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Tema 1 Quimica 2023 Nem
Tema 1 Quimica 2023 Nem
La obra alquímica
El alquimista realiza su obra por medio de tres agentes: el “Lapis philosophorum”
(piedra filosofal), el “Alkahest” o disolvente universal, y el “Elixir vital” (elixir de
vida).
El elixir de vida renueva el cuerpo físico y prolonga la vida humana. Blavatsky
distingue el pequeño del gran elixir. El que se utiliza en el plano físico tiene que
ver con la transmutación de los metales y la restauración de la juventud. El “Gran
Elixir”, de carácter simbólico, otorga el más grande don: inmortalidad consciente
en el espíritu, Nirvana a través de todos los ciclos, precedente al Paranirvana, o la
unión absoluta con la Única Esencia.
El Alkahest permitía disolver todas las cosas, para remover toda impureza. Era el
agente implícito en el aforismo alquímico “solve et coaga”. En un sentido místico,
era el Ser Supremo, la unión que quita todas las impurezas y restablece los
elementos a su esencia original.
La piedra filosofal permitía la transmutación de los metales impuros en oro.
“Místicamente, sin embargo, la piedra filosofal simboliza la transmutación de la
naturaleza inferior del hombre en lo más alto y divino” (Glosario Teosófico,
Blavatsky).
Según Stanislas Klossowski de Rola, “la búsqueda de la materia primordial debe
ser el primer trabajo del discípulo” (Alchemy: The Secret Art). La sustancia
primordial es materia en un estado no diferenciado: “Prakriti” en sánscrito. No es
materia en un estado caótico, como el plomo o la mayoría de los materiales que
nos rodean. La materia primordial es informe, pero puede asumir cualquier forma
que se le dé.
Los cuatro elementos proceden de la materia primordial, por medio de su primera
diferenciación, el éter, que llena todo el espacio. Los siete metales y toda forma de
materia en el mundo corpóreo proceden de los cuatro elementos.
El concepto alquímico de los cuatro elementos puede ser relacionado con el
concepto hindú de la escuela Sankhya de “bhutas” y “tanmatras”, donde cada
elemento del mundo material tiene su complemento en el mundo cognoscitivo del
sujeto.
Los cuatro elementos se representan a través de numerosos símbolos típicos en
los textos o imágenes alquímicos. Titus Burckhardt explica que “según la tradición
hermética, el orden natural de los elementos se representa por una cruz cuyo
punto central corresponde a la quintaesencia, o por círculos concéntricos, en cuyo
caso la Tierra es el punto medio, y el Fuego el círculo más externo. También se
puede representar por los elementos constitutivos del “Sello de Salomón”, que se
representa por la intersección de dos triángulos equiláteros. El triángulo con el
vértice hacia arriba corresponde al Fuego y el triángulo con el vértice hacia abajo,
al Agua. El triángulo representando al Fuego, junto al lado horizontal del otro
triángulo, representa el elemento Aire, mientras que el mismo símbolo, girado y
mirando hacia abajo, simboliza el elemento Tierra. El sello completo de Salomón
simboliza la síntesis de todos los elementos y, por ello, la unión de todos los
opuestos” (Alchemy, 66-69).
En el esquema cosmológico, los metales proceden de los cuatro elementos.
Existen siete metales o planetas “terrestres”, como se suelen llamar, debido al
hecho de que cada uno representa una cristalización corpórea de la energía
emanada de los siete planetas astrológicos. Los metales “nacen” por medio de un
proceso evolutivo, “madurando” cada uno de ellos en el seno de la Tierra, bajo la
influencia de su planeta correspondiente. Sus signos son los mismos que los
signos de los planetas: el oro corresponde al Sol, la plata a la Luna, el mercurio al
planeta Mercurio, el cobre a Venus, el hierro a Marte, el estaño a Júpiter y el
plomo a Saturno.
El proceso de transmutación de los elementos se da en sucesivas etapas, de las
cuales se mencionan tres, siete, doce, y aun veintiuna, en los textos alquímicos.
La obra comienza, como ya se ha mencionado, con la preparación de la materia
prima, o la preparación del mercurio con el azufre y la sal, como se halla
representada a veces en el “atanor” (la vasija-horno en la cual se prepara el elixir).
Así como el oro y la plata representan la cristalización estática del Sol y la Luna, el
azufre y el mercurio son las manifestaciones activas o dinámicas de las dos
fuerzas opuestas.
