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De Valparaíso: Quebradas
De Valparaíso: Quebradas
de Valparaíso
Memoria social autoconstruida
Q
Región de Valparaíso
Convocatoria 2014
FINANCIADO POR:
FONDART ÁMBITO REGIONAL DE FINANCIAMIENTO CONVOCATORIA 2014
PATROCINADO POR:
CIGIDEN: Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales, Chile.
Universidad Técnica Federico Santa María, Chile.
Esta obra presenta un extracto de la tesis doctoral “Habitat informel dans les quebradas de
Valparaíso: dynamiques d’appropriation” de Andrea Pino Vásquez defendida en diciembre 2012 en
la Université de Bretagne Occidentale en Francia.
EDICIÓN
Lautaro Ojeda Ledesma y Andrea Pino Vásquez
CORRECCIÓN DE ESTILO
Rubén Dalmazzo Peillard
DISEÑO PORTADA
Andrea Pino Vásquez
DIBUJO PORTADA
Jennifer Vera (Quebrada La Rinconada)
IMPRESO EN CHILE
GRÁFICAS LOM
0 Introducción:
1 Capítulo:
¿Qué es una quebrada?
2 Capítulo:
Relatos de vida
3 Capítulo:
Procesos que intervienen en
informal de las quebradas.
la apropiación
4 Capítulo:
Quebrada-Estado
5 Capítulo:
Quebrada-ciudad
6 Capítulo:
Quebrada-barrio
7 Capítulo:
Quebrada-casa
Final abierto
Prólogo 7
1.0- Metodología 35
2.0- Selección de los informantes 36
3.0- El hábitat informal de la quebrada como una construcción social. 39
Bibliografía 254
Pr
Prólogo
La presente obra es una síntesis de la tesis doctoral de Andrea
Pino Vásquez. Un trabajo minucioso, interdisciplinario, que
resultó ser el espejo de una exhaustiva experiencia de campo y de
investigación. Más allá de las proporciones escalares del campo
de trabajo (doce quebradas de Valparaíso) su trabajo explora el
campo de la etnografía, la sociología y la geografía cultural y los
aplica en un(os) territorio(s), estigmatizado(s), invisible(s)
y desconocido(s) para y por gran parte de la sociedad, haciendo
un valioso aporte a su campo disciplinar como arquitecta y
urbanista.
Su trabajo es un ensayo crítico que visibiliza objetivamente
un problema sistémico de la planificación chilena: la falta de
integralidad e interrelación en la prospección, comprensión,
diseño, ejecución y apropiación del hábitat, formal o informal.
En este sentido, no se trata de un inventario de reivindicaciones,
deseos y anhelos por las quebradas, sino la puesta en escena de
una ciudad real, la ciudad informal.
La intensa prospección de las doce quebradas estudiadas y
analizadas mediante entrevistas (relatos de vida), encuestas,
cartografías georreferenciadas, levantamientos planimétricos
de casos paradigmáticos, bien pueden responder a la inquietud
planteada por Thierry Paquot en L’espace public frente a la
planificación tecnocrática e insensible, quien señala que “raras
son las cartografías temporales, suertes de electrocardiogramas
del cuerpo urbano, que informan a los planificadores de cómo hacer
ciudad [...]. Estos evitarían las urbanizaciones poco graciosas,
inhóspitas, brutales, anodinas o sin cualidad y estandarizadas,
que desgraciadamente se repiten de forma incesante” (2009: 98-
99).
7
En Latinoamérica, el acceso a la tierra y a la vivienda representa
uno de los principales problemas sociales y Chile no está exento de
ello, lo que ha generado una apropiación informal del territorio,
la que posee sus propias reglas, espacialidades, imaginarios,
representaciones, construcciones y economías (Agier, 1999;
Paquot, 2006; Jáuregui, 2008). Este fenómeno alcanza una media
de 75% del espacio urbano construido (Montaner & Muxí, 2012),
hecho que lo convierte en una de las principales características
o paradigmas de la urbanización latinoamericana (Antier, 2005;
Fernández, 2008, Agier, 2010).
En términos infraestructurales y urbanísticos, actualmente Chile
experimenta un crecimiento exponencial. Sin embargo, la lógica
de mercado es lo que ha regulado el crecimiento urbano, lo que
se ha traducido en un suelo desregulado con altos índices de
segregación socio-espacial por localización y en una extrema
centralización de recursos en la capital (Santiago).
A nivel nacional, la conurbación Valparaíso y Viña del Mar
(Chile) posee la mayor cantidad de tomas de terreno, hoy
denominados “campamentos”. Esta concentración tiene una directa
incidencia en las construcciones sociales y representaciones que
se vehiculan en la sociedad porteña, y donde quienes las habitan,
construyen y sostienen, históricamente han sido estigmatizados
e invisibilizados.
La autora sostiene que la apropiación socio-espacial de la
quebrada es un proceso evolutivo que vehicula representaciones
sociales e imaginarios colectivos, y que se materializa mediante
la autoconstrucción y auto-urbanización de su hábitat. Ambas
formas de apropiación legitiman y afirman la conciencia y/o
inteligencia territorial de sus habitantes, expresada en cuatro
territorios de apropiación (Quebrada-Estado, Quebrada-Ciudad,
Quebrada-Barrio, Quebrada-Casa), conciencias que se inscriben
en las lógicas de las micro resistencias planteadas por Michel
De Certeau, generando una compleja red de prácticas microbianas
denominada como el “système D” que aquí se plantea como hábitat
informal.
La autora hace una precisa alusión a Henry Lefebvre cuando define
el hábitat informal como una apropiación socio-espacial que se
contrapone al “espacio dominado” (Lefebvre, 2009), presentando
la arquitectura vernácula como paradigma de dicha contraposición.
En este contexto, esta investigación, además de demostrarnos
aquel principio, nos permite comprender por qué debemos superar
8
la planificación moderna absolutista, paternalista y autoritaria
representada y vehiculada con los Planes Reguladores, dado que
hoy la ciudad es per se informal, y que uno de sus principios
es la reivindicación del derecho a la ciudad para quienes la
habitan y construyen, es decir, sus habitantes.
François Ascher (2004) en Los nuevos principios del urbanismo,
plantea que el mejoramiento de la calidad de vida urbana se
sostiene en una planificación urbana inclusiva y participativa,
donde los ciudadanos son los principales actores de dicho
mejoramiento (Borja, 2007). Es en este contexto que el concepto
de “el derecho a la ciudad” erigido por Henry Lefebvre (1960) se
revitaliza y aparece en obras contemporáneas tales como La ciudad
conquistada de Jordi Borja (2003); La rue est à nous... tous! de
François Ascher y Mireille Apel-Müller (2007); o Rebel cities de
David Harvey (2012), que ponen en el centro de la planificación
urbana al usuario y, paralelamente a esta tendencia, aparece en
experiencias de planificaciones urbanas de ciudades alternativas
como Medellín (Colombia), Bogotá (Colombia), Amberes (Bélgica),
Río de Janeiro y Curitiba (Brasil).
El saber-hacer que esta investigación hace emerger desde sus
habitantes, acuña conceptos como soberanía comunitaria, la
toma porteña, o los Conjuntos Residenciales Familiares, como
puntales para sostener cualquier proceso de planificación urbana
integral, es por ello que este libro será de gran utilidad,
tanto para las autoridades que toman decisiones, investigadores,
planificadores, organismos públicos, estudiantes, pero sobre todo
para los usuarios de la ciudad.
Lautaro Ojeda L.
Ximena Galleguillos
Valparaíso, 07-01-2015
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0
Introducción
11
topográficos, biofísicos, sociales y espaciales que la constituyen
como un todo reconocible, tanto por sus habitantes como por el
resto de los habitantes de Valparaíso. Vicuña Mackenna (1936),
en su obra Historia de Valparaíso, cuando hace referencia al
primer poblamiento de Valparaíso, menciona que la ciudad está
delimitada por la quebrada de Elías (Cumming) y la quebrada Juan
Gómez (Carampangue), y las define como los límites extremos de
la ciudad. De esta misma manera, en el Censo Nacional de 1813,
se mencionan y censan siete quebradas y solo cinco cerros, cada
uno de los cuales era identificado en virtud de su nombre y de la
ocupación que presentaban.
Sin embargo, esta situación se revierte progresivamente en la
medida que las quebradas se van ocupando e identificando como
espacios de habitación de la clase trabajadora, para luego, a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX, estas desaparezcan
casi en su totalidad de las cartografías oficiales de la ciudad.
Un hito importante en este proceso es el terremoto de 1906,
el cual generó una visibilización brutal de la “clase obrera”
en los espacios públicos del plan de la ciudad, causada por
la destrucción de los conventillos donde habitaban, lo cual,
propició una migración masiva de las familias hacia las partes
altas de los cerros y quebradas (Rubio, 2007).
Este proceso histórico de invisibilización socio-espacial de
las quebradas de Valparaíso se funda en el imaginario colectivo
negativo que se ha construido históricamente en torno a estos
territorios. Imaginario que tiene su origen en los relatos de
historiadores y viajeros que escribieron sobre Valparaíso y,
tangencialmente, se refirieron a las quebradas y las señalaron y
las fijaron como los espacios de vida de las clases populares.
Max Radiguet en la Revue des deux mondes escribe un artículo
titulado “Valparaíso et la société Chilienne”, donde señala que
“En el puerto, la ciudad se presenta bajo uno de sus más extraños
y siniestros aspectos. Entre los tres cerros se extienden ‘les
ravins’ llamadas quebradas. Nada es más miserable que las
habitaciones apiñadas en estas quebradas, surcos profundos de la
montaña, donde fermentan toda clase de restos impuros. Las casas,
bajas y horribles pegadas por un lado al suelo, sostenidas por
el otro sobre estacas dispuestas a manera de pilares, escalan
desordenadas, sin aproblemarse por la vecindad. Aquí, una puerta
se abre sobre un techo; una chimenea vomita torrentes de humo
negro en una ventana abierta; allá las cuerdas colgadas soportan
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harapos, horrorosos andrajos; en fin senderos tortuosos, rotos
y solamente indicados por el uso, algunas planchas estrechas y
vacilantes, conducen a ciertos antros donde los murciélagos y
los Lazzaroni de Valparaíso solo pueden entrar en la noche. Esta
parte de la ciudad es, por lo tanto, “el dorado” de los marinos
extranjeros” (1847:62). Vicente Carvallo, historiador chileno,
refiriéndose a los porteños y a sus viviendas señala que “Por
excavaciones hacen pequeños planos en que fabrican sus casas
pequeñas y muy incómodas” (Vicuña Mackenna, 1936:104). Ugarte
Yávar en su obra Valparaíso 1536-1910. Recopilación histórica,
comercial y social escribe que, hacia 1722 “La moralidad en el
Puerto era desconocida y las indias, en chinganas establecidas en
el fondo de las quebradas, hacían lujo de sus liviandades con la
plebe y los marineros de los buques” (1910: 102). Vicuña Mackenna
en su obra Historia de Valparaíso, en el segundo tomo, señala
que “en el fondo de sus cauces se escondían cien nauseabundas
pulperías y chinganas en que los indios y sus hijas servían a la
plebe de la bahía el festín de las más repugnantes liviandades”
(1936: 534). Edwards Bello (1934), en su obra El bombardeo de
Valparaíso y su época, señala que la ciudad de Valparaíso, hacia
1865, mostraba una clara inequidad y segregación socio-espacial
y señala que “la ola europea triunfante, va repeliendo hasta las
quebradas pobres a los residuos o sobrevivientes de changos,
mulatos y mestizos” (Calderón, 2001: 271). El diario El Mercurio
del 7 de abril de 1907, escribía en cuanto a la densificación
de los cerros de Valparaíso y señalaba que “sin contar las
terribles quebradas a donde no se atreve a ir siquiera la policía
como la de Los Litres, Las Cañas, La Calaguala y otros barrios
extramuros” (Rubio, 2007: 76).
Estos relatos, finalmente, se fueron anclando y enraizando poco
a poco en el imaginario colectivo de porteños y foráneos y,
sobre todo, en los técnicos y profesionales que inciden en la
planificación urbana de la ciudad. Sin embargo, las quebradas,
en cuanto unidades urbanas, se han constituido como lugares de
habitación de un grupo socialmente invisibilizado, pero que, por
el contrario, ha sabido desarrollar y consolidar allí su hábitat
desde la carencia.
Henri Lefebvre en su obra La production de l’espace planteó
una diferenciación entre el “espacio dominado” y el “espacio
apropiado”, definiendo los espacios dominados como los espacios
que fueron transformados por una técnica y una práctica precisa
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asociadas al poder político, un ejemplo, la arquitectura militar,
las fortificaciones, canalizaciones de ríos, etc. y en la época
moderna esto estaría representado con la auto-ruta y los edificios
de hormigón armado. Y como contraposición, definió el espacio
apropiado como “un espacio natural modificado para servir a las
necesidades y posibilidades de un grupo (la choza, el iglú, la
cabaña)” (2000: 193). En este caso consideramos que el hábitat
informal presente en las quebradas es una apropiación socio-
espacial, que se materializa mediante prácticas autogestionarias,
como la autoconstrucción y la auto-urbanización.
Para Gasnier, la apropiación es “un uso social, testimonio
de una relación estrecha entre los hombres y el espacio para
satisfacer diferentes necesidades (exhibición, contestación,
sociabilización, reivindicación)” (2004: 53). Esta apropiación
socio-espacial de las quebradas se constituye en una ausencia
de todo, Moles & Rohmer (1978) afirman que el hombre aprehende
el espacio apropiándoselo. En las quebradas es la aprehensión
de un territorio no planificado, desestimado e invisibilizado,
donde los habitantes han desarrollado variadas formas de asirlo,
tomarlo, manejarlo, ordenarlo y consolidarlo.
Desde esta perspectiva, contraria al estigma que han cargado
por años las quebradas, y en pos de visibilizar sus dinámicas y
procesos de apropiación, es que este libro presenta y recurre
a sus actores principales, “sus habitantes”, quienes mediante
sus relatos evidenciaron y revelaron, desde sus experiencias
vividas, sus expectativas y sus proyectos, las representaciones
e imaginarios que ellos poseen de estos territorios.
Hoy en día, internacionalmente, frente al desarrollo desenfrenado
de viviendas por medio de la informalidad, el estudio de este
fenómeno (hábitat informal) ha adquirido una real importancia,
tanto en las investigaciones urbanas como sociales actuales, donde
las temáticas desarrolladas guardan relación con la intención
de reintegrar estas formas habitables al medio urbano y, por
sobre todo, a la cultura arquitectónica, rescatando sus valores
sociales y espaciales, reconociendo el carácter y germen de una
auténtica arquitectura local. Autores como Edésio Fernández,
John Turner, Jorge Mario Jáuregui, Teolinda Bolívar, Esther
Wiesenfeld, Mauricio Hernández, Alicia Lindón & Daniel Hiernaux,
Paola Berenstein, Jean Paul Loubes, Michel Agier, Gouverneur,
entre otros, consideran que los asentamientos informales
latinoamericanos, antes que todo, son una construcción social
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en permanente evolución. John Turner, ya en los años setenta
y a partir de su estudio en Perú, enunciaba que esta forma de
producción del hábitat debía ser tomada en consideración para
las futuras intervenciones urbanas en la ciudad. Además, que la
participación de los usuarios o habitantes era esencial en las
políticas de vivienda que pretendían proponer un mejoramiento a
este tipo de hábitat.
Finalmente, debemos señalar que la investigación en torno a las
quebradas y, específicamente, de los asentamientos informales
presentes en ellas, aún se encuentra en un estado embrionario.
Sólo existen cuatro referencias que abordan el sujeto de manera
tangencial: Luis Álvarez (2001), en su artículo “Origen de los
espacios públicos en Valparaíso: discurso higienista y las
condiciones ambientales en el siglo XIX”; Giulietta Fadda y
Alejandra Cortés, investigación FONDECYT 1061179 “Calidad de
vida del adulto mayor en el hábitat urbano: estudio del caso
de Valparaíso”; Hugo Romero, investigación FONDECYT 1080080
“Sustentabilidad ambiental urbana, justicia socio ambiental
y escenarios de calidad de vida futura en las metrópolis de
Santiago-Valparaíso y en la ciudad intermedia de Chillán”; Paula
Kapstein, en su artículo “Análisis de asentamientos precarios en
Valparaíso y su incidencia en el crecimiento urbano” (2004), en
el marco de su investigación doctoral “La periferia interior.
Un problema de vulnerabilidad no resuelto por el planeamiento
urbano en Chile” (2009).
De esta manera, la presente investigación aborda exclusivamente
el hábitat informal presente en las quebradas de Valparaíso desde
la perspectiva de sus habitantes. Sin embargo, ante la reflexión
de cómo afrontar el estudio de estos territorios y con el objetivo
de entender sus lógicas y procesos de conformación, se determina
que solo es posible mediante una mirada interdisciplinaria, con
un enfoque cualitativo que movilice, conjuntamente, herramientas
de la arquitectura y de la etnología, con el objetivo de asir
la mayor cantidad de variables posibles, que nos permitan
conocer los procesos sociales y espaciales que influyeron en la
ocupación, construcción, transformación y consolidación de estos
territorios.
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Figura 1: Quebrada de Sant’Elias Valparaíso, 1834. Conrad Martens. Fuente: The
British Museum, numero de orden FI-000668898, 1868, 1114.378AN303554.
Figura 2: Quebrada de San Agustine Valparaíso, 1834. Conrad Martens. Fuente: The
British Museum, numero de orden FI-000668904, 1868,1114.372AN303531.
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1
C a p í t u l o
19
Sin embargo, en los instrumentos de planificación territorial
no existe una definición clara de qué es una quebrada en un
contexto urbano. Desde el punto de vista normativo en el cual se
encuentran las quebradas de Valparaíso, hoy en día es difuso y
escueto, según la Ordenanza Municipal re-difundida en el 2010,
del PRV, que en el artículo n°24 define como zona G: aéreas
verdes, plazas y paseos-miradores. Según esta zonificación del
PRV-O1, las quebradas corresponderían a dicha zona, como lo
explicita el artículo n°25, donde se detallan los usos permitidos
y los prohibidos de la ZONA G. Como usos permitidos menciona:
“áreas verdes, plazas, parques, jardines, paseos miradores,
quebradas y en general usos que propendan a la recreación y el
esparcimiento, (juegos infantiles) entre otros”.
Anteriormente, la Ordenanza difundida el 21 de marzo del 2005,
solo se refería a ciertas restricciones que regían en estas
áreas de la ciudad; en su artículo 22-d señalaba que:
“Las fajas comprendidas dentro de 5m a cada lado del eje de las
quebradas graficadas en el plano PRV-01 (modificado por P.I.V.).
Deberán permanecer libres de edificación de cualquier tipo,
permitiéndose solamente obras de proyección de las aguas lluvias
y las propias a la infraestructura vial, incluyendo veredas y
paseos peatonales”.
De este artículo se subentendía que esta restricción, aplicaba
solo para las quebradas graficadas en el PRV-01; sin embargo,
aquí cabe preguntarse: ¿y qué sucede con las quebradas que no
están graficadas en el PRV-01? ¿Dejan de ser quebradas y, por
ende, no aplica tal restricción?
A su vez, la Ordenanza re-difundida en marzo de 2011, elimina
la explicación del art. 22-d y nos deriva al decreto N°103 del
MINVU, el cual modificó el Plan Intercomunal de Valparaíso. Así,
en el artículo único del Decreto Nº 103 se señala que:
“En los casos en que el escurrimiento de las aguas sea intermitente
u ocasional (que es el caso de las quebradas de Valparaíso),
la Quebrada estará constituida por su fondo y faldeos laterales
que queden incluidos en fajas no inferiores a 30 m horizontales
medidos a cada lado de su eje. Estas fajas podrán disminuirse
a 15 m horizontales cada una, en el caso que los faldeos
correspondientes tengan una pendiente inferior a 40°”5.
Tanto a nivel comunal como intercomunal, cada una de las
ordenanzas son claras en definir las fajas de restricción en las
5 Plan regulador comunal de Valparaíso, Ordenanza local refundida, 2011, Tipo Norma:
Decreto 103 Fecha Publicación: 03-08-1987, Fecha Promulgación: 08-07-1987.
20
quebradas, sin embargo, esta medida es insuficiente, si se quiere
realizar un manejo integral de estos territorios de las ciudad.
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2.0- ¿Cuántas quebradas hay en Valparaíso?
22
este último se encuentra en un estado de impermeabilización
extrema. Las laderas de los cerros exhiben una durcificación
en relación con su suelo natural, materializado en zócalos en
piedra y terrazas en hormigón. Esta zona corresponde a lo que el
PRC define como “cerros fundacionales”, primera parte habitada
de los cerros. Todos los fondos de quebradas de este tramo
comenzaron a ser canalizados a finales del siglo XIX, al momento
de la construcción del camino Cintura. Por consecuencia, ellas
se constituyen como las principales vías de acceso hacia los
cerros.
Sin embargo, es de nuestro interés el segundo tramo, el cual
llamaremos Quebradas No-consolidadas. Son todas aquellas
quebradas que se extienden desde el Camino Cintura —por sobre
la cota 100— hacia el sur de la ciudad, limitando con el camino
la Pólvora (430 msnm). Como lo mencionamos anteriormente,
uno de los indicios de la durcificación o solidificación es la
definición de los límites, entre el espacio privado (familiar) y
el espacio público (colectivo) de la calle. Por el contrario,
las quebradas no consolidadas presentan una durcificación muy
baja, la capa vegetal del suelo está aún presente y existe una
ausencia de muros de contención y de pavimentos. La red viaria
es mayoritariamente en tierra, y la definición de los límites
entre la propiedad privada y pública es ambigua, irregular y
aleatoria. Es decir, las quebradas presentan un estado semi-
natural con una considerable degradación ambiental, resultado
de la acción antrópica no planificada. Si recorremos todas
aquellas quebradas de este segundo tramo, nos percataremos que
todas están habitadas, y el hábitat es de carácter mixto, una
mezcla de asentamientos formales e informales; sin embargo —y
en contradicción con lo anterior—, gran parte de estas áreas
de la ciudad son consideradas por el PRC como áreas verdes. En
cuanto a las obras hidráulicas, en este tramo las quebradas no
están abovedadas; sólo existe un sistema de contención de aguas
lluvias mediante muros desarenadores, que suman 37 en total.
23
Figura 5: Cartografía de 43 quebradas identificadas.
24
Figura 6: Cartografía que muestra la zona de los cerros fundacionales y las
quebradas consolidadas versus las quebradas no-consolidadas.
25
Figura 7: Cartografía de los 29 cauces subterráneos, y 27 desarenadores situados
en diferentes quebradas, Fuente cartográfica D.G.A. I.Municipalidad de Valparaíso.
26
Figura 8: Fotografía de dos quebradas, a la derecha quebrada consolidada El Litre
y a la izquierda quebrada no consolidada, Las Chanas.
27
4.0- Selección de tres quebradas: Las Chanas, La Rinconada,
Las Cañas.
28
con los materiales utilizados y con la superficie construida,
se evaluó las características materiales de las viviendas y
sus técnicas constructivas, así como los diferentes materiales
empleados. Por ejemplo, algunas quebradas exhiben viviendas
en albañilería armada, mientras que otras viviendas son muy
precarias con materiales de recuperación.
d. Degradación ambiental y contaminación: generada por la
carencia de redes de alcantarillado para la totalidad de las
viviendas existentes, y por la presencia de micro basurales.
Por lo tanto, los cuatro aspectos analizados en cada una de las
12 quebradas, definen tres niveles de consolidación.
1-Consolidación primaria: Corresponde a la construcción del
refugio básico, que asegura la tenencia del sitio. La construcción
de la vivienda está poco desarrollada, suele ser una pieza o una
mediagua, construidas con materiales de recuperación y que da
cobijo a toda la familia. En una sola pieza se desarrollan todas
las actividades de la vida cotidiana. Normalmente, las quebradas
en estado primario carecen de uno o más servicios básicos y la
conectividad al interior de la quebrada es mala.
2-Consolidación secundaria: Implica la evolución,
incremento y mejora del refugio básico, generado por la necesidad
de mejorar la calidad de vida; es la etapa donde habitualmente
se asegura la tenencia del sitio, es decir, se busca su
regularización. Habitualmente, en las quebradas de consolidación
secundaria, un porcentaje de las viviendas carece solo de un
servicio básico (red de alcantarillado), y la conectividad al
interior de ellas es regular.
3-Consolidación terciaria: La consolidación se revela
tanto a nivel de la vivienda, como del espacio público, el cual
logra consolidarse mediante la autogestión de los habitantes. Es
decir, existe una preocupación de cómo acceder a la vivienda y cómo
esta se conecta con la ciudad. La vivienda presenta mejoras tanto
a nivel estructural como material, expresado en la uniformidad
de los materiales utilizados. Existe una preocupación por el
entorno inmediato a la vivienda, lo cual influye directamente
en la consolidación de los espacios públicos. En esta etapa se
implementan, por lo tanto, la totalidad de los servicios básicos
y la conectividad al interior de la quebrada es buena.
A partir de lo anterior, se clasifican las 12 quebradas según su
nivel de consolidación, para luego seleccionar tres quebradas
representativas de cada uno de los niveles. La Rinconada
29
(consolidación primaria), Las Chanas (consolidación secundaria),
Las Cañas (consolidación terciaria).
30
sitúa en un sector donde aún existía, antes del incendio, una
exuberante vegetación, debido a que los terrenos colindantes
son dos fundos privadas: el Fundo Pajonal y el Fundo Santa Rosa
de Pajonal. Característica que se reveló como una gran amenaza
a la hora del incendio de abril del 2014, porque al no existir
regulación sobre la distancia mínima entre áreas boscosas y
áreas habitadas, el incendio se propagó rápidamente hacia el
sector de las viviendas, lo que generó una degradación ambiental
significativa.
31
-Calidad y apariencia estética de las viviendas.
En relación con la calidad constructiva, la mayoría de las
viviendas presenta una buena calidad; sin embargo, en relación
con la estética, estas aparentemente son muy antiguas y con poca
mantención.
-Degradación ambiental y contaminación. En cuanto a
la degradación ambiental, la quebrada presenta una grave
contaminación por aguas servidas, debido a que alrededor del 40%
de las viviendas no está conectada al sistema de alcantarillado.
32
familias numerosas. Así, también existe una clara delimitación
entre los espacios sitios y los espacios públicos. Cada habitante
se ha dedicado a delimitar lo que le pertenece, lo que nos revela
un indicio sobre el tipo de tenencia de los sitios que aquí
prima. Hoy post-incendio, muchas familias han reconstruido sus
viviendas tratando de alcanzar el estado de consolidación previa
que poseían sus viviendas, sin embargo, muchas otras familias
dejaron la quebrada.
-Degradación ambiental y contaminación. Las Cañas posee
un número mínimo de viviendas que no están conectadas a la red
de alcantarillados, menor al 10%.
33
2
C a p í t u l o
Relatos de vida
1.0- Metodología
35
de Valparaíso), cuenta y desarrolla su discurso en relación
con una consigna inaugural. En nuestro caso, la consigna o la
única pregunta planteada a los entrevistados fue: ¿Podría usted
contarme su historia, cómo llegó a vivir a la quebrada y cómo
construyó su casa?
La consigna inaugural tiene por objetivo enmarcar la realidad
social estudiada, tratando de asir una parte de la experiencia de
los habitantes de las quebradas, específicamente las experiencias
relacionadas con la construcción y consolidación de sus hábitats.
De esta manera la consigna inaugural actúa como el ‘filtro’ a través
del cual puede seleccionar “inconscientemente en el universo
semántico, la suma interna de sus experiencias, y que sería
capaz de cumplir con las expectativas del investigador”(Bertaux,
2010:48). Así, el relato de vida es construido por el habitante y
aprehendido por el investigador con una intención de conocimiento
específico.
De esta manera, el estudio de la realidad social de las quebradas
de Valparaíso, mediante el método del relato de vida resultó ser
muy eficaz, ya que hemos sido capaces de captar y comprender una
variedad de situaciones, acontecimientos, acciones y proyectos,
desde la experiencia de sus habitantes. Esto nos permitió
comprender la lógica interna de cómo fueron construidos social
y espacialmente estos territorios en la ciudad, tanto a nivel
familiar como comunitario.
36
develadas, maximiza la incorporación de condiciones y valores
locales que eventualmente podrían transferirse a otros contextos”
(2001: 152). En nuestro caso, el objetivo era recoger el máximo
de puntos de vista posible para obtener una diversidad de
posiciones y opiniones. Desde estos diferentes puntos de vista,
hemos reconocido repeticiones, reiteraciones y contradicciones
en los discursos recogidos: por ejemplo, personas que han llegado
a vivir en una quebrada, pero que quieren salir de allí, y otros
que, por el contrario, no se imaginan vivir en otro lugar.
Ante esta realidad, establecimos cuatro categorías de informantes,
que desde sus propias opiniones fueron alimentados y dieron
forma a la historia común de cada una de estas quebradas. Los
grupos de informantes son:
-Los habitantes fundadores (HF)
Este grupo está conformado por las primeras familias que
llegaron a las quebradas y que han sido testigos de los primeros
cambios, tanto espaciales como sociales. Estos informantes han
sido testigos del poblamiento progresivo de la quebrada. Por lo
tanto, son informantes que nos aportaron datos claves en lo que
respecta a la línea de tiempo de ocupación de las quebradas.
-Los habitantes de conjuntos residenciales familiares (HCRF)
En segundo lugar, reconocimos una forma particular de apropiación y
gestión del espacio mediante “Conjuntos Residenciales Familiares
(CRF)” (Pino, 2012), entendido en el sentido propuesto por Michel
Agier (2009) que se refiere a como las familias se recomponen
en el espacio urbano y se mantienen conectadas, teniendo varias
ramificaciones residenciales. (Agier, 2009).
Estos informantes fueron elementos clave para la comprensión
de los mecanismos de apropiación y construcción del espacio
construido, revelando una organización social que resulta de una
estructura de familias extendidas8 que da cuenta de un estilo
de vida reflejado físicamente en esta particular tipología del
hábitat de las quebradas (CRF). Con el HCRF, la diversidad de las
posturas se define por distintas generaciones de entrevistados,
estableciendo un arco temporal que puede ir hasta cinco
generaciones sucesivas.
-Los habitantes dirigentes sociales (HD)
En tercer lugar, buscamos personas que formaran parte de una
organización social y con un rol importante en la comunidad,
8 Una familia extendida (Familia extendida) para el censo nacional Chile Glosario es un
tipo de familia basada en los lazos consanguíneos de mucha gente. Incluye padres, hijos, abuelos,
tíos, tías, sobrinos, primos y otros. http://www.bcn.cl/ecivica/concefamil
37
como por ejemplo, los dirigentes o representantes sociales, los
miembros de las juntas de vecinos o los coordinadores municipales.
La elección de estos informantes apuntó a develar si existía
o no un tipo de organización social en el interior de las
quebradas. Esto nos permitió conocer el nivel de participación
de los habitantes sobre proyectos y objetivos en común. La
incorporación del HD nos aportó el marco administrativo y/u
organizacional, proceso ausente en el origen de una toma en una
quebrada, donde su forma de apropiación es de carácter familiar
informal y no necesariamente colectiva. La variedad de posiciones
encontradas entre los HD obedece a la función que desarrollan en
la actualidad. Existen informantes que participan activamente en
la función administrativa y otros que son más bien disidentes,
es decir, que han abandonado o renunciado a sus cargos9.
-Los habitantes nuevos (HN)
En cuarto lugar, hemos buscado a los recién llegados. En
promedio, las quebradas tienen una antigüedad de ocupación del
orden de 30 años. La mayoría de las familias se conocen desde
hace años y han construido una historia en común. Además, la
movilidad residencial es baja, es decir, muy pocas familias de
las quebradas se van vivir a otro lugar. Frente a esta aparente
cohesión de grupo, nos pareció importante integrar a la minoría
de los recién llegados, teniendo en cuenta que podrían aportar un
punto de vista opuesto al de los habitantes fundadores, quienes
están emocionalmente vinculados a estos territorios. Por lo
tanto, el objetivo fue revelar si los nuevos habitantes poseían
o no las mismas representaciones sociales que los fundadores.
También esta visión nos permitió identificar opiniones negativas
sobre el hecho de vivir en una quebrada, lo que, sin lugar a
dudas, es producto de una visión, que al ser desprovista del peso
de la historia, tiende a ser más objetiva.
Análisis temático
El análisis del contenido de las entrevistas se realizó mediante
un análisis temático. El objetivo de este análisis como método de
análisis de contenido, es de identificar las unidades semánticas
que constituyen el universo del enunciado. En estas condiciones,
se trata de producir una reformulación del contenido del enunciado
bajo una forma condensada y formal. Para realizar esta tarea, se
procede en dos etapas: la identificación de las ideas significativas
y su categorización. Así, mediante la categorización, obtenemos
9 Cabe señalar que estas personas son elegidas democráticamente por el voto y son de
carácter voluntario.
38
una modalidad práctica para el tratamiento de la información que
tenemos a granel (Negura, 2006).
39
Teolinda Bolívar describe los barrios informales de Caracas
como el reflejo de “la sumatoria de las múltiples intervenciones
y transformaciones que se van produciendo en momentos distintos
[…] como una obra en permanente construcción” (Meza, 2009: 84),
intervenciones que, indudablemente, son el resultado de un
complejo proceso de sociabilización. Alicia Lindón explica que
“La idea de que el territorio es construido socialmente no se
refiere al sentido material de la palabra construir, sino que a la
construcción de una microsociedad y un territorio por parte de
los habitantes locales” (Lindón, 2002: 31). Pierre Jeudy (2001),
en relación con las favelas, señala que “La arquitectura de las
favelas toma toda su relevancia estética en su relación implícita
asociada a la vida cultural y social que refleja. Es sin lugar
a dudas una de las fortalezas de su concepción arquitectónica
–sin arquitectos- que hace que el hábitat sea un acto cultural
colectivo y singular” (en Berenstein 2001: 7).
