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V. Metodologia 1, DELIMITACION DE LAS CIENCIAS DEL ESPIRITU (1910) * Se trata ahora de delimitar provisionalmente, mediante carac- teristicas seguras, las ciencias del espiritu frente a las ciencias de la naturaleza. En los ultimos decenios han tenido lugar intere- santes debates sobre las ciencias de Ia naturaleza y las ciencias del espiritu, y en especial sobre la historia, Sin énimo de entrar ‘en as distinias concepciones que se han enfrentado en estos de- bates, voy a presentar aqui, en disconformidad con aquéllas, un intenio de conocer Ia esencia de las clencias del espiritu y determi: narlas frente a las ciencias de la naturaleza. Sélo a medida que avance Ia investigacidn se llegar a captar plenamente la diferen- cia entre ambos. 1 Partiré del vasto estado de cosas que constituye 1a base firme de todo razonamiento acerca de las ciencias del espfritu. Junto a las ciencias de la naturaleza se ha desarrollado esponténeamente, partiendo de las tareas que plantea la vida misma, un grupo de conocimientos unidos entre si por el cardcter comun de su objeto. Entre esas ciencias se cuentan la historia, la economia politica, las ciencias juridicas y politicas, el estudio de Ia religién, de la lite- ratura y la poesia, de la arquitectura y la misica, de los sistemas ¥ las concepciones filoséficas del mundo y, finalmente, la psicolo- Bla, Todas estas cioncias se refieren al mismo gran hecho: el género humano. Describen y narran, juzgan y forman conceptos Y teorfas en relacién con ese hecho. En el hecho en cuestién se presenta unido aquello que se sue: le dividir en términos de lo fisico y lo psiquico. Contiene el nexo vivo de ambos, Nosotros mismos somos naturaleza, y la naturale- 2a actiia en nosotros, inconscientemente, en oscuros impulzos; los estados de conciencia se expresan constantemente en gestos, ade- ‘manes, palabras, y tienen su objetividad en instituciones, Estados, iglesias, centros cientificos: la historia se mueve precisamente en. el seno de esas conexiones. + Tomado de Der Aufbau der geshiclchen Welt i den Gelsteswissenschatten, Ges, Sehr Wily PD. PST 238 Esto no excluye, como es natural, que las ciencias del espititu, cuando sus fines Jo exljan, hagan uso de la distincién entre 10 fisico y To psiquico. Pero al hacerlo habrén de tener bien presente ‘que trabajan con abstracciones, no con entidades reales, y que {ales abstracciones s6lo poseen validez en los limites del punto de vista desde el que han’ sido trazadas. Voy a exponer el. punto de vista desde el cual la fundamentacién que sigue va a distinguir Jo psiquico de lo fisico, a fin de determinar el sentido en el que empleo dichas expresiones. El dato mas proximo son las vivencias. Pero éstas, como he inteniado demostrar en otro lugar; se hallan en el marco de una conexién que persiste constantemente a 10 largo del curso vital y en medio de todos los cambios; sobre esta ‘base surge lo que en otra ocasién he descrito como conexion ad- quirida de la vida psiquica; abarea nuestras representaciones, va- Toraciones y fines y consiste en un enlace de estos miembros? ¥ en cada uno de estos aspectos la conexion adquirida existe en com- es ropias, en relaciones y representaciones, en estima- jones de valor, en el ordenamiento de los fines. Esta conexion es patrimonio nuestro, acta constantemente en nosotros, las Te- presentaciones estados de la conciencia se orientan por ella, la apercepcion de nuestras impresiones se leva a cabo a través de ella, la cual regula también nuestros afectos: esta presente y ope- ra siempre, sin ser, en cambio, objeto de conciencia. No creo que peda objtarse nada’ al hecho de destacar por abstraccién en el re esa conexién de vivencias en el seno de un curso vita, fuslenfo de cla entendida Some To pelgice, an sufeto Lagoa do juicios y explicaciones tedricas. La formacin de este concepto encuentra su justificacion por el hecho de que lo expresado en él Posibilita, como sujeto logico, juicios y teorias que son necesa- Hos en las ciencias del espiritu. Igualmente legitimo es el con cepto de lo fisico, En Ia vivencia se presentan impresiones, image- nes. Pues bien, los objetos fisicos son aquellos que, para fines pricticos, suponemos bajo ellas, aquello cuya suposicién permite Construir’ esas impresiones. Ambos conceptos.sélo pueden em: plearse si permanécemos conscientes de que han sido abstraidos Uel hecho chombres. No designan realidades plenas, sino que cons: tituyen mas bien abstracciones legitimamente formad ‘bos sujetos de las oraciones que configuran las ciencias men: cionadas son de distinto alcance: individuos, familias, asociacio- nes complejas, naciones, épocas, movimientes o desarrollos. his: 1, Primer estudio para Ia fundamentacién de Tas clencla del esprit, La eo- ‘perién extractor peigulea. Actas de seiones de la Academia de Clecia, 16 66 area de 1905, pp. 332 y ts, (Ges. Schr vil, pp. Ik 8). "2 Sobre is concn adqulrida de la vida pelgule, tn sDichteriche Einbildung- sera tnd Wabnrinns Dacarso, 166, pp. 133 any sDie Einbildungelafe dex Dich terse, em Pilosophische Aufslize, deeado a Zeit, TH, pp. 39 st, 388 “idecn ber ein bescheebende ind zergiederade Paychologcs, Ades de sesoncs ie academia de Cincis, 19, pp 09 a (Ges Sc tp MY ny TOD ty Yveppe ary 8: 239 téricos, organizaciones sociales, sistemas de cultura y otros secto- res patciales del todo de la humanidad y, finalmente, esta ulti- ma. Pueden ser objeto de narraciones, de descripciones 0 de teo- fas desarrolladas para dar cuenta de ellos. Pero todas cllas, se refieren al mismo hecho: la humanidad o la realidad histérico- social humana. Y asi surge, por de pronto, la posibilidad de aco- tar ese grupo de ciencias por su referencia comtn al mismo he- cho, a saber, la humanidad, delimitandolas frente a las ciencias, de ta naturaicza. De esa referencia comin resulta, ademas, una relacién de fundamentacién recfproca entre las predicaciones acer- cca de los sujetos l6gicos contenidos en ese gran hecho de la hu- manidad. Las dos grandes clases que podemos distinguir en las clencias indicadas, a saber, el estudio de Ia historia hasta legar a Ta deseripeién de la situacién actual de Ia sociedad, por un lado, y las ciencias sistemdticas del espfritu, por otro, son reciproca: mente dependientes en todos sus puntos, constituyendo asf una conexién firme, 2 Esta concepcién de las ciencias del espiritu contiene, sin duda, afirmaciones correctas sobre ellas, pero no agota su esencia, He: ‘mos de investigar el tipo de relacién con el hecho de la humani- dad que tiene lugar en las ciencias del espiritu. Sélo asi podré establecerse su objeto con precision. Pues parece claro que las cien- cias del espiritu y de la naturaleza no pueden distinguirse correc: tamente como dos clases de ciencias, desde el punto de vista légi- 0, apelando a dos mbitos diferentes de hechos que correspon- derian a cada una de cllas. La fisiologia se ocupa también de un aspecto del hombre y, sin embargo, es una ciencia natural. Por tanto, el fundamento de Ja clasificacién y separacién de ambas clases de ciencias no puede residir en los hechos como tales. Las ‘clencias del espiritu han de referirse al aspecto fisico del hombre de modo distinto que al aspecto psiquico. Y asi ocurre de hecho. En las mencionadas ciencias opera una tendencia fundada en. Ja cosa misma. E} estudio del lenguaje incluye en s{ tanto la fisio- logia de los érganos del habla como la teoria del significado de Jas palabras y del sentido de las oraciones. El proceso de una gue- rra moderna encierra tanto los efectos quimicos de la pélvora como las cualidades morales de los soldados que se mueven entre el humo que provoca. Pero es connatural al grupo de ciencias que estamos considerando una tendencia que se desarrolla con ma yor energia a medida que progresan y segun Ia cual el aspecto {isico de los procesos se rebaja al papel de meras condiciones, de meros instrumentos para la comprensién. Se trata de la orien: tacion hacia la autognosis, de la comprensién que marcha de fue- ra adentro. Esta tendencia utiliza toda manifestacién de vida para 240 aprehender el aspecto interior del que surge. En la historia lee- mos acerca de la actividad econémica, de colonizaciones, guerras, fundaciones de Estados, Llenan nuestra alma con grandes image: nes, nos instruyen sobre el mundo hist6rico que nos rodea; pero fen estas informaciones nos conmueve sobre todo aquello que es inaccesible a los sentidos y slo puede ser vivido, aquello de lo cual nacieron los procesos externos, a los cuales es inmanente y ‘cuyas reacciones Sufre; y esta tendencia no descansa sobre una perspectiva aplicada a la vida desde fuera, sino que se funda en fa vida misma. Todo valor de la vida se contiene, en efecto, en aquelio que puede ser vivido y en tomo de ello gira todo el tu mul exterior de Ia historia, En este campo se presentan fines de los que la naturaleza nada sabe, La voluntad opera un desarro- lo, una configuracién. 