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HISTORIA DELA LITERATURA ESPANO OLA SIGLO XVII (I) Coordinador GUILLERMO CARNERO ESPASA CALPE mnologia y convenciones roménticas hb Ter & ps & 2 LS cuenta de que SU Ser representa una combinacién # No hay que olvidar que el fil6sofo Schelling habia denne SPE fi del hombre en casi exactamente los mismos términos) N° la constitu. &: & MNajes don , ; ‘més, excepcién hecha de Locke y tal ver de te Y met we jmportan menos como influencias mean 1os filésofos indi- ogy vivita general de la mentalidad europea que venia dando femmes an feng Gejeratura y todas las demds artes desde el siglo xvi. (Jovellance ee wing a fp, deca: 0s poems, las novelas as historias y aun le oben nie ees a nue toatsn lenas de descripciones de objetosy acciones natussisy filosoficas del novels laian por su verdad-») El patrén caracteristico de la we ay ates ate elise 4g pet vés de su viraje del deductivismo al induetivismo era sultcestenes ee sible de sop abarcar ambos lados de numerosos conflicts ideologiess y nen ee } Chas cg paras, tanto en la filosoffa como en laliteraturas mas, por debajorde eas : 2 meas ferencias de esta clase, la relacidn sujeto-objeto entre el hombre y elim "Benes dg intentica base de todas las representaciones artisticas de la rasieder aa P08 toys, endo la misma —materialista, seudoespiritual y sensorialmente apoyade eee | TS el Ry, hemos examinado aqui. (Después de la formacién de un patron en ieee Scadengi, ia mente europea, es evidentemente innecesario suponer que las oo | Me falgog roménticas posteriores estuvieran especialmente familiarizadas con las obras de omnes Locke piesa 0 que estuvieran de acuerdo con estos pensadores en cuestio- | hctige ressec sobre lg La presencia de la nueva mentalidad inductivista en Espafa durante la cen- | panoa. turia decimoctava y la nueva relacién sujeto-objeto derivada del sensacionismo rmitié a la literatura evolucionar en la direccién del Romanticismo, segtn he © quel fndicado. No obstante, el alcance de la evolucién romantica espafiola'y la abso- Muerte jutafalsedad de nuestras nociones tradicionales sobre la periodizacion del Ro- na ene} manticismo espafiol no se aclararén completamente hasta que los hispanistas nticieno comiencen a estudiar la profunda —bien que muchas veces negada—influencia tert. de los roménticos dieciochescos espafioles sobre los roménticos decimonénicos amie espafoles. atroces. le Gar $y a Dn 35 a Terminologia y convenciones romanticas naia ay 35.1. Elfastidio universal pa Todas las corrientes posticas cuya evolucién venimos trazando en el presen- = te capitulo se ven en cierto modo coronadas con el éxito al culminar en la crea- cin de un término literario especialmente feliz durante el tiltimo decenio del si- oi slo xvi. El hecho de que se forjara tal término en Espafia en ese momento es ala par la demostracin mas feliz posible de que quienes se dedican alas letras en la peninsula estén a la misma altura que los demés literatos et —més atin— se anticipan alguna vez brillantemente a todos ellos. Se 4. Neoclasicismo y Romanticismo diecioches og 188 mociones contradictorias vividas por quien se oo f fe con los preceptos del culto reli Mpa. dece de as sufidas Tre’ oan sauistamente acariciando el dolor gues clamor y, sin era ra ror los hombres, por su Dios Y por la mujer. se al verse abandon ge abarcar también el doble sentimiento de yt del nombre oye Sperimenta’ vacio del mundo injusto que despiadadamen, que el roméntice Peron, ¥ vacto del alma, quiero deci, ese tedio roedor ie rechaza a un #™mntico al gozarse en su quebranto y que, ademds de motive Cat cmras, da lugar a un delicioso consueld, pordue con la metafoing Gumsuridien Ia poesia se hace posible Ja union del vacfo microossmey Fie ofrncrootemiconyipor tanto la universaizcion del yo del dolorian nombre de ese grupo de itcsencs han lefdo las péginas de Larra, el duque