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La Cenicienta (Kooktae)
La Cenicienta (Kooktae)
- Mocoso estúpido – dijo Mark, mirando con odio al indeseable hijo de su difunto
esposo. El niño de 8 años lo miraba con los ojos fríos y las manitos llenas de
arañones por la caída que acababa de tener. Realmente no había querido para
nada a ese hombre, pero sabía que la herencia era lo suficientemente cuantiosa
como para no tener que buscar otro marido en varios años, por lo que matarlo
había sido muy sencillo. – Si no caminas rápido no es mi problema – y dicho esto
tomó las manos de sus dos hijos, Yugyeom, de 12 años e hijo de su primer
matrimonio, y Jimin de 4 años e hijo con su difunto esposo, y caminó apresurando
el paso. El mocoso llorón no le iba impedir ver el desfile real con sus adorados
niños además si tenía suerte por ahí que se moría y no tendría que compartir la
herencia. Frunció el ceño al recordar el único motivo por el cual no arrojaba a ese
mocoso de su casa, en el testamento estaba estipulado que mientras Jungkook
siguiera viviendo en esa casa el dinero seguiría cayendo mensualmente, el día en
que él decidiera irse de ahí, siendo mayor de edad, podría tomar su herencia por
completo. Pero esto nadie lo sabría.
No entendía porque el mayor lo odiaba tanto. Él no era un mal chico, hacía sus
deberes, limpiaba, la comida no le quedaba mal y nunca interrumpía
conversaciones de adultos, como lo hacía Yugyeom, pero jamás recibió una caricia
ni una palabra de cariño. Al principio, cuando Mark llegó a la casa, hacía 4 años,
con su hijo, dos años mayor que él, se emocionó. Nunca había conocido a su
madre, por eso el saber que iba a haber otra persona que lo cuidara y amara le
encantó. La idea de un hermanito lo cautivó y pasó soñando en juegos, aventuras
y muchas diversiones, pero nada fue como lo imaginó.
Ahora, a los 10 años, era mucho más maduro que los demás niños y por eso
nunca jugaba con ellos. Para él todos los demás eran unos bebes, no eran como
él. Él tenía que levantarse muy temprano a ordeñar y a limpiar el granero, tenía
que servir los platos, lavarlos, limpiar la casa, la ropa de sus hermanos y de su
padrastro, cortar leña y coser lo que se rompiera. Sus dedos, que deberían ser
suaves a esa tierna edad, estaba ya con principios de cayos y rugosidades, y su
pielcita estaba tomando un color muy bronceado por pasar tantas horas,
expuesto al sol, en la parte de afuera haciendo los quehaceres.
Jungkook trató se pararse, pero el golpe había sido tan fuerte que cuando logró
hacerlo ya no había nadie. Trató se buscar al pequeño Taehyung preguntando a la
gente cercana, pero nadie le daba razón. ¿Quién era ese niño? ¿y si había sido
secuestrado? ¿y si lo iban a matar? ¿y si el padre era rico y ahora pedían rescate?
Corrió y corrió como loco hasta que llegó a la plaza donde el desfile seguía
avanzando. Se metió entre la gente pensando que tal vez alguien por ahí hubiese
visto algo, pero nadie sabía nada. Se apoyó en la baranda del desfile, sujetándose
la cabeza que le dolía enormemente, pero todos empezaron a gritar con fuerza y
a aplastarlo contra el barandal. Al levantar la vista se quedó con la boca abierta al
ver, sorprendido, como en el carro real su pequeño amigo estaba siendo cargado
por nada más y nada menos que por el rey mismo. La gente emocionada empezó
a hablar del príncipe heredero y no necesitó nada más para saberlo. ¡El pequeño
Taehyung era el príncipe del reino!
Trató se gritar para que lo viera y saludarlo, decirle que estaba bien, pero había
demasiada gente en el lugar, así que fue imposible. Vio que el niño nunca dejó de
llorar abrazándose a su padre. El carrito siguió y se perdió a la distancia. La gente
se dispersó y, sin nada que hacer ahí, regresó a su casa. Felizmente no había
nadie aun así que se dispuso a limpiar la chimenea como siempre hacía los
sábados, pensando en el hermoso niño de ojos azules. ¡El príncipe Taehyung!
Pero ¿Acaso alguien tan poca cosa como él podría ser amigo del príncipe? Eso
jamás estaría permitido, y, además, el príncipe tendría tantos juguetes y amigos,
que el extraño que conoció en el río sería fácilmente olvidable. Además ¿qué
amistad podría ofrecerle? Pero había sido tan lindo y tierno con su carita
sonrojada por el llanto, con sus manitos sujetando la figurita que le regaló. Tan
bonito. Bueno, tal vez nunca lo volvería a ver en su vida, pero había tenido la
oportunidad de conocer a un príncipe. Ojalá que cuando fuera rey fuera el mejor.
Él lo apoyaría y si algún día se volviera a ver, él le serviría como fiel vasallo. Ese
lindo niño se lo merecía.
Suspiró y se dispuso a hacer todos los mandados. Se resignó a admitir que nunca
más volvería a ver a ese principito de hermosos ojos azules.
- Buenas noches mi ángel – y dicho esto se quedó dormido, soñando con el niño
de rizos rubios y ojos miel que sin imaginar jamás podría sacar de su mente.
Capítulo 2: La situación
*****Actualidad*****
Jungkook terminó de cortar y cargó las pesadas leñas hacia el interior de la casa.
A su padrastro se le había ocurrido que la chimenea tenía que estar prendida
durante todo el día pese a que el invierno ya había terminado. ¿Es que acaso no
había lo dañino que era mantener el ambiente tan caliente en primavera? ¿Acaso
no le importaba su propia salud? ¿Acaso no sabía lo difícil que era cortar la leña y
estarla reemplazando cada 2 horas? Ceñudo lanzó un suspiro y sujetó mejor las
maderas. El joven ya había aprendido a no discutir ni preguntar las órdenes del
señor de la casa, y solo se remitía a hacer su trabajo, como un empleado más.
Con 20 años, Jungkook era todo un hombre, con un cuerpo perfecto y músculos
fortalecidos por las inagotables horas de trabajar los jardines, cargar los pesados
alimentos para los animales y correr hasta el pueblo todos los días. Mark le había
dicho que no debía gastar al caballo, así que ahora tenía que ir a pie los 10
kilómetros hasta las tiendas. Hacía varios años que mantenía su cabello rubio
bastante corto casi al ras para no sudar tanto en las largas caminatas, ocultando
los rulos de antaño, además, su más de 1.80 metros de altura no solo le daba
presencia en cualquier lugar, sino que le permitía ir más rápido, o por lo menos le
gustaba creer eso.
Él reparaba todo lo que se malograba en casa, incluido el techo y los sótanos, así
como también era el administrador los gastos diarios y las finanzas. De algo le
había servido llevar las clases con el bibliotecario y otros estudiosos. Mark no le
había permitido asistir a las clases que Yugyeom y Jimin tenían en casa con
profesores particulares, así que había tenido que ingeniárselas y al final el amable
bibliotecario había accedido a enseñarle de todo. Y por decir todo significaba
todo, artes, música, etiqueta social, ciencias, y muchas cosas que ni su padrastro
sabría, porque al ver que el bibliotecario se hacía un tiempo para enseñarle, los
otros estudiosos también se habían querido sumar a la misión y no habían
dudado en compartir con él todos sus conocimientos. Incluso todavía seguía
yendo a leer y a compartir con aquellos hombres tan sabios. Pero eso era un
secreto.