'Y solo en ese mundo espiritual que alienta en nosotros creado- 1a, responsable, soberanamente, encuentra la vida su valor, su fin y su significado, ‘Se podria decir que en todos los trabajos cientificos se reafir man dos grandes tendencias. El hombre se encuentra determinado por la naturaleza. Esta abarca también 10s escasos procesos psiquicos que centellean laguf y alld. As{ considerados, aparecen como interpolaciones en ‘medio del gran texto del mundo fisico. Al mismo tiempo, la re presentacién del mundo que asi descansa sobre la extensién es pacial constituye la sede original de todo conocimiento de uni formidades, con las cuales nos vemos Ilevados a contar desde el principio. Nos aduefiamos de este mundo fisico mediante el es- tudio de sus leyes. Y s6lo podemos hallar esas leyes a medida que el caricter vivencial de nuestras impresiones de la natura. Jeza, el nexo que, en Ia medida en que somos naturaleza, nos une fa ella, el sentimiento vivo con que gozamos de ella, retrocede cada vez mas en favor de su aprehension abstracta segin las re laciones de espacio, tiempo, masa, movimiento. Todos estos. as ppectos contribuyen @ que el hombre se excluya a si mismo para Construir, a partir de sus impresiones, ese gran objeto, la natura: leza, como un orden regido por leyes. Y entonces se convierte para el hombre en el centro de la realidad. Pero ese mismo hombre retrocede luego desde Ia naturaleza hacia la vida, hacia si mismo. Este retorno del hombre a la viven- cia, gracias a la cual la naturaleza puede existir para él, a la vida, solo.en la cual se presenta el significado, el valor y el fin, repre. senta la otra gran tendencia que determina el trabajo. cientihico. ‘Surge ahora un segundo centro. Todo lo que afecta a la human ‘dad, lo que ella crea y en lo que actia, los sistemas de fines a los {que dedica su vida, las organizaciones externas de la sociedad en las que se integran los individuos, todo ello adquiere su unidad en este punto, La comprension retrocede au! desde lo que se da sensiblemente en la historia humana hacia aquello que no esta 2a nunca al alcance de los sentidos y que, sin embargo, repercute y se expresa en ese mundo externo. Yast como la primera tendencia aspira a concebir la cone- xi6n psiquica misma en el lenguaje del pensamiento cientificona- ‘ural, sometiéndola a sus conceptos y empleando sus métodos, fenajenéndola, por asi decir, de sf misma, esta segunda tendencia se manifiesta, por el contrario, en la remision del curso. sensible externo del acontecer humano’a algo que no alcanzan los senth dos, en Ia rememoracién y conciencia de aquello que se manifiesta fen ese curso externo, La historia muestra cOmo las ciencias que se refieren al hombre se van aproximando constantemente a la Jejana meta de una reflexién del hombre sobre si mismo, de una autognosis, Esta tendencia rebasa incluso el mundo humano y avanza ha- cia Ia naturaleza misma; pretende hacerla comprensible median- te conceptos que se fundan en la conexién psiquica, como ha su- cedido con Fichte, Schelling, Hegel, Schopenhauer, Fechner, Lotze y sus sucesores, tratando de vislumbrar su sentido, que, sin em- bbargo, nunca nos es dado a conocer; la naturaleza, en efecto, slo puede ser construida, pero nunca comprendida. En este punto se nos revela el sentido del par de conceptos cexternor e ‘cintemno», asi como Ia legitimidad de su empleo. De- Signan la relacion que se da en la comprension entre el fenémeno sensible exterior y aquello que lo produjo y que se manifiesta en él, Esta relacién de lo externo y lo interno se da slo allf don- de alcanza Ia comprensién, asi como Ia relacién de los fenéme- rnos con aquello mediante 1o cual se construyen existe tinieamente dentro de los limites del conocimiento de la naturaleza, 3 Ahora estamos ya en disposicién de ofrecer una determinacién més exacta de la esencia y estructura del grupo de clenclas del ‘que partimos. ‘Comenzamos separando la humanidad de Ja naturaleza or- génica més proxima, as{ como de la inorgénica, mas alejada de ella. Se trataba de‘una separacién de partes ‘dentro del todo terrestre. Esas partes constituyen etapas, de modo que la humani- dad, considerada como la etapa en que hacen su aparicién el con- cepto, la estimacién axiologica, la realizacién de fines, la respon- ssabilidad y la coné el significado de la vida, podria distin: guirse y separarse de la ctapa de la existencia animal. Sefialamos la referencia comin al hombre y a la humanidad como la propiedad més general que caracterizaba colectivamente todo ese grupo de ciencias. En esa referencia se fundamenta la estructura y conexién de las mismas. Atendimos luego a la na- ‘turaleza peculiar de la relacién entre esas ciencias y el hecho hu- m2 mano. Este hecho no puede considerarse sin mas como el objeto comtin de dichas ciencias. Su objeto surge més bien en el marco de una actitud peculiar hacia la humanidad, actitud