Restos Humanos Asociados A Akapana

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Restos Humanos Asociados a la Pirámide de Akapana (Tiwanaku, Bolivia)

Linda Manzanilla; Eric Woodard

Latin American Antiquity, Vol. 1, No. 2. (Jun., 1990), pp. 133-149.

Stable URL:
http://links.jstor.org/sici?sici=1045-6635%28199006%291%3A2%3C133%3ARHAALP%3E2.0.CO%3B2-R

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http://www.jstor.org
Fri Dec 7 17:55:12 2007
RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRÁMIDE
DE AKAPANA (TIWANAKU, BOLIVIA)

Linda Manzanilla y Eric Woodard

This article deals with current research at the Pyramid ofAkapana, Tiwanaku, Bolivia. This religious structure
is the most massive and highest construction at the site. Ajier presenting some of the data from the 1988 and
1989jeld seasons, a series of articulated partial human remains are described that were associated with camelid
bone and pottery at the base of the structure, in a northern recessed angle. The authors propose a series of
alternative hypotheses to explain this pattern, emphasizing the ritual component.
Este trabajo proporciona datos sobre las recientes excavaciones llevadas a cabo en la estructura de Akapana,
Tiwanaku, Bolivia. Esta t% la~construcciónrelrgiosa más masiva y alta del sitio. Después de mencionar algunos
datos de las temporadas de campo 1988 y 1989, se describe una serie de restos parciales humanos articulados,
ubicados en un ángulo remetido del sector norte de la estructura. Los autores ofrecen una serie de hipótesis
alternativas para explicar este patrón, poniendo especial énfasis en la componente ritual.

Ubicado en el altiplano boliviano (a 3,840 m snm) y a escasos kilómetros del Lago Titicaca (del
cual está separado por una sierra baja), Tiwanaku es, sin duda, uno de los desarrollos urbanos
preincaicos de mayor importancia, y probablemente la capital de una organización compleja. Sin
embargo, poco se sabe del sitio mismo, en donde las anteriores investigaciones han estado enfocadas
a la excavación de pozos de sondeo para obtener secuencias cerámicas o a la reconstrucción ar-
quitectónica de algunos edificios del centro cívico (Bennett 1934; Ponce Sanginés 196 1, 1969, 1976,
198 1). Sin embargo, hay mucho aún por hacer en el marco de su historia, su composición interna,
su organización, y sus sistemas de autoridad.
Precisamente por falta de investigaciones en el centro urbano mismo, se han propuesto las más
diversas interpretaciones sobre la organización y características de Tiwanaku: un estado teocrático,
un imperio militarista, o una confederación comercial; un sistema hidráulico o un centro coordinador
con colonias en otras regiones; un estilo iconográfico; la cabeza de un sistema de asentamientos con
tres o cuatro niveles jerárquicos; un centro ceremonial o una entidad plenamente urbana.
En 1988 y 1989, el Seminario Internacional de Excavaciones Arqueológicas en Tiwanaku (coor-
dinado por Alan Kolata y Carlos Ponce Sanginés) llevó a cabo sus dos primeras temporadas de
campo. Algunos de los objetivos de este seminario son: el obtener un mapa preciso del sitio y sus
inmediaciones, el conocer el patrón de asentamiento y la historia demográfica del valle, el determinar
las características especificas del área habitacional del sitio, y el analizar con detalle los patrones
agrícolas intensivos circundantes.
Un derivado particular del Seminario es el Sub-proyecto Akapana, encomendado a Linda Man-
zanilla y María Renée Baudoin, y que contó también con la participación de Luis Barba (para la
prospección eléctrica) y Eric Woodard (para el estudio de restos óseos humanos). Este sub-proyecto
tuvo como metas el determinar las técnicas constructivas, la función, los contextos asociados, y el
sistema hidráulico de Akapana, la estructura más grande del sitio de Tiwanaku.
Según Ponce Sanginés (198 l), Tiwanaku tuvo una ocupación que va desde 600 A.C. a 1200 D.C.;

Linda Manzanilla, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México,


04510 México, D.F.
Eric Woodard, Department ofAnthropology, University of Chicago, Chicago, IL 60637

Latin American Antiquity, 1(2), 1990, pp. 133-149.


Copyright O 1990 by the Society for American Archaeology
[Vol. 1, No. 2, 1990

Figura 1. Plano topográfico de Akapana con la ubicación de algunas de las excavaciones.

las fases en que fueron construidas y usadas las estructuras cívicas (Akapana, Kalasasaya, Templete
Semisubterráneo, entre otras) fueron Tiwanaku 111, IV, y V. Bermann (1989:84) corrobora la cronolo-
gía propuesta por el anterior autor, con base en la excavación de 12 estructuras domésticas de
Lukurmata: Tiwanaku 111 iría de 200 a 500 D.C., Tiwanaku IV de 500 a 900 D.C., y Tiwanaku V,
de 700 a 1100 D.C.

