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Cada cultura tiene su propia mitologia: héroes, monstruos y divinidades que ejecutan acciones fantdsticas. En cada pueblo circulan tradiciones que tienen extrafios seres como protagonistas, a mitad de camino entre el mito y la realidad, tan efectivos y tan vividos, que siguen animando los relatos de generaciones y generaciones. Muchos de esos relatos | de nuestro pais han sido recogidos en este libro. Gestrada wewveestrada.com.ar 9 Il ll Escaneado con Cod. 4236.1 NIcoLAs Scuure Monstruios argentinos — Una coleccidn de le eSpantos f Desde 1869, feed isl apoyandola educacién, | Escaneado con CamScanner Esta obra fue realizada por el equipo de Angel Estrada y Cia. $. Abajo la coordinacion general de Pedro Saccaggio. Director de coleccién: Alejandro Palermo. Introduccién y actividades: Silvia de Rojas. Corteccién: Ruth Solero, Realizacién grafica: Daniel Balado, Mustracién: Estudio “A cuatro manos”. Documentacién gréfica: Marla Alejandra Rossi. Jefe del Departamento de Disefio: Rodrigo R. Carreras. Jefe de Preprensa y Produccién Editorial: Carlos Rodriguez, Schuff, Nicolés Monstruos argentinos. Una coleccién de espantos / Nicolas Schutt; dirigido por Alejandro Palermo - 11 ed. - Buenos Aires: Estrada, 2006. 96 p., 19x 14 cm- (Azulejos Nifios; 9) SBN 950-01-1030-x 1. Material Auxillar de Ensefianza. |, Palermo, Alejandro, dir. II. Titulo DD 371.33, & Coleccién Azulejos - Nios EJ © Angel Estrada y Cia. 5. A, 2006. Bolivar 462, Buenos Aires, Argentina. Internet: www.estrada.com.ar E-mail: azulejos@estrada.com.ar Obra registrada en la Direccién Nacional del Derecho de Autor. Hecho el depésito que marca la Ley 11.723. Impreso en la Argentina, Printed in Argentina. {SBN 950-01-1030-X I5BN 978-950-01-1030-3 — No se permite la reproduccién parcial o total, el almacenamiento, el alquier, ta ‘ransmision o fa transformacién de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrénico 0 mecinico, mediante fotocoplas,digitaizacién y otros mé- ] ‘todos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccién esta penada por las | leyes 11.723 y 25.446, _ Escaneado con CamScanner Indice 3Qué dicen los mitos y las leyendas?.. 4 Mitos agarrados con uftas y dientes ..... 5 La bruja ... 7 El Ava-Post a Esta casa es un suefio ao La llorona #1 lobison Ultimo viaje de Celia en tren E] chupacabras .... Actividades Para comprender la lectura Para escribir Para integrar Escaneado con CamScanner ¢ =~ ma Sa PRA NANANAARANRARAANAAANNAAARHR AAA «A ~ 4) sQué dicen los mitos las leyendas? x Todos los pueblos del mundo han ensayado explicacio- Nes para lag cosas que no les era posible comprender. De esa 5 manera nacieron los mitos y las leyendas. Ast, cada cultu- 5 ra tiene una mitologia propia, es decir, una serie de héroes, 5 monstruos y divinidades a los que se les atribuyen accio- Nes que originaron el mundo que ge conoce. A veces también Ilamamos mitos a seres creados por Ja fantasia popular, que forman parte de antiguas tradicio- nes, artnque No se les adjudique un papel tan importante en }, la creacion de un universo. Muchos de esos mitos han sido recogidos en relatos que 9 atravesaron diversas épocas, pasando de boca en boca, de 9 padres y abuelos a hijos y nietos. Las leyendas son relatos ¥ de este tipo y hay varias clases de leyendas. Pero, en gene- y ral, mitos y leyendas —que a veces son muy dificiles de di- ferenciar- tienen la caracteristica de instalarnos en un j tmiverso maravilloso donde todo vale. No tendria sentido ) preguntarse qué cuota tienen de verdad, y vuvvvvuvuVuVY rrr ure ee Escaneado con CamScanner Monstruos argentinos |S Mitos agarrados con ufias y dientes Cuando los conquistadores legaron al continente americano, se encontraron con pueblos que tenfan su pro pia cultura y sus propias tradiciones. Estas {radiciones in- ‘ cluian, entre obras cosas, narraciones o relatos que habla- ban de seres sobrenaturales, a veces bondadosos y otras, terriblemente malvados. Algunos de estos seres gon las almas de los difuntos, que vuelven al mundo de log vivos para premiar o castigar, para salvar o para engafar. Otros, son extrafios humanos que pueden transformarse en ani- males y, bajo esa apariencia, cometer crimenes espanto- sos. Y otros hablan de personas con poderes extraordina- rios, para hacer el bien o para hacer el mal. Muchos de los mitos o leyendas que han sobrevivido en las distintas regiones de nuestro pais estan edificados sobre esas tradiciones de los pueblos abérigenes, aunque algunos, como el lobison o la bruja, son tniversales. Los relatos de espanto introducen una pizca de esperanza al revelarnos la receta para desactivar a esos seres tenebro- sos, como la bala de plata que puede matar a un lobison. © Estrada - Monstruos argentinos. Escaneado con CamScanner ~~~ wer vvvvvvvv ~vvvwvwvvuvvuuvVVvVYVY LA Bruja Escaneado con CamScanner 8 | Nicolas Schuff El mito. Brujas ha habido en todos los paises y en todos los tiempos. Las mas famosas son las brujas de la Edad Me- dia, que casi siempre pelean con las hadas por el papel protagénico. Esas brujas de calderos siempre hirvientes, dispuestos a recibir en sus pegajosos liquidos a inocentes y tiernos niftitos. _Se las ha representado corriendo picadas en escobas '' cero kilometro, con lechuzas apoyadas en sus huesudos ' hombros, y muchas veces acompafiadas de unos diabéli- "cos gatitos negros, , Una bruja hecha y derecha es, por definicion, sépti- ) ma hija mujer, fea y, en general, vieja y arrugada, encor- ) vada, consumida, desdentada y a veces pelada. Por eso se ) cubre la calva con un sombrero, un pafiuelo o un chal. 3Y ' cuando sale? {De noche! sY qué noches prefiere? jLas de ) luna lena! sY de qué dias? jDe viernes! 1 éY adonde van las brujas cuando salen? {A reunirse ) con otras brujas para actualizar conocimientos e inter- ) cambiar recetas malignas! , Pero la habilidad principal de una bruja es la de , transformarse. En casi cualquier ser o cualquier cosa. Por ) e80 No basta con cuidarse de las brujas que se presentan , enemvase tradicional... ' ' Wt Escaneado con CamScanner La bruja |9 LA BRWA Pre las alumnas pupilas del San Jorge, to- dos los dias eran parecidos.