Mensajero
mexicano Evangelio, enseñanza y exhortación de las Escrituras
1 de diciembre de 2022
LOS DIEZ
MANDAMIENTOS
“No codiciarás la casa de tu prójimo,
no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni
su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su
asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éx
20.17).
Este mandamiento es muy completo,
porque “casa” no habla tanto de la
construcción (aunque no la excluyo),
sino del hogar y todo lo relacionado con
él. Por eso, la lista va desde la mujer
hasta “cosa alguna”.
En este último de los diez mandamien-
tos, vemos algo que no se manifiesta
necesariamente en forma externa,
como en los otros. Este mandamiento
sobre la codicia (el hecho de que uno
toma placer en lo que otro tiene y lo
desea para poder disfrutarlo en su pro-
pia vida) es amplio, e incluye personas
y posesiones. Uno podría codiciar los
privilegios o el poder que otro tiene.
Obviamente la culminación de quebran-
tar este mandamiento se verá en otro
pecado cometido, como el engaño, el
por Marcos Caín
Hermosillo, México
adulterio o el robo, pero aun querer
extenderse hacia lo ajeno es pecado.
El corazón es donde nace el deseo de
querer tener lo que no le pertenece a
uno. Recuerde las palabras de Cristo:
“Porque de dentro, del corazón de los
hombres, salen los malos pensamien-
tos” (Mt 7.21). Santiago lo describe así:
“Cada uno es tentado, cuando de su
propia concupiscencia es atraído y sedu-
cido” (1.14). Obviamente uno considera
algo visible como la fuente de tentación,
pero el deseo de tener lo que no es de
uno va más allá de las cosas materiales,
bien sea la reputación, la fama, el pres-
tigio o la posición que otro tiene.
Consideremos dos casos. Eva vio que
“el árbol [era] codiciable para alcanzar
la sabiduría” (Gn 3.6). Acán dijo: “Pues
vi entre los despojos un manto babiló-
nico muy bueno, y doscientos siclos de
plata, y un lingote de oro de peso de
cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé”
(Jos 7.21).
MM 164
El castigo en ambos casos fue la muerte.
En el caso de Eva, la muerte espiritual,
cuando Dios la sacó fuera del huerto
junto con Adán. Acán, junto con toda
su familia, fue apedreado y luego que-
mado. No estamos diciendo que la
muerte siempre sea el resultado, pero
obviamente vemos la seriedad de este
pecado ante los ojos de Dios.
¿Cómo, entonces, podemos evitar este
pecado? Pablo habla de la manera
correcta de ver las posesiones cuando
le escribe a Timoteo: “Gran ganancia
es la piedad acompañada de contenta-
miento” (1 Ti 6.6). Cuando uno entiende
que Dios nos ha suplido lo que necesi-
tamos, y reconoce que Él sabe mejor
que nosotros, el contentamiento debe-
ría ser el resultado. Aún más, nos dice
que se necesita piedad, la actitud que
toma en cuenta a Dios en cada momen-
to y no quiere hacer nada que le desa-
grade. Estas dos actitudes, el contenta-
miento y la piedad, nos preservarán de
codiciar.
Santiago, después de hablar de la fuente
de la tentación, nos da esta advertencia:
“Amados hermanos míos, no erréis”, y
después nos recuerda: “Toda buena
dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el
cual no hay mudanza, ni sombra de va-
riación” (Stg 1.16-17). En otras palabras,
nos está diciendo lo mismo que Pablo:
Dios sabe lo que necesitamos, y sus dá-
divas son buenas y perfectas; cualquier
cosa que anhelemos que esté fuera de
su voluntad no es ni buena ni perfecta.
Al concluir estos artículos sobre los diez
mandamientos, recordemos que no son
una manera para alcanzar la salvación
ni la santificación, pero sí son una ex-
presión parcial del carácter santo de
Dios. Aunque no estamos bajo la ley,
ojalá que aprendamos algo de ella.
T ener conocimiento del Evangelio,
y aun creer que es verdad, no hace
salva a una persona. Los hijos cria-
dos en el Evangelio lo conocen al dere-
cho y al revés sin ser salvos. Incluso,
¡hay personas no salvas que pueden
hasta defender el Evangelio! Conozco
a un hermano que, antes de ser salvo,
compartió el Evangelio con un amigo y
el amigo fue salvo.
La salvación sucede cuando el Espíritu,
por medio del conocimiento bíblico,
lleva al pecador a Cristo. La palabra
“experiencia” se puede entender mal,
pero la salvación sí sucede en una oca-
sión específica. No es un sentimiento,
ni una emoción, ni tampoco es audible
o visual. Tiene que ver con el lado espi-
ritual del hombre. La Palabra, más filo-
sa que la espada más afilada de los
hombres, “penetra hasta partir el alma
y el espíritu” (Heb 4.12), lo que posible-
mente significa hacer una separación
entre las emociones y el lado espiritual
o más elevado del hombre.
Por el poder del Espíritu, se abre el en-
tendimiento para que la persona confíe
en Cristo. Cristo hizo hincapié en el en-
tendimiento como parte de la salvación,
usando la palabra cinco veces en un
solo pasaje (Mt 13.13-15, 19). Ahí Él
hablaba del juicio de la nación que re-
chazó a su Mesías, un juicio que tomó
forma al hablarles por parábolas para
que “con el corazón [no] entiendan, y
se conviertan, y yo los sane” (Mt 13.15).
Asimismo, la única “tierra” salvífica era
la “buena tierra, [y] este es el que oye
y entiende la palabra, y da fruto” (Mt
13.23).
El libro de los Hechos está intercalado
con casos de salvación instructivos. Se
ve un patrón en el hecho de que todos
están centrados en Cristo y su obra en
la cruz, sucedieron en una ocasión es-
pecífica, por medio de la Palabra, por
el poder del Espíritu Santo, con una
ausencia de tácticas humanas para que
las personas fuesen salvas. Nadie fue
salvo por repetir una oración, pasar al
frente, levantar la mano, contestar “sí”
a las dos partes de Romanos 10.9, un
versículo que aún no estaba escrito en
aquel entonces. “Creer” es la palabra
más común en Hechos para describir la
salvación de las personas. La fe implica
disposición, pero no por eso se predica-
ba: “Decídete por Cristo”. Su creer fue
precedido por el anuncio del Evangelio,
porque “¿Cómo creerán en aquel de
quien no han oído?” (Ro 10.14). “La fe
es por el oír (entender), y el oír, por la
palabra de Dios” (Ro 10.17). Creer a
Dios es estar convencido de la verdad
Hoyos en las redes
Parte 5
por Tomás Kember
Marion, EE.UU.
de lo que Dios dice en su Palabra. Creer
en Cristo, el enfoque supremo de la
salvación, es la consecuencia lógica de
esto.
