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Full Social Problems 6Th Edition Macionis Test Bank PDF Docx Full Chapter Chapter
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II.
(DE «LA MONJA ALFÉREZ», DE CARLOS COELLO).
APÉNDICES
Proposición de la Alcaldía para trasladar los restos de Pizarro.
«Considerando: Que es de dignidad nacional dar honrosa
sepultura á los restos del conquistador del Perú, que hoy se
encuentran en la bóveda de la Iglesia Catedral,
«Propone: Que se autorice á la Alcaldía para que solicite del Ilmo.
y Rmo. Sr. Arzobispo y del Cabildo metropolitano la licencia
correspondiente para colocar los restos del Capitán general D.
Francisco Pizarro en una de las capillas de la Iglesia Catedral,
quedando autorizada igualmente la Alcaldía para hacer construir
una urna donde reposen estos restos, hasta que la nación pueda
construir un monumento para tal objeto.
«Lima, Abril 30 de 1891.—Juan Revoredo.»
II
Discurso del Alcalde de Lima al entregar la urna que debía
guardar los despojos mortales de Pizarro.
«Excelentísimo Señor:
«Señor Ilustrísimo:
«Señores:
«Conmemoramos en este momento el aniversario del
fallecimiento del ilustre Capitán general D. Francisco Pizarro,
acaecido hace hoy trescientos cincuenta años.
«Nos encontramos en presencia de sus restos, de cuya
autenticidad no podemos dudar desde que la Historia así nos lo
demuestra y desde que las generaciones que se han venido
sucediendo nos los han ido haciendo conocer de padres á hijos
hasta llegar á nosotros.
«Don Francisco Pizarro fué el conquistador del Perú, el fundador
de esta capital, el que en sus propios hombros cargó el primer
madero que sirvió para la fabricación del templo en que nos
encontramos, y, lo que es más, fué el que nos legó la Religión que
profesamos, dándonos hasta su última hora pruebas del respeto y
de la veneración que tenía por ella; pues recordaréis que besando la
Cruz del Calvario, que con su propia sangre y puño había formado
para elevar sus preces al Todopoderoso, exhaló su último aliento.
Estamos obligados á creer, señores, que el alma del que así murió
tiene que estar gozando de las delicias del Paraíso.
«Toca á nosotros honrar sus inapreciables restos, que continuarán
bajo la custodia del Muy Ilustre Cabildo metropolitano.»
III