LA PIRÁMIDE DE AKAPANA
Hay dos tipos de estructuras monumentales en el centro cívico de Tiwanaku: (a) Las pirámides
(como Akapana y Puma Punku); y (b) Los recintos abiertos (como el Templete Semisubterráneo y
Kalasasaya). La diferencia de función entre estos dos tipos de construcción aún no ha sido establecida.
Sin embargo, algunos elementos sugieren que el tipo "a" está relacionado con un ceremonial más
exclusivo, mientras que el tipo "b" contiene amplias zonas abiertas que pudieron haber servido
para congregar a grandes multitudes. Uno de los elementos de seclusión en la cima de la Pirámide
de Akapana, es que las dos salas de culto que bordeaban el patio central estaban separadas de otras
construcciones (como sería un complejo residencial que excavamos en la cima) por grandes muros
de contención con pilares monolíticos. Entre los incas, existía una diferencia funcional entre las
construcciones donde se guardaban las imágenes de los dioses (los templos) y las plazas donde se
llevaban a cabo las ceremonias públicas (Rowe 1963:308). Quizá esta diferencia también sea válida
para Tiwanaku.
El centro cívico de Tiwanaku contiene una alineación E-O de recintos (Templete Subterráneo,
Kalasasaya, Puntuni, Khen Khala); al norte y sur de esta alineación se disponen las pirámides, las
pequeñas al norte y las dos más grandes al sur.
Akapana (Figura 1) es la estructura más masiva y alta del sitio: tiene 205 m de longitud máxima,
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRAMIDE DE AKAPANA 135

. & -
ES.-

Figura 2. Vista de las técnicas constructivas (Muros 1 y 2) del Sector Norte B de la Pirámide de Akapana.

185 m de ancho máximo, y 16.5 m de altura. Es un montículo artificial, cuya forma se asemeja a
media cruz andina; yace inmediatamente al sureste del Kalasasaya. Se pensó por algunos que la
estructura era en parte un cerro natural (Bennett 1963; Posnansky 191O), una fortaleza (Cobo 1961:
67-68), o un templo. La primera idea ha sido refutada por los datos procedentes de nuestras
excavaciones. La segunda idea es explicada por el hecho de que los cronistas españoles que vieron
la base de la pirámide le atribuyeron la función de fortaleza por la similitud que guardaba (el Muro
1) con las construccionesdefensivas de los incas. Sin embargo, existe la posibilidad de que los incas
hayan copiado deliberadamente este estilo, según se concluye de las afirmaciones de Cobo (1979:
141): Pachacutic Inca Yupanqui ordenó que sus hombres tomaran nota de las técnicas constructivas
de Tiwanaku con el fin de ser reproducidas en los proyectos constructivos de Cuzco. Por Último,
la idea que atribuye a Akapana una función de culto está acorde con nuestras conclusiones.
El núcleo de la pirámide está constituido por una acumulación deliberada de materiales arcillosos
oscuros y rojizos, por limos café claro, y por pequeños estratos de guijarros verde grisáceos. Es
probable que el material aluvial procediese de la excavación de canales que circundan al sitio,
mientras que los guijarros proviniesen de alguna morrena glacial en la región del Cerro Quimsachata.
Un sistema hidráulico sofisticado movía internamente el agua pluvial que llegaba a la cima
(Manzanilla y Barba 1989) hasta la base de la pirámide. Los canales monolíticos de bloques de
arenisca mostraban aún las uniones con grapas de cobre en forma de doble T, técnica típicamente
tiwanacota.
Los lados norte y sur de la pirámide tienen tres ángulos salientes y dos esquinas remetidas cada
uno. Excavamos un sector de la esquina remetida noroeste y los dos ángulos salientes también al
noroeste. Además verificamos en el lado oeste los datos relativos a las técnicas constructivas y
contextos primarios asociados. También en el lado oeste, excavamos una porción de la escalinata
monumental que daba acceso a la cima, y que estaba adornada con esculturas de basalto (chachapu-
mas) sobre pedestales de piedra.
El muro base (Muro 1; véase Figura 2) es un gran paramento de.1.90 m de alto; está construido
con gruesos pilares de arenisca a c. 3.40 m de distancia uno de otro; el espacio intermedio está
relleno de bloques de arenisca con márgenes curvas dando un aspecto de "almohadillado." La tapa
del muro (y borde de la segunda terraza) está constituida por grandes lápidas de bordes curvos,
dispuestas horizontalmente. En este muro se halló una cámara con acceso arqueado (el dintel está
formado por un bloque de arenisca tallado en arco), que resultó ser la salida de un sistema de
136 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

Fignra 3. Muro 1 con el cuerpo articulado de un carnívoro a la salida de un canal.