Para Pablo, Silas, Timoteo y Lucas, sin
duda fue un gran gozo escuchar de la
salvación de Lidia, la primera persona
salva en el continente europeo. Lucas
lo describe de una forma única: “El Se-
ñor abrió su corazón para que recibiera
lo que Pablo decía” (Hch 16.14 NBLA).
Aunque a veces el corazón se refiere a
la disposición, pareciera que aquí signi-
fica el entendimiento. Lidia, como todo
pecador, tenía una responsabilidad en
cuanto a su propia disposición, pero
solo el Señor le podía abrir el entendi-
miento. Pablo estaba satisfecho con la
realidad de su salvación, o no la hubiera
bautizado. Consciente de esto, Lidia
dijo: “Si (o “Ya que”) consideráis sincera
mi fe en el Señor, os ruego que os hos-
pedéis en mi casa” (Hch 16.15 RV 2020).
El Señor abrió su corazón, y ella abrió
su casa para hospedar a estos mensaje-
ros de la cruz.
En esta serie de cinco pequeños e in-
completos escritos titulados “Hoyos en
las redes” hemos tratado de ver, a la
luz de las Escrituras, algunas tendencias
erróneas en nuestra evangelización. La
advertencia de no predicar otro Evan-
gelio diferente al que predicaron los
apóstoles (Gá 1.8-9) es solemne y sigue
estando aún vigente. Hacer que el oyen-
te se centre demasiado en su fe puede
guiarlo a una salvación egocéntrica y no
Cristocéntrica. El tercer escrito explicó
que “corazón” en la Biblia no expresa
tanto sentimiento, o sinceridad, sino
entendimiento, y que el uso popular de
Romanos 10.9 muchas veces es un abu-
so de este texto y del alma que busca
paz con Dios. En el cuarto escrito, trata-
mos con varios errores tales como re-
ducir la salvación a una oración, qué
significa confesar los pecados, y que
“entregar el corazón o vida a Cristo” no
es la manera de ser salvo.
No queremos crear confusión, o peor,
dejar a las personas con una falsa sal-
vación. ¿Qué pasa con las asambleas
cuando personas no salvas forman par-
te de ellas? Además, de manera desa-
percibida, la asamblea que existe para
defender la verdad (1 Ti 3.15) puede
contribuir a la erosión de ella. En el
principio “perseveraban en la doctrina
de los apóstoles” (Hch 2.42), que abar-
ca “el glorioso evangelio del Dios ben-
dito” (1 Ti 1.14). Judas nos exhorta a
contender “ardientemente por la fe
(incluso el Evangelio) que ha sido una
vez dada a los santos” (Jud 1.3). Cuide-
mos nuestra evangelización para poder
decir con Pablo: “Estoy limpio de la
sangre de todos” (Hch 20.26).
Mensajero Mexicano 2

COSMOVISIÓN
La perspectiva cristiana
de nuestra sociedad
A parte de la resurrección de Cristo,
ninguna verdad ha sido tan difa-
mada por la mente racional y
orientada a lo científico como la del
nacimiento virginal de nuestro Señor
Jesucristo. A pesar de que se cante de
ella en villancicos navideños, se recite
en credos, se represente en pesebres
y se use como tema de ilustraciones
sentimentales en tarjetas de Navidad,
las encuestas revelan que la mayoría de
los que dicen ser “cristianos” no creen
realmente en esta verdad.
Por otro lado, si en verdad fuera cierto,
sus implicaciones afectarían el mundo
entero y determinarían la eternidad.
Esto es mucho más que una cuestión
de vida y muerte; es una cuestión de
vida eterna y muerte eterna. Resulta
poco sorprendente que el presentador
de televisión Larry King haya dicho que,
si fuera verdad, definiría la historia
para él.
Antes de proceder, tenemos que distin-
guir entre la encarnación y el nacimien-
to virginal. La “encarnación” quiere
decir que el Señor Jesús existía antes de
la concepción en el vientre y que volun-
tariamente participó de carne y sangre
(Heb 2.14). Él “se encarnó” a sí mismo.
Ninguno de nosotros jamás fue encar-
nado; somos el resultado de una con-
cepción natural. El nacimiento virginal
no fue el descenso a la humanidad,
sino el medio por el cual Él entró en el
mundo. Su descenso de la gloria de la
Deidad eterna al vientre de María fue
su encarnación.
Lo que la Escritura trata como el naci-
miento virginal es que el Señor Jesucris-
to nació sin la participación humana de
un varón. Él es completamente hombre
y de la simiente de María, pero José,
como veremos, no tuvo parte en su
concepción.
Él debe venir “en semejanza de carne
de pecado” (Ro 8.3), pero a la vez estar
totalmente libre de cualquier tacha de
El nacimiento virginal
pecado. A los teólogos católicos roma-
nos les costó comprender esto y por lo
tanto inventaron la doctrina de la “con-
cepción inmaculada”, en la cual plan-
tearon que era María la que no tenía
pecado. Así, ella no le pasó una natura-
leza pecaminosa a su descendencia. Ob-
viamente, esto simplemente le asignó
a una generación anterior el problema
de una humanidad impecable, además
de ser una idea que no es congruente
con la Escritura.
La humanidad intachable del Señor Je-
sús fue efectuada por la sombra cubri-
dora del Espíritu de Dios en el momento
de la concepción (Lc 1.35). No podemos
aventurarnos a decir más de lo que la
Escritura afirma.
La gente niega la posibilidad de un na-
cimiento virginal con base en un razo-
namiento claramente científico. En la
naturaleza, cuando hay un nacimiento
en donde no participan macho y hembra
–reproducción hermafrodita– la prole
siempre es hembra. En el engendra-
miento humano, no hay una base cien-
tífica que le permita a una mujer con-
cebir sin el aporte varonil. Adán fue
creado, Eva fue formada, y todo ser
humano que ha entrado en el mundo
desde ese entonces lo ha hecho por
engendramiento natural. Venir por me-
dio de un nacimiento virginal implicaría
evitar y anular todas las leyes de engen-
dramiento, y esto es exactamente lo
que sucedió. El Dios que creó aquellas
leyes es capaz de obrar por encima de
ellas cuando Él quiera.
Debemos evitar toda especulación al
tratar el tema, y escoger nuestras pala-
por el Dr. A. J. Higgins
Barrington, EE.UU.
(Truth & Tidings - Usado con permiso)
bras cuidadosamente. Además, debe-
mos expresarnos clara y directamente
donde la Escritura es clara y directa.
Podemos considerar esta verdad a la
luz de diversas fuentes:
El resumen del pasado
No basamos la doctrina en los credos
de los diferentes concilios de la historia
temprana del cristianismo. Nuestra fe
se basa exclusivamente en la Palabra
de Dios. El valor de los “credos” y los
escritos de aquellos tiempos es que
nos revelan lo que creían los cristianos
que estaban mucho más cerca del even-
to que lo que estamos nosotros, a saber,
dos milenios. Estos “padres de la Igle-
sia”, así llamados, sintieron la necesidad
de delinear las verdades del cristianis-
mo cuando estaban siendo atacadas
por falsas doctrinas.