Platón nos enseñó que existen hombres de oro, plata, bronce y hierro. También se
refirió a la posibilidad de aleaciones o mezclas de metales en las almas, y a la
transmutación a través de un proceso iniciático-pedagógico. En él estriba la
importancia de esta vieja magna ciencia.
Bibliografía
H. P. Blavatsky. Collected Writings. Vol. 11: Alchemy in the Nineteenth Century.
Wheaton, I, 11. The Theosophical Publishing House, 1973.
Titus Burckhardt. Alchemy Baltimore. Penguin Books, Inc., 1971.
Stanislas Klossowski De Rola. Alchemy: The Secret Art. New York. Avon Books,
1973.
Platón. The Republic. Trans. Francis MacDonald Cornford. New York. Oxford
University Press, 1941.
Abstract
The versatile, the chemist and the public man are the three facets of Lavoisier that
are covered in this paper. In the first one, the diversity of its occupations is
remarked and his orally or written attacks and denunciations to all what he believed
out of fashion, considered by him as few scientific or dangerous to the nation. The
second facet, the largest in this paper, contains the most impressive chemical work
of him, considered as the most revolutionary chemist ever borne. The public man
facet explains his ending in the gallows.
Antoine Laurent nace el 26 de agosto de 1743. A los 17 años recibe el gran premio
de elocución francesa en retórica. Escribió ensayos literarios, dramas y temas de
concurso propuestos por academias de las provincias. Se recibe de abogado en el
Parlamento en 1764 (Leonard, 1945: p. 249).
Posteriormente se inclinó por las ciencias naturales. Toma clases con eminentes
maestros, como el químico Rouelle (Leicester, 1961: p. 132; Brock, 1993: p. 89). A
los 20 años inició sus observaciones sobre meteorología y barometría. Interesado
por los misterios de la combustión y la calcificación, participa en un concurso
"Sobre los diferentes medios que pueden emplearse para iluminar una gran
ciudad". Se le honró con una medalla de oro. Se dice que al acercarse a este
apasionante campo de la ciencia es cuando a él le vienen las inquietudes por
iniciarse en la ciencia y un amigo de su padre, Jean Etienne Guettard, discípulo de
Reaumur, le despertó el interés por las ciencias de la tierra, y fue él quien le
aconsejó que tomara los cursos de Rouelle como él, gran apasionado por la
geología.
Con Guettard, su maestro de geología (Brock, 1993: p. 89), hizo un viaje por los
Vosgos, Alsacia y Lorena, y tres años después en —1780— publicaron un Atlas
Mineralógico de Francia. En el Atlas geológico publicado por Monet en 1780,
formado por 45 mapas, Monet reconoce la participación de Lavoisier en sólo 16 de
ellos. ¿Qué había ocurrido? Lavoisier estaba insistiendo en sus planteamientos
sobre la estratigrafía, hipótesis con la que se revolucionaba el pensamiento
científico en esa área. Gohau muestra a un Lavoisier revolucionando con sus
ideas los enfoques en el estudio de la geología, todo ello logrado en parte con las
observaciones hechas en el terreno en sus múltiples viajes realizados a diferentes
regiones de Francia entre los años 1763 y 1771 (Stillman, 1960: pp. 513-516).
Lavoisier decidió aclarar esto. Para ello recurrió a sus balanzas. Midió un volumen
de agua y lo colocó en un equipo, previamente pesado. Hizo hervir el agua a
reflujo durante 101 días. Finalmente la destiló, la midió y la pesó. No había variado
ni en volumen ni en masa. Pesó el matraz que contenía un depósito polvoriento, y
obtuvo la misma masa que al inicio del experimento. Demostró que el residuo
provenía de las paredes del matraz de vidrio.
Luego fija su marco referencial, hace una revisión bibliográfica y un análisis crítico
de lo logrado por quienes le precedieron en este campo, dejando constancia de
que por numerosas que sean las experiencias de ellos sobre el tema, "no serán
nunca suficientemente profundas como para establecer una teoría completa"
(Berthelot, 1945: p. 53). En tal sentido expresa que: "a mi parecer (este trabajo)
está llamado a provocar una revolución en el terreno de la física y la química".