Físicamente era fuerte, bronceado y muy apuesto. No había joven, o jovencita, que
no volteara a verlo cuando iba por suministros al pueblo. Muchos fantaseaban con
él, pero Jungkook nunca miraba a nadie. Era educado, muy correcto, pero no
entablaba amistad con nadie. Era sabido que muchos se le habían declarado, pero
el muchacho de ojos miel, muy amablemente, los había rechazado, diciendo que
no estaba interesado.
Para Jungkook, que era consciente en todo lo que la gente hablaba de él, era muy
simple. Él no podía estar con nadie por más que quisiera. En primer lugar, era
pobre. Mark le había dejado muy en claro que su papá le había dado toda la
herencia a su esposo y él no era dueño de nada, si siquiera la gallina más enferma
era suya ¿Qué le podría ofrecer a su pareja? ¿Qué podría darle además que saber
cómo reparar establos o hacer buenas fogatas? Esos chicos que se enamoraban de
él ¿se conformaría con tan poco? Eso lo entristecía, pero sabía que su papá había
sido engañado, así que lo perdonaba ¿Cómo podía culpar a tan buen hombre, que
solo había pecado de amor?
Por otro lado, estaba Jimin. Él adolescente de 14 años era muy finito y algo torpe,
por lo que su padre lo había tratado mal desde que se dio cuenta que el carácter
dócil del menor no le iba a traer ganancias. Según Mark el niño era muy “bueno”.
Constantemente los otros jóvenes se burlaban de él por su aspecto delicado y sus
rasgos femeninos, incluso lo llamaban “la niña”. Jimin sufría mucho y su único
consuelo era su hermano mayor. Jungkook tenía que estar pendiente de su
hermanito, y tener pareja supondría tener que dejarlo algo de lado, lo cual no se
podía permitir, al menos hasta que su pequeño hermanito consiguiera pareja.
Frunció el ceño. Imaginar a alguien tocando a su inocente hermanito le hirvió la
sangre, mejor no pensar en eso.
Descargó las leñas y las colocó al lado de la chimenea. Estar en los salones de la
casa solía traerle recuerdos tristes, pero hacía mucho tiempo había aprendido a
cerrar su corazón a tales sentimientos de nostalgia. De nada valía sufrir y
lamentarse. Esa era la vida que le había tocado y debía aguantarla.
Aprovechó que Mark y su hijo mayor habían salido para dejar las leñas en las
habitaciones de estos. Todos los días esperaba a no tener que encontrárselos en
el camino y verlos lo menos posible. Eran tan desagradables. Mark, aunque sea,
pese a tratarlo peor que un trapo lo ignoraba la mayor parte del tiempo. El peor
era, sin embargo, Yugyeom, su hermanastro. Al chico, de 22 años, no le había
asentado bien la adolescencia y todavía llevaba el rostro con marcas del acné.
Todos sabían lo desagradable que era, pero había armado una mafia entre los
pandilleros del pueblo y nadie se atrevía a decirle nada. Lo que más le enfurecía
era que le pedía cosas estúpidas solo para molestarlo y si estaba de muy malas,
¡le pedía que le hiciera…aggghh! odiaba pensar en eso.
Tiró las leñas con fuerza y se disponía a salir cuando una sombra le tapó el
camino.
Lo succionó con fuerza y lo lamió con ganas tratando de que terminara lo antes
posible. Tantos años le habían dado experiencia de saber dónde lamer y cuando
presionar. Felizmente al mayor no parecía tener mucha resistencia y así que
cuando menos se lo esperó se corrió en su boca expulsando un chorro de líquido
amargo y caliente. Tragó todo y se levantó para irse a lavar. Yugyeom no lo
detuvo. Se sentía tan sucio. Llegó al baño y vomitó todos los fluidos. Algún día, se
decía, algún día iba a pagarlo. Su padre le había dicho que todo mal se pagaba en
la tierra, por eso solo debía ser paciente, Yugyeom lo iba a pagar.
- ¿Hermanito? – se escuchó una dulce voz desde afuera. Se limpió con presteza.
- Ya salgo – le respondió mojando su rostro y secándoselo con una manta. Lo
último que quería era preocupar a su hermanito. Sabía que el menor sabía de los
problemas, pero era lo suficientemente prudente para no preguntar. Eso lo
agradecía con creces, Jimin era su único respiro dentro la tormenta.
Abrió la puerta y vio a su lindo hermanito. En verdad el pequeño era muy bonito
con sus ojitos verdes y su cabello igual de rubio que él. Eran muy parecidos ya
que los dos habían heredado rasgos de su padre, como el cabello rubio y lleno de
rulos y la forma de nariz respingona. La diferencia radicaba en la complexión,
pero nadie tenía dudas de su parentesco. Jimin apenas pasaba del 1.60 de
estatura y era muy esbelto, además el pelo lo llevaba más largo sin llegar a los
hombros y todo lleno de rulitos rubios.
El rubio menor lo miraba emocionado y con la ropa llena de polvo blanco. Sonrió
al ver que su naricita estaba sucia. Se dejó jalar por la manga hacia la cocina y una
vez ahí el menor le enseñó una bandeja con galletas recién horneadas.
- Mira lo que hice! – le dijo alegre, casi saltando – ya las probé y creo que esta vez
me salieron deliciosas.
- Eso espero, las de la semana pasada me hicieron muy mal – le dijo malicioso
tomando una galleta – no sé cómo no se me rompieron todos los dientes.
- ¡Que malo! – dijo haciendo un puchero – solo me equivoque en los ingredientes.
Pero esta vez seguí todos los pasos que me dejaste.
- Esperemos que no hayas usado sal en vez de azúcar – dijo mordiendo la galleta.
- ¡Eso solo pasó una vez! – le dijo riendo. Una vez vio a su hermano mayor
preparando dulces y no pudo evitar preguntarle cómo se hacían. Jungkook le
había dejado una receta simple de galletas, pero siempre que las hacía le salían
mal. Si no eran saladas, estaban duras. Y lo peor era que casi nunca podía
hacerlas porque si su padre lo atrapaba en la cocina le iba a pegar. Siempre lo
gritaba cuando hablaba con su hermano o cuando cometía alguna torpeza, pero
no era su culpa, todos ahí lo ponían nervioso. Incluso Yugyeom, que siempre lo
miraba raro, le ponía los pelos de punta y siempre trataba de estar lejos de ellos.
Solo con Jungkook se sentía cómodo, además había descubierto que le encantaba
preparar dulces. - ¿Y? ¿Quedaron bien?
Jungkook puso cara de asco produciendo que Jimin comenzara a lagrimear.
Yoongi recordó con nostalgia que él mismo lo había educado como un hijo
cuando sus padres, la cocinera y el mayordomo, murieron en un accidente y
siempre lo trató como su padrino. El Rey le permitió cuidar de ese niño, pero
siempre intentando tener el suyo propio. Todos pensaban que el rey no podía
tener descendencia y estaban muy tristes, pero cuando cumplió 15 años, Jin
quedó embarazado de Taehyung y se le encargó el cuidado total de ese bebe.
Él lo asumió como su vida y se dedicó a velar por la seguridad de ese niño, el que
consideraba un hermano. Su habilidad con la espada y la estrategia le valieron
para ser nombrado Guardia Real a los 20 años y desde ahí siempre había
cumplido con sus obligaciones. Solo que a veces holgazaneaba un poco, como
cualquier joven de 25 años. Bueno, no tan joven.
