10 - Verón, La Semiosis Social - 121 A 133

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4. Discursos sociales Hasta el momento hemos visto dos corrientes hist6ricas: por un Jado la de la herencia saussureana, dominada por un modelo binario del signo (modelo que tiene sin duda, una muy larga historia)[36]; y por el otro lado, un pensamiento ternario sobre la significaci6n, al que asoci€é los nombres de Peirce y de Frege. La primera corriente es la del surgi- micnto de la lingtifstica como ciencia de Ja lengua; la segunda permane- cié ajena al desarrollo de la lingiifstica, prolong4ndose bajo la forma, empirista, de una cierta semidtica anglosajona.[37] En los afios sesenta, cuando 1a lingiifstica encaraba un perfodo de transformacién profunda bajo el golpe de la teorfa chomskyana, Ja heren- cia saussureana dio vida, con cincuenta afios de retraso, a la primera semiotogfa. Esta, que parecfa finalmente dispuesta a tomar a su cargo las preocupaciones sociolégicas del saussurismo (bajo el impulso, paralelo pero no despreciable, del estructuralismo en antropologfa), era prisione- ra del modelo binario del signo y, en consecuencia, permanecfa ajena a toda nocién de productividad del sentido. La teorfa generativo-transfor- macional, por el contrario, introducfa la idea de una productividad aso- ciada al funcionaniiento del lenguaje (bajo 1a forma, entre otros, del tema chomskyano de la “creatiyidad”);[38] pero expulsé de 1a lingiifstica, de un modo aparentemente radical y definitivo, toda preocupacién “socio- légica”. ‘He aquf por qué, durante los afios sesenta, una teorfa de la produc- cién de sentido fue imposible: modelos nuevos, m4s poderosos que los de la lingiifstica estructural por ser generativos y explicativos, tomaban forma, pero en un contexto cada vez més hostil a toda consideracién sobre Ia “naturateza social de la actividad del lenguaje”; por otro lado, la articulacién entre el sentido y los funcionamientos sociocuiturales se ha- cfa en un marco atin descriptivista, taxonémico y marcado por el ethos durkheimiano de la antropologfa de Claude Lévi-Strauss. En Jos afios setenta hizo su aparici6n un recién Itegado: el concepto de “discurso”, En lo que respecta a Francia, se encuentra en sus orfgenes un viejo artfculo de Zelig Harris que no tuvo, en su tiempo, verdadero eco.[39] Al generalizarse, la reflexién acerca del concepto de discurso www.esnips.com/web/Lalia 121 Produjo una gran confusién y dio lugar a numerosos malentendidos: si bien se creyé (erréneamente) que podfa tomar forma como prolongacién de la lingiifstica, tuvo la ventaja de situarse en desfasaje con respecto a Ja semiologfa. Por consiguiente, los efectos de esta irrupcién fueron, en su conjunto, positivos. Ante todo, el concepto de “discurso” abre la posibilidad de un de- sarrollo conceptual que est4 en ruptura con la lingiifstica: imaginar (co- mo era el caso de Harris) que se puede llegar a 1a nocién de discurso por el progresivo ensanche de la problemAtica lingiifstica es, desde mi pun- to de vista, una ilusi6n peligrosa. Una teorfa de los discursos sociales se sitda necesariamente en un plano que no es el de la lengua. Basta por el momento, para ilustrar esta diferencia de nivel, con un ejemplo muy sim- ple: una teorfa de los discursos puede darse como objeto (como ya lo hicimos), el surgimiento de la lingiifstica como practica discursiva cien- Ufica (y mas en general, el surgimiento de los discursos cientificos en la historia). Resulta evidente que la lingiifstica no posce tas herramientas para comprender sus propios orfgenes y su funcionamiento como discur- 80 sobre ek lenguaje (y tampoco tiene la pretensidn de poseerlas). Simul- téneamente y a Ja luz de esta ruptura entre Ja problematica sobre la len- gua y la problemética sobre el discurso, se pueden formular correctamen- te las relaciones entre las dos, y