Alberto El Grande - Los Tesoros Ocultos de Todas Las Magias

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~ _ 2 v fo ee Saree Fs Sy p op fli SLO ee | : a 9 aCe eer erty titties tatty Peo orierekad Gceemocren icthat etie * delas plantas y de los aniniales-diecionario de los suetios y presa LA MAGIA BLANCA SECRETA Y ADIVINATORIA Para aprender 4 LAS CIENCIAS NO DESCURIERTAS con importantes secretos sacados del sabio ALBERTO EL GRANDE nunca hasta hoy publicados, seguida del ARTE NUEVO DE ECHAR LAS CARTAS y de la BARAJA ESPANOLA y completada con una coleccién de secretos de fisica y quimica por los célebres tratadistas de Magia SPURZHEIM Y ZIMMERMANN LOS MAGICOS Los magicos son los que principalmente se han complacido en fascinar. Un gitano brujo, citado por Bognet, cambiaba las tinajas de heno en lechoncitos y los vendia como tales, avisando sin em- bargo, al comprador que no los mojase en ninguna especie de agua; pero un comprador del ganado del gitano no habiendo querido seguir su consejo, en vez de lechoncitos vis nadar por encima del agua botas de heno del que queria dar a comer a sus cochinos. Délrio cuenta que un magico, con cierto arco lanzaba una flecha hecha de cierta madera y hacia aparecer de repente delante de éL un rio tan ancho como larga la distancia a que alcanzaba el tiro de aquella flecha. La magia da a los que la poseen un poder irresistible, al que nada puede contrarrestar; con solo un movimiento de su varilla, con una sefial cualquiera, trastornan los elementos, truecan y confunden el orden inmutable de la naturaleza, ponen el mundo bajo el poder de los espiritus infernales, desencadenan los vientos, hacen estallar las tormentas, y envian el frio y el calor. Los magicos y brujos, dice Wecker, son transportados por los aires con un movimiento rapido, yan a donde mas les place, andan por encima de las aguas, como Odon el pirata, que divagaba por sobre las olas en alta mar sin es- quife ni navio. Cuéntase que un magico corté la cabeza a un criado en presen- cia de una multitud de personas a quienes queria divertir, y con la intencién de volverla a colocar en su puesto; pero mientras se dis- ponia a hacerlo, vid a otro magico que se obstinaba en impedirselo, a pesar de las stiplicas que le hizo para que le dejase continuar su operacién; y haciendo nacer entonceg encima de una mesa un lirio, y habiendo derribado su cabeza, su enemigo cayé por tierra sin vida y sin cabeza. Luego restablecié al criado la suya en sus hombros y desaparecié. —5— 2 ‘eS Por los afios de 1284 los habitantes de Hamel, en la Baja Sa- jonia, viéronse acometidos de un prodigoso numero de ratones, has- ta el extremo de no quedar un grano que no dafiasen o echasen a perder; y tratando algunos de ellos de buscar un medio como librarse de este azote, aparecid de repente un hombre de una desmesurada estatura y de horroroso aspecto, que prometio mediante crecida suma de dinero arrojar al momento fuera del territorio de la ciudad aque- Ila plaga de ratones. Luego que se hubieron convenido sacé de su faltriquera una flauta y pusosela a tocar. De repente todos los rato- nes que se encontraban en las casas, en los tejados, en los enlosados, salieron a bandadas en medio del dia, y siguieron al musico hasta el Weser, en cuya orilla, habiéndose quitado sus vestidos, entro en el tio y los ratones que le imitaron, se ahogaron en él. Luego que hubo cumplido su promesa, fué a pedir el dinero que se le habia prometido; pero encontré a los que habian convenido dar- selo muy poco dispuestos a satisfacerlo. Esta accion de mala fe le enojd en gran manera, y Ileno de cdlera les amenazo con una ven- ganza terrible, si no le pagaban en el acto cuanto hhabian contratado; pero sus deudores se burlaron de él y de sus amenazas. Aparecio al dia siguiente el magico con un semblante terrible, © bajo la figura de un cazador, tocd otra flauta muy diferente de la primera, y todos los muchachos de la ciudad desde cuatro afios hasta doce le siguieron espontaneamente. Condijoles a una caverna que habia dejado, de una montafia algo distante de la ciudad, sin que desde entonces se haya visto ninguno, ni se haya podido averiguar