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ERIC HOBSBAWM Sobre la historia Barcelona Primera edicién en BIBLIOTECA DE BOLSILLO: junio de 2002 ‘Segunda edicién en BIBLIOTECA DE BoLsiLLo: febrero de 2004 Tercera edicin en BIBLIOTECA DE BOLSILLO: julio de 2008 Quedan rigurosamente prohibidas. sin la autorizacién escrita de los ttulares del copyright, ‘bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informético, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo piblicos. Disefio de la coleccién: Joan Batallé Hustracién de la cubierta: Sandor Bortnyk, El siglo xx (1927), ‘Museo Thyssen-Bomemisza, Madrid Titulo original: ON HisToRY Weidenfeld and Nicolson, Londres Traduccién castellana de JORDI BELTRAN y JOSEFINA RUIZ Revisin de ELENA GRAU BIOSCA © 1997: E. J. Hobsbawm © 1998 de la traduccién castellana para Espafia y América: Eprroriat Crimica, S.L.. Diagonal 662-664, 08034 Barcelona ‘e-mail: editorial@ed-critica.es hitpy/www.ed-critica.es : ISBN: 84-8432-359-5 Depésito legal: B-33.376-2008 2008 - Impreso y encuademado por Book-Print en Espafia 9, PARTIDISMO ~ Este ensayo, que examina el problema de la escribi para Culture, science et développement: Morazé, Toulouse, 1979, pp. 267-279. Parcialidad politica e ideolégica, lo | Mélanges en I"honneur de Charles 1 Aunque se ha hablado mucho de la naturaleza de la objetividad en las ciencias sociales, o incluso de si es posible, se ha mostrado mucho menos in- terés por el problema del «partidismo» en ellas, incluida la historia. «Parti- dismo» es una de esas palabras que, como «violencia» o «nacién», ocultan varios significados debajo de una superficie aparentemente sencilla y homo- génea. En lugar de definirla, es mas frecuente que se use para expresar de- Saprobacién o (con mucha menos frecuencia) elogios, y cuando se define en firme,' las definiciones tienden a ser o bien selectivas 0 normativas. De hecho, los usos comunes del término ocultan una gran variedad de significa- dos, que van de los que son inaceptables por su cardcter limitado a los que Son demasiado amplios y tpicos. En su sentido més amplio, puede que no sea més que otra manera de negar la posibilidad de una ciencia puramente objetiva y libre de valores, Proposicién de la que hoy dia pocos historiadores, cientificos sociales y fil6- Sofos disentirfan totalmente. En el extremo opuesto estd a inclinaci6n a Su bordinar los procesos y conclusiones de la investigaci6n a los ee del compromiso ideolégico o politico del investigador y a lo que ec ue figue, incluida su subordinacién a las autoridades ideolégicas © Demeieee ¢l investigador acepte: por mas que las mismas estén amen por Han dichos procesos y conclusiones sin tales dictados. Mas Cae esta forma SuPuesto, el investigador interioriza estos Redet eee che (edd que el par- terotvierten en caracteristicas de la ciencia, o mejor dic! ia «correcta COn- tismo entrafia la existencia de un adversario), de la gres frente a la historia 't2 la ciencia «incorrectan: de Ia historia de las ra aperpuess, c1OEterae Sot Tachista, de la ciencia proletaria frente a la ciencia eeymidentes, uno de 105 | hecho, probablemente existen dos espectros ‘deolégica ob- } espectr ‘a 0 ideol6gica ob- ) “ales expresa los diversos matices de la dimensi6n politic | jetiva de los procesos 134 SOBRE LA HISTORIA y las conclusiones de la investigacién, a la vez que e| Jas consecuencias que cabe afirmar que se derivan de esto ‘ el comportamiento subjetivo del historiador. Dicho de manera sencilla, uno trata del partidismo de los hechos y el otro, del de la gente. En un extremo del primer espectro estd la proposicién general, que aes. tas alturas ha dejado virtualmente de ser controvertida, de que no es posible que exista una ciencia puramente objetiva y libre de valores; en el otro est la proposicién de que debe considerarse que todo en la ciencia, desde sus procedimientos a sus conclusiones concretas y las teorfas en que se agrupan éstas, posee alguna funcién o propdsito politico especffico, asociado con algiin grupo u organizacién social o politi jambién especifica. Ast, la prin- cipal importancia de la ‘astronom{a heliocéntrica de los siglos Xvi y Xvi no radicarfa en ser «mis cierta» que la astronomfa geocéntrica, sino en que le- gitimaba la monarquia absoluta (/e roi soleil). Aunque esto podria parecer ina reduccién al absurdo de esta postura, no olvidemos que la mayorfa de nosotros ha adoptado a veces un punto de vista casi tan extremo al hablar de, pongamos por caso, los diversos aspectos de la genética y la etologia de los que era partidario el nacionalsocialismo. Las posibles verdades de varias hipstesis de estos campos parecfan en aquel tiempo mucho menos importan- tes que su utilizacién para los horribles fines politicos del régimen de Adolf Hitler. Incluso hoy dia hay muchos que se niegan a aceptar la investigaciOn de posibles diferencias raciales dentro del género humano o que rechazan, por motivos andlogos, toda