Decide que debe repetir más acuciosamente sus trabajos y los de los diferentes
autores que le precedieron a fin de llegar a formular una teoría que esté bien
fundamentada.
En 1774 publicó su primera obra Opúsculos Físicos y Químicos, en el que dedica
la mitad del volumen al análisis de las experiencias de Black y Priestley, sobre "el
aire fijo" o "aire fijado", el "aire silvestre" de van Helmont. En la segunda parte
presentó la experimentación propia sobre la calcinación de los metales, la
reducción de las cales metálicas (óxidos) y sobre la combustión del fósforo.
Éste y otros experimentos con carbón y sus derivados, y sus reflexiones acerca de
la combustión y sus inquietudes por saber qué eran los ácidos, le iban
proporcionando bases sólidas no sólo para corroborar la ley de conservación de la
materia sino para ir definiendo en su mente su teoría de la oxidación y sus ideas
acerca de los compuestos binarios obtenidos en la combinación de un elemento
con un "principio acidificante", al que en 1776 le dio el nombre de "oxígeno,
engendrador de ácidos" (Leonard, 1945: p. 264; Lockemann,1960: pp. ii-6).
"Es posible, por ende, que la respiración tenga la misma propiedad, y que el aire
deflogisticado (rico en O2) que entra en los pulmones salga de ellos convertido en
aire fijo (CO2)... ¿No seguirá, ...que esta especie pura de aire tiene la propiedad de
combinarse con la sangre... y le da a ésta su color rojo?" (Moulton y Schiffers,
1986: pp. 215-218; Dampier, 1972: p. 149).
En sus estudios sobre el aire, Lavoisier puso en evidencia que Boyle, Hooke,
Lower, Priestley y Cavendish tenían razón en cuanto a que el aire no es
homogéneo, que consta al menos de dos clases de aires o fluidos. Asimismo en
sus estudios dejó en claro que la parte activa del aire... "es el gas que se combina
con los metales dando cales, y con carbono, fósforo, nitrógeno y azufre para
formar óxidos, los que disueltos en el agua forman ácidos". Es por tal razón que al
oxígeno lo considera el principio acidificante de los ácidos. Todo lo ha establecido
tras largos estudios experimentales acerca de cada uno de ellos. Ideas que surgen
poco a poco, que se infiltran en sus trabajos y que llegado el momento se
convierte en el eje conductor de nuevas investigaciones en que profundiza lo
hecho anteriormente. Se observa que Lavoisier se plantea hipótesis acerca de
diversos temas, y con un auténtico rigor científico, las madura largamente, es
decir, se las replantea a la luz de nuevas búsquedas y descubrimientos.
Rompiendo el hilo de esta presentación, recordemos el experimento de
Lavoisier (Freund, 1968: pp. 50-57). Lavoisier fue informado, en una de sus
célebres cenas, por el propio Priestley, de su descubrimiento del "aire flogisticado"
(Jaffe, 1949: pp. 105-107). Priestley había puesto un polvo rojo de cinabrio (óxido
de mercurio) en una retorta tubulada, conectada a una cuba neumática de vidrio.
Al calentar fuertemente el cinabrio mediante los rayos de la luz concentrados con
una lente de aumento de 30 centímetros de diámetro, observó el desprendimiento
de un gas y el depósito en las paredes de gotas de mercurio. Cuando hubo
llenado el tubo con el aire así obtenido, se le ocurrió introducir una vela encendida
que tenía a mano, tal como lo hacía con el aire flogisticado (anhídrido carbónico).
Grande fue su sorpresa cuando vio que la vela ardía violentamente. Puso
animales pequeños en campanas llenas de este aire y vio que podían vivir en ese
ambiente, a diferencia de lo que ocurría con el aire flogisticado, en el cual morían y
la vela se apagaba. Inhaló este aire y se sintió muy bien y sospechó que podría
usarse con enfermos que tuvieran dificultades para respirar. Priestley lo consideró
como un aire más perfecto. Lavoisier montó un equipo semejante al de Priestley
sobre una hornilla. En la retorta tubulada puso mercurio. Todo perfectamente
pesado con sus famosas balanzas. Calentó la retorta. Observó la aparición del
polvo rojo (óxido de mercurio). Al mismo tiempo observó un descenso del mercurio
en la cubeta y su ascenso dentro del tubo invertido. El calentamiento se hizo
durante 12 días, y no lo siguió haciendo al observar que no había cambios en la
altura del mercurio. Consideró que ya no había más reacción entre el mercurio y el
aire contenido en el sistema. Pesó todos los componentes. Llegó a la conclusión
de que había una parte activa del aire, la que se combinaba con el mercurio
formando una cal roja de mercurio, y que el volumen de aire desaparecido se
había incorporado al metal caliente. Después repitió el experimento de Priestley, y
recuperó el aire y el mercurio desaparecidos. También recuperó el mercurio
calentando una mezcla del óxido con carbón en polvo, y recuperando además,
aire flogisticado (Lockermann, 1960: pp. 126-129).
