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SAN AGUSTÍN DE HIPONA (1)

BIOGRAFÍA

San Agustín nace en el año 354 d.C. en


Tagaste (actual Argelia), cerca de Cartago, una
antigua ciudad del imperio romano situada en el
norte de África y muere en el año 430 d.C. Por lo
tanto, hay que situarlo en los siglos IV y V d.C., en
la última fase del Imperio Romano de Occidente.

Su familia es acomodada. Su padre es


funcionario municipal y pagano; su madre es
muy cristiana y tuvo sobre él una influencia
asfixiante. Tiene una juventud llena de placeres y
diversión en Cartago.

Despierta a la filosofía de la mano de Cicerón e inicia su actividad como profesor


de Retórica. Encuentra a sus alumnos poco interesantes y pone rumbo a Roma. Aquí
frecuenta círculos maniqueos, pero le acaban desagradando. Tras la nueva decepción
de sus alumnos, se marcha a Milán, donde se convierte al cristianismo, posiblemente
como influencia de San Ambrosio. Aquí frecuenta los círculos católicos neoplatónicos.

Al cabo de unos años, regresa al norte de África y se hace sacerdote; en el 395 es


elevado a la sede episcopal de Hipona. Muere en el año 430 durante el sitio a dicha
ciudad por parte de los vándalos. En todas las ciudades, además de profesor, fue
predicador, polemista apasionado y muy brillante. Esto lo volcaba en sus predicaciones;
en el año 410, escribió su obra magna Civitas Dei (La Ciudad de Dios), provocada por el
episodio del saqueo de Roma.

CONTEXTO HISTÓRICO

De esta época hay que destacar cuatro hechos relevantes necesarios para entender
mejor la reflexión filosófica de San Agustín.

• Año 313 d.C.: el emperador Constantino publica el Edicto de Milán y el


cristianismo es despenalizado; es decir, pasa a ser una religión tolerada en el
Imperio Romano. De esta forma, los cristianos van adquiriendo cada vez más
poder y más protagonismo en la vida pública romana.

• Año 380 d.C.: el emperador romano Teodosio proclama el cristianismo como la


única religión oficial del imperio y así se pasa de una civilización clásica pagana
a una nueva civilización dominada por el cristianismo.
• Año 395 d.C.: el Imperio Romano se divide en dos; por un lado, el Imperio
romano de Occidente, y por otro lado el Imperio Romano de Oriente.

• Año 476 d.C.: año de la caída del Imperio Romano de Occidente e inicio de la
Edad Media; San Agustín había muerto hacía 46 años. Destacamos este año
porque, aunque San Agustín no es un filósofo medieval cronológicamente
hablando, sus ideas son el eje vertebrador de la filosofía medieval.

CONTEXTO FILOSÓFICO

Los pensadores romanos nunca desarrollaron un sistema filosófico propio, sino


que aceptaron las ideas de los principales pensadores griegos, como de Platón, de
Aristóteles o de los peripatéticos y de las escuelas helenísticas. Intentaron adaptar estos
ideales griegos a la cultura de su civilización. Pero sin duda, de toda la tradición griega
que estaba presente durante la época del imperio romano, la que más influyó en el
pensamiento de San Agustín fue el neoplatonismo de Plotino.

El neoplatonismo es un sistema filosófico que nace en Alejandría, es decir, en la


parte oriental del Imperio Romano, y supuso una reinterpretación de Platón a partir de
elementos religiosos y místicos de origen oriental. Gracias al neoplatonismo
continuaron estando presentes los principales temas de reflexión filosófica anterior
como, por ejemplo, la distinción entre el conocimiento sensible e inteligible y la
separación entre alma y cuerpo. Así el neoplatonismo será el principal soporte sobre el
cual San Agustín se apoyará para su pensamiento filosófico.

Pero San Agustín no se apoyará solamente en la filosofía griega sino también en


el cristianismo. Antes de profundizar más en el rol del cristianismo, es importante tener
claros dos conceptos clave: padres de la iglesia y patrística.