canalización que drenaba agua desde las terrazas superiores. En la salida de esta &mara se halló el
esqueleto casi completo de un carnívoro (quizá un zorro o un puma) (A. Webster, comunicación
personal), al cual le faltaba sólo el hocico (desgraciadamente la parte diagnóstica; véase Figura 3),
las patas, y la cola.
El Muro 2 es el muro de retención de la segunda terraza. Está remetido 5 m respecto del Muro
1, y edificado con sillares rectangulares y lápidas poligonales, algunas con 10 ángulos (a manera de
la famosa piedra de 12 ángulos en Cuzco). Los Muros 1 y 2 contaban con distintos sistemas de
contención (uno a base de muros perpendiculares cuyos espacios intermedios estaban rellenos con
una alternancia de arenas micáceas y material arcilloso, y el otro a base de duras masas arcillosas
mezcladas con pasto ichu, paralelas al Muro 2).
Los Muros 3 y 5 estaban construidos con sillares, algunos de los cuales sobresalían del paramento.
Contamos con indicios de la existencia de un total de siete muros y sus respectivas terrazas, algunos
de los cuales fueron totalmente desmantelados con el fin de reutilizar la piedra.
El centro de la cima probablemente estaba ocupado por un patio hundido (de 45 por 45 m,
aproximadamente), que pudo haber servido para captar aguas pluviales. Los muros inferior y
superior que delimitan este patio, así como el canal que desaguaría una parte del contenido, fueron
detectados en el reconocimiento eléctrico llevado a cabo con el resistivímetro.
Al norte y sur de este espacio hundido se excavaron los restos de dos salas monolíticas ubicadas
sobre terrazas elevadas por encima del terreno circundante donde se hallaban otras construcciones.
Estas salas, probablemente destinadas al culto, tuvieron huellas de ofrendas de huesos de camélidos,
sahumerios, sustancias vegetales carbonizadas, pigmentos verdes, y láminas de oro; sin embargo,
estaban muy perturbadas por la labor de canteado.
En el sector noreste de la cima se excavó un complejo residencial de varios cuartos (Figura 4); la
porción oriental de muchos de los cuartos fue perturbada por la excavación de Georges Courty en
1903 (Créqui Montfort 1906553). Este complejo delimita un patio donde se halló gran cantidad
de desecho doméstico, además de una hilera de entierros de adultos sedentes enmarcando por el
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRÁMIDE DE AKAPANA

O5 10 ¡S 20 25 30
P
metros

E5096 E5098 E5100 E5102 E5104 - E5108 E5110 E5114


N8010 -
l. l

E5106 E5112
Figura 4. Complejo residencial excavado en el Sector Cima Norte.

sur al entierro de un adulto (probablemente un sacerdote) con un sahumerio de puma en las manos
(Manzanilla y Barba 1989).
Al interior de cuarto ubicado en el vértice del complejo residencial (R11) se halló una ofrenda
que llenaba la parte inferior del cuarto: consistía de más de 14 camélidos desarticulados, algunos
objetos de cobre (un tupu o alfiler, una lámina, y una miniatura en forma de zorro sedente), una
lámina de plata, una tembeta de hueso, una decena de semillas tropicales de Sapotaceae o Sapindaceae
(según la identificación del Fernando Chiang), y cerámica doméstica. Al exterior del cuarto continuó
138 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

Figura 5. Individuos números 1 y 2, en la base del Muro 1 (Sector Norte A).

la ofrenda, pero incluyó además la cabeza de un puma perteneciente a un sahumeno, un kero


miniatura polícromo, fragmentos de un gran vaso polícromo probablemente con la cara del sol, y
un cántaro roto, así como obsidiana, sílex, mica, y cantos de río con caras de frotamiento.
Al observar la forma en que los aymaras actuales componen una "mesa" u ofrenda (véase Tschopik
1963:562), y conociendolo que Poma de Ayala (1988:241) menciona para los aymaras de la Colonia
(que ofrendaban plata, oro, niños, camélidos, lana de colores, y ají) no deja de llamamos la atención
la similitud. Los elementos arriba mencionados estaban dispuestos en una zonificación intencional.
Los cráneos de los camélidos estaban boca abajo y ocupaban los márgenes norte y oeste del cuarto,
los objetos de metal yacían al este y noreste, las mandíbulas de camélido se concentraban en la
esquina sureste, y las semillas fueron encontradas en la esquina suroeste.
La profusión de cerámica doméstica hallada en este sector nos hace pensar que originalmente era
un lugar de habitación para los sacerdotes (mismos que fueron enterrados en el patio adyacente), y
que en el momento de cambiar de función o abandonar la estructura, se dispuso la ofrenda, probable-
mente al mismo tiempo que se colocaron los restos parciales humanos a todo'lo largo del Muro 1
(véase más adelante). Sabemos que los templos incaicos eran construidos a semejanza de los com-
plejos habitacionales, con seis o más construcciones de un cuarto agrupadas alrededor de un patio
abierto. Además de almacenes, estas construcciones albergaban las habitaciones de los sacerdotes
(Rowe 1963:298).