¿Por qué se destaca tanto este experimento en la enseñanza? Esto se debe a que
en un solo experimento muy bien planeado y ejecutado se ha demostrado la ley de
conservación de la materia, y que las cales, lejos de ser "lo que queda de un
metal" por haber perdido el flogisto, son el producto de la unión de un metal con
una parte activa del aire. Corroborado lo que había informado Cavendish en
cuanto a que había dos clases de aire mezclados en proporción bien definida.
Lavoisier avanzó en la interpretación del fenómeno y señaló que hay dos
elementos mezclados o bien combinados. Eso sería el aire, mezcla o combinación
de dos elementos (Leonard, 1945: p. 263).
"Creo poder afirmar que el aire más puro que pueda imaginarse, despojado de
toda humedad y de toda sustancia extraña, lejos de ser un elemento simple...
debe ser clasificado... en la clase de los mixtos" (Berthelot, 1945: p. 61).
Otro descubrimiento importantísimo es el del agua, como un producto de la
combinación del hidrógeno con el oxígeno. Los alquimistas habían observado el
desprendimiento de un aire o gas cuando un ácido actuaba sobre un metal.
Cavendish hacia 1767 redescubre al hidrógeno. Una parte del metal genera la cal
y la otra ese aire flogisticado (agua). Lavoisier en Marzo de 1774 anota que:
"... la inflamación del aire inflamable (hidrógeno) no era sino una fijación de una
parte del aire de la atmósfera. En toda inflamación de un cuerpo expuesto al aire,
debería haber aumento de peso" (Berthelot, 1945: p. 106).
En esos mismos años, 1783 a 1784, trabaja con Meusnier en la acción del agua
sobre el hierro calentado al rojo vivo. Hicieron pasar vapor de agua sobre el hierro
al rojo. Con esto se tenía un método continuo para producir hidrógeno. Ahora
obtenían grandes volúmenes de hidrógeno para llenar globos aerostáticos. Con
esto quedaba demostrado que el agua podía descomponerse y que la formación
del óxido era posible gracias al oxígeno del agua (Berthelot, 1945: 113). Quedaba
asentada la teoría de la oxidación (Freund, 1968; pp. 26, 51, 59). Sin embargo, la
lucha para imponer las nuevas ideas duró alrededor de dos décadas (Lockemann,
1960: pp. I, 151 y II, Cap. V, 2-8).
"todas estas reflexiones confirman cuánto he avanzado, qué es lo que debo probar
(1773) y qué es lo que debo volver a repetir. Los químicos han hecho del flogisto
un principio vago, que nos ha definido estrictamente y que consecuentemente
explica todo lo que se le pide explicar. A veces tiene peso, a veces no lo tiene; a
veces es un fuego puro, a veces es fuego combinado con una tierra; a veces pasa
por los poros de un vaso, a veces éstos son impenetrables a él. Explica al mismo
tiempo la causticidad y la nocausticidad, la transparencia y la opacidad, el color y
la ausencia de color. (El flogisto) es un verdadero Proteo que cambia su forma a
cada instante" (Brock, 1993: pp. 111-112).
Black escribió a Lavoisier para comunicarle que abandonaba la teoría del flogisto
para "unirse a los seguidores de la teoría de la oxidación" (Berthelot, 1945: pp.
132-133).
Lavoisier precisa:
Ya antes del siglo XVII aparecen críticas a los nombres que los alquimistas dan a
productos bastante bien caracterizados. Al aumentar la cantidad de productos "la
necesidad de una nomenclatura química sistemática se hizo sentir desde distintas
formas..." (Crosland, 1998: pp. 139-155)
Las contribuciones que hemos revisado hasta ahora, y muchas más, fueron
presentadas en su magnífica obra intitulada Tratado elemental de Química de la
que basta con leer su índice para ilustrar la amplitud y profundidad de los temas
que en ella se presentan (Lavoisier, 1798: pp. 325). Se introdujo en México un año
antes que en España, traducida al español por D. Vicente Cervantes.