de Rivas, Espronceda, 7, rrilla y Bécquer, conocen esta postura animica del romantico tan bien como Guienes han leido las de Hlugo, Vieny y Musset, 0 las de Heine, ¥ no obstane, en castellano no hay, 0 en todo caso asi se viene creyendo, nombre para tal do Tor, Los eriticos de lengua espafiola se han servido, por ende, del nombre france ‘mal du siecle, 0 del aleman Weltschmerz, sin traducirlos, como lo han hecho ag, tismo os eriticos de lengua inglesa, que de hecho no disponen de’ un nombre ratvo para la pena romantica. A diferencia de los crticosingleses, los espaoes han ensayado al mismo tiempo varias traducciones adaptaciones, a la verdag ino muy felices, de los términos francés y alemdn mal del siglo, dolor césmico, te. Si hubiera sido necesario explicar la presunta inexistencia de un nombre ay. téctono espafiol para el estado de dnimo del que hablamos, seguramente se ha. bria recurrido a la vieja idea de la periodizacin romédntica para pretender que tal falta se debia a lo tardio del Romanticismo espafiol en general y a su calidad de movimiento literario basado en modas y criterios artisticos traidos del extran. jero a tltima hora (aserto que por cierto no se pudiera hacer en relaciin con falta de un nombre para el dolor romintico en inglés) Enel.caso de las lenguas que tienen término para dicho dolor, la expresion de 6ste en la literatura precede en muchos afios a la invencién del nombre. Los nom- bres francés y alemdn para el malestar roméntico se acufian en el segundo tercio del siglo xix, pero se acostumbra a considerar el Wérther (1774) de Goethe como la primera obra alemana en la que se expresa el Weltschmerz, y se afirma a me- Chateaubriand es el primer escritor francés en experimentar el autén- iécle romantico, en su René (1802), aunque no deja de haber ya en ide Rousseau lineas que preludian tal emocidn. En Espajia no sola i6n literaria al Weltschmerz tan pronto como en las otras na- sino que se forja el nombre espajiol del dolor roméntico que el francés o el alemdn. Mas tomemos las cosas en el ea la ninfa Eco, se dirige asf a los seres d que diga al orbe / la pena de Dak solfa leer versos tristes, porque 1953, I, pag, 248). En las Noches escribié en 1771, el protag- mu a capaz, por mi infelicidad» humanitarista, prinda al afligi asucuita per sus infortunio: 39, 40, 44, 49, : En su oda tres afios mas léndez Valdé: chazado que mundo corro «no amaina, } joven, solo y har eco de « de El diablo rando / pied que temple « Poco an! Maria de H Edward Yo Meditacin, acojo a mi! aunque mé (Cueto, 19: anterior de inspirados- tori asiente tico 0 insp gunda de s inctagia convenciOnes még _Tediato, espera en una noche ta , si pie a desenterrar 10s restos oe ¥ tormenta eae ayero el triste amante comienza a monolg a ¥ con la ee bie Nei acaso? iCobarde! iLe espa 2 £0 esta formas viel No ve 10 interior de mi corazén.. jeu etioperis eee asaje de literatura espafiola anterior al Wares S® que Por un ee de Goer en un P in de poeta Fomine vacio, roido : iejandose Tediato—, més te fatal. « irom El sentido universal del dolor ames 5 sitet memoria beat aforizaciGn naturalista de su yo roméntices acongojado iy cen mubes laos aspect dela naturaleza y lo interior se dan a schelling hallaria en la naturaleza un alma te mi corazén». (No olvide aus visible.) Tediato sufre solo la mofa de vise yen elaima una wa a es eco de 105 llantos de un misero». Es aos hombres y ata isa wee ave Zque penetra el firmamenton, «Soy el mas ing onda Su pena, que nae milo sensible de mi corazén» y por mi «alma infeliz de los hombres», nos oe ore ofrecer>. Por una parte, se trata de un dolor egoise cate cata vir capaz, por si solo, de llenarme de horrores, ae Un «tormento inte: Mniinfelicidad>; y por otra parte, se disfraza e i pene todo el orbe procurase umanitarista, pues aun cuando tal generosidad no Geoita como senimiento frinda al afligido una bella imagen para