DISPAREN SOBRE LA CRITICA II
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Desde hace tiempo ya pronosticamos
tuna agonia de la critica. Los argumentos
tradicionales ten‘an mucho que ver con
el ejercicio del periodismo y los modos
en los que ese género discursivo especi-
fico iba desapareciendo a medida que se
“banalizaban’ las formas de comunicar.
Era impensable a lo largo del siglo XX,
cuando todas estas teorias agoreras co-
menzaron, pronosticar cémo el “usuario
de redes sociales” iba a conquistar un
proceso de horizontalizacion del esque-
ma de habilitacién de los hablantes. En
las sociedades anteriores los turos del
habla estaban hipernormativizados. y
pautados. Los turnos del habla no se po-
dian improvisar. Esto fue lo que determi-
16 que el critico como profesional tuviera
elltimo turno de habla, turmo que, como
es légico, gozaba de enorme relevancia
Era, como dije en alguna oportunidad, el
clausurante de una cadena discursiva. Si
el artista y toda la tradicién en la que se
inscribe era parte del inicio, el crtico era
el cierre. Tener el poder de clausurar una
deriva discursiva es un poder factico que
asemeja al critico al juez ~en tanto acto
de habla-; también clausurante en su
posicidn: condena o exime de culpa. Al
llegar a esa instancia en la justicia, en el
Ultimo de los mecanismos de apetacion,
el expediente se cierra, se convierte en
cosa juzgada y ya nunca mas nadie po-
dra volver a hablar de é
Esta fue la razén por la que propu-
se en Por una critica deseante la figura
del critico-juez. En su gran mayoria ese
concepto fue leido desde el contenido
seméntico del texto (juicio del gusto) y
no tanto del modo en que lo propuse: un
lugar en la cadena del discurso.
Cuando en la actualidad hablamos
de horizontalidad de la cadena discursiva
lo que decimos es que cualquiera tieneel derecho al habla, un derecho que no
siempre cualquiera tuvo. ¢Como se lo
conquistaba? A través de un complejo
institucional que se encargaba de repar-
tirlos tunos del habla. Si ese derecho no
era dado, no podia ser utilizado a costa
de ser sancionado. Hoy pareceria que
esto ha cambiado y que el derecho al
habla lo tenemos todos -horizontalidad
comunicacional (ayer se usd y puso en
duda el concepto de democratizacion)- y
por lo tanto las instituciones tradiciona-
les que otorgaban los turnos -hacedoras
asi de la verticalidad comunicacional—
han perdido ese privilegio: el docente
ante el alumno, el juez ante el sospecho-
so y la victima, el sacerdote ante el fiel,
el representante ante el representado, el
critico ante el artista. Hablamos hoy en
dia genéricamente de “crisis en el siste-
ma de autoridad”.
Partiendo de la idea de que algo
de todo esto efectivamente sucede, se
vuelve importante entonces dilucidar por
donde pasa el lugar de autoridad de la
critica y en qué lugar de la cadena dis-
cursiva se encuentra el profesional que
la ejerce. En estos siglos de ejercicio del
oficio muchas cosas han cambiado en la
sociedad en general y eso, naturalmente,
no puede eximir a la critica, victima de la
crisis de autoridad por razones propias,
pero azotada tambien por la desaparicion
del canon y de los principios reguladores
de verdades absolutas, claras y firmes.
En este sentido el critico-juez me-
rece algun tipo de analisis puesto que la
celeridad del mundo contempordneo (el
consumo rapido y efectivo) vuelve im-
prescindible ese “juicio final": el lector
solo lee los titulos, la bajada o copete y
las estrellitas 0 las calificaciones, lejos
esta de interesarse por las argumenta-
ciones y juegos retéricos que emplee
para “justificar” su lectura. La imagen
caricaturesca del hombre —siempre un
hombre- leyendo en pijama y sandalias
el diario junto al hogar a lefia es eso:
caricatura. Pero, paradojalmente, la ins-
titucion a la que pertenece el critico -el
periodismo- ya no goza del prestigio del
que goz6 en tiempos pasados. Alcanza
con mirar el analisis periodistico politico:
donde antes la autoridad amenazaba al
politico con un articulo, hoy un grupo de
usuarios 0 de trolls desafia a ese perio-
dista con insultos y ataques de diverso
En la horizontalidad
de la cadena discursiva
Iquiera tiene el
tipo. No somos nosotros, los criticos tea-
trales, los tinicos afectados. Perdén por a
este sufrimiento endogamico sumarle la
falta absoluta de originalidad.
