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2018-00201. CONCEPTO MINISTERIO PÚBLICO.REPARACIÓN DIRECTA. JUN2024
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HONORABLE MAGISTRADA
MARIA CRISTINA QUINTERO FACUNDO
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA
SECCIÓN TERCERA
1. ANTECEDENTES:
1.1. Pretensiones
A través de apoderado, los demandantes solicitaron que, mediante el trámite del medio de
control de reparación directa, se acceda a las pretensiones que se concretan a las siguientes:
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LÓPEZ BLANCO, HERNÁN FABIO. Ed. 2016. Pág. 484. “Así por ejemplo, puede acontecer que estando en curso un término
se interponga en contra del auto que lo confiere el recurso de reposición, lo cual obliga a tramitar el mismo y mientras
tal cosa sucede queda inexorablemente sin efecto el término señalado por el auto, que ya estaba corriendo, de modo
que si se niega la reposición y se confirma el auto recurrido será a partir del día hábil siguiente al de la notificación del
auto que denegó la reposición que volverá a contarse íntegramente el plazo otorgado por el auto recurrido, es decir, que
el tiempo que inicialmente pudo computarse no se toma en cuenta para nada.”
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PROCURADURIA 137 JUDICIAL II PARA ASUNTOS ADMINISTRATIVOS
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Daño a la salud: $221.315.100 correspondiente al daño psíquico por la (-) privación injusta
de la libertad; (-) presión psicológica ejercida sobre los demandados a través de los medios
de comunicación; (-) ansiedad; (-) depresión y (-) agresividad y nerviosismo causados por
los demandados.
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Daño moral: $221.315.100, corresponde a la aflicción por la privación injusta de la libertad
de su padre LUIS ALFONSO PLAZAS VEGA.
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Daño moral: $27.664.388, corresponde a la mitad de lo que en vida le correspondiera a
YOMAIRA VEGA a causa de la privación injusta de la libertad de su cuñado LUIS ALFONSO
PLAZAS VEGA.
1.2.1. Para el 07 de noviembre de 1985, con ocasión a la retoma del Palacio de Justicia, el
Teniente Coronel Luis Alfonso Plazas Vega, comandante de Caballería, ingreso a las
instalaciones dirigiendo uno de los cuatro vehículos cascabel.
1.2.2. En diciembre de 2005, el Fiscal General de la Nación, designó a la Fiscal Cuarta Delegada
ante la Corte Suprema, para investigar las desapariciones ocurridas en los hechos
ocurridos el 6 y 7 de noviembre de 1985 en el Palacio de Justicia.
1.2.3. El 16 de julio de 2007, en virtud de detención preventiva y orden de captura libradas
por la Fiscalía General de la Nación, es privado de su libertad el Coronel Luis Alfonso
Plazas Vega, sustentando la necesidad de la medida en la gravedad de la conducta en que
el procesado era un peligro para la comunidad, y edificó su fundamento probatorio, en
la versión de un ex militante del M-19 y el reconocimiento de guerrillero.
1.2.4. El 11 de febrero de 2008, la Fiscalía General de la Nación, califica el mérito del sumario
y acusa al Coronel Luis Alfonso Plazas Vega, por los delitos de secuestro agravado y
desaparición forzada de 11 empleados de la Cafetería del Palacio de Justicia; tipificada
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esta última como delito en el año 2001 y que para 1985 no se encontraba descrita en la
Ley Penal; probatoriamente la acusación se efectuó sobre el dicho de un testigo que no
declaró; imputando once desapariciones, cuando en indagación se enunciaron tres
desaparecidos.
1.2.5. Durante su permanencia intramural el coronel Luis Alfonso Plazas Vega, solicitó su
libertad el 10 de noviembre de 2008 y 28 de febrero de 2009, por vencimiento de
términos la cual fue denegada, y en agosto siguiente fue hospitalizado por una crisis de
pánico y ansiedad, y al interior del Hospital Militar, fue sometido a malos tratos por el
Grupo de Operaciones Especiales del INPEC.
