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Madres que cuidan

solas en la provincia
de Buenos Aires.
Informe sobre hogares monomarentales
Junio 2024
ÍNDICE

Introducción.................................................................................................................... 1
Resumen ejecutivo......................................................................................................... 3
Hogares monomarentales en la provincia de Buenos Aires....................................... 5
¿Cuál es el costo de la crianza?...................................................................................10
Desigualdades laborales en las madres que cuidan solas........................................ 14
Hogares monomarentales: mayor vulnerabilidad a la pobreza y la exclusión social.......... 21
Propuestas para una agenda de acción política.........................................................26
Anexo ............................................ 30
Glosario.......................................................................................................................... 31
Bibliografía.....................................................................................................................32
INTRODUCCIÓN
En las sociedades capitalistas contemporáneas, las tareas de cuidado son reali -
zadas principalmente en los hogares y comunidades mediante arreglos familiares
que suelen estar basados en estereotipos de género y que resultan en una carga
desproporcionada de estas actividades para las mujeres. La presencia de niños
y niñas en los hogares incrementa la demanda de cuidados y, de esta manera, la

enfrentan las mujeres para contar con tiempo libre, estudiar e insertarse en el
mercado laboral, profundizando así las desigualdades de género.

Si bien existen rasgos comunes a todas las mujeres que tienen responsabilidades
familiares y de cuidado, la conciliación de dichas tareas y el trabajo remunerado
resulta particularmente compleja en los hogares monomarentales, donde la res -
ponsabilidad del cuidado recae mayoritariamente en las jefas de hogar con redes
de apoyo más limitadas. En consecuencia, para compatibilizar las demandas de
cuidado y el trabajo remunerado ellas recurren en mayor proporción a empleos
de tiempo parcial, que suelen caracterizarse por tener condiciones laborales más
precarias y resultan en un menor acceso a sistemas de protección social. Además,
estos trabajos suelen estar peor remunerados, por tanto estas jefas perciben me -
nos ingresos, lo que incrementa su situación de vulnerabilidad y exclusión social.

Además de contar con menores ingresos, el costo económico asociado a la


crianza es afrontado, en la mayoría de estos hogares, únicamente por las ma -
dres, especialmente cuando los progenitores no efectivizan los pagos de la cuota
alimentaria. Esto explica por qué los hogares monomarentales están sobrerre -
presentados en la pobreza. La problemática se vuelve más urgente al considerar
que, en el marco de las transformaciones de las estructuras familiares de las úl -
timas décadas, los hogares monomarentales se encuentran entre los de mayor
crecimiento. Es por todo esto que la preocupación por la situación de este tipo de
hogares ha ganado lugar en la agenda feminista y de las políticas públicas en el
último tiempo.

En este contexto, el presente informe tiene por objetivo poner de relieve las desi-
gualdades socioeconómicas y las brechas laborales y de ingresos estructurales

1
que afectan tanto a estas mujeres como a los niños y niñas bajo su cuidado. Asi -
mismo, este trabajo busca ser un aporte para seguir avanzando en la construc -
ción de políticas públicas con perspectiva de género que garanticen el derecho
de los/as niños, niñas y adolescentes (en adelante NNyA) a recibir cuidados y el
acceso a los bienes y servicios básicos para su reproducción, que colectivicen las
cargas de cuidado que enfrentan muchas mujeres que cuidan solas y que reduz -
can las brechas de género laborales y de ingresos, garantizando su autonomía
económica.

Para ello, en el primer apartado se contextualizará la relevancia de los hogares


monomarentales en la provincia de Buenos Aires (PBA) en el marco de las trans-
formaciones familiares recientes. Luego, se examinarán los costos asociados al
cuidado de niños y niñas, así como el peso de estos gastos en las familias mono-
marentales. El tercer apartado se dedicará al análisis de la situación laboral y al
acceso a recursos económicos de las mujeres que lideran estos hogares. Por
último, se pondrá énfasis en las condiciones socioeconómicas de los hogares
monomarentales.
dades que atraviesan a estos hogares desde la política
pública.

Se utilizarán como fuentes de información la Encuesta Permanente de Hogares


(EPH) total urbano 2023 para la PBA, la Encuesta Nacional de Gastos de los Hoga-
res (ENGHo) 2017-2018 y la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2021
del INDEC. El análisis de los datos se realiza bajo un esquema binario debido a
las fuentes estadísticas disponibles, que sólo indican el sexo de las personas
(mujer-varón).

2
RESUMEN EJECUTIVO

(tales como la caída de la tasa de fecun-


didad, la postergación y/o abandono del matrimonio o de la convivencia en un mismo
hogar y el aumento de las tasas de separación)

entre 2010 y 2023


-
tran en situación de vulnerabilidad y/o pobreza y requieren acciones de política pú -
blica.

y
se caracterizan por tener rostro de mujer: un 84,3% tiene jefatura femenina.

La crianza insume un costo que implica tiempo y dinero. -


lo que
tiene repercusiones en su participación en el mercado laboral y en las condiciones
económicas de estos hogares.

