Rappaport - La Política de La Memoria. Interpretación Indígena de La Historia

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JOANNE RAPPAPORT LA POLITICA DE LA MEMORIA: INTERPRETACION INDIGENA DE LA HISTORIA EN LOS ANDES COLOMBIANOS Traducido al espafiol por José Ramon Jouvé Martin EDITORIAL UNIVERSIDAD DEL CAUCA 1 INTRODUCCION LA INTERPRETACION DEL PASADO tiene que finalizar su relato «antes de que los historiadores tengan tiempo de llegar.» En realidad, los historiadores ya habian hecho acto de presencia tiempo atras. En tanto que novelista Garcia Marquez se ve obligado a corregir los errores de la historiografia colombiana dando vida a acontecimientos que, habiendo sido olvidados y omitidos durante mucho tiempo, deberian haber estado en el cen- tro de la conciencia histérica del pais. A lo largo del continente los pueblos indigenas persiguen este mismo fin y reformulan su propio conocimiento histérico como un arma para enfrentar su situacidn de subordinacién social. Para ellos la historia cons- tituye una forma de conocimiento sobre los origenes de esta situacién, asi como una fuente de informacién de sus derechos legales. Al mismo tiempo, les sirve como inicio de una nueva definici6n de si mismos en tanto que pueblo, un modelo sobre el que puedan basarse nuevas estructuras nacionales (Barre 1983). Para ellos, como para Garcia Marquez, la historiografia occidental ha separado a los indigenas de su pasado al negarse a mencionarlos, excepto como seres exoticos 0 salvajes. En este sentido, puede considerarse un medio de legitimacién de la invasion europea. Sin embargo, desde el punto de vista de los pueblos indigenas los escritos de los histo- riadores son mas legendarios que exactos (Wankar 198 1:297-81). La mitologia que Europa ha creado sobre el continente americano ha servido como un medio de dominacién de los pueblos indigenas y les ha impedido acceder a un conocimiento de su propio pasado, imprescindible para organizar el presente. Como dijo un escri- tor indigena: «Los blancos cierran nuestro camino al futuro cerrando nuestro cami- no al pasado» (Wankar 1981:279), HE n Los Funerales de la Mama Grande Gabriel Garcia Marquez escribe que ® Las organizaciones indigenas se han mostrado muy activas en la redaccién de tratados en los que se articulan sus demandas y filosofias. Sus escritos incluyen, frecuentemente, afirmaciones sobre la importancia de la historia en sus proyec- tos (cf. Guambia 1980; Gobernadores Indigenas en Marcha 1981; Wankar 1981; Comité de Solidaridad con tas Luchas Indigenas 1982; Consejo Indio de Sud América 1982). aided Ao pina JOANNE RAPPAPORT Este libro aborda el proceso mediante el cual los nasa del suroccidente de Co- lombia han reformulado sus concepciones historicas desde el siglo XVII y han definido, fijado y transformado sus propias ideas sobre el lugar que ocupan en el devenir historico, También examina el proceso que les ha permitido definirse hist6- ricamente y sefiala determinados periodos en los que los historiadores nativos han interpretado su pasado en formas accesibles a nosotros. Por tiltimo, expone aquellos temas recurrentes que unen a los narradores de finales del siglo XX con sus equiva- lentes coloniales. Aunque la narrativa nasa muestra un desarrollo continuo y definido hasta el presente también es el producto de las condiciones historicas bajo las cuales fue elaborada, La conciencia hist6rica de los nasa de la regién de Tierradentro se com- prende mejor tomando en cuenta las inestables relaciones entre la poblacién indige- na y el Estado, ya se trate del Estado colonial espafiol o de la moderna Colombia. Desde el comienzo de la dominacién europea la actividad politica nasa siempre ha intentado definir y empoderar el grupo en relacién con la sociedad dominante. En su historia se rememoran las diversas situaciones en las que la comunidad se ha enfren- tadoa la Corona y al Estado, Sin embargo, ni los blancos niel Estado constituyen el f centro de estas narraciones histéricas. La historia nasa trata de las acciones que los’ indigenas han Ilevado a cabo en el pasado y expone los éxitos y fracasos que han encontrado en su lucha por permanecer unidos como pueblo. Sin embargo, la histo- ria es una espada de doble filo para los nasa. Por un lado, los documentos del siglo XVIILy de principios del siglo XX que han llegado hasta nosotros son documentos esctitos; por lo tanto, estaban dirigidos originalmente a una audencia letrada no- indigena o a generaciones futuras de indigenas capaces de leer y escribir, utilizando convenciones literarias europeas para transmitir el pensamiento indigena y fortale- cera la comunidad. Por otro lado, y en su mayor parte, el discurso historico nasa utiliza imagenes autoctonas y realiza alusiones a lugares y acontecimientos mitologicos que slo pueden ser entendidos por otros indigenas. Este discurso no esta siquiera organizado de forma cronolégica. Por tanto, los ejemplos que poseemos de inter- pretaciones nasa del pasado son, al igual que sus equivalentes peruanos, «cronicas de lo imposible», intentos indigenas por integrar sus propias formas de pensarniento histérico y cosmoldgico en un discurso de tipo occidental sin que sus autores pue- dan evitar que los contenidos se difuminen en el proceso, ya que ambas formas narrativas se contradicen mutuamente (Salomon 1982). LOS NASA En la época en que Ilevé a cabo esta investigacion (1978-1980) los nasa de Tierradentro vivian en las laderas de la Cordillera Central de Colombia, en el extre- mo nororiental del Departamento del Cauca (Mapas 1, 2 y 3). Aunque estan unidos a Colombia por multitud de factores, como el comercio, el transporte, la tecnologia, jo WISER NOW SA CULT OF YO Raosvanria FAR ON ToS pccioves pOnaD (ARCH. 4 VOLES Y ECUADOR LA POLITICA DE LA MEMORIA VENEZUELA BRASIL, Mapa 1. Los nasa en el contexto geografico. 