- Hola – le dijo sonriente. El niño abrió un poco más la puerta, dejando ver su
delgado cuerpo, bajo una camisa que le quedaba algo grande, y su rostro
sonrojado, al parecer la carrera para abrir la puerta lo había agotado un poco.
- Hola – le dijo azorado. Jimin había reconocido a ese apuesto caballero que
conoció cuando compró el libro de cocina. No había dejado de pensar en él,
imaginándose escenarios increíbles para volver a verlo. Y ahora estaba ahí,
tocando a su puerta. No pudo evitar morderse el labio, gesto no pasó
desapercibido para el castaño.
- Me alegro de verte de nuevo – le dijo Yoongi apoyándose en el marco y
sonriendo al rubito.
- Jimin ¿Quién es? – se escuchó una voz antes de que el chico pudiese
responderle.
- Es el Guardia Real del palacio – respondió el menor sonrojado y un poco bajito
al darse cuenta que el mayor aún no se había presentado. Yoongi sonrió por
dentro. “Así que el pequeño no me ha olvidado” pensó alegre. Unos pasos más se
acercaron y se abrió la puerta completamente dejando ver a un muchacho
larguirucho y poco agraciado.
- ¿Un guardia del palacio? – preguntó al no escuchar la fresa completa del menor.
A Yugyeom no le interesaba tratar bien a un simple guardia - ¿Y tú porqué sigues
aquí? Largo – le dijo al menor, el cual se alejó rápidamente de ahí algo asustado.
El guardia frunció el ceño. No le había gustado para nada ese gesto tan arisco,
especialmente si iba dirigido al pequeño ángel. - ¿Qué quiere? – preguntó el chico
sin dejar la pretensión. Yoongi se mordió el labio para no pelearse con ese
muchacho que ya le había caído pésimo. Suspiró y pronunció la frase que había
repetido más de cien veces durante el día.
- Todos los jóvenes del reino están cordialmente invitados al baile real
organizado en nombre del príncipe. Toda invitación es personal e intransferible –
dijo formalmente leyendo el pergamino con su discurso. Vio al joven larguirucho
sonreír emocionado (si esa mueca horrible podría considerarse emoción) y
extender la mano.
- Está bien, dame la invitación – le exigió. Yoongi sacó un sobre lacrado y una
pluma
- ¿Cuál es su nombre? Por favor – le preguntó ya arto de ese muchacho, él quería
ver a Jimin.
- Yugyeom Idígoras – le respondió. El guardia escribió el nombre en el sobre y
puso su sello para luego extendérselo de mala gana. El joven ni le agradeció y se
dispuso a cerrar la puerta. El guardia puso el pie para impedirlo.
- Pero acá viven más jóvenes ¿no? – le dijo. ¿Acaso no iba a llamar a Jimin y a su
hermano? Yugyeom lo miró con mala cara.
- Un sobre más para mi hermano, Jeon Jimin– le dijo de malhumor. Yugyeom
extendió la mano para recibir el sobre, pero Yoongi no se lo dio – La entrega de la
invitación es personal - El chico lo miró con más odio, pero llamó su hermano –
Jimin, ven acá - El niño apareció rápidamente, Yoongi sonrió al suponer que el
ojiverde solo se había escondido, y se acercó la puerta. Miró al guardia sonrojado.
- Esta es tu invitación – le dijo amablemente entregándole el sobre sin evitar rozar
sus dedos con los del niño. Este sonrió azorado y apretó la carta en su pecho.
- Gracias – le dijo bajito. Yugyeom miró la escena sospechosa, pero no dijo nada.
- Ahora ya se puede ir – le dijo.
- Pero acá vive un joven más – le dijo. Esta vez el muchacho lo miró enfurecido.
- Acá no vive ningún otro joven – le respondió con la mandíbula apretada.
- La Guardia Real lo sabe todo – eso era mentira, pero no podía decirle que ya los
había conocido, al ver como trataba al menor lo mejor era evitarle problemas – y
sabemos que acá vive un muchacho más. Yugyeom se rehusaba a decir el nombre
del odioso ceniciento.
- No está en la casa – dijo Yugyeom enojado – así que no puede darle invitación.
- ¿Es eso verdad? – le preguntó el Guardia al niño. Este lo miró y luego miró a su
hermano que lo miraba como diciendo “si dices que sí está te mato”
- Así es, no está – dijo asustado. Yoongi se quedó callado.
- Ya lo ve, ahora se puede ir – dijo cerrando la puerta. Se escucharon pasos
alejándose y cuando Yoongi ya se iba a ir esta se abrió despacito.
- Espera – escuchó una vocecita y se giró apresurado - ¿Le…le podría dar yo…la…
la invitación a mi hermano? – le preguntó temeroso girando el rostro a cada rato.
Yoongi lo miró enternecido y le habló bajito.
- Claro, si tú me lo pides no te lo puedo negar – sonrió coqueto - confío en ti – le
dijo. Jimin se sonrojó y le regaló una hermosa sonrisa – ¿Cuán es su nombre?
- Jeon Jungkook– le dijo. Yoongi lo hizo todo rápidamente y le entregó el sobre,
pero cuando el niño estiró la mano él se la sujetó - ¿Qué…qué haces? –le
preguntó nervioso, posando sus ojitos verdes sobre el mayor.
- Nada – le dijo – solo quería decirte que eres lo más hermoso que he visto en mi
vida y esperaré ansioso verte en el baile – le soltó sin más. Así era Yoongi directo
y al grano. El menor se llenó de sentimientos y se mordió el labio.
- Gracias, yo también esperaré verte – pero cuando se dio cuenta de lo que dijo se
tapó la boca y lo miró con los ojos bien abiertos - Adiós – le dijo avergonzado y
cerrando la puerta. Se apoyó en ella y suspiró acariciando su mano.
Yoongi caminó despacio, sintiéndose sobre una nube, y subió a su caballo casi sin
darse cuenta. Se fue de esa casa cabalgando sonriente y soñador. Definitivamente
ese baile sería muy interesante.
Por otro lado, ya cuando se hizo de noche y mientras se llevaba a cabo la cena,
Yugyeom comentaba animado con su padre sobre el baile real.
- Hermano ¿Estás bien? – le preguntó Jimin preocupado. Estaba seguro que había
visto lágrimas en los ojos de su adorado hermano.
- No es nada pequeño – le dijo el mayor dándole una sonrisa tranquila.
- Hermano, tengo algo para ti – le dijo sacando el sobre lacrado y entregándoselo.
Jungkook no podía creer lo que veía. ¡Era la invitación para el baile! ¡Incluso tenía
su nombre encima!
- Cómo… ¿Cómo conseguiste esto? – le preguntó mirándolo fijamente. Jimin se
sonrojó.
- Bueno…se lo pedí a el guardia…- dijo mirando al piso – la invitación era para
ser entregada personalmente, pero me la dio para ti.
- ¿El guardia que te echó el ojo? – le preguntó burlón hasta que una idea hizo
click en su cerebro. – espera… ¿acaso era el Guardia Real? ¿el de la librería? –
preguntó con el ceño fruncido.
- Eh…pues…sí, el mismo – él no le mentía nunca a su hermano. Jungkook recordó
molesto a ese hombre que se notaba a leguas que quería comerse a su hermanito.
Luego recordó que gracias a él tenía una invitación.