ensalzar la o sea genna, en elise pry euita personal: (Cadalso, 1961, pigs, 5, fen su oda A la manana, en mi desampar tres aos mas tarde, en julio de 1777, el een oe ee aes Valdés, habla en el mismo tono de sus pens, haciendo hin ee hazado que se siente, especialmente por no ser posible el Connie gece chido corrompido, jay!, no merece /lecuente un inflizlo que él cae im amaina, no, el tormento; /ni yo, jay!, puedo cesar en mi gemido neat joven, solo y desvalido> (Meléndez Valdés, 1983, TL, pég, 667). Eee hard eco de este pasaje al describir la psicologia de Adan, el héroe Rees de El diablo mundo, el cual en cierto momento «volvi6 los ojos tristes implo- rando / piedad con amoroso sentimiento, / madre tal vez en su dolor roe gue temple con caricias su tormento» (Espronceda, 1978, pig 215). i Poco antes de 1780, la «Hija del Sob», 0 sea la elegante poetisa gaitana dona Maria de Hore, arrebatada por la versién francesa de los Night Thoughts de Edward Young, realizada por Letoumeur, confiesa una amiga, en su poema Meditaci6n, que con frecuencia busca consolarse en esta extrana forma: «me cojo a mi feliz melancolia». Mas luego, a la misma confidenta le pide esto: «no, aunque me ves gustosa en mi tristeza, / dejes de condenarla y combatirla» (Gueto, 1952-1953, III, pag. 557). (A Ja vista de esta alusion a la melancolia y la en versos muy sentidos y muy ued enel - de Cadalso a su fatal melancolfa —ambas : aetion € - italiana Mura- “es curioso recordar que en su Della ea soclasicismo y Romanticismo dieci 190 3. Ne y ‘ismo Hieciocheseo, 2 pminotosia tantos otros roménticos, Batilo lleva después eae es fae eerdofentst mismo ani dete a aren rr cae que huye, / se ve arrastrat por invencible pa 1y abrasado cae ae is gustias criminales, / su coraz6n por lavirtud suspira> (Melendez Valaes 199) ents 8 la ee ao 1795, el dolorido sentir romantico ya se habia generatizadg ee Eis fia suficientemente para que lo expresara incluso un poeta muy sy seo permant Esp don Juan Ignacio Gonzalez del Castillo, més conocido como saineter, ud coomames ta poesfaien cuyo titulo aparece una voz sintomética de la que ya hemos gue’ articul ari aota, La melancolia, Gonzalez del Castillo se queja de que «mis duros mg filo del pasa Irs [contra mi ansioso espirit se ensafian, /y el coraz6n me bafian /con un leg, we coment? amargo, / negro como la pez, cuyo veneno / causa mortal letargo. / ;Cugndo he La crea de ver, ay, cudndo un dia sereno! / ;Cudndo el fiero dolor que me devora / me Richter, eD dejard gorar s6lo una auroral» (Gonzalez del Castillo, 1795, pags. 32:33). Agy dad), qe P és inevitable recordar el concepto inglés del esplin (spleen), conocido en Espara sayo Sobre + Jo menos desde el jocoso poemita . Es evidente que'se trata de un ai logo» animico de sentido exclusivo: el poeta pone «palabras» en boca del uni verso. re En el nombre que Batilo ha creado para el dolor e6smico romédntico no slo seresume la fuente filosofica de toda esa pena, sino que en ese nombre ylos ver- sosen que se inscribe se identifican asimismo algunas de las principales conven. ciones literarias que se utilizaban para ensalzar esa tétrica y devastadora emo: cin; y con una breve consideracién de estas convenciones concluiremos él presente capitulo, Para aproximarnos a la primera de ellas, miremos un texto que contiene muchos paralelos teméticos vy estilisticos con los versos de la se: gunda elegia de Meléndez citados més arriba. Es anterior en treinta y tres afiosa este poema, y por eso su tono es atin algo més tenue; viene de una de las cartas de Saint-Preux, en la novela La Nouvelle Héloise (1761) de Rousseau: «Je cours, ie monte avec ardeur, je m’élance sur les rochers, je parcours & grands pas tous {es environs, et trouve partout dans les objets la méme horreur qui régne au de- dans de moi (...) toute la nature est morte & mes yeux, comme l’espérance au fond de mon coeur (Corro, subo con ardor, me arrojo sobre los pefiascos, re Toa grandes pasos todos los alrededores, y hallo en los objetos el mis que reina dentro de m¥ [...) toda la naturaleza esta muerta para mis 0 ‘Speranza en el fondo de mi coraz6n)» (parte I, carta XXVI). 