-Y sin embargo, en una semana, hubo tres cambios que alteraron la tutina. EI lunes lleg6 una maestra nueva, el martes lleg6 una nueva compafiera y el miércoles una nena se esfumé como por arte de magia. Se llamaba Cecilia. Su compafiera de cuarto cont6.que se habfa despertado a la ma- drugada porque sintié frio. Vio que la ventana estaba abierta y se levanté a cerrarla. Fue en- tonces cuando descubrié que Cecilia no estaba en su cama y le.avis6 a una celadora. Salieron’ a buscarla, pero no la encontraron por ningu- na parte. EI jueves, en el aula, Laurita y Aylén discu- © Estrada — Monstruos argentinos, | | a Escaneado con CamScanner 10 | Nicolas Schuf | tian en voz baja el misterioso acontecimiento. Tenjan diez afios, dormfan en la misma habita- 4 cién y se sentaban en el mismo banco. Estaban { en clase, haciendo unos ejercicios de matemati- | ca que la maestra nueva habia copiado en el pi- : zarr6n. Pero ellas no le sacaban los ojos de en- : cima a Albertina, la chica recién llegada. Alber- tina escribia inclinada sobre su cuaderno, con su larga bufanda azul enroscada en el cuello. i —Fue ella, estoy segura —murmuré Laurita. : — Como sabés? —pregunt6 Aylén. | —Se dice que es la menor de siete herma- nas. O sea que es bruja. —Y si fuera bruja, qué? —iCémo qué? Todo el mundo sabe que en las noches de luna llena, cuando estén durmien- | do, la cabeza se les desprende del cuerpo y sale volando a cazar chicos, para comérselos... —jVos decis que hay luna llena...? —jHace dos noches! Te digo que fue ella. Ella se llev6 a Cecilia... —jA ver si dejan de cuchichear ahi atrés! —dijo la maestra nueva, con tono severo. Tenia un nombre bastante curioso: se llamaba Diega. Era muy alta, tenia la piel blanca y los ojos ver- Escaneado con CamScanner Lo bruja [11 des como el pasto. Usaba un enorme anillo de plata en una mano. Cuando soné el timbre del recreo, todas en- tregaron los ejercicios de mateméatica, menos Laurita y Aylén, que no habfan terminado. —Eso les pasa por estar hablando tonterias —ijo la sefiorita Diega—. Ahora se quedan hasta que terminen. a Mientras trataban de resolver los ejercicios, ~ la sefiorita Diega las observaba con una sonrisa ~ ligeramente burlona, y con su anillo daba golpe- . citos impacientes sobre el escritorio. Las chicas no lograban concentrarse. Pero al fin termina- ron, entregaron y salieron al patio. —No me gusta nada esta maestra —dijo Laurita. —jCon ese nombre ridiculo! —se rié Aylén, Mas alld, sentada en un rincén del patio, la vieron a Albertina. Estaba leyendo un libro de tapa negra con letras doradas. Imposible no mi- rarlo. Su titulo era “Guia Practica de Hechizos, . Embrujos y Magia”. —jTe dije! —grit6 Laurita. —Tenemos que hacer algo... —dijo Aylén. En ese momento, Albertina levant6 la vista y . © Estrada — Monstruos argentinos. — | — Escaneado con CamScanner 12 | Nicolas Schuff las miré fijo. Sus ojos eran desafiantes. Laurita bajé la vista enseguida, pero Aylén le sostuvo la mirada, hasta que un grupo de chi- cas se cruz6 por delante, corriendo y saltando. Cuando Aylén volvié a mirar, Albertina ya no estaba. ; Laurita y Aylén pasaron el resto de la tarde, hasta la hora de la cena, armando un plan. Esa noche entrarian en el cuarto de Albertina. Por el momento: no tenia compafiera de cuarto, asi que seria facil sorprenderla. —Cuando la cabeza sale volando —-explicé Laurita—, hay que darle vuelta el cuerpo y de- jarlo mirando para. abajo. Cuando. la cabeza vuelve, se le pega al’revés y queda asi para siem- i pre. Asf ya se sabe que es una bruja. ' —Pero la cabeza puede atraparnos... —Ah, si. Tenemos que tener mucho cuidado. En el. comedor, antes de la comida de la no- che, la directora del colegio explicé que todavia no habian encontrado a Cecilia, pero que segu- ramente se trataba de una travesura y que no tardaria en aparecer. »Durante la comida, Laurita y Aylén estaban tan nerviosas que casi no probaron bocado. Al- Pscaneado con CamScanner La bruja |13 bertina, sentada en la otra punta de la mesa, no les prestaba atencién. Las chicas notaron que Albertina miiraba a la sefiorita Diega, sentada en otra mesa con las demas maestras. —Estaré pensando en atacar a la sefiorita nueva? —pregunt6 Aylén. —No creo. Solamente cazan chicos... Después, todos fueron a sus dormitorios. El colegio era una vieja casa que ocupaba una manzana entera. Tenia tres pisos y dos jardines. Las habitaciones eran muchas. Laurita y Aylén oyeron los pasos de las cela- doras, que recorrian los pasillos y apagaban lu- ces, y al rato todo quedé en silencio, Afuera, los grillos cantaban. Las chicas salieron al pasillo. A través de los altos ventanales se colaba la luz fria_y plateada de la luna, que dibujaba figuras extraitas en el suelo. En las paredes, los retratos que durante el dia parecian inofensivos, se tornaban inquie- tantes y parecian hacer horribles muecas. La habitacion de Albertina estaba en el piso de arriba. Laurita y Aylén caminaban en silencio, tomadas de la mano. Subieron las escaleras sigi- losamente y llegaron hasta la puerta del cuarto © Estrada ~ Monstruos argentinos. i | Escaneado con CamScanner 14 | Nicolas Schuff que buscaban. Aylén pegé la oreja a la puerta. —No se escucha nada —dijo. —Cuento hasta tres y entramos —dijo Lau- tita—. Uno, dos, tres... Abrieron la puerta de golpe y entraron. Se veia poco, pero enseguida notaron que no ha- bia nadie en la cama. Albertina no estaba. No estaban ni su cuerpo ni su cabeza. Pero no tu- vieron tiempo de decir nada: la ventana se abrio bruscamente, entré una réfaga de viento hela- do, y afuera aparecié una cabeza oscura y si- niestra, flotando en el aire. Las chicas gritaron y salieron corriendo. La cabeza se lanz6 tras ellas. Corrieron por el pasi- Ilo, subieron las escaleras a los saltos, abrieron la primera puerta que encontraron y se metie- ron ahi, En el bafio. Adentro, alguien se movid detras de ellas. —jAhhh! —volvieron a gritar, muertas de susto. —{Qué les pasa? —se oy6 decir a la voz de Albertina—. ;Tranquilas, soy yo! —(Oia! Estas toda enteral! —grit6 Laurita—. éY ahora qué querés? {Qué nos vas a hacer? —e pregunt6, dispuesta a escuchar lo peor. Escaneado con CamScanner © Estrada ~ Monstruos argentinos. La bruja |15 Escaneado con CamScanner 16 | Nicolas Schuff —jShhh! jObvio que estoy enteral —dijo Al- bertina—. Ya me dijeron que piensan que soy bruja. Pero se equivocaron. La bruja no soy yo. —iY qué hacés aca, entonces? —pregunt6 Aylén, desconfiada. “Lo mismo que ustedes. Estaba por entrar en el cuarto de la bruja, cuando escuché gritar. Me asusté y me metf acd, hasta que me. di cuen- ta de que eran ustedes las que chillaban. ¢Vieron algo? Z —(El cuarto de qué bruja? —pregunt6 Lau- rita, que hasta ahora era la mas valiente.. : —La sefiorita Diega —dijo Albertina—. Ella es la bruja. Tras la ventana del bafio se dibujo una