conclusién que tienda a demostrar desigualdades entre grupos humanos diversos. _ Los matices del segundo espectro presentan una variedad igualmente am- plia. En un extremo esta la propos ién apenas controvertida de que el cien- tifico, hijo de su tiempo, refleja las ideas preconcebidas de tipo ideolégico u otro que son propias de su entorno y experiencias, asf como inquietudes histérica o socialmente espectficas. En el otro extremo estd el punto de vista seguin el cual tenemos que estar dispuestos no sélo a subordinar nuestra ciet” stl Niclas de alguna organizacién 0 autoridad, sino que debe- ena = ee la citada subordinacién. Excepto en la fe cd Segui Gees i firmaciones puramente psicoldgicas sobre los cient ae inated’ ea aac ees del primero. Los hombres son o deberfan sot Pi di ante las ciencias, toda vez que éstas mismas son istas. También es posible, au de las posturas del segundo espectro . aunque no seguro, que cada una d . considerarse crme g Se corresponda con una postura del primero ya men nox consent oe ae, Ast pues, convendrd que oo os toriadores o ae enel «partidismo» como actitud subjetiva de Con to a los mismos. — partidismo «objetives. S a que hacer una proposicién importa "eitizandO la palabra ca ef sentido ete el partidismo en la ciencia (ut en el desacuerdo wndo, general del término alemén Wissenschaft) s¢ or. combinacin, chee oer heshos verificados, sino sobre su seleecion que puede inferirse de ellos.’ Da por sent otro expresa inte sobre el PARTIDISMO. 135 jmientos no controvertidos para verificar o refutar los datos, i- A 0 controvertidos de argumentacién sobre ello, Thomas Hobbes elfo ae Jos hombres ocultarfan o incluso pondrian en duda los teoremas de la ometria si éstos chocaran con los intereses politicos de la Clase gobernan- te, Puede que sea cierto, pero en las Ciencias no hay lugar para esta clase de partidismo.’ Si alguien desea argitir que la Tierra es Plana o que la crénica biblica de la creacién es literalmente cierta, hard bien €n no estudiar para as- tronomo, ge6grafo o paleontdlogo. A la inversa, los que se oponen a que la crénica biblica de la creacién se incluya en los libros de texto de las escue- las de California como «hipétesis posible» no actdan asi porque tengan opi- niones partidistas (que bien pueden tenerl: sino porque se apoyan en un i sentido de que no slo es dicha crénica errénea desde el punto de vista Facti i improbable de que tuvieran Taz6n, nosotros como historiadores, cientificos sociales 0 cientificos de otro tipo nos encontrarfamos sin trabajo. Esto no reduce de manera significativa el alcance del desacuerdo cienti- fico legitimo, en el cual el partidismo puede entrar y entra. Puede que se dis- cuta mucho sobre cudles son los hechos, y allf donde nunca puedan determi- narse de modo definitivo (como sucede en gran parte de la historia) cabe que las discusiones contintien indefinidamente. Puede que se discuta sobre su sig- nificado. Las hipotesis y las teorfas, Por universal que sea el consenso con que se reciban, carecen de la categoria no controvertida de, pongamos ‘Por Caso, los hechos verificables o refutables o las Pproposiciones matematico- l6gicas. Es posible demostrar que concuerdan con los hechos, pero no ne- cesariamente que concuerdan de modo singular con ellos. No puede haber ninguna discusién cientifica sobre el hecho de la evolucién, pero si puede haberla, incluso hoy, sobre su explicacin darviniana, o sobre cualquier ver. ‘6n especifica de la misma. Y en la medida en que el «hecho» mismo es i hacemos sobre él y las vial, cuando se saca del contexto de las Preguntas que también permanece ‘eorfas que formamos para vincularlo a otros hechos, Seren atrapado en Ja red del posible partidismo. Lo mismo teauads cgi enee ¢ las proposiciones matematicas, que se vuelven Sport pene re Solo en virtud de los vinculos que establecemos entre © nuestro universo intelectual. sitivista, hay que v0 bstante, y pese al riesgo de que se me acuse oe es y de os dejar sentada la naturaleza no controvertida de cerias Trdaderas> 0 «falsas» mmadios de manifestarlas. Algunas POPS ci mites entre duda razonable y més all de toda duda razonable, aunque los fmites eyo de una zona Ma duda irrazonable se trazarin de manera oe saved de los cientificos Binal, de acuerdo con criterios partidistas. Asf, Sic SOBRE LA HISTORIA 136 icionales probablemente requerirfan datos mucho mds convi ois de forma més rigurosa para determinar la existencia de ae extrasensoriales de los que necesitarfan para aceptar, por cjempl, i supervivencia de algun animal al que se creyera extinto desde hace mucho tiempo; y esto se debe a que muchos de ellos son a priori reacios A ac la existencia de tales fendmenos. A la inversa, como demuestran el fraude de Piltdown y otros ejemplos, la disposicién a priori a aceptar la verificacign de una hipétesis verosimil puede ser la causa de una seria relajacién de log criterios de validacién del propio cientffico. Pero esto