- Tendremos que agradecerle entonces – le dijo - ¿y te gusta?
- Ehh??…pues…no se – dijo sonrojado. Jungkook lo miró con la ceja alzada –
bueno, tal vez un poco… ¿No estás molesto? – le pregunto dudoso.
- Jimin – le dijo abrazándolo – es todo un honor que el Guardia Real se haya fijado
en mi hermanito y si te gusta no hay problema – le acarició la cabeza al menor -
ya tendré una charla con él…tú todavía estás muy niño.
- Jungkook! – gritó avergonzado, pero sabía que su hermano lo decía con cariño.
- Gracias Jungkook – le dijo abrazándolo – sabes, tú mereces más que nadie ir a
ese baile – le soltó - si el príncipe se fija en ti sería genial.
- Sabes…te voy a contar un secreto – le dijo. Jungkook necesitaba compartir el
secreto con alguien y nadie más que su hermanito podía ser de confianza. – Yo
conocí al príncipe…hace 10 años…pero solo fue por un momento, él se había
perdido y yo lo quise ayudar, pero los guardias se lo llevaron - Jimin lo miró
asombrado – es tonto ¿no crees? Que me gusté alguien que solo vi un ratito y
hace tanto tiempo.
- No es tonto! ¡Es…es increíble! ¿Crees que te reconozca? – le preguntó.
- No se…él era pequeño, no lo creo. – miró a su hermano y sonrió – pero gracias
a ti puedo ir a comprobarlo.
- Genial! ...creo que ya se fueron – dijo al escuchar el comedor en silencio –
Jungkook, cuando se vayan al otro pueblo… ¿podremos salir a pasear? – le pidió
con los ojitos brillantes.
- Jajaja…está bien, será tu premio, ahora anda a dormir – le dijo despidiéndose
del menor.
Jungkook dejó a Jimin y se fue a limpiar el comedor. No podía creerlo ¡Tenía una
invitación! Ahora podría conocer al príncipe, pero ¿lo podría reconocer? Sonrió
para sí mismo quitándose esa idea. Se habían visto por menor de 20 minutos y
hacía 10 años. Era imposible que el príncipe lo recordara, pero fácil podría
conquistarlo o por lo menos ser amigos. Había tantas posibilidades y tantos
escenarios que pensar en eso le hacía doler la cabeza. Lo mejor era tener
paciencia.
Al día siguiente todos se levantaron muy tempranito. Mark se llevó a sus dos hijos
al otro pueblo, obviamente con previo trabajo oral para Yugyeom por parte de
Jungkook, y por fin dejaron la casa en silencio. El rubio aprovechó para ir al
pueblo a que una costurera amiga suya le arreglara algunas cosas roídas del traje,
dejándolo como nuevo. Cuando llegaron él solo de dedicó a cocinar y ayudarlos
ya que Yugyeom se la pasaba gritando por todos lados que le faltaba algo y
demás.
Mark sin embargo había sido notificado que el rubio mayor había ido a arreglar un
traje al pueblo por lo que aprovechando el caos de la casa fue al cuarto del chico.
Y ahí estaba, el hermoso traje que su hijastro iba a usar. Mostrando una calma
que dama miedo se acercó a la cama y comenzó a cortar el traje con una tijera. Lo
dejó hecho trizas tanto así que quedó irreconocible. Satisfecho con su trabajo
salió y se cambió. El carruaje ya había llegado así que llamó a Jungkook. Este, que
había estado ayudando al menor a colocar su propio traje, se acercó receloso.
- Ya nos vamos, espero que cuides la casa – le dijo con una sonrisa maliciosa.
Esto hizo sospechar al rubio, pero no se inmutó.
- No hay problema – le respondió.
- Pobre Ceniciento – dijo Yugyeom, burlón, envuelto es el carísimo y bello traje
que su padre le había comprado. Todo en negros y rojos, pero de una tela suave.
Lástima que la cara no se la podían cambiar.
- Adió – se despidió el menor sin tristeza porque sabía que el plan del mayor era
cambiarse cuando todos se fueran y llegar al palacio a caballo. Jimin estaba en un
sencillísimo traje celeste sin arreglos ni nada. Su padre no lo quería ver resaltar en
esa fiesta.
Capítulo 4: El encuentro
Jungkook miró otra vez al su “hado padrino” con el ceño fruncido y mirada
desconfiada.
Jungkook abrió los ojos y se quedó sin palabras al verse. El traje que llevaba era
incomparable a cualquier cosa que él haya visto antes, sencillo, pero a la vez muy
hermoso. ¡La tela parecía haber sido hecha de estrellas, tan suave y brillante...y el
corte! Era perfecto para su cuerpo. Lo zapatos parecía de cristal (pero no lo eran)
sino de algo suave, pero sin ser transparente. Era todo tan irreal. El traje de su
padre no era feo, algo pasado de moda tal vez, pero no había punto de
comparación con el traje que el hado le había hecho. Incluso su piel parecía suave
y su cabello estaba brillante. Por un momento el rubio pensó que se iba a echar a
llorar de la emoción.
El menor lo siguió y vio como lo que antes había sido una calabaza terminaba por
convertirse en un hermoso carruaje y los ratoncito se transformaban en dos
dulces y lindos caballeros.
- Ahora sí…estás listo para el baile – le dijo el hado indicándole a uno de los
choferes que abriera la puerta.
- Pero… - Jungkook se mordió el labio – todo es muy bonito y te lo agradezco,
pero…no tengo invitación y sin eso no podré entrar.
- Aysh! – dijo golpeándose la frente – no te preocupes! – y moviendo la varita hizo
aparecer una invitación con la firma y sello del Guardia Real – acá está. Jungkook
la tomó y al leer el nombre se sorprendió.
- Pero acá dice…” Un ángel”.
- Exacto, eso eres tú – dijo sonriéndole – solo hay algo que debo advertirte antes
de que vayas al baile cariño. – El hado suspiró, esa era la parte que odiaba a la
hora de realizar los deseos…las condiciones – este hechizo solo durará hasta la
medianoche, luego deberás irte de allí o sino morirás – Jungkook se sorprendió de
eso, pero lo aceptó…él solo quería la oportunidad de asistir - …y no le podrás
decir tu nombre a nadie por eso deberás usar esto – le dijo haciendo aparecer un
hermoso antifaz para luego colocárselo. Con eso era imposible reconocerlo. El
hado hizo un puchero. – lo siento, pero son las reglas precioso.
- No te preocupes – le sonrió – ya has hecho bastante con darme esta
oportunidad…yo…solo deseo verlo de nuevo, sé que no puedo aspirar a nada más
– agregó triste.
- Nadie merece esto más que tú precioso – le dijo sonriendo dulcemente – solo
tienes que confiar, ¡tu destino está ahí…y si no puedes divertirte con los choferes
– dijo con tono pervertido lo que hizo que Jungkook se sonrojara y comenzara a
reírse - …ahora vete! ¡No quiero que llegues tarde! – y a empujones lo hizo entrar
al carruaje.
- Gracias! – le gritó Jungkook y, pero luego bajó del carruaje – Espera! ¡Falta algo!
– y corrió hacia su habitación. El hado lo miró extrañado, pero como el joven llegó
tan rápido como se fue, no le preguntó nada. Simplemente lo volvió a meter en el
carruaje y dio la orden de partir. Jungkook estaba feliz, al fin vería a Taehyung.
