paré 1980-7; Grammont 1986:7) En la regién de Autlin tambien corren varias versiones con tintes denigrantes ue provienen de distintos grupos sociales. Primero, existen ideas que surgen de los managers y patrones de las compafias, de algunos agricultores ricos y de los funcionatios del ingenio azucarero —no quiero decir que todos piensan igual porque hay variantes que incluyen desde apreciaciones por completo racistas hasta opiniones més moderadas—, que juzgan a los trabajadores agricolas como personas genétiéamente imposibilitadas o que no tienen la capacidad ni la informacién necesaria para organizar una industria tomatera. Un segundo punto de vista, mas pateralista, los considera como individuos muy necesitados y 36 pobres a los cuales van a redimir al darles trabajo en las empresas. Una tercera versién, més pragmética, trata a los trabajadores como una mercancia necesaria y, en ese sentido, subrayan Ia docilidad y la capacidad de cumplir el mayor iniimero de tareas. Todos lo hacen sin preocuparse mucho por sus derechos legales. ‘A pesar de que este tipo de interpretaciones pueden ser generalizadas, existen versiones particulares sobre los trabajadores privilegiados y de los allegados a los patrones, En medio de las crisis de la produccién y cuando hay severa escasez de mano de obra, algunos trabajadores son ascendidos y se convierten en confidentes. Les corresponde reorganizar a los grupos de traba- Jjadores. En esa coyuntura, los patrones los suben de rango, aunque sélo sea temporalmente, y pasan a hacer las veces de managers, si bien a los patrones no les gusta lamatlos asf. Algunas situaciones de competencia revelan otras nociones acerca de los trabajadores mas diestros o més fuertes. Esto se asocia con ciertas diferencias de pago, vivienda, mejor transporte, despensas y prés- amos a bajos intereses. f2sa es una forma de privilegiar a algunos trabajadores, ‘quienes en reciprocidad se obligan a llevar buenas relaciones con el empres y jefe de rancho y de personal. En contraste, cuando surgen conflictos entre empleados y patrones, estos iltimos se encargan de divulgar comentarios que difaman a los lideres y contradicen las razones de las demandas —malas condiciones de trabajo, bajos salarios—, argumentando que son inviables o que las reclamaciones son infundadas, En ocasiones, cuando las diferencias son més aguidas, su téctica se dirige a aislar al grupo rebelde al que se acusa en forma mds injuriosa ¢ ideologizada, Es asi como algunos trabajadores son tildados de comunistas, agitadores, vendidos y anticatélicos. Existen otras opiniones que surgen de entre grupos. “progresistas” —los mis afiliados a la Iglesia catélica— de la regidn que ven a los trabajadores aaticolas como los “més pobres de los pobres”, en especial cuando son dé tigen indigena. Algunos estudiantes y miembros de las familias ricas que se Felacionan de alguna u otra manera con Ia industria tomatera, expresan st descontento hacia los habitos sanitarios de los trabajadores y difunden la lagen de que éstos actian como “semianimales”, porque no colaboran con las campafias de limpieza personal y de los campamentos que, por caridad, Ssuelen realizar dos o tres veces al afo. Otros estudiantes, campesinos y traba- Jadores simpatizan con la causa de una mayor libertad para los trabajadores 37 agricolas y ven las condiciones en que viven como una muestra més de explotacién. Los trabajacores tambien expresan sus puntos de vista acerca de i mismos y de sus condiciones de vida. En ocasiones, emplean connotaciones burlescas contra su condicién de subordinacién que invierten en sentido irsnico. De esa ‘manera, al mismo tiempo que parecieran expresar cierta conformidad con st situacién, tratan de trascenderla al criticar las premisas en que ésta parece basarse (véase también Villarreal 1992:253). Finalmente, existe el trabajador que es muy critico y se lamenta dela cobarda, el atraso politico o la inconcien- cia que muestran algunos comparieros de trabajo, Entre las imégenes relacio- nnadas con los actos represivos hay una constante: los patrones simplemente buscan controlar 0 desorganizar a la mayoria y, en contrapartida, ejercen represalias contra los ideres a quienes acusan de agitara los que protestan. Otro tipo de trabajador ofrece una imagen ambivalente: a veces se le ve resignado