Las tienen mayores tasas de actividad con re-


lación al resto de las mujeres: Ellas
también trabajan más que el resto de las jefas de hogar, pero en peores condiciones:

Además, -
que el resto de las jefas y exhiben una alta tasa de pluriempleo, lo que indica
que

Como resultado, las -


: tienen un 20,0% menos de ingre-
sos por su ocupación principal en comparación con las jefas de hogares nucleares y
un 21,9% menos que las jefas de hogares sin hijos/as.

3
. El 61,4% de estos hogares tiene un(a) único/a apor-
tante y, en la mayoría de los casos, la jefa del hogar es quien ocupa ese rol.

Por todo ello, los se hallan -


, lo que contribuye a que estos hogares
tengan mayor riesgo de vulnerabilidad social y niveles de pobreza.

4
HOGARES MONOMARENTALES EN LA PROVINCIA
DE BUENOS AIRES
Con el surgimiento del capitalismo se consolidaron dos esferas sociales diferencia-
das: la de la producción y la de la reproducción. La primera se desarrolla en el espacio
público e incluye actividades económicas que se realizan en el mercado. La esfera de
la reproducción, en cambio, tiene lugar en el ámbito privado (los hogares) y compren -
de actividades para el sostenimiento de la vida: preparar la comida, limpiar, cuidar de
niños/as o personas mayores que lo requieran, entre otras. Estas últimas tareas se
resuelven principalmente en el marco de arreglos familiares.

La realización de las actividades de reproducción se organizan en base a dos criterios


fundamentales: el género y la edad. Por un lado, las tareas domésticas y de cuidado
recaen mayormente en las mujeres y de manera no remunerada, mientras que los
varones son más entre quienes realizan trabajo vinculado al mercado, de manera
remunerada. A esta forma de organización social se la conoce como división sexual
del trabajo. Por otro lado, al interior de las familias, sus integrantes participan de las
actividades económicas y/o domésticas de acuerdo a distintas características, como
la edad. En este sentido, en función de este último criterio, los/as niños/as y las per-
sonas mayores son los principales demandantes de cuidado (Jelín, 1995).

Bajo esta forma de organización social, las familias cumplen funciones esenciales
tanto para la socialización y el cuidado como para la acumulación (CEPAL, 2014;
Rodríguez Enríquez, 2019). El modelo de familia dominante en el marco de la división
sexual del trabajo es el nuclear (o biparental), formada por la madre, el padre y sus
hijas y/o hijos. Cabe señalar que si bien en el modelo tradicional las mujeres no tra-
bajan fuera del hogar, ellas han participado del mercado laboral desde el siglo XIX,
principalmente en actividades asociadas al estereotipo del cuidado y la asistencia
(Barrancos, 2011)1 .

Desde la segunda posguerra hasta la década de 1960 y en especial desde mediados

mercado de trabajo en el mundo, y América Latina no fue excepción (Wainerman,


1995; Weller, 1998; PNUD, 2018). Sin embargo, esto no fue acompañado de grandes
cambios en la distribución de las tareas del hogar: son ellas las que continúan ocu-

-
ner a una familia, por lo tanto, frecuentemente varios miembros de un hogar trabajaban, incluyendo a
mujeres y también niños y niñas.
5
pándose mayoritariamente de las actividades domésticas y de cuidado. Cuando se
ven sobrecargadas en esas labores son compartidas con otras mujeres del núcleo
familiar (tales como abuelas, hijas, etc.). En el caso de las familias de ingresos me-
dios y altos, muchas veces se reasignan en el mercado donde suelen ser realizadas
por otras mujeres de manera remunerada, pero en condiciones de alta informalidad
(Faur, 2014)2.

trabajo junto con otras transformaciones estructurales, tales como la caída de la tasa
de fecundidad, la postergación y/o abandono del matrimonio o de la convivencia en
un mismo hogar y el aumento de las tasas de separación, provocaron cambios en las
estructuras familiares. Estos cambios repercutieron en su funcionamiento y dieron
lugar a una pluralidad de tipos de familias (CEPAL, 2014).

En particular, si bien se trata de hogares que existen desde siempre 3 , los hogares
monoma(pa)rentales ganaron peso en América Latina en las últimas décadas (San -
tibañes, Flores y Martín 2017; CEPAL, 2014). Uno de los rasgos característicos de
dicha ampliación es que, en la actualidad, los hogares monoma(pa)rentales se han
-

y/o pobreza y requieren acciones de política pública (Lupica, 2012).

Los hogares monoma(pa)rentales son aquellos donde una madre (monomarental)


o un padre (monoparental), sin un cónyuge, tiene la responsabilidad de las tareas
de cuidado cotidiano de los/as hijos/as menores de 18 años 4 y de los gastos de la
familia. De este modo, la conciliación entre las tareas de cuidado familiar y el trabajo
remunerado para el mercado se complejiza en este tipo de hogares, dado que ambas
tareas se sostienen mayoritariamente de manera individual. En la provincia de Bue -
nos Aires, si bien los hogares nucleares siguen siendo los predominantes, 1 de cada
10 hogares son monoma(pa)rentales.

