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ABC de Las Aperturas - Panov
ABC de Las Aperturas - Panov
ÁNGEL RIBERA
MAESTRO NACIONAL DE AJEDREZ
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PRÓLOGO
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Miguel lvanovich Chigorin (1850-1908), ajedrecista famoso y
fundador de la escuela de ajedrez rusa, dice:
«En toda apertura y casi en toda variante se pueden eludir
las continuaciones estereotipadas y puramente teóricas, lo cual
no es obstáculo para conseguir unos resultados iguales o mejores
que si no se eludiesen.»
Desde luego, en tiempos de Chigorin la teoría no estaba ela
borada tan detallada y científicamente como en la actualidad; por
eso, sus palabras deben interpretarse de acuerdo con la «evolu
ción de los tiempos ,i, o sea, no referirlo a toda variante de aper
tura, sino a algunas de ellas y a muchas continuaciones.
Con ello, Chigorin alude al razonamiento independiente, a la
lucha contra lo estereotipado, que causa menoscabo en toda rama
del arte, y aclara:
«A menudo, lo teórico es sinónimo de lo estereotipado, pues
¿qué significa fundamental en ajedrez sino lo que ofrecen los ma
nuales y a lo que se atienen aquellos que no son capaces de idear
algo más eficaz y original; algo diferente?»
La experiencia del autor de estas líneas confirma el pensa
miento chigoriniano, porque hubo de introducir muchas «nove
dades II de apertura en la práctica. Pero sería erróneo suponer
que tales fueron ideadas previamente en los análisis realizados
durante la preparación para un encuentro. ¡No! La mayor parte
de ellas se produjeron a modo de experimento en el transcurso de
una competición, y fueron elaboradas en la «quietud del gabinete
de trabajo» después de que probasen su bondad y eficacia.
Ello se debe a que soy flaco de memoria; en el transcurso
de la partida se me olvidaba cómo jugar de acuerdo con lo pres
crito en los manuales de aperturas; por lo cual me veía forzado
a idear algo propio que, confrontado luego con el contenido de
dichos manuales, resultaba a veces ser una novedad.
Sin embargo, hay que conocer la teoría; hay que profundizar
poco a poco en ella, aunque no se trata de «descubrir nueva
mente América». Esto no quiere decir que uno haya de conver
tirse en empollón, sino que comprenda y recuerde las variantes
fundamentales que han probado su bondad y eficacia en el trans
curso de unos años después de haberse parcticado continuamente.
Y, sobre todo, no conviene atenerse exclusivamente a la moda,
o sea a los nuevos movimientos practicados por un maestro o un
gran maestro, porque es mudable e insegura. Esto puede plan-
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tearnos la siguiente cuestión: siendo así, ¿cómo puede uno ganar
la partida si no supera a su contrincante en el conocimiento
de las aperturas o no lo iguala, por lo menos? Alejandro Alejan
drovich Alekhine (1892-1946), primer gran maestro ruso que fue
campeón del mundo y mantuvo el título hasta el fin de sus días,
sostuvo una conversación con el conocido maestro checo Karel
Opochensky y, entre otras cosas, dijo:
«-El ajedrez contemporáneo se distingue fundamentalmente
del de nuestros abuelos. Pero ¿en qué consiste el progreso que
ha experimentado? Antes se confiaba únicamente en la intuición
que, en definitiva, engendra las combinaciones; ahora se juega
de acuerdo con las severas reglas de la posición y del cálcu
lo exacto. En el pasado, al ajedrecista le bastaba conocer algunas
variantes teóricas; en el presente, ya no le basta. ¿Consiste dicho
progreso única y exclusivamente en aprender miles y miles de
variantes? ¡No! Fíjese; a uno le serviría de bien poco recordar
miles de ellas. Porque se juega al ajedrez con esto -aquí se
tocó significativamente con el índice la frente, y prosiguió di
ciendo-: ¡La teoría es muy importante; pero la inventiva lo es
aún más!»
Y así, este librillo trata de coordinar el conocimiento teórico
de las aperturas, ¡aunque reducido!, con la fantasía creadora pro
pia y privativa de cada uno.
V. N. Panov
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