- Papá – le susurró su hijo - ¿Tú crees que venga? – preguntó mirando a todos los
jóvenes llegar a través de la cortina. Jin acarició la cabecita de su hijo y lo abrazó.
- Si sigue en el pueblo por supuesto que vendrá…pero prométeme que no te vas
a abstraer por pensar en esa persona hijo – le dijo preocupado – muchos chicos y
chicas han hecho su mayor esfuerzo para venir, lo mínimo que esperamos es que
les agradezcas con tu atención.
- Lo haré papá…pero si él aparece no te prometo nada – le sonrió. Su papá
suspiró resignado.
- Y ¿cómo sabrás que es él? No lo has visto en 10 años cielo.
- Lo sabré – respondió Taehyung totalmente seguro y sacando la figurita que
muchos años atrás le había regalado el niño misterioso. La miró con cariño y le
dio un beso antes de volverla a guardar. Había soñado con ese momento por 10
años y él sabía que iba a reconocer a su ángel en cuanto lo viera.
Yoongi se acercó a los dos pelinegros y les sonrió. Estaba radiante ya que había
visto a Jimin entrar al castillo. No necesitaba nada más para ser feliz.
Se dejó llevar con padre y su puso su mejor sonrisa al entrar al iluminado salón.
Lo recibieron con aplausos y murmureos de apreciación. Tuvo que saludar a la
interminable lista de jóvenes…el conde tal, el lord tal, el hijo del carpintero…
todos estaban ahí, mirándolo como si fuese el último pedazo de pan sobre la
mesa.
Esa persona lo llamaba con su presencia y sin decir más avanzó de prisa entre los
muros, esquivando a todos los que querían hablar con él, para acercarse al joven
que en ese momento se llevaba una copa de vino a los labios. Habían pasado
demasiados años como para acordarse la apariencia física de su ángel, pero solo
había una forma de comprobarlo. No había forma de equivocarse con eso.
Los músicos entendieron la seña del joven heredero y comenzaron una pieza muy
suave y romántica. Taehyung se les había advertido previamente que solo tocasen
esa pieza cuando él les avisara. Jungkook se sorprendió del cambio repentino en
la música, pero aprovechó para hacerse más a él y dejó que el menor le guiara.
Los reyes miraban curiosos la escena ya que su hijo les había dicho que aquel
único muchacho con el que bailaría la pieza central del baile, era el elegido.
Y ante las miradas atónitas de todos los invitados ambos bailaron la pieza
mirándose a los ojos y dejando que el mundo girase sin percatarse de ellos. En
ese momento solo existían ellos dos. Ambos enamorados del otro, pero sin
saberse correspondidos. Era tan cálido el ambiente que muchos otros jóvenes se
animaron a bailar con aquellos que les gustaran y prontamente el salón se llenó
se alegres risas y murmureos.
Seokjin y su esposo, el Rey, miraban atentos a los dos jóvenes. El Rey apretaba la
mano de su marido, preocupado por su hijo y por su elección. Ese joven de
antifaz era un completo desconocido para todos y eso le traía mala espina. Jin
trató de tranquilizarlo. Él sabía que su pequeño solo estaba completamente
enamorado y se alegró de que el joven ese existiera y decidiera asistir al baile.
- Tiene un palacio muy hermoso, su alteza – comentó Jungkook. Casi se había
asustado al ver el imponente palacio y compararlo con su propia situación.
- Gracias – le dijo el menor sin dejar de mirarlo a los ojos. Esos hermosos ojos
verdes que lo cautivaban cada vez más - Lo más hermoso es nuestro jardín…
Además, es mi lugar favorito.
- Me imagino…si es tu favorito debe ser el lugar más bello – le dijo acariciando el
rostro del menor. Este se sonrojó y volvió a tomar su mano.
- Entonces déjame enseñártelo – y sin escuchar respuesta lo guio hacia los
jardines. La concurrencia los vio, pero nadie dijo nada. Era obvio que el príncipe
ya había hecho su elección ¿Pero ¿quién era ese joven?
Caminaron juntos sin soltarse de las manos, cada uno sumido en sus
pensamientos. Jungkook todavía sin creer estar al lado del hermoso príncipe y
Taehyung feliz de saber que su ángel realmente existía. Llegaron hasta una
pérgola llena de almohadones de colores y rodeada de altos arbustos y rosales
que impedían que alguien los viera. Era el lugar perfecto. El mayor se maravilló de
la hermosa vista de los jardines.
- Mi príncipe – le dijo Jungkook una vez que se sentaron en una de las bancas
acolchonadas – tengo algo para ti – y sin esperar respuesta metió la mano al
bolsillo y sacó una figurita de madera. Taehyung lo miró asombrado y no pudo
evitar abrazar al mayor y sollozar. El rubio se sorprendió – No quería hacerle llorar
su alteza.
- Llámame Taehyung – le pidió el pelinegro sin soltarlo. Jungkook lo apretó más
fuerte sobre su pecho. Taehyung suspiró al sentir de nuevo la calidez y la
sensación de protección que tanto había añorado – Así que realmente existías…
- ¿Cómo? – preguntó el rubio sin entender.
- La guardaste…
- Todos estos años esperé para verte – le dijo Taehyung con una sonrisa triste -
aunque todos me decían que estaba loco y que en verdad no existías…yo sabía
que sí…que algún día volverías a aparecer... – se quedó callado y volvió a abrazar
a Jungkook -…que vendrías por mí…- agregó bajito.
- Taehyung …- y sin poderlo evitar levantó el rostro del menor y le depositó un
beso. El príncipe no dijo nada, pero lo miró sorprendido – siempre quise venir por
ti…pero no podía…
- Pero ya estás aquí…– y esta vez fue Taehyung quien inició el beso.
- Eres tan hermoso Taehyung – le dijo sin poder evitarlo – te deseo tanto – y
volvió a besarlo con ganas. Por un momento se asustó de ir muy rápido con el
chico, pero este correspondió a todos los roces.
El príncipe sintió la dureza del mayor encontrarse con la suya propia y no lo dudó
más. Comenzó a quitar el hermoso traje que cubría a su ángel. Jungkook se
sorprendió un poco, pero se dejó hacer.
Jungkook no necesitó nada más y cargó al príncipe hasta los almohadones para
luego depositarlo allí. Le quitó la ropa suavemente, acariciando y lamiendo toda la
piel que iba descubriendo. Taehyung gemía despacito y se arqueaba cada vez que
el rubio le lamía el ombligo o los muslos, pero nunca tocando el miembro
erguido.
El mayor lo dejó totalmente desnudo y se levantó para despojarse de su propia
ropa. Su miembro saltó a la vista, grande y grueso, al ver la hermosa vista de
tener al príncipe totalmente expuesto y con el pecho rojo de la excitación.
Taehyung, por otro lado, se relamió al verlo…era perfecto. Alto, fuerte, pero no
muy musculoso, bronceado…”si tan solo se quitara el antifaz” pensó. Se levantó
un poco para ponerse de rodillas frente a su ángel. Cogió tímidamente el enorme
miembro y pasó la lengüita despacito. Disfrutó sentir el temblor en el cuerpo del
mayor y el suave gemido que lanzó. Lamió de nuevo y se dejó embriagar por los
sonidos y las suaves embestidas que hacía el chico rubio. Era tan excitante sentir
la inexperiencia del príncipe tratar de darle qué placer que sintió que se iba a
correr con solo verlo, por eso lo detuvo suavemente y lo besó para recostarlo de
nuevo y abrirle las piernas. Lamentablemente era consciente que tenía muy poco
tiempo y debía de aprovecharlo.