sombra. —jAhi esta! —dijo Aylén. La sombra flot6 un instante y desaparecid. —jNos descubrié! Rapido —propuso Alberti- na—. Yo salgo a distraerla, y ustedes entran a su cuarto y le dan vuelta el cuerpo... ¢Estan listas? —jListas! Albertina abrié la puerta y salié, corriendo. Enseguida, Laurita y Aylén se metieron en el cuarto de la sefiorita-bruja. El cuerpo estaba ba- Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. La bruja |17 jo las sdbanas, tapado hasta arriba y no se veia cabeza alguna. Su piel estaba htimeda, fria y re- pulsiva como la de un sapo. Casi sin mirar y con bastante asco, las chicas giraron el pesado cuer- po hasta dejarlo boca abajo. —Dénde estaré Albertina? —dijo Aylén—. jHay que ayudarla! Bajaron las escaleras y la vieron. Venia co- rriendo hacia ellas. En la oscuridad, la espeluz- nante y horrorifica cabeza de la sefiorita Die- ga perseguia a Albertina con una mueca dia- bdlica. Las chicas alcanzaron a entrar en su habitaci6n y cerraron la puerta. La cabeza gol- pe6 contra la puerta cerrada. Aylén cerré con llave y Laurita aseguré la ventana y corrié las cortinas. —{Pudieron? —pregunté Albertina. Estaba agitada y palida de miedo. —Si, ya esta —dijo Aylén. La cabeza golpe6 otra vez contra la puerta, y después no se escuché nada més; pero las chi- cas se quedaron en estado de alerta, muy juntas, ° conversando en voz baja. Albertina dijo que, se- giin lo que habja lefdo en su libro, a la pobre Ce- cilia no la verfan mas: Escaneado con CamScanner 18 | Nicolas Schuff —Cuandd cazan a un chico, lo llevan al ce- menterio y ahi se lo comen... Laurita le pidié disculpas a Albertina por ha- ber desconfiado de ella. —Me contaron que eras la séptima hermana mujer...—explicd. —Somos siete hermanos, pero tres son va- rones y las mujeres somos cuatro —cont6 Al- bertina. Cuando empezé a amanecer, las tres chicas seguian despiertas. ‘Tenian la sensacién de que se conocian desde mucho antes de haber entra- do al colegio. La sefiorita Diega no aparecié en el comedor ala hora del desayuno, y tampoco mas tarde. La celadora entr6 en el aula para anunciar que ese dia tendrian otras actividades. Dijo que la maes- tra nueva se habia ido a la madrugada, dejando una nota donde explicaba que habia sufrido una imprevista descompensaci6n, que tenia una gra- ve enfermedad y que debia viajar urgentemente. —Me queda una pregunta le dijo Aylén a Albertina cuando salieron al patio en el primer recreo—. ;Cudndo supiste que la sefiorita Die- ga era bruja? Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. La bruja |19 —EI primer dia —cont6 Albertina—, cuando terminé la clase, le pregunté por qué le habian puesto ese nombre tan raro... Me cont6 que ella tenfa seis hermanas mas grandes. Su padre es- peraba que el séptimo hijo fuera varon. Decidi6 llamarlo Diego. Por eso, cuando ella nacié, le pusieron ese nombre horrible. Ahi me di cuen- ta de que era la séptima hija mujer... la bruja. De a poco, la vida en el colegio yolvid a la normalidad. Dijeron que a Cecilia la habian en- contrado, pero que viajaria a Europa con sus padres por cuestiones de trabajo. Nunca ms la vieron. La sefiorita Diega nunca volvid. A ve- ces, las chicas se imaginaban que, en algtin lu- gar del mundo, andarfa la bruja con la cabeza dada vuelta, caminando para un lado y miran- do para el otro. Y, muertas de risa, decian al mismo tiempo: “Dificil que consiga novio!”. —s Escaneado con CamScanner — EL AVA-osu i Escaneado con CamScanner 22 | Nicolas Schuff El mito Como un lobison que no se molesta en disimular su bestialidad pasando por periodos de humanidad, duefio de una pelambre excesiva y unos brazos tan exagerados como la vegetacion del lugar donde nace, el Ava-Postt o Sa-Gua- za es un mito de la provincia de Misiones, Habitante de la exuberante selva donde se escondia, e] Ava-Post (hombre que se alimenta de carne humana) era exuberante en to- do, hasta en el tamafio de su tmico e impresionante ojo. Como muchos de sus colegas protagonistas de otros mitos y leyendas, sentia debilidad por comerse a unas cuantas personas cada dos por tres. Hay quienes aseguran que fue- ron los padres jesuitas los que hicieron correr estos rumo- res amenazantes. Dicen que asi conseguian que los indige- Nas que estaban a su cuidado no se entusiasmaran dema- siado con la idea de escaparse. En todo caso, esta leyenda, por si acaso, le agreg6 al ya bastante poco agradable Ava-Posd una especie de Llorona selvabica que se encargé de que el molesto personaje se desbarrancara por un precipicio espectral. Asi que si los pobladores del lugar se habian librado del monstruo, todavia ‘cabia la posibilidad de quedar en- vuelto en el ulular del fantasma errante y su temido abra- zo helado y mortal, Escaneado con CamScanner El Av6-Posti |23 EL AVA-POSU —A veces —le decia el abuelo al nieto, mientras mateaban bajo un arbol, junto al arro- yo—, cuando se vive mucho tiempo én el mis- mo lugar, parece que ese lugar siempre estd igual. Hay pequefios cambios, pero pasan inad- vertidos. Otras veces, hay cambios bruscos, no- torios, que marcan de tal manera, que es como si dividieran la historia en “antes” y “después”. Este hermoso valle, por ejemplo. Ahora lo ves abierto, luminoso y sembrado. Pero no siempre fue asi. En otros tiempos fue una selva impenetrable. Adentro, en la espesura, vivia una criatura monstruosa. Sa-Guazi', le decian. Era un ser deforme y detestable. Tenia un ~* En la lengua guaran, significa “ojo grande”. Escaneado con CamScanner 24 | Nicolas Schuff ' solo ojo en la frente, inmenso y negro. Sus bra- z0s, increiblemelite peludos, eran tan largos que le colgaban hasta mucho més abajo de las rodi- llas. Y sus dedos terminaban en ufias largas y puntiagudas, afiladas como garfios. Lo mismo que sus dientes: eran como pequefias hojas de cuchillo, agudas y brillantes, dispuestas a triturar lo que cayera en su boca. Porque el Ava-Posti se alimentaba de carne humana. Comia hombres, mujeres, nifios. Seres humanos en’ general. Y ademas, como los perros vagabundos, siempre estaba hambriertto, jadeando, con un espeso hi- lo de baba colgando de la boca. Pasaba.las horas buscando alimento. Trepa- ba a los arboles mas altos para avizorar mejor los caminos. Se lanzaba aullando sobre los viajeros desprevenidos y los descuartizaba a dentelladas. A veces, cuando pasaba dias sin encontrar pre- sa, al caer la noche entraba en el poblado dando zancadas, e irrumpia con violencia en alguna choza, donde uria familia que cenaba era:conver- tida por el Ava-Post en su propia