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labuena chicha por Mildred Calla y Xavier Albo MILDRED CALLA educadora y XAVIER ‘ALBO antropdiogo y linguista, trabajan fen e| Centro de Investigacion y Promo: Gian del Campesinado (CIPCA) en Co- ‘chabamba y La Paz respactivamente uien viaje a Tiraque, des- vitindose a la izquierda en la carretera de Cochabamba a Epizana, no podré quejarse de falta de chicha para te- frescar el paladar. En el mo- desto radio urbano encon- trard 125 chicherfas -una por cada tres familias-, y en el campo podré escoger entre otras 151 que funcionan en comunidades campesinas. Siel viajero es madrugador, se cruzaré con la flota Ben Hur que recorre todos los dias los 20 kilometros de Pu- nata a Tiraque. A nadie le preocupa que apenas lleve pasajeros, porque su prinei- pal negocio -casi podria de- cirse que su raz6n de ser- es transportarchicha: de 10a 14 bidones diarios de 80 litros cada uno que distribuye fiel- mente alo largo del trayecto. Laflota Ben Hur -équién le jondria nombre de pelicu- ia?- no es el (inico cauce por donde fluyen cuesta arriba a laszonas altas de la Provincia Tiraque verdaderos rios de chicha, Y consumidores no faltan, pues en Tiraque se consume chicha a diario. Pe- 10 el negocio en serio es sO- bre todo los viernes y domin- gos, cuando muchos campe- sinos de las cerca de cien co- munidades del contorno acuden masivamente ala po- blaci6n para Ja feria, la misa o simplemente descansar y tertuliar, Se estima que cadz familia campesina, ordin riamente marido y mujer, consume seis litros de chicha en cada ida a la feria. Como todo en la vida, la chicha tiene sus lados positi- vos y negativos. Borrachera, escandalos y peleas sonel es- 17 pectaculo que, dia tras dfa, ofrecen algunas chicherfas. Pero ver solamente este lado seria acercarse de manera simplista al complejo fend- meno de los miles de litros que se consumen, Celebremos! Gin chicha no hay festejo ni celebracién, La chicha acompaia las tanta wawas en Todos Santos, las wen Munk’as para San Andrés, las yuntas en la fiesta de San Isi. 18 se dro, las pandillas en C. val y Santa Vera Cruz." El afto agricola -el ciclo de las grandes celebraciones, comienza con la fiesta de San Isidro campesino y la. brador. Es la fiesta de la ara- da que prepara la siembra, Las yuntas van arando -cada una con sus banderitas de co- lores y algunas ataviadas con awayos- yla chichase reparte yse comparte, mientras ban- das y conjuntos autéctonos amenizan con su miisica, La Hank ada o carrera de yuntas es un trabajo duro que exige mucho esfuerzo de los parti- cipantes, varios de ellos mu- chachos de corta edad que terminan agotados. "Yo tengo en casa un Senor San Isidro y realizo esta fiesta porque tengo devocién a este santo y, por otro lado, mi pro- duccién es muy buena y reali- 20 Ia fiesta como recompensa a los favores que me hace. Elaboro la chicha de 15 arro- bas de maiz y trigo, hago car- near dos o tes ovejas y gasto segtin mis posibilidades. El primero de noviembre llega Todos Santos, Cada fa- miilia, sobre todo las que tie~ nen algin difunto nuevo (muerto en los iltimos tres nos), consiguen viveres, le- ita y harina para preparar la gorpa, la mesa con las comi- das y bebidas que fueron del agrado del difunto. Y sobre todo alistan la chicha que es- tard presente en los dos gran- des momentos de la visita de las almas. Primero en el do- micilio de los familiares han preparado el mast’aku, elaltar bien adornadoylleno de comida, bebida, frutay to- da clase de tanta wawas y flores. Después, principal- mente el 2 de noviembre, en el cementerio adonde se traslada el mast’aku: es el momento mas comunal de la celebracién sin que cada fa- milia deje de celebrar junto a la tumba de sus difunios. Se invita chicha en los mast’akus y tumbas a los amigos de la familia que van a rezar, compartir un rato y recibir en recompensa panes y masitas -wrpus 0 palomitas y Vanta wawas 0 ninitos de pan-, mientras los niftos for- man pequenos grupos para rezar y cantar coros tradicio- nales en castellano o latin y asi ganarse urpus. Y aconte- ce de esta manera, aiio tras afio, una permanente rela- cién entre el hombre y los intercambios de comida y bebida, entre éstos y el ré- cuerdo del difunto. Un ban- quete en comunién no sélo con todos los visiblemente presentes sino -y muy parti- cularmente- con las almas, que llegan este dia precisa” mente para servirse esa co- mida (ya en la crénica colo- nial de Guaman Poma se menciona que los incas dedi- caban todo el mes de no- viembre a los difuntos).. 