Restos Humanos Asociados a la Base del Muro 1


Particularmente en la esquina noroeste que excavamos, pero también en el sector oeste de la
estructura, se hallaron cuerpos desmembrados de hombres y niños (existe sólo un caso de mujer
hasta ahora); están dispuestos a lo largo de la base del muro, y yacían sobre algunos centímetros
de sedimento. Estos restos en ocasiones estaban asociados a camélidos completos o desmembrados,
Manzanilla and Woodardl RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRAMIDE DE AKAPANA

rojo

nar

Figura 6. Diseaos de los keros hallados junto con los individuos números 1 y 2.

y a cerámica tiwanacota polícroma y utilitaria. Ocasionalmente se halló una lámina circular de oro,
un mortero, y algunos fragmentos de roca volcánica.
Consideramos necesario describir aquellos cuerpos hasta ahora estudiados por el antropólogo
fisico Enc Woodard, ya que el patrón de desmembramiento observado podría representar un caso
de práctica mortuona no muy común en los Andes. Sin embargo, Donald Lathrap (comunicación
personal 1989) indica que una práctica funeraria similar fué observada en el sitio de Real Alto,
Ecuador.
La determinación del sexo se basó en las normas establecidas por Phenice (1969), así como en
las características dimórficas del cráneo (proceso mastoideo, ángulo gonial de la mandíbula, y
robustez de la protuberancia occipital externa). No se usaron medidas cuantitativas para evaluar el
dimorfismo sexual, debido a la carencia de una muestra comparativa. La edad fue determinada por
el tiempo de erupción dental en especímenes subadultos (Moorrees et al. 1963a, 1963b; Ubelaker
1978). Para los adultos se usaron las normas establecidas por Brooks (1955), Suchey (1979), y Suchey
et al. (1986), junto con McKern y Stewart (1957).
El individuo número 1 (Figura 5) era masculino, de 25 a 30 años de edad (cálculo basado en el
tiempo de unión de las epífisis). Estaba dispuesto en norma ventral. Las partes presentes fueron:
las rótulas, los fémures, la pelvis, el sacro, las vértebras coccígeas, y las vértebras lumbares 4 y 5.
Todos los huesos estaban artículados y no se detectaron huellas de corte ni mordeduras de roedor.
Bajo la pelvis del individuo número 1 yacía un kero polícromo (véase Figura 5).
El individuo número 2 (ubicado en el mismo rasgo que el anterior) también fue masculino, de
18 a 2 1 años de edad (según la unión de las epífisis). A diferencia del individuo número 1, el número
2 yacía en norma decúbito dorsal y tenía ambas tibias, los fémures, la pelvis, el sacro, las vértebras
lumbares 4 y 5, el húmero derecho, y un antebrazo articulado con su mano, en posición anatómica.
También se observó la presencia de un pie izquierdo desarticulado en la cavidad pélvica; además
al interior de ésta se halló una piedra informe (patrón que observamos en otros casos). Asociado a
140 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

Figura 7. Individuo número 6, en la base del Muro 1.

este individuo se hallaron dos keros (uno con el diseño de cóndor coronado; véase Figura 6),
fragmentos de incensario, una cuenta, varios fragmentos de madera carbonizada, y un fragmento
de punta de proyectil de sílex.
Encima y abajo de los dos individuos descritos se hallaron restos desarticulados de camélidos.
Cuatro metros al sur del conjunto anterior, también a lo largo del Muro 1, aparecieron restos de
tres individuos (números 3a, 3b, y 3c), también asociados a camélidos y cerámica polícroma (keros
e incensarios). Dos camélidos articulados yacían sobre el conjunto y dos desarticulados, bajo éste.
El individuo número 3a es posiblemente un adulto femenino, y se halló completamente articulado
de pelvis a tibia, contando además con una clavícula derecha, un húmero, y un cúbito articulados.
Faltaban el torso, la cabeza, y la base de las extremidades inferiores. Del individuo número 3b
estaban presentes la pelvis, el fémur derecho, y el húmero; pertenecen a un niño de 11 o 12 años.
El individuo número 3c tenía las costillas y el brazo derecho articulado; se trató de un niño de
menos de 2 años de edad.
Ocho metros al sur de este conjunto, cercano a la esquina remetida noroeste del Muro 1, se halló
el individuo número 4 que consistió de un individuo masculino de 17 a 18 años de edad, en decúbito
dorsal, con sacro, pelvis, fémur, tibia, y peroné derechos articulados. Algunos huesos de la pierna
izquierda estaban presentes, pero no articulados. No se halló la rótula. En asociacion al indivíduo
número 4 se hallaron huesos de un adulto viejo: una vértebra cervical, cinco vértebras torácicas, y
dos vertebras lumbares. En asociación se encontró el esqueleto desarticulado de un camélido y
algunos tiestos.
El individuo número 5 es uno de los tres estudiados que tuvieron cráneo (1 5 tanto por ciento del
total estudiado). Tenía 6 a 7 años de edad y estaba completamente articulado de cráneo a pelvis,
pero carecía de piernas y pies. Representa un caso especial debido a la presencia de algunas huellas
de posible violencia. Aún cuando las piernas faltaban, la epífisis femoral derecha, y la epífisis y
cuello femorales izquierdos aún estaban ubicados en el acetábulo de la pelvis. El cuello del fémur
parecía haber sido fracturado cuando el hueso aún estaba fresco, lo cual produjo una fractura de
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRAMIDE DE AKAPANA 141

