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Incendios forestales en Chile central en el siglo XXI:


impacto en los remanentes de vegetación nativa según
categorización de amenaza ....

Chapter · July 2019

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Mario A Carvajal Alberto J Alaniz


University of Santiago, Chile
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Biodiversidad y Ecología de los Bosques Costeros de Chile.
C. Smith-Ramírez y F.A. Squeo, eds
Editorial Universidad de Los Lagos 2019 : 487-504

25. Incendios forestales en Chile central


en el siglo XXI: impacto en los
remanentes de vegetación nativa según
categorización de amenaza y
recuperación de cobertura
Forest fires in central Chile during the 21st century: impact on
native vegetation remnants according to threat categorization and
coverage recovery

MARIO A. CARVAJAL Y ALBERTO J. ALANIZ

Abstract
Wildfires in Chile are mainly concentrated in the Mediterranean
Central zone, which coincides with a highly threatened global
biodiversity hotspot. We i identify the burned areas and the inter-
annual trends of wildfires in the natural ecosystems of continental
Chile between 2000 and 2018, considering the ecosystem threat
level based on IUCN criteria, and ii identify recovery of the
burned zones after the 2017 megafires. We quantified burned
area/month and number of wildfires/ pixel and we overlapped
wildfire and IUCN red list maps. We analyzed monthly remotely-
sensed recovering indices in the ecosystems most affected by the
2017 megafires. We found that remnant deciduous and
sclerophyllous forests were the most affected, accounting for 40%
and 35.6% of the total wildfire cover, respectively. 50.6% of the
wildfire area was in coastal ecosystems categorized as Vulnerable.
We found a rapid increase of vegetation cover from December 2017
to October 2018 after megafires. Coastal ecosystems experienced
serious damage by wildfires during the last decade, what could
have a synergic effect, with land use and climate change, generating
the risk of potential collapse of these valuable ecosystems.
Keywords: megafires, red lists of ecosystems, remote sensing,
restoration, vegetation dynamics, wildfire

487
25.1 Introducción
A nivel global los incendios constituyen una de las
perturbaciones más comunes en ecosistemas forestales Doerr y
Santín, 2016 . Los regímenes de fuego dependen de tres factores
esenciales Van Der Werf et al., 2010 : i la presencia de biomasa
seca disponible como combustible, ii condiciones ambientales
necesarias como presencia de aridez, viento y temperatura, y iii un
factor de ignición. Respecto a este último factor, existen zonas en
donde la presencia de tormentas eléctricas en determinados
periodos del año da origen a incendios de gran magnitud y
extensión, determinando que los regímenes de fuego se asocien a
dinámicas naturales e.g., zonas boreales de Rusia y Canadá
Mitchard, 2018 . Entre las características que destacan a estos
sistemas pirogénicos esta la capacidad de recrecimiento de la
vegetación después de una perturbación por fuego, la existencia de
un banco de semillas disponible y la presencia de lignotubers que
pueden desencadenar un aumento de la productividad primaria del
ecosistema Harvey et al., 2016; Coppoletta et al., 2016; Paula et al.,
2016 . Sin embargo, en otras zonas del mundo los incendios
forestales no tienen un origen natural, por ejemplo, en el caso de
los bosques tropicales de la Amazonía brasileña, el Congo y Borneo,
en donde la causa principal de incendios es la actividad humana
Mitchard, 2018 . Estos incendios se asocian principalmente a la
quema de bosque para su posterior tala y reemplazo por cultivos
como la soja o la palma aceitera.
Uno de los efectos negativos de los incendios forestales es
que inciden significativamente en los montos de gases de efecto
invernadero que se emiten a la atmósfera Mitchard, 2018 . Al
originarse un incendio la biomasa seca que se encuentra en forma
de carbono almacenado e.g., tronco, ramas, hojas sufre una
transformación fisicoquímica que la convierte en dióxido de
carbono, el cual es liberado a la atmósfera Van Der Werf et al.,
2010; Baccini et al., 2012; Mitchard, 2018 . Por otro lado, diversos
ecosistemas no cuentan con la capacidad de resiliencia suficiente
para enfrentar estas perturbaciones, por lo tanto, posterior a un
incendio la recuperación es difícil y lenta Chambers et al., 2016 ,
haciendo que procesos como la erosión y escorrentía superficial
eliminen las fuentes de carbono remanentes e.g., carbón orgánico
del suelo Vieira et al., 2015 , o generando un recambio de