en particular (lo que sdlo es paradéjico en apariencia), el hecho de que el saber lingiifstico es indispensable pa- ra una teoria de los discursos sociales. La ruptura de esta ultima frente a Ja lingiifstica no podrd tener el mismo sentido que la hecha con anterio- tidad por la semiologfa: bajo pretexto de “autonomfa”, la semiologfa simplemente ignoré lo que pasaba en lingiifstica; el resultado fue que la semiologfa generalmente se inspiré en una lingiifstica ya superada, En segundo lugar, el concepto de “discurso” abre la posibilidad de una reformulacién conceptual, con una condicién: hacer estallar el mo- deto binario del signo y tomar a su cargo io que yo llamo “pensamiento temario sobre la significacién”, sepultado bajo cincuenta afios de lin- giifstica estructuralista. , Semejante proyeCto yo lo designo aquf, a falta de mejor nombre, teoria de la discursividad 0 teorta de los discursos sociales. Resulta evidente que queda excluida la expresién “sociolingiifsti- ca”, 20 s6lo porque la disciptina que adopt ese nombre se define por ob- jetos y modalidades de trabajo radicalmente diferentes de las que nece- sitamos aguf sino porque, aplicada a los problemas que nos preocupan, Ja denominacién “sociolingufstica” reproducirfa la ilusion peligrosa de Ja que hablabamos, que consiste en creer que se puede acceder a la pro- blemdtica sobre los discursos sociales “proyectando”, si se puede decir asf, el saber lingiifstico sobre los contextos sociales. 122 www.esnips.com/web/Lalia En tercer lugar, la doble operacién que acabo de citar, a saber, se- paraci6n/rearticulacién entre teorfa del discurso y lingiifstica por un la- do y reformulacién conceptual con la ayuda del “pensamiento ternario” por el otro, permitird que la teorfa de los discursos recupere problemas olvidados: aquellos que 1a lingiifstica rechaz6 en su historia (con raz6n. ono, no Jo discutiré aquf) y que la semiologia, a continuacién, ignoré sis- tematicamente. Ya sefialé los dos que me parecen mas importantes: la materialidad del sentido y la construccién de lo real en la red de 1a semio- sis. Recuperando estos problemas, la teorfa de los discursos funda su yo- caci6n traslingufstica. 123 5. El sentido como produccién discursiva La articulacién de 1a problematica de los discursos sociales con el modelo temario sefialado en Frege y en Peirce, puede construirse de la siguiente manera: TEORIA DE LOS FREGE PEIRCE DISCURSOS Sinn Interpretante Operaciones Zeichen Signo Discurso Bedeutung Objeto Representaciones ‘ 1 Se trata de concebir los fendmenos de sentido como apareciendo, por un lado, siempre bajo la forma de conglomerados de materias signi- ficantes; y como remitiendo, por otro, al funcionamiento de la red semid- tica conceptualizada como sistema productivo. Ahora bien, resulta evidente que, desde el punto de vista del andlisis del sentido, el punto de partida s6lo puede ser el sentido producido. El acceso a la red semi6ti- ca siempre implica un trabajo de andlisis que opera sobre fragmentos extrafdos del proceso semidtico, es decir, sobre una cristalizaci6n (resul- tado de la intervencién del andlisis) de las tres posiciones funcionales (0- peraciones-discurso-representaciones). Se trabaja as{ sobre estados, que s6lo son pequefios pedazos del tejido de 1a semiosis, que la fragmenta- ci6n efectuada transforma en productos. La posibilidad de todo andlisis del sentido descansa sobre la hipétesis segiin la cual el sistema produc- tivo deja huellas en los productos y que el primero puede ser (fragmen- tariamente) reconstruido a partir de una manipulacién de los segundos. Dicho de otro modo: analizando productos, apuntamos a procesos. 