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Twist 1
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Beth Jones
La apuesta fue crear un espacio de entrecruzamiento entre los distintos equipos de los C.P.A de la
región decima; en total – como lo indica el flyer de invitación – alcanzan al número de ciento
veinticinco.
El dispositivo implica un movimiento arborescente que se inicia con la lectura de una serie de
textos a los que se le van sumando otros hasta llegar a concluir con un escrito propio. Desde la
región sanitaria recomendamos algunas lecturas y luego se le sumaron otras que propusieron los
distintos equipos de salud mental. En este entretejido es que vamos a ir conformando un producto
siempre diferente y nos llevó a distintas derivas.
Intentamos conjeturar la posición del paciente que viene (el que sufre y espera) para poder
pensarlo como sujeto político. Las lecturas ofrecidas nos invitaron a tener en cuenta una teoría del
riesgo, cuestiones referidas a la desolación y claramente a la ruptura del lazo social. Para avanzar
en estos puntos recomendamos tres autores: Marcelo Percia, Anne Dufourmantelle, Byung-Chul
Han.
Sobre la escritura.
En relación a la escritura ubicamos una serie de cuestiones a tener en cuenta para determinar
condiciones para que algo devenga en texto.
Lo primero fue trabajar en lo grupal la implicancia de los equipos con la tarea diaria. Cómo decirlo,
no es posible escribir sobre algo si uno no está ahí. Sino está atravesado por esa actividad. De otro
modo podríamos hablar de una escritura in autentica.
Luego hablamos de poder recortar una escena posible que nos haga pregunta. Por fin llegamos
hasta Heidegger. Nos servimos del autor alemán para incorporar el concepto de “pensamiento”.
Pensar en su filosofía no es sinónimo de reflexión y tampoco de deducción. Llega a decir que “el
pensar habita en la casa del ser”.
También hablamos de la importancia de tomar registro sobre las prácticas. Y ahí también
diferenciamos las anotaciones que se presentan como simples descripciones y el volcar algo de lo
subjetivo que observamos.
Por fin ubicamos un axioma: la escritura y la lectura se tocan. La mera opinión sobre los hechos
nos lleva a laberintos propios de programas televisivos en donde todo vale. Es menester, según
nuestro punto de vista, poder ubicar ciertos textos que nos permitan profundizar lo que decimos.
Textos compartidos
La primera noche en el pabellón la pasé escuchando ruidos, sollozos, quejidos, suspiros ahogados.
No supe de dónde venían. De a poco, sentí el hipnotismo del terror, su acompasada calma. A eso
llamo desolación. Se trata aquí de pensar tensiones, pasajes, rispideces, solidaridades fronterizas,
entre desolaciones y soledades. Distingos, a veces, tratan de palpar la materialidad evanescente
de un soplo. En latín, desolatio significa privación de todo consuelo. El verbo desolar se emplea
para decir destrucción, ruina, arrasamiento, devastación. También para expresar estados de
pesadumbre, tristeza, consternación. Desolaciones concentran aflicciones que no tienen descanso,
ni corte, ni fin. Extensiones saturadas de dolor. Hastíos de la civilización. Tierras yermas de las
desolaciones ofrecen territorios aptos para la siembra de ideas espantosas. Desiertos poblados de
reproches, resentimientos, odios. Malas y buenas creencias nacen de la desolación. Desolaciones
alertan que algo se está muriendo, que la tierra se está apagando, que el aire se está retirando.
Aunque siempre dejan entrever un resto no devastado, una callada voluntad de no extinción. La
porfía de lo vivo casi extenuado. Desolaciones nombran diferentes formas de arrasamiento de la
vida. Sin esa palabra pensada, así, en plural, soledades no podrían decir el estupor. Del
latín, solitas se traduce como cualidad de estar sin nadie más. Pero, soledades no se componen sin
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Desolaciones - Por Marcelo Percia - La Tecl@ Eñe Revista (lateclaenerevista.com)
nadie más. El sin nadie más describe la excepcional circunstancia de un dios antes de la creación
del mundo. Habitamos soledades entre soledades. Soledades demasiado mortales. Muchas
soledades no saben la soledad. La consideran desdicha de la sociabilidad, abuso de la misantropía,
síntoma del yo, merecida consecuencia del por algo será. Sin embargo, soledades resplandecen
como condición fulgurante de la vida en común. Pensamientos tristes y destructivos, que
aguijonean soledades, se afincan y se reproducen en épocas arrasadas.