no merma gravemente la opinién de que dichos criterios son objetivos. Permitanme que traduzca esto en términos apropiados para el historiador, No puede haber ninguna duda legitima de que, por regla general, en el trans- curso de los ultimos doscientos afios las condiciones materiales de la pobla- cién en los paises «avanzados» del mundo han mejorado mucho. El hecho no puede discutirse seriamente, aunque puede haber discusiones sobre cudndo empezé esta mejora y sobre las tasas, fluctuaciones y divergencias de este proceso. Aunque en sf mismo es neutral, son muchos los que piensan que este hecho tiene determinadas consecuencias ideoldgicas y politicas, y en la medida en que hay teorias hist6ricas que se apoyan en el supuesto de que no ha tenido lugar, tales teorias son erréneas. Si Marx opinaba que el capitalis- Mo tenfa tendencia a pauperizar al proletariado, a mf, como marxista, se me Presenta la opcién de hacer una o més de tres cosas. Puedo negar legitima- mente que Marx, al menos en sus afios de madurez, defendiera una teorfa de absoluta pauperizacién 0 estancamiento material, y en tal caso puedo elimi- nar este elemento de la teoria de la «pauperizacién absoluta» de un modo que me permita incluir otros elementos que hasta ahora no se hayan tenido e” cuenta y que puedan hacer de contrapeso de la mejora (por ejemplo, «inse- ae © salud mental, o deterioro del medio ambiente). En este ann nan eee Partidista de dos clases: sobre la legit imidad S fe & los oe de «pauperizacién», y sobre el movimiento pee En tie mo logan ree indices afectados, su ponderacién y su combinaci eat qe ines c edo mantener el viejo argumento, pero tratar de - plazoe isGie oe meramente una fluctuacién temporal 0 nest? a0, bien lo cr Considerarse una tendencia secular hacia hs a el al ance de a refutabilicead sen a proposicion completamente Gnd que hacen ilidad, como aquellas predicciones sobre € estoy las sectas milenari i onstantementes © © op Ra i Vv stantel : dando via libr Ser stas y que se revisan c' ” cabe apli! aciones parecidas, si pi ne . Ae Pudieran (0 no) verse 5 i en él 0 mundo, ‘ontrarrestadas por el deterioro Tampo" Duedo, coo te 8° puedo hacer es seneillamente negar los hecho. HIE a Fefutabilidag, wto"!dor, negarme de forma legitima a aceptat 105 pos Pasados, presen” medida en que mis puntos de vista se aPoy#” ‘ntes o futuros, tas afi ‘N resu; ‘ icO, men, Para todo el que participe en el discurso cientifi INCentes 1g Vatios feng. ional PARTIDISMO 137 jones deben ser sometidas a validacién por medio de métodos y criterios bs en principio, no estén sujetos a partidismo, sean cuales sean sus conse- eaciss ideol6gicas y sus ‘Motivaciones. Sin embargo, las afirmaciones que no se sometan a tal validacién pueden Ser importantes y valiosas, pero perte- necen a una clase diferente de discurso. Plantean problemas filoséficos inte- resantisimos y dificilisimos, en especial cuando son claramente descriptivas (por ejemplo, en el arte figurativo o la critica «sobre» alguna obra o artista creativo en concreto), pero no podemos considerarlas aqui. Tampoco pode- mos ocuparnos aquf de afirmaciones del tipo légico-matemitico, en la medi- da en que no estan (como en la fisica teérica) vinculadas a a validacion por los hechos. 0 Permitanme que hable ahora del problema del partidismo subjetivo, omitiendo, en aras de la sencillez, la cuestién de los sentimientos persona- les, aunque son importantes en la psicologia individual del estudioso. Por Consiguiente, no nos ocuparemos de la Poca disposicién del profesor «X» a re- Runciar a la teorfa por medio de la cual se labr6 o espera labrarse una repu- ‘acién, o con la cual esté comprometido a causa de una larga polémica. Omi- Uremos los sentimientos personales relativos al profesor «Y», al que siempre ha considerado un arribista y un charlatén, Nos ocuparemos del profesor «X» S6lo como persona motivada por opiniones y supuestos ideol6gicos o politi- £08 que otros comparten y que influyen en sus investigaciones; y mas espe- cificamente del Profesor «X» como partidista comprometido que acepta que ¢l compromiso puede tener consecuencias directas para su trabajo. in embargo, tenemos que empezar eliminando la postura extrema de Partidismo como se presentaba y practicaba durante la época estalinista en la URSS y otros lugares —no necesariamente por parte slo de los marxistas— Y reducida al absurdo en las siempre cambiantes paginas de la Gran Enci- Clopedia Soviética de aquel tiempo. Esta postura suponta: 1) una ee ‘otal de las afirmaciones politicas y cientfficas en todo momento, y, aan foes Siguiente, 2) una virtual intercambiabilidad de las afirmaciones en = a van cam discurso en todos los niveles,* basdndose 3) en que no existe Met) SimPO especializado de discurso cientifico y tampoco un Pw antoridad po> {ido para tal discurso. En la préctica esto significaba 4) Deere cee definicién depositaria de la ciencia) om are Ta que es bastan- te gen ica, Cabe