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[No pueden representarse a si mismos, deben ser r= presentados Kant Manx, El dieciocko brumario de Luis Bonaparte Oriente es una carrera Baran Diseacit, Tancred Introduccién En una visita que hizo a Beirut durante la terible guerra civil de 1975-1976, un periodista francés, profundamente entristecid, es cribié refiriéndose al devastado centro de la ciudad: «Hubo una época en la que parecia formar parte (...] del Oriente descito por ‘Chateaubriand y Nerval.’ Sin duda, tenia mucha razén en lo que especta al lugar, especialmente desde el punto de vista de un europe. Oriente era casi una invencién europea y, desde la antighedad, habia sido escenario de romances, seres exéticos, recuerdos ¥ paisajes inolvidables y experiencias extraordinarias. Ahora estaba , su destino, et Este tipo de orientalismo se puede ‘encontrar en Esquilo, Vicior Hugo, Dante y Kart Marx. Més adelan- te, en esta introduccion, trataré de los problemas metodolégicos que se plantean al estudiar un tema tan vasto como éste ‘Siempre se ha producido un intercambio entre el aspocto acadé- ico y ef mis © menos imaginativo del orientalismo, pero desde los ‘ltimos afios del siglo xvu la comunicacién entre ambos ha sido considerable y bastante sistemstica, quizé incluso regulada. Con esto, lego al tercer significado de orientalismo, que se define de una ma- neta mis histrica y material que los otros dos. Si tomamos como ‘punto de patida aproximado el final del siglo xvm, el orientalismo se ppuede describir y analizar como una insttucién colectiva que se re- laciona con Oriente, relacién que consiste en hacer declaraciones sobre éi, adoptar posturas con respecto a él, describirlo, enseftarlo, colonizarlo y decidir sobre él; en resumen, el orientalismo es un e5- tilo occidental que pretende dominar, restructurar y tener autoridad sobre Oriente. Para definir el orientalismo me parece itil emplear la nocién de discurso que Michel Foucault describe en Archéologie du savoir y en Surveiller et punir. Creo que sino se examina el orien- talismo como un discurso, posiblemente no se comprenda esta disei- Tad. cast, Higley castioar Siglo XXL, Made, 2000, 2 sstmanuccion tan sistemética a través de Ia cual la cultura europea ha sido capaz de manipulare incluso dirigir Oriente desde un punto de vista politico, sociolégico, militar, idcolégico, cientifico ¢ imaginario a partir del periodo posterior ala Ilustraci6n, Por otro lado, el orienta- lisma mantiene tna posicisn de autordad tal que no creo que nadie que escriba, pense 0 hags algo relacionado con Oriente sea capaz de hacerlo sin darse cuenta de las limitaciones de pensamiento y accién ue el orientalismo impone. En pocas palabras, por el orientalismo, Oriente no fue (y no es) un tema sobre el que se tenga libertad de pensamiento 0 accién. Esto no significa que tenga que determinar Uunilateralmente To que se puede decir sobre Oriente, pero si que cons- tituye una completa red de intereses que inevitablemente se aplica(y, ‘or tanto, siempre ests implicada) siempre que aparece esa particu- lar entidad que es Oriente. {Cémo ocurre este proceso? Es0 es lo que este libro intenta exponer. También pretende demostrar cdmo la cul- tura europea adquirié fuerza e identdad al ensalzarse a si misma en detrimento de Oriente, al que consideraba una forma inferior y recha- zable de si misma, Hay una diferencia cualitaiva y cuantiativa, tanto desde un punto de vista histérico como cultural, entre Ia presencia franco-britinica en Oriente y, hasta la ascensiOn estadounidense despues de la Segunda Guerra Mundial, la presencia de otras potencias curopeas y atlénticas. Hablar de orientalismo, pues, es hablar prineipalmente, aunque no ‘exclusivamente, de una empresa cultural briténica y francesa, un pro- ‘yeoto cuyas dimensiones abarcan campos tan dispares como los de Ia propia imaginacién: todo el teritorio de la India y de los paises del Mediterrineo oriental, las tieras y texts biblicas, el comercio de las especias los ejéeitos coloniales y una larga tradicién