Biter de PsIcOLOGIA PROFUNDA Marisa Punta Redulfo
209.4. Benjamin» Suto iguales,ebjetas de amor
210. E, Dio Bleichmat Lae sexuolldad ferenina
MLN, Blechmr 7 C. Liberman de Bleicher - El psicen
de Proud :
Mi. Redo y N, Ganzéles (compe) - La problemstica de! sintoma
{1 Puget (comp, - Pstceanatisie de pare
ha. J, MeDougall« Las mil y unc carns de Eros
Lis: ML Busine 1 Meer Genero y fami
240, H. Chant y M. Pezez-Shncheg Lo cetidiano ye
2UT-L Vegh Macs une clinica de real
218 J. E-Mlmaniene -Extranas parejas
219.7 Veshaoahe «Bist la meer?
220.1, Rodi Dibujo fuera del papel
24-G Lancelle (orp) EY sof el tcora yen la pritica
202 M, Casas de Perea - Brel camino de a sumbolizacien
{258 B Guyomard -l deseo de etew
EL. Butgoyne yf. Sullivan (comps, - Los dilogos sebre Kiin-Lacen
228.1, Hornstoin -Neretsisma
26. Ni. Burin el Meler~Varones
LA CLINICA DEL NINO
Y SU INTERIOR
BEET baie Lopmentno
BEL. Gare BedetnceaPecosndiss mudinitie
22-4 Manowar yt Moeonowies“Pacfarmacoltayrrtorio Un estudio en detalle
230, 8 Brair comp.) -Gemelos
231 1 Borenstein Comp.) Clinica ferilarpricoanatitiea
ie er OTC AAA
sis despuce
neonsciente
256 & Verhneghe “Ef amor cs lo teryposde le sled ;
237.N. Bletchmary C.Lilerman de Bleicher - Las perspecioas ‘oooza902N
dat pecoandlvis fine Of ean
238, D.Miaishrot- Lo alienacn def anita
239. C..G-Jun- Canjlictos del elma infetd
19. M. Scknetder- Geneatagta ce to maseudine Rodulfo. Marisa Punta
DAL. L.Poskin- Tas onfgencs del sujetoy su tugaren la clinica psicoanatitioa
243, Mi, Safouan = Lacantana
248. L Hornstein -Intersubjettvided y clinica
245, D, Waisbret, MC Wikinski, C, Rolf, D, Slucki y $. Toporesi (comps)
Giinica psicoanalitiea ante las ealdetrofes sociales
248. L. Hosnttoin (eomp.)- Proyeeta taraplutica.
DUT. KD. Levin de Said - EI
‘del ser
8.1 Berenstain Devenir otrn eon otro) \
249, M. Rodulfo La eliatea del nti eu interic y
PAIDOS
Bucs Aires
ST desea seclbr iafomnaciin mengual de nvesies novedades/publica
ciones, y set incomporado a nuestia lista de correo elecirénice, por fv
tnviones les siguientes dates 0 difusion@editorialpaides com.ar
Nombke y apelit, profes y dierién de e-mal,(comunicacién personal), la dejé muy tranquila dormida.
Pudo colocarse como nenita a quien debia cuidar en sesién
o reclamar més cosas. Sus aspectos de mas pequeha que
pudieron surgir antes, emergieron recién en este mo-
mento. Es producto de la identificacién con las hermanas
menores, el que ella pueda dejar de servesa nena sobre-
adaptada que tuvo que ser cuando era hija tinica. Apare-
ce para ese entonces una actitud en la que ella también
es chiquita, aunque las hermanas sean menores que ella.
Considero que es una nena que en este momento esta
creciondo muy bien. No puede menos que alegrarme como
analista haber podido acompafiarla en un proceso tan com-
plejo, verla florecer e ir reconociendo los puntos de inflexién
de su crecimiento recobrados.
En la-clinica con nifios, a diferencia de la clinica con
adultos, muchas veces estos procesos pueden tener un
desarrollo mucho mas rapido que el trabajar con una neu-
rosis obsesiva ya cronificada por la vida, Los andlisis con
los nitios suelen ser altamente beneficiosos para el futuro
de su subjetividad.
226
12. UN ESTUDIO DE LA INHIBICION
Cuando Diego inicié el tratamiento tenia cinco aiios.
En la escuela no jugaba con nadie, no hablaba ni desplegaba
ninguna actividad fisica, lo cual llam6 la atencién sobre su
hipotonfa, Se cafa y loraba facilmente. Sin embargo, no se
comportaba de esa manera ni en el émbito del consultorio
nien el familiar; en ambos no paraba de hablar, interrum-
pia, estaba permanentemente obstaculizando la comuni-
eacién de los demas, pero, a la hora de estar con sus pares
parecfa no existir. El primer problema que tuve que vencer
con él fue que hablaba mucho y con un lenguaje complejo
para su edad, con lo cual corria el riesgo de producir en mf
an efecto de fascinacién. Nojugaha ni dibujaba, sélo habla-
bay contaba historias o, por ejemplo, contaba una pelicula
de principio a fin con lujo de detalles. Fui dandome cuenta
de que al hablar asi me exclufa. Lo que pensé en ese mo-
mento fue que era un “loro sabio”, localizando dicha forma
clocutiva como “palabra vacia”. Un anelista tiene que hacer
un movimiento de ruptura importante en casos como éste
Como en el psicoandlisis se ha enfatizado excesivamente
la importancia de la palabra, ante un nifio de estas ca-
racteristicas, se corre el riesgo de tomar estas manifes-
taciones como un material de alto valor simbélico cuando.
227en realidad, se trata de resistencia lisa y Hana en un
paciente que no podfa ni jugar ni dibujar, Llamaba le aten-
cién que atin no hubiese logrado dibujar la figura humana
en la hoja aunque si fuera capaz de enunciar las palabras
mnds dificiles, los nombres mas extrafios o enumerar sofis-
ticadas listas, por ejemplo de todos los felinos que conoeia,
Correlativamente, no escuchaba nada de lo que ee le decia,
Degéndose a pensar en un diagnéstico de hipoacusia, lo
cual muestra el grado de raingambre de sus defensas. Llego
a decirse de é] que era hipoacisico, miope e hipoténico,
desorientaciones promovidas por la fuerza de sus inhibi
ciones que no lo dejaban ni escuchar, ni ver, ni moverse
con libertad. Esto se me hizo cada vex més notorio al
considerar también su comportamiento social en la escuela.