1.2.6. El 9 de junio de 2010, se profirió sentencia condenando al coronel Luis Alfonso Plazas
Vega, a 30 años de prisión por la presunta desaparición forzada de 11 empleados de la
cafetería del Palacio de Justicia. Decisión que, en sede de apelación, con sentencia del 30
de enero de 2012, del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, fue confirmada
parcialmente, declarando la nulidad del proceso en relación con 9 de los 11
desaparecidos, por falta de prueba de su salida con vida del Palacio de Justicia.
1.2.7. La sentencia condenatoria que fue revocada en sede de casación, promovida por el
Ministerio Público y el coronel Luis Alfonso Plazas Vega, con sentencia el 16 de
diciembre de 2015, en la que se le absuelve.
Se opone a las pretensiones con fundamento en que no existe daño antijurídico como quiera
que la privación de la libertad solo deviene injusta cuando ha sido consecuencia de una decisión
arbitraria, injustificada, inapropiada, desproporcionada, irrazonable y transgresora de los
procedimientos establecidos por el legislador, y no puede calificarse como injusta la restricción
de la libertad que se acompase con los presupuestos legales que la regulan, caso de la detención
preventiva impuesta al señor Luis Alfonso Plazas Vega. Su absolución en sede de casación se
dio en aplicación del principio indubio pro-reo, es decir porque en el ejercicio dialéctico del
proceso penal logró, generar algunas dudas en torno a su responsabilidad penal, que no había
logrado en las anteriores instancias, e imposibilitó por no existencia de certeza absoluta, en
garantía del principio de legalidad, no conservar la sentencia del Tribunal Superior de Bogotá,
que hasta entonces gozaba de presunción de legalidad y acierto.
Aduce también que no se configuró violación del principio de legalidad, por haberse procesado
al señor Luis Alfonso Plazas Vega por graves violaciones a derechos humanos, entre ellas, la
desaparición forzada, a pesar de no estar tipificada como delito para noviembre de 1985,
tampoco se le vulneró su derecho al debido proceso teniendo en cuenta que: i) la labor
investigativa aún en aplicación de la Ley 600 de 2000, recaía en la Fiscalía General de la Nación;
i)) el delito de desaparición forzada se caracteriza por la intención de ausencia de rastro de su
autor; iii) los cuestionamientos realizados por el A Quem, no desvirtúan la validez de las
conclusiones del A Quo ni las de esa Corporación, que en su esencia comparten las de la condena
internacional y las de la sentencia de casación, respecto a que la retoma del Palacio de Justicia,
fue escenario del delito de desaparición forzosa; iv) los cuestionamientos al testimonio de
Edgar Villamizar Espinel, fueron razonablemente relevados por el Juez Penal de Primera
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Instancia, para brindarle validez en análisis del conjunto probatorio, con apoyo además en la
prueba indiciaria, y v) el salvamento de voto en la sentencia proferida por la Sala Penal –
Tribunal Superior de Bogotá, no desvirtúa los fundamentos de ésta.
Se opone a las pretensiones de la demanda por cuanto indica que el primer fundamento de la
investigación penal fue la sentencia del 14 de noviembre de 2014, de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, por la que se condenó al Estado Colombiano, como responsable de
graves violaciones a los derechos humanos, de las personas desaparecidas en la retoma del
Palacio de Justicia, el 07 de noviembre de 1985. Así mismo, manifiesta que no existió
desproporción entre la duración de la privación de la libertad durante la etapa de investigación
y la decisión final de libertad, 8 años y 5 meses, contrastado que estuvo a disposición de la
Fiscalía General de la Nación, en lapso comprendido del 12 de julio de 2007 al 11 de febrero de
2008, 7 meses y 28 días. El tiempo restante, 7 años, 9 meses y 2 días, permaneció privado de la
libertad a disposición de autoridades judiciales distintas de la Fiscalía General de la Nación.
Finalmente señala que la Fiscalía no era competente para revocar la medida de aseguramiento.
“¿Con ocasión a la absolución en sede de casación penal, bajo la causal de in dubio pro reo, la
detención preventiva del señor LUIS ALFONSO PLAZAS VEGA, en lapso comprendido del 16 de julio
de 2007 al 16 de diciembre de 2015, configura un daño antijurídico imputable a la NACIÒN – RAMA
JUDICIAL y/o FISCALÌA GENERAL DE LA NACIÒN, o satisfizo los requisitos objetivos y subjetivos
establecidos por la Ley 600 de 2000, para su decreto y permanencia y en consecuencia, por asumir
legal, proporcional y necesaria, configura carga que el investigado encontraba en la obligación de
soportar?”
