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Crimen y Castigo

En una lejana ciudad donde siempre reinaba la paz y la tranquilidad, apareció


un malvado brujo, llamado Celedonio, hermano del rey que gobernaba la
ciudad que también era brujo, pero bueno. Esta ciudad era conocida por todos
y era reinada por el rey Andrés Igor.
El hermano del Rey fue bueno, pero con el tiempo sé convirtió en un brujo
malo y perverso, ya que su padre le heredó su reinado a su hermano y su
sueño no se hizo realidad.
El brujo malo, llamado Celedonio era un hombre gordo al cual en la ciudad lo
conocían como “El HIPOPOTAMO”; este tenía un laboratorio en la ciudad
donde empezó a fabricar una maquina que hacía burbujas gigantes, pero éstas
no eran cualquier burbuja sino que dentro de ellas había puesto una sustancia
mortal que podía congelar a cualquier persona que estuviera dentro y dejarla
congelada por siempre. No solo había construido esta máquina sino que
también había hecho un silbato y este fue el arma para amenazar a su
hermano. “El HIPOPOTAMO” había amenazado a su hermano Andrés Igor y
le había dicho que si no le dejaba el trono y le concedía todo lo que le
pertenecía, él usaría su silbato y lo congelaría con toda su ciudad. Le dijo que
lo pondría a él y a todo su reino en un adorno y nunca mas se sabría de su
ciudad y así demostraría su grandeza ante todos los demás pueblos.
Pero El no sólo quería asustar a su hermano, sino que también a toda la gente
de su reinado.
El rey Andrés Igor convocó a tener una reunión pacífica con su hermano para
saber si podían llegar a una acuerdo, pero el HIPOPOTAMO nunca dejaba su
silbato, era como su ángel de la guarda, a un enemigo presente lo podía
desaparecer para siempre. La reunión había sido convocada en una cantina
llamada Tornado.
Llegado el día de la reunión en el lugar previsto, los dos hermanos se
encontraron, pero nadie podía hacer cambiar de parecer a HIPOPOTAMO,
después de hablar no llegaron a acuerdo alguno e HIPOPOTAMO hizo uso de
su silbato, congelando así a su hermano y a todas las personas de la cantina.
Usando un conjuro que las dejaría congeladas por un determinado tiempo.
Después de transcurrido el tiempo del hechizo, los dos hermanos se
enfrentaron en un duelo de conjuros, cada uno tenía derecho a decir un
conjuro que no fuere mortal ni hiriera a nadie. El primero en decir el conjuro
fue HIPOPOTAMO: «estos son los congelados de la ciudad, que yo quiero
que se queden por un buen tiempo así. Congélate mi buen rey que ya no
podrás mover ni un músculo de tu cuerpo para escapar de esta ciudad. »
Luego como todos se quedaron congelados, HIPOPOTAMO aprovecho para
proclamarse rey para siempre y por siempre.

FIN.

Carla Linares G.

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