488
especies en la sucesión ecológica temprana asociada al arribo de
especies invasoras Flory et al., 2015 . Estos factores pueden hacer
que un incendio sea una causa importante de disrupción en
ecosistemas que no se encuentran evolutiva y funcionalmente
adaptados Keith et al., 2013 .
En Chile, los estudios sobre el origen de incendios
forestales han concluido la casi nula presencia de factores de
ignición naturales e.g., tormentas eléctricas en zonas como la
Cordillera de la Costa, lo cual permiten deducir que estos son en su
mayoría antropogénicos Úbeda y Sarricolea, 2016 . Por otro lado,
en zonas de la cordillera andina si hay evidencia de incendios
naturales provocados por actividad volcánica y tormentas
eléctricas Ubeda y Sarricolea, 2016 .
Recientemente, se ha identificado que la frecuencia de
ocurrencia de incendios por año y su extensión han ido en aumento
en Chile, fenómeno asociado a los recientes y prolongados periodos
de sequía que se han experimentado a lo largo del país Urrutia-
Jalabert et al., 2018; González et al., 2018 . Es importante destacar
que, a escala nacional, la zona de mayor ocurrencia de incendios
forestales corresponde a la zona costera del centro-sur, desde la
región de Valparaíso hasta la Región de Los Ríos Úbeda y
Sarricolea, 2016; McWethy et al., 2018 . Para esta misma zona del
país se ha descrito la existencia de una fuerte presión antrópica,
asociada a procesos como el cambio de cobertura y uso de suelo
CCUS , sequias e invasiones biológicas, así como la gran cantidad
de población humana Fuentes et al., 2015; Garreaud et al., 2017;
Rodríguez-Echeverry et al., 2018 . Por otro lado, la zona costera del
bioma mediterráneo chileno es la que presenta los niveles de
amenaza más altos según los criterios de la Lista Roja de
Ecosistemas LRE de la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza UICN , con ocho ecosistemas amenazados, siendo
los ecosistemas del bosque maulino uno los más afectados Alaniz
et al., 2016 . A pesar de la larga data de incendios antropogénicos
ocurridos en la zona, los “Mega-incendios” del verano de 2017
sobrepasan por mucho las superficies “normales” de incendios
forestales ocurridos entre 2001 y 2016 de la Barrera et al., 2018 .
Al respecto, estudios científicos publicados entre el 2017 y 2018
han analizado factores tales como su extensión, severidad y
potenciales factores de propagación de este Mega incendio
McWethy et al., 2018; de la Barrera et al., 2018 . A pesar de los

489
avances en la comprensión de estos fenómenos, en Chile no se ha
realizado un análisis de la afectación de los regímenes recientes de
fuego según nivel de amenaza del ecosistema antes del incendio
siguiendo la LRE, ni tampoco del tiempo de recuperación de la
cobertura vegetacional nativa o no que permita disminuir los
efectos de escorrentía y pérdida de carbono del suelo. El presente
trabajo tiene por objetivo conocer la superficie de la vegetación
nativa o ecosistemas basados en los pisos de vegetación definidos
por Luebert y Pliscoff, 2006 que ha sido afectada por los incendios
en el presente siglo, enfatizando el análisis de la zona costera en el
mega incendio del 2017 y, además, conocer la capacidad de
recuperación de la cobertura vegetacional en estas áreas.
Discutimos nuestros resultados en relación a las categorías
de amenazas según UICN que tenían estos ecosistemas antes de los
incendios y de la necesidad de re-definirla debido a la drástica
reducción de las superficies de vegetación nativa. Específicamente
identificamos y cuantificamos espacialmente: i las áreas
quemadas por incendios forestales para cada uno de los
ecosistemas afectados por incendios, y 2 identificamos
tendencias de recuperación de cobertura vegetacional nativa o
no de las zonas quemadas después del mega-incendio del 2017
mediante métodos de percepción remota.