3M LA POLITICA DE LA MEMORIA JOANNE RAPPAPORT @ Chaparral i x secrecy esa eet Wied gTéaae rs sau OTT tne BORE test oe Mapa 3. Mapa general del érea nasa, Abajo de 1000 m. [£2] 1000 « 2000 m. [sd 2000 - 3000 m. THB 3000. 4000 m. HE 000. 5000 m. el trabajo asalariado, la religién, el proceso politico y una experiencia historica co- min su vida cotidiana posee una historia propia y diferenciada’. Hasta hace poco las comunidades de esta parte del Cauca (Foto 1) estaban conectadas slo por «cami- nos de herradura», algunos de los cuales han sido transformados hoy en dia en ‘afos que han estudiado a los nasa se encuentran Bernal (1953, 1954a, 1954b, 1956), Hemandez de Alba (1963), Nachtigall (1953, 1955), S. Ortiz (1973, 1979), Pittier de Fabrega (1907), Rappaport (1982, 1985), Findji y Rojas (1985) y Sevilla (1976a, 1986). Entre las aproximaciones de caracter pro- piamente historico merece la pena mencionar a Bonilla (1979), Gonzalez (s.f.), Henman (1981) y Roldan (1974), Mapa 2. Mapa topografico de la Cordillera Central colombiana, 33 32 JOANNE RAPPAPORT Foto 1: El pueblo de Télaga. Talaga, sitio de la misidn del padre Castillo y Orozco en el siglo XVIIL, esta actualmente habitado por mestizos. La mayoria de los indigenas no vive en el pueblo sino dispersa en el resguardo. carreteras en distintos grados de abandono. Estas comunidades fueron fundadas en el siglo XVII por las autoridades espatiolas con el fin de controlar a la poblacién indigena y obtener de ella tanto mano de obra como tributo; solo comenzaron a funcionar realmente como comunidades cuando los nasa fueron forzados a ocupar las laderas de la cordillera tras haber sido desalojados de los valles templados que rodean La Plata, Este hecho, unido al colapso demografico que produjo la Conquis- ta, permitié que los propios espafioles se asentaran con posterioridad en aquellos valles. Las 200.000 personas que hoy en dia se identifican como nasa no viven en esas comunidades sino dispersas en las regiones altas de las montafias y la mayoria sdlo acude a los pueblos en época de fiestas 0 cuando se dirigen a los mercados regionales de Silvia 0 Belalcazar (Foto 2), La mayoria de los nasa forma parte de «resguardos», unidades politicas y terri- toriales que poseen comunalmente las tierras que les fueron otorgadas por la Corona durante el siglo XVIII; los individuos que pertenecen a estos resguardos disfrutan del derecho de usufructo de las parcelas de tierra pero no pueden enajenarlas. Aun- que los indigenas establecen una relacién entre los resguardos de hoy endiay los de sus antepasados coloniales lo cierto es que esta institucion ha cambiado considera- blemente en los iiltimos 300 aftos. Las tierras originariamente otorgadas a los res- guardos disminuyeron en el siglo XIX debido ala expansidn de las grandes hacien- 34 La POLITICA DE LA MEMORIA das; en la actualidad hay zonas de resguardo en las que se han asentado mestizos y, como resultado de la legislacién republicana inmediatamente posterior a la indepen- dencia que transformd a los cabildos de entidades politicas independientes en meros intermediarios entre las comunidades y el Estado, las tierras de resguardo son, hoy en dia, menos y mas débiles que las del siglo XVIII (Foto 3). Foto 2: Un festival en Togoima, Una celebracidn para dedicar una nueva imagen religiosa, Muchos pueblos nasa sirven, sobre todo, como centros ceremoniales y tienen pocos habitantes en épocas distintas de las festividades. Los nasa cultivan coca y yuca, asi como maiz o papas, dependiendo de la altitud en la que viven y que oscila entre 1000 a 3500 metros sobre el nivel del mar. También se han introducido en la zona cultivos comerciales, como el café desde principios de siglo y la cabuya desde la década de los setenta. El cultivo de coca ha disminuido como resultado de la politica antidroga de Colombia, siendo remplazado en los afios noventa por el de la amapola. Durante los siglos XVII y XVIII una parte importante de fa poblacion de los resguardos trabajaba en las plantaciones espafiolas que rodea- ban Popayan. En el siglo XIX, en cambio, muchos abandonaron sus comunidades para extraer quina en las selvas, materia prima que se vendia en el mercado colom- biano ¢ internacional, posteriormente. Todavia hoy en dia los nasa abandonan pe- riddicamente sus casas para trabajar como obreros asalariados en las plantaciones de café y azticar cercanas. Hasta hace unas pocas décadas algunos carecian por completo de tiertas y vivian como terrajeros en haciendas propiedad de mestizos. El pago del terraje ha desaparecido gracias a las actividades del movimiento indigena. 