La Ferme Genérale había sido establecida a comienzos del siglo XIV, cuando el
rey consideró que las finanzas eran todo un problema para el gobierno y decide
vender las rentas del reino a un grupo de banqueros que son facultados para
realizar la recaudación de impuestos. El rey cobraba una prima anual, la que subía
si las recaudaciones habían sido muy buenas en años anteriores, o si el rey
entraba en guerras con sus vecinos, o bien porque el rey necesitaba dar jugosas
pensiones a la nobleza, los grandes prelados de la iglesia o a sus favoritos, que
aumentaban periódicamente. Se concedían monopolios que se vendían cada año
como los de la sal y el tabaco, y se establecían barreras y aduanas entre las
provincias, ya que hasta los nabos y las coles debían pagar impuestos. Como
consecuencia de todo esto, cada año la Ferme estaba obligada a pagar más al
rey, y por lo tanto se estrujaba más y más al pueblo, despertándose así el odio de
éste hacia la Ferme y sus recaudadores. El pueblo estaba desesperado y la
Ferme debía mantener un costoso ejército para proteger a sus recaudadores
(Leonard, 1945: p. 253).
"Los problemas se deben abordar como un todo, trazando un plan de trabajo bien
definido, previa revisión de cuanto se conoce al respecto, para luego plantearse
las propias hipótesis, el plan de trabajo y el diseño mismo. Él señala: 'La ciencia
no es de un hombre, sino del quehacer de muchos'."
O como diría un hombre de nuestros días, la ciencia tiene historia. Esto mismo lo
lleva Lavoisier a su quehacer en la Ferme, donde forma grandes equipos de
trabajo para que lo apoyen, y combina sus observaciones geológicas de campo
con sus inspecciones de los cobros de impuestos, registrando al mismo tiempo la
vida, en general miserable, que llevaban los campesinos.
Sus éxitos con el monopolio del tabaco, de las aduanas, y la sal, llamaron la
atención del gobierno. De allí que se le encargó mejorar la obtención del nitro,
utilizado para la fabricación de la pólvora, material indispensable para desarrollar
una guerra. Fue nombrado Regisseur des poudres. Pudo así tener a su
disposición los laboratorios del arsenal de la Rue de la Ceriase, donde, además de
montar los mejores laboratorios y de disponer de las mejores balanzas de su
época, dispuso de un lugar para recibir y ofrecer alojamiento a los hombres de
ciencia que frecuentemente llegaban a París, y con los cuales mantenía estrechas
relaciones científicas. Porque Lavoisier expresaba que:
En este mismo tiempo (1778), cuando ha hecho la síntesis cuantitativa del agua,
logra captar en la sociedad las señales claras del peligro de una grave explosión
social. El gobierno anticuado seguía otorgando privilegios, a más de los ya
concedidos, a los nobles parásitos, la iglesia decadente y la pléyade de corruptos
favoritos. Y, en la campiña francesa, los campesinos cultivaban la tierra de los
nobles y de la iglesia, que cada vez les exigían más y más. La explotación de los
campesinos era tan tenaz que se llegaba al extremo de que cuando mejoraban las
cosechas aumentaban sus exigencias de pagos, en forma cada vez más
desmesurada.
Ese mismo año (1778) compró una hacienda en Frechines (Blois), en el suroeste
de Francia. Habló con los campesinos, y los convenció de que si seguían los
métodos de cultivo que les iba a proponer aumentarían las cosechas, pero que él
no aumentaría las tasas de la recaudación. Es así como introdujo la rotación de
los cultivos y el uso de nuevos fertilizantes, aplicando estas experiencias en los
lotes de tierra de más baja productividad. Posteriormente estuvo entre los
primeros en sembrar papas, importó ganado de España para mejorar la raza, y
distribuyó semillas seleccionadas de trigo. Con esto quintuplicó en unos cuantos
años las cabezas de ganado y duplicó la producción de trigo por hectárea.