sefialar de paso que esta Ce morales 0 politicos, aE a eral y dice que puede haber imperati Ta afirmacién cientifica, y de la Por caso— que son superiores a los de dice que hay verdades que ‘We existe en, Por ejemplo, la Iglesia catélica, y de 4g nerse por medio de 1, SuPetiores a las de la ciencia secular y pueden impo me autoridad, itica puede man- En teorfa, por supuesto, la unidad de Ia ciencia ¥ la po SOBRE LA HISTORIA 138 somo proposicién general, al menos por parte de quienes cr crertce eters basarse en un andlisis cientifico (por ejemplo, social ~ «cientifico»). Que la ciencia es inseparable del resto de la Sociedad, inclade el puiblico no cientifico, también lo acepta como Proposicion general la ma. yoria de la gente. Sin embargo, en la practica es evidente que existe cierta i. visi6n del trabajo y de las funciones y que las relaciones entre la ciencia y Ig politica no pueden ser las de la congruencia. Los imperativos de la politica, por mas que se basen en el andlisis cientifico, no son idénticos a las afirma. ciones cientificas, aunque idealmente puedan derivarse de ellas en mayor o menor grado. La ‘autonomfa relativa de Ja politica (que incluye consideracio- nes de conveniencia, de accién, voluntad y decisién) excluye no sélo la iden- tidad, sino incluso la sencilla analogia entre las dos esferas. Por ende, cual- quier forma de partidismo que diga que lo que la politica requiere en un momento dado debe tener su equivalente en el discurso cientifico no puede tener ninguna justificacién te6rica. En la practica también puede observarse que la existencia de autoridades, cada una de las cuales reclama la validez de la ciencia para su andlisis politico y, por consiguiente, impone ciertos impe- rativos a aquellos de sus miembros que participan en el discurso cientifico, plantea el problema de cémo decidir entre tales reclamaciones cientificas rivales.* Poco puede aportar el partidismo a este problema excepto un senti- do de conviccién subjetiva. El dilema de lo que en aras de la comodidad cabe llamar «versién zhda- novita» del partidismo puede ilustrarse mediante un ejemplo que es ajeno al marxismo: la cartografia. Los cartégrafos dicen que los mapas son descrip- ciones facticas (de acuerdo con varias convenciones) de aspectos de Ja su- perficie de la Tierra, pero los gobiernos y ciertos movimientos politicos los consideran afirmaciones politicas 0 por lo menos con consecuencias para la politica. En efecto, este es un aspecto indudable de los mapas politicos y en principio no puede negarse que donde hay una disputa politica el simple hecho de dibujar, pongamos por caso, una frontera en un lugar en vez deen otro, significa una decisi6n politica. Asi, representar las islas Malvinas como posesion briténica o bien significa negar la reivindicacién argentina 0 como te eae ica aquel momento dicha reivindicacion se considera Poa Pea a existi6, representar el pais situado al este de Rein como minimo, at como la Reptiblica Democrética Alemana sign! we aa teconocimiento de hecho de que la RDA existla como es sinister fronteras de 1945. Sin embargo, por més que el cart e pesdecalstiee las ees argentinas 0 las actitudes de los “ tuacién real eins la guerra fria, no se puede esperar de él que oculte la = mapas es tan absusio. de que se trate. Convertir paises en no paises a de historia, Tampoco ee onvertie personas] e220) Dee a i lA en el momento en que se ane a configuracién y el cardcter de la om en lugar de por eT dee decision poiten de Tamara Pos endo © algtin otro término a de ocupacién soviética» 0 «Mitteldeuts¢ i Que no expresara realidad, sino politica. En la ™ PARTIDISMO_ 139 cartografos no actian bajo coaccién, deben darse en aes ‘Malvinas de argentinas o lamar «Alemania Centraly six to fo actian como gedgrafos, sino como politicos. Pueden alegar varios moti- vyos para justificar su decisi6n, entre ellos un motivo filosdfico o incluso uno supuestamente cientffico, pero no motivos geograficos. No hacer esta distin- cién causaria no slo una ruptura de la comunicacién intelectual (cosa que sucede con bastante frecuencia), sino que también haria que la cartografia como descripcién fuera sustituida por la cartografia como forma de afirma- cién programatica, lo cual equivaldria a la abolicién de la cartografia. Afortunadamente, dado que es este un campo en el cual la fantasia tedri- ca tiene graves consecuencias practicas, no se permite que la cartografia programatica se entrometa en los mapas reales excepto de modo marginal y en campos especiales como, por ejemplo, la educacién y la propaganda. Des- pués de todo, serfa poco sensato sugerir a los pilotos de lineas aéreas que al aterrizar en Kaliningrado se encontrarfan en un estado aleman o, antes de 1989, que al aterrizar en Schoenefeld en vez de en Tegel sus problemas administrativos no serfan un poco diferentes. En consecuencia, lo que cabe llamar «partidismo estalinista»” —aunque no es en modo alguno privativo de