El estudio de este fenómeno adquiere una real importancia en las
investigaciones urbanas y sociales actuales, donde las temáticas
desarrolladas guardan relación con la intención de reintegrar
estas formas de habitar el medio urbano y, por sobre todo,
su cultura arquitectónica, rescatando sus valores estéticos,
sociales y de micro-economías, reconociendo en el hábitat
informal un carácter y germen de una auténtica arquitectura
local. Autores como Berenstein Jacques, Bolívar, Wiesenfeld,
Hernández, Loubes, Jáuregui, Turner, Lindón, Agier, Gouverneur,
Etcheverri, consideran que los asentamientos informales
latinoamericanos, antes que todo, son una construcción social en
permanente evolución.
Las quebradas de Valparaíso como paisajes son el resultado de
una construcción social del espacio. Entendemos la quebrada como
un paisaje, en el sentido expresado por Joan Nogué: “el paisaje
puede interpretarse como un producto social, como el resultado
de una transformación colectiva de la naturaleza y como la
proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado”
(2007: 12). Y agrega que los paisajes son construidos y responden
a una lógica propia que busca transmitir una determinada forma
de aprehensión y de apropiación del espacio.
Las quebradas, en este sentido, han sido formadas y construidas
socialmente por sus propios habitantes, mediante un hábitat de
carácter informal, el cual es el producto de una determinada
forma de apropiarse el espacio, mediante prácticas cotidianas
40
socio-espaciales.
El hábitat informal, en tanto que construcción socio-espacial,
nace y evoluciona a partir de la proyección en el espacio de
todos los aspectos culturales, materiales, sociales, simbólicos
y espirituales, así como también de los sentimientos, emociones,
deseos, sueños y valores compartidos por el grupo de los
habitantes de las quebradas. De esta manera consideramos que
el hábitat informal genera códigos implícitos (sociales) y
explícitos (materiales), que permiten apropiarse del espacio de
la quebrada.
Serfaty-Garzon señala que “La apropiación es a la vez la
aprehensión del objeto y una dinámica de acción sobre el mundo
material y social con la intención de construir el sujeto”
(2003: 27-30).
Así, entendemos la apropiación del espacio como un proceso que
abarca tanto los aspectos socio-culturales como los aspectos
espaciales–materiales, y que en este caso permiten la aprensión de
los diferentes aspectos constituyentes de la realidad del hábitat
informal. Moles & Rohmer (1978) plantean que el hombre aprehende
el espacio apropiándoselo. Es decir, en la medida en que los
habitantes se apropian de las quebradas construyen un conocimiento,
el cual proviene tanto de prácticas y representaciones sociales,
como de prácticas materiales concretas.
La apropiación, por lo tanto, no sólo tiene un carácter
instrumental, sino también uno simbólico expresivo. El proceso
de apropiación sería entonces consubstancial al territorio.
Es un proceso marcado por conflictos, que permiten explicar de
qué manera el territorio es producido, regulado y protegido en
relación con los intereses de los grupos (Giménez, 2001).
Así, la apropiación de un espacio no implica necesariamente
apropiarse físicamente de un lugar, ya que podemos apropiarnos de
un espacio o de un lugar mediante las representaciones sociales
que circulan en torno a ellos. Moles&Rohmer agregan que: “Una
apropiación del espacio no es necesariamente la apropiación de
un lugar [...] sino la extensión de un control permitiendo al
individuo dominar su entorno, en lugar de ser dominado por este”
(1978: 57).
Esta apropiación inmaterial (aspectos socio-simbólicos) que
permite a un individuo dominar su entorno, es una apropiación en
el sentido cultural, en la medida que se asimilan, se transmiten
y se comparten representaciones e imaginarios que circulan en
41
torno a un lugar, a un hecho, a una acción, a una actitud o a
una situación determinada.
Por lo tanto, entendemos la apropiación de la quebrada como un
proceso socio-espacial10. Por una parte, los habitantes, mediante
las representaciones sociales y el imaginario colectivo, se
apropian socialmente del espacio, construyendo así un significado
que les permite actuar y posesionarse con respecto al mundo
“externo” a la quebrada. Y, por otra parte, se apropian
materialmente del espacio, mediante la auto-construcción de la
vivienda y la auto-urbanización del espacio público. Ambas formas
de apropiación legitiman y afirman la decisión de habitar en las
quebradas, construyendo de esta manera su identidad individual
y colectiva.
Esta apropiación del espacio, en tanto que proceso socio-espacial,
genera diferentes territorios de apropiación, entendiendo un
territorio como el espacio apropiado por un grupo social y
soporte de la identidad individual y colectiva (Fournier, 2007).
Yves Barel define el territorio como el “entorno de vida, de
pensamiento y de acción en el cual y gracias al cual un individuo
o un grupo se reconoce, dota lo que lo rodea de sentido y se
dota a sí mismo de sentido, desatando un proceso identificatorio
e identitario” (Tizon, 1996: 21).
De esta manera, el territorio, en tanto que espacio apropiado,
es de naturaleza multiescalar e intersubjetiva, es decir, puede
ser aprehendido a diferentes escalas, donde el territorio más
elemental sería la casa y el más global sería el vasto mundo
exterior (Rapoport, 1969). En este sentido, los habitantes de
las quebradas definen y construyen una serie de territorios de
aproximación a la realidad, a partir de los cuales definen su
identidad y legitiman el hecho de habitar una quebrada.
Moles & Rohmer definieron estos territorios de aproximación como
las “coquilles” (caparazones) del ser humano. Distinguiendo
nueve caparazones11 o esferas de proximidad, desde las cuales el
hombre actúa y se relaciona con el entorno.
En el caso de los habitantes de las quebradas, estas “caparazones”
las entendemos como diferentes territorios de acción, de dominio,
10 Henri Raymond, en relación con el hábitat residencial, define la apropiación (de
hábitat) como “todas las prácticas y, en particular, las marcas que le dan las cualidades
de lugar personal”. En este enfoque, el marcado por la disposición de los objetos o las
intervenciones en el espacio vital se considera como “el mayor aspecto de apropiación material”.
Los modelos de apropiación se asimilan en “disposiciones que engendran prácticas” en el sentido
del habitus de Pierre Bourdieu.
11 Las nueve “coquilles” definidas por Moles son: el cuerpo, el gesto, el dormitorio, el
apartamento o la casa, el barrio, la ciudad, la región, la nación y el vasto universo.
42
de aprehensión y de apropiación del espacio, los cuales delimitan
una posición y una relación dialéctica entre el mundo interior
de la quebrada y el mundo exterior a ella. De esta manera se
define la realidad en la cual está inmerso el hábitat informal.
En los relatos de vida de los habitantes de las quebradas
aparecen implícitamente cuatro territorios de aproximación que
abarcan diferentes escalas: Estado, ciudad, barrio y casa.
Así, a partir de la relación dialéctica que se genera con cada
una de estas escalas, definimos los territorios como: Quebrada-
Estado, Quebrada-ciudad, Quebrada-barrio, Quebrada-casa.
Definiendo la relación entre la quebrada –en tanto que paisaje y
lugar de expresión- con cada una de las escalas territoriales
mencionadas.
Grosso modo, podemos decir que los tres primeros territorios son
extra familiares, pues se sustentan en las representaciones e
imaginarios colectivos que son compartidos y transmitidos por
el grupo. Y el último es más bien intra familiar, sin que ello
excluya las representaciones colectivas que tienen una influencia
directa en el núcleo familiar.
43
3
C a p í t u l o
45
de las quebradas están íntimamente ligados con las trayectorias
residenciales de cada familia.
Además, los relatos de vida nos revelaron que existen
recurrencias en las trayectorias residenciales de los habitantes
de las quebradas. Sin importar en la quebrada que habiten, se
reconocen coincidencias en relación con los procesos vividos
por las familias, en cuanto al lugar de procedencia y al
tipo de alojamiento previo a la toma. Estas recurrencias en
las trayectorias residenciales dejan entrever las causas de
ocupación, a partir de las cuales hemos logrado diferenciar tres
grupos de trayectorias residenciales.
a) El primer grupo está compuesto por aquellas familias que
consideran que la quebrada es su lugar de origen, es decir,
aquellos que mencionan haber “nacido” en la quebrada. Sus padres
o abuelos ocuparon estos espacios de la ciudad, por lo cual la
quebrada ha sido su único hogar, barrio y forma de vida conocida.
La frase comúnmente utilizada por los habitantes que pertenecen
a este grupo es: “yo nací aquí”.
b) El segundo grupo está compuesto por las familias que previamente
a la toma de terreno en la quebrada habitaban en otro cerro, en otra
quebrada o en el plan de la ciudad. Su condición habitacional era
de arrendatarios de piezas en viviendas colectivas o conventillos
-que aún existen- en Valparaíso, o de allegados en la vivienda
de algún familiar o amigo. En este caso, la toma de terreno se
visualiza como una solución accesible y viable ante la carencia
de habitación y, por ende, representa la posibilidad de devenir
algún día propietario. Esta trayectoria residencial se expresa
mediante las siguientes frases: “yo estaba aburrido de estar de
allegado”, “yo quería ser propietario”.
c) El tercer grupo está compuesto por las familias que llegaron
a una quebrada desde otra región o comuna a Valparaíso, en busca
de nuevas oportunidades laborales. Circunstancia por la cual se
instalaron en una quebrada por elección o porque fue la única
opción de habitación que tuvieron frente a su condición de
migrantes. La frase comúnmente utilizada por los habitantes que
pertenecen a este grupo es: “yo llegué aquí buscando trabajo”.
Antes de comenzar las entrevistas, los procesos sociales que
motivaron la ocupación de las quebradas parecían obedecer sólo
a una causa: la falta de medios económicos de las familias
residentes. Sin embargo, gracias a la historia particular de
cada familia entrevistada, pudimos comprender la complejidad de
46
la situación, y dilucidar los procesos y dinámicas que motivaron
a las familias a tomar la decisión de habitar y de autoconstruir
su casa en una quebrada.
47
fueron una de las últimas familias que llegaron a esta quebrada
y que aún no logran regularizar la tenencia de su sitio.
“Nosotros después del terremoto del 85 (1985) no queríamos
seguir de allegados, queríamos tener algo propio, algo de
nosotros, para los niños, por eso nos metimos aquí. Nosotros
no podíamos seguir en una sola pieza; esto a nosotros nos
costó” (HN, hombre 53 años, quebrada Las Cañas).
48
“A mí no me quedó otra, si mi jubilación no me alcanza para
arrendar, aquí de a poquito hemos construido esta chocita con mi
esposo […] y para la ficha CAS no me alcanza, porque ve usted que
soy vieja y si yo no tengo ya niños que cuidar, no tengo derecho a
nada, ¿así que qué voy hacer? Quedarme aquí no más. Desde siempre
hemos querido ser propietarios. Estamos aquí, pero tememos que
un día alguien nos diga que debamos irnos, cómo ocurrió la última
vez con la construcción de la Avenida Alemania” (HF, Mujer 76
años, quebrada La Rinconada).
49
De esta manera, cuando una persona se apropia materialmente de
un sito, es decir, lo ocupa físicamente y construye un recinto
habitable en él, esto no le garantiza ser propietario, puesto
que el ocupante siempre puede ser expulsado si aparece el real
propietario del sitio. Esto es habitual cuando los sitios poseen
una tasación fiscal importante, porque los grandes propietarios
especulan en relación con este fenómeno.
En cierta época era habitual que los propietarios dejaran “hacer”
o realizar tomas de terreno en sus propiedades, puesto que sabían
que, a largo plazo, el Estado podría intervenir proveyendo de
servicios básicos a la toma de terreno con el objetivo de
mejorar la calidad de vida de sus ocupantes, lo que implicaba
una plusvalía de los terrenos.
Por ejemplo, en las tradicionales tomas de terreno en la ciudad
de Santiago, estas se localizaban en grandes terrenos agrícolas,
y debían organizarse porque los dueños de los terrenos se
presentaban de forma inmediata tratando de expulsar a las
personas.
De esta manera, el acto o hecho de “tomarse” un terreno en
una quebrada, se concibe como una ocupación viable, con más
posibilidades de permanencia, ya que las quebradas se presentan
como territorios de bajo avalúo fiscal, de fácil acceso, sin control
municipal efectivo, con poca o nula oposición de propietarios
privados12, y por ser territorios históricamente estigmatizados.
En el caso de la quebrada La Rinconada, por ejemplo, la toma
situada en los olivos bajos, medios y altos, es una gran propiedad
que pertenece, según los habitantes, a una familia de Santiago,
la cual fue identificada por la ONG Un Techo para Chile en una
ocasión que se construían mediaguas en el sector. Sin embargo la
familia no tenía interés alguno en el sitio, pero tampoco, quería
deshacerse de él. En definitiva se especula con los sitios cuando
se ve que ya están ocupados y que representan una posibilidad
de negocio entre el privado y el Estado, el que con el fin de
solucionar el tema ofrece, la mayoría de las veces, la compra de
los sitios a sus dueños.
Esto lo relata la señora Juana Núñez de la quebrada La Rinconada:
“Este es el fundo Santa Rosa de Pajonal, el del frente es el
Pajonal, son distintos dueños, y acá era dueña una viejita, que
dejó un grupo de 17 herederos, y de los 17 herederos, nosotros
12 Existen casos paradigmáticos, como en algunas quebradas donde los supuestos dueños
nunca aparecieron u otras, como en La Rinconada en el sector de los olivos bajos, altos y medios,
donde más de 150 familias aún ocupan terrenos privados y del SERVIU sin ser regularizados. Con
propietarios reconocidos y que incluso viven en las inmediaciones de la toma. O el caso de
Rocuant, donde nunca se pudo verificar el dueño y finalmente se regularizaron todas las tomas.
50
encontramos a una doctora en Santiago, pero ella no quiere saber
nada de esto, porque dice que para poder vender tienen que estar
todos juntos, y creo que andan para España para Suecia, así que
tendría que ser el gobierno no más. Que el gobierno pesque y
diga a tantas familias se les va a vender como están, o los mt2
que les correspondan, porque hay gente que tiene terrenos muy
chicos y hay otros que tienen 2 terrenos para una casa, es a la
suerte no más, lo que uno se tome” (HD, mujer, 53 años, quebrada
La Rinconada).
51
1.4- La toma [en una quebrada] como lugar de origen.
“Siempre he vivido aquí, siempre he vivido en tomas”
(HD, Mujer, 53 años, quebrada La Rinconada).
52
Una casa inmensa, con árboles con flores, pero supuestamente
con el arreglo del camino sacaron las casas que estaban ahí y
pasaron la máquina. Eso fue más o menos en el año 86. Desde esa
vez expropiaron las casas porque supuestamente iban a hacer un
camino, este camino iba a colindar, iba a pasar por el fundo para
que llegará abajo, para que pasaran los camiones supuestamente,
pero como usted ve, por acá hasta el momento nada. Se perdieron
muchas casas, por ejemplo, mi papá se tuvo que ir para allá
arriba en los olivos en el cerro, porque antes ahí había olivos
y después la gente se fue toda para allá, porque en realidad les
dieron unas monedas por el terreno pero no se quisieron ir de
acá, se tomaron los sitios que estaban para allá, cortaron los
árboles, todos se tomaron porque nadie se quería ir de este lado”
(HF, mujer, 52 años, quebrada La Rinconada).
53
años para trabajar como asesora del hogar en la ciudad de Viña
del Mar, ciudad vecina de Valparaíso. Ella llegó del sur del
país, junto con la familia para la que trabajaba, quienes se
instalaron en la ciudad de Viña del Mar, ciudad caracterizada
por poseer un nivel socioeconómico superior al de Valparaíso,
ella en aquel trabajo conoció a su esposo, quién era oriundo del
cerro El Litre.
“Yo soy del sur, de Concepción, y me vine a Valparaíso trabajando
con unos patrones muy buenos que tuve. Duré 20 años trabajando en
esa casa, prácticamente desde los diez años, y solamente salí de
allí para formar mi hogar; ahí me terminé de criar, ahí aprendí a
trabajar. En ese entonces, el que fue mi compañero trabajaba en
esa casa también y ahí nos conocimos y él vivía en este cerro, el
“Cerro El Litre” (HF, mujer, 78 años, quebrada Las Cañas).
54
a ellos, en vista de que se encuentran en situación de necesidad
o de crisis habitacional.
Esta forma de acceso a la toma genera los conjuntos residenciales
familiares, ya que son los primeros ocupantes quienes asumen en
su justa medida un rol de administradores del territorio de las
quebradas, y son quienes toman la decisión de aceptar o rechazar
a alguien nuevo, en la medida que son ellos quienes extienden la
invitación de compartir un terreno.
Este rol de administrador puede ser asumido por un vecino
cualquiera, o por un representante del barrio, como un dirigente
vecinal.
Por ejemplo, la Sra. Trinidad de la quebrada Las Cañas fue
erradicada de su toma inicial en la quebrada La Rinconada, y es
un amigo quien la invita a instalarse en aquella quebrada. Ella
nos relata lo siguiente:
“Un amigo que se había metido aquí, me dijo ‘tómate aquí’, cuando
yo me quedé sin casa, porque hicieron el camino ahí en las
palmeras” (H.F., mujer, 54 años, Las Cañas).
55
implica la consolidación de conjuntos de viviendas, que están
agenciadas entre sí por medio de lazos familiares o amicales.
Una familia que una vez fue invitada por un familiar, hace lo
mismo por otra. La Sra. Ximena continúa diciendo:
“Por ejemplo, yo le dije a mi hija que se hiciera una piececita
aquí al lado de la mía en el patio, porque mi hija es madre
soltera, entonces no tenía dónde vivir con su pareja, pero yo
le dije que tenía que hacerse una piececita, así ella está más
tranquila y yo también en su propia casa” (H.C.R.F., 51 años,
Las Cañas).
56
proceso de ocupación evolutivo.
De esta forma, hoy las quebradas presentan una densidad habitacional
que ha sido dirigida y controlada por sus propios habitantes,
mediante la autorización o negación de la instalación de nuevas
tomas, es decir, de nuevas familias. Sus propios habitantes son
quienes deciden cómo distribuir los retazos de terreno.
57
La Sra. Ana y su familia han sido testigos presenciales de los
acontecimientos y procesos vividos en la quebrada luego de cada
terremoto. Ella nos explica que el fenómeno de ocupación de la
quebrada mediante tomas de terrenos, se repitió intermitentemente
con los sucesivos terremotos, modificando el paisaje de la
quebrada. Ella continúa diciendo:
58
El tercer terremoto de nuestro interés es el de marzo de 1985,
el cual sacudió la zona central de Chile, destruyendo 142.489
viviendas, marcando un déficit histórico que llegó a más de un
millón de unidades a nivel nacional.
En este contexto encontramos el relato de don Héctor, quien era
arrendatario de una pieza en el centro de la ciudad y llegó a
vivir a la quebrada Las Cañas por invitación de sus suegros. Este
es un caso simultáneo donde las dos causas comparecen, es decir,
el terremoto y la movilidad familiar. En vista de la necesidad
de habitación de la familia de don Héctor, la toma es una forma
de apoyo económico y social. Aquí es cuando comienza a gestarse
uno de los conjuntos residenciales familiares que presentaremos
más adelante, los cuales son legalizados en 1993.
“Nosotros empezamos a arrendar a un tío allá al frente, en el
cerro Merced y después del terremoto del 85, como ella (la
esposa) estaba embarazada la vine a dejar acá, donde mi suegro,
porque yo tenía que preocuparme del taller, porque yo tenía el
taller allá abajo en la Avenida Independencia (centro de la
ciudad). Como eso se cayó, ese edificio, cuando llegue acá ya mi
suegro estaba picando (el cerro) y me dijo que me quedara acá
con mi señora para que no gastara en arriendo, porque pagaba dos
arriendos, el local y la casa. [...] Él (el suegro) me cedió este
terreno, él está aquí como del 45 (1945), por ahí empezaron las
tomas aquí [...] y yo estoy desde el año 85, el mismo día del
terremoto” (H.C.R.F., hombre, 51 años, Las Cañas).
59
60
4
C a p í t u l o
Quebrada-Estado
Este territorio de apropiación tiene relación con todo aquello
que está supeditado a la acción directa del Estado mediante sus
diferentes organismos públicos, tanto a nivel local (municipio)
como nacional (ministerios), los cuales tienen o deberían tener
una incidencia directa en el mejoramiento, mantención y desarrollo
de las quebradas. Si bien los municipios poseen autonomía para
actuar sobre sus comunas, dentro de los parámetros establecidos
por ley, hay muchos aspectos que escapan de su campo de acción,
como por ejemplo, el desarrollo e implementación de viviendas
sociales, que es abordado directamente por el Ministerio de
Vivienda y Urbanismo (MINVU).
Cuando los habitantes hablan de su situación actual y de las
deficiencias que poseen tanto a nivel familiar como barrial,
en comparación con otros lugares de la ciudad, nos cuentan
que, en ciertas ocasiones muy específicas, a pesar que se han
llevado a cabo proyectos en conjunto con el municipio u otras
entidades, como por ejemplo TECHO, consideran que estas no han
sido suficientes para influir en el mejoramiento de su calidad de
vida.
De esta manera, en relación con la acción del Estado en estos
territorios, los habitantes abordan principalmente dos temáticas.
61
1.0- Intervención del Estado: Acción e inacción.
Debemos aclarar que esta acción del Estado es la que definen los
usuarios como tal y no necesariamente es la real, es decir,
existe una distorsión en cuanto a quién le corresponde gestionar
o manejar uno u otro problema, y habitualmente se endosa al
municipio como único actor en esta gestión.
Desde la perspectiva de los habitantes, la intervención del
Estado en las quebradas significa principalmente:
13 http://www.munivalpo.cl/archivos/ordenanzas/DA%203088.pdf
62
1.2- Soporte social:
Los asistentes sociales evalúan la condición social de los
habitantes y los caracterizan mediante la Ficha de Protección
Social (FPS), antigua ficha CAS, a la cual habitualmente se
refieren los habitantes. Esta herramienta de evaluación es
implementada por el Ministerio de Desarrollo Social y utilizada
por las municipalidades de cada comuna, mediante el Departamento
de Estratificación Social. La FPS evalúa, mediante un sistema
de preguntas y puntajes, a cada familia en condición de
vulnerabilidad, el cual es coordinado en conjunto con otros
ministerios para así poder identificar necesidades específicas,
como vivienda, salud, educación, entre otros. Esta ficha social
es la que permite a los chilenos en condición de pobreza o
vulnerabilidad social, obtener prestaciones y beneficios sociales
por parte del Estado14.
63
mencionan de forma general que faltan proyectos orientados al
mejoramiento del espacio público, de las viviendas y proyectos de
carácter social (como centros para niños, jóvenes, y ancianos). Es
decir, proyectos que tengan un efecto directo en el mejoramiento
del barrio y, por ende, en su calidad de vida.
Y por otra parte, consideran que los pocos mejoramientos que
han logrado hasta ahora, ha sido gracias a la participación,
motivación, insistencia y cohesión de los habitantes como grupo,
tanto a nivel de barrio como de familia, cohesión que inicialmente
ellos la reconocen como fuerte y que hoy, por diferentes causas,
se ve disminuida.
Así, de forma general, cuando los habitantes hablan sobre las
carencias y los logros que poseen a nivel de barrio, en sus
relatos aparecen implícitamente dos conceptos: la cohesión
social y la participación del grupo.
La cohesión social la entendemos como “La capacidad de una
sociedad para asegurar el bienestar de todos sus miembros, a
minimizar las diferencias y a evitar la polarización. Una sociedad
cohesiva es una comunidad solidaria compuesta de individuos
libres que persiguen objetivos comunes por vías democráticas”
(CERC, 2008: 7).
En este sentido, en las quebradas son las juntas de vecinos las
que, supuestamente, aseguran el bienestar de todos los habitantes
de la quebrada, en la medida en que se organizan y representan
los intereses del grupo frente al poder público, logrando
concretar objetivos comunes. Es decir, son las Juntas de Vecinos
las encargadas de generar el vínculo entre los habitantes, el
municipio u otra entidad estatal.
Los vecinos se ayudan mutuamente, colaboran con el mejoramiento
de la quebrada, son cómplices en la medida que transgreden todos
juntos leyes y normas en pos del bien común15, y contribuyen a la
cohesión del grupo en la medida que cooperan con las actividades
emprendidas por las juntas de vecinos.
Y por participación entendemos la intervención, junto con
otros, en un suceso o actividad. La Ordenanza de participación
ciudadana de Valparaíso (OPCV), en el decreto N°3088, en el
artículo N°1, define la participación como “la posibilidad que
tienen los ciudadanos de la comuna de Valparaíso de intervenir,
tomar parte y ser considerados en las instancias de información,
ejecución y evaluación de acciones que apunten a la solución de
15 Un ejemplo de esto son las instalaciones ilegales de agua potable que posee la
quebrada La Rinconada.
64
los problemas que los afectan directa o indirectamente en los
distintos ámbitos de actividad municipal y el desarrollo de la
misma en los diferentes niveles de la vida comunal” (Ordenanza
de participación ciudadana de Valparaíso, 2011)16.
El objetivo general de la OPCV es promover la participación
de la comunidad local para el progreso económico, social y
cultural de la comuna. Sus objetivos principales son: “Facilitar
la interlocución entre el municipio y las distintas expresiones
organizadas y no organizadas de la ciudanía local; Impulsar y
apoyar variadas formas de participación ciudadana de la comuna
en la solución de los problemas que le afectan, tanto si esta se
radica a nivel local, como en el regional o nacional; Impulsar
la equidad, el acceso a las oportunidades y revitalizar las
organizaciones con orientación a facilitar la cohesión social”
(Ordenanza de participación ciudadana de Valparaíso, 2011).
Así, supuesta o idealmente, la participación ciudadana a nivel
barrial estaría asegurada con las juntas de vecinos.
Sin embargo, en oposición a lo señalado en la OPCV, la
participación y cohesión social en las quebradas está en un
proceso de degradación, es decir, cada vez más debilitada, pues
sus habitantes consideran que sus demandas y solicitudes, por
largos años, no han sido escuchadas.
Con respecto a esto, los habitantes reflexionan sobre el hecho de
que a pesar de haberse organizado y haber participado activamente
en las juntas de vecinos, no se obtuvieron los resultados
esperados y que lo logrado hasta ahora es insuficiente. Sienten
que su esfuerzo y motivación por realizar proyectos en pos del
mejoramiento de la quebrada, nunca fueron valorados por las
instituciones públicas, a las cuales les endosan una falta de
apoyo y de sustento.
Los vecinos mencionan que antes en las quebradas se organizaban
actividades colectivas, las cuales tenían por objetivo la
recaudación de fondos para diferentes proyectos o para la
celebración de festividades. Por ejemplo, en las tres quebradas
estudiadas, la implementación de la electricidad fue una labor
exclusiva de las juntas de vecinos, sin intervención del poder
público, y para lograrlo los vecinos organizaban ventas de
alimentos, rifas, canastas familiares, campeonatos de fútbol17.
16 http://www.munivalpo.cl/archivos/ordenanzas/DA%203088.pdf
17 Para recaudar fondos se realizan básicamente venta de alimentos (sándwiches,
pasteles). Estos fondos que se destinan al mejoramiento del espacio público (por ejemplo, reparar
una escalera, comprar postes de luz) o para celebrar alguna festividad específica (por ejemplo,
Navidad, fiesta nacional).
65
De esta manera, cuando los habitantes hablan sobre la participación,
y la cohesión social del barrio, la mayoría de las veces lo hacen
en tiempo pasado; por ejemplo, ellos dicen:
María: “antes los vecinos eran más unidos” (HCRF, mujer, 90 años,
quebrada Las Cañas).
66
Héctor relata:
“Aquí somos de la junta de vecinos 61, incluso teníamos hasta la
sede hecha (recinto), pero ya no se han hecho más cosas aquí,
aquí se arregló el camino y se luchó por unas casas, pero ya no
se ha seguido, porque la gente se aburrió. Nosotros le pedíamos a
la muni (municipalidad) que viniera a ver qué pasaba y no venían,
la gente se aburrió de hacer las cosas solos, aquí realmente
la municipalidad tampoco hace ninguna cosa y así que quedamos
estancados; ya llevamos así más de 15 años, casi 20 más o menos yo
creo, o incluso, un poquito más, ya ni me acuerdo, pero estamos
estancados” (HCRF, hombre, 51 años, quebrada Las Cañas)
67
de venir a cortarlos, o sea, no tienen gente capacitada para
nada, ni tampoco el personal de la municipalidad, los que están
sentaditos no tienen cabeza para pensar, nada19 (HD, mujer, 62
años, quebrada Las Chanas).
68
quebradas y de los cauces, no se podrán asegurar la pervivencia,
la seguridad y la tranquilidad de los vecinos de las partes altas,
que son la mayoría. Si no se construyen, en forma inmediata,
urgente, ahora, por lo menos 100.000 metros cúbicos de muros de
contención a los costados de los cerros y de muros de barreras,
cruzados en las calles de la parte alta de Valparaíso, que aún no
se pavimentan, no se prevendrá la caída terrible de agua, barro,
piedras, escombros, sobre las casas de los vecinos” (1965: 4189).
Es decir, al menos los vecinos llevan esperando 47 años que
se cumpla dicho proyecto. En el boletín se hace alusión a 37
quebradas que deben ser abovedadas porque presentan un peligro
para los vecinos. Entre las cuales se encuentran las tres
quebradas que fueron sujeto de nuestro estudio. A la época, en la
Sesión 28° del 3 de agosto de 1965 de la Cámara de Diputados, el
diputado Luis Tejeda lo explicita con las siguientes palabras:
“La verdad es que esta topografía obliga a que se aborden obras
que están esperando ya hace mucho tiempo y que provocan serios
problemas a los pobladores y a la ciudad. Me refiero a la tarea
de abovedamiento de los cauces y las quebradas […] Cuando se
producen estos fuertes temporales, que bajan con enorme enjundia
hacia el plan de la ciudad, arrastran la escoria con tierra,
con piedras y con árboles. Todo esto facilita que se desencajen
y se remuevan los cimientos débiles y terminen por derrumbarse
las casitas que se encuentran en las peores condiciones, como
ha ocurrido en los cerros Florida, Ramaditas, Rocuant y en una
serie de cerros de Valparaíso” (1965: 3365).
Así, las familias han guardado en su memoria estos proyectos,
sin que ello signifique que sea la mejor manera de intervenir
estos lugares.
Por su parte, la señora Ana es integrante de una de las primeras
familias que llegaron a la quebrada Las Chanas y, a diferencia
de la mayoría de las otras familias que ocuparon la quebrada a
partir de una toma de terreno, su familia compró un gran terreno
en la ladera este de la quebrada. Su padre llegó a Valparaíso,
en 1906, desde el sur de Chile, y en 1942 compró “la quinta” en
la que ella y sus hermanos viven actualmente. Ella nos cuenta
que su padre le decía que el proyecto del abovedamiento de la
quebrada era muy antiguo, y que muchos políticos se aprovecharon
de la idea de este proyecto para hacer campaña con los vecinos
de la quebrada:
69
“Mi papá, cuando compró aquí, ya existía el proyecto de abovedar
la quebrada, y nunca salió, mi papá compró en 1942, el ya murió,
y dijo ojalá que mis nietos vean esto. Pero parece que ni los
nietos lo van a ver. Yo ya tengo un nieto de 30 años y yo sé que
él tampoco lo va a ver, nunca vamos a tener movilización por aquí
[…] Mi papá tenía antecedentes del proyecto, porque él estaba
muy inserto en la junta de vecinos, él y los amigos peleaban y
luchaban y trabajaban porque esta quebrada se abovedara, tenía
antecedentes de los planos, de todo el proyecto. Por ejemplo,
allá atrás donde han hecho casas, eso se dice que estaba reservado
para plazas de niños, plazas públicas, pero ahí ya hay tres
casas chantadas. Pero nunca lo hicieron; mire, busque a Alonso
Zumaeta, él era un regidor, después Luis Bossay y tantos otros,
antes del año 50, había otro tal Crichton22 o Craigtown, no sé
cuánto se llamaba, y así otros que ya ni los recuerdo, pero que
hacían mucha campaña aquí con los vecinos, con bailes, reinados,
se juntaba plata, lo único que consiguieron después, con muchos
años de batallar, fue comprar unos palos de poste y salió la luz,
pero del abovedamiento nada” (HF, mujer, 75 años, quebrada Las
Chanas).
70
el desarrollo de las quebradas, ha afectado la participación y
cohesión social en las quebradas.
La señora Marta, dirigente de la quebrada La Rinconada, sector
de los Olivos Medios y que por muchos años trabajó con la ONG
“Save the Children”23, nos cuenta que los vecinos se aburrieron
de esperar y de trabajar por nada. Ella dice:
“Yo era de la junta de vecinos, y siempre se hacían cosas, pero
lo que pasó es que nunca recibimos apoyo. Nosotros empezamos
a juntar plata para hacer una escala y siempre se ha estado
trabajando; aquí no había agua, no había luz no había nada.
Yo empecé a moverme con la junta de vecinos, y después tuvimos
agüita, luz, y después empezamos a movernos por el camino, pero
nadie nos ayudó, juntamos la plata que pudimos, pero los vecinos
se aburrieron de esperar. Entonces yo también me aburrí de estar
siempre buscando, pidiendo, haciendo esto y lo otro, para que
nadie te tome en cuenta, uno se aburre, porque a veces me decían
tienes que ir a reunión allá abajo a la municipalidad, yo gastaba
plata, para ir y no se sacaba nada en limpio, después los vecinos
me preguntaban qué había pasado en la reunión y yo decía nada.
Hasta que todos se aburrieron” (HD, mujer, 59 años, quebrada La
Rinconada).