25.2 Materiales y métodos

Identificación espacial de los incendios forestales. Se


generó una base de datos mensual de imágenes satelitales del
producto MODIS MCD64A1 Burned Area Product entre enero de
2001 y octubre de 2018, el cual entrega una identificación
espacialmente explicita de los incendios forestales. Esta base de
datos fue construida mediante la utilización de la plataforma
Google Earth Engine GEE y la librería “Raster” de R Hijmans y
van Etten, 2012; Gorelick et al., 2017 . El producto MODIS
MCD64A1 Burned Area Product posee una resolución de pixel de
500 m, lo cual permite detectar los incendios mayores a 25 ha de
superficie.
Como unidad de análisis se utilizaron los ecosistemas
remanentes, los cuales corresponden a las superficies naturales de
cada ecosistema excluyendo plantaciones forestales y otras
cubiertas antrópicas . Los ecosistemas naturales remanentes

490
usados son aquellos definidos como pisos de vegetación por
Luebert y Pliscoff 2006 a los cuales se les extrajeron los usos de
suelo antrópicos. Para realizar esta extracción se utilizó el mapa de
coberturas de suelo de Zhao et al. 2016 , el cual fue categorizado
en coberturas antrópicas o naturales considerando la descripción
estructural y fisionómica de cada formación vegetacional, e.g.
bosque, herbazal, matorral . No se consideraron coberturas que en
un pasado fueron naturales y luego experimentaron un cambio;
cuantificándose así los incendios que han ocurrido solo en zonas
que no cambiaron su cobertura de suelo desde una natural a una
antrópica durante el periodo analizado.
Se cuantificó el área total acumulada quemada por
ecosistema durante el periodo de análisis, así como la frecuencia
promedio del periodo y su tendencia interanual. Este análisis
consideró las categorías de amenaza planteadas por Alaniz et al.
2016 para los ecosistemas del bioma Mediterráneo chileno. Se
utilizó la nomenclatura de Luebert y Pliscoff 2006 para delimitar
y referirse a las áreas quemadas.
Indicadores de recuperación de las zonas quemadas
durante los mega incendios. Se evaluaron tres funciones
indicadoras de recuperación de los ecosistemas después de los
mega incendios Meng et al., 2018 en 23 ecosistemas afectados.
Estas funciones fueron analizadas usando índices provenientes de
imágenes satelitales en la plataforma GEE Gorelik et al., 2017
desde la fecha de ocurrencia del incendio hasta octubre de 2018. Se
calculó un valor promedio mensual de cada índice, luego mediante
la generación de modelos lineales se cuantificó el parámetro R2
ajustado de la regresión, su pendiente y p-valor. Las funciones
fueron:
1.- Productividad primaria bruta GPP : obtenida del producto
MODIS MOD17A2H.0006, presenta una resolución espacial de
500 metros y una cadencia de ocho días. Este indicador refleja
la productividad del ecosistema en términos de fotosíntesis y
ciclo del carbono.
2.- Índice de área foliar LAI : obtenido a partir del producto
MODIS MDC15A3H.0006 el cual posee una resolución espacial
de 500 metros y una cadencia cuatro días. Este índice da cuenta
de la calidad de la vegetación en la función fotosintética en
términos de su capacidad de absorción.

491
3.- Índice mejorado de vegetación EVI : obtenido a partir del
producto MODIS MOD13Q1.006 el cual posee una resolución
espacial de 250 m y una cadencia de 16 días. Este índice refleja
el estado de salud de la vegetación en base a su contenido
potencial de clorofila.

25.3 Resultados

Identificación espacial de los incendios forestales. El área


quemada de los ecosistemas naturales durante enero del 2000 a
octubre 2018 fue de 804.359 hectáreas. La frecuencia más alta de
incendios en los 18 años analizados se presentó en la depresión
central de La Araucanía con hasta 16 incendios en el mismo pixel
unidad mínima analizada 25 ha; Fig. 1C . Por otro lado, los
incendios de mayor extensión se produjeron durante el año 2017
con una superficie quemada de 248.864 hectáreas Figs. 1A y 1B ,
lo cual representa un 31% del área quemada en todo el periodo de
análisis.
Los ecosistemas costeros desde la Región de O´Higgins
hasta del Biobío son los que poseen la mayor superficie quemada
en relación a su extensión remanente, se incendió entre un 20,1 a
45,2% Fig. 2 . Los ecosistemas más afectados en superficie fueron
los caducifolios, esclerófilos y espinosos con un 40, 35,6 y un 11,6%
del área total quemada en el periodo analizado Anexo 1; Fig. 2 .
Los ecosistemas costeros presentaron la mayor área total
acumulada quemada, con un 37,3%, seguidos por los andinos con
un 30,1% y los interiores valle central con un 19,2%. El bosque
caducifolio Templado de Nothofagus obliqua y Persea lingue ID
53 , así como el bosque caducifolio Templado de N. obliqua y
Laurelia sempervirens ID 54 y el herbazal Mediterráneo
Nastanthus spathulatus y Menonvillea spathulata ID 119 no
fueron incluidos en el análisis de porcentaje de área quemada, ya
que poseen una distribución que incluye tanto zonas costeras como
interiores y andinas, y debido a que mostraron sólo un 9% del área
total quemada en su conjunto Fig. 2; Anexo 1 .
El ecosistema más afectado corresponde al bosque caducifolio
Mediterráneo costero de Nothofagus glauca y Persea lingue con un
45,2% de su superficie remanente afectada. Luego se encuentra el
bosque caducifolio Mediterráneo costero de N. glauca y Azara
petiolaris con un 25,7% y el bosque esclerófilo Mediterráneo