Retomemos. Ante esta tensi6n, la
necesidad del lector de leer un juicio ve-
loz y somero y la incapacidad de la ins-
titucidn de ocupar ese lugar legitimado
en la sociedad actual, el critico queda
desamparado y ridiculizado.
==
El doble destinatario légico de su
discurso, el lector/ptiblico potencial por
un lado y el artista por el otro, parece
buscar cosas diferentes: el lector, el jui-
cio somero; el artista, la capacidad argu-
mentativa. Y el critico podra hacer todos
sus esfuerzos por argumentar, suponien-
do que tenga la formacién para hacerlo,
pero fuera de su propio esfuerzo la insti-
tuci6n en si esta degradada y por lo tanto
le hace perder fuerza a su razonamiento,
por fuera de toda su capacidad.
Toda esta situacion fue lo que me
llevo a proponer en su momento la figura
del “critico-intérprete’, que ponia en el
centro de la escena no su argumentacién
sino el sistema de lectura empleado para
leer, es decir: las reglas de su acto herme-
néutico, entendida la lectura del fenéme-
no escénico desde ese acto intelectual,
emocional, sensible, etc. Esta figura del
critico-intérprete también tenia que ver
con una posicién en la cadena discursiva.
Siel critico-juez habla para callar y hacer
callar, el critico-intérprete habla para ha-
cer hablar a otros y luego ser hablado por
otros también.
Es importante aclarar ahora el con-
texto historico en el cual se produjo ese
libro al que me estoy refiriendo llamado
Por una critica deseante. Se edit6 en el
afio 2006 pero se terminé de escribir en
2005. Podriamos decir que es el emer-
gente de algo que estaba por empezar
a suceder. comienzo a escribirlo con el
nacimiento de Facebook y se publica en
el afio de aparicién de Twitter (hoy X).
Pero ya existian redes sociales como
SixDegrees (1997), Friendster, MySpace
y Linkedin (2002-2003). WhatsApp es
recién de 2009 e Instagran de 2010. Por
ende el mundo en el que pensé ese libro
y esos conceptos es un mundo perimido,
del que hoy no quedan ni siquiera los res-
tos.
Es por ello que hoy por hoy, cuando
leemos encuestas de consumo de cr
cas entre el piblico teatral nos entera-
mos de que la mayoria se informa por
redes sociales, y que el impacto real de
las criticas es infimo a la hora de planifi-
car su tiempo del ocio (mas del 50% usa
IG para conocer la experiencia de otros
usuarios y solo el 30% decide desde la
critica especializada, registra Alterna-
tivaTeatral [2023]). Las empresas pe-
riodisticas -no los medios- lo saben y
toman decisiones en funcidn de ello, es
decir, reducen el espacio de las criticas
en extensién, cantidad y periodicidad.
Por ende si uno de esos dos destinata-
rios desaparece de la escena, la pregunta
es quién queda. Y queda el artista como
principal y Unico destinatario. Pero el ar-
tista encontraré que el espacio de la criti
ca se ha convertido en mera calificacion
yun minimo de analisis, y facilmente po-
dra denostar al critico por su “debilidad
argumentativa" (por lo general cuando el
“juicio" es negativo).
Entonces vuelvo a una de las pre-
guntas del libro mencionado: la critica,
para quién?
Todo este panorama, a su vez, obliga
a analizar la critica dentro de las diver-
sas disciplinas que la ocupan: la teatral
es muy diferente de la cinematografica, y
ambas son muy diferentes de la literaria.
La tradicién ha hecho que en numerosos
casos la literatura sea analizada por lospropios escritores, muchos de los cuales
asumen la tarea doble, algo no tan ha-
bitual en el teatro y practicamente nulo
en el cine (célebre caso en el pasado con
Cahiers du Cinemé y la nouvelle vague).
Los sistemas teatrales suelen ser muy
pequefios en cada pais y los criticos no
estan tan lejos de sus creadores. Sia esa
cercania se le agrega el achatamiento
general del pensamiento critico (leer
criticas hoy en Argentina es, practica-
mente, leer todas criticas cuya califica-
cién es MB) surgen mas preguntas. ¢Son
amigos? Vale la pena criticarlos por un
magro salario? ¢Tiene sentido, con la
escasez de espacio, publicar criticas de
las consideradas “malas”, de trabajado-
tes que hacen su tarea casi de manera
gratuita 0 autoexplotada? Parecen inte-
La pregunta e:
sila critica
tiene algun futur
trogantes impertinentes. Pero no lo son.