Arriesgar la vida.
Nuestros tiempos se encuentran bajo el signo del riesgo, cálculo de probabilidades, sondeos,
escenarios alrededor de los crack bursátiles, evaluaciones psíquicas de los individuos, anticipación
de las catástrofes naturales, células de crisis, cámaras; ya ninguna dimensión del discurso político
o ético escapa de ello. Hoy en día el principio de precaución se ha vuelto una norma.
Arriesgar la vida es una de las expresiones más bellas de nuestro idioma. ¿Significará
necesariamente enfrentar la muerte y sobre vivir?...¿ o bien habrá , inserto en la vida misma, un
dispositivo secreto, una música capaz por sí sola de desplazar la existencia hacia esa línea de
batalla que llaman deseo? El riesgo abre a un espacio desconocido.
Tal vez arriesgar la vida sea, para empezar, no morir. Morir en vida bajo todas las formas de
renuncia, de la depresión blanca, del sacrificio.
En tanto acto, el riesgo da pie al azar. El riesgo es un kairos, en el sentido del instante decisivo. Y lo
que determina no es solamente el porvenir sino también el pasado, detrás de nuestro horizonte
de espera, en el que se revela una reserva insospechada de libertad.
El instante de decisión, es el que se toma el riesgo, inaugura un tiempo otro, como el traumatismo.
Pero un trauma positivo. Sería, milagrosamente, lo contrario a la neurosis cuya marca de fábrica es
atrapar en sus redes el porvenir de tal manera que moldee nuestro presente según la matriz de las
experiencias pasadas, sin dejar ningún lugar a la irrupción de lo inédito, al desplazamiento, aunque
sea ínfimo, abierto por una línea de horizonte.
Al tiempo le falta hoy un armazón firme. No es una casa, sino un flujo inconsistente. Se desintegra
en la mera sucesión de un presente puntual. Se precipita sin interrupción. Nada le ofrece asidero.
El tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable.
Los rituales dan estabilidad a la vida. Parafraseando las palabras de Antoine de Saint-Exupéry, se
puede decir que los rituales son en la vida lo que en el espacio son las cosas. Para Hannah
Arendt es la durabilidad de las cosas lo que las hace «independientes de la existencia del
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La desaparición de los rituales, por Byung-Chul Han - Ethic : Ethic
hombre». Las cosas tienen «la misión de estabilizar la vida humana». Su objetividad consiste en
que «brindan a la desgarradora mutación de la vida natural […] una mismidad humana, una
identidad estabilizante que se deduce de que día a día, mientras el hombre va cambiando, tiene
delante con inalterada famili El smartphone no es una cosa en la acepción que Hannah Arendt da
al término. Carece justamente de esa mismidad que da estabilidad a la vida. Y tampoco es
especialmente duradero. Se distingue de cosas tales como una mesa, que yo tengo ante mí en su
mismidad. Sus contenidos mediáticos, que acaparan continuamente nuestra atención, son
cualquier cosa menos idénticos a sí mismos. Su trepidante alternancia no permite demorarse en
ellos. El desasosiego inherente al aparato lo convierte en un trasto. Además, nos hace adictos y
nos obliga a echar mano de él, mientras que de una cosa no deberíamos sentir que nos mete
presión.
Son las formas rituales las que, como la cortesía, posibilitan no solo un bello trato entre personas,
sino también un pulcro y respetuoso manejo de las cosas. En el marco ritual las cosas no se
consumen ni se gastan, sino que se usan. Por eso pueden llegar a hacerse antiguas. Por el
contrario, bajo la presión para producir nosotros nos comportamos con las cosas, es más, con el
mundo, consumiendo en lugar de usando. En contrapartida, ellas nos desgastan.
Hoy consumimos no solo las cosas, sino también las emociones de las que ellas se revisten . No
se puede consumir indefinidamente las cosas, pero sí las emociones. Así es como nos abren un
nuevo e infinito campo de consumo. Revestir de emociones la mercancía y —lo que guarda
relación con ello— su estetización están sometidos a la presión para producir. Su función es
incrementar el consumo y la producción. Así es como lo económico coloniza lo estético.
En este contexto, el riesgo ya no es solo una posibilidad, sino una necesidad. Arriesgarse se ha
vuelto indispensable para sobrevivir y prosperar en una sociedad que cambia constantemente.
