Sobre El Transitivismo. Berges y Balbo

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Sobre el transitivismo EI juego de los lugares de la madre y el nino Jean Berges Gabriel Balbo st Nueva Vision yp PRIDY 5 yy } Coteccton Freup 0 Lacan Dirigida por Roberto Harari ~~ Jean Bergés > Gabriel Balbo. Sobre el transitivismo El juego de los lugares de la madre y el nino SERS, _— GURLOTECA a : Seaays® on Toad Ediciones Nueva Visi6n _ Buenos Aires... - Titulo del original en francés: Jeu des places de la mére et de Venfant Essai sur le transitivisme © 1998 Editions Erés Traduccién de Horacio Pons Esta obra se publica en el marco del Programa Ayuda a la Edicién Victoria Ocampo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Fran- cia y el Servicio Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina. Toda reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier sistema —incluyendo el fotocopiado— que no haya sido expresamen- te autorizada por el editor constituye una infraccién a los derechos del autor y sera reprimida con penas de hasta seis afios de prisién (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172 del Cédigo Penal). L.S.B.N. 950-602-391-3 © 1999 por Ediciones Nueva Visién SAIC Tucuman 3748, (1189) Buenos Aires, Republica Argentina Queda hecho el depdsito que marca la ley 11.723 Tmpreso en la Argentina / Printed in Argentina Este libro se terminé de imprimir en el mes de agosto de 1999 en impresiones SUD AMERICA-Andrés Ferreyra 3767/69.Capital sy ee, as Introduccié6n ZEN QUE CONSISTE EL TRANSITIVISMO? En nuestra obra L’Enfant et la psychanalyse ya habiamos dedicado dos breves capitulos al transitivismo. En ellos dabamos a entender que desarrollariamos el concepto; pero ya indicAbamos que el transitivismo es algo asi como la negacién de la vivencia del otro y que su légica lo sittia entre la satisfaccién por un objeto alucinatorio del deseo y la doble negacién. También sefialabamos sus relaciones con la agresividad, el sadismo y el masoquismo. En esta perspectiva, por ultimo, menciondbamos la eventualidad de un transitivismo secundario. Pero esto no es “todo”... en el transitivismo. gEn qué se lo reconoce? Comencemos por hacerlo en la clinica misma, primero por el lado del nifio y luego por el de la madre. Por el lado del nijio Serialemos que en su forma mds conocida el transitivismo se presenta de la siguiente manera: una criatura da con su pierna contra un obstaculo, pero no dice nada; el nifio que presencia la escena emite una queja por el golpe recibido y se frota la pierna. Recordemos el ejemplo de E. Kohler del que nos informa H. Wallon: la pequefia A. -de ao “Jos afios y nueve meses-~ esta sentada entre su nifieray su “ymiguita H., frente a un montén de espuma acumulada -rerea de ella para jugar; desde hace unos momentos, A. -esté inquieta, agitada: repentinamente, golpea a H. y la _empuja. “;Qué haces?”, pregunta la nifiera: “H. es mala, " me pegé”. Aqui se ve con claridad que no es sdlo el dolor 3] que “transitiva’, sino verdaderamente una accién (en el —3entido gramatical que tiene el verbo transitivo) que pasa —~de un sujeto a su objeto complementario (el complemen- _to de objeto del verbo transitivado). El transitivismo _responde al caso en que me doy un golpe y quien lo sufre as el otro: no va mas lejos. la pierna de mi semejante, de mi prdjimo, choca contra “un mueble: yo siento un dolor y 1o muestro, digo “ay” y me _.froto dolorosamente la pierna. {Por qué, entonces, voy a __transitivarle lo que experimento? El masoquismo por el cual experimento.dolor —aunque no lo sienta, por otra parte, en tanto que el sadismo -~supone su vivencia— me recuerda inconscientemente la _.manera natural en que se tonstituyé6 mi masoquismo. _ Esto es lo que podria explicar por qué voy a transitivar ‘mediante un signo cualquiera hacia quien verdadera- “~mente vivié un dolor del que no se ha quejado. Por eso no ~transitivo el dolor experimentado sino el masoquismo, mi _~masoquismo: transitivismo que por ello.se propone como __meta limitar el masoquismo del otro, y no su dolor. Con _ ese masoquismo transitivado hacia el otro transitivo, y © ~ esto es esencial, la satisfaccidn masoquista correspon- > diente. Se plantea entonces una pregunta ulterior: cuan- do tengo una satisfaccién masoquista, {por qué voy a -_ denominarla dolor? ;Seré el dolor una satisfaccién maso-' " quista? {Se tratard de dos fenémenos comparables? Pode- “~ mos anticipar, segtin parece, que el dolor no es otra cosa -~ que'la nominacién secundaria de un mecanismo prima- - _~ rio. que es la satisfaccién. masoquista. _ Nohay,duda de.que.el otro,habla de ello, lo manifiesta, lo tiene.en.cuenta, porque hay una satisfaccién a compar- ~ tir: “Esos.dolores secundarios que te son propios, gudrda- . los para ti mismo, son los hijos de mi masoquismo’. Ejemplos: dos hermanas dan un paseo. Una cae y queda tendida cuan larga es. La otra, con una sonrisa que descubre la dentadura y deja ofr el silbido que se emite en el dolor, se golpea repetidamente los dientes con los dedos. El adulto le dice: “;Tu hermana se cay6 y te duelen los dientes?” Ella contesta: “jPero claro que no!”, y se marcha corriendo. E1 caso es doblemente interesante. En primer lugar, porque quien ha caidono mostr6é ninguna expresién de dolor: se levanta y vuelve a correr como si nada. Quien sufre es su hermana, y ese sufrimiento debe sefialarse porque para expresarlo elige una zona parcial del cuerpo, los dientes. Para nosotros es un eriigma que el transitivismo clasico siempre se vectorice desde un sujeto supuestamente psi- cético hacia su complemento. Puesto que a nuestro juicio el vector transitivista no se orienta tinicamente en esa direccién, sino también en la opuesta; y, si hay que-hablar de complementariedad, la observamos sin duda en una ~ direccién con respecto a la otra: no se puede pensar un vector sin el otro, su opuesto. Al hacerlo, nos vemos obligados a disociar esas dos direcciones que estan con- fundidas en la psicosis. En efecto, si el psicético choca con larodilla contra un objeto, lo que frota es la rodilla de otro, o el objeto: transitiva, pero aquel a quien acaricia no recibié ningun golpe ni sintié ningtin dolor. Transitivismo de direccién tinica. re Por el lado de la madre’ No es menos comiin observar, por ejemplo, que al ver asu hijo en peligro de caer, o que acaba dé sufrir una caida y no dice nada, se sienta afectada y no vacile en expresarle su afecto de dolor; de manera démostrativa, por ciérto, pero sobre todo perfectamente articulada y exhibidaen la palabra: Lo que experimenta y expresa con eso es una certidumbre, porque sostiene su afecto’ de un. real. Y 9 porque su afecto se sostiene de un real, su hijo se lo justifica a partir de lo que ella le dice. El transitivismo no es sélo lo que la madre experimenta y demuestra, es también el proceso que inicia cuando se dirige a su hijo porque formula la hipétesis de un saber en él, saber en torno del cual su designio va a circular como alrededor de una polea, para volverle en la forma de una demanda; demanda que ella supone la de una identifica- cién de su hijo con el discurso que le dirige. Esta circu- lacién describe un proceso muy general que se relaciona con el acceso a lo simbédlico. En el caso particular del transitivismo, el proceso pasa necesariamente por el cuerpo, porque éste esta compro- metido en una vivencia que lo afecta de otra manera que un sentimiento, que no puede ser mds que moral. El cuerpo es aqui el lugar de encubrimiento, por el cual el mundo toma forma y consistencia para el nifio. Se com- prende que el acceso a lo simbélico que representa la identificacién del nifio con el discurso dela madre concier- na al cuerpo en cuanto no es tinicamente cuerpo imagina- rio sino también cuerpo de lenguaje, de significantes y letras. Luego de este panorama clinico, 4a través de qué otra cosa se especifica el transitivismo? Ese transitivismo de la madre hacia el hijo, el transiti- vismo