35 JOANNE RAPPAPORT blecié a comienzos del siglo XX las bases para las reivindicaciones étnicas de hoy en dia. La cconciencia histérica de los habitantes de Tierradentro se funda en un vinculo moral con el pasado cuyo objetivo practico es conseguir fines politicos en el presen- te. Como veremos, la historia nasa tiene su propia logica interna que se encarna en antiguos modelos reformulados, siglo tras siglo, para enfrentarse a nuevas circuns- tancias politicas. En otras palabras, la concepcion nasa de la historia puede estudiar- se legitimamente como un sistema simbélico que existe al interior de la propia co- munidad, Sin embargo, el analisis de sus narrativas historicas no puede llevarse a cabo sin también prestar atencién al hecho de que !a historia moral que articula el movimiento indigena hoy en dia ocurre en el espacio de interacci6n entre la comu- | nidad indigena y la sociedad colombiana y debe responder a necesidades ideologicas que son, a la vez, internas y externas. Por consiguiente, la conciencia historica de los*) nasa debe ser examinada dentro del contexto de las transformaciones historicas de la sociedad colombiana, lo que obliga a estudiar la transformacion de los sistemas politicos, la cambiante naturaleza de la ev idencia historica en el sistema legal y la historia de fa historiografia colombiana. En ultima instancia, para comprender la logica interna de la historia nasa debemos comprender la propia historia de Colom- bia. LA CONCIENCIA HISTORICA NO-OCCIDENTAL {Hasta qué punto han logrado desarrollar los antropdlogos los instrumentos analiti- cos imprescindibles para estudiar la conciencia historica nasa? El estudio de histo- rias indigenas ha sido abordado, principalmente, por historiadores cuyo objeto de estudio ha sido Africa (Vansina 1973; Miller 1980; Cohen 1989) y Afro-América (Price 1983) y, hoy en dia, recibe una atencién cada vez mayor de aquellos que se dedican al estudio de las sociedades asiaticas (Errington 1979; Rosaldo 1980) y del Pacifico (Harwood 1976; Borofsy 1982; Morphy y Morphy 1985; Parmentier 1987). Los investigadores que trabajan sobre las sociedades indigenas americanas han rea- lizado su contribuci6n a este campo al examinar tanto los textos escritos por histo- tiadores indigenas latinoamericanos durante la época colonial y el siglo XIX (Bricker 1981; Salomon 1982; Zuidema 1982; Adomo, ed., 1986) como las interpretaciones historicas realizadas sobre indigenas contempordneos (Rivera 1986; Fowler 1987). La mayor parte de los expertos esta de acuerdo en que a pesar de que la historia no-occidental se ocupa del pasado esto no quiere decir que lo considere habitual- mente como algo separado de los intereses del presente. Segiin Morphy y Morphy (1985:462) estos relatos son imagenes sobre el pasado y no del pasado; es decir, reflexiones que individuos de nuestra época realizan sobre to que ha podido suceder COMO LA POLITICA DE LA MEMORIA en épocas pasadas. En lugar de presentar «lo que realmente ocurrid» los historiado- res no-occidentales ottecen imagenes de «lo que deberia haber ocurrido». En mu- chas ocasiones utilizan imagenes miticas o metaforas para representar y explicar acontecimientos historicos, estos modos miticos de expresién se superponen a los acontecimientos mismos muy a menudo y dificultan nuestra capacidad para locali- zarios en el tiempo y el espacio’, Las investigaciones sobre técnicas de memoriza- cidn en la antigiiedad clasica demuestran que el uso de imagenes impactantes como dispositivos mnemotécnicos con los que recordar referentes comunes fue habitual enel mundo greco-romano (Yates 1966). Basandose en los estudios sobre la época clasica Harwood (1976) y Miller (1980) han sugerido que los simbolos juegan un. papel muy similar en los sistemas miticos no-occidentales: las imagenes fantasticas funcionan como instrumentos mnemotécnicos que permiten fijar los hechos histori- cos de una manera accesible a la tradicién oral Las historias indigenas difieren principalmente de las nuestras en su estructura narrativa. Algunos escritores actuales han sugetido, incluso, que no pueden denomi- narse propiamente anarrativas», puesto que, frecuentemente, carecen de un estilo detinido y son concisas o episédicas, presentando distintas formas que van de pro- verbios o canciones a referencias a antiguos lugares de asentamiento (Rosaldo 198 Price 1983; Cohen 1989). Allen (1984) y Cohen (1989) sostienen que la historicidad no esta encerrada en un texto estatico sino en un proceso continuo de interpretacion por medio del cual las narraciones son constituidas y reconstituidas; dicho proceso, segiin Allen, estd determinado, en gran medida, por normas estéticas. Poole (s.f.) considera que las personas ajenas a la cultura andina encuentran dificiles y confusas las narrativas de los Andes precisamente porque éstas no pueden entenderse como textos aislados sino solo dentro del contexto de una amplia variedad de actividades como el ritual, la danza y la peregrinacién que clarifican, re-elaboran y proporcionan las claves necesarias para la reinterpretacion de las narraciones. Muchos de estos relatos no estan en orden cronologico. Sus creadores yuxtapo- nen diferentes marcos temporales omitiendo la explicacion causal y absteniéndose de narrar eventos de forma lineal o localizando estos fuera del tiempo cronolégico. Esto no quiere decir que los historiadores indigenas no tengan una nocidn de los principios de causalidad. El narrador y el oyente comprenden los aspectos lineales del proceso histérico y, tal vez, los discuten en otro contexto y de forma diferente, * Los investigadores que trabajan sobre la historia de Africa se han ocupado de obtener informacion historica procedente de Ia tradicion oral y han desarrollado rnicas para extraer referentes hisioricos hasta en los relatos de corte mas mito- lgico, las historias de creacion (Yoder 1980). La historia, segiin la interpreta- cién nasa, mezcla referentes empiricos y miticos, Sin embargo, mi objetivo no es purgar los referentes miticos sino explorar la naturaleza de la interpretacién his- {drica nasa. HD) 39 JOANNE RAPPAPORT no necesariamente dentro de la narracion misma, Finalmente, gran parte de su his- toria esta inscrita en el espacio fisico. La geografia no solo transporta importantes referentes historicos sino que también organiza la forma como