Era un nifio que estaba paralizado; en la escuela habia
compaiieros que le pegaban y, como él no se defendia, lo
acusaban de marieén. Fue esto lo que geners el pedido de
tratamiento por parte de la institucién. Alli se preguntaban
por el riesgo de que tanta inhibicién desembocara en pro-
blemas de aprendizaje, con lo cual acordé. Las fobias co-
mienzan por dominar los grandes movimientos corporales
y, cuando se agravan, terminan por dominar, incluso, los
procesos productivos de pensamiento.
{Cuéndo podemos hablar de psiconeurosis en la in-
fancia? No lo determina la existencia de defensas como las
que el psicoandlisis ha inventariado, pues en muchos casos
éstas son condicién de posibilidad de funcionamientos psi-
quicos adecuados. Pero es muy distinto el caso cuando en-
contramos enormes sectores de la vida de un nifio y de sus
capacidades potenciales enteramente paralizadas, cuan-
do detectames una brecha entre el relato verbal que es
capaz de hacer y la ausencia de relato hidico, de relato gré-
fico; ausencia que expresa su inhibicién, Esta brecha nos
dice ademas que se trata de una resistencia y no de una
eleccién, No basta con que un nifio venga a sesién y haga
228
alguna cosa para suponer que ha producido verdadero ma-
terial, pues puede jugar siempre a lo mismo, inercialmente
sin salir de su cireularidad neurética
Que un nitic hable, juegue o dibuje no es en si una ga-
rantia de que esté teniendo luger un genuino proceso
analitico, No se lo puede suponer de esa manera, sino que
tenemos que tomarnos e] trabajo de distinguir entre lo que
es material y lo que no lo es. Para el establecimiento de
esta distincién, precisamente, el concepto de secuencia so-
bre el que he llamado la atencién puede ayudarnos mucho
pues secuencia no es lo mismo que girar en circulo, ni cual-
quier relacion de contigitidad merece ser considerada se-
cuencia. Para el analista una guia de que lo que esta aca-
eciendo es del orden de la secnencia loconstituye el quehaya
cierta progresién hacia el develamiento de representaciones
reprimidas. Para el diagnéstico diferencial es de funda-
mental importancia distinguir silas formas gue el paciente
tiene de introducirse en el trabajo analitico son legitimas
para el desarrollo de su subjetividad, si son elementos que
Je van a servir, que Je van a permitir apropiarse de 61 0 si
son significantes que van a estar al servicio del supery6.
Francis Tustin’ plantea que es necesario condueir a los
nifios que no pueden jugar hacia la adquisicién dp la ca-
pacidad de hacerlo. Hay que registrar cuando un paciente
puede lograr ubicarse en un espacio transicional a lo largo
del trabajo analitico y reparar en que estamos asistiendo
a un proceso psiquico distinto del que habfa antes.
Con relacién al diagnéstico diferencial, es distinto el nifio
que frente a sus pares es inhibidoy que frente a los adultos
imposta algo asi como “me las sé todas”. Todo lo que se
propone fracasa, porque queda asi en una posicién de se-
Suelo, de representar para los demas algo que no es.
1. Me refiero agut al texto “Psicoterapia con los nis queno pueden
jugar”, en F. Tustin (1990)
229Otro de los aspectos que fui descubriendo en los encuen-
ros eon Diego ~y que me llev6 tiempo de reflexidn el poder
procesarlo como tal~se relaciona con la estructura no cen-
trifuga de aus relatos, que Iejos de generar una epertura,
donde podriamos interrelacionarnos en forma lidica,
cerraba el relato sobre si mismo. Si no lo interrumpfa, él
nunea se detenia, Tampoco comunicaba algo que uno
pudiese vincular a producciones de} inconsciente, lo que,
sin duda, constitufa un encierro para él. En estos casos es
de importancia decisiva que el analista detecte que el
hablar del paciente se margina de la alteridad y por eso
mismo le sirve de muy poco en Ia relacién con los demas.
He trabajado con personas que por su modalidad son bas-
tante quietas, nifios que en la escuela no van a pegarle a
otros chicos porque no son. agresivos pero, sin embargo,
pueden defenderse muy bien a través del recurso de la
palabra: provisto de palabras adecuadas en el momento justo,
‘un nifo tiene muy buenas armas para defenderse. No era el.
case de Diego con su hablar centripeto, que enmudecia frente
a los pares, redablando asf su inhibicién en el plano motor,
A partir tanto de la experiencia clinica, como del estimulo
ofrecido por distintas ideas sungidas en estos ultimos afios,
pienso que la febia implica procesos més amplios que la
mera existencia de objetos fobigenos, Estos pueden formar-
se ono ulteriormente, con lo cual coincido con quienes esta-
blecen una diferencia entre la neurosis fébica clasicamente
considerada y procesos de trastornos fobicos més amplios.
‘Un primer balance de la situacién clinica me enfrentaba
entonces con un nifio que no podia usar sus manos para
‘jugar, que se aterraba frente a los juegos de la plaza con s6lo
‘Verlos, que en el trepador de la escuela se quedaba parali-
zado. En suma, se angustiaba ante cualquier situacién que
implicara movimiento. En contraste no pasa lo mismo
cuando esta sentado hablando. Tal discordancia exige que
me pregunte qué ocurre con un hablar asi montado a
expensas de su cuerpo en lugar de estar umbilicado con él.
280
Bvoeando las ideas de Ricardo Rodulfo (1992) acerca de
la formacién del elemento duro, el hecho de que este nino
no pudiera mantenerse erguido en la época de su deambu-
lacién, sino que tuviese un andar torpe y vacilante, era ya
un indicador de una seria inhibicién, valorizando como
valorizamos la trascendencia subjetiva de una bipedes-
taciOn exitosa y placentera.
Como era de esperar, la prosecucién del material deja
ver algunos recursos obsesivos instrumentados por el
paciente, pero tomemos nota de gue ellos se despliegan en
el interior de un trastorno fébico al cual sirven. Lo que lo
caracteriza es la angustia ante la emergencia deseante:
“si me pongo en movimiento centrifugo, si soy el autor de
mii propio desear y lo llevo a cabo, voy a explotar”. La fanta-
sia de explosin subyace regularmente en la fobia, es deci
lavivencia de efraccién inminente. Por eso Diego ni siqui
ra se sube al trepador, como si su cuerpo fuera demasiado
frégil, siempre en trance de romperse.
Por otra parte, también comprobé que lo ideico ya exhi-
bia signos de la pardlisis que se extendia desde la motri-
cidad més elemental hasta su manera defensiva de usar
lo-verbal. Tendfa a quedar detenido en torno a lo que iba a
hacer segiin sus propias ideas pero no habia verdadera
cireulacién ni mucho menos el torrente imaginativo que
puede mostrar un nifio de esta edad. Una vez mas, esto
conflusa en el tema de su gran inhibici6n, contribuyendo a
su ensanche y a la captacién progresiva de toda la vida
pafquica del pequefto.