19 Todos Santos prepa- mos para las almas. Faltan- ramos, Se hace murecos de pan. Todo lo necesario com- pramos... ¥ todo eso llevamos al cementerio para que recen acambio de todo lo que existe. Elaboramos la chicha, tom ‘mos, realizamos todos esos ri tuales de Todos Santos parael alma, el esptritu de nuestros muertos.” "Los parientes de los difun- tos preparamos un mast'aku, Ueno de frutas verdes y panes en forma de munecos, urpus, pollo a medio asar, chicha. A todos los que van a rezar por el difunto se les regala alguna de estas cosas. Para el diftunto en.una mesa aparte se prepa- raun plato con lo que mds le gustaba, cigarvillos, coca, Ch. ha, etc. Cuando en la comi- da se posa una mosca no se la aparta: puede ser que el espi- rau del muerto se haya mon- tado en ella. Elia de difuuntos @ partir del mediodta los mast'akus son llevados al paniedn en donde los niios y mayores siguen rezando... Hacia el anochecer despedi- mos a los difuntos: la kachar- aya. Algunos se visten de al- ‘ma con una sdbana blanca. Los dems con waskhas, ce- niza y piedras hacen huir a las almas hasta fuera de la comu- nidad para’ que los muertos los defen tranquilos el resto del aio." Pisando los talones a Todos Santos aparece San Andrés el 30 de noviembre, cuando se festeja el alma kacharpa- ya, latiltima despedida de las almas. Se arman las wa- Jlunk’as, \os columpios sobre dos postes de diez a veinte metros de altura. Alson dela miisica se columpian las mu- chachas y es tiempo de ena- moramiento, mientras todos se sirven chicha y cantan co- plas con estribillos tipicos: Todos Santosmanta Wiphaylalitdy! San Andresmén killa Por vos, viditay! Estos meses se aman tam- bién Miskha Camaval 0 Car- naval temprano, porque hay una fuerte relacién entre la visita anual de los muertos que ya pas6 y la reafirmacién exuberante de la vida que traerd el Carnaval. En el lorte de Potosf se cree que fas almas conviven con los > ’ od humanos durante todo el pe- riodo de Iluvias y semente- ras, desde Todos Santos has- ta pasado el Carnaval. Por- jue ellas son las que dan vi- a. "San Andrés es una fiesta de alegria. Vamos a los colum- ios cargadas de nuestros ca~ nastillos... Elcolumpio es una fiesta de diversion y distrace cidn.” Cuando llega el Carnaval, lachicha ocupa un lugar pro. minente enlach‘alla u ofren- da por libacién, la celebra- 21 cidn central que es preludio de una nueva cosecha, Lo fundamental es el rito'a la Pacha Mama y a los nuevos frutos que estan madurando en las chacras. Cada familia Tecorre sus varias parcelas, liba chicha o alcohol y ofrece qowa ala Madre Tierra y a los nuevos productos. La ce- remonia en cada chacra cul- mina con miisica, chicha y cohetillos. Al finse retorna a Ja casa con algunas primicias Ge la produccion como pren- da de la cosecha ya cereana, Se comparte bebida, comida, 22 canto y misica, serpentinas, mixturay cohetillos, siempre con la participacién de veci- OS, amigos y conocidos. “Invitamos chicha a nuestros amigos que vienen a visitar- nos. También les invitamos a que arranquen una planta de Papa y una de maiz... una vez sacado el matz con su flor, se envuelven el cucllo con layer- bay se ponena bailar en acor- dedn y charango alrededor de nuestros terrenos. Los campe- sinos para eso trabajamos, y tenemos que festejar nuestras tierras para que tengan una buena produccién." Y la chicha acompana tam- bién