cena... La gente de la zona —entre ellos, tu tatara- buelo— habia intentado librarse de la bestia mu- chas veces. En dos 0 tres ocasiones, salieron ar- Escaneado con CamScanner © Estrada ~ Monstruos argentinos. El Avé-Posti |25 mados, en cuadrillas, a cazarlo. Pero todo habia resultado en vano. El Ava-Posti tenia una fuerza sobrehumana, y era capaz de enfrentar solo a més de veinte hombres. Algunos decian que ob- tenia su poder, precisamente, a fuerza de ali- mentarse de seres humanos. Lo cierto es que los pobladores no encon- traban solucién a sus desdichas y vivian aterra- dos. Los nifios no podian jugar tranquilos; los hombres y las mujeres sufrian cada dia al salir a trabajar la tierra, 0 a lava, o a atender los ani- males. Pero a veces la fuerza no se combate con més fuerza. Una tarde, ya casi entrada la noche; el Ava- Posti oyé el canto de un tero elevandose de pronto en medio del silencio. Para la bestia, que vivia en la selva, cada sonido tenia un significa- do. El canto del tero, en este caso, era una sefial inconfundible: alguien se aproximaba. El Ava- Post se relamié goloso. No era mala hora para un bocado, Trepé a un arbol y observ6. Su ojo tard6 unos instantes en acostumbrarse a la pe- numbra. Al fin divis6 una silueta humana que se acercaba. Era una mujer. Emitia un sonido ex- Escaneado con CamScanner 26 | Nicolas Schuff trafio, una especie de gemido, como un llanto o un lamento. Cuando la tuvo muy cerca, el Avé- Posti salt6 del arbol y se planté frente a la figu- ra, listo para devorarla. La mujer se detuvo de golpe, pero no se so- bresalt6. Llevaba una larga tiinica y su piel bri- llaba con una luz extrafia. Sus ojos se clavaron en el tinico ojo del Ava-Posti. Quizds por primera vez en su vida, la bestia sintié algo parecido al miedo. Los ojos de la mu- jer eran temibles: parecfa que su furiosa mirada, como de fuego, quemaba y podia atravesarlo. Enseguida, el monstruo devorador de hom- bres se repuso de la sorpresa. Grufié largamen- te, mostré los dientes y extendié sus garras pa- ra atrapar a la victima. Sin embargo, la mujer se escabullé del mortal abrazo, como si fuese de humo, y escapé por donde habia llegado. El Avé-Posti se lanz6 tras ella, cruzando la oscuri- dad. No habia modo de que huyera. Pero la extrafia figura se movia con una des- treza asombrosa, esquivando arbustos, ramas y rocas. Parecia conocer perfectamente el cami- no. Parecia, incluso, que estaba siguiendo un ca- mino estudiado. Escaneado con CamScanner N= epensa Escaneado con CamScanner 28 | Nicolas Schuff Mientras cortian a la luz de la luna, la mu- jer no dejaba de emitir ese raro lamento. Todo eso llamé la atencién del Av-Post. Pero él es- taba demasiado ocupado con su furia y con su hambre como para detenerse a pensar (cosa que, por otra parte, no sabia hacer demasiado). Cuanto més se prolongaba la persecucién, mds furia juntaba el comedor de humanos. Y cuan- ta més furia juntaba, menos podia intentar pensar. Asi fue que, de repente, sin darse cuenta, habian dejado atjas los caminos conocidos y ha- bian llegado a ‘un desierto. La tierra estaba agrietada y reseca, y brillaba bajo las estrellas con un color rojizo, fantasmagérico. Todo lo que habia alli eran enormes rocas pilidas y ar- béles flacos, negros y de ramas retorcidas. éDénde estaban? El Ava-Posti vio de nuevo a la mujer y se lanz6 tras ella con toda su furia: esta vez la atraparia. Nunca nadie habia escapado de sus garras. Ya casi la tenia. Solo unos pasos los separaban. ' La mujer, entonces, repentinamente se esfu- mé en el aire, se disolvié en el viento. El Ava- Posi abrié al maximo su rabioso y viscoso ojo Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. El Avé-Posii |29 negro. {Qué habia pasado? ;Habia sido presa de una alucinacién? Después, sintié que bajo sus pies (0 sus pa- tas) el suelo se movia. Con furiosa impotencia, la bestia descubri6 que habia sido conducida ha- Cia una trampa, al borde de un acantilado, arrin- conada, sin posibilidad de retroceder. El suelo sobre el que el Ava-Posti estaba parado, de ro- ca y pedregullo, comenz6 a desmenuzarse. Cuando quiso volver sobre sus pasos, el suelo fi- nalmente se deshizo. El Avé-Posti manote6, queriendo aferrarse a algo. Vaya a saber a qué, porque lo tinico que encontraron sus garras fue el aire frio de la noche. Un eterno instante antes de caer al precipi- cio, el Ava-Post volvié a ver el espectro que lo habia conducido hacia el fin. En el rostro trans- parente, los ojos seguian como incendiados, pe- ro su boca parecia intentar una sonrisa. Des- pués, con un agudo grito de terror y humilla- cién, la bestia se desbarrancé y se perdié para siempre acantilado abajo, cientos de metros ha- cia el vacio. En lo que a aquella mujer respecta, nunca se supo muy bien quién era. Algunos dicen que fue i Escaneado con CamScanner 30 | Nicolés Schuff el espfritu de una victima del Av4-Posti, que vol- vid para vengarse, Hay gente que dice que de vez en cuando, algunas noches, la mujer aparece. Dicen que viene para anunciar y prevenir la llegada de una enfermedad 0 una desgracia. Lo que si es cier- to es que desde que el Avé-Post desaparecié en la garganta del precipicio, la gente de por aqui vivid sin temor. Y este lugar se fue transforman- do en lo que ves. Y en lo que vos mismo, cada dia, vas a seguir haciendo. Escaneado con CamScanner ESTA CASA ES VN SVENO (La leyenda de El Nahuelito) 32 | Nicolas Schuff El mito Desde siempre, las profundidades de los grandes espe~ jos de agua, como) los Jagos, han sido el sitio ideal para que Ja imaginacion de los seres humanos les abribuyera la Gapacidad de cobijar a extrafios eres cuya descripcion no encaja en las categorlas zoologicas de ningdn manual. £Qnién no ha ofdo hablar del aborninable y briténico mons- truo del Lago Nessp Enel limite entre nuestras provincias de Rio Negro y Neuquén, el bellisimo lago Nahuel Huapi es el escenario privilegiado para que un monstruo misterioso se proyecte directamente a la fama internacional. Es esquivo y escu- rridizo, tal vez un poco timido. Tanto cultiva el bajo per- fil, que ha preferido que su nombre sea en realidad un per- manente recuerdo de la imponente geografia que habita: El Nahuelito, asi, en diminutivo, de pura modestia, Para unos, es un animal adaptado a las necesidades acusticas; para otros, un plesiosaurio rezagado o un ma mifero prehistérico que se olvid6 de extinguirge como los demas. Los habitantes de la zona que aseguran haberlo visto lo describen de diversas maneras cada vez que hace una de sus esporddicas pero espectaculares apariciones: como una mancha oscura sin forma definida, que levan- ta las aguas y deja espumosas estelas cuando pasa, 0 co” mo una especie de serpiente prehistorica que revoluciona el lago prestandole una turbulencia fuera de lo comtm. ” Escaneado con CamScanner © Estrada ~ Monstruos argentinos. Esta casa es un suefio | 33 ESTA CASA ES UN SUENO « E sta casa es un suefio”, pensé Inés. Era una cabafia de madera, de dos pisos, con ventanales grandes y un jardin que bajaba suavemente hacia el lago Nahuel Huapi. Carlos habia alquilado la casa para pasar un mes. Inés y él habfan estado a punto de separar- se, y Carlos pens6 que quizds unas vacaciones podrian servir para recomponer la relacion. Era de noche y estaban acostados en el jar- din, mirando las estrellas. Un pajaro negro cru- 26 el cielo. 