A continuacién expondré algunas de las secuencias que
fue posible identificar en el curso del diagnéstico y del
andlisis. Por supuesto, como lo he indicado antes, delimitar
le existencia de estas secuencias y contribuir a su progre-
sién es parte de las tareas del analista y no hay que creer
que se muestran siempre facil y abiertamente a la mirada
de cualquier observador. Ademas no se trata de concobirlas
como bloques estatticos, porque también es nuestro trabajo
231entrelazarlas, articularlas, ponerlas en relacién unas con
otras.
PASEO DP LOS ANIMALES QUE NO VAN A NINGUNA PARTE
Diego anuncia un viaje que emprenderé un grupo de
animales. Sin embargo pasa el tiempo y e] anuncio no se
acompatia de accion de juego alguna: los animalitos siguen
quietos; ninguna accién es preludiada por sus palabras
(no aparece nada de lo que Freud lamaria accion especi-
fica), en este caso, realizar el paseo. Il analista debe inte-
resarse en esa desarticulacién entre palabra y juego: el
que:nada ocurra en éste contradice lo anunciado por aqué-
las. ¥ es esto lo que empiezo a sefalarle.
Cuando le dije que los animales se quedaban quictos y
no hacian nada, él empezé a enumerar todos los lugares a
donde iban a ir esos animales. Sin embargo, significative.
mente, no introduefa en ellos ni e] menor movimiento, los
seguia dejando estéticos. En sesiones ulteriores intervengo
interpretativamente desde el juego (Rodrigué, 1963): apro-
vechando que é! me habia asignado algunos personajes de
animales empecé escenificar un amotinamiento motivado
en tantas promesas de paseos no cumplidas. El no parecia
escuchar demasiado esta protesta, si bien intentaba cal-
matlos (“ya vamos a pasear, ya vamos a pasear”), la situa-
ion recién empez6 a modificarse cuando mis animales se
enojaron més atin y empezaron a molestar a los de él em-
pujdndolos (considero fundamental que no se limitaran a mo-
lestarlos de palabra sino que introdujeran el cuerpo tan su-
primido por el nifio). Esto lo angustié, se rompia el pacto de
inmovilidad, lo cual lo hizo recurrir a otra treta buscando
reequilibrarse: empezé a moverlos en circulos extremadamen-
te pequefios, una suerte de minimalismo del movimiento.
En este punto eabe recordar la distincién tan fecunda
trazada por Francoise Dolto (1986), entre imagen de base
232
como sostén de la continuidad narcisistica e imagen ding-
mica @ cargo de la movilidad del deseo. Dolto nos ha ense-
fado la importancia de su articulacién o soldadura firme, y
también ha sefialado su disyuncion en las fobias, tal vezcomo
su niicleo mds basal, lo que hace de ellas un trastorno més
amplio que su estabilizacién en una formacién neurética.
Otro de sus claros indicadores fébieos es que éi concurre
desde el primer dia munide con objetos acompafiantes
contrafobicos: una mochila lena de chiches con los que lue~
gojugaba evitando usar los del consultorio; juguetes endo-
gémicos, se podria decir. Esto también puede leerse como
un indicador de otro tipo, que nos habla de una motiva-
cién propia para pedir ayuda, pero el pedido se toma am-
bivalente por la extension de su inhibicién de tocar y
agarrar que tiende a suscitar un aislamiento entre sus ma-
nos y lo que hay en el consultorio. Cabe una reflexién final
teniendo en cuenta que se trata de nada menos que de pa-
sear. Cuando se dice pasear, se sobreentiende que hay un
puro placer por moverse ¥ explorar; no es Jo mismo que ir
‘a alguna parte por obligacién. Esto vuelve muy sugestivo
el hecho de que é1 anunciara un paseo que luego seria
imposible de realizar; mas sugestivo atin si consideramos
que en la vida cotidiana paseaba s6lo a horeajadas del padre
ysin tocar el suelo él, y que uno de sus peculiares sintomas
era enrollar sus piernas de tal modo que las dejaba inu-
tilizedas.
EL PRIMER DIBUIO
La figura 1 (véase pag, 806) es muy tenue y sus trazos
van en todas direcciones; ademas de] nombre hace la es-
trella judia. Mientras dibuja dice que es una guerra y
eaenta cémo batallan todos los soldados; sin embargo, allt
no aparece ninguna representacién de lo humano, ni
tampoco algo del orden de lo figurative que nos dé la repre-
238sentacién de tal batalla. Como para mf un diagnéatico
incluye fundamentalmente un pronéstico, me parecié muy
importante que existiera todo un tefido de garabatos y lo
pensé como aquello del orden de lo que esta reprimido
inhibido, de toda la potencia que ese nitio tiene ¥ que, no
obstante, no puede ser ni apropiada ni dirigida por él
causa de sus procesos fobicos. Le mares esto, le digo cudnta
fuerza tiene su mano para hacerlo y que quizé tenga miedo
de agarrar esa fuerza. Se presentan estos dos elementos:
por un lado, el compromiso fobico en juego ¥, por otro lado,
su nombre bien eserito, Hay un lugar de referencia y per-
tenencia que es la estrella judia que va a pasar a tener
mucha importancia en el trabajo analitieo posterior. Tam-
bién esté la euestiGn de la potencia, cudnta potencis existe
aunque tapa su nombre y la estrella judia casi hasta in-
visibilizarlos, El peso de la inhibieién lo obliga a optar entre
un movimiento sin figuras o figuras sin movimiento,
La GUERRA DE Los ANIMALES
Distribufa a los animales en buenos y malos, los suyos
¥’los mios respectivamente. Anunciaba “Ahora comienza
la guerra”, diciondo “Elefante ataca agallinita, Tirala ala
gallinita, la atae6.,." “Ahora el tigre va a atacar con sus
fauces negras a la jirafa...”“Tiraia a la jirafa”. Yo lo dejaba
hacer y cumplfa sus consignas ya que si no dejamos desa-
rrollar algo de la secuencia, no sabremos hacia dénde dirigir
nuestra intervencién. Hubo que esperar la repeticién de
tal planteo lidico hasta arribar a otra fase. En el segundo
momento de la guerra de animales empecé a intervenir
rompiendo la inmovilizacién. Tomé la plastilina, hice bo-
Jones y se los tiré a sus animales. E] se quejaba mucho, me
decia que hacia trampa. Segui jugando de esa manera
hasta que al fin se entusiasmé y se puso a tirarle él también
a los mfos. Por cautela ~tanto en los juegos, como en los
234
dibujos y en las palabras que utilizo, tengo muy en cuenta
las posibilidades del paciente- me manejé con un nivel de
punteria parecido al de él ; ;
{Cudl fue su respuesta ante esta guerra activa? A conti
nuaci6n, la guerra activa propiciada por mt se convertiria
en “guerra de trincheras”
‘LA GUERRA DE TRINCHERAS
‘Toma los elementos grandes del consultorio y tapa a los
protagonistas de la guerra. En ese momento le digo que
asi no se puede jugar, que no se puede pelear, que es im-
posible quedarse en su casa cuando se va a la guerra. Co-
mienza sacando a un personaje, aunque le deja medio e:
eondido, para que todos los demés queden protegidos. En
ese momento se produce un cambio importante porque
empezamios a crear reglas; fuimos negociando formas de
Juego, porque estando todos escondidos no se podia jugar.