• Padres de la Iglesia: así se denomina a los primeros filósofos cristianos (desde el


siglo I d.C.).

• Patrística: conjunto de obras y doctrinas de los primeros filósofos cristianos o


padres de la Iglesia (desde el siglo I d.C.)

San Agustín se convierte al cristianismo en el año 386, después de haber pasado por
el maniqueísmo (explicación más adelante).

El cristianismo no aparece como una nueva filosofía sino como una religión que
promueve el seguimiento de Jesucristo y la aceptación de su mensaje salvador. La
religión necesito hacer uso de la filosofía para, por ejemplo, explicar las relaciones entre
la fe y la razón; de hecho, el mismo San Agustín abordó esta cuestión señalando que
para él sólo existe una única verdad a la que se puede acceder por dos caminos distintos:
• El primer camino a través de la razón y la filosofía, que nos acerca de la
verdad parcialmente.

• El segundo camino a través de la fe, que nos dará a conocer en plenitud en


su totalidad.

Es precisamente esta cuestión la que marcará el debate filosófico durante la Edad


Media: el conflicto entre dos modos de enfrentarse a la realidad: a través de la fe y a
través de la razón.

PROYECTO FILOSÓFICO

La mejor forma de acercarnos a conoces el proyecto filosófico de un filósofo es


preguntarse cuál era su intención. Por lo tanto, ¿qué intención tiene San Agustín cuando
desarrolla todo su pensamiento filosófico?

El objetivo de su filosofía fue encontrar la verdad y la felicidad. Se dio cuenta de


que la mayoría de los filósofos intentaban buscar las respuestas en todo aquello que les
rodeaba, cuando en realidad la respuesta está dentro de uno mismo.

LA VERDAD Y EL CONOCIMIENTO

Para San Agustín, la filosofía es un proceso de aprendizaje; es decir, una continua


búsqueda de la verdad. Esta búsqueda no tiene fines académicos e intelectuales; sino
para practicar el bien, ya que, según él, es lo que te lleva al encuentro de la verdadera
felicidad.

Cuando San Agustín se preguntó si se puede conocer la verdad (es decir, tener la
certeza sobre algo) se encontró con la teoría del escepticismo. Para los escépticos no
existe la verdad y, si existiera, el ser humano sería incapaz de conocerla. Por lo tanto, es
imposible alcanzar certeza alguna.

Frente a ello, San Agustín afirma que es posible conocer algo con certeza y que
lo que es imposible es precisamente ser escéptico. Porque en realidad los pueden estar
seguros de algo: de que dudan y eso les da certeza sobre su propia existencia. ”Si dudo,
existo.” Esto nos suena a un filósofo posterior, Descartes, con su “Pienso, luego existo”.
Esto se da porque San Agustín tuvo una clara influencia posterior en el pensamiento de
Descartes.

San Agustín ha encontrado una certeza primaria: no podemos dudar de nuestra


existencia, de que vivimos y pensamos. Mientras todo lo externo cambia
constantemente, yo puedo estar completamente seguro de algo: de que soy algo que
piensa, que vive y que entiende. Estas son tres verdades eternas e inmutables, a las que
hemos llegado a través de nuestra experiencia interior. Por lo tanto, la verdad hay que
buscarla desde nuestro interior, desde nuestra alma.
Lo primero con lo que nos encontramos cuando miramos hacia nuestro interior
son con sensaciones (conocimientos que obtenemos a través de nuestros sentidos; esto
es el conocimiento sensible) y, al igual que Platón, San Agustín piensa que de los objetos
sensibles no se puede extraer verdadero conocimiento por su carácter cambiante.
Porque la verdad se encuentra en lo eterno e inmutable.

Por ello, San Agustín se plantea que hay seguir buscando en otra zona de nuestro
interior. Aparte de las sensaciones, también tenemos una capacidad racional con la que
construimos reglas y modelos a partir de los objetos sensibles.