Ignacio de Antioquía defendió el naci-
miento virginal y la verdadera humani-
dad de Cristo contra la enseñanza
gnóstica en el año 110. Justino Mártir
escribió en defensa de ello unos cin-
cuenta años después. En el segundo
siglo había un credo bautismal que
decía: “Nacido del Espíritu Santo y la
Virgen María”. Los escritos de hombres
como Ignacio y otros mostraron una
creencia inquebrantable en el nacimien-
to virginal de Cristo. Todos los concilios
y credos de los primeros cinco siglos de
la historia cristiana afirman la centrali-
dad de esta doctrina.
La señal del profeta
Comprender el trasfondo de Isaías 7 es
vital en cualquier intento por entender
Mensajero Mexicano 3
la profecía que Isaías le dio al rey Acaz.
El rey de Siria, Rezín, y el rey de Israel,
Peka, conspiraron para atacar a Acaz en
Judá y quitarle el trono al linaje de David.
Su meta era instalar su propio rey, el
hijo de Tabeel. Esta crisis probó la fide-
lidad de Dios a su pacto con David. No
obstante la maldad de Acaz, Dios inter-
vino. Su honor y propósito estaban en
juego, no el bienestar de Acaz.
Llegó Isaías para asegurarle a Acaz que,
a pesar del complot, los enemigos de
Judá serían derrotados (Is 7.7-9). En mi-
sericordia condescendiente, Dios le
ofreció una señal a Acaz, pero éste la
rechazó con fingida humildad (vv 10-12).
En respuesta, el Señor le dijo que daría
una señal. Y, dio la señal del nacimiento
por una virgen: “He aquí que la virgen
concebirá, y dará a luz un hijo, y llama-
rás su nombre Emanuel” (v. 14).
Los teólogos discuten sobre el sentido
de “virgen”; algunos insisten en que
puede referirse a una doncella y que
no se limita a una virgen. Cuando los
eruditos judíos tradujeron el Antiguo
Testamento al griego (la Septuaginta),
usaron el término griego postenos, que
es, sin discusión, la palabra para “virgen”.
El término hebreo alma se emplea
nueve veces en el Antiguo Testamento
y en ocho de ellas su uso se refiere a
una virgen. Por inspiración, Mateo 1.23
lo cita como “virgen”, para apoyar el
mensaje angelical de los versículos 20 y
21, y para nosotros esto resuelve todos
los argumentos. Emanuel, Dios con no-
sotros, sería el nombre del niño nacido
de la virgen.
El significado de la señal para Acaz y
para nosotros es que, aun cuando el
enemigo estaba a la puerta con la inten-
ción de poner fin al linaje de David, Dios
estaba obrando en función de los siglos
por delante y prometiendo un Hijo que
nacería de una virgen y ocuparía aquel
trono. La promesa de Dios a David esta-
ba siendo asegurada; Acaz podía confiar
en la Palabra de Dios.
He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y llamarás su nombre
Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros.
Mateo 1.23
La firma del médico
El relato más amplio y claro del naci-
miento virginal del Señor Jesucristo es
el que nos da Lucas, el médico amado.
Él es el que escribió del encuentro entre
Gabriel y María en Lucas capítulo 1. Es
Lucas quien nos dice que ella era virgen
(v. 27), y que ella dijo: “No conozco va-
rón” (v. 34). Es solamente Lucas quien
nos da el detalle de cómo ocurriría el
nacimiento. Su narración sugiere tam-
bién cómo el Espíritu impidió cualquier
transmisión de la humanidad pecami-
nosa a la humanidad del Señor Jesucris-
to al escribir: “El Espíritu Santo vendrá
sobre ti (el poder sobrenatural de su
concepción), y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra (su preservación
sobrenatural en la concepción) ... el
Santo Ser que nacerá será llamado Hijo
de Dios” (v. 35). Esta es la respuesta an-
gelical a la pregunta de María: “¿Cómo
será esto? pues no conozco varón”. La
respuesta angelical aclara que sucedió
totalmente aparte de cualquier inter-
vención humana.
Debemos evitar el peligro de pensar
que los médicos del primer siglo no sa-
bían cómo ocurre una concepción, o
que en su simplicidad eran propensos a
aceptar y creer historias que, con el co-
nocimiento que tenemos ahora, sabe-
mos que son imposibles. Entre los
griegos y los romanos con su mitología
e idolatría, ellos crearon leyendas fan-
tasiosas de dioses que descendieron a
la tierra para cometer actos inmorales
y hechos vengativos. Esto no guarda
ningún parecido con el informe de Lu-
cas. Aquí no hay nada del hombre crean-
do a Dios a su propia imagen, sino todo
lo contrario. Él era “santo” al nacer.
Lucas, el médico, “firmó” el acta de na-
cimiento del Señor Jesús y reconoció
que era totalmente singular.
Los eruditos han verificado la precisión
histórica del relato de Lucas siempre
que ha sido posible comprobar sus es-
critos. Él era un historiador exhaustivo
que investigaba y documentaba sus re-
sultados con el máximo esmero.
La sintaxis del pasaje
La precisión y exactitud de la Palabra
de Dios es motivo de adoración. No
adoramos a la Palabra de Dios, sino al
Dios de la Palabra.
Mateo 1.16 es un pasaje asombroso
en su precisión. En todos los versículos
anteriores que detallan la genealogía
del Señor Jesús a través de José, su pa-
dre legal, la fórmula es invariable: este
hombre engendró a este hijo, y así suce-
sivamente. El patrón no varía desde el
v. 2 hasta el v. 15. Es así como los varo-
nes engendran a varones. Sin embargo,
cuando llegamos al v. 16 encontramos
una diferencia. Jacob engendró a José,
conforme a todos los otros nacimientos
y generaciones, pero no dice que José
engendró a Jesús. Más bien, el Espíritu
de Dios cambia la forma y al hacerlo
protege y verifica el nacimiento virginal:
“José, marido de María, de la cual nació
Jesús, llamado el Cristo” (1.16).
Para apreciar plenamente la maravilla
de este versículo, debemos tomar en
cuenta una cosa evidente en el texto:
“la cual” es femenino, no masculino. El
Espíritu de Dios nos está diciendo (y yo
diría que lo hace a gritos) que José no
tuvo parte en esta concepción y naci-
miento. “La cual” vincula el proceso
solamente a María. Fue único entre los
nacimientos anteriores y los que ven-
drían después. Participó solamente una
mujer y no un varón. José actuó como
padre legal al darle su nombre al niño
(v. 24), pero aparte de esto, no intervino
de manera alguna en la concepción del
Señor Jesús.