De ser favorable a los demandantes la respuesta al primer problema jurídico, surge el siguiente:
En concepto del suscrito, debe accederse a las pretensiones de la demanda por las razones que
se pasan a exponer:
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“ARTICULO 90. El Estado responderá patrimonialmente por los daños antijurídicos que le
sean imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas.
En este orden de ideas, por daño antijurídico ha de entenderse la lesión que sufre una persona,
de carácter patrimonial o extrapatrimonial, sin que quien la sufra tenga el deber jurídico de
soportarlo. De tal afirmación, se desprende entonces que el Estado no sólo responde de su
actuar irregular o ilícito sino también de su actuar conforme al ordenamiento jurídico, pero en
cuya actividad el particular sufre una lesión que no tenía el deber jurídico de soportar.
A. Responsabilidad subjetiva.
1. No se prestó el servicio.
2. Se prestó de manera inadecuada.
3. Se prestó adecuadamente, pero en forma tardía.
Los anteriores eventos suceden por culpa de los agentes del Estado, siendo esencial probar la
culpa; carga procesal que corresponde a la parte demandante. Para que esta clase de
responsabilidad comprometa al Estado se hace necesario que se presenten varias
circunstancias:
a) Un Hecho, puede ser omisión, retardo, irregularidad o deficiencia del servicio, por
acción u omisión de las autoridades públicas.
b) La Culpa, en la ausencia o anomalía del servicio que puede ser la imputable a un
determinable agente del Estado o ser anónima de la administración, cuando no es
identificable la persona que hace defectuosa la prestación del servicio.
c) Un Daño, que es el hecho físico o material que modifica alguna manera la integridad de
una cosa o persona o una situación, se diferencia del perjuicio ya que éste lo constituye
las consecuencias que se derivan de ese hecho.
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• Que sea cierto, determinable: presente o futuro cierto, porque existe y se proyecta,
inclusive, al futuro.
• Que sea particular: a las personas que solicitan la reparación.
• Anormal: por haber excedido los inconvenientes inherentes al funcionamiento del
servicio.
• Que sea protegido jurídicamente: porque recae sobre bienes legítimos de las personas
humanas demandantes.
d) Una relación causal o nexo de causalidad. Para que el Estado se libere de tal
responsabilidad es necesario que se pruebe que sus servidores obraron en forma
oportuna, diligente, eficiente y que a pesar de ello no fue posible evitar el hecho dañoso,
igualmente es causal de liberación la existencia de un hecho extraño que rompa el nexo
de causalidad entre el hecho y el daño, es así como la jurisprudencia del Consejo de
Estado ha establecido como eximentes de responsabilidad tanto la fuerza mayor, la culpa
exclusiva de la víctima o el hecho exclusivo de un tercero.
En esta clase de responsabilidad estatal la culpa aparece como factor predominante y tiene dos
modalidades:
Primera, se denomina falla presunta, en donde la parte afectada está liberada de su prueba,
siendo esta una excepción a la forma general de la falla probada. De ella se deriva el régimen de
responsabilidad objetiva para las actividades o cosas peligrosas a la que se llama presunción de
responsabilidad.
Segunda, la falla probada, aquí el afectado debe probar todos los elementos constitutivos de la
responsabilidad, incluida la culpa.
B. Responsabilidad objetiva.
1. Daño especial.
2. Daños con cosas o actividades peligrosas.
3. Daño por trabajos públicos, ocupación y expropiación de inmueble en tiempo de guerra.
4. Por riesgo excepcional.
5. Por almacenaje de mercancías.
6. Por acto administrativo ilegal.
2.2.2.1. Régimen aplicable a la responsabilidad del Estado por privación injusta de la libertad
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El artículo 65 de la Ley 270 de 1996 establece que: “(…) En los términos del inciso anterior el
Estado responderá por el defectuoso funcionamiento de la administración de justicia, por el error
jurisdiccional y por la privación injusta de la libertad.”