estos hechos se conceptualizan, recuerdan y organizan dentro de una estructura temporal (Harwood 1976; Rosaldo 1980). Siel conocimiento historico esta ligado al presente a través de esta manifestacion no-lineal en el espacio y en el ritual se debe a que tiene aplicaciones practicas. El conocimiento del pasado es un componente fundamental en las disputas por la tie- rra, los acuerdos politicos y las discusiones sobre herencias’ . También es importan- te para fortalecer la identidad comunal e indispensable para mantener la autonomia frente a la dominacion europea (Rosaldo 1980; Price 1983; Lederman 1986; Fowler 1987; Cohen 1989), La naturaleza no narrativa, episddica y carente de un estilo definido de estas concepciones historicas resulta fundamental para el objetivo que persiguen: su flexibilidad y ambigiiedad permiten que se utilicen de diversa manera en un gran numero de contextos. EL PROBLEMA DE LA CLASIFICACION A pesar de que es util exponer en lineas generales los rasgos de las tradiciones hist6ricas no-occidentales la tarea resulta menos provechosa si utilizamos para ello nuestros propios canones historicos. Generalmente se define «historicidad» como el rasgo comtin que poseen aquellas narraciones que se presentan dentro de un marco cronolégico o lineal. No se repara en que éstas son caracteristicas propias de una teoria de la temporalidad occidental que esta inextricablemente unida al proceso europeo de expansion mundial (Cohn 198 1:227-229). Como consecuencia de estas circunstancias hemos terminado por aceptar que nuestro modelo temporal resulta obvio y natural, relegando a un segundo plano los esquemas historicos de los pue- blos conquistados®. * Uno de los ejemplos mas enigmaticos del uso de la informacién historica ha sido documentado por Maria Rostworwski (1977:178-187), quien describid una dis- puta por campos de coca que fue Ilevada a una corte peruana durante la colonia y en la que los litigantes utilizaron evidencia procedente de épocas pre-incaicas que se habian preservado en la memoria oral. "© En situaciones de dominacidn la historia y el pensamiento histérico siempre han estado en oposicién a otras formas de hablar sobre el tiempo. Esto sucede tanto en nuestra propia sociedad como en aquellas que han sido colonizadas, tal y como reconoce Walter Benjamin (1968) al escribir que la «historian es el dominio de la clase dominante, mientras que los subordinados se relegan al campo de la «tra- dicién» (cf. Eagleton 1985-86). 40 LA POLITICA DE LA MEMORIA Los antropologos han utilizado los estudios sobre la época clasica como la base sobre la que desarrollan sus esquemas clasificatorios y, por lo tanto, restan énfasis a la especificidad cultural, social e historica de la visién histrica occidental. Esto ocurre paradigmaticamente en aquellas tipologias que denominan «historia» a las narrativas que responden a nuestros modelos de construccién del pasado mientras que consideran «mito» a todas las demas. Una de las primeras contribuciones a esta discusién fue el articulo de M.1. Finley (1965) «Mito, memoria e historia», en el que se presenté el desarrollo del pensamiento historico desde los mitos griegos. Para‘ Finley la distincion entre mitoe historia no deja lugar a dudas: la historia se organiza de forma cronolégica utilizando como base un sistema coherente de datacion y derivando la evidencia de documentos que son reformulados dentro de una exposi- cion sistematica, Por su parte, el mito es la antitesis de la historia: no-lineal, atemporal, ficcional, asistematico, Siguiendo la tésis de Finley, Goody (1977) sugirié que la posibilidad de que ocurra un pensamiento propiamente historico solo existe dentro de una sociedad letrada en la que la capacidad de proceder de forma objetiva, ana- litica y cronolégica se ve potenciada por el distanciamiento que alcanzan la lectura y la reflexién cuando se enfrentan a versiones contradictorias de un mismo hecho! Al aplicar este modelo a la América indigena la distincion entre mito ¢ historia se transformo en la concepcion de que nuestra propia sociedad es «caliente» y tiene, por tanto, historia, mientras que las sociedades primitivas eran «frias» y carentes de temporalidad (Lévi-Strauss 1966; Kaplan 1981). A través de este tipo de teorias se realizaron analisis detallados de textos indigenas con el fin de probar que los pueblos andinos no pensaban en términos historicos sino que integraban la memoria del pasado dentro un esquema mitico que reflejaba estructuras mentales y no procesos temporales (Ossio 1977; Zuidema 1982). El recurso a la teoria historiogratica, a las obras de aquellos tedricos de la historia que definen los margenes de su propia disciplina, es uno de los medios mis titiles que tiene a su disposicion el antropologo que desea salir de la trampa que plantea la distincion entre mito ¢ historia, Los historiadores sugieren que las definiciones de historia se acercan, cada vez mas, a lo que llamariamos mito o literatura. En idea de Ja Historia, uno de los clasicos de la teoria historiografica, Collingwood (1946) definié la empresa histérica como el analisis de la evidencia dentro del marco de una estructura argumental de alcance universal que es, por naturaleza, mitica, Mas re- cientemente, Hayden White (1973, 1978) ha sostenido que el propio lenguaje utili- zado por los historiadores impone una estructura mitica. Prisioneros de su propia €poca los historiadores solo pueden elegir un estilo determinado para realizar su exposicion, estilo que, a su vez, determinard el resultado de su analisis. La historia ho es una cuestidn de «verdad» sino de