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Romeo y Julieta Esta obra, escrita por William Shakespeare en el siglo XVI, narra la historia de dos jovenes que, a pesar de pertenecer a familias enemigas de la ciudad de Verona, se enamoran y se casan secreta- mente, con la complicidad de la nodriza de Julieta y de un fraile. Pero la desgracia los persigue y en una pelea, en la que Mercucio, el primo de Julieta, es muerto por Romeo, a este se lo destierra de la ciudad. Para evitar que la casen con otro hombre, Julieta bebe un veneno que le da, temporalmente, la apariencia de muerta. El fraile, complice de la novia, envia un mensajero a Romeo para contarle el plan; pero el emisario no llega a destino. Romeo regresa y, tras verla en el sepulcro, cree que su amada estd muerta y se suicida. Cuando ella despierta, comprende lo que ha sucedido y se mata cla- vandose una daga en el pecho. FATALIDAD DE ROMEO Y JULIETA a Marco Denevi ‘ind El escenario a oscuras. Auno de sus costados, en el patio de plateas, hay una mesa y una silla. Sobre Ja mesa, una lampara ahora apagada. Aparece el Autor, vestido de entre casa. Enciende la lampara, se sienta a la mesa, abre un caj6n, extrae un cuaderno. Prende un cigarrillo. Luego de un instante de reflexién, comienza a escribir. El escenario se ilumina. Tendida en un divan, Juueta duerme. VOZ DE LA NoDRIZA. —Julieta (un silencio). Julieta, levantate (un silencio). § oyes, Julieta querida? (Un silencio. De pronto, la voz se vuelve atronadora). Te vas a levantar 0 no te vas a levantar, haragana de miércoles! Juueta (despertando, sofiadora). —Es la voz de la alondra que anuncia el dia. Se incorpora, se despereza, se pone de pie y de pronto permanece rigida como una estatua. Es que el Autor ha dejado de escribir y, la mirada perdida, parece meditar. Después de unos instantes, reanuda sus garabatos y JULIETA reco- bra el movimiento y la palabra. Juueta. —Amo a Romeo. Romeo me ama. Ayer nos casamos en secreto. Anoche fuimos dos almas en un solo cuerpo. Ahora somos un alma dividida en dos cuerpos separados. Oh Romeo, devuélveme la mitad de mi alma. Espero que esta noche se fepita tu visita. Voy a vestirme. Debo estar hermosa para Romeo. Mi Unica ocupa- ‘cin debe ser esa: agradarle. Su tnico oficio: admirarme. Y el de los dos: amarnos. Me pondré el vestido de seda blanca. No, el blanco es virginal, ya no me sienta. Mejor el de terciopelo de granate, color de la pasién. En los pies, chapines* de seda. Una red de hilos de oro alrededor de mis cabellos de oro. Rubies en mi garganta, esmeraldas en mis orejas, cuatro cinco anillos en mis dedos. Pasta carmin para mis labios. Asi Romeo podra decirme que tengo labios de carmin. Colorearé mis mejillas con agua ptirpura. Para que vea que todavia me ruborizo. En los parpados, un poco de tierra de Egipto. Creer que el amor me ha vuelto ojerosa. ;Y perfumes! {Todos los perfumes de Arabia! jTodas las esencias del Oriente! ;S4ndalo! jMirra! ia! No. Oleré a tumba y a convento. Me rectifico. {Rosas de Ispahan! ;Nardos Estambul! jVioletas de Parma! ;Claveles de Andalucia! jJazmines del Paraguay! mira en el espejo). Estoy hermosa. (Aparta el espejo). Estoy tan hermosa que debo mirarme. Me enamoraria de mi misma y dejaria de amar a Romeo. Oh, , Romeo, cuanto te envidio, puesto que Julieta te ama. itra la Nopriza. Ademanes descompuestos, gritos. iz. —jJulieta, ay, Julieta! No sé cémo decirtelo. rs. —jLlegé Romeo? Lo esperaba. Que pase. Ga Sc PARTE «capitulo Nopriza (cae de hinojost). —jTeobaldo maté a Mercucio! ;Mercucio maté a Teobaldo! jRomeo maté a Mercucio y Teobaldo! ;Toda Verona arde en rifias callejeras entre Montescos y Capuletos! jEs la guerra! iAy, ay, ay! (Es la guerra! ¥, sollozando ruidosamente, apoya la