23 http://www.savethechildren.ca/page.aspx?pid=414
71
Juan: “aquí nunca viene nadie” (HF, hombre, 65 años, quebrada
Las Chanas).
72
De esta manera, este sentimiento de abandono lo definen como un
estar en una situación de invisibilidad. Invisibilidad que,
en un principio, la percibían como beneficiosa y favorable con
respecto a su permanencia en el lugar. En el sentido que podían
establecerse tranquilamente en la quebrada, sin el acecho de ser
expulsados. Sin embargo, esto cambió con el paso de los años y las
familias que, en promedio, superan los 30 años de permanencia en
las quebradas, sienten que esta invisibilidad los perjudica y les
molesta, ya que perciben que siguen estando al margen, incluso
en circunstancias que ellos mismos han logrado legalizar sus
sitios por su propio esfuerzo y que son propietarios oficiales.
Al respecto, la señora Valeria, dirigente de la quebrada La
Rinconada, menciona que a pesar de que algunas familias han
regularizado sus terrenos, la intervención del Estado sigue
siendo inexistente, y agrega:
“Yo considero que la municipalidad nunca ha estado interesada en
este sector, no sé ¡pareciera que fuéramos invisibles!, o no sé
si faltará más insistencia de nosotros, pero yo he visto que acá
alrededor (en las afueras de la quebrada) han pavimentado las
calles, y todo. No sé si tengan amigos en la muni que les ayudan,
no sé, pero este sector está muy abandonado, de hecho desde ahí
donde tu bajaste el negocio de la esquina, toda esa calle se
llama calle “los maitenes”, los olivos medios, todas esas casas
están regularizadas, todos son dueños de terreno y tampoco tienen
calles, tampoco está pavimentada, me entiende” (HD, mujer, 37
años, quebrada La Rinconada).
73
con programas de mejoramiento de vivienda o barrio del MINVU.
Es decir, los vecinos sienten que hoy cumplen con la ley,
pero que pareciera no ser suficiente para poder ser beneficiario
de programas y proyectos de mejoramiento específicos para las
quebradas.
La señora Valeria continúa diciendo:
“… Aquí hay varios vecinos que ya son propietarios y que podrían
beneficiarse con algún subsidio, pero no sabemos cómo se hace; el
coordinador de la municipalidad, pero él me llama solo cuando son
cosas relacionadas con la municipalidad, o sea que le interesan
a ellos, pero no para ayudarme con mi sector, o para decirme que
hay un programa de pavimentación, o para decirme: ven inscríbete,
infórmate, informa a tu gente, no sé, algo siquiera, pero por el
contrario están sentados allí en la municipalidad” (HD, mujer,
37 años, quebrada La Rinconada).
74
bajan una inmensa escala por allá, así que imagínese, aquí no hay.
Entonces, la otra vez hablábamos con la Laura Soto (ex diputada
y senadora chilena), hicimos una once donde mi hermano, ella nos
dijo: ‘no, no se preocupen, denme el voto y yo les voy a mandar
el grifo’, y todo el atado, la misma cosa que el presidente, el
presidente te ofrece de todo y ahí quedamos” (HCRF, mujer, 51
años, quebrada Las Cañas).
75
Cornejo no hizo nada y ahora Castro, ni se asoma, para nada,
pero cuando vienen a buscar votos, corren, ¡ahí están con los
pobres! Y ahora don Hernán Pinto acá obtuvo varios votos, pero de
otros lados no. Él vino acá con los pobres a cerrar su campaña,
compartió una empanadita, un vasito de vino, dulces y jugos para
los niños. Él podría haber salido, una pena que se pierdan los
hombres así. También, por ejemplo, yo fui una de las fundadoras
del Club Deportivo Comunitario “Las Palmeras”, pedimos ayuda a
los políticos. Laura Soto nos ayudó mucho en una pascua cuando
salió la primera vez. Joaquín Godoy también nos ayudó mucho con
fideos para la población. Han llegado buenos políticos, que nos
han ayudado” (HD, mujer, 53 años, quebrada La Rinconada).
76
las carencias que presentan sus viviendas, pero en seguida, a
pesar de considerar que su condición actual puede ser precaria
o mala, rechazan, casi en su totalidad, la idea de vivir en una
vivienda social, pues la mayoría considera que estas viviendas
no representan un modelo de vida acorde con sus expectativas,
tanto a nivel social, como material y de localización.
Así, pudimos distinguir que los habitantes poseen apreciaciones
tanto positivas como negativas al respecto.
Las apreciaciones positivas son muy pocas y poco específicas; en
general, los habitantes visualizan la vivienda social como una
buena “cosa”, pero que no es para ellos, sino para personas que
lo necesitan, ya que consideran que ellos ya poseen una casa,
aunque esta sea precaria o se encuentre en malas condiciones
y sea producto de una toma de terreno. En estas apreciaciones
valoran la acción del Estado, aunque no tienen muy claro cómo
llegar a ser beneficiarios de ella.
En relación con esto, la señora Valeria, dirigente de la quebrada
la Rinconada, considera que los proyectos de viviendas sociales
es algo bueno, ya que muchas personas que están en toma lo
necesitan, sin embargo, piensa que está bien para los demás, pero
no para ella, aunque también habite en una toma. Ella relata:
“es bueno que exista esa posibilidad, porque hay mucha gente que
vive en “toma” y necesita donde vivir, porque viven peor de cómo
vivo yo. Igual yo no encuentro que viva mal, tengo un marido
responsable, quien ha sabido construir la casa de una manera que
no ocurra peligro, pero si tú te fijas, te das cuenta y te pones
a mirar, que hay tomas donde la casa están casi colgando acá en
Valparaíso y no tienen tampoco para construir, entonces viven
en dos o tres piezas familias súper numerosas. Considero que
son buenas las cosas que está haciendo el gobierno porque le da
la oportunidad a la gente de vivir mejor” (HD, mujer, 37 años,
quebrada La Rinconada).
77
un imaginario poco favorable para las mismas.
Los habitantes de las quebradas han construido su propia
representación y en relación con las viviendas sociales, en
virtud de su propia experiencia o a partir de las experiencias
de familiares y amigos que viven en viviendas sociales y se las
han transmitido.
De esta manera, vivir en viviendas sociales para los habitantes de
las quebradas, básicamente, está ligado a cuatro representaciones
generales, las cuales vehiculan una imagen y un contenido
específico. Y que de forma general quedan explicitadas a partir
de los siguientes fragmentos recogidos de los relatos de algunos
de los entrevistados:
78
diferenciación entre ellos y los otros.
Erving Goffmann habla de los “estigmatizados” y de los “normales”
(individuos no estigmatizados). A partir de esta categorización,
los habitantes de las quebradas se sitúan en los “normales” y
los habitantes de viviendas sociales son los “estigmatizados”.
Lo cual puede parecer ilógico en la medida que los habitantes de
las quebradas son habitantes “informales”, pero que sin embargo
poseen las mismas estigmatizaciones con respecto a la vivienda
social que un habitante “formal”. Esto revela una percepción
negativa generalizada por parte de la población acerca de los
proyectos actuales de vivienda social en Chile. Para Goffman, “el
estigma corresponde a toda característica propia al individuo
que, si es revelada, lo desacredita ante los ojos de los otros
o lo hace pasar por una persona de un estatus menor” (Rogel,
1997: 54).
En este caso, lo que desacredita a los habitantes de viviendas
sociales y los hace pasar por grupo social inferior, es el
hecho mismo de vivir en viviendas sociales situadas en la
periferia. De esta manera, la estigmatización de los habitantes
de viviendas sociales está directamente ligada, en este caso,
con la segregación residencial que es definida por Sabatini,
Cáceres & Cerda como “el grado de proximidad espacial o de
aglomeración territorial de las familias pertenecientes a un
mismo grupo social” (2001: 27)
Así, esta idea de que “allí vive cualquier tipo de gente” tiene
relación con el hecho de que las familias, en muy pocas ocasiones,
tienen la posibilidad de elegir en qué sector quisieran vivir y,
por ende, tampoco eligen a sus vecinos.
Esta no elección y no decisión genera en las familias un sentimiento
de inseguridad que se funda en la idea de lo desconocido, es
decir, de no saber a qué se enfrentan, ¿a quién tendré por
vecino?, ¿qué costumbres tendrán mis vecinos?, ¿en qué trabajan
mis vecinos?, ¿serán violentos mis vecinos?, etc.
Esto lo apreciamos claramente en el relato de don Héctor, quien
reclama que el problema de las viviendas sociales es que mezclan
a todo “tipo” de gente y que, por el contrario, para evitar
aquello, se debería priorizar el traslado de familias que se
conocen previamente. El comenta:
“Ahí meten a cualquier tipo de gente de mal vivir, entonces
meten a todos en una misma canasta […] meten a cualquier gente,
entonces meten delincuentes meten de todo junto” (HCRF, hombre,
51 años, quebrada Las Cañas)
79
2.2- Segregación residencial por localización
“vivir en la punta del cerro”
(HN, Mujer, 42 años, quebrada Las Chanas).
80
idea de estar aislados o recluidos en las afueras de la ciudad
y, por ende, lejos de todo aquello que la ciudad ofrece: trabajo,
educación, diversión, sociabilización, etc.
Es decir, la segregación residencial que enuncia la frase “vivir
en la punta del cerro”, los habitantes la asocian a una disminución
o anulación de sus derechos de ciudadano, específicamente el
derecho a la ciudad y el derecho a movilidad.
De esta manera, el imaginario colectivo define la localización de
la vivienda social como lugares periféricos a los cuales sólo se
puede llegar en micro, lo que implica un gasto no previsto si se
habita en una quebrada, pues el Plan de la ciudad está de 5 a 15
minutos a pie. Con respecto a esto, la señora María compara su
localización actual con aquella de las viviendas sociales. Ella
relata:
“Si viviéramos en departamentos, no sería lo mismo, aquí
ahorramos en micros, colectivos, el colectivo para abajo le cobra
trescientos pesos, para arriba le cobran trescientos cincuenta
pesos y la micro le cobra doscientos pesos más de aquí de Uruguay,
pero al tomarla directo son trescientos pesos” (HF, mujer, 71
años, quebrada Las Cañas).
81
préstame plata’, ‘o vecino, llévame a la posta’, ¡y me lleva! Los
choferes aquí ya los conocí, entonces ahora que tú me preguntas
es tanta cosa, que te hace como anclarte en el lugar que tú vives,
porque yo no me hallo viviendo en Playa Ancha. Mi hijo me dice:
mamá, aquí están los departamentos botados, junta la plata y te
vienes para acá, pero cómo voy a juntar plata si con el sueldo
mínimo que me pagan apenas me alcanza. Y en Playa Ancha qué hago
si para allá a mí no me gusta. Yo le digo que yo vivo de aquí para
allá en la avenida Alemania, pero no para allá. Porque es ir a
hacer todo de nuevo, acostumbrarte de nuevo, y yo te digo, en la
casa tengo mi independencia, no tengo que estar escuchando a los
vecinos, si ahora las construcciones suenan por todos lado, si
abren la llave de la ducha o el lavaplatos crees que es la llave
de tu casa, si golpean en tu casa creí que están golpeando al
lado, no tienes, privacidad, como que la privacidad se te pierde”
(HN, mujer, 42 años, quebrada Las Chanas).
82
territorialización, el que se define como un proceso que permite
construir un territorio, construir lazos que nos fijan, que nos
anclan, que nos arraigan a un territorio específico, tanto social
como espacialmente. Según Barel, territorializar “es construir
y reconstruir sin cesar lo que rodea al actor social, tanto
material como inmaterialmente: es por intuición, es una sutil
“alquimia” entre lo personal y lo colectivo, porque nuestro
aparato cognitivo no puede inventarlo todo” (Di Méo, 1996: 21).
Así, la desterritorialización guarda relación con la pérdida
del territorio conocido y construido. Es decir, una ausencia de
representaciones personales y colectivas, una falta de anclaje
(Lindón & Hiernaux, 2004), un proceso por el cual se abandona
el territorio (Herner, 2009), un desenraizamiento que rompe
con la historia y la memoria de los lugares. Según Fournier,
“La desterritorializacion busca destruir el territorio y los
problemas sociales que le son directamente asociados. Queremos
destruir el territorio o modificarlo porque suponemos que es en
sí mismo una fuente de dificultades” (2006: 32).
Los habitantes consideran que si dejaran su territorio —las
quebradas— tendrían muchos problemas para reinsertarse en un
nuevo territorio desconocido —viviendas sociales—, ya que
implicaría una desarticulación de las relaciones sociales, de
las prácticas, de las representaciones que se han construido
socialmente desde hace tiempo. Los habitantes están arraigados
al territorio, a sus casas, a su barrio, a sus amigos, a todo lo
que significa haber construido de la nada su lugar de residencia.
Valoran el esfuerzo y el trabajo que les ha costado construir lo
que tienen hoy en día. La hija de la señora Ximena relata:
“A nosotros no nos gustaría vivir en otra parte, o en los
departamentos que da el gobierno. Por el cariño, por los años que
uno lleva acá los esfuerzos que te costaron estar acá, empezar
de a poquitito y que después veas tu casa como tú la querís, la
tenís modificada como uno quiere, entonces igual como que uno le
tiene cariño. Uno se aferra a esas cosas porque las cosas que
te costaron. Imagínate mi mamá, perdió hasta una guagua aquí,
entonces los recuerdos que le quedan de acá, eso es lo difícil”
(HCRF, mujer, 21 años, quebrada Las Cañas).
83
“Si ellos sacan gente de un lugar, debieran sacar a todos de una
parte de un barrio, supongamos todo este sector, deberían sacarnos
a todos, o a nadie, porque ya nos conocemos, nos conocemos
los caracteres, las personas y los hijos se conocen por años,
entonces ya hay un respeto entre familias y familias, no es como
ellos lo ponen y meten a cualquier gente” (HCRF, hombre, 51 años,
quebrada Las Cañas).
84
mañana, aunque ande mal, ya estoy metía en mis plantas, viendo
mis plantitas, hablo, converso con ellas, y en un departamento ¿a
dónde?” (HF, mujer, 78 años, quebrada Las Cañas).
85
86
5
C a p í t u l o
Quebrada-ciudad
En este territorio de apropiación evidenciaremos la relación que
existe entre las quebradas y el resto de la ciudad de Valparaíso,
cómo desde ellas se accede a la ciudad y cómo la localización de
las viviendas en estas áreas de la ciudad incide en la movilidad
cotidiana de sus habitantes. Los principales sujetos abordados
por los habitantes en relación a este territorio están ligados
a:
a. Acceso a la ciudad
b. Movilidad urbana
87
Sin embargo, frente a esta estructura urbana centralizada,
las familias que habitan en las quebradas consideran que la
localización de estas últimas y la cercanía que presentan con
respecto al centro de la ciudad son un beneficio y un valor
agregado, que les permite vivir la ciudad sin sentirse segregados
(urbanamente).
Es en el plan de la ciudad donde todos los porteños son iguales,
independientemente del cerro o quebrada de la cual provengan,
es allí donde pueden disfrutar de todo lo que la ciudad ofrece
en condición de igualdad. Por lo tanto, la proximidad y la
localización que presentan sus viviendas con respecto al centro
de la ciudad, independientemente de su nivel socioeconómico,
les permite sentirse partícipes de la ciudad, en la medida que
pueden utilizarla, disfrutarla y recrearse en ella.
Es por ello que consideramos que habitar en una quebrada y, por
ende, negarse a vivir en las viviendas sociales brindadas por el
Estado, situadas preferentemente en la periferia de la ciudad,
es una reivindicación del derecho a la ciudad. Expresión que
es definida por la Carta Mundial por el Derecho a la ciudad, en
el artículo n°1: “como el usufructo equitativo de las ciudades
dentro de los principios de sustentabilidad, democracia, equidad
y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las
ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos,
que les confiere legitimidad de acción y de organización, basado
en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno
ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y un nivel
de vida adecuado” (Carta Mundial por el derecho a la ciudad,
2005)29.
Este derecho también incluye el derecho al desarrollo, a un
medio ambiente sano, al disfrute y a la preservación de los
recursos naturales, a la participación en la planificación y
gestión urbana y a la herencia histórica y cultural.
Esta expresión fue sostenida en Francia por Henri Lefebvre,
en los años 1960, cuando propuso que “el derecho a la ciudad
legitima el rechazo a dejarse excluir de la realidad urbana por
una organización discriminatoria, segregativa. Este derecho del
ciudadano (si queremos hablar: del hombre) anuncia la inevitable
crisis de los centros de decisión, de riqueza, de poder, de
información, de conocimiento, que expulsan hacia los espacios
periféricos todos aquellos que no participa de los privilegios
29 http://www.lapetus.uchile.cl/lapetus/archivos/1239291239Carta_mundial_derecho_
ciudad.pdf
88
políticos. Ello estipula igualmente el derecho a encontrarse
y a juntarse, y los lugares y los objetos deben responder a
ciertas “necesidades” generalmente desconocidas, tienen ciertas
funciones mal vistas y/o transfuncionales el “derecho de vida
social y de un centro, la necesidad de un centro, la necesidad
y las funciones lúdicas, la función simbólica del espacio”
(Lefebvre, 2000: 22).
El derecho a la ciudad presupone el derecho de los habitantes
a poder encontrarse, reunirse, y a figurar en todas las redes
y circuitos de comunicación, de información y de intercambio.
Legitimando, al mismo tiempo, el rechazo a dejarse excluir del
espacio urbano promovido por políticas sociales y económicas que
tienden a la segregación y a la discriminación.
Uno de los lugares donde este derecho se hace efectivo y es más
visible es en el espacio público, lugar donde los habitantes de
una ciudad pueden encontrarse en igualdad de condición. Jordi
Borja señala, al respecto, que “El espacio público expresa la
democracia en su dimensión territorial. Es el espacio de uso
colectivo. Es el ámbito en el que los ciudadanos pueden (o
debieran) sentirse como tales, libres e iguales” (Borja, 2011:
140). La combinación de “derecho a la ciudad”, derecho a la
movilidad y derecho a la estética, es lo que hoy Alejandro
Echeverri y el equipo de URBAM han denominado como “urbanismo
social”.
En el caso de Valparaíso, los espacios públicos situados en el
plan, aún permiten y propician el encuentro heterogéneo de clases
y de grupos sociales. La ciudad no posee grandes equipamientos
para el divertimento, ni tampoco existe una extensa cartelera de
actividades recreativas propuestas y financiadas por el municipio.
Sin embargo, esto se suple fácilmente con una simple caminata
por las plazas públicas del plan de la ciudad, o por el borde
costero, espacios que se convierten en el paseo dominical por
excelencia y a bajo costo. Allí, los padres pasean con sus hijos,
los jóvenes se reúnen con sus pares y los abuelos juegan a las
cartas o al ajedrez.
Frente a esto, la mayoría de los habitantes de las quebradas,
quienes en promedio no superan el salario mínimo30, consideran
que el habitar cerca del plan, les permite también disfrutar
de estos espacios de “recreación”, los cuales están a la mano;
caminando pueden disfrutar de los mismos lugares que cualquier
30 Actualmente, el salario mínimo en Chile es de 225.000 pesos chilenos. Como lo estipula
la Ley N° 20.763, publicada en el Diario Oficial el 18 de julio de 2014
89
otra familia, es decir, pueden habitar la ciudad libremente.
Desde esta perspectiva, los habitantes de Valparaíso hacen
uso de este derecho en la medida que instauran su hábitat en
las quebradas, determinando, al mismo tiempo, un derecho a la
localización que les permita sentirse actores integrante de la
ciudad e inmersos en su dinámica urbana.
Por lo tanto, la construcción del hábitat informal en las
quebradas de Valparaíso hace efectivo este derecho a la ciudad
y a la localización, que por el contario se ve disminuido,
degradado o coartado cuando las familias optan por una vivienda
social situada en las periferias urbanas. Como por ejemplo los
conjuntos de viviendas sociales construidos en las Palmas,
Rodelillo Alto o la Laguna, sólo por mencionar algunos ejemplos.
Estos sectores periféricos, los cuales fueron integrados poco
a poco a la ciudad mediante modificaciones del límite urbano
definidos por el Plan Regulador, sin embargo, su lejanía y
falta de equipamientos públicos, no sólo implican un tipo de
segregación social y espacial por localización, sino que también
una reducción en la movilidad urbana.
90
en países como Chile, donde las políticas sociales tienden a
ser segregativas. Las buenas condiciones de movilidad urbana
pueden favorecer la igualdad y, por el contario, las malas
condiciones de movilidad urbana pueden aumentar la desigualdad
de los ciudadanos. Al respecto, Carmen Mataix propone que “Las
condiciones de movilidad de las personas en las ciudad pueden
resultar un factor democratizador o bien un elemento selectivo,
según se facilite a más o menos ciudadanos la posibilidad de
desplazarse” (2010: 39).
Es por ello que la movilidad urbana es considerada un derecho y
una necesidad básica que debe ser satisfactoria para todos los
habitantes de una ciudad. En el Artículo 13 de la Declaración
de los Derechos Humanos se establece que: “Toda persona tiene
derecho a circular libremente y elegir su residencia en el
territorio de un estado” (Declaración Universal de los Derechos
Humanos, 1948).
En este sentido, los habitantes de las quebradas eligieron su
lugar de residencia, el cual, por su emplazamiento, favorece la
movilidad urbana y les permite una práctica libre y democrática
de la ciudad. Es por ello que planteábamos que la instauración
del hábitat informal en las quebradas de Valparaíso hace efectivo
este derecho a la ciudad y, al mismo tiempo, hace efectivo el
derecho a una movilidad urbana justa e igualitaria, a pesar de
su precariedad.
Así, a partir de los relatos se logran distinguir dos tipos de
movilidades a dos escalas territoriales diferentes, las cuales
llamaremos: la movilidad urbana extra-quebrada, es decir, aquella
que implica los desplazamientos desde la quebrada hacia el resto
de la ciudad, y la movilidad urbana intra-quebrada, es decir,
aquella que implica desplazarse al interior de la quebrada.
La movilidad extra-quebrada la perciben positivamente; por el
contrario, la movilidad al interior de la quebrada se percibe
negativamente.
91
localización que poseen las quebradas y por ende sus casas,
es estratégica en el sentido que les permite “salir” de las
quebradas y acceder al centro de la ciudad o Plan.
Así, esta contigüidad que presentan las quebradas con el Plan,
implica una movilidad urbana que es definida como “económica” por
los habitantes, en el sentido que repercute positivamente en el
presupuesto familiar, pues se ahorran los gastos en locomoción
colectiva.
Así, los habitantes de las quebradas optan por desplazarse por
la ciudad principalmente a pie, lo cual no sería posible en
el caso de que vivieran más lejos (periferia-vivienda social)
e implicaría, por lo tanto, una disminución en el presupuesto
familiar, generalmente precario.
Por lo tanto, la movilidad extra-quebrada es una movilidad
urbana preferentemente peatonal —contraria a la mecanizada—,
la cual, en términos contemporáneos, se podría entender como
una movilidad urbana sustentable o sostenible, en el sentido
que “La sostenibilidad debe entenderse en una triple dimensión,
económica, social y ambiental” (Mataix, 2010: 19). Desde esta
perspectiva, la movilidad urbana que poseen los habitantes
de las quebradas implica una economía de medios; caminar es
gratuito y es amable con el medio ambiente, en el sentido que
no es contaminante y propicia la sociabilización. Es decir, la
movilidad extra-quebrada propicia el encuentro entre vecinos y/o
amigos que bajan juntos al Plan y, por ende, favorece la cohesión
social (Tironi, 2009).
En el caso de las quebradas, la movilidad urbana que poseen
sus habitantes es parte integrante de sus discursos, porque se
refieren constantemente a cómo y por qué se desplazan al Plan
de la ciudad. De esta manera, los aspectos más recurrentes
señalados por los habitantes en relación con la movilidad urbana
que ellos poseen actualmente, se refieren a:
92
2.1.1- Tiempo de traslado
En relación con el tiempo que demoran en desplazarse de una
quebrada hasta el Plan de la ciudad, los habitantes señalan que
existen diferentes formas de llegar caminando, lo que implica
economía de tiempo y dinero. En relación con esto, la señora
Ana, quien es dueña de casa, nos comenta que no necesariamente
hay que tener dinero para bajar al Plan, sino que gracias a la
cercanía de la quebrada con el centro, pueden bajar a pie en muy
poco tiempo. Ella relata:
“Aquí si usted no tiene plata para bajar al Plan, baja igual,
porque está a diez minutos del Plan o a 15 minutos máximo. Uno
baja caminando, llega por donde está la micro y ahí hay unos
caminos que se hacen y se llega al tiro al Plan” (HF, mujer, 52
años, quebrada La Rinconada).
93
2.1.3-Proximidad y acceso a la ciudad
Así, la localización y la proximidad al centro de la ciudad que
poseen las quebradas, permite a sus habitantes acceder a bienes
y servicios que la ciudad ofrece.
Esto se manifiesta en varias expresiones, tales como: “aquí
estamos cerca de todo”, “aquí estamos al lado”, “aquí se está
a un paso del Plan”. Si analizamos rápidamente las palabras
implicadas en la primera frase “aquí estamos cerca de todo”, las
dos primeras palabras “aquí estamos” definen a la quebrada como
el lugar donde se está, es decir, el lugar donde se habita, en
el sentido expresado por Heidegger, “estar en la tierra como
mortal significa habitar”31, así también “estamos” también hace
referencia al grupo y a la quebrada entendida como barrio;
“cerca” expresa la idea de una distancia próxima, contigua,
inmediata, pero más que una idea real en términos métricos-
espaciales, es una representación del hecho de que se puede
llegar al plan caminando; y finalmente “de todo” se refiere —valga
la redundancia— a todo aquello que el Plan procura y que, por
lo tanto, se hace accesible mediante el habitar en una quebrada.
De esta manera, la movilidad urbana influye directamente en la
representación e imagen de la ciudad que poseen los habitantes
de las quebradas. En el sentido expresado por Gumuchian, quien
propone que la representación “asegura la conceptualización
de lo real para actuar eficazmente” (1991: 23); en este caso,
los habitantes de las quebradas perciben estos lugares como
privilegiados desde el punto de vista de su localización y
conectividad con respecto a la trama urbana de la ciudad.
Así, esta realidad espacial de “estar al lado”, “estar a un paso”
y “cerca de todo”, definen el emplazamiento de las quebradas
desde una idea de contigüidad espacial y proximidad urbana,
con respecto al plan de la ciudad. Y al mismo tiempo determina
y posibilita el acceso y derecho a la ciudad. Silvana, joven
universitaria que estudia en el Plan y que vive en la quebrada
Las Cañas, nos cuenta que:
“Aquí estamos cerca de todo, de hecho yo bajo caminando, cuando
voy a estudiar (DUOC), bajo todo el año caminando, me demoro
unos 10 o 15 minutos, ¡depende! Yo creo que toda la gente de
aquí del cerro, si no tenemos plata, bajamos por la escala,
vamos a la posta, si tenemos que ir a la asistencia pública y
no hay plata, nos vamos a la asistencia a pie y la plata la
31 http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/heidegger/heidegger_
construirhabitarpensar.htm[03/09/2009 16:53:02]
94
guardamos para subir de vuelta y si viviéramos en otro lado
no podríamos hacer eso”. (HCRF, mujer, 21 años, quebrada Las
Cañas).
“Esta es la parte más cerca del Plan, toda la gente baja por
aquí, bajan por aquí porque dicen que es más cerca; si aquí
está a un paso del Plan, a veces para ahorrar, yo bajo a pie y
para caminar también. Como estamos al lado, para qué gastar en
micro” (HF, mujer, 71 años, quebrada Las Cañas).
2.1.4- Localización
En cuanto a la localización, esta es evaluada como positiva, en
la medida que los habitantes la comparan con la localización,
desplazamientos y costos que implicaría el vivir en otro lugar.
Pero no sólo un incremento en los gastos de transporte, sino
también una considerable reducción de su movilidad urbana.
La localización de las viviendas sociales es percibida por los
habitantes de la quebrada como segregativa, tanto del punto de
vista espacial como social. Por lo que reafirman su decisión de
habitar en una quebrada y de no postular a programas de viviendas
sociales.
Por ejemplo, la señora María es jubilada y vive en una mediagua
construida con trozos de madera y materiales de recuperación. Ella
nos cuenta que con su jubilación de 75.000 mil pesos32 simplemente
no le alcanzaría para vivir en un “departamento”33 (vivienda
social), ya que sólo por concepto de transporte colectivo ella
gastaría más de un tercio de su jubilación. Frente a esto, ella
se siente agradecida de vivir en una quebrada, a pesar de las
malas condiciones en la que se encuentra su vivienda. Ella nos
cuenta que:
“Yo en eso doy gracias a dios, aquí me he economizado harto, la
micro aquí sale doscientos pesos, en eso me economizo; para arriba
me sale trescientos pesos entonces yo bajo a pie, y subo en micro
(bus), porque es más pesado […] todo eso es un beneficio, no gasto
tanto en micro. Pero por ejemplo, mis hijos querían que me metiera
a un departamento34, pero irse a un departamento donde la mandan
a la punta de la loma (cerro) y ¿si no tiene un sueldo fijo? y ¿si
vive de la pura jubilación? Como lo que me pasa a mí, porque si yo
32 Si la señora María, primero, no tuviera la casa que tiene en la quebrada, la cual
construyó ella misma con sus hijos, tendría que pagar arriendo, probablemente de una pieza,
porque para arrendar una casa no le alcanza. En Valparaíso, los arriendos más económicos cuestan
alrededor de 80.000 pesos al mes, es decir, un precio superior al ingreso que percibe por
concepto de jubilación.
33 Forma habitual de nombrar a la vivienda social, ya que en su mayoría son departamentos
y no viviendas unifamiliares. En el imaginario colectivo, vivienda social es inmediatamente
sinónimo de departamentos y solo en casos muy particulares se puede acceder a una casa unifamiliar.
34 En este caso, la palabra departamento alude a las viviendas sociales otorgadas por el
Estado, que como decíamos anteriormente, la mayoría de las veces se localizan en las periferias
de la ciudad.
95
no trabajo en cosas extras, el sueldo no me alcanza a mí. ¿Cómo lo
hace, entonces para pagar el agua, la luz, la micro, para ir al
hospital? Lo bueno que aquí hay consultorio, entonces si viviera
más lejos, ¿qué hago?” (HF, mujer, 71 años, quebrada Las Cañas).
96
2.2- Movilidad urbana intra-quebrada.
“hemos tenido que sacarlo a pulso para afuera, no hay por
dónde que pueda llegar un vehículo o la carroza”
(HF, mujer, 75 años, quebrada Las Chanas).
97
Figura 12: Fotografía de desarenador utilizado como puente entre laderas. Quebrada
N/N acceso por calle Bettina.
De esta manera, si por una parte la movilidad urbana extra-
quebrada les permite tener acceso a la ciudad, esta se ve
drásticamente disminuida cuando se llega a la quebrada. La
circulación al interior de ellas debe realizarse por vericuetos
poco confortables, peligrosos y en mal estado. Silvana nos
comenta que, por ejemplo, cuando se compran materiales para
la construcción o para mejorar las viviendas es muy complicado
acercar los materiales a las casas, ya que los vehículos no
pueden entrar, y por ende hay que cargar todo a mano. Lo mismo
sucede cuando alguna persona se enferma y debe ser transportada
en ambulancia; en este caso, sólo puede entrar la camilla y las
personas deben ser trasladadas prácticamente en brazos. Ella
señala:
“Igual cuando se compra material de construcción, de repente es
muy lejos de donde pasa la locomoción, y antes, por ejemplo, donde
está allá en la esquina, justo estaba el palo de poste en la huella
así, justo al medio, entonces uno tenía que pasar toda ladera,
incluso mi mamá cuando estaba embarazada, ¿cuándo fue que estabas
embarazada de nosotras? Que la tuvieron que pasar así como en
sillita, porque no podía pasar la camilla, entonces eso po, igual
nos queda lejos de la esquina, pero igual hay que caminar, con los
bolsos, con todo, cuando uno viene de compras” (HCRF, mujer, 21
años, quebrada Las Cañas).
98
Figura 13: Fotografía de desarenador y escalera horadada en el suelo natural, único
acceso a ladera este de la quebradas Las Cañas desde pasaje principal (oeste).
99
Lo mismo sucede cuando se produce un deceso y los familiares del
difunto deben cargarlo en los hombros, para poder descender la
quebrada y acercarlo a la avenida Alemania, para poder trasladar
el féretro al cementerio. La señora Ana, que habita hace 72
años en la quebrada Las Chanas, nos explica que si bien existen
aspectos positivos en el hecho de vivir en una quebrada, lo más
molesto es la falta y mal estado de circulaciones públicas
que impiden desplazarse adecuadamente por ella. Nos relata lo
siguiente con respecto a las defunciones de sus familiares:
“Es molesto no tener una calle o un buen pasaje, porque de repente
uno se enferma y no tiene vías de acceso. Cuando se han muerto
familiares, mi papá, mi mamá o mi hermano que falleció, hemos
tenido que sacarlo a pulso para afuera, no hay por dónde que pueda
llegar un vehículo o la carroza” (HF, mujer, 75 años, quebrada Las
Chanas).
100
tomaste, y la otra que me da al cerro Merced, pero en invierno esto
es puro barro, de aquí para abajo en invierno se hace un puro río,
hasta abajo, hasta la cancha Las Palmeras” (HD, mujer, 37 años,
quebrada La Rinconada).
