Zjorge Ibarguengoitia - Instrucciones para Vivir en México

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VIDA DE BUROCRATAS Héroes del monton Para mi gusto, las vidas de los burécratas no han sido su- ficientemente exploradas mas que por ellos mismos. Para los profanos, los que no entendemos el tramite y estamos fuera del aguinaldo, la actividad burocratica es como un cuarto en penumbra en el que se oyen suspiros, quejum- bres, resoplidos y movimientos furtivos, pero en el queno se sabe ni quién es quién ni qué es lo que pasa. Las vidas de los burécratas no han producido ni mi- tologia, ni épica, o cuando menos, éstas no son del domi- nio publico. No se cuentan de ellos historias ejemplares, que hagan vibrar al oyente y lo impulsen a la emulacién, como por ejemplo, la del oficial de mesa cuarta que cay muerto diciendo: Falta el visto bueno del jefe de glosa. Ola del oficial de partes que dijo: —Si tuviera yo més tinta, no estarian ustedes aqui. Lo més que se sabe de ellos, los burécratas, es: “des- pués de estar treinta afios en la oficina de Ranuracién de Legajos se jubil6 con sueldo completo”. Otro momento oscuro de la vida del burdcrata es cuando el protagonista comprende que ha dejado de serlo para convertirse en politico, Sospecho que a muchos de ellos este conocimiento les llega cuando la renuncia que ’ presentan cada seis afios es aceptada. En la oficina de Hacienda de una ciudad de provincia habia dos personajes centrales. Los dos se llamaban igual: Francisco Canaleja, pero no eran parientes. Para distinguit Jos se les lamaba don Pancho y Panchito, respectivamente. Don Pancho era el jefe de la oficina. Era gordo, dia- bético, miope y con tres papadas. Panchito, en cambio, era 189 un empleado comin y corriente, Era como un ratén listisimo: chaparrito, pelo engomado, bigotitos, un color cadavérico, muy nervioso y muy eficiente. Tenia en las puntas de los dedos y de la lengua, todos los intringulis recovecos del procedimiento hacendario, Sabia cde fotografias se necesitaban para sacar un Permiso para ven. der jicamas; cudntos testigos tenian que comparecer en el caso de que el aspirante a una licencia de empujar carreto- nes no supiera escribir; cuanto era el noventa y seis por cien- to de treinta y dos y cuanto el doce al millar de sesenta. Estas cualidades de Panchito Canaleja lo convirtieron en el cerebro de la oficina, y a su escritorio, en el centro de reunién mds importante. Cuando algun contribuyente serio entraba en la ofici- naa hablar con don Pancho, la entrevista terminaba irre- mediablemente con éste diciendo: —Pregintele a Panchito. Los demas empleados, que eran una docena de egresa- dos de la Escuela de Comercio y Administracién “Dofia _Josefa Ortiz de Dominguez”, tenfan que consultar con Panchito cuando menos seis veces diarias cada uno. Panchito, por su parte, no se conformaba con el suel- do que recibia en la oficina y hacia trabajos por su cuenta. Elerael anico, en todo el municipio, capaz de ee formas que se llamaban “Declaracién de Reducci6n ue Ingresos”, que tenian que rendir todas las personas 4 vendieran parte de sus propiedades. Pues bien. Aqui viene la moraleja de esta Panchito Canaleja era tan eficiente y tan eke exalta- catorce oportunidades para ascender a puestos porque dos. Catorce veces don Pancho Canaleja se oe acepto Panchito era indispensable en la oficina. Pan historia. que tuvo esto de buen grado, porque su ambicién consistia en llegar aser rey en donde habia sido durante tantos afios eminen- cia gris. Es decir, en ocupat el puesto de don Pancho. No se le concedid, porque cuando don Pancho se ju- bil6, fue sustituido por un compadre del gobernador. En la actualidad, Panchito, ya un viejo, sigue siendo el cere- bro de la oficina, porque el nuevo jefe resulté igual de in- competente que el anterior. Pero si el rango de Panchito no ha disminuido, sus ingresos, en cambio, si, porque con el nuevo gobernador llegé un experto que sustituyé la Declaracién de Reduccién de Ingresos por una nueva fér- mula llamada Relacién de Responsabilidades Constantes, que es algo que ni Panchito sabe Ilenar. En contraste con la historia de Panchito Canaleja esta la del licenciado Rejudo, que entré hace doce afios en una secretaria, recomendado desde muy alto y cobijado por muchas sombras. Este hombre es tan bruto y tan estorboso, que nadie lo quiere de subordinado. Pero como nadie se atreve a correrlo por las bendiciones que trae, se ha resuelto el pro- blema ascendiéndolo, y nombrandolo jefe de nuevos de- Partamentos, que no tienen mas funcién que la de recibirlo en su seno y tenerlo ocupado. La ultima vez que lo-vi ya estaba llegando a ministro. Su esposa, al comentar su carrera, dice: —Ha subido como la espuma. (21-5-71)

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