352. Lo sublime en literatura Ahora bien: no es una pura casualidad el hecho de que durant median entre la prosa novelistica de Rousseau y el poema de Bati ‘nal menos dos andlisis de lo sublime en la literatura. 4 tonalidad mas suave, como las Kineas de Rousseau Fecedente, Aludo a un curioso pasaje de las Obse ‘lo balloy1o sublime de Kant «En la tranquiidad 8 3. Neoclasicismo y Romantic 194 ismo Alecochee, uz de las estrellas penetra las oscura: oe capa ‘ala vista, los temperamentos que pone h aes son gradualmente atraidos por los altos Sentimientos de jg Sentidg el desdén por e! mundo, de la eternidad» (Kant, 1973, pag. 47). El ott ange es del espariol Antonio de Capmany, en St Filosofia de la elocuenciq (im) eve mas a cuento, no tinicamente porque existe Mayor probabilidad de que) artjera Batilo, sino porque existe tun mayor paralelo de tonalidad entre ig Gnicion que da este fil6sofo del buen decir y elestilo de A Fovino: el melancélgs sn. nos dice el tratadista Capmany que «la esencia de lo sublime (, comiste en decir cosas pequeiias con un estilo remontado ¥ floido, sino ena Srandes con una expresion simple y natural. La prandeza debe estaren elas, spor esta causa un pensamiento sublime dispensa el trabajo de buscar la expe ae relevante. (..) Lo sublime en todas las cosas siempre envuelve un seq friento profundo de admiracin 0 respeto, nacido de la terrbilidad de Ios oie fos [.} en la naturaleza los objetos que excitan sensaciones més fueres sq siempre la profundidad de los ciclos, la inmensidad de los mares, las erupcion, de los volcanes, los estremecimientos de los terremotos, etc., por razén de a grandes fuerzas que en ella suponen, y por la comparacién que involuntara, frente hacemos de estas mismas fuerzas con nuestra debilidad al tiempo de ob. servarlas. En la contemplacién de unas cosas por s{ formidables, .qué hombre no se sentiré poseido del més timido y profundo respeto?» (Capmany, 177), pags. 106-108). La elegia I de Meléndez contiene a la vez ejemplos de lo sublime « o Kant y a lo Capmany. Pero, incluso en la primera variante de dicho estilo el tono del poeta espafiol es més subido que el del fildsofo aleman. Empic za el poema con una muestra del estilo sublime kantiano: «Cuando la sombra finebre y el luto / de la ldbrega noche el mundo envuelven / en silencio y bo- rror..»; y se da otro después del pasaje en el que se bautiza el dolor romani. ‘co: «.. sin cesar llamo / la negra noche, y a sus brillos cierro / mis lagrimosos fatigados ojos. / La noche melancélica al fin llega, / tanto anhelada: a loro ‘més ardiente, | a més gemidos su quietud me irrita» (Meléndez Valdés, 198, , 1007, 1009). Lo realmente significativo, empero, es el hecho de que la més arrebatada de lo sublime es la que se asocia inmediatamen- fastidio universal; pues romperse todas las leyes del cosmos, precip niverso a su caos antiguo, como dice el atormentado Batilo, viene & an compendio y aun mucho més que un compendio de todos esos ‘ejemplos que enumera Capmany. (Ruego al lector vuelva a con poema citado més arriba.) recordar asimismo que en otro poema romantico de tono igual , compuesto en el mismo decenio, el romance XXXIV, La ez recurre de nuevo a lo sublime: as / que amenazan desplomarse / sobre mi, tornar osc\ dales,/Liénanme de horror sus sombras, /y el ronco ‘aguas mds profundo/ hace este horror y mas yedroso / al cielo empiezo a quejarme / de mis amarges (Meléndez Valdés, 1983, 1, pag. 386). prendente dlasicismo especial, r Cuando n nal o una se explice que el ar benedict era de n segin ur que la e partes d otra m4 A conti gunta: « admitic 1952, p Ab ber vu 195, emosion de lo sublime —el sobrecogimiento ®SPANtO, la obsesig 5 0, la i ratas, los catacismog | las eats Stilo literatio su comes Presenta au sentimos ante as alturas, las cata naeeales de toda indole— tiene en ele js na esiva, que, Paradjicamente, se nos forms} decir de Capmany, en las lineas forM® | representar «cosas grandes con, so gan sigue explicando— «la grandeza debe aie yn pensamiento sublime dispensa el trabajo de bases ats Hgs posible ponerle a este estilo un nombre y, sep se va mente si se Nos permite el préstamo de un termine pet subgéner lirico, también alguna vez nutrido de losubinn nat soft concept, asociad con la Oda desde el tiempo de Pi ssmis conocido a través de un verso sobre el estilo de In ene BOS Te entes mé leans ‘oda ¢ vin poetique (1674) de Boileau: «Chez elle un beau dégorte contenido en Uri enella un belo desorden es un efecto del arte) canto ea We fet de tue en ciertos poemas el mejor modo de on & i efleja por un aparente desorden, por la amie expresi- toma que parece deberse al terror y arrebatamiento del posta: fee jrewpido para poder concentrarse en las finuras del dscurso, Yen ano rio y la sintaxis de Batilo en los versos citados estén libres de oes gue pudieraimpedir las oleadas de la emocin; el verso sueltoimpone elaning orden métrico al poema; y hay algtin hipérbaton, aunque oco complejo, rece traducir el abandono y la confusién de quien se encuentra ante eatsen téculo terrorifico en la naturaleza. eee En el verso de Boileau citado en el pérrafo precedente se observa que el velo desorden de ciertas composiciones pogticas es un efecto del arte. Elan como ya sabe el lector, es el conjunto de la preceptiva, el estudio y la disiplina con el que se guia el poeta inspirado. Por tanto, lo que pudiera parecer una sore prendente violacion de las reglas de la poesfa en el contexto del clasicismo 0 Neo- cisicsmo y asi una temprana vislumbre del Romanticismo, noes sino una regla especial, regla nueva, diferente de las «reglas comunes», segtin decta elP, F Cuando nos encontramos con una melodia sorprendente, un edificio mu ralo una obra poética de estilo inesperado que nos producen un deleit se explica por la estética que suele regir tales manifestaciones de la que el artista ignore los preceptos de su arte, «Nada menos —nos: benedictino en el discurso titulado El no sé qué. Antes bien es que era de més alta idea que los artifices ordinarios. Todo lo hizo segtin segin una regla superior, que existe en su mente, distinta de aquel que la escuela en: Proporcién, y grande, simetria, y ajustadisima, partes de esa obra; pero no es aquella simetria que regularmente otra més elevada, adonde arribé por su valentfa la sublime idea A continuacién considera Feijoo la preceptiva musical en guna: «En qué consiste esto? En que el sistema de reglas admitido como completo, no es tal; antes muy incompleto y 1952, pdg, 353), oe Ahora bien: ni Boileau, ni Feijoo, ni Pope, a quien ber Vuelto a citar aqui, son en modo alguno prerromént 3, Neoclasicismo y Re ‘omanticis mo 196 Mee, errores que se han escrito precisame, an Ia inherente libertad del clasicigns is hacia el Romanticismo. pla poesia del fastidio universal Ou lee, a eure (pese a ciertos qué) sino que ejemplifi face posible Ia evolucion SPomvalidad se vensa cultivande reali en su verso Y en su poema en pros Noche ae aja XXIV, A la mafiana, en mi desamparo y an utes seen Poa de Jovino Ans, excrita desde el Paula ee nos en bag soran con esa pena OES Varias Convencion Shing ios que, junto con elestilo sublime, sirven para metaforizar ie © temas i His aoe qu reslaréniumiativa algunas reflexiones sob onalida y a a seni lcrimos, el enguaje de la pasion, e clara Pare sepulers, ls ruinas, la modalidad «@6ticay y los ace ota saa pas del primer Romanticismo espafil. No siempre e OS Ossining * Jjempos de una de estas convenciones de los de otra; porg 5 posible Serre se emplean, suclen combinarse dos o mas de elas e