los estalinistas 0 siquiera de los marxis- tas— puede excluirse del discurso cientffico. Si los estudiosos y los cientificos creen que su compromiso politico les exige subordinar la ciencia a su com- promiso, como es perfectamente legitimo en ciertas circunstancias, deberfan reconocerlo, al menos ante sf mismos. Es mucho menos peligroso para la cien- cia, asf como para un andlisis politico de base cientffica, saber que se est4 practicando la suppressio veri 0 incluso la suggestio falsi que convencerse a uno mismo de que las mentiras, en algtin sentido complejo, son ciertas. De | modo parecido, si creen que su compromiso politico les exige abandonar totalmente su actividad como estudiosos, lo que también puede ser legiti- mo 0 incluso necesario en ciertas condiciones, también deberian reconocer- lo. El historiador que pasa a dirigir el 6rgano de un partido no escribe sus ar- ticulos de fondo como historiador, sino como editorialista politico, aunque puede que se le noten su formacién hist6rica y sus inquietudes. Esto no Us ne por qué impedirle seguir cultivando la historia en otros momentos. Jaures io histori: idi do era lider del Partido So- produjo historia (partidista) bastante buena cuan\ jliacién en el cialista francés; pero no mientras ideaba férmulas para la conci congreso del partido. : ici6n y la afir- Sin embargo, sigue habiendo una zona gris entre ia oe porque | macién politica que quizé afecta a los historiadores Tm" Hi ensiones desde tiempo inmemorial se les ha utilizado para legitine’ Tt soma de | (por ejemplo, dindsticas o territoriales) de los ia esperar que los estu- la vindicacién politica. Serfa una gran falta de reais ia si (como su- diosos se abstuvieran de actuar como vindicadores, ™ deben presentarse Por cede a menudo) creen no s6lo que unos argument! que son en verdad Patriotismo o por algtin otro compro! miso politico, sin? Peer vos y Briegos Vilidos. Eg inevitable que haya profesores bulgaros: — sTORIA 140 SOBRE LA HISTOR! os, los partidos o las iglesias les insten a gt, estos a luchar hasta Ja altima nota a pie de pagina por su foie Ja cuestion de Macedonia. Hay, por supuesto, abundantes ca. sos en que los historiadores, aunque SU postura personal sea de indiferencia, también acepten la obligacién partic lista de presentar unos argumentos que respalden a su gobierno en Ja reivindicacién de alguna frontera en litigio o que escriban un articulo sobre la tradicional amistad entre el pueblo sildavo y e| pueblo ruritano en unos momentos en que Sildavia se esté esforzando por mejorar sus relaciones diplomaticas con Ruritania. Sin embargo, aunque los académicos sin duda continuardn actuando como vindicadores, con més 0 menos conviccién, y aunque el elemento de vindicacién es inseparable de todo debate, es necesario ver con claridad la diferencia entre esto y el ané- lisis cientifico (por partidista que sea). Dicho de la manera més sencilla, Ja funcién del abogado litigante no es decidir si el cliente es culpable o inocente, sino obtener su condena 0 su ab- Sclucién: Ia funcién de la agencia publicitaria no es decidir si el producto de cliente merece comprarse 0 no, sino venderlo. En resumen, a diferencia de la ciencia (por comprometida que esté), la vindicacién toma los argumentos que debe presentar tal como se los dan. El grado de complejidad que a vindica- cién Heve aparejado no tiene nada que ver con esta decision basica. Incluso cuando tanto los argumentos como la forma de llevar la vindicacién merez- can nuestra aprobacién total, la distincién sigue existiendo: Huxley no era Darwin, sino el «bulldog de Darwin». Por més que sea reacio a ello en la practica, en teorfa todo pi ipante en el debate cientffico debe considerat la posibilidad de dejarse persuadir puiblicamente por Jos argumentos o hechos contrarios. Por supuesto, el mismo hecho de que se sepa qué actiia asi hace que sea especialmente valioso como vindicador y que el paso de la vindica- = eae a la partidista resulte tentador. En las sociedades liberales, ¥ “ ineenenaisa — parlamentarias, que son dadas tanto a idealizar al a 8 de Siena a creer que probablemente la verdad saldré de} choq aenaee caine ee ana como gladiadores, esta tentaciOn es oe me eaiyilntedacieis Partidismo ilegitimo. Los recientes debates sobre 1a po! aci6n en los paises anglosajones es testimonio de ello. que, incluso sin que los gobiern' estén disp! de interpretar mm Una ' deja de ee nneterminados los Iimites més allé de los cuales el paridte’ favor del parade camente legitimo, permftanme presentat Jos argumere cientifica deere legitimo, tanto desde el punto de vista de Ia aise slentecomprometid, ‘como desde el de 1a causa con 1a cual el &™ 2 Sey que la aren poco més dificil que la primera, ya que 44 por a a erudito compri neficiaré de la labor del erudito como tal, aunque ust Prometido. Pero es obvio que no siempre ocurre asi. Hay © PARTIDISMO 141 ejemplo, la creencia en el cristianismo que no i ca ientc0 0 