VIDA DE BUROCRATAS
Héroes del monton
Para mi gusto, las vidas de los burécratas no han sido su-
ficientemente exploradas mas que por ellos mismos. Para
los profanos, los que no entendemos el tramite y estamos
fuera del aguinaldo, la actividad burocratica es como un
cuarto en penumbra en el que se oyen suspiros, quejum-
bres, resoplidos y movimientos furtivos, pero en el queno
se sabe ni quién es quién ni qué es lo que pasa.
Las vidas de los burécratas no han producido ni mi-
tologia, ni épica, o cuando menos, éstas no son del domi-
nio publico. No se cuentan de ellos historias ejemplares,
que hagan vibrar al oyente y lo impulsen a la emulacién,
como por ejemplo, la del oficial de mesa cuarta que cay
muerto diciendo:
Falta el visto bueno del jefe de glosa.
Ola del oficial de partes que dijo:
—Si tuviera yo més tinta, no estarian ustedes aqui.
Lo més que se sabe de ellos, los burécratas, es: “des-
pués de estar treinta afios en la oficina de Ranuracién de
Legajos se jubil6 con sueldo completo”.
Otro momento oscuro de la vida del burdcrata es
cuando el protagonista comprende que ha dejado de serlo
para convertirse en politico, Sospecho que a muchos de
ellos este conocimiento les llega cuando la renuncia que ’
presentan cada seis afios es aceptada.
En la oficina de Hacienda de una ciudad de provincia
habia dos personajes centrales. Los dos se llamaban igual:
Francisco Canaleja, pero no eran parientes. Para distinguit
Jos se les lamaba don Pancho y Panchito, respectivamente.
Don Pancho era el jefe de la oficina. Era gordo, dia-
bético, miope y con tres papadas. Panchito, en cambio, era
189un empleado comin y corriente, Era como un ratén
listisimo: chaparrito, pelo engomado, bigotitos, un color
cadavérico, muy nervioso y muy eficiente. Tenia en las
puntas de los dedos y de la lengua, todos los intringulis
recovecos del procedimiento hacendario, Sabia cde
fotografias se necesitaban para sacar un Permiso para ven.
der jicamas; cudntos testigos tenian que comparecer en el
caso de que el aspirante a una licencia de empujar carreto-
nes no supiera escribir; cuanto era el noventa y seis por cien-
to de treinta y dos y cuanto el doce al millar de sesenta.
Estas cualidades de Panchito Canaleja lo convirtieron en
el cerebro de la oficina, y a su escritorio, en el centro de
reunién mds importante.
Cuando algun contribuyente serio entraba en la ofici-
naa hablar con don Pancho, la entrevista terminaba irre-
mediablemente con éste diciendo:
—Pregintele a Panchito.
Los demas empleados, que eran una docena de egresa-
dos de la Escuela de Comercio y Administracién “Dofia
_Josefa Ortiz de Dominguez”, tenfan que consultar con
Panchito cuando menos seis veces diarias cada uno.
Panchito, por su parte, no se conformaba con el suel-
do que recibia en la oficina y hacia trabajos por su cuenta.
Elerael anico, en todo el municipio, capaz de ee
formas que se llamaban “Declaracién de Reducci6n ue
Ingresos”, que tenian que rendir todas las personas 4
vendieran parte de sus propiedades.
Pues bien. Aqui viene la moraleja de esta
Panchito Canaleja era tan eficiente y tan eke exalta-
catorce oportunidades para ascender a puestos porque
dos. Catorce veces don Pancho Canaleja se oe acepto
Panchito era indispensable en la oficina. Pan
historia.
que tuvoesto de buen grado, porque su ambicién consistia en llegar
aser rey en donde habia sido durante tantos afios eminen-
cia gris. Es decir, en ocupat el puesto de don Pancho.
No se le concedid, porque cuando don Pancho se ju-
bil6, fue sustituido por un compadre del gobernador. En
la actualidad, Panchito, ya un viejo, sigue siendo el cere-
bro de la oficina, porque el nuevo jefe resulté igual de in-
competente que el anterior. Pero si el rango de Panchito
no ha disminuido, sus ingresos, en cambio, si, porque con
el nuevo gobernador llegé un experto que sustituyé la
Declaracién de Reduccién de Ingresos por una nueva fér-
mula llamada Relacién de Responsabilidades Constantes,
que es algo que ni Panchito sabe Ilenar.
En contraste con la historia de Panchito Canaleja esta la
del licenciado Rejudo, que entré hace doce afios en una
secretaria, recomendado desde muy alto y cobijado por
muchas sombras.
Este hombre es tan bruto y tan estorboso, que nadie
lo quiere de subordinado. Pero como nadie se atreve a
correrlo por las bendiciones que trae, se ha resuelto el pro-
blema ascendiéndolo, y nombrandolo jefe de nuevos de-
Partamentos, que no tienen mas funcién que la de recibirlo
en su seno y tenerlo ocupado. La ultima vez que lo-vi ya
estaba llegando a ministro.
Su esposa, al comentar su carrera, dice:
—Ha subido como la espuma. (21-5-71)