Así mismo, el Consejo de Estado mediante Sentencia de Unificación dispuso que para la
declaratoria de responsabilidad patrimonial del Estado en casos de privación injusta de la
libertad se aplicaría el régimen objetivo de responsabilidad por daño especial, luego no se
requiere de la existencia de error jurisdiccional o de una detención arbitraria u ordenada
mediante providencia contraria a la ley para que se pueda abrir paso la declaratoria judicial de
responsabilidad patrimonial del Estado por la privación injusta de la libertad de una persona,
puesto que a tal efecto lo único que se hace necesario, atendiendo a lo preceptuado por el
artículo 90 constitucional, es que se acredite la causación de un daño antijurídico a la persona
privada de su libertad y que ese detrimento resulte imputable a la acción o a la omisión de la
autoridad judicial respectiva. Igualmente, lo anterior resulta ajustado para los casos en los que
opera la exoneración penal del sindicado privado de su libertad como consecuencia de la
aplicación del principio de in dubio pro reo.
En esta línea, el Consejo de Estado expidió sentencia de unificación del 15 de agosto de 2018 en
la que precisó los siguientes criterios a tener en cuenta por el fallador en estos procesos:
“1. Lo primero que debe analizarse es si con la medida restrictiva de la libertad se incurrió en una
falla en el servicio, régimen que por antonomasia es el aplicable para efectos de endilgarle
responsabilidad a los entes estatales.
Este análisis debe incluir en primera medida lo afirmado por la Corte Constitucional en la sentencia
C- 037 de 1996, ya citada en precedencia, esto es, debe estudiarse si la medida de privación de la
libertad correspondió a una actuación abiertamente desproporcionada y violatoria de los
procedimientos legales.
Así mismo, debe estudiarse si la medida fue ilegal, si existieron irregularidades en el proceso penal,
si la medida se sujetó a los requisitos formales y establecidos en la ley penal, si su imposición está
motivada con claridad y suficiencia y, si se ajusta a los valores y derechos que consagra la Carla
Política, así como a los parámetros fijados por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y,
en todo caso, se deber tener en consideración la gravedad del delito, la naturaleza de los bienes
jurídicos tutelados, los antecedentes del sindicado, las circunstancias de haber sido aprehendido en
flagrancia, el desacato a decisiones judiciales previas o a la asunción de una conducta reprochable
con posterioridad a la ejecución del hecho punible.
2. Si superado ese primer estudio se observa que aunque no existe reproche alguno a la actuación de
la entidad en los términos señalados, el análisis de la responsabilidad se observará bajo los
parámetros del artículo 90 de la Constitución para derivar el derecho a la reparación cuando los
daños provienen de una actuación legítima del Estado, pero que causa daño antijurídico a las
personas que no tengan el deber jurídico de soportarlo, tal y como sería cuando se evidencie que la
persona no estaba llamada a soportar la privación, por haber sido exonerada por sentencia
absolutoria definitiva o su equivalente, porque el hecho no existió, o la conducta no constituía un
hecho punible.
3. Finalmente, en todos los casos sin excepción debe estudiarse la culpa exclusiva de la víctima como
exonerante de responsabilidad, en otras palabras, cuando se advierta que el sindicado estaba en el
deber jurídico de soportar la detención porque incurrió en una actuación dolosa o gravemente
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culposa desde el punto de vista civil, hay lugar a declarar la culpa de la víctima, tal y como quedó
consignado en la sentencia de unificación en cita.”
Esta postura también ha sido acogida por la Corte Constitucional, quien en sentencia SU-072 de
2018, expuso que en estos casos, determinar como fórmula rigurosa e inmutable, que cuando
sobrevenga la absolución, el Estado debe ser condenado de manera automática, a partir de un
título de imputación objetivo, sin que medie un análisis previo del juez que determine si la
decisión que restringió preventivamente la libertad fue inapropiada, irrazonable,
desproporcionada o arbitraria, transgrede el precedente constitucional fijado por la Sala Plena
–con ocasión del control integral y automático de constitucionalidad de la que sería la Ley 270
de 1996- concretamente en la sentencia C-037 de 1996. Consideró la Corte que, con
independencia del régimen de responsabilidad estatal que utilice el juez administrativo, la
conducta de la víctima es un aspecto que debe valorarse y que tiene la potencialidad de generar
una decisión favorable al Estado, en otras palabras, que puede generar una declaratoria de
irresponsabilidad administrativa.