académico, sino que, de eae aes rene ene ie {os intentos de volver a formular la fe y el dogma en términos que por definicién son lo contrario de ambas Cosas. (Por supuesto, la mMayoria de estos intentos han sido actos defensivos contra los ataques de fuerzas Seculares,) Esto no equivale a negar el valor del compromiso cristiano como estimulo ciertas clases de erudici6n, por ejemplo la filolégica o la arqueoldgica. Pero es dudoso que esta erudicién haya reforzado alguna vez el cristianismo como fuerza social. A lo sumo podria decirse que proporciona servicios eso- \éricos, tal vez determinando la traduccién correcta de textos sagrados para las personas que concedan a esto una importancia més que cientffica, o que brinda a la causa argumentos. Ppropagandisticos o el Prestigio que, en la ma- yoria de las sociedades, la erudicién y el saber todavia dan al grupo con el cual aparezcan asociadas. Con todo, la opinién sobre estas cuestiones es hasta cierto punto subjetiva. Sin duda, para los mormones es importantisimo tecoger gran cantidad de informacién genealégica sobre antepasados a los que. ‘gun tengo entendido, este proceso acerca mas a la verdadera fe, pés- umamente, Para los no mormones el ejercicio es interesante y valioso s6lo Porque de paso ha producido una de las colecciones més completas de fuen- tes para la demografia histérica. Pero hay bastantes causas politicas e ideolégicas que obviamente se be- nefician de la ciencia y la erudicién, aunque a veces estén tentadas de crear Pseudociencia y pseudoerudicién con tal fin. ;Puede negarse que los movi- mientos nacionalistas se han visto fortalecidos por la devota y erudita inves- tigacin del pasado de su pueblo, aunque los movimientos mismos (en con- {raposicién a los eruditos asociados con ellos) pueden encontrarse con que la fantasfa y la falsificacién son igual de utiles —tal vez més titiles— que la in- Vestigacion escéptica aunque comprometida?* Ademés, hay causas —el mar- Xismo destaca entre ellas— que se ven a sf mismas especificamente eae fruto del andlisis racionalista y cientifico, y, por lo tanto, deben consic sen Que la labor de investigacién cientifica asociada con ellas es parte ie fic. St Progreso 0, cuando menos, no incompatible con él, exceptuando ae Siones entre la investigacién erudita y la conveniencia politica, a Oana eS ietcionado. Todo estado requiere la ciencia para dejermuinados aia apologé- teMOs necesitan la ciencia econémica real (ca.cont wus ‘economfas. Ics o la propaganda) en la medida en que necesitan seven insuficientemente ‘© que se quejan no es de que los economistas pon By de la ciencia, no SomPrometidos con ellos, sino de que, en el actual es speradamente que fe- Tsuelven los problemas que los gobiernos quieren Cae muchas posibili- dann Asi pues, al estudioso comprometido se le ofrece Ss de promover su causa sin dejar de ser un estudiose, ca de fo chasta qué punto necesita para ello tener ums To ists = Sompromiso? {No le es indiferente a un régimen son tal que le reste bel Jos J {U2 interno conservadores 0 revolucionafiog Peet rogos ant ®S problemas? {No se hubiera beneficiado més 142 SOBRE LA HISTORIA talinistas que conocieran su trabajo que de lysenkoitas que no lo conocieran? (Como dijo un lider ‘comunista chino: «;Qué més da que los gatos sean Ota cos o negros, siempre y cuando cacen ratones?».) O, dandole la vuelta a |g mprometido, en la medida en que sea un pregunta, {0 debe un marxista compro i buen experto, esperar que sus conclusiones sean beneficiosas incluso para aquellos a quienes desea combatir? ; a la ultima pregunta es obviamente que, hasta cierto punto, La respuesta sf, No obstante, el partidismo personal del estudioso es muy importante, si- quiera porque puede que su causa no cuente con ms apoyo que el de los es- y porque tal vez no pueda hacer uso de esa tudiosos comprometidos con ella, gran parte de la ciencia especialmente la ciencia social— que refleja otras clases de partidismo. Antes de 1914 el Partido Socialdemécrata alemén di- ficilmente podia esperar ayuda, simpatia o siquiera neutralidad de la abru- madora mayoria de los académicos de la Alemania imperial. Tenia que apo- yarse en «sus propios» intelectuales. Lo que hace mis al caso, puede que los intelectuales partidistas sean los unicos que estén dispuestos a investigar pro- blemas o asuntos de los cuales (por razones ideolégicas 0 de otro tipo) el | resto de la intelectualidad no se ocupe. La historia del movimiento obrero britdnico hasta bien entrado el siglo xx estuvo de forma mayoritaria en ma- nos de personas que simpatizaban con 61 —de Sidney y Beatrice Webb en adelante— porque casi ningun historiador «ortodoxo» se interes6 en serio por ella hasta mucho después de la segunda guerra mundial. Esta disposicién de los estudiosos y cientificos partidistas a ab caminos nos lleva a la segunda parte de nuestro argumento: el valor del partidismo para la disciplina cientifica 0 académica del estudioso