‘Obsérvese que repite lo del primer gréfico donde tapaba
su nombre, Sesiones después acordamos que tenia que ha-
er por lo menos cuatro soldados que salieran y fueran a
|« guerra. Asi fue posible jugar ala guerra de verdad. Todo
tun camino bastante largo a partir de esa situacién inicial
donde, notémoslo una vez.més, las palabras no se integra-
ban a lo motriz del juego, sino que eran usadas para dejar
a éste sin realizar. Creo que éste es uno de los procedi-
mientos mas paradigmaticos de la inhibicién
EL PRIMER SUBNO
Es importante registrar los distintos momentos de
trabajo psiquico en cl andlisis, sino, podemos naveger sin
criterio alguno para evaluar si estamos avanzando o giran-
do en efreslos. En este caso, lo que me confirmaba que el
235trabajo estaba funcionando es un suefio que él trae y que
debe ser tenido en cuenta segiin lo que he planteado como
el doble tiempo de la interpretacién supra. “Soiié que en el
mar habia un tiburon”, como eso era todo decidi apostar a
sv ampliacign proponiéndole que lo dibujéramos en el piza-
rrén -recursa més efectivo que insistir con asociaciones en
el plano verbal, aunque requiera, seguin lo he dicho antes,
manejarse con un concepto més amplio de asociacién
(odulfo, M., 1992b}-. Como él atin no estaba en condiciones
de semejante tarea, lo hice yo segiin sus indicaciones, Le
dije que, siguiendo este camino, jo que aparecia no era un
tiburén sino un pececito. Todo esto sumé para que enri-
gueciera su sueio agregando que también “habia unos nifios
nadando en e! agua”. Estaba introduciendo un elemento
angustiante. Le dije que aunque el tiburon no tenfa dientes
los nifios debfan de tenerle miedo. Entonces opté por una
resolucién magica del conflicto: “No, chora viene un avién,
tira una escalera.y los nenes suben y se van”. Esto nos hace
pensar que, cuando hay una situacién intrapefquicamente
peligrosa, se moviliza la sefial de angustia que hace que
huyan a través de un auxilio que llega, como suele decirse,
“desde arriba”, sin un trabajo de los nifios por salvarse, un
auténtico deus ex maguina.
Otro punto a plantear a partir de este suetio es quign es el
tiburén. Es como si Diego estuviera en dos lugares del espa-
cio: por una parte, en un lugar de absoluta desproteccion
frente al animal, situacién en la cual se identifica con los
nifios y, por la otra, en un espacio donde pone toda su po-
tencia transforméndose en un tiburén malo que puede co-
merlos. Sin embargo, es dificil, y mas para un nifio tan
inhibido, identificarse con una figura potente pero tan poco
guerible, Jo cual sefiala su gran dificultad para integrar
fuerza y movimiento a su propio cuerpo.
236
Los THRURONES
A partir de este suefio se inaugura la serie de los tibu-
rones.
E) primer gréifico es de color amarillo (figura 2, véase
pag. 807) casi no se ve*y parece un inofensivo pececito. Le
eomento que los tiburones son distintos y le hago un dibujo
de un tiburén con dientes y un poco més feroz. Por el mo-
mento, Diego no se atreve a introducir otros clementos
agresivos mas que dientecitos que copia de mi propio dibujo.
No obstante, unas cuantas sesiones después retoma el hilo
esponténeamente: “Podemos jugar a la guerra de los
tiburones”.
LA GUERRA DE LOS TIBURONES
En esta ocasién, Diego inventa un juguete a partir de
1m dibyjo, hace del dibujo un uso de juguete (figura 3, véase
pég, 308), El dibujo es un tiburén recortado que, como ju-
guete, hace de espada. Asi empieza une guerra entre tibu-
rones de papel, alli donde lo mas adecuado hubiera sido
an elemento mas duro que sirviera de espada. Se asiste a
‘a formacién de compromiso entre sus deseos de punzar y el
manto de la inhibicion que no deja de interferirlo, si bien
ha tenido que retroceder unos pasos. La guerra ahora no
es de palabras si bien transcurre entre objetos demasiado
blandos, “hipoténicos”, Precisamente es este punto el que
empiezo a tocar: el de su miedo y su blandura. Otro punto es
el del color; teniendo muchos a su disposicién invaria-
olemente elige los mas tenues.
2. Alos fines de su reproduecién, debimos acentuar el color.
237La GUERRA DE Los coLoRES
El juego lo creamos entre los dos, de acuerdo con lo que
‘Winnicott (1977) llama “superposicién de zonas de juego”.
Cada vez que uno garabateaba con un color, e otro debia
‘tratar de “matarlo” con un eolor que lo cubriera lo més po-
sible (figuras 4, 5 y 6, véanse pags. 309, 310 y 311).° Em-
pezamos abarcando superficies pequefias y discontinuas.
Por supuesto, él recurrié a su invariable amarillo, hasta
‘que mi uso de colores més vigorosos y el calor de la guerra,
desgranados sesidn tras sesiOn, lo fue inflamando lo su-
ficiente como para animarse a soltar colores més viclentos
aunque siempre en un espacio restringido. Bl siguiente
paso significativo fue precisamente la ampliacién de ese
espacio; los colores empezaron a desparramarse por toda
Ja hoja sin solucién de continuidad. Mas claros al prin-
cipio, se van oscureciendo y espesando de manera notoria.
