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Sheer Mi marido me odia LD Anderson Capitulo |; La otra No apartaban la vista de ella, llevaba el vestido de novia mas encantador que habia encontrado, sonreia feliz, mientras escuchaba a todos murmurar: «Es una hermosa novia» Si lo erao no, ellano lo sabia, tampoco le importaba, estaba parada en aquel lujoso salén, pero no sabia si se sentia feliz, su mente era confusa, alzé la vista, y entre todas esas personas viéndola pudo reconocer otra mirada, ella lo conocia, solia ver su fotografia desde hace afios, pero su mente era un tunel oscuro sin recuerdos, aunque ahora era algo que no le importaba, ese hombre de pie que la miraba con una seriedad expectante, de ojos azul porcelana, como hielo frio en invierno, era Richard Steele, su ahora esposo, fue todo un playboy, a quien atribuian muchas conquistas y mujeres rendidas a sus pies, como si se tratara de un santo. Carolina no entendia como era que tuviese tanta fama con las mujeres, podria ser Ww Ta todo, y profusamente atractivo, pero ahora mismo su mirada sobre ella, tan firme y penetrante, la incomodaba. Aunque Carolina tenia seguridad y valentia, tuvo que bajar la vista, al sentir un escalofrio que Tecorria todo su cuerpo. Richard bebié de su trago, desvié la mirada, luego soporté las felicitaciones. Su abuela Marian Steele se acercé a él y lo dirigié junto a Carolina —Soy muy feliz de verlos al fin casados, es un suefio para mi, el apellido Steele-Donelli por fin se ha unido en uno solo, pronto las empresas también lo haran, seria el gran suefio de amor vuelto realidad, como se lo juré a mi amado Carlos Donelli —dijo Marian mientras unia sus manos entrelazandolas, Carolina se puso nerviosa, y Richard sintié una electricidad que recorrié su cuerpo, luego la abuela les indicé que debian bailar el primer vals de pareja. Richard dirigié a la mujer en medio del escenario, las luces bajaron, y comenzaron a bailar, con suavidad, él sostenia su cintura y ella tenia una mano sobre su hombro, y la otra aferradaasu mano, aunque ella tenia la mirada altiva, no lo veia aél, sonreia, pero solo era un simulacro, no estaba 2I7 ae oa disfrutandolo, su perfume de violetas se impregnd en su nariz, y eso hizo que la miraba, ella no habia cambiado su olor, su cabello tan oscuro, y su ojos azul claro, seguia siendo la misma mujer de hace tiempo, para Richard solo era falsa y arrogante, cuando recuerdos del pasado volvieron, quiso dejarla ahi para que se convirtiera en la burla de la sociedad de Ciudad Catalia, pero cuando sus lindos y grandes ojos se encontraron con los suyos se sintié débil, no pudo hacerlo, se qued6 a su lado —%Estas bien? —dijo ella con una dulce voz, Richard la mir6 atonito sin entender sus palabras, hace rato tenia el mismo aspecto de perplejo cuando llegé a la iglesia, pero entonces, Carolina lo pasé por alto, ahora no podia —{Qué dices? —exclam6é —Tu rostro ha enrojecido —dijo ella, él se sintié mas abochornado, pero, aunque queria responder no pudo, cuando vio a aquella mujer entre los invitados, su gesto se volvié incrédulo, pero logré contenerse, luego terminé6 el vals, y llevo a la novia a saludar a otros invitados, mientras él se alejo buscando a aquella mujer que logré inquietarlo. ar — Carolina saludaba a los invitados, estaba nerviosa, todos preguntaban por su marido y ella no lo veia por ningtin lado, queria que toda esa fiesta acabara lo antes posible —jQué hermosa novia! Dime, {Cuanto costé tu vestido? He querido vestir de blanco como tu, siempre —dijo la mujer ante ella Carolina la miré y sonrié —Seguro que el vestido que elijas se te vera muy bien. Maya arrugé el gesto y la miré con ojos pequefios —éAcaso es sarcasmo lo que detect6, querida? Carolina la miré irresoluta —Perdona, {Nos conocemos? La mujer dio un traspié, su rostro estaba impactado —¢De verdad no me reconoce? —dijo en un susurro que solo ella escuchdé —éQué dices? —Nada, nada, digo que, no todas podemos ser las at? novias, algunas debemos consolarnos con ser la otra. Carolina la miré intrigada y fruncié el cefio, sus palabras de pronto le sonaron agresivas y una alarma se activo en su cabeza —¢Cémo dices? —Si, la amante