4 —La casa es. un suefio, sno? —pregunté Carlos, como si hubiera leido el pensamiento de Inés. Y agregé: —Ojala nos sirva. > Escaneado con CamScanner 34 | Nicolas Schuff —Cuando uno tiene ganas, las cosas se arre- glan —dijo Inés—. De una manera o de otra. Cuando terminé la frase, mir6 hacia el lago. Las montafias, més alla, parectan gigantes dor- midos. “Hay demasiado silencio”, pens6 Inés. “Nunca escuché tanto silencio”. Pero, de pronto, el silencio se rompié. Las aguas del lago se abrieron y, frente a ellos, emergié desde el fondo una criatura gigante y negra. Era una especie de dinosaurio acuatico. Su cuello deberia de medir como diez metros, y su cabeza era enorme. Su piel, viscosa y hime- da, brill6 en la noche. El extrafio ser abrié la bo- ca, dio un grito furioso y, con un movimiento veloz y preciso, estird el cuello hasta donde es- taba la pareja, La bestia atrapé a Carlos entre sus colmillos y lo levanté por el aire. Carlos au- ll6 de dolor. El monstruo, al morderlo, lo habia cortado en dos. La parte inferior del cuerpo de Carlos, desgarrada y ensangrentada, volvié a caer sobre el pasto con un golpe seco. La san- gre caliente salpicé a Inés en la cara. —iijAhhhhhhhh!!! Escaneado con CamScanner © Estrada — Monstruos argentinos. Esta casa es un suefio {35 Inés grit6 con todas sus fuerzas. Y se desperté. Eran las dos de la mafiana. Todo estaba en silencio. Carlos, que dormia a su lado, se acaba- ba de despertar con el gtito, \ —{Qué pasd, Inesita? —pregunté, medio dormido, abrazandola. Ella lo miré unos instantes con los ojos muy abiertos. Después, aliviada, dijo: —Nada, mi querido. Una pesadilla horrible. Inés miré por la ventana. El lago estaba en calma. Las estrellas se reflejaban en el agua. Las montafias se recortaban a lo lejos. “Este lugar es hermoso”, pens6. “Tengo que tranqui- lizarme, tratar de pasarla bien”. Respiré pro- fundamente. —,Seguro que estas bien, Inés? —pregunté Carlos. —Sj. Pero ese mal suefio me desvel6. Voy a bajar a prepararme un tecito. Carlos suspiré. é —Te acompafio —dijo, heroit. En reali- dad, lo que mas deseaba en ese momento era seguir durmiendo. Pero habia decidido hacer un esfuerzo para que las cosas entre ellos volvieran a ser como antes. my Escaneado con CamScanner _— te T a 36 | Nicolas Schuff i —No hace ta que me-acompaiies, podés seguir en la cama —sugirié Inés. —Te acompaiio—repitid Carlos—. ;0 no querés? a —Quiero que hagas lo que tengas ganas de hacer —dijo ella! acariciandole la mejilla. —Entonces te acompafio —repitid él. » Se abrigaron y bajaron a la cocina. Inés pre- pard té. Carlos buscd'las tazas y las puso una al lado de la otra. i —{Oiste hablpr de El Nahuelito? —pregun- t6 Inés. ' —Si —dijo Carlos—. ;No es una especie de animal prehist6rico-que vive en el fondo del lago? —{Cémo que “vive”? Existe? ’: —Algunos dicen haberlo visto... Incluso, ha- ce muchos afios se organiz6 una expedicién con cientificos y todoypara encontratlo... —jY? —Nada. Nurica lo encontraron. Igual, la gente de la zona'sigue hablando... Pero no sa- bia que ahora te interesaban los bichos... —Es que sofié con El Nahuelito —explicé Inés—. Ademids, claro que me interesan los bi- Escaneado con CamScanner Esta casa es un suefio |37 ‘sounuabie sonysuoW ~ epensa @ Escaneado con CamScanner 38 | Nicolds Schuff chos. Si no, épor qué te creés que estoy con vos? —bromeé, antes de darle un beso.” Cuando el té estuvo listo, salieron al jardin, La noche era hermosa, No habia viento y’se iespiraba el olor del pasto hiimedo. Tomaron el té y después se acostaron mi- rando las estrellas. Un pajaro negro. cruzé el cielo. —la casa es un suefio, sno? —pregunt6 Carlos. Y agreg6: —Ojalé nos sirva. Inés se incoxporé y lo mir6 a los ojos, in- quieta. :Seguia sofiando? Se-dio cuenta de que, otra vez, habia demasiado ‘silencio ‘alredédor. Un escalofrio le recorrié la espalda. Se escuché decir: Be . . —Cuando uno tiene ganas, eo cosas se arre- glan. De una manera o de otra. Y cuando terminé de hablar, una figura ne- gra —jo era una sombra?—, algo enorme, ame- nazador, terrible, parecié emerger del lago... Inés cerré los ojos con-fuerza. “Estas sofian- do, Inés”, se dijo. “Esto es un sueiio y ahora te vas a despertar”. Enseguida oyé un grito aterra- Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. .fio”, se repitié desesperada. “Todo es un suefio Esta casa es un suefio | 39 dor. Era Carlos. Inés apret6 todavia mas los ojos cerrados. “Todo es un suefio, todo es un sue- y ahora te vas a despertar”. Inés lo repitié muchas veces. Perono se des: — pertaba. Escaneado con CamScanner LA LLorona | Escaneado con CamScanner 42 | Nicolés Schuft HI mito La creencla en La lorona pertenece a la region de la Pampa hdmeda. Sin embargo, algunos estudiosos de los relatos folcloricos tienen indicios para creer que la mis- ma leyenda circula también en el noroeste de nuestro pals, pero con otro nombre, Alls, este fantasma de mujer que aterroriza con sus lamentos, es conocido como “La ‘viuda” . Sus habitos son los mismos que ‘los de La lorona: anda de noche -sobre todo, si hay luna lena gimiendo, Sus lamentos alborotan a los perros, que suman sus la- dridos al tétrico sonido de su voz, Esta aparicion femenina no tiene rostro, es alta y es- pigada y viste de blanco, como todo fantasma que se pre- cie de tal. Parece que anda asi, penando sin remedio, en castigo por haber arrojado a su hijito recién nacido a las aguas de un arroyo (aunque a veces el arroyo se transfor- ma en rio, segim quien cuente la historia), A los sanos, los enferma y a los enfermos, los em- peora terriblemente, Tanto, que cruzSrsela en el campo significa desgracia segura y -a lo mejor- la muerte