qué habia sido de todos ellos. Desde que hubo sucedido tan sorpren- dente aventura, hase tomado en Hamel la costumbre de contar los afios desde la salida de los nifios, en memoria de los que se perdieron de este modo. Los anales de Transilvania han aprovechado este cuen- to, y dicen que por aquel tiempo llegaron alli algunos nifios, cuya Jengua no podian entender y que habiéndose establecido en Transil- vania, perpetuaron alli su idioma, de suerte que aun en el dia se habla el aleman-sajon. La segunda prueba verdse sobre la puerta Tlamada’ la Nueva, don- de en versos se leia, que en 1284, un magico arrebaté a los habitan- tes de la ciudad 130 nifios y los condujo a una caverna del monte Coppenberg. Mas no se diga por esto que sea verdadera esta historia; sino solo que se creia asi. 1Cémo los padres dejaron iz a sus hijos? Si temian al magico de la flauta, tpor qué no le pagaron? {Como estos nifios anduvieron cien leguas por debajo de tierra para llegar a Transilva- nia por un camino que no se ha podido descubrir? Si el diablo los ha transportado por los aires, icomo no los ha visto nadie?... Al- unos escritores, sensatos dicen gue estos nifios fueron arrebatados, a consecuencia de una guerra, por el vencedor, y que las viejas de la Sie i i ciudad, a modo, eee EES a Jandalie costumbre, forjaron un cuento oer ifios. Otros miran esta aventura com ape algunos otros hechos un poco mas anti pap ets EL magico Lexili ae ) Lexilis, que florecié en Tis 1 aabae a en la carcel por haber into Sea ° Riese Rea en en el cuarto de una joventce esta, thi Z 1° el ee aa sucedié una extraordinaria avent I hij ieee acta ase de casar este joven y_cek breber Bre Pi res las bodas fuera de la ciudad. Cuando ge Hiss ide el palo que habia puesto en ella. re si “4 its ae ree tao le lend de sorpresa, Mas no por eso dejé di Ra. ot esposa. Luego que se hubieron acostad sas c ella y sintio que se Jo impedia una cost de la que te has desposad < anillo ical hoy; yo soy la estatu: ‘orrorizado el joven, noche. Po; i , NO pudo contestar, asbiee ‘ pee. r espacio de muchos dias, todas ie Ee 80 sin dormir toda la Al fin, cedi Base y oia lo mismo. oc Aue. Cera oe cediendo a los avi. ; Tidlo a . visOs y amonestaci i j Oe ae ae le aconsejé fuese a ee = eeeaes oe la ave lis en su mento ‘ Para que lo efec ji : maa fe Gil ¥en al es do ce” suavemente del nie largo tiempo sin que se despots tirdle en Ja mano. 3 te y la pierna arrancada del muslo le qaets Brice dal ee ome Lexilis, dié un terri de rodillas del: r si misma. El desven j Baie ate tur ache rls Sle wan pout * Lexilis, pididle perdén eae Hiatbes y le prometid librarle de fe sco Ueda. El magico se Coe % UeZO que se Bubierond BR eseis conttl que'le pusiera tn lib rat ; convenii ‘i n Til lum, y salieron ambos de Be eeice pisore de nuevo Ia pierna ae a leven Ve ae 2 su casa el magico esc * Me, Te dijo, cuando dé la medi ible grito, y la puerta ribis una carta, que dié al ia Noche, a una encrucijada —_—7— donde iden le en pie y con silencio lo que Roce ira anes. ENS sends all! mucho tiempo sin al fl ie lant : ae ti muchas personas de uno y otro sexo? ee le Mee nds artesanos, los unos armados, sin armas ee a Ds carat crc muy alegres. Pero por mas que veas, Pe ae que olgssy acd bien de hablar ni de moverte. Detras de t ea ue Me eer itd un cierto, de prodigiosa estatura, sentar ee ae ex. tcc: esta carta sin decir una sola palabra, y t i e ae i Be temente cuanto se le habia Ea ye a ee : uchedumbre de gentes extraordinarias una cor! an ae sad abe un ulo, con una varilla de oro en la mango; sus eer as F dc y los Hevaba tan desalifiadamente puestos, Fa : ever ase 4 Main todas las formas de su cuerpo, coe pou ae ak ‘contorsiones y lascivos movimientos la descubrian a ci aa a S Mj de esta turba de gentes venia el ultimo. Iba ee s uy El jefe =F triunfal, adornado con esmeraldas “ih zal ae aye a ermoso , nm : a eae ae brillante resplandor en medio Cee pa a ee delante del joven esposo, artojo sobre € Cones Siienin tole con amenazador ademan como hal a ee ee i ir a su encuentro. Asustado el joven y aoe to eres eat palabras, tuvo no obstante valor Pas ane 2 i io . El espiritu, que reconocio ¢! 