101
102
6
C a p í t u l o
Quebrada-barrio
En este territorio de apropiación presentaremos todas aquellas
acciones sociales y espaciales que están supeditados a la acción
y a la participación de los habitantes en los procesos de
consolidación de las quebradas. Las quebradas se configuran como
territorios desestimados por la planificación urbana, ya que no
son reconocidas como barrios consolidados, básicamente porque son
definidas por el PRV como áreas verdes. Sin embargo, sus habitantes
las consideran como auténticos barrios auto gestionados, y
expresan que la cohesión social generada al interior del grupo en
algún momento después del proceso inicial de ocupación informal
de la quebrada, y en función de las necesidades y carencias que
ellos comparten, son hechos reales y suficientes que les permiten
definir y entender la quebrada como un barrio.
En virtud de lo anterior, las principales temáticas abordadas
por los habitantes, en relación con la quebrada como barrio,
guardan relación con:
a. Arraigo al territorio
b. Procesos de apropiación / sentimiento de pertenencia
c. Participación en proyectos comunitarios.
103
de esta acción —de improvisar un barrio— solo ha sido posible
gracias a las redes sociales implícitas al interior del grupo.
Así, esta improvisación en la apropiación socio-espacial de
las quebradas implica un arraigo al territorio, el cual se va
construyendo poco a poco en la medida que las familias se van
apropiando y construyendo sus propios dominios en la quebrada.
Señalábamos previamente que la apropiación como proceso
aparece tanto a nivel espacial como social. Desde esta misma
perspectiva, consideramos que el arraigo al territorio presente
en los habitantes de las quebradas se expresa, al menos, en dos
niveles: social y espacial.
Por una parte, entendemos el arraigo como un proceso y el
efecto que se genera cuando se establece una relación con un
territorio en particular, en este caso la quebrada, “en el cual
metafóricamente se ‘echan raíces’ en él, producto de diversas
situaciones, creando lazos que mantienen algún tipo de “atadura”
con el lugar” (Quezada, 2007: 43).
Y por otra parte, entendemos el arraigo, según lo propuesto por
Enrique Del Acebo (1996) quien señala que el arraigo, en tanto que
fenómeno, es expresado tridimensionalmente: social, espacial y
culturalmente, y agrega que, además, existe una interdependencia
entre estas dimensiones.
Consideramos que es pertinente hablar de arraigo en varias
dimensiones en relación con el hábitat informal presente en las
quebradas, porque no podemos disociar los diferentes procesos,
sociales, materiales y culturales, que están implicados en la
construcción de estos territorios. La quebrada como ámbito de
arraigo y como paisaje ha sido modelada materialmente por sus
habitantes mediante el hábitat informal. Sin embargo, dicha
materialización sólo ha sido posible gracias a los diversos
mecanismos y procesos sociales generados entre los vecinos,
creando un soporte y lazos sociales desde donde han actuado
como grupo y han logrado consolidarse como un barrio (en algunas
quebradas más que en otras).
Por una parte, el hombre se arraiga socialmente “cuando hay
pertenencia a grupos y organizaciones que lo involucran
íntimamente: allí importa el sujeto en tanto persona no
intercambiable, más que la eficacia en las funciones cumplidas.
Pero también hay arraigo social ligado al modo en que el sujeto
participa; participación que puede ser pasiva (acceso a bienes y
servicios) y también activa (intervención en los asuntos de la
104
comunidad local y de la sociedad global de pertenencia)” (Del
Acebo 1996: 17).
El arraigo social, en cuanto que pertenencia a un grupo, se
expresa en los habitantes mediante el sentimiento de pertenencia
y la identidad colectiva. Y en cuanto participación se expresa
en los habitantes mediante: la soberanía comunitaria, la
solidaridad, la reivindicación de los espacios públicos y las
microeconomías familiares. Ambos fenómenos —la pertenencia y la
participación— se originan en las relaciones sociales tejidas e
instauradas al interior del grupo, ligadas con el origen de la
toma, una ocupación que es propiciada y avalada por familiares
o amigos cercanos.
Y por otra parte, el hombre se arraiga espacialmente cuando se
fija, se ancla, en un territorio, lo traza, lo marca, lo delimita,
lo modela, lo construye y lo reconstruye en virtud de sus
necesidades deseos y sueños. Del Acebo define el arraigo espacial
como “ese ‘imperativo’ territorial, presente incluso en el reino
animal, que hace que el hombre tienda a ‘fijarse’ localmente en
un espacio que lo conforma en su uniformidad. Conformación que
continúa vigente aun en los momentos en que el sujeto no está
‘físicamente’ en él: puede no ocupar ese espacio, pero lo lleva
dentro, sabe que el mismo sigue estando y le pertenece, al menos
en un sentido metafísico” (1996: 17).
El arraigo espacial deriva del dominio de la espacialidad de la
quebrada, apropiación como un hecho arquitectónico (la casa)
y urbano (el barrio), el cual se materializa cuando se trazan
los dominios personales y colectivos. Y el territorio se hace
asible. En las quebradas, previamente a ser ocupadas por el
hábitat informal, no existía ningún tipo de construcción. Desde
esta perspectiva, podríamos decir que el hábitat informal es una
producción ex nihilo en el sentido que antes de la llegada de
los primeros vecinos, solo existía el espacio natural como tal.
De esta manera, el arraigo espacial en los habitantes se ha
construido poco a poco a partir de las variadas acciones que
implica el hecho de realizar una toma de terreno. Desde la
delimitación y apropiación de un lugar, inicialmente con la
construcción de la casa, hasta la consolidación de lo público
en la quebrada, dotándola de servicios básicos y equipamientos
comunitarios.
Y finalmente, el hombre se arraiga culturalmente “en la medida en
que siente como propias las normas y valores vigentes globalmente”
105
(Del Acebo, 1996: 18).
En los habitantes de las quebradas, compartir valores, normas
y saberes es evidente. Por ejemplo, la transmisión de saberes
ligados a la construcción puede ser mediante un aprendizaje
directo (haciendo) o indirecto (observando). Mediante el acto de
observar como algo fue elaborado por los vecinos, las imágenes
transmiten un conocimiento y una forma de asir y hacer el espacio
de la quebrada. Por ejemplo, construir una “casa con balcón” en
una quebrada, es cultural, en el sentido, que implica un modo
de habitar específico, es decir, habitar en la pendiente, en la
ausencia de un suelo horizontal natural y en relación constante
con el paisaje.
De esta manera, el arraigo como fenómeno tridimensional es un
proceso progresivo, es decir, se va constituyendo poco a poco,
en la medida que los habitantes se apropian del espacio de la
quebrada y construyen sus viviendas con la ayuda de sus vecinos
y familiares, en un compartir de medios y de saberes.
106
común. Vínculos y redes que se encuentran detrás de esta primera
imagen de precariedad y de irregularidad que presentan estos
territorios. Este tejido social, en el caso de las quebradas, se
expresa a través de siete aspectos: el arraigo al territorio,
el sentimiento de pertenencia, la soberanía comunitaria, la
solidaridad comunitaria, la reivindicación de los espacios
públicos informales, las microeconomías familiares y la identidad
colectiva.
107
El hecho de sentir pertenencia a un espacio definido y, a la
vez, a un grupo consolidado está fuertemente presente en los
habitantes de las quebradas. Esto nos entrega un indicio de que
el hábitat informal, en cuanto que construcción progresiva, es
ante todo la construcción de un tejido social. Es aquello que
les ha permitido a los habitantes reconocerse en cuanto que
comunidad.
Los habitantes se apropian ilegalmente de los terrenos en un
consenso establecido entre ellos, considerando sus necesidades
y la voluntad de cada uno de los miembros del grupo. “Es en la
consolidación de un ‘nosotros’ frente a los ‘otros’ donde el
‘Yo’ expresa su arraigo territorial” (Tizon, 1996: 25). Así, el
sentimiento de pertenencia les ha permitido o les permitió, en
un momento dado, tomar decisiones sobre la forma de gestionar,
organizar y ordenar el espacio habitado.
France Guérin-Pace (2006) menciona que las personas expresan
el sentimiento de pertenencia en relación con diferentes
situaciones, por ejemplo, con el lugar de pertenencia geográfica
(nación, región, ciudad), con la situación familiar, con la
situación profesional u ocupacional, etc. Situaciones a partir
de las cuales los sujetos se sitúan y construyen su identidad.
En el caso de los habitantes de las quebradas, el sentimiento
de pertenencia se expresa en diferentes grados: territorial,
familiar y/o grupal y, en algunas ocasiones, en relación con
sus oficios u ocupaciones. Es un sentimiento que se construye
poco a poco en la medida que los habitantes se apropian de la
quebrada. Es decir, el sentimiento pertenencia en los habitantes
de las quebradas está asociado, primero, al hecho de apropiarse
informalmente de un sitio y, segundo, a la pertenencia al grupo,
a partir de aquello que es común a todos los habitantes, es
decir, habitar en una toma de terreno. Situación compartida
por todas las familias, bien que estas hayan llegado en tiempos
diferidos.
Los habitantes de las quebradas expresan su arraigo y pertenencia
hacia el territorio, mediante aquello que han construido
materialmente; por la manera en que asumieron y se apropiaron
de un territorio no planificado; y por la forma en que lo
visualizan como parte de su patrimonio familiar, el cual podrá
ser transmitido a sus descendencias.
Así, la primera forma de pertenencia está definida en relación
con la acción de tomarse y de apropiarse de un sitio ilegalmente;
108
esta acción define, por ende, la representación y la identidad que
poseen de ellos mismo en relación con el resto de la sociedad.
Los habitantes habitualmente utilizan frases como: “yo soy de
la toma”, “yo vivo en una toma”, “yo estoy en toma”, o “yo nací
en la toma”.
A partir de los relatos hemos reconocido al menos tres formas de
cómo se expresa este sentimiento de pertenencia en los habitantes
de las quebradas, representadas por las tres frases siguientes:
a) “Todo eso que usted ve aquí, nosotros lo hicimos”, señala
Valeria cuando me indica la escalera y los arcos de la cancha
de futbol; su frase expresa una pertenencia hacia el grupo,
mediante reconocer como suyo los proyectos que han logrado como
comunidad.
b) “Yo quiero que esto quede para mis hijos y nietos”, la señora
Doraliza expresa una pertenencia a partir del hecho de tener un
lugar que puede ser traspasado a sus hijos o nietos como una
herencia.
c) “Yo soy porteño, yo nací aquí”, don Héctor expresa una
pertenencia en relación con el lugar de origen, el arraigo se
fija en el lugar.
La primera forma de pertenencia está definida en relación con
el grupo. Los habitantes se sienten en igualdad de condiciones
frente a la forma de apropiación del espacio de la quebrada,
donde aparecen necesidades comunes que los mueven y motivan a
trabajar en equipo, obteniendo de esta manera logros y fracasos,
que son asumidos por el grupo como propios. Es así como comienza
a construirse la cohesión entre los habitantes, quienes trabajan
por el bien común.
Esta pertenencia se expresa, primariamente, por los lazos
familiares y de amistad presentes en el territorio, pero también
se expresa mediante la autovaloración de lo realizado, el
esfuerzo personal y familiar. Así, esta pertenencia al grupo
se hace evidente cuando los esfuerzos y el trabajo en equipo
trascienden el núcleo familiar y los habitantes se encuentran en
contextos de ayuda mutua y de evaluación de logros y de fracasos.
Es decir, según Mucchielli, “el sentimiento de pertenencia está
expresado por el ‘nosotros’, que trasciende el ‘yo’ y el ‘mío’;
el sentimiento de solidaridad (‘hacer cuerpo’) es dominante, ya
sea lejos del grupo o durante un trabajo en común” (2003:49).
El nosotros en los habitantes de las quebradas es habitual, pero
es un nosotros en tiempo pasado —tal como veremos más adelante—,
109
ya que sienten que si bien existe una cohesión al interior del
grupo, esta se ha debilitado con el tiempo.
Al momento de las entrevistas, las familias de La Rinconada
estaban más dispuestas a ser entrevistadas, porque consideraban
que todas las familias, de cierta manera, se encontraban en una
condición similar de irregularidad con respecto a los títulos
de dominio de los sitios, por lo que creían casi imposible una
acción de erradicación masiva. La señora. Valeria al respecto
dice:
“Aquí yo digo que ‘este es mi sector’, porque aquí hay cosas que
nos hacen iguales, estamos en las mismas condiciones; no es que
uno esté mejor que otro, estamos todos en lo mismo. No tenemos
pavimentación, no hay escalas públicas, no tenemos el título,
hemos trabajado juntos por arreglar algunas cosas. O sea, aquí
la gente es súper sociable, porque ‘somos los mismos’ y nos
ayudamos” (HD, mujer, 37 años, quebrada La Rinconada).
110
en relación con su lugar de origen, que se transpone al lugar que
ella habita actualmente, la quebrada Las Cañas. Cuando comienza
su relato, ella dice: “yo soy del sur de Chile, yo vivía en un
pueblito en el campo”.
El hecho de venir del campo implica una superposición de las
representaciones simbólicas que trae consigo de su lugar de
procedencia y, por ende, es desde allí que Doraliza construye o
más bien reconstruye su identidad en la quebrada, y también la
identidad de su casa; ella se refiere a su vivienda como una casa
quinta, una casa de campo. Es decir, su pertenencia a la quebrada
esta siempre ligada a su lugar de origen: el campo.
Ella construye una pertenencia en relación con la memoria de su
lugar de origen, es decir, ella habita la quebrada a la manera
que ella habitaría el campo. Es una pertenencia a dos lugares
diferentes, construida mediante las representaciones que ella
posee de cada uno de ellos y las reinterpreta en el lugar.
Con este ejemplo, se evidencia que la trayectoria residencial
de la señora Doraliza tiene una influencia directa sobre la
pertenencia que ella ha construido en torno a la quebrada y en
relación con su casa, trayectoria que le permite construir, por
lo tanto, su identidad. Guerin Pace señala que “el conjunto de
trayectorias geográficas y el sentido dado a los lugares, pasados
y presentes, vividos, practicados o imaginados, constituyen
elementos esenciales de comprensión de las pertenencias y de los
comportamientos individuales” (2006: 300).
Así, la señora Doraliza expresa su pertenencia al lugar, por
la manera en que ella se lo ha apropiado y por la forma de
visualizarlo como un potencial lugar de transmisión de su
patrimonio familiar, heredable a sus hijos y a sus nietos.
La tercera forma de pertenencia en relación con los oficios u
ocupaciones. Don Héctor nos señala: “yo soy ebanista”, su oficio
lo define y desde allí construye su identidad, por la cual él
es reconocido y solicitado en el barrio. Oficio que se refleja,
incluso materialmente, en su vivienda, donde su taller ocupaba
el lugar principal del acceso de la casa, es la vitrina al barrio
desde donde muestra quién es.
Finalmente, los eventos que llevan a sentirse y definirse como
parte de un grupo en los asentamientos informales, se hacen más
evidentes por la carencia inicial de cohesión social.
Consideramos que el sentimiento de pertenencia en los asentamientos
informales, está al origen de la apropiación, es algo que se
111
construye progresivamente, considerando la inexistencia previa
de arraigo con el lugar. El lugar, el sitio, el terreno, el lote,
la casa, el barrio, etc. se organiza, modela y construye en la
medida que las prácticas sociales se van poco a poco asentando.
Desde esta perspectiva, el esfuerzo familiar y colectivo por
asegurar la tenencia de los sitios y hacer vivible un territorio
no planificado y desestimado, es enormemente valorado por las
familias y, por consecuencia, engendra un arraigo profundo en
los habitantes. Ya que estos territorios —las quebradas— al
carecer de planificación, son el producto material de sus propios
habitantes, autogestores de los cambios que estos territorios
han experimentado en los últimos treinta años.
112
como una unidad urbana consolidada o barrio, se hace ejercicio
de la soberanía comunitaria, en una relación entre el nosotros
(los habitantes de la quebrada) y los otros (los de afuera).
Este nosotros se hace visible gracias a la cohesión social que
existe al interior del grupo, la cual, motiva a los vecinos
a defender sus intereses comunes. Es decir, es el grado de
consenso que existe entre los miembros de un grupo social, sobre
la pertenencia a un proyecto o situación común (CEPAL, 2007).
Sin embargo, así como en los procesos sociales anteriormente
analizados la soberanía comunitaria no aparece inmediatamente en
el grupo, sino que se va construyendo progresivamente en la medida
que las familias se apropian del espacio común de la quebrada, y
alcanzan la tercera escala de intervención: de barrio. Como es
el caso de la quebrada Las Cañas, donde los espacios residuales
o retazos de sitios, derivados de la apropiación informal, son
adjuntados por los habitantes a sus sitios ya consolidados, con
el objetivo de no dejar sitio disponible por temor a nuevos
ocupantes desconocidos.
La mayoría de las veces, la soberanía comunitaria es ejercida
por los representantes o dirigentes vecinales de las quebradas,
quienes asumen el rol de administradores del espacio vacante.
Sin embargo, este rol de administrador puede ser asumido por
cualquier vecino. Por ejemplo, puede ser asumido por un habitante
fundador, quienes se sienten con el derecho de decidir en ciertos
asuntos, por considerar que su antigüedad en la quebrada, les
permite tomar ciertas decisiones que a veces van en contra
del grupo o molestan a los vecinos. Es muy habitual escuchar
reclamos de algunos vecinos por lo que otros vecinos hacen en el
espacio público.
De esta manera, se reconoce que la soberanía se ejerce cuando los
vecinos quieren protegerse ante amenazas y problemas inminentes
ligados a la sobrepoblación de la quebrada. Es decir, cuando la
quebrada alcanza un nivel de ocupación considerable, los vecinos
opinan que la quebrada esta sobrepoblada en cuanto a cantidad de
casas y de familias, y por ende, aceptar nuevas tomas de terreno
significaría una disminución en su calidad de vida y atentaría
contra la cohesión del grupo. Con respecto a esto mismo, la
señora Nancy nos cuenta, que la quebrada se fue “completando de
a poco”, pero que actualmente, la que decide, es la presidenta
de la junta de vecinos, porque aceptar a más personas sería un
riesgo para todos, y señala:
113
“Allá, esa parte de allá abajo (lo Olivos bajos), se fue completando
desde hace mucho tiempo, aquí cada vecino antiguo trajo después
a toda su familia. Si por eso aquí todos nos conocemos, porque
uno está aquí desde el principio. Sólo esa parte aquí arriba es
más nueva, pero ya no puede ponerse nadie más ahí, porque aquí
estamos muy cerca del bosque, y por los incendios, no se puede.
Y si alguien más quiere ponerse aquí, eso lo ve la vecina que
era la presidenta del comité” (HF, mujer, 76 años, quebrada La
Rinconada).
114
abajito son nuevos, yo les di permiso para que se pusieran allí,
pero ahora como son nuevos no saben cómo es la cosa aquí, y se
han tomado todo mi patio y parte del pasaje. Entonces los otros
vecinos se enojaron conmigo, porque nadie los conocía y no saben
cómo se vive aquí. Pero uno lo hace por los niños, porque igual
necesitaban donde instalarse” (HF, mujer, 78 años, quebrada Las
Cañas).
115
Figura 14: Fotografía de carteles en cartón instalados por las familias víctimas
del incendio de abril 2014, para identificar y hacer soberanía sobre sus sitios,
quebrada La Rinconada.
116
apelando a una contraparte, aquello que Marcel Mauss llama el
“contradon” (o contra-ayuda, aquello que se devuelve). A partir
de los cuales se establece una triple relación entre dar, recibir
y devolver. Es un acuerdo tácito y subjetivo, porque no existe
un contrato explícito ni un intercambio de bienes materiales.
Esta práctica es habitual en los procesos de autoconstrucción
de las viviendas, donde cada vecino, familiar o amigo, pone a
disposición sus habilidades y saberes, para quien lo necesite.
Hay muchas formas en que esta ayuda mutua aparece en el hábitat
informal, por ejemplo, en la construcción de las viviendas,
para desplazarse en la ciudad, ayuda para cuidar a los niños,
ayuda para las compras de los vecinos más ancianos. Y también
se refleja en un compartir alimentos, vestuario y materiales de
recuperación.
En relación con el proceso de construcción de la vivienda, los
habitantes suelen nombrar a aquellas personas, sean familiares
o amigos, que les ayudaron durante dicho proceso, debido a que
la construcción de la casa no habría sido posible sin esa ayuda
mutua, que es definida como la única forma de pago que existe,
cuando no se poseen los medios económicos para contratar un
maestro constructor.
La señora Valeria nos cuenta que al momento de la construcción
de su casa, su esposo no sabía mucho de construcción; es por
ello que su compadre, sus hermanos y sus cuñados le ayudaron a
construir la casa. Ella dice:
“Ellos le echaron una manito con la casa, porque mi esposo no
sabía mucho. Si al principio empezó sólo, por eso esa parte está
más chueca, pero después siguió con la ayuda de mi compadre, de
mis cuñados y hermanos. Aquí después yo les preparaba comida o
la once, para que no se fueran así nomás” (HD, mujer 37 años,
quebrada La Rinconada).
117
“Cuando me separé de mi marido, con tres niños de 4 años, 2
años, y algunos meses. Mis vecinos fueron un factor demasiado
importante. Ellos empezaron a remplazar a la familia. Yo al final
estoy sola acá, mis hijos ya están grandes, tengo nietos, y ellos
aquí tienen primos, abuelos, tíos de mentira. Pero ahora tengo
un hijo de 5 años que tiene síndrome de Down. ¿Y quién crees que
me ayuda en el momento que yo tengo que ir a comprar y no voy con
el niño o tengo que llevarlo a médico, y si tengo que trabajar?
Los vecinos me lo cuidan, lo mismo me pasó con los tres que ya
crié. Entonces yo creo que ese es un factor tan importante para
uno, tener alguien que te ayude. En los barrios habrá cahuines y
todo, pero aquí yo me siento segura, son buenos vecinos. Cuando
yo salgo a trabajar mi vecina manda al colegio a mi hijo menor.
Por eso te digo que si a mí me ofrecieran irme a otro barrio, yo
ya no me voy, no me voy, mi casa en invierno es fría, porque las
paredes se ponen con musgos, húmedos. Pero la seguridad que me
dan los vecinos, eso sí que no lo encuentras en ningún lado. Por
ejemplo, yo salgo y yo sé que no van a entrar a robar, porque
aquí no falta la vecina que está atenta con mi casa” (HN, mujer,
42 años, quebrada Las Chanas).
118
tenía por objetivo la entrega de mediaguas a las familias con
mayores problemas de habitabilidad, la señora Juana, dirigente
de la quebrada La Rinconada, nos cuenta que, independientemente
de quienes fueran las familias beneficiadas, todos los vecinos se
organizaron y vendieron sándwiches, con el objetivo de recaudar
fondos para pagar el monto mínimo exigido por TECHO (2003).
Sin embargo, ella también señala que algunas familias, en el
momento de recibir la mediagua, no siguieron participando en las
actividades. Esto también fue señalado por la señora Valeria36.
La Sra. Juana relata:
“Por ejemplo, aquí cuando llegó TECHO con las mediaguas, nos
juntamos todos y empezamos a vender completos para juntar la plata
para todas las familias, que eran como 30 mil pesos (por familia)
que había que tener en ese tiempo. Organizábamos completadas
y fuimos pagando de a poco. Pero lo malo fue que alguna gente
sinvergüenza se aprovechó, y sólo pago la mitad. O sea, cuando
tuvieron la mediagua no siguieron pagando y no participaron más
en las actividades” (HD, mujer, 53 años, quebrada La Rinconada).
119
La ayuda prestada implica mano de obra especializada y un
traspaso de saberes que tiene por objetivo ayudar con lo que
se sabe por el bien común, lo que se traduce directamente en
la consolidación del entorno de las viviendas. De esta manera
se aúnan diferentes saberes, que son manejados por distintos
habitantes autodidactas. Es decir, las familias han comprendido
que a mayor nivel de consolidación del espacio público, son
mayores los beneficios que reciben sus viviendas.
De esta manera, nos percatamos que entre los habitantes de las
quebradas, la solidaridad es una práctica social que transciende
el núcleo familiar cercano, solidaridad que se extiende a amigos
y vecinos que se encuentran en la misma condición, lo que genera
fuertes vínculos que les han permitido a los habitantes encontrar
un sostén y un apoyo inmediato para sobrellevar problemas
ligados a la vida cotidiana en estos territorios invisibilizados
y desestimados.
120
01-2010 02-2012
04-2014 10-2014
Figura 15: Fotografía de proceso evolutivo de construcción y re-construcción de
CRF Sra. Rosa. Periodo 2010-2014, quebrada La Rinconada.
121
de resistencia a la movilidad, es una manifestación tangible
de la importancia del arraigo al territorio, de hecho de la
territorialidad en la condición humana. Es entonces probable que
en la construcción misma de su propia identidad individual, la
relación con el territorio juegue un rol fundamental. De hecho,
cuando las personas se encuentran por primera vez, ¿qué dicen
para identificarse?” (Jean, 1993: 293).
En este caso, las familias aluden al hecho de estar acostumbrados,
de querer el lugar (topofilia), y por ende, no podrían acostumbrarse
a otro lugar, ya que allí viven todos sus parientes y amigos. Es
un lazo territorial que se crea, el cual puede “traducirse en un
sentido de aceptación, agrado y hasta afecto por el territorio
(topofilia), pero también, como un sentimiento de rechazo o
desagrado por él, elementos que inciden en la conformación
identitaria socio territorial, aunque, como todos los casos,
no necesariamente determinan el arraigo, puesto que este puede
estar condicionado por otro tipo de lazos que adquieran un mayor
peso en las decisiones del actor” (Quezada, 2007:47).
122
A partir de los relatos hemos podido distinguir dos tipos
de microeconomías. Por una parte, unas que son de carácter
completamente informal. Es decir, “actividades que incumplen
la legislación y normativa necesaria para la producción,
distribución o venta de los bienes finales, pero su producción es
ilícita. Regulación legal y administrativa, derechos comerciales
y de propiedad” (Gamero & Carrasco, 2011: 14). Es decir, los
habitantes son trabajadores por su propia cuenta, sin salario, y
los trabajos son realizados habitualmente en sus propios hogares,
donde las diferentes funciones las suelen cumplir los mismos
miembros de la familia, como por ejemplo, la crianza y venta de
animales, la fabricación de carbón, de yogur, etc.
Y por otra parte, se reconocen microeconomías de carácter más
formal, que están avaladas por algún organismo o institución
pública a la familia y la quebrada. En este caso encontramos,
por ejemplo, la participación de los vecinos en fondos micro
empresariales con financiamiento del Estado, por ejemplo,
proyectos FOSIS37 y de SERCOTEC38. Sin embargo, debemos agregar
que, en este caso, si bien el origen de la microempresa es de
carácter formal, eso no implica que su gestión y desarrollo sea
completamente formal.
La señora Valeria, de la quebrada La Rinconada, nos cuenta que con
su esposo siempre están rebuscando diferentes maneras de aumentar
el salario, porque lo que gana su esposo no les alcanza para
vivir. Es por ello que su familia ha incursionado en diferentes
trabajos; por una parte, ella posee una microempresa familiar
informal dedicada a la crianza de chanchos en la quebrada, los
cuales vende a pequeñas carnicerías del plan de la ciudad.
Evidentemente su producción no es a gran escala, sino que cría un
máximo de diez chanchos. Y por otra parte, ella participó en una
iniciativa de carácter formal con una microempresa avalada por
el FOSIS e instaló su propio negocio de menestras en la quebrada.
Ella nos cuenta:
123
“De repente, para alguna ocasión especial o una fiesta, se faena
un chancho para la casa, pero principalmente los criamos para
venderlos, mi esposo los vende. Igual acá hay gente que les
gustan los animales del sector y andan buscando un chancho,
se los vende y se los llevan, porque son más naturales que
los de supermercado. En otra ocasión, hace un tiempo criamos
gallinas, teníamos más de 100 gallinas [...]. También una vez
postulé a un proyecto FOSIS y así yo empecé a trabajar, porque
teníamos aspiraciones de agrandar la casa. Trabajé para eso, para
construir, para darles mejor comodidad a las niñas, para vivir
mejor, por eso quise hacer el negocio de abarrotes. Con el FOSIS
compré un negocio, era un negocio chiquitito, de lata, de esos
que te daba el programa FOSIS, un quiosquito, al principio yo
lo arrendaba, a la dueña anterior, ella me cobraba 40 mil pesos
mensuales, pero al final no era tanto lo que yo ganaba, como para
pagar 40 mil mensuales, así que yo le dije que me lo vendiera, y
me lo vendió en 250 mil pesos, pedimos un préstamo con mi marido
y se lo compré. Yo empecé ese negocio con 80 mil pesos, fue la
primera plata que invertí en mercadería. Y era bueno porque
por acá no hay ningún negocio cerca, y después que yo me puse
a vender, en muchas casas también se pusieron a vender cosas,
porque aquí no hay ningún negocio” (HD, Mujer, 37años, quebrada
La Rinconada).
124
quitado financiamiento y siente que esto lo perjudica. Él dice:
“Con el gobierno de la Bachelet (ex-presidenta Michelle Bachelet)
fue muy bueno, porque hubo muchos beneficios con los programas
para los pequeños empresarios. Ellos dieron facilidades para
que nosotros postuláramos a los programas y nos daban ayuda
(económica) para comprar máquinas, materiales, herramientas
para trabajar, para salir adelante, para las pequeñas empresas.
Pero el gobierno actual está quitando esos asuntos que teníamos
nosotros para seguir y salir adelante, o sea, nos cortó la plata.
Por lo que veo, parece que este gobierno quiere eliminar ese
asunto y para nosotros es perjudicial. Yo, por ejemplo, postulé
a SERCOTEC, porque se podría decir que nosotros somos pequeños
empresarios. Yo hago muebles para vender, yo hago todo esto (me
muestra sus trabajos) para la venta. Yo mismo los diseño, diseño
el mueble, lo dibujo y todo. Yo empiezo por cortar el árbol,
lo corto, lo faeno y lo hago. Trabajé muchos años con la casa
de antigüedades y sigo trabajando con coleccionistas de arte.
Refaccionando y restaurando, pero aquí yo no puedo traer grandes
cosas, porque usted ve, por el poco espacio, entonces tengo que
hacer cosas pequeñas, no puedo hacer grandes trabajos y tampoco
puedo contratar gente acá, por las condiciones en que estoy.
Yo no puedo, así que tengo que trabajar solo no más, tengo que
hacer todo, la pega del ayudante, la de todos, los trabajos tengo
que mandar a tapizar afuera y mandar a barnizar también afuera,
entonces para mí eso es un gasto más que tengo que hacer. Y si
tuviera un taller más grande yo podría dar empleo, yo le puedo
dar trabajo a un carpintero, a un mueblista, a un tapicero, a
barnizadores, a harta gente que está empezando recién a formarse,
y el trabajo no se perdería, porque si no este trabajo ya se
pierde, lo mío se pierde. […] Todo esto es hecho a mano, todo lo
que es tallado es a mano, se hace a mano, y las otras piezas se
hacen con máquina, las molduras y todas esas cosas se hacen con
máquina, pero lo demás todo se hace a mano. […] Por eso le digo
yo, que sin un taller más grande, este trabajo se pierde aquí, ya
no queda nadie, ni un heredero, se pierde. Talladores hay pero
nosotros le decimos talladores de esos que van a recoger hojas
a la feria, pescan la hoja y la tiran y hacen unas tremendas
flores, entonces se ha perdido, se van perdiendo, por ejemplo,
los estilos. La gente no conoce lo que es un estilo de mueble, la
gente compra lo que ve en libros o en tiendas al por mayor y no
de estilo. […] Casi todo lo hago, de repente tengo madera y me
pongo a hacer cosas, ahora estoy haciendo unas mesitas, cuatro
mesitas, porque es más fácil para mí venderlas (por el tamaño
y costo), aunque ya tengo un comprador. Pero voy igual a otras
casas y las ofrezco. Siempre estoy haciendo muebles, pero nunca
hago lo mismo, siempre voy cambiando, diferentes cosas. Este,
por ejemplo (muestra una vitrina), lo estoy ofreciendo en Viña,
a un anticuario, y a veces me he pegado un viajecito a Santiago.
A lo mejor este fin de semana, si dios quiere, voy, y ahí vamos a
ofrecerla, porque por allá hay más plata. Aquí la gente de pueblo
no sabe mucho de estas cosas; bueno, la gente de edad sí, pero
aquí casi la mayoría es joven, entonces no sabe mucho de muebles.
Ellos van y compran en Ripley, sí, porque ahí tiene dos años para
pagar, y pa’ cuando ha terminado de pagar ya no tienen mueble,
125
pero la gente no valora eso. Yo empecé a los doce años, empecé
a trabajar, yo estudiaba y trabajaba, empecé a aprender el
tallado porque mi padre era tallador y mis tíos eran profesores
de carpintería en el Colegio Salesianos, el de curas, el de la
avenida Argentina y ahí comencé y no he parado hasta la fecha”
(HERF, hombre, 51 años, quebrada Las Cañas).
126
padre había construido una vivienda en el sitio de su abuela.
Como veremos en el territorio de apropiación quebrada-casa, el
hecho que las familias vivan reunidas en Conjuntos Residenciales
Familiares(CRF), permite que situaciones como la vivida por la
familia de Natalia, sean más soportables y llevaderas, sobre
todo para una adolecente que debe criar a sus hermanos. Ella nos
cuenta:
“Mi papá, y mi mamá se casaron cuando mi papa tenía veintiún
años y nació mi hermano mayor y se vinieron para acá, para el
terremoto del 85, y aquí comenzó todo, después nacimos nosotros
(ella y sus dos hermanos pequeños). Y cuando yo tenía trece años
mi mamá con mi papá se separaron y me dejaron a cargo a mí a mis
dos hermanos chicos, porque mi hermano mayor se había casado y
se había ido con su esposa al Olivar (barrio periférico de Viña
del Mar). Y así, a los trece años, me hice cargo de mis dos
hermanos chicos, de Viviana y Nicolás. Mi hermano nació con una
enfermedad y todo eso a mi mamá no le importó, e igual nos dejó.