parti- dista. Esto es innegable incluso en algunas de las ciencias naturales, aunque es probable que sea acentuado principalmente en las que (como la biologia) siempre han estado muy vinculadas a alguna ideologia. No podemos limitar este valor a ninguna clase determinada de partidismo. La genética modems, Tae con su guerra constante entre los defensores de la existencia vena an ae y los de los factores ambientales, fue sin duda fruto Kail Pearson on Ge ideologia elitista, antidemocrtica: de Francis Galton y ser unin. adelante” A propésito, esto no quiere deci aM Be Rania designee significa oe vadores posteriores [pitas de dicha ciencia, entre cuyos eminentes cult verdad, en la fase actual de res Por elemplo, J.B. S- Haldane). A $e cuyo origen se remonta e la guerra entre la herencia y el medio an’ : one tendido a ser de eizguier ‘a primera contienda mundial, los genetistat elk «derecha» salen de entre Loe eentt#s que los principales partidarios ¢ campo de las ciencias los psicélogos.'” En todo caso, tenemos 244 al mente por medio del Carian no discutidas que ha avanzado princip: cual sea el cane A nae Politico de quienes lo cultivan. 4. etlo Porque no estoy capacitad as ciencias naturales —y no voy a hablar < cis Sociales. Es dificil seftalar un os el argumento es irrefutable en las cle un gran economista interesado en la formact rir nuevos positivo PARTIDISMO 143 po estviera profundamente ‘comprometido desde el Punto de vista politi la misma raz6n que es dificil pensar en algun gran cientifico médica i ¢ Po estuviera profundamente comprometido con la curacién de las cafenne! dades humanas. Las ciencias sociales son €n esencia «ciencias aplicadas» que, como dijo Marx, se concibieron Para cambiar el mundo y No meramen- te para interpretarlo (o para explicar por qué P ri No €s necesario cambiarlo), Lo que es més, incluso hoy dfa, al menos en el mundo anglosajén, el tipico te6- rico de la economia no se considera a sf mismo Productor de «ciencia» para el consumo de su «bando» (como los cientfficos antifascistas que durante la iltima guerra persuadieron a sus gobiernos de que era posible fabricar armas nucleares), sino que més bien piensa que es un cruzado por derecho propio —un Keynes 0 un Friedman— o por lo menos Participante activo y declara- do en los debates sobre polftica ptiblica. Keynes no sacé su politica de la Teo- ria general, sino que escribié la Teoria general para que su politica tuviese una base més s6lida, ademés de un medio de difusién més eficaz. El vincu- lo directo con la politica es menos claro entre los grandes sociélogos, dado que la naturaleza de su disciplina hace que sus prescripciones generales sean mis dificiles de formular en términos de medidas Politicas especfficas de los gobiernos, con la posible excepcién de los fines propagandisticos (incluidos los educativos). Sin embargo, apenas es necesario demostrar el profundo compromiso politico de los padres fundadores de la sociologfa, y, de hecho, ha habido veces en que toda la disciplina como tema académico casi se ha visto abrumada por los diversos partidismos de sus cultivadores, No Tequie- Te un gran esfuerzo presentar argumentos parecidos en el caso de otras cien- Clas sociales, incluida —si optamos por incluirla— la historia. | : .__No es posible negar en serio que el desarrollo de tales ciencias ha sido 'nseparable del partidismo y que algunas de ellas virtualmente no hubieran nacido sin él. Es probable que la creencia contraria, esto es, que el estudio- S0 no es més que una persona que busca la verdad académica pura, que ra de 0 no interesar a otras personas, ganara terreno en parte como reflejo ee mas 6n en instituciones Puro crecimiento numérico y, por consiguiente, la separacion ¢1 mane CsPeciales de la ciencia y la erudicién como profesién, oaks (acadé- Puesta ala peculiar y novedosa situacién social de los intelect ee mmigy) £2 Parte como mixtificacién. En una época en Ta que no Rite geo Gusts profesionales no hubiese tenido sentido argir ue Quesnay (eee* Galiani Geuncionario piiblico), Adam Smith (profesor Eee Gee (Fnanciero) o Malthus (elérigo) no eran esencialmente politicos ¢s lo St" ioe sus intenciones. El hecho mismo de que 12 multiplicacie” ty oy.” Iestuales asalariados profesionales como estrato social oe isiones econo tay Sitte la mayoria de ellos y los encargados de tomar decision) mag SY Politicas hubiera bastado para reforzar su tendencia a “OM clase formada por «expertos» independiemtes. 