Jungkook no le respondió y solo descendió más para separar las firmes nalgas
con sus manos e introducir la lengua con ganas. Al principio Taehyung se
sobresaltó al sentir esa intrusión, pero una vez que perdió los nervios su cuerpo
tembló. El príncipe estaba tan excitado que la zona ya estaba húmeda por lo que
solo tuvo que hacer una presión más para que la entrada comenzara a extenderse
y lograr introducir la lengua por completo. Taehyung se empujaba contra esa
deliciosa lengua sin contenerse. El rubio chupó y mordió un poco lo que causó
estremecimientos en el cuerpito del pelinegro. Con unos últimos lengüetazos dejó
el ano del menor lo suficientemente abierto para meter dos dedos y moverlos
como tijeras.
Taehyung gritó al sentirse lleno de ese miembro tan grande pero la preparación
anterior lo había dejado lo suficientemente listo para recibirlo sin dolor, solo con
una leve molestia. Jungkook comenzó a embestirlo con suaves estocadas y una
vez que lo sintió cómodo estas se convirtieron en rápidas arremetidas. Y es que el
menor le pedía más duro y más profundo.
Jungkook llegó a las justas a la carroza y casi llegando a la casa está de desarmó
volviendo a convertirse en una calabaza. El hermoso traje también desapareció y
fue reemplazado por sus viejas y remendadas vestiduras. El sueño se había
acabado por ahora.
***********
Por otro lado Yugyeom salía de entre los arbustos del palacio real con una sonrisa
maligna. Estaba horriblemente feliz de comprobar esa historia que un día
escucho, que el estúpido le contaba a su hermano menor en la cocina, sobre
cierto encuentro del joven con el príncipe hacía 10 años.
"Te odio tanto que podría reconocerte aun con ese antifaz" pensó "Y ni pienses
que te quedarás con el príncipe…ceniciento".
Capítulo 5: Sospechando
Jimin suspiró por cuarta vez esa mañana en su habitación, recordando todo lo
sucedido la noche anterior en el baile.
Había estado muy triste durante todo el recorrido hacia el palacio, acordándose
de su hermano y de cómo le habían arruinado la única oportunidad que tenía de
ver al príncipe. Felizmente ni su padre ni Yugyeom le hicieron caso y pudo
permanecer callado hasta llegar.
Pero todo pensamiento se le esfumó al ver que el Guardia Real era quien estaba
recibiendo a los invitados en la puerta. Sonrojado se acercó junto a su familia y no
pudo evitar estremecerse al ver la sonrisa que Yoongi le dedicaba. No le dijo nada
y entró al gran salón donde su padre se fue a hacer vida social y Yugyeom iba a
buscar al príncipe. Solo, y sin poder evitarlo, buscó con la mirada al castaño, pero
al no encontrarlo pensó que este estaría muy ocupado en la puerta recibiendo a
todos, así que se sentó en una de las mesas más alejadas y casi oculta.
No pasó mucho rato antes de que escuchara como una de las sillas a su lado era
retirada y el apuesto Guardia Real se sentaba a su lado. Jimin lo miró
sonrojándose. Yoongi se acercó y le dedicó una hermosa sonrisa.
Jimin aprendía rápido, pese a que era su primer beso, y se dejó invadir por esa
lengua caliente. Una vez más, una mano se deslizó por su espalda y entró por sus
pantalones hacia su trasero. Dio un respingo cuando esa mano estrujó una de sus
nalgas.
Yoongi lo acarició un poco más antes de levantarlo y dejarlo apoyado con el pecho
sobre la mesa. Le bajó los pantalones junto a la ropa interior y admiró las
hermosas y cremosas nalgas del menor. Al principio Jimin se asustó, temiéndose
lo peor, pero la hermosa sonrisa de Yoongi lo tranquilizó y se dejó hacer.
El castaño se mordió el labio al ver que una de las nalgas tenía la marca de sus
dedos por la estrujada anterior. Jimin lo miraba con el rostro girado y los ojos
brillantes. Se acercó a él y le acarició el casi erecto miembro hasta conseguir que
esté totalmente duro.
Jimin no respondió ni dijo nada ante los molestos comentarios que le dirigieron
todo el camino. Y hasta hora, ya de mañana, seguía sonriendo como un tonto.
Cuando le dijeron que estaba en edad de casarse se asustó, pensando que su
padre lo comprometería con cualquier viejo rico, pero la suerte le había sonreído y
no podía dejar de estar feliz.
Mientras tanto, muy temprano en palacio, Yoongi miraba al Príncipe Taehyung con
duda, pero este le devolvía la mirada con orgullo.
- Acaso no es la mejor idea que he tenido? – le preguntó Taehyung a su guardia.
- Pues…- no supo que responderle.
- Es lo mejor! ¡Así no habrá dudas y él podrá venir! – le dijo el príncipe animado.
- No tomará mucho tiempo? – le preguntó el guardia dudando.
- Para nada, lanza la noticia hoy mismo y por la tarde pasa casa por casa.
- ¿Casa por casa de nuevo? – le preguntó molesto.
- Claro, pero ya no irás a la casa donde solo tengan hijas mujeres, sino donde
sean varones…tu ya lo sabes, la otra vez conociste a todos – le dijo.
- Ya…son la mitad de las casas, ¿¿pero…otra vez?? ¡¡¡¿¿¿Casa por casa???!!!
- ¿Ves? Te dije que era un vago – sentenció el rey a su marido mientras entraban a
la estancia. Jin le dio un golpecito en la cabeza – auch! Oye no te lo tomes a pecho
– le dijo enfurruñado.
- Nadie aquí es vago mi amor – Seokjin miró a su hijo preocupado - ¿Estás seguro
mi vida? – le preguntó una vez más.
- Que sí papá! ¡Ya está decidido! – le dijo acercándose y dejándose abrazar – será
la última vez, lo prometo – les dijo.
- La última vez Taehyung, no podemos estar usando los fondos para estos
caprichos – le dijo el Rey.
- No son caprichos padres! ¡Es el amor de mi vida! – le gritó.
- No le grites a tu padre Taehyung – le dijo Seojin – y tiene razón, los fondos son
para usarse en las causas comunes.
- Esto es una causa común!!
- ¿Y en qué forma? – preguntó Yoongi.
- Todos quieren verme feliz no? Eso es una causa común – dijo el muchacho. El
Rey bufó por lo bajo y se sentó en su trono.
- La última vez Taehyung – le dijo su padre – si esto no funciona, te casarás con
quien yo decida – le dijo.
- Trato hecho – le respondió su hijo totalmente seguro de su plan. – Vamos
Yoongi! Tienes mucho trabajo que hacer.
- Para variar…- dijo enfurruñado saliendo junto al príncipe.
- Ves que sí es un vago? – le preguntó a su esposo. Jin lo miró mal y le volvió a
dar un golpecito en la cabeza.
Ese mismo día un cartel enorme se dejó ver en el pueblo. “El Príncipe Taehyung ha
decido que se casará con el muchacho que le talle la figura de madera más
hermosa. Todos los estilos y técnicas son aceptados. Se recogerán casa por casa
en la tarde”.