Yo lo tenía que llevar al hospital, y después mi papá también se
fue con otra mujer, así que en ese momento quedé sola viviendo
acá con mis dos hermanos chicos. Yo trabajaba y estudiaba para
pagarles los estudios a mis hermanos y la colegiatura y todo eso,
después yo me fui al liceo técnico y ahí conversé con un profesor
por mi situación, porque me pedían muchos materiales y cosas que
yo no podía costearlas, así que el profesor me hizo los trámites
para tener una beca de transporte y yo le dije si podía vender
cosas en el colegio. Al principio junté tres mil pesos y vendía
aros y dulces, a mis compañeras del colegio, y ahí yo vendía y
me hacía mi plata. Todo lo que ganaba me lo gastaba aquí en la
casa; primero compraba los aros para seguir vendiendo y el resto
lo ocupaba para pagar la luz, el agua, el gas y la mercadería.
[…] Mi abuelita nos ayudaba con lo que ella podía, sobre todo con
el almuerzo y la once. Y así salimos adelante con poquito, pero
ahora estoy casada y a mis hijos no les falta nada, porque yo
trabajo en la feria” (HCRF, mujer 24 años, quebrada Las Cañas).
127
2.6- La reivindicación del espacio público
“Todo esto es de nosotros, lo hicimos nosotros, todos cooperamos”
(H.F, mujer, 54 años, La Rinconada).
128
el derecho de tener y de beneficiarse de espacios de encuentro, de
recreación, y de sociabilización, en el entorno inmediato a sus
viviendas. Los habitantes imaginan y demandan la consolidación
de sus barrios, pero consideran que esta consolidación solo es
posible mediante la consolidación del espacio público.
Esta reivindicación del espacio público formal, es decir, esta
demanda de aquello que sienten que debieran recibir, se percibe
en la autoconstrucción de calles, pasajes, caminos, escaleras,
plazas y canchas de fútbol, que tienen como origen común el hecho
de ser espacios públicos no planificados, los cuales, por una
parte, son el resultado de una práctica social que se reitera
y los define como espacios apropiados. Por otra parte, son el
resultado de una apropiación espacial que transforma espacios
baldíos y periféricos en espacios públicos. En relación con esto,
Jordi Borja señala que “El espacio público expresa la democracia
en su dimensión territorial. Es el espacio de uso colectivo. Es
el ámbito en el que los ciudadanos pueden (o debieran) sentirse
como tales, libres e iguales. Es donde la sociedad se escenifica,
se representa a sí misma, se muestra como una colectividad
que convive, que muestra su diversidad y sus contradicciones
y expresa sus demandas y sus conflictos. Es donde se construye
la memoria colectiva y se manifiestan las identidades múltiples
y las fusiones en proceso” (2011: 140). Por lo tanto, lo que
hace que espacios no planificados sean percibidos y practicados
como espacios públicos, es el hecho que los espacios apropiados
por los vecinos los remiten a una experiencia colectiva, sea
de creación o apropiación del espacio, o bien de acuerdos que
generan un consenso colectivo frente a estos espacios. Así, el
espacio público en el hábitat informal es un espacio apropiado
en el sentido planteado por Lefebvre (1961) y contrario al
espacio dominado.
129
2.7- Cuatro apropiaciones del espacio público informal
En esta apropiación y creación colectiva del espacio público
informal, hay cuatro pasos claves en su identificación y
consolidación. Primero, el espacio se marca, segundo, el espacio
se nombra, tercero, el espacio se delimita y cuarto, el espacio
se respeta.
Se marca a partir de las prácticas cotidianas. Con respecto a
esto, Lefebvre señala que la práctica espacial “consiste en una
proyección sobre el terreno de todos los aspectos, elementos y
momentos de la práctica social” (200: 15).
Se nombra, para que sea reconocido. Se nombra, porque nombrándolo
se transforma en un espacio de referencia. Y se nombra, porque el
nombre va a configurar una imagen en cada uno de los habitantes,
que establece una relación entre prácticas e intervención que
serán vehiculadas por el espacio mismo. De esta manera, el nombre
de un lugar construye su identidad y su atributo, a partir del
conjunto de representaciones e imaginarios compartidos.
Se delimita para darle su forma. Para contenerlo, para asirlo y
para que transcienda su condición de terreno baldío y vacante,
se delimita para fijar su destino (uso).
Se respeta, porque no se transgrede su sentido una vez instaurado.
El hábitat informal, por esencia, es una apropiación que se
desarrolla sin normas ni leyes; las personas se apropian de
espacios “no-apropiables”, de aquello que nadie quiere o de
aquello que pertenece a otro.
Sabemos que en la toma de terreno santiaguina, se preveía una
planificación del espacio público, mediante el trazado de calles,
plazas y centros comunitarios, etc. No podemos decir lo mismo de
la toma porteña, simplemente porque, como ya lo hemos reiterado
en varias ocasiones, las tomas en las quebradas de Valparaíso son
tomas de carácter familiar y no colectiva. Son tomas a destiempo
e individuales, donde cada familia se ha apropiado del espacio
que le conviene para construir su casa. Entonces, el respeto por
el espacio público está implícito en el hecho de no transgredir
aquello que ha sido marcado, nombrado, delimitado y respetado
desde la primera ocupación.
En relación con esto, el caso de la quebrada La Rinconada es
bastante explícito, pues los vecinos transformaron un espacio
baldío y abierto en una cancha de fútbol y la nombraron como
“la cancha de las palmeras”. Este acto de apropiación implica,
primero, reconocer una característica espacial y singular del
lugar, que lo define y lo identifica, “allí donde están las
130
palmeras”, y, segundo, reconoce las prácticas relacionadas con
la idea de “cancha” como un lugar de encuentro y de juego. En
este caso, el nombre vehicula representaciones y, por lo tanto,
construye su identidad y atributo. Variados son los relatos que
hacen referencia a este hecho:
Norman: “aquí esta cancha la hicimos nosotros, algunos vecinos
nos juntamos y la hicimos, porque algo de recreación sirve. Esas
palmeras eran del vecino de pajonal (dueño del fundo). Él, antes
que hicieran la avenida, tenía esas palmeras en la entrada al
fundo, pero cuando rompieron (el cerro) para la prolongación del
camino de la avenida Alemania, las palmeras molestaban porque
estaban en la entrada, las sacaron y las pusieron ahí. Esas
palmeras tienen como ochenta años aproximados, me decía don
Germán Riegel (dueño del fundo), que era muy buen vecino, y
todavía somos buenos vecinos” (HF, hombre, 46 años, quebrada La
Rinconada)
Juana: Por ejemplo, yo fui una de las fundadoras del Club Deportivo
Comunitario “Las Palmeras” […] Este Club era para que los niños
jugaran a la pelota, es comunitario, para ayudar a la comunidad.
Hace 6 años atrás, en el 2003, y desde allí formamos el deportivo
comunitario” (HD, mujer, 53 años quebrada La Rinconada).
131
bien no se tomó en conjunto, se la reconoce implícitamente y,
por lo tanto, todos la respetan. De esta manera, la creación del
espacio público en las quebradas es un proceso colectivo, que se
instaura y se formaliza desde la práctica social; por lo tanto,
es avalada por todos en la medida que se reconocen como grupo en
aquellos espacios.
En este caso vemos cómo los vecinos coinciden en el hecho de
que la cancha es parte de los proyectos que, como grupo, han
llevado a cabo. La utilización de ese espacio baldío como cancha
es respetada por los vecinos y ninguna persona se ha atrevido a
ocuparlo con viviendas, porque reconocen en el lugar un valor,
un espacio de expresión y de reunión.
Sin embargo, también encontramos el caso opuesto, es decir,
cuando se trasgrede ese espacio que ha sido definido por los
mismos vecinos como espacio público, por años. La señora Doraliza
nos cuenta, con gran pesar, que por hacer una buena acción, los
vecinos se molestaron con ella, porque permitió a una nueva
familia instalarse en la parte delantera de su sitio. De forma
general, ella señala que al principio no hubo problemas, pero
luego la nueva familia a comenzó a apropiarse de más espacio del
que se podía, ocupando parte del pasaje público por el cual se
accede a la quebrada. Ella considera que los nuevos vecinos no
entendieron las reglas que existían allí y por eso hicieron lo
que hicieron. Ella dice:
“Aquí de hace rato que no llega nadie nuevo, porque la gente sabe
que esto está lleno, los vecinos, pero que están aquí abajito
son nuevos, yo les di permiso para que se pusieran allí, pero
ahora como son nuevos no saben cómo es aquí, y se han tomado
todo mi patio y parte del pasaje. Entonces los otros vecinos se
enojaron conmigo, porque nadie los conocía y no saben cómo se
vive aquí. Pero uno lo hace por los niños, igual necesitaban
donde instalarse” (HF, mujer, 78años, quebrada Las Cañas).
132
precarias” (2003: 131).
Los habitantes construyen ciudad, en el sentido que dotan de
contenido y sentido lugares al interior de la quebrada, a partir
de las prácticas sociales y las prácticas espaciales que dan forma
y delimitan dicho espacio. Podríamos decir que los habitantes de
las quebradas han sido urbanistas, planificadores y arquitectos.
En el sentido que son ellos quienes han definido cómo usar el
espacio y organizarlo para nombrarlo e identificarlo.
Estos espacios públicos informales son la evidencia de la
apropiación y expresión de los habitantes en cuanto que comunidad
y barrio. Mediante estos espacios públicos informales, cualifican
la quebrada y demuestran su arraigo al territorio y la pertenencia
al grupo. Son espacios y momentos de distracción, son espacios
que traen a la quebrada un poco de aquello que la ciudad tiene
y que en la quebrada no existe, mediante micro intervenciones
urbanas al alcance de los habitantes, materializadas en pequeños
bancos de madera, arcos de fútbol, toldos, sillones, columpios,
etc.
En estas condiciones, el espacio público se transforma en
función de las festividades, de las actividades comunitarias y
promueve una identidad colectiva. Esto, sin embargo, en muchos
barrios planificados y/o formales, ha desaparecido, sobre todo
en conjuntos habitacionales de vivienda social construidos en
las periferias de las ciudades y en los barrios o condominios
cerrados de la clase media y alta. Allí el espacio público, de
recreación y de sociabilización viene prediseñado y, por ende,
la apropiación está supeditada y dictada por la planificación y/o
normas internas.
Figura 17: Fotografía de espacio público informal, “Ramada Pueblo sin ley”,
Quebrada La Rinconada, Octubre 2014.
133
Figura 18: Fotografía de espacio público informal “El rincón de Luchito” en Calle
el Bosque, Cerro Ramaditas, Octubre 2014.
Figura 19: Fotografía de espacio público informal “Cancha Las Palmeras”, asientos
de neumáticos, quebrada La Rinconada.
134
Finalmente, consideramos que el espacio público informal es una
apropiación socio-espacial materializada desde las prácticas
sociales reiteradas en un territorio no planificado. Rapoport
señala “que el hombre construye para dominar su entorno, pero es
a la vez un entorno físico y un entorno idealizado que él domina”
(Rapoport, 1972:83). Sabemos que el espacio público informal
carece de un soporte adecuado, sin embargo, su significado como
espacio idealizado es el que hace posible su materialización,
identificación y reconocimiento por parte de los habitantes.
135
3.1- Instauración de la toma, como acción y estado.
“Ahora estoy viviendo en toma”
(HF, mujer, 53 años, quebrada La Rinconada).
Es decir, “hacer una toma” implica una acción, que se define por
el evento de tomar posesión de un terreno, que se formaliza por
la delimitación del sitio mediante un cerco o por el canteo
de la ladera de la quebrada. Y “Estar en toma”, implica un
estado que define una situación y un modo de habitar, en el que
se encontraban o se encuentran los habitantes actualmente. Es
decir, los habitantes no solo dicen “yo me tomé un terreno”, sino
que también dicen “yo vivo en una toma”, dejando claro que la
toma no es sólo un acto de apropiación, sino que también es un
lugar apropiado (tomado).
Esto queda claramente explicitado en los siguientes fragmentos
de relato, donde los habitantes definen la toma como acto y
estado.
136
Valeria:
“Yo me lo tomé y lo cerqué […] y la mayoría (de las familias) de
aquí ‘estamos viviendo en toma’, hay mucha gente ‘que vive en
toma’” (HD, mujer, 37, años quebrada La Rinconada)
Señora Juana:
“Yo llevo 10 o 15 años aquí en Los Olivos, pero toda mi vida ‘he
vivido en tomas’ y en quebradas, yo tengo 54 años” (HF, mujer,
54 años quebrada La Rinconada).
Ana:
“Toda esta gente, que vive para este lado ‘son puras tomas’,
no hay nadie que tenga o diga yo lo compré, y para el otro
lado, después con los años hicieron un bosque de eucaliptos,
pero duraría 50 años el bosque, no sé cuánto duro, hasta que
lo cortaron también para ‘hacer tomas’” (HF, mujer, 75 años,
quebrada Las Chanas).
Nancy:
“Estas ‘son tomas que hicieron’, yo me vine, hace como 10 años
que estoy acá, […] así en las condiciones que estoy yo, hay mucha
gente, hay muchos porque han llegado casas nuevas, gente nueva”
(HF, mujer, 76 años, quebrada La Rinconada)
Cristina:
“Esto ‘fue una toma’, en esos años estaba el Señor Frei sí… y el
Señor Frei42 (Ex-presidente) dijo a toda la gente, una vez que se
hizo una fiesta aquí abajo en la cancha y dijo que toda la gente
que no tenía casa y que no tenía dónde vivir, que se hiciera una
toma no más” (HF, mujer 71 años, quebrada Las Cañas).
137
3.2- Ocupación y distribución de los sitios
La ocupación y distribución del espacio de la quebrada es aleatoria
y, por lo tanto, la geometría de los sitios resultantes es
irregular, casual, incierta y azarosa. Las formas y dimensiones
que poseen los terrenos son desiguales y no obedecen a ninguna
lógica o coordenada cartesiana. Más bien nacen a partir de
lógicas orgánicas, laberínticas y múltiples. Esta etapa de
distribución y formalización de los sitios está determinada por
la definición de los límites del terreno apropiado, sea que estos
se materialicen físicamente o no.
Lo interesante en la construcción de los límites entre los sitios
de las quebradas, es que estos pueden permanecer por mucho tiempo
en calidad de límites virtuales, donde cada habitante sabe lo
que le pertenece y sabe lo que le pertenece a sus vecinos. Así,
los límites entre sitios pueden permanecer en un estado virtual
e indefinido hasta cuando sus habitantes comienzan el proceso de
regularización de sus sitios. Una de las primeras acciones para
comenzar dicho proceso, es limitar el sitio apropiado para que
este pueda ser mensurado y dibujado por un técnico del municipio
o del Ministerio de Bienes Nacionales, dando origen así a un
lote, que luego aparecerá en los planos oficiales de la ciudad.
Anteriormente mencionamos que la característica principal de las
tomas de terrenos en las quebradas de Valparaíso es que son tomas
de carácter familiar. De esta manera, previo a la instauración
de una toma, no se predeterminan las dimensiones que tendrá el
sitio; por el contario, este se define y se modela en función de
las necesidades de la familia. Así, la forma y dimensión de cada
sitio estará determinado en función de:
a) Las características topográficas del sitio. Sea que
estos se sitúen en las laderas de la quebrada o en el fondo de
la misma.
b) El espacio disponible a la llegada de una nueva familia
a la toma, es decir, en relación con la densidad habitacional
que presenten las quebradas. Esto se debe, principalmente, a
que las tomas de carácter familiar son a destiempo, es decir,
las familias no llegaron todas juntas a vivir al lugar, como sí
ocurre en las tomas de carácter colectivo que son al unísono y,
por tanto, la distribución de los terrenos es equitativa y en
función del número de familias de la toma.
Así, en el caso de las quebradas, las primeras familias que llegaron
poseen terrenos de mayor tamaño y las familias más nuevas, han
138
tenido que adaptarse a los retazos o espacios residuales dejados
por las primeras. Es decir, el tamaño de los sitios dependerá
del espacio que cada familia determine apropiarse, dependiendo
de sus necesidades personales en relación con el número de
integrantes de la familia y de los recursos disponibles para
construir.
Por lo tanto, esta distribución de los terrenos no es equitativa,
ni busca serlo, ya que cada familia, a juicio personal, sabe
lo que necesita para vivir y en función de aquello se ha
tomado un lugar sin pasar a llevar los intereses de los otros
habitantes. Es un sistema sin ningún control preestablecido,
pero democrático. Esto sólo cambia cuando el número de familias
instaladas en la quebrada consideran que ya no pueden aceptar a
nuevos vecinos y, por lo tanto, se pone en práctica la soberanía
comunitaria, anteriormente definida.
Con respecto a esto, la señora Juana, dirigente de la quebrada La
Rinconada, quien ha habitado en tres diferentes tomas, reflexiona
que uno de los problemas de esta manera aleatoria de distribución
de los terrenos, es que, finalmente, las familias más nuevas
poseen terrenos que ella considera demasiado pequeños y, por lo
tanto, viven hacinados. Ella dice:
“El problema es que hay gente que tiene terrenos muy chicos y
hay otros que tienen dos terrenos para una casa; es que aquí es
a la suerte no más, o sea, según lo que uno se tome. Por eso en
la toma hay como 120 familias y hay familias que viven de dos […]
algunas de ellas viven hacinadas, por ejemplo los Troncoso, son
tres familias en una sola casa” (HF, mujer, 53 años, quebrada La
Rinconada).
139
mi cuñada todos vivieron a ese lado, pero a mí no me admitieron a
ese lado, me echaron de ese lado” (HF, mujer, 71 años, quebrada
Las Cañas).
43 Los romanos tomaron el ritual del “inauguratio” o fundación de una ciudad de los
etruscos, y consistía básicamente en lo siguiente: En primer lugar, un augur consultaba los
presagios y confirmaba si el lugar resultaba propicio para los dioses. En caso favorable, se
procedía al “inauguratio”: se marcaba el perímetro de la ciudad, en el lugar elegido, con un
arado tirado por dos bueyes. Después se efectuaba la delimitación: se establecían tres zonas
(sagrada, pública y residencial). Más tarde, un sacerdote oficiaba la consagración: un sacrificio
en honor de la Tríada capitolina (formada por los dioses Júpiter, Juno y Minerva).Por último,
se llevaba a cabo la centuriación, o división del territorio en centurias o parcelas cuadradas,
y se hacía el reparto entre los colonos.
44 Las tomas en Santiago, como lo hemos enunciado anteriormente, son de carácter
colectivo (no necesariamente familiar) y sincrónica y, por lo tanto, la división del terreno
y distribución de los lotes están determinados por el número de familias involucradas. Así,
el resultado del loteo resulta en una geometría regular y equitativa. Por ejemplo, la toma
de la Victoria en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. En cambio, en Valparaíso, las tomas son
individuales (de carácter familiar) y asincrónica, y el resultado del loteo resulta en una
geometría irregular y aleatoria.
45 Cantear significa labrar los cantos de una piedra u otro material, guarda relación con
el arte de la sillería.
140
son azarosas, aleatorias y geométricamente irregulares. La
forma del lote depende del espacio disponible al momento de la
llegada a la quebrada de cada familia, por lo tanto, los lotes
no poseen una dimensión estándar, sino que se originan a partir
de los agenciamientos entre las viviendas preexistentes y en
función de la naturaleza topográfica de la quebrada; el loteo
posee una estructura azarosa donde cada terreno tiene el tamaño
que cada familia quiere darle.
Esta primera escala de apropiación es de carácter estereotómica,
la cual se define por el acto de excavar y de trazar46 el
terreno natural, para modelarlo y darle forma. Es decir, es una
apropiación mediante la sustracción de materia al cerro, que da
origen a pequeñas terrazas donde se levantará a la vivienda. Esta
idea de sustracción de un todo hermético (ladera-cerro), “es un
continuum de materia, que aún después de haber sido sustraído,
sigue existiendo”. (Aparicio, 2006: 20).
Alberto Campo Baeza define la arquitectura estereotómica como
aquella en que la gravedad se transmite de manera continua, en
un sistema estructural continuo, “Es la arquitectura masiva,
pétrea, pesante. La que se asienta sobre la tierra como si de
ella naciera. Es la arquitectura que busca la luz, que perfora
sus muros para que la luz entre en ella. Es la arquitectura del
pódium, del basamento. La del estilóbato. Es, para resumirlo, la
arquitectura de la cueva” (2000:61).
De esta manera, esta primera apropiación estereotómica define un
modo de emplazarse como la primera huella trazada en el terreno,
como primer lugar significado y delimitado, con el cual se toma
posesión y posición en el territorio. Y que con el tiempo se
materializa y se durcifica50 mediante la construcción de muros de
contención y zócalos en piedra o en hormigón.
En esta etapa no sólo se trazan los terrenos o lotes que acogerán
las viviendas, sino que también, como dijimos anteriormente, se
trazan y se excavan los espacios públicos entre ellas, definiendo
de esta manera los agenciamientos entre las viviendas y el modo
de acceder a cada una de ellas.
Por ejemplo, en una ladera de una quebrada es poco habitual
encontrar viviendas con tipología de fachada continua, porque
los habitantes tienen claro que se debe dejar, cada cierto
tramo, un espacio o acceso entre las viviendas que permita a las
personas que viven más abajo o más arriba en la ladera poder
acceder a ella.
46 Durcifica: sinónimo de solidificar, termino francés que es utilizado en el urbanismo
para hacer referencia a la solidifación y/o impermeabilización del suelo natural.
141
Figura 20: escalera horadada directamente en el suelo natural; a falta de materiales,
el cerro se esculpe y se le da la forma deseada.
142
Don Héctor, yerno de la señora Ernestina, quien llegó a la
quebrada después del terremoto de 1985, también hace referencia
a esta primera escala de apropiación, cuando cuenta que fue su
suegro quién comenzó a “picar” el cerro para que él pudiera
construir su vivienda y que luego él solo continúo con el
trabajo:
“Llegué aquí por mis suegros que viven aquí, esto era solamente
cerro y tuvimos que cavar el cerro, para poder tener un pedacito
horizontal donde poner la casa. [...] él (suegro) me dio este
terreno y continué cavando el cerro para comenzar a construir,
empecé con dos habitaciones” (HCRF, hombre 51 años, quebrada Las
Cañas).
143
3.3.2- Segunda escala de intervención: familiar
“Antes había solo una pieza […] esta es una mediagua que compramos,
y después nos agrandamos para cada lado, […] para allá y para acá,
[…] y ahora mi proyecto es hacer un segundo piso”
(H.F, mujer, 54 años, quebrada La Rinconada).
Esta escala es familiar o individual, y se constituye con la
autoconstrucción de la casa, sea una pieza, una mediagua o un
rancho. Acto no planificado, realizado sin permisos, y fuera de
las regulaciones técnicas que establece la ley. Se constituye en
la inmediatez con el medio natural, el paisaje y con los medios
económicos y materiales disponibles.
Esta segunda escala de intervención es de carácter tectónico y
es incremental, es decir, va evolucionando en la medida que las
familias disponen de recursos económicos para la ampliación o
mejora de la unidad habitable inicial. Es, por lo tanto, una
apropiación por adición de nuevas estructuras sobre el terreno
previamente trazado.
Campos Baeza señala que en la arquitectura tectónica la gravedad
se transmite de manera discontinua, porque está compuesta de
partes y no es un continuum y la define como una arquitectura
“ósea, leñosa, ligera, es la que se posa sobre la tierra como
alzándose sobre puntillas. Es la arquitectura que se defiende de
la luz, que tiene que ir velando sus huecos para poder controlar
la luz que la inunda. Es la arquitectura de la cáscara, la del
ábaco. Es para resumirlo así, la arquitectura de la cabaña”
(2000: 61).
Lo tectónico tiene que ver con lo fibroso, lo inacabado, lo
ligero, lo grácil, lo delgado, lo dúctil, el ideal de la cabaña
sobre los árboles. En este sentido, consideramos que la casa de
la quebrada tiene carácter tectónico porque se posa ligeramente
sobre el terreno, con pilares que le permiten completar mediante
plataformas el suelo horizontal inexistente. Es, por lo tanto,
una construcción progresiva, de sucesivas adiciones, abierta
al paisaje, y se mide y define en relación con sus vistas,
asoleamientos y la topografía.
En la arquitectura tectónica, los límites de los lugares siempre
pueden ser modificables, tanto por las prácticas cotidianas que
los definen, como por los eventos naturales que los afectan. Los
límites no son estáticos ni invariables, la luz, la sombra,
el viento, la lluvia, son factores que la modifican. La casa
es una sumatoria aleatoria que se construye y se reconstruye
constantemente en relación con los eventos que se entrelazan en
el cotidiano del día a día.
Jesús María Aparicio dice que la palabra “tectónico en alemán
es ‘wand’, que tiene su etimología en ‘gewand’, que significa
vestir. De esta manera lo tectónico está conectado con la ropa,
con el cubrirse, y por tanto, también con el esqueleto, la
estructura. Este tipo de construcción se lleva acabo de una
manera bidimensional, y el edificio se nos presenta como un
“discontinuum” de materia en el espacio. En este caso el edificio
crea juntas, que son resultado de la unión de las formas que lo
visten .Lo tectónico tiene relación con el trabajo textil, ya
que el edificio es un vestirse de ropas. Lo tectónico tiene que
ver con la idea de morar” (Aparicio, 2006: 171).
En este sentido, la casa en la quebrada es un discontinuum, por
su naturaleza incremental y fragmentaria que se construye y
evoluciona en función de las posibilidades, sueños y proyectos
de las familias. La materialidad de la casa en la quebrada es
predominantemente la madera, por su ductilidad y facilidad de
trabajo. Es un material que permite superponer, armar, rearmar
y reutilizar las estructuras soportantes.
El proceso evolutivo de construcción de la casa es un proceso
mencionado por la totalidad de los entrevistados, pues ninguna
de las viviendas de los entrevistados se realizó de una sola vez.
Es un proceso de transformaciones y sucesivas superposiciones
espaciales y materiales.
En relación con esto, la señora Trinidad, de la quebrada La
Rinconada, nos cuenta que ella comenzó con una pieza (9m2), la
cual, luego de un deslizamiento de terreno en la ladera, tuvo que
reconstruir y para ello compró una mediagua (21m2), unidad que
fue sucesivamente ampliada. De esta manera, la mediagua pierde
su forma primigenia y se transforma en una casa. Con respecto a
esto ella dice:
“Todo esto es de nosotros, lo hicimos nosotros, todos cooperamos,
y el caballero sabía de construcción. Antes teníamos solo una
pieza, chiquita; ahí teníamos todo junto, y se le vino el cerro
abajo y tuvimos que empezar de nuevo. Esta fue una mediagua
que compramos, y después nos agrandamos para cada lado, para
allá y para acá, en este el sector, porque es el más firme
para construir, porque está alejado del cerro, y así nos fuimos
agrandando. Ahora tenemos como 60 m2, o no sé, en realidad, nunca
lo hemos medido. Mi casa ha crecido, antes era una piececita y
ahora mi proyecto es hacer el segundo piso” (HF, mujer, 54 años,
quebrada La Rinconada)
145
En este relato se ilustra, claramente, el proceso evolutivo de
construcción y transformación de la vivienda.
146
socialización y participación entre los habitantes y, por lo
tanto, es producto directo de una práctica social.
En relación con la formalización espacial de esta apropiación
social del espacio público, consideramos que es una intervención
de carácter mixto, es decir, es tectónica cuando el espacio público
se dota de estructuras superpuestas, como puentes y escaleras de
madera. Y es estereotómica cuando el espacio público se moldea
y se durcifica mediante muros de contención, pavimentación de
pasajes, escaleras, enmallado de los cerros, etc.
Uno de los aspectos determinantes en esta consolidación y
apropiación paulatina del espacio público es la dotación de
servicios básicos a la quebrada de forma colectiva, servicios
que no existían a la llegada de las familias a la quebrada, y
fueron ellos quienes gestionaron su instalación.
En relación con esto, don Héctor menciona que el proyecto de
alumbrado público de la quebrada Las Cañas, fue un proyecto
que ellos demandaron a la municipalidad, por medio de la junta
de vecinos, así como también la pavimentación del pasaje y la
instalación de una baranda en este último. Estos tres proyectos
de mejoramiento pueden ser considerados, por alguien ajeno a
la quebrada, como precarios y poco relevantes, sin embargo,
para sus habitantes, esta transformación paulatina del espacio
público representa el fruto de su organización social y sentido
comunitario en cuanto que se consideran ellos mismos un grupo y
barrio. Por esta razón, estos proyectos están presentes casi en
la totalidad de los relatos. Él menciona al respecto:
“Fuimos a la municipalidad, o sea la presidenta fue, ella ayudó
harto para que pusieran los postes de luz y hacer que siguiera la
huella. Llegaron camionadas de huevillos a la esquina, camionadas
de cemento, trajeron todo los de la municipalidad, y la mano de
obra la tenían que poner los vecinos, claro, así hicimos todos
acá, todos los vecinos se levantaban temprano a “encementar”, a
soldar. Mi marido es soldador e hizo esa baranda de la huella
(pasaje), porque igual hay hartos niños y se necesitaba; él
llegaba de la pega y hacia unos pinchazos (soldaba)” (HCRF,
mujer, 51 años, quebrada Las Cañas).
147
agua eran identificados por los vecinos como lugares de encuentro.
Con respecto a esto, la señora Ximena nos cuenta:
“Cuando yo llegué aquí no había nada, casi nada de casas, y
corría pura agua, incluso yo cuando estaba lola lavábamos los
pañales allá abajo, nosotros usábamos el agua de la vertiente,
aquí corría el agua de allá de arriba del cerro, y nosotros
bajamos a lavar los pañales, y el agua incluso se podía tomar
po’, con eso hacíamos el almuerzo y todo, pero era toda agüita
limpiecita, clarita y todo, y ahora ya está toda contaminada,
está todo contaminado, claro, por la cuestión que uno tira a la
quebrá” (HCRF mujer, 51 años, quebrada Las Cañas).
148
empezaron a construirse más casas y toda la gente tiraba la orina
a la falda del cerro, así que eso se fue acumulando y luego de un
tiempo el agua ya no servía, y luego más encima vino una sequía,
así que ahí hicimos un nuevo pozo dónde está ese muro abajo en la
‘quebrá’( diminutivo de quebrada), ahí hicimos, porque ahí salía
harta agua también. Hicimos un pozo, pero había que levantarse
temprano porque después las viejas se agarraban a jarrazos, y así
comenzaban las peleas por el agua (risas) las viejas decía: ¡yo
llegué primero!, ¡que no hay agua! y todo eso” (HF, hombre, 79
años, quebrada La Rinconada).
Un poste:
En cuanto a la electricidad, don Manuel nos cuenta que él, junto
con su hermano y su compadre, instalaron un poste de luz para la
quebrada, desde donde todas las familias se “colgaron”:
“Aquí no había luz eléctrica, nada, nada, después nosotros
instalamos un poste allá arriba y así sacamos la luz e instalamos
todo, pero después me dieron ‘el pago de chile’47; después yo
tenía luz y le pasaba a mi compadre por intermedio de la radio,
le pasaba una cable, para que escuchara la música él, y después
vinieron y me cortaron la luz, así que después, con mi hermano,
la sacamos de más arriba (otro poste público) la luz, porque
pusimos taller allá abajo” (HF, hombre, 79 años, quebrada La
Rinconada).
Un puente:
Y finalmente, nos cuenta que entre los vecinos hicieron un puente
para cruzar la quebrada y llegar al ascensor Las Cañas, porque
a la fecha aún no existía la Avenida Alemania —hoy tramo sin
pavimentar—, recién en 1960 se construyó la calle Alessandri o
Anticlea que es la que después los vecinos utilizaban para salir
de la quebrada.
“Teníamos un puentecito para cruzar para acá, para ir al ascensor,
y un día se lo robaron, quizás para hacer una casa, el puente yo
lo hice, pero ya no existe. Porque de aquí, antes no se podía
‘salir’ hacia el ascensor por la ‘quebra’. Entonces, un día me
levanto temprano para ‘salirme’ por ese lado, para irme por el
ascensor cuando voy bajando y me encuentro que ¡el puente no
estaba!, así que tuve que bajar por la ‘quebra’, y puse unos
palos (rollizos) de eucaliptos y unas tablas y listo, después
la vecina de al lado también hizo otro puente, más arriba” (HF,
hombre, 79 años, quebrada La Rinconada).
47 «El pago de Chile», es un dicho popular chileno que según el anti-poeta Nicanor Parra,
es un artefacto que es prácticamente una lección de historia y geografía, así debería ser visto
y entendido. En la Colonia existía lo que se llamaba el Juicio de Residencia, que consistía en
que a los gobernantes no se les podía cuestionar mientras estuvieran en el poder, pero una vez
que lo abandonaban, recibían todo tipo de reclamos y acusaciones. De ahí surge la expresión. (En
una entrevista en Revista de Libros de El Mercurio, 1 de octubre de 2006).
149
Estos proyectos colectivos —el pozo, el poste y el puente—
aparecen en la medida que la quebrada se va poblando y los
habitantes van reconociendo necesidades que les son comunes.
En el caso de La Rinconada, los entrevistados nos señalan que
la mayoría de las familias aún no cuenta con agua potable, ni
con alcantarillado de forma legal, pero que se las han ingeniado
para obtenerlos.
Aquí debemos aclarar que desde el año 1982, cuando se reformuló
el Código de Aguas, el agua potable en Chile se privatizó, es
decir, ya no es un bien nacional de uso público, sino que es
propiedad de empresas privadas. Por lo tanto, cuando una familia
quiere dotar de agua potable a su domicilio, debe efectuar un
contrato con la empresa privada correspondiente. Sin embargo,
este proceso sólo puede efectuarse si se es propietario de
sitio en el cual se quiere instalar agua potable. Lo cual debe
acreditarse mediante un certificado de número que es otorgado por
la municipalidad, según lo estipula el decreto de ley N° 50 en
su art. N°22.