492
costero de Litrea caustica y Azara integrifolia con un 24,3% Fig. 2,
Anexo 1 . Según categoría de amenaza UICN, de los ecosistemas
recién mencionados, los dos más afectados se encentraban al
momento del incendio en categoría “En Peligro” EN , mientras que
el tercero estaba categorizado como “Vulnerable” VU . Por otro
lado, los ecosistemas amenazados -en las categorías CR Peligro
Crítico , EN y VU-, concentraron un 39,6% del total de superficie
afectada, mientras que aquellos que clasificados como fuera de
amenaza Casi amenazado, NT; Preocupación menor, LC
presentan un 10,3% de área afectada. Vale destacar que los
ecosistemas no evaluados por la lista roja de Alaniz et al. 2016
representan un 38% del área total quemada en el periodo Fig. 2;
Anexo 1 . Finalmente, los ecosistemas andinos mostraron la menor
proporción de incendios, entre un 0 y un 10,1% de su superficie
quemada.
Respecto a los patrones anuales de área quemada, se
identificó que los años 2015 y 2017 fueron los que concentraron
mayor cantidad de pérdida con un total acumulado de 127.703 ha
y 248.863 ha, respectivamente Fig. 3A . Ambos años en conjunto
representaron un 46,8% del total de área quemada en el periodo.
Por otro lado, considerando solo los ecosistemas clasificados por
Alaniz et al. 2016 sin considerar los no evaluados , la mayor
extensión de área quemada ocurrió en ecosistemas VU con un
50,6%, seguidos por ecosistemas en preocupación menor LC , CR
y EN, con un 18,4%, 16,3% y un 12.4%, respectivamente Fig. 2 y
3E . Los ecosistemas CR fueron afectados principalmente durante
el año 2012 con una superficie quemada de 17.998 ha Fig. 3B ,
siendo el Bosque esclerófilo Mediterráneo costero de L. caustica y
Cryptocarya alba ID 40 y el Bosque esclerófilo psamófilo
Mediterráneo interior de Q. saponaria y Fabiana imbricata ID 45
los más afectados durante el periodo, con 30.940 ha y 31.800 ha
quemadas, respectivamente Fig. 3F; Anexo 1 . Los ecosistemas EN
y VU mostraron un patrón temporal de pérdidas similar entre sí,
siendo el año 2017 el que concentró el área más extensa de pérdida,
con 39.249 ha y 111.154 ha, respectivamente Figs. 3C y 3D . Entre
los ecosistemas EN, el bosque caducifolio Mediterráneo costero de
N. glauca y P. lingue fueron los más afectados con una pérdida total
de 37.493 ha en el periodo estudiado, de las cuales 28.101 ha se

493
Figura 1. Número, superficie y frecuencia de incendios entre el año 2000
al 2018. En los cuadros de la izquierda se destacan las tres áreas que
tuvieron mayor superficie de incendios en el periodo estudiado.

494
Figura 2. El panel izquierdo corresponde al porcentaje del ecosistema
afectado por incendios en el periodo de estudio, se muestra el código ID
del ecosistema según Luebert y Pliscoff 2006 vinculadas al Anexo 1. El
panel derecho muestra el área quemada y las categorías de amenaza de los
ecosistemas entre los 32° a los 37°S, según Alaniz et al. 2016 . Al sur de
los 37°S sólo se muestran los incendios.