eleccion de un modo dado de exponer los Una formulacién anterior de este argumento puede verse en Goody y Watt (1963) \ | 4 Bh hay JOANNE RAPPAPORT datos que esta, asi mismo, determinada histéricamente. Asi, la definicion que White (1978:110) ha dado de historia borra los limites entre historia y literatura: «Vistas simplemente como artefactos verbales no hay diferencia en- tre la historia y la novela. No es facil distinguir una de la otra desde un punto de vista formal, al menos que nos acerquemos a ellas con unos prejuicios especificos sobre el tipo de verdades de las que se ocupa cada una, El propasito del autor de una novela ha de ser el mismo que el propésito del que escribe una historia. Ambos buscan dar una imagen verbal de la «realidad». El novelista quizd presenta su concepcién de la realidad de forma indirecta, es decir, a través de técnicas figurativas, en lugar de hacerlo directamente 9, lo que es lo mismo, en lugar de confeccionar conjuntos de proposiciones que, supuestamente, corresponden, punto por punto, a algtin tipo de am- bito meta-textual del suceder o del acaecer, que es precisamente lo que el historiador dice que hace. Sin embargo, el novelista constra- ye una imagen de la realidad con la intencidn de que corresponda en ‘sus rasgos generales a algtin aspecto de la experiencia humana que no es menos areal que aquel al que se refiere el historiador. No es, por tanto, un conflicto entre dos tipos de verdad (como nos ha indu- cido a creer el prejuicio occidental que considera al empirismo el tinico acceso a la realidad ); no es el conflicto entre la verdad basa- da en la correspondencia, por un lado, y la verdad basada en la coherencia, por el otro». El trabajo de White representa el intento por distinguir entre las diferentes modalida- des miticas que estructuran la interpretaci6n histérica. Estos planteamientos procedentes de la teoria de la historia rompen las concep- ciones antropoldgicas en las que se distinguia entre «estructura» y «evento», en. las que la estructura se ligaba a las concepciones miticas mientras que la historia se ligaba a los «eventos verdaderos» (Sahlins 1981). Los historiadores a nos obligan a reconocer que el pensamiento historico esta también determina lo por cuestiones estructurales. En suma, el antropélogo no puede hacer la distincion entre «mito» e «historia» hasta que ambos términos no se definan adecuadamente yesta distincidn, que antafio era clara en el terreno de la antropologia, ha sido problematizada en el campo de la historia. Un segundo enfoque, atin mas radical, que ha sido empleado por historiadores de la cultura popular ha demostrado ser también muy util ala hora de desmantelar las ideas preconcebidas de los antropdlogos sobre los limites del pensainiento histo- rico. Una gran parte de la historia que aprendemos de las comunidades que estudia- 42 LA POLITICA DE LA MEMORIA mos no ¢s historia escrita por historiadores profesionales con dedicacién exclusiva sino historias populares que son producidas por individuos que no se cifien a normas academicas. Es mas, gran parte de estas historias no presentan la forma de narracio- nes propiamente dichas sino que se expresan en actividades publicas y ritos comple- tamente independientes de criterios cronolégicos (Popular Memory Group 1982; cf. Lowy 1985:56-57). Estas maneras alternativas de representar los procesos tem- porales no son menos «histricas» que nuestras narraciones escritas, a pesar de que no se someten a los mismos canones. Al separarlas de lo que consideramos «histo- ria» por considerar que no se ajustan a nuestros criterios preconcebidos no estamos explicando esas historias sino tan solo clasificandolas CONTEXTOS PARA EL ESTUDIO DE LAS HISTORIAS INDIGENAS La dificultad que experimentamos a la hora de aceptar la historicidad de los relatos no-occidentales que tratan del pasado radica, en parte, en el hecho de que no los hemos contextualizado de manera adecuada mas alla de establecer comparaciones entre su estructura y la estructura social a nivel general. En lugar de situarlos dentro desu contexto histérico 0 socio-politico los hemos analizado como textos atemporales. Con relaci6n a este tema Bloch (1977) sugirié que los problemas que tenemos para explicar por qué algunas sociedades tienen concepciones del tiempo de caracter lineal mientras que otras carecen de ellas pueden ser explicados a partir de nuestra predisposicién como antropslogos a favorecer el estudio de la ritualidad dejando de lado et importante papel que la temporalidad cumple en las actividades practicas. Aunque Bloch planted una distincion excesivamente rigida entre las dos esferas nos obliga, con razon, a considerar las implicaciones practicas de los textos ritualizados ya examinar su utilizacion en la vida cotidiana. Mas atin, debemos prestar atencién a la importancia que tienen las estructuras temporales ritualizadas en actividades diarias como trabajar, caminar, comer, dormir, etc. No nos ocupamos de «textos» estaticos sino de interpretaciones en constante cambio que se aplican en la practica y cuya forma y contenido estan determinados tanto por la memoria de interpretacio- nes pasadas como por las exigencias del momento. Si el pensamiento histérico es, en si mismo, producto de un proceso historico relacionado tanto con el pasado como con el presente, ,cdmo debemos aproximar- nos como etndgrafos al estudio de la historia en las comunidades en las que lleva- mos a cabo nuestro trabajo de camp ‘6mo podemos fijar dentro de un proceso historico los rasgos de! pensamiento historico no-occidental que he descrito ante- riormente