Frente a esta exigencia, los habitantes de las quebradas no
pueden tener acceso al agua potable de forma legal hasta que
sean propietarios de los terrenos que ocupan. En la quebrada La
Rinconada, más del 70% de los habitantes no son propietarios.
Sin embargo, hoy en día obtienen agua potable ilegalmente de
la red privada, mediante una red informal de agua potable o
instalación bruja —como los habitantes la llaman— que recorre
todos los recovecos de los Olivos Altos, Medios, y Bajos, que
fue construida por ellos mismos entre sus viviendas y una matriz
de agua potable, que se encuentra en una calle que contornea la
quebrada. A propósito de esto la señora Valeria nos cuenta:
“Cuando nosotros recién llegamos acá era puro cerro, no
había casetas sanitarias, no había alumbrado público, no
había escalas públicas; por la escalera que usted subió, esa
no existía, aquí había una bajada con puros neumáticos que
habíamos hecho nosotros. Tampoco existían las casas de la
esquina, donde está el negocio, de ahí hacia adentro, todas
las casas que están a mano derecha no existían. Todo eso
era puro cerro, era un ‘desplayo’, pura maleza, […] no había
ninguna cosa y luego salió el proyecto cuando estaba Hernán
Pinto, que hizo el saneamiento y casetas sanitarias en las
tomas siempre con el objetivo que nosotros fuéramos dueños
de terreno, en un futuro, y ahí estamos todavía esperando.
Igual me he inscrito en varios programas para regularización
de terreno, pero todavía no he salido; igual hay gente del
sector que ya obtuvo su título de dominio, que van a ser
150
dueños de su terreno, pero aquí la mayoría de la gente,
serán como 60 familias que están viviendo en “tomas”, que
no tiene los terrenos regularizados, unas 30 tienen casetas
sanitarias, y las otras 30 no tiene caseta sanitaria , o sea
se han conectado ilegalmente a la matriz (de alcantarillado),
por los baños, y la mayoría roba agua, roba luz, de la gente
que vive acá, todas las que no tienen casetas sanitarias
[…]Todo este sector tiene agua potable […] lo mismo que el
medidor de luz, yo no tengo luz a mí me da luz una vecina,
pero yo tuve mi medidor en la calle, pero me lo robaron,
aquí una noche se cortó la luz , y al otro día fui a dar
la luz y ya no estaba. Y ahora para poder sacar un nuevo
medidor de luz en una “toma”, es difícil, porque te exigen
una documentación del título del terreno en Chilquinta, para
poder sacar medidor, así que tengo que esperar a tener el
título para poder poner nuevamente medidor […], porque por
último el agua están conectados ilegalmente, lo mismo con la
luz se consiguen con algún vecino, y no la hemos obtenido
porque la mayoría estamos viviendo en toma” (HD, mujer, 37
años, quebrada La Rinconada).
151
Con respecto a esto mismo, la señora Nancy dice:
“Yo aquí tengo agua, pero estoy colgá y la electricidad también
estoy colgá, porque en este sector todavía no hay una instalación,
aquí hay una red que viene de allá arriba, que nos alimenta para
acá abajo, porque para acá no hay agua potable y así gracias a
dios todavía tenemos agua gratis” (HF, mujer, 76 años, quebrada
La Rinconada).
152
convertirse en el propietario de este inmueble o sitio, una
vez que demuestre la calidad de poseedor material de la tierra
que habita y después de que transcurra el período de tiempo
establecido por la ley, sin que nadie se oponga.
El decreto 2695 estipula que para poder ejercer el derecho, el
demandante deberá reunir las siguientes condiciones definidas en
el artículo 2°: “Estar en posesión del inmueble, por sí o por
otra persona en su nombre, en forma continua y exclusiva, sin
violencia ni clandestinidad, durante cinco años, a lo menos, y
2.- Acreditar que no existe juicio pendiente en su contra en
que se discuta el dominio o posesión del inmueble, iniciado con
anterioridad a la fecha de presentación de la solicitud”50.
La solicitud de regularización del título de dominio puede ser
tramitada de forma individual o colectiva. En las quebradas
encontramos las dos figuras. En las quebradas La Rinconada y
Las Cañas los habitantes se organizaron en un comité para la
regularización, y las familias hicieron el proceso en conjunto.
En cambio, en la quebrada Las Chanas ha sido un proceso
preferentemente familiar, donde cada familia se ha presentado de
forma individual al proceso de regularización.
La regularización de los terrenos es visualizado por las
familias como un proceso que les permitirá tener acceso a la
propiedad y hacer realidad el sueño de la casa propia. Es un
cambio relacionado con la posesión de la propiedad, es decir,
pasan de ocupantes ilegales, informales y no propietarios, a ser
propietarios regulares del sitio que habitan.
Sin embargo, como veremos en los siguientes relatos en la quebrada
Las Cañas, los habitantes lograron su objetivo y hoy son dueños
de los sitios que habitan, pero en el caso de los habitantes
de la quebrada La Rinconada, veremos que este proceso ha sido
largo y fastidioso y que, finalmente, los habitantes aún no han
obtenido los resultados esperados.
El terreno ocupado en la quebrada La Rinconada mediante tomas
de terrenos situados en los sectores de los Olivos Bajos, los
Olivos Medios y los Olivos Altos, es parte de una gran propiedad
privada. La familia propietaria del terreno fue identificada y
contactada por la ONG TECHO, con el objetivo de proponerles una
solución a las familias de la toma. Pero la familia propietaria
no tenía ningún interés por el terreno y no quería deshacerse
de este.
50 http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=6982
153
En relación con aquello, la señora Juana, de la quebrada La
Rinconada, nos contó que:
“Esto es un fundo, “Santa Rosa de Pajonal”; eso de en frente es el
fundo “El Pajonal”, son diferentes propietarios, y más allá era
propietaria una señora viejita que dejó un grupo de 17 herederos,
y de los 17 herederos, nosotros encontramos a uno que vive en
Santiago. Ella es doctora, pero no quiere saber nada de este
terreno, porque ella nos dijo que para poder vender el fundo,
todos los herederos deben estar de acuerdo” (HF, mujer, 57años,
quebrada La Rinconada).
154
gestiones no pasa más allá. Hacen y hacen papeles, gastas plata
y yo no he tenido, pero cuando vea que es real, probablemente
tendré que salir a pedir ayuda con los papeles. Porque hay que
hacer muchas gestiones, para ser legal. Hay hartas personas que
han hecho legal, pero no he sabido, de quién es el terreno grande
de acá, no han dicho. La Rinconada es por donde tú te vienes por
el cerro Merced, es todo el cerro de en frente, todas esas casas
son “tomas”, no hay ningún terreno regularizado, yo considero
que hay más de 200 viviendas sin regularizar” (HF mujer, 53 años,
quebrada La Rinconada).
155
había vivido 66 años en la quebrada, y 50 años (entre 1945 y
1995) en situación de irregularidad con respecto a la tenencia de
su sitio. Don Héctor, su yerno, quien vive en el terreno contiguo
al suyo, precisa que él llegó a la quebrada por medio de la
invitación de sus suegros, a causa de los problemas económicos y
de alojamiento que su familia vivió luego del terremoto de 1985.
Don Héctor relata:
“Como le decía, yo llegué aquí porque mis suegros, ellos ya
estaban aquí, estas (casas) fueron tomas de terreno, que
comenzaron más o menos cerca del año 1945, por ahí empezaron
las tomas recién aquí […] Cuando se formó la junta de vecinos
todos regularizamos el terreno, actualmente todos los terrenos
(25 terrenos del comité inicial) están con título […] Yo soy
dueño de esta parte, mi suegra vive aquí al lado y es dueña de
su parte […] Aquí somos todos familiares, pero somos tres dueños
diferentes, porque acá también está mi cuñado que está más abajo,
somos tres dueños distintos, pero está dividido el terreno todos
tenemos un terreno, está dividido en tres partes. Es decir, tres
propietarios distintos y todos con papeles” (HCRF, hombre, 51
años, quebrada Las Cañas).
156
estipula que si la solicitud es aceptada, se deberá publicar
dicha aprobación en dos avisos con un desfase de 15 días en el
Diario Oficial u otro diario de gran circulación, y se determinará
la instalación de carteles en lugares públicos durante 15 días,
los cuales contendrán en forma resumida la resolución del MBN,
con el objetivo de prevenir a los presuntos dueños del inmueble
en cuestión, para que se puedan pronunciar con una oposición
frente al MBN. La publicación de estos avisos debe efectuarse
los días 1 y 15 del mes que es obtenido el informe jurídico.
En relación con esta etapa del proceso, la señora Ximena nos
cuenta:
“Lo único que me acuerdo es que pusimos tres veces en el diario un
anuncio para buscar al dueño de este terreno, y nunca se presentó
nadie y después volvimos y pusimos tres veces más anuncios, y
nunca apareció un dueño, por diario y por la radio, y no, nunca
apareció, 3 o 6 veces pero nunca apareció el dueño, así que
desde ahí nunca tuvimos problemas, porque después vinieron los
topógrafos a medir el sitio y quedamos con todo listo. En ese
tiempo, la señora Adriana del Piano52, nos pasó los títulos de
dominio a toda la gente que hizo el trámite. Y ahí obtuvimos el
número de la casa ‘Los canelos n°--’, antes era la casa 1 y cuando
regularizamos nos dieron este número, cuando hicieron todos los
números de nuevo me tocó este número” (HCRF, mujer, 51 años,
quebrada Las Cañas).
refiere el artículo anterior y previo informe jurídico, el Servicio deberá pronunciarse denegando
o aceptando la solicitud presentada. En este último caso la resolución respectiva deberá disponer
que ella se publique por dos veces en un diario o periódico de los de mayor circulación en la
región que determine el Servicio y ordenará, asimismo, fijar carteles durante 15 días en los
lugares públicos que él determine. Asimismo, tratándose de procedimientos de regularización
cuyo objeto sean bienes raíces ubicados en zonas geográficas de difícil acceso, que el Servicio
señale, dicha resolución se comunicará mediante mensaje radial en el medio que el mismo Servicio
determine. Las publicaciones se harán indistintamente los días primero y quince del mes o
en la edición inmediatamente siguiente si el diario o periódico no se publicare en los días
indicados. Los avisos y carteles contendrán en forma extractada la resolución del Servicio, la
individualización del peticionario, la ubicación y deslindes del inmueble, su denominación, si
la tuviere, su superficie aproximada y la respectiva inscripción si fuere conocida, y en ellos
deberá prevenirse que, si dentro del plazo de 30 días hábiles contados desde la publicación del
último aviso, no se dedujere oposición por terceros, se ordenará la inscripción a nombre del
solicitante”.
52 Ex-ministra de Estado del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).
157
habido ninguna oposición por parte de terceros, el MBN ordena
la inscripción de la propiedad a nombre del solicitante en el
Servicio de Impuestos Internos (SII).
En el caso de la quebrada Las Cañas, evidentemente no hubo
oposición alguna de terceros en esta etapa final y los terrenos
pudieron ser inscritos a nombre de los habitantes que llevaban
un promedio de 45 años ocupándolos ilegalmente.
Al contrario, en la quebrada La Rinconada, donde sí existe un
dueño conocido, como fue explicitado por los habitantes, este
proceso se complicó, ya que si bien los propietarios a la fecha
de las entrevistas no habían interpuesto ninguna demanda en
contra de los habitantes por ocupación ilegal de su propiedad,
sí estaban en conocimiento de la situación. El solo hecho de
haberlos identificado y contactado, es una de las razones por las
cuales las familias de La Rinconada aún no pueden regularizar
su situación. Consideramos que frente a lo expuesto por los
habitantes de La Rinconada, los propietarios de los terrenos
no están abiertamente en contra de la toma, sino que quieren y
están a la espera de una solución que beneficie a ambas partes,
es decir, a ellos y a los habitantes.
Por lo tanto, los habitantes de las quebradas siempre pueden ser
expulsados de los sitios que ocupan, si en el caso hipotético
apareciera el real propietario y exigiera legalmente el desalojo
del lugar. Esta incertidumbre frente a la idea de quedarse sin un
lugar donde vivir, es lo que moviliza a los habitantes a luchar
por obtener los títulos de dominio.
Finalmente, debemos señalar que en el transcurso de la
investigación, no pudimos obtener datos precisos en el MBN ni
en la municipalidad con respecto al número de regularizaciones
que se han llevado a cabo en la ciudad de Valparaíso desde la
promulgación del decreto de ley 2695 en 1979.
En la quebrada Las Cañas, solo pudimos conocer el resultado del
proceso gracias a los relatos de las familias, ya que la mayoría
de las personas entrevistadas formaron parte del comité que llevó
a cabo el proceso de regularización, quienes nos procuraron los
planos y datos específicos de cómo había sido el proceso. Por el
contrario, en el caso de la quebrada Las Chanas, las familias
fueron menos explícitas en abordar esta temática.
De esta manera, el hecho de devenir propietarios para los
habitantes de las quebradas, significa y lo consideran un cambio
de su condición, pues pasan de ser “habitantes informales “
158
a “habitantes formales”, lo cual, implica, básicamente, dos
cosas: primero, tener acceso a beneficios provenientes del Estado
(subsidios) y, segundo, resguardar y proteger su patrimonio, es
decir, el tiempo y costo invertido en la construcción de sus
viviendas. Es por ello que, finalmente, los habitantes de las
quebradas consideran que sus terrenos son parte del patrimonio
familiar que pueden heredar a sus hijos.
159
toda la comunidad
Según el artículo N°2 del Decreto N°58 de la Ley 19.418 sobre
juntas de vecinos y otras organizaciones comunitarias, dice
que las juntas de vecinos son “organizaciones comunitarias de
carácter territorial representativas de las personas que residen
en una misma unidad vecinal53 y cuyo objeto es promover el
desarrollo de la comunidad, defender los intereses y velar por
los derechos de los vecinos y colaborar con las autoridades del
Estado y de las municipalidades”.
Según la Biblioteca del Congreso Nacional, el objetivo de
constituir juntas de vecinos, es promover la integración,
participación y desarrollo de los vecinos de una localidad. La
junta de vecinos tiene por función representar a los vecinos
ante las autoridades para lograr convenios de desarrollo local,
gestionar la solución de problemas ante las autoridades, proponer
y ejecutar proyectos que benefician a sus vecinos y determinar
carencias de infraestructura (alcantarillado, iluminación,
etc.), entre otros.
Para constituir una junta de vecinos, primero, debe quedar
constancia de la voluntad de un número de vecinos interesados
en participar en ella, dependiendo del número de habitantes de
la ciudad. Esta voluntad de incorporarse a una junta de vecinos
se expresa formalmente mediante la inscripción en un registro de
asociados, que se acredita mediante la recolección de firmas de
los mismos. En el caso de la ciudad de Valparaíso, por ser una
comuna de más de 100 mil habitantes, las juntas de vecinos para
constituirse deben reunir 200 personas54 que quieran formar parte
de ella55. Y segundo, debe realizarse la asamblea constitutiva56.
En cuanto a la organización interna de las juntas de vecinos,
53 Unidad vecinal: “El territorio, determinado en conformidad con esta ley, en que
se subdividen las comunas, para efectos de descentralizar asuntos comunales y promover la
participación ciudadana y la gestión comunitaria, y en el cual se constituyen y desarrollan
sus funciones las juntas de vecinos” (Decreto 58 art. N° 2). http://www.leychile.cl/
Navegar?idNorma=70040
54 Cualquier persona puede ser parte de una Junta de vecinos, desde los catorce años de
edad, según lo estipulado en la Ley N°20 131.
55 El número de firmas por reunir depende del número de habitantes que posea la ciudad
donde se constituirá la junta de vecinos. Se necesitarán 50 vecinos en las comunas de hasta
10 mil habitantes, 100 vecinos en las comunas de más de 10 mil y hasta 30 mil habitantes. 150
vecinos en las comunas de más de 30 mil y hasta 100 mil habitantes. 200 vecinos en las comunas
de más de 100 mil habitantes. http://www.bcn.cl/guias/juntas-de-vecinos
56 La Asamblea constitutiva consiste en una reunión ante un funcionario municipal
designado por el alcalde, que hace de ministro de fe, o en su defecto un notario o un oficial
del registro civil. En esta asamblea se aprobarán los estatutos de la junta y de un directorio
provisional. Para que luego, en un plazo de 30 días, se ratifique mediante la entrega de una copia
del acta de dicha asamblea en la secretaría municipal. Luego de esto, la Junta de vecinos contará
con personalidad jurídica. Según el art.7 para que las juntas de vecinos sesionen válidamente
y tomen acuerdos se requerirá que estén presentes, a lo menos, una cuarta parte del mínimo de
constituyentes.
160
cada una de ellas debe contar con un directorio conformado
por: un(a) presidente (a), un(a) secretario(a) y un(a) tesorero
(a), quienes se presentan voluntariamente a los cargos y son
ratificados democráticamente mediante votación secreta57.
Hoy en día el promedio es de cuatro juntas de vecinos por
quebrada, con un máximo de seis en las quebradas Las Chanas,
Tomás Ramos y Francia y un mínimo de dos en las quebradas más
pequeñas.
En términos de participación, el hecho de encontrar una o varias
juntas de vecinos en estos sectores, debería ser un buen indicio,
ya que en una primera lectura esto nos indica que las personas
poseen la voluntad de organizarse y de trabajar en conjunto
por el bien común. Sin embargo, es todo lo contrario, ya que
según lo que pudimos recoger en los relatos de los habitantes,
el problema nace en la forma de cómo las juntas de vecinos se
han constituido históricamente, siempre en las afueras de las
quebradas y ninguna desde su interior.
Es decir, las juntas de vecinos que confluyen en las quebradas
nacen como iniciativas de los vecinos que viven en los barrios
consolidados situados en las cimas de los cerros que conforman
las quebradas y no en la quebrada misma. Si bien estas juntas de
vecinos tienen jurisdicción sobre las quebradas, hoy en día no
están presentes y como consecuencia de aquello, las solicitudes
y demandas de mejoramiento urbano o habitacional derivadas desde
las juntas de vecinos hacia la municipalidad u otra entidad
estatal, tienen poco o nulo impacto en las quebradas.
De esta manera, la queja constante entre los habitantes es
que sienten que no son tomados en cuenta y que simplemente
el directorio de la junta de vecinos realiza solicitudes y
mejoramientos solo en beneficio del sector donde estos últimos
viven y no así en los fondos de la quebrada.
Por lo tanto, el número de juntas de vecinos que presentan hoy en
día las quebradas, no genera beneficios directos en los habitantes
de estas últimas, sino que, por el contrario, ha producido una
distorsión territorial en los habitantes, ya que ellos tienen
conciencia de que en las quebradas existe una o varias juntas de
vecinos, sin embargo, no saben con exactitud cuáles son, ni cómo
se llaman, ni a cuál ellos pertenecen, ni cuál es la jurisdicción
territorial de cada una de ellas.
57 Los diferentes cargos tienen una duración de tres años, período que se puede extender
si el directorio es reelegido. Cualquier persona miembro de la junta de vecinos pude formar parte
del directorio.
161
De esta manera, de forma general se visualizan tres dificultades
que afectan la participación colectiva de los habitantes en
asuntos que implican el mejoramiento de las quebradas. Estas son:
la cantidad de juntas de vecinos por quebrada, el emplazamiento
de las sedes vecinales58, la antigüedad y poca dinámica de los
directorios.
162
Esta distorsión territorial en relación con la jurisdicción que
poseen las juntas de vecinos sobre las quebradas, se ilustra
claramente en los relatos cuando los habitantes hablan de ellas
y no conocen sus nombres o, por el contario, nombran varias
juntas de vecinos. Por ejemplo, los habitantes de una misma
quebrada tienen discursos contradictorios con respecto a la
cantidad y nombre de las juntas de vecinos. En la quebrada Las
Cañas, si bien los vecinos, por una parte, reconocen el actuar
de la junta de vecinos en algunos proyectos realizados, como por
ejemplo, la pavimentación de la cancha de fútbol, por otra parte
no son claros en definir cuál fue exactamente la junta de vecinos
que intervino.
La señora Rosa de la quebrada Las Cañas, es bastante escueta al
respecto y simplemente dice no saber si existe o no alguna junta
de vecinos en la quebrada. Ella dice:
“La gente más antigua debe saber si hay junta de vecinos, yo no
tengo idea, porque aquí no se hace nada” (HN, mujer, 53 años,
quebrada Las Cañas).
163
yo no sé quién es, porque la que yo conozco nunca funcionó en
este lado (en la quebrada) y la otra junta de vecinos que está
en el ‘belloto’ abajo, que pertenece más a la quebrada, parece
que tampoco hacen nada. Y la 17 no sé si estará funcionando esa
junta de vecinos, pero tiempo atrás funcionaba. ¿O es la 16? No
sé, solo sé que la de aquí abajo es la 16 y la de arriba no me
acuerdo qué junta de vecinos es” (HF, mujer, 58 años, quebrada
Las Cañas).
164
Figura 21: Plano de Unidades Vecinales y Juntas de Vecinos y jurisdicción territorial
en las quebradas Las Chanas, Las Cañas, La Rinconada.
165
“Aquí, nosotros teníamos un proyecto para hacer la sede social,
pero no sé en qué irá, se supone que a nosotros nos iban a
hacer una sede nueva, claro que con los mismos soportes de la
antigua, porque es de cemento, de hecho a nosotros ellos (la
municipalidad) nos mostraron el proyecto, de cómo iba a ser, era
precioso, pero no se ha hecho nada hasta el momento y no sé dónde
habrán quedado esos papeles del proyecto, en eso también estaba
participando una universidad, que eran arquitectos” (HD, mujer,
37 años, quebrada La Rinconada).
166
“Aquí por ejemplo está la unidad vecinal 17 y está funcionando
bien, pero yo hace tiempo que no voy a la junta de vecinos, me
he alejado porque está muy lejos, hay que salir de aquí y subir
la subida para arriba y yo ya no puedo ir” (HF, mujer, 78 años,
quebrada Las Cañas).
167
Tercero, las juntas de vecinos terminan siendo una suerte de
cofradías, donde la movilidad de sus dirigentes es muy poca o nula,
como consecuencia, los directorios actuales son muy antiguos.
Los directorios actuales están conformados, principalmente, por
personas que han sido sucesivamente reelegidas o han intercambiado
los puestos y, por lo tanto, durante muchos años los dirigentes
han sido los mismos. De hecho, cuando los habitantes se refieren
al presidente (a) de una junta de vecinos, dicen la junta de
vecinos “de ella” o “de él”, como si la JV perteneciera a sus
directivos.Don Héctor dice:
“Aquí tenemos la junta de vecino 61 […] la de la Señora Yolanda
(la presidenta)” (HCRF, hombre, 51 años, quebrada Las Cañas).
168
También esta poca representatividad ha llevado que los vecinos
no entiendan porque las JV no actúan es su territorio de la
quebrada, si ellos también forman parte de ellas. Con respecto
a esto, don Juan nos dice:
“Aquí han fallecido todos los viejos, los padres nuestros, y en
ese tiempo ellos pagaban las cuotas de la junta de vecinos62, y
todos los que se instalaron y las juntas de vecinos empezaron
a hacer arreglos por todos lados, pero siempre nos dejaron a
nosotros de lado, y ese es el reclamo que yo siempre he hecho
y por eso en mi familia dejamos de pagar las cuotas, porque mi
padre las pagaba sagradamente y mire cómo estamos, de qué sirvió,
de nada” (HCRF, hombre, 65 años, quebrada Las Chanas).
62 El Art. N°13 de la Ley N° 19.418 dice que “las juntas de vecinos y demás organizaciones
comunitarias determinarán libremente el monto de las cuotas ordinarias y extraordinarias, así
como su sistema de recaudación. Sin embargo, las cuotas extraordinarias sólo se destinarán
a financiar los proyectos o actividades previamente determinados y deberán ser aprobadas en
asamblea extraordinaria, por las tres cuartas partes de los afiliados presentes”.
169
más de una junta de vecinos, pero de ninguna obtienen beneficios.
Finalmente, podríamos diferenciar tres consecuencias de lo
anteriormente expuesto:
a) Una considerable deserción de las juntas de vecinos, los
habitantes ya no quieren participar de ellas porque consideran
que son pocos los beneficios obtenidos.
b) La división territorial de las juntas de vecinos genera una
distorsión territorial que dificulta los procesos colectivos de
participación en las quebradas, en el caso que los habitantes
quisieran postular a algún programa de mejoramiento urbano o
habitacional.
c) Una disminución de la cohesión social al interior de las
quebradas, remarcadas por las divisiones territoriales que
imponen las juntas de vecinos.
170
de festividades. Por ejemplo, en las tres quebradas estudiadas,
la instalación de la electricidad fue una obra exclusiva de
las juntas de vecinos, sin la intervención de instituciones
públicas. Para ello, los vecinos organizaron ventas de comida,
tómbolas, canastas familiares y campeonatos de fútbol entre
diferentes equipos en el interior de la quebrada.
Entonces, cuando los habitantes hablan de participación y de
cohesión social en el barrio, la mayoría de las veces lo hacen
en tiempo pasado. Por ejemplo:
Inés:“antes los vecinos estaban más unidos” (HCRF, mujer, 90
años, quebrada Las Cañas).
171
proyectos nuevos, que el municipio no hace nada para mejorar su
condición, y que los vecinos perdieron el deseo de llevar a cabo
proyectos en conjunto. Don Héctor plantea:
“Aquí, es la junta de vecino 31 o 61 algo por ahí, que la teníamos con la
señora Gloria de allá arriba, pero ahora esa junta ya no está funcionando
[...] Claro, la 61, con ella incluso teníamos hasta la sede hecha (sede
social), pero ya no se han hecho más cosas aquí, pero como ya se arregló
el camino y se luchó por unas casas, pero ya no se ha seguido más,
porque realmente la municipalidad tampoco hace ninguna cosa y quedamos
estancados” (HCRF, hombre, 51 años, quebrada Las Cañas).
63 ONG que tiene como objetivo fundamental la defensa activa de los intereses de los
niños, especialmente de los más desfavorecidos. En el caso de la quebrada La Rinconada, la señora
Marta nos comentó que los niños reciben útiles escolares, ropa y una subvención anual.
172
respecto a las iniciativas que podrían emprender en conjunto;
ella dice que ya no quieren participar y que los habitantes se
han vuelto egoístas. Para explicar aquello, la señora Doraliza
utiliza un dicho popular chileno que dice “cada cual pela su
chancho solo”64, que significa, básicamente, que cada persona o
familia ahora vela sólo por sus propios intereses y no por los
del grupo. Ella dice:
“Aquí antes éramos unidos, para todo se trabajaba juntos, es que
había que ayudarse, no nos quedaba otra opción. Por ejemplo,
como yo le decía, cuando yo llegué aquí, yo llegué sola y mi
familia estaba en el sur, entonces cuando por ejemplo estábamos
en el tema de la regularización de los sitios, entre las vecinas
veían a los niños mientras otras tratábamos de regularizar los
terrenos. Pero ahora parece que ya todo se perdió. […]Fíjese que
en este lado (de la quebrada) la gente se ha puesto muy negativa.
Quiso hacer mucho la señora Anita, dirigente de la junta de
vecinos, para que se hiciera un comité, pero la gente no quiso,
ahora la gente no copera, para arriba (en el cerro) sí que hay
comités, pero para acá nunca ha habido uno, la gente está muy
egoísta ‘cada cual pela su chancho solo’” (HF, mujer 78 años,
quebrada Las Cañas).
64 Dicho popular chileno que significa: Cada uno se las arregla solo y hace sus cosas
como pueda. http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0041236.pdf
173
De esta manera, consideramos que los procesos de participación
nacen, primero, a partir de las carencias comunes que poseen
los habitantes en la quebrada y, segundo, nacen a partir del
reconocimiento de la quebrada en cuanto barrio, el cual los
habitantes quieren mejorar y resguardar.
Así, la poca participación en las quebradas se percibe como un
hecho negativo, ya que el hábitat informal es ante todo una
empresa comunitaria y familiar que depende de las redes sociales
internas para ser posible y sustentarse en el tiempo.
Es por ello que la no participación genera juicios de valor hacia
las personas que no participan. Por ejemplo, los habitantes de
las quebradas dicen sobre otros habitantes que supuestamente no
participan lo siguiente:
Ana: “aquí los vecinos se han puesto flojos” (HF, mujer, 75 años,
quebrada Las Chanas).
Gloria: “no quieren hacer nada” (HD, mujer 62 años, quebrada Las
Chanas).
174
en equipo, al contrario de las opiniones de los vecinos de la
quebrada Las Cañas que, como veíamos anteriormente, mencionaban
que ahora los vecinos son más egoístas. Ella dice:
“Aquí toda la gente es cooperadora, por ejemplo a mí me pusieron
el sobrenombre: ‘la Bachelet del pueblo sin ley’65, porque yo
estaba más involucrada con la municipalidad y siempre andaba
buscando qué podíamos hacer. Aquí si nos dijeran que se va hacer
algo y que nosotros los vecinos tenemos que ayudar, yo estoy
segura que todos cooperan, yo creo que sí, el 100%, por ejemplo
nosotros tenemos un fondo como de 200 mil pesos66 en el comité
que era para regularizar (los terrenos) o para pavimentar (un
pasaje), y aquí toda la gente cooperó, la gente es cooperadora,
yo esto lo sé porque era presidenta del comité y siempre la gente
estaba dispuesta a cooperar” (HD, mujer, 37 años, quebrada La
Rinconada).
175
se instaló en los habitantes luego de años de lucha y de trabajo
en grupo, que no dieron los resultados que ellos esperaban. Por
lo tanto, esto les impide avanzar y visualizar las posibilidades
reales que poseen para cumplir los proyectos que siempre han
querido.
La visión nostálgica del pasado que poseen los habitantes de
las quebradas en el sentido “que todo tiempo pasado fue mejor”,
aparece latente en todos los relatos, bien que algunos sean más
positivos y que aún haya vecinos dispuestos a organizarse, se ha
convertido en una barrera que no los deja avanzar.
176
Toma La Victoria Santiago
N° sitio / M2 du sitio 1
2
3
1 manzana
19
N° sitio / M2 du sitio
96.1 m2
25
1- 13- 404.6 m2
2- 127.5 m2 14- 208.5 m2 24
3- 98 m2 15- 106 m2
4- 65.2 m2 16- 103 m2 1 2
Lotes
Calles y pasajes n
Limite de toma
0 500mt
177
178
7
C a p í t u l o
Quebrada-casa
En los tres territorios de apropiación precedentes —quebrada-
estado, quebrada-ciudad y quebrada-barrio—, se evidenciaron
imaginarios urbanos y representaciones colectivas que poseen los
habitantes con respecto al hecho de vivir en una quebrada, y a
su posición, relación y participación con el mundo interior y
exterior a ellas. En este cuarto y último territorio expondremos
los procesos de arraigo, de apropiación y de territorialización67
con respecto a la primera unidad habitable: la casa.
Así, este territorio de apropiación muestra con claridad
la relación entre los habitantes y su propia morada, las
representaciones y valores que ellos le otorgan en cuanto que
espacio simbólico y físico.
Finalmente analizaremos los Conjuntos Residenciales Familiares
(CRF), modelo arquitectónico y urbano de apropiación socio-
espacial propio de la autoconstrucción en Valparaíso,
imaginados, concebidos, diseñados, modelados y organizados por
los habitantes, mediante procesos de autoconstrucción, de auto
urbanización y autogestión del territorio de la quebrada. Los CRF
son la expresión material de la apropiación socio-espacial de la
quebrada y el relato tangible de los procesos sociales y de las
prácticas urbanas implícitas en los asentamientos de carácter
informal. Son la evidencia de cómo el espacio practicado logra
transcender al espacio planificado y geométrico.
En este sentido, las temáticas que fueron abordadas por los
habitantes en sus relatos guardan relación con:
179
a. El valor de la casa en cuanto que patrimonio y fruto del
esfuerzo familiar.
b. Las representaciones sociales que poseen los habitantes en
relación con sus casas, que vehiculan básicamente tres imágenes.
c. Los procesos de construcción progresiva de la casa, proceso
que genera los CRF.
180
al momento que llegaron a vivir a la quebrada. Paralelamente,
esta apropiación sigue un curso evolutivo y colectivo, en la
medida que las familias interactúan entre ellas y se apropian de
las ideas, imágenes y visiones de mundo de los otros. Wiesenfeld
señala que la “la vivienda auto-construida inspira un conjunto
de sentimientos entre los que se mencionan quererla, recordarla,
sentirla, apreciarla, sentirse contento, orgullo, feliz, realizado
e ilusionado con ella. Este tipo de sentimientos corresponde con
lo que se ha denominado el apego residencial o vínculo afectivo
profundo que ata a la gente a los lugares y les provee un anclaje
importante para la definición de su identidad personal y grupal.
Impele, además, a la realización de un conjunto de prácticas
de apropiación orientadas a preservar el lugar, a fomentar las
relaciones vecinales y a promover la permanencia en él” (Wiesenfeld,
2001: 299). Por lo tanto, la construcción de la casa no es sólo
un reflejo de las representaciones particulares de cada familia,
sino también es el producto de las representaciones movilizadas
por el grupo. A este propósito, Olivier D’Hont señala que “de la
vivienda, apropiada por varios, es a menudo en su morfología la
representación simbólica del cosmos, un cuerpo mítico y por su
organización, la transcripción del espacio doméstico de un orden
social” (2005:169).
Así, la casa en cuanto que espacio simbólico vehicula
representaciones, significados, identificaciones alrededor de
sí misma, que afectan su forma construida. Así entendemos el
concepto de casa en una doble relación, tangible e intangible,
como una expresión que engloba los aspectos sociales, materiales
y estéticos al origen mismo de la significación. En este sentido,
Rapoport señala que “Es el compartir una misma visión de mundo,
una imagen y sistemas de valores específicos que hace posible el
proceso de construcción [...] y que el objetivo de la composición
urbana sería las relaciones armoniosas entre los edificios”
(Rapoport, 1972:66), y agrega que en la construcción del hábitat
se expresa el entorno ideal de un pueblo.