La Escritura según el publicano
El testimonio de Mateo sobre el naci-
miento virginal es de sumo valor. Junto
con la confirmación gramatical ya men-
cionada, Mateo registra la reacción de
José a la concepción (1.19), una reacción
que garantiza que él no tuvo nada que
ver con aquella concepción. Nos cuenta
del mensaje angelical que le fue dado
para tranquilizarlo: “Lo que en ella es
engendrado, del Espíritu Santo es”
(v. 20), y luego nos asegura que todo
esto era congruente con el anuncio he-
cho por medio de Isaías siete siglos
antes acerca del hijo de una virgen (Is
7.14).
Como si fuera para confirmar todo,
Mateo agrega, en cuanto a José, que
él “no la conoció hasta que dio a luz a
su hijo primogénito” (v. 25). Aunque
Mateo no nos da los mismos detalles
Mensajero Mexicano 4
que Lucas, su narración corrobora todo
lo que Lucas dice y añade otra perspec-
tiva sobre el nacimiento virginal a través
de los ojos de José.
La relevancia de la verdad
Como se ha sugerido en el artículo has-
ta este punto, la verdad del nacimiento
virginal de Cristo es crucial para nuestra
salvación. Aunque no he tratado esta
verdad adicional, se puede ver que su
auténtica humanidad es vital para su
ministerio en este momento como nues-
tro Sumo Sacerdote. Si no fuera hombre
en verdad, no podría ser un Redentor
cercano. Tenía que ser “la simiente de
la mujer” y tener una naturaleza hu-
mana sin caída y santa para poder redi-
mirnos.
El vientre de María no fue un instru-
mento pasivo por medio del cual Él vino;
Él fue “nacido de mujer” (Gá 4.4). Era
“del linaje de David” (Ro 1.3). Es de un
todo hombre y en verdad es el Hombre
como Dios quería que el hombre fuera.
Él es el Hombre perfecto con auténtico
espíritu, alma y cuerpo. Vino a nuestro
mundo por la vía del nacimiento virgi-
nal, sin tacha alguna de pecado.
Sin embargo, Él debe ser Deidad tam-
bién si va a ser un Mediador entre Dios
y el hombre. Debe ser Deidad para que
su obra en el Calvario sea suficiente
para toda la humanidad y, de hecho,
suficiente para toda la creación. Sola-
mente un sacrificio de valor infinito
podría dar satisfacción infinita por la
afrenta infinita de nuestros pecados al
trono y el carácter de Dios. Un sacrificio
que no fuera deidad no lograría una
expiación completa.
Él no es, como algunos lo llaman, el
Dios-hombre, en el sentido de mitad
Dios y mitad hombre. El misterio de la
unión hipostática es que Él es plena-
mente Dios y plenamente hombre; dos
naturalezas en una misma persona. Es
el hombre santo que vino por encarna-
ción sobrenatural, fuera de toda inicia-
tiva humana, concebido en el vientre
de María por el poder del Espíritu de
Dios y nacido en Belén.
Señal dada por Dios mismo
a un mundo pecador:
en Belén humilde virgen
dio a luz al Salvador.
Es Jesús el señalado
quien te vino a buscar.
Es Jesús y ningún otro
quien te puede hoy salvar.
E
l domingo 3 de diciembre de 1967,
el cirujano Christiaan Barnard tras-
plantó con éxito el corazón de un
ser humano a otro ser humano. En el
año 2021, se realizaron poco más de
9000 trasplantes de corazón entre seres
humanos en el mundo entero.
Algunas estadísticas indican que el 88%
de los pacientes con trasplante de cora-
zón sobreviven el primer año luego de
la cirugía y 75% sobreviven por años
luego del trasplante. Son múltiples las
razones que pueden llevarlo a uno a
necesitar una cirugía tan riesgosa, pero
siempre se llega a la conclusión de que
“el problema está en el corazón”.
Espiritualmente hablando, el Señor Je-
sucristo dijo en una ocasión que “de
dentro, del corazón de los hombres,
salen los malos pensamientos, los adul-
terios, las fornicaciones, los homicidios,
los hurtos, las avaricias, las maldades,
el engaño, la lascivia, la envidia, la ma-
ledicencia, la soberbia, la insensatez.
Todas estas maldades de dentro salen,
y contaminan al hombre” (Mr 7.21-23).
El Señor Jesucristo nos da una lista de
al menos trece maldades que pueden
salir del corazón. Por afuera todo apa-
renta estar bien, pero el problema del
pecado está adentro. El problema del
pecado está en el “corazón”.
Las religiones del mundo procuran cam-
biar al ser humano de afuera hacia
adentro, comenzando por las aparien-
cias con reglas, ritos, ceremonias y más,
con la esperanza de que eso ayude a la
persona a tener una “mejor relación”
con Dios. Pero se les olvida que el pro-
blema está en el corazón. Y eso se debe
al pecado.
El problema
está en el
corazón
por Timothy Turkington
Cancún, México
En cambio, Dios, por medio del Evange-
lio, nos presenta la única solución a
este problema del pecado. Dios nos
enseña en su Palabra que el corazón
está esclavizado por el pecado. Jesús
dijo: “De cierto, de cierto os digo, que
todo aquel que hace pecado, esclavo es
del pecado” (Jn 8.34).
El pecado mantiene el corazón de los
seres humanos engañados y luego los
endurece. La Biblia nos advierte: “nin-
guno de vosotros se endurezca por el
engaño del pecado” (Heb 3.13). También,
el pecado ocasiona que el corazón del
ser humano se entretenga y se haga
enemigo de Dios, porque “todos no-
sotros vivimos en otro tiempo en los
deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensa-
mientos, y éramos por naturaleza hijos
de ira, lo mismo que los demás” (Ef 2.3).
Por medios humanos no hay ninguna
solución para el pecado. “Aunque te la-
ves con lejía, y amontones jabón sobre
ti, la mancha de tu pecado permanecerá
aún delante de mí, dijo Jehová el Señor”
(Jer 2.22).
Cristo es la única solución a todo este
problema crítico y condenatorio del pe-
cado. Él es el único que nació y que no
tuvo un corazón contaminado por el
pecado. “Y sabéis que él apareció para
quitar nuestros pecados, y no hay peca-
do en él” (1 Jn 3.5). Para poder quitar
los pecados tuvo que dar su vida en la
cruz por los pecadores. Por eso dice la
Biblia que “la sangre de Jesucristo su
Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn
1.7).
Es nuestra oración que estos versículos
lo ayuden con el problema del pecado
que está en el corazón. 
Mensajero Mexicano 5
 EN Romanos
EL USO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
(Parte 1)
D esde los primeros versículos de la
epístola, el apóstol quiere hacer
saber a sus lectores que todo lo
que va a decirles acerca del “evangelio
de Dios” tiene su base en “las santas
Escrituras” (Ro 1.2), es decir, el Antiguo
Testamento. De esta manera vemos que
el patrón que hemos considerado en el
evangelio de Mateo y los escritos de Lu-
cas es el mismo que sigue el apóstol
Pablo. En otras palabras, los autores del
Nuevo Testamento entendían y enseña-
ban la historia de la Biblia de la misma
manera que los profetas.