frente en el suelo, Juuera la mira. ¥ luego va y se sienta en el divén, muy erguida Juuera (entre fia y rabiosa. Mirando al piblico). iY para eso me vestt! Silencio e inmovilidad en escena: el Autor ha deja- do de escribir. Chupando el extremo de la estilogréfica, a mirada perdida, piensa. Una pausa. Juuera (la voz cambiada). No. Autor (se sobresalta, Mira a su alrededor). —:Quién hablez Justa. —Yo. Dije que no. Que no quiero seguir representando esta fantochada*. ‘Autor. —jCémo fantochada? ;Y usted, qué sabe ccémo sigue la historia? Tengo una idea fantéstica, aqui adentro (se golpea la frente). Se lo aseguro yo. Juueta. —Expliquemela. ‘AuroR. —Disculpe, pero no tengo por qué explicarle nada. {Desde cuando los personajes discuten con el autor? Desde Pirandello*, ya lo sé. Y si vamos a ver, desde el primer hombre que escribié una obra de teatro. Juueta. —No soy yo quien discute con usted. Es usted mismo, ahf dentro de esa cabecita. No serd tan fantdstica su idea, si no esté convencido. ‘Autor. —:Yo? Perdone. Yo estoy convencidisimo. Juueta. —Sin embargo, cuando me levanté de dormir me tuvo aqui varios minutos de pie, sin moverme, sin hablar... Y entretanto, usted no sabia cémo seguir adelante. ‘Autor. —jLo sabia! Pero de golpe me asalté como un escrdpulo... Después de todo, usted es Julieta. Senti cierto respeto, una especie de temor reverencial Juuera. —3Por mi? ‘Autor. —Por usted y por... Bueno, pero usted vio que fue un segundo. Enseguida continué escribiendo. Lo que me propongo, con usted y con Romeo... Juuera (feliz). —Ah, ;vendré Romeo? ‘Auror. —Si, pero no para lo que usted se imagina. Juuera. —;Qué cree que me imagino? ‘Auror. —;Otra noche de bodas? No. Juuern. —Vendrd para que los dos muramos juntos. 120 ee AuroR. sa, le repito. Juuera. —Y entonces... para qué nos trae aqui? ‘AuToR. —Porque quiero demostrar... Juueta (lo interrumpe, enojada). —Demostrar, demostrar. Ni Romeo ni yo demostramos nada. Lo Gnico que demostramos es que nos amamos. Y eso ya lo sabe todo el mundo. Miren un poco. Nos utiliza para sus experimentos. ‘AuTor se pone de pie, encara a Juuiera).—Justamente Con ustedes, no necesito traer a escena ningin ante. cedente, que en el teatro son un engorro*. Usted es Julieta, Romeo es Romeo, el publico los conace, no hay necesidad de explicar nada. Hago con ustedes dos lo que me he propuesto hacer, cuestién de cinco minutos, y después los dejo libres para que se amen y se suiciden todas las veces que quieran. yConforme? Juuera, Hum... no sé. ‘Autor. —Vamos, sea buenita. Siga representando lo que yo escribo en este cuaderno. Juuera. —Es que me cuesta pronunciar las palabras que usted me obliga a decir. Conozco otras mucho mis hermosas. ‘Autor (se ha sentado. Dulcemente). —Lo s6, lo sé.. (Suspira). Pero esas no las he escrito yo, desgraciada mente. Juucra (Recita). —“Aunque eres mi alegria, no me alegra el pacto de esta noche. Es demasiado brusco, demasiado temerario, demasiado repentino...”. ‘Autox, que escucha atentamente, a ratos une su voz a la de Juuteta, y ambos recitan al unisono. Juueta (y ef Autor). —"... semejante al reldmpago que se extingue antes de que podamos decir: jel reldm- pago! Este capullo de amor, madurado con el halitot ardiente del estio, tal vez se haya convertido en flor galana cuando volvamos a vernos...”