124 www.esnips.com/web/Lalia La teorfa de los discursos sociales es un conjunto de hipdtesis so- bre los modos de funcionamiento de la semiosis social. Por semiosis social entiendo la dimensién significante de los fenémenos sociales: el estudio de la semiosis es el estudio de los fenémenos sociales en tanto procesos de produccién de sentido. Una teorfa de los discursos sociales reposa sobre una doble hip6te- sis que, pese a su trivialidad aparente, hay que tomar en serio: a) Toda produccién de sentido es necesariamente social: no se pue- de describir ni explicar satisfactoriamente un proceso signifi- cante, sin explicar sus condiciones sociales productivas. b) Todo fenémeno social es, en una de sus dimensiones constituti- vas, un proceso de produccidn de sentido, cualquiera que fuere el nivel de andlisis (mAs 0 menos micro o macrosociolégico). Consecuentemente, no se trata de caer en el reduccionismo semié- tico, de reducir los fenémenos sociales a fenémenos.significantes, Las ciencias sociales suponen, en general, que los diversos fenémenos que ellas estudian son significantes, pero sin interrogarse acerca del proble- ma especffico de los modos de comportamiento del sentido. Toda forma de organizacién social, todo sistema de accién, todo conjunto de relacio- nes sociales implican, en su misma definicién, una dimensi6n significan- te: las “ideas” o las “representaciones”, como se solfa decir. Un econo- mista puede analizar las modalidades de los intercambios en una socie- dad dada, las formas de organizacién de las relaciones de produccién 0 el funcionamienmto del mercado: verd en todo ello la accion de las leyes econémicas. Estas estructuras, estas instituciones 0 estos procesos no son siquiera conceptualizables sin suponer formas de produccién de sen- tido; pero el problema de la especificidad de 1a semiosis en el nivel de la organizacién econémica de una sociedad no es un problema econémico. Tal vez se me conceda, entonces, que todo funcionamiento social tiene una dimensién significante constitutiva. Pero la hip6tesis inversa es igualmente importante: toda produccién de sentido est4 insertada en lo social. Agreguemos que esta hipStesis no prejuzga en nada sobre la ho- mogeneidad ni la coherencia significante de un funcionamiento social: si la semiosis es condicién de funcionamiento de una sociedad en todos sus niveles, ello no quiere decir, sin embargo, que manifieste las mismas modalidades en todos lados, ni que la sociedad en su conjunto tenga al- gin tipo de unidad significante. Ahora bien, la doble hipétesis que acabo de formular es insepara- bie del concepto de discurso: esta doble determinacién puede ser pues- ta en evidencia a condicién de colocarse en el nivel de los funcionamien- www.esnips.com/web/Lalia 125 tos discursivos. Este doble anclaje, del sentido en lo social y de lo soci nel sentido, s6lo se puede develar cuando se considera la produccién de sentido como discursiva. Se comprende asf que se puedan definir pers- pectivas sobre el sentido que zo reconozcan esta doble relacién: basta para ello con ignorar la naturaleza discursiva de toda produccién de sen- tido. Asf ocurre con 1a lingiifstica respecto del lenguaje: si se rehisa a trasponer las fronteras ‘dé la-frase; resulta evidente que se podrd hacer andlisis lingtifstico sin ocuparse del problema de los fundamentos socia- les de la actividad del lenguaje. Lo mismo ocurre con una cierta semid- tica que se define como “ciencia de los sistemas de signos”. Por fo tan- to, s6lo en el nivel de la discursividad el sentido manifiesta sus determi- naciones sociales y los fenémenos sociales develan su dimension signi- ficante. Es por ello que una sociosemistica s6lo puede ser una teorfa de Ja produccién de los discursos sociales. Si el sentido estd entrelazado de manera inextrincable con los com- portamientos sociales, si no hay organizacién material de la sociedad, ni instituciones, ni relaciones sociales sin produccién de sentido, es porque esta tiltima es el verdadero fundamento de lo que corrientemente se Ila- ma las “representaciones sociales”. Que las formas de estructuraci6n del modo de produccién y de Jas relaciones de produccién, que los modos de organizaci6n institucional, que la naturaleza y el juego de los conflictos, que todo ello esté determinado por otros factores fuera de las “represen- taciones”’, cuyos soportes son los actores sociales, nadie lo podria discu- tir. Pero tampoco es menos cierto que la teorfa de la produccién de sen- tido es uno de los capftulos fundamentales de una teorfa sociolégica, por- que es en la semiosis donde se construye la realidad de lo social. El m{- nimo acto-en-sociedad de un individuo supone Ia puesta en practica de un ericuadre cognitivo socializado, asf como una estructuraci6n sociali- zada de las pulsiones. El andlisis de los discursos sociales abre camino, de esa manera, al estudio de la construccién social de lo real, de lo que’ llamé la “1égica natural de los mundos sociales” que corresponde, si mi lectura es correcta, con lo que Maurice Godelier bautizé “la parte ideal de lo real”.[40] Rara vez abordaron las ciencias sociales esa problem4- tica en sf misma. Cuando lo hicieron, su camino se vio fuertemente mar- cado por el idealismo fenomenolégico.[41} Una teorfa de los discursos sociales puede darse como meta el anélisis de la produccién de Jo real- social, sin embrollarse con un modelo subjetivista del actor. Toda produccién de sentido, en efecto, tiene una manifestaci6n ma- terial. Esta materialidad del sentido define la condicién esencial, el pun- to de partida necesario de todo estudio empfrico dela produccién de sen- tido. Siempre partimos de “paquetes” de materias sensibles investidas de sentido que son productos; con otras palabras, partimos siempre de con- 126 www.esnips.com/web/Lalia figuraciones de sentido identificadas sobre un soporte material (texto lingiifstico, imagen, sistema de accién cuyo soporte es el cuerpo, etcétera...) que son fragmentos de 1a semiosis. Cualquiera que fuere el soporte material, lo que lamamos un discurso 0 un conjunto discursivo ho es otra cosa que una comfiguracién espacio-temporal de sentido. Las condiciones productivas de los discursos sociales tienen que ‘ver, ya Sea con las determinaciones que dan cuenta de las restricciones de generacién de un discurso 0 de un tipo de discurso, ya sea con las de- terminaciones que definen las restricciones de su recepcién. Llamamos alas primeras condiciones de produccién y, alas segundas, condiciones de reconocimiento. Generados bajo condiciones determinadas, que pro- ducen sus efectos bajo condiciones también determinadas, es entre estos dos conjuntos de condiciones que circulan los discursos sociales. ‘Una consecuencia importante de este punto de partida es que un ob- jeto significante dado, un conjunto discursive no puede jams ser anali- zado “en sf mismo”: el andlisis discursivo no puede reclamar “inmanen- cia” alguna. La primera condici6n para poder hacer un anilisis discursi- vo es la puesta en relacién de un conjunto significante con aspectos de- terminados de esas condiciones productivas. El andlisis de los discursos No €s otra cosa que la descripcidn de las huellas de 1as condiciones pro- ductivas en los discursos, ya sean las de su generaciéno las que dan cuen- ta de sus “efectos”. ‘ Esta perspectiva permite superar la vieja quereila entre el andlisis “intemo” y el andlisis “extemo” (ya se trate de textos o de otros tipos de objetos significantes). Ella opuso de diversas maneras a quienes soste- nfan un “inmanentismo™ del andlisis y quienes se proponfan relacionar los objetos analizados con la sociedad, la historia, etcétera (por ejemplo, una cosa serfa hacer semidtica literaria y otra completamente distinta hacer sociologfa de la literatura...).