2 A través del servicio doméstico remunerado; jardines materno paternales; servicios de cuidado de
enfermos y personas mayores; el acceso a bienes, servicios y tecnología que posibilita ahorro de
tiempo y esfuerzo en las tareas de cuidado, etc.
3 En el marco del modelo normativo nuclear biparental estos hogares eran considerados disfuncio-
nales o desviados y negativos para la sociedad, por no contar con la estructura necesaria para ga-
rantizar las funciones de la familia. Esto se daba en especial en el caso de los hogares monoma(pa)-
rentales, que no contaban con uno de los progenitores.
4 En adelante, al hablar de hogares con o sin hijos, nos referimos a aquellos en los que residen (o no)
hijas/os del jefe o la jefa que tienen menos de 18 años.

6
Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).

Nota:

OTROS HOGARES CON PRESENCIA DE NIÑOS/AS Y ADOLESCENTES

Existen otros hogares en los que, sin haber cónyuge, hay presencia de niños/as y adolescen -
tes pero que, a diferencia de los monoma(pa)rentales, no son hijas/os de la jefa o el jefe del
hogar. En la mayoría de los casos, se trata de hogares en los que las/os NNyA son nietas o
nietos de la jefa o el jefe del hogar, lo que sugiere que la abuela o el abuelo ocupa un lugar
central en las tareas de cuidado y sostén económico. Debe notarse que estos casos pueden
incluir hogares en los que la abuela (o abuelo) vive junto a uno o ambos progenitores de las/
os NNyA.

-
sición de estos hogares conformados por una jefa (o un jefe) de hogar que no convive con un
cónyuge y en el que hay presencia de NNyA que no es su hija/o, y con el propósito de precisar
el análisis en los casos que las responsabilidades de cuidado de NNyA y el trabajo remune -
rado para el mercado se sostienen en gran medida por una sola persona, en este informe se

aquellos en los que la jefa o el jefe convive con al menos una hija o un hijo menor de 18 años.

En línea con la tendencia regional, los hogares monoma(pa)rentales son los que más
han crecido en participación en las últimas décadas en la PBA, junto con los uniper -
sonales: entre 2010 y 2023 los hogares unipersonales crecieron 4,8 p.p. y los mo -
noma(pa)rentales lo hicieron en 3,6 p.p. En contraposición, los hogares nucleares y
conyugales se redujeron en 5,9 p.p. y 1,0 p.p., en igual período.

7
Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre (2010-2023) (INDEC)
Nota:

Asociado al rol de las mujeres como cuidadoras, y tal como ocurre a nivel mundial,
en la Provincia estos hogares se caracterizan por tener rostro de mujer: 8 de cada
10 tienen jefatura femenina. De hecho, la participación de las mujeres como jefas en
estos hogares es muy superior a la del resto de los hogares donde, a excepción de
los unipersonales (que tienen una distribución equitativa por género), predomina la
jefatura masculina.

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).
Nota:
Así, en la generalidad de los casos, al hablar de hogares monoma(pa)rentales se está
reflejando la realidad de una madre que es responsable en solitario de la crianza de
sus hijos/as. Es por ello que, con el propósito de resaltar el carácter feminizado de
-
cultades y los desafíos que se presentan en ese sentido, de aquí en adelante hemos
optado por estudiar los hogares propiamente monomarentales.

La mitad de estos hogares en la PBA (50,2%) tienen en promedio un/a hijo/a, mien -
tras que el 31,9% tienen dos hijos/as y el 17,9% tienen tres o más hijos/as. Por su
parte, si bien entre los hogares nucleares también predominan los que tienen un/a
hijo/a (43,9%), la proporción de aquellos que tienen dos y, en especial, tres o más hi -
jos/as es mayor que en los monomarentales (en 1,6 p.p. y 4,7 p.p., respectivamente).

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).

La crianza de los/as niños/as implica tiempo de cuidados que abarca llevarlos/as a la


escuela, garantizar la atención médica, proporcionarles comida, entre otras respon-
sabilidades. Además, conlleva un costo económico necesario para asegurar el acce-
so a los bienes y servicios esenciales para su bienestar, como vivienda, alimentos,
transporte y ropa, etc. ¿Cómo se resuelve la crianza en los hogares monomarentales?
¿Quiénes cargan con esta responsabilidad? En el siguiente apartado, se profundizará
en el análisis de los costos asociados al cuidado de los niños y las niñas, así como el
peso de estos gastos en las familias monomarentales.

9
¿CUÁL ES EL COSTO DE LA CRIANZA?
Históricamente se le asignó a las mujeres la función de cuidadoras. Lejos de respon -
der a una capacidad natural o diferencial, este rol se atribuye a estereotipos social -
mente construidos en base al sexo asignado al nacer. Es así que, a partir de la capaci -
dad biológica de gestar, parir y amamantar de las mujeres, se construyó socialmente
la idea de que deben cuidar, criar y realizar todas las actividades domésticas en ge -
neral. En cambio, para el varón, en base a una supuesta fortaleza corporal, se creó la
idea de que debe ser proveedor y sostén económico (Scott, 1966).

Es por ello que, de manera ampliamente generalizada, el trabajo de tipo reproductivo


(aquel principalmente vinculado con ocupaciones de cuidados de las personas) es
realizado mayormente en los hogares y, dentro de ellos, por las mujeres (Rodríguez
Enríquez, 2019). Esto explica, en parte, por qué en la mayoría de los casos en los que
solo hay un(a) progenitor(a) en el hogar, suele ser una mujer quien convive con los/
as hijos/as (Unicef en Arévalo et.al, 2024), lo que evidencia que “cuando madres y
-
mente a ellas” (MMPGyDS, 2022).