495
Figura 3. Los paneles izquierdos muestran el área total quemada por año
por incendios forestales A y acumuladas por nivel de amenaza de los
ecosistemas para las categorías: En Peligro Crítico B , En Peligro C y
Vulnerable D . Los paneles derechos muestran el área quemada
acumulada según categoría de amenaza E y según ecosistema ver Anexo
1 para cada categoría considerando los más afectados por incendios: En
Peligro Crítico F , En Peligro G y Vulnerables H .

quemaron solo el año 2017 Fig. 3G representando el 74,9% del


total. Entre los ecosistemas VU, los más afectados fueron el bosque
esclerófilo Mediterráneo costero de L. caustica y Azara integrifolia
ID 42 y el Bosque esclerófilo Mediterráneo interior de L. caustica
y P. boldus ID 43 con un área total quemada de 72.537 ha y
60.369 ha, respectivamente Figs. 3G y 3H . En el año 2017 ambos
ecosistemas experimentaron una pérdida que representó el 68,3%

496
y el 72% del total de área quemada de cada uno en el periodo
completo de estudio. El ecosistema más afectado por los mega-
incendios de 2017 fue el bosque caducifolio mediterráneo costero
de N. glauca y P. lingue ID 50; homologable al bosque maulino
según distribución geográfica , con un 33,8% de su área remanente
quemada por dichos incendios 28.100 ha de 83.031 ha
remanentes .
Indicadores de recuperación en cobertura de las zonas
quemadas durante los mega incendios del 2017. Los cinco
ecosistemas más afectados por los mega incendios, en orden
decreciente, corresponden a: Bosque esclerófilo Mediterráneo
costero de L. caustica y A. integrifolia ID 42 , Bosque esclerófilo
Mediterráneo interior de L. caustica y P. boldus ID 43 , Bosque
espinoso Mediterráneo interior de Acacia caven y L. caustica ID
35 , Bosque caducifolio Mediterráneo costero de N. glauca y P.
lingue ID 50 y el Bosque caducifolio Mediterráneo-Templado
costero de N. obliqua y Gomortega keule ID 52 . Los tres índices
analizados mostraron una tendencia decreciente hasta un año
después de ocurridos los mega incendios desde enero de 2017
hasta diciembre de 2017, pero posteriormente empezaron a
incrementar desde enero de 2017 hasta octubre de 2018 cuando
finaliza este análisis Fig. 4 . La GPP tuvo una respuesta más lenta
que el EVI en cuanto al efecto negativo post incendio y a la
recuperación. Mientras que el LAI presentó un comportamiento
más similar al EVI.
El Bosque espinoso Mediterráneo interior de A. caven y L.
caustica es el ecosistema que experimento la recuperación en
cobertura más significativa respecto a los indicadores analizados
presentando los coeficientes y rho más altos de todos los
ecosistemas. Este ecosistema redujo su GPP desde 279,5 kg C/ ha
en febrero 2017 a 68,1 kg C/ ha en noviembre de 2017, para luego
experimentar un aumento sostenido hasta alcanzar un máximo en
agosto de 2018 con 417,4 kg C/ha. Por otro lado, si se compara
septiembre de 2017 con el mismo mes del año siguiente, se ve un
aumento de un 390,5% en el monto de GPP, pasando de 84 kg C/ha
a 328.1 kg C/ ha. Luego se encuentran los ecosistemas esclerófilos,
los cuales experimentaron una reducción significativa de su GPP
desde febrero a diciembre en un 388,7% ID 42 y un 423,3% ID
43 , respectivamente. Entre septiembre de 2017 y 2018 el Bosque
esclerófilo Mediterráneo costero de L. caustica y A. integrifolia ID

497
Figura 24.4. Tendencia de los indicadores de recuperación después de los
mega incendios en los cinco ecosistemas con mayor cantidad de área
quemada ordenados desde arriba hacia abajo según área total quemada
en los mega incendios; ID números a la derecha relacionados al Anexo
1 . Productividad primaria bruta GPP , índice mejorado de vegetación
EVI e índice de área foliar LAI .

498
42 aumentó desde 122,7 kg C/ha a 497,2 kg C/ha , mientras que el
Bosque esclerófilo Mediterráneo interior de L. caustica y P. boldus
ID 43 aumento desde 82,3 kg C/ha a 361,2 kg C/ha. En el caso de
los índices EVI y el LAI, los ecosistemas esclerófilos presentaron un
comportamiento similar al bosque espinoso. Por último, para el
caso de los ecosistemas caducifolios ID 50 y 53 , las respuestas de
los diferentes indicadores fueron variables. En el caso del GPP para
el bosque caducifolio Mediterráneo costero de N. glauca y P. lingue
ID 50 se evidenció una reducción sostenida desde febrero a
diciembre en un 346,6%, mientras que el Bosque caducifolio
Mediterráneo-Templado costero de N. obliqua y G. keule ID 52 se
redujo en 761,4%. Sin embargo, el efecto en el índice EVI fue menor
que el evidenciado en el GPP con una reducción de 92,4%.
Posteriormente, ambos ecosistemas experimentaron una
recuperación sostenida, donde el aumento del GPP entre
septiembre de 2017 y 2018 fue de 348,7% y 487,6% para el bosque
caducifolio Mediterráneo costero de N. glauca y P. lingue y el
Bosque caducifolio Mediterráneo-Templado costero de N. obliqua
y G. keule, respectivamente.