Aquellos que se aferran a la seguridad y la estabilidad del pasado se encuentran rápidamente
superados por aquellos que están dispuestos a abrazar lo desconocido y aventurarse en nuevas
direcciones.
El riesgo, sin embargo, no es solo una cuestión de supervivencia material. También es una cuestión
de autenticidad y autodescubrimiento. Al arriesgarnos y explorar lo desconocido, podemos
descubrir aspectos nuevos y emocionantes de nosotros mismos. Nos liberamos de las limitaciones
autoimpuestas y nos abrimos a nuevas experiencias que enriquecen nuestras vidas.
Es cierto que el riesgo conlleva la posibilidad de fracaso y pérdida, pero también es la puerta de
entrada a la realización y la autorrealización. Aceptar el riesgo como parte integral de la vida es
abrazar la naturaleza dinámica y cambiante de nuestro mundo, y encontrar significado en la
incertidumbre misma.
En última instancia, el riesgo es una invitación a abrazar la vulnerabilidad y la impermanencia de la
existencia humana. Es una invitación a vivir plenamente, a abrazar la aventura de la vida y a
encontrar nuestro propio camino en un mundo en constante evolución".
Habrá que recordarlo siempre: para alojar dolencias desamparadas se necesita lo que Fernando
Ulloa llama miramiento. Una mirada que aloja sin demandar, sin exigir, sin expectativas de
resultados. Una dedicación que arropa, pero que no controla, no vigila, no corrige. Una
disponibilidad que da la espera.
Habrá que declararlo cada vez que se pueda: una clínica del cuidado se ofrece como tregua. Como
cese de todas las formas de hostilidad. Urge reconocer a quienes se dan estando ahí. Porque ese
dar que se da no se enseña, ni se obliga. Ese dar que se da se libera como íntimo impulso de
acogida. Ese dar que se da no responde a una orden, ni se calcula, ni se simula. No se oficia como
automatismo. El secreto de la hospitalidad reside en saber darla no sabiendo cómo. Mientras
alguien diga “esto que a usted le pasa no me concierne” o “hay que hacer una derivación a otro
lado”, no habrá hospitalidad. Y, todavía se necesita decir que, aun así, lo hospitalario -por
momentos- se hace posible. Habrá que insistir a gritos para que esas últimas soledades de la
acogida no desaparezcan.
La palabra estancias alude a modos de estar, habitar, residir; mientras la idea de en común
expresa una redundancia escandalosa: no se puede concebir la vida sin ese en común. / Este libro
interroga la posibilidad de estar con: sin mandos, dominios, posesiones. / Sospecha alianzas, que
naturalizan sentimientos, entre capital, lengua, propiedad y entre fábulas de sujeto, ser, identidad.
/ A lo largo de estas páginas, se explicitan pasajes: de lo grupal a lo común, de la producción de
subjetividad a la producción de sujeciones; de la ficción sujeto a la idea de sensibilidades que
hablan habladas; de las figuras de individuo, grupo, comunidad a la de soledades pobladas que
ejercitan proximidades y distancias. / El enunciado estar en común sin comunidad proviene de
clínicas que se preguntan cómo alojar demasías fuera de los manicomios. / Demasías ponen a la
vista tanto la necesidad de agarraderas, como la intemperie de las soledades. / Estancias en
común encierra una confidencia: no se sabe cómo estar en la vida. Y, también, desliza una
convicción (más cerca del deseo que de la certeza): los porvenires de las formas de lo común no
están todos destinados por las sujeciones que imperan en las tristezas del presente.
Una vez entre al office – tenía acceso hasta que bajo la sentencia de un cartel: “prohibido el
acceso a toda…” me restringieron; y en un libraco de anotaciones, disimulando un estado de
catatonía, leí: “deambula por el nosocomio”.
¿Cómo? Me atajé raptado por la furia. Si hoy no salí de la habitación.
Sea como sea, para el personal de salud yo no era una persona en situación de calle, desprovisto
de un espacio. Yo era más que el deambular por el nosocomio, por los laberinticos pasillos del
hospital guiado bajo el ala de la perdición.
Conste, a pesar que me resguardaba, debidamente sin contacto con nadie, en la habitación “C”
relegada a los enfermos terminales o infecciosos, con patologías que requería aislamiento. Yo
deambulaba, no iba al quiosko, a trabajar, a coger. Yo insisto: Deambulaba.