del- que la ve o de alguno de sus parientes, A veces, se sube al caballo de los varones. jovenes y Jos abraza por detras, mientras los congela con su alien- to, que casi siempre es mortal. Y sino lo es... jay del que haya podido escapar de su abrazol... Escaneado con CamScanner © Estrada ~ Monstruos argentinos. La Ilorona | 43 LA LLORONA Hosa ayer, mi amigo Julio Berndrdez era otro hombre. Tenia la mente liicida y la ‘cara despe- jada, serena y sonriente. Ahora lo veo aqui, senta- do en el living de su casa, y apenas lo puedo creer. Esta en piyama, hundido en su sillén de cue- ro, sin moverse, con la mirada perdida y la boca torcida en un gesto de temor. No habla, no sé si escucha, y las manos le tiemblan un poco. —dJulio le digo, tomando sus manos y tra- tando de encontrar su mirada. * ! —No hay caso, Mariano —me avisa Adela. Adela es la mujer de Julio. Fue ella quien me. llam6 y me pidié que viniera. Yo vivo en la ciu- dad. Adela y Julio se instalaron en el pueblo ha- ce unos meses, porque van a tener un-hijo y quieren llevar una vida mas tranquila, Escaneado con CamScanner 44 | Nicolas Schuff f —Ya no sé al hacer, Mariano —me dice Adela—. Ayer Julio fue a atender a un pacien- te. Lo llamaron de urgencia. Era.de noche, re- cién terminabamos de comer. El ensillé el caba- llo y se fue para allé. Tenia que ir a un rancho que esta a media'hora de aqui, mds o menos. Volvi6 a la madrugada. Yo dormia, pero cuando se'metié en la cama, el contacto de su cuerpo me desperté. Estaba frio como un hielo. Lo mi- ré y vi que tenia los ojos muy abiertos. Miraba el techo: Le pregunté qué pasaba, pero no res- pondié...-Y esta asi desde entonces... No duer- me.:. Tampoco habla... Adela se puso a llorar. Traté de calmarla. Le dije.que se-acostara a descansar un rato. De pa- so, -yo podifa quedarme a solas con dulio para descubrir qué le pasaba. : -Cuando empezamos:a estudiar Medicina, mu- chas veces nos eritrenébamos asf: uno describia los:sintomas y el otro intentaba acertar el nombre de'la dolencia. Pero ahora‘Julio estaba privado de la palabra, presente’y-ausente a la vez. * Revisé sus reflejos oculares, le tomé el pulso, pero no encontré nada anormal. Fisicamente estaba sano. Todo parecia indicar que habia su- Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. La Hlorona [45 frido una conmocién muy fuerte. Tal vez, algo que habia visto. “Quizds”, pensé, “pueda hacerlo reaccionar inyectindole algan farmaco”. Pero para eso, yo tendria que volver a la ciudad a conseguirlo y to- mar de nuevo el tren hasta el pueblo. Todo esto iba a llevar mucho tiempo, para el estado deses- perante en que se encontraba Julio. Me quedaba una opcién: la hipnosis, Era una técnica que Julio y yo habfamos aprendido jun- tos hace afios, pero que habiamos usado muy pocas veces. Sin embargo, a esa altura de las cir- cunstancias, no perderfa nada con intentarlo. Entonces, apagué una lémpara para que hu- biera menos luz en el ambiente, arrimé una silla y me senté frente a Julio. Con tono suave y se- guro, le pedi que me escuchara y se dejara guiar por mi voz hacia un suefio profundo. Le dije que imaginara que una nube blanca y tibia le envol- via el cuerpo y los pensamientos, Le-pedi que aflojara los misculos, que sintiera los parpados pesados, las piernas ligéras, el corazn tranqui- lo. Repeti estas drdenes varias veces, siempre con voz clara, calma y monocorde. Finalmente, la induccién surtié efecto y Julio Escaneado con CamScanner 46 | Nicolas Schuff se relajé. Sus ojos se fueron cerrando; la expre- sion de su cara cambié. Cuando su respiraci6n se hizo ms profunda, supe que estaba preparado. —Julio —susurré—, ahora vas a dejar que te ayude a estar bien. Y cuando despiertes, te vas a haber olvidado de lo que pas6 anoche cuando fuiste a ese rancho, vas a sentirte otra vez sano y fuerte, sin ningdin problema, sin nin- gain temor... Julio apreté los dientes. Sus ojos empezaron a moverse bajo los parpados cerrados. —Decime qué ves, Julio... La voz de Julio era profunda, y salié quebra- da por el temor: —Esa mujer... —dijo. —iQué mujer, Julio? —La mujer que llora... —¢Por qué llora? ;Quién es? —Esté muerta... Llora... Esta sola... Las manos de mi amigo se cerraron con fuerza sobre los brazos del sillén. Mirando sus sienes se podia ver cémo se hinchaban sus ve- nas. Dijo: —Quiere llevarme con ella... —jAdénde quiere llevarte esa mujer, Julio? Escaneado con CamScanner © Estrada — Monstruos argentinos. ! La llorona |47 En el largo silencio que hizo Julio, se podian adivinar sombras. —Quiere que la acompafie a buscar a su hijo... —Nadie te lleva, Julio. Esa mujer se va. Es un suefio, dejé que se vaya... —Esté fria... Palida... Llora. —Escuchame bien, Julio —dije con voz fir- me—. Ahora voy a contar desde diez hasta ce- ro. Voy a contar muy despacio. Y cuando diga “cero”, vas a estar otra vez despierto, vas a sa- lir de este estado... No hay mujer, no hay frio, no hay miedo. Estas bien. Diez... nueve... ocho... siete... seis... Cuando llegué a cero, dulio abrid los ojos. Me miré un instante sin reconocerme, como desde muy lejos. Después, sus ojos volvieron a cerrarse y cayd en un suefio profundo. Fui a buscar a Adela. —Julio duerme le expliqué—.. Cuando se despierte, va a estar como nuevo. No creo que. | se acuerde de lo que pasé anoche, y tampoco ~ de que yo estuve aqui. ‘ Pasamos a la cocina. Adela preparo té. —4¥ qué fue lo que pas6 anoche, Mariano? —me pregunt6. Escaneado con CamScanner 48 | Nicolas Schuff —No lo sé exactamente. Pero supongo que dulio qued6 muy impresionado por la paciente que fue a ver. No sé qué tendria, pero-es eviden- te que él nunca se habia topado con un caso asf. Le conté a Adela lo poco que Julio habia di- cho: la mujer que lloraba, el frio. . Adela dejé lo que estaba haciendo y me mird. ‘La llorona! —dijo. Supe que se estaba refiriendo a una leyenda de la zona. Se contaba que La llorona era una mujer que andaba de noche, gimiendo y lloran- do, enloqueciendo ‘a los perros y enfermando a la gente. -»Dicen que es alta —me-explica Adela, que tiene el pelo negro, largo hasta la cintura; va vestida de blanco y se desplaza al ras del sue- lo, volando... . —j(Volando! —exclamé. —Es que La llorona esté. muerta —siguid Adela—, Pero no-descansa en.paz, porque ma- tO a su pequefio hijo y lo arrojé al rio. Por eso est condenada a ‘vagar y por eso llora. Dicen que a: veces montael caballo:de los hombres que.andan de noche:.Los abraza por detras, les susurra al oido con su aliento helado. Dicen que Escaneado con CamScanner © Estrada — Monstruos argentinos. La Ilorona 49 puede matarlos o enfertnarlosy’..A lo mejor, Ju- lio, cuando volvia de ver a su paciente... —jPor favor, Adela! la interrumpi—. jNo puedo creer que vos me vengas con una histo- ria asi! Son supersticiones, historias que la gen- te inventa para explicar lo que no puede com- prender. , —Puede ser —dice Adela. —Trata de: averiguar qué. tenia la paciente que atendié Julio. Te aseguro que vas a encon- trar una explicacién perfectamente légica. Qui- z4s se haya contagiado agin virus 0 se haya im- presionado mucho por alguna situacion... Ahora disculpame, pero tengo que irme, es muy tarde. Aunque es de noche y hace frio, Adela insis- te en llevarme hasta !a estaci6n. —Volvé pronto —me dice. —No te preocupes, que voy.a tener que’vol- ver. Cuando Julio sepa que lo hipnoticé sin su consentimiento, me va a exigir explicaciones... Reimos y nos despedimos. Adela me deja en la vieja estacién de pueblo. El andén esta - vacio y mal iluminado, pero veo un reloj que marca las once. Faltan diez minutos para que llegue el tren. Escaneado con CamScanner . 50 | Nicolés Schuff Pienso en Julio y Adela. Son una linda pare- ja. Yo, en cambio, soy un solterén. Me siento bien solo, aunque a veces, como esta noche, la- mento no tener una compafifa. Lejos, en la oscuridad, se divisa la luz palida del tren que viene. Otro pasajero llega al andén y se acerca a mi. No lo veo bien. Debe de ser el guarda, que viene a-venderme el boleto. Busco mi billetera, pero cuando levanto de nuevo la vista, no hay nadie; solo la densa oscuridad. Siento un escalofrio, Algo se mueve detras de mi. Alguien Ilora detras de mi. Mis misculos se paralizan... De pronto, un abrazo helado me oprime el pecho... Quiero moverme, pero no puedo. Grito, pero mi grito se mezcla con la po- derosa bocina del tren, y lo ultimo que oigo es un largo gemido en mi ofdo, el horrible lamen- to de una mujer, que se transforma en una risa siniestra... Escaneado con CamScanner © Estrada ~ Monstruos argentinos. La fprone [51 Escaneado con CamScanner EL LoBison Escaneado con CamScanner 54 | Nicolas Schuff Hmito * La historia de El lobison o del hombre lobo se ha con- tado por giglos a Jo largo y a lo ancho del planeta. En Nuestro pats, esta leyenda es una de lag mas extendidas y conocidas por todos, pero es en Ja region de la pampa hd- meda donde es més popular. En el noroeste, est primera en el ranking la creencia en #i Familiar, que no s6lo se pue- de convertir en lobo, sino que tiene un repertorio de ani- males mas amplio, La creencia en El lobisén ya circulaba por estas tierras antes de que los espafioles trajeran su version. Hay famo- sos relatos aborigenes sobre hombres que de repente se con- vierten en animales para cometer todo tipo de salvajadas, como destrozar gente a mordiscones, a veces a su pesar, Pero nuestro lobison, en realidad, solo Iega a conver- tirse en perro. Claro que en un perro aterrador, negro, mo- rrudo, con ojos llameantes y garras afiladisimas. Y no siempre: solo en noche 'de luna lena, pero de viernes; a lo sumo, de martes. Y no cualquiera puede ser lobisén. Primero, hay que ser varén. Y segundo, hay que tener seis hermanos mayo- res también varones, Cumplidos estos requisitos, tal vez entre nosotros haya alguno, Selo reconoce facilmente, porque cuando vuelve a su forma humana anda hecho un trapo de piso, con una tremenda acidez estomacal por lo menos, y un aliento capaz de voltear paredes, Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. El lobison | 55 EL LOBISON i —Joaain —dijo Albino—, gpor qué no dejamos esta entrega para mafiana a la mafiana? Pero Joaquin Argtiello no era un hombre mie- doso. Tampoco se crefa los cuentos de fantasmas o aparecidos, Como aquel que le habian contado la noche anterior, sobre un médico que se cruz6 con La llorona mientras esperaba el trén. Por eso, le respondié a Albino: —De ninguna manera. Joaquin se dio cuenta de que Albino le tenia miedo a El lobisén, el hombre que se convierte en lobo cuando hay luna llena. Las historias sobre El lobisn eran frecuentes : én la zona, y tanto Joaquin como Albino, que vendian hatina, pan y galletas en las estancias de la zona, solian escucharlas. f Ni Escaneado con CamScanner wh 56 | 'Nicolés Schuff Aquel dia estaban retrasados. Todavia les quedaba por visitar la casa de don Emilio Cruz.’ Era un viejo casco! de estancia, ubicado a varios, kilometros dél pueblo. Se llegaba por un cami- no de tierra, largo y solitario. Joaquin y Albing iban a caballo, en silencio, mientras miraban Ia puesta del sol. Las som- bras,,lentas, se estiraban sobre los campos sem- brados. Cuando salié la luna, Albino anunci6 con.preocupacién:"). : —Hay luna llena. eo —Mejor’ —dijo doaquin—; Vamos av tener més luz para la welta. ~. e —{Mejot?: —contesté: Albino—:. Vos sabés’ * lo que dicen del hijo: de don. Emilio. :. —No —mintid Joaquin, para que Albino le contara la historia. —Nazareno —explico Albino— es el’sépti- 5 mo hijo. varén de ‘don Emilio. Tiene quince p afios; pero siempre! “anda débil, descompuesto.: 6 gSabés por qué? Porque en las noches de luna dllena se convierte en, lobo. 5 Albino hizo una pausa para mirar a Joaquin, MWS TE wwe uuHeyvuYUYYUuUYU 1 Casa principal de un establecimiento tural. Fi Pe CFs Escaneado con CamScanner © Estrada - Monstruos argentinos. El-lobisén |57 que seguia con la vista.fija en el horizonte, sin hacer caso. A cierta distancia, se divisaban las les en- cendidas de Ja estancia. ‘Albino siguié contando: —EI lobisén sale a matar. Le aiilla a la luna, come basura y excrementos, y por eso anda descompuesto al otro dia.. Ademis, ataca a los hombres desprevenidos. Al amanecer. $e vuelve a convertir en una persona normal, y no se acuerda de nada. Cuando Albino terminé de hablar, Joaquin dijo: —Si querés, volvé y metete en la cama. —Reite, nomas —se:enojé Albino—.