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mismo autor del ((Ajedrez elemental» que tanto me ayudó

en mi tarea de monitor, respiré con alivio: Por fin podía


contar con un instrumento de trabajo que me ayudara en
el duro escollo de dar a entender a mis jóvenes alumnos el
sentido de todas las aperturas. La claridad y sencillez de
exposición de las ideas básicas de cada apertura, el método
de raciocinio empleado por Panov, son las cualidades del
presente libro, el cual recomiendo con entusiasmo a todo
aquel que desee poseer los comximientos fundamentales
para la práctica del ajedrez de competición.

ÁNGEL RIBERA
MAESTRO NACIONAL DE AJEDREZ

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PRÓLOGO

Casi todo aquel que lea el título de este librillo se pregun­


tará ¿A quién va destinado?
La respuesta es bien simple: «ABC de las aperturas• va des­
tinado a todo aficionado al ajedrez, independientemente de su
edad, sexo y profesión, que conoce las reglas, los conceptos y
los procedimientos de juego fundamentales y sabe anotar las ju­
gadas, pero que no puede dedicar su tiempo al estudio de las
aperturas. En la actualidad se han ramificado tanto que las va­
riantes y subvariantes, cuyo número es incalculable, llegan hasta
el vigésimo y vigésimo quinto movimiento. Hay manuales y com­
pendios de aperturas que llenan miles y miles de páginas. Esta
modesta obra ha sido compuesta para el ajedrecista o la ajedre­
cista, cuyo trabajo o quehacer doméstico le impide aprender el
contenido de dichos compendios y, por ende, tener idea de cómo
practicar las variantes recomendadas en ellos, que quiere jugar
en las horas de asueto, y hacerlo bien, para no ser vencido por
un contrincante mejor preparado.
Si el lector no se propone llegar a maestro en este arte, sino
a poseer los conocimientos fundamentales de las aperturas, a co­
nocer las más divulgadas y a tener una idea de las restantes, en­
tonces este librillo le será útil. Y, si emplea debidamente los
datos y consejos del material teórico que, aunque poco extenso,
se ha elegido para este fin, puede tener la seguridad de llegar
pronto a jugador de tercera categoría, y hasta de segunda.
El desconocimiento de tales y tantas variantes no es motivo
para no tener fortuna en la práctica de este juego si se tiene
presente lo fundamental en la apertura; esto es: el desarrollo
rápido y conveniente de las piezas.

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Miguel lvanovich Chigorin (1850-1908), ajedrecista famoso y
fundador de la escuela de ajedrez rusa, dice:
«En toda apertura y casi en toda variante se pueden eludir
las continuaciones estereotipadas y puramente teóricas, lo cual
no es obstáculo para conseguir unos resultados iguales o mejores
que si no se eludiesen.»
Desde luego, en tiempos de Chigorin la teoría no estaba ela­
borada tan detallada y científicamente como en la actualidad; por
eso, sus palabras deben interpretarse de acuerdo con la «evolu­
ción de los tiempos ,i, o sea, no referirlo a toda variante de aper­
tura, sino a algunas de ellas y a muchas continuaciones.
Con ello, Chigorin alude al razonamiento independiente, a la
lucha contra lo estereotipado, que causa menoscabo en toda rama
del arte, y aclara:
«A menudo, lo teórico es sinónimo de lo estereotipado, pues
¿qué significa fundamental en ajedrez sino lo que ofrecen los ma­
nuales y a lo que se atienen aquellos que no son capaces de idear
algo más eficaz y original; algo diferente?»
La experiencia del autor de estas líneas confirma el pensa­
miento chigoriniano, porque hubo de introducir muchas «nove­
dades II de apertura en la práctica. Pero sería erróneo suponer
que tales fueron ideadas previamente en los análisis realizados
durante la preparación para un encuentro. ¡No! La mayor parte
de ellas se produjeron a modo de experimento en el transcurso de
una competición, y fueron elaboradas en la «quietud del gabinete
de trabajo» después de que probasen su bondad y eficacia.
Ello se debe a que soy flaco de memoria; en el transcurso
de la partida se me olvidaba cómo jugar de acuerdo con lo pres­
crito en los manuales de aperturas; por lo cual me veía forzado
a idear algo propio que, confrontado luego con el contenido de
dichos manuales, resultaba a veces ser una novedad.
Sin embargo, hay que conocer la teoría; hay que profundizar
poco a poco en ella, aunque no se trata de «descubrir nueva­
mente América». Esto no quiere decir que uno haya de conver­
tirse en empollón, sino que comprenda y recuerde las variantes
fundamentales que han probado su bondad y eficacia en el trans­
curso de unos años después de haberse parcticado continuamente.
Y, sobre todo, no conviene atenerse exclusivamente a la moda,
o sea a los nuevos movimientos practicados por un maestro o un
gran maestro, porque es mudable e insegura. Esto puede plan-

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tearnos la siguiente cuestión: siendo así, ¿cómo puede uno ganar
la partida si no supera a su contrincante en el conocimiento
de las aperturas o no lo iguala, por lo menos? Alejandro Alejan­
drovich Alekhine (1892-1946), primer gran maestro ruso que fue
campeón del mundo y mantuvo el título hasta el fin de sus días,
sostuvo una conversación con el conocido maestro checo Karel
Opochensky y, entre otras cosas, dijo:
«-El ajedrez contemporáneo se distingue fundamentalmente
del de nuestros abuelos. Pero ¿en qué consiste el progreso que
ha experimentado? Antes se confiaba únicamente en la intuición
que, en definitiva, engendra las combinaciones; ahora se juega
de acuerdo con las severas reglas de la posición y del cálcu­
lo exacto. En el pasado, al ajedrecista le bastaba conocer algunas
variantes teóricas; en el presente, ya no le basta. ¿Consiste dicho
progreso única y exclusivamente en aprender miles y miles de
variantes? ¡No! Fíjese; a uno le serviría de bien poco recordar
miles de ellas. Porque se juega al ajedrez con esto -aquí se
tocó significativamente con el índice la frente, y prosiguió di­
ciendo-: ¡La teoría es muy importante; pero la inventiva lo es
aún más!»
Y así, este librillo trata de coordinar el conocimiento teórico
de las aperturas, ¡aunque reducido!, con la fantasía creadora pro­
pia y privativa de cada uno.

V. N. Panov

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