muchachas, grandes y pequefias, pobres y ricas, todas con sus
carteras, y una de las mayores, que Ilevaba una pluma azul en
el sombrero, sacé del bolsillo dos monedas, y dijo:
—Yo no tengo mas que esto. Hagamos una colecta.
—También yo tengo dos monedas -dijo otra, de vestido rojo-;
entre todas podremos reunir lo que falta.
Entonces comenzaron a llamarse:
—jAmalia, Luisa, Anita, eh, dinero! Ta gquién tiene dinero?
jVengan monedas! Algunas Ilevaban dinero para comprar
flores o cuadernos, y lo entregaban enseguida.
Otras, mas pequefias, s6lo pudieron dar unos céntimos. La de
Ja pluma azul recogia todo y contaba en voz alta: “jOcho, diez,
quince!”, pero hacia falta mas. Entonces lleg6 la mayor de
todas, que parecia una maestrita, dio media lira y todas le
hicieron una ovacion. Pero faltaba atin.
—Ahora salen las de cuarto grado -dijo una.
Llegaron las de cuarto grado y llovieron entonces las monedas.
Todas se arremolinaban, y era un hermoso espectaculo ver a
aquel pobre deshollinador en medio de aquellos vestidos de
tantos colores, de todo aquel circulo de plumas, de lazos y de
rizos. Se habian ya reunido mas monedas que las que é1 dijo
haber perdido y atin seguia la colecta; y las mas pequefias, que
no tenian dinero, se abrian paso entre las mayores, ofreciendo
ramitos de flores, por darle también algo. De pronto aparecié la
portera, gritando:
29
IWAN http: //bibliotecadigital.ilce.edu.mx