y aveces desesperado, porque siente que de ninguna manera va. salirde “jodido” yy hasta cierto grado se eree condenado por la mala suerte. Los sindicatos y otras formas institucionalizadas de defensa obrera son vistos, casi de manera und ‘me, como débiles, burocriticos y sin sentido, porque les quitan més que lo que les dan En realidad hay pocos estudios® sobre trabajadores agricolas; los més demuestran fehacientemente la posicién comprometida de sus autores. Se puede observar que tienen una similitud de contenidos y orientacién teérica centrada en ciertos principios éticos y en un propésito que se ditige a denunciar Jn explotacién y sus efectos nefastos en las condiciones de vida de los trabaja- dores. Algunos pretenden it més lejos y se esfuerzan por presentar nuevas cuestiones, todo en iérminos de la politica social y las responsabilidades del gobiemo en cuanto a la erradicacién de la pobreza y el hacer cumplir las leyes: Sin énimo de hacer una clasificacién exhaustiva, se podrian diferenciar los que parten de “perspectivas revolucionarias 0 de cambio social”, que de una w otra {6 Ape de os estos decanente menconads en lta, eng em mente tos que sno en biigrafiaParael aso mexiano stn osestaos de Math Rldin (1980) Sara Laren propor) {yearn (1980 tata elma de aladves irae en Estados ides Ope detains on poe ‘emo de Gat Kay yPok (188) que aban oe los rabjadres rls coho Desde un nfo tipo soni. sos ures presenta al Esa cuban comm eer dees takes ales ¥buscanproar queen I ila eh desarolado un paras pars ello. Aes estudio le fala preseaia ana pores ignoran os sentiments eles dela lice beneficiaries (ease también el omentaria eric Redli 1990, nm. 2:315 38 forma afirman la televancia politica de los trabajadores rurales como un proletarindo en ciemes (Paré 1980), de otros mas realistas y hasta pesimistas que llegan a concebir a los trabajadores como “mereancias humanas que no pueden pensar dadas las condiciones infrahumanas en que vive” (Astorga Lira 1985:118). Otros estudios se esfuerzan por plantear un enfoque tedrico ms riguroso 0 manejan tipologias y eategorias centrales como la “desigualdad de poder de los trabajadores frente a los patrones” (Danzinger 1988), 0 una ‘eoncepcidn especial de respeto o deferencia que los caracteriza (Newby 1977) y les permite acomodarse mejor al statu quo. ‘Sin embargo, lo que se desconoce en la mayor parte de los estudios de este tipo es la caracterizacién de! mundo que “Ios propios esclavos construyen’”, para usar una frase en sintonia con Genovese (1972). El enfoque predominante pareciera ser el del “mundo que conviertea los trabajadores en eselavos”. Descle esta visidn, los factores y fuerzas del cambio social se piensan como externas y de caricter global. Como Danzinger lo afirma refiriéndose a un pasaje de ‘Newby: “la tinica esperanza que hay para realizar un mejoramiento sustancial de las condiciones de vida de los trabajadores radica en intervenciones politicas ‘exfemas a su mundo en las que se incluye lalegislacién y una accidn més decidida ‘de diversas agencias institucionales” (198838). En ese sentido, hay una contradiceién que subyace. Por una parte, la critica se dirige a convencer a una audiencia nacional de que luche por erradicar tal sistema esclavista y que la tinica via para hacerlo es incorporar a una situacién de pleno derecho a los trabajadores rurales; por la otra, la I6gica ordinatia, los esfuerzos y posibilidades desarrollados por las propias victimas de tal statu quo Se toman muy poco en cuenta, Evidentemente, todo tipo de conceptos, ineluidos aquéllos que offecen Imagenes y caricaturas denigratorias, sirven para subrayar algunos aspectos de fas circunstancias sociales en que viven los trabajadores y permiten encontrarle Sentido a ciertas representaciones producidas en contextos particulares; pero el Problema es que no se puede teorizar llenando huecos o juntando las partes de ‘un rompecabezas. Como Deleuze lo sugiere: Estamos viviendo un nuevo tipo de relacién enre la tora y la pretiea...Lapréctica es unt Secuencia derelevos que nos llevan den avanceteérie al to y lateoria¢s una secuencia de felevos que ns evan de una prctca a otra... .Quign es el que habla y el que acta? Aen twa misma persona hay una mutiplieidad de representaciones al asuary al hablar. Todos 39,

You might also like