sajes, como se verd ahora obre mo ona "oy 9 eh ais donde ma 1 UNOS mi smo, Pa 3.5.3. Elalma sensible ‘La funci6n de todas las convenciones enumeradas en el PArrALo pre, dente ¢s la de-ponderar la injusta y aguda pena que sufre esa fig ura muy di. iochesca que hemos visto emerger de una conjunci filosoficas y lterrias: quiero ee clioocta cantons eee ‘bien un personaje que refleja la cosmovisién del poeta ai ca "do en medio de un mundo inhéspito, se siente huérfan ce _ocupe de él, huérfano de compafieros humanos que ae por = eaiesin W{ueise daventredaio y su rechazo por sus pri un reo. En fin, «abrasado en oe cia ae pi epee todo Meléndez en ae , del inocente crimenes honrado —a veces Garaciecziio. ae do a perecer en las calles de la cruel Eu a ) derrame de lagrimas y la plena panicieciaeg } son efecto de la sensibilidad del coraz6n, jest z de derramarlas!» (Jovellanos, 1987, pi) ente honrado. La sensibilidad lacrimosa ya ende, ya directo, ya \ far a continuacin, le un Dios ue ‘cuchen, ¢ HS Confianza que tiene getestable ¢ nan siempre La impo ia sensibilid vénero sO! Udolfo; Em El monje; acento cada tario y abar Jar ternura thay que ins que segtin | naci6n, 1a realidad m cias a la int del alma Il El nuevo t primer Re conde de mantener dio de esp ‘guimos cc belleza se Descubrit nera ligu que teng: tesbury, 1709 se | arriba, -onvenciones roménticas inion 0 anticismo. En medio de los torment, ja, entre Tas tumbas de una iglesia ose ye SU alma uo ‘ue consiste en el destrozo del propi a lo arepentido de haber matado en duelo ayo ido de Su €sposa, no obstante haber hecho tode es co Montilla, pri ie los hombres por evitar ese desafio, Torcisto'g lo que pudo et mas rcionado a la penitencia que le parece exigida id ‘lmagina un retiro opr ura, su mujer: «Voy a huir de ti para siempre, yee ie en los horribles climas donde no llega la aE secs mi vida pre el hortor y la oscuridad> (Jovellanos, 1987, page agi as Fe na eR) san Seportancia de tan macabros medios y decoracion ip sensibilidad se desprende de los titulos de la novela oe la literatura de 2% son ipicos los ejemplos siguientes: El casio de Ctra TOPE, de cuyo relina la huérfana del castillo; Celia en el desieran aie ‘misterios de s Huérfano en el Rin; lencia directa del | dolfo; Em c eine; Los ninos de la Abadia, etc. Todo esto es conseeu da vez mas fuerte que se escribe sobre la delicadeza de espfritu del oot | gent ca »sbandonado sufridor del fastidio univers ae Prece. | ie Deca el lector. Todo esto es a la par pee intenta estimu- die. jay que siti: sus origenes se encuentran en esa filosofia ac Sea cy eNcias ve segin Jos manuales de no hace muchos afios sofocaba la emoci6n, hace tas, o «ees la inspiracion de indole roméntica. El alma humana, lo m ta imag situa. jad material, fue objeto del més minucioso andlisis a partic actin Ue se ‘er ala influencia de la filosofia sensacionista, no a pesar de ella, los fenémenos toes, it alma llegaron a representarse en forma més entemecedora en la literatura, tiene Elnuevo tono ltigubre y emocional que caracteriza al ambiente de las obras del n Ver primer Romanticismo se preludia en unas lineas decisivas del ya consutado ns Prnde de Shaftesbury, discipulo y seguidor de John Locke: «Donde se puedé d mantener tna serie 0 sucesiOn continua de tiernos y amables afectos, aun en me- ens dio de espantos, horrores, penas y dolores, la emociGn es todavia agradable,Se- uen suimos contentos hasta con este melanedlico aspecto o sentido de la virtud. Su a felleza se sostiene bajo una nube y en medio de calamidades circundantes (a) ela Descubrimos por nosotros mismos que el mover nuestras pasiones de esta sdi- era ligubre, el obligarlas en beneficio del mérito y la virtud, y el ¢} d 0) que tengamos de amor social y compasién humana da el méximo de y la tesbury, 1964, I, pag. 297). Parece significativo que esto lo Ye to- 1709 se habia referido a la «pasion