Al final no quedaba libre ni una partfcula de la hoja, pero
ademas los colores no sélo han incrementado su intensidad
sino que se los ve muchfsimo mas mezelados, ya no se
podrfa decir tan fécilmente cual es el rojo, cudl es el verde,
cudl es el amarillo, lo que es una clara sefial de una fusion
mucho més libre de inhibiciones. También es ilustrativa
lafpuesta en secuencia con el primer dibujo, tan desvaido
crométicamente (sdlo usa lapiz de dibujar) y dedicado més
a tapar algunos elementos que a extenderse con la alegria
propia del garabato, En comparacidn, el ultimo dibujo de
la serie exhibe castatios, violetas, azules, anaranjados,
ojos, bermeliones, negros, verdes; de distintos matices, ¥
ademés contaminados entre sf, sin esos cuidadosos aisla-
mientos a los que la inhibicién nos tiene acostumbrados.
8, La seleccién incluye uno de los primeros gréficos hasta liegar al
‘timo!
238
Partpos Dp FoTBOL
D:; “Somos del mismo equipo”.
M:"No entiendo nada. ;Cémo puedo ser de tu equipo y
estar contra tu equipo?”
D:“A mi me gusta.”
La inhibicién toma ahora la via de diluir las oposiciones
entre el compaitero de equipo y el adversario, lo que por
supuesto no puede tener sino un efecto paralizante en
cuanto al juego.
M: “Pero ninguno juega en dos equipos, ;vos de qué
euadro sos?”
D: “De Independiente.”
M: "jContra quién jugo Independiente en el itltimo
partido?”
D: “Belgrano.”
M: ‘Si sos de Independiente, los de Belgrano no te pue-
den decir ‘vent a.jugar al equipo de Belgrano un ratito’. Vos
tenés que estar siempre con Independiente. Que Belgrano
pierda, es tuenemigo. ¥ los de Belgrano quieren que pierda
Independienté. No se cambian de equipos los jugadores en
el partido. Imaginate: cuando jugamos a la guerra ests
en tu equipo, que es de los buenos, en la mitad no te vas a
pasar al mio, el de los malos.”
D: "Yo quiero ser del mismo equipo.”
Contratransferencialmente la presién de sus inhibi-
ciones me hace responder exacerbando la oposicién: trans-
formo al rival de adversario en enemigo:
M: “Los de mi equipo tiramos y los del otro también y
tratamos de ganar. Jugar ast, del mismo equipo me parece
que es parecido a cuando enrollds las piernas, no te podés
mover.”
239:wol”
: “En la escuela no podés pelearte y ver quién gana,
entonces te quedds solito con las piernas enrolladas.”
D: "Es como una eéreel.”
M:*Si, las piernas cruzadas pueden ser como wna cdrcel.”
En consonancia con su intento de diluir las oposiciones
necesarias en un juego de este tipo, cuando él va ganando
‘muestra esa reaccion también muy tipica y que confirma el
diagnéstico de fobia: tiene dificultad para aceptar y asumir
la posicién de ganador, lo cual lo Neva a hacer trampas al
revés, en beneficio mio y no propio, atorgandome mas
puntaje del que me corresponde. Se podria evocar aqui la
observacién de Lacan en cuanto a “retroceder ante el deseo”.
‘La GUERRA CON SOLDADOS
D: “Este es tu cuartel de soldados.”
“Pero ademés tiene que haber soldados.”
D: “Primero tenemos que acomodar...”
(Tiempo después)
__M: "No empezamos « agarrar soldados? Empecemos a
jugar..." (Repartimos los soldados).
M: “Yo quisiera agarrar el mono. Pero no lo veo.”
D:*Lo tengo tan escondido que no lo vas a poder encontrar.”
M: “sPor qué esta escondido és.”
D: ‘No, esta desescondico.”
‘MM: “;Como va a estar desescondido si esta ahi?”
D: “Acdi esta abierto, acd esté abierto acd esté abierto.”
M: “Tenés razin. No estd escondido. Lo que pasa es que
estd muy bien protegido. Son dos cosas distintas.”
La inhibicién ha retrocedido lo suficiente como para con-
formarse con précticas de proteccién, que a veces pueden
240
extenderseixterminablemente. Pero se ha salido del reino
exclusivo dels palabras, aunque no sin muchos trabajos
en la sesign. Bn una oportunidad, me dice:
D: “Este ex mi escudo. Vos tenés que inventar uno. Si
estoy ast normal, no es nada, Pero si primero, antes de estar
asi, digo ‘jgué llueva la tormenta, truenos, relémpagos!
jAtaquen! jDifiendan!’. Si me pongo ast, no pasa nada...”
M: “Yo digo ‘jeseudo!” y si vos me atacds, no me hace
nada.”
D:“A méle mismo. O si digo cualquier cosa.”
“Algodie lhuvia.
‘D: “No, digo cualquier cosa de Uuvia, tormenta.”
M:*;Bl escudo siemprees una palabra? Porque yo puedo
hacer ast también y ése e8 mi escudo.”
D:*No, Bara eso, hacé ast y dect escudo”...”
‘M: “Parecemedio magico que pase con una palabra como
la tuya, nada mds que con Uuvia’. Me parece que hay que
hacer algo tenbién con el cuerpo pare. defenderse.”
D: “Hasésasi.”
1: “Ah, hoes todo un movimiento.”
D:"¥ después, hacelo. Perotambién hay otra forma, quela
podemos hazer los dos: rebotando 0 esquivando. jPrepd-
rense! [Inunéen todo!”
Correlativamente, desde mi posicién de ejército enemigo,
deho insistiren el hecho de que sus soldados no disparan
balas o lo hacen morosamente. La inhibicién se deseca gota
a gota, La guerra se ensancha por la introduecién de dibujos
‘que permitesla entrada en accidn de unos nuevos elemen-
tos: avionesy tanques. Es caracteristico que en esta se-
cuencia primero encontremos aviones vac‘os, a continua:
cin los aviaees ya repletos de bombas pero sin gente (fi-
gura 7, véasepég, 912), para llegar por fin y por primera
ver al dibujede figuras humanas que empiezan a poblar
‘esos vehfcuilos de guerra, desprovistos de armas al principio
241(Gigura 8, véase pag. 313) y con ellas luego. Obsérvese el
laborioso ascenso de lg integracién allf donde imperaban
aislamientos y disyunciones (figure 9, véase pdg. 314),
i
La SBRIE DR IAS INTERRUPCIONES
En un momento dado me doy cuenta de que, en cuanto
algo no le sale al primer intento, simula que ha cambiado
de idea y que hard algo atin mejor.
“Vay a hacer algo mas lindo que la biei...”. (Habia in-
tentado armar una figura tridimensional, pero desiste
répidamente,) “Voy a hacer una nave de guerra para mi y
ara vos...” Como esto tampoco le sale, dice: “Ahora quiero
jugar a otra‘cosa”.