Todos comenzaron a murmurar sobre que significaría eso. Muchos decían que era
porque los talladores de madera tenían “madera” para rey, otros decían que era
porque al príncipe le gustaban los carpinteros y las muchachas lloraban por no
poder ser elegidas. De igual manera todos quisieron participar e inmediatamente
prepararon todo para ser elegidos como esposo del príncipe. Aunque también se
había corrido el rumor del misterioso muchacho con quien el príncipe se había
desaparecido la mitad de la noche. Todos se rumoreaban que ese era a quien el
príncipe estaba buscando.
Yoongi estaba enojado por tener que perder tiempo en ese estúpido concurso y
no ir a la casa de su amado Jimin de inmediato. Solo había podido enviarle una
carta diciéndole que el príncipe estaba como loco y que lo había mandado a ir
casa por casa por una tontería, pero que por la tarde pasaría por su casa.
Felizmente varios otros guardias tuvieron que pasar la tortura de ir otra vez casa
por casa a visitar a los jóvenes. Yoongi creía que ya se los conocía a todos.
El castaño tuvo que aguantar ver cada figura hermosa o fea que le presentaran,
pero él tenía una de las figuritas que le había dado Taehyung para que comparara,
y hasta ahora nada se le había parecido. Incluso alguien le había hecho una figura
a escala del mismísimo príncipe Taehyung, lo cual le había asombrado. A decir,
muy en el fondo, disfrutó de ese día. En su pueblo había mucho talento para el
tallado.
- Y que me dice, ¿Gané el concurso? – preguntó con esa sonrisa odiosa. Yoongi se
mordió la lengua para no insultarlo y solo asintió - Estoy seguro que al Príncipe
Taehyung le traerán muchos recuerdos – agregó. Yoongi lo miró con más odio.
- Así es…- dijo con todo el dolor de su alma – Te llevaremos a palacio a ver al
príncipe – dijo con asco.
- Por supuesto. Justo tallé esta especialmente para él – dijo enseñándole una
figurilla que era la réplica exacta, y más bonita, que la que el príncipe tenía desde
hacía más de 10 años. Yoongi no pudo aguantar más y salió de allí indicando que
escoltaran a Yugyeom.
- ¿Dónde está Jimin? – preguntó.
- En la biblioteca, fue allí con su hermano – dijo alejándose junto a los demás
guardias que lo escoltaron hasta el palacio.
Yoongi los siguió hasta un punto y luego cabalgó unos minutos hasta la
biblioteca. Había muchos jóvenes, pero no encontró a su niño.
- Disculpe, señor, ha visto a un joven rubio de ojos verdes...le gustan los libros de
cocina – le preguntó al encargado.
- ¿A Jimin? – le preguntó este.
- Sí! Me dijeron que estaba aquí.
- Jimin no ha venido desde hace varios días, ni él ni su hermano – Yoongi se
asustó y salió corriendo hacia su caballo. Eso le olía muy mal. Preguntó a la demás
persona del pueblo, pero nadie había visto a los muchachos desde el día anterior
al baile. Yoongi se tensó… ¿Qué estaba sucediendo allí?
Capítulo 6: Atrapados
******Flash Back******
Yugyeom no podía dejar de sonreír cuando llegó a casa esa mañana. Había
pasado toda la noche deshaciéndose en planes para llegar hasta el príncipe con la
información que poseía, pero sin esperarlo, había sido el mismo príncipe quien le
había servido el camino en una bandeja de plata. Ese estúpido concurso era su
llave al éxito, pero tenía que evitar que el ceniciento y el inútil de su hermano
fueran al pueblo o se enterasen de la noticia.
- Sabes que el idiota no puede morir…no por ahora …- por más que confiara en
Yugyeom, era consciente que el testamento era claro al respecto. No era
conveniente deshacerse del ceniciento en esos momentos.
A Yugyeom no le fue difícil deshacerse de Jimin, que era tan ingenuo. El menor se
encontraba tan sumido en sus pensamientos que apenas fue consiente del golpe
que lo dejó inconsciente. Su última mirada fue ver a su hermano y su papá
mirándolo con asco antes de desmayarse. No supo cuando fue levantado y
encerrado en el granero. Yugyeom sonrió maliciosamente. Ya después se harían
cargo de él.
- Sabes, comienzas a aburrirme ceniciento – le dijo con odio – creo que lo mejor
será pedírselo a Jimin – soltó.
- No te atreverías – siseó Jungkook con el ceño fruncido.
- O tal vez mis amigos deberían probarlo – dijo Yugyeom mientras 5 matones
entraban también.
- No le hagas daño – pidió el rubio con mucho esfuerzo, temiendo por su amado
príncipe. No quería ni imaginar lo que Yugyeom sería capaz de hacerle.
Mark lo miró con asco y ordenó que también lo llevaran al granero. Era imposible
abrir desde adentro si encadenaban las puertas, así que no habría ningún
problema. Ya luego enviaría a los sicarios a deshacerse de sus hermanos y
desaparecer los cuerpos. Todo había salido al pie de la letra.
Cuando Mark se fue a sus reuniones sociales, Yugyeom cogió las figuritas de
madera y se sentó a esperar a que fueran a buscarlo. Todo era perfecto y tan fácil
que parecía mentira.
**** Fin del Flashback******
Jimin abrió los ojos pese al fuerte dolor que sentía en la cabeza. Con mucho
cuidado fue enfocando la vista hasta ser consiente que se encontraba en el
granero, pero la figura inconsciente de su hermano fue lo que terminó de
despertarlo.
Yoongi llegó a la casa de su amado Jimin sin perder tiempo y apenas bajó del
caballo no dudó en forzar la puerta hasta lograr entrar. Golpeó con fuerza e
incluso utilizó su espada para romper la cerradura.
Asustado recorrió cada habitación de la casa, pero todo estaba vacío. Volvió a
salir y pasó las manos por su rostro y cabello tratando de aguantar las lágrimas
por la angustia. Respiró y se pidió a sí mismo recuperar la calma. ¡Él era el
Guardia Real del castillo! ¡No podía perder los estribos! Necesitaba pensar y
rápido. Salió completamente de la casa y comenzó a dar vueltas alrededor de la
finca hasta que un grito ahogado lo hizo parar.
- Jimin!!! – gritó con todas sus fuerzas mientras corría hacia la suave voz. -
¿Dónde estás?!!!
El menor levantó el mostró y corrió al escuchar el llamado de su nombre. Se
escuchaba bajito por encontrarse en el hermético granero, pero allí estaba, la voz
que lo llamaba, y no cabía duda que era su amado Yoongi. Las esperanzas habían
regresado y no perdió tiempo en correr y seguir golpeando los portones.
- Dime quien fue Jimin, dímelo para matarlo – decía Yoongi con una voz llena de
odio. Depositó suavemente a Jungkook sobre el sofá y comenzó a revisar la
herida. Esta no era muy profunda pero igual no debían moverlo mucho. El
muchacho realmente se ve malherido.
- Mark y Yugyeom – dijo Jimin sin querer decir “mi papá y mi hermano”. A partir
de ese día nunca más los consideraría su familia. Miró con tristeza a su hermano y
con trapo húmero comenzó a limpiar la sangre.
- Los voy a matar – dijo Yoongi mirando como su pequeño ángel derramaba
lágrimas en silencio. Jimin no le respondió, pero lo miró con dolor y no pudo más
que sollozar sobre su fuerte pecho.
- Tengo tanto miedo… - dijo con la voz ahogada – no quiero que Jungkook se
muera...
- Tonto…- dijo una voz adormecida. Yoongi y Jimin se separaron y vieron como
Jungkook abría lentamente los ojos y le dedicaba una sonrisa cansada a su
hermano menor – se necesita más…para…matarme…auch! – soltó sujetándose la
cabeza.