Según la ENUT 2021 (INDEC), en la región del Gran Buenos Aires (GBA) el 92,7% de
las mujeres realizan trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (TDCNR) al que
destinan, en promedio, 6:38 horas (hs.) diarias, mientras que el 75,9% de los varones
realizan estas tareas, y les dedican aproximadamente la mitad de ese tiempo: 3:44

debido a las responsabilidades de cuidado asociadas.

En particular, el tiempo dedicado al TDCNR por parte de las mujeres jefas de hogar
prácticamente se duplica cuando hay hijos/as en el hogar: en el GBA, esta pasa de
5:19 hs. a 10:22 hs diarias. En contraste, dicho incremento es mucho menor en el
caso de los varones jefes de hogar, quienes aumentan su dedicación en menos de
1:00 hs. (de 3:33 hs. a 4:20 hs. diarias).

Como se verá en el siguiente apartado, esta desigual carga de las tareas de cuidados
entre mujeres y varones repercute negativamente en las posibilidades de desarrollo
y autonomía económica de ellas. En particular, las mujeres ven comprometidas la
posibilidad de estudiar y de participar del mercado laboral por estar cuidando; o, al
acceder a un empleo, estos suelen ser de menos horas y peores condiciones labora -
les y, con ello, sus ingresos son menores.
10
Fuente: Unidad de Género y Economía en base a ENUT 2021 (INDEC).

profundizan, ya que la mayoría de las madres desempeñan el rol de cuidadoras y


trabajadoras remuneradas en soledad (Lupica, 2011). Como resultado, tienen mayor
riesgo de encontrarse en situaciones de vulnerabilidad social y pobreza, debido a que
cuentan con menores niveles de ingresos (aspecto que se abordará en el siguiente
apartado) y redes de apoyo más limitadas.

Por otro lado, además del mayor tiempo que conlleva la responsabilidad del cuidado,
la presencia de niños y niñas también constituye un factor que incrementa los costos
económicos de los hogares. Según UNICEF (en Prieto, et. al, 2023), los hogares con
niños y niñas menores de 13 años tienen gastos un 16,0% más altos que aquellos sin
niñas/os. También existen diferencias respecto a los patrones de consumo según la
presencia de hijos/as en el hogar.

En este sentido, los hogares monomarentales se caracterizan por destinar la mayor


parte de sus gastos (59,6%) a la compra de alimentos y bebidas; vestimenta; servi-
cios (como gas, agua y luz); pago de medicamentos y aquellos vinculados a educa -
ción, aspectos centrales que hacen a la gestión monetaria del cuidado. Estos gastos
representan 6,4 p.p más que en los hogares nucleares y 6,9 p.p más que en los
hogares sin presencia de hijos/as.

11
Fuente:
Nota:

Por último, también debe tenerse en cuenta que los hogares encabezados por mu -
jeres y con responsabilidades de cuidado de niños, niñas y adolescentes se endeu -
dan en una mayor proporción que los hogares encabezados por varones con iguales
responsabilidades (CEPAL y DNEIyG, 2023). Ese endeudamiento se destina princi-
palmente a la adquisición de bienes o al pago de servicios centrales para la gestión
monetaria del cuidado (compra de alimentos, pago de alquiler y medicamentos, entre
otros), y es característico de los hogares monomarentales (Gago y Cavallero, 2022).

A su vez, en tanto hogares encabezados por mujeres, los hogares monomarentales

Esto se debe a que la permanencia en un empleo formal y los niveles salariales altos
son características altamente valoradas, y muchas veces exigidas, por el sistema
bancario tradicional a la hora de otorgar créditos. De esta forma, aquellas personas
que pueden demostrar estabilidad en un empleo formal y un nivel de ingresos cons -
-

12
En este segmento poblacional, los varones son mayoría, mientras que las jefas de
hogares monomarentales presentan inserciones y trayectorias laborales más preca -
rias y menores niveles de ingreso promedio, por lo que se ubican como principales
-
tar con condiciones menos favorables, principalmente vinculadas a tasas de interés
más altas (Cavallero y Gago, 2022).

Por tanto, la crianza insume un costo que implica tiempo y dinero. En los hogares
-
cipalmente su participación en el mercado laboral remunerado. Además, el gasto en
dinero, que también recae en muchas ocasiones principal o exclusivamente en las
mujeres que lideran estos hogares, puede deteriorar las condiciones económicas de
los mismos y exponer a las madres y sus hijos/as a una mayor vulnerabilidad eco -

13
DESIGUALDADES LABORALES EN LAS MADRES
QUE CUIDAN SOLAS

La carga desigual de tareas de cuidado es uno de los factores principales que explica
la inserción desigual de las mujeres en el mercado de trabajo remunerado respecto
a sus pares varones. De acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)
total urbano, en el tercer trimestre de 2023 la tasa de actividad de las mujeres de entre
25 y 54 años la PBA5 fue de 74,8%, 18,2 p.p. menos que la de los varones. Su tasa de
empleo alcanzó 71,0%, y la brecha de género fue de 18,0 p.p. Por su parte, el porcenta-
je de trabajo informal de mujeres asalariadas fue de 32,7%, mientras que para los
varones fue de 28,7% en dicho período.