25.4. Discusión

Los resultados señalan que la mayor proporción de


incendios forestales en los últimos 18 años se localizó en los
remanentes de bosques costeros, llamados genéricamente “bosque
maulino”. Desde el año 1974 en esta zona la mayor proporción de
bosques nativos ha sido reemplazada por plantaciones exóticas de
pino y eucaliptus, lo cual se debió principalmente a las políticas de
fomento forestal impulsadas por el decreto ley 701 Echeverría et
al., 2006 . Esta política fomentó el reemplazo de alrededor del 67%
de la superficie original de bosques nativos en el área Echeverría
et al., 2006; Rodríguez-Echeverry et al., 2018 . Las repercusiones
estimadas para los ecosistemas naturales asociados al reemplazo
de este tipo de coberturas son variadas, entre las que se cuentan:
reducción en la disponibilidad hídrica a nivel cuenca Lara et al.,
2009 , reducción de la biodiversidad y pérdida de hábitat en
plantaciones sin sotobosque Carvajal et al., 2018; Alaniz et al.
2018 , aumento de la erosión y pérdida de suelo, reducción de la
capacidad de captación de aguas e incremento del riesgo de
inundaciones en eventos pluviométricos extremos Little et al.,

499
2009; de la Barrera et al., 2018 , cambios en los procesos de
intercambio energético Olivera-Guerra et al., 2014 y aumento de
la susceptibilidad a la propagación de incendios forestales de la
Barrera et al., 2018; McWethy et al., 2018 .
Diversos estudios han abordado este fenómeno desde
aproximaciones relacionadas a los usos de suelo, contaminación
atmosférica, riesgos naturales y socioeconómicos, entre otras
temáticas vinculadas al desarrollo humano e.g., Úbeda y
Sarricolea, 2016; de la Barrera et al., 2018; McWethy et al., 2018 .
Entre los principales resultados de este estudio se destaca la
identificación de que la mayor proporción de área quemada
corresponde a ecosistemas naturales costeros, los que además
están categorizados en los niveles más altos de amenaza VU, EN y
CR . Esta amenaza se debe principalmente a que los ecosistemas
costeros están expuestos a importantes presiones antrópicas, las
cuales los remiten a fragmentos de bosques rodeados por
plantaciones forestales, ubicados principalmente en quebradas,
escasas áreas silvestres protegidas y parches aislados en la matriz
agrícola Zhao et al., 2016 . Gran parte de los incendios en la zona
costera se han generado dentro de plantaciones forestales exóticas,
para luego propagarse hacia los ecosistemas naturales amenazados
McWethy et al., 2018 . Es importante destacar que los ecosistemas
en Peligro Crítico han estado sometidos a una importante presión
por fuego durante todo el periodo de estudio. Por otro lado,
ecosistemas categorizados En Peligro y Vulnerables se
mantuvieron menos sometidos a incendios hasta antes de los
eventos de mega-incendios ocurridos en enero de 2017, los que
constituyeron una cantidad significativa de hectáreas quemadas.
Por este motivo, es recomendable generar nuevas evaluaciones del
nivel de amenaza de estos ecosistemas utilizando la metodología
de LRE de la UICN, ya que posiblemente estos pueden haber
aumentado sus niveles de amenaza después de los mega-incendios
de 2017. Otro punto importante es que el bosque maulino habría
experimentado una afectación del 34% de su superficie remanente
durante los mega-incendios de enero de 2017, lo cual vuelve
necesaria la generación de acciones políticas que permitan
asegurar la conservación de este ecosistema relicto.
Si bien se identificó una recuperación de los montos
originales de los tres índices GPP, EVI y LAI con posterioridad a la
ocurrencia de los mega-incendios, es importante destacar que