4. «i jas ense- Por otra parte, el poder del statu quo se vefa muy aa ‘como opiniones £2t™2s corrientes de las ciencias sociales no se presen scubiertas sin as de: Ae base y orientacién politieas, sino como verdades eter SOBRE LA HISTORIA 144 7 tisqueda de la verdad por parte de una clase d més Laue aoe es unstituciOnes que eran garantes tanto de neni i ae “ie [a autoridad. Mas que intervenir 68 politica, los profess lidad erie imperial, que formaban un grupo notoriamente partidista, ref. la fae bando con declaraciones ex cathedra de lo que era «indiscutibley El Aelectual ‘como miembro de una categoria profesional, como miembro Ee strato social y como tedlogo secular tenfa un importante incentivo para afi. raramente ella— estaba por encima de la guerra. Sin em. mar que él —més ma, bargo, en lo que se refiere al presente argumento, no es necesario ni posible ahondar més en este asunto. . i. Que en el pasado las ciencias, y en especial las ciencias sociales, hayan sido inseparables del partidismo no prueba que éste sea ventajoso para ellas, sino solo que es inevitable. La idea de que el partidismo es beneficioso tiene que basarse en el argumento de que contribuye al avance de la ciencia. Pue- de contribuir, y ha contribuido a ello, en la medida en que proporciona un in- centivo para cambiar los términos del debate cientifico, un mecanismo para inyectar nuevos temas, nuevos interrogantes y nuevos modelos de respuesta («paradigmas», como los llama Kuhn) desde fuera. No cabe duda de que esta fertilizacién del debate cientifico por los estimulos y las criticas desde fuera del campo de investigacién especifico ha sido enormemente beneficiosa para él avance cientifico. Hoy dia esto se reconoce de manera general, aunque normalmente se piensa que los estimulos exteriores proceden de otras cien- cias, y en parte por este motivo se fomentan toda clase de contactos y em- presas «interdisciplinarias»."" No obstante, en las ciencias sociales, y proba- blemente en todas las ciencias que se cree que tienen consecuencias para la sociedad humana (aparte, quiz, de las puramente tecnolégicas), «fuera» ¢s en gran parte, mejor dicho, principalmente, la experiencia, las ideas y la ac- tividad del cientffico como persona y como ciudadano, hijo de su tiempo. ¥ los cientificos partidistas son los que con mayor probabilidad usardn la experiencia «de fuera» en su labor académica. Esto no requiere necesariamente un compromiso politico real, ni tan sélo un compromiso ideolégico, aunque en el siglo XIX & incluso hoy fuertes aaa de hostilidad contra la religién tradicional han fertilizado los ed aaa Con todo, ee tishancny se welve menos perceptible, o incluso més tolerable, al crecer enormemen- teel nimero de especialistas que aprecian —y, de hecho, cultivan— las ope- raciones intelectuales cada vez més esotéricas de sus colegas y aumentar in- mensamente el tiempo que es necesario pasar inmerso en la literatura del tema, en especial desde 1960. Al igual que los huéspedes de un gran hotel, ' Jos especialistas de un campo pueden satisfacer la mayorfa de sus necesida- des sin salir del edificio; o recurriendo a contactos con el mundo exterior por mediacién del hotel. Después de todo, probablemente el ntimero de econo- mistas empleados en las instituciones académicas de la ciudad de Boston y sus alrededores hoy es mayor que el numero total de economistas profe- sionales que habia en Gran Bretajia entre la publicacién de La riqueza de las naciones y la de la Teoria general de Keynes: y todos estan ocupados le- yendo y criticando las obras de los demds. Veamos sélo un campo bastante modesto cuya expansién no es muy répida, el de la historia econémica y so- cial: el ntimero de afiliados a la British Economic History Society se multi- plicé aproximadamente por tres entre 1960 y 1975. Mas del 25 por 100 de todas las obras sobre el tema publicadas desde su fundacién en 1925 apare- cieron en el perfodo 1969-1974; el 65 por 100 de todas estas obras aparecié entre 1960 y 1974.'* Comparadas con las 430.000 monografias sobre mate- j maticas y las 522.000 sobre fisica que existfan en 1968,” los 20.000 titulos | de historia econémica y social son una cifra modesta. Sin embargo, toda per- sona que trabaje en este campo sabe que gran parte de estos escritos no na- cen de problemas, sino de libros y articulos anteriores; que una parte mucho ) mayor de la vida del historiador econémico transcurre dentro de las instala- | ciones cada vez més amplias y variadas de su hotel. ! Es en esta situacién que el partidismo politico puede servir para contra- | Trestar la creciente tendencia a mirar hacia dentro, en casos extremos el esco-! © lio, la tendencia a cultivar el ingenio intelectual porque sf, el autoaislamien-' to de la academia. De hecho, también él puede ser victima de los mismos Peligros si se forma un «campo» suficientemente grande de una erudicién Partidista que se haya autoaislado. En campos como la filosofia y la sociologia hay suficiente neoescolasticismo marxista como para hacer una advertencia saludable, No obstante, los mecanismos para introducir nuevas ideas, nuevas { Preguntas, nuevos retos en las ciencias desde fuera son hoy més indispensa, | bles que nunca. El partidismo es un potente mecanismo de este tipo, quit & S Potente que en la actualidad existe en las ciencias sociales. Sin él, ‘ Sarrollo de dichas ciencias correria peligro.

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