Esto tiene un correlato directo en los ingresos que perciben las mujeres, que son
26,3% menores que los de sus pares varones (si se toman en cuenta los ingresos de
la ocupación principal de las y los trabajadores). La diferencia se amplía en las y los
asalariadas/os no registradas/os, entre quienes las brecha alcanzó 35,4%, mientras
que fue de 21,1% entre las y los asalariadas/os registradas/os.

La especialización en tareas vinculadas a la reproducción doméstica de las mujeres


y su consecuente dependencia económica es aún mayor en las madres de hogares
monomarentales. Por su rol social de cuidadoras y las escasas redes de apoyo con

trabajo y/o para hacerlo en iguales condiciones que los varones, e incluso que otras
mujeres, en cuanto a la calidad de sus empleos. Esto repercute no solo en términos
de sus ingresos laborales, sino también en las posibilidades de acceder a derechos
tales como vacaciones pagas, jubilación, obra social, licencias por enfermedad, licen -
cias por maternidad, entre otros.

Es por ello que a continuación, se pondrá el foco en el análisis de las características


sociolaborales de las jefas de hogares monomarentales. El objetivo es conocer las
particularidades que atraviesan a estas mujeres con relación al resto de las jefas de

marentales enfrentan desigualdades estructurales mayores a las ya existentes entre

5 La elección de focalizar el análisis en la franja de edad de 25 a 54 años tiene por objetivo priorizar
las desigualdades de género por sobre las diferencias en la participación por cuestiones
relacionadas con la educación (más notorias en la población menor de 25 años) y el retiro (más
evidentes en la población mayor de 54 años), en línea con el criterio utilizado en la literatura sobre el
tema (Gasparini y Marchionni, 2015; Blau y Kahn, 2013; Marchionni, et. al. 2019).
14
las tasas de empleo y de desocupación, el tipo de inserción laboral y los ingresos para
mujeres y jefas de distintos tipos de hogares.

La participación de las jefas de hogares monomarentales en el mercado laboral es


mayor a la del resto de las mujeres. Su tasa de actividad asciende al 90,0%, cifra 17,3
p.p. más alta que la correspondiente a las jefas de hogares nucleares y 2,0 p.p. mayor
a la de las jefas de hogares sin hijos/as. La mayor tasa de actividad tiene su corre -
lato en el empleo: 88,2% de las jefas de hogares monomarentales trabajan de forma
remunerada en el mercado, una tasa 18,1 p.p. más alta que las jefas de hogares nu -
cleares y 3,1 p.p. mayor a las jefas de hogares sin hijos/as.

Esta mayor inserción puede vincularse a la necesidad de las jefas de hogares mono -
marentales de garantizar los ingresos necesarios para afrontar la totalidad de gastos
del hogar (Lupica, 2012). Tal como se ha visto, esta necesidad se explica tanto porque
los gastos tienden a aumentar con la presencia de hijos/as, así como porque, como
se analizará en el próximo apartado, en la mayoría de los casos las jefas de hogares
monomarentales son las únicas aportantes económicas del hogar, aspecto que se
complejiza ante la generalizada falta de aportes del progenitor (MMPGyDS, 2022).

Fuente:

15
Pese a que las jefas de hogares monomarentales de la PBA trabajan y mucho, lo
hacen en condiciones de mayor informalidad: el 39,8% de las que son asalariadas
no tiene descuento jubilatorio ni goza de otros derechos laborales como vacaciones
pagas y obra social. Este guarismo es superior al correspondiente a las jefas de ho -
gares nucleares (en 10,7 p.p.), como así también al de las jefas de hogares sin hijos/
as (8,2 p.p.)

Fuente:

Fuente:

16
La mayor tasa de informalidad en estas mujeres puede vincularse con su inserción
en empleos más flexibles, que suelen ser por horas y de jornadas reducidas, como
una forma de conciliar las mayores obligaciones de cuidado con el trabajo remune -
rado. En este sentido, las jefas de hogares monomarentales trabajan en promedio
31:40 horas semanales, 6:27 horas menos que las jefas de hogares sin hijos/as y
5:06 horas menos que las jefas nucleares.

En paralelo, las jefas de hogares monomarentales exhiben una mayor tasa de plu -
riempleo (20,4%), con relación a las jefas de hogares nucleares. Esto también puede
entenderse como contracara de la mayor necesidad de insertarse en trabajos más
flexibles, que suelen ser de salarios más bajos y condiciones laborales más preca-
rias, lo que las lleva a buscar varios empleos para cubrir las necesidades económicas
(MMGyD, 2023).

Fuente:

En el marco de la segregación horizontal del trabajo, al igual que lo que sucede con
las mujeres de la Provincia, las jefas de hogares monomarentales tienen una mayor
participación en Comercio (20,1%) y ocupaciones vinculadas a tareas de cuidado, ta
-
les como Servicio doméstico (17,8%), Enseñanza (13,3%) y Salud y servicios sociales
(13,2%). En general, estos sectores se distinguen por tener ingresos mensuales más
reducidos y, en algunos casos, condiciones laborales más precarias.