¿Qué era entonces? ¿Un zombi con clínica? ¿Una partida de naciemiento, un DNI? ¿una suerte de
mitad carne, mitad objeto, inducido por el animismo?
POEMA:
y a gente desconocidas.
“Las palabras y la mágica eran al principio una y la misma cosa, e incluso hoy las palabras
conservan gran parte de su poder mágico”
Sigmund Freud
Durante las rondas que realizamos con el proyecto produjimos una serie de textos. La cuestión de
inventar palabras y una intervención en salud mental nos llevó a poder re pensar la práctica. No al
modo de una supervisión sino de un juego. El juego consistía en tener en cuenta los textos leídos,
crear un neologismo y luego inventar una situación que se pueda ubicar como posible en el
horizonte de lo que se trabaja en los dispositivos de atención. En relación a lo dicho debemos
aclarar que la supervision trabaja sobre la dirección de la cura; en este caso se trabaja asociando a
la manera de un sueño.
Así las cosas, compartimos algunas de los disloques que fueron surgiendo durante los encuentros:
a) Diceser. Se trata de un recipiente o bolsa que se utiliza para guardar dichos negativos.
A partir de esta palabra se pensó en una persona que concurre al centro de día, refiriendo que
durante su trabajo (limpiavidrios) se siente “solo”, “ignorado”. Durante su estar en la institución se
observa cierto discurso delirante en el que conversa, pelea y, se ríe con distintas personas. La
propuesta de intervención tiene que ver con incluirlo en una actividad teatral desde donde se
pueda trabajar su malestar. Cabe aclarar que su decir delirante se lo tiene en cuenta porque, como
dice la palabra “diceser”, todo decir establece un ser.
Supongamos que el paciente en cuestión se llame Damián. Concurre al C.P.A a un taller de música
y explica su particular inhibición. Lo trata la psicóloga y el tratamiento no avanza. El maestro de
música lo fuerza a desbloquear su trabazón, pero la cosa tampoco prospera. Hasta que en un taller
de yoga la profesora le plantea que no haga esfuerzo en la ejecución de los ejercicios porque cada
uno llega donde llega. Es decir que no hay un lugar donde llegar. Estás palabras fueron mágicas
para Damián quien a partir de ahí deja de preocuparse por ese síntoma y sigue con su vida de
forma mucho más aliviada.
a) Plastimerdi: Indica una fobia especial a los productos realizados con plástico. Mabel es
una niña de ocho años que tiene un rechazo desmedido al plástico. Cuando llega al
C:P:A lo ve una psicóloga y descubre que cuando era chica su padre siempre le gritaba
a su madre. “vos siempre con esas bolsas de plástico de mierda. Seguro que te vas a
culear con el carnicero…” La explicación de la causa apareció, pero el síndrome seguía
intacto. Hasta que un día la niña acompaña a su abuela a un taller de corte y
confesión. Allí la tallerista observa el problema y le arma un guardapolvo con guantes
que le permite circular sin tener que tocar ningún material que le traiga problemas.
Una serie de profesionales cuando viajaban en el locobus hasta Marizapio a pasar unos días se
enteran que van a cobrar en dólares. Se produjo un brote psicótico generalizado porque no sabían
si les alcanzaba para poder pagar el pasaje en el colectivo que los conducía a destino.
a) Tuky – Tuky: Significa un decir sin decir. Por ejemplo: Vamos para allá y tuky – tuky. La
propuesta es crear espacios con los adolescentes para que esa palabra vacía de significado
pueda ser simbolizada.
b) Trankalanca: tranka derivado de tranquilo y lanca de anclar. Dícese de los efectos
subjetivos de una situación que deja a una persona anclada sin poder hacer nada. Lo
podemos ver en una niña que asiste a un taller de apoyo escolar y no responde a las
consignas. Ese lugar de trankalanca puede ser modificado en base a una intervención de
la institución escolar que destrabe la actual posición. Se recomienda un mayor
acompañamiento para ayudar a esta niña en el proceso de enseñanza aprendizaje.
c) Liget: Es un vocablo africano que determina una manera distinta de como lo hacen en
occidente de transitar el duelo. En la ciudad de 25 de Mayo ocurrieron una serie de
suicidios adolescentes en el último tiempo. Este tipo de cuestiones nos permiten re pensar
las maneras de elaborar la perdida.
Ángel Rutigliano