En este contexto, consideramos que los habitantes de las
quebradas poseen una apreciación positiva de la casa como un
espacio apropiado y autoconstruido, la cual, establece un vínculo
territorial, expresado en el apego a la casa y lo que esta
representa. Quezada concluye que esto se debe a que existe “el
sentido de aceptación y de afección (topofilia), pero también,
implica un sentimiento de rechazo o disgusto de ello, elementos
181
que afectan la conformación de la identidad socio-territorial”
(2007:47).
Es por ello que los habitantes atribuyen a su hogar una doble
valorización, una intangible (emocional-afectivo) y otra
tangible (estético-material), las cuales están directamente
relacionadas con el esfuerzo realizado en la construcción y
con la transmisión de esta patrimonio. Por otro lado, estos
constructores autodidactas saben (en tiempo y espacio) adaptar
sus construcciones con una notable sabiduría en relación con el
medio ambiente (Berenstein, 2001).
En relación con el valor material, social y emocional que le
atribuye un habitante auto constructor a su vivienda, John Turner,
en su libro Freedom to build (1972) identifica tres aspectos de
los procesos de autoconstrucción de vivienda, aspectos conocidos
como “las tres leyes de Turner”. La segunda de estas “leyes” se
refiere a la satisfacción cualitativa que proporciona la vivienda
al usuario, más allá de su calidad material, lo importante es
lo que “hace” la casa por el usuario y no lo que ella “es” en
términos materiales.
Y la tercera de estas “leyes”, se refiere a la tolerancia hacia
las imperfecciones constructivas y espaciales que la casa pueda
presentar, producto de un proceso de autoconstrucción. Es decir,
para un habitante auto constructor es más fácil identificar
errores en una construcción que no ha sido construida por él
—por ejemplo, en una vivienda social— que en una edificación
realizada por él mismo. Esto se debe al simple hecho +que las
personas somos más proclives a hacer concesiones con nuestros
propios errores que con los errores de otros, ya que la casa
autoconstruida es un producto que nace de una proceso personal y
familiar continuo de “hacer” y “rehacer” y, por lo tanto, de un
proceso de ensayo y error.
En este proceso de “hacer” y “re-hacer” encontramos una de las
características de la casa de la quebrada. Es decir, una casa
en cuanto que espacio físico y simbólico es el resultado de
sucesivas modificaciones y ordenamientos hechos a partir de una
lógica de crecimiento fragmentario y progresivo.
Es, por lo tanto, una construcción paulatina, progresiva y que
se va concretando, poco a poco, a partir de fragmentos que se
vinculan a una idea o proyecto global. La casa, como concepto
genérico, es un proyecto futuro, que suele comenzar a partir de
dos unidades primigenias: la “mediagua” y la “pieza”.
Vivienda social vs vivienda autoconstruida
Conjunto de viviendas sociales tipo La Laguna. Valparaiso.
Perímetro Rígido
Planta: Planta:
unidad original modificación de usuarios
Dormitorio 1 Dormitorio 1
Baño Baño
Cocina Cocina
Dormitorio 2
Living / comedor
Acceso Acceso
40 m2
40 m2
14 m2
+
Planta 1er piso
Ampliación /intervención:
42 m2
Total: 80 m2
183
Desde esta perspectiva, la casa de la quebrada se encuentra en
un constante estado de proyecto; la casa evoluciona a partir de
los deseos y sueños de las familias. Respecto a esto, Bachelard
indica que “la casa cobija el ensueño, la casa protege al
soñador, la casa nos permite soñar en paz” (2011: 26). Y que
a veces, “la casa crece, se extiende. Se necesita una mayor
elasticidad de ensueño, ensoñación menos definida, para poder
habitarla” (2011:61).
Esta “ensoñación menos diseñada” define, de manera certera, el
proyecto arquitectónico de una casa de quebrada, un proyecto
que puede ser entendido como un palimpsesto de imaginarios y
representaciones variadas, ya que será diseñado y rediseñado,
hecho y rehecho, desde la influencia que tienen sobre la forma los
aspectos socioculturales y materiales-espaciales, en los cuales
subyace la apropiación del espacio en las quebradas.
El reinicio de la casa como una “ensoñación menos definida” es
continua y no visualiza su finalización; es producida por el
carácter precario y/o perentorio de los materiales utilizados,
todos los cuales tienen una vida diferente, pues algunos se
desgastarán antes que otros, y de este modo se propicia el
inicio, re-inicio y superposición de los procesos de hacer y
rehacer la casa.
Así, cuando se analizan los relatos de los habitantes, se
subentiende una proyección de una casa a medio terminar (según
nuestra percepción); en cambio, los habitantes hablan de una
casa que no está totalmente acabada, puesto que la presentan
como un proyecto de casa o una idealización de esta, como por
ejemplo, “la casa quinta” o “la casa chalet”, por lo tanto,
hablan al mismo tiempo de su casa actual y de su casa idealizada,
y que tal vez algún día se acabe.
184
el nido a partir del cual nos podemos desarrollar, representa lo
que somos, representa el esfuerzo y los sueños de cada familia.
Es por esta razón que el fenómeno de las tomas de terreno no
debería sorprendernos, si se entiende que todas las personas
tiene derecho “al sueño de la casa propia”.
El acceso a la vivienda propia, hoy en día en Chile, sigue siendo
un proceso largo y difícil; es por ello que ser propietario posee
un valor inestimable. Desde esta perspectiva, la toma de terreno
y su posterior legalización —como lo mencionamos en el capítulo
3 (1.1)- es visualizada por las familias como un proceso que les
permitió o les permitirá tener acceso a la propiedad y hacer
realidad el “sueño de la casa propia”. Pero por sobre todo es un
proceso que les permite visualizar el terreno y, por lo tanto,
la casa como el patrimonio familiar que puede ser traspasado a
la descendencia.
La condición de ser propietario de un sitio —a pesar de que sea
producto de una “toma de terreno” y posteriormente regularizado—
genera en los habitantes un sentimiento de equidad social y urbana,
es decir, se sienten igualados en relación con una persona que ha
comprado de forma legal un terreno. En otras palabras, consideran
inestimable el hecho de pasar de la condición de habitante en toma
de terreno a ser propietario legal de esa porción de terreno. La
condición de propietario les otorga los mismos derechos sobre la
propiedad, con la posibilidad de venderla, de arrendarla o de
traspasarla legalmente a su descendencia. Y, por sobre todo, les
otorga seguridad de no ser expulsados, salvo en condiciones muy
específicas que serán justificadas y deberán ser indemnizados en
caso de expropiación. De esta manera, el proceso de legalización
es un largo camino hacia la formalidad y, por tanto, muy valorado
por los habitantes, lo cual tendrá un efecto directo en la
consolidación de la casa y de la quebrada. Hemos constatado que
mientras menos terrenos irregulares existen en las quebradas,
mayor es el nivel de consolidación que estas presentan.
De esta manera, la casa autoconstruida se constituye como
el emblema de este patrimonio, que representa los numerosos
esfuerzos y sacrificios, tanto sociales como materiales que debió
realizar las familias para obtener lo que hoy poseen, lo que
les ha permitido cambiar su condición de habitantes de tomas a
habitantes regulares.
Wiesenfeld señala, con respecto al significado de la vivienda
autoconstruida, que esta “se concibe como la materialización de
185
una utopía a partir del esfuerzo individual y colectivo […] y que
es interpretada como un “hogar”, es decir, como un proceso que
se ha ido construyendo simbólicamente en el tiempo, a partir de
la interpretación de las acciones realizadas y las experiencias
vividas por las familias” (Wiesenfeld, 2001:328).
El valor sentimental o emocional que se le atribuye a la casa,
es una de las razones principales por la cual los habitantes de
las quebradas se niegan a vivir en viviendas de carácter social.
Primero, porque consideran que los esfuerzos realizados en la
construcción de la vivienda “no tiene precio” y, segundo, porque
consideran que su situación actual es mejor que la de aquellos
que viven en viviendas sociales (departamentos), como se explicó
en el capítulo 6 (2.4).
Con respecto a la idea de la casa como patrimonio familiar, don
Juan nos menciona, en reiteradas ocasiones, que lo único que él
quiere es que todos sus hijos, e incluso sus nietos, se “instalen”
a vivir en el terreno que su abuela y él fueron consolidando poco
a poco. Nos cuenta que él llego a los cinco años a vivir a la
quebrada junto con su abuela, en 1950, y que en la ladera donde
está ubicada su casa no había nada. Ellos construyeron su casa
de adobe, con la arena, tierra y piedras de la misma quebrada.
Es por ello que considera que los esfuerzos de su abuela y todas
las historias que están involucradas en el hecho de ocupar la
quebrada los arraigan al lugar y, por lo tanto, lo que más le
interesa es que el terreno “se mantenga en la familia”:
“Yo he conversado con mi hija, con mi hijo y con mi yerno, que
lo que yo quiero es que todos ellos se instalen a vivir aquí,
incluso mis nietas, porque esa es la mentalidad que yo tengo, que
esto no se pierda. Porque como le explicaba y se lo he explicado
a mis hijos, a mí esta cuestión me costó, como se dice, ‘lágrimas
de sangre’. Yo era cabro chico, entonces sé lo que es trabajar
y hacer una casa; yo sé lo que nos costó a mi abuelita y a mí
hacer esto y no quiero que se pierda, porque en unos años más yo
me voy a morir y quiero que esto quede para mis hijos. Por lo
menos en este momento yo ya estoy conforme, porque ellos (hijos)
están instalados, aquí ya tienen su casa, en cualquier momento
la ocupan, entonces por ese lado estoy conforme, ya que cuando
yo no esté, sé que ellos se van a instalar aquí definitivamente,
incluso mis nietas, pero lo principal es que esto se mantenga en
la familia” (HF, hombre 65 años, quebrada Las Chanas).
186
visualizarlo como un patrimonio transferible a sus hijos.
La señora Cristina menciona que si bien sus dos hijos mayores ya
poseen un terreno, su hijo menor no tiene nada, por lo tanto,
ella quiere legarle esta herencia. Ella nos cuenta:
“Lo que yo quiero es que esto quede para mis hijos, incluso
yo pienso hacerle el papel notarial, porque si algún día a mí
me pasa algo, mi hijo no tiene casa, el menor no tiene casa,
los demás tienen su casa su terreno, y él no. Un día le dije:
oye Javiercito, yo voy a hacerte los papeles y vas a tener que
acompañarme porque tienes que firmar y me dijo no mamá, porque
cómo sabe si yo me muero primero que usted y después usted queda
sin casa y no, pues, le contesté, porque en el papel va a decir
que una vez que yo muera esto te queda a ti. Y lo voy a hacer
porque no lo he hecho, porque él no quiere, pero lo voy a hacer
igual. Claro, porque mi hijo no tiene terreno, casa, nada; él
vive con una persona no más, pero no tiene casa” (HF, mujer, 71
años, quebrada Las Cañas).
187
que las dificultades que él y su esposa afrontaron para conseguir
un terreno mediante una toma hasta obtener su título de dominio,
es un sacrificio que no quiere que se repita con sus hijas. Él
señala que los esfuerzos realizados fueron, justamente, para que
sus hijas no vivan la misma situación y puedan optar a mejores
posibilidades.
También destaca el hecho que sus hijas hoy en día son estudiantes
universitarias y que, por lo tanto, lo que hoy él posee no
lo considera como un patrimonio trasmisible a sus hijas, pues
siente que ellas deben superar esa forma de vivir y deben optar
a algo mejor.
“No, para mí no es la herencia de mis hijas; la idea es que ellas,
una vez que entren a trabajar, tienen que comprarse su casa, ir
a otro lugar, a lo mejor donde estén más cerca del plan o una
cosa mejor, porque, si no van a mejorar (la quebrada), de qué les
sirve seguir aquí. No, mi casa la hice para criarlas a ellas,
pero por algo yo he luchado por darles la universidad para que
ellas prosperen y salgan de acá y vivan en otra parte mejor; que
ellas decidan dónde vivir pero no acá, porque no es la idea que
críen a sus hijos aquí. Por algo yo luché para darles estudios
para que salgan de acá” (HCRF, hombre, 51 años, quebrada Las
Cañas).
188
y transformaciones que le dan sentido a la vivienda y construyen
una identidad personal, residencial y comunitaria. Los procesos
de apropiación, apego e identidad con la vivienda y con el
entorno demuestran los sentimientos y evaluaciones positivas que
poseen los habitantes hacia ellos.
En relación con esto, la señora Ximena y su hija Silvana, en
sus relatos, nos revelan dos cosas: primero, el apego que poseen
hacia sus viviendas y, segundo, los esfuerzos que implicó su
construcción. Ellas nos cuentan:
Silvana:“Uno se queda aquí más por el cariño, por los años, que
uno lleva acá, los esfuerzos que costó estar acá; entonces que
empieces de a poquitito y que después veas tu casa como tú la
queris, la tenis modificada como uno quiere, entonces igual
como que uno le tiene cariño y se aferra a esas cosas, porque que
te costaron. Imagínate, mi mamá perdió hasta una guagua aquí,
entonces los recuerdos que le quedan de acá, eso es lo difícil”
(HCRF, mujer 21 años, quebrada Las Cañas).
189
“Nosotros no teníamos terreno y teníamos que pagar arriendo,
y en esos años el arriendo era caro, no se ganaba mucha plata
como para pagar arriendo, así que dije yo esto no es conmigo,
entonces dije, yo voy a trabajar para tener lo que es mío. Tener
este terreno me costó mucho sacrificio, ellas (hijas) estaban
chiquititas y yo me iba a trabajar al canal Beagle68, mi patrona
me pagaba la locomoción, pero yo me iba y venía a pie a la casa y
así yo guardaba esa platita para la comida y el sueldo lo ocupaba
para construir” (HF, mujer, 78 años quebrada Las Cañas).
68 Barrio de la ciudad de Viña del Mar, situado a 16 kilómetros de la quebrada Las Cañas
190
3.0- Representaciones sociales que poseen los habitantes
de las quebradas en relación a sus viviendas.
191
representaciones sociales que poseen los habitantes de sus
viviendas y con la naturaleza evolutiva y fragmentaria de la
casa en la quebrada.
Para la mayoría de nosotros, una casa es un lugar configurado
a partir de diferentes espacios definidos por una forma y una
función específica, para ser habitada por una persona o una
familia. De esta manera, el concepto “casa” lo asociamos a una
forma finita, que puede encontrar su identidad mediante un estilo
arquitectónico específico, por el uso de materiales diversos, por
las dimensiones que la casa posea y/o por el lugar y contexto
donde esta última se erija.
Sin embargo, contrariamente a esta idea genérica de la casa, para
los habitantes de las quebradas de Valparaíso, el concepto “casa”
contiene variadas representaciones que se asocian, directamente,
con la apropiación socio-espacial y con la construcción social
de un territorio desestimado, inhóspito e indefinido por la norma
urbana, como son las quebradas de Valparaíso.
De esta manera, para los habitantes de las quebradas, la
representación de una casa acabada, terminada, finita, perfecta,
con espacios diferenciados, es una idea o representación que sólo
ocurre en los sueños y proyectos de las familias; es una idea o
una noción ajena a su realidad. Las representaciones que tienen
los habitantes de las quebradas en relación con la casa, son las
de una casa inacabada, incompleta y en base a una construcción
evolutiva y fragmentaria, pero es también una casa idealizada,
que a veces se dibuja desde los ideales habitables reconocidos
para ser digna de ese nombre y para identificarse con los demás.
Sin embargo, antes de identificar y definir cada acepción utilizada
por los habitantes de las quebradas para definir sus casas,
debemos señalar que la más empleada es la palabra “casita”,
vocablo que deviene de la conjunción entre la palabra “casa”69 con
el sufijo “ita”. El sufijo “ita” o “ito, (del latín. vulg. -īttus)
es un sufijo que expresa un valor diminutivo o afectivo (RAE,
2011)70. Por lo tanto, la palabra «casita» establece una doble
acepción: una formal, relativa al pequeño tamaño de la vivienda,
y otra emocional, que define el apego sentimental que el usuario
69 La definición de casa en Chile, según el glosario censal, define como casa “toda
construcción permanente con entrada directa desde la calle, jardín o terreno (chalet, casa
pareada, casa de cité, pabellón, casa al interior, etc.)” (Glosario censal, 2002)
En esta definición no queda explícitamente definido si una casa es de carácter unifamiliar o
multifamiliar. Según el diccionario RAE, casa designa un lugar destinado a la habitación
unifamiliar.
70 En ciertos casos, el sufijo “ita” o “ito” toma la forma de “ecito”, “ececito”, o “cito”.
Solecito, piececito, corazoncito, mujercita. (R.A.E, 2011). http://lema.rae.es/drae/?val=ita
192
manifiesta hacia su vivienda.
De esta manera, encontramos en los relatos diferentes acepciones
que definen esta noción de casa, acepciones que están directamente
relacionadas con las experiencias vividas por cada habitante y
sus familias. Frente a esta multiplicidad de significados se
distinguen claramente tres grandes grupos: primero, aquellos
ligados o provenientes desde el mundo rural; segundo aquellos
que se definen en relación con una situación de emergencia y,
finalmente, aquellos que definen la casa desde sus características
formales, estructurales y/o materiales.
a) Rural: encontramos las palabras «rancho», «ranchito»,
«choza», «chocita», «casa quinta», «casita quinta».
b) Emergencia: encontramos las palabras, «pieza», «piececita»,
«cuarto», «cuartito», «mediagua», «mediagüita».
c) Forma y estructura: En este grupo de acepciones encontramos
la palabra “chalé” “casa con balcón”, “casa de acero”,
“casita de madera”, “mi casita tipo A”, “la casita del
muro de piedras”.
Un claro ejemplo de la diversidad de palabras que se utilizan en
Chile para designar el lugar de habitación, queda evidenciado en
el glosario del Censo Nacional, donde se incluyen las palabras
mejora, mediagua, pieza, casa antigua o conventillo, rancho,
choza, ruca, vivienda, vivienda colectiva pública y vivienda
privada. Esto permite definir con mayor precisión las diferencias
formales y constructivas que posee la vivienda en Chile, lo cual
influye directamente sobre la caracterización socioeconómica de
las familias.
Nos parece relevante mencionar esto, ya que en las quebradas de
Valparaíso este fenómeno de variadas acepciones para la palabra
casa se revela en los relatos de los habitantes, lo que evidencia
una verbalización de la idea y percepción que poseen de sus
viviendas, así como de las representaciones que cada una de
estas verbalizaciones vehiculan.
En el caso de los habitantes de las quebradas de Valparaíso,
hemos reconocido tres grupos de representaciones, cada una de
los cuales está ligada a más de una imagen, objetivadas mediante
diferentes palabras que contienen un significado social y un
significado constructivo. Estos tres grupos reconocidos son:
representación de la casa en relación con una imagen campestre
en la ciudad; representación de la casa en relación con una
imagen de emergencia; representación de la casa en relación con
una imagen desde las características constructivas y materiales.
193
4.0- Representaciones sociales en torno a la idea de la
casa.
194
sufrirá sucesivas modificaciones en la medida de las posibilidades
económicas de la familia. Cada una de estas acepciones nos
reenvía a la idea de casa, como una parte de lo que podría llegar
a ser.
Hemos definido estas representaciones como el primer grupo, porque
están presentes en cada uno de los treintaiún relatos recogidos,
es decir, estas acepciones son utilizadas por las personas para
definir sus viviendas en algún momento de sus relatos. Debido al
hecho que la mayoría de las viviendas autoconstruidas en las
quebradas comienzan a partir de un primer fragmento mínimo,
suficiente para dar cobijo a la familia y para asegurar la”
tenencia” del sitio ocupado, fragmento que luego evoluciona y se
transforma progresivamente en una vivienda más consolidada. De
esta manera, podemos afirmar que las representaciones sociales que
poseen los habitantes de quebradas con respecto a sus viviendas
evoluciona de la misma manera que lo hace materialmente la
vivienda.
Una familia que llega a ocupar un terreno en una quebrada lo hace,
básicamente, porque carece de los recursos económicos necesarios
para comprar o arrendar una casa en otro sector de la ciudad. Es
por ello que la primera representación que poseen los habitantes
de las quebradas con respecto a sus casas, tiene relación con el
hecho de afrontar y dar una solución a la situación de emergencia
de “no tener un lugar donde vivir”.
Desde esta perspectiva, la solución habitacional autoconstruida
por los habitantes se concibe como elemental, rápida y teniendo
como objetivo principal cubrir la necesidad básica de abrigo y
no así la de confort, de tamaño, ni de belleza de la vivienda.
Emergencia, según el diccionario RAE (2010), 71 significa: “Que se
lleva a cabo o que sirve para salir de una situación de apuro o
peligro” .
En el caso de los habitantes de las quebradas, la casa como
solución frente a una emergencia está definida principalmente por
el hecho de dar solución inmediata a la carencia de habitación.
Esta carencia puede tener dos orígenes: la falta de recursos
económicos de las familias de las quebradas o puede ser
suscitada, repentinamente, por algún evento imprevisto de origen
natural, como por ejemplo, terremotos, inundaciones, derrumbes
e incendios.
Así, las representaciones asociadas a una situación de emergencia,
71 http://lema.rae.es/drae/?val=emergencia
195
que sirven como solución para salir de la situación de apuro de
“no tener un lugar donde vivir”, se explicitan en los relatos
mediante las siguientes palabras: «pieza», «cuarto» y «mediagua».
Cada una de estas acepciones nos reenvía a una representación de
una “casa” que es inacabada, incompleta, que solo es una parte de
algo y, al mismo tiempo, sus diminutivos «piececita», «cuartito»
y «mediagüita», denotan el tamaño reducido de los recintos y el
cariño implícito que poseen sus habitantes por los lugares que
habitan72.
De forma general, una “casa” es un conjunto de piezas o de
lugares, los cuales poseen una especificidad en relación con la
función y con las acciones que acogen. Una casa está compuesta,
al menos, por uno o más dormitorios, un salón, un comedor, un
baño y una cocina.
Sin embargo, cuando los habitantes de las quebradas recién
comienzan a construir sus viviendas, esta idea de “casa” genérica
es una noción lejana. Por el contrario, la casa autoconstruida
está compuesta, inicialmente, a partir de un solo recinto, una
pieza, una mediagua o un cuarto, como un lugar fundacional y
multifuncional donde se despliegan todos los acontecimientos de
la vida cotidiana. De esta manera, la casa-pieza, como podríamos
llamarla es, a la vez, dormitorio, cocina, comedor, salón, y el
baño habitualmente se encuentra afuera de la pieza.
Es decir, la casa autoconstruida es inicialmente solo un
“germen inachevé de una casa”, como primer fragmento de lo
que esta última podría llegar a ser en un futuro a partir de
las posibilidades económicas y proyectos de cada familia. Es
decir, esta representación está directamente relacionada con la
naturaleza evolutiva de la vivienda autoconstruida, ya que es
muy poco probable que una familia que se traslada a una quebrada
construya de A a Z o de una sola vez su casa. Es decir, la casa
nace a partir de una construcción fragmentaria y solo se concibe
como un proceso evolutivo.
Con respecto a esto, Nelson Arellano, quien realizó un estudio
de las tomas de terrenos en los sectores altos de la ciudad de
Viña del Mar, menciona que “la noción de la autoconstrucción
en esta cultura urbana popular es de resolución en plazos y
tiempos adecuados al propio ritmo y dinámica de cada familia.
No está prevista una solución inmediata y absoluta, de un solo
golpe, pues hay pasos que seguir: la adquisición del terreno,
72 Recordemos que el sufijo “ita” o “ito”, tiene un valor diminutivo y afectivo.
196
la habilitación del terreno, la construcción de las primeras
piezas, lo que marcha muchas veces al ritmo del crecimiento de la
familia, se van haciendo los mejoramientos y las terminaciones
en la medida que hay recursos” (2005:79).
Esta representación está presente en todos los relatos, incluso
si las viviendas presentan un estado de consolidación más
avanzado. Sin embargo, esta aún más presente en aquellas familias
o personas que recibieron una mediagua por parte del Estado, de
alguna ONG, como una donación y solución ante la carencia de
vivienda o en vista de la mala calidad de sus viviendas.
Así, esta representación que hace referencia a la forma primigenia
de la casa en la quebrada está presente en la totalidad de los
relatos recogidos, ya que si bien hoy en día muchos de los
habitantes poseen otra representación de sus casas en vista de
las diferentes evoluciones que estas han tenido, cada vez que se
refieren a los primeros años después de su llegada a la quebrada,
hablan de sus viviendas a partir de los términos antes citados.
Es decir, una casa como pieza, mediagua o cuarto, un fragmento de
casa “inacabada”. Berenstein, refiriéndose a la autoconstrucción de
las favelas de Río de Janeiro, dice que: “Lo inacabado se impone,
el orden es incompleto y cambiante. Es un movimiento in-crescendo
hacia la concreción de algo diferente, la incertidumbre de un
avenir y la sugestión de numerosas posibilidades de progresión. Lo
inacabado incita a la exploración, al descubrimiento” (2002:78).
Desde esta perspectiva, lo inacabado en los procesos de
autoconstrucción progresiva, es el resultado de los consecutivos
y variados agregados que se realizan al habitáculo inicial
(mediagua y/o pieza), hasta que devenga en una construcción
compleja y que pueda ser mencionada por sus habitantes como una
“casa”. Este crecimiento progresivo es lo que da origen a los
Conjuntos Residenciales Familiares (CRF), como lo veremos en el
subcapítulo 5.
En relación con esto, la señora Ximena, quien habita en un
CRF, menciona que, al comienzo, su casa era una “piececita
chiquitita”, que luego, junto a su marido y hermano, fueron
modificando poco a poco. Ella dice:
“Yo llegué… el niño tenía 2 años, a los 17 tuve al niño, y aquí
empezamos con esa “piececita chiquitita” que esta allá adentro, de
a poquitito, pidió un préstamo mi marido, hicimos esa piececita.
Teníamos todo, teníamos la cocina todo ahí, antiguamente no
había baño, muchos años que no tuvimos baño, todo se tiraba a la
quebrada y todo abierto, dormíamos con los niños abierto, toda
197
la parte de arriba esta, y así de a poquitito, de a poquitito,
fuimos comprando una planchita después otra y así todo de a poco,
y así nos fuimos aumentando, aumentando para arriba” (HCRF,
mujer, 51 años, quebrada Las Cañas).
198
Finalmente, podemos decir que esta representación es común a todos
los habitantes en el proceso inicial de apropiación de la quebrada.
Representación que aún se mantiene de forma predominante en la
quebrada Las Rinconada, lo cual está directamente relacionado con
el nivel de consolidación primario de esta última. A diferencia
de la quebrada Las Cañas, de consolidación terciaria, la mayoría
de las viviendas muestran un nivel evolutivo que ha transcendido
esta representación inicial. El habitáculo inicial ha perdido
su forma primigenia de pieza, cuarto o mediagua para devenir en
otra cosa que puede ser homologable a la idea genérica de casa
que todos poseemos, pero con una estética particular.
199
superposición de experiencias anteriores a la memoria y están
ligadas a las trayectorias residenciales de las familias y, por
ende, a una transposición cultural y de modos de vivir. Alicia
Lindón señala que la casa, por sí sola, también lleva consigo
una memoria que está asociada al habitante y a su existencia,
“pero es una memoria compleja, no es sólo de lo vivido allí, sino
también de lo que se ha vivido en otras casas, pero que entra
en el juego de las analogías y contrastes permanentes. Al mismo
tiempo, la protección de la casa hace que en ella también se
incluya lo que su habitante proyecta en un horizonte futuro, y no
solo su pasado y presente” (Lindón, 2005:7).
En esta situación encontramos el relato de la señora Doraliza
de la quebrada Las Cañas (HF, mujer, 78 años), quien llegó a
la quebrada, en 1952, en busca de trabajo desde Santa Juana,
comuna de la VIII Región al sur de Chile, que en esa época era
un pueblito rural. En este contexto, la imagen que la señora
Doraliza posee de su vivienda es una imagen que proviene de la
memoria, de su lugar de origen, donde existían grandes fundos
agrícolas o latifundios75, cuyos propietarios daban alojamiento
a los campesinos a cambio de cultivar su propiedad.
“Yo vivo acá, señorita, desde el año 1952, hace más de 40 y
tantos años. En ese entonces vivíamos en una “chocita”. […]
después yo me preocupé de plantar arbolitos, porque por aquí
no hay ninguna otra casita que tenga “una casita quinta”,
¡esta es la única! Yo iba plantando siempre de a poquito
arbolitos, nacía un hijo y yo plantaba un árbol, nacía un
nieto y yo plantaba otro; con el nacimiento de cada hijo y de
cada nieto, yo planté un árbol, entonces todos esos arbolitos
ahora me dan su fruto, la tierra que tengo allí yo la siembro,
me sirve para plantar papitas, acelgas, zanahoritas, porotos
y así yo voy sacando las cositas que necesito” (HF, mujer 78
años, quebrada Las Cañas).
200
paisajísticas que le evocan el campo. De esta manera reinterpreta
el espacio urbano y reproduce su propio fragmento de ruralidad
en la ciudad.
En el transcurso de su relato, la señora Doraliza utiliza dos
palabras opuestas que definen y representan su casa. Cuando se
refiere al pasado y a su llegada a la quebrada, define su casa como
una “chocita”, refiriéndose al carácter precario de su vivienda.
Y luego, cuando habla del presente la define como una “casita
quinta”, diminutivo de “casa quinta”, mencionando los árboles y
huertos que ella ha plantado y las características estéticas de
su vivienda y del entorno.
Debemos aclarar que la casa de la señora Doraliza, en estricto
rigor, no es una casa quinta, no responde a las características
estéticas, ni programáticas, que definen una casa quinta
convencional.
Estas dos acepciones, “ranchito” y “casita quinta”, por una parte
llevan consigo una evaluación emocional al utilizar en ambas
los sufijos “ito” e “ita”, los cuales, por definición, denotan el
apego y el cariño que la señora Doraliza posee por su vivienda.
Y por otra parte, evidencian las transformaciones materiales que
ha sufrido la casa, subrayando con esto una evaluación positiva
que implica un proceso de superación personal y familiar, en
términos sociales, espaciales y económicos.
De esta manera, las representaciones que poseen los habitantes
de las quebradas en relación con sus viviendas, tienden a evocar
otros lugares. Lindón señala que “entre un lugar y otro se da una
relación de co-presencia. El sentido de un lugar evoca el sentido
de otro lugar” (Lindón, 2007:34). Antoine Bailly (1989) señala
que “En un entorno histórico y socialmente dado, el individuo
construye su propia realidad articulando lo estructural, lo
funcional y lo simbólico; (...) el paisaje nos remite a nuestra
experiencia existencial; cómo se articulan lo real y lo imaginario
en cada lugar” (Cit. en Lindón, 2007:9).
Así, esta imagen campestre o rural que poseen los habitantes de
las quebradas se refuerza con todas las actividades y oficios que
sucedían y se desarrollaban históricamente en las quebradas76,
76 Dos de las actividades más importantes que se desarrollaron históricamente en las
quebradas de Valparaíso, fueron las realizadas por los aguateros y por las lavanderas. Ambos
oficios tradicionales de las quebradas de Valparaíso. Los aguateros eran personas que se dedicaban
al transporte y venta de agua en Valparaíso. Su labor era buscar agua en las vertientes de
las quebradas de Valparaíso y llevarla a los domicilios y plazas públicas de la ciudad, en dos
barriles transportados por caballos o burros. A finales del siglo XIX, según Vela-Ruiz, existían
638 aguateros en Valparaíso. La lavanderas, por sus parte, era mujeres que trabajaban lavando
ropa, y se surtían de agua en las quebradas. Según el Censo de 1875, el sindicato de lavanderas
de Valparaíso contaba con la participación de 6.399 socias, uno de los sindicatos más numerosos
de la ciudad.
201
los que han construido un imaginario urbano ligado a una imagen
campestre en la ciudad. Según los habitantes, vivir en una
quebrada es como vivir en un pedazo de campo, pero en medio de
la ciudad.
La señora Ana, de la quebrada Las Chanas (HF, mujer, 75 años), nos
cuenta que su casa era una quinta, porque tenían plantaciones de
árboles frutales, un huerto, flores, e incluso tenían animales,
vacas y burros. Y agrega que el agua de la quebrada era limpia y
la utilizaban para el regadío, por medio de unos canales que su
padre había construido.
“Yo llegué aquí a los tres años y tengo 75. Llegué con mis
padres, éramos cuatro hijos y fuimos diez, aquí jugábamos mucho
[...] mi padre era de un pueblo del sur (de Chile) que se
llama Nirivilo, en Constitución. [...] Para el terremoto de
1906, dice que se vino a Valparaíso porque su papá trabajaba en
construcción, y aquí en Valparaíso quedó todo botado, entonces
mucha gente emigró, y así llegaron al Cerro Mesilla a vivir con
sus padres y después casado se vino para acá, en el año 1939.