17
Fuente:

En particular, el trabajo en Servicio doméstico se caracteriza por ser la actividad de


mayor tasa de no registro de sus trabajadoras (65,0%) 6 y tener los salarios prome-
dio más bajos de la Provincia. A su vez, Comercio también tiene una alta tasa de no
registro entre las mujeres (40,8%) e ingresos promedio inferiores a la media de la
economía bonaerense7 .

Por su parte, las jefas de hogares nucleares también se emplean en Comercio


(20,6%) y actividades vinculadas a trabajo de cuidados, principalmente en
Educación
sas de informalidad con relación al Servicio doméstico. Mientras que
las jefas sin hijos/as también tienen una alta inserción en Servicio doméstico
(20,3%), Educación (14,2%) y Comercio (13,4%). (Ver Tabla A.1 en el Anexo).

6 Este dato corresponde al segmento de 25 a 54 años.


7 Cabe señalar que esta inserción laboral se da en el marco de una fuerte contracción del empleo en
el sector de trabajo doméstico remunerado como resultado de la crisis por COVID-19 (UGE-MHyF
2022; OIT, 2023) y un incremento de la participación laboral femenina en el resto de las ramas de ac-
tividad, en especial las asociadas a las tareas de cuidado (UGE-MHyF, 2023). Entre el tercer trimestre
de 2019 y el tercer trimestre de 2023 el sector de Servicio doméstico pasó de ser la principal fuente
de trabajo de las bonaerenses a ser la tercera fuente de empleo.

18
Índice de ingresos de la ocupación principal por rama de actividad económica.
Provincia de Buenos Aires, 3T 2023

Fuente:

Por tanto, se podría deducir que, debido a la mayor incidencia de empleo informal y
a las jornadas laborales más reducidas, las jefas de hogares monomarentales perci -
ben, en promedio, un 19,5% menos de ingresos laborales mensuales que las jefas de
hogares nucleares y un 20,2% menos que las jefas de hogares sin hijos, a pesar de
tener tasas de participación y empleo más altas.

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC)

19
Las brechas de desigualdad laboral y de ingresos que afectan a las madres que cui -
dan solas tienen efectos en la calidad de vida tanto de ellas como de sus hijos/as.
Estas desigualdades se agravan debido a la ausencia de otros aportantes de ingre -
sos en el hogar y al incumplimiento de la obligación alimentaria por parte de los pro -
genitores, lo que resulta en un mayor riesgo a estar en situaciones de vulnerabilidad y
pobreza, temas que se abordarán con más detalle en el siguiente apartado.

20
HOGARES MONOMARENTALES: MAYOR VULNERA-
BILIDAD A LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓN SOCIAL
Los hogares monomarentales se caracterizan por contar, en la mayoría de los casos,
con un(a) solo/a aportante de ingresos, que es, casi sin excepción, la jefa del hogar
(Lupica, 2012). Este fenómeno está presente en los hogares monomarentales de la
PBA, donde 6 de cada 10 tienen un(a) único/a aportante de ingresos que, en casi la
totalidad de los casos (98,6%)8 es la jefa. En este contexto, las madres son las princi-
pales sostenedoras económicas de los hogares monomarentales.

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).

Esto se debe a la propia composición de dichos hogares, dado que es usual que tras
una ruptura de pareja, y por su rol social de cuidadoras, sean ellas quienes continúan
-
dres incumple los acuerdos económicos de cuota alimentaria, ya sea porque no la
efectúan o porque el monto de la misma no llega a cubrir las necesidades básicas de
reproducción de los/as hijos/as (Cabella, et.al, 2023; Arévalo, 2014).

Según UNICEF y DNEIyG (2023), el 50,2% de los hogares de la Argentina en los que no
vive el padre de los/as niños/as no recibió dinero en concepto de cuota alimentaria
en los últimos 6 meses y el 12,0% solo lo recibió algunos meses. En concordancia con
estos datos, en la provincia de Buenos Aires el porcentaje de padres que incumple
con el pago de la obligación alimentaria alcanza al 66,5%, ya sea porque nunca han
aportado (51,2%), o porque el aporte se realiza de manera irregular, o a partir de mon-
tos menores a los pautados (15,3%) (MMPGyDS, 2022).

8 Si se analizan los hogares monomarentales con una única persona aportante de ingresos labora-
les, la cifra correspondiente es de 82,8%.
21
-
ben la obligación alimentaria en tiempo y forma. Además, casi la mitad (48,0%) de las
encuestadas mencionó que el dinero que aporta el progenitor no alcanza para cubrir
gastos mínimos (MMPGyDS, 2022), lo que resulta en que el hogar dependa principal-
mente del ingreso de la jefa.

Para hacer frente a esta problemática, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos


y la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (2019-2023) en articulación
con UNICEF elaboraron la Canasta de Crianza9. Esta herramienta, con perspectiva de
género, permite obtener un valor de referencia del costo de bienes y servicios esen -
ciales para la reproducción de NNyA y la valorización del tiempo del cuidado de los/
as mismos/as, que es publicado todos los meses desde julio de 2023 por el INDEC.
De esta forma, se cuenta con un instrumento que establece un parámetro objetivo
respecto al monto de la cuota alimentaria y su actualización.