puede ser la otra, la innombrable, la prohibida, pero no lo olvides, la amante es la imborrable de la mente de un hombre, estoy aqui y he venido a decirte que yo seré tu sombra, el fantasma que nunca olvidaras —sentencidé severa —No entiendo, {Acaso es una amenaza? —exclamé irritada de tanto misterio —éAmenaza? Yo no amenazo, yo solo te digo la verdad, soy la amante de Richard Steele, soy la mujer que él ama, la duefia de su cuerpo y de su mente, tt solo seras su esposa ante el mundo, pero soy yo con quién suena, y no podras cambiarlo. Carolina sintié que su corazon latia muy rapido, que no entendia nada de lo que ella decia, sus ojos se volvieron parpadeantes, el sonido se volvia mas intenso. rl ee Richard entré y sujeté con fuerza el brazo dela mujer —jDemonios, Maya! j{Qué haces aqui?! {No fui claro en que no vendrias? —éPor qué? No puedo ver a tu nueva esposa, no puedo saludarla, ya ni siquiera me recuerda, claro, como ella se siente la reencarnaci6n de una reina inmerecida, jMe ha insultado! Richard, dijo que no tengo dignidad, que ella te robara de mi lado. Los ojos de Carolina se abrieron con estupor, no solo por las mentiras de esa mujer, sino por todo lo que salia de su boca —Pero, iQue es lo sucede aqui! —exclamo aturdida La abuela Marian y Rachel, madre de Richard, caminaban hacia ellos. Richard tomo el brazo de Carolina con firmeza —No te atrevas a decir nada, Carolina, mi abuela y mi madre vienen aca, si dices cualquier cosa, te juro que te arrepentiras —sentencié él mirandola con firmeza Ella le miré con ojos pequeiios —jQuitame tus manos de encima, 0 solo escucharas como cancelé esta absurda boda! E1 no esperaba que ella se enfrentara a su voluntad de tal manera, se qued6 perplejo y la solté con rapidez, —éQué hace esta mujer aqui, Richard? —sentencié la abuela Marian viendo a Maya con desprecio Capitulo II: El problema Maya bajé la mirada estuvo a punto de echarse a llorar, con un gesto que parecia desolador —jAbuela! —Escucha bien, esta es una boda, aqui solo hay gente decente, no hay lugar para las mujerzuelas, como ti —sentencié laabuela ' Maya comenzé a llorar, y Richard miré con rabiaa su abuela —iBasta! —jBasta, nada! Ten cuidado en la forma como me hablas. Richard callé al ver a la abuela tan enfadada. Carolina los miraba confusa, pero después dio la vuelta dejandolos ahi. Ella caminé aturdida, las palabras de aquella mujer estaban en su mente, confundiéndola, entonces, la voz de un hombre resoné repentina —éAsi que aqui esta mi amada cufada? Cuando ella levanté Ia vista, el lugar era oscuro, solo iluminado por luces azules, el hombre que le hablaba vestia una chaqueta de cuero oscura, tal como lucia, hizo que un leve recuerdo viniera a su mente «Ella siendo sostenida por los brazos fuertes de un hombre con una chaqueta de cuero, oscura, salvandola de la devastacién» —éCarolina? La voz la devolvié a la realidad, y solo sonrié —{Nos conocemos? —exclamé y ante la luz descubrié que ese hombre no era quien ella pensaba, sino un desconocido Frederick Steele arrug6 el gesto —éDe verdad no me recuerdas? Me sentiré triste, Carolina. René se acerco a ellos —Fred, disculpa a Carolina, es que, tiene una mala memoria, ademas han pasado anos desde que no se veian, has cambiado —dijo Rene, el primo de Carolina, tratando de cambiar el tema, pues hablar del pasado era algo que solo lastimaba a Carolina Donelli. = Fred lo saludé con alegria. —Ten mucho cuidado, Richard, no quiero ver a esa mujer cerca de ti, Ella no es buena para ti — sentencié la abuela Richard bajé la mirada, estaba rabioso, su madre estaba a su lado, mientras escuchaban a la abuela Marian —éY segiin tu la mejor para mi es Carolina? La abuela le miré impactada —{Acaso estas dudandolo? Por Dios, jEs ahora tu esposa! Richard bajé la mirada, contenia su furia —jClaro que no! Abuela, ya sabes que Richard siempre ha guardado cariiio por Maya, eso es todo... éVerdad, hijo? Richard levanté la mirada —Si, asi es, mi esposa es Carolina, y esa es la tinica verdad, ahora —dijo dando la vuelta y dejandolas a solas. Marian miré a Rachel con severidad —Mas te vale, Rachel, que este matrimonio aA

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