500
dicha recuperación en la cobertura vegetal puede estar asociada a
dos causas: i se ha descrito para Chile central que las especies
invasoras principalmente de origen europeo poseen gran
capacidad de germinación y ganancia de biomasa posterior a
incendios forestales Pauchard et al., 2008; García et al., 2010;
Úbeda y Sarricolea, 2016 , lo que podría influir en el aumento
detectado en los valores de los índices GPP, EVI y LAI asociado a un
recambio potencial de la sucesión hacia especies invasoras; ii por
otro lado, especies sombra intolerantes poseen una capacidad de
ganancia de biomasa y fotosíntesis superior a especies vinculadas
a estadios más avanzados de la sucesión ecológica, por lo cual el
incendio podría generar un aumento de los índices, pero asociado
a un cambio en la fisionomía de la vegetación hacia una estructura
herbácea y arbustiva, lo cual representa una degradación respecto
al ecosistema pre-incendio Barlow y Peres, 2008; Xaud et al.,
2013 . Para la verificación de estas hipótesis resulta necesaria la
realización de estudios de campo que permitan dilucidar dinámicas
tales como: el recambio de especies, colonización de invasoras,
cambios en la biomasa vegetal, modificación de la estructura y
alteración de las interacciones bióticas.
Se hace hincapié en la inclusión de la LRE y la amenaza de
los incendios forestales dentro de las políticas nacionales de
adaptación y mitigación al cambio climático, considerando que los
mayores cambios según escenarios futuros de cambio climático
coinciden en que los incendios se volverán cada vez más intensos y
recurrentes Brando et al. 2014; Stevens-Rumann, et al., 2018
poniendo ya en jaque el futuro de la biodiversidad contenida
especialmente en los ecosistemas de la zona costera de Chile.
Creemos que los resultados aquí generados constituyen
una línea de base útil para el diseño y la aplicación de políticas
nacionales para la conservación, manejo y restauración de
ecosistemas incendiados en Chile. Lamentablemente no existen
políticas de recuperación de la vegetación nativa pérdida en
incendios en Chile, ni tampoco después de lo ocurrido en el mega-
incendio del 2017.

Agradecimientos
Agradecemos a Cecilia Smith-Ramírez por la invitación y
su constante apoyo al desarrollo de esta y otras investigaciones
desarrolladas por los autores. Se agradece a Asiel Olivares por su

501
colaboración en generación de la base de datos utilizada en el
presente estudio. De igual forma se agradece al equipo del
Laboratorio de Ecología de Ecosistemas de la Facultad de
Agronomía de la Universidad de Chile por la ayuda prestada a Asiel,
Sres. Jorge Pérez-Quezada y Mauricio Galleguillos. Finalmente, los
autores agradecen al Centro de Estudios en Ecología Espacial y
Medio Ambiente, Ecogeografía, por el respaldo de la presente
investigación.

Las referencias se encuentran al final del libro.

502
Anexo 1: Resumen de los resultados por ecosistema. La columna ID
muestra el código respectivo del ecosistema en base a Luebert y Pliscoff
2006 vinculado a su vez a la Figura 2. Se detalla la categoría de amenaza
de IUCN Cat. , superficie remanente Sup. Rem. y las superficies de
incendios totales 2001-2018 por ecosistema Área quemada total y la
proporción del Mega-incendio respecto al total quemado en el periodo
completo área 2017/ área total . Med mediterráneo; temp templado;
And Andino; Int Interior; Cost Costero.