Pero podemos ir más allá y encontrar un conocimiento racional superior, no


requiere la intervención de la sensación. Es decir, podemos llegar a contemplar lo eterno
y lo inmutable (los modelos ideales). Sin embargo, por mucho que miremos en nuestro
interior, el ser humano no puede producir por sí mismo esos modelos ideales
(precisamente porque el ser humano tiene un carácter de temporal) y sólo puede
proceder de algo eterno e inmutable: que es Dios. Por lo tanto, es necesaria una
iluminación divina que proporcione estas ideas al ser humano.

Así San Agustín desarrolla su Teoría de la Iluminación. En ella establece que al


igual que el sol ilumina las cosas corpóreas, Dios es el sol que da luz a la inteligencia del
ser humano para que éste pueda conocer las verdades internas. De esta forma, San
Agustín admite diferentes grados de conocimiento:

• Conocimiento sensible (nivel más bajo): sensaciones.

• Conocimiento racional inferior (nivel medio): reglas y modelos.

• Conocimiento racional superior (nivel más alto): modelos ideales y verdades


eternas -> DIOS.

Por eso, Dios es el punto central de la filosofía de San Agustín, porque considera que
en Él se encuentra la verdad a la que debe aspirar todo ser humano y donde, además,
encontraremos la verdadera felicidad. Es decir, solo conociendo a Dios hallaremos la
Verdad y solo conocer y poseer a Dios brinda la felicidad al ser humano.

Todo este recorrido, esta búsqueda de la verdad (Dios) es un camino espiritual.


En este camino, fe y razón están unidas de forma indisoluble. La fe es la guía que nos
indica las verdades que deben aceptarse mientras que la razón nos ayuda a comprender
mejor el sentido de las creencias (la fe tiene prioridad ante la razón).

La fe y la razón están relacionadas de la siguiente forma:

• En un primer momento, la razón ayuda al ser humano a lograr la fe, ya que la


razón hace entender que no es absurdo creer.
• Una vez que hemos logrado la fe, ésta conduce/guía e ilumina a la razón. Es decir,
hace falta CREER PARA ENTENDER.

• Por último, la razón trata de hacernos comprender los contenidos/elementos de


la fe. Es decir, hace falta ENTENDER PARA CREER.

La fórmula correcta sería: creo para entender y entiendo para creer.

LA EXISTENCIA DE DIOS

Ahora bien, ¿se puede demostrar la existencia de Dios? San Agustín afirma que
la existencia de Dios es demostrable. Del pensamiento de San Agustín, podemos extraer
dos claves con los que se podría demostrar la existencia de Dios.

• Primer argumento: por las ideas o verdades eternas que encontramos en


nuestro interior. Estas verdades eternas e inmutables no las hemos podido
producir nosotros, porque somos seres temporales. Deben tener su origen en
Dios, por ser el único ser eterno e inmutable.

• Segundo argumento: por el orden y la belleza del mundo. El universo en su


conjunto manifiesta que no se ha hecho a sí mismo, sino que ha sido hecho.

Es verdad que la cuestión sobre la existencia de Dios no tiene tanto peso en la


filosofía de San Agustín. Pero sí la tiene la cuestión: ¿qué es Dios? ¿Cuál es la esencia de
Dios?

La respuesta a esta cuestión es muy sencilla porque San Agustín considera que la
mejor descripción que se puede hacer de Dios es la que él mismo expresó cuando dijo:
“Yo soy el que soy” (frase recogida en la Biblia). Así San Agustín identifica a Dios con El
Ser, el que otorga la realidad a los demás seres cuando los crea a partir de la nada.

LA EXISTENCIA DEL MUNDO: LA CREACIÓN

San Agustín cree en la Creación. El mundo ha sido creado por Dios de la nada.
Dios ha creado todas las cosas a partir de acciones libres y de acuerdo con unas ideas
contenidas en la inteligencia divina.

¿Pero por qué Dios ha creado el mundo? San Agustín considera que el porqué
de la Creación es inaccesible a la mente humana. En este sentido, Dios ha creado el
mundo porque así lo ha querido y, como Él es infinitamente bueno, todo lo que Él ha
creado por su propia voluntad es bueno.

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