Es imprescindible volver a la pregun-
ta: sila critica tiene algun futuro, donde
podra encontrarlo?
La respuesta dependera mucho de
como se piense al oficio. Si como un ejer-
cicio periodistico sera cuestion de apelar
a los mecanismos contemporaneos, por
los que el periodismo estara en condicio-
nes de sobrevivir (tal vez las redes, tal vez
bailando un videito de TikTok). Los pro-
fesionales en cuestion deberan analizar
las condiciones materiales de produc-
cidn y desde ellos establecer las pautas
de posibilidad para una supervivencia del
Oficio.
Pero no es este el Unico ambito en el
que la critica puede encontrar un meca-
nismo de accion muy concreto (y no me
tefiero a su diversificacion en lo acadé-
mico, que es también, claro esta, una de
‘sus posibilidades). Hay otro para el que la
critica y sus agentes esta en condicio-
nes de garantizar la continuidad, siempre
y cuando se la piense no en tanto juicio
del gusto recomendador del ocio, sino
desde un lugar estructural mas complejo
e interesante. Me refiero a la relacion que
lacritica puede establecer con la curadu-
tia y, por ende, con todos los oficios que
desde esa zona se desprenden: direcci
nes artisticas, equipos de programacion,
curaduria de muestras, eventos e institu-
ciones, comisariado, etc.
Llegado a esta instancia de la re-
flexion se vuelve imprescindible tratar
de comprender cual es el punto en que
el trabajo curatorial responde a ciertas
reas que estan vinculadas con la mirada
critica. Pero para dar ese paso hay que
llevar el razonamiento hacia una zona
mas amplia de la teatralidad, que es la
que he propuesto en Teatro Anauratico.
Dejemos de lado, en principio, toda
posible variante de la critica-juicio, pues
No nos sirve para abordar la siguiente re-
lacién. Dejemos de lado también la vieja
nocién de curaduria como receptaculo in-
organico de propuestas. Es indispensableLo |
entender ciertas cuestiones vinculadas
con el hacer especifico del critico y del
curador para comprender esos nexos.
Hay en el trabajo artistico, en el tra-
bajo critico y en el trabajo curatorial un
punto de convergencia que homologa a
todos estos oficios, aunque la materiali-
dad con la que cada uno se desempefie
sea diferente. Toda obra teatral singular,
toda critica interpretativa y toda curadu-
tia de formato dramattrgico responde a
una pregunta que por mas ausente que
esté en su formulacion esta siempre
presente. Hay en toda obra singular una
Zona en la que esa obra, como hecho
creativo Unico, responde a una zona mu-
cho mas amplia y que puede ser inferida
desde ella: cdmo ese artista piensa y
entiende su disciplina? Para responder
esta pregunta hay que comprender como
toda obra teatral singular es la conver-
gencia de tres “teatros” distintos: el tea-
tro-idea, el teatro deseo y el teatro poder.
Ninguna obra singular es concebida en el
vacio, por el contrario, es la resultante de
esos tres cruces. Y en esos tres cruces
nunca el artista esta solo como individuo
sino muy por el contrario esta él con to-
das sus tradiciones y todos los marcos
que lo restringen y potencian.
Tratemos de entender primero a
qué refiere cada uno. El teatro poder es
el marco legal en el que se inscribe toda
produccidn (oficial, comercial o indepen-
diente; sistema de subsidios 0 de copro-
duccién; participacién de los distintos
sindicatos 0 ausencia de ellos; copyrights;
sistema de habilitaciones, etc.). Teatro
potencia es el modo en el que se puede
—legal, financiera y productivamente-
hacer teatro. Tanto hacer teatro, como
interpretarlo, como programarlo implican
reconocer ese marco de pertenencia in-
eludible. No se puede pensar del mismo
modo el dispositivo esceno-técnico en
una produccién de tipo independiente
que en una de tipo oficial. Asimismo, del
mismo modo no se puede pensar un fes-
tival internacional en un pais central que
en uno periférico.
El teatro deseo es, en el péndulo, la
instancia mas subjetiva, en la cual apa-
rece el artista, el critico o el curador en
una zona mas volitiva, entendiendo que
nunca el deseo puede ser pensado como
una institucion individual, intima. Aqui es
donde depositamos parte de lo que lla-
mamos “estilo” y “obsesiones" propias
de los artistas a la hora de producir, de
los criticos a la hora de leer y de los cura-
Todo critico tiene una
dores a la hora de programar.