sin negar la singularidad de las distintas concepciones de la historia? En un pasaje citado con frecuencia Walter Benjamin (1968:255) nos dio una pista so- bre el significado de la historia fuera de los muros de la academia: 4B JOANNE RAPPAPORT «lrticular el pasado histéricamente no significa reconocerlo «tal y como fue realmente» (Ranke). Significa aferrarse a un recuerdo a medida que surge en un momento de peligro ... El peligro afecta tanto al contenido de la tradicién como a quienes Ia reciben ... En cada época debe repetirse el intento de separar a la tradicién del conformismo que amenaza con dominarla...» Utilizando las reflexiones de Benjamin y también las de Silvia Bovenschen (1978) sobre las brujas como simbolo de poder en el movimiento feminista Michael Taussig (1984-88) ha sugerido que el uso que los chamanes suramericanos —denominados «meédicos tradicionales» entre los nasa hacen de las imagenes historicas no debe entenderse como un nexo dentro de una secuencia causal sino como la utilizacion metaforica de lo que se conoce del pasado: «Son imdgenes miticas que reflejan y condensan una apropiacién de Ia historia de la conquista que estd basada en la experiencia, ya que se cree que la historia posee analogias y correspondencias estructu- rales con las esperanzas y preocupaciones del presente ...» El poder magico de la historia descansa en los contrastes y contradicciones entre el pasado vivido y la estructura del mundo actual. Esta problematica ha surgido tambign en el campo de los usos de la literatura y la historia en el Tercer Mundo. La historia se convierte en un elemento de poder en aquellas naciones formadas recientemente porque promueve la creacidn de defini- ciones no-europeas sobre la sociedad: «La capacidad de controlar el pasado, al definirlo como historia, y establecer clasificaciones que diferencian a los europeos de otras sociedades es un elemento central de las revoluciones y transforma- ciones que forman parte de lo que denominamos la historia del mun- do moderno» (Cohn 1981:244), La historia es una cuestion de poder en el presente y no una reflexidn aislada sobre el pasado. Puede servir para conservar ese poder o como un medio para alcanzarlo. El poder que surge de controlar el pasado con el fin de redefinir el futuro es de fundamental importancia para los novelistas del Tercer Mundo que, como los chamanes de Taussig, producen una visién o imagen del pasado distinta a una cro- nologia. En sus novelas el pasado, el presente y el futuro se entretejen mutuamente: sowie, OE A Very LA POLITICA DE LA MEMORIA «Las generaciones posteriores crean 0 re-crean de forma selectiva una concepcion del pasado que se basa principal, aunque no com- pletamente, en el arte y, una vez creada, esta visiin simplificada del pasado les ayuda a crear, a su vez, una idea de como puede ser el futuro. Parafraseando a Stephen Dedatus los artistas concientizan y forjan la conciencia de su raza, A pesar de que esta conciencia co- lectiva es, a veces, una falvificacién no por ello tiene menos fuerza» (Dasenbrock 1985-86:3 12-313). Para estos escritores la memoria no esta ubicada en el pasado sino en el presente y el futuro: «livinos el dia de hor. Mahana tendremos una imagen del hoy. No podemos ignorar este hecho, del mismo modo que tampoco podemos ignorar que lo pasado fue algo vivido, que el origen del pasado es el presente: nuestra accién de recordar se da aqui, hoy. Pero también imaginamos aqui, hoy. ¥ no deberiamos separar el hecho de que somos capaces de imaginar del hecho de que somos capaces de re- cordar, Recordar el futuro, imaginar el pasado: creo que ésta es la verdadera forma cémo se articula la temporalidad, tal y como ésta se vive en el presente...» (Fuentes 1985-86:338)."" Esta concepcién de la historia como algo del presente capaz de atribuir poder se deja sentir de forma mas notable en la obra de Gabriel Garcia Marquez, En sus novelas re-escribe la historia de Colombia intercalando hechos histérivos e imagenes miticas y legendarias y subrayando, de esta forma, la verdad que desea transmitir: «El lector culto, adectadamente provisto de informacién, puede dis- tinguir lo real de lo inventado y senalar los cambios acaecidos en lo real. Su sentido de la diferencia entre realidades imaginadas y ver- daderas no es borroso sino nitido. De todas las fieciones las que resultan mds engafiosas son aquellas que parecen més reales y natu- rales, no las mds artificiales. Quizds mas importante atin, semejante re-escritura del pasado desconcierta nuestro sentido de lo razona- ple, de lo natural y de la inevitabilidad de tal historia. Hasta ahora la historia es lo que ha ocurrido, pero gdebe continuar siéndolo?» (Janes 1985-1986:300). fe PEEEEEREE "La importancia del pasado en el presente y del pasado en el futuro también es un elemento central de la teoria marxista de la historia (Marx y Engels 1964: Eagleton 1983-86). No es casuatidad que muchos novelistas del Tercer Mundo hayan abra- zado ei marxismo en algiin momento de sus carreras, 45 JOANNE RAPPAPORT Quiza por esta misma razon muchos intelectuales colombianos ven a Garcia Marquez como uno de los pocos que es capaz de transmitir el verdadero sentido de lo que significa ser colombiano y de hacerlo de una manera mas convincente que aquella de las historias «reales y naturales». Esta es laraz6n por la que se da prisa en contar sus historias «antes de que los historiadores tengan tiempo de legar». Esto también explica el poder de las imagenes miticas que se encuentran tan frecuentemente en las narraciones no-occidentales del pasado. No significa que los pueblos