Sup. Área quemada Mega-


Formación de vegetación total
Cat. Rem. incendio
Piso de vegetación ID km2 %
km2 %
Matorral espinoso M. e
Med. Int. de Trevoa quinquinervia y Colliguaja
NE 1.718,3 3,6 0,2 0
odorífera 27
Med. Int. de Puya coerulea y C. odorífera 28 NE 511,6 0,8 0,1 0
Bosque espinoso B. e
Med. Int. de Acacia caven y Prosopis chilensis
NT 2.003,9 65,1 3,2 0,7
32
Med. And. A. caven y Baccharis paniculata 33 CR 798,0 25,1 3,1 18,8
Med. Cost. de A. caven y Maytenus boaria 34 VU 2.689,8 361,4 13,4 24,5
Med. Int. de A. caven y Lithrea caustica 35 DD 4.391,6 481,5 11,0 75,1
Bosque esclerófilo B. es
Med. And. de Kageneckia angustifolia y Guindilia
LC 4.335,2 87,4 2,0 20,5
trinervis 38
Med. Cost. de Cryptocarya alba y P. boldus 39 LC 4.593,4 564,5 12,3 26,7
Med. Cost. de L. caustica y C. alba 40 CR 3.714,1 309,4 8,3 10,1
Med. And. de Q. saponaria y L. caustica 41 VU 2.651,5 231,9 8,7 15,4
Med. Cost. de L. caustica y Azara integrifolia 42 VU 2.983,8 725,4 24,3 68,3
Med. Int. de L. caustica y P. boldus 43 VU 4.122,0 603,7 14,6 72,0
Med. And. de L. caustica y Lomatia hirsuta 44 LC 1.307,7 23,4 1,8 51,3
Med. Int. de Q. saponaria y Fabiana imbricata
CR 2.222,4 318,0 14,3 16,3
45
Bosque caducifolio B. c
Med. Cost. de Nothofagus macrocarpa y Ribes
VU 856,4 111,3 13,0 51,6
punctatum 46
Med. Int. de Nothofagus obliqua y C. alba 47 DD 3.957,9 383,9 9,7 21,2
Med. And. de N. obliqua y Austrocedrus chilensis
DD 4.580,5 108,7 2,4 0,3
48
Med. Cost. de Nothofagus glauca y Azara
EN 463,2 119,0 25,7 93,7
petiolaris 49
Med. Cost. de N. glauca y Persea lingue 50 EN 830,3 374,9 45,2 74,9
Med. And. de N. glauca y N. obliqua 51 NE 1.022,2 15,0 1,5 0,0
Med. Temp. Cost. de N. obliqua y Gomortega
NE 1.143,8 248,3 21,7 67,5
keule 52
Temp. de N. obliqua y P. lingue 53 NE 2.903,3 543,5 18,7 2,7
Temp. de N. obliqua y Laurelia sempervirens
NE 7.835,7 165,3 2,1 5,2
54

503
Sup. Área quemada Mega-
Formación de vegetación total
Cat. Rem. incendio
Piso de vegetación ID km2 %
km2 %
Temp. Cost. de Nothofagus dombeyi y N. obliqua
NE 1.871,2 108,1 5,8 3,2
55
Temp. Cost. de Nothofagus alpina y P. lingue
NE 974,7 16,3 1,7 0,0
56
Med. Temp. And. de N. alpina y N. obliqua 57 NE 974,1 9,1 0,9 0,0
Temp. And. de N. alpina y Dasyphyllum
NE 4.194,4 204,2 4,9 3,0
diacanthoides 58
Temp. And. de N. alpina y N. dombeyi 59 NE 2.611,0 71,0 2,7 0,0
Med. Temp. And. de Nothofagus pumilio y N.
NE 1.114,9 64,9 5,8 6,3
obliqua 60
Temp. And. de N. pumilio y Araucaria araucana
NE 3.383,1 277,2 8,2 0,0
61
Temp. And. de N. pumilio y Drimys andina 62 NE 4.368,9 1,7 0,0 0,0
Temp. And. de N. pumilio y Azara alpina 64 NE 4.661,5 398,2 8,5 1,2
Bosque laurifolio B. la
Temp. Cost. de Aextoxicon punctatum y L.
NE 616,9 7,1 1,2 0,0
sempervirens 72
Int. de N. dombeyi y Eucryphia cordifolia 74 NE 6.340,6 3,4 0,1 0,0
Bosque resinoso B. r
Temp. And. de A. araucana y N. dombeyi 76 NE 2.907,6 351,7 12,1 0,1
Temp. And. de A. araucana y Festuca
NE 1.389,7 62,7 4,5 0,0
scabriuscula 77
Bosque siempreverde B. si
Temp. And. de N. dombeyi y Gaultheria
NE 862,7 39,2 4,5 0,0
phillyreifolia 83
Matorral bajo M. b
Med. Cost. de Chuquiraga oppositifolia y
EN 55,7 2,0 3,7 0,0
Mulinum spinosum 111
Med. And. de C. oppositifolia y Nardophyllum
NE 4.028,0 280,9 7,0 4,6
lanatum 112
Med. And. de Laretia acaulis y Berberis
NE 8.967,0 67,1 0,7 3,6
empetrifolia 113
Med. And. de C. oppositifolia y Discaria articulata
NE 1.855,7 42,6 2,3 6,5
114
Temp. And. de Discaria chacaye y B. empetrifolia
NE 616,9 58,1 9,4 1,5
115
Herbazal mediterráneo H. m
Nastanthus spathulatus y Menonvillea
NE 4.993,6 19,6 0,4 25,3
spathulata 119
O. adenophylla y Pozoa coriacea 120 NE 1.174,7 2,7 0,2 16,6

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