Secuencias de este tipo se repiten y deciden mi inter-
pretacién. 4
“Sabés que me parece?, que tu cabeza se enaja con tu
mano y nola deja dibujar ni hacer nada porque no la deja
aprender; entonces, cuando te pores a aprender algo, tu
cabeza dice: ‘quietito, porque no te va.a salir’.”
Aunque parece no escuchar al rato contesta: “St, mi
cabeza se enoja con mi mano”. Agrego: “Lo peor es que cuan-
do tu cabeza se engja con tu mano le dice que'se quede
quietita, que no le gusta lo que hace.”
Lo que le estoy planteando es el levantamiento de una
inhibicién apoyada en operaciones represivas y la perdu-
racién de aquello como censura que le impide apropiarse
de lo posible para un nifo de esa edad, Cuando se quiere
colocar por encima de lo que puede}se despierta un conflicto
entre la ommipotencia de sus ideales respecto de lo que
deberia poder alcanzar y sus posibilidades efectivas,
Por otra parte, mi interpretacién plasma visibilizar dos
personajes en conflicto: una cabeza muy parecida a lo que
Winnicott (1979) denomina “mente”, es decir, una cabeza
que interviene excesivamente y la mano tironeada entre
242
/
i
su querer hacer y las conminaciones Je aquella. Esta visua-
lizacién facilita que el nifio haga un verdadero insight de lo
ue es un conflicto intrapsiquico y que adems se de cuen-
tade que su “mente” no es amiga de él, lo que implica una
toma de eonciencia nada desdefiable en un nifo ya muy
propenso a racionalizaciones ¢ intelectualizaciones.
“Bsta cabeza me estd hinchaitdo todo el cuerpo.” “Me
Rincha mucho, no me salen los aviones.” Ahora ya no dice
que los va a dejar para hacer algo més lindo. Tengamos en
cuenta, ademas, que tanto las facionalizaciones como las
intelectualizaciones son derivagiones muy corrientes de los
procesos de inhibicién a medida que el nifio adquiere mas
capacidades intelectuales.
‘EL AVION DE GUERRA
Un dia me dice que va a hacer un avién de guerra. Este
avign tiene las mismas caracteristicas que el tiburoncito:
quiere hacer un avién para la guerra pero hace cl contorno
de un avién débil, un avién de pasajeros. Provocéndolo, le
digo que el avién que voy a hacer tiene misiles y que su avi6n
va.a perder, Inmediatamente se pone a hacer, sobre el mis-
mo avin que antes habia hecho, otro al que le agrega misi-
Jes y bomabas por todas partes, ademés de colorearlo inten-
samente (figura 10, véase pag. $15). Es importante marcar
que se trata de una transformacién formal del tiburén (rea-
lizada interpretativamente por el analista). Los aspectos
de su inhibicion van a aparecer en colores muy palidos y
Jos aspectos de jerarquia, poder y fuerza en colores bien
intensos. La intensidad de color marca que ese elemento
va a ser més representativo de lo deseante del nifio.
Le digo que el avién que hizo ahora es muy poderoso,
que tiene muchas més armas que el otro y que éste si le
puede ganar al m{o. Al finalizar la sesién se lo quiere llevar
a su casa, Si bien, en general, no lo permito, le dije que si
243queria podfamos hacer una copia del dibujo para que se la
eve. Tomé esta decisidn dada la importancia de su pedido,
que no era un pedido mas, si consideramos que este avion
debe ser pensado como un auténtico objeto transicional
que por primera vez posibilita que el nific agarre su fuerza,
se apropie de ella y del movimiento antes coartado,
Al inicio de la sesién siguiente abro la puerta de la sala
de espera y me encuentro con una imagen muy sorpren-
dente: Diego trotando alli. Cuando lo hago pasar excede
Jos limites del consultorio de nitios trotando jubilosamente,
como un potrillito, saltando, haciendo mucho ruido con los,
ies, recorriendo todos los ambientes libres del consultorio,
incluido el baleén. Le digo que parece que est muy con-
tento de que sus piernas han podido agarrar mucha fuerza,
se lo relaciono con todo lo que estamos trabajando y le co-
‘mento que sus piernas no se quedan més cruzaditas y quie-
titas como antes, lo cual le da mucha alegria,
Diego corretea por un largo tiempo con gran vehemen-
cia, con mucha alegria corporal. Luego comienza a contar
toda una serie de vicisitudes de distintos campeonatos en
Jos cuales él habia participado y habla de cémo le habia
{do en éstos. Un triatién: competencias de natacién, de co-
rrer y un campeonato de ciclismo que se organizé en el
lugar donde habia estado de vacaciones. Menciona que lo
tuvieron que ayudar con la bicicleta porque recién dejaba
de usar rueditas, (Anteriormente yo le habia dicho que me
parecia que ye podia andar sin rueditas y que tbamos a
hacer un pacto: cuando 61 se atreviera a empezar me podia
llamar para contarme, entonces un dia recibi su Hamado
con esta novedad y araiz de eso finalmente pudo participar
Gel triatlin.) Al contar todas estas cosas se alegra fuerte-
mente, de un modo muy corporal que puede verse en sus
brazos y piernas. Luego signe con este tema del triatlén,
enfatizando que no gané las medallas. Le digo que me parece
que las piernas de los otros empezaron a correr antes que
las de él y que uno no puede ganar las medallas si recién
244
empieza, que quiza para el afio que viene sea distinto, pero
que lo importante es que haya jugado.
‘La secuencia no se limita a lo que ocurre en el andlisis
sino que se prolonga, Hevando a} paciente al atravesa-
miento de procesos psiquicos que implican un cambio cua-
litativo y también cuantitativo. A partir del eoncepto de trans-
ferencia de Freud, siguiendo el mismo derrotero, puede
decirse que el concepto de secuencia de Winnicott, como
hecho y como adquisicién, puede producirse en distintas
situaciones de la vida cotidiana del nifio, pero en el espacio
del trabajo analitico va a suscitar la intervencién del ana-
lista, va a lanzar el proceso del anélisis y lo va a sostener. Se
hace de a dos, se va constrayendo, no puede hacerlo el ana-
lista solo ni el paciente solo; de las intervenciones del analis-
tava a depender la produccién subsiguiente del paciente.
BL NOMBRE HECHO NAVE
Diego anuncia: “Voy a hacer una nave" y realiza el primer
dibujo de esta sesién (figura 11, véase pag. 316). Me dice
que'es una nave de guerra que tiene misiles -lineas rojas-,
ana banderita y una ventana. En un nifio fobico cobran
fundamental importancia tanto el tema de la ventana, como,
espacio de salida, como e! de la nave por el movimiento.