Para algunos este punto es obvio, pero
debemos estar conscientes de que exis-
te una abundancia de literatura moderna
que quiere contar otra historia. Lamen-
tablemente, el día de hoy es común
encontrar la enseñanza del “reemplazo”,
o la “exclusión” de Israel como nación.
Dependiendo del autor, se explica de
diversas formas, pero lo que todos tie-
nen en común es la idea de que Israel
fue reemplazado por Cristo y que todos
los que creen en Él forman parte de una
“nueva Israel”. La conclusión inevitable
de esta interpretación es la exclusión
de la nación de Israel como una entidad
nacional y étnica al convertirla a una
entidad teológica (la idea de que Israel
ahora está compuesta de cualquier per-
sona judía o gentil que es llamada por
Dios). Esto no quiere decir que estos
autores, muchos de los cuales son fieles
hermanos en Cristo, inventaron estas
ideas de la nada. Esta enseñanza toma
en cuenta la verdad de la representación
de Israel en la persona de Cristo, que es
“el israelita verdadero y perfecto”. Sin
embargo, estiran esta verdad de tal for-
ma que termina pareciendo algo que no
se encuentra en la Biblia. En otras pala-
bras, estos teólogos (y, según ellos, inclu-
so los mismos apóstoles) cuentan una
historia distinta a la que contaron los
profetas. Se transforma en una historia
de promesas dadas a una nación física
que después son reinterpretadas para
ser atribuidas a un cuerpo espiritual, o
sea, a la iglesia.
Además, para llegar a esta conclusión
se tiene que establecer que Pablo y los
otros autores cambiaron el significado
literal del Antiguo Testamento. Uno de
los objetivos de esta serie ha sido el de
proporcionar pruebas bíblicas de lo con-
trario. Queremos iluminar la verdad de
la armonía de las Escrituras, tanto en el
sentido más amplio (por ejemplo, no só-
lo que Dios salva en los dos testamentos,
sino que salva al hombre de la misma
manera en ambos), como también en
cuanto a los detalles. Queremos mostrar
la congruencia completa que hubo entre
la interpretación de los profetas y la de
los apóstoles. Nuestro deseo es demos-
trar que tanto los profetas como los
apóstoles interpretaban de manera lite-
ral, gramatical e histórica, sin apoyarse
en formas metafóricas o simbólicas de
interpretación cuando no se trata de
enseñanza apocalíptica. Según esta
manera de interpretación, la conclusión
a la que llegamos es que el pueblo de
Israel no se reemplaza ni se transforma,
ni mucho menos se excluye de las pro-
mesas que le fueron dadas en el Antiguo
Testamento. El hecho de que nos bene-
ficiamos de las promesas del nuevo pac-
to por medio de Cristo no significa que
somos israelitas. Todos somos salvos en
Cristo por medio de la fe, sin que un
gentil se convierta en israelita ni se
apropie de su identidad. No se puede
mejorar la precisión del profeta Isaías
cuando escribe que Dios dijo: “Poco es
para mí que tú seas mi siervo para levan-
tar las tribus de Jacob, y para que res-
taures el remanente de Israel; también
te di por luz de las naciones, para que
seas mi salvación hasta lo postrero de
la tierra” (Is 49.6). Dios no quiere que
formemos una nueva Israel de entre los
gentiles, sino que ambos, Israel y los
gentiles, busquen a Cristo por fe.
Para ver los dos ejemplos principales de
esta epístola tenemos que dividir este
tema en tres artículos. En el próximo
número quisiera ver la menos polémica
de las dos citas: el uso de Habacuc 2.4
en Romanos 1.17. El último artículo se
por Jonatán Seed
Guadalajara, México
dedicará al crux interpretum1 de toda
la epístola (y para algunos, de toda la
Biblia), o sea, el uso de Isaías 59.20 en
Romanos 11.26.
En la primera (1.17) de las aproximada-
mente 58 citas del Antiguo Testamento,
Pablo cita a Habacuc para confirmar el
principio eterno de la salvación. No es
un viejo principio retroadaptado para
poder incluir a los incircuncisos, sino
el mismo principio practicado desde el
libro de Génesis hasta el día de hoy. En
Romanos 11.26 veremos cómo Pablo
cita a Isaías para afirmar una promesa
de salvación para la nación de Israel que
jamás ha sido anulada.
La Biblia es una historia que fue revelada
de manera progresiva, pero la trama de
la historia siempre fue la misma: la re-
dención del hombre por medio de Cristo
para la gloria del Padre (Ro 11.36; 1 Co
8.6). Llegando al final de la epístola el
apóstol reitera su perspectiva del papel
de Cristo en la historia del mundo: “Pues
os digo, que Cristo Jesús vino a ser sier-
vo de la circuncisión para mostrar la
verdad de Dios, para confirmar las pro-
mesas hechas a los padres” (Ro 15.8).
Note que dice “para confirmar las pro-
mesas”, no “para reinterpretarlas”. Sea-
mos intérpretes fieles y precisos como
Simeón, que esperó el cumplimiento
de una promesa literal y la recibió de la
misma manera.
“Simeón tomó al Niño en sus brazos, y
bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor,
permite que Tu siervo se vaya en paz,
conforme a Tu palabra; porque mis ojos
han visto Tu salvación la cual has pre-
parado en presencia de todos los pue-
blos; Luz de revelación a los gentiles, y
gloria de Tu pueblo Israel” (Lc 2.28-32
NBLA).
(continuará)
1 Un versículo que es reconocido como
difícil de interpretar y entender.
Mensajero Mexicano 6

Joven,
a ti te digo...
¿Sabías que, en el pasado, hubo perso-
nas que estuvieron cara a cara con el
Señor? Y a raíz de esos encuentros sus
vidas cambiaron radicalmente. En el
artículo anterior meditamos en cómo
Jacob estuvo cara a cara con el Señor
y se aferró a Él hasta que su vida fue
cambiada. Ahora veremos cómo Josué
vio al Señor cara a cara y terminó
postrándose ante Él.
El pasaje es Josué 5.13-15: “Estando Jo-
sué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio
un varón que estaba delante de él, el
cual tenía una espada desenvainada en
su mano. Y Josué, yendo hacia él, le di-
jo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros
enemigos? Él respondió: No; mas como
el Príncipe del ejército de Jehová he ve-
nido ahora. Entonces Josué, postrándo-
se sobre su rostro en tierra, le adoró; y
le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo?
Y el Príncipe del ejército de Jehová res-
pondió a Josué: Quita el calzado de tus
pies, porque el lugar donde estás es
santo. Y Josué así lo hizo”.
Después de la muerte de Moisés, Dios
levantó a Josué como nuevo líder. Los
israelitas comenzaron a avanzar para
tomar posesión de la Tierra Prometida.