en general, pueden considerarse como un golpe de fuerza. En efecto, al pronunciar un discurso transitivista, la: madre fuerza al nifio a integrarse a lo simbélico; lo obliga a tener en cuenta los afectos que ella nombra, para designar sus vivencias en referencia a las suyas propias. Lo apremia a limitar su actividad, sus experiencias. Lo apremia, por lo tanto, a evaluar lo que experimenta, en referencia a un masoquismo que no es otro que el de ella. Lo caracteristico del pensamiento transitivista, también golpe de fuerza, es negar lo real experimentado por el 10 a Sana” Sa nr. otro, pero para forzarlo a hacerlo. Este va a experimentar realmente, y en un efecto de espejo, lo que otro (la madre, en particular) supuso y él debe experimentar.. Ese forzamiento transitivista anticipa y condiciona el que a continuacién !leva al nifio a entrar por las buenas 0 las malas en el campo de Ja palabra y el lenguaje, y por fin en el del lenguaje escrito. Comprendemos con claridad que ese golpe de fuerza puede parecer chocante para la “sensibilidad” ambiente, tan sobreprotectora del nifio. Ahora bien, un golpe de fuerza dista de ser siempre brutal, y la clinica lo testimo- nia con creces; jpreguntémonos también en qué se conver- tirfa un nifio al que nada restringiera! Para atenerse a cierto rigor conceptual, el golpe de fuerza en cuestién no es del orden del trauma, sino que compete a lo real: ese real necesario para el acceso a lo simbélico y el anuda- miento de esos tres registros que son lo imaginario, lo simbélico y lo real. En este aspecto, se trata de un golpe que fuerza al nifio al anudamiento borromeo: nada més ni . nada menos. , Hagamos no obstante la pregunta: jen qué sentido noes un trauma? No lo es porque de ese forzamiento tanto el nifio como la madre hacen una elaboracién discursiva, suponiendo una anticipacién, una hipétesis, que el tran- sitivismo destaca por el saber que supone en el nifio yque solicita; virtualidad de la adquisicién de una experiencia que abre el acceso a lo simbdlico y lo opone en todo sentido al trauma, que es meramente desorganizador y se carac- teriza por su indole de puro real impensable, reacio a todo anudamiento. Allf donde el trauma, en efecto, deja al sujeto en lo que Freud llama “rayo”, que desborda por su violencia los limites soportables del dolor, en el transiti- vismo éste constituye, al contrario,; el objeto de una notable elaboracién simbélica, debida particularmente a lo que antes sefialabamos sobre el cardcter de doble negacién de aquél; un nifio se da un golpe sin reaccionar: primera negacion; y es otro, osu madre, quien se queja de ellosin sufrirlo: segunda negacién. Esta doble negacién es rae i on “el efecto de una doble divisién y una doble represién; para —~ producirse, el golpe de fuerza supone estos tres términos: -~ doble negacion, divisién y represién. Los efectos del trau- _.ma, al contrario, privan al sujeto, que no puede sino verse desbordado por él, de la capacidad de ser forzado. Si el nifio releva a su madre y se vuelve a su vez ~transitivista, la clinica muestra que también otras perso- nas deben tomar ese relevo: docentes y maestros, en especial, que por sf mismos van a exigir al nifio que se __ identifique con los discursos de la cultura que le dirigen, ‘porque formulan la hipdtesis de que lo que le transmiten ™ se articula con un saber que él ya posee. En clinica, los -~fracasos de los aprendizajes sélo pueden abordarse co- _.rrectamente si se tienen en cuenta las desviaciones del __ transitivismo. ’ Como puede verse, el transitivismo es por cierto un “proceso de forzamiento alejado de los tiernos cuidados — maternos —del llevar en brazos, por ejemplo-, pero que se -~ origina en la hipétesis que se hace la madre: el nifiole pide ~ que le lea el saber que esta en él, saber con el que va a poder identificarse gracias a esa lectura, para tomar asi ~~ posesién simbélica de un bien que ya le es realmente -~.propio. Al respecto, podemos plantear una cuestidn que _~, Suscité discusiones metodoldgicas a fines del siglo xrx, en _. las escuelas alemanas y de Lieja: discusiones que querian distinguir transitivismo y apropiacién. En el primero, no “me apropio del golpe que se dio el otro, o de su dolor; se trata verdaderamente de mi masoquismo: extraigo mi _. satisfaccién de ese golpe (alguien se cae: me rio...). Cuan- _.do voy a transitivar esa satisfaccién hacia el otro, le ““agradezco” a la vez la mia y hago como si le permitiera “ compartirla en parte, ‘~ El nifio es quien demanda el forzamiento que su madre _~ efecttia sobre él: es una fuente fundamental de su maso- ~ quismo primario. Reencontramos aqui el “golpe de fuer- ~ - _ za” que, con toda su brutalidad, caracteriza el transitivis- ~™ mo por el lado del nifio. Lo. cual no impide que mas alld de esta consideracién acerca, de la brutalidad, sé mantenga™ ™ 12 on el mismo principio entre un transitivismo infantil y el de una madre: el forzamiento. Las consecuencias en la direccion de la cura: si seguimos el hilo de lo que acaba de subrayarse, sin duda es preciso que sefialemos lo que hay de operativo, gracias al transi- tivismo, en la cura analitica. jLa funcién del analista no seria devolver al analizante lo que éste experiménta? Y muy en particular al decirselo, para que se identifique con ello... Reconocemos aqui toda una prdactica “simpatica” con eje en la empatia del terapeuta, que explota la “viven- cia” y lo “igual” para hacer que él y el paciente sean complementarios. Esta practica llega a un transitivismo “clasico”, de direccién tinica. Nos parece que hay ahi un punto de la conduccidn de la cura que debe pensarse de una nueva manera, a partir de un transitivismo que, segtin consideramos, debe ser completamente diferente. El lector informado, por otra parte, no va a dejar de hacer por si mismo la diferencia entre lo que le propone- ; mos y lo que sabe: * por un lado, sobre el transitivismo en las psicosis, estudiado por la psiquiatria clasica, en especial por la escuela alemana de fines del siglo xx, que apenas tuvo secuelas; * por el otro, sobre el transitivismo elaborado en su obra por H. Wallon, en particular en el capituloV desu libro de 1934, Los origenes del cardcter en el nifio; * por tiltimo, sobre el transitivismo al que Lacan recurre muchas veces en sus Escritos (1966) y sus Seminarios —en especial el XI-, y al que ya se refiere en su articulo sobre los complejos familiares, aparecido ¢ en la Encyclopédie médicale en 1938. Pero si ese saber permite ya marcar la diferencia, nos parece importante retomar con mas detalle y de manera. precisa sus etapas constitutivas y los, puntos. de referen- cia orientadores. . 13 Desde principios del siglo xx hasta los afios treinta, tras los pasos de Wernicke, que fue su iniciador, la nocién de transitivismo es retomada por los psiquiatras cldsicos, que intentan diferenciar netamente un transitivismo “ver- dadero” de un proceso de apropiacién; esta recuperacién se produce en Alemania, desde luego, en el marco del agrupamiento de estudio metodoldgico de la psicosis, pero también en Bélgica, en que el grupo tiene una delegacion. En Francia, el término forma entonces parte del vocabu- lario psiquidtrico: Halberstadt en 1923, Sallier y Courbon en 1924 y Vié en 1930 lo emplean particularmente en el dominio de las psicosis. El mérito de H. Wallon, que lo sefiala desde 1921 en el sentido que le da Wernicke, consiste en haber acercado el transitivismo “mérbido” al transitivismo “normal”, ex- hibido por el nifio entre los dos y tres afios; debe ese cotejo ala lectura que hace del trabajo de Elsa Kohler, sobre la psicologia infantil (1926). Desde entonces, y gracias a él, el transitivismo ya no es unicamente un concepto psicopatolégico: es también un concepto que participa en la descripcién del desarrollo normal del “cardcter” en el nifio (estadio de las persona- lidades intercambiables). Como es habitual en esa época, prepondera la dimensi6n genética: “El transitivismo pre- cede inmediatamente al instante en que el nifio —escribe H. Wallon- va a saber distribuir sin errores entre si mismo y el otro los estados o actos que percibe”. La inmediatez y la instantaneidad de la cosa, que no tienen ‘aqui nada de filoséfico sino que evocan mas bien la manipulacién cientifica, nos parecen absolutamente no- tables. - in la misma época, en particular cuando, tras haber hecho una comunicacién al Congreso Internacional de Psicoandlisis de 1936 sobre “El estadio del espejo como formador de la funcién del yo [je]” que ya alude a él, redacta su articulo sobre la familia y los complejos fami- liares, Lacan retoma, pero esta vez de manera freudiana y de la patologia a la normalidad, la evolucién del concep- © 14 ce pe. eee the 4 to de transitivismo y su funcién de articulador. Aclara su elaboracién psicoanalitica insuficiente y la estrecha ar- ticulacién del concepto: con los mecanismos de identifica- cién y, en los hechos, con las relaciones del sujeto con todo lo que le es otro. En su Seminario sobre la identificacién (1961-1962), Lacan no retoma la cuestién del transitivis- mo. En su articulo “Dépairsonnalization”, aparecido en Le Journal francais de psychiatrie, M. C. Cadeau y C. Landman hacen un anélisis muy interesante del concep- to, tal como lo articula Lacan. En lo que concierne a la psicopatologia infantil, sdlo abordé la cuestién del transitivismo en el nifio J. de Ajuriaguerra, en el Tratado de psiquiatria infantil. En éste, el autor desplaza la nocién hacia el registro de los “trastornos de la distincién de sf mismo”. Heuyer y sus colaboradores de la Salpétriére describieron un transiti- vismo patoldégico, en el que ven algo asi como una desper- sonalizacion; J. Laroche informé de un caso de este tipo.?* Por el lado del psicoandlisis anglosajén, sélo D. Winni- cott cita un caso clinico que para nosotros evoca el tran- sitivismo, al que el autor no alude: “En la excitacién de una experiencia ligada a un buen objeto, el nifio puede llegar a morder: el objeto se sentirad entonces como un objeto que muerde”.® En lo que se refiere a lo que nos proponemos presentar sobre el transitivismo, tenemos que mencionar un articu- lo escrito por P. Castoriadis-Aulagnier, “Demande et identification”. En él, escrito en 1968, la autora aborda lo 1M. C. Cadeau y C. Landman, “Dépairsonnalisation”, en Le Journal francais de psychiatrie, n° 4,La dépersonnalisation, Toulouse, Erés, 1996, pp. 16-19. 2 J, Laroche, “Les idées délirantes chez Yenfant”, en La Psychiatrie de Venfant, Paris, pur, 1961, vol. IV, fasciculo 1, pp. 1-63. 3D. W. Winnicott, Processus de maturation chez lV’enfant, Paris, PEP, p. 65 [traduccién castellana: El proceso de maduracién en el nifio, Barce- lona, Laia]. Debemos esta referencia anglosajona al trabajo sobre Lacan y Wallon que E. Jalley llevé a su término y que, aunque todavia inédito, tuvo la amabilidad de comunicarnos. Se lo agradecemos. 15 que llama la “identificacién primaria” e insiste en su relacién con la demanda. Pero define esta relacién como puramente univoca y no la enfoca en absoluto en referen- cia al transitivismo. En el mismo numero. de la revista Inconscient en que aparece este articulo, J.-L. Donnet y J.-P. Pinel tratan de distinguir entre identificacién del suefio e identificacién histérica, a partir del andlisis dela . identificacién en Freud. Por no recurrir al transitivismo, no nos parece que lo hayan logrado. A nuestro juicio, todos estos enfoques sucesivos, sin excepcién, chocan con lo que funda su rumbo comin, a ’ saber, la reduccién de los fenémenos observados ala mera bipolaridad, la relacién puramente univoca, por lo tanto, del sujeto-objeto, yo-objeto, objeto-objeto, sujeto-sujeto, etcétera. Tratan de liberarse de esta bipolaridad, de esa univocidad, con el recurso frecuente al narcisismo prima- rio, marcado’ en si mismo, sin embargo, por el doble, la ubicuidad ola ambivalencia; en lo que teorizan acerca de lo observado, la sobrecarga que hacen del objeto y de la relacién con él los llevas sin cesar pigualmente, adarcontra su tope. ° ' © No podemos mas que felicitarnos del cardcter primor- dial dado: por Lacan al discurso, y no al objeto, para describir y explicar los fenémenos psiquicos y la marca de un caso.-El discurso, en efecto, permite intercalar, entre el agente que loemitey lo que produce con él, al gran Otro, lo inconsciente. A partir de alli, nunca es posible bipola- rizar los fenédmenos observados: siempre se relacionan con.al menos tres términos. Esta ternaridad minima obliga,-es cierto, a pensar al sujeto y el objeto, pero a pensarlos por. referencia al. gran Otro, y por lo tanto a la funcién de la divisién que éste impone y por la que estan marcados. A falta‘de ello insiste una bipolaridad que ex- cluye la no especularidad, Esta insistencia es no menos .- excluyente del psicoandlisis mismo, de toda teorizacién de la relacién del sujeto-con el objeto -relacién a menudo reducida entonces.a las.afrentas del yo-. El transitivismo,-tal como nosotros lo concebimos, ex- f 16 © cluye en cambio sin lugar a dudas esa bipolaridad, porque introduce el tercer término de la demanda cuya hipétesis, por su discurso mismo, formula la madre para atribuirla a su hijo. 17. * re EL JUEGO DE LOS LUGARES DE LA MADRE Y EL NINO EN EL TRANSITIVISMO Cuando la madre se pone en el lugar del nifio, le expresa que debe sentir un dolor, sin lo cual él no lo sentiria. El nifio, en consecuencia, debe ponerse en el lugar de la madre para decir “ay”. Asi, en el lugar que ella acaba de dejar, del que el nifio acaba de desalojarla para ocuparlo a su vez, él se atribuye la hipdtesis de aquélla a fin de hacerla suya: En ~ cierto modo, se mete en la piel de su madre, que ha dicho “ay” cuando en realidad él no sintid nada; en suma, no sélo hace suya la hipdtesis de su madre, sino que también la ratifica. Al identificar su “ay” con el de ella, autentifica su decir. En ese lugar donde estd afectado, en los dos sentidos de la palabra, no efecttia una identificacién de tipo histérico: no sufre porque ella sufrié, sino porque adopta para si la hipdtesis planteada por su madre, segiin la cual él habria sufrido. Es una puesta en juego del afecto que es simbélica y, por lo tanto, no tiene nada que ver con la identificacién histérica imaginaria. Nohayen absolutola contaminacién del afecto dela que habla Freud en relacién con 1a identificacién histérica, sino apropiacién de una hipétesis. Propiamente hablando, se trata de un juego de afectacién. Y éste, que es sin duda tan primordial e importante como el dela identificacién, debe distinguirse y retenerse como proceso fundamental, mediante el cual el nifio tiene acceso al afecto. El concepto de afecto, tan dificil, se aclara aqui por comprendér- selo desde el mecanismo que lo produce: la afectacion. 