Practicamente no intervengo, escuchando lo que él va ex-
plicando y observando lo que dibuja. Me lama la ateneién
la forma de la figura. Mientras tanto sigue dibujando:
figuras 12 y 13 (véanse pags. 817 y 318). “Voy a hacer lao
de nave". Hi
Intervengo diciéndole que me Hama mucho la atencién
o que dice ya que “wave” no tiene ninguna ‘o”. Pienso que
la primera letra-nave que hace es la D de Diego y que esta
inseribiendo su nombre en la transferencia. La nave se lee
también como la D de Diego y me parece que lo que esta
haciendo en este momento, asi como sus piernitas pudieron
245‘tomar fuerza para poder correr y participar del triatlon,
esjuntar tode esa fuerza en su propio cuerpo y en su propio
nombre integrando éste como significante aun pictograma
de movimiento. Que esto lo estemos haciendo juntos legi-
tima que la figura 13 de a leer la M de Marisa si lo rotamos.
Pero no le explicito esto ditimo a fin de no introducirme
abusivamente como personaje cuando lo importante es la
zona de juego que contribuyé a generar entre nosotros.
Solo agrego: “Te acordas de la nave que llevaste el otro
dia a tu casa?”, estableciendo la continuidad de lo que él
estaba trabajando en ese espacio, la expansion de ese dia
en el consultorio y el poder escribir su nombre de otra ma-
nera muy distinta. Ademds afiado que la “o” sies la ultima
letra de su nombre. Hay dos planos de inscripeién en la
misma sesién; wna inscripcién en el propio cuerpo a nivel
pictogramatico y otra inseripcién que se da como apropia-
cién del nombre en el plano de la escritura fonética: apro-
piacién del cuerpo y del nombre, que corresponden a su
ver a distintos tipos de representaciones.
No siempre emergen simulténeamente en una sesién
‘Procesos que corresponden a lo originario, a lo primario y
a lo secundario. Hubiera sido muy distinto, por ejemplo,
que este nifio hipoténico y pasivo hubiese llegado ala sesidn
¥ se hubiese sentado a trabajar directamente en el plano
de la hoje. Se podria pensar que si el nifio sigue con sus
inhibiciones motoras no va a poder sentir el placer del mo-
vimiento. Este es el tipo de cosas que slo puede lograrse
con un trabajo analitico sostenido. No hay por qué presumir
que el psicoandlisis sea la tinica terapia vélida ni mucho
menos, pero si es preciso subrayar que hay procesos y trans-
formaciones subjetivas a las que s6lo mediante €] se puede
acceder. Por ejemplo, un nifto como éste podria adaptarse
socialmente de modo tal que en lo funcional sus inhibi-
ciones parecieran haber desaparecido, pero sin lograr nin-
gin genuino placer propio ni en el movimiento ni en el
despliegue de su potencia corporal.
246
Otras perspectivas que podemos incorporar para
pensar lo anterior concierne a cémo en esa nave Diego
articula, con una firmeza antes inexistente, imagen de
base ¢ imagen dinémiea, el elemento més estable de la
identidad conjugado con los elementos més centrifugos
del deseo. La escritura de él es una escritura de la
diferencia, y ello es esencial én el proceso en que alguien
se singulariza como subjetividad: de ahi que demos tanta
‘importancia a aparicion de ésta, lo eseriba como loescriba.
La eseritura de su nombre y su reconocimiento en ella es
un nuevo y decisivo acto de espejamiento, esta ver en la
hoja (Rodulfo, R., 1999), un nuevo momento de
atravesamiento del espejo en Ja hoja, diferente de cuando
se reconoce en el espejo y diferente de cuando se nomina
ante éste. El anudamiento de todas estas diferencias es
un acto de Ja funcion sintétiea del yo y, desde mi punto de
vista,* condicién del atravesamiento del fort-da y de la
fobias universales. Asi-se Iegan a conectar las
experiencias cenestésicas con las experiencias de la
motricidad de todo el cuerpo, con la movilidad de las
manos y las piernas y con el nombre propio.
Asi como encontramos esta conjuncién sumamente
desarticulada en lo que hemos llamado trastornos narcisis-
tas no psicéticos,’encontramos que cuando las fobias
universales se rebalsan (es decir, que no pueden cumplir
su funcién) y tienen tempranas manifestaciones patolé-
gicas, suimpacto sobre lo corporal es de tal indole que impli-
ca también un verdadero trastorno en la experiencia espa-
ciotemporal del nifio. Las inbibiciones, en particular, no
se cifien a los limites clasicos de las neurosis.
Volviendo al punto donde dejamos a Diego, cuando le
sefialo “que os la ‘0’ de Diego y no de nave", me replica:
“Bntonces ponete a hacer la I” (figura 14, véase pag. 819).
4. Como lo que he planteado en “La funcién de sintesis del yo”
(Rodulfo, M., 1995 a).Elijo el mismo color que él para plantear la transferencia,
el rojo de Ja M, a fin de no cortar eu hilo. (A posterior!
reflexioné sobre lo erecto de esta “I”, relacionindolo con
sus dificultades en la bipedestacién.) Mientras hago la 1,
él hace una E (figura 15, véase pag. 820). Le muestro que
él aqui también agarra la fuerza dé los misiles y los dientes
del tiburin (ya que se repite la miema disposicisn formal);
asi su nombre va cobrando creciente fuerza,
Me pide que la pinte, pero iomediatamente me empieza
a dar instrueciones con exigencias obsesivas, intentando
dominar siempre todas las situaciones e inmovilizar al otro.
Le respondo que la voy a pintar como se me ocurra. Por su
parte, él se dedica a la G (que, como suele ocurrir a esa
edad, la realiza invertida) (figura 16, véase pag, 321) letra
que pintamos entre los dos. Al finalizar le digo que con todas
estas letras ya tenemos completo su nombre, que él terminé
de eseribirlo y que es lindo que sea un Diego-nave, porque
leva personas y se mueve como ese potrillito que él habia
hecho cuando liegs,
Acontinuacién se aboca s hacer la nave (figura 17, véase
pag. $22). Este dibujo queda absolutamente transformado
2 lo largo de la sesidn, Primero, hace el agua, la carcaza y
un soldado y lo hace amarillo; muy débil, entonees dibuja
otro y agrega: “Este es el general”. “Me di cuenta porque
vos me lo contaste con el color, porque el soldadito es
amarillo muy clarito, como el tiburon amarillo. En cambio
al generatlo hiciste bien negroy riéndose[...] Cuando tentas
menos fuerza hacias las cosas amarillas, claritas y ahora
podés hacer a ese general negro porque estés agarrando tu
fuerza.” Por eso termina todo el dibujo negro. Después
Teflexiono que ese dia Diego me dio varias clases: una es la
de inscribir sus pienas de una manera diferente y otra
sobre el lugar del color en la subjetividad del paciente, ya
que despliega todo un orden jerarquico: el capitén es rojo;
el soldado, amarillo; el general, negro. Le digo que el rojo
tiene mas fuerza que el amarillo, pero menos que el negro,
248
spués hace el verde y graduando los colores y tonos va
recuandoed Aiba, Lego incorpora otro segundo plane.
el del espacio: delimitendo un abajo yun arviba, Bl arriba
coincide con Ia superioridad del personae alli emplazado.