-Te voy a acompajiar igual, nada mas que para rio de- jarte solo. Siguieron andando en silencio. Aun costado del.camino, vieron dos gallinas muertas, despe- dazadas a mordiscones; con las plumas manctia- das de sangre. ° : : Albino le clavé la mirada a Joaquin, como diciendo:: “Ahi tenés”, : —Ya falta poco —afirmé Joaquin, mirando de reojo.a Albino—. Terminamos hoy y listo. Asi no tenemos que volver mafiana. Escaneado con CamScanner 58 | Nicolas Schuff —Yo preferiria volver mafiana —murmuré Albino, resignado. Estaban llegando. Ya casi era noche cerra- da, Solo se ofa el paso y la respiraci6n de los ca- ballos, Para llegar a la entrada de la estancia, habia que atravesar un pequefio puente de ma- dera. Cuando subieron al puente, Albino oy6 un ruido raro, “Serd la madera”, pens6, tratando de convencerse, Siguieron avangando por el puente, pero cuando estaban justo en la mitad, una sombra oscura y amenazante salt6 frente a ellos desde los matorrales. Los hombres frenaron en seco, tirando de las riendas. Los caballos relincharon y se irguieron en dos patas. Albino perdié el equilibrio y cay6 al piso. —jEl lobisén! —grit6. Era un animal grande y negro. En la noche, brillaron sus colmillos, La bestia aullé y se aba- lanzé sobre Albino. El hombie y el bicho roda- ron por la tierra. Con reflejos répidos y certera punteria, Joa- quin, que llevaba un arma en la cintura, a pesar de la oscuridad casi total, sacé la pistola y le acerté un balazo al animal en plena cabezota. Escaneado con CamScanner 159 5 El lobison SOUNUa6Ie SONASUOW ~ epersa @ Escaneado con CamScanner 60 | Nicolas Schuff Se oy6 un gemido, y la sombra se escabullé en la noche. — Estas bien? —grité Joaquin, apeandose del caballo. Albino tenia apenas un rasgufio en la cara, pero estaba temblando en el suelo._y no podia hablar. Su caballo se habia espantado y habia salido al galope por el campo. Joaquin lo alz6,,lo hizo subir en ancas? de su _ caballo y pegaron la vuelta a todo galope. Ya en _ Casa, mientras su mujer le limpiaba la herida, Al- _ bino le recriminé a Joaquin: —iYo te avisé! | Habra sido un animal cualquiera —dijo Joaquin—. Ademés, ahora ya esté muerto: —No —dijo Albino—. Para que se muera El lobison, la bala tiene que ser de plata. Y si no és de plata, tiene que estar bendecida en tres igle- sias. Ademés, si alguien lo lastima pero..no' lo mata, cada vez que se convierta en lobisén'va a tratar de matar al que lo atacé... —Basta por hoy —dijo Joaquin. Se despidié y volvié a su casa al paso'lento de su caballo. La noche era fresca y no habia nadie 2 Montado detrés. Escaneado con CamScanner © Estrada -’Monstruos argertinos. enlas calles. Una vez en la cama, le cost6 dormir- se. Se despertaba a cada rato. A lo lejos se escu- chaban aullidos de perros ladrandole a la luna. En un momento crey6 ver sombras tras la ventana. Por las dudas; se levant6 y aseguré los postigos. Al dia siguiente, temprano, Joaquin volvi6 a la casa de don Emilio con la bolsa de harina.y las galletas que no habia entregado la noche an- terior. Albino no quiso acompafiarlo: Al caerse del caballo, se habia golpeado un hombro y le dolfa bastante. Joaquin llegé hasta la puerta de la estancia y golpeé las manos para anunciarse. Don Emilio salié de la casa y le hizo sefias de que se acerca- ra. Era un hombre corpulento, dé rostro severo y de pocas palabras. —Buenas, don Emilio —salud6 Joaquin, mien- tras le alcanzaba la bolsa de harina y las galletas. —Buenas serdn’ para usted —gruiid don Emi- lio—. Anoche, alguno me maté a mi perro... Si lo agarro, le juro que me las paga... Espéreme un segundo, ahora Ie traigo la plata.“ Don Emilio desaparecié en la casa. Las ven- tanas estaban abiertas, pero las cortinas corridas no dejaban ver el interior. Fscaneado con CamScanner EI lobisén |61 62 | Nicolés Schuff Joaquin, aliviado al comprobar que el muer- to era realmente el perro, se burlaba por-dentro. “Albino y sus historias”, pens6. “Si don Emilio se llega a enterar de que fuimos nosotros los que le matamos al perro...” . Enseguida don Emilio volvié a salir con el dinero. : —Aqui tiene —dijo. —Gracias —salud6 Joaquin—. Hasta la -proxima. —Adiés —mascull6 el hombre, y volvié a desaparecer dentro de la casa. Joaquin monté su caballo. Pero cuando es- taba por irse, sintié que lo observaban. Enton- ces se dio vuelta. Desde una habitaci6n al cos- tado de la galeria, un muchacho lo miraba fi- jo, detrds de la cortina apenas corrida. Era Nazareno. La piel'de su cara de chico enfer- mizo era pélida, amarillenta. Sus ojos, con profundas ojeras, estaban enrojecidos, como inyectados en sangre. Pero lo que paraliz6 a Joaquin, lo que lo llené de espanto, fue descu- brir que el muchacho tenia la cabeza vendada, como si hubiera recibido un golpe... o tal vez un balazo... Escaneado con CamScanner te he, Rae E TT > aL V i : 64 | Nicolas Schuff s El mito * ~- Una leyenda urbana no @é mucho més que eso: una le- yenda. Que circula por medids de'transmision muy actua- les, como, por ejemplo, el correo electronico, Las ciudades ysus adelantos tecnicos constituyen una red ideal para que estos;relatos se propaguen; por ego el nombre de leyenda urbana. Una leyenda urbana es, por sobre todas las cosas, creible, verosimil, porque todos sus elementos nos gon co- nocidos y familiares. Por eso nos resultan tan aterradoras. Supongamos que alguien recibe un correo electrénico que cuenta las peripecias espantosas que debio atravesar una persona y, por distintas razones, lo cree, porque el que ge lo.mand6 eg un amigo. A ese amigo también se lo ha- bia mandado un amigo... que a la vez lo habia recibido de un amigo... y asi ocurrio incontable cantidad de veces, has- ta remontarnos al primero que echo a rodar ese texto co- mo una bola de bowling... A.-veces, los informativos de pequeftas emisoras radio- fonicas no del todo “serias” o profesionales pueden hacer- se eco de este tipo de noticias que, en general, son atroces. Cuando recibimos un correo electronico con una his- toria desgarradora que acarrea -ademas- una especie de moraleja, en el que se os pide con desesperacion que lo reenviemos, que no dejemos pasar la oportunidad de ayu- dar a un semejante, ante la duda... ayudamos a alimentar Ja leyenda. Escaneado con CamScanner © Estrada — Monstruos argentinos. Ultimo viaje de Celia en tren |65 OLTIMO VIAJE DE CELIA EN TREN E viernes por la tarde, a las seis y media en punto, como todos los dias, Nicolas Fink sa- lid de la fabrica de pantuflas donde trabajaba. Nicolés era escritor, pero, como tantos escrito- res, se ganaba la vida con otro trabajo. Aquella tarde corria un viento tibio y el cie- lo, despejado, empezaba a tefiirse de matices rosados y violaceos. En general, en tardes asi, a Nicolas no le daban ganas de volver directamen- te a su casa. A veces, bajaba caminando por la avenida Belgrano hasta la Costanera Sur, y se sentaba en un banco a mirar el rio. Afsi, de a po- co, su cabeza se alejaba de las pantuflas y se iba acercando a la literatura. ‘Oiras veces, se metia en un cine cualquiera, o en un bar donde pasa- ran tango y sirvieran buen café. Escaneado con CamScanner

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