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La burguesia, a menudo ilustrada, envid sus represenan- tes decidida a conseguir la supresion de los privilegios la igualidad de derechos en 1a monarquia de poderes limita- dos. Los campesinos exigian cambios puntuales de canicter mds econdmico que politico; asi, por ejemplo, ef principal objetivo era ta disminucién de los impuestos y la limitacion de algunos derechos senoriales que les afectaban particular- mente como, por ejemplo, el de caza, que acarreaba la des- truccién de las campos cultivados al tiempo que prohibia stu ejercicio a los campesinos. Las expectativas de cada uno de los estamentos se hallan reflejadas en los cuademos de quejas que se redactaron en 1789 en las rewniones locales que cada estamento celebrd en las aproximadamente trescionas bailias existentes en Frartcia en la époce. Las mujeres no desaprovecharon ta ocasién de hacerse ofr con reivindicaciones propias que van desde et simple reclamar proteccién para los oficios de costera, hasta a peticion ilustrada de derechos politicos y de una educacin no discriminatoria. Estos escritos son andnimos, limiténdose la indicacién de la identidal, en ocasiones, a unas simples iniciales, como es el caso de Madane B, de B, burguesa ilus- trada que wilics la forma del cuademo de quejas para expre- sar un proyecto de cambio que se apoya en la reapropiacién de los principios de tgualdad y del lenguaje propio del Siglo de las Luces a los fines de las reivindicaciones de las mujeres. El cuaderno apécrifo, incluido en ocasiones por error en antologias de textos de mujeres auténticos, es una muestra de la polémica feminista de la época y de las reacciones que se suscitaban, Probablemente se trate de un cuaderno de quejas de mujeres auéntico que fue manipulado, sobre todo en st decdlogo, por la pluma de wn deméerata de talante similar al de Sylvain Maréchal, para lograr el descrédito y el ridiculo de ths reivindicaciones feministas. Finalmente, los Agravios y quejas de las mujeres malea- sadas piden el divorcio y una mayor igualdad entre hombre ‘mujer en el contrato de matrimonio. Recordemos que el di- Ho vorcie fiw finalme yptado por la ley del 20 de septien bre de 1792 aungie ©) 1816, durante la Restauracién, fuse abolide. PETICION DE LAS MUJERES DEL TERCER ESTADO (1 de enero de 1789) Sefor, En un momento en que los diferentes Estamentos del Estado se hallan ocupados en sus intereses, en el que cada tuno trata de hacer valer sus titulos y sus derechos; en que tunos se agitan para volver a los siglos de servidumbre y ‘anarquia: en que otros se esfuerzan por sacudir los dltimos slabones que todavia los atan a un autoritario resto de feudalismo, las mujeres, objetos continuos de Ia admira- cién 9 desprecio de Tos hombres, gno podrian. en exa comin agitaciin, hacer también ofr su vor? TExcluidas de las Asambleas Nacionales por leyes dema- siado bien cimentadas como para esperar poser infringit- las ellas no os piden, Seftor, dl permiso de enviar sus dipu- tados a los Estados Generales; saben demasiado bien qué parte tendria el favor en la eleccién y cuin facil seria a los legis dificukar la ibertad de los votos, _ Preferimos, Seftor, evar nuestra causa a vuestros pies; puesto que no queremos nada que no salga de yuestro co- Tazén, a él dirigimos nuestras qucjas y confiamos nuestras vee Cast todas las mujeres del Tercer Estado nacen sin for- tuna; su educacién ex muy descuidada © defectuoss; consis- teen enviarlas a la escuela con tun Maestro que no sabe ni la primera palabra de Ia lengua que ensefa; continiian asis- tiendo hasta que saben leer el Oficio de la Misa en frances y las Visperas en latin, Una vez cumplidos los primeros deberes de la Religién, se les ensefa a trabajar; Hegadas la edad de quince © dieciséis aos, pueden ganar cinco seis sueldes por dia. Si la naturaleza les ha negado Ja belle- za, se casan sin dote con desdichados artesanos, vegetan Penosamente en un tincén de las provincias y dan a luz hijos que no estin en condiciones de criar. Si, por el con- trario, nacen bonitas, sin cultura, sin principios, sin idea de moral, se convierten en Ia presa del primer seductor, cacn en falta una primera vez, van a Paris para sepultar su ver- xgtienza, alli terminan por perderla completamente y muc- ren victimas del libertinaje. Hoy en dia, cuando la dificultad de subsistir fuerza a miles de ellas a venderse en subasta, cuando los hombres encuentran mas cémodo comprarlas por un momento que conquistarias para siempre, aquellas a quienes una tenden- cia acertada leva a la virtud, a quicnes devora el deseo de instruirse, quienes se sienten Hevadas a ello por un gusto natural, han superado los defectos de st educacién y saben lun poco de todo sin haber aprendido nada, esas a quienes un alma elevada, un corazén noble, un orgullo de senti- miento hacen que sean lamadas mojigatas estn obligadas a entrar en los conventas en los que sélo se exige una dote reducida o forzadas a servir cuando no tienen bastante co- raje, bastante heroismo, como para compartir la generosa abnegacion de las hijas de San Vicente de Paul. Muchas, también, por el solo hecho de nacer nifias, son desdeftadas por sus padres que se niegan a procurarles una situacién para concentrar su fortuna en el hijo destinado a perpetuar su nombre en la Capital; pues es bueno que Su Majestad sepa que nosotras también tenemos nombres Para conservar: 0, si la vejez las sorprende solteras, se la pasan Iorando y ven que son objeto de desprecio de sus Parientes mas priximos. Para