[42] Desde el punto de vista de un andlisis discursivo, esta polémica es un falso debate: el andlisis de los discursos no es ““extemo” ni “interno”, No es “externo” porque para pos- tular que alguna cosa es una condicién productiva de un conjunto discur- sivo dado; hay que demostrar que dejé huellas en el objeto significante, en forma de propiedades discursivas. Inversamente, el andlisis discur- sivo no es ni puede ser “intemo”, porque ni siquiera podemos identificar , Jo que hay que describir en una superficie discursiva, sin tener hipétesis sobre las condiciones productivas, Debe quedar en claro que este doble rechazo no es, para nosotros, el rechazo de dos posiciones antagénicas posibles: decimos, por el contrario, que Ja oposicién misma de estos dos puntos de yista reposa en un malentendido. Alos"‘inmanentistas” les decimos que el andlisis intemo es una ilu- www.esnips.com/web/Lalia 127 sidn; cuando analizan un texto, estén necesariamente poniéndolo en re lacién con algo que no est4 en el texto, aunque este “algo” no se formu- Je; ello deriva de la naturaleza heterogénea, fragmentada, de todo “tex- to” (ya volveremos sobre esto), lo que es vlido, a fortiori, para cualquier superficie significante, cualquiera que fuere su soporte material, lingiifs- tico u otro. Un objeto significante, en sf mismo, admite una multiplici- dad de andlisis y lecturas; por sf mismo, no autoriza una lectura antes que otra. S6lo deviene legible en relaci6n con criterios que se deben explici- tar y que movilizan stempre, de una manera u otra, elementos que tienen que ver con las condiciones productivas del objeto significante analiza- do (sea en produccién o en reconocimiento). A los partidarios del andlisis puramente “extemo” (por mds que es- ta expresién sea de hecho una acusacién fanzada por los “inmanentistas” antes que una autoidentificacién), les decimos que si los objetos signifi- cantes analizados son verdaderamente tratados como significantes, nin- guin andlisis puede ser, en rigor, puramente “externo”. Los inicos andli- sis de los que se podrfa decir eso son aquellos que consideran Jos produc- tos de la semiosis como objetos inertes, buscando, por ejemplo, c6mo los discursos reflejan tal 0 cual realidad social, econémica, polftica, biogra- fica o psfquica. Los andlisis externos son consecuentemente inseparables de una concepcién mecénica de las relactones enire los discursos y su contexto; tratan a los objetos significantes como si no lo fueran. Un dis- curso, cualquiera que fuere su naturaleza o tipo, no refleja nada, él es s6- lo punto de pasaje del sentido. Los “‘objetos” que interesan al andlisis de los discursos no estén, en resumen, “en” los discursos; tampoco estdn “fuera” de ellos, en alguna parte de la “realidad social objetiva”. Son sistemas de relaciones: siste- mas de relaciones que todo producto significante mantiene con sus con- diciones de generacién por una parte, y con sus efectos por la otra. Si un discurso jams es un puro reflejo de una realidad exterior que Jo determinarfa mecénicamente (y es por ello que hablamos de construc- cién de lo real en el discurso), entonces hay que cuidarse muy bien de acercar la distincién entre un conjunto discursivo dado por un lado, y sus condiciones productivas por el otro, a las distinciones clasicas, tales co- mo la de infraestructura y superestructura. La distincion entre un discur- SO y sus condiciones productivas siempre se establece a partir de la iden- tificacion de tal o cual conjunto discursivo, del cual se propone hacer un andlisis. No se trata de una distincién “ontolégica” entre realidades cua- litativamente diversas, una que serfa la “base” material, objetiva (por consiguiente, no significante) y la otra que serfa el sentido o la produc- cién del sentido —‘representaciones’—, ligadas 0 no a instituciones “superestructurales”. En el marco de una teorfa de la semiosis social, la 128 www.esnips.com/web/Lalia

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