indigenas no se percaten del paso del tiempo ni que sean incapaces de distinguir la realidad de la ficcién, ni tampoco que prefieran enfrentarse a problemas universales y logicos en vez de enfrentarse a problemas concretos, sino que pueden servirse de imagenes ficticias y fantasticas para reflexionar de forma mas completa sobre la realidad. A través del uso de imagenes ciclicas o miticas resaltan las «lagu- nas» de la memoria histérica y enfatizan mas convincentemente la importancia del pasado, dado que éste se hace reconocible de forma mas patente. Lo que es mas, al recalcar la estructura repetitiva del proceso historico unen el pasado con el futuro consiguiendo, asi, un patron que no solo les permite comprender de donde venimos sino también hacia dénde vamos. Por esta raz6n, las historias indigenas provenien- tes tanto de Suramérica como de Norteamérica encuentran su espejo en visiones futuristas que son especialmente evidentes en aquellos modelos que calculan el tiempo como algo que transcurre del pasado al futuro a lo largo de un numero determinado de generaciones, teniendo al presente como eje. Ahora bien, gsobre qué tratan realmente las historias indigenas? ,Cémo determi- na el proceso histérico los instrumentos analiticos que los historiadores indigenas utilizan para interpretar sus circunstancias? La naturaleza de cualquier ejemplo par- ticular de esta mezcla de pasado, presente y futuro, hecho y fantasia, debe ser examinada dentro de su propio contexto historic y social. Un marco conceptual particularmente util es la critica literaria marxista. Eagleton (1978) esboz6 los dife- rentes elementos que deben tenerse en cuenta en el analisis de un texto literario y subrayo la importancia de comprender la compleja serie de interacciones que se dan entre la formacion social, el modo particular en el que se producen y consumen los. textos literarios, la ideologia que determina las normas de canonicidad y controla la SSeS © La importancia del futuro para la contemplacién del pasado se me hizo patente durante una charla con Ron LaFrance, miembro de la naci6n indigena mohawk. A medida que me comentaba sus experiencias en la Akwesasne Freedom School, una institucién dirigida por y para la comunidad, me di6 consejos para una comu- nidad indigena en Colombia que estaba levando a cabo un proyecto similar. Me comenté el hecho de que era necesario pensar en unidades de siete generaciones previas y posteriores al presente para poder establecer las prioridades del curriculum escolar, Este tipo de concepcién omniabarcante s6lo puede ser posi- ble cuando la historia se entiende como una herramienta dirigida a la consecucién de poder y no como un objeto abstracto de reflexidn. 46 LA POLITICA DE LA MEMORIA produccién y distribucion de objetos literarios, los atributos biogréficos del autor y las normas estéticas bajo las cuales trabaja. La manera en que Eagleton enfocé la literatura puede encaminarnos a formular una serie de preguntas que guien el estudio de la narrativa histérica nasa y conducir- nos a un terreno intermedio en donde, mas alla de un mero anilisis formal de un texto mitico aislado, interactiten las historias indigenas y la historia de la sociedad dominante: {cual es la relacion entre la insercién de los pueblos indigenas en el Estado y la forma de interpretacion historica que desarrollan en su lucha por sobre- vivir como pueblos auténomos? {Bajo qué circunstancias los pucblos indigenas producen historias escritas sujetas a la estructura conceptual de la sociedad domi- nante? {Cémo influyen esas historias escritas en los enfoques interpretativos y narrativos de las historias locales hechas por y para los miembros de la comunidad? (Qué condiciones promueven el surgimiento de los autores/historiadores en estas comunidades y cual es su influencia en la produccién historica en la comunidad local? jHasta qué punto y bajo qué condiciones la vision histérica de la sociedad dominante influye en la vision historica indigena? {Cual es la relacién entre la ideo- logia que se expresa en estas historias y la que se da en la practica politica? ,COmo afectan las normas estéticas 0 los diferentes géneros en los que estas historias se expresan la naturaleza misma de la interpretaci6n historica? Estas preguntas se tra- tardn en los capitulos siguientes a medida que sigamos el desarrollo de una concien- cia historica propiamente nasa desde el siglo XVIII hasta nuestros dias. LA HISTORIA DE LOS NASA Este libro es una historia de los usos y significados de la historia para los nasa y presenta las imagenes y modelos que los politicos e intelectuales indigenas crearon yrevivierona lo largo del tiempo en Ia lucha por mantener su identidad y su tierra. Es también una historia de las relaciones de los nasa con la sociedad dominante y un estudio del espacio de interpretacion historica que se encuentra en el limite entre estos dos mundos. Su realizacion se lleva a cabo a través de un anilisis politico y textual que se esfuerza por ilustrar los determinantes historicos que han condiciona- do la visién indigena del pasado en las distintas coyunturas de la historia de Tierradentro. Los nasa constituyen un caso interesante de concientizacion histdrica debido al amplio espectro temporal de la documentacién disponible sobre su pensamiento historica, que comienza a principios del siglo XVIII en forma de titulos de resguar- do, contintia a través del siglo XIX y principios del XX con tratados politicos que ya fueron publicados en aquel entonces y Ilega hasta el dia de hoy en forma de narra- ciones de historias ampliamente difundidas y