Figura 8. Individuo número 9, en la base del Muro 1.

borde irregular. Esa ruptura transversal y longitudinal está asociada a una fractura por flexión.
Desafortunadamente las fracturas premortem de este tipo (inmediatas a la muerte) no pueden ser
separadasde fracturaspostmortem ocumdas poco después de la muerte. Algunos huesos de camélido
y tiestos fueron hallados alrededor del individuo.
Dos metros al oeste (siguiendo el contorno del Muro l), se halló el cuerpo del individuo número
6 (Figura 7), que consistió de un adulto masculino de 2 1 a 27 años, en n o m a decúbito ventral. De
éste apareció la columna vertebral completa, comenzando con el atlas y la vértebra torácica 8. La
mandíbula estaba presente y en posición anatómica correcta. No se observaron huellas de corte en
la mandíbula ni en los restos postcraneales. La cerámica asociada fue primordialmente de carácter
utilitario, con un solo tiesto pintado. Como en otros casos, se hallaron también huesos de camélido.
En forma similar a lo descrito para el individuo número 6, el número 8 tuvo un torso relativamente
completo y articulado, pero además contaba con el cráneo (tenía de 4 a 6 años de edad). Yacía en
posición decúbito ventral. La columna vertebral está completa y articulada, pero faltaba el sacro,
la pelvis, y las extremidades inferiores. Las extremidades superiores consistieron del húmero iz-
quierdo, y el húmero y cúbito derechos. En forma dispersa, la clavícula, radio, y una vértebra
torácica fueron encontrados con los restos del enterramiento 8. Estos huesos que pertenecieron a
un adulto pueden ser del enterramiento 4 del nivel anterior.
El individuo número 9 (Figura 8) tuvo de 2.2 a 2.4 años de edad, y fue el único esqueleto completo
y totalmente articulado de los excavados en la base del Muro 1. Yacía en norma decúbito dorsal,
con las piernas flexionadasy cruzadas. Un rasgo que lo hace único es el hecho de que estaba afectado
por una enfermedad seria. Una infección periostítica había incidido sobre todos los huesos largos
y la mandíbula (probablemente se inició en los húmeros). Los premolares y caninos de leche tenían
defectos en el esmalte, característicos del stress sistémico.
Los conjuntos números 7 y 10 (Figura 9) representan una forma modificada de la práctica mor-
tuoria observada y descrita. El conjunto numero 10 también yace en la base del Muro 1; estaba
asociado a tiestos domésticos. Consistía de restos desarticulados de varios individuos, mezclados
142 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY vol. 1, No. 2, 1990

Figura 9. Conjunto de restos número 10, en la base del Muro 1.

Figura 10. Vasija-efigie hallada cerca del ángulo saliente central del lado norte de Akapana.
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRAMIDE DE AKAPANA 143

Figura 11. Ejemplos de los fragmentos de alfarería polícroma hallados en la ofrenda cerámica junto al Muro
2 de Akapana.

con huesos de camélido. En total había restos de cuatro adultos masculinos (entre 23 y 39 años de
edad), junto con huesos de un subadulto (de menos de 16 años) y un niño (de unos 10 años).
El conjunto número 7 consistió de un adulto, de un niño de 6 a 8 años, de un niño de menos de
4 años, y de un niño de menos de 6 años. La edad de los niños fue determinada usando el tiempo
de fusión ósea (que tiene un límite máximo de 4 a 6 años). Sin embargo, una comparación general
de tamaño de huesos indica una edad más temprana de quizá dos años para los dos Últimos ejemplos.
Todos los individuos estuvieron parcialmente articulados, pero mas mezclados que los enterra-
mientos previos.
Hacia el ángulo central saliente del lado norte, siguiendo el contorno del Muro 1, se halló un
grupo de tres cráneos de adulto con deformación craneana (alguno sin mandíbula), que además
tenían a su alrededor otros huesos humanos (largos y cortos) de extremidades. Aparecieron asociados
a huesos de camélidos, además de cerámica monócroma y polícroma. Bajo este conjunto se halló
el esqueleto articulado de un camélido; su cráneo yacía a 11 cm de las vértebras cervicales corres-
pondientes. Además, inmediatamente al norte de esta ofrenda, María Renée Baudoin ha116 un
estupendo vaso retrato polícromo (de 20 cm de alto), con la cabeza de un personaje que portaba
una banda cefálica color naranja. La pintura facial consiste de una franja ondulada de color blanco
que comienza en la mejilla derecha, sube hacia la frente por encima del ojo derecho, para bajar por
la nariz y rematar en la parte inferior de la mejilla izquierda (Figura 10).
Tuvimos otros casos aislados de cráneos sin mandíbula o sus fragmentos en otras partes del área
excavada en la base del Muro 1.
144 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

Figura 12. Torso humano tirado sobre la ofrenda cerámica del Muro 2.