4 pene rns Sa acne: se Lexilis, estar aun mucho mem oe pa ee Un momento después, envio 2 sine, cee gee ae itase el anillo del dedo de la estatua, y des al fos do en sus amores. 3 z r atormentado é1 o 4 cadre habia hecho eas al ze que Gey Ee sas a : arcel; y mientras se le buscaba por Te ad (ak eas seguido de veinte jvenes muy See . rt bin al principe exquisitos manjares. Boggs a pee Kapccrenstis a 4s habia comido nada tan delicioso, el s ee reais eid pce esto de renovar la orden de encarcelar a en Se afecis é contraron en su lerarse de él, no ent 5 fee : ee y ‘asqueroso, en el vientre del cual tenian tod un p i [ma- are ‘prodigio excitd la risa general. Luego que se hubieron cal i en a casa del magico, que do, mandé el rey a sus guardias que fues et ee i venir a su ge) a la ventana viendo ve ae ees: en él, corrieron hacia la puerta de su cae ns Oo apes ‘ de las guardias reales le m: A { sola. El capitan fet Ber ee gue seri diese, amenazandole de hundir la puer- & a rate Cot ood Bex si me rindo, res} i6 Lexilis, ique ta ai pond hharéis de mi?—Os conduciremos cortésmente al palacio del rey, re- aris —! =iGuak Puso el capitan.— Os agradezco vuestra cortes{a, replicé el magico, pero ¢por donde iremos al palacio?—Por esta calle, afiadié el capitan mostrandole con el dedo”. Y al mismo tiempo vid un grande y cau- daloso rio, que venia hacia él engrosando sus aguas, y que Ilenaba el camino que estaba sefialando, de tal suerte que en menos de un mo- mento el agua les Ilegaba a la garganta, Lexilis riendo maliciosamente les gritaba: “Volveos solos a Palacio, que yo no quiero ir como un Perro de aguas”, Al saber el princi; ipe este hecho, jurd perder antes la corona que dejar impune al magico; armése el mismo para perseguirle, y encon- tréle en el campo que se paseaba tranquilamente. Los soldados le ro- dearan al momento para apoderarse de él, pero haciendo un movi- miento Lexilis, cada soldado se encontrd con la cabeza entre dos ese tacas, con dos enormes cuernos de ciervo que le impedian el poderse retirar. Largo tiempo permanecieron en esta postura, mientras que dos nifios les daban tremendos porrazos en los cuernos con una vara. El magico saltaba de contento a este espectaculo, y el principe es- taba furioso. Pero habiendo reparado en el suelo, a los pies de Lexilis, un pergamino cuadrado en el cual estaban pintadas muchas figuras y caracteres, él mismo se bajé /para cogerle sin ser visto del magico. No. bien tuvo en la mano este /pedazo de pergamino, los soldados perdie- ron sus cuernos y las estatas se desvanecieron. Lexilis fué Ppreso, en- cadenado y conducido a/la carcel, y de alli al cadalso para ser de- capitado y descuartizado,/ Pero aun aqui quiso jugar al rey una buena Pieza; cuando el verdugo descargaba la cuchilla sobre su cabeza, did el golpe en un tambor/Ileno de vino, que se derramé sobre la plaza, y Lexilis no aparecié mas en Tunez... Ademis, teniendo/los magicos habiles y diligentes servidores entre las cohortes infernales, no se dan mucha pena en apropiarse, sin que nadie lo ignore, el bien de otro. Asi obraban estos magicos que se ha- cian venir a sus graneros el trigo de sus vecinos, y esa magica que segin Délrio mandaba al diablo ordefiar las vacas de sus compafieras y traer a su casa la leche. Un magico de Magdebourg ganaba su sustento haciendo varias’ ma- tavillas, encantamientos, fascinaciones y Presagios, en un teatro pir blico. Sucedié que un dia que ensefiaba por algiin dinero un caballito muy pequefio, al que por la virtud y poder de su magia hacia ejecutar cosas verdaderamente prodigiosas, luego que hubo concluido, excla- ™O que ganaba ae los hombres muy poco dinero, y que iba a su- bir al cielo. abiendo tirado en seguida su latigo al aire, empezé @ remontarse... El caballito, habiendo cogido con sus dientes el ex- _ tremo del latigo, se remonté también. El magico, como si hubiese querido detenerle, cogidle por la cola y le siguié por los aires. La mu- jer de este habil| magico asié a su marido por las Ppiernas y se fué consigo; en fin, la ctiada cogié a su ama de los pies, el lacayo el ves- ante cei

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