19 Al ocupar ese lugar, el nifio no hace suya, sin embargo, la divisién de la madre al mismo tiempo que su hipétesis. Quien esté dividida es ella, y esta divisién es lo que funda su funcién transitivista, en la medida en que la madre mani- fiesta el dolor sufrido por el nifio, cuando éste no ha dicho nada de él. {Qué decir de ese efecto de divisién en la madre, en este juego de los lugares? Al ocupar el lugar de su hijo ya se divide, porque alli es ella mismay él. Esta divisién funda la funcion transitivista de la madre; y lo hace en la medida en que ésta habla del dolor sufrido por su hijo, quien, sin embargo, no expresé ninguno. Por su lado, el nifio toma el lugar de su madre, que dice: él se lastimé, hay que tener cuidado; lugar desde el que ella sufre el dolor del nifio, que sélo ella piensa y revela: lo expresa como si fuera ella quien sufre, y en ese sentido esta dividida. © (a) Enel caso del transitivismo del nifio que dice “ay” al ver a su semejante golpearse y quedar insensible, ese nifio no esta dividido; es inicamente su madre transitivada. Aquise trata claramente de una identificacién con su madre transi- tivista. Y la consecuencia de esto es que el nifio va a verse arrastrado a transformar en odio el amor a la madre. De . modo que el efecto producido por ese transitivismo es de na- turaleza sAdica; ejemplo corriente: alguien sé cae y yomerfo a carcajadas. {Podemos explicar esa inversién? Parece pro- ducirse sin duda por la doble negacién, que esta vez no se refiere sdlo a la ausencia de una vivencia, sino también al amor ala madre. Por otra parte, el efecto de la negacién del afecto,,en sus consecuencias. sobre el amor como afecto, permite, acaso sugerir que la negacién del amor seria la primera, determinante de una falta, de la que el nifio se precave mediante otro afecto. Sobre el lugar que permite al nifio transformar el afecto del amor,en odio, podemos sostener que repite la escena primitiva, en la cual el amor estd ausente para él. El padre - ejerce violencia sobre la: madre. El nifio, al hacer -suyo el dolor fantasmatica secundaria, que le permite mantener siempre — inscripto, en y por la repeticidn, el recuerdo o el significante dei transitivismo originario que lo causa. Con ello puede comprenderse mejor la violencia y su emergencia, gracias al transitivismo de esa escena actualizada de diversas formas. Y asi como habitualmente, para producirse, el transitivismo se sostiene de un decir, que expresa un afecto doloroso, en el caso de la escena llamada primitiva ningtin decir llega a sostenerlo y aquél se produce entonces a Partir de un no dicho “formulado” por un acto. La violencia, para producirse, bien podria originarse en ese transitivismo sin palabras. * (b) En el caso del nifio victima de una agresién, el transi- tivismo va a permitirle sustituir su masoquismo real por un masoquismo simbélico que va a poner limites al primero. Estos limites son el resultado de una represién. {Cémo se produce ésta? Nos parece que se debe al hecho de,que el masoquismo simbélico del discurso que emite la madre ordena el dolor del nifio en la funcién falica. No hacemos mds que traducir metapsicolégicamente este simple dato clinico facilmente observable: el decir de la madre, al sustituir el sufrimiento que ella supone experimentado por el nifio, hace simbélicos ese sufrimiento y su vivencia; aspecto en el cual la palabra-de la madre es represora e impone limites. * (c) En el caso del nifio que llama por teléfono a “SOS infancia y malos tratos” para quejarse de haber sufrido una violencia, no puede sino haber planteado la hipétesis de que Ja persona misma que atiende su llamado carga con la - demanda de que la socorran de.un mal trato sufrido antafio, lo que sin duda la remite a una repeticién. De hecho, no se ocupa tinicamente del nifio golpeado, sino también del nifio golpeado que ella fue real o fantasmaticamente. Por eso puede interesarse en él, y la manera en que va a hacerlo no deja de recordar la elaboracién de Freud en su texto “Pegan a un nifio”. En él distingue tres momentos: “ . Mi padre golpea al nifio que odio. 21 - Mi padre me pega, por lo tanto me quiere. - Pegan a un nifio: no se sabe ni quién pega, ni-quién es golpeado, ni por qué. Este es el momento que aparece en la cura. “A menudo se me ocurre que pegan a un nifio, yesome conmueve...”. Freud establece que el segundo momento, el del golpe dado por amor, es totalmente inconsciente y debe ser recons- truido por el andlisis. Esta reconstruccién mediante la cual Freud formula la hipdtesis de un saber inconsciente en el analizante, nos permite confrontar el transitivismo con los’ tres momentos que menciona. En efecto, jde qué se trata en el transitivismo? En un primer momento, un nifio se da un golpe sin reaccionar, pero la queja la expresa otro nifio, sin haberlo sufrido. Este primer tiempo del transitivismo es un producto dela funcién ‘materna. {De cud}? De la funcién que debe separar al nifio del objeto alucinatorio del deseo; jhay por ende un transiti- vismo necesario porque permite al nifio reaccionar ante un objeto real! {Cual es el segundo momento? Aquel mediante el cual el odio, que lleva a un nifio a obligar a otro a sufrir lo que, sin embargo, no experimenté, remite implicitamente al amor que la madre no debe manifestar mas que a quien transitiva, yno al que va a tener que sufrir. En otros términos, que el otro tenga que padecer a causa de un golpe que, no obstante, no sintié en absoluto, siempre se debe a que mi madre me ama. Ese amor nos lleva al transitivismo de la madre: © en un primer momento, su hijo grita, experimenta algo. Por amor, entonces, su madre le “da” hambre o sed o piensa en los cuidados que debe prodigarle; ® en un segundo momento, lo alimenta, le apaga la sed, lo cuida; ® en un tercer momento, la previsién que hace sobre lo que el nifio experimenta recae siempre en Ja verificacién de la hipdétesis que habia planteado acerca de su vivencia. Lo que 22 3 2 ef tpeemnyreeny remem entree cnynens tanscmemfacerenenmts FR 1 tomer ethan eee een nme sneer ee pee panera pr ent gph Seen in expresara en frases de este tipo: “Cuando grita asi, sé muy bien que es por...”, y sigue de inmediato la hipétesis de esa demanda. Este tercer momento es decisivo. Nunca es infan- til: sélo materno; jamas es propio del nifio, que en ningtin caso se da, de manera refleja 0 por inversién sobre si mismo, hambre, sed, etcétera. Asf, pues, no hay distancia tolerable entre lo que ella prevé acerca del funcionamiento experi- ~ mentado por el nifio (hambre, sed, etcétera) y el realmente experimentado por él. Sin embargo, esa distancia existe, y por otra parte es gracias a ella que la madre nunca responde verdaderamente a la demanda de su hijo: sdlo responde a lo que supone ser esa demanda. Si hay necesariamente una distancia entre el primer y el tercer momentos, no puede haberla, en cambio, en el segun- do: si la hubiera, en efecto, haria fracasar el transitivismo, porque invalidarfa con toda seguridad la hipstesis anticipa- toria de la madre. En términos generales, el transitivismo hace que el sujeto pase al “nuevo sujeto”, al otro, ese semejante gracias a quien son posibles las inversiones concernientes al objeto y las concernientes a las metas, y por lo tanto al sujeto. Mas exactamente, no hay nuevo sujeto pulsional sin transitivis- mo ancipatorio. ‘ {Quien se golpea no lo hard porque el otro, que lo ve, transitiviza? ;No ser4 inducido a hacerlo? {Por qué y cémo lo hard quien se golpea? Esto quiere decir que el que se golpea encontraria en su semejante lo que.su madre encontraba en los primeros tiempos con él: no habria perdido del todo el transitivismo primario. Aun cuando, como acabamos de verlo, el que se arroga todo el amor materno es su testigo. Vayamos al caso del nifio que se lastima, grita y produce en seguida un discurso (se golpea y verbaliza lo que experi- menta, simplemente). Esta vez, no se trata de asumir el dolor del otro, sino el propio; y como por imitacién, como por identificacién con un rasgo materno, no reprime ese sutri- miento sino que lo deja surgir y le adhiere de inmediato su discurso, exactamente como lo haria su madre; en suma, se 23 yoy identifica con su madre, a quien de ese modo hace presente. Kista presencia-ausencia repite y evoca la division que pro- ducia el discurso de su madre, cuando estaba presente para decirlo. En sintesis, él ha introyectado la dialéctica de la presencia y la ausencia. El grito al nacer, ademds, es verdaderamente una deman- da dirigida por el nifio. Nos parece mds oportuno, sin embar- go, destacar ante todo la importancia de los gritos de la madre durante el parto. Estos forman parte, en efecto, de lo que anticipa el grito del nifio, no sélo en la medida en que son gritos de dolor, sino tal vez, y sobre todo, porque manifiestan la espera por la madre del grito de su hijo. Como si el grito materno fuera anunciador del grito del nifio, ella ya se formula la hipdétesis de que éste le pide que grite, para identificarse con ese grito y gritar a su vez. Por el dolor que experimenta, la madre puede intentar