. ‘Autor (de pronto grita). —Bastal Y se pone a escribir furiosamente. Juueta recobra el movimiento, la Nooaza reanuda sus sollozos. Juuera. —jY para esto me vesti! Para que me deje plantada por esos idiotas. Plantada como una cuaiquie- ra. Enjoyada y perfumada mientras él se diviert= con Teobaldo y Mercucio. Por lo visto, le interesan mas sus amigotes que yo. Nooaiza (se ha puesto de pie y, como si nada wera, dice). —Los aghbres son ast. Juntos morirén, pero no como usted pien- © Aque Grupo Ear 8A. Protibida su reproduc, Juucra. Ah, pero yo a este le daré una leccién. Nooriza. —Por correspondencia. El Principe lo des- terr6 a Mantua. Juucra. —2Y 6 {Obedecié? Ah, obedeci6. Entre el Principe y Julieta, elige al Principe. Entre lo que le orde- na la ley y lo que le ordena el amor, se queda con la ley. Y yo que lo Hlamaba “mitad del alma mia”. Ahora veré de lo que es capaz una mujer con el alma a medias. Nooniza. —jQué piensas hacer? Juueta. —Por empezar, pedirte que me dejes sola. Nooaiza. —jUn consejo? Biscate otro novio. Juucra. —yPara qué? zPara que después Romeo se me haga la victima? ;Para que diga por ahi que soy una casquivana* y que lo he traicionado? No. Quiero que se sienta el nico culpable. Que lo abrumen los remordimientos. Nooaiza. —Oye. No pensards suicidarte. Juucra. —jEstés loca? Muerta, no presenciarfa su desesperacién. Y yo quiero verlo retorcerse las manos, golpearse el pecho, aullar como un poseido. Haré algo mejor. Ahora vete. (Grita). (Que te vayas! La Nopaiza estd por decir algo, luego se va. En segui- da reaparece, hace un ademén como para romper a hablar, se va. Vuelve a entrar, repite su mimica Y entretanto el Aurok escribe, tacha, escribe, tacha. Justa permanece inmévil. Antes de irse por tercera vez, la Nookza se dirige al AvtoR. Nopniza. —jSe puede saber qué pasa conmigo? Me tiene de aquf para allé como un monigote. ‘Auror. —£s que no encuentro una réplica para usted. Noonza (desdefiosamente). —jEstos autores moder- nos! El sefior Shakespeare* me habria hecho declamar todo un discurso. Y en inglés. Y usted no encuentra una réplica ni en modesto castellano. ‘Autor (sonrisa de hie). —Estaba seguro. Estaba seguro de que, més tarde o més temprano, alguien me taparia la boca con ese nombre. Noowza. —yCon el de mister Shakespeare? Vaya Cinismot el suyo. Le roba al otro los personajes y enci- ma pretende.. ‘Autor. —iYo no pretendo nadal Y si se trata de robar, le recuerdo que para el que roba a un ladrén, cien afios de perdén. No le escribiré ninguna réplica. Vayase. Vayase y no vuelva més. No la necesito Nopawza. —Favor que usted me hace. En ciertos asuntos, cuanto menos la compliquen a una... Se ha ido. El Auror, que la segufa con la vista y una expresién encolerizada, ahora se sonrie malignamente. Escribe. Reaparece la NooRza. Noonza. —jOtra vez? sY ahora qué se le ofrece? ‘Autor. —Nada. Queria demostrarle que aqui el ‘nico que manda soy yo. La Noor barbota un insulto en inglés y sale corriendo. ‘Autor. —)Qué dijo esa lengua larga? Juuera (inmévil). Son los inconvenientes de tratar con nosotros. Ese sefior... ese sefior que usted no quiere que se lo nombremos... nos infundié tanta vida que es dificil dominarnos. ‘Autos. —Ya van a ver si los domino 0 no los domi: no. El los habré creado. Pero ahora yo soy el autor y me obedecerén por las buenas 0 por las malas. Escribe rabiosamente. Entonces Juueta toma un frasquito, lo destapa, lo huele, bebe el contenido. Se arrastra hasta el divan, se acuesta, cruza las manos por el pecho, cierra los ojos, toma la apariencia de tun cadaver, 5 TO By * Casquivana: mjer de comportamiento de dudosa moral con fos hombres. * Cinismo: desvergienas en e! mento en el practice aciones, ‘condenables. * De hinojos: de rods. * Engorro: obsticuo, moles, * Fantochada: accién propia de una persona gyotesca, * Halito: alent, * Pirandello, Luigi: esertortalano (1867-1936), autor de Seis _persongjesen busca de un autor, en que los personajes de una bra se presenta durante los ensayos porque queren contr su ropa historia, * Shakespeare, William: poeta y dramaturg ings (1564-1616), autor de la taped Romeo yet

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