Desde la primera publicación del índice se dictaron 13 fallos en la PBA 10 que utilizan la
Canasta de Crianza como valor de referencia para establecer el monto de la cuota ali-
mentaria. En estos fallos, se empleó en promedio cerca del 62% del valor establecido
para la Canasta de Crianza. En 9 instancias esto resultó en un aumento del monto de
la cuota alimentaria con respecto a la situación previa, con un incremento promedio
del 280%.

También, el 19 de abril de 2023 el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel


Kicillof junto al Ministerio de Mujeres y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires
presentaron dos proyectos de ley en la Cámara de Senadores de la Provincia vincu -
lados a garantizar el cumplimiento de la cuota alimentaria.

El primer proyecto11 tiene por objetivo facilitar los mecanismos de reclamos ante el
-
caciones al Código Procesal Civil y Comercial, entre las que se destacan: la celeridad
en los plazos en la prueba de informes, la ejecución de convenios privados no homo-

9 Para ampliar información, se puede consultar: https://www.indec.gob.ar/indec/web/Nivel4-Te-


ma-4-43-173#:~:text=El%20valor%20mensual%20de%20la,de%206%20a%2012%20a%C3%-
B1os.
10 Para ampliar la información se puede consultar: http://www.colectivoderechofamilia.com/indi-
ce-de-crianza/
https://www.argentina.gob.ar/economia/igualdadygenero/fallos-disponibles-en-los-que-se-
utilizo-la-canasta-de-crianza
11 Provincia de Buenos Aires, A-1/24-25. 2023. Proyecto de Ley del Poder Ejecutivo: Sustituye, agre-

22
logados, el establecimiento de parámetros para determinar el monto de la obligación
alimentaria, como lo es la Canasta de Crianza, entre otras.

El segundo proyecto12 propone reformas al Registro de Deudores Alimentarios


Morosos (RDAM) creado por la ley provincial Nº 13.074 para que resulte una
herramienta
primer paso hacia la restitución de los derechos de los/as NNyA,
así como de las madres cuidadoras.

Al igual que lo que ocurre con el resto de los hogares, los monomarentales obtienen
sus ingresos principalmente a partir de fuentes laborales (68,5%). Sin embargo, el
rasgo característico de estos hogares es la mayor importancia relativa de los ingre -
sos por transferencias (que en la mayoría de los casos son montos más bajos que
los de fuentes laborales13) y los provenientes de aportes de personas externas al
hogar con relación al resto de los hogares. Estos alcanzan el 13,9% y el 8,9% de los
ingresos respectivamente, contra el 3,6% y el 1,6% observado para el total de hogares
y el 6,1% y 0,4% en los hogares nucleares 14.

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).

ga e incorpora artículos a la Ley Nº13074 Registro de deudores alimentarios morosos, 2024.

vale, en promedio, al 21,0% del Salario Mínimo, Vital y Móvil. Asimismo, la Asignación Universal
por Hijo con discapacidad alcanza el 68,0%, la Asignación Universal por Embarazo representa el
21,0%, y la Prestación Alimentaria equivale al 16,27% (a valores de marzo de 2024).
14 El 33,8% de los hogares monomarentales reciben ingresos por transferencias, superando a lo
observado para los hogares nucleares, sin hijas/os menores de 18 años y los hogares en su
conjunto, donde los porcentajes correspondientes son de 30,0%; 5,3% y 15,3%, respectivamente.
23
A su vez, el hecho de que, en casi la totalidad de los casos, las jefas de los hogares
monomarentales son las únicas aportantes de ingresos, junto con la forma en la que
se insertan laboralmente de estas mujeres (principalmente en sectores de actividad
que se caracterizan por altas tasas de no registro, bajos ingresos y jornadas reduci -
das) resulta en un menor ingreso disponible por persona en el hogar, con relación a
otros tipos de hogares.

Es así que el ingreso per cápita familiar (IPCF) de los hogares monomarentales es
52,2% menor que en los hogares sin hijos/as menores de 18 años, un 43,4% inferior
al total de los hogares y 19,4% menor a los hogares nucleares.

Por todo ello, los hogares monomarentales se hallan sobrerrepresentados en los es -


tratos de ingresos más bajos: más de la mitad (un 54,1%) se encuentra en el quintil de
hogares de menores ingresos per cápita de la Provincia. Mientras que en los hogares
nucleares dicha gravitación es de un tercio (30,6%) y en los hogares sin hijas/os baja
considerablemente (al 11,5%).

Ingreso per cápita familiar promedio de los hogares. Provincia de Buenos Aires,
3T 2023. Índice: IPCF del total de hogares en 3T 2023 = 100

Fuente:

24
Fuente:

Los hogares monomarentales enfrentan una situación de desigualdad estructural


dada por el lugar que ocupan en la estructura social las jefas de estos hogares, en su
doble rol de cuidadoras y trabajadoras sin el apoyo y sostén necesario, que vulnera
los derechos propios y de sus hijas/os a tener una vida digna. Por esto, comprender
la complejidad de las desigualdades que enfrentan los miembros de estos hogares y

un desarrollo con mayor inclusión social.