limitar el que el hi- jo experimentaria en el grito del nacimiento; él se identifica con su grito de alarma, y ella tendré que responder a esa identificacién. Mediante ésta, él esta de entrada separado de un sufrimiento, que su grito tiene que simbolizar y simboliza tnicamente. La introyeccién dela funcién transitivista dela madre por su hijo parece asi cobrar todo su sentido, y la relacion que un sujeto va a tener frente al dolor de su cuerpo se determina ulteriormente por ello. Podriamos mencionar aqui la cuestién de la insensibilidad al dolor en el psicé- tico, patologia tipica del transitivismo: si golpea la pared, la acaricia; ocupa el lugar de la madre, que jamés le permitié; que nunca hizo ‘posible la introyeccién de su transitivismo. También puede evocarse la relacién que tienen ‘con su cuerpo los pacientes psicosomaticos, que © sufren de un exceso de discurso transitivista, a punto tal que tienen que ‘defenderse contra ese exceso. Lo hacen poniendo en duda el transitivismo 0, mejor, ponierido- . entre ‘su madre'y ellos una necesidad que hace decir'a’ Lacan a’propésito'del deseo: “En la medida en que una necesidad se interese en la funcién del deseo, la psicoso- matica’podra concebirse“ como ‘otra cosa que ese mero’ 24 i L k 1 i 1 sea tenements _: parloteo que consiste en decir que hay un doble psiquico ide todo lo somatico que ocurre”." De modo que, por -ejemplo, es el eczema el que pica y el sujeto, como si estuviera exiliado de su sintoma, no puede decir: eso me ~ pica. Sujeto que, de-resultas, se libera en la aphanisis. Puede adelantarse que en el caso de estos pacientes, en esos excesos transitivistas, su madre jamas les dirigié la frase adecuada para limitar su dolor y su masoquismo. Una funcién del transitivismo es la de positivizar el sufrimiento, al hacer presentes, por ese medio, a quienes estaban ausentes. Podria sugerirse que ese proceso efectiia una doble afirmacién, que en el fondo la doble negacién caracteristica del transitivismo “confiesa” por si misma. Esa doble afirmacién muestra cémo se inscribe la Bejahung en ese proceso: en este aspecto, el sufrimiento dela madre viene a hacer presente lo que atin lo estaba sélo virtualmente. Por esta particularidad del mecanismo del transitivismo, el sujeto no siempre hace presentes a unos ‘ausentes: en ocasiones presentifica lo ausente, esta vez mediante un sustituto perfectamente presente, y ya no tinicamente de manera imaginaria y simbdlica. Ese sustituto puede ser el perseguidor, y es muy real; es el préjimo que, al volversereal, no sélo produce el dolor, sino que lo autentica. Ese persegui- dor puede elegirse para que sea la madre transitivista de los origenes cuyo goce el nifio quiere recuperar y repetir; el yo se da ese nuevo sujeto. Hsa es la madre que va a decir: cuidado, te vas a lastimar, no como una prohibicidn, sino como una conminacién al goce. . Enreste orden de ideas, para la madre misma, el hecho de tener un hijo puede ser terapéutico. En efecto, poder hacer funcionar el transitivismo va a permitirle modificar sensi- blemente la relacién paranoica que, como cualquier hijo de vecino, establece con su propio cuerpo. Ein la medida en que 1 J. Lacan, Le Séminaire de Jacques Lacan. Livre XI. Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, Paris, Seuil, 1973, p. 207 [traduccién, castellana: El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis. 1964, Buenos Aires, ' Paidés, 1986}. 25 el cuerpo del nifio se diferencia del de la madre, se. genera un desfasaje que constituye una falta. Es ésta la que, en el momento de la fase del espejo, no se puede especularizar. De modo que se verifica aqui que la falta puede considerarse como el negativo del afecto: asi, pues, ni el odio niel dolor son susceptibles de especularizarse. 26 peed op rapes eepepmnngesnemecmanay renege TET RINT peter ney REACTIVACION, DESEO DE LA MADRE Y TRANSITIVISMO Cuando la madre formula la hipétesis de una demanda en el nifio, la hace porque hipotetiza previamente que éste va a articularla con el deseo de ella. Si no se formula esta suposicién, por ejemplo por no suponerse deseo para si misma, no puede hacer la hipétesis de una demanda en él. Lo que la madre espera de una demanda del nifio es que éste lisonjee su deseo de madre. Para ella, la demanda supuesta en el nifio es la reactivacién esperada de su propio deseo de madre. Este asunto de la demanda no se cierra, se reactiva; por eso es dialéctico. : _La reactivacién no es inicamente la autorreactivacién de la madre en su suposicién de una demanda en su hijo; también la dinamiza la actividad del nifio, que en él esta erotizada. Por otra parte, jno lo esté porque tiene como funcién contribuir a la reactivacién del deseo de su madre? En este aspecto, la necesidad motriz reactiva, por ejemplo, el deseo de la madre. La actividad de pensar se vuelve motriz, y lo libidinal es que, al hacerlo, produce lo perceptivo. En otras. palabras, los movimientos, las posturas del nifio, introducen una novedad perceptiva, una nueva excitacién para la madre; novedades que a su turno ella reactiva por su propia postura, por su discurso, por su palabra, para alimen- tar la actividad motriz de su hijo. En suma, la naturaleza de la reactivacién tanto en una como en el otro puede conducir ala modificacién de la demanda misma. La ausencia de 27 >) 3) » >? reactivacién puede traducirse en la inactividad del nifioo, al contrario, y puesto que escogemos extremos, en su exceso, como se constata en los nifios hiperquinéticos. Desde un punto de vista econdémico, los beneficios secundarios que el nifio extrae de una reactivacién materna que produce exce- so, consisten en ahorrarle toda exploracién perceptiva, todo esfuerzo de atencién: la madre se encarga de ello. Para decirlo en pocas palabras, los movimientos del nifio sostie- nen la motricidad postural dela madre. La actividad del nifio es la puesta en acto de la hipétesis de un saber que su madre le supone, y esta libidinizada en la medida en que se anuda al deseo de ella que la reactiva sin cesar. De modo que hay motivos para preguntarse si la hiperquinesia no puede aparecer como una reactivacién imposible por el lado del nifio ante la ausencia-del deseo en la madre; ausencia que puede llegar incluso a un interdicto reiterado al que el nifio responde entonces con una in-estabilidad.* {Se puede plantear aqui la cuestién del transitivismo del pensamiento en su relacién con la accién, transitivismo que seria entonces parte integrante del deseo de la madre, ella misma transitivista? Lo que implicaria, para que el pensa- miento pudiera levar a la accién, la declinacién del transi- tivismo. Cabe imaginar que, segiin las modalidades 0 los fracasos de esa declinacién, la accién pueda verse arrastrada a una transgresién o, al contrario, a relaciones moderadas con el pensamiento. Son ésos, al parecer, los elementos del. proceso que lleva a la atencién y sus trastornos, a las capacidades de concentracién, a la integracién social. Como puede verse, el enfoque transitivista permite pensar, de otra manera que como trastornos “organicos” o “bioquimicos”, el sindrome hiperquinético (DDAH, tal como lo denomina el DSM-IV) y sus trastornos de la atencién, los aprendizajes, la’ adaptacién social.:..) = ' Cuando la madre hace una hipétesis para transitivar, se - trata de la de un saber en el nifio; al hacerlo, ella se erige en agente de ese saber, lo cual, segtin los conceptos de Lacan, la coloca en la posicidn de significante amo S, en’el lugar del 28 Sinem a cotmepacn esteem garter mre tfp apenas ween ene sce nhac tenting me eat antennas Otro. Cuando el nifio demanda algo a partir de la hipdtesis - de su madre, formula esa demanda desde ese saber hipoté- tico, saber que, desde luego, le es desconocido, cosa que en términos lacanianos llamamos §,, también colocado en el lugar del gran Otro. Pero el nifio, al identificarse con la. hipdtesis que hace su madre, también esté, como ella, en posicién de