las pandillas de mucha- chos y muchachas y los taki- payanakus © competencias contrapunteadas de coplas carnavaleras, més 0 menos improvisadas y casi siempre de contenido burl6n o pica- resco del que no suele librar- se ninguna autoridad o insti- tucién. Los primeros dias de mayo, muchos comunarigs de Tae jue participan en la peregri- tacibn a Santa Vera Cruz, 2 siete kilémetros de Cocha- bamaba, donde el fuerte olor achicha, prédigamente dis tribuida en los alrededores del santuario, se mezcla con el aroma del incienso y el hu- mo de las velas. Es la gran fiesta de la abun- dancia, cl bienestar y la ac- cién de gracias, la fertilidad y la sexualidad, cuando se reza por la fecundidad de los cam- 10s y los ganados y las pare- jas piden al Tata de Santa Vela Cruz que les conceda hi- j0s 0 que ya no les envie mas, is familias que ya no quie- ren tener mas hijos 0 que tie- hen uno muy enfermo y pre- fieren que se muera, entre- gan sigilosamente al Senor una wawita 0 mufeco, a ve ces hecho con mazorca de matzo algod6n y sebo, como simbolo de su deseo, Vestas wawitas seran luego recogi- das, de forma igualmente re- servada, por quienes no con- siguen tener el hijo que de- sean, Las jévenes elevan plega- rias al Tatitu, no s6lo por sus rebahios a los que dedican tantas horas de su vida sino también para encontrar compaiero y tener hijos Muchos compromisos de su- wanaku y tantanaku, fases iniciales del proceso ‘matri- monial, se coneretan en la fiesta de Santa Vera Cruz. "De muchas comunidades de nuestra provincia en ca- miones van a Uspha Uspha con acordeones y charangos... Una vez que llegan de la misa, les invito chicha y comida. Los devotos vienen a pedir la fecundacién y procreacién de sus animales. Si son solteros se piden mujer y las solteras piden esposo y wawas. Toda clase de pedidos se hace al Seftor..." El rol social Lachicha es también ele- mento mediador para es- tablecer vineulos sociales y sellar acuerdos. No puede faltar la chicha cuando se realiza un trabajo entre varios, sea en ayni o con peones contratados, y es infaltable en una operacion de compraventa tanto en la feria como en las comunida- des. Cualquier gestion deli- cada, como una peticion de mano, el nombramiento de padrinos o la solicitud de un préstamo, va precedido de la comida y la chicha; se las ofrece respetuosamente ala persona cuyo favor se re- quiere, y cuya aceptacion es ya un’ simbolo de que se aceptaré también el acuerdo 9 compromiso. "En mi comunidad primero el hombre roba a la mujer. Después recién los padres det novio con tutumas de chicha ocargados de sus céntaros de chicka, coca, cigarro, lujt'a, van ahacerlapeticin dema- noalacasa de la mujer. Dela misma manera vamos a la matiaga de padrinos con co- quita, chicha y comida." Pero el rol social de la chi- cha se debe por antonomasia a su virtud como facilitadora de contactos sociales amisto- os y cereanos, Frank Cajka, que en 1979 estudi6 en det lle las relaciones de recipro- cidad en Tiraque, enfatiza el rol de la chicha y de las chi- cherias locales como el espa- cio donde se realizan mu- chos intercambios sociales que repercuten luego en to- do el tejido social tiraqueiio. "La gente establece relacio- nes permanentes gracias a que comparte la chicha. Mas atin, si no hay este intercam- bio cualquier relaci6n es vis- ta como efimera. Para ellos solo son permanentes Las transacciones individuales que se mantienen dentro de los limites de una reciproci- dad equilibrada, y esto se lo- gray se asegura al compartir Ta chicha... La bebida com- partida es la conerecion de esta forma de reciprocidad Esto no implica necesaria- mente una equivalencia eco- n6mica o social entre los par- ticipantes, Pero en el inter- cambio de chicha, el consu- mo inmediato y completo es equivalente y balanceado, Su presencia constante en la vie da diaria refleja simulténea- mente la persistencia de la ideologia expresada por ella, En Tiraque la chicha es el don por excelencia. "La