El primer territorio era Jericó, pero
Josué (el comandante del ejército de
Israel) debía tener un encuentro con el
Comandante divino.
Cerca de Jericó, Josué alzó sus ojos ¡y
vaya sorpresa! Lo que menos esperaba
era ver a un varón con una espada
desenvainada. ¡Cuántas veces el Señor
viene a nosotros cuando menos lo espe-
ramos! Vino a los discípulos en medio
de la tormenta. Vino a Jacob para luchar
con él. ¡Y ahora se presenta ante Josué!
Llama la atención que el Señor tenía una
espada desenvainada. La espada simbo-
liza juicio. ¿Sabes? Hubo otro hombre
que vio al Señor con una espada desen-
vainada: Balaam (lee Números 23). ¿La
diferencia? Balaam fue reprendido por
¿Has estado
cara a cara
con el Señor?
Josué
por José Manuel Díaz
Veracruz, México
su pecado y cayó de bruces al suelo. En
cambio, Josué vio al Señor y terminó
postrado en adoración. Si viéramos al
Señor cara a cara, ¿nos pasaría lo mismo
que a Balaam o que a Josué?
Al verlo, Josué le pregunta: “¿Eres de
los nuestros, o de nuestros enemigos?”.
Me gusta la paciencia de Josué. Él no
se lanza al ataque imprudentemente. Él
espera y averigua. Josué fue paciente.
Querido joven, la paciencia es muy im-
portante. Cuidado con los arrebatos o
con el actuar imprudentemente. Para
cada momento de nuestras vidas lo
mejor es ser paciente.
La respuesta del Señor es sorprendente:
“Como el Príncipe del ejército de Jeho-
vá he venido ahora”. Él venía como el
Comandante del ejército de Jehová,
pues debía guiar a los israelitas a la vic-
toria. Pero, en ocasiones Él viene a no-
sotros como el buen Pastor que cuida y
alimenta a sus ovejas. En otras ocasio-
nes, Él viene como la Luz del mundo y,
por su gracia, nos ayuda también a ser
luz a otros por medio del Evangelio.
También Él es nuestro Libertador y nos
libera del pecado. Como Príncipe del
ejército de Jehová, Él venía para darles
la victoria a los israelitas.
Cuando Josué entendió que estaba cara
a cara con el Señor, “postrándose sobre
su rostro en tierra, le adoró”. Un joven
judío como Josué sólo se postraría ante
Dios. Postrarse ante cualquier persona
sería una blasfemia. Pero Josué enten-
dió que aquel varón era Dios mismo y,
postrándose, lo adoró. Querido joven,
Mateo 18.20 dice: “Donde están dos
o tres congregados en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos”. ¡Cuán
bueno sería que, desde tu juventud,
pudieras comprender la importancia
y seriedad de estar delante de la pre-
sencia del Señor en las reuniones!
Recuerda que ahí, en medio de la asam-
blea, el Señor ha prometida su
presencia.
¿Qué hizo Josué? Inmediatamente se
puso a su servicio: “¿Qué dice mi Señor
a su siervo?”. Esa debe ser la actitud
de todo creyente: estar dispuesto a
escuchar lo que el Señor tiene que
decirnos, y hacer lo que Él quiere que
hagamos.
¿Qué quería el Señor de Josué? Sólo
una cosa: su adoración. “Quita el calza-
do de tus pies, porque el lugar donde
estás es santo”. Eso era lo que el Señor
deseaba de Josué: adoración. Pero ¿por
qué quitarse el calzado? ¿Sabes? El cal-
zado es lo que nos conecta con este
mundo. En la presencia del Señor hay
que despojarse de todo aquello del
mundo que nos contamina espiritual-
mente.
“Y Josué así lo hizo”. Josué tuvo la acti-
tud correcta. Fue obediente. Dos ver-
sículos después, leemos que Dios había
entregado Jericó en su mano, incluso
antes de pelear. La batalla había sido
ganada por medio de su adoración al
Señor y obediencia a su Palabra. Cual-
quier batalla espiritual será ganada
únicamente por medio de la adoración
al Señor y la obediencia a su Palabra.
Como dice el himno:
Obedecer y confiar en Jesús,
es la senda marcada
para andar en la luz.
Mensajero Mexicano 7
 Contemplemos a Cristo
La ascensión de Jesucristo
L os apóstoles se quedaron mirando
al cielo con tanta atención que
quizás no se dieron cuenta del mo-
mento en que dos varones con vestidu-
ras blancas, evidentemente ángeles,
habían aparecido junto a ellos. Unos
momentos antes su Señor había contes-
tado su pregunta sobre la restauración
del reino a Israel y en seguida comenzó
su ascensión cuando una nube, posi-
blemente la Shekinah, lo recibió, ocul-
tándolo así de su vista (Hch 1.6-9). Los
dos varones les preguntaron a los sor-
prendidos apóstoles: “¿Por qué estáis
mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como le habéis visto ir al cielo”
(v. 11). Jesucristo había ascendido, un
hecho que, de los cuatro evangelistas,
solo Marcos y Lucas registran, ambos
en sus evangelios y en el libro de los
Hechos.
¿De dónde ascendió?
Lucas identifica el lugar al mencionar
que “entonces volvieron a Jerusalén
desde el monte que se llama del Olivar,
el cual está cerca de Jerusalén, camino
de un día de reposo” (Hch 1.12). El
monte de los Olivos es un lugar impor-
tante en la historia de la nación de
Israel. Está relacionado con el rechazo
del rey David, figura del Señor Jesucris-
to, cuando se vio obligado a huir de
Jerusalén por el atentado de su hijo
Absalón. “Y David subió la cuesta de los
Olivos; y la subió llorando, llevando la
cabeza cubierta y los pies descalzos”
(2 S 15.30). En la profecía de Ezequiel,
cuando la gloria de Jehová va abando-
nando el templo por el pecado de Judá,
el último lugar donde es vista parece
ser el monte de los Olivos. “Y la gloria
de Jehová se elevó de en medio de la
ciudad, y se puso sobre el monte que
está al oriente de la ciudad” (Ez 11.23;
véase también Ez 9.3; 10.4,18,19). Al
meditar en ese pasaje, uno no puede
dejar de pensar en el Señor, el cual es
“el resplandor de su gloria” (Heb 1.3),
y sus movimientos entre los hombres,
que culminaron en su ascensión desde
el monte de los Olivos.
En el Nuevo Testamento, el monte de
los Olivos era un lugar frecuentado por
el Señor mismo. Cuando dio su discurso
sobre la destrucción del templo y las
señales de su segunda venida, estaba
sentado en el monte de los Olivos
(Mr 13.3). También fue el lugar donde
comenzó su entrada a Jerusalén y su
subsecuente presentación a Israel como
su Rey y Mesías (Mt 21.1-17).
