En el contexto del año jubilar de la Misericordia, el santo Padre Francisco,
reuniendo lo estudiado, reflexionado, orado y acordado en los sínodos de Obispos de octubre de 2014 y de 2015, nos ha dado a los cristianos y a todo el mundo, la Exhortación Apostólica “AMORIS LETITIA” con la finalidad de motivarnos a valorar y sostener la institución primera y más importante de la sociedad, la familia formada por el matrimonio natural. Pues a pesar de las crisis que hay en la actualidad en esta institución, hay una grande esperanza en los jóvenes de que la familia siga viva, lo cual nos alegra a toda la Iglesia, ellos, ampliando su mirada reavivan la conciencia sobre la importancia del Matrimonio y la familia, pues matrimonio y familia no son un problema, son una oportunidad de vida nueva (AL1-7). Este documento pontificio se desglosa en nueve valiosos e interesantes capítulos, en los cuales se expone algo de la doctrina católica sobre el tema del matrimonio y la familia; iluminado el documento a la luz de la Palabra, se abre paso por los principales desafíos y realidades en los que se encuentra la familia, para que poniendo la vista en ellos, no se juzgue pesimistamente, sino que, se valore a la familia como una vocación en el amor, un amor que se vuelve fecundo y que acogiéndolo, siempre da vida. Todos de alguna manera formamos parte de una familia en la que hay alegría pero también crisis, características necesarias para que el ser humano se desarrolle como persona y luego como cristiano. Base de la familia es el matrimonio, pues sólo en la unión de un hombre con una mujer, como determinado está por la misma naturaleza y sobre todo por la gracia de Dios (Gn 2,18; 24-25), se da ese amor que es capaz de fecundar y dar vida (Gn 1,28), el documento amoris letitia si bien habla todo sobre ello, le dedica un capítulo especial para tratar sobre el tema del sacramento del matrimonio. EL AMOR EN EL MATRIMONIO
La familia humana, consolidada en el matrimonio, restaura la imagen y
semejanza de Dios Trinidad en el hombre, misterio que brota de un amor verdadero y que es comunión de personas. El sacramento del matrimonio vendrá a ser pues, ese signo sensible que nos muestra el origen y finalidad de todo hombre, la comunión de vida con Dios, pues es y será siempre don santificador y salvador para los esposos; además es también una representación real de la relación entre Cristo y su amada Iglesia, el don del matrimonio se arraiga en la gracia del bautismo que establece la alianza sellada de Cristo en la Cruz, una alianza de amor y entrega total que se debe de ir actualizando con empeño, creatividad y resistencia en la lucha cotidiana de cada familia (AL 71-75). Para nosotros los cristianos católicos, el matrimonio tiene dos finalidades principales, el amor conyugal y la procreación y educación de la prole CIC c. 1055, pero es importante ver que para que se dé la procreación de hijos, es necesario primero el amor conyugal, pues de ese amor que es fecundo nace los frutos que son los hijos. Así, la gracia que se da en el sacramento del matrimonio es ante todo para perfeccionar ese amor para que sea fructífero. El Papa nos recuerda que hablar de matrimonio es necesario e indispensable hablar de “amor” pero en el verdadero sentido de la palabra, pues hoy es muy común que se desfigure la palabra amor, se nos propone en este documento, tomar el elogio al amor escrito por San Pablo en la primera carta a los Corintios, este elogio o himno, da algunas características que debe tener el amor para que sea perfecto, el Santo Padre las toma y las hace características del amor que debe de haber en el matrimonio. Cada una de estas características se vive y se cultiva en la vida diaria de los esposos y de la familia: el amor en el matrimonio debe ser paciente, soportarlo todo, no en el sentido de llegar hasta el vivir sumergido en sufrimientos físicos y psicológicos sin decir nada, no, más bien en el sentido de no dejarse llevar por los impulso, la ira, el coraje, la violencia, etc., siendo por el contrario misericordiosos y perdonar siempre sin faltar a la fidelidad, la familia nunca será un campo de guerra (AL91-92). El amor conyugal tiene un solo sentido es el de servir el uno al otro y ellos a los otros, poniendo más obras que palabras, es en el servicio donde se aprende a amar desinteresadamente, donde se ama de verdad (AL 93). El amor ayuda a valorar a cada ser humano, reconociendo que cada uno tiene derecho a su felicidad, y con ellos podemos celebrar cada logro, sin sentir malestar por el bien del otro (AL 95). Cuando se ama, no solo se evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro (AL97). El que ama es capaz de decir palabras de aliento que reconfortan, fortalecen, que consuelan, que estimulan. (AL 100) El amor es capaz de hacer frente a cualquier cosa que pueda amenazarlo, aun en las humanas equivocaciones de los esposos, es capaz de llegar a vencer cualquier obstáculo. (AL 112). Para que un matrimonio permanezca siempre en la fidelidad y en el amor, siempre deberá reinar una básica y cariñosa confianza, donde brote una verdadera identidad entre los miembros, rechazando el engaño o la mentira (AL15). Las características que se enumeran en el documento son bastantes y necesarias para vivir el amor autentico del matrimonio, pues para que una familia permanezca unida y un matrimonio sea siempre fiel, ha de vivir en el amor verdadero. Cuando una pareja se toma en serio el matrimonio, es porque ha experimentado el amor autentico con su pareja, un amor que los lleva un especie de máxima de amistad, es alguien que vive intensamente la alegría y no toma este compromiso de vida como algo pasajero, sino que lo ve como camino y apertura