chicha cumple esta mis- ma funcién en cualquier acontecimiento econémico No hay transaccién en la fe- tia, por insignificante que sea, que no empiece y acabe con chicha. Esta bebida ex- Presa el contenido ideoldgi- co del llamado mercado: pre- tende Hlevarlo al ambito de la reciprocidad personal y equilibrada, dandole apa- riencia de trueques, regalos u otros intercambios tradi- cionales. "Igual ocurre con la vida po- litica... La habilidad para se- guir ofreciendo rondas de chicha y expandirlas mas y 25 nds cada dia -es decir, la ha- bilidad para reforzar y ex- pandir reciprocidad- es poli- tica. De hecho es mas politi- ca que la discusién detallada de problemas con el alcalde. “El gasto de ir comprando chicha pera los demas, qui- zas al costo de nunca poder Teparar e| techo de la vivien- da, es ura buena inversion econdmica porsu sentido so- cial, religioso y politico,” 26 es intercambios pueden ocurrir tanto entre grupos ya muy cercanos -por ejemplo, entre campesinos de una misma comunidad 0 entre vecinos del pueblo- como también entre grupos ordi- nariamente mas distantes, sobre todo entre campesinos y vecinos. La chicha y el am- biente mismo de la chicherfa permiten conversar de una manera mas democritica y abierta, superando bloqueos i prejuicios sociales que sue- len imperar en otros mo- mentos. L chicha es también parte ‘ntegrante de las ferias de Tiraque y de todo el Valle Alto, Naturalmente, siempre se expende mas chicha don- de hay gran afluenciade gen- te y mayor circulacion de di- nero. Muchos se detienen en torno a una jarra de chicha en la casa de amigos 0 com- padres 0 en las chicherias del pueblo, en medio del ajetreo del dia o antes de emprender el retorno a su comunidad. Puede tratarse de un simple descanso, de un negocio 0 de una solicitud mas formal, pe- TO casi siempre seran varias las rondas de chicha en las que nadie quiere quedarse atras. Pero no hay que ver slo las funciones positivas de la chi- cha. La bebida es siempre un arma de doble filo, y si los primeros vasos permiten re- laciones m4s amistosas, su exceso puede asimismo em- pafar la armonfa de las rela- ciones sociales: "La bebida y la oportunidad de estar con otra gente -anota otro inves- tigador- ayudan a bajar las defensas sociales. La gente se hace mas comunicativa y cuenta cosas que normal- mente mantiene en reserva. Algunos empiezan a perder el control y no es raro que surjan peleas.” En las fiestas, junto con el sentido de solidaridad y con- vivencia jovial, el excéso en la bebida puede traer a un primer plano ciertos conflic- tos ocultos. La mayoria de embarazos de madres solte- ras suclen ser asimismo re- sultado de esas fiestas. Pero estos aspectos negati- vos no deben hacernos per- der de vista las otras dimen- siones igualmente importan- tes dentro del sistema cultu- ral de valores y de los meca- nismos de relacionamiento social en la sociedad tiraque- fa. Pesa tanto la valoracién positiva de la bebida com- partida que, por lo general, nose tiene mayor sentido de "En los valles de Cachabamba, maiz y chicha son componentes centrales no solo de su economia sino también de todo un singular modo de vida... El territorio de los valles se estructura en torno a dos circunstancias: el maiz organizando el espacio productivo, y la chicha ocupandose de dar sentido cultural a un extenso conglomerado de ferias, pue- bios, villas y ciudades". Gustavo Rechiquer y Humber Soles, Sociedad oligérgu- ‘ca, chicha y cultura pop: lar. Este ibe. fundamental para entender a old decd jpublicado en 1990, es hicna en Cochabamba siglo 19 Nesta poco antes de ia Retorme Agraria culpabilidad por la pérdida de conocimiento por intoxi- cacién. Y con frecuencia se tiende a quitar importancia a las desgracias que de ahi puedan surgir e incluso res ponsabilidad a los delitos que se cometen en tal estado. Mucho dinero de por medio Eistusiosos del tema pien- san que en la época pre- colonial la chicha -al igual que la coca- no