Para 1785 los éxitos que había tenido eran conocidos por mucha gente, por lo cual
es nombrado miembro de un Comité de Agricultura que está organizando el
gobierno. Sus éxitos, no sólo como agricultor, sino sobre todo en el hecho de que
los campesinos alaben su obra, así como sus opiniones y sus propuestas
progresistas, lo hacen chocar frecuentemente con la nobleza y con la iglesia, que
en todas sus propuestas ven atentados contra sus privilegios.
Las terribles cosas que expresa son opiniones como las siguientes: "Sabemos que
el verdadero objeto de un gobierno debe ser aumentar la suma de goces, felicidad
y bienestar de todos los individuos", o bien, denuncia: "Los infortunados aldeanos
gimen en sus chozas, no poseen representantes ni defensores, y sus intereses no
son tomados en cuenta en la creación de departamentos para la administración
del reino" En un informe al Interventor General le dice: "Si el comercio ha sido más
alentado y protegido que la agricultura débese a que la profesión de comerciante
es practicada por una clase de ciudadanos de una categoría más sagaz, que sabe
leer y escribir, que vive en las ciudades y que constituye un grupo cuya voz se
hace oír fácilmente" (Leonard, 1945; pp. 269-273; Berthelot 1945: p. 174).
Hacia 1788 los desórdenes estallaban cada vez con más frecuencia, se incendian
las casas de labor y en los caminos aparecen recaudadores muertos.
Necker convocó a los Estados Generales que hacía 165 años no se habían
reunido. Lavoisier marchó a París lleno de ilusiones:
Todos sabemos de los años turbulentos que siguieron en la lucha por el poder
entre las diferentes clases y grupos. Llegó un momento en que la nobleza, los
banqueros y todos los autonombrados miembros de la aristocracia huyen al
extranjero. Lavoisier, un hombre de la pequeña aristocracia, un idealista
entusiasmado con las posibilidades que se ofrecían para hacer los cambios que él
tanto anhelaba, se quedó. Siguió desempeñando los cargos que tenía,
colaborando con quienes los desempeñaban y avanzando en el campo de la
investigación. Es en estos años que publicó La nueva Nomenclatura (1787) y
el Tratado elemental de química (1789) (Crosland, 1998: pp. 197-210). En esos
años reaparece en su vida Juan Pablo Marat (Berthelot, 1945: pp. 174; 277-281)
Hacia 1791, Marat adquiere gran poder con el apoyo del populacho parisiense. Se
le llama "el amigo del pueblo". Para él, la violencia y el asesinato eran el camino
para acabar con los aristócratas, los ricos, los oficiales del ejército y todas las
autoridades del antiguo régimen. Pero, ¿quién era Marat? Marat era un estudiante
de medicina que abandonó los estudios en los años setenta para dedicarse al
charlatanismo, autonombrándose médico y químico. Cuando presentó un Tratado
sobre el fuego para ingresar a la Academia, el trabajo fue sometido a la
consideración de varios miembros entre otros Lavoisier, quien lo rechazó por
cuanto el trabajo se apoyaba en la teoría del flogisto, y al mismo tiempo contenía
numerosos errores. La Academia por unanimidad rechazó la postulación de Marat.
Poco a poco, van quitando sus cargos a Lavoisier. En 1792 la Academia y los
académicos son acusados del delito de "incivismo". Posteriormente se pidió la
expulsión de los miembros "carentes de civismo". Lavoisier se lanza con todas sus
fuerzas a la defensa de sus compañeros, y de la Academia, en general. En el
verano de 1793 es abolida la Academia.
El cinco de mayo del año siguiente (1794), los detenidos son conducidos al
Tribunal, cuyo record era que había condenado al 100% de los acusados. El
presidente del tribunal, el terrible Coffinhal, expresó: "La República no tiene
necesidad de sabios, dejad que la justicia siga su curso". Al día siguiente los
prisioneros fueron ejecutados sin ceremonia y sus cuerpos arrojados a una tumba
anónima en el cementerio de la Madelaine. Enterado de esto, dicen que Joseph
Lagrange expresó: "Bastó un instante para cercenar esa cabeza, y quizás un siglo
no baste para producir otra igual". Cabe señalar que Crosland (1998: p. 876) no la
considera verídica.
Quizá como una síntesis del reconocimiento de su obra se podría señalar que sus
aportaciones a la ciencia junto con las de Newton fueron señeras en la apertura de
los horizontes de la ciencia en general y de la Química en particular, al
consolidarla Lavoisier como una ciencia, con todos sus atributos.