En los últimos tiempos, cuando todas
las naciones se reunirán contra la nación
de Israel para destruirla, este mismo
Jesús vendrá al monte de los Olivos
para pelear contra esas naciones y sal-
var a Israel. “Y se afirmarán sus pies en
aquel día sobre el monte de los Olivos,
que está en frente de Jerusalén al orien-
te; y el monte de los Olivos se partirá
por en medio, hacia el oriente y hacia
el occidente, haciendo un valle muy
grande; y la mitad del monte se aparta-
rá hacia el norte, y la otra mitad hacia
el sur” (Zac 14.4; véase también Zac
14.1-8).
¿A dónde ascendió?
Lucas sólo dice que “fue llevado arriba
al cielo” (Lc 24.51). Cuando considera-
mos la adoración del Cordero en Apoca-
lipsis 5.6-14, sólo podemos imaginarnos
cómo habrán reaccionado los redimi-
dos, los ángeles y todos los seres celes-
tiales cuando el gran Vencedor de la
muerte, que se había ausentado del
cielo para hacer la obra de la redención,
regresó triunfante. Si hay mucho gozo
en el cielo por un pecador arrepentido,
por Jasón Wahls
El Barril, México
¿cuánto más en el día de la ascensión
del Señor?
Marcos especifica exactamente dónde
en el cielo, al decir que “fue recibido
arriba en el cielo, y se sentó a la diestra
de Dios” (Mr 16.19). Observemos que,
en el Nuevo Testamento, cuando se
habla de Cristo a la diestra de Dios está
relacionado con:
1. Su exaltación: “Así que, exaltado
por la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del
Espíritu Santo, ha derramado esto
que vosotros veis y oís” (Hch 2.33;
véase también Hch 5.31).
2. Su intercesión: “¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió;
más aun, el que también resucitó,
el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por
nosotros” (Ro 8.34).
3. La redención: “Ahora bien, el punto
principal de lo que venimos diciendo
es que tenemos tal sumo sacerdote,
el cual se sentó a la diestra de la
Majestad en los cielos” (Heb 8.1).
Más adelante en Hebreos dice que
Cristo “entró una vez para siempre
en el Lugar Santísimo, habiendo
obtenido eterna redención” (9.12).
4. La santificación: Lea Hebreos 10.10-
14, y compare con Hebreos 1.3,
Efesios 1.20 y Colosenses 3.1, que
también mencionan a Cristo a la
diestra de Dios.
Después de presenciar la ascensión del
Señor al cielo los apóstoles regresaron
a Jerusalén, pero no sin antes adorarlo:
“Ellos, después de haberle adorado,
volvieron a Jerusalén con gran gozo”
(Lc 24.52). Ojalá que también sea
nuestra porción al contemplar su as-
censión.
Mensajero Mexicano 8
 Preguntas
En los capítulos 10 al 12 de Juan, ¿a qué se refieren las menciones de que Cristo iba a “congregar en uno” a
través de su muerte?
En el capítulo 10 el énfasis está en las
ovejas alejadas. “También tengo otras
ovejas que no son de este redil; aquellas
también debo traer, y oirán mi voz; y
habrá un rebaño, y un pastor” (Jn 10.16).
Es importante notar que el contexto de
lo que precede trata de un ciego sana-
do, pero luego expulsado de la sinagoga
por los fariseos por haberse atrevido a
testificar sobre lo que el Señor le había
hecho. Rechazado por los líderes judíos,
creyó en el Hijo de Dios y lo adoró
(9.38). El mismo que se identifica como
el buen Pastor habla de su deseo por
las ovejas y la bienvenida que les extien-
de. Nuestro versículo arriba habla de
ovejas “de este redil” que pertenecen
a la nación de los judíos, y habla de
“otras ovejas”, que son de las naciones
gentiles.
“Habrá un rebaño”. No las trae al redil
del judaísmo, ni al de los gentiles, sino
a otro rebaño completamente diferen-
te. Este rebaño se identifica como la
iglesia en que, “de ambos pueblos
[Cristo] hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación… juntamente
edificados para morada de Dios en el
Espíritu” (Ef 2.14, 22). “Un pastor”. El
rebaño deriva su carácter distinto del
que las ha traído. En el v. 15 apenas
había dicho que “el buen pastor su vida
da por las ovejas”. Sería por medio de
su muerte y rechazo que traería a las
ovejas alejadas.
En contraste con los líderes que echa-
ban fuera a las ovejas (9.34) y éstas no
les importaban (v. 13), el buen Pastor
las trae a sí mismo.
En el capítulo 11 el énfasis está en los
hijos dispersos. “Entonces Caifás, uno
de ellos, sumo sacerdote aquel año, les
dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pen-
sáis que nos conviene que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la
nación perezca. Esto no lo dijo por sí
Respuestas
mismo, sino que como era el sumo sa-
cerdote aquel año, profetizó que Jesús
había de morir por la nación; y no sola-
mente por la nación, sino también para
congregar en uno a los hijos de Dios
que estaban dispersos” (Jn 11.49-52).
Este caso es intrigante porque el que
profetiza la muerte vicaria de Cristo no
es profeta ni es de Dios. Aunque para
Caifás la ventaja era una de convenien-
cia (18.14, para salvar al pueblo de un
conflicto con los romanos) y no de con-
vicción (para salvar al pueblo de sus
pecados), Juan vio un significado más
profundo que el mismo sumo sacerdote
ignoraba. Jesús había venido para
“salvar a su pueblo” (Mt 1.21), pero
Juan escribe que “él es la propiciación
por nuestros pecados; y no solamente
por los nuestros, sino también por los
de todo el mundo” (1 Jn 2.2).
“Para congregar en uno a los hijos de
Dios que estaban dispersos”. En el 1.12
leemos que ser hecho hijo de Dios no
es por nacimiento ni esfuerzo, sino por
fe en Cristo. Estos “miembros de la fa-
milia de Dios” (Ef 2.19), aquí en especí-
fico, son creyentes judíos que serán
juntados de todo el mundo a la tierra
de Israel durante el milenio, cumplien-
do la promesa antigua (Is 43.5-7; Ez
34.12-14). En un sentido más amplio,
como se vio anteriormente, los hijos de
Dios de cualquier nacionalidad serán
congregados en un solo rebaño, “los
que han de creer… para que todos sean
uno” (Jn 17.20-21).
El sacerdote Caifás, para llevarse bien
con el rey, esperaba que por la muerte
de Jesús sus seguidores fueran esparci-
dos y “reducidos a nada” (Hch 5.36-39).
Sin embargo, ellos se van a congregar
para cantar: “Tú fuiste inmolado, y con
tu sangre nos has redimido para Dios,
de todo linaje y lengua y pueblo y
nación; y nos has hecho para nuestro
Dios reyes y sacerdotes” (Ap 5.9-10).
por Timoteo Woodford
Hermosillo, México
En el capítulo 12 el énfasis está en las
personas cegadas. “Y yo, si fuere levan-
tado de la tierra, a todos atraeré a mí
mismo” (Jn 12.32).