evitar tantos males, Seftor, pedimos que los hom- 42 es no puedan, bajo ningiin pretexto, ejercer los oficios que cite de las mujeres como el de costurera, bordadora, yendedora de sombreros, etc., ete; que se nos deje al menos Ja aguja y el huso; nos comprometemos a no manejar nunca ni cl compas ni la escuadra. Pedimos, Sefior, que westr: ondad nos provea de los medios para hacer valer los talen tos con que la naturaleza nos ha provisto a pesar de las tra- bas que no dejan de ponernos en nuestra educacién. Pedimos que nos asignéis cargos que sélo puedan ser ‘cupados por nosorras. Unicamente los oeuparemos des: pués de haber hecho un examen severo, tras haber dado informes seguros sobre la pureza de nuestras costumbres. Rogamos ser instruidas, poxeer empleos, ne pare usur- par In autoridad de los hombres sino para ser mas estima. das por ellos; para que tengamos medios de vivir al amparo del infortunio, que la indigencia no fuerce a las mas débiles de nosotras, a quienes el lujo deslumbra y el ejemplo arras- tra, a formar parte de la multitud de desdichadas que abundan por las calles y cuya indecente audacia es el opro- bio de nuestro sexo y de los hombres que las frecuentan, Deseariamos que esta clase de mujeres Hevara una mar ca distinva. Hoy en dia, como adoptan hasta 1a modestin de nuestras ropas, a menudo somos confundidas con ellas; algunos hombres se equivocan y su error hace que nos ru- boricemos. Seria necesario que, bajo pena de trabajo en talleres piiblicos para beneficio de los pobres (ya se sabe que el trabajo es la mayor pena que se les puede infligir) no f= les permits munca quire esa mare. Seni e seria aniquilado 5 ee dai tor acess joes vet: dl roe Senor, que establezcais escuclas gratuitas cen las que podamos aprender los principios de nuestra len- ‘gua, la Religin y la moral; que una y otra nos sean presenta- das en toda st grandeza, completamente despojadas de las pequefas practicas que disminuyen su majestad; que alll se 13 formen nuestros sentimientos, que se nos ensefie sobre todo: a practicar las virtudes de nuestro sexo, la dulzura, la modes- tia, la pacicncia, la caridad; en cuanto a las Artes de adorno, Jas mujeres las aprenden sin Maestro. ¢Las Ciencias?... Sdlo nos sirven para inspirarnos un orgullo necio, nos hacen pe- dantes, contrarian los deseos de la naturaleza, hacen de nos ‘otras seres mixtos que pocas veces son esposas fieles, etc., mas raramente aiin buenas madres de familia. Pedimos salir de la ignorancia, dar a nuestros hijos una educacién acabada y razonable para formar stbditos dig- nos de serviros, Les ensenaremos a amar el hermoso utulo de Francés; les transmitiremos el amor que tenemos por Su Majestad; pues queremos dejar a los hombres el valor, el genio, pero les disputaremos siempre el peligroso y precio- so don de la sensibilidad; les desafiamos a amaros mas que nosotras; la mavor parte de ellos acuden a Versalles por sus intereses y nosotras, Seftor, para veros. Cuando a fuerza de penar y con el corazén palpitante, podemos mirar un ins- tante \uestra augusta Persona, las ligrimas se escapan de nuestros ojos, la Tdea de Majestad, de Soberano, se desva- rece y s6lo vemos en vos un Padre tierno por el que daria- ‘mos mil veces la vida. CUADERNO DE QUEJAS DE MADAME B. DE B. (Caux, Normandia, 1789) La aurora se manifiesta, las tinicblas se disipan, el astro del dia se acerca, el ciclo se incendia... su resplandor es un presagio favorable. iOh, poder supremo!, haz que este simbolo inflame to- dos los corazones, reanime nuestra esperanza y corone nuestros deseos. 14 ¢Cémo no tener confianza después de que el monarca ha manifestado sentimientos paternales a su. pueblo, ha permitido a cada individuo presentar sus reclamaciones, comunicar sus ideas, tratar y discutir en la prensa todos los, temas politicos que pronto serdn estudiados por la augusta asamblea que se prepara? En este momento de revolucién general, una mujer asombrada por el silencio de su sexo cuando quedarian tantas cosas por decir, tantos abusos que combatir, tantas quejas que presentar, se atreve a elevar su voz para defen- der Ja causa connin: la encomendard al tribunal de Ta na- cién y su justicia va le asegura el triunfo. Perdoname, oh, sexo mio}, si he creido legitimo el yuzo bajo el que vivimos desde hace tantos siglos. Yo estaba per- suadida de tu incapacidad y de tu debilidad; sélo te creia capaz, en la clase inferior o indigente, de hilar, coser y con- sagrarte a las ocupaciones econémicas del hogar; y, en un rango mas distinguido, me parecia que el canto, la danza, la miisica y el juego debian ser tus ocupaciones esenciales. Todavia no habia adquirido bastante experiencia para com- prender que todas esas pricticas son, por el contrario, obs- téculos para cl desarrollo del genio. Pero, ;cémo me desengaiié cuando vi, con tanta sorpre- sa come admiracién, en esa clase en la que, por logica 0 por necesidad, los hombres permiten que las mujeres com- partan sus trabajos, a unas labrar la tierra, sujetar la reja del arado, conducir la posta; a otras emprender largos y penosos viajes por motives comerciales, bajo el tiempo mas inclemente! ‘Anadiré que, a pesar de las carencias de nuestra educa- cién, podemes citar varias mujeres que han dado al puiblico producciones titiles y brillantes.~ Finalmente, no se ha visto a algunas Hevar las rien- ‘Se fen com placer las obras de Madde Docer, Madame den Houltren, Maa ‘medi Hocage, Madame la marque du Chateet, mademoisele de Lassa. cc 5

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