Respecto de la conducta de la víctima, bajo la condición que no haya incurrido en dolo o culpa
grave civil, pues en tal evento se configura la causal de exoneración de responsabilidad que
impide condenar al Estado, el Consejo de Estado precisó en la sentencia de unificación aludida:
“En ese sentido, la Sala considera pertinente apartarse de la tesis jurisprudencial que hasta ahora
ha sostenido en torno al tema, máxime que al amparo de ella no sólo se vienen produciendo condenas
cuando el hecho no existió, o no constituyó delito, o la persona privada de la libertad no lo cometió,
sino que también se ha condenado en todos los demás eventos en los que se dispuso la detención
preventiva, pero el proceso penal no culminó con una condena, exceptuando, eso sí, los casos en los
que se ha observado que el daño alegado fue causado por el obrar doloso o gravemente culposo de
la propia víctima.
En otras palabras, bajo la óptica de la actual posición jurisprudencial, basta que haya una privación
de la libertad y que el proceso penal no culmine en condena, cualquiera que sea la razón, para que
quien la sufre se haga merecedor de recibir una indemnización, así la medida de aseguramiento de
la que fue objeto se haya ajustado a derecho y a pesar, incluso, de las previsiones de los artículos 90
de la Constitución Política, 7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 68 de la Ley
270 de 1996, esto es, sin importar que el daño producto de ella (la privación de la libertad) sea
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antijurídico o no (se parte de la base de que ella es per se antijurídica) y casi que sin reparar en si fue
la conducta del investigado la que llevó a su imposición.
En esa medida, comoquiera que, en criterio de esta Sala, la participación o incidencia de la conducta
del demandante en la generación del daño alegado resulta preponderante, se torna necesario que el
juez verifique, incluso de oficio, si quien fue privado de la libertad actuó, desde el punto de vista civil,
con culpa grave o dolo, y si con ello dio lugar a la apertura del proceso penal y a la imposición de la
medida de aseguramiento de detención preventiva, pues no debe olvidarse que, para los eventos de
responsabilidad del Estado por privación injusta de la libertad, el artículo 70 de la Ley 270 de 1996
dispone que aquél (el daño) “se entenderá como debido a culpa exclusiva de la víctima cuando ésta
haya actuado con culpa grave o dolo”, de modo que en los casos en los que la conducta de la víctima
esté provista de una u otra condición procede la exoneración de responsabilidad del Estado, por
cuanto en tal caso se entiende que es esa conducta la determinante del daño.
(…)
Así las cosas y como al tenor de los pronunciamientos de esta Sala la privación de la libertad de una
persona puede ser imputada al Estado siempre y cuando ella no haya incurrido, bajo la perspectiva
de lo civil, en culpa grave o dolo civil, es menester determinar si, a la luz del artículo 63 del Código
Civil, la conducta de quien fue privado de la libertad se puede considerar como tal y si, por
consiguiente, fue esa persona quien dio lugar a la apertura del respectivo proceso penal y a la
imposición de la medida de aseguramiento de detención preventiva cuyos perjuicios subsecuentes
pretende le sean resarcidos.
En consecuencia, procede la Sala a modificar y a unificar su jurisprudencia en relación con los casos
cuya litis gravita en torno a la responsabilidad patrimonial del Estado por privación de la libertad,
en el sentido de que, en lo sucesivo, cuando se observe que el juez penal o el órgano investigador
levantó la medida restrictiva de la libertad, sea cual fuere la causa de ello, incluso cuando se encontró
que el hecho no existió, que el sindicado no cometió el ilícito o que la conducta investigada no
constituyó un hecho punible, o que la desvinculación del encartado respecto del proceso penal se
produjo por la aplicación del principio in dubio pro reo, será necesario hacer el respectivo análisis a
la luz del artículo 90 de la Constitución Política, esto es, identificar la antijuridicidad del daño.