Apenas se pronuncie juicio contra Sa-
tanás, “el príncipe de este mundo será
echado fuera” (v. 32). En contraste,
“todo lo que el Padre me da, vendrá
a mí; y al que a mí viene, no le echo
fuera” (6.37). La expresión “si fuere
levantado de la tierra” se refiere a su
crucifixión (v. 33). En el capítulo 10 es
“poner (en una postura pasiva u hori-
zontal)” su vida en la muerte; aquí es
por ser levantado. Literalmente, se
acostó sobre la cruz para ser clavado
a ella y luego fue levantado sobre ella
para morir. La gente no podía conciliar
cómo el Mesías que viviría para siempre
podría morir (v. 34). Alguien que quiere
atraer seguidores, ¿no tiene que durar
un buen tiempo?
En el v. 24 Cristo les explicó cómo era
necesario que el grano de trigo muriera
para poder llevar fruto. El fruto se vería
cuando atrayera a todos a sí mismo.
Esto no es el universalismo que declara
que todos serán salvos. No es que todos
iban a venir (v. 48), sino que todos fue-
ron invitados, y que “todo tipo” o “de
todos los pueblos” serían atraídos
(6.44), sin discriminación. La manera
en que los va a atraer aquí es a través
de la luz (vv 35-36, 46). Aun los que lo
rechazan en sus vidas serán atraídos
(lit. ‘arrastrados’) a Él en el día de juicio,
ya no como Salvador, sino como Juez
ante quien nadie podrá faltar (Ap 20.13).
Para nosotros, Cristo, por medio de
su muerte, es la cabeza unificadora,
el punto de concentración, el centro
atractivo.
Envíenos sus dudas o preguntas a
pregunta@mensajeromexicano.com
e intentaremos contestarlas bíblicamente.
Mensajero Mexicano 9

noticias
de la mies en México
Juárez, Monterrey, Nuevo León
La asamblea en Juárez tuvo la grata visita del hermano
Harrys Rodríguez, quien impartió provechosa enseñanza de
la Palabra de Dios desde el 24 al 27 de noviembre, y ayudó
en la predicación del Evangelio el día 29. También estuvo de
visita el hermano Juan Carlos Rodríguez, de la asamblea de
Veracruz, quien ayudó con la escuela bíblica y la predicación
los días 27 y 29 de noviembre.
La asamblea en Juárez espera tener una repartición de
textos de los Sembradores durante la semana del 26 al 30
de diciembre. Para ello se espera la llegada de hermanos de
otras partes de México, así como de Canadá y los Estados
Unidos. En la voluntad del Señor se realizará una serie de
predicaciones a partir del 28 de diciembre, y se aprecian
mucho las oraciones por estos esfuerzos.
Chihuahua, Chihuahua
La asamblea continúa con las actividades regulares y los
creyentes están animados con la asistencia de una nueva
pareja. La clase bíblica en El Porvenir sigue aumentando
en asistencia. Se continúa con las visitas a los hermanos en
Ciudad Delicias.
Hermosillo, Sonora
En noviembre, la asamblea de Hermosillo se despidió de
Marcos y Alicia Caín, y su hija Evelyn. Los Caín establecieron
su hogar en Tepic, Nayarit hace 26 años, y más reciente-
mente en Hermosillo, Sonora. Ellos están siguiendo la direc-
ción del Señor para sus vidas en este capítulo que sigue, pero
no ha sido una decisión fácil para ellos. Hay creyentes y
amigos en muchas partes que han sido grandemente bende-
cidos a través de su servicio para el Señor, tanto de manera
pública como privada. Así como en Hechos 20.32, los enco-
mendamos a Dios y a la palabra de su gracia, orando que
Él los siga usando para su gloria, y que nos vuelvan a visitar
pronto, si el Señor quiere.
La Purísima, Guanajuato
La asamblea reanudó la predicación del Evangelio cada sá-
bado por la tarde. También, ya llegó uno de los hermanos
que trabajan en Canadá por temporada. Los creyentes están
muy felices de tenerlo de regreso.
Oacalco, Morelos
El 17 de noviembre dos hermanas obedecieron al Señor en
el bautismo.
Cuernavaca, Morelos
Cada semana se sigue predicando el Evangelio en un centro
de rehabilitación. El hermano Tim Boddy, de Virginia Occi-
dental, EE.UU., ayudó en esta labor durante su visita.
Nezahualcóyotl, Estado de México
Por la gracia del Señor se celebró el aniversario 21 del esta-
blecimiento de la asamblea aquí. Los hermanos Pablo
Thiessen, David Beckett y Timoteo Stevenson ayudaron en la
enseñanza con temas relacionados a la iglesia local. Además,
la asamblea apreció la visita de hermanos de Matilde, Iguala
Mensajero Mexicano 10
 Alrededor
y Oacalco. Los audios de los mensajes estarán disponibles en
la página web de la asamblea.

Xalapa, Veracruz
La asamblea disfrutó tres noches de ministerio con el
hermano Pablo Thiessen. La asistencia y el interés en la
Palabra de Dios fueron de mucho ánimo.
del mundo
San Antonio, Texas, EE.UU.
Ha sido de mucho ánimo la buena asistencia a las reuniones.
Una familia que Juan y Rebekah Nesbitt conocieron en 2019
mientras viajaban por Laredo se mudó a San Antonio hace
poco y comenzó a asistir. El hermano Juan ya ha empezado
con enseñanza para nuevos creyentes mientras se continúa
con la predicación del Evangelio. Da mucho gozo ver a cre-
yentes responder al ministerio de la Palabra, y ver la obra
del Señor en sus vidas. Moriah Nesbitt, hija de Juan y Rebe-
kah, sigue ayudando con una clase bíblica para los niños que
asisten los domingos.

Veracruz, Veracruz
Del 18 al 20 de noviembre se llevó a cabo la primera
conferencia presencial en el puerto de Veracruz. Los
hermanos Pablo Thiessen, Harrys Rodríguez, David Beckett,
Timothy Turkington, Timoteo Stevenson y Samuel Chesney
compartieron provechosos mensajes de la Palabra de Dios.
Asistieron alrededor de 140 personas entre los tres días, de
los cuales cerca de setenta eran hermanos en comunión.
Fue un fin de semana de gran bendición y ánimo en la
presencia del Señor.

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Consejo Editorial
Cancún, Quintana Roo Editor
La asamblea celebró dos semanas de predicación del Marcos L. Caín
Evangelio en el local. Fue de mucho ánimo ver la asistencia
de nuevos contactos y el interés de algunos en la salvación. Editores asociados
Tomás Kember, Timothy Turkington,
Jasón Wahls, Timoteo Woodford,
José Manuel Díaz
Encargado de noticias
Timothy Turkington

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Mensajero Mexicano 11
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