Agregar también que una vez terminado el reinado del Terror, apenas unos meses
después de la muerte de Lavoisier, la Asamblea Nacional Francesa rindió
homenaje al patriotismo y al verdadero apostolado social, de quien fuera el
fundador de la granja modelo de Frechines, y devolvió a su viuda todos los bienes
que le habían sido confiscados.
Antoine Lavoisier, el revolucionario químico
que perdió la cabeza en la guillotina por una
disputa científica
Dalia Ventura
BBC News Mundo
28 septiembre 2019
"Les bastó solo un instante cortar su cabeza, no bastará un siglo para que surja otra
igual", dijo el matemático ítalo-francés Joseph-Louis Lagrange.
Lamentaba la decapitación de Antoine Laurent Lavoisier, quien
había cambiado para siempre la práctica y los conceptos de la
química forjando un sistema que le daría orden a los caóticos
conocimientos de la alquimia.
Lagrange y Lavoisier vivieron -como escribió Charles Dickens- en
esos que "eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era
el siglo de la locura, era el siglo de la razón"... era el siglo XVIII,
aquel de la Ilustración y, en Francia, de la Revolución, pero
también de lo que hoy conocemos como "El Terror".
Y en esos tiempos, a pesar de sus logros, Lavoisier tenía ciertos
factores en su contra, además de un enemigo muy poderoso.
Antoine et Marie Anne
Antoine y Marie Anne se habían conocido cuando ella tenía apenas
13 años y su padre Jacques Paulze se vio en la necesidad de
casarla rápidamente.
Una baronesa estaba insistiendo en convertirla en la esposa de su
hermano, de 50 años de edad.
Marie et Antoine
Marie Paulze y Lavoisier fueron una buena pareja desde el
principio. Aunque no era tan usual en la época, se gustaban.
En vez de conservar el recato mientras su brillante esposo
trabajaba en el laboratorio, Marie Anne entró allí con él, aprendió
química, tomó notas de sus resultados e hizo bocetos de su
laboratorio y equipo.
Lavoisier y su esposa realizaron experimentos sobre respiración significativos para la
medicina, entre 1789 y 1792. Midió la ingestión de oxígeno y la producción de dióxido de
carbono de un hombre y comparó los resultados con datos similares para la quema de
carbón.
Sus habilidades eran invaluables para Lavoisier, sobre todo su
habilidad para leer y traducir, así como para comprender y criticar
textos científicos escritos en inglés.
Y es que Antoine Lavoisier no era el único intentando resolver la
química del aire y la combustión: había otros tras la pista del
oxígeno.
Uno de ellos era su amigo, el químico inglés Joseph Priestley,
quien lo había encontrado primero e incluso había aislado oxígeno
puro, que está mezclado con nitrógeno en el aire pero se puede
separar calentando ciertos productos químicos.
Priestley notó que las llamas ardían más intensamente en oxígeno
puro. Pero para él, era "aire desloglogistizado": aire al se había
quedado sin flogisto, y trataba de recuperarlo de una sustancia en
llamas.
Estudios simultáneos como ese han llevado a los químicos hasta
el día de hoy a debatir quién debe realmente ser considerado
como el descubridor del oxígeno.
De hecho hay historiadores que argumentan que el crédito es del
químico sueco Carl Scheele, quien identificó el oxígeno varios
años antes que Priestley. Desafortunadamente, una carta que le
envió a Lavoisier describiendo su trabajo nunca llegó y su informe
científico se quedó olvidado durante 2 años en una oficina de
imprenta.
El caso es que el ambicioso Lavoisier quería estar a la cabeza y
necesitaba saber qué estaban haciendo sus rivales. Sin embargo,
a duras penas podía leer inglés, así que dependía de que su
esposa tradujera documentos en ese idioma para poder desterrar
el flogisto y reemplazarlo con su teoría del oxígeno.
La historia se les atravesó
Pero estalló la Revolución y los aristócratas y los recaudadores de
impuestos fueron considerados enemigos del pueblo.
Lavoisier era ambas cosas y no se salvó, a pesar de ser un
admirado científico y -en su otra profesión- uno de los pocos
liberales que había intentado agresivamente reformar el sistema
tributario.
Según varios historiadores, la gota que rebasó la copa fue la
denuncia del político revolucionario Jean-Paul Marat.