romantica», segiin deja amiba s0- Veamos ahora unos ejemplos espafioles. De entre los 16 uD. aludidos, el que antes se acusa en la poesia espafiola es el de la ji- Las muinas. Pensamientos tristes, de Alfonso Verdugo y C e palma, poema leido en la ultima junta de la Academia del But n abril de 1751, Es ésta una composicién en muchos \ a pero en algunos de sus versos se encierra un brill iv nes del primer Romanticismo de 1770-1800. ——_—_— 198 logla y 3. Neoclasicismo y Romanticism ° dlecio 0 ir ert 1, musas y al horrendo caso /levantad, si podeis, el grto mio; pg er gotoroxo eanto/ el ronco pecho, ¥ conceded al labo /yog wider 7 o,/Cantad aqui; cantad, entre estas rung Decidk dazad a enga al triste pensamientc Wee on sta, horrible y propia,/ demi eterno dolor Ia causa fer ( oe eto, en sima fun 1952-1953, 1, pag: 131) .o dolor», definido por una «sima funesta» y una « a parte del poema parece encontrar un con, Eneste «etern aa ue en ningun : Rc 1 Santo Oticio— parece anticiparse el fastdio universay aut woes rido Batilo. Es mas: al ver su propio pecho como despedazado por sy, se on SE ‘al vat aaa ortepalma se antcipa en noventa aos al Canto a Teresa eet bs Expronceda se dirigiré en términos semejantes, primero al lector, eepae onthe mnkmo: «Fuid, sino quersis que legue un dia / en que, enredadoenegags Jazos, / el corazén, con barbara portia, / luchéis por arrancéroslo a __/-y me divierto en arrancar del pecho / mi mismo corazén pedazos haan (Espronceda, 1978, pags. 232,238). Otra insinuacién ya muy roméntca de ey versos es que por él fuerte contraste entre el alma noble del Poetay las tetigg Peto ruinas que él contempla se mide la enormidad cle la injusticia que suite, sings, Bees argo se ha de reducir esa alma a un despojo atin més triste que el arquteng ae nico, El «grito» del poeta, el «doloroso cantor, que se escucha aqui, es a la ey as tun interesante anticipo del lenguaje roméntico de la pasién, ee La convencién roméntica de las ruinas y la de las tumbas son, en el fondo, yy. Bek riantes la una de la otra, pues, bien mirado, los edificios ruinosos son tumbas, de cierta fase de nuestra civilizacion, ya de emociones muertas en el corazén de He aq quien las contempla, Estos conceptos, en especial el segundo, quedan claramene ninguna di perfilados en el poema del conde de Torrepalma sobre las ruinas: «que en si, con una Idi quebrados jaspes permanecen / la memoria y la léstima durables»; pues la ruina arquitectonica refleja la ruina humana: «Levanta ideas tristes, y en las seflas/ de una ruina otra ruina copia» (Cueto, 1952-1953, I, pag, 131). En efecto: el final de Las ruinas representa una de las muestras més roméanticas del tratami tema de las tumbas, como veremos més abajo. Pero, en la literatura d tanto espafiola como extranjera, el topico de los sepulcros t masiado moralizadoras y edificantes, ora ascéticas cristianas, que se asocie al tépico esa vision de la muerte sin ninguna seg fana eterno que es caracteristica del homo romanticus mate: en A Night Piece on Death (Composicién nocturna ‘Thomas Parnell, poema al que alguna vez se ha atribui méntica de las tumbas, se lee: «Death's but a path th Vel fondo, ya. on tumbas, ya +l corazén de n claramente «que en sus Dues la ruina as Sefias / de 0: el final de amiento de] ieciochesca, lexiones de- foicas, para de un ma- or ejemplo, } (1722) de 1 vision r0- i, / if man gh rage of rse, / siel tranquili- nas como 1 que) 0 1745) de carmpes- s el tiem- sepulero 199 joinstructivas. " “sen meditaciones, confortan. ‘ora setecentista espafiola en la que se da g} tratamient {aieo de la convencisn de la tumba es, desde luego, Noches mes Puramente se entiende que Tediato no se quitara la vida al final ores de Cae do meramente seguir Contemplando la posiildad qaqa Noche tree, frgenes de la muerte que se pintan en las Uneas ae Pues en, ino interviene ni el Ser Supremo, como soa chen Sos Primera neain