a lo definitivo, por ello es importante la fidelidad en el matrimonio, porque para quien ama es posible prometer un amor para siempre, pues ha descubierto un plan que sobrepasa los propios proyectos, que los sostiene y les permite entregarse totalmente en sus futuro a la persona amada(AL124). Aún más esa fidelidad y amor debe sobrevivir incluso en las etapas donde la vida del placer se apaga, en las penas y en la angustias, en la enfermedad y en la ancianidad, es un amor que se promete hasta el último respiro de ambos, pues siempre un de los dos cónyuges, sea cual fuere el que quedase en la viudez, siempre estará recordando un amor y fidelidad a su pareja de vida. Es en la enfermedad y algunos otros problemas en los que cuidando uno de otro renuevan su “SI” que se prometieron ante Dios en el sacramento del matrimonio, sacando a relucir la dignidad de los amantes, que es reflejo de la caridad, del verdadero amor; hay en ellos un placer de pertenecer uno a al otro, una confianza de saber que tienen cada uno un cómplice que conoce toda su vida y la comparte con él, un compañero de camino con quien afrontar las dificultades y disfrutar las alegrías. Esto es fidelidad en el matrimonio, esto es amor en el matrimonio, así nos los enseña el santo Padre en la “Alegría del amor”. Otro punto importante para que el matrimonio sea autentico y no haya tantos conflictos ni crisis (digo tantos, porque aun en los matrimonios más perfectos siempre se pasará por momentos difíciles, pero que son necesarios para poder crecer y purificarse en el amor) es el diálogo como forma privilegiada e indispensable de vivir, expresar y madurar el amor de la vida matrimonial y familiar. Hay que tener en toda relación un tiempo de calidad para escuchar con atención y paciencia al otro hasta que termine de expresarse, para después también tener la oportunidad de hablar y poner los puntos de vista personales, algo que ayudara siempre es hacer un silencia interior para escuchar nos solo con el sentido sino también con el corazón y la mente, tratando de buscar siempre las soluciones necesarias que lleven a la unidad familiar y matrimonial; buscar siempre gestos de preocupación de uno por el otro es una actitud que se asume en el diálogo (AL136-141). El matrimonio, tiene una dimensión, de la cual me atrevo a decir es la más hermosa y en la cual se manifiesta de una forma maravillosa los fines del matrimonio, hablo de la sexualidad, es decir la dimensión erótica del amor. Todos deben de aprender con perseverancia u coherencia lo que tiene de significado todo el cuerpo humano y su sexualidad, donde Dios para sus creaturas. La sexualidad es una forma de comunicarse donde el otro es tomado en serio, con su sagrado e inviolable valor y dignidad. El acto sexual en los esposos, sella su compromiso de amor ante Dios, y por este acto los esposo son capaces de expresarse el amor en grado máximo, pues ya no son dos sino una sola carne, por ello el Papa nos dice que es un don de Dios que embellece, fortalece y anima el encontró de los esposos(AL150-152). Si la sexualidad es una afirmación del amor entre las parejas, cuando es mal usada también despierta sentimiento de odio y se atenta contra el matrimonio (AL 155). En la sexualidad, es donde se llevan a cumplimiento los fines matrimoniales, el amor por la pareja, y de esta unión amorosa, surge un amor fecundo, surge una vida nueva, los hijos, reflejo viviente del amor matrimonial, son signo de unidad y síntesis viva e inseparable del padre y la madre (AL165). Así el hombre en su ser finito y ser creatura colabora con Dios como co-creador, dando origen a un nuevo ser, fruto del amor, como siempre se espera que sea. Por último, de entre tantos cosas que se puedan decir en esta exhortación del Papa, sobre el matrimonio, no podemos dejar de mencionar la invitan del santo Padre para que el matrimonio viva una espiritualidad específica, pues como vocación, es bueno tener en cuenta que este sacramento y estado de vida, se nos facilitan los medios necesarios para la santificación y salvación propia, esto en la vida ordinaria, viviendo siempre al máximo mi rol en la familia, ya sea de esposo, esposa, hijo, hija, hermano, hermana. Orar en familia siempre, per más en los momentos difíciles, hace crecer y desarrollar una unidad en la santidad, pues familia que reza unida, permanece unida (AL 313-324). El Papa cierra su documento dando motivos de esperanza: “caminemos familia, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No desesperemos por nuestros límites ni renunciemos a buscar la plenitud el amor que se nos ha prometido” (AL325) CONCLUCIÓN El amor en el matrimonio, como nos lo explica el Papa Francisco, es uno de los amores más bellos y la forma más común de expresar algo de ese gran amor que Dios mismo nos tiene a cada hombre, es decir amamos a otros porque nos sentimos amados. Es un amor que adquiere expresiones sensibles, porque el amor es una única realidad, que una vez que se encuentra hay que amasarlo día con día, no solo para poder conservarlo, sino y sobre todo para poder desarrollarlo. Pero nada de esto será posible en el matrimonio si no se pide la asistencia del Espíritu Santo, sino se clama pidiendo su gracia, si no se busca la fuerza sobrenatural, sino se le reclama con deseo que derrame su fuego sobre nuestro amor para fortalecerlo, orientarlo y transfórmalo en cada situación que nos presente la vida. (AL164) El amor en el matrimonio, da frutos que es la vida, una vida que llena de alegría y esperanza a todo una familia. El amor por ello decimos es la vocación y fin último del hombre, es decir salvación personal y en conjunto.
BIBLIOGRAFIA
S.S. FRANCISCO, Amoris Letitia, exhortación apostólicas, actas y