realizadas por personas de gran pers- 47 JOANNE KAPPAPORT picacia y talento. Muchas de las afirmaciones de los historiadores nasa desde el siglo XVII pueden compararse con otras evidencias documentales, lo que nos ayuda a determinar la historicidad de sus relatos. Ademas, esta documentacion contiene una vasta cantidad de informacion sobre las tacticas politicas de los indigenas que crea- ron estas historias y nos proporciona aiin mas indicios sobre la forma en que su concepcién histérica se tradujo en practica. Tal vez lo mas sorprendente sobre el caso de los nasa es el hecho de que es relativamente facil reconstruir una cadena que guia la transmisién de informacion historica de un historiador al siguiente: cada una de las sucesivas generaciones que estudiaremos tenia a su disposicion documentos de la generaci6n anterior que utili- zaba como base de su interpretacion historica. Por tanto, poseemos un continuum de evidencias historicas con el que podemos analizar la estructura del pensamiento histérico nasa y su transformacién en una ideologia dirigida a la supervivencia fisica y cultural del grupo. Estas conexiones a través de las que se transmite la concepcién historica nasa facilitan la atribucion de una continuidad moral entre los habitantes precolombinos de Tierradentro y la poblacién del siglo XX que habita esa region. Esta continuidad moral se expresa en las definiciones que los nasa realizan de su propia identidad, tanto en los mitos como en la toponimia, tanto en las genealogias como en los titulos de los caciques. El hecho de que sea o no el mismo grupo cultural que luché contra los espafioles en 1572 no tiene importancia: lo importante es que perciben este nexo como algo real y han adaptado su ideologia para legitimarlo. Utilizaré tres fuentes principales con el fin de documentar el desarrollo de la concientizacion historica entre los nasa: 1. Titulos coloniales de resguardo Los titulos de resguardo de! siglo XVIII se escribieron con la participacién de los caciques, de los cuales el mas conocido fue don Juan Tama de la comunidad de Vitoncéd. Los titulos de resguardo establecieron un fundamento territorial y politico para las comunidades y, también, proporcionaron una interpretacion nasa de las relaciones interétnicas y el surgimiento de una nueva autoridad politica’. Apesar de que, a primera vista, los titulos parecen narrativas cronolégicas de acontecimientos que sucedieron durante la toma del poder de estos lideres una lectura cuidadosa Los titulos de resguardo incluyen los de Pitayé (ACC/P 1881; NC/S 1914) y Vitoncd (ACC/P 1883), del eacigue Don Juan Tama; Toribio y Tacueyé (Sendoya sf:29-30), establecido por Don Manuel de Quilos y Siclos; y Togoima (AHT/B 1727), dominio de la familia Gueyomuse. 48 LA POLITICA DE LA MEMORIA sugiere que sus creadores condensaron diferentes marcos temporales en estas na- rraciones y combinaron informacion procedente de la época anterior a la Conquista con otra procedente de la época colonial. Estas fuentes, en tanto que documentos oficiales de la administracién colonial, fueron escritas en espaftol. 2.71 Hos politicos A comienzos del siglo XX el lider indigenista Manuel Quintin Lame escribio un tratado titulado Los Pensamientos del Indio Educado en las Selvas Colombianas (Lame 1971) que permanecié como manuscrito hasta que lo publicé el Comité de Defensa del Indio en 1971. Este documento, escrito en espaiiol, utiliza la historia de los nasa para justificar las actividades politicas de su autor. Su estilo representa una sintesis de la tradicién de historiografia cronolégica y empirica colombiana y de la concepcién mitica del pasado propiamente nasa. Las actividades de Lame estan bien documentadas en los archivos y periddicos colombianos (Castrill6n 1973; Se- villa 1976b: Tello 1982), lo que nos permite trazar la aplicacién politica de su cono- cimiento historico. 3. Interpretacién historica contemporanea Los nasa actuales expresan su tradicién hist6rica a través de una retorica politica y de imagenes miticas, rituales y visuales en los que no sdlo se emplea el espafiol sino también et nasa yuwe. En la practica interacttian con esta tradicion a través de sus instituciones politicas, basandose para ello en las visiones histéricas descritas ante- tiormente. Algunos individuos, dotados de un talento y perspicacia especial, como Julio Niquinds'*, seguidor de Lame y activista politico que participé en la fundacién del movimiento indigena contemporaneo, articulan cuidadosamente el testimonio oral y escrito con el {in de crear interpretaciones que luego serviran como fuente de la concientizacién historica de base. La historiogratia nasa puede analizarse mejora través de las contribuciones he- chas por determinados intelectuales, Dada la situacin de marginalidad de los nasa dentro del sistema colonial y nacional los intelectuales fueron los tinicos capaces de Henar el vacio que existia entre la comunicacion oral y la escrita al permitir la utiliza- cin de una gran niimero de evidencias procedentes de distintas fuentes y transmitir las interpretaciones historicas de una generacion a la siguiente, Estos individuos fueron, con frecuencia, lideres politicos que propagaron sus teorias a medida que organizaron a sus seguidores y, de esta forma, fomentaron una activa tradicién oral eee 'S Las enirevistas con Niquinds, levadas a cabo por Victor Daniel Bonilla, Trino Morales y otros forman parte de un amplio archivo de grabaciones depositadas en el Archive Fundacion Colombia Nuestra (AFCN/C 197 1a, 1971b, 1972a, sf.b). 49

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