Hay reylementos gando en conjuneicn 6] color, le psicién
relativa fel dibujo y el tamazio de cada uno. fa rata fe eran
auzas que aon os espacios que va ocapando, identificindose
enstdos los lugares de a ja. Acaba por optar por a hogemo
1 del olor més fuerte tachando todo x reeubriendo todo de
colar negro mientras coment “le oy « poner fuaree 6 todo”.
‘Como para hacer esto regresa al garabato, se trata de un col
movimiento lo que finalmente predomina.
SUPERHEROES
En Ja penditima sesién nos pasamos un tiempo diseu-
tiendo porque él se obstinaba en sostener que eral uns
Era como si no pudiera distrutar dela despedida déndole
sutiempo, Hay todo un tira aflgje hasta que-se desebrache
deeste mecanismo obsesivo y se dispone a hacer a los super
heroes, los que ubiea dentrode su eueva figura 18, véase
1ég, 938). Yn tobogén hace las veces de entrada y salida.
Observemos que este tobogan repite la D. En todo sail 0
predomina el rojo, color de su cub preferido, Independiente,
En]a vitima sesién vuelvea tomar e} tema confirmando
lo gue he desarrollado sobre el segundo tiempo de la
interpretacion* Empieza a hacer erecer la hoja,incorpora
figuras nuevas, reclama hojas més grandes, recurviendo
alexpediente de pegarlas para conseguirlo, de lo que resul-
ta una especie de triptico. Me pregunta edmo Sete
el movimiento. Lo hace por diversos medios como los trazos
enrulados visibles de la figura 18 y las flechas que cruzan
5. Véase capitulos 2 y 8 de este mismo libro
249
|
i
t
|
|
i
|qapoainente de jas Siguras 19 y 20 ivéanse pags. 324 y
325), le ciertas inclinaciones de sus cuerpos. Dota a
los personajes centrales de computadoras en sus mance
sueeiran para dvi os dispar. Por otra parte, Ins
i slabonados, a la manera de una histo-
rieta, también contribu: vo
configurar una acedn en curse, 1 sn BAPTEBVO, @
aiALEEP Ue Sebo ayuderio en algo que define como ‘mu
ifieil”: se trata de dibujar un compaiiero invisible <1
Teverso (figura 21, véase pag. 826); observo que este “com
Pahero” se superpone exactamente al ‘personaje que acom-
pafia, Por otra parte, tiene idéntica conformacion a la de
{ps personajes (que va.a dibujar luego en la parte anterior
lc Ja hoja y que de esa manera integra al dibujo de |
superheroes) abatdos a dispares en un éngulo superior
ds cada hoja del triptiee, compartiendo con ells el color
“Si el superhéroe tiene el compafero invisible le di
ua Led mds poder.” El compaiiero invisible eee
gar de no-presencia, (Derrida, 1967).No presente acompa.
‘ard al protagonista en sus aventuras,siéndoleindispen.
aa abner esto tiene que ver con las caracteristicas
del trabajo analitic y su prolongation mas allédes{ mismo.
trabajado queda del lado del paciente, incluida la figura
del analista como figura de no-presencia, que en tante tal,
es algo muy diferente de una mera ausencia que sblo
generaria dolor y de nada serviria, De este modo, 6 puede
'tse del tratamiento con la “compatadora” en sus manos y
‘on todo el color en su cuerpo, mientras que la figura del
analista ge destibuja en el are Saat
's interesante, ademés, consignar que en e
nvimient la figura del compaiiere invinbledjade cones
herida a su cuerpo, se puede visibilizar. En la sesion anc
ferlor una de ls cosas que 6) habfe trate era el tema de
le independencia. Reprodujo el escudo del Club Atletico
independiente. Hs tentador detenerse en los términos de
250
“atlético” y de “independiente”, teniendo en cuenta las in-
hibiciones que habia tenido que superar. También es su-
gestivo el significado que puede darsele al significante de
lasiniciales CAL, si evocamos la virulencia de las angustias
vinculadas a la caida en los paciente fobicos y a las dificul-
tades que habia tenido este nitio con la bipedestacién. Pero,
ahora, este CAI pasa a ostar inscripto en un deporte que
requiere de much{sima destreza motriz. No obstante, hay
algo més profundo que estos significados mas 0 menos
inconscientes, ya que Independiente es parte de la genealo-
gia de su familia, y el sabe bien que su abuelo y su padre
adhieren a este club, se reconocen como miembros de un
grupo que tiene en Independiente su niicleo de identifica-
cin, De esta manera, por partida doble, él se integra a esa
gencalogia familiar y también a un grupo social mas
amplio, a una comunidad, rompiendo su aislamiento
‘Asi concluye este tratamiento, y los avatares de la vida
dirdn si mas adelante es necesario otro. El analista no debe
perpetuar un tratamiento como si estuviera dando una va-
cana, como lo desaconsejaba Freud (1937). En cambio, si
dispone de criterios clinicos claros y de ciertas ideas psico-
analiticas sobre lo que significa salud psfquica, dispone
también de la posibilidad de terminar el andlisis en un
momento dado de manera tal que el nifio lo sienta coino
‘un logro més que pueda disfrutar de ese haber terminado.
De esta manera, el analista estd posibilitando, amén de
todo lo hecho, que el nifio quede en una actitud subjetiva
favorable y abierta, y que, on el porvenir, pueda eventual-
mente haber otro andlisis y con otra persona,
‘Lejos de ser un fracaso, este poder volver a consultar en
«un futuro, tal como lo enfatiza Stern (1997), es un indicador
més de un tratamiento bien coneluido, ya que finalizar un
tratamiento debe ser, contra la imagen convencional de
cierre, un movimiento de apertura.
251Cap, 12 -Fig. 4@ Gig - 21 deg,
Cap. 12 - Fig. 1Cap. 12 - Fig. 80} Big - Z4 deg,91 Bid - 2h deo,Cap, 12- Fig. 20
Cap. 12- Fig. 19