de administra- dores coloniales, un impresionante conjunto de textos, innumerables expertox» en todo lo referido a Oriente, un euerpo de profecores orientalistas, un complejo aparato de ideas worientales» (despotismo, esplendor, erueldad, sensualidad orientales), muchas sectas orienta- les, filosofias y sabidurias orientales adaptadas al uso local europeo. Jaista podria extenderse més o menos indefinidamente. Mi punto de vista es que el orientalismo proviene de una relacién muy particular vmopuccrn B {que mantavieron Francia y Gran Bretafia con Oriente que hasta prin- cipios det siglo xvx solo se habia limitado a la India y a las tierras, biblicas, Desde el comienzo del siglo xix, y hasta el fin de la Segun- dda Guerra Mundial, Francia y Gran Bretafia dominaron Oriente y el orientalismo; desde In Segunda Guerra Mundial, Fstados Unidos ha ‘dominado Oriente y se relaciona con él del mismo modo en que Fran- cia y Gran Bretafa lo hicieron en otra 6poca. De esta relacién, cuya dinmica es muy fructifera, incluso aunque siempre manifieste la fuerza hegeménica de Occidente (Gran Bretafia, Francia 0 Estados Unidos), proviene el enorme volumen de textos que yo denomino orientalistas. ‘Debo decir que, ademas del importante niumero de libros y auto- res que examino, existe una cantidad mucho mayor de la que simple- ‘mente he tenido que prescindir. Mis tesis, sin embargo, no se apoyan ‘en un catélogo exhaustivo de textos que tratan de Oriemte, ni en la coleccién de escritos, autores c ideas claramente delimitados que forman en conjunto el canon del orientalismo; en su lugar, he basado ‘mi estudio en una alternativa metodologica diferente cuya columna vertebral, en cierto sentido, es el conjunto de generalizaciones histé- ricas que he presentado en esta introduccion y que a continuacién ‘quiero analizar con mas detalle. a He comenzado asumiendo que Oriente no es una realidad inerte. No esté simplemente al, lo mismo que el propio Occidente tampoco esti procisamente ati, Tenemos que admitir seriamente la gran observa- cidn de Vieo acerca de que los hombres hacen su propia historia, de «que Io que ellos pueden conocer es aquello que han hecho, y debe- ‘mos extenderla al Ambito de Ia geografia: esos lugares, regiones ¥ sectores geogriticos que constituyen Oriente y Oceidente, en tanto ‘que entidades geogréficas y culturales —por no decir nada de las, ‘entidades hist6ricas—, son creacién del hombre. Por consiguiente, en 4a misma medida en que lo es el propio Oceidente, Oriente es una idea {que tiene una historia, una tradicion de pensamiento, unas i YY tun vocabulario que le han dado una realidad y une presencia en y para Occidente, Las dos entidades geogrificas, pues, se apoyan, yy hasta cierto punto se reflejan la una en la otra Después de haber dicho esto, parece razonable exponer algunas puntualizaciones. En primer lugar, scria un error coneluir que Oriente fue esencialmente una idea o una creacién sin su realidad correspon- dente, Cuando Disraeli dio en su novela Tancred que Oriente cra una carcera, queria decir que, para los occidentales j6venese inteligentes, estudiar Oriente podia llegar a ser una actividad apasionante; no se Aeberiainterpretar lo que dijo como que Oriente fuera solo una ca- rrera para los occidentales. Habia —y hay— culturas y naciones, localizadas en Oriente, cuyas vidas, historias y costumbres poseen una realidad obviamente més rica que cualquier cosa que se pueda decir de ellas en Occidente. Sobre este punto, mi estudio no tiene nada que afadir; simplemente constata su existencia, Pero el fendmeno del Iwrmopucetdn 2s cotientalismo, tal y como yo lo trato aqut, aborda principalmente no la correspondencia entre el orientalismo y Oriente, sino la coheren- ‘ia interna del orientalismo y sus ideas sobre Oriente (Oriente como una carrera), a pesar de, mis allé de cualquier correspondencia 0 n0 con un Oriente «realy. Creo que la afirmacién de Disraeli sobre Oriente se refiere basicamente a esta coherencia creada, a esta verda~

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