Ofrenda Asociada al Muro 2


En la esquina entrante excavada, pero en la segunda terraza, junto al Muro 2 (sobre 70 cm de
sedimentos sobre el piso) se halló una gigantesca ofrenda (en un área de 9 por 5 metros) de cerámica
polícroma rota intencionalmente (Figura 11). Parecen pertenecer a la fase Tiwanaku IV (Ponce
Sanginés 1981)o Tiwanaku Clásico (Bennett 1963). Encima de la ofrenda fue tirado un torso humano
desmembrado (individuo número 11;véase Figura 12), sin cabeza, pelvis, ni extremidadesinferiores.
Tanto la cerámica como la ofrenda humana sugieren que esta ofrenda fue contemporánea a los
restos humanos depositados en la base del Muro 1.

Lo pequeño de la muestra hace difícil una interpretación completa. Sin embargo, se pueden sugerir
algunas hipótesis sobre el patrón observado que podrían ser probadas en futuras excavaciones.
Los individuos 1 a 6, y 9 presentan secciones del cuerpo en posición anatómica y en forma

m ROJO

m NARANJA

u BLANCO

Figura 13. Desarrollo de los diseños de bbcabezas-trofeo"en un kero de la ofrenda cerámica asociada al Muro 2.
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRÁMIDE DE AKAPANA

Figura 14. Reconsiruccion de la escultura de basalto de un chachapuma sosteniendo una cabeza humana. Esta
escultura fue hallada tirada junto a la escalinata del lado oeste de Akapana.

articulada. Difieren de deposiciones secundarias debido a la presencia de huesos como las rótulas
y los carpos.
La falta de cráneos en los adultos, así como la concentración de cráneos aislados, podrían formar
parte de un sistema simbólico relacionado con el cráneo que ha sido descrito como el complejo
"cabeza-trofeo." Gran parte de los huesos del craneo se desarrollan dentro de la membrana y no
se fusionan hasta la edad del adulto (Steele 1988). Los huesos craneanos no fusionados son delgados
y frágiles; no siendo propicios para la exhibición, fines utilitarios, o para cabezas trofeos. Sin embargo,
consideramos que es apresurado atribuirlos a una práctica guerrera. Estos elementos aparecen
representados en la cerámica polícroma de la ofrenda del Muro 2 (Figura 13), en la vasija-efigie del
Muro 1 (véase Figura lo), y en el chachapuma (Figura 14) que decoraba la escalinata del lado oeste,
elementos excavados por Baudoin.
No se tienen noticias de que los cautivos de guerra aymaras fuesen decapitados, aun cuando esta
práctica sí existía entre los incas, particularmente en lo que respecta a las cabezas de enemigos
importantes muertos en batalla; el victorioso bebía chicha de la calota para conmemorar su victoria
(Rowe 1963:279).
Tanto en camélidos como en humanos, parece haber habido la costumbre de separar las man-
díbulas de los cráneos, y éstos de sus respectivos cuerpos. Un ejemplo de esto, en camélidos, es el
hecho de que en la ofrenda asociada al Cuarto 11 del complejo residencial de la cima (véase Figura
4), se hallaron ocho mandíbulas separadas de sus cráneos.
De la Tabla número 1 se desprenden algunas conclusiones. La mitad aproximadamente corres-
ponde a niños de uno a diez años. De los individuos sexados (adultos) predominan notoriamente
los individuos masculinos. Sin embargo, es interesante observar que el esqueleto femenino fue el
único que tuvo asociados los dos esqueletos articulados de camélidos, ya que los demás contaron
con camélidos desmembrados. De las partes articuladas, aproximadamente la mitad yace en norma
ventral y la otra mitad, en dorsal; se pueden contar cinco torsos, cuatro partes inferiores, y un
LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

Tabla 1. Sexo y Edad de Los Restos Humanos Parciales Asociados al Muro 1.