Marat habían nacido el mismo año que Lavoisier, había estudiado
medicina y viajado por Europa.
En la década de 1770, era un doctor conocido, residente en
Londres, que atendía a la aristocracia, aunque ya era
políticamente activo; en 1774 publicó "Las cadenas de la
esclavitud", atacando el despotismo.
En 1777, se fue a Francia y fue médico del conde de Artis,
hermano del rey Luis XVI, que luego ser coronado como el rey
Carlos X.
Practicar medicina con la aristocracia era rentable, pero
Marat renunció en para convertirse en científico.
El germen del resentimiento
Confiado en que la Academia de Ciencias de París, de la cual
Lavoisier era un miembro exaltado, lo reconocería como un
científico vanguardista, presentó un ensayo sobre la luz,
acompañado de numerosos experimentos, muchos de los cuales
apuntaban a invalidar las teorías ópticas sobre el color de Isaac
Newton.
La Academia Francesa designó una comisión de científicos, que
incluía a Lavoisier, y también al entonces embajador
estadounidense Benjamín Franklin, para investigar el asunto.
Nueve meses más tarde, la comisión llegó a la conclusión de que
los experimentos que replicaron "no prueban lo que el autor imagina que
prueban" y decidió que "no los consideraban aptos para la aprobación o
asentimiento de la Academia".
Las esperanzas de Marat de que lo aceptaran como un par se
desvanecieron y fueron reemplazadas por un profundo
rencor contra la Academia de Ciencias de París y,
particularmente, contra Lavoisier, el más vocal de los miembros
de la comisión.
Pero no pudo hacer mucho hasta que estalló la Revolución y se
convirtió en una figura poderosa.
Fue entonces que se centró en el químico, haciendo circular
folletos denunciando su ciencia, sus antecedentes y todas sus
actividades.
Adoptó además la filosofía de "si no puedes unirte a ellos,
véncelos", liderando un movimiento para disolver la Academia de
Ciencias.
Poco a poco, volvió a su partido y al público contra Lavoisier, justo
cuando la Revolución comenzó a tornarse seriamente peligrosa.
"A moi, ma chère amie!"
El 13 de julio de 1793, Marat estaba escribiendo mientras estaba
en su bañera, que le servía como escritorio improvisado cuando la
incomodidad de una afección crónica de la piel lo limitaba al baño.
Mientras trabajaba, su esposa le informó que tenía una visitante
llamada Charlotte Corday, quien decía tener información
confidencial sobre un grupo de girondinos fugitivos, lo que
despertó el interés de Marat.
Los girondinos eran una rama moderada de revolucionarios que
estaban a favor de la disolución de la monarquía, pero en contra
de la dirección violenta que había tomado la Revolución a manos
de los jacobinos, como Marat.
Al final de la conversación, Corday, una simpatizante encubierta
de Girondin, extrajo inesperadamente un cuchillo y lo enterró en el
corazón de Marat.
Dicen que sus últimas palabras fueron: "A moi, ma chère amie!" o
"¡A mí, mi querida amiga!".
Corday fue arrestada y, aunque en el juicio se defendió diciendo
que mató "a un hombre para salvar a cien mil", fue condenada y
murió en la guillotina a la edad de 24 años.
Como amigo íntimo de Marat y compañero jacobino, el
pintor Jacques-Louis David estuvo encargado de planificar el
funeral y pintar su escena de muerte.
El asesinato de Marat lo convirtió por un tiempo en mártir. Sus
amigos y aliados mantuvieron vivo su rencor contra Lavoisier y lo
arrestaron.
Mientras estuvo cautivo, Lavoisier le escribió a un primo:
"He tenido una carrera decentemente larga y, sobre todo, feliz, y creo que mi memoria
será acompañada de algunos lamentos y, quizás, alguna gloria. ¿Qué más se puede
desear? Este asunto probablemente me salvará de la inconveniencia de la vejez. Moriré
con buena salud".
En 1793 fue tildado de traidor al Estado y sentenciado a muerte. El
8 de mayo de 1794 Antoine Lavoisier fue a la guillotina.
Aunque quizás sea una historia apócrifa, a menudo se cuenta que
cuando los logros científicos de Lavoisier fueron puestos a
consideración como una razón para perdonarlo, el jefe del tribunal
respondió: "La República no necesita de sabios".