S,, vale decir que es al menos el agente de la demanda que le formula. a Sila madre es una “madre sabia” a quien no se le ocurre la idea de plantear la hipdtesis de un saber en su hijo porque ella sabe todo, reduce al nifio a no ser mas que un objeto para ella, objeto que Lacan llama a, y que sittia en la pdsicién de lo que cae como desecho de un saber, como lo que le es exterior y ajeno. Se ve con claridad, entonces, que ese nifio objeto a va a quedar separado de un saber al que no deberé tener acceso, porque es de propiedad exclusiva de su madre. Cualesquiera sean sus esfuerzos, por el lado de loimaginario del cuerpo o de lo simbélico, no podré anudar ninguno de esos registros mediante un saber. . {Cémo puede el-deseo de la madre articularse con. el transitivismo? La demanda que ella supone en el nifio la solicita en su deseo; {por qué? Porque una demanda, aunque provenga de un nifio, es un objeto que jamds puede respon- der al deseo. Es un imposible. En el transitivismo que desarro- Ya una madre -y que supone de su parte la hipdtesis de que su hijo va a hacerle demandas, cuya formulacién va a satisfacer- lo-, ésta se ve ante la necesidad de comprobar que no podra satisfacerlas sin cesar. Va a fallar. En definitiva,. el nifio termina por preguntarse: “{Pero qué es lo que quiere?” Ni bien hace a su madre esta demanda tltima, ni bien le dirige ese che vuoi?, hace de ella un gran Otro. Y como éste nunca leresponde ni verdadera'ni completamente, como esta barrado, diriamos nosotros, el nifio va a concebir, por la légica de la férmula desu _ "< fantasma, un objeto a del que podré imaginar que es el —p de -, su madre, es decir, el objeto que. responderé ‘por fin a la ~ demanda que él le dirige, a su propio che vuoi? - . Como dice Lacan en la-primera leccién de su Seminario * gobre la identificacién (15 de noviembre de.1961): 29 E] Otro no es un sujeto, es un lugar al que uno se esfuerza —dice Aristételes—por transferir el saber del sujeto [...]. Pero el sujeto no sabe nada mas sobre aquello de lo que vuelve. Por decirlo asi, no tiene mAs emocién que en funcién de una suposicién indebida, a saber, que el Otro sepa [...]. Pero el Otro sabe todavia menos que él, por la buena razon de que no es un sujeto. El Otro-es el vertedero de los representantes representativos de esa suposicién de saber, y es esto lo que Hamamos inconsciente, en la medida en que el sujeto mismo se perdié en esa suposicién de saber. De todo esto se desprenden dos corolarios: * 1. Si la madre es tal que tiene un interés absoluto en mantener protegido su deseo —en otras palabras, si es obsesiva—, va a impedir que se expreselademanda desu hijo. Va a producir un objeto a sustitutivo de esa demanda, demanda que, por lo tanto, su hijo no deberd expresar o satisfacer Jamas. Como consecuencia de lo cual ella conse- guira no tener que buscar nunca por si misma una satisfac- cin en cuanto a la realizacidn de su deseo, mantenido de ese modo a cubierto. En ese caso, el objeto a serealifica [réellisé]: sé convierte en real, es decir, un objeto de necesidad. Ya no puede caer. Esa asimilacién de la demanda a la necesidad nos parece una consecuencia esencial dela incompetencia de la madre para transitivar; pero en el nifio va areferirse sobre todo a su actividad oral y a producir, entre otros sintomas, una degradacién de su actividad de pensar y una frustracién, que siempre se traduce por la asimilacién de la demanda al objeto de la necesidad. Asi, el autista que babea deja manar su demanda: no puede expresarla, porque 1a saliva la pega a la necesidad. ° 2. Como quiere seguir siendo el amo a cualquier precio, la madre hace del objeto producido por el saber del nifio ya no lo que podria producir demanda, sino lo que seria equivalen- te al falo imaginario de ella. Para retomar los conceptos de . nuestra obra precedente, el nifio ya no es mas que el funcio- namiento de una madre que es toda funcidén para él. 380 oferta pen ppm Regu eect Shut oa agp nigtaemgatlsinaasqureteene tartare, En ese caso, lo equivalente a su falo es el objeto a producido por el saber del nifio, objeto cuya tinica funcién es satisfacer siempre el deseo de ella: en una cireunstancia semejante, pues, el nifio sabe que su demanda siempre sera el objeto del deseo de su madre. La diferencia con la asimi- lacién al objeto de la necesidad es que aqui la demanda se _” asimila al objeto del deseo de la madre. En ambos casos, a - partir de ahi ya no hay reactivacién. De modo que la doble reactivacion que supone el transiti- vismo no se cierra sobre si misma, y sdlo puede suponerse en una estructura ternaria. En ésta, que supone un tercer -, término, se ejerce la funcién por la cual existe un significante de la falta en el Otro: o bien falta por el lado del saber, o bien _” falta por el lado del deseo de la madre. Es esto lo que diferencia el deseo del orden, que excluye cualquier signifi- cante de la falta, es decir, la funcién paterna, porque ésta es significante de la falta en el Otro: S(A). 31 yoy 2) D D9 ) Sy 5 y ) TRANSITIVISMO a EIDENTIFICACION. = = El transitivismo representa una cuarta forma de identifica- cién en relacién con las tres freudianas? Por él surge una forma de identificacién por cuyointerme- dio la madre, mediante sus enunciados, obliga a la identifi- cacién a producirse; ella es la Unica productora de un Otro: es una identificacién que no puede pensarse sin divisién ni represién, que son el efecto de la palabra-de la madre. , Consideremos el caso del chaman: en la relacién que entabla con quien acude a él para quejarse de sus sufrimien- tos y obtener un alivio, va a transferir a su cuerpo la vivencia dolorosa .del otro; lo hace sin proponer'a ese otro nada correspondiente a un discurso con el cual se identifique. Nos encontramos ahf en el caso de figura de los “vasos comuni- cantes”, que por otra parte se achacé bastante, einjustamen- te, a Freud. ms ve a El quejoso se marcha aliviado por haber visto al otro sufrir sus dolores. Podemos estar seguros de que volvera cuando la cosa recomience, porque en ningtin momento el chaman hablé para que el Otro hiciera un corte; en suma, nunca conté hasta tres: larelacién es puramente dual. Aqui se plantea la validez de la “transferencia empatica” y también la cuestién dela contratransferencia, tal como la postularon en los afios -sesenta algunos discfpulos de Melanie Klein, que sostenian sus criticas en laincapacidad delos analistas para analizar su propia posicién contratransferencial a partir de una viven- 33 na arene aie cla de] i pe eae jprapaces. Se aprecia aqui hasta qué punto ; 0, era transitivista sin. i vapaz de contar hasta tres. nin Babatlo, os Cedi, n efec 1 itivi mene ecto, los enunciados transitivistas, es decir, el forza- condiacs ave sostenian sus interpretaciones estaban en odie es de levar a los analizantes a identificarse con ] q es decia. En cambio, cuando el transitivi ‘dia se origina en su pro i i 1 i g pla vivencia discur iri nino U ‘ 3 ‘SO que diri, e€ al i y con el cual éste puede identificarse, éPor qué Porque ' 2 justamente, no queda mas i la carga dean et me que el discurso, que reprimié toda Mientras que imitacién, 34 primido, y por qué y cémo puede estarlo. En esta incorpo- racién del afecto mediante su represién se produce una inscripcién significante. Lo que se reprime se incorpora. La inscripcién no sélo se hace en lo inconsciente, en lo mas _profundo del “ello” orgdnico, sino en un lugar en que una falta esperarfa la llegada del discurso de la madre. {Qué " queremos decir? Habria huellas del dolor que estarian a la espera de ser significantes, para que un dolor se inscribiera -mediante una represién secundaria. Podemos preguntar- “nos, en efecto, si el dolor no experimentado por el nifio no puede compararse con una huella que esté a la espera de recibir su nombre de una represién secundaria, para inscri- birse en lo inconsciente mas organico. « Qué diferencia hay entre el proceso que acabamos de