Orien-
Individuo Edad tación
Número (Años) Sexo Norma Porción Representada Cráneoa Observaciones
3c <2 torso
9 2.2-2.4 dorsal casi completob oeste enfermo
C.7 14 secundario
8 4-6 ventral torso + cráneo norte
C.7 <6 secundario
5 6-7 ventral torso + cráneo y pelvis este
C.7 6-8 secundario
C. 10 10 inferior secundario
3b 11-12 dorsal torso + iliaco norte
C.10 < 16 inferior secundario
C.7 adulto m
3a adulto f ventral inferior norte con llamas
articuladas
4 17-18 m dorsal inferior oeste piedra en pelvis
2 18-21 m dorsal inferior norte piedra en pelvis
6 21-27 m ventral torso + mandíbula este
C.10 23-39 4m inferior secundarios
1 25-30 m ventral inferior norte piedra en pelvis
a A pesar de que la mayoría de los cuerpos no tenían cráneo, se ha tabulado la orientación de éste de haber

estado presente.
Le faltaban manos y pies.

esqueleto caso completo; los torsos predominan en los infantes, mientras las partes inferiores, en
adultos. De haber existido el cráneo, la orientación predominante de éste sería hacia el norte.
Las preguntas que surgen al observar este patrón asociado a la base de la Pirámide de Akapana
son: (1) Quiénes son los individuos cuyos restos yacen ahí, (2) cómo murieron, (3) cuándo y cómo
fueron desmembrados, y (4) por qué fueron depositados.
En relación a la primera pregunta, se pueden plantear dos posibilidades: (a) Eran habitantes de
Tiwanaku, o (b) eran parte de una población foránea. En ningún caso contamos con una muestra
comparativa para poder llegar a una conclusión al respecto. Sólo diremos que el uso de deformación
craneana es una práctica cultural asociada a varios grupos andinos (see Munizaga 1974).
La segunda pregunta aborda el problema de cómo murieron. Existen vanas alternativas: (a) Muerte
colectiva intencional: envenenamiento, estrangulamiento, decapitación; o (b) muerte colectiva no-
intencional: epidemias, hambruna a causa de sequías, envenenamiento. Respecto de la primera
opción, diremos que existen varias menciones en las fuentes de sacnficios de niños por estrangu-
lamiento, decapitación, o extracción del corazón, entre los incas. Estos sacnficios se ofrecían a las
divinidades más importantes en ocasiones muy solemnes, como peste, hambruna, o durante la
coronación de un nuevo rey (Rowe 1963:305-306). Entre los aymaras, se citan sacnficios de llamas
macho blancas, cortándoles el cuello (Tschopik 1963:562); a la gente agonizante se le estrangulaba,
para liberar su alma (Tschopik 1963:55 1). Además, entre la gente más importante del mundo aymara,
se usaba también matar a sus esposas e hijos, así como sacrificar muchas llamas (Tschopik 1963:
553). Con los datos con que contamos al presente, resulta dificil atribuir alguna de estas muertes a
los individuos de la base del Muro 1. Las articulaciones no presentan huellas de corte ni contusiones,
por lo que es improbable que la causa de la muerte fuese el descuartizamiento. Así pues, carecemos
de indicadores para vincular los tipos de muerte a huellas particulares dejadas sobre los huesos.
En relación a la opción "b," es interesante notar que Paulsen (1976: 125-127) proponga una etapa
de fuerte sequía entre 600 y 1,000 D.C. Según la cronología propuesta por Bermann (1989), Tiwanaku
IV (la época que proponemos para estos eventos, según la cerámica asociada) va de 400 a 900 D.C.
Quizá esta sequía hizo estragos en la población del valle de Tiwanaku, y los muertos que ocasionó
fueron "ofrendados" a la estructura.
Manzanilla and Woodard] RESTOS HUMANOS ASOCIADOS A LA PIRÁMIDE DE AKAPANA 147