[...] Esto antes era una quinta, [...] son 5.600m², algo por
ahí, aquí ya había una casa, era una casa de dos pisos, era de
adobe, y era una casa bien grande. [...] Aquí se plantaba de
todo, ¡de todo!, mi papá contrataba a un señor que tenía
un arado, él araba, y mi padre plantaba las papas, los
porotos, las cebollas, las lechugas, los rabanitos, las acelgas,
los tomates. Teníamos arboles [...] habían tunas, habían
higueras, habían limones, habían naranjos, habían duraznos,
bueno al final se acabó todo, porque en esa época teníamos el
cerro para nosotros, pero después de cada terremoto que ha
habido, la gente viene buscando donde hay un pedazo de
tierra. [...] Y ahora han hecho tantas casas por esto de la
tierra, la tierra, la tierra, y ya no tenemos agua, tampoco para
regar porque antes se regaba con el agua de la quebrada, eran
aguas limpias, ahora no se puede sacar ni una piedra de ahí,
usted termina toda contaminada.[...] Ahora no hay nada, si esto
era una belleza, corría un río muy bonito, se sacaba arena, se
sacaban piedras, habían taguas, habían guairabos, ranas, muchos
tipos de aves, todo bonito, precioso, el agua era limpia, unas
piedras azules de cantera [...] aquí nosotros jugábamos, otros
niños venían a bañarse en los pozones.[...] Ahora, mi hermano
se ha dedicado a plantar, pero es chiquitito, un pedacito no
más, son sólo unas cuatro matas de tomates” (HF, mujer, 75 años,
quebrada Las Chanas).
202
“Allá, todo lo que usted ve, todo eso tiene dueño, es una
“quinta” para allá, todo ese terreno donde están los árboles,
pertenece a esa gente de esa “casa quinta” que está ahí, ellos
tienen hasta allá atrás, hasta la quebrada de allá atrás, ellos
son propietarios [...] eso es una quinta eso para atrás, los
cabros son varios ellos ahí, la familia” (HF, hombre, 65 años,
quebrada Las Chanas).
204
Figura 24: Gráfico que representa la localización y secuencia del arribo de los
habitantes entrevistados en tres quebradas (Las Chanas, Las Cañas, La Rinconada).
205
de micro producción, constituyéndose como una de las múltiples
y variadas tipologías que aparecen en el hábitat informal, las
cuales expresan un fuerte trasfondo popular y hacen referencia
a la historia y a la memoria del lugar.
Para los habitantes que migraron hacia las quebradas desde zonas
rurales, sus experiencias pasadas y los territorios vividos
constituyen una memoria que el sujeto transpone en el nuevo
territorio, en este caso, esta memoria toma forma y se reconstruye
en la apropiación del espacio de la quebrada y en la concepción
de la vivienda, donde se superponen múltiples experiencias que
permiten reconocerse en un nuevo lugar y comenzar desde cero.
Esto permite al habitante construir su identidad en un nuevo
territorio y arraigarse a partir de una idea conocida.
206
definen la casa desde sus particularidades constructivas, como
por ejemplo, “mi casita de madera”, “mi casa la del balcón”, “mi
casita de adobes”, “mis cuatro latas paradas”, “mi casa de dos
pisos”.
En estas representaciones vemos que, por una parte, se ha superado
la imagen inicial sea del tipo campestre o de emergencia, y se
ha sublimado la vivienda a un nivel superior, el cual refleja
una estética y una materialidad precisa. Esta forma de referirse
a la casa implica un significado inmediato sobre el confort y
bienestar que en ella encuentra la familia.
a) A partir de la características materiales y apariencia de la
vivienda
b) A partir de un elemento arquitectónico que define la identidad
de la vivienda, como por ejemplo: un balcón, una galería, una
terraza, dos pisos, etc.
c) A través de una palabra que define la totalidad de la vivienda,
pero que la sublima a un nivel superior, como por ejemplo:
chalet.
Con respecto a las características materiales y a la apariencia
de la vivienda, encontramos el relato de la señora Cristina que
define su casa como sus “cuatro latas paradas”, en relación con el
carácter precario, transitorio, efímero y ligero de su vivienda,
y que se expresa en los materiales de recuperación que la señora
Cristina utilizó para construirla.
“A quien sea que me diga algo, yo tengo mis ‘cuatro latas
paradas’ y esto es mío y sé que es mío y no tengo que estar
pagando, ni estar arrendando, y es mío, tengo donde poder
echar mis huesos, no tengo gran casa pero tengo mis cuatro latas
paradas, le digo yo” (HF, mujer, 71 años, quebrada Las Cañas).
207
4.3.1- La casa con balcón
“Lo que hace diferente mi casa de las otras es el balcón”
(HD, mujer, 37 años, quebrada La Rinconada).
208
Parafraseando a Bachelard, el balcón es el lugar donde el adentro
y el afuera “están prontos a invertirse, a trocar su hostilidad”.
Es donde el espacio íntimo de la casa “pierde toda claridad. El
espacio exterior pierde su vacío” (2000: 189).
El balcón es, finalmente, un lugar de transición, de exposición,
de contemplación, de conversación, de respiración, es un lugar
de sociabilización.
En relación con lo anterior, encontramos cuatro relatos que nos
hablan explícitamente de sus casas y de su casa con balcón,
haciendo alusión al balcón ya construido o al balcón que se
quisiera construir, pues es una forma de darle identidad a la
vivienda y diferenciarla de las otras.
La señora Valeria, cuando comienza hablar de su casa, recuerda la
primera vez que nos conocimos y cómo ella me dio las referencias
para poder llegar a su casa. Cuando habla de su casa lo hace
comparándola con otras viviendas y la valoriza en términos
materiales y estéticos. Ella señala:
“Por ejemplo, mi casa es más grande, más cómoda y esta forradita,
se podría decir que es la mejor casa del sector, tiene balcón,
tengo un balcón, ¿se acuerda cuando usted me pregunto dónde
vivía?, yo le dije es una casa de dos pisos con un balcón afuera,
es más grande, está mejor hecha y tiene un balcón y tiene mayor
espacio que otras familias” (HD, mujer, 37 años, quebrada La
Rinconada).
Don Héctor nos señala que construyó un balcón para que su esposa
pudiera tener sus plantas. Él nos cuenta:
“A mí por ejemplo ya no me queda patio, es que es demasiado chico
(el sitio), y además que tengo el taller, lo bueno sí es que tengo
arriba el balcón, que es lo que he estado haciendo para poner
plantas y cosas así, siempre yo he tratado de poner balcón, para
que mi señora tenga sus plantas y cosas así, porque a ella le
encantan las plantas, incluso dentro de la casa hace poco parecía
bosque” (HF, 51 años, quebrada Las Cañas).
209
Para la señora Lucinda la casa balcón es el ideal, es el sueño
aún no alcanzado, es aquello que quiere que su casa tenga para
así considerarla terminada.
“Como le decía, yo siempre estoy haciéndole arreglos a la casa,
y le digo, yo quisiera terminar la casa y agrandarla un poquito
más, ahí donde está el poste y de ahí hacer un balcón que me
cruce para acá, (señala todo el frente de la vivienda), ese es mi
sueño, no sé si lo voy a poder concretar, a lo mejor algún día”
(HF, mujer, 58 años, quebrada Las Cañas).
210
Es frecuentado en las épocas de verano por paseantes en coche y
a caballos” (Ugarte Yávar, 1910: 68).
Esta imagen de la casa chalet quedó arraigada en el imaginario
colectivo que poseen los habitantes de Valparaíso y fue integrada
a nuestro vocabulario. De esta manera, en las quebradas los
habitantes utilizan este apelativo para referirse a sus viviendas
cuando estas presentan un nivel de consolidación y constructivo
superior al de sus vecinos.
211
Juana:“Ahí, eran dos piececitas chicas, (señala un costado del
terreno). Sí, era para dos personas, yo y mi viejo, ahora somos
seis, cinco niños y yo. Un Techo para Chile me dio una mediagua,
como segundo piso opción, después mi hijo nos sacó una cocina
y un baño con material de desecho. No tengo cosas nuevas, pero
están buenas para vivir, no me lluevo, no entra el viento” (HD,
mujer, 57 años quebrada La Rinconada)
212
proyectos sucesivos, que son la materialización física de los
sueños y deseos de cada familia.
213
destinado a acumular todo tipo de materiales, nuevos, usados,
recuperados, etc., los cuales, eventualmente, podrían servir
para mejorar o reparar la vivienda. Aeschlimann, en su libro
dedicado a la quebrada Jaime De la cintura para arriba, en
varias ocasiones hace referencia a este hecho, y señala que “Lo
entretenido de vivir acá es que siempre hay algo que arreglar,
un techo, una pared, el patio, la reja, y cuanto parche sea
necesario para solucionar un problema que al cabo de un año
volverá a molestar. Todo es provisorio, porque nada es eterno.
[...] Abundan, entre el cuarto de los cachureos y la mente de
los improvisados ingenieros, los 101 proyectos que quedaron a
medio terminar, como la reja mitad de fierro y mitad de palo, o la
pintura que nunca logró un tono uniforme, por haberse alimentado
de conchos revividos con agua ras. [...]Las casas crecen sin
planificación […] y siempre de acuerdo con el reciclaje de
materiales, […] supongo que así se fue armando esta población,
sin plano ni planicie” (2011: 45-47).
Estos cuartos de cachureos son organizados en los entretechos,
en el patio, en los espacios vacantes bajo la vivienda, entre
sus pilotis, o en los espacios intersticiales entre la casa y
la ladera de la quebrada; son verdaderas bodegas de materiales y
talleres improvisados. Estos talleres son los lugares donde sus
habitantes maquinan sus ideas para dar forma a sus viviendas,
razón por la cual, desde un punto de vista formal, las viviendas
presentan una rica plasticidad formal, pero siempre en un aparente
estado inacabado. Rapoport (2002) considera que esta capacidad
de ser agregado (de agrandar, de aumentar, de adicionar), es
lo que concede a este tipo de hábitat su manera múltiple, y
variada, contraria a los modelos preestablecidos o racionales
planificados que tienden a la rigidez y a una uniformidad reductora
(Berenstein, 2002), es decir, que hoy la planificación urbana
no considera las características propias de hábitat informal,
sino que, por el contrario, los interviene transformándolos en
barrios sin atributos. En relación con esto, Aravena señala que
“la autoconstrucción informal puede dejar de ser vista como un
problema y empezar a ser considerada como parte de la solución
[...], también pueden ser vistas como una enorme capacidad de
auto gestionarse el propio espacio de habitación a pesar de no
contar con las herramientas para hacerlo dentro de los mecanismo
formales de la sociedad” (2012:17).
Mesa propone que las lógicas de la construcción progresiva son
214
propias del saber popular, donde el aprendizaje es simultáneo,
en una lógica de prueba y error, en la medida que no existe
proyecto previo —en el sentido del proyecto de arquitectura—,
la casa se va construyendo poco a poco con lo disponible y con
lo que se sabe, y las técnicas con el tiempo se van mejorando.
“Las lógicas de la construcción progresiva, que les son propias
al saber popular, están basadas en una comprensión del proceso
habitacional que sus habitantes tienen para ir asegurando, de
alguna manera, las construcciones y au mentar el tamaño de los
espacios de la vivienda” (2009: 85).
De esta manera, la construcción progresiva de la casa se basa en
los hechos y prácticas cotidianas y en la inteligencia de sus
habitantes para resolver sus necesidades y deseos con un mínimo
de recursos, en la inmediatez del diario vivir. En relación con
esto, Parker señala que “un rasgo que parece caracterizar a la
cultura popular es su inmediatismo, el “vivir al día”. Pero ello
obedece no tanto a su incapacidad de previsión racional de quienes
viven en esta situación, sino a su capacidad de adaptación eficaz
a las condiciones estructurales de dominación, las que tornan
su vida cotidiana muy inestable” (1996:132). Las ampliaciones
y mejoramientos de la vivienda informal autoconstruida nace
desde esta la lógica de vivir al día, en la inmediatez de las
posibilidades familiares, territoriales, naturales, económicas,
e implica saberes heredados.
215
Cristofer, indicándonos la terraza y balcón en acero y en voladizo
de su casa, señala:
“Mi papá trabaja en estructuras metálicas, él sabe hacer todo esto
(señala la terraza) junto con mi tata, le ayudaron un poco, pero
él sabe hacer todo esto, él hizo todo, instalaciones eléctricas,
manguera, tubo del desagüe, todo, no contrató absolutamente a
nadie” (HCRF, hombre ,16 años, quebrada Las Chanas).
216
considera que el espacio disponible se ha vuelto insuficiente
para su familia y que carece de intimidad:
“Igual me pienso agrandar con un living para adelante, y dejar
todo esto como comedor […] Una ampliación me gustaría hacer,
para dejar este espacio solo como comedor y hacer el living
para allá, en la entrada, y terminar bien las divisiones del
segundo piso. Por ejemplo, las piezas de ellas (hijas) no tienen
puertas; la pieza que era de mi hermana, con la cual yo viví desde
chiquitita, tampoco tiene puerta y la ventana esta deshabilitada,
o sea, no tiene vidrio y la división de mi dormitorio tampoco
la tengo hecha, va a dar al dormitorio de mi hija y no tiene
privacidad, lo principal sería que los dormitorios tuvieran un
poco más de privacidad y una ampliación, agrandar la cocina y
el baño , porque las casetas que dio el alcalde Pinto han sido
súper buenas , pero muy chicas, no tienen el espacio para poner
una lavadora, por ejemplo, y la cocina igual es muy pequeña” (HD,
mujer, 37 años, quebrada La Rinconada).
217
sobre todo porque nosotros mismos pasamos por aquí, yo siempre es
esa cuestión que siempre he temido, porque lo tengo en la mente
de hace muchos años. Yo sé que esta cuestión con un sismo fuerte
se va a caer, pero esta parte es la que queremos demoler, yo le
preguntaba a ellos si acaso esta parte para allá me aguanta o no,
de aquí para si nos aguanta el material, al demoler este pedazo
esta parte, si esta muralla aguanta o no, al sacar todo esto”
(HF, hombre, 65 años, quebrada Las Chanas).
218
entre lo formal y lo informal. Un enfoque que busca aprovechar
las capacidades de adaptación de los habitantes informales,
evitando la ocupación y evolución aleatoria. Y tiene por objetivo
proponer y diseñar estructuras urbanas sostenibles que permitan
minimizar la brecha o disparidad urbana entre lo formal y lo
informal.
De esta manera, la permeabilidad, abertura, de una estructura
cualquiera, sean estas a escala urbana o unifamiliar, permite
que un proyecto sea adaptable y pueda recibir cambios y mejoras.
En este caso, la vivienda planificada debiese considerar estas
características de la casa autoconstruida e informal, con el
objetivo de que exista la posibilidad de transformarla en función
de las posibilidades y proyectos de cada familia.
Finalmente, consideramos que la casa autoconstruida e informal
es, además, el resultado de una configuración social familiar
extendida, de una territorialización familiar que explica la
morfología de los agrupamientos de piezas y luego de casas,
dispuestas y organizadas en un sitio, que con el tiempo
conforman los Conjuntos Residenciales Familiares (CRF), forma
de apropiación socio-espacial del espacio de las quebradas.
219
2007
2011
Nov.
2014
220
6.0- Conjuntos Residenciales Familiares (CRF): Palimpsesto
urbano informal.
78 Un palimpsesto es una “obra donde el estado presente puede dejar y aparecer trazas
de versiones anteriores”, un “soporte sobre el cual se escribe, y es susceptible a ser borrado
después de su uso”. “Hoja de papiro, pergamino manuscrito donde se borre la primera escritura
para poder escribir un nuevo texto”. http://www.cnrtl.fr/lexicographie/palimpseste
221
Una de las casusas de esta forma de recomposición urbana es
que la característica principal de las tomas en las quebradas
es que se constituyen como micro tomas familiares, a partir
de unidades habitables de escala variable. Allí, inicialmente,
una familia se apropia de una parte del territorio y luego lo
subdivide para dar lugar a otro miembro, conformando, de esta
forma, una vecindad familiar, donde varias casas interconectadas
entre ellas, logran la consolidación parcial de un fragmento
de quebrada, lo que influirá directamente en la consolidación
de los espacios públicos inmediatos al CRF. Cada CRF es una
micro unidad urbana, que posee, en promedio, tres viviendas
y un máximo de seis. Por otra parte, los habitantes gestionan
y dotan al sitio de todas las instalaciones básicas de agua,
electricidad, y alcantarillado, para luego ir formalizándolas y
/o consolidándolas en una acción conjunta de los vecinos. Los
CRF se extienden y arraigan en el territorio, en la medida que
la familia crece.
Estos CRF se constituyen como una forma y modelo urbano informal
de construcción de ciudad en el sentido planteado por Jordi Borja,
quien plantea que más que construir viviendas precarias estos
asentamientos informales construyen ciudad: “En las periferias de
las grandes ciudades latinoamericanas aparecen nuevas dinámicas
de ocupación del territorio en forma de asentamientos que con la
organización y la autogestión tratan de construir ciudad y no
solo viviendas precarias” (Borja, 2003:131).
De esta misma perspectiva, Teolinda Bolívar (1995), cuando se
refiere al hábitat informal latinoamericano, define a sus habitantes
como hacedores de ciudad, en el sentido que considera que
mediante la autoconstrucción y auto-urbanización los habitantes
informales, en muchos países latinoamericanos, han sido, en
parte, responsables del crecimiento y extensión de la ciudad.
Así también Nicolás Reeves, refiriéndose a los asentamientos
informales, señala que estos pueden “presentar cualidades como
un entorno de vida; y que esta cualidad, una vez identificada
y definida, puede ser vista no como una amenaza, sino como
una esperanza para las ciudades futuras [...] el asentamiento
informal puede ser visto no solamente como un barrio urbano en
gestación, sino también como un barrio susceptible de enriquecer
la ciudad y darle una cualidad y una especificidad única al
contexto” (Berenstein, 2001:23).
De esta manera, consideramos que los CRF, por sus particularidades
222
formales y sociales, son un modelo urbano auto-gestionado y
autoconstruido, mediante el cual los habitantes han construido
y consolidado las quebradas como su entorno habitable, aunque
estas sean territorios definidos por las normativas como áreas
verdes y con restricciones de carácter técnico y constructivo
y que hoy presenten claramente deficiencias a nivel de espacio
público, equipamientos y de vivienda.
Así, este modelo informal auto-gestionado y autoconstruido es
un claro ejemplo de transgresión a la lógica formal. Thierry
Paquot, ante las transgresiones desarrolladas en la ciudad,
señala que más allá del estatus jurídico de estas, importa el
“acto colectivo que otorga a estos espacios una dimensión social
y pública” (2009:92). Salcedo menciona que “De Certeau (1990)
expresa la misma preocupación de Foucault (1980) con las formas
microscópicas que organizan a la sociedad, pero mientras la
reflexión de Foucault se centra en la microfísica del poder, De
Certeau se centra en la microfísica de la resistencia, la cual
está presente en todo contexto social y por ende en todo espacio”
(2007:13), por lo cual podría asumirse que los CRF son una
forma microscópica de resistencia al modelo formal excluyente
(Foucault, 1980; De Certeau, 1990).
Los CRF se presentan como pequeños proyectos de recomposición
urbana. Valoramos el hecho que han logrado consolidar, desde
la informalidad, tramos de quebradas, dotándolas de todos los
servicios básicos, conectándolas con la ciudad planificada. Son
recomposiciones a manera de mosaico urbano, que, en conjunto,
logran abarcar la totalidad del territorio de la quebrada y lo
consolidan como un barrio abierto, que permite la integración de
sus habitantes a la ciudad.
La complejidad urbana y constructiva que presentan los CRF,
construyen en la quebrada un paisaje evolutivo, supeditado a
factores materiales-espaciales y socioculturales. Son, por lo
tanto, la evidencia material de un tipo de arraigo tridimensional
en el sentido propuesto por Del Acebo: “El arraigo es un fenómeno
total que, sin embargo, presenta una tridimensionalidad. Así,
podemos hablar de arraigo espacial, arraigo social y arraigo
cultural” (1996:17) De esta manera, los CRF se constituyen como
testimonios materiales de un proceso evolutivo de antropización
del espacio, resultado de una forma azarosa de apropiación socio-
espacial de las quebradas.
Los factores socio-culturales que se expresan mediante la
223
Construcción progresiva y fragmentaria de la vivienda autoconstruida
1 media-agua
Original:
18 m2
18m2
2 media-agua
Ampliación /intervención:
9 m2
9m2
3 media-agua
Ampliación /intervención:
9 m2
9m2
15m2
18m2
Total: 60
m2
224
Construcción progresiva y fragmentaria de la vivienda autoconstruida
1 Casa de adobe
Original:
52 m2
52m2
2 Galería de madera
Ampliación /intervención:
16 m2
16m2
3 media-agua y terraza
Ampliación /intervención:
37 m2
13m2
24m2
6m2
22m2
Total: 133
m2
225
movilidad familiar y el ejercicio de la soberanía comunitaria.
a) La movilidad familiar: como lo señalamos anteriormente,
la movilidad familiar obedece al traslado de una familia
hacia una quebrada, por medio de la invitación de un familiar
o amigo. Esta movilidad genera que los grupos familiares,
desde un inicio, se instalen agrupados en un territorio
virtualmente delimitado.
226
de gran pendiente, la mayoría supera los cincuenta grados.
Frente a esto, la construcción es aérea, con terrazas y
pasajes, que van construyendo la altura de la pendiente,
alcanzando las viviendas situadas en cotas superiores. La
trama de circulaciones entre las viviendas, inicialmente es
precaria, con senderos y escaleras moldeados directamente
en la tierra, hasta que se consolidan como patios comunes,
cada uno con su especificidad (patio del agua, hortalizas,
tendedero, etc.). De esta forma, el CRF se consolida y
esto se materializa con la instalación de un cerco común
a las viviendas. Así, se alcanza la consolidación absoluta
cuando el sitio o los sitios compartidos son regularizados y
reconocidos como propiedad de la familia, lo que no implica
que la casa no siga siendo irregular.
A continuación se presentan algunas imágenes que muestran
estos conjuntos residenciales familiares en la quebrada Las
Cañas. El trabajo realizado consistió en entrevistas con
las familias de cada vivienda que compone cada CRF, con el
objetivo de conocer su historia y el proceso evolutivo de
apropiación y construcción de la vivienda. El relato oral nos
permitió comprender la realidad construida y reconstruir, de
esta manera, un relato gráfico que lo complementa. Los CRF,
por lo tanto, son la evidencia tangible de los procesos de
apropiación socio-espacial en las quebradas de Valparaíso.
227
Patios y terrazas Crecimiento y ocupación CRF Sra. Ximena / Quebrada Las Cañas.
predial
movilidad familiar
1
1-Hermana Sra. Ximena
2 1
3
4
2-Sra. Ximena
3 2
4 5
Planta de CRF
4-Hermana Sra. Ximena
5
5-Hija Sra. Ximena
2
4
1
3
5
Figura 28: CRF de la familia de la Sra. Ximena, en la quebrada Las Cañas. Proceso evolutivo de ocupación y subdivisión del sitio.
1 3
Don Héctor
Planta de CRF
3
Yerno de Don Héctor
1
2
Figura 29: CRF de la familia de Don Héctor, en la quebrada Las Cañas. Proceso evolutivo de ocupación y subdivisión del sitio.
Patios y terrazas Crecimiento y ocupación CRF Sra. Elena / Quebrada San Francisco
predial
movilidad familiar
Sra. Elena
2 1
3
1
Abuela y Don Juan
2
Hijo de Don Juan
1
2
3 3
Hija de Don Juan
Planta de CRF
1 2
Figura 31: CRF de la familia de Don Juan, quebrada Las Chanas. Proceso evolutivo de ocupación y subdivisión del sitio.
Elevación frontal de CRF
FA
.
FINAL ABIERTO
FA .
FINAL ABIERTO
247
de la ciudad.
Es entonces desde esta perspectiva que hemos otorgado la palabra
a los habitantes de las quebradas —mediante sus relatos de vida—
para comprender la complejidad de los procesos y dinámicas de
apropiación implícitos en la construcción socio-espacial del
hábitat informal. Esta construcción social del territorio de
las quebradas fue expuesta a partir de lo que hemos denominado
cuatro territorios de apropiación, los cuales fueron abordados,
implícitamente o explícitamente, por cada uno de los habitantes
entrevistados. Lo anterior nos ha revelado el sentimiento
de invisibilidad que poseen los habitantes en relación con
diferentes asuntos concernientes al tema de la vivienda y del
espacio público.
Históricamente, en torno a las quebradas de Valparaíso se ha
construido un imaginario colectivo que carga con una imagen
negativa y estigmatizadora, donde estos lugares son sinónimos de
basura, micro basurales, escombros, ratones, casas precarias, y
hoy incluso se le asocia como causal de los incendios urbanos,
entre otros. Estas imágenes estigmatizan el lugar y, por
consecuencia, a sus habitantes y ha sido uno de los factores que
ha potenciado los procesos de invisibilización de estos espacios
de la ciudad. Lindón señala que “la expresividad cultural de
una ciudad es diversa y las imágenes e imaginarios urbanos
hegemónicos reconocen sólo las expresiones culturales de ciertos
sectores sociales vinculados al poder, y niegan o invisibilizan
otras expresiones culturales urbanas” (2007:13).
Es así que a partir de los cuatro territorios de apropiación,
hemos constatado que existe una constante tensión entre el deseo
de reconocimiento y el sentimiento de ser invisibles frente a los
organismos e instituciones públicas implicadas en la cuestión
urbana y de la vivienda.
Cuando los habitantes llegaron a las quebradas, el hecho de pasar
inadvertidos no lo consideraban un problema, porque su principal
preocupación era establecerse en un lugar donde vivir; sin
embargo, luego de algunos años de ocupación y cuando la carencia
de vivienda ya había sido subsanada a partir de sus propios
medios y esfuerzos, esta invisibilidad devino una contradicción,
ya que hoy —independientemente si las familias están o no en
condición irregular con respecto a la tenencia de sus sitios—,
ellos ya no quieren pasar inadvertidos, no quieren seguir siendo
invisibles y sienten que ha pasado demasiado tiempo de promesas
248
incumplidas y que hoy sus carencias de espacio y equipamientos
públicos debieran ser consideradas y atendidas por el Estado.
Este sentimiento de invisibilidad que poseen los habitantes
se conjuga e incrementa con los procesos históricos de
invisibilización que enunciamos en la introducción. La
invisibilización es percibida y expresada por los habitantes
mediante la identificación de procesos de exclusión y como
indicio de inequidad, y se sienten invisibilizados, es decir,
en el anonimato. De esta manera, se distingue de los relatos
esta invisibilización expresada, indistintamente, en los cuatro
territorios de apropiación.
Quebrada-Estado: Invisibilización por localización
El sentimiento de ser invisibles nace de la aprensión de ser
erradicados. El rechazo que poseen los habitantes hacia la
localización de las viviendas sociales, tiene su origen en el
miedo de perder redes y lazos sociales y con el territorio. La
lejanía de estas propuestas incrementa en ellos la sensación
de estar siendo segregados y, por lo tanto, volverse aún más
invisibles, es decir, se les invisibiliza desplazándolos a otro
lugar.
Quebrada-ciudad: Invisibilización por conectividad y movilidad
intra-quebrada (precaria)
En este territorio, la invisibilización, tiene su origen en las
demandas no escuchadas y planteadas por los habitantes, y se
expresa en la ausencia y mala calidad de la conectividad intra-
quebrada. Estiman que a pesar de estar muy próximos al plan de
la ciudad, las quebradas jamás han sido una prioridad para la
planificación urbana y, por ende, la ciudad avanza y ellos siguen
estancados en la misma situación desde hace años.
249
de invisibilidad nace del hecho que nunca estos espacios han
sido prioritarios para la planificación urbana, a pesar de la
evidencia de sus existencia, utilidad y función.
Quebrada-casa: De la invisibilización a la visibilización y
legitimización social mediante la propiedad
En este territorio, la invisibilización tiene su origen en el
hecho de ser habitantes irregulares, en relación con la tenencia
de los sitios. Se expresa en el deseo constante por cambiar de
condición y legitimar el derecho a la propiedad. Cuando los
habitantes, finalmente, han saneado los títulos de dominio, le
atribuyen a la propiedad privada un valor afectivo y material,
que se arraiga en ellos como un logro, como una victoria familiar,
que los legitima socialmente, y consolida su identidad como
ciudadanos, y es con lo cual se sienten en posición de hacer
valer sus derechos.
Por último, a pesar de todos los programas públicos existentes,
que visan el mejoramiento de barrios, espacios y equipamientos
públicos, que podrían ser aplicados en el caso de las quebradas
de Valparaíso, estos jamás han tenido la suficiente incidencia
para generar cambios sustanciales en el mejoramiento de
estos territorios y, por ende, en la calidad de vida de sus
habitantes. Esto es producto de la evidente desconexión entre
la municipalidad y los diferentes organismos públicos. Esta
desconexión, finalmente, va en detrimento de la eficiente y adecuada
interrelación que podría existir entre los diferentes organismos
públicos implicados en la planificación urbana.
El problema es que, históricamente, cada organismo ha actuado en
las quebradas de forma independiente, haya sido la municipalidad
con pavimentos participativos, el MBN con la regularización de
títulos de dominio, y el MINVU con subsidios habitacionales,
entregando soluciones parciales desde sus competencias y no
visualizando las diferentes problemáticas como un todo complejo,
lo que implica que los resultados que se ofrecen y obtienen sean
deficientes y parciales.
Sin embargo, consideramos que la erradicación total de las
quebradas no es la solución, ya que es la menos favorable para
los habitantes, quienes, como hemos visto, poseen una percepción
muy negativa de la vivienda social, y lo que ella implica.
Este rechazo se funda en el hecho que ellos sienten que lo
que hoy poseen es el producto de sus esfuerzos, y que cambiar
de localización implicaría romper con los lazos afectivos y
250
sociales hacia el territorio habitado.
Es por ello que, para este final abierto, hemos reservado algunos
extractos de entrevistas realizadas a actores y funcionarios
públicos —los cuales quedarán en el anonimato—, quienes
amablemente nos dieron su visión sobre estos territorios de la
ciudad y sobre su devenir. Visiones diversas que dejan entrever
la lejanía o cercanía que poseen con esta realidad.
Funcionario municipal 1, se refiere a la forma de vida de los
habitantes de las quebradas:
“Lo que yo he percibido es que a la gente le gusta vivir así, la
gente en estos momentos; yo siempre he estado en contra de sacar
a la gente de los campamentos y de las tomas, y se la meta al
tiro en una casa, porque a esa gente hay que enseñarles a vivir,
porque esa gente no está acostumbrada a pagar luz, a pagar agua,
a tener otras obligaciones que jamás ha tenido y de repente, de
la noche a la mañana, la sacas a vivir a una casa donde debería
haber vivido desde el principio… la gente es un fracaso”.
251
segundo, cómo le explicas tú a esa señora — como en muchos casos
sucedió— que va a tener que irse de ahí [...]. Y cuando se trata
de emplazamientos que no llevan allí 5 años, llevan 10- 15- 20-
30, entonces, ahí hubo un pequeño impase. En un momento que se
hizo necesario, de hecho hicimos reuniones, con la comisión
social del Concejo Municipal de Valparaíso para delimitar, más o
menos, un criterio, para determinar qué era riesgo y qué no lo
era [...]. De hecho, conseguimos que muchos lugares que habían
sido calificados y ubicados en zona de riesgo se reevaluaran y
se emitiera certificado favorable en virtud de esto [...]. Yo
me acuerdo, por ejemplo, con la señora María Elena, estuvimos
visitando el sector de los fleteros y un sector que había sido
calificado como ubicado en zona de riesgo, pero, por el contrario,
tenía pavimento, alcantarillado, luz, agua potable, había casas
de segundo piso y no te digo casa ligeras, sino de construcciones
sólidas, con reja de cemento , con construcción de madera no
ligera, un poco más producidas, bien construidas, entonces en ese
tipo de situaciones no me caía la calificación de riesgo. Pero si
tú me llevas a un lugar y estamos hablando de una mediagua que
está ubicada en el fondo de una quebrada, ambos consideraremos
que está emplazada en zona de riesgo, al igual si está al lado
de un acueducto [...]. Quisiera señalar algo que quizás suene un
poco irónico, por ejemplo el café Brighton, ese está construido
en zona de riesgo, pues está colgando en la ladera. O sea, si
vamos a pretender ser rigurosos con los términos que se tengan
a la vista para clasificar de riesgo, entonces califiquemos al
tiro todo Valparaíso como zona de riesgo, la gran carta Gantt de
Valparaíso, como se construyó, es el desorden, es casi la teoría
del caos que fue conjugando elementos y, en definitiva, terminó
con lo que tenemos hoy en día Ahora podemos regularizar, podemos
ordenar, podemos prevenir que pasen catástrofes, como el incendio
del otro día, pero debemos tener la capacidad suficiente de ver
que aquí también se ha constituido ciudad, barrios, y sacar a
esas personas y llevarlas a un determinado proyecto, quizás vía
SERVIU u otro organismo, también significa generar un desarraigo
en esa familia, sacar a las personas de esta comunidad en la que
se está desenvolviendo puede traer otro tipo de consecuencias,
está comprobado, y claro, lamentablemente, nuestros amigos de
SECPLAC y DOM de Valparaíso, en ocasiones son más papistas que
el papa”.
Funcionario municipal 2:
“Antes que llegaran las bateas, nosotros, a raíz de solicitudes de
las unidades vecinales, mandábamos cuadrillas y un camión plano, con
cordeles los bajábamos con “ponchas”, de eliminarlos, erradicamos
algunos micro-basurales. Esta limpieza duraba aproximadamente 30-
40 días, porque pasado dos meses, nuevamente había un micro-
basural cerca de los lugares, igual falta un poco más de cultura
en nuestra gente, porque si bien no es la misma gente que vota
basura a las quebradas, son terceros que suben a la parte alta de
la ciudad, y buscan un lugar y se ocultan durante la noche, cuando
todos descansan, para votar las basuras a escondidas y después
252
retirarse.Entonces al otro día la gente reclama y se encuentra
con basuras que no son de ellos, sino que son de terceros que
van de cualquier otra parte, y lo más cómodo es ir en camioneta
y arrendarla a terceros, y tirar los residuos a los fondos de
quebradas. Con los problemas que hay, que estas mismas basuras
las tiran a los cauces y luego se tapan y vienen los problemas de
inundación para la ciudad”.
253
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