describir y la identificacién primaria por incorporacién tal .como la argumenta Freud, por ejemplo en Tétem y tabi? Creemos que radica en el hecho de que el transitivismo supone, para que haya identificacién primaria, un enuncia- do del que pueda sostenerse, en oposicién a lo que podemos leer en las mds notables demostraciones de Freud sobre ese punto, que siempre abandonan el verbo como un desecho. Ademas, el nifio no dice nada sobre el golpe que se ha dado. Podemos postular que no existe identificacién primaria que corresponda.a una época preverbal. En “El ‘Yo’ y el “Ello”, cuando vuelve a hablar de la identificacién primaria, aclara en una pequeiia nota: “Es el periodo prehistérico”. Sorpren- dente retorno de la filogénesis tal como existié en el nivel lingiiistico desde el Cratilo, y atin persiste, como si F. Schlegel no hubiera descubierto el indoeuropeo, como si nunca se hubiese formulado la hipétesis de que una lengua . precede, anticipa y estructura todo discurso, en contra dela idea de que éste esperaria a la lengua, que le hablaria por aprendizaje. Si en el nifio existe de entrada la estructura de la lengua hacia la cual va a encaminarse, creemos que las huellas que acabamos de mencionar estan ahi, en él, como una estructura “escrita” del dolor, que espera ser dicha ‘para ser realmente experimentada. En la sintaxis de todos los dias, voy a experimentar algo del dolor en la lectura. Vayamos més lejos: el silencio, que sucede al golpe del que el nifio no manifest6 nada, esta puntuado por la palabra. de la madre, puntuacién que le da sentido, le pone un limite Por el contrapunto que constituye, también da sentido a ser © doloroso que esperaba expresarse, ser leido a toda En cualquier cura analitica hay silencios que exigen ser puntuados a fin de que la palabra encarne el dolor. Tal vez esta puntuacién no sea en si misma mas que un ternario de lo que no se pensaba mas que en términos de reprimid primarios y secundarios. panes La temporalidad dela puntuacién constituiria el punto de partida de un ritmo que sostiene Jo que Freud dice de la funcién de lo reprimido primordial, a saber que atrae al reprimido secundario y sus vastagos. _ Lo que estamos diciendo representaria una tentativa d avance sobre lo Imposible en que se mueven hasta aqut | s enlgmaticos y misteriosos procesos primarios “ La puntuaci6n es la marca de un proceso ternario que al lope pempo, enun mismo movimiento, enlazay desenlaza oe ylosecun arlo, y agrega un terceroalo que hasta no se pensaba sino en términos primarios y secundarios Lo que a nuestro juicio quiere decir que en lo sucesivo los Procesos mas primordiales no podrian concebirse en térmi- ne = : raatios: la ositea want ge la Puntuacién, en efecto, d ensar las AS pri- mordiales de manera ternaria. En esta perspectiva ternaria Se Impone igualmente pensar el ritmo ~y por lo tanto el tiempo- como participante de ] i bpi enetgéticn nee Pp 4 economia, la tépica y la El nifio no identifica para si tinicamente el di madre, sino también el saber que ese discurso le boone acerca del dolor. Para ese saber sobre el dolor sele atribuye el cuerpo. En el discurso del amo que le dirige asf la madre transitivista, gel objeto a no estard mds que en posidién de verdad, por ser el cuerpo? {Ese cuerpo no abandonara mas que un sujeto que nunca estar4 barrado por él, y que de 36 esultas quedard despojado de un cuerpo? {Sera ése el efecto el discurso transitivista de la madre? Veamos un poco. Se.lastimé”: mediante este sencillo enunciads, ella articu- !un juicio de atribucién explicita por el cual fuerza a su hijo “aceptar la asignacién de un cuerpo que ella le hace. Se comprende entonces esa frase enigmatica de Lacan en la leccién del 29 de noviembre de 1961 del Seminario sobre la identificacién: “La identificacién seria la clave para hacer- lo todo, si evitara referirse a una relacidn imaginaria que soporta sola su experiencia, a saber, la relacién con el cuerpo”. En efecto, mientras se ignore la funcidn transitivis- ta, siempre se puede “imaginar” que la identificacién podria ser independiente de la atribucién por la cual el cuerpo esta indisociablemente ligado a ella. Como la experiencia sopor- tada por una relaci6n transitivista interesa asf al cuerpo, es -imposible pensar la identificacién independientemente dela atribucién: no hay una sin la otra. Sino hay una sin la otra, se puede concebir sin equivocarse que debido a que la madre, a partir de una vivencia dolorosa, atribuye un cuerpo a su hijo, éste se identifica con el discurso que ella le dirige al respecto. De modo que el lector informado no tardara en pensar ese cuarto tipo de identificacién asi propuesta como cuarto circulo que sostiene a los otros tres, para que el nudo borromeo asuma en ese caso un valor diferencial. Es decir que muchas veces es ese cuarto de la identificacién el que hace “sinthoma” [“synthome”]. En otros términos, uno siem- pre puede dedicarse a pensar las tres modalidades de iden- tificacién, pero en cuanto a nosotros, nos parece util postular “que mientras a esas tres les falte la cuarta, lo que se mantiene en suspenso es algo del Nombre-del-Padre. ! Puesto que lo supone habitado por un saber, cuando la madre hace la hipétesis de ello en su hijo articuldndole “sus” demandas, no testimonia que ella misma seria un sujeto supuesto saber, sino mds bien que al plantear esa hipétesis _ 1! Eno que se refiere a ese concepto, el lector deberd remitirse ala obra de Erik Porge,Les Noms du pére chez Jacques Lacan, Toulouse, Erés, 1997 [traduccién castellana: Los nombres del padre en Jacques Lacan, Buenos Aires, Nueva.Visién, 1998]. / me 37° su discurso esté marcado por el Nombre-d u z -del-Padre, aunque sdlo sea al referir su discurso transitivista a una ley tereera: yase trate de la dela gravedad o dela que prohibe franquear ciertos limites: esas leyes, esos limites que efectivamente “ +7) : . nay que sufrir , verbo cuya riqueza y variedad de empleos podran verificarse en la clinica.? 2 Dictionnaire histori : . dos vole re istorique dela langue francaise, Paris, Le Robert, 1992, 38 IDENTIFICACION TRANSITIVISTA ‘Para mostrar lo que entendemos por identificacién tran- ‘sitivista, partiremos del suefio, mas en particular de uno - analizado por Freud en La interpretacién de los suefios, el -‘dela “bella carnicera”, a su vez estudiado e interpretado por Lacan en su Seminario sobre las formaciones de io inconsciente. Este es su contenido: “Quiero dar una cena, pero todo lo que tengo por provisién es un poco de salmén ahumado. Querria ir a hacer compras, pero recuerdo que es domingo a la tarde y todos los negocios estén cerrados. Quiero telefonear a algunos proveedores, pero el teléfono - -esté descompuesto. De modo que tengo que renunciar al © deseo de dar una cena”. La enferma habia precedido con un pequefio predmbulo el relato de su suefio: “Voy a ’ contarle un suefio que es todo lo contrario de un deseo ' realizado”. {Qué dice de ello el fundador del psicoandli- sis? “Sefialo que ella esta obligada a crearse en su vida un -. deseo insatisfecho. Su suefio le muestra ese deseo como . realmente no colmado.” {Pero por qué necesita un deseo semejante esta “enferma espiritual”? Freud da dos res- - puestas, que se superponen una a otra, a la pregunta que se hace: ‘Una se basa en el salm6n ahumado, plato preferido de una amiga delgada y esbelta de la que esta muy celosa - ‘porque su marido habla muy bien de ella; pero como esta ~ amiga sabe que s6lo lo atraen las formas rellenas, desea rage area eae ed stare er SEE TP RN TR 39 “yy VY) DDD YD ) D yo - hacerse invitar a cenar para engordar. “No hay nada de sorprendente en que nuestra enferma haya sofiado que un anhelo de su amiga no se cumple.” El suefio, al contrario, cumple el deseo de no contribuir a hacer a su amiga mds deseable a los ojos del marido, “carnicero al por mayor”... La otra se funda en el caviar. Ella desearia comer todas las mafianas un sandwich de caviar, pero se niega