La tercera pregunta aborda el problema de cuándo y cómo fueron desmembrados los cadáveres.
Consideramos que el hecho de que las mandíbulas de los camélidos y las de los humanos estén
completas y sin huella de corte podría ser un elemento que refutase la hipótesis de descuartizamiento
de los muertos, ya que éstas son piezas que no se separan fácilmente de los cráneos con músculos
sin romperlas (Baraybar 1989). Además, el individuo número 6 contaba no sólo con la mandíbula,
sino con la vértebra atlas; esto podría implicar que una vez depositado en la base del Muro 1, se
sustrajo el cráneo cuidadosamente dejando la mandíbula y la columna; esto no pudo haberse hecho
sino cuando los restos ya estaban en descomposiciÓn total.
Se pueden proponer dos hipótesis sobre la forma en que los restos conservaron su articulación:
(1) Los individuos fueron expuestos al ambiente y se dejó que se descompusieran hasta el punto en
el cual ciertas partes previamente seleccionadas podrían ser removidas del resto, permaneciendo
los demás elementos en articulación; o (2) éstos eran restos momificados con partes articuladas que
permanecían sujetas por piel momificada y textiles (de éstos últimos no se halló una sola huella).
Existen evidencias de desmembramiento y descamación postmortem en otras culturas del pasado.
Destaca el caso de las prácticas mortuorias de Cata1 Hüyük, un asentamiento del Neolítico de
Anatolia, en el cual las cabezas de los muertos parecen haber sido removidas previamente de sus
respectivos cuerpos, que posteriormente eran descarnados por buitres, según se observa en uno de
los murales del sitio (Hodder 1987:46; Mellaart 1964:65).
Otra posibilidad sería el hervir los cuerpos (como actualmente hacen quienes quieren separar los
huesos de tejido blando) a un punto en el que las articulaciones se separasen fácilmente. Por último,
cabría la posibilidad de que quienes desmembraron estos cuerpos tuviesen una destreza enorme y
un gran conocimiento de la anatomía humana y de los camélidos, como para desprender segmentos
completos sin dejar huellas.
Algunos autores se han inclinado por interpretaciones apresuradas sobre cautivos de guerra des-
cuartizado~cada vez que se enfrentan a cuerpos desarticulados. Sin embargo, consideramos que
estas ideas pueden estar opacando otras posibilidades de interpretación, mismas que pudieran surgir
al observar detenidamente las huellas de corte y contusiones sobre las articulaciones, y reconociendo
patrones repetitivos.
La última pregunta que haremos es por qué se hizo esta práctica. Ya que la evidencia de violencia
es mínima, se puede considerar que se trata de una ofrenda. Podríamos incluso proponer el des-
membramiento postmortem de algunos seres humanos deteriorados, y también la exhumación de
entierros anteriores y su posterior deposición en forma de "entierros secundarios." La presencia de
la ofrenda cerámica y el torso humano asociados al Muro 2, la asociación de los restos parciales
humanos con esqueletos articulados y desarticulados de camélidos, la orientación de los cuerpos
humanos en forma paralela al Muro 1, la asociación de cerámica polícroma, además de la lámina
de oro y la vasija-efigie, apoyan la idea de un acto ritual de ofrenda a la estructura. Al parecer este
patrón de deposición se repite en los otros lados de la estructura, ya que al excavar el Muro 1 anexo
a la escalinata del oeste, también se hallaron restos articulados parciales de seres humanos asociados
con huesos de camélidos.
Si la hipótesis de la sequía y consecuente muerte colectiva fuese válida, entonces resultaría factible
que la estructura dedicada al Hacedor del Universo (Cobo 196 1:68) fuese invocada de manera ritual
con el fin de propiciar el fin de la catástrofe. Debemos agregar una observación más. Con la deposición
de estos restos, la función de la estructura debió cambiar, pues ya no sería posible transitar libremente
alrededor o sobre la misma. Un ejemplo de esto es el hecho de que el agua que escurría por el canal
cuya salida se observa en la Figura 3 ya no lo haría después de depositar el cuerpo del carnívoro y
los otros restos. No se observan huellas de perturbación por el flujo de agua. Otro ejemplo sería la
ofrenda del cuarto 11 del complejo residencial de la cima. Este cuarto dejó de estar en uso y sus
muros probablemente perdieron su alzado de adobes o lodo en ese momento o antes de él.
El nombre aymara de Tiwanaku era Taypicala, "la piedra de enmedio" (Cobo 196 1:65), es decir,
el centro del universo, del cual surgieron los distintos grupos humanos a poblar la tierra después
de un acto de creación por parte de Viracocha. Cobo (1961:68) también señala que el templo en
forma de pirámide truncada, con base con vanos ángulos, fue construido en honor de Viracocha.
Así pues, la estructura era la conmemoración del acto de creación; por lo tanto, no nos debe
148 LATlN AMERICAN ANTlQUlTY [Vol. 1, No. 2, 1990

sorprender q u e fuese la estructura pivote d e la organización ideológica d e la sociedad tiwanacota.


Si algún desajuste se presentó e n el sistema, seguramente acudirían a ofrendar e n ella.

Agradecimientos. Agradecemos al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional


Autónoma de México por la comisión de trabajo académico para poder participar en el Seminario Internacional
de Excavaciones Arqueológicas en Tiwanaku. También nuestras sinceras gracias a María Renée Baudoin y a
Luis Barba por su aportación al trabajo en equipo de Akapana; a María Renée Baudoin, Antonio Guzmán, y
Fernando Botas por los dibujos de este artículo; a Humberto Anieta y José Saldaña, por las fotografías, y a los
trabajadores aymaras de las cuadrillas de Akapana por su entusiasmo, honestidad, y apoyo.

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Received October 28, 1989; accepted M a r ~ h29, 1990


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Restos Humanos Asociados a la Pirámide de Akapana (Tiwanaku, Bolivia)
Linda Manzanilla; Eric Woodard
Latin American Antiquity, Vol. 1, No. 2. (Jun., 1990), pp. 133-149.
Stable URL:
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Referencias Citadas

Environment and Empire: Climatic Factors in Prehistoric Andean Culture Change


Allison C. Paulsen
World Archaeology, Vol. 8, No. 2, Climatic Change. (Oct., 1976), pp. 121-132.
Stable URL:
http://links.jstor.org/sici?sici=0043-8243%28197610%298%3A2%3C121%3AEAECFI%3E2.0.CO%3B2-P

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