- Auch! No tan fuerte – dijo el rubio, pero se puso serio y miró a Yoongi –
Yugyeom va por Taehyung – soltó. Yoongi apretó la espada y se levantó. – llévame
con él. – El pelinegro lo miró con duda, pero Jungkook ya se estaba levantando
con dificultad.
- Por más de 10 años – le respondió. Ya no había duda que todo ese tiempo su
querido príncipe siempre fue correspondido.
Mientras tanto en el palacio, un enamorado Taehyung tiene todo listo para recibir
a su amado ángel, pero quien entra por la puerta de su habitación es Yugyeom.
- ¿Quién eres tú? – pregunta asustado. Ese hombre le pone los pelos de punta y el
corazón comienza a latirle por el miedo. Un muy mal presentimiento se apodera
de él.
Taehyung está paralizado del miedo y cuando reacciona ya es tarde, ese hombre
lo aprieta y luego lo tira sobre la cama. Intenta gritar, pero una mano aprieta su
boca y llora cuando siente como sus pantalones son bajados. Solo llora rogando a
todos los dioses que alguien lo ayude.
Capítulo 7: El final
Los guardias del palacio real no se esperaron ver llegar a galope desesperado a su
superior y menos aún junto a un maltrecho pero hermoso joven a su espalda.
Yoongi sentía su corazón desbordando de la angustia, y por latidos que sentía
detrás de él, sabía que Jungkook debía estar en la misma o peor condición que él.
¿Porque diablos no confió en su instinto? Todo su ser le gritaba que ese hombre,
Yugyeom, jamás podría ser el amado de su pequeño príncipe. ¿Cómo pudo dejarlo
acercarse a él? Jungkook por el contrario era completamente distinto. Se veía la
fuerza de un hombre que había sufrido y que estaba dispuesto a todo por la
persona que ama. “Un futuro buen Rey” pensó. Sí, Taehyung había elegido bien.
Jungkook no había tenido tiempo de siquiera limpiarse la sangre del rostro. Hasta
el dolor de las costillas rotas se disipaba con el solo pensamiento de que su
amado Taehyung estuviera en peligro. La adrenalina le corría por las venas y no
tenía otro pensamiento de destruir a Yugyeom con sus propias manos.
Al llegar ambos al palacio fuera rápidamente recibidos por todos los guardias.
- El joven Taehyung está en la sala de las rosas con su prometido. Había pedido
que apenas llegara nadie lo molestara - respondieron estos comenzando a
preocuparse.
- Ese desgraciado es un impostor! - gritó Jungkook sin contenerse. Todos los
miraron sorprendidos, pero con solo ver la furia en sus ojos verdes no dudaron en
salir corriendo hacia la sala donde el príncipe se encontraba con un criminal.
Mientras tanto en la sala de las rosas el príncipe Taehyung tenía su propia lucha.
Yugyeom lo tenía apresado de las manos y lo había amarrado al mullido sillón con
una correa. Había sido despojado de sus pantalones, pero trataba de mantener las
piernas cerradas con todas sus fuerzas.
- Eres muy bonito sabes. Definitivamente será todo un placer enterrarme en ese
cuerpito tuyo - le dijo Yugyeom logrando separar sus piernas.
Taehyung siguió con la mirada al lugar donde todos los demás miraban y se
sorprendió al ver a un maltrecho, pero no menos hermoso, muchacho rubio moler
a golpes a su agresor. El joven no parecía decaer mientras golpeaba con furia el
rostro del otro hombre. Sus manos ya se encontraban llenas de sangre, pero los
golpes seguían cayendo, rompiendo la nariz y dislocando la mandíbula del otro.
- Eres una escoria! ¡No volverás a abusar de nadie! - le gritaba entre golpe y
golpe. - Esto es por mí! - le dijo volviendo a golpear - esto es por Jimin! - le dijo
golpeándolo por el otro lado - y esto es por Taehyung …- dijo apretando el cuello
de Yugyeom con furia. Cuando Jungkook había visto lo que Yugyeom estaba a
punto de hacer con su príncipe había perdido toda humanidad, y ahora estaba
ahí, desfogando toda el enojo y la frustración de años y años de abuso. Ya no le
importaba nada.
Los guardias eran conscientes de lo que Jungkook iba a cometer, pero ninguno se
atrevía a acercase. La escena era demasiado irreal y algunos comenzaron a mirar a
Yoongi para decidir sobre qué acción tomar al respecto.
Escuchar su nombre hizo que Jungkook dejara de llorar y poco a poco levantó el
rostro hacia el menor. Tenía miedo de finalmente no ser correspondido por su
amado príncipe. ¿Qué era él más que el pobre empleado de una casa? No tenía
absolutamente nada que ofrecerle. ¿Lo seguiría amando cuando lo viese así, lleno
de sangre y a punto de matar a alguien?
Ninguno notó que el cuerpo casi destruido de Yugyeom había sido retirado del
lugar y los habían dejado solos. Era tanta la adoración entre ellos dos que el
mismo Yoongi había dado la orden de darles más privacidad y solo dejó un
guardia junto a la puerta.
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Jimin esperaba con emoción la llegada de algún guardia que lo llevaba a palacio.
Había juntado en una pequeña maleta las pocas pertenencias que su hermano y él
poseían. Mark jamás le había comprado muchas cosas, incluso todos los juguetes
con los que jugó alguna vez fueron los que hermano tallaba para él.
- Jimin? ¿Qué diablos haces tú aquí?! - gritó Mark al entrar a la casa. Vio a su
menor hijo con una pequeña maleta y supo que lo peor había sucedido. Se acercó
a cogerlo del brazo y comenzó a zarandearlo con fuerza. Solo le quedaba matarlo
para reclamar la herencia.
- Sobre mi cadáver! - le dijo Yoongi tras de él. El guardia decidió ir el mismo por
su pequeño amor, pero cuando vio y escuchó todo lo que su padre decía no lo
pensó dos veces antes de colocar la espada en su cuello - haga un solo
movimiento y no dudaré en decapitarlo, y no me importa hacerlo en frente de tu
hijo.
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Yugyeom no murió, pero fue encerrado de por vida en las mazmorras donde los
propios prisioneros se encargaron de darle su merecido. Cuando un soldado bajó
para revisar las instalaciones ni siquiera pudo reconocer el cuerpo destrozado que
encontraron, simplemente lo tiraron al río como con todos los cuerpos
desconocidos. Mientras que su padre, Mark, fue vendido, junto a los prisioneros
que ni siquiera el reino quería albergar, a unos mercaderes donde fue denigrado a
esclavo en un reino lejano. Pasó el resto de su vida como un simple sirviente y
limpiando chimeneas. Irónicamente recibió el mismo apodo que alguna vez su
hijo le puso a su hijastro.
Jungkook dejó que Taehyung cumpliera todos sus caprichos y poco a poco se fue
acostumbrando a la vida en el palacio, pero nunca dejó de seguir visitando el
pueblo y ayudar en todo lo que podía. Incluso le gustaba llevar al príncipe a pasar
y disfrutar lo que el hermoso reino tenía por ofrecerle. Cuando Taehyung quedó
embarazado a los 16 tuvo que aguantar todas las burlas de Yoongi por haber
“pervertido” al príncipe. Finalmente, la boda fue hermosa y humilde. Fue
verdaderamente el final feliz que todos se merecían.