ese gasto. Su marido podria consegufrselo, pero ella le ruega que no haga nada. Al establecer una equivalencia signifi- cante entre caviar y salmén, Freud plantea la identidad entre analizante y amiga; mediante la creacién de un sintoma “como uno”, porque caviar y salm6n no son mds que uno, la paciente se pone en el suefio en el lugar de su rival: se identifica asi con ella, con el riesgo de perder en el cambio, porque si al rechazar ese manjar también adelgaza, ya no tendrd las formas llenas que complacen a su marido... “La identificacién, en consecuencia, no es una mera imitacién, sino una apropiacién, debida a una etiologia idéntica; expresa un ‘exactamente como si’ yse relaciona con una comunidad [sexual] que persiste en lo inconsciente.” Asi, pues, la analizante se pone en el lugar de su amiga en el suefio y se identifica con ella a través de la creaci6n de un sintoma comin, el de negarse un deseo. La causa inconsciente de esta creacién delata su caracter histérico. De modo que Freud utiliza el suefio de su analizante para mostrar las relaciones de analogia y oposicién que existen entre los procesos de identificacién, en el suefio y la histeria. En un primer momento, sefiala a la paciente que su suefio es en verdad la realizacién de un deseo, contrariamente a lo que ella cree; por lo demas, en, lo inconsciente, que el suefio se realice o no es lo mismo, porque no interviene en él ningtin principio de no contra- diccién. En un segundo momento, le propone una inter- pretacién diferente, pero sobre la que aclara que? no contradice en absoluto la precedente. Como hemos visto, esta interpretacién es la siguiente: al poner en escena en. su suefio el no cumplimiento de su deseo, ella realiza por 40 «medio de la identificacién, por el sesgo mismo de la’ dentificacién, su deseo de que el deseo de una amiga no e satisfaga: ganar peso. Asi, el suefio realiza no sdlo el “deseo de no dar una cena, sino también el de que el deseo de la amiga quede insatisfecho. La prueba que da Freud de u-interpretacién, vale decir, la de la existencia de una dentificacién, la encuentra en lo real de un sintoma: la “paciente se priva dia a dia de satisfacer sus ganas, pese a que son realizables, las de comer un sandwich de caviar. -Y hemos visto cémo Freud plantea y resuelve el problema de la relacién entre la identificacién en el suefio, que es -inconsciente, y la identificacién histérica, que se sostiene ‘de un sintoma comtn. .. La interpretacién de Freud se sittia por completo del ‘lado de la paciente (él esta por lo tanto del lado materno), -y.lo que propone como tal supone necesariamente que la -paciente misma plantee la hipdtesis de que la amiga desea engordar o bien desea a su marido. -: Por el modo de actuar en su discurso, él adopta una -posicién que NHamariamos “antitransitivista”: exige de la analizante que se identifique con ella. No formula ‘la hipétesis de una demanda en ella (aunque ese suefio lo sea como reaccién a la teorfa de Freud, 0 sea un suefio de transferencia). En el transitivismo, al contrario, a partir -de un forzamiento, la madre demanda al nifio que se dentifique con el discurso que le dirige, pero éste se funda en la negacién del desconocimiento que le es propio sobre Ja vivencia del nifio... Por eso puede pensarse que el desconocimiento afecta el proceso identificatorio tanto ‘como la vivencia —gracias alo cual van a poder producirse ‘una represién y una divisién—, mientras que para Freud la identificacién siempre es secundaria, en cuanto no se funda sobre ningtin desconocimiento del proceso de lo experimentado. 5 . . 7 2 La identificacién secundaria tiene las relaciones mas estrechas con la reconstruccién en andlisis, en tanto que : el transitivismo.le es ajeno por completo. Como corolario, , también podria plantearse que la identificacién “transiti- 41 vista” primordial no tiene nada que ver con Ia identifica- ci6n secundaria. Cuando decimos que el transitivismo no es una reconstruccién, queremos decir que se trata de un proceso por el cual se dejan unas huellas ala espera de una inscripcién significante y simbélica ulterior, y lo decimos justamente porque entre la madre y el nifio ese transitivis- mo se produce mediante un golpe de fuerza que introduce el discurso, es cierto, pero mantiene el desconocimiento con la mayor intensidad. En este aspecto, la identificacién es transitivista y no procede en absoluto de una cognicién. Como resultado de que para nosotros lo identificado no sea mas que el efecto del transitivismo, la identificacién no es sintomdtica, si con ello se entiende que no es productora de sintomas. El transitivismo pone en juego un mecanismo absolutamente inverso del que Freud des- cribe en la histeria en referencia 4 la identificaci6n: en efecto, no se trata de manifestaciones mérbidas entre la madre y el nifio, y el transitivismo de la primera consiste en decir al segundo los “estados interiores” que le son propios. No hay aqui, como lo dice algunas lineas mds adelante, el “elemento previo de un conocimiento” sino, al contrario, de un doble desconocimiento. Sobre este punto podria proponerse una reflexién que valdria la pena profundizar, concerniente a la etiologia de la histeria, cuya estructura parece fundarse tinica- mente en el triunfo del desconocimiento. Como si fuera sélo éste lo que la histeria pareciera haber privilegiado en el transitivismo. Contrariamente a lo que se afirma con demasiada frecuencia, en la histérica la identificacién se funda ante todo en el desconocimiento; cuatro elementos clinicos lo testimonian: ® 1. El privilegio que la histérica otorga a su relacién con su padre no es para ella mds que un medio de hacer que el discurso materno caiga del proceso transitivista; actia justamente de manera de asegurarse el dominio del des- conocimiento. oo 42 ‘2. Sila histérica tiene acceso al saber, nunca se trata de un saber adquirido por haberse verificado, sino de un saber S,, es decir, una especie de revelacién indiscutible, que mantiene intacta la fuerza del desconocimiento, espe- ialmente en el otro. Las posefdas son un ejemplo notable- - mente estudiado por Michel de Certeau. ¢ 3. En clinica, es facilmente observable el extravio que _ priva al cuerpo de la histérica de cualquier posibilidad de - criterio de origen, punto de partida, eje, y se opone a toda coordinacién espacial, a todo sefialamiento. ¢ 4. Por ultimo, la “bella indiferencia” de las conversiones histéricas mds espectaculares hunde la vivencia corporal en un desconocimiento rebelde a todo dato perceptivo, aun el mds Ilamativo: tal vez sdlo por ese medio de convertir lo que es desconocido para la vivencia corporal vuelva a la histérica a un discurso transitivista de su madre, y de alli el éxito de un Charcot y quizé los fracasos de un Freud. -, Lo que precede nos lleva a sostener de manera més general que la identificacién transitivista es literalmente ‘una identificacién que se identifica con el discurso de la ' madre de modo activo en un movimiento de incorporacién. _No es una identificacién mediante la cual el sujeto se identifica con el discurso dela madre como si éste fuera un __ Objeto como cualquier otro 0 como si un objeto pudiera valer como discurso. Este tipo de identificacién que nos parece indirecto, verdaderamente intransitivo, es mds -- bien pasivo, en la medida en que por ese discurso no se - incorpora nada; y al no incorporarse nada, esta identifica- ‘cién no interesa la vivencia corporal: se trata de una . identificacién propiamente imaginaria, mientras que, al interesar esa vivencia, la identificacién transitiva ‘es : simbélica. Cuando una madre, a partir de lo que ella : misma siente de un grito o de una actitud que él le destiné, - dice a su hijo “tiene hambre”, su frase es simbélica porque _~ ningtin referencial puede atestiguar su certeza. Y porque - la madre formula la hipétesis simbdlica de una demanda EE TTT ELON I 43

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