era artfeulo 28 de uso cotidiano y comin, si- no utilizada principalmente en ocasiones rituales. sobre todo por las élites. Su uso mis generalizado viene con la época colonial. Durante la Republica el consumo se ex- pandié atin mas, y se cuenta incluso que el General Mel- garejo establecié un sistema de premios para los fabrican- tes que elaboraran la hebida nacional en las mejores con- diciones. Hasta la Reforma Agraria, la elaboracion de chicha era una de las actividades lucra- tivas de muchas haciendas vallunas. Todavia hoy se re- cuerda que una de las obliga- ciones mas onerosas de las mujeres pegujaleras en esas haciendas era la elaboracion del muk'u (la harina de maiz, materia prima para la chicha, fermentada -en aquel tiem- po- por salivacion). Elconsumo eratan general, que -como advierten Gusta- vo Rodriguez y Humberto Solares- el imptesto combi- nado sobre el muk’uy la chi- cha era con mucho el princi- pal ingreso municipal, lle- gando a cubrir en diversos momentos més del 70% de las recaudaciones de la ciu- dad de Cochabamba. Entre los aftos 20 y 50 posibilit6, entre otras obras, la pavi- mentacién de las calles cen- trales de la ciudad, el sistema de alcantarillado y agua po- table, el Stadium y Ta mod- ernizacién de la universidad San Simén; y la economfa del maiz, el muk’u y la chicha fue una de las principales moti- vaciones para construir el tren-tranvia de Arani a Co- chabamba y Vinto, innova- cidn tinica én el pais. Hasta los afios 50 la venta de chicha se realizaba sobre todo en la ciudad y pueblos principales, donde se con- centraban también mucho mis las misasy otras celebra- ciones religiosas. La prolife racin de chicherias en las comunidades fue un efecto lateral de su emancipacion con la Reforma Agraria de 1953, En anos més recientes, bue- na parte del negocio urbano ha pasadoa la cervezay otras bebidas embotelladas que se distribuyen también masiva- mente por el campo. Pero en muchos lugares del Valle, in- cluido Tiraque, la chicha si- ue siendo la bebida aleohé- ica més consumida, En la dimensién econémi- co-cultural de la chicha hay dos aspectos: el volumen in- volucrado de chicha y su uti- lizaci6n para facilitar otras formas de relacién econémi- ca. Acerca de lo primero, s6lo indicamos algunos datos glo- 29 bales que dan idea de la mag- nitud del negocio. En 1949, en visperas de la Reforma’ Agraria, Tiraque era ya el noveno centro pro- ductor del departamento. El impuesto a la chicha gener6 para obras pablicas de Tira- que casi 50,000 délares, el 0,8% del total que se reco lect6 el mismo aio en todo el departamento. Dos décadas mas tarde, en 1970, se pago impuesto sobre una produc- cin de 189,000 botellas (la unidad impositiva que conte- nia 0,66 litros) en 101 chiche- rias del pueblo. Este impues- 30 to se licitaba por el equiva- lente a 2.500 délares y se es- timaba que la ganancia glo- bal de las chicheras equiva- fa, como minimo, a unos 170,000 pesos (14.600 dola- res de entonces). En 1991 el doble impuesto local, por el expendio de chicha y por el agha llanthu (el pendon pi- blico o banderita blanca de las chicherfas) se licité por unos 5.900 ddlares. Esta can- tidad equivalfa aquel ano al 80% de la licitacién pagada por elromanaje ena feria de los viernes, que es el princi- pal impuesto sobre todas las iransacciones allf realizadas. En 1993 se calcula que sélo la novelesca flota Ben Hur trae unas 400,000 botellas al ano, mas del doble de lo es- timado en [a licitacion anual enel pueblo de Tiraque. Acerca del segundo aspecto -el uso de la chicha para faci- litar las relaciones econémi- cas-, tal vez lo mas relevante son los procesos de compra- venta de la produccion agri- cola. Las relaciones de reciproci- dad que tanto fascinaban a Frank Cajka no son, en tr minos econémicos, tan equi- libradas como lo que los jos de chicha pretenden ind car. Comerciantes y rescatis tas la usan a menudo como anzuelo para lograr acuerdos de trabajo en compaiiia o de