que, sin em- ‘bargo, no se aplica a ésta desde fuera, sind que se funda en su propia esencia. Ya se trate de Estados, iglesias, instituciones, costumbres, libros u obras de arte, todas estas realidades com tienen siempre, como el hombre mismo, la referencia de un aspec- to sensible externo a otro que se sustrae a los sentidos y que por ello es interno. ‘Se trata ahora de determinar este aspecto interno. Constituye ‘un error habitual poner en juego el curso vital psiquico, la psico- logia, en nuestro saber acerca de ese aspecto interno. Trataré de esclarecer dicho error con algunas consideraciones. El aparato de cddigos, jueces, litigantes, acusados, tal como se muestra en una época y en un lugar determinados, expresa ante todo un sistema teleoldgico de decisiones jurfdicas en virtud del cual resulta eficaz. Este nexo teleoldgico tiende a vincular ex- ‘ternamente las voluntades en proporciones univocas, en orden a establecer las condiciones coactivamente exigibles para la perfec- ign de las relaciones humanas y a delimitar las esferas de poder de los individuos en sus relaciones reciprocas, asi como con las ‘cosas y con la voluntad general. El derecho, por tanto, ha de te- ner la forma de imperativos, tras los cuales’ se halla el poder de una comunidad para imponerios. Asi, pues, la comprensién ‘Orica del derecho existente en una comunidad semejante y en un momento dado consiste en retornar desde ese aparato externo a Ja sistemética espiritual de los imperatives juridicos generada por la voluntad general y exigible por ella, sistematica que tiene fen ese aparato su existencia externa. En este sentido se ocupé Ihering del espiritu del derecho romano. La comprensién de este fespiritu no es un conocimiento de tipo psicolégico. Es mas bien el retroceso hacia una configuracion espiritual que posee su propia estructura y sus propias leyes. En esto se basa la ciencia juridica ‘tanto para interpretar un pasaje del Corpus iuris como para co- nocer el derecho romano o comparar distintos sistemas juridicos. ‘Su objeto, pues, no coincide con los hechos y acontecimientos ex: temnos por los cuales y en los cuales se relleja el derecho. S6lo en la medida en que esos estados de cosas realizan el derecho son objeto de la ciencia juridica. La captura del delincuente, las en- fermedades de los testigos o el aparato de la ejecucién pertene- cen, como tales, a la patologia o a la ciencia técnica. ‘Lo mismo sucede con Ia esiética. Tengo ante mi la obra de un poeta, Consta de letras, ha sido compuesta por los tipdgrafos © impresa por méquinas. Pero la historia de la literatura y la poéti- a sélo tienen que ver con la referencia de este conjunto sensi- ble de palabras @ aquello que se expresa por medio de ellas. Pero lo decisivo es que esto diltimo no consiste en los procesos interio- res del poeta, sino que constituye una conexidn creada en ese mar- 248 ‘co, pero separable de él, La conexién de un drama consiste en una relacién peculiar entre materia, disposicién poética, motivo, tabula y medios de representacién. Cada uno de estos factores 'aporta algo a Ja estructura de la obra, Y estas aportaciones se hallan en- ‘trelazadas entre sf por una ley interna de la poesia. Asi, pues, el objeto del que se ocupan primordialmente la historia de’la litera: ‘ura o la postica es completamente distinto de los procesos pst- quicos que tienen lugar en el poeta o en sus lectores. Se realiza aguf una conexién espiritual que se presenta en el mundo sensi ble y que nosotros comprendemos remonténdonos por detris de éi. Estos ejemplos ilustran en qué consiste el objeto de las cien- cias que estamos considerando, en qué se funda, consecuentemen- te, su esencia, y cémo se distinguen de las ciencias de la natura leza. Tampoco éstas tienen como tema las impresiones tal como intervienen en las vivencias, sino los objetos creados por el co- nocimiento para hacer estas impresiones susceptibles de cons- ‘truccién. En un caso como en otro el objeto se crea siguiendo la ley de los hechos mismos. En esto coinciden ambos grupos de ciencias. La diferencia radica en la tendencia en cuyo seno se forma su ‘objeto, en el procedimiento que caracteriza a cada grupo. All{ nace,’ en 1a comprensién, un objeto espiritual; aqui surge, en el conocimiento, el objeto fisico. ‘Ahora podemos utilizar conscientemente la expresién «ciencias del espiritus. Su sentido es ya claro. Desde el siglo xvrir se ha ‘sentido la necesidad de encontrar una denominacién comtin para este grupo de ciencias y, asi, se las ha designado con los nombres de sciences morales,

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