25
PROPUESTAS PARA UNA AGENDA DE ACCIÓN
POLÍTICA
Los hogares monomarentales están entre los tipos de familias que más han crecido
en las últimas décadas. La responsabilidad del cuidado (que insume tiempo y un
costo en dinero) en estos hogares recae casi exclusivamente en las madres, por su
rol social de cuidadoras. Esto tiene repercusiones en las trayectorias de vida de estas
mujeres, manifestándose en una mayor propensión al acceso a empleos informales
y una menor percepción de ingresos, respecto tanto a los varones como también al
resto de las mujeres y de las jefas de hogar.

Estas desigualdades, sumadas a la ausencia de otros contribuyentes en el hogar y


un alto grado de incumplimiento de la obligación alimentaria por parte de los pro -
genitores agrava la situación de vulnerabilidad económica, y tiene repercusiones di -
rectas en la calidad de vida de los niños y las niñas que residen en estos hogares.
Esta situación se refleja en la sobrerrepresentación de los hogares monomarentales
en la pobreza. Es así que criar en soledad se convierte en un factor que profundiza
las desigualdades ya existentes que atraviesan a las mujeres y a los niños y niñas y
constituye un profundo desafío para las políticas públicas.

La construcción de una agenda de acción política requiere como punto de partida la

un elemento crucial para proporcionar un diagnóstico preciso de esta problemática.


El presente informe representa un avance en esta dirección. A través del análisis de

las desigualdades de jefas de hogares monomarentales y sus hijos/as.

En el mismo sentido, se requiere la conformación de un registro de hogares mono-


-
cimiento de sus características sociales y económicas. Este registro proporcionaría

-
tinadas a esta población.

Para abordar la vulnerabilidad social y económica de los hogares monomarentales,


por un lado, se deben promover acciones políticas que garanticen el derecho al cui -

26
dado de NNyA y fomenten su corresponsabilidad. Estas políticas deberán facilitar
la difícil conciliación entre la vida laboral y las responsabilidades de cuidado de los
hogares monomarentales y fortalecer las redes de apoyo, aliviando así la carga que
insume la crianza para las madres de estos hogares. Esto les permitiría contar con
más tiempo para destinar a actividades de ocio, formarse, e ingresar al mercado la-
boral en mejores condiciones.

Por otro lado, también es crucial implementar acciones políticas que mejoren las
condiciones y trayectorias laborales de las jefas de hogares monomarentales en em-
pleos formales y, con ello, el acceso a la seguridad social, lo que podría redundar
también en el incremento de sus ingresos. Un tercer eje de acciones de política
pública debe estar orientado a garantizar el acceso de niños y niñas a elementos bá -
sicos de la reproducción: vivienda, alimentos, vestimenta, salud, educación. Para ello,
incrementar la inversión social en políticas de protección a las infancias y asegurar
y aumentar el cumplimiento de las cuotas alimentarias por parte de los progenitores
constituyen factores centrales.

La acción articulada de las distintas políticas públicas permitiría desarmar elemen -


tos claves que contribuyen a las desigualdades experimentadas por las mujeres y,
especialmente, las jefas de hogar monomarentales. Estas desigualdades no solo im-
pactan en la calidad de vida de estas mujeres, sino también en la de sus hijos e hijas.
Por tanto, la promoción de políticas dirigidas a los hogares monomarentales tiene
efectos tanto para disminuir las brechas de desigualdad que afectan a las mujeres
como para garantizar el cumplimiento de derechos fundamentales de los niños y las
niñas que constituyen nuestro futuro.

27
28
29
ANEXO

TABLA A.1
Distribución de las ocupadas por rama de actividad. Provincia de Buenos Aires, 3T 2023

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC). Población de 25 a 54 años.

Composición de la categoría “Otros hogares”. Provincia de Buenos Aires, 3T 2023

Fuente: Unidad de Género y Economía en base a EPH Total Urbano 3er trimestre 2023 (INDEC).
Nota:

30
GLOSARIO
TASA DE ACTIVIDAD: porcentaje de la población que participa del mercado de trabajo,
-
ya sea como ocupada o buscando un empleo.

TASA DE EMPLEO: porcentaje de la población que se encuentra empleada.

TASA DE DESOCUPACIÓN: proporción de las personas que participan en el mercado


de trabajo y no consiguen empleo.

TASA DE PLURIEMPLEO: proporción de las personas que realizan más de una


actividad remunerada en el mercado.

HOGARES MONOMARENTALES: aquellos conformados por una jefa sin presencia de


cónyuge y al menos una niña, un niño o adolescente menor de 18 años que es hija/o de
la jefa.

HOGARES NUCLEARES: aquellos conformados por una jefa o jefe, su cónyuge y al


menos una niña, un niño o un adolescente menos de 18 años que es hija o hijo de la jefa
o el jefe.

HOGARES CONYUGALES: aquellos conformados por una jefa o jefe y su cónyuge, sin
presencia de otros miembros.

HOGARES UNIPERSONALES: aquellos conformados por una sola persona, que resulta
ser la jefa o el jefe del hogar.

QUINTIL DE INGRESO: ordenamiento de la población de menor a mayor según el


monto de una variable de ingreso, luego agrupada en 5 subconjuntos (cada una con el
20% de la población)

31
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