El punto que mas me importa desta-
car es precisamente el del teatro-idea, es
decir. cémo una sociedad determinada
entiende qué es teatro y qué no. A lo lar-
go de la historia hemos ido viendo como
la noci6n del “teatro” —que es una nociénhistorica, mutable- ha ido cambiando.
No se entiende por teatro hoy lo mismo
que en 1950. Y toda obra singular es
una respuesta a esa idea del teatro que
es cultural e historica. Ese teatro-idea,
a su vez, nunca es Unico en un tiempo,
sino que conviven y cohabitan, a veces
no de manera pacifica, distintas ideas
del teatro. Y si todo artista trabaja con
ese sistema de suposiciones en el que
se inscribe, el critico también realiza lo
propio. Todo critico tiene una idea acer-
ca de qué es el teatro, y sobre esa idea
realiza su acto de lectura que no es va-
lorativo sino interpretativo, pero esa in-
terpretacion estara producida desde el
marco que esa idea sobre el teatro tiene.
Como puede verse estamos parados en
el extremo opuesto de la mal pretendida
“objetividad”. No es objetivo el artista a
la hora de definir qué es y como debe ser
el teatro. Y probablemente tampoco lo
sea el critico. Esta claro que no estamos
hablando de un trabajo que diga si algo
esta bien o mal hecho, sino mas bien de
un posicionamiento en el cual en la tarea
diaria —critica, creativa— se reafirma una
propia nocién de quées y qué se entiende
por teatro en esa cultura y en ese tiempo.
Es decir. el teatro-idea.
Y la hipotesis aqui es que el trabajo
curatorial es también una puesta en acto
de ese teatro-idea. Mirar la programacion
de un festival, evento o sala teatral es un
modo de comprender como sus autori-
dades (preferiria hablar de “pensadores")
estan entendiendo, en ese momento sin-
gular de la historia, el teatro, cémo res-
ponden a la pregunta acerca de qué es 0
qué podria ser el teatro 0 lo escénico.
Esto obedece a una reformulacion
plena de conceptos, a una mirada ampli-
ficada del hecho curatorial, critico y ar-
tistico. Desde esta perspectiva en la que
cada obra singular es la convergencia de
aquellos tres teatros, hay que decir que
cada obra que un artista produce es una
afirmacién del teatro-idea que profesa al
tiempo que también es una mirada critica
a todo ese otro teatro que no hace pero
que cohabita con el suyo.
Me interesa mucho destacar esta
concepcidn del “artista critico”, un critico
que opera con una materia muy singular
pero critica al fin. Digamoslo ya enton-
ces: el artista critica y el critico/curador
crea. Cada uno lo hace con materialida-
des y procedimientos singulares al tiem-
po que persiguen objetivos diferentes.
Es por ello que entiendo que un
festival que tiene una logica curatorial
(por supuesto, discutible, cuestionable,
perfectible, etc.) debe aprovechar su
singularidad: proponer un teatro-idea
que tense la relacién con otras nocio-
nes imperantes. Aprovechar su caracter
de efimero para atreverse a arriesgar ya
que carece de una estructura a sostener.
Un festival es, en este sentido, un acto
de libertad que debe animarse a desafiar
a esos tres teatros para construir didlo-
gos con los distintos modos en los que
se lo entiende. Y si produce ese desafio
no cabe ninguna duda de que ese festival
(evento o institucién) esta realizando un
acto critico.
Como critico director artistico de un
festival busco dialogar con teatros idea
de otros paises del mundo, que tienen el
poder de polemizar con los teatros idea
psque circulan por mi ciudad. Ahi se ubica
precisamente el modo de pensar critica-
mente a FIBA: un acto singular en el que
convergen un conjunto de teatros-ideas
extranjeras que dialogan con las argen-
tinas, en un marco de crisis economica
perpetua y serias deficiencias arquitec-
t6nicas que alteran y limitan al teatro
potencia, pero no por ello perjudican al
teatro deseo: en mi caso, que el teatro
piense al mundo y le dibuje, de algun
modo, una zona utdpica en la que como
sociedad podamos encontrarnos para
que algan dia, como individuos, juntemos
la fuerza para moldearla.
Y dado que todo eso es posible, tal
vez sea momento de no seguir diagnos-
ticando la mortandad de la critica. Ha
vivido una crisis de unas largas cuatro
décadas. Pero ya es hora de mirar hacia
adelante y fundar los propios lugares
desde los que ejercerla con el coraje y la
responsabilidad que implica tener, y ha-
cerse cargo, una idea. Una idea del teatro,
una idea del mundo.