venta de los productos en términos mds convenientes a sus intereses. on varios los mecanismos, ‘Uno, muy utilizado por los comerciantes y sobre to- do las rescatistas del Valle Alto a lo largo dela carretera a Santa Cruz, es dejar turriles de chicha a’los campesinos como adelanto a ser devuelto en productos al tiempo de la cosecha, Los productores dejan ya comprometida su cosecha y uedan moralmente obliga ls a respetar el convenio, aceptado tal vez en términos demasiado generosos bajo los agradables efectos de la bebida. Esta es, sin duda, una de las funciones de los turri- les que distribuye cada dia la famosa flota Ben Hur. Pero la chicha puede servir también para suavizar las condiciones del contrato de trabajo en compaiiia o de la venta convencional de pro- ductos, o para facilitar el es- tablecimiento de relaciones de parentesco ritual que en la préctica comprometan el futuro rescate o las compa- fas entre los nuevos compa- dres. "Lamentablemente hasta el momento no se dan cuenta muchos compaiieros y siguen vendiendo a la rescatista, quien muy contenta les invita chicha. Pero los que nos da- mos cuenta ya no nos hace- ‘mos enganar por un vaso de chicha. Pero si no nos damos cuenta, como a animales chi- cha nos embuten. Y para no- sotros esa mujeres muy buena y debemos venderle nuestro producto. Y el trabajador no se da cuenta que, dia que pa- sa, va perdiendo su fuerza y estd envejeciendo y se va aca- hando trabajando para otros. En mi comunidad existen bebedorcitos, y porel vicio van @ las rescatistas a pedir un Tome 32 adelanto para su produccién, ya sea amveja o papa. Dicen ‘en tal tiempo va a estar listo para la cosecha’y las rescatis- tas aprovechan esa oportuni- dad y les pagan muy barato. Pero la mayoria ya no hace- mos ese tipo de transacciones, no permitimos engatios. Esos horrachitos son los que permi- ten esa clase de explotaciones por la dominacién del vicio." El problema no se limita a las rescatistas y forasteros que viajan desd¢ el Valle Al- to. Las chicheras pueden también convertirse en habi- les negociantes sin siquiera moverse de sus estableci- mientos de venta, aparente- mente tan inocuos. Invitan- do un vaso de chicha o una machu jarra, pueden ente- rarse de la situacién del cam- pesinoy entrar luego en con- venienies negocios. En pala- bras de un investigador: "Las chicherfas siguen sien- do locales importantes para los contactos y para lograr conocer a los campesinos de diferentes comunidades. El 999% de las chicheras son mu- jeres. Elaboran chicha de manera regular y la tienen lista para su venta los viernes ydomingos, cuando la mayor parte de los campesinos vie- nen ala feriao ala iglesia del pueblo. Una vez han termi- nado de vender y comprar en el mercado o después que han concluido las ceremo- nias de la iglesia, a los cam- pesinos les gusta ir a las chi- cherfas para encontrarse con otra gente, tomar y bailar... "En medio de sus clientes, por lo general ya ebrios, las chicheras estan siempre’ so- brias, Ellas se las arreglan para beber muy poco a pesar de ser frecuentemente invi- tadas por sus clientes. Las chicheras hablan con ellos y escuchan disimuladamente sus conversaciones, con lo que se mantienen muy bien informadas. Se enteran del dltimo chisme, quién hizo qué a quién, quién debe di- Nero aquign, quiénes han te- nido buenas cosechas, cudles son los precios en el merca- do, Su control de la informa- cidn y su sobriedad les con- E! material para este articulo proviene det Dis de la Microregién Tiraque, diez volimenes recientemente publicados, fieren un cierto poder. Mu- chas usan la chicherfa para establecer acuerdos de tra- bajo en compaiia, préstamos de dinero, relaciones comer- ciales y parentescos rituales con sus clientes campesi- nos... De esta manera, usan la chicheria como un escena- rio informal para asentar desde alli su dominacion so- bre los campesinos." . \éstico Socloeconémico 33

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