Adicionalmente, deberá el juez verificar, imprescindiblemente, incluso de oficio, si quien fue privado
de la libertad actuó, visto exclusivamente bajo la óptica del derecho civil, con culpa grave o dolo, y si
con ello dio lugar a la apertura del proceso penal y a la subsecuente imposición de la medida de
aseguramiento de detención preventiva.
Si el juez no halla en el proceso ningún elemento que le indique que quien demanda incurrió en esa
clase de culpa o dolo, debe establecer cuál es la autoridad u organismo del Estado llamado a reparar
el daño.
El funcionario judicial, en preponderancia de un juicio libre y autónomo y en virtud del principio iura
novit curia, puede encausar el análisis del asunto bajo las premisas del título de imputación que
considere pertinente, de acuerdo con el caso concreto y deberá manifestar de forma razonada los
fundamentos que le sirven de base para ello.”
(…), la culpa exclusiva de la víctima se determina por la conducta que ésta despliega dentro
de la actuación penal y no por la conducta que origina la investigación que, por lo demás,
no termina en una condena. Esto significa que el juez de lo contencioso administrativo
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deberá comprobar: (i) un comportamiento doloso por parte de la persona, es decir, que
despliegue conductas tales como la confesión falsa, la fuga o evasión, la realización de
amenazas, la destrucción o el ocultamiento de elementos probatorios o la realización
deliberada de conductas que obstruyen la acción de la justicia o; (ii) un actuar a título de
culpa grave, es decir, que corresponde a la negligencia grave o descuido significativo en
relación con el deber de colaboración con la administración de justicia, cuando ocurran,
por ejemplo, afectaciones respecto de los elementos probatorios bajo su cuidado.
De las pruebas obrantes en el expediente se tiene entonces, que el 12 de julio de 2007 se hizo
efectiva la captura del señor LUIS ALFONSO PLAZAS VEGA, imponiéndose medida de
aseguramiento de detención preventiva. No obstante, no encuentra esta agente del Ministerio
Público que pueda verificarse en el material probatorio el cumplimiento de los requisitos
exigidos por la Ley para la imposición de la privación de la libertad como medida preventiva
por parte de la Fiscalía General de la Nación. Los indicios en los que aparentemente se
fundamentó la medida no fueron desarrollados con la debida profundidad y seriedad que
amerita la restricción de un derecho fundamental como es el de la libertad y su desarrollo se
limitó a establecer que, por estar a cargo de la operación, el señor Plazas Vega tenía
conocimiento de la clasificación de los rehenes, su traslado a la Casa del Florero, el
interrogatorio de los mismos y la posterior desaparición. Respecto de la proporcionalidad,
necesidad y razonabilidad se hace evidente que más eran los elementos para descartarla, que
para imponerla. Al respecto, se transcribe lo manifestado por la fiscal que tuvo a cargo la
investigación en relación con el cumplimiento de los presupuestos del artículo 356 de la Ley
600 de 2000 para su imposición:
“También diremos que evaluados los fines en este caso en particular, se concluye que no hay
elementos que permitan aseverar que el señor LUIS ALFONSO PLAZAS VEGA, evada la justicia pues
se ha presentado a este despacho cada vez que se le ha requerido; no ocultará prueba porque ya está
toda analizada la vertida a esta investigación y ya no tiene, en concepto de este despacho, el control
de ningún medio que pueda servir de prueba por lo que no podría ni ocultar ni entorpecer la labor
probatoria. Pero lo que es cierto, es que la naturaleza del delito es de tal gravedad y además
conforme a lo expuesto y por la esencia misma del comportamiento atribuido es indudable que la
presunta conducta se sigue realizando y por ende, consideramos que surge aquí precisamente el
mérito para considerar que la medida de aseguramiento es necesaria. Pero además, creemos que al
haberse cometido un crimen tan execrable a través de la medida se protege a la comunidad.”
“(…) en la mañana del jueves su actividad se limitó a ordenar el ingreso de dos unidades blindadas
al Palacio de Justicia y apoyar desde el primer piso los repetidos intentos de los miembros de la
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Escuela de Artillería, al mando del mayor Frasica, por eliminar la resistencia del último reducto del
M-19, sin que hubiera estado en el 4º piso, participara y dispusiera la salida de los rehenes que se
encontraban allí y el orden en que debían hacerlo.
De otra parte, es importante traer también a colación que el Tribunal Especial de Instrucción
Criminal generó un informe en el año 1986 en el que consignaba la existencia de un importante
número de cadáveres sin identificar que podrían coincidir con las personas que se
consideraban desaparecidas, circunstancia que no debió haber sido pasada por alto por la
Fiscalía al momento de imponer la medida de privación de la libertad del señor Plazas Vega. Sin
embargo, con ello y considerando lo afirmado líneas atrás, se hace aún más evidente la omisión
de la Fiscalía a su deber de sustentar y razonar adecuadamente la medida.
512. La Corte valora positivamente los esfuerzos realizados hasta el momento en la individualización
y procesamiento de los presuntos responsables del presente caso. Asimismo, destaca el
reconocimiento parcial de responsabilidad realizado por el Estado respecto de su obligación de
investigar estos hechos (supra párr. 21.c). Sin embargo, con base en todas las consideraciones
anteriores, este Tribunal considera que el Estado vulneró la garantía del juez natural, independiente
e imparcial respecto de las investigaciones por la desaparición forzada de Irma Franco Pineda y las
torturas sufridas por Yolanda Santodomingo Albericci y Eduardo Matson Ospino. Asimismo, la Corte
estima que Colombia incumplió su obligación de iniciar una investigación de oficio, inmediata y
efectiva, omitió realizar las actividades de búsqueda necesarias para localizar el paradero de los
desaparecidos y esclarecer lo sucedido, así como no actuó con la debida diligencia en las primeras
diligencias de la investigación y, en menor medida, en las investigaciones desarrolladas actualmente
en la jurisdicción ordinaria. Por último, la Corte constató que la investigación de estos hechos no ha
respetado la garantía del plazo razonable.” (Subrayado fuera del texto original)
En tal virtud, es claro y así ha quedado demostrado que las dilaciones y omisiones en la
investigación y búsqueda de los desaparecidos, conllevó a que se imputara al demandante el
delito de desaparición forzada por la aparente desaparición de quienes no estaban en realidad
desaparecidos, y a su vez, derivó en la imposición de medida de aseguramiento de privación de
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la libertad que se prolongó más allá del plazo razonable por el tiempo que esas dilaciones
impidieron conocer la verdad sobre el paradero de esas personas y como consecuencia de una
serie de errores en la identificación de los cadáveres.
Finalmente, de acuerdo con el material probatorio las pruebas y la sentencia de casación, quedó
demostrado que el demandante no tenía si quiera la competencia para ejecutar las conductas
de las que se le acusaba, lo que suponía una razón de peso para considerar que no era
proporcional, apropiada ni razonable la medida de privación de la libertad, considerando
además que los supuestos indicios graves en los que se fundamentaba la medida, tampoco
fueron desarrollados adecuadamente por la Fiscalía. Con ello, queda demostrada la existencia
del daño antijurídico alegado por la activa, pues ni el señor Plazas Vega ni su familia tenían el
deber jurídico de soportar la imposición de una medida privativa de la libertad
desproporcionada e injusta atribuible a la Fiscalía y a la Rama Judicial en tanto la mantuvo pese
a que en varias oportunidades el acusado solicitó su revocatoria.
Por su parte, debe advertirse que no se evidencia causal eximente de responsabilidad en tanto
no se encuentra probado en el expediente que el demandante haya actuado con culpa grave o
dolo en el marco del proceso penal, pues si bien no compareció voluntariamente a algunas
audiencias, en efecto se verificó que ejerció en todo momento su derecho de defensa y
contradicción.
2.3. Conclusión
En conclusión, en criterio de esta Agente del Ministerio Público, se cumplen los presupuestos
de configuración de responsabilidad del Estado por privación injusta de la libertad bajo el título
de imputación de falla en el servicio, por cuanto encuentra probado que la medida de privación
de la libertad fue inapropiada, irrazonable, desproporcionada y arbitraria, con lo cual se
configura el daño antijurídico, han de despacharse favorablemente las pretensiones de la
demanda tendientes a declarar responsables a las demandadas por la privación injusta de la
libertad.
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