otro elemento que alivie en absoluto la vision ge sta Cada, nj a al vacio del més alld: ‘ a ako. 5 pete agen de lo que yo seré en by ‘ohtd, ahora imagen que ys n breve; volveré atu tumt evaré | ami casa, descansarés en un lecho junto al mio; moriré mi oe 2 Hera | cadéver adorado, y expirando incendiaré mi domiciiosy us yyo ana a | sos cenza en medio de las de la casa (Cadalso, 1961, : Pag. 35). | | Te compudezeo tanto como a mi mismo, Lorenzo, pues la erste ha dade tanta miseria,y tela muliplia en tus deplorableshijos. Eres sepulmens Haz un hoyo muy grande... Entirralos a todos ellos vivos,y septate ung: bién con ellos. Sobre tu losa me mataré, y mori diiendo:agutyaeen nga nifios tan flices ahora como eran inflices poco ha; y dos homies los més & imiseros del mundo (Ibid, pag. 60), He aguf que entre la ceniza de la casa y la de una eriatura de Dios no se da singuna diferencia, y la mayor felicidad de los nifios pobres es el estar cubiertog con una dpida sepuleral. Vislumbres de ese desesperanzador verso de 1840: «s6lo ena paz de los sepuleros creo» (Espronceda, 1970, pig. 262), Bl mensaje —s} puede lamarse tal de la conclusién de Las ruins del conde de Torrepalma es yael mismo en 1751. El contemplador de esos despojos de la magnificencia arqui- teetinica muere helado en una profunda nevada, sin que durante los tiltimos mo- mentos de su languidez mortal se le presente imagen més «celeste» que la de su amada:«...ya los miembros / en invencible rigidez padecen / mortifera quietud: el yerto labio / ya el nombre amado apenas articula. / Fija la vista, y més el puro afecto, en la celeste imagen, letal frio / los tiltimos espiritus extingue, /y en alta nieve yace» (Cueto, 1952-1953, I, pag. 132), (Cueto, 1952-1953, I, pag. 252). Considérese lo gético de lo con que se anuncia a dofia Elvira, encerrada en su aposento, en 1 muerte de su valiente hijo Fernando: «No sé qué grave desdicha / me py los cielos, / que desplomados parecen / de sus quiciales eternos. / Br luna /no alumbra, amedrenta el suelo, / si las tinieblas no ahogan / sus de reflejos», etc. «*jAy, desventurada Elvira! —exclama después—/ jAysm Fernando!” / ;Ay, ay Fernando!, retumban / los artesones do Valdés, 1983, I, pags. 437, 441). «130 oa Se pone muy de moda en toda Europa la poesia del supuesto escooés Ossidin, obra en realidad de James Macpherson, porque la t leza que acompaiia a estas tristes sergas seudomedievales es. misma a la que recurren los poetas del primer Romanticismo de para metaforizar sus profundas penas —y el auténtico autor de k sién es desde luego un poeta del primer Romanticismo briténico—, plo que vamos a citar del poema de Macpherson titulado Oithona se ossidnico es al mismo tiempo una variante menos violenta de lo lidad se caracteriza por la melancolfa: «La oscuridad mora en mon, aunque en la colina la luna muestra su cara a medias. Lal desvia sus ojos; vislumbra el pesar que se acerca. El hijode Mornii nura; no hay sonido en [...] las torres de Dunlathmon. Las puertas ¢ oscuras. Aullan los borrascosos vientos por sus aposentos. | hojas sobre los umbrales; fuera se ofa el murmurio de la noche, estaba sentado en una pefia el hijo de Morni. Su alma te mas no sabfa por dénde dirigir sus pasos» (Macpherson, 18 primera versin castellana de Ossidn fue estampada en 171 Publicado traducciones a otras lenguas romanicas a partir Meléndez Valdés de los que hemos hablado aqui fueron, Ossién (Montiel, 1974, pags. 74-84); y aunque en conji cia secundaria sobre la poesia espafiola, fue lo sufici que en la llamada polémica romantica de principios del sig lizara como sindnimo de roméntico: verbigracia, José Jt entre «clasicos y ossidnicos», y Ram6n Lé6pez Soler ent sobresalen en el lenguaje